luz y tinta 43

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Núm. 43 Enero 2015 Fotógrafo del mes: Enrique Mario Picchio Perlora, Ciudad de Vacaciones Castillos en la Arena Jeanloup Sieff María Oliva

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Luz y Tinta es la revista de la red social de fotografía Moldeando la Luz.

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Núm. 43Enero 2015

Fotógrafo del mes: Enrique Mario PicchioPerlora, Ciudad de Vacaciones

Castillos en la ArenaJeanloup SieffMaría Oliva

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2 - Luz y Tinta

PROMOTORJosé Luis Cuendia, “Guendy”

DIRECTORFrancisco Trinidad

COLABORADORESEugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño,

Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo Gon-

zález “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Ga-llardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Ve-

lázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso,

Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo,

José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez

DIRECTOR DE FOTOGRAFÍAJosé Luis Cuendia

DIRECTORA DE COMUNICACIÓNLola González

DISEÑO y MAQUETACIÓNFrancisco Trinidad

www.moldeandolaluz.com

Reservados todos los derechos de repro-ducción total o parcial tanto del texto

como de las imágenes. Las imágenes es-tán protegidas por las leyes de copyright

internacionales.Para cualquier consulta o sugerencia con-

tacte con nuestro correo electrónico

[email protected]

Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society

Año V.- Núm. 43- Enero 2015

Fotógrafo del mes de Diciembre: Enrique Mario Picchio 5Francisco Trinidad

Perlora, Ciudad de Vacaciones 9José Luis Cuendia, “Guendy”

María Oliva 21Eugenio R. Meco

Castillos en la arena 29F.T.

Nos vamos de viaje 33Ana’s Boss 35Gloria Soriano

La Araña 37Juanjo Gallardo

La escalera 39José Manuel Gonzalo

Tiempo de San Martín 41Monchu Calvo

Herramientas de transformación 43Ricardo González, “Completu”

Paseo por el Maestrazgo 47Juan Depunto

El arte del Cosplay, 3 55Juan José Pascual

Jeanloup Sieff 63

Nuestra foto de portada:

Antonio Vera Roldán

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Presentación

¿Un año de esperanza? Lo deseamos de corazón…pero como todo en la vida una cosa es lo deseable y otra muy distinta es lo posible. Pero ojalá

Lo que es innegable es que iniciamos un año más, otro bloque de 365 días se nos han ido y hemos iniciado otro nuevo.

Hemos deseado a todos que este nuevo año sea mejor que todos los anteriores, por que no nos gusta mirar para atrás con nostalgia. Tampoco nos gusta que en año de elecciones nos ven-dan más motos, pues la cofradía de los que nos gobiernan en este país de las maravillas, se han empeñado en convencernos a los incautos y desmayados contribuyentes de que este año que acaba de nacer vamos a ver la luz al final del túnel. A ver si la luz es la del candil de Diógenes, porque la cosa atufa a luz de gas.

Sea como fuere, la asamblea de majaras ha decidido que en el 2015 saldremos de la crisis, y el que no salga, peor para el, o como decía Sabina, “mucha, mucha policía”. Puestos a decretar, lo mismo podrían haber declarado bisiesto el año y ganar un día más, pero para ello habrá que esperar al 2016.

Y es que estos mandamases son de la escuela de Procusto y adaptan la realidad a sus nece-sidades sin despeinarse, que no hay nada como las mayorías absolutas para hacer lo que les da la gana.

En fin, que en los próximos doce meses en el reino borbónico, ataremos a los canes con sabrosas y ateroescleróticas longanizas, y nuestros campos se poblarán de tréboles de cuatro hojas, y como me dice un buen amigo del sur, al que no diga ele que se le seque la hierva buena.

Los moldeadores al margen de nuestras glorias o desventuras en nuestras vidas personales, seguiremos disparando las máquinas de fotos, porque nuestros disparos no matan a nadie.

Así que: Seguiremos celebrando en estos tiempos inciertos y llenos de encantadores de serpientes,

con nuestras fotografías. No perdamos esa vieja y sana costumbre. Esperamos con curiosidad las nuevas noticias, avances, novedades que el nuevo año nos

depare en el mundo de la fotografía. Felicitamos a todos los que nos han acompañado durante este último año tanto en vues-

tra/nuestra revista Luz y Tinta como en la red social Moldeando la luz, pues es el empuje que se necesita para seguir adelante, a las nuevas incorporaciones y especialmente a los que llevan años apoyándonos.

Aplaudimos de igual manera a todos aquellos que durante este año han destacado por una u otra razón en la revista y en la red, deseando a todos muchos éxitos en esta nueva etapa, y…

Recordamos con cariño a los que nos han dejado para siempre, vaya nuestros mejores recuerdos para la luz apagada de nuestros queridos amigos y moldeadores Javier Madroñero y Manuel Cascales, mientras exista Moldeando la luz en el formato actual o el que le suceda, siempre estarán presentes entre nosotros con esa otra luz que nadie podrá apagar, la de sus fotografías. Seguiremos adelante, pero… !no sin ellos¡

A lo largo del año iremos informando de las diferentes propuestas, bien de semanas temá-ticas o de concursos o encuentros. Pero inseparablemente os deseamos a todos y cada uno de vosotros que disfrutéis de todo aquello que nos rodea con ese respeto reverencial que nos hace temblar ante ese destino alcanzado, o esa meta por alcanzar, ese sueño convertido en realidad, esos escondrijos inaccesibles del planeta, o los rincones del propio pueblo, las sonrisa de un niño, o la belleza del cuerpo humano, la tierna mirada de nuestros mayores, o los encantos de la naturaleza. Son tantas las cosas que nos emocionan, y si son escritas con la luz de nuestras cámaras mucho mejor. Mejor año 2015 y muchas, muchas fotografías.

Y si es posible hacerlo con una sonrisa, mejor; y si durante este nuevo año se puede evitar que los vampiros y los chupacabras saquen la sangre, mejor que mejor.

Y lo dicho, que no falte esa sonrisa en los labios, riámonos a mandíbula batiente para no en-tristecer a nuestros banqueros y políticos para que sigan infundiéndonos ánimos, para quitarle a Rajoy esa cara de funeral perpetuo, de convidado de piedra en el Entierro de la Sardina, y sen-tirsecomo con la sonrisa de Montoro que resplandece en el umbral de una nueva era de pros-peridad de la que gozarán nuestros nietos y sobre todo los suyos. Mucha, mucha fotografía…

José Luis Cuendia, “Guendy”

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Fotógrafo del mes de Diciembre

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Enrique Mario Picchio

El argentino Enrique Mario Picchio es un fotógrafo de muy variado regis-tro. Según sus propias palabras, su obsesión es hallar la foto que atrapa, ese momento en que, ante la vista de una escena o de un paisaje, es imposible re-sistirse a enfocar la cámara y captar aquello que aparece al otro lado del visor y que a la vez nos sumerge en un mundo de sugerencias y connotaciones. Dentro del variado registro de Enrique Mario Picchio podemos descubrir un amplio abanico de posibilidades expresivas, fotos que irremisiblemente nos atrapan: flores, paisajes abiertos, escenas ciudadanas, detalles arquitectónicos, retra-tos, bodegones, fotomontajes... La vida misma al otro lado del espejo.

Sorprende que sus fotografías de flores vengan la mayoría de las veces acompañadas de un pie de foto con poemas o versos sueltos de Mario Bene-detti, ese poeta del realismo crítico que ha hecho de la ironía, el tono conver-sacional y el diálogo abierto con el lector referencia constante de un quehacer poético que difícilmente deja indiferente. Flores y poemas, como queriendo abarcar un mundo expresivo que excede ambos mundos. Por eso la sorpre-sa, porque el fotógrafo, en vez de dejarse mecer por la vanidad icónica de sus tomas, se muestra consciente de sus límites y acude a la poesía -palabra en estado puro- para subrayar que significante y significado son algo más que una unión paradójica y conducen de frente a un mundo de emociones.

El mismo mundo de emociones, quizás, que trasciende sus paisajes abier-tos, entre los que destacan algunos atardeceres de esos que sobrecogen el ánimo con su sinfonía de colores cálidos. En estas fotografías de paisajes el fotógrafo busca muchas veces la cercanía del agua y rescata sus reflejos como una prolongación de la imagen real en el mundo de los sueños, acaso porque nacen con vocación pictórica sobrepuesta a la fotográfica, especialmente en las marinas, donde el horizonte se hace límite y apuesta.

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Estos paisajes abiertos se complementan con la visión de la ciudad a través de escenas callejeras y detalles arquitectónicos que nos ponen en contacto con el mundo cotidiano de quienes se afanan por hacer las calles y plazas un lugar donde apurar las horas y remansar vivencias y momentos pendientes del reloj y de los compromisos que genera; y que, en definitiva, nos ponen en contacto con un fotógrafo que en realidad es un observador atento, paseante por lugares cotidianos que ni le resultan ajenos ni ocultan el doble fondo de todas las expe-riencias que sugieren. Dentro de este deambular, lógicamente, también caben los retratos, rostros en la ciudad que nos hablan de otras vidas, otras gentes que desconocemos más allá de la máscara del rostro.

En sus bodegones y fotomontajes Mario Enrique Picchio apura muchas de las posibilidades técnicas que le brinda la luz impostada de los bodegones o la luz informática de unos fotomontajes en los que prima un romanticismo que transmite cierta ingenuidad. Hay en su galería una foto de un vagón de tren abandonado en medio del campo y varias de coches de época que transmiten cierto sentido de la decadencia, como recordándonos el mundo de Juan Carlos Onettí.

Técnicamente, Picchio se decanta por un tratamiento informático muy de-licado, casi invisible, cediendo todo el protagonismo a la imagen, incluso en los fotomontajes en que los que la ficción informática se oculta tras una voluntad significativa que a veces se pierde y redondea en el mundo de los sueños y se acerca a cierto pictorialismo no exento de voluntad onírica; una voluntad que se aprecia también en sus muchas fotos en blanco y negro, ese juego de luces y sombras con el que persigue una suerte de tercera dimensión de la realidad a la que subyacen sobre todo momentos vitales que se subrayan y acentúan de esta forma.

Francisco Trinidad

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Acceso a playa y calas

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Perlora, Ciudad de Vacaciones

o la historia de una vergüenza asturiana

Es evidente que resulta mucho más agradable, al escribir sobre nuestra querida Asturias, hacerlo ensalzando las maravillas de ese “Paraíso Natural” que es como publicitariamente nos vendemos al mundo, y no hay mentira en ello cuando glorificamos nuestro paisaje, nuestras costumbres, su afamada gastronomía u honramos a nuestro paisanaje enalteciendo su coraje, lucha, sinceridad y honradez; la hospitalidad hacia todo aquel que nos visita, y como no, riéndonos un poco de nosotros mismos, nuestra fama de “grandones”, esa especie de soberbia infantil sin ningún tipo de maldad que también nos ca-racteriza a muchos, en las pugnas internas donde la sangre nunca llega al rio, los de Oviedo se lo achacan a los de Gijón y viceversa. No se le pueden negar a esta querida tierra muchas de las grandes gestas en las que fue verdadera pro-tagonista. Hoy, como bien dice Víctor Manuel en su canción “Asturias”, sola en mitad de la tierra, hija de mi misma madre. Por cierto la letra es de un poeta salmantino de la generación del 27, Pedro Garfias Zurita.

La Asturias de hoy, prácticamente desmantelada toda su industria, lleva camino de reducir en un gran geriátrico si no se le pone fin a esta sangría in-dustrial que amenaza con abocar en un parque jurásico de la decadencia indus-trial. No solo el cierre de las minas han contribuido a ello, también el metal, la agricultura, la pesca, etc.

Hoy desde sectores políticos y económicos interesados se pretende presen-tar a los asturianos, después de despejarlos de su bien más preciado, el trabajo, como que la inmensa mayoría de sus gentes están prejubiladas y viviendo del maná Estado. Cosa totalmente incierta, y no más que cualquier otra comuni-dad española donde se han aplicado medidas de recortes y cierres empresaria-les.

Que frágiles somos de memoria, por que el alzhéimer no puede estar afec-tando a tantas personas. Pues no hace tanto tiempo que España era un manto

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de silencio, y que la dignidad que encierra la palabra libertad, secuestrada por aquel entonces, se comenzó a pronunciar y comprender en toda España gracias a la lucha de los mineros asturianos, que fueron los pioneros de las primera huelgas después de nuestra incivil guerra. Qué pronto se nos ha olvidado aque-lla España aislada con todas sus fronteras cerradas, donde no entraba nada, y los inviernos eran fríos, no como los de hora, los tejados se adornaban con enormes carámbanos de hielo. Era el carbón que se arrancaba en la minas as-turianas, bajo la más brutal represión del sistema sobre los mineros, la que ca-lentaba los hogares españoles. Y como el carbón no se pagaba en divisas servía para alimentar nuestras fabricas y nuestra incipiente industria nacional.

Hoy no voy a escribir para ensalzar nuestros verdes prados, ni para loar a mi pueblo que bien se lo merece, lo voy a hacer contando una historia de nuestras vergüenzas regionales, una de esas cosas en que la verdad puede ofender, pero está ahí y también merece ser contada y denunciada. Porque también debemos reconocer que como pueblo y a través de nuestros gobernantes no siempre se han hecho las cosas bien y para prueba de ello basta esta pequeña historia.

El otoño pasado, haciendo senderismo por nuestra costa, terminé recalan-do en el pueblo de Perlora, y me adentré en lo que en su día fue conocido por “Ciudad de vacaciones”.

Creo que es necesario recordar un poco los orígenes de este gran proyecto para poder entenderlo mejor, si es que se puede entender desde un punto de vista racional lo que aquí ha sucedido.

Según las hemerotecas consultadas corría el año 1954 cuando se levantó en las laderas de la costa asturiana en el termino municipal de Perlora, una gran ciudad de chalets o casitas de verano, que con el tiempo se constituyo y durante muchos años en todo un símbolo del verano en Asturias. En un prin-cipio se llamó Residencia Sindical de Educación y Descanso, y su objeto era el disfrute de los trabajadores con pocos recursos económicos. Planteado así puede parecer muy idílico por no decir que aquello era una isla demócrata y social en medio de una dictadura fascista. No debemos olvidar que en aquella fechas nuestro país se encontraba en plena dictadura franquista. La gestión de esta idílica ciudad construida a la vera del mar Cantábrico corría a cargo del Sindicato del régimen, el único permitido y al que por imposición perte-

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necían todos los trabajadores desde el mismo momento en que eran dados de alta como trabajadores en sus respectivas empresas. Cosa curiosa y singular, a este sindicato también por decreto ley pertenecían todos los empresarios. Los Sindicatos de clase estaban prohibidos y los que actuaban en la clandestinidad eran perseguidos y encarcelados. No vamos a hacer ahora una disensión sobre los intereses opuestos de trabajadores y empresarios que en este caso ambos estaban bajo el paraguas de este sindicato vertical, y sus trabajadores, letrados, asesores, etc, eran funcionarios del régimen.

En caso de conflicto de intereses uno ya se puede dar una buena idea de a qué lado se inclinaba la balanza.

Es necesario hacer esta puntualización porque que hay aún muchos nostál-gicos que recuerdan aquellos veranos azules y rosas como algo inmaculado, los trabajadores y empresarios robándole a Alicia su país.

Años más tarde conocí instalaciones de este tipo en los países que en su día formaron parte del telón de acero, y también tenían este tipo de instalacio-nes para disfrute de “los trabajadores” y tutelado por los sindicatos, correa de trasmisión del único partido que gobernaba. La filosofía era la misma, quizás porque las dictaduras no son tan diferentes entre si.

A la izquierda, Clínica.Abajo, Iglesia

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12 - Luz y TintaDe lejos, sigue siendo idílico

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Luz y Tinta - 13De lejos, sigue siendo idílico

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En España la representación de los trabajadores se hacía a través de unas elecciones sindicales donde se-gún el número de 'productores' (así se llamaba a los trabajadores durante la dictadura) se formaba un “Jurado de Empresa” compuesto por las dife-rentes categorías laborales y edades, y la representación patronal. Cabe decir que solo en los últimos años de la dictadura, uno de los sindicatos de clase clandestino, Comisiones Obre-ras, CC.OO, decidió participar en este tipo de elecciones para según ellos di-namitarlo desde dentro; el otro gran sindicato de clase, Unión General de Trabajadores, UGT, nunca participó de las elecciones a Jurados de Empre-sa del Sindicato Nacional.

Así que sin ningún tipo de acritud podemos darnos una idea de las per-sonas que durante los años de la dic-tadura disfrutaron de este placentero paraje vacacional. Posteriormente, grandes empresas como HUNOSA, ENSIDESA, RENFE, comenzaron también a edificar casitas de verano como premio a sus mejores trabaja-dores.

Con la llegada de la democracia a nuestro país, con elecciones sindica-les libres, los sindicatos verticales de la CNS (Confederación Nacional de Sindicatos) del régimen franquista y su megalómana obra de Educación

En esta página, dos tomas del edificio de Servicios Múltiples.

En la siguiente, una muestra de la decadencia de las instalaciones.

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La vegetación se come las casas

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y Descanso, la obra más importan-te de la Organización Sindical de la dictadura destinada a las actividades artísticas, deportivas, culturales y de descanso de los “productores” (traba-jadores), se vino abajo.

Durante los cuarenta años de dictadura el patrimonio que el Sin-dicato Nacional fue adquiriendo fue impresionante, solo en edificios en pueblos y ciudades de España era considerable e incalculable. En el primer gobierno de la democracia, siendo presidente Adolfo Suárez, se repartió este inmenso pastel entre las nuevas organizaciones empresa-riales y los sindicatos de clase. En el caso de los sindicatos de clase, entre CC.OO y UGT. La mayor parte se la llevaría UGT y una pequeña parte la CNT, porque algunos, bastantes, de los edificios del Sindicato Vertical ha-bían sido en su día incautados a estos sindicatos después del golpe de esta-do contra la República. CC.OO nació “como comisiones de trabajadores” en la mina asturiana de La Camocha durante la dictadura, posteriormente se extendería por todo España para más tarde convertirse en Sindicato. El reparto del patrimonio entre aso-ciaciones empresariales y sindicatos, se debió a que durante los cuarenta

años de su insistencia ambos forma-ron parte de él de forma obligatoria y como tal pagaban sus cuotas sindica-les, que a los trabajadores se les des-contaba de sus salarios por decreto.

En el reparto del patrimonio sin-dical asturiano entró esta Residencia Sindical de Educación y Descanso que pasó a llamarse “Perlora, ciudad de vacaciones”. Los intereses opuestos de sindicalistas y patronales promo-vieron una disputa entre ambos por hacerse con la perla del Cantábrico. El resultado fue lo de siempre: unos por otros y la casa sin barrer, entre todos la mataron y ella sola se murió. En este periodo de transición la visión sindical chocó con la visión empresa-rial basada en la pura y dura realidad de la rentabilidad. Así que la gestión pasó a ser responsabilidad del Mi-nisterio de Trabajo y puede decirse que a partir de ahí el desarrollo paró. Atrás queda la vida que daban aque-llos 273 chalés ocupados, los más de 200 trabajadores que trabajaban en el complejo turístico, las más de 1500 comidas que se llegaban a dar en el restaurante. Y como dice el refrán, al perro del pobre todas las pulgas se le arriman; cuando parece que ya nada puede ir peor, empeora, como reza en unas de la leyes de Murphy, en No-

viembre de 2005 el edificio principal tuvo que ser derruido afectado por la aluminosis, al menos eso es lo que se dijo entonces. Del Ministerio de Tra-bajo pasó a depender del Principado Asturias, si bien ya desde 1974 em-pezó su declive y su esplendor se fue evaporando hasta llegar a su cierre. Con la gestión en manos del Princi-pado de Asturias, bien por la falta de rentabilidad motivada por las gestio-nes anteriores, bien por la falta de inversiones, pues era evidente que se estaba dejando caer, todo se fue dete-riorando poco a poco hasta el citado cierre. Se jubilaron los trabajadores de más edad y el resto, como funcio-narios, fueron recolocados por las diferentes administraciones del Prin-cipado en Asturias, no sin antes dejar de luchar, pues éstos se opusieron firmemente al cambio de titularidad que pretendía el gobierno regional en el 2006.

Desde entonces a esta parte todo ha sido digno de un culebrón televi-sivo. En el año 2007 el Gobierno del Principado hizo público el informe preliminar de adjudicación de la ges-tión de la Ciudad Residencial Perlora a un consorcio de empresas asturia-nas por un periodo de 50 años y con una inversión prevista de casi 83

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millones de euros, afirmando que se convertiría en un complejo turístico de referencia. Diferencias entre la administración pública y el consorcio adjudicatario mantuvieron bloquea-do el proyecto hasta agosto de 2010, fecha en la que la administración revocó la licencia de explotación ale-gando el incumplimiento de los pla-zos previstos.

Hoy su deplorable estado es el de una ciudad fantasma, me extraña que el aspecto de sus exteriores no hayan sido localizados por algún director de cine como escenario de alguna pelícu-la apocalíptica. Parece ser que ahora el nuevo Gobierno del Principado de Asturias quiere comenzar su repara-ción con el fin de encontrar gestores privados y elaborar conjuntamente un plan de fututo.

Como es lógico, deseo lo mejor para este maravilloso lugar hoy en plena decadencia, así se lo manifes-té al último Gerente, mi amigo Lon-ginos Montes (descanse en paz) que con el cierre encima me pidió conse-jo sobre la posibilidad de hacer una gestión desde el punto de vista de la economía social, como último inten-to de salvar los puestos de trabajo a través de una cooperativa de trabajo asociado. Pero sin ayuda económica —y los trabajadores no son personas de grandes capitales— ya era tarde. Y aún hoy pienso y me temo que la situación lejos de solucionarse se irá agravando y deteriorando cada día más. Hoy con la llegada de la crisis de todo tipo, la ciudad vacacional lo tie-ne cada día peor, sobre todo si lo ana-lizamos desde el punto de vista turís-

tico que está en sus genes. ¿Quién se va a atrever a invertir en lo que sería un gran macro-proyecto, cuando los hoteles de la región a pesar de to-dos los encantos que tiene Asturias —mar, playas, montes, nieve, ríos, paisajes, gastronomía…— y de sus excelentes infraestructuras hoteleras están a medio gas?

Y como en tantas y tantas cosas, de aquí y de allí, de dentro y fuera de nuestra región, nunca aparecen los responsables de estos despropósitos. En política, casi siempre la culpa es soltera.

José Luis Cuendia, “Guendy”

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Por regla general para los fotógrafos, las bodas y las primeras comuniones nos siguen proporcionando reconocimiento y estabilidad económica, mientras el desarrollo del campo de las imágenes de glamour ha hecho crecer nuestra reputación como fotógrafos creativos y ha incrementado nuestros ingresos, aunque no sea ese mi caso, jeee,jee, je. En mi caso, aunque llevo bastantes años dedicándome a la fotografía, la de glamour no se cruzó en mi camino hasta hace unos pocos años, y aún así puede que haya sido hasta accidentalmente, primero por algunos trabajos de agencia que siempre vienen muy bien y que no falten, después otras chicas me llamaban formulándome peticiones en el senti-do de que querían un álbum de fotos similares a las que habían visto realizadas por mi, como fue el caso de Raquel Calderón, la chica del número anterior de nuestra revista . En otras ocasiones, y como es el caso de María Oliva, fui yo el que me puse en contacto con ella para hacerle una sesión de fotos.

María Oliva había sido dama de honor de las fiestas de San Antonio de Chiclana en 2012, también lo había sido de otra de las chicas que ya han salido en Luz y Tinta, para más datos con Carmen Sánchez la chica del nº 40. Repa-sando estos trabajos me fijé en ella, y como se suele decir por mi tierra, se me metió entre ceja y ceja, así que en este caso fui yo quien estaba interesado y no paré hasta conseguirlo. Además son esas sesiones de trabajo que recuerdas muy bien porque todo salió perfecto.

En María Oliva no solo hay belleza, pues centellea simpatía en todos sus gestos y palabras. No se trata solamente de hacer un libro recopilando las fotos más bonitas, que lo es, sino también es la aventura del aprendizaje del fabuloso campo de la fotografía de glamour, de hacerlo juntos, en perfecta complicidad y ya que las sesiones son tediosas en ocasiones, pues al menos intentar pasarlo bien. En esta ocasión los dos tuvimos que librar una batalla sin cuartel contra los mosquitos durante la sesión, y como estos jodidos insectos van más a las cosas dulces, a María Oliva aquella tarde la martirizaron, vamos que pasaban de mi y la preferían a ella.

Como en otras ocasiones, y con María Oliva de forma especial, las fotos de glamour están basadas un poco en la fantasía, que implica la creación de imágenes sensuales de una mujer, con el más exquisito buen gusto, y como si estuviéramos ante una gran profesional. Creo que estas fotos y otras muchas más de los cientos que una tarde de trabajo se pueden tirar, son imágenes que hablan del lado sensual de una mujer sin necesidad de exponerlo todo a la vis-ta, además tampoco es mi estilo ni forma de hacer este tipo de trabajos.

María Oliva

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Siempre que me pongo detrás de la cámara y frente a las modelos, el reto es siempre maravilloso, se trata de tomar como modelo a una mujer de apariencia normal y extraer de ella, mediante la fotografía, una faceta cuya existencia na-die había percibido, incluyendo quizás a la propia modelo.

Personalmente pienso que una de las lecciones más importantes para los fotógrafos principiantes en el campo de la fotografía de glamour es darse cuen-ta de que todas las mujeres tienen su propia belleza, muy especial y personal. El reto y la tarea del fotógrafo es descubrir esa belleza y revelarla en una imagen. A veces lo que registramos es una verdadera “revelación”, incluso para ellas.

La verdad es que, en el caso de María Oliva, las cosas me resultaron fáciles en ese sentido, no me tuve que comer mucho la cabeza para descubrir su ma-nifiesta belleza. Después de la sesión hablamos de lo divino y de lo humano, me contó que era azafata de vuelo y que ahora se encontraba en el paro. Pero bueno, eso ya es tan cotidiano que no sorprende a nadie, y mejor lo dejamos ahí y no lo mezclamos para no romper el encanto glamouroso de aquella tarde de fotos con María Oliva.

Eugenio R. Meco

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Foto: José Luis García de Condao

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Castillos en la arenaFue un verano, por otra parte, hermoso. Aunque el último suceso irrumpió

como un relámpago, súbito y violento, dejando a su paso un rastro de humo denso, una maraña de fuego, un hálito de estupor y repulsa. Mientras viajo de nuevo hacia Gijón, los recuerdos se amontonan, pero no para devolverme los muchos momentos dichosos que en realidad vivimos, sino para volver, una y mil veces, sobre aquel incidente que habremos de recordar, para siempre, como un estigma.

Tras unos primeros días de lluvia, pertinaz y empalagosa, los niños co-menzaron por fin a disfrutar de la playa, correteando, bañándose, salpicando a todo el mundo, despertando simpatías entre los más comprensivos y desa-grado entre casi todos. Niños al cabo, hasta los muchos gestos de fastidio que les dedicaban pretendían ser amables. Emma, con su bañadorcito rojo, saltaba sin descanso entre las olas, levantando arena y espuma por igual; y Luis, que no se separaba para nada de su paleta de plástico, intentaba a todas horas que su padre le ayudase a hacer un castillo de arena que nunca pasaba de un par de montones sin forma siempre amenazados por la resaca.

Una mañana cambió todo. Cuando llegamos a la playa y extendimos nues-tras toallas, había una pareja de jóvenes, unos metros más allá, terminando un hermoso castillo de arena. Era enorme, como de un metro de alto y tres o cuatro de diámetro, poblado de almenas como picachos que horadaran el cielo, y salpicado de puertas, ventanales y balcones, con un ancho patio de armas en un lateral. Los jóvenes trabajaban la arena con unos punzones de plástico de los que se ayudaban para ir perfilando los detalles de aquel castillo ya a punto de terminarse y con unas brochas que humedecían en cubos de plástico. Los niños se fueron inmediatamente hacia allá, Luisito con su paleta, y se pusieron a distancia prudencial, como el resto de los niños, sorprendidos y gozosos.

Los jóvenes iban enhebrando su arquitectura de arena con rapidez, como acostumbrados a hacerlo en presencia de los demás. Contestando sin acritud las muchas preguntas que les hacían los mayores, realmente sorprendidos por la destreza que mostraban; y retirando sin aspereza a los niños cuando, en sus muchos traspiés, estaban a punto de meterse de lleno en su obra.

No llevaríamos una hora en la playa cuando dieron su obra por terminada. Metieron sus punzones en una mochila y echaron una última mirada a aquel impresionante montón de arena convertido por la magia de sus manos en un

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castillo medieval que despertaba admiración y sorpresa entre los niños. Luego se alejaron playa adelante, en dirección al Muro, charlando entre ellos, ajenos a los murmullos que el castillo seguía despertando a sus espaldas.

Los niños, poco a poco, fueron acercándose. Primero, con timidez, preten-dieron imitar con sus manos el trabajo que habían visto hacer a los jóvenes. Luego, más decididos, tomaron literalmente el castillo por asalto y lo convir-tieron en el centro de sus juegos y correrías. Cuando les llamé para vestirse, Luisito estaba en el centro del patio de armas, con la paleta extendida a modo de espadón y gritando mil injurias a los desalmados malandrines que preten-dían escalar sus murallas. Y así siguieron al día siguiente y un par de días más, librando sus batallas trepidantes en aquel escenario que ya iba perdiendo parte de su tramoya: no quedaba en pie ni una almena y lo que fuera patio no pasaba de ser un hueco impreciso en un montón de arena.

Hasta que comenzó a llover de nuevo y estuvo así dos días enteros, otra vez empalagosa y pertinazmente, como si no quisiera terminar nunca. Pero al ter-cer día, aunque amaneció vacilante, tras una noche despejada, los niños andu-vieron nerviosos desde primera hora con los preparativos, hasta que llegamos a la playa y echaron a correr hacia el castillo de arena, en aquel momento, tras la lluvia de los dos últimos días, sólo un montón informe. No pareció importar-les. Se pusieron a jugar a su alrededor, intentando quizás reconstruirlo. Luisito removía la arena con su paleta y Emma llevaba puñados de un lado a otro. Había dos o tres niños más que habían escogido aquel montón como el centro de sus operaciones.

Al poco rato se montó un alboroto nervioso entre los niños, Luis gritó lla-mándome y Emma vino corriendo a acurrucarse a nuestro lado, llorando y se-ñalando hacia atrás. La cogí de la mano y fuimos apresuradamente hasta el lugar en que los niños vociferaban y lloraban asustados. Luis se abrazó a mis piernas, mientras Emma se alzaba a los brazos de su padre. Miré hacia el mon-tón de arena y sentí un escalofrío que me recorría como un látigo. La lluvia de los últimos días y el juego de los niños habían dejado al descubierto una mano inconfundiblemente humana.

La policía tardó poco más de media hora en descubrir el cadáver completo de una mujer desnuda con signos evidentes de haber sido golpeada en la cabe-za reiteradamente.

Desde la barandilla del Muro, y después de haber dejado a los niños con su abuela y habernos puesto a disposición de la policía, pudimos asistir a los últimos movimientos de la playa: la llegada del juez, sus comentarios con un forense cabizbajo y ensimismado, el levantamiento final del cadáver mientras el silencio y los murmullos de los muchos curiosos que se arremolinaban alre-dedor del otrora castillo de arena ponían en el calor de la mañana un aliento frío de desconcierto y curiosidad.

F.T.

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—Hija, no te esperaba, dijo la vieja. Siempre pensé que sería tu abuelo quien me acompañaría. ¿Por qué no ha venido?

—Otros asuntos le tienen ocupado, abuela.—No quiero ni saberlo, respondió con la voz crispada. En vida era ya tan

pendejo, que me lo puedo imaginar. Tonta de mí, le he reservado una botella del mejor aguardiente. Me va a oir cuando lo vea. Pero vamos, niña, pasa, no te quedes ahí. Tu abuelo no me va a amargar la fiesta. A ti te pondré la copa con un poquito de agua.

—Abuela, no tenemos mucho tiempo. Será mejor que te vistas.—Un momento, un momento —protestó.La abuela de un trago se tomó otra copa (era una pena dejar aquello). Des-

pués ofreció a la niña un caramelo. Aunque a la niña no le gustaba mucho el dulce, lo aceptó, y se entretuvo durante un rato haciéndolo saltar de una mano a otra, las dos tan transparentes, que parecía que una cabecita de menta verde, con coletas de celofán, flotaba en el vacío.

Gloria Soriano

Nos vamos de viaje

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People were anxious expecting news about the recently appointed boss. When Ana came back from the interview – which took place on the 5th floor, whilst she and her colleagues worked on the second floor – all of them asked her ‘what is he like?’

Ana had been working in the same firm for ten years. At first she was do-ing secretarial tasks that didn´t require too many skills. She was capable of much more and was very efficient and good at organization. She felt ready to assume the responsibility of the entire department where she was working as a secretary, but it was her first job. She had to wait a few years before getting the recognition that she deserved. Now those years had gone by and she lead a team of five people in the department.

Her last boss had been a small man, clever enough to make everybody’s life difficult, especially if you happened to work close to him or weren’t willing to satisfy all of his whims. Unfortunately, to add to this, his orders usually were far from being professional guidelines.

He was shorter than average, and the meanest and most cunning of men that she had ever met. He enjoyed humiliating the employees who were un-der his command, as if the lower they fell due to his doings, the taller he felt. Whereas, on the other hand, he used to appear servile and adulatory with oth-ers who were above him. He distinguished very well who was who, and Ana was a young, honest and inexperienced woman who had made the very wrong mistake of expressing her disagreement on one of his opinions. This had taken place whilst they were working on a yearly budget and Ana hadn’t agreed with some of the figures presented by him. Furthermore, she had even dared to ex-plain to the commission who had to approve it, her own point of view, which obviously her boss hadn’t wanted to listen to before, when she had tried to talk about it with him. As a result, her boss’ project fell through and since then, it had been hell for her.

Often, she would arrive home crying from work. To relieve so much pain, her friends had wanted her to take revenge and proposed things like punching the wheels of his boss’ car, and other similar follies. However, Ana wasn´t that kind of person. She hurt herself instead of blowing out her rage. She became more and more depressed, while the eyes of her boss became as red as the devil’s.

When that boss was fired, she felt how her lungs swelled. Today, looking at her colleagues’ smiles she just said: the new boss is a normal person.

Gloria Soriano

English is not my native language and it is not easy for me. This time, as an exceptional occasion, I have got a short story I wrote putting together English words. I thank my teacher, Carola Aikin, who has helped me with the corrections.

I would like to dedicate this writing to all the members of MOLDEANDO LA LUZ that are not Spanish speaker, and especially to those who follow the mon-thly magazine, LUZ Y TINTA, and add their comments on the post.

Ana’s Boss

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La Araña

Y ahí andaba “La Araña”; en realidad su nombre era Luis, y su apodo origi-nal, “Tarantela”, pero este se fue deformando, Tarantela, Tarantula, La Araña Taranta, La Araña, cosa de drogones de Villa Soldati que les encantaba y les sigue encantando poner motes a los distintos personajes del barrio. Este mu-chacho de nombre Luis, llevaba el seudónimo original, Tarantela, por su forma de caminar, parecía que bailaba.

Tenía un corazón que no le cabía en el pecho, como dice El Diego (10), pero no era muy respetado en los monoblocks, tal vez porque esa línea que divide lo bueno a lo boludo es muy fina, tal vez porque daba sin pedir a cambio, se aprovechaban de él.

Pero en realidad, y esto es lo que creo, no era muy respetado porque era, y lo sigue siendo, muy malo jugando al fútbol, y ahí, en mi barrio, era una de las dos cosas con que te ganabas el respeto de todos; la otra, la otra era boxeando, y ahí, tampoco era agraciado La Araña.

El Complejo Habitacional Soldati, así como lo vemos hoy, se comenzó a habitar a fines de 1978 y principios de 1979, ahí entregaron las viviendas de los edificios altos, “los bajitos”, que eran de tres pisos sin ascensor tenían unos cuantos años con gente viviendo en el lugar.

Época militar, desalojos en muchas viviendas, y la adjudicación de los de-partamentos a la gente sin hogar, esto está lejos de querer decir que los milicos fueron buenos, solo es contar lo que sucedió en esos momentos, ahí fuimos a vivir muchos, ahí fue a parar La Araña y su familia.

Con el paso de los años se fue formando una familia. Soldati era amado por quienes lo habitábamos, y lo defendíamos, peleábamos por el barrio, pero como en todo lugar, como en todo “pueblo chico”, nos conocíamos bien, sabía-mos quién era el sorete, el narco, el rata, el drogón, el vago, etc., etc., etc.

Al barrio también cayó un gran roedor, era niño al llegar, tendría 6 o 7 años. Hace un tiempo una Doña, vecina del lugar, dijo: de chiquito era malito.

Y lo era, egoísta, soberbio, rastrero, maleducado, ventajero, peleador y al-gunos adjetivos más que mi pobre léxico me impide continuar.

Era grandote, y con el paso de los años fue haciéndose más grande, rubio, bien gringo, de ojos verdes, tez blanca blanca, como la leche, cuando le salía un grano era una cosa de locos, de locos horribles, tenía facha el pibe y se comía minitas muy ricas, sinceramente lo envidiábamos, se las ponía a todas, o a casi todas, porque era bastante bruto, no era un joven letrado, bueno, debo decir que sus novias tampoco lo eran, pero era de conseguir minas en una salida, sin tener que hacer todo el chamuyo que debíamos hacer nosotros que la remába-mos en dulce de leche para poder pegar un beso.

Las chicas bien solían estar poco tiempo con él, hasta que lo conocían un poco y veían en este hombre de piel blanca lo que había en su cuore y en su alma, o sea, vacío mismo.

Mientras La Araña era negro por todos lados y puro corazón, en el gringo de ojos claros parecía no haber bondad, solo invitaba alguna birra o un saque de merca cuando, luego de tantas cagadas cometidas, se sentía solo, porque como íbamos conociéndolo, viendo sus miserias, uno se alejaba, esto era in-defectible.

[Continuará]

Juanjo Gallardo

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La escaleraLa situación se había hecho insostenible. Ya no soportaba ni un minuto

más. No habían podido pegar ojo desde la primera noche que llegaron al apar-tamento. Pero de hoy no pasaba. Esto se iba a acabar.

—Carlos, tienes que subir al piso de arriba y decirles que ya está bien. Esto no se puede consentir. Creo que tenemos derecho a descansar. ¡Vaya vacacio-nes!

Mientras subía las escaleras, Carlos recordaba el ritual que les torturaba to-das las noches. Comenzaba a eso de las 12 y media. Primero eran cuatro pasos. Unos pasos fuertes, rotundos, como profundas huellas en el silencio de la no-che. Un instante más tarde comenzaba a sonar el televisor. Siempre el mismo programa, la misma voz, en una lengua desconocida para ellos. Tenía un tono monocorde, como un mantra interminable que les taladraba los oídos y que se prolongaba hasta el amanecer. Al terminar, silencio de nuevo. Así, noche tras noche. Era insoportable.

Llegó al piso. Llamó al timbre pero no emitió ningún sonido. Después de estar toda la noche molestando, ahora estarán durmiendo y han desconecta-do el timbre para que no los despierten —pensó Carlos—. Pues ¡o dormimos todos o aquí no duerme nadie! Y golpeó la puerta con fuerza, haciéndose oír. Al segundo golpe, la puerta se entreabrió. Extrañado, la empujó un poco más y entró despacio en el interior.

—¿Hay alguien? —exclamó. Al avanzar un poco más, la puerta se cerró suavemente tras él.

—Hace más de una hora que subió. Y no se oyen gritos ni discusiones —pensó Ana—. A lo mejor han llegado a algún acuerdo. Quizá no se daban cuenta del ruido que hacían. Espero que al menos comprendan que tenemos que dormir, aunque sea la última noche…Voy a subir a buscarle y charlaremos todos un rato. Creo que hablando se entiende la gente —Ana sonreía, un poco más tranquila, mientras subía las escaleras…

***

—¿Se sabe algo del marido? —preguntó el comisario, mientras observaba a la mujer que tenía ante él, sentada en una silla, con la mirada extraviada y las manos agarrotadas, mientras su boca emitía una letanía que helaba la sangre.

—Nada. Es como si se lo hubiera tragado la tierra —respondió el oficial—. La única que podría decirnos algo es su esposa, pero mírela, lleva en ese estado desde que la ingresaron en este centro psiquiátrico, hace ya casi un mes. La en-contraron sus hijos en el rellano de la escalera, una planta más arriba del apar-tamento que habían alquilado para pasar unos días de vacaciones. Su aspecto era horrible: estaba acurrucada en un rincón, temblando violentamente, presa de un ataque de pánico y con una expresión de terror en su rostro que parecía que hubiera visto al mismísimo diablo. Lo que no sabemos es para qué subiría allí, pues esa vivienda lleva vacía y deshabitada más de treinta años. Aunque supongo que eso se lo dirían en la agencia… ¿O tal vez no?

José Manuel Gonzalo

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Tiempo de San MartínHay un trajín constante en la vieja cocina donde las mujeres se afanan en la

limpieza de cacerolas que humeantes impregnan la cocina de una niebla que se confunde con la que en el exterior se esparce en los fríos días de Diciembre, cu-briendo los prados que a duras penas pugnan por mostrar su verde. Es tiempo de matanza, que antaño quitaba el hambre en la mayoría de las zonas rurales de España. A pesar del trabajo que se presenta, hombres y mujeres, parecen contentos.

La matanza tradicional del cerdo es una de las actividades más importantes del invierno en el medio rural. Esta importancia radica en el hecho de que es el principal aporte energético anual a la despensa familiar, además de marcar en el calendario el inicio de la hibernación

San Martin era el pistoletazo de salida para celebrar esta faena, que acaecía hacia mediados de Noviembre, cuando acechaban los fríos que presagiaban las nieves invernales.

Actividad cruenta donde las haya, la matanza es un espectáculo no solo por lo sangriento en sí, sino por la excelente organización que pone en marcha, la colaboración e interrelaciones sociales que genera y por el exquisito ejercicio de aprovechamiento máximo de la materia prima que supone.

Repartidos en varios días de faena, todas las labores ponen a prueba la perfecta sincronización familiar y de los que acuden a ayudar, en un perfecto ejercicio de colaboración vecinal, pues de otra forma la familia por si misma tendría difícil llevarlo a cabo.

Desgraciadamente, los cambios experimentados en las arcaicas actividades rurales, van arrinconando estas costumbres, muchas de ellas basadas en la de-pendencia mutua y la colaboración necesaria (sextaferias, trabajos de recolec-ción y siembra, etc.). Y es precisamente en este contexto de deshumanización y pérdida de identidad donde la matanza mantiene, aún más si cabe, todo su valor por lo que supone no solo de la transmisión de unos saberes y unos pro-ductos que integran nuestro patrimonio gastronómico, sino porque es posible-mente el último reducto donde pervive ese trabajo comunal y colectivo de la Asturias rural.

Los preparativos se hacen a conciencia, los días previos. Las duernas de ma-dera, los baldes, los cuchillos bien afilados, el gran caldero para hervir el agua, la sal, el pimentón..., y con todo preparado, llega el gran día.

La víspera no se le da nada de comer al cerdo, con el fin de que sus intesti-nos estén limpios. Es el día de preparación donde las mujeres empiezan a adop-tar el papel protagonista que les corresponderá durante todo el proceso. Es el

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momento de pelar y picar la cebolla para la morcilla, rallar la calabaza, preparar los ajos para el adobo, picar perejil y desmenuzar el orégano, pre-parar el pan para las sopas, labores éstas imprescindibles y que realizan con total perfección.

Temprano acuden a la cuadra del cerdo los hombres más fuertes, mientras cercana bulle el agua en un caldero suspendido sobre el fue-go. Generalmente se le hace salir al cerdo por su propio pie y para evitar que se escape se le echa un gancho al cuello que servirá para inmovilizarlo y facilitar su sujeción por el resto de ayudantes. Entre todos se subirá a la mesa o tabla de matar y se parali-zará para corar. El animal, previen-do peligro, lanza con fuerza grandes chillidos. Mi recuerdo infantil era de miedo por aquel espectáculo de san-gre y voces y un animal resistiéndose a morir. Ahora ya lo veo como algo normal, pues significaba quitarnos el hambre y el ingreso de algún dinero por los jamones que se solían vender en el mercado.

El cerdo se mataba a cuchillo, que era largo y afilado, y el matarife mi-raba con tiento el lugar exacto don-de clavarlo. Con este método lo que se buscaba no era tanto una muerte rápida como un desangrado lo más completo posible. Por ello no se bus-caba la penetración del cuchillo hasta

el corazón de forma inmediata sino un corte superficial para que el cora-zón siguiera bombeando sangre. Esta sangre constituye la base de la mor-cilla por lo que es fundamental su máximo aprovechamiento. Mientras el matador va introduciendo el cuchi-llo una mujer se encarga de recoger la sangre en un recipiente, agitándolo con una mano para evitar que se cua-je ya que si se produce el cuajado no tendría utilidad posterior.

Yo no sé si esta exposición podrá herir alguna susceptibilidad en esta sociedad de hipermercado, donde comemos todo lo del cerdo, pero no vemos su muerte. Les aseguro que muere igual. Posiblemente irá en fila india, y el que en la vieja quintana uti-liza el cuchillo, aquí lo cambie por una pistola que incansable dispara en la cabeza produciendo la muerte. El fin es el mismo, cambia la secuencia. Ya solo queda una vez muerto el animal, introducirlo en el duernu, donde se le vierte agua hirviendo encima para ablandar la piel y los pelos (cerdas) de forma que se puedan afeitar (rapar) más fácilmente. Es importante que el agua entre en contacto con todas las partes del animal, especialmen-te aquellas más difíciles de limpiar como son las patas, el rabo, el vientre, las orejas y el morro. Para ello previa-mente se le enrosca una cuerda a lo largo de todo el cuerpo de forma que

se pueda voltear fácilmente sin tener que tocar el agua hirviendo.

A partir de ahí ya empieza la labor de despiece que hábilmente saca in-testinos y vísceras para una vez lim-pio colgarlo limpio y reluciente de un gancho, y dejar la carne serenarse un día por lo menos. No podía faltar la comida para todos los asistentes, allí, después de la faena. Y además del tra-bajo específico del día, estas labores deben complementarse con la cocina, ya que la matanza suele celebrarse con un gran convite que hay que pre-parar. El eje principal suele ser el hí-gado (sopas de hígado picantes, híga-do encebollado, pollo…, etc.), aparte de unas chuletas de lomo, o el pica-dillo recién hecho. Café y orujo para terminar. La labor de hacer chorizos y morcillas suele dejarse para el día siguiente, en que las hábiles manos femeninas embuten y atan riestras del riquísimo picadillo de la carne del cerdo, que la imprescindible mezcla con la sangre y otros ingredientes, hacen después de una lenta curación entre humo, que cuando saboreamos un buen chorizo, o comemos la ri-quísima morcilla y tocino de nuestro plato estrella, que es la fabada, nos acordemos de aquel cerdo, no de sus chillidos, si no del producto resultan-te que estamos degustando.

Monchu Calvo

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Herramientas de transfor-mación

Ya me han regalado algunos calendarios con reparto mensual en cuadrícu-las de todos los meses del año, con todos los días festivos y con las fases lunares que habrá.

Pero además llevan unas fotografías: en una se identifica perfectamente el lugar panorámico de mi entorno, otra es de una niña con un pollito y otra de una chica en bikini.

La panorámica de este calendario, debieron de hacerla con un cortauñas, porque aún no me explico como una imprenta admite esa foto en sus planchas y la empresa que los adquiere y los regala se atreve con esta osadía, aún sabien-do que algunos vemos fotografías todos los días y de ellas las hay destacadas a la semana, en concursos y como primera plana de esta revista, y que además cualquiera de ellas avergonzarían a imprenta y regalador.

Entiendo que es un regalo, pero nadie me negará que tengo que ver la mis-ma foto mal hecha durante todo un año, día tras días, y entonces es cuando se valora a quienes nos iniciamos en fotografía, abrimos la pantalla de Moldean-do y zas,… modelo guapa de tono tostado y otra de piel rosada, con bikini, sin bikini, con sombrero, o desnuda con la cabeza metida en una lavadora. ¡Que grandeza y poderío tienen algunos en sus muestras fotográficas!

¿Y la foto de la niña con el pollito? Oiga, señor fotógrafo del calendario, ¿dónde colocó las luces para que la guapa modelo saliera con la cara quemada por la sobreexposición de luz y el pollito amarillo parece de la historia del Mis-terio de La Isla de los Monstruos. ¡Bueno, eso sí, es una ternura de foto¡

Cómo me gustaría un día abrir pantalla y que saliera una guapa modelo des-nuda si estoy solo —o muy bien abrigada de invierno, si mi mujer está detrás de mí— y diciéndome con voz suave:

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—Buenos días, Sr. Ricardo. Hoy es viernes, 9 de enero del año 2.015. En su programa favorito de fotografía, ha comentado uno de los Camaritos la fo-tografía que ha puesto Lola . Por cierto, hoy está muy guapo y bien afeitado. Tenga usted buen día.

Y a las chicas, y a algunos chicos, supongo que les gustaría la idea de que saliera un chico de torso triangular y fibrado, de pechos morenitos y un poco abultados (sin pasarse de abultado,… o sí, no sé,… allá cada uno/a) y que al mirar la pantalla les dijera:

—Hola, belleza de entre las bellezas, hoy es viernes 9 de enero de 2.015 y mañana sábado y ya sabes que sabadín sabadete… Como novedad, le comento que ha puesto una foto Maylín de un atleta desnudo en su cocina y otra foto-grafía, con los mismos datos que la anterior, de dos chicos desnudos limpiando el suelo y echándose leche por el pecho. Por cierto, bonito peinado llevas hoy a juego con el bolso marrón; te quedarían bien los zapatos verdes y el gorrito de lana tan cuco que tienes en el armario.

Pero mientras no nos pongan este invento, tendremos que seguir mirando el calendario del paisaje en la habitación estudio, el pollito en la cocina y la modelo del bikini detrás de la puerta de la despensa.

Para que a nosotros no nos pasen estas cosas con nuestras fotografías, siempre las podemos disfrazar y hacer algún trucaje con ellas poniendo delante una máscara de capa y borrando lo que nos interese que se vea.

Una de las herramientas de Photoshop más apañadas es las de Transformar (Edición/ transformación Libre o Transformar (Escala, rotar, sesgar, etc, etc...)

Comentar cómo se usan, no lo veo muy conveniente, pero por si acaso diré que tiene que haber una foto con un recorte marcado o una superposición; por lo demás con mirar las fotos que se exponen, sobran los comentarios, ya que como siempre, este apartado es para iniciados o recordatorio para el resto.

Para los montajes con un efecto de 3D plano, se trata sencillamente de exa-gerar los contornos por fuera de hojas y borrar los sobrantes.

En estos trabajos que se presentan, es más factible la imaginación que in-cluso el modo de trabajo que se va hacer.

Solo hay que saber que existe un tipo de herramienta que nos acondiciona nuestra fotografía al plano que lo queramos colocar, intercambiando los mo-dos de uso. Si quienes se están iniciando en fotografía, van siguiendo los pasos poco a poco, sin darse cuenta se están curtiendo en el fascinante mundo del engaño fotográfico.

Ricardo González, “Completu”

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Hoz alta del río Cabriel

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Paseo por el Maestrazgo

Al paseante le faltaba conocer el nacimiento del Tajo. De camino vería también los del Cabriel, Júcar, Turia y Cuervo. Porque un paseante tiene que aprovechar su tiempo. Un paseante se diferencia de un viajero en que éste se traslada sin prisas, sin límites de tiempo ni de otra estirpe. Pero un paseante tampoco es un turista, normalmente encorsetado en un viaje organizado y es-caso de todo.

El paseante pensó en hospedarse en el Parador de Albarracín, cerca de esos nacimientos, en los Montes Universales, ya saben: “El Tajo nace en los Montes Universales, provincia de Teruel...”

El nombre de “Universales” les viene de antiguo, en concreto del siglo XIV, reinando Pedro IV de Aragón que los incorporó a su corona manteniendo su sistema foral y de administración económica de tipo comunitario. Eran los montes de todos. Hoy ya no tanto y con frecuencia se encuentran carteles pro-hibiendo el paso y anunciando aquello como propiedad particular. Avances de la civilización.

El paseante hizo la reserva en su agencia y el trato quedó formalizado y pa-gado. Un amigo del paseante, Paco N., experto en castillos, paradores y ciuda-des extinguidas romanas o etruscas, quedó con él la víspera de la partida para iniciarlo en algunos de los lugares por los que pasearía, particularmente en el Parador-Castillo. Lo ilustró acerca de los tesoros del lugar, especialmente sobre sus pinturas góticas ricamente policromadas y con abundantes motivos civiles.

Sin mayor sospecha, el paseante salió a media mañana de su domicilio en el sur, porque nunca se le dio bien aquello de madrugar y menos en vacaciones, aunque la jornada se presentase densa y larga. No calculó el protagonista de nuestro relato cuan densa y larga iba a ser esa jornada. Atravesó el desfiladero de Despeñaperros y poco después paró a tomar fuerzas en Manzanares.

Cayendo ya la tarde, subía con el ambiente ya refrescado por las hoces altas del Cabriel, hermosas entalladuras en la piedra. Siguió luego por el cañón del Turia, que ya no se siente valenciano porque allí le quitaron el brillo de plata que menciona la canción-himno, al enterrarlo y transformar su cauce en un

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sendero con césped. El camino junto al Turia asciende hacia Teruel, que es ro-deado a modo de circunvalación natural por este fértil río, tras nacer poco más arriba.

Los ríos son sensibles y guardan su alma entre las piedras del cauce por el que se deslizan; pero necesitan ser reconocidos, como los humanos, y, cuando se sienten rechazados o alterados, lloran lágrimas saladas que vuelven acre la tierra que antes fertilizaban, llegando incluso a secarse de dolor.

El paseante viajaba en soledad, lo que tiene algunas ventajas: No hay que discutir el trayecto con nadie, ni los horarios, ni las paradas; además facilita el contacto con los lugareños, el habla con ellos, quizás porque el ser humano, acostumbrado a su ración diaria de conversación más o menos anodina, no puede prescindir fácilmente de esa rutina. Y esta conexión con los habitantes de los sitios paseados enriquece la marcha y le aporta nuevos valores que de otra manera probablemente no tendría, al menos con tanta frecuencia.

Al paseante la gasolina se le terminaba en el depósito de su montura metá-lica y se dispuso a repostar en la próxima estación. Sólo que ésta no llegaba. En el sur abundan las gasolineras, pudiendo contarse en pueblos no muy grandes dos o tres. Aquí solo hay un surtidor cada dos o tres pueblos y se conoce que el que tocaba debía haberlo pasado recientemente sin apercibirse de ello. Con la luz de la reserva del depósito de combustible encendida desde hacía ya rato, el paseante llegó a la capital del Turia, que como hemos quedado no es otra que Teruel, la de la plaza del torico. Pero tras darle la vuelta por la circunvalación oeste y tomar la dirección de Alcañiz, no encontró rastro de gasolinera alguna.

Esto puso a nuestro paseante especialmente preocupado y nervioso. Pensó que a la salida de la capital habría alguna, lo que le alimentó la esperanza de continuar por la ruta señalada. Tenga en cuenta el lector que en Teruel solo se señalan las direcciones hacia Madrid, Zaragoza o Alcañiz. Por ello continuó

A la izquierda, Río Cabril. Arriba, Albarracín

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con este último rumbo, noreste por cierto, lo que en principio no le llamó mucho la atención porque lo que más le preocupaba era lo del repostaje y además las circunvalaciones van dan-do la vuelta y en ellas esto del rumbo es relativo, por cambiante.

La circunvalación de Teruel no tiene nada que envidiarle a la futura M-60. Se conoce que piensan previso-ramente y no como en el sur, que se les quedó pequeña la SE-30 antes de concluirla a la altura del aeropuerto, allá por 1992. En Teruel sus políticos tienen previsión de futuro y cuando encargaron el diseño de su circunva-lación a los técnicos, les advirtieron que lo hicieran pensando en una fu-tura capitalidad del resurgido reino de Aragón, Cataluña y Baleares (a Valencia la dejaron aparte por lo del

Arriba, Castillo de Albarraciín.A la izquierda, Parador de Alcañiz.En la página siguiente, Sabina Tricentenaria.

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Turia explicado antes). Por algo se había dado cerca lo del Compromiso de Caspe...

Al paseante le traía sin cuidado el insistente rumbo noreste, que to-maba su camino, aún sabiendo como sabía que el Tajo nace hacia el su-roeste. El paseante quería repostar y terminar de una vez por todas su ya larga jornada (estaba atardeciendo, con el sol empezando a coquetear con el horizonte, en un ademán un tanto promiscuo). Pero las reservas de los depósitos de los automóviles mien-ten descaradamente, como los velocí-metros, con los que uno a veces teme que se ha saltado la norma pero los radares no saltan.

Cercana ya la “Ruta del tambor y del bombo” (no viene al caso explicar las diferencias) el aturdido conduc-tor, que ya no paseaba, encontró su estación de servicio con los últimos estertores del motor. El operario le atendió de mil amores y le apostilló

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que, efectivamente, esto no es como el sur, del que él también procedía y daba fe.

Tranquilo ya por no tener que quedar abandonado en la cuneta (el país estaba además en grúas de brazos caídos, por huelga) el paseante comenzó de nuevo a interesarse por su extraño rumbo. Por mucho que los técnicos de Obras Públicas turolenses quisieran agradar a su virrey, la circunvalación era ya demasiado exagerada, vamos que casi llegaba a Zaragoza y Lérida. Decidió, pues, parar y consultar sus mapas y cartas de navegación, que por zonas de mares interiores como el de Aragón conviene ir preparado para todo.

Con asombro descubrió que andaba en pleno Maestrazgo, camino de Alca-ñiz, por lo que muy lejos se hallaba de su destino previsto, del nacimiento de su Tajo, así que, armándose de paciencia corrigió el error y viró 180 grados. Al menos ahora tenía cierta familiaridad con el paisaje, pues le era conocido por haber pasado hacía pocos minutos por él, pero en sentido contrario, aunque hay que resaltar que un paisaje en sentido contrario resulta familiar pero no es lo mismo.

Enormemente contrariado por el error, volvió a entrar en Teruel. Allí bus-có señales que le guiasen, cercana ya la noche, hacia la sierra de Albarracín, a donde llegó con las primeras oscuridades. Decidió cenar nada más entrar en la ciudad de Albarracín (“uno de los pueblos más bonitos de España”, según su Ayuntamiento) y tras encontrarse ya más repuesto, salió de nuevo en busca del Parador-Castillo, que, como todos ellos debía estar en lo alto de la población.

Preguntó por él a unos transeúntes, que desconocían el camino del Parador. Los siguientes le dijeron que del Parador no sabían nada, pero que al Castillo se subía por la primera a la derecha.

Subió, lo vio y echó de menos algún anuncio, al menos el de la entrada. Lo rodeó en tanto pudo, sin encontrar puerta abierta alguna, ni señal de esta-blecimiento hotelero de ninguna clase. Ante tamaño desencantamiento, en-contróse como Don Quijote cuando arremetió contra los gigantes y éstos se

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transformaron en molinos de viento. Sin duda, esto era algo parecido. Tuvo la lucidez de llamar a su amigo Paco que la noche anterior lo había ilustrado sobre las pinturas góticas del castillo y demás elementos artísticos del mismo. Su amigo le advirtió de inmediato que el nunca habló del Parador de Albarracín, por la sencilla razón de que aún no ha sido concebido ni en gracia ni en pecado. Que él siempre se refirió al Parador-Castillo de… ¡Alcañiz!

Seguro que por algún extraño encantamiento, se produjo ese cambio de palabras que a veces experimentan las personas y dijo Alcañiz en lugar de Al-barracín. Porque su amigo no iba a gastarle conscientemente semejante broma. El paseante quiere estar orgulloso de los suyos.

Volvió a coger las armas de la paciencia y se dispuso por tercera vez, cerca ya de la medianoche, a desandar de nuevo las leguas recorridas ya dos veces en aquella tarde-noche. Bajó al pueblo de Albarracín y tomó rumbo a la capital, la del torico.

Circunvaló de nuevo su exagerada circunferencia y cogió el sentido nordes-te del Maestrazgo para acercarse una vez más a Alcañiz. Pasó otra vez la ruta del tambor y del bombo, alcanzando ya cerca del filo de la madrugada la her-mosa y medieval ciudad de Alcañiz, que bien señalado tenía el camino del Cas-tillo-Parador, al que se encaminó sin más dudas. Estaba ya cerrada la cancela de la fortaleza, pero tras dos aldabonazos pronto le abrieron y pudo descansar por fin, en cama doselada, cuando los primeros vencejos empezaban a surcar los cielos con sus vertiginosos vuelos y los murciélagos comenzaban la retirada.

Al día siguiente, tras un desayuno continental, el paseante volvió a enca-minarse, por cuarta vez, hacia los Montes Universales, donde tras ver sabinas tres veces centenarias encontró el origen del Padre Tajo y los nacimientos de los demás hijos acuáticos reseñados al principio…

Juan Depunto

A la izquierda, nacimiento del río Tajo.Arriba, nacimiento del río Cuervo.

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EL arte del Cosplay, 3

»COSMAKING«

En el primero de los artículos de esta serie sobre el mundo del cosplay pre-sentamos un pequeño acercamiento a esta cada vez más conocida afición. En el artículo anterior profundizamos un poco más en el prop-making. Y ahora le llega el turno a los cosmakers.

El cosmaking es la otra división disciplinar del cosplay. Por un lado están los cosplayers especializados en artesanía y fabricación de accesorios (prop-makers) y por otra parte aquellos que se centran en la fabricación de trajes, usando diversos tejidos y materiales, así como técnicas de patronaje y confec-ción (cosmakers). Debido a que ambas disciplinas están íntimamente relacio-nadas, muchos cosplayers desarrollan ambas, para crear de forma totalmente autónoma todos los trajes y accesorios.

El cosmaking es el trabajo de diseño, confección y elaboración de cosplays, y constituye la columna vertebral de esta afición. El cosplay es un traje a menu-do compuesto de prendas atípicas con características y detalles muy variados. La tarea del cosmaker consiste en analizar el traje original del personaje y con-feccionarlo de la forma más precisa posible.

A continuación se describen varias disciplinas y técnicas relacionadas con el cosmaking. Estás disciplinas están frecuentemente muy relacionadas con el tratamiento de telas, tejidos y complementos usados para la confección del traje.

Diseño y patronaje. El primer paso a la hora de plantearse la elaboración de un cosplay es recabar un buen número de imágenes y/o vídeos del personaje original del que pretendemos hacer el cosplay, a menudo de frente, perfil y por detrás, de forma que se puedan apreciar todos los detalles del traje.

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A continuación, el cosmaker debe diseñar las prendas del cosplay. Los per-sonajes de series de televisión, cine, cómic o animación a menudo tienen pro-porciones y características irreales, es por eso que el cosmaker debe trasladar esas características fantásticas a unas proporciones y fundamentos reales que pueda llevar a la práctica.

Después, el cosmaker debe patronar el traje, tomando como referencia las diferentes medidas y tallajes de la persona que va a vestir el cosplay, que podrá ser él mismo, si pretende usarlo después en convenciones o sesiones de fotos, u otra persona que le haya encargado la fabricación del traje.

Costura, corte y confección. Como en la confección de cualquier prenda de vestir, la máquina de coser es por regla general el instrumento clave de un cosmaker. El mayor o menor dominio que el cosplayer tenga de la máquina condicionará los acabados del traje y su durabilidad. Saber cómo doblar, cortar y medir telas también es fundamental para la labor de un cosmaker.

Cuando un cosmaker da sus primeros pasos en este mundillo, habitual-mente no sabe coser o tiene unas nociones muy básicas. Según van avanzando en sus creaciones los hay que son plenamente autodidactas y otros asisten a clases o cursos donde aprenden corte y confección, costura o incluso patrona-je. Una opción bastante útil y recurrente en muchos casos es la modificación de prendas de ropa ya existentes. La mayoría de las veces es más fácil retocar chaquetas o pantalones ya hechos para que se adapten al personaje, en lugar de empezar de cero solo con las telas.

Disciplinas técnicas. Aunque la confección es la base para la elaboración de cosplays, las técnicas de envejecimiento de materiales, tintes, trabajo con pie-les sintéticas, cuero, plásticos… pueden ser de gran ayuda para hacer el cosplay exactamente como pretendes.

En la fabricación de trajes compuestos total o parcialmente de piezas de armaduras, entran en juego otras disciplinas, más propias de los prop-makers: termomoldeado de materiales ligeros como gomaeva o PVP, encolado, lijado, corte, barnizado…

¿Es tan incómodo como parece?Tras leer estas líneas es posible que a alguien se le haya pasado por la cabeza

que los trajes de los personajes de televisión cine y cómic, además de poten-

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cialmente muy complicados de recrear, tienen que ser, muchas veces realmente incómodos de vestir.

Los cosplayers que acuden a convenciones o eventos regularmente son muy conscientes de este aspecto. Pasar largas horas con un cosplay muy ajustado o con muchas capas de tela en pleno verano puede llegar a ser un suplicio, igualmente llevar un cosplay ligero en invierno puede resfriar a más de uno. Aunque los cosplayers escogen con mucho cuidado tejidos, telas y acabados, que les permitan transpirar, moverse y realizar todos los movimientos necesa-rios para sus actuaciones, la fidelidad al personaje es siempre prioritaria. Como con cualquier otra gran afición, el entusiasmo, la ilusión y las ganas siempre ayudan, mejor que nada a combatir las inclemencias del tiempo.

Aunque el cosplay es la apariencia clara del personaje, es el cosplayer el que le infunde vida, tratando de transmitir los movimientos y poses características de su personaje. De esta forma es como realmente el carácter da el salto de la pantalla o del cómic a la vida real, y los aficionados al videojuego, la serie o la película en cuestión pueden mirar al cosplayer y ver realmente una caracteriza-ción de su querido personaje.

¿Hay más tipos de cosmaking? Aunque el término cosmaking va asociado al cosplay, entendido como creación e interpretación de trajes de personajes de cine, vidoejuegos, películas, cómic… podríamos incluir aquí, por sus similitu-des técnicas, el mundo de la recreación histórica, una curiosa afición cultural que consiste en crear los trajes de una época histórica determinada (antigua, medieval, victoriana…) para hacer recreaciones teatrales de grandes batallas o eventos del pasado, algo muy común en ferias o mercados medievales. De algu-na manera, estos aficionados a la historia, mediante la minuciosa confección de trajes de época, así como sus grandes interpretaciones, consiguen abrirnos una puerta al pasado, trasladándonos momentáneamente a aquellas épocas pasadas cargadas muchas veces de tanta magia como la propia ficción.

Con estos tres artículos espero haber descubierto un poco este fantásti-co mundo que es el cosplay, así como haber avivado vuestra curiosidad… que salgáis a la búsqueda de cosplayers cerca de vosotros, que les conozcáis, que podáis ver su trabajo y que surjan buenas relaciones de amistad y grandes cola-boraciones uniendo nuestro arte, la fotografía, con el de ellos.

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Ilustraciones

Foto 1: Irene García. Personaje: Dancer (Ragnarok Online).Foto 2: Adhayra TinyStar. Personaje: Morgiana (Magi, TheLabyrinth

of Magic). Playa de Barayo (Asturias).Foto 3: ThelemaTherion Personaje: Satsuki Kiryuin (Kill la Kill). Hotel

Ayre Oviedo.Foto 4: Adriana Driada Personaje: Ashe (League Of Legends). Hotel

Ayre Oviedo. Foto 5: Marta Crespo. Personaje Anna (Frozen) Hotel Ayre Oviedo.Foto 6: Kei SScene, Andrea Dríada y Marta Crespo. Hotel Ayre OviedoFoto7: Alice Inu, Kei Sscene, Andrea Dríada, Aru Borrego, Marta Cres-

po, Thelema Therion y Svarti. Hotel Ayre Oviedo.

Como referencia de estas actividades ilustro este artículo con imágenes de cosplayers tomadas en diferentes sesiones fotográficas de colaboración. Per-tenecen a una sesión individual que tuve con Adhayra TinyStar, así como a la sesión en la que participé en el Hotel Ayre Oviedo, actividad organizada y promovida por el equipo de CometCon Asturias, con un sorteo previo entre cosplayers a través de Facebook que concluyó en una magnifica sesión con siete cosplayers y tres miembros más de Moldeando la Luz que dejaron muy buena impresión con su gran trabajo y profesionalidad.

Pero este no es el último artículo sobre esta serie. Aún nos queda el último, que será el colofón e irá orientado de forma más específica a la fotografía de cosplay.

Juan José Pascual

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Jeanloup Sieff

Nació en Paris el 30 de Noviembre de 1933, sus padres eran de origen pola-co, estudió literatura y periodismos, si bien nunca terminó estas carreras pues, ya en la escuela de periodismo de Vaugirad de Paris, cuando corría el año 1953 comprendió que lo suyo era la fotografía, así que al año siguiente comenzó sus estudios de fotografía en Vevey, Suiza. La cosa no era nueva para él, pues ya a los quince años había comenzado con sus tentativas de fotógrafo “amateur”. Pero sería en 1954 cuando se estrena como reportero gráfico.

También trabajaría para la agencia Magnum pero la abandonó pronto para trabajar por cuenta propia, y durante este tiempo y casi siempre en París reali-za trabajos independientes sobre moda para la revista Elle. Durante su estan-cia en la Agencia Magnum fue reportero en Grecia, Turquía y Polonia. Luego trabajaría por libre hasta 1961, cuando fue galardonado con el Premio Niepce. Fue a partir de esa fecha, cuando comenzó a realizar fotografías de moda para todas las grandes revistas norteamericanas y europeas, como Harper´s Bazaar, Glamour, Esquire, Look, Vogue o Twen.

Además, Sieff fue un sobresaliente fotógrafo del desnudo. Uno de sus pro-cedimientos estilísticos fue utilizar los grandes angulares, que dan a sus des-nudos el aspecto de estar extraviados en una atmósfera onírica, y sugiere un cierto distanciamiento de los modelos, aun si estos últimos miran frecuente-mente a los ojos del espectador.

Sus excelentes fotografías de paisajes son menos conocidas. Uno de sus primeros ejemplos de ese genero de la fotografía “Casa negra. 1964,” que nos demuestra cómo el empleo del objetivo de 28 mm puede engendrar un efecto dramático, y atestigua el virtuosismo de Sielff para sacar partido de la fotogra-fía en blanco y negro, poniendo de relieve la textura de la madera y el junco, por una parte, y de las siluetas, las sombras y el trazado del cielo, por otra.

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La característica más sobresaliente en su trabajo sin lugar a dudas fue el uso del blanco y negro, el uso continuado de los grandes angulares y esos toques finales de sus contrastes realizados en el laboratorio químico. Se evi-dencia de igual manera su influencia en el surrealismo y en la llamada nueva objetividad en aquella época. A lo largo de sus años como fotógrafo su obra fue reiteradamente premiada a nivel internacional, Europa, Estados Unidos y hasta en Japón.

Podríamos concluir diciendo de este gran fotógrafo francés que su obra ha sido reconocida mundialmente por sus retratos en blanco y negro a personali-dades del mundo de la política y el espectáculo, pero que también sus reporta-jes y sobre todo sus desnudos han dejado una imborrable huella en el mundo de la fotografía.

Jeanloup Sieff murió de cáncer a los 67 años, el 20 de Septiembre de 2000 en la ciudad que le vio nacer, Paris.

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Manuel Cascales Guindos

Foto: Sergey

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Manuel Cascales Guindos

Foto: Sergey

El pasado 27 de diciembre la comunidad de Moldeando la luz se despertó con una infausta noticia que nos llegó a través del Fa-cebood del propio Manuel Cascales en una entrada en la que su hijo comunicaba su fallecimiento:

“Buenas noches, soy el hijo de Manuel Cascales. Desgraciadamente quiero comunicaros que falleció en el día de ayer.

Quería agradecer a todos sus amigos, compañeros de afición foto-gráfica o no, los buenos ratos y lo bien que lo habéis tratado.

A su edad tenía pocas posibilidades de diversión y de distracción y vosotros se lo habéis proporcionado.

Muy agradecido de corazón y quiero deciros que era un insuperable padre y un gran hombre. Gracias.”

El día 28 de Enero cumpliría 90 años, un ejemplo para todos. Hasta el día 24 de diciembre siguió al pie del cañón, haciendo lo que más amaba entre todas sus aficiones, la fotografía. ¿Quién a su edad piensa en recuperar sus viejas fotos, lavarlas, adecentar-las, ponerlas al día en el complicado Photoshop? Manuel Cascales si, era de esos hombres que aún pensando que se podía morir ma-ñana hoy plantaría un árbol, sabiendo que nunca iba a disfrutar de sombra y de sus frutos, pero tenía muy claro que los que vinieran detrás sí podrían hacerlo.

Descanse en paz.

Para mayor información:http://moldeandolaluz.com/profiles/blogs/hasta-siem-

pre-amigo-manuel

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Joaquín Bilbao

El fotoperiodista Joaquín Bilbao (Gijón, 1959) falleció en la mañana del 8 de enerode forma repentina en su domicilio. Desa-rrolló la mayor parte de su trayectoria en El Comercio, de Gijón, donde su cámara recogió gran parte de los momentos más rele-vantes de la historia de Gijón y Asturias en los últimos años. Espe-cialmente destacada fue su faceta de fotógrafo deportivo. Joaquín Bilbao era una de las referencias del periodismo gráfico regional en las coberturas del fútbol, los deportes de motor, el ciclismo y la hípica. Las fotografías que realizó en las últimas décadas del Spor-ting y de numerosas competiciones forman parte de la historia del deporte asturiano.

En nuestra red social Moldeando la luz deja seguidores de su obra y amigos personales.

Para mayor información:http://moldeandolaluz.com/profiles/blogs/fallece-a-los-55-

anos-el-fotoperiodista-de-el-comercio-joaquin-bi

Foto: Paloma Ucha

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Joaquín Bilbao

Foto: Paloma Ucha

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El pasado 7 de enero de 2015, cuando esta revista estaba ya en capilla (y el número estaba ya editado y a la espera de su subida a la Red) dos enmascarados armados con fusiles Kalás-hnikov, una escopeta y un lanzagranadas, entraron en las ofici-nas del semanario satírico francés Charlie Hebdo y dispararon primero al editor «Charb», que parecía su objetivo número uno, y luego indiscriminadamente contra todos los miembros de la redacción. El balance de aquella actuación —con la que preten-dían “vengar” la publicación de alguna caricaturas del profeta islámico Mahoma en el semanario— no pudo ser más trágico: diez muertos y once heridos.

Los pistoleros consiguieron huir en primera instancia, pero localizados e identificados por las fuerzas especiales de la po-licía y de la gendarmería el día 9 fueron abatidos. Se trataba de los hermanos Kouachi. Aunque paralelamente otro hombre atentó contra un policía en Mountrouge y se atrincheró en un supermercado con rehenes, de los que acabó matando a cuatro.

En otros lugares de Europa se han conocido al menos otros dos episodios similares de ataques a medios de comunicación por individuos que matan por una opinión contraria a la suya, sintiéndose legitimados por libros que no han leído, por dog-mas que no entienden y por directrices a caballo entre la reli-gión y la política que siguen a ciegas.

La solidaridad europea con Charlie Hebdo, a la que lógica-mente se suma Luz y Tinta, está siendo modélica: millones de ciudadanos en toda Francia, con el apoyo de cientos de otros países, rechazan el atentado en manifestaciones de repulsa.

Sólo queda el consuelo de que los supervivientes de esta re-vista satírica ya han comunicado que continuarán con la edi-ción, que en su próximo número alcanzará el millón de copias.

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