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Fotógrafo del mes: Roberto Jorge Escudero El maquillaje y el Retrato El novio de la muerte Iain Crawford

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Luz y Tinta es la revista de la red social de fotografía Moldeando la luz. Una revista para los amantes de la fotografía

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Fotógrafo del mes: Roberto Jorge EscuderoEl maquillaje y el Retrato

El novio de la muerteIain Crawford

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PROMOTORJosé Luis Cuendia, “Guendy”

DIRECTORFrancisco Trinidad

COLABORADORESEugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño,

Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo Gon-

zález “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Ga-llardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Ve-lázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio,

Arturo de las Liras, Juan José Alonso, Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez,

Gloria Soriano, Ildefonso Robledo,José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez, Juan Depunto, Juan José Pascual, Viviana Genta, Nadima, Antonio Martínez, Án-geles Pereira Perera, Claudio Serrano.

DIRECTOR DE FOTOGRAFÍAJosé Luis Cuendia

DIRECTORA DE COMUNICACIÓNLola González

DISEÑO y MAQUETACIÓNFrancisco Trinidad

www.moldeandolaluz.com

Reservados todos los derechos de repro-ducción total o parcial tanto del texto

como de las imágenes. Las imágenes es-tán protegidas por las leyes de copyright

internacionales.Para cualquier consulta o sugerencia

contacte con nuestro correo electrónico

[email protected]

Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society

Año VI.- Núm. 54- Enero 2016 Contenido

Fotógrafo del mes: Roberto Jorge Escuderopor Francisco Trinidad 7El maquillaje y el retratopor José Luis Cuendia, «Guendy» 9Yolanda Gaticapor Eugenio R. Meco 17El reveladopor Gloria Soriano 27Lágrimas negraspor Monchu Calvo 29Los cuatro elementos (3) El Fuegopor Juanjo Pascual 33El novio de la muertepor F.T. 39Malasañapor José M. Gonzalo 41Buscando el mejor sentidopor Ricardo González, “Completu” 47El oro del cabo de Gatapor Juan Depunto 51Expedición a Groenlandia (y III)por Daniel Kordan 57Mi principitopor Claudio Serrano 63El SofboxCamarito 71Iain Crawford 81

Nuestra foto de portada: Pablo alonso

Para adaptarla al formato vertical de la portada ha sido necesario recortar los laterales. Pero aquí la ponemos en el formato original, que

lógicamente puede verse en su lugar de Moldeando la luz,http://moldeandolaluz.com/photo/quinchia?context=featured

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Presentación

A ritmo de Carnaval

Cuando esta revista llegue a manos de los lectores estaremos inmersos en el Carnaval, si bien el día grande, el pasado Martes ya habrá pasado, pero durante toda la semana se seguirá celebrando en nuestro país y en numerosos lugares del mundo. En su origen se trataba de una celebración de origen religioso, previo a la Cuaresma, que como bien dicen todas la fuentes consultadas, recogía las tradi-ciones precristianas de las fiestas Bacanales y Saturnales de la Roma antigua. Con el tiempo se fue convirtiendo en una fiesta pagana que en muchos casos sirve de válvula de escape a nuestros problemas cotidianos, de manera que los disfraces cobran vida y a través de su reciente historia satirizan los acontecimientos políti-cos y sociales de cada país. Durante el siglo pasado y en el actual, ni la censura ni las presiones del poder religioso y político han sido capaces de sofocar el espíritu critico de las personas que celebran el carnaval.

Es evidente que existen varios tipos de carnaval, a nivel mundial siempre he-mos oído hablar de Venecia y Rio de Janeiro; cuando hablamos de los Carnavales de España, es imprescindible mencionar a los que se celebran en Santa Cruz de Tenerife, estos más bien inspirados en los de Rio de Janeiro, quizás porque es un reflejo del carácter de puente entre América y Europa que las Canarias tienen. Los de Cádiz tienen más que ver con lo apuntado al principio, un Carnaval rebelde, espontáneo y lleno de alegría. Al igual que en toda España, en Cádiz se vivió un periodo de secretismo ya que el Carnaval estuvo prohibido por el franquismo.

Con la llegada de la democracia a nuestro país, en febrero de 1977 se celebra-ron los primeros carnavales en libertad, no solo en Cádiz, no solo en Andalucía, en toda España. Hoy son famosos los Carnavales de Navarra, Os Peliqueiros en Laza, en la zona sur de Galicia, Las Botargas que protagonizan el Carnaval en el pueblo manchego Almiruete, el Carnaval del Toro en la ciudad salamantina de Ciudad Rodrigo, el de Tarragona, el Carnaval de Águilas en Murcia y así en cientos y cientos de ciudades de la Península Ibérica. Y como es obvio, la revista Luz y Tinta se hace en Asturias con vocación internacional, y aquí, también existe una gran tradición carnavalesca que tanto durante su prohibición como en la actualidad, según pasan los años el afán satírico gana en colorido, son muy recomendables los de Avilés, Gijón y Oviedo, si bien es fácil encontrarse con agradables sorpresas en cualquier pueblo o aldea del Principado, no en vano no es la primera vez que se escribe en Luz y Tinta sobre “Xornaes de Mazcaraes d´Inviernu Los Sidros y les Comedies”, que junto al Antroxu es la tradición carnavalesca astur por excelencia.

Pero quedémonos con la parte colorida de esta fiesta pagana, pues se trata de la fiesta de la fotografía y los fotógrafos; en pocas ocasiones del año hay oportunidad de hacer composiciones más coloridas y descabelladas, donde en el mismo cuadro pueden aparecer romanos con vaqueros o personajes de la Guerra de la Galaxias, Obispos con coristas, monjas con marcianos, toda una locura colectiva bajo los disfraces del Carnaval que no podemos dejar de inmortalizar.

Como quiera que el próximo sábado día 13 se pone fin al Carnaval y espera-mos que sean muchas las fotos que habréis tomado, a partir del Domingo día 14 y hasta el sábado día 20, celebraremos una vez más en Moldeando la luz la Semana Temática del Carnaval. El Domingo las 5 fotos de la semana serán las que mas “favoritos tengan”

A todos un feliz carnaval… mientras en España se busca Presidente.

José Luis Cuendia, “Guendy”

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Roberto Jorge Escudero

Fotógrafa del mes de Enero

Su curiosidad no se detiene solo en la ciudad sino que a veces se abre y sale al campo o a la orilla del mar o de los ríos, buscando la presencia de los árboles y su contraste con la presencia humana o su reflejo en el agua, inda-gando en ese temblor que desdibuja los perfiles y propor-ciona mayor profundidad.

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Las fotos de Roberto Jorge Escudero son un vaivén de sensaciones. Sabemos por sus palabras que siempre lleva una cámara encima y que suele ver la vida a través de su visor; y esa miradas fotográficas, esas sensaciones, pretenden captar y aprehender lo efímero de la vida: “Para mí la fotografía es la forma que yo he encontrado de contar una historia, expresar sentimientos, atrapar momentos fu-gaces que tan pronto como ocurren pasan, y no nos queda mucho de ellos, a no ser que los haya registrado la cámara. Siento que la fotografía es un poco eso, luchar de una forma creativa y sensible con la fugacidad de la vida”, nos dice. Esa “forma creativa y sensible” de la que nos habla, trasladada a sus fotografías a través de una firme voluntad artística marca el sentido de su producción fotográfica.

Por una parte, a través de lo que podemos considerar su mirada urbana, fotos captadas al paso de su vivencia diaria en la ciudad y al paso de sus viajes en ciu-dades extrañas en las que el fotógrafo indaga en rostros y rincones y nos muestra motivos que marcan el ritmo urbano. No son reportajes al uso, buscando contar-nos una historia o mostrarnos la secuencia de un acontecimiento, sino flashes, momentos captados al paso que muchas veces, sobre todo en las fotografías de sus viajes, recogen rostros, en grupo o solitarios que nos dan cuenta del lugar en que acontece. Esos retratos captados al azar no tratan tanto de representar o descubrir la expresión y el carácter del retratado a través de la profundidad de sus miradas, cuanto de mostrarnos otra forma de vida, más allá del pulso cotidiano de la propia ciudad.

En esta mirada urbana, además de los rostros, ya digo, tanto individuales como de grupo, se detiene también en la arquitectura y en ciertos rincones que marcan

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un poco la personalidad del barrio o de la zona en que fueron captados, pero tam-bién en detalles y motivos aislados que, a modo de bodegones, nos muestran esa dimensión inédita y creativa de su discurso fotográfico.

Y es que el bodegón, tanto en blanco y negro como en color, es una de sus firmes convicciones artísticas y una de sus señas de identidad. El bodegón, que es siempre un pretexto para la combinación de formas y colores, tiene una especial presencia en las fotos de Escudero a través de objetos dispuestos significativa-mente que crean un conjunto en el que se destaca su voluntad artística. Cuando además consigue que el bodegón sea el traslado de objetos dispuestos por el azar en algún lugar de la ciudad —la esquina de una ventana, el parabrisas de un co-che…— el espectador se da cuenta de que tras el visor de la cámara anida una fértil curiosidad.

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Esta curiosidad no se detiene solo en la ciudad sino que a veces se abre y sale al campo o a la orilla del mar o de los ríos, buscando la presencia de los árboles y su contraste con la presencia humana o su reflejo en el agua, indagando en ese temblor que desdibuja los perfiles y proporciona mayor profundidad.

Por último, me gustaría señalar lo bien elegidos que resultan los títulos que Escudero coloca en sus fotos. Los títulos son generalmente una exigencia que se solventa con voluntad de puro trámite y sin embargo, en este caso, tengo la sensación de que buscan ser el complemento de la propia fotografía. Muchas de las veces, las más, seguramente, son títulos meramente descriptivos que aluden al lugar o al momento en que fue captada la fotografía, pero muchas otras veces son aportaciones —a veces de cierto lirismo: “Naranja desmelenada”, “De una chiste-ra”, “Cuando era el principio…”— que subrayan el carácter artístico que Roberto Jorge Escudero pretende imprimir a sus fotografías.

Francisco Trinidad

El bodegón, que es siempre un pretexto para la combinación de formas y colores, tiene una especial presencia en las fotos de Escu-dero a través de objetos dispuestos significativamente que crean un conjunto en el que se destaca su voluntad artística.

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El maquillaje y el re-trato(Anticipo)

por José Luis Cuendia, «Guendy»Como no ha sido posible terminar nuestro trabajo sobre “El maquillaje”, pre-

sento un adelanto sobre el especial que publicaremos en Luz y Tinta sobre algo tan importante en el retrato como el maquillaje en las sesiones fotográficas.

Para mi en esta sesión de fotos era la primera vez que experimentaba el siste-ma de trabajo bajo la formula conocida como como TFCD o TFP. Estas siglas son las de Time For CD (Tiempo por CD) y Time For Print(Tiempo por Impre-siones) respectivamente. Actualmente, con sistemas como Dropbox y parecidos, no hace falta grabar un cedé para pasar las fotos a las diferentes personas del equipo y, mucho menos, imprimirlas, aunque queda a la elección de cada cual si quiere hacerlo o no.

¿Qué significa TFCD/TFP?Son las siglas de un primitivo y aparentemente justo intercambio de servicios.

Esta nueva modalidad de trabajo consiste en algo tan básico como que el fotógrafo hace una sesión con una persona a cambio de cederle el uso de las imágenes. Es evidente que el intercambio resulta beneficioso para ambas partes: Ni el fotógrafo ni el/la modelo de turno pagan por los servicios prestados por el otro, pero sí que

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reciben a cambio la experiencia y el archivo fotográfico de la sesión para usarlas en sus respectivas promociones.

Se trata en definitiva de una sesión de fotos en la que todo el mundo saca el mismo beneficio. Modelo, fotógrafo, maquillador y estilista trabajan juntos para ampliar su book/portfolio. En una sesión de intercambio nadie trabaja gratis; sim-plemente el pago que se hace no es con dinero, es con el trabajo de cada uno. De una sesión de intercambio todo el mundo saca experiencia y material fotográfico. Así pues, para los fotógrafos, es una buena manera de practicar, de entrar en el mundo de la fotografía de retrato y, sobre todo, de conocer gente con diferentes roles que pueden ayudar, aportar ideas y colaborar mutuamente en sesiones futu-ras.

Nuestra experiencia fue vivida para ser contada en un futuro trabajo para la revista Luz y Tinta, es nuestra intención publicarla en el número de Marzo, y en esta ocasión hemos contado para realizar el trabajo bajo el TFCD con las modelos Vida y Joana, la maquilladora Andres y los fotógrafos Maylin y Guendy.

Sin duda, un buen maquillaje es el mejor Photoshop natural; si está realizado por buenos profesionales, nos puede ahorrar muchas horas de trabajo frente a la pantalla del ordenador. Pero eso ya es un tema del que hablaremos en el próximo número. Vaya aquí un adelanto de la sesión de fotos sobre “El Maquillaje en el retrato”.

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Yolanda Gaticapor Eugenio R. Meco

Bueno, amigos, sigo con fotos de chicas que de alguna manera forman parte de la vida cotidiana de mi entorno. En numerosas ocasiones las modelos vienen al fotógrafo, en otras es el fotógrafo quien las descubre. Cuando mi mujer pasó por el hospital para una de esas puestas a punto por las que tarde o temprano pasamos todos, durante su convalecencia asumí las tareas de la intendencia del hogar, y en-tre estas tareas se encontraba la de hacer la compra. Recuerdo que ya el primer día me llamaron la atención los ojos de la cajera por las que pasé mi compra. Son esos detalles que no se le escapan a todo aquel que se precie de fotógrafo, sobre todo si tu tema preferido es el retrato.

Con motivo de mi cumpleaños mi familia me regaló un móvil con línea de internet, e inmediatamente instalé las aplicaciones que pudieran facilitar la publi-citación de mi trabajos, entre ellas Instagram. Fue subir alguno de mis trabajos e inmediatamente y sin conocerme Yolanda me solicitó mis servicios para que le hiciera una sesión de fotos. Quedamos un buen día para hacer las fotos y otra vez, “sorpresas te da la vida”, cuando vi que a la sesión le acompañaba la mujer de los ojos preciosos, la cajera del supermercado, la madre de Yolanda Gatica.

Se suele decir que un retrato no miente nunca, pero en esta era de los orde-nadores personales esta afirmación ha quedado obsoleta casi por completo. Ya antes, precisamente para los retratos, era casi siempre una de las mentiras más frecuentes. Si observamos los retratos de la época de la guardería o de la escuela, podremos comprobar que esos rostros no muestran, en absoluto, las particularida-des del carácter, quedando muy alejadas de “una imagen de la personalidad”. Soy consciente que es muy difícil despejar las envolturas del carácter. Con regularidad se utiliza la fotografía de retrato de ocasiones que brindan los amigos o los talle-res donde se participa. Pero en esos acontecimientos no se toma el tiempo o no se estará en disposición de poder hacerlo, como para poder entrar en el alma de las personas que se retrata. Hoy, más que nunca, resulta importante para los fotógra-fos de retrato, al menos para mi, distinguir nuestras fotografías de las “de tienda”, dicho ello con el mayor respeto.

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Siempre que frente a mis cámaras se encuentra alguna de las chicas que he ido fotografiando a lo largo de mi carrera, mi objetivo siempre ha sido el mismo, y con la bella Yolanda no puede ser menos, se trata en todos los casos de conseguir a través de la fotografía que esta refleje el carácter de la persona fotografiada. Es evidente de que este es un dicho que se remonta a los orígenes de la fotografía como medio. Así que la pregunta que nos debemos de hacer una vez terminado el trabajo es ¿Se muestra en los retratos realmente la personalidad de un ser? Evidentemente esta es la visión del fotógrafo, en este caso, la respuesta está en las personas que observen las fotos y fundamentalmente quienes conocen a las retratadas. Yo, sinceramente he puesto todo mi empeño en ello.

Si alguna vez me siento derrotadoRenuncio a ver el sol cada mañanaRezando el credo que me has enseñadoMiro tu cara y digo en la ventanaYolandaYolandaEternamente YolandaYolandaEternamente Yolanda

Pablo Milanés

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El reveladopor Gloria Soriano

De día, con traje de botones azul marino y gorra de plato, Henry conduce a su jefa por las calles de Manhattan. Se detienen. Baja del coche y le abre la puerta junto al escaparate de Coco Chanel en la Quinta Avenida. Cuando la mujer se pier-de tras el clamor de los vendedores, él coloca su Rolleiflex de medio formato en la cintura. Ojea. Revuelo de faldas sobre rejilla. Dispara. Horas de espera convertidas en miles de fotografías sin revelar. Los carretes se disputan el espacio de la habi-tación con un perchero atestado de trajes de reinona, de gata. Plumas y velos. Lo que la señora retira de su armario, él lo recoge en su estudio de China Town. Vive en veinte metros oblicuos. La ventana mira a Manhattan Bridge, un puente sin rio. Sólo coches y un entramado de acero por donde silban encajonados los trenes. Una de las paredes se abre a un pequeño aseo triangular. Su puerta está forrada con un espejo que todo lo duplica: la habitación se agranda; el ropero se prolonga; de las vidas encapsuladas en los negativos nacen clones. Hay un momento del día en que la luz incide sobre el espejo y la claridad deslumbra. A esas horas, lo normal es que Henry esté guiando los pasos de su ama. Tendrá que esperar a la noche para encandilarse ante la puerta oculta, transformado en Jackeline, Nancy o Rita. Un mundo de mujeres que le hablan desde las entrañas, el punto desde el que la cáma-ra enfrenta a su doble. Reflejos que el objetivo atrapa y se extravían en el agujero negro de las imágenes, ululan por la casa. Hoy Henry ha salido con abrigo de gue-pardo. Lleva una maleta cargada de carretes a revelar. No habrá quien lo detenga.

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Lágrimas negraspor Monchu Calvo

Lagrimas negras, como el titulo de una famosa canción, son las que propiciaba la contemplación de un paisaje, al que dirigí muchas veces mis paseos. La víspera de una nueva etapa política en el pasado diciembre, que coincidió en el norte de España con una tormenta de fuego y destrucción en los montes cantábricos, a la que asistimos desolados. Impotentes al ver el fuego besar de rojo los cielos, as-cendiendo con rabia por las laderas, buscando las cumbres, y ver que no se puede hacer nada, pues los retenes de bomberos estaban intentando contener las llamas de más de cien incendios simultáneos, con peligro real de que penetrasen dentro de algunos pueblos que tuvieron que ser evacuados.

Sientes mucha rabia, y pena. Ves que los verdes se transforman en negros, que los azules del cielo adquieren el velo parduzco del humo destructor. Te imagi-nas a los animales huyendo con pavor. Algunos no lo logran y perecen, y asistes impotente al dantesco espectáculo de la muerte de lo que amas. Descontrolado, imprevisible, cruel. Así era el fuego.

Dicen que se dieron las circunstancias para la quema perfecta. Ausencia de llu-vias, viento calido del sur, abundantes desechos y material altamente inflamable en nuestros bosques, y luego la cerilla asesina del pirómano que desató el infierno. No lo entenderé nunca, por mucho que haya motivos para que se produzca. Nada jus-tifica el quemar lo que te proporciona la vida, porque son quemas que solo traerán perjuicios y perdidas, aparte del atentado ecológico en quemas descontroladas, que lo mismo arrasan matorral que arbolado adulto o ejemplares en repoblación.

Las quemas se hicieron siempre en las sociedades rurales. Y tenían unos re-sultados beneficiosos para las superficies de praderias que se veían invadidas por zarzales y maleza, y periódicamente, en las fechas que se consideraban más idó-neas, meses de invierno, generalmente, temperaturas frías y ausencia de viento, se convocaba a los vecinos para mejor controlar el fuego, y se procedía a quemar de forma prudente y listos a intervenir si el fuego iba en la dirección equivocada.

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Impotentes al ver el fuego besar de rojo los cielos, ascendiendo con rabia por las laderas, buscando las cumbres, y ver que no se puede hacer nada, pues los retenes de bomberos estaban intentando contener las llamas de más de cien incendios simultáneos, con peligro real de que penetrasen dentro de algunos pueblos que tuvieron que ser evacuados.

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Así se formaban los mosaicos vegetales de bosques, peñas y prados, donde rebaños de vacas y ovejas consumen el tiempo. Algunos abogan por dejar la naturaleza crecer a su aire. Quizás tendríamos entonces que exterminar o expulsar al hombre, al pastor, y dejar que los prados se transformen en selvas, donde se guareciesen las alimañas. Todos los paisajes que llamamos de forma eufemística “naturales” están intervenidos por la mano del hombre. Picos de Europa, Somiedo, Redes, etc, fueron modelados por animales y manos humanas. Ellos hicieron los senderos, las humildes cabañas que formaban las majadas, las fuentes, que aprovechaban los manantiales para que bebieran sus ganados, los bosques, de los que se nutrían de la leña que el viento y la nieve desgajaba de los troncos. El helecho, que cortaban para que sirviera de cama a sus ganados, y después incorporarlo al ciclo de la vida, convertido en abono.

Era por eso que los montes no quemaban, solamente lo que el pastor quería y cuando él dijera. Nunca hubo bomberos en los pueblos, porque nunca hicieron falta, y la tierra era querida como una buena hija a la que cuidas y engalanas para que parezca hermosa, esa tierra que muchos de vosotros conocéis porque la habéis visto lujuriosa, cambiando la desnudez invernal por la furia de los verdes primaverales, las umbrías sombras del verano, por el traje multicolor de los otoños cantábricos. Y hoy, grandes manchas negras desdibujan la belleza, cambiando la paleta de colores, por el monocromo que a los fotógrafos tanto nos gusta, pero para verlo en una copia impresa, colgada en una sala de exposiciones, o que nos la escojan para la foto destacada en nuestra revista. En la naturaleza, déjame el color, déjame la vida que ello significa. Deleitarme mirando el paisaje, recorriéndolo con la mirada, mientras unas vacas cansinas e indolentes rumian la fresca hierba, ajenas a prisas y relojes.

Solo desear que la justicia caiga sobre los incendiarios. No me valen las razones que apelan a tradiciones de antes. “Antes” no se hubiera quemado el monte como ahora. Los vecinos velaban por lo “común” como bien patri-monial de la aldea. Hoy, esa autoridad comunal les ha sido arrebatada por los poderes políticos. Desde la capital se gestionan los espacios naturales, ajenos a la sabiduría ancestral que encierran las antiguas ordenanzas que velaban porque la naturaleza formase una armonía entre hombres, animales y tierras.

El resultado es un total desencuentro entre lo deseable y lo permitido con las consecuencias que les muestran las fotos que ilustran este relato.

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En el número anterior se nos coló una errata inclemente en el título del artículo de esta serie. Donde debía poner “La tierra” apareció “El agua”, aunque el texto y las fotos aludían, sin ningún tipo de duda, a “La Tierra”.

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Los cuatro elementos (3)

El Fuegopor Juanjo Pascual

El elemento fuego, se considera masculino al igual que el aire, frente a la tierra y el agua que se consideran femeninos.

La llama representa en los jeroglíficos egipcios al fuego, asociado a la idea de calor corporal como signo de salud y vida.

En casi todos los pueblos primitivos el fuego es un semidiós, hijo del sol y su representante en la Tierra (por esto se les asocia con rayos y relámpagos por una parte y por otra con el oro). El antropólogo James George Frazer recogió abundante documentación sobre ritos en los que hogueras, ascuas, antorchas y cenizas eran usados por considerarse benéficos para la agricultura, la ganadería y el propio hombre.

Otras investigaciones antropológicas más recientes explican los festivales ígneos, como ejemplos de magia imitativa para asegurar la provisión de luz y calor en el sol o con fines purificatorios, por un lado, y de destrucción de las fuerzas del mal, por otro. En este simbolismo dual, el triunfo y vitalidad del sol (espíritu del

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principio luminoso) sobre las tinieblas, exige la purificación como sacrificio nece-sario para asegurar la victoria.

Se atribuye a antiguas religiones iranias la concepción del fuego como porta-dor de sacrificios, al consumir a las víctimas inmoladas y elevarlas así hasta las moradas celestiales. Tenía también el sentido inverso, como mensajero enviado por los dioses a los hombres.

Tomando algunos aspectos iconográficos de la Cábala, el cristianismo identi-fica el elemento fuego con el arcángel Miguel y el evangelista San Marcos (con su animal simbólico de fuego: el león).

El control del fuego por los primeros seres humanos fue un punto de inflexión en la evolución humana ya que les permitió incorporar la absorción de las proteí-nas y los hidratos de carbono mediante la cocción, la actividad humana en horas nocturnas, y la protección ante los depredadores.

Este control es relativo, ya que en ciertos momentos confluyen acciones exter-nas que unidas a la manipulación desafortunada o negligente, quedando el fuego fuera de control y se convierte en un monstruo ávido devorador de ecosistemas y ciudades.

Grandes incendios han dejado su huella en nuestra Historia. El gran incendio de Roma del cual se ha escrito muchísimo y se debate entre si lo provocó Nerón o fue casual. Aunque siempre nos contaron que fue él el iniciador. El incendió estalló el 19 de julio del 64 y duró, según Suetonio, seis días y siete noches, pero en segui-da comenzó de nuevo en la propiedad de Tigelino, lo que alimentó las sospechas contra el emperador, y continuó durante otros tres días.

El Gran Incendio de Chicago (1871). Chicago por aquella época era una ciudad edificada principalmente en madera, con edificios de hasta seis pisos de altura, incluso con calles pavimentadas de madera. Cuenta la historia que a punto de dar las 9 de la noche el ocho de octubre de 1871, una vaca de un establo situado en el 137 de Dekoven Street dejó caer una lámpara de queroseno dentro del mismo. La chispa que produjo, avivada por el viento, desató el incendio. Desde el principio, los bomberos lucharon contra el fuego en un combate desigual, ya que el viento que soplaba avivó las llamas durante dos días interminables. Las brasas que el

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viento propagaba fueron provocando más incendios en cadena. El 10 de octubre el fuego dejaba como balance 6,5 km² del centro de la ciudad destruidos, casi 300 muertos y más de 100.000 personas sin hogar.

El incendio de Santander, el 14 de febrero de 1941. Una chimenea mal apagada originó el incendio el cual fue avivado por un temporal de viento procedente del sur (alcanzó los 140 kilómetros por hora de velocidad). Este incendio arrasó du-rante dos días la zona medieval de la capital de Cantabria, incluyendo su catedral. Miles de familias quedaron sin hogar, dejando a la ciudad sumida en el caos y aislada del resto del país durante días.

Otros grandes incendios históricos fueron el incendio del dirigible Hinden-burg (1937), el gran incendio de Londres (1666), el incendio de la Gran Biblioteca de Alejandría ( 48 A.C ), El Incendio de La Catedral de la Santa Trinidad (2006) ubicada en San Petersburgo, el incendio en el Liceo de Barcelona (1994), el incen-dio de la Torre Windsor en Madrid (2005), el gran incendio en Australia (2009), el gran incendio Forestal en California (2007), el incendio en el Mandarín Oriental Hotel de Pekín (2009) y un sinfín más a lo largo de la historia de la humanidad. También recientemente hemos sufrido en Asturias (España) múltiples incendios que han dañado nuestro paisaje, fauna y propiedades.

El fuego bajo control puede brindarnos múltiples vías de exploración, bien sea como motivo principal de nuestra fotografía o como parte del conjunto de la escena que queramos reproducir.

Hay festividades que giran en torno al fuego tales como la noche de San Juan, donde la hoguera tiene gran arraigo en la misma. Por otro lado, en la mayor par-te de fiestas patronales de pueblos, y ciudades los castillos de fuegos artificiales

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suelen estar presentes en sus finales de fiestas. En las casas de pirotecnia también podemos obtener productos pirotécnicos, de menor envergadura que los usados en estas fiestas, de venta al público en general. Si se cumplen los requisitos para la compra podemos hacernos con un pequeño surtido con el cual experimentar tanto en el lanzamiento como en captar los resultados con nuestra cámara. Eso sí, seguridad, ante todo. Debemos de seguir bien las indicaciones y analizar la zona donde los lanzaremos para evitar riesgos innecesarios de incendio; lo que para nada interesa es convertirse en uno de esos negligentes que provocan incendios descontrolados. Hay un producto en especial que da mucha vistosidad. Son unas fuentes de fuegos artificiales, el alcance de los fuegos es de baja altura y reproduce a escala los vistosos fuegos de las fiestas; se prende una mecha y ya van saliendo todos en una secuencia predeterminada.

Por otro lado, tenemos una técnica que se usa mucho en ligthpaintig basada en el fuego, el quemado de lana de acero. La lana de acero la hay de diversos gro-sores, pudiendo combinar trozos variados. Si se tiene una playa cercana, este es el sitio ideal para experimentar, lo más cerca del agua posible y lejos de vegetación susceptible a poder ser quemada. Si se realiza en sitios cerrados, valorar cualquier tipo de material combustible que haya en el entorno y llegado el caso, desistir en la tentativa.

Por ultimo las chimeneas de leña o las que imitan las llamas también son buena fuente de práctica y no digamos las velas, que se pueden incluir en cualquier entor-no y darán mucho juego ambiental en las imágenes de boudoir.

También las brasas de una barbacoa son una fuente próxima y económica de trabajo, sobre todo si después de la misma se disfruta de una variedad de suculen-tos manjares elaboradas en la misma.

Bibliografía: WikipediaEnlaces de interés:Video de trabajo con lana de acero: https://www.youtube.com/watch?v=gn-

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Fomontaje de una captura de Internet sobre una foto de Olga, http://moldeandolaluz.com/photo/old-glamourt?context=latest

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El novio de la muertepor F.T.

Nadie en el Tercio sabíaquién era aquel legionariotan audaz y temerario…

Adela estaba acostumbrada a ver videos en Youtube, unas veces al azar y otras buscando algo concreto, una canción, una imagen, un rostro, un paisaje… Cuan-do llegaba a algún vídeo al azar, generalmente siguiendo enlaces de otros, solía sorprenderse de la versatilidad del medio y entregarse a su visión con una actitud bastante ingenua, sin buscar nada concreto y dejándose atrapar por lo que fuera surgiendo.

Fue lo que le ocurrió aquella tarde. No podría explicar cómo habría llegado has-ta aquel video de la Semana Santa de Málaga. Cuando se quiso dar cuenta estaba viendo aquel desfile sorprendente de una compañía de legionarios con diez gas-tadores portando el Cristo de la Buena Muerte sobre sus cabezas, desfilando a un ritmo solemne y pausado y cantando El novio de la muerte, un himno que le sonaba lejanamente, quizás por haberlo escuchado en situaciones similares, y que contaba la historia de un hombre enamorado que decide olvidar sus penas en el Tercio, en-frentándose bizarramente a la muerte y convirtiéndose así en símbolo del espíritu de entrega de la Legión. Cuando más embebida estaba en la marcialidad del desfile, el video enfocó el rostro de uno de aquellos gastadores y se sintió helada.

Allí estaba, marcial, erguido, orgulloso, concentrado en el desfile, con la mi-rada fija en el infinito y el mentón levantado a las estrellas mientras paladeaba aquel himno. Arremangado, aunque en el ambiente se palpaba el frío de una tar-de de primavera, y con la camisa desabrochada, ofreciendo el pecho a las balas del enemigo que se invocaba: “Y sin temer al empuje/ del enemigo exaltado,/ supo morir como un bravo….” Aunque Adela no pensaba en las balas ni en la po-sibilidad de que aquel legionario sucumbiera en el combate, sino en la lejana tarde, hacía ya quince años, en que se habían despedido delante de su casa para no verse más, y en la tarde siguiente y en la otra y en todas las demás en que, durante me-ses, esperó su vuelta o al menos una llamada de teléfono explicando algo, aunque

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fuera mentira, o dando una excusa inverosímil que ella estaba dispuesta a aceptar como verdadera.

Volvió a poner el vídeo. Volvió a ver desfilar a aquellos legionarios, la mirada al frente, alzando sobre sus cabezas la imagen de un Cristo crucificado que encajaba mal con la letra de la canción que iban como arrastrando, y volvió a ver el rostro aquel que le removía las entrañas. “Soy un hombre al que la suerte hirió con zar-pa de fiera...”, cantaba. Y sin embargo no era dolor lo que ella sentía al verlo allí tantos años después. A la estupefacción inicial siguió una rabia contenida y poco a poco fue dándose cuenta de que lo que realmente sentía al haberlo encontrado allí era rabia, lógicamente, y sobre todo una profunda ironía: se imaginaba lo que podía haber sido de ellos si no hubiera desaparecido aquella tarde sin dar expli-caciones. Durante aquellos quince años se había preguntado muchas veces qué habría sido de él, a dónde le habría llevado el destino y ahora se lo encontraba allí, desfilando con otros legionarios, tan perdidos como él seguramente y sobre todo tan alejados como él de su vida y de la vida del mundo.

Cuando más entretenida estaba entre las imágenes y sus recuerdos, llegó su hija, con sus quince años como quince castañuelas, besándola, contándole, entre saltarina y despreocupada, aquellas cosas del Instituto que le abrían de par en par el mundo de los sueños. Adela minimizó la imagen que ocupaba entonces su pan-talla y su hija le preguntó qué veía.

—Nada importante —dijo, y se mordió los labios, se clavó las uñas de la mano izquierda en un intento de contener la rabia y reprimió las ganas de confesarse con su hija, abrir la pantalla y mostrarle el rostro de aquel legionario altivo. “Mira, ese hijo de puta es tu padre”, le diría.

Sin embargo, se levantó, enjugó una lágrima furtiva en el dorso de la mano y comenzó a preparar el café de la merienda, consciente de que a su hija le hacía menos daño aquella historia familiarmente asumida de que su padre había muerto en un desgraciado accidente de tráfico pocos meses antes de que ella naciera.

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Malasañapor José M. Gonzalo

El día 2 de mayo de 1808, Madrid enloqueció. El descontento de la población, que venía incrementándose desde varios

días atrás, desencadenó una revuelta popular contra los invasores franceses, có-modamente instalados en el territorio nacional desde la llegada al poder de Pepe Botella, hermano de Napoleón Bonaparte. Ese día, un puñado de hombres, bajo el mando de dos osados capitanes, Luis Daoíz y Pedro Velarde, se alzaron en armas contra las tropas napoleónicas, a la sazón, el ejército más poderoso del mundo en esos tiempos, y le exigieron el fin de la opresión a la que los tenían sometidos y el retorno de sus legítimos gobernantes. Es fácil imaginar el asombro de los franceses ante tal propuesta, pero más fácil aún es adivinar el desenlace. Toda la población, civiles y militares, se unieron en un gesto suicida e irrepetible para luchar con todo aquello que tenían a su alcance, armas de fuego, cuchillos e inclu-so con sus propias manos, contra un enemigo a todas luces superior, pero al que estaban convencidos de poder derrotar gracias a la fuerza que les proporcionaba la cólera generada por tanta humillación recibida. Desde el Parque de Artillería de Monteleón, los valientes soldados resistieron heroicamente el acoso de las tropas francesas. Uno a uno fueron cayendo hasta que, al fin, el ejército invasor tomó el acuartelamiento.

Daoíz y Velarde consiguieron un lugar de honor en la historia, pero aún fal-taba un personaje que daría pie a lo que Gómez Rulfo consideró “La leyenda más bonita de la capital”: Manuela Malasaña.

Tras aplastar la insurrección, los franceses sometieron a la población a una feroz represión, como magistralmente reflejó Goya en su lienzo “Los fusilamien-tos de la Moncloa”. Manuela, una niña de quince años que vivía en la Calle San Andrés, al lado del Cuartel de Monteleón, salía de su taller de costura cuando fue sorprendida por las tropas francesas. La asesinaron por el delito de portar un “arma”, unas simples tijeras que utilizaba en su trabajo y que llevaba encima en el momento de la detención. Otras versiones afirman que la mataron por resistirse

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a ser forzada por los soldados… Fuese cual fuese el motivo, lo cierto es que con su muerte había nacido un mito: Manuela Malasaña se convirtió en el símbolo de la represión, y, muchos años más tarde, en la persona que dio nombre al barrio donde transcurrieron estos hechos. En 1961, una de sus calles tomó el nombre de la joven costurera y, desde 1980, el Barrio de Maravillas, como se le conocía hasta entonces y donde Galdós situaba alguno de los pasajes de sus obras, fue llamado Barrio de Malasaña, nombre con el que ha perdurado hasta nuestros días.

Sin embargo, y a pesar de la importancia de todo lo relatado hasta ahora, la defensa del acuartelamiento, la muerte de la pequeña Manuela… lo que realmente puso el nombre de Malasaña en el mapa fue algo que ocurrió mucho tiempo des-pués, un movimiento contracultural que surgió durante los primeros años de la transición postfranquista y que revolucionó el panorama sociológico y muy espe-cialmente, el musical, de buena parte de la juventud de la época. A esta revolución pacífica que nació en 1980 y que perduró hasta bien entrada la década se la dio en llamar “La Movida Madrileña”.

En esos tiempos, la “marcha” en Madrid distinguía entre dos sectores bien diferenciados: los barrios proletarios situados en la periferia, como Vallecas o Ca-rabanchel, donde reinaba el “Rock Urbano” representado por Asfalto, Leño, Ñu, Barricada… y los de familias más acomodadas, en los que abundaban las salas de fiestas, discotecas y pubs de música tranquila, donde las parejas y grupos de ami-gos pasaban la tarde frente a un zumo de frutas o un whisky con hielo. No había mucho más donde elegir. Por ello, la idea de crear un lugar como la Vía Láctea en pleno centro de Malasaña, un bar decorado con murales realizados por dibujantes de prestigio como la pareja de pintores Costus, y en el que podías escuchar discos difíciles de encontrar en España, fue todo un acierto. Marcos López, fundador del local, explicaba: “Cuando empezamos, no había locales así en Madrid. Nosotros habíamos viajado por Londres y Ámsterdam y decidimos montar un sitio donde se

Las calles se habían llenado de tiendas de todo tipo, en las que se podía encontrar desde ropa de vanguardia hasta camisetas y objetos artesanales, pasando por loca-les donde, sin moverte del sitio, podían degustarse comi-das biológicas, japonesas o argentinas y luego comprar un par de kilos de fruta de temporada para llevarlos a tu casa junto a una botella de vino ecológico sin sulfitos.

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pudiera reunir la gente con otras ideas. Madrid era un desierto. Había seis garitos, dos revistas y cuatro programas de radio. La Vía les vino de perlas como punto de encuentro”. Su ubicación estratégica, entre los barrios de Chueca y Arguelles, hizo que pronto adquiriera cierta relevancia y comenzaran a aparecer locales similares que comenzaron a atraer a la vanguardia existente.

Los primeros grupos musicales que surgieron en esta época tenían un de-nominador común: sus maquetas. Entonces no existían los sellos independientes y era muy difícil grabar un disco, por lo que programas como “Disco Grande”, de Radio Popular y “Onda 2” de Radio España, entre otros, hicieron llegar dichos sonidos al gran público, lo que contribuyó enormemente a su difusión.

Una de las mayores aportaciones de la Movida Madrileña fue la aparición de los bares de música en directo, prácticamente inexistentes hasta entonces o limitados a estilos de música más minoritarios como el Jazz. En ellos, los nuevos grupos fueron dándose a conocer, unos con más éxito que otros, llegando a crear iconos como “El Pentagrama”, el bar de copas por excelencia de la Movida, cuyo nombre aparece en la canción emblema de la época: “La chica de ayer” de Nacha Pop. Su líder, Antonio Vega, fue elevado a los altares tras su muerte y tiene incluso una plazuela con su nombre en las inmediaciones del local.

Además de los bares de Malasaña, otros locales fueron surgiendo en otros puntos de la ciudad como lugares de reunión de los artistas y seguidores de la Movida Madrileña. El más conocido fue la mítica sala Rock-Ola o la Sala Carolina, en la que dio sus primeros conciertos Radio Futura.

El momento cumbre de la Movida fue el 23 de Mayo de 1981, cuando los alumnos de la Escuela de Arquitectura de Madrid organizaron el “Concierto de Primavera”, un multitudinario festival de ocho horas de duración, en el que se die-ron cita más de 15000 personas para escuchar a Los Secretos, Nacha Pop, Alaska y los Pegamoides y varios grupos más que representaban lo más granado de la música de esa época.

Las calles se habían llenado de tiendas de todo tipo, en las que se podía encontrar desde ropa de vanguardia hasta camisetas y objetos artesanales, pasando por loca-les donde, sin moverte del sitio, podían degustarse comi-das biológicas, japonesas o argentinas y luego comprar un par de kilos de fruta de temporada para llevarlos a tu casa junto a una botella de vino ecológico sin sulfitos.

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El movimiento tomó pronto una envergadura que se extendió a varias ciuda-des españolas y marcó un punto de inflexión a nivel sociológico y cultural. En el terreno musical nacieron sellos independientes de grabación como DRO, Nuevos Medios, etc… y artistas que con el paso de los años se han convertido en grupos de culto: Gabinete Caligari, Burning, Ejecutivos Agresivos, Zombies, o Parálisis Permanente, entre otros. Fuera de Madrid, los más conocidos fueron Loquillo y los Trogloditas, La Orquesta Mondragón, Golpes Bajos o Siniestro Total. Su influencia también se extendió a otros campos como el cine, con la irrupción de Pedro Almodóvar como máximo exponente, la pintura, representada por artistas de la talla de Ceesepe y El Hortelano, la televisión, con programas como “La Edad de Oro” y “La Bola de Cristal”, la moda, en la que destacaba Agatha Ruiz de la Prada, la fotografía de Alberto García-Alix y Ouka Leele, y muy especialmente la prensa, realizada con medios artesanales conocidos como fanzines, que impulsaron el verdadero espíritu de La Movida, contribuyendo a la creación de una identidad común. Los más relevantes fueron La Luna, Madrid Me Mata y posteriormente Madriz.

Por segunda vez en su historia, Malasaña se había convertido en el epicentro de una revolución. En este caso, el objetivo a derribar no era la opresión francesa sino los convencionalismos y el puritanismo heredados del régimen anterior. Du-rante una década dorada se llegó a alcanzar dicho objetivo, a la vista de los logros obtenidos. Pero, en los años 90, aquella rebeldía social que algunos habían estirado hasta el límite llegó a su fin. Como ya ocurrió en 1808, el precio que el barrio iba a pagar por su “osadía” sería muy alto: Malasaña iba a vivir el peor momento de su historia desde la contienda. La droga se apoderó de las calles y, durante varios años, Malasaña se convirtió en sinónimo de camellos y drogadictos. Las fiestas se alejaron del barrio y la vida bohemia y desenfadada, que había caracterizado los años de la Movida, desapareció junto con los bares que la habían puesto de moda. Poco a poco, los locales fueron sustituidos por pubs y discotecas con unos precios abusivos. Los jóvenes volvieron a las calles y ocuparon de nuevo la simbólica plaza, pero esta vez con una diferencia... ahora traían las botellas de alcohol y coca-colas en bolsas de plástico, lo que salía más barato que los precios de las copas. Hiciera frío o calor, lloviera o luciera el sol, la afluencia de los jóvenes bebiendo en la plaza cada día era mayor: había nacido “el botellón”.

Como era previsible, los vecinos pronto se hartaron de esta situación. Malos olores en todas las esquinas. Tráfico de drogas por doquier. Noches lle-

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nas de ruidos interminables que impedían dormir… lo que provocó que to-dos los fines de semana, las “lecheras” de la policía y, en ocasiones, las tan-quetas de antidisturbios ocuparan la plaza, haciendo frente a una situación cada vez más insostenible, en las que los radicales llegaron a hacer barrica-das con coches atravesados y contenedores en llamas para impedirles el paso. El certificado de defunción se firmó el 19 de noviembre de 1999. A última hora de la tarde, Enrique Urquijo, cantante de Los Secretos, fue hallado muerto por sobredosis en un portal de la Calle Espíritu Santo, en el centro del barrio en el que un día encontró la fama. Oficialmente, la Movida Madrileña ya era historia.

El azar quiso que quince años más tarde volviera de nuevo a Malasaña. Por fortuna, el escenario que me encontré dista mucho del campo de batalla que yo recordaba. Unos de los detalles que más me sorprendió fue ver jugar de nuevo a los niños en la Plaza del 2 de Mayo, escenario de tantas revueltas. Evidentemente, el barrio había cambiado. En esencia, mantenía el mismo encanto arquitectónico de siempre, perdurando el adoquín en sus calles, el ladrillo rojo en sus fachadas, las flores en sus balcones, los mercadillos en sus plazas… pero pronto noté una sutil diferencia: los radicales y drogadictos habían sido sustituidos por unos tipos de barbas largas y ropa informal, que paseaban perros o montaban en bicicleta. Las calles se habían llenado de tiendas de todo tipo, en las que se podía encontrar desde ropa de vanguardia hasta camisetas y objetos artesanales, pasando por loca-les donde, sin moverte del sitio, podían degustarse comidas biológicas, japonesas o argentinas y luego comprar un par de kilos de fruta de temporada para llevarlos a tu casa junto a una botella de vino ecológico sin sulfitos.

Comprobé con alegría que, una vez más, el barrio había logrado renacer de sus cenizas y se había convertido, por méritos propios, en el más vanguardista de Madrid sin perder su esencia castiza, en el que conviven perfectamente lo antiguo y lo moderno, los carteles originales de las viejas farmacias con los graffitis y las últimas tendencias de arte urbano, el que puedes encontrar a un vecino comprando el pan en zapatillas en un pequeño colmado mientras, en el estudio de al lado, unos tipos de apariencia temible te ofrecen las últimas novedades en tatuajes.

Sin embargo, nuevos peligros acechan por el horizonte: el fin de las rentas antiguas está llevando a la desaparición de pequeños comercios al no poder asumir el pago de los alquileres, siendo sustituidos en la mayoría de los casos por lujosas cafeterías o por franquicias de regalos y complementos, mucho más rentables que la tienda de chuches o la vieja ferretería. Poco a poco, la fisonomía del barrio se está alterando y la identidad que lo caracteriza se va perdiendo, pero, a pesar de todos los avatares y de las trampas que le tenga reservado el destino, tal como reza en una ingeniosa inscripción situada en una de sus calles, “Siempre nos quedará Malasaña”.

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Buscando el mejor sentido

por Ricardo González, “Completu”En la edición pasada pudimos ver cómo representar una empresa a través de

una sola fotografía compuesta. Cuando intentamos comunicarnos por escrito, como la que nos ocupa, en unas regiones lo pueden interpretar de una manera y según que zona o país, de otra muy diferente a las anteriores, porque simplemente no se suele hacer o porque nunca se dieron cuenta de estos detalles y se desvía el contenido hacia otro sentido diferente.

Aún creyendo que pueda ser un castellano perfecto, puede variar en la traduc-ción a otro idioma o simplemente no haber colocado en su sitio una simple coma que puede variar el sentido de la expresión.

Si a todo esto añadimos que quien lo está leyendo es una persona trabajadora por cuenta ajena, no va a entender el porqué hay que mostrar una foto de la em-presa.

Si bien elegí unas muestras como ejemplo de algo que no se puede tocar, como es Luz y Tinta, un proyecto online del que solo unos pocos sabemos en qué consis-te, creo que era de lo mas difícil de interpretar como digo en una sola foto.

La empresas colocan grandes fotos en sus salas de espera, o como he visto en algunas ocasiones el diploma de la licenciatura para muestra fotográfica de lo que mejor hacen o tienen, para que quienes lo tienen al alcance de su vista puedan recordarlo y así estar al alcance de más posibles clientes.

Las composiciones que se comentaban en en el número anterior de Luz y Tinta son una herramienta para darse a conocer y que se está extendiendo entre las empresas más fuertes.

Como ya he dicho en otras ocasiones, no suelo empezar a escribir mi colabora-ción para el número siguiente hasta que no he leído algo de lo que comentan en la anterior edición, para intentar evitar posibles errores y a la vez si se puede seguir con una continuación de ideas.

Ya hemos visto que con unos montajes fotográficos, podíamos hacer un cartel para cualquier empresa, ahora creo que también podríamos hacer de cualquier

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encuadre otra variante fotográfica y con ello llamar la atención de quienes vean nuestra foto.

Algunas formas rocosas en plena naturaleza nos dan a entender claramente formas de figuras conocidas, como elefantes, tortugas, rostros de personas u otros relieves que según la línea de vista nos lo marcan o no. En otras, seremos nosotros quienes mostremos al resto, de lo que somos capaces de ver, por una ventana tan pequeña como es el visor de nuestra cámara.

Mirando fotos de algunos años atrás, me voy dando cuenta de los errores co-metidos y por qué ahora me dicen, “ahora entiendo por qué tardas tanto en hacer una simple foto”.

Una misma foto, pero desde más abajo, a la izquierda o arriba, tiene distinto sentido y hay que buscar el que mejor nos convenga.

Antes hacia doscientas fotos al mismo enclave y ahora cuando las veo, me digo que si me hubiera apartado un metro mas atrás, esta misma foto tendría, la figura, la ventana, la entrada de luz y una sombra acorde con la exposición y seguro que me hubiera variado los contrastes y colores de la escena. Pero eran tiempos de clap, clap y clap.

Para hacer la foto del amarradero de barcos o noray que ilustra este artículo, lo que hacía era encuadrar el hierro con la escena del fondo, sin pensar en más.

Ahora hay que ir más allá y transformarla en algo más, para que llame la atención y dé la sensación de que no somos simples fotógrafos si no que somos auténticos moldeadores de luz.

El modelo de noray, es el mismo, pero visto desde la zona derecha y la otra desde la izquierda, y así cambiando las escenas pero, dejando la imaginación volar y construir otro sentido de fotomontaje.

En mi caso, al pasar las fotos por el filtro de Camera Raw, ya se consiguen esas sombras del óxido que hace la foto mas llamativa.

Para esta idea, nos vale cualquier tipo de animal que tenga el morro redondea-do, aunque elegí una serpiente, porque ya casi hasta se parecía.

De lo que siempre se trata es de abrir la imaginación fotográfica, y ver más allá en la composición, porque después la construcción es muy sencilla: clonando una imagen frente a la otra, nos puede dar la sensación de que se estén retando y colocando la imagen de una serpiente, nos mostrará que el reptil esté amedrentan-do a su otro yo inanimado. Al colocar una gaviota al alcance supuesto de nuestra serpiente, nos da una imagen de posible ataque.

Ahora vamos a lo más simple:Abrimos nuestro PhotoShop con la imagen primaria. Arrastramos (en mi caso

la serpiente) y con Edición / transformación libre acomodamos relieves lo más posible.

Edición / Transformar/ deformar – Ajustamos los contornos externos que nos interesen.

Ahora según en qué caso, nos puede valer con:Capas / sobreexponer color o ir bajando la opacidad para mezclar los distintos

relieves.Solo nos queda ir borrando con goma de borrar y manejando según opciones,

la opacidad con el 100%, para lo que queramos que no se vea y el resto según no vaya pidiendo la escena.

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El oro del cabo de Gata

por Juan Depunto“

La palabra es plata y el silencio es oro.” Refrán popular

“El oro y las riquezas son las causas principales de las guerras.” Tácito

Mi nombre es Rodalquilar, Valle del Rodalquilar. Al principio de los tiem-pos, tras la erupción volcánica que me dio origen, era solo eso, un valle por el que transcurría un río de igual nombre. Este nombre me lo pusieron los humanos bastantes millones de años después de mi nacimiento.

Durante los siglos XVI al XVIII de la era cristiana, en estos, hoy nuevamente desérticos parajes, sus escasos moradores andaban en defenderse de los piratas berberiscos que frecuentaban la zona para apoderarse de sus tesoros y de sus gen-tes. Uno de sus tesoros era el alumbre y sus gentes eran raptadas para venderlas como esclavos en Berbería. Pero no solo tenía alumbre, había también yacimientos de caolín, bentonita, zinc, amatista o agata (de donde derivó el nombre de Cabo de Gata).

Por ello, el Imperio atacado construyó la fortaleza llamada “Torre de los Alumbres”, junto a la población de igual nombre, en aquellos años el poblado principal de la zona, cerca de los yacimientos del preciado mineral, en mi Valle del Rodalquilar.

La fortaleza de los Alumbres fue construida en 1510 en estilo renacentista; dispone de una torre de 14 metros de altura y en su interior hay varias estancias abovedadas y comunicadas por una escalera de caracol. El exterior está protegido por una muralla con cubos en las esquinas y en su tiempo activo disponía de foso con agua y puente levadizo.

El alumbre (o los alumbres, porque lo hay de varias combinaciones) es general-mente un sulfato doble de aluminio y potasio, siendo muy utilizado antiguamente en tintorería, estampado de telas, curtidos y tratamiento del papel. Fue muy apre-ciado en la edad media, obteniéndose en Bizancio, desde donde se distribuía. Con la caída de Constantinopla, entrando en la Edad Moderna, se perdió esta vía de suministro, por lo que supuso una industria emergente el disponer de minas de

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este mineral, cosa que se inicia en esta parte del Cabo de Gata justo tras la Re-conquista, alcanzando su máximo esplendor al comienzo del Renacimiento. Pero el alumbre tiene aún hoy en día otras múltiples aplicaciones, desde obtener lacas, a preservar pieles de los insectos, endurecer el sebo de las velas, preservación de cadáveres, clarificación de líquidos (licores, etc.) y remolacha, desodorante, trata-miento de cortes al afeitar, afther shave, etc.; en medicina tuvo mucho uso como astringente, cura de excrecencias, úlceras, encías, sabañones, coagulante e incluso hoy se usa como adyuvante en vacunas.

Las minas de alumbre, llamadas “tollos”, son una depresión u hondonada a cielo abierto, a modo de trinchera. El Almería hay muchas denominaciones llama-das “toyo”, sobre todo cerca de Cabo de Gata, cuyo nombre seguramente deriva de los tollos mineros que por ahí se encuentran. Incluso se hizo una urbanización para los Juegos Olímpicos del Mediterráneo de 2005 que cuenta con un hospital público de alta resolución llamado El Toyo”.

La fortaleza de Los Alumbres se encontraba situada en el golfo que hoy forma el Playazo, junto a la población y bastante mar adentro, por lo que no disponía

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de la suficiente perspectiva en la vigilancia costera y una vez desembarcados los piratas con facilidad se podían diseminar por tierra, como ocurrió al poco de cons-truirla, en 1520, en que se llevaron a la totalidad de la población de Alumbres, hombres, mujeres y niños, destruyéndola además; tras esto la actividad minera quedó paralizada durante 50 años. Finalmente tras unos años en que se reanudó la minería, ésta cesó de nuevo, aunque la Torre se siguió utilizando como acuartela-miento de tropas durante los siglos XVII y XVIII.

Ante lo poco estratégico de su emplazamiento, con los subsiguientes malos resultados en la evitación de la piratería, Carlos III mandó construir el “Castillo de San Ramón”, en plena costa, en un promontorio saliente y elevado, con el que ya se consiguió controlar mucho mejor la costa, en combinación con las otras 8 fortalezas que también construyó entre Málaga y Almería.

El Castillo de San Ramón era una impresionante fortaleza-batería de costa de 4 cañones, coordinados con las otras baterías de costa de de su alrededor. En la Guerra de la Independencia quedó muy maltrecho, luego se utilizó con policía de vigilancia de la costa y a finales del siglo XIX fue vendido a un particular cuya

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descendencia anda en la actualidad restaurándolo, por lo que luce en bastante buen estado.

Tras la explotación del alumbre, la actividad minera se centró en la explo-tación de plomo y plata, la galena argentífera. La plata había que separarla del plomo, lo que se hacía en fundiciones murcianas, a donde se llevaba por barco. Fue en estas fundiciones donde se encontró la contaminación con oro que dio lugar a buscarlo en la mina y a utilizarlo inicialmente como fundente para obtener el plo-mo, lo que se hacía en distintas fundiciones de Europa, especialmente en Amberes. Pero a finales del siglo XIX una grave crisis industrial acabó con esta actividad.

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Cuando se acabó la extracción de plomo y plata se descubrió en 1883 el más preciado de todos los metales, el ORO. Se encontró unos kilómetros valle arriba, junto a las montañas que dan a luz al Valle del Rodalquilar, en la mina llamada “Las niñas”. Pronto cundió la fiebre del oro y volvió a repoblarse la zona con gen-tes ávidas de mejorar y a principios del siglo XX ya se constituyó un asentamiento minero que tomó el nombre del valle en el que estaba, Rodalquilar.

Con motivo de la guerra civil española se produjo su mayor desarrollo. Ade-más de la necesidad económica que subyace tras toda guerra, estaba el vacío de las arcas del Estado tras que la República mandara el oro del Banco de España a Moscú para pagar la deuda por la ayuda militar recibida de la URSS. Por ello, el nuevo régimen nacido del levantamiento militar hizo la tremenda inversión de 100 millones de pesetas de la época para disponer de la más moderna maquinaria extractora y de los mejores técnicos ingleses, llegando a obtenerse la mayor pro-ducción en la década de los 50 del siglo pasado.

Se construyeron toda una serie de infraestructuras, desde viviendas de los di-rectivos, ingenieros y obreros, a escuela, servicios sanitarios, residencia de em-presa, Iglesia, servicios técnicos colaterales a la minería y las estructuras de ésta propiamente dichas. Llegaron a trabajar hasta 700 obreros, de los que algo menos de la mitad eran los mineros que permanecieron cuando se acabaron de cons-truir las infraestructuras. Las demás actividades de la zona, agricultura y pesca, se adaptaron a las nuevas circunstancias y el pueblo de Rodalquilar llegó a tener 1400 habitantes, muy lejos de los 75 actuales.

La obtención del preciado metal se conseguía por cianuración en tanques agi-tadores y lavados contracorriente, previa molienda de los bloques del mineral, lo que supuso unas llamativas instalaciones a cielo abierto.

Una nueva decadencia empezó con la bajada del precio del oro, que dejó de ha-cer rentable su difícil extracción. Téngase en cuenta que por tonelada de mineral sólo se obtenían 5 mg de oro, cuando el precio de obtenerlo subió al equivalente del valor de 7 mg de oro. Finalmente en 1966 se abandonaron las instalaciones, volviendo a reanudarse en 1989 para cerrar definitivamente en 1990. Esto hizo despoblarse a la zona, entrando en ruina casi todas las instalaciones, menos las que hoy en día se dedican a museo.

En 1987 se declaró la zona Parque Natural. El Valle se ha adaptado a una utili-zación turística, dado el maravilloso paisaje y playas con las que cuenta.

Como cualquier lugar de interés que se precie, el Cabo de Gata tiene incluso su tesoro, escondido en una cueva submarina por un sultán de la época que no llegó a precisarle a sus familiares las coordenadas exactas, así que ya lo saben quienes practiquen submarinismo…

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La zona también se ha explotado como escenario de películas famosas tales como Laurence de Arabia, Exodus, Indiana Jones y diversas series de espagueti-wes-tern.

Es de justicia mencionar que hoy disponemos de buena parte de este magnífico paraje natural protegido de Cabo de Gata gracias a algunos de sus pro-pietarios originales, privados, durante el siglo XX, la pareja González-Díaz. Estos vivían en una casa de estilo caserío vasco a la entrada de la calle Gerona de Al-mería, esquina a plaza Circular; la viuda, desaparecida recientemente, Dª. Paquita, se negó a vender los terrenos respetando con ello la voluntad de su marido que jamás permitió ni siquiera una reforma en sus propiedades, cuya parte principal se encontraban en la Isleta del Moro y San José, siendo ambicionados por los cons-tructores con el auge del turismo. En la “Almeriapedia” tenemos su reseña2:

“Francisca Díaz Torres (nacida en Castellón en 2011 y fallecida en Almería en 2014) conocida principalmente como doña Pakyta o Paquita, era una empresaria turística, propietaria de la finca ‘El Romeral’, situada en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar (Almería). Primero junto a su marido, José González Montoya, y en solitario tras el fallecimiento de éste en 1976, Francisca Díaz dirigió y aseguró la conservación del que hoy es el paraje más emblemático y visitado del Parque Natural, en torno a la Bahía de San José. Su empeño en la gestión sostenible de esta finca, de 3.300 hectáreas y 17 kilómetros de costa, frente a las presiones ur-banísticas ha sido fundamental para el mantenimiento de los valores ecológicos del Cabo de Gata.

Fue reconocida Hija Predilecta de Andalucía en 2010, quedando así registrada en el Libro de Oro de Andalucia. Hija de padre nacido en Almería y madre nacida en Níjar, su premio fue debido a la conservación ecológica y sostenible de más de 3.000 hectáreas del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar”.

Referencias (consultadas en 2015 y 2016):

1. https://es.wikipedia.org/wiki/Cabo_de_Gata2. http://almeriapedia.wikanda.es/wiki/Francisca_D%C3%ADaz_Torres 3. https://es.wikipedia.org/wiki/Alumbre4. https://es.wikipedia.org/wiki/Minas_de_Rodalquilar5. http://elmineraldigital.blogspot.com.es/2011/08/minas-de-oro-de-rodal-

quilar6. Hernández Ortiz, F. El oro y las minas de Rodalquilar. Años 1509-1990. Ed.

Junta de Andalucía, Consejería de Medio Ambiente. Madrid, Grafistaff SL, 2002.

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Expedición a Groen-landia (y III)

por Daniel Kordan

Concluimos en este número, con esta tercera entrega, la publicación de este apasionante reportaje fotográfico que, partiendo de San Petersburgo hasta Groen-landia, vvió durante varios meses a bordo de un yate en el medio del Atlántico, donde se celebraron talleres de fotografía y otras experiencias fotográficas que capturaban el espectacular entorno natural del hielo ártico. En los números 52 y 53 de Luz y Tinta se habían publicado las dos entregas anteriores.

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Mi Principito,... no sé. Cuando era pequeña, mi madre me encerró en el ático cuando me comporté mal, que era a menudo. Y... me imaginaba una princesa prisionera en la torre de la reina malvada. Y luego de la nada apareció brillante caballero en un caballo blanco. Él se lanzó al ataque, sacó su espada, y me saludó con la mano. Se subió a la torre y me rescató. Nadima

Modelo diseñador: Amalia. Fotógrafo: Nadezhda ShibinaVestuario: Photo Studio

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Mi principitopor Claudio Serrano

Los cuentos de la infancia, recitados cabe el brasero o al borde del sueño, ca-balleros de la imaginación y de la fantasía, son siempre refugio de las más bellas imágenes, como en aquel poema de Rubén darió en que la princesa Margarita buscaba el azul del cielo: “Esto era un rey que tenía/ un palacio de diamantes,/ una tienda hecha de día/ y un rebaño de elefantes,/ un kiosko de malaquita,/ un gran manto de tisú,/ y una gentil princesita,/ tan bonita,/ Margarita,/ tan boni-ta, como tú.” En esos cuentos cabe todo lo que uno imaginar pueda, con todo el exotismo que se le quiera añadir y con ese ropaje de la imaginación que da cabida a príncipes y princesas, corceles veloces y besos capaces de despertar de un sueño de cien años, espejos y cornucopias que reflejan el mundo de los sueños y visten de colores el gris acontecer de los días de diario, o botas que caminan siete leguas en una sola zancada o son capaces de subvertir un gato en el más rendido sirviente de un marqués.

Aunque quizás lo más fascinante de esos cuentos es que el lector o quien los es-cucha recitados o leidos con amor es capaz de adaptarlos a sus propias necesidades. Cuando el cuento nos habla de países exóticos no es difícil trasladar su geografía a lo conocido. Y cuando nos presenta a princesas hermosas, de rosadas mejillas, y príncipes seductores, no resulta imposible imaginar su rostro en la niebla de nuestros propios deseos, amores contenidos en un deseo de trascender. “Margari-ta, te voy a contar un cuento”, le decía rubén Darío a su bella princesa contándole aquella búsqueda en pos del azul, de modo que cada uno pueda iniciar su propio rastreo de colores y de formas, todas ellas con cabida en la imaginación. Y eso es lo mismo que hace Nadima en estas fotos que hoy se publican bajo el título de “Mi principito”.

Recordando a una niña castigada en un ático por su mal comportamiento, ima-gina un príncipe de leyenda que viene a rescatarla, jinete de su caballo blanco. Con aquel recuerdo infantil, construye hoy Nadima estas fotografías en las que caben

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todas las sugerencias de los cuentos infantiles que se asoman a los ojos abiertos al ensueño de la modelo.

Para reconstruir ese mundo de cuentos de hadas Nadima se apoya, a más de en los ojos y la expresión de la modelo, en un decorado que recrea un ambiente que participa de la magia y la alegoría que se sintetiza en ese título, El Principito, que no es el de Saint Exupery, sino el de la Bella Durmiente y el de Blancanieves, y especialmente aquel imaginado de caballo blanco y armadura brillante que una tarde de la su lejana infancia la propia Nadima vio venir en su rescate. Porque si algo distingue a los cuentos infantiles –y estas fotos son un excelente ejemplo– es su capacidad para adaptarse a las necesidades espirituales e imaginativas de sus destinatarios, esos niños que dejan volar la imaginación y cabalgan mundos de fantasía en los que el lujo y el barroco decorativo e indumentario son algo más que contrapunto y se convierten en protagonistas de la tercera dimensión de la realidad, aquella en la que la realidad se hace sueño y los sueños se convierten en cuentos.

Hermosas fotografías las que podemos contemplar este mes, que nos trasladan a un mundo de fantasía en el que resuena la voz del arúspice Rubén Darío: “Mar-garita, te voy a contar un cuento...”

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El Sofboxresponde Camarito

En tanto se vayan animando los moldeadores a colaborar con sus conocimien-tos técnicos abrimos un nuevo espacio en nuestra revista. Camarito se encargará de buscar respuesta en una u otra fuente a todo tipo de preguntas.

Así pues, inauguramos la sección todo que querías saber sobre fotografía y no te atrevias a preguntar…

PREGUnTa:

Estoy pensando en montar mi estudio de fotografía, he pensado en comprar mi primer SOFTBOX, dudo entre el Wescott Apollo de 28” y el Apollo de 50”. No estoy seguro con cual de los dos empezar. Principalmente me dedico a retratar estudiantes y parejas ¿Qué me puedes decir Camarito?

RESPUESTA

Son lo suficientemente diferentes para que pienses en la necesidad de cuál com-prar. Cuanto más suave sea la fuente de la luz, más fuerte será la luz. Cuanto más grande sea la fuente de la luz, más suave será la luz. Por regla general. Por regla general cuando se usa un softbox hay que tener en cuenta que la máxima distancia al sujeto no debería ser mayor de dos veces la media de la diagonal del softbox.

Mide la longitud de la diagonal de la parte delantera de softbox. El Westcott de 28” mide 90 cm de diagonal. Según esta regla , lo más lejos que puedes poner

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el softbox del sujeto es de 180 cm. El de 50” su diagonal mide 150cm, por lo que tienes 3 metros para trabajar desde el sujeto al softbox.

¿Por qué importa esto? Depende de cómo dispares. ¿haces muchos disparos de cuerpo entero? ¿Te gusta añadir un poco de espacio a la foto? Si es así, entonces primero escoge el softbox de 50” porque así puedes alejar del sujeto hasta ese máximo de 3 metros y aún así, obtendrás una buena calidad de luz. ¿Quieres dis-parar más cerca? ¿haces más primeros planos o de medio cuerpo? El de 28” puede funcionar en ese escenario ya que vas a encuadrar mas próximo a los sujetos y a la luz y la luz puede estar más cerca.

También piensa en la fuente de luz que tienes. Cuanto más lejos coloques la luz del sujeto, más potencia de luz necesitarás. ¿Vas a usar un flash externo en el softbox de 50” a 3 metros de distancia? Tendrás que poner al máximo la potencia

del flash y aún así solo conseguirás un f4 o f5.6, en el mejor de los casos. La ley del cuadro inverso es un incordio. Si pongo mi 50” a una distancia de 3 metros del sujeto, entonces lo uso normalmente con un flash de tipo Alien Bee o algo más potente que un flash de mano. Ahora bien, estamos hablando sobre una regla básica general. Si, puedes colocar un difusor de 28” a 3 metros del sujeto. Puedes, pero empezarás a perder la calidad de la luz porque tendrás ese softbox en primer termino. A medida que muevas el softbox, resultará una fuente de luz más pequeña , en relación a él. Piensa en alejar un softbox de 50” a 30 metros del sujeto. Habría un destello de luz en él. Muévelo a 25 cm del sujeto y será macizo. Una enorme, suave y envolvente fuente de luz.

Otra cosa sobre la que pensar es la propagación de la luz desde el softbox. Los paraguas y cosas parecidas bañan un área con luz. Puedes dispara a una persona o diez con un paraguas. Un softbox es más direccional que un paraguas. Cuanto más pequeño es el softbox, más pequeña es la propagación. Generalmente uso el

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28” cuando disparo a una o dos personas. Las dos personas tienen que estar juntas. Cuando disparo de una a cuatro o cinco personas lo hago con el softbox de 50”.

Dices que principalmente estás fotografiando estudiantes y parejas. La de 28” puede ser un importante punto de partida. La de 50” también puede funcionar bien. Te permitirá agregar algo más de espacio entre las parejas que estás colocan-do. Puedes incrementar la luz desde el softbox alejándolo de ellos, pero recuerda la regla general: Si solo quieres usar la de 28”, considera 2 metros hacia atrás. Una vez que necesites ir más allá de 2 metros, entonces sacrificarás la calidad de la luz o bien necesitarás saltar al de 50”.

Puedes tirar una moneda al aire y elegir una al azar. Pero yo te sugiero prime-ro la de 28”. Quédate con esa y úsala durante seis meses. Consigue conocer la luz realmente bien. Sabrás que efecto produce y cuál no. Después de seis meses de uso, empezarás a saber si la de 50” es el siguiente paso que necesitas. Esto lo detectarás si constantemente encuentras que necesitas una difusión más grande de luz para parejas, o si siempre disparas en un radio de acción más pequeño.

Otra cosa s trnrt rn curnta es conseguir el encuadre del 28” o el paraguas de 60”. La de 28” está ahí para disparos ajustados y composiciones de una sola per-sona. El paraguas hay que retíralo cuando se dispara a más de dos personas y se necesita una difusión más amplia para la situación que te ocupa. Un buen paraguas se puede conseguir por 30 euros más o menos. Es bueno llevarlo siempre en el coche o en la mochila. Es como una navaja suiza.

PREGUNTA.

Probablemente sea una pregunta tonta, pero aquí va, Camarito. Mi pregunta está en relación a “la calidad del luz”. Si, digamos, disparo un un primer plano a F4 con un flash en un softbox de 28” y después disparo con el mismo equipo, solo que usando un Einstein a F4 ¿es la misma calidad de luz? Lo siento por la pregunta tonta.

RESPUESTA

La luz principal que ilumina al sujeto será luz del softbox, no importa la direc-ción de la luz. Alguien puede echar una mirada detallada y encontrar algún tipo de diferencia en la sombra bajo la tercera pestaña desde la izquierda, pero si…El modificador es la primera parte de la “calidad de la luz” en esta ecuación. No la luz interior del modificador. Y no es en absoluto una pregunta tonta.

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Iain CrawfordLa fotografía de Iain Crawford revela un mundo que conocemos bien, pero que

pocas veces se ve con tanta claridad. Para los relojes y congela el tiempo, capturan-do los más mínimos detalles del movimiento y el color, esos que son demasiados pequeños o rápidos para el ojo.

Iain, es un elogiado fotógrafo que vive en Londres, juega con colores, texturas y materiales fluidos (desde la pintura en polvo o del agua o las telas). Captura el momento exacto en el que estos materiales impactan contra la forma humana, cuando el modelo es salpicado, rociado, manchado o envuelto por una tela que fluye. De esta manera, estos momentos, que si no se perderían, se pueden estudiar detenidamente, diseccionarlos en toda su belleza.

Iain, utiliza técnicas de fotografía de alta velocidad para conseguir sus ex-traordinarias imágenes. La exposición, la velocidad y el flash se sincronizan de forma precisa para capturar con gran detalle el momento más breve de todos. Hablando de imágenes en las que los modelos acaban siendo tragados por líquidos de colores, Iain dice: <<Me encanta la fusión entre modelo y pintura. Las formas resultantes son tan opulentas como cualquier pieza de ropa hecha a medida. La excitación y la expectación mientras esperábamos para ver la siguiente obra de caos impredecible eran eléctricas. Había algo mágico en cómo lo fortuito se mate-rializaba en preciosas imágenes delante de nuestros propios ojos”.

Serie de fotos sobre el cuerpoEn los próximos números iremos ofreciendo trabajos sobre diferentes autores que

han tenido como protagonista en sus fotos “El Cuerpo” , pero de una manera muy singular.

La fotografía de retrato ganó importancia a mediados del siglo XIX gracias al desarrollo del daguerrotipo y, así, la figura humana ha sido representada de forma impresa desde todos los ángulos y en todos los escenarios posibles, desde el campo de batalla hasta el tocador, durante más de un siglo. Más recientemente, la llegada de la fotografía digital ha creado infinitas posibilidades, el cuerpo se puede clonar, despe-dazar, unir y esconder a través de las maravillas de la manipulación durante la pos-tproducción. Aun así, en una era donde se pueden conseguir tantas cosas gracias a la tecnología, algunos fotógrafos siguen confiando en la ropa, los accesorios y los trucos de iluminación para crear imágenes dramáticas de la figura humana. En esta primer entrega os presentamos a Iain Crawforf.

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