maldicciones-

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Eva Oh Eva, cuanto mal nos has hecho. Nos has dejado una marca perdurable, eterna, atorada entre nuestro cuello, saciando nuestra sed, pero alimentando nuestras ganas de beberte cada vez más. Nos has condenado a una vida de búsqueda constante; al reto de salir a encontrar miradas coincidentes, exóticas, atrevidas. Nos has hecho ir más allá de nuestra desesperación de sustancias glandulares que suben y bajan por los vericuetos entrecruzados de nuestro interior, que nos enloquecen de tal manera, que interpretamos a los más cuerdos de este mundo, solo para sobresalir ante ti. Ante ti Eva que nos ofreces tu manzana, tu rosada manzana de piel tierna, tu manzana al rojo vivo que todo puede y todo quema, Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 1

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Todos decimos y mal decimos, esto está contenido en estos poemas que son una maldición de esas que se disfrutan

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Page 1: Maldicciones-

Eva

Oh Eva, 

cuanto mal nos has hecho.

Nos has dejado una marca perdurable, eterna,

atorada entre nuestro cuello,

saciando nuestra sed,

pero alimentando nuestras ganas de beberte cada vez más.

Nos has condenado a una vida de búsqueda constante;

al reto de salir a encontrar miradas coincidentes,

exóticas, atrevidas.

Nos has hecho ir más allá de nuestra desesperación

de sustancias glandulares que suben y bajan

por los vericuetos entrecruzados de nuestro interior,

que nos enloquecen de tal manera,

que interpretamos a los más cuerdos de este mundo,

solo para sobresalir ante ti.

Ante ti Eva que nos ofreces tu manzana,

tu rosada manzana de piel tierna,

tu manzana al rojo vivo

que todo puede y todo quema,

fuente del agua secreta,

creadora de guerras de Troya ,

Manzana progenitora de Caínes y de Nabucodonosores

y que ha llenado este mundo,

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 1

Page 2: Maldicciones-

como me llena a mí.

Esa manzana que sacia el hambre, Eva.

La manzana más buscada,

la que no se da en ningún árbol de la sabiduría,

sino en el arbusto apretujado entre tus piernas.

Oh Eva, 

cuanto bien nos has hecho.  

Zozobra

Una vez subí a un barco,

era viernes,

era el puerto de Lisboa

y eran tú mano y tus lágrimas las que estaban ausentes

entre el gentío que abarrotaba el muelle para decir adiós.

Duré 6 minutos en cubierta,

zozobré,

no resistí el témpano de tu indiferencia.

Un minuto tardé en darme cuenta

que tu presencia no estaba

entre el montón de inanimados rostros de la multitud anónima.

Y tarde cinco minutos más en aprender a nadar,

para tirarme al mar helado.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 2

Page 3: Maldicciones-

Pijama

Acostumbro dormir con la camisa puesta,

así absorbo mejor las pasiones del día revueltas con mi ropa.

Por los ojales se cuelan los encuentros,

la gente que me cruzo y que conozco,

las miradas leonescas que me cazan,

los trastos redondeados,

las breves sonrisas de las féminas

que a cada día que pasa,

me cuesta más trabajo hacer aparecer.

En las mangas están mis pensamientos más efímeros,

esos recuerdos tontos que se estacionan un instante

y un segundo después vuelan como moscas,

con la promesa rota del mañana.

Esos de los que hay por trillones cada día. 

Un hilo suelto es la esperanza…

no tengo mucho que decir sobre eso,

las esperanzas siempre son hilos sueltos.

En la bolsa del pecho trato de llevarte,

aprisionarte ahí dulce desconocida,

de pelo largo y corto,

de piel blanca y morena,

de piernas atrevidas con lunares malignos,

que juegan a unir puntos y dibujar cometas.

Mas siempre te me escapas;

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 3

Page 4: Maldicciones-

mi bolsa es tan inútil como las otras bolsas debajo de mis ojos,

a las cuales, también has contribuido,

en todos mis insomnios de borracho sin suerte.

Sin embargo,

si una noche tú te quedas conmigo,

y tu impulso me quita la camisa,

y tus pezones prejuiciosos,

apuntan a mi cara diciendo “fuiste tú”.

Entonces no me duermo 

y te uso de pijama;

a tu piel de cobija, a tu sexo de almohada,

y despierto me quedo nuevamente.

Porque cuando llegó a tener una mujer, 

con todo su ser apelmazado junto al mío.

Una mujer real,

con pies reales y propias esperanzas.

Entonces las pasiones las absorbo de ella,

chupándolas de entre sus cabellos,

extrayendo por osmosis desde su aliento:

nuevas ideas, nuevos planes y nuevas pesadillas;

en resumen, la vida,

que ahora, al menos una noche, me pertenece.

Río

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 4

Page 5: Maldicciones-

Corre agua, pero subterránea,

nadie la ve,

lo que todo el mundo ve en realidad son medias lunas,

pedazos blancos de porcelana y sonidos de niño.

No ven el río.

Corre agua, pero interior,

por fuera solo hay cotidianidad,

hay sarcasmo

y mecanismos de defensa,

hay calidez,

calidez que no da el agua bajo cero

que me corre internamente.

Corre agua, pero adentro,

con sus pies rápidos y cubiertos de zapatos de fútbol americano,

deja a su paso cicatrices con sus picos,

pero por fuera todo es algodón y nubes,

sol y primaveras.

Río por dentro y río por fuera,

por dentro el río corre desde mis ojos,

por fuera río como el payaso más gracioso de este mundo.

Cero absoluto

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 5

Page 6: Maldicciones-

Nada pasa aquí,

nada pasa.

ese debe ser mi lema,

esa debe ser mi consigna,

esa es mi maldición.

Que nada pase pues.

Estoy solo, alejado,

aislado de la sociedad.

Un grupo que no me acepta,

vestido con colores diferentes,

condenado a hacer lo que otros no hacen.

Ellos podrán ser diez,

yo soy solamente yo.

Yo soy solamente uno.

Si alguien se acerca

lo rechazo;

no acepto compañías,

no quiero su presencia.

Tengo bien trazado cual es mi lugar,

un área donde debo permanecer,

un sitio geométrico donde solo es mi ley

y nada pasa aquí,

nada pasa por aquí.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 6

Page 7: Maldicciones-

No pretendo ser un héroe,

el recuerdo no pasa por aquí,

aunque mi cuerpo se estiré cual faquir,

simulando a Dhalsim,

simulando a Yashin,

a pesar de que mi cuerpo vuele

víctima de una potente bomba,

vuele por un segundo

para después caer,

jamás caerá el peso a mis espaldas

porque nada pasa por aquí.

Soy la esfinge que no puede voltear hacia atrás

mis manos son enigmas indescifrables,

mis manos son centinelas impasibles,

mis manos son trincheras impasables.

Soy el lanzador de flechas,

soy el que cuida tu barrio por las madrugadas,

soy el botón que activa el silencio,

el que evita que las penas se realicen.

Soy el enemigo de las sonrisas,

soy doscientos setenta y tres grados centígrados bajo cero

el guardián del descubrimiento matemático de los mayas.

Puedes venir, pero entiéndelo,

no pasarás por aquí.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 7

Page 8: Maldicciones-

Líquida melancolía

A veces me ataca la melancolía. 

Cuando eso pasa,

no sé si retornar a la cerveza o a la pluma.

Cuando recurro a la cerveza,

ella entra en mí, trago tras trago,

una lata tras otra;

después,

cuando logra salir desbordando mi vejiga,

el ardiente y cálido líquido amarillo,

se lleva entre sus rastros las pocas neuronas que me quedan,

en donde va impregnada mi tristeza.

La pluma me hace sangrar,

como sangran los conejos

cuando se devoran unos a otros,

en los largos inviernos canivalescos. 

Mis palabras quedan ahí regadas,

apelmazadas sobre el papel

que irá cargado de congoja

hasta que alimente la hoguera

que hacen los sacerdotes rojos.

No sé si beber o escribir,

No sé si escribir o beber;

pero en las despejadas noches de martes,

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 8

Page 9: Maldicciones-

en las que el vecino de mi pasado se asoma a la ventana,

y la muerte merodea por las calles encendiendo faroles,

lo que yo más prefiero, es hacer ambas.

Un pintor que solo usaba rojo

Un pintor que solo usa rojo.

Roja es su tinta,

rojos sus oleos.

De rojo se pintan sus pinceles,

bien afilados en el esmeril.

Roja se mancha su ducha.

Se escapa su pintura por las alcantarillas,

que también se tiñen de carmesí.

Un pintor que solo usa rojo

Si lo ves no huyas, quédate.

Recíbelo gustoso con tu estómago,

acepta su técnica plástica a través de tus tripas.

Quedarás inmortalizado en arte rojo. 

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 9

Page 10: Maldicciones-

Espacio en blanco para escribir un sustantivo

Llega un momento,

en el que el tiempo se detiene,

se esfuma

y te das cuenta que no existe más,

ya no hay tiempo,

no hay minutos que pasen,

segundos que se desmiembren;

ya no hay horas de espera angustiosa,

ni días de esperanzas falsas,

no existe la velocidad,

no existe la lentitud,

las cosas dejan de ser progresivas,

ocurren una sobre otra,

todo en el mismo pedazo de tiempo.

Llega un momento,

en el que uno se da cuenta,

reconoce y se asombra.

Asombro de lo asombroso,

entonces camina,

camina para poder pensar,

cuando debería sentir;

para reflexionar, cuando debería interiorizar,

y esta caminata nocturna,

esta caminata diurna, Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 10

Page 11: Maldicciones-

te lleva un poco más allá de tus metas,

exactamente a 7 pasos más allá,

y solo hay una forma de volver al lugar,

no donde correspondes,

pero sí donde brillas,

y contigo quiero dar los 7 pasos de regreso.

Quiero este asombro,

este tiempo que no existe,

quiero pragmatismo y quiero realidad;

pero también quiero fantasía y hechizos

y sonrisas y lágrimas

y tanto más que es idiota empezar a hacer una lista.

Así que hoy no me preocuparé

por lo que quiero sino por lo que tengo,

y aquí es donde debería de ir tu nombre.

Enfermedad Amarilla

Hay algunas ocasiones,

solamente algunas,

en las que ya no sé qué es lo que me proporciona mayor placer:

El whisky cuando se introduce a mi cuerpo

o su regreso hacia afuera

por el mismo camino por el que entró. 

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 11

Page 12: Maldicciones-

Llegas

Cada momento espero expectante,

agazapado, observando lentamente,

como la atmosfera que me rodea está estática,

inamovible.

Y entonces algo pasa,

el aire cambia, la temperatura sube,

todo se mueve, evoluciona,

de repente un torbellino entra en la habitación y revolotea todo.

Yo me alarmo y me alegro,

porque el movimiento significa vida,

el desorden significa aventura

y los colores que cambian delante de mi tacto,

son alimento para mi cacería diaria.

Todo se mueve ahora,

porque tu silueta,

tu aromática silueta de lirio acuático,

ha sido percibida por el titubeante enfoque de mi vista café.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 12

Page 13: Maldicciones-

La sierra de los hecatombes

Usas tu ajuar gris todas las tardes,

mientras yo te observo y te respiro,

verde fortaleza de gratos sabores

y de olores tan fuertes que provocan arcadas.

¿Cómo he venido a dar a tu seno?

A tus incontables glándulas mamarias

que alimentan lo que queda del mundo

con oxígeno y con prosas legendarias.

Entiérrame en alguno de tus tantos taludes

quiero que seas tú mi mausoleo;

quiero que cuando el nostálgico anciano del llano,

cuando los sonrientes niños del valle,

te miren desde abajo alzarte,

impenetrable, matriarcal, maestra,

miren también una pequeña porción de mí

y de todos los que te habitamos

y que recogemos el polvo de tu tan maculado cuerpo

con la ingratitud de nuestro calzado rocoso.

Elévame como solo tú sabes hacerlo.

álzame en alguno de tus abedules,

de tus hayas de hojas cuadriculadas,

en algún peñasco olvidado por las aves.

Quiero que cuando el fulgurante sol,

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 13

Page 14: Maldicciones-

cegado por sí mismo;

que cuando la narcisa luna,

atada a sus mareas,

te miren desde arriba,

mantenerte estoica, furiosa, rugidora,

miren también a estos tus esclavos,

que hemos encontrado en tu muralla refugio,

que al paso de la mula subimos y bajamos

por tus veredas zigzagueantes

que son nuestro pesar y nuestro gozo.

Ábrete ante mi vista

memorable sierra de los hecatombes

para que pueda otra vez, abrir mis ojos

y entonces trate de sorber tu maravillosa esencia

toda esa magnífica vida de un solo golpe

con solo el recorrer de mi mirada.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 14

Page 15: Maldicciones-

Unas horas

Me emociona saber que en unas horas te veré.

Te sentiré, serás yo, y yo seré tú.

Seremos uno mismo pues;

tal cual el mar y el río

cuando se unen en un estuario,

formaremos remolinos internos,

que a veces ahogaran a los intrépidos exploradores. 

Así somos nosotros,

dulce y salado,

soprano y tenor, 

infrarrojo y ultravioleta,

diferentes pero unidos,

de una manera mística

que no trato de entender

y que llegó de alguna forma,

desde el día que por primera vez escuché tu nombre. 

Tú estás ahí,

te agazapas en la oscuridad,

esperando a que pase por un haz de luz,

para brincarme encima y desafiar a toda lógica,

a todo principio matemático, biológico y cósmico,

para hacer el par unidad,

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 15

Page 16: Maldicciones-

un principio que solo existe

en este mundo extravagante donde te conocí.

Sé entonces el capitán de mi vida,

llévala a donde quieras

y después déjala si quieres,

porque aunque lo hagas no podrás,

pues hay otro principio quimérico que tú aún desconoces:

ya te has quedado en mi prisión para siempre

y yo ahora soy tu preso.

Torturémonos entonces. 

Poema en ingles

Quisiera escribir un poema,

a tu nombre y sobre ti,

tinta china, carboncillo,

lapiceros, alelí.

En el lienzo que es tu piel,

escribir sobre tus uñas,

escribir sobre tus parpados,

sobre tus senos, tu ombligo.

Anhelo escribirte toda,

añoro escribir muy simple,

pero es mi más grande anhelo:

escribir sobre tus ingles. 

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 16

Page 17: Maldicciones-

Castígame, no hay lección que aprender

Atácame, atacante que atacas a todos.

Merecido tal vez está,

haz de mí una pieza inanimada de realidad.

El inexplorado Sahara haz de mi garganta,

de toda la extensión de mi laringe,

de la manifestación externa de mi voz,

hazme un mudo, un bohemio, un afónico, un vencido.

Explórame y transforma mis iris destrozados

en rojos ríos de lava volcánica,

conviértelos en testimonios vivientes del odio al sol

y consigue que busque la oscuridad eterna,

como los insectos rastreros que corren despavoridos

cuando prendo la luz de la cocina. 

Y mi estómago, no te olvides de mi estómago,

merece la peor de las penas,

merece que su suelo pantanoso,

que sus paredes de barro,

sean convertidos en ruinas,

por el paso de un implacable huracán marrón,

un huracán que saque a flote los demonios enterrados,

las historias amargas olvidadas en el rincón,

los mensajes embotellados que se habían perdido

en la esperanza de nunca encontrar destinatario.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 17

Page 18: Maldicciones-

Ven, tómame,

así como hice yo anoche;

bébeme completo en toda la extensión de mi existencia

y azótame cual dios romano,

enfurecido por la rabia de ver a los griegos fallar.

Solo te advierto,

que podrás hacerme lo que quieras,

pero ni todos los castigos de este mundo

borrarán un punto o una coma

de lo que representó para mí la víspera…

Nunca podrás extinguir de mis memorias

una noche que ha sido legendaria. 

Miro una piel con puntos

Miro arriba buscando un ave que vuele.

Miro abajo, para ver si he pisado oro o plata o petróleo.

Miro a la izquierda y ahí está la isla de pascua

y sus olas anaranjadas que chocan con las piedras.

Miro a la derecha recordando cuando mi mano

no era tan torpe y tenía menos cicatrices.

Que tonto.

A veces se me olvida mirar al frente para sonreír.

Al frente te observo. 

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 18

Page 19: Maldicciones-

Ciudad de la Truade

¿Por qué me atormentas?

mágico lugar alejado ya de mi planeta;

vienes y me pinchas las costillas,

me entierras las uñas que nunca has tenido,

como angélicos trinches de tus sudorosas manos.

Recuerdo bien cuando estábamos juntos,

cuando tu alborotado cabello

alborotaba mis hormonas prosaicas,

yo buscaba en tu aliento con aroma a raíces,

la frialdad que emanaba de dentro de ti

para poder refrescar un trozo de mi alma.

Recuerdo que paseábamos por los espirales infinitos,

el perro como siempre tiraba de nosotros

y teníamos que soltarle la cadena,

así como en contadas ocasiones

tú te soltabas el sujetador,

para quedar libre y soberana,

para que tus esplendorosas tetas negras

gobernaran a la gran multitud enardecida de tu pueblo,

de la que solo yo formaba parte.

Recuerdo aún más que solo comíamos legumbres

y que en ese juego de nombres cambiados,

en ese atrevimiento de calles despobladas

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 19

Page 20: Maldicciones-

y posturas de maestro hindú de yoga,

llegábamos tantas veces juntos al orgasmo,

para después sentir pudor

y arrepentirnos de habernos conocido,

de ayudarnos cada uno

a cargar el equipaje contrario.

Nos dejamos de noche,

también dejamos el refrigerador abierto

y el recibo de la luz ha estado llegando demasiado caro.

Yo te deje una noche,

esa última noche

donde por fin comprendí que nada existe

que me puedo embriagar en esta nada

y que por tanto dejaste ya de serme útil.

Tú me dejaste todas las otras noches,

en la costumbre de no necesitarme,

en los largos segundos de espera,

mientras decidías que maquillaje no ponerte.

Hoy te escribo nuevamente,

te escribo con coraje,

porque aunque el tren ha descarrilado

hace ya varios años

y los muertos seguramente ya son lodo,

tú llegas hasta mi cuarto sin ventanas,

sin esfuerzos le haces un agujeroMaldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 20

Page 21: Maldicciones-

por el que yo puedo mirar hacia el patio de atrás

y descubrir que ahí,

al lado de mi casa,

justo donde ya no he querido ir,

ahí, puta madre,

continua estando el mundo.

E

Un antes y un después.

Así de fácil es desearte,

tomar un autobús de doce horas

para poder saludar y despedirte.

Un minuto,

eso es todo lo que necesito.

Que fácil es querer al monstruo desde lejos,

al horripilante rascacielos

que hemos creado y devorado por siglos,

a los cielos grises y agridulces

que llueven sobre nuestros periódicos

el ácido de las noticias de asaltos a mano armada

y secuestros que duran lo que tardo en leer el principito.

Nadie es de ti,

ese es el mito,

nadie puede nacer en tus almenas,

ni llamarse tuyo.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 21

Page 22: Maldicciones-

Sin embargo estás sobre poblado,

la gente se desborda por tus poros,

por tus grandes fosas nasales

y tú los soplas cual pañuelo,

los haces volar hacia otros lares,

otras provincias.

Yo te quiero y te deseo,

la gran mayoría de temerosos ciudadanos

piensan que es locura querer unirse al revoltijo,

que la paz y la tranquilidad deben ser la meta.

Yo quiero insomnios,

no poder dormir por los pitos de calles abarrotadas;

quiero la prisa de alcanzar la vida que circula tus calzadas,

quiero conocer desde dentro

tus movimientos intestinales,

la extensa manifestación de diversidad,

de sociedad y desarrollo suburbano.

Hay quien no lo entiende,

pero cada vez somos más los que caemos rendidos ante ti

porque incluso los más grandes monstruos tienen su encanto.

Un cierto olor a pólvora

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 22

Page 23: Maldicciones-

Nunca te conocí,

nunca te sonreí,

nunca te miré,

nunca te escuché,

nunca te vi,

ni siquiera a lo lejos.

Te me desvanecías en mi mente,

Te me desvanecías en mi alma.

Eras fuerte, eres fuerte.

Era débil, soy fuerte.

Te imaginé

porque me hiciste imaginar:

una mirada al otoño,

la expectación de saber lo que va a pasar,

el viaje estrafalario de mis dígitos favoritos,

la repetición año, con año, con año,

uno tras otro, y otro más, de la soledad.

Nunca vagué por tus vaguedades,

nunca anduve tus andancias;

aun así mágicamente,

realistamente,

anduve y vagué, por tus mismos senderos.

Esos senderos eran mandato,

esos senderos obligan,

esos senderos son libertad y son cárcel.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 23

Page 24: Maldicciones-

son casas quemadas hasta los cimientos,

son senderos de largas cabelleras funerarias,

son senderos con un cierto olor a pólvora.

Nunca te estreché, nunca te olí,

nunca percibí tu calor,

nunca te insulté, nunca te escribí…

Nunca te conocí Maestro,

nunca te conocí,

yo, solamente, te quise. 

En el camino

Inalcanzable,

cual mosca chocando contra el cristal,

por todos los tiempos añoro la libertad de tu nombre. 

Hasta cuando te miraré

detrás de esos aparadores que tu misma has puesto frente a mí,

para que no pueda dañarte cuando te miro a los ojos. 

Hasta cuando estaré tras de ti,

cual Odiseo buscando el camino a Ítaca.

Y hasta cuando dejaras un poco abierta tu casa de ladrillos,

quedándote indefensa ante los soplidos que este lobo feroz. 

Las letras del olvido

A veces me olvido de leer;

como en los días lluviosos que atónito,

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 24

Page 25: Maldicciones-

miro el repiqueteo interminable 

de los ideales humanos que se esparcen en mi mente,

humedeciendo todo.

La lectura se reduce entonces,

se vuelve casi escasa,

y las innumerables historias que han penetrado en mí,

provocando dolor y placer,

pierden letras, acentos y comillas,

pero ganan esencia y lodo;

ganan pimienta y pierden salazón.

La lectura se vuelve prescindible,

leer no me basta para entender el mundo;

contradicción,

pues más de un mundo he entendido,

al interpretar las cuneiformes estructuras 

que los autores descarriados, 

dejan en prenda, olvidadas al tiempo.

Leer me produce clorofila,

fotosíntesis y alimento;

pero otras veces soy hongo 

y parasitariamente me nutro de la experiencia,

como en mis cavilaciones vespertinas,

como en mis viajes en carretera,

cuando la inservible vegetación verde

pasa ante mis ojos llevándose párrafos enteros,

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 25

Page 26: Maldicciones-

cuando se estrellan en el parabrisas

decenas de insectos voladores

y dos erres mayúsculas,

dejando regadas sus entrañas y su pulpa.

Leer no es mi vida,

no lo es al menos esta vida.

Leer es las otras miles de vidas que también vivo,

cuando me zambullo

hasta el fondo submarino de sus aguas enletradas.

¿Cómo haces?

Quizá quieras enseñar tus secretos

a los antiguos mercaderes

o a los grandes amos del desierto

que acaparan tesoros.

¿Cómo haces?

Para guardar todas tus sonrisas

en mi mente.

Crónica de días Antes

La mirada temerosa

que se posa

en el alma bondadosa

y que roza

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 26

Page 27: Maldicciones-

una mano del que tarde

la ha venido a acompañar.

Pertenecen esos ojos

a una mujer con arrojo

que tiene doble cerrojo

y que mira de reojo

la persona que pudiera

esa llave apoderar.

La lluvia les ha ayudado

para estar acorralados

los dos sin ser avisados

porque ella lo ha llevado

para que él

no se tenga que mojar.

Comparten un verde fruto

y con él rinden tributo

a ellos por ser astutos

y al tiempo que está de luto

por no poder separar

tantos años de amistad.

Voces chocan con la noche

en el interior de un coche

los dos hablan con derroche

y ella le emite un reproche

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 27

Page 28: Maldicciones-

de que él,

quiera irse sin avisar.

Él dice adiós y se baja,

pero la chica lo ataja

pues ha sentido que es paja

la despedida tan baja

y le exige que regrese y diga

cuanto se van a extrañar.

Él sin pensarlo regresa,

¿dónde tendría la cabeza?

para causar tal torpeza

de hacer la tontería esa

de dejarla sola,

irse y ya

Se funden en un abrazo

ella no sabe si acaso

será este el último paso

y entonces se riegue el vaso

y no pueda por más tiempo

contener ya su verdad.

Y se le sale una frase

no sabe porque lo hace

pero eso crea un enlace

y él paralizado estase

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 28

Page 29: Maldicciones-

por las cosas que ahora

él acaba de escuchar.

Ella un poco tiempo pide

él un poco lo decide

las dos miradas coinciden

y ahora sí ya se despide

y unos ojos que lo siguen

cuando él sale corriendo

a la puerta de su hogar.

Y así empieza está epopeya

él caminando con ella

tal vez dure una centella

o lo de fugaz estrella

pero dicen que desean

no tenga que terminar.

Mariposas muertas

Las mariposas vienen a morir a mi puerta,

Eso es algo que solo le pasa a los que gastan sus tardes encerrados.

Ellas vienen sin tocar el timbre;

con sus huracanados aleteos me sacan de balance

y yo las miro caer desplomándose en giros;

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 29

Page 30: Maldicciones-

Como se desplomaron las bombas sobre mis antepasados,

como se desplomo mi existencia cuando perdí la llave.

El silencio no existe;

el silencio es solo una ilusión de la mente.

Las mariposas al morir hacen un ruido desgarrador,

espantoso,

es un estrépito inhumano tan horrible,

que nuestros odios no lo pueden captar.

Yo sin embargo lo imagino

y mientras las observo caer,

finjo estar en silencio,

aunque mi respiración y el fluir de mi sangre

también emitan ruidos espantosos.

Las hay de todos los colores

y probablemente de todos los sabores;

esto último lo digo sin saberlo de cierto,

puesto que aún no es tanto mi encierro

para ser un caníbal.

Están las amarillas,

últimos ecos de un verano muerto;

las negras con puntos naranjas,

que traen los recados de los fallecidos

ocultos debajo de la tierra;

las azules que son curativas

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 30

Page 31: Maldicciones-

pero que si miras a los ojos se convierten en piedra,

y una infinidad de colores presentes,

que se van haciendo ausencia

como hago ausencia yo,

aquí de pie en el dintel,

observando los espacios vacíos que dejan estas alas.

Hoy murió una blanca,

tenía una desgarrón verde que le cruzaba el ala izquierda,

que de alguna manera,

me recordó la sonrisa de una mujer

de la que ya no me acuerdo.

Eso me entristeció terriblemente

Después para mi fortuna una brisa leve

se llevó el cadáver de la mariposa

Y pude regresar a mirar las noticias de la guerra.

Las mariposas vienen a morir a mi puerta,

tal vez es el olor que despido al viento,

un olor a maderas y a añejo herencia de mi padre.

Tal vez es que mi presencia gris

es la muerte de todos los colores alados

y pronto vendrán también los petirrojos

y vendrán los canarios veloces,

reclamando.

Tal vez solo es una coincidencia,

eso también lo he pensado,Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 31

Page 32: Maldicciones-

y también he pensado que tal vez,

solo tal vez,

esto es una señal,

de que al otro lado del mundo,

allá donde no hay llanuras,

donde el mar es de hierba

y los cielos no saben llorar,

he pensado que allá,

tú estás viendo a los millares orugas

tejiendo poco a poco sus capullos.

Suspiro Místico

Una vez en la vida he cerrado los ojos, para mirarte;

dos veces en la vida he apartado mis manos de ti,

para conocer el resultado del contacto de nuestras superficies alteradas;

tres veces en la vida he detenido mi respiración,

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 32

Page 33: Maldicciones-

para inhalar el aroma mortal de tu venenoso perfume,

que cautiva cual trampa cazadora de lobos;

cuatro veces en la vida me he perforado los tímpanos

con este lápiz con que escribo,

para percibir en toda su potencia

los decibeles de tu débil canto

que rompe las figuras de porcelana de la sala;

cinco veces me he llenado la boca

con la tierra del subsuelo

llena de lombrices y caracoles prehistóricos,  

para poder sentir la acidez

de los miles de sabores psicodelizantes y sublimes  

que envuelven tu aura y tu paso. 

Pero nunca, óyelo,  

nunca en mi vida he convertido un beso nuestro

en dos palabras ahogadas en el viento,

que después, no estoy seguro quien las dijo;

eso nunca, grábatelo, nunca lo he hecho.

Nunca he suspirado místicamente. 

Estruendos

Un desgarrón en el cielo,

la ermita rasga su velo,

en ti se acaba el consuelo.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 33

Page 34: Maldicciones-

Haces la noche pedazos,

tan fuerte tú: tas con mazo,

camino y pierdo los pasos.

Veloz como Albert predijo

esto no es un acertijo

eres de las nubes hijo.

Iluminas un instante,

y es que tu caer constante,

hace que los navegantes

tengan miedo rebosante

de que tú los mandes ante

los siete infiernos de Dante.

Arrecife

Bosque submarino,  

cascadas de hilos agitados que caen,

fecundidad del mar

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 34

Page 35: Maldicciones-

que das al suelo acuático una textura no arenosa;

en ti quiero nadar,

protegerme de los predadores

de grandes dientes afilados y vista corta. 

Piel de todos los olores,

superficie de sabor cobre y madera,

de sabor lodo y rayo de sol,

de mordidas de nube y núcleo de la tierra;

aliméntame;

de entre tus resquicios, comisuras y esquinas

sacaré los nutrientes primitivos que mi naturaleza exige;

y podré volar entonces.

Porque yo soy pez y soy ave,

soy animal también

y espíritu,

y escucho los cantos asirenados,

el ruido de las caracolas salir de entre tus profundidades,

y me llevan al fondo, hipnotizado,

como ya lo he estado antes

por los movimientos de dos discos giratorios.

Bosque submarino que cubres el planeta,

cúbreme a mí también,

te grito en silencio solo mirándote;

porque tu esencia,

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 35

Page 36: Maldicciones-

tu definición no está en la gran extensión

ni en los miles de colores y formas que  son parte de tu corporalidad,

lo tuyo viene de algo más simple y  oculto,

conciso y enterrado,

viene del centro invisible que te da vida;

al que ociosamente me da por llamar alma. 

Tragos

Uno de los cuatro me libera,

uno más me pone a danzar,

el que tú me extiendes se evapora

y se desliza, cae conmigo.

El cuarto me lleva a un cuarto

reducido a mi cuarta parte.

Y los cuatro son los últimos cuatro,

de la cuarta ronda en el bar de mi mente.

Para construir una casa

Hablamos.

Entre tu ropa y entre tus miradas

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 36

Page 37: Maldicciones-

saco a empujones las palabras,

entre los pliegues de tus sombras

imagino tus tonos y tus reclamos

y entre tus pestañas de muerte

hay inspiraciones y charlas de café.

Tú lo tienes todo,

menos una palabra para mí.

Reina del silencio en el palacio del púrpura,

tú lo tienes todo, tienes la roca,

tienes el calor maderable de tus piernas de pinza

que aprietan hasta succionar el alma,

tienes la sonrisa de cal que hace mezcla

con la arenosa tierra de tus entrañas

y el cemento que compre en la ferretería

a cien pesos el bulto.

La energía la saco de mí mismo,

no necesito tu sudor para sudar el mío

pero ahí estás, latigueando,

en constante persecución zumbando,

siempre correteándome por la espalda,

tratando de arrancar de mí suspiros

que ya, sin metáforas,

deposito adentro de tu boca.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 37

Page 38: Maldicciones-

El sol seca tu azotea de pavo reales y encinos,

y las ventanas amor…

las ventanas son nuestros pies izquierdos,

dispuestos a ir siempre delante del derecho

para después también quedarse atrás,

y abrir brechas donde antes había barreras

y trazar caminos redondeados por piedras blancas

que serpentean hasta la puerta que de tu sala de estar.

¿Qué se necesita para construir una casa?

Te pregunto en forma de enigma

mientras te lanzo un ladrillo

que tú atrapas como habilidoso center filder

en un partido de la postemporada.

¿Qué se necesita para construir una casa?

Esa la respuesta que me tiras al rostro,

al mismo tiempo que me plantas un beso,

que yo recibo sorprendido

porque lo aderezas con un ladrillazo

en la parte de atrás de mi cabeza.

Un golpe contundente

que hace salir la sangre roja,

los pedazos triangulares de cráneo

y un líquido cristalino y chicloso,

en el que van flotando estas palabras

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 38

Page 39: Maldicciones-

que en esta tarde, he decidido,

escribir para ti.

Agitado

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 39

Page 40: Maldicciones-

Aquí estoy,

solo eso,

el aire entra a mi cuerpo y vuelve a salir,

eso me hace sentir diferente,

cada bocanada, soy una persona distinta.

Inhalo, soy un cobarde,

exhalo;

inhalo, soy un sinvergüenza,

exhalo;

inhalo, soy un casanova,

exhalo. 

Inhalo, soy un matemático,

exhalo.

La música llega a mis oídos,

hace latir mi corazón a su compás,

me causa arritmias,

entra y estira mis dedos,

me hace más alto, más gordo,

me hace deforme pero más bello,

me lastima.

Sonidos estridentemente volcánicos

salen de mis fosas nasales

y comprimen mis palabras;

todos me voltean a ver. 

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 40

Page 41: Maldicciones-

Inhalo, soy un aventurero,

exhalo.

La demás gente también respira y también cambia,

es un desfile de antifaces en el que todos somos todos,

como un grupo de actores que se interpretan todos a si mismos.

Como aquel hechizo de la morsa de la isla.

Inhalo, soy un imbécil,

exhalo.

La promesa del día que está transcurriendo,

la promesa de que cuando el sol de vueltas como giroscopio

y se retire derrotado al fin,

emprenderemos la emboscada al mundo

y tomaremos por sorpresa a los reos recién liberados

que alegremente nos gritarán improperios.

Inhalo,

Inhalo dos veces,

soy yo de nuevo,

exhalo,

exhalo y camino pensando solamente en una cosa,

creo que voy a conseguirme otra bebida. 

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 41

Page 42: Maldicciones-

La simplicidad, de dos letras y una palabra,

acomodadas aleatoriamente,

para hipervincularnos

a la maraña de complejidades abstractas

que forman tu entidad.

El mundo no basta,

no bastará,

para que mi ser en su vasto deseo de conocerte

te llame por millones de nombres,

princesa de los millones de nombres;

pues eres cambiante y constante,

como el fuego,

que consume todo en su testarudez por destruir,

pero se modifica a sí mismo en su fragilidad

ante el entorno que lo rodea.

Te saludo porque ocupas neuronas

que viajan de este a oeste,

en los toboganes arremolinados que son mi cerebro

y que me hacen pensar…

¿pensar?

sí pensar… pensar en ti.

Tratados de oscuridad

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 42

Page 43: Maldicciones-

Hoy se fue la luz acá en el pueblo,

es decir la energía eléctrica,

el sol seguía brillando majestuoso,

terco e impasible,

como si nada le importara,

como si la miseria de todas las personas

condenadas a pasar la noche a oscuras,

fuera tan indiferente para él,

como el viento para las estatuas de los dictadores.

Yo esperaba que el sol también se apagara,

hace tanta falta un día de completa oscuridad,

para que los humanos recordemos

el punto de partida y de destino,

recordemos que la oscuridad

fue el taller donde nos fabricaron,

y que nuestro cuerpo,

se empeña cada dos segundos

en retornar a la negrura,

haciendo caer aun contra nuestro albedrío

la pesada cortina de los parpados,

que como el sol,

se obstinan en dejarnos,

aun por solo un momento,

en ese mundo de sombras

que hemos abandonado.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 43

Page 44: Maldicciones-

En la oscuridad

todos somos iguales,

igual de ciegos,

para el caso es lo mejor,

y así, como los felinos

se empardecen ante la ausencia de la luz,

los humanos nos asinceramos,

cuando nuestra vista

solo distingue siluetas.

En lo oscuro es más real el amor,

en lo oscuro es más leal el amigo,

en lo oscuro es más rico el mendigo,

encontrarme conmigo más sencillo.

Nos hemos desterrado de ese reino

y hemos extraditado para allá

a nuestros monstruos y a nuestros espectros,

a los fantasmas que asechan la conciencia,

a los espantos que recorren el alma,

hemos deportado en fin nuestros temores.

Hoy se fue la luz

como mañana inevitablemente

la luz también se irá;

hoy se fue la luz

y al mirar los vecinos

que asustados,Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 44

Page 45: Maldicciones-

llenan con velas

sus estantes atestados de miedos,

puedo constatar

que vivimos huyendo de una oscuridad

que a diario nos da alcance.

Una oscuridad,

que en el minuto final

de nuestro luminoso paso por este mundo,

nos derrotará por fin

y entonces seremos una sombra más.

Dolo y alevosía

Aquí te dejo mi puñal desenfundado,

clávalo en la primer espalda

que se cruce por esa mirada,

de armenios ojos color ocre, que posees.

Yo me voy.

Enmarcado

Ella está ausente pero yo la miro.

Las demás se contonean, pululan,

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 45

Page 46: Maldicciones-

curvean sus ondulantes superficies corporales

en el panorama verdiblanco de mi sala de espera;

pero yo la miro.

A mis oídos llegan las palabras sabias de los experimentados,

me hablan de destierros y de curaciones,

de herramientas de construcción,

y de metafóricas millones de especies submarinas;

pero yo la miro.

El cantinero apila una copa sobre otra,

y yo no hago más que mirarla,

mirarla y beber; porque ahora bebo,

y como, duermo, respiro, bombeo sangre a mis venas.

Antes, cuando ella estaba y no tenía que mirarla,

yo era un salvaje;

un ser primitivo cuyo único instinto era ella.

Con todo eso,

yo la miro.

Aun no es la hora de tirar su retrato

Venccesläo

Yo soy de otoño y del tiempo del verano,

soy el que mira donde nadie anteriormente

había posado su mirada.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 46

Page 47: Maldicciones-

Mi paso lento y firme,

hace que las demás especies

permanezcan quietas, cautelosas,

atentas a mi presencia.

Mi voz de gigantesco anfibio es trémula,

y con ella formo ingeniosos círculos 

que divierten a gobernantes de las más lejanas naciones.

Soy rey y pescador

mercader, emir y cónsul.

Con fortaleza de bisonte

para jalar arados y arrastrar multitudes.

Mi nombre es Venccesläo, 

el que no parpadea, 

el que deshace la ternura en la palma de su mano,

el de la estirpe teutónica de los lagos,

el de la leyenda amarga de abandono

y las generaciones incontables.

Aquel al que el olvido no puede tocar.

Entre risas

Dices, entre risas,

que mi mirada desborda la presa de la prudencia,

y se desparrama sobre ti,

activando las vociferantes gargantas que se alarman

de que te observo.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 47

Page 48: Maldicciones-

Miras, entre risas,

como toda mi estudiada desenvoltura,

se vuelve apenas una tímida luz de candil, cohibida

ante tus cohibidas mejillas sonrosadas.

Ríes, entre risas,

ríes y me pueblas de risas,

llenando el agujereado cántaro de la ilusión.

Y aunque tu risa, transfigurada en líquido por estas letras,

se escapa muy pronto por entre mis agujeros

dejándome vacío;

tú vuelves a reír y me llenas de nuevo.

Maldicciones ··· Autor: Edwin Amaral López 48