lou carrigan-archivo secreto 168-siempre prisioneros (1977)

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  • 7/25/2019 Lou Carrigan-Archivo Secreto 168-Siempre Prisioneros (1977)

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    SIEMPRE PRISIONEROSLOU CARRIGANCAPTULO PRIMEROPor el amor de Dios, Frankie... Te vas a comer todo eso?Frank Minello, jefe de la Seccin Deportiva del Morning News, dej de frotarse las manos y relamerse contemplando la cena que haba encargado, y mir a la persona que le haba hecho la pregunta.Qu persona...!La ms bella mujer del mundo, sin discusin posible. Era elegante hasta el asombro,hermosa hasta el lmite, delicada hasta lo increble... Ojos azules; azul cielo, grandsimos, llenos de dulzura; de inteligencia, de luz. La boquita sonrosada estabaabierta a medias en manifestacin de su asombro. Y en una manita sostena una de lasflores del bcaro que el camarero de Sam's haba colocado en la mesa, naturalmenteen honor a ella. Una manita que, dicho sea de paso, era ms hermosa que la flor.Para los habituales de, Sam's, el restaurante sito cerca del Morning News, aquella persona era harto conocida... y admirada sin excepcin, porque era amable, educada, simptica, capaz de ayudar en todo a quien se lo pidiese. Eso aparte de que era una de las periodistas ms famosas y sorprendentes del mundo entero, ganadora del Premio Pulitzer, invencible a la hora de escribir cualquier artculo.Para los habituales de Sam's, la seorita Brigitte Montfort era bien conocida, como una persona admirable y una periodista fuera de seri. Estaban acostumbrados a su bellsimo rostro, a sus amables bromas, a su risa celestial... Todos saban en Sam's quin era Brigitte Montfort. Lo que no saba ninguno era que aquella delicada joven, que pareca incapaz de sacudirse una mosca por no molestarla, era, tambin, la a

    gente Baby, la ms eficaz, peligrosa, audaz, mortfera, implacable espa del mundo, alservicio de la CIA generalmente, pero en verdad, siempre, siempre, al serviciode la paz.Nadie saba esto en Sam's, excepto Frank Minello, su mejor amigo, que se dejara matar por ella. Y Miky Grogan, director del Morning News, en el cual trabajaba la seorita Montfort. Moses, el jefe de Redaccin, qu comparta la mesa con Brigitte, Minelo y Grogan, viva en la creencia de que las frecuentes ausencias de Brigitte erandebidas unas veces por trabajos periodsticos y otras por asuntos personales. Sile hubiesen dicho que la seorita Montfort era capaz de enfrentarse a tres hombressin arma alguna y matarlos a los tres, se habra desmayado de la impresin.Pero en aquel momento no haba por qu desmayarse.Simplemente, Brigitte haba hecho una pregunta a Frankie, y tanto ste como Grogan yMoses, la miraron alzando las cejas.

    Fue Frank Minello quien habl:Claro que me lo voy a comer mascull. Tengo derecho a cenar, no?Desde luego tuvo que admitir Brigitte. Pero, Frankie, con todo eso no slo vas a cenr, sino que yo dira que vas a desayunar y almorzar, por lo menos.Bah, bah, bah! rechaz Minello. Nos espera una dura noche de trabajo, y no se puedeabajar con el estmago vaco.Tampoco creo que se pueda trabajar con el estmago atiborrado insisti Brigitte. Saielo!; si yo ingiriese todo eso me morira de indigestin.Frank Minello sonri, alz ambos brazos, doblados, y tens los msculos. Unos enormes bps se marcaron formidablemente en las mangas de su chaqueta.Soy un hombre grande y fuerte dijo categricamente, as que necesito comer mucho.Miky Grogan lo mir sarcsticamente.Me parece bien. Pero deberas comer ms pescado.

    No me gusta el pescado protest Minello. No veo por qu demonios tengo que comer peso.Dicen que el pescado aumenta el contenido de fsforo en el cerebro, y que el fsforoes bsico para la inteligencia humana inform .Moses, sonriendo ladinamente. Me parecque Miky ha dado a entender, que no eres demasiado listo, Frankie.Miky Grogan mir afablemente al jefe de Redaccin.Moses, recurdame que te aumente el sueldo.Con mucho gusto! ri Moses.Brigitte tambin ri, fija su mirada en Minello, que comenzaba a mosquearse.Ya se estn metiendo contigo otra vez, Frankie dijo.

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    Envidia que me tienen. Son un par de viejos decrpitos que andan tomando pastillastodo el da... Pura envidia. Estoy seguro de que les gustara poder cenar como yo, en lugar de chupar con sus cariados dientes una hoja de lechuga y un filete de carne que para verlo yo necesitara una lupa... Cochina envidia! Y t, ngel de mi amorso Minello los ojos en blanco, tambin crees que necesito comer pescado?Hombre... los bellsimos ojos azules se entornaron maliciosamente. La verdad, Franki, todos necesitamos comer pescado. Pero en tu caso, bastara con una sola pieza.Ajaj! exclam Minello, con tono de triunfador. Se dan cuenta, ancianos? Brigittedera inteligente...!No he dicho exactamente eso, Frankie.Cmo que no? se sorprendi Minello. Has dicho que con un solo pescado tendra suficas que...Pero no he dicho qu pescado, querido.Qu ms da? Un lenguado, una sardina, un...Mejor una ballena desliz Brigitte.Grogan y Moses se echaron a rer. Pero no solos. Rieron tambin los clientes que tenan la fortuna de estar aquella noche cerca de la mesa de Brigitte Montfort. Y ri el camarero, que se acercaba con la botella de vino italiano pedido por Minello.Y al or rer a todos estos personajes, el restaurante entero solt la carcajada, oyndse en seguida algunas voces:Qu ha dicho Brigitte?Oye, qu ha dicho la reina?Ya le ha soltado al pobre Frankie alguna de las suyas...Seguro que hay para mondarse de risa.

    Esa divina criatura tiene tan buen humor que para mi suegra lo quisiera...Los comentarios recorrieron el local con la fuerza del rumor de un oleaje, mientras Frank Minello iba enrojeciendo hasta adquirir el tono del ms hermoso tomate.Me odias... musit. Me odias, amor mo!Te quiero ri Brigitte. Pero tengo que admitir que comes demasiado. Me recuerdas a Ii.Quin es ese tipo? Un vasco espaol.Un qu?Este gorila no sabe nada de nada se ensa Grogan. Bueno, de deportes s entiende, ddmitirlo. Pero, por lo dems, es ms tonto que ua colilla.De deportes s entiende, es verdad apoy Moses. Pero estos das est desconcertado. riste. Verdad, Frankie?

    De verdad ests triste, Frankie amado? se interes vivamente Brigitte. Por qu?Yo no estoy triste refunfu Minello.Est triste como un nio al que obligan a ir al colegio en domingo remach Moses. Y porque le han roto la cara a Cassius Clay. O, si lo prefieren, Muhammad Ali, elrey de las doce cuerdas. Le dieron un bofetn que...Hubo trampa! grit Minello.Cmo que hubo trampa? salt Moses. De eso nada, muchacho! A tu admirado Muhammad ln un sopapo y le rompieron la cara. Tres meses sin boxear, querido mo. Trampa, dice...! Qu clase de trampa, vamos a ver?El otro tipo llevaba un puo de hierro de esos de la Edad Media dentro del guante... Lo llevaba!Minello gritaba tanto que lo oyeron todos. Y el abucheo fue general. Minello seenfad tanto, que ni siquiera se dign contestar. Baj la cabeza, tom el tenedor y la

    mprendi con su cena a toda mquina.Igual, igual, igual que Iaki el vasco dijo Brigitte.Minello la mir y mascull con la boca llena:Bueno, quin era ese Iaki? Qu hizo?Es un chiste que me contaron en Espaa. All, los vascos, que as se llaman a los de ua provincia espaola llamada Vizcaya, tienen fama de ser muy comilones, y el tal Iaki es, un personaje de chiste, muy famoso. Bueno, un da invitaron a comer a Iaki unos cuantos amigos y se lo llevaron a una taberna-restaurante. Era la primera vez que iban a aquel restaurante, y el camarero no conoca a Iaki, as que le pregunt, omo a los dems, qu deseaba cenar... Y sabes qu contest Iaki?

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    Qu contest?Pues dijo: Hoy no tengo mucho apetito, as que trigame una vaca.Hubo risas alrededor, y hasta Minello tuvo que soltar la carcajada, haciendo esfuerzos por retener la comida en su boca.Un momento cort Brigitte: el chiste todava no ha terminado.De veras? ri Moses. No es posible!Qu sigue? rea tambin Grogan.Veamos... El camarero, al or aquello, pens que Iaki le estaba gastando una broma, ycomo era tipo de excelente humor, tan vasco como Iaki, en lugar de desconcertarsedecidi seguir la simptica broma y pregunt: Una vaca? Y nada ms...? Entonces, Io defraudar a tan servicial camarero, replic: Bueno... Pngale unas patatitas... Mucas patatitas!. Ese es Iaki.Minello tuvo que colocarse la servilleta delante de la boca, mientras los dems rean a mandbula batiente, aunque algunos no se haban enterado bien..Qu ha dicho?Un tipo que se comi una vaca.Ah... Qu brbaro!Pero con patatitas exclam otro comensal. Con muchas patatitas!Oye, Sam! grit otro. Como esta noche le cobres la cena a la seorita Montfort, tesin clientela !Cena pagada!ri el propietario, junto a la mesa de recepcin de pedidos.Ay, mi madre! pudo rer por fin, a gusto Minello. Con muchas patatitas! Hey, camareme muchas patatitas!La nica persona que no rea all era, precisamente, la seorita Montfort, que estaba m

    rando hacia la puerta del restaurante. Muy seria. De pronto, pareci darse cuentade que su seriedad no encajaba all, y sonri, un tanto desganadamente.Ya vuelvo murmur, O quiz no.Qu dice? resping Grogan. De qu est hablando? Esta noche tenemos todos mucho tPero .Brigitte caminaba ya hacia el aparador donde se apilaban bocadillos. Tom uno, lo mostr a Sam, que asinti con la cabeza, y se fue hacia la puerta, sonriendo bajo el diluvio de bromas que iba recibiendo.Sali a la calle, mirando a ambos lados..,., pero dej la mirada fija, finalmente, en un coche estacionado en doble fila delante de Sam's. Dentro del coche se haba encendido una lucecita, cmo si alguien estuviese encendiendo un cigarrillo. Se acerc al coche, abri la portezuela derecha y entr, sentndose junto al conductor, que cupaba desganadamente de su recin encendida pipa.Era un sujeto menudo, delgado, de ojos penetrantes y facciones duras: Charles Al

    an Pitzer, jefe del Sector Nueva York de la CIAHola, to Charlie! musit Brigitte.La estn esperando en la Central dijo Pitzer.Cuando he visto su cara, espiando en el restaurante, me he temido algo as. Por esotraigo este bocadillo... Porque supongo que no puedo cenar con mis amigos.Yo tambin soy su amigo, no?Brigitte sonri, seal hacia adelante y dio un mordisquito al bocadillo. Exquisita yrefinada como quien ms, no tena inconveniente alguno en andar a mordiscos con un bocadillo de queso si la ocasin as lo impona.Charles Pitzer, que ya conduca por el centro de la calzada, dijo sin mirarla:Han matado a tres hombres.La seorita Montfort se qued como si de pronto el queso se hubiese quedado incrustado en su garganta. Consigui por fin tragar el bocado, palidsima, y susurr:

    De los nuestros? Tres Simones?No... No, no. No eran de la CIA: perdone si me he expresado mal.: Hasta el momento, no hay noticias de que haya sido asesinado ninguno de sus queridos nios, Brigitte.Bien... Entonces la noticia es menos mala..., pero sigue siendo mala, claro. Quineseran?Tres militares: el capitn James Carson y los soldados William Tarlett y Arnold Weston.Ya... En qu se ocupaban?En nada. Descansaban. Formaban parte del contingente de prisioneros que han regre

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    sado estos das de Vietnam del Norte.Vaya... No se puede decir que les haya sentado bien el regreso a la patria. Lo siento de veras; pero no entiendo qu tiene que ver la CIA con esto, to Charlie. Yo dira que es una cuestin de tipo militar, no? Los servicios de informacin adecuados, quizs, incluso, los de investigacin de la Polica Militar...El Departamento de Guerra ha puesto el caso en manos de la CIA Y no me pregunt porqu: no lo s.Entonces, dgame lo que sepa.De acuerdo. Esto es lo que s: Mster Cavanagh me llam personalmente por la radio, y e encarg que la localizase cuanto antes y la enviase inmediatamente a la Central.As que envi a Simn a preparar el helicptero, y yo la llam a su apartamento y al Ming. Fue en el peridico donde me dijeron que deba estar usted en Sam's. Ahora, todo lo que tengo que hacer es llevarla a donde Simn la espera, con el helicptero, para llevarla con mster Cavanagh. Eso es todo, aparte de lo que le he dicho sobre esos tres asesinatos.No es mucho lo que usted sabe murmur Brigitte. Pero tengo la certeza de que en la Cntral, mster Cavanagh me est esperando con toda la informacin que haya sido posiblereunir.CAPTULO IICerr la puerta tras ella, mientras mster. Cavanagh, jefe absoluto del Grupo de Accin de la CA., acuda hacia ella, cojeando, tendida su diestra:Bien venida murmur. Y gracias por la rapidez.Ella estrech afectuosamente la mano de, Cavanagh.No he podido ni terminar un bocadillo de queso sonri. Y no por falta de tiempo, sin

    porque se me fue el apetito. De qu se trata?Cavanagh le pas un brazo por los hombros, la llev hasta un silln, y luego fue a sentarse ante su mesa, que qued entre ambos. Vacil visiblemente, pero acab por alzar un sobre y tenderlo hacia Brigitte.Son fotografas de los tres militares asesinados.La divina espa las sac del sobre, y mir los rostros de los tres hombres, con atenci. Cierto: dos marines rasos y un capitn. Cada fotografa tena el nombre completo deujeto.Vistas dijo devolvindolas.Cavanagh le tendi otro sobre, vacilando an ms que antes.Aqu estn las que tomaron despus de los asesinatos. Por un lado, creo que debe verla. Por otro, casi me atrevo a pedirle que no las mire.Baby alz las cejas, un tanto sorprendida. Luego, ante el gesto resignado de Cavan

    agh, tom el sobre y sac las fotografas que contena. Haban quiz veinticinco o trei. Y slo ver la primera, la espa ms peligrosa del mundo palideci intensamente..Dios...Ya ha visto una; no mire las dems, Brigitte. No tiene por qu hacerlo. Le advierto que sa es la menos... impresionante.Brigitte baj de nuevo la mirada hacia la fotografa de la vctima. No poda saber cullos tres hombres era, porque haba sido... machacado, mutilado, destrozado... Estaba en el centro de un charco de sangre y pareca, simplemente una piltrafa.Suspir, meti las fotografas en el sobre y las devolvi a Cavanagh, con gran alivio pra ste.A los tres los han... tratado igual? pregunt.S. Los tres fueron asesinados salvajemente, despedazados... Algo alucinante, crame.

    Se sabe quin lo ha hecho?No.Y los motivos?Tampoco, claro.Pero una cosa as no se hace sin motivos, supongo.Evidentemente. Pero los motivos slo los conocen los asesinos..., por el momento.Tenemos alguna pista, algn dato...?Algo hemos conseguido... Mejor dicho, el Departamento de Guerra nos dio ya planteado el problema con bastantes datos...Perdone un momento, seor; por qu han recurrido los militares a la CIA? Tienen su pr

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    pio...Habr que ir a Hong Kong. Pero djeme que le explique cmo estn las cosas y luego contar a las preguntas que se le ocurran. Veamos. Como usted sabe, en estos tres meses ltimos se est llevando a cabo la repatriacin de prisioneros norteamericanos en Vietnam del Norte. Estos tres hombres formaron parte de una de las primeras expediciones de regreso a Estados Unidos. Concretamente, salieron de Saign el da quincede febrero, junto con otros muchos, desde luego. Llegaron aqu, se llevaron a cabo los trmites militares correspondientes, fueron licenciados... Todo eso. Y comoes lgico, todos esos hombres, an desconcertados, asustados, cohibidos, reemprendieron su vida normal civil del modo ms razonable posible: tomndose una temporada dedescanso, de reflexin, para centrar su mente, su espritu... Todas esas cosas: Un prisionero de guerra no suele pasarlo bien, ya lo sabemos. Y los asiticos, por regla general, no tratan a sus prisioneros precisamente con cario... En fin, regresaron, fueron licenciados y se dedicaron a descansar esperando el momento de readaptarse. Hasta aqu, todo bien.Eso parece. Pero luego, casi, tres meses ms tarde, asesinan a esos tres hombres.Eso no es lo ms sorprendente.Qu quiere decir?Pues;... Bueno, como le he dicho antes, el Departamento de Guerra nos ha dado elproblema ya muy completamente planeado. En principio, las investigaciones corrieron a su cargo, hasta que apareci el teniente Klondike...Quin es l?Espere. Luego le hablar de Brian Klondike. Sigamos con las investigaciones que emprendieron los servicios secretos militares. Tras muchas teoras y cbalas, llegaron

    a una conclusin, a un estado de cosas en Verdad asombroso: los tres asesinados haban estado prisioneros en Vietnam del Norte, en el mismo barracn que otros treintay nueve soldados, uno de los cuales es el teniente Klondike.Qu tiene eso de asombroso?Tenemos a tres hombres muertos, a uno que se ha presentado al Departamento de Guerra, y... los otros treinta y ocho que estuvieron en el mismo barracn han desaparecido.Cmo? se pasm la espa.Han desaparecido.Han desaparecido... treinta y ocho militares, todos ellos recientemente regresadosde Vietnam?S.Pero... No puede ser! Deben estar en alguna..;

    Han desaparecido. No hay ni rastro de ellos. Solamente del teniente Klondike. Y aste no se lo han llevado tambin porque pensaban utilizarlo, desde luego.En qu? Utilizarlo..., cmo?Como intermediario. El teniente Klondike se present en Washington pidiendo la cantidad de cinco millones de dlares a cambio de esos treinta y ocho hombres desaparecidos.Esto es fantstico... A ver si lo he entendido bien, seor: en cierto barracn de un cmpo de prisioneros de Vietnam del Norte haban cuarenta y dos prisioneros norteamericanos, cuatro de los cuales eran el teniente Brian Klondike y los tres asesinados... Esos cuarenta y dos hombres son de los primeros en ser libertados y en regresar a casa. Todo bien, todo normal, todo el mundo contento... Ahora, dos meses, ms tarde, asesinan a esos tres, y se... llevan a treinta y ocho, dejando libreal teniente Klondike, a fin de utilizarlo como intermediario en la peticin de ci

    nco millones de dlares a cambio de devolver a esos treinta y ocho hombres. Es as?Exactamente.Pero... Bueno, dnde est el teniente Klondike ahora?En una de nuestras salas de... conversacin.Lo estn interrogando algunos Simones?S. Pero Klondike no sabe nada. Los del Departamento de Guerra primero, y desde hace unas horas nosotros, lo estamos acribillando a preguntas, sin conseguir otra cosa que la misma versin siempre.Qu versin?Klondike dice que se le presentaron dos hombres en su apartamento de San Diego, C

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    alifornia, y le dijeron que haban matado a tres compaeros suyos como prueba, y quetenan a los dems. Para dejarlos libres, queran cinco millones de dlares. Si no recban ese dinero, los iran matando igual que han hecho con el capitn James Carson y los soldados Weston y Tarlett. Si, como aquellos dos hombres suponan; el Gobiernodecida pagar por ellos, Klondike deba entregar el, dinero en Hong Kong.A quin y cmo?An no est decidido eso. Klondike debe regresar a su apartamento, y all recibir unaamada telefnica para inquirir sobre la decisin de Washington. Una vez esos dos sujetos sepan que se ha decidido pagar, Klondike debe partir hacia Hong Kong y all deber entregar el dinero.Pero..., a quin y cmo? Tiene que saber eso!Klondike debe partir hacia Hong Kong. Eso es todo. Es de suponer que esa gente, sea quien sea, sabr lo que hace.S... Claro. Hemos decidido pagar?En principio, s.Entiendo... Pero yo tengo que intentar solucionar el asunto de otro modo, verdad?Pues... hay algunos puntos en este asunto que a m personalmente, y supongo que a otras personas aunque de momento no digan nada, me tienen muy intrigado. Y el ms intrigante es ste: por qu esto les ha ocurrido precisamente a los cuarenta y dos hombres que durante meses y meses, y hasta aos, estuvieron compartiendo el mismo barracn durante su cautiverio en Vietnam del Norte?Es una buena pregunta... Qu dice Klondike?No sabe nada. Naturalmente, les dijo a aquellos tipos que s, pero pensando que estaban chiflados. En cuanto ellos se fueron, comenz a hacer llamadas telefnicas, por

    conferencia, claro... Ninguno de sus cuarenta y un camaradas de armas y de cautiverio respondi. Ninguno estaba en casa. Estaban sus madres, o esposas, o hermanos, o hijos... Y todos los familiares que atendieron las llamadas dieron la mismainformacin: la persona requerida no estaba en casa, haba desaparecido, se haba marchado no saban cundo ni adonde...Esto es absurdo... No es fcil secuestrar a treinta y ocho ex combatientes, seor. Matar a tres puede ser fcil. Pero secuestrar a treinta y ocho... Y adems, matar a los tres de ese modo horrible... No me gusta este asunto. Cmo eran esos dos hombresque fueron a ver a Klondike para pedirle el dinero?Corrientes. Llevaban barba y lentes de cristales oscuros sonri secamente Cavanagh.Unos genios del disfraz... refunfu sarcsticamente la divina espa. Klondike no pocerlos?No. Para terminar, le dir que los servicios secretos del Departamento de Guerra, y

    en estos momentos nosotros, estamos intentando encontrar pistas de esos treintay ocho desaparecidos y de los asesinos del capitn Carson y los soldados Weston yTarlett, pero no hay resultados hasta el momento. Y no creo que la conversacin conel teniente Brian Klondike pueda servirnos de gran cosa... Quiere tomar parte enella?Tenemos fotografas de l?Claro. De todos. De los cuarenta y dos ocupantes del barracn de prisioneros. Las quiere ver ahora o prefiere antes charlar con Klondike?Preferira echar un vistazo a esas fotografas antes. Tenemos una prisa especial por lgo, seor?Que yo sepa, no.Cavanagh seal dos montones de carpetas muy bien apiladas en un ngulo de su mesa, yBrigitte tom la primera de aquellas carpetas. Corresponda, precisamente, al expedi

    ente del capitn asesinado. James Carson. Y, dadas las circunstancias, el Departamento de Guerra haba aportado profusin de material informativo escrito y fotogrfico.Lo mismo suceda con los dems hombres que haban estado prisioneros en el mismo barracn en Vietnam del Norte. El que menos tiempo, haba permanecido cautivo diecinuevemeses; el que ms, casi cuatro aos.Durante ms de una hora, la espa ms eficaz del mundo estuvo dedicada a obtener aquella informacin, que quedara para siempre archivada en su fabulosa memoria. Cavanaghlo saba, as que no dijo ni una palabra. Se limit a fumar y a esperar. Por fin, Brigitte dej la ltima carpeta y se puso en pie.

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    Iremos a ver al capitn Klondike dijo, como si la conversacin no hubiera estado interumpida durante casi ochenta minutos.Cavanagh tambin se puso en pie.Se le ha ocurrido a usted alguna pregunta interesante que hacerle?No. Adems, nosotros le veremos a l, pero el a nosotros no nos ver. Es posible?Desde luego. Vamos all.Cinco minutos ms tarde, entraban en un cuarto y tras cerrar la puerta, Cavanagh fue directo a un cuadro, lo abri como la tapa de un libro y Brigitte vio inmediatamente al teniente Klondike en el cuarto contiguo, por aquella especie de ventanaque, al otro lado, tena un espejo falso.Brian Klondike estaba sentado en un silln, fumando. Con l, algunos de pie y otrossentados, haban cinco agentes de la CIA, de los cuales Brigitte conoca a dos. El ambiente era tranquilo, amable. Se beba whisky, y los seis hombres parecan estar disfrutando de una sosegada tertulia.Entonces, teniente preguntaba en aquel momento uno de los agentes de la CIA, tenemos que usted no supo que haban matado a tres de sus compaeros de cautiverio.No, no lo saba replic Klondike.Lo supo despus, cuando sus superiores le informaron.S Klondike pareca bastante cansado. Ya les he dado a ustedes esta explicacin varices. Llam a muchos de ellos, y al decirme en todos los domicilios que mis compaeros haban desaparecido, decid venir a Washington a informarlo; Fue en ese espacio detiempo cuando fueron hallando los cadveres.A usted no le amenazaron?No. Segn parece, me necesitan.

    Volvamos a los dos sujetos de las barbas: est seguro de que no eran asiticos?Eran norteamericanos, estoy seguro.Pero no podra identificarlos.Me temo que no. Yo no soy espa, pero pude darme cuenta de que sus barbas eran postizas... Quizs ustedes podran identificar a esos hombres si los viesen la segunda vez sin barbas, pero para m, esa hazaa es imposible. La nico que puedo decirles, insisto una vez ms, es que eran norteamericanos.Ahora volvamos de nuevo a sus tres compaeros asesinados. Se le ocurre alguna razn pr la que los escogieron a ellos como... ejemplo de lo que podra sucederles a losdems si no son pagados esos cinco millones de dlares?No suspir Klondike. No s me ocurre. Lo, nico que se me ocurre, aunque a ustedes qs parezca cruel, es que, por fortuna, no fui yo uno de los elegidos.Eso es muy humano admiti otro agente de la CIA. No nos parece cruel, teniente, en m

    do alguno. Otra pregunta: haca ms de dos meses que ustedes haban regresado. Cierto?S.Durante esos dos meses..., ocurri algo especial que usted pueda recordar?Nada que yo pueda recordar Brian Klondike se pas una mano por la frente. Al llegar nuestros domicilios, cada uno de nosotros envi a los dems una tarjeta postal en la que slo habamos escrito Home, Sweet Home, y luego, al menos por mi parte, no insit en otra clase de contactos. Ignoro lo que hicieron los dems.En verdad, deba ser estupendo poder enviar esas tarjetas con la inscripcin Hogar, Dlce Hogar sonri el agente secreto. Y ninguna frase ms acertada. Ha estado usted aen Hong Kong, teniente?Nunca.Pero tiene que entregar el dinero all.Ya he dicho cien veces que s.

    Perdone. Pero nuestra intencin!..Brigitte dej de mirar a Brian Klondike, que iba mostrndose ms y ms agotado por segudos, y mir a Cavanagh con el ceo fruncido.Que lo dejen en paz murmur. Ese hombre necesita descansar. Y no es ningn enemigo, o uno de nuestros soldados, un hombre que ha pasado dos aos y medio de su vida enun asqueroso barracn asitico para prisioneros. Por el amor de Dios, qu es lo que petenden ustedes?Cavanagh asinti con la cabeza, sonriendo levemente, sin duda porque haba estado esperando aquella reaccin por parte de la divina espa. Sin decir palabra, sali del cuarto, y segundos despus apareca en el otro. Brigitte tena la mirada fija en Klondik

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    e de nuevo, y le vio abatirse, como derrotado, temiendo sin duda que con la presencia del jefe del Grupo de Accin las cosas todava se pondran ms duras, ms pesadasY sonri cuando Klondike lanz una exclamacin de alivio al or a Cavanagh:Basta por hoy, seores. El teniente necesita descansar.Gracias, seor murmur Klondike. Lo necesito de veras, se lo juro.Tiene que perdonarnos, teniente sonri Cavanagh, con su ms amable gesto. Y comprendque debemos saber todos los detalles, precisamente porque lo que a usted puede parecerle un dato sin importancia, a nosotros puede significarnos una pista.Lo entiendo... Lo entiendo, seor. Pero estoy hecho pedazos.Descanse. O quiere cenar algo?Si me dejan dormir, me sentar mejor que un pato asado en Navidad, seor sonri Klond.Espero que el pato, est a su gusto sonri Cavanagh.Hizo una sea y los cinco agentes secretos abandonaron el cuarto; hacindolo l en ltio lugar. Cuando la puerta se hubo cerrado, Klondike lanz un profundo suspiro, sepuso en pie y fue hacia el sof; se dej caer en ste a todo lo largo y, segundos despus, Brigitte supo que Brian Klondike estaba dormido.Felices sueos, soldado murmur.* * *Teniente... Teniente!Brian Klondike resping, abriendo los ojos, y se puso en pie de un salto, lvido, cuadrndose militarmente,... Al mismo tiempo vea ante l al asombrado agente de la CIAque le haba despertado, y se relaj de pronto, con un estremecimiento.En el otro cuarto, Brigitte se volvi hacia Cavanagh.

    Se ha dado cuenta, seor? musit.S asinti sombramente Cavanagh.Ha despertado creyendo que an estaba en aquel barracn de Vietnam: sobresaltado, asustado, temeroso... Debe haber sido horrible.Cavanagh no contest, y ambos se dedicaron a mirar a Klondike y al agente de la CIA, que le tenda un sobre.Nos hemos ocupado de su pasaje, teniente. Un coche le llevar al aeropuerto, dondetomar un avin hasta Los Angeles. De all puede regresar a San Diego a su gusto. Unavez en San Diego, instlese en su apartamento y espere esa llamada telefnica o cualquier clase de contacto con los dos hombres barbudos.S... Est bien. Qu hora es?Las ocho de la maana.De veras? Me parece como si me hubiese dormido hace un par de minutos tan solo.

    Pues no sonri el de la CIA. Es de da, luce un sol agradable de primavera... y su asale a las nueve quince.Entiendo. Qu les digo a los barbudos?Que tendrn su dinero. Cuando le digan que salga para Hong Kong a entregarlo, llameusted al nmero telefnico que encontrar apuntado dentro del sobre, y all se lo soluionarn todo: dinero, pasaje inmediato, instrucciones... Todo.Voy a viajar con cinco millones de dlares? resping Klondike.No puede decir a sus amigos que recibir usted el dinero en Hong Kong. Es de esperarque lo comprendan.Ojal sea as. Bien... Vaya, me gustara afeitarme...Lo har en el coche. Vamos?Salieron los dos del cuarto, y lentamente, en el otro, mster Cavanagh coloc el cuadro en su sitio.

    Su avin militar est listo, Brigitte dijo. Vuelo directo a San Diego. Necesita algBrigitte Montfort sonri, alzando su maletn rojo con florecillas azules estampadas.Tengo mi maletn, han colocado el resto de mi equipaje en el avin, hace un hermoso dde primavera... No. No necesito nada ms, seor. Le gustara que le trajese algn souir de Hong Kong?Mster Cavanagh puso una mano en un hombro de Brigitte.Regrese musit. Ese es siempre el mejor souvenir de cualquier parte.Baby bes en ambas mejillas al hombre que, si en la actualidad era su jefe, lo debaa que aos atrs la bella muchachita de los ojos azules le haba salvado la vida en B

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    uenos Aires.Yo siempre regreso, Simn sonri la divina.CAPTULO IIIEl teniente Brian Klondike regres a su apartamento en San Diego, California, pocodespus de las siete de la tarde. Haba llegado a Los Angeles a las diecisiete cuarenta; a las dieciocho haba tomado otro avin, que haba llegado a San Diego a las dieciocho cuarenta y cinco. En el aeropuerto haba tomado un taxi, y exactamente a las diecinueve y veintids minutos introduca el llavn en la cerradura de la puerta desu apartamento.Un apartamento pequeo, muy masculinamente descuidado, pero agradable. Poda ver elmar desde el ventanal del saloncito. Y all se qued unos minutos, mientras consuma un cigarrillo. Luego, con gesto de fatiga, fue al dormitorio, se desnud, y entr enel cuarto de bao, donde el agua caliente fue relajando sus msculos, aliviando su tensin y su fatiga.A las veinte horas en punto, Brian Klondike, envuelto en su albornoz color whisky, se dejaba caer en un silln del saloncito, junto al telfono, con una taza de cafen una mano y un cigarrillo en la otra.Le dejaron terminar el caf, pero todava tena a medias el cigarrillo cuando son el tlfono. Mir sobresaltado el aparato, esper que sonase dos veces ms y atendi la llam.S? musit.Buenas noches, teniente Klondike; le hemos visto regresar y esperamos que est lo bastante descansado para atendernos.Desde luego.

    Perfecto. Lo ha conseguido?S. El Gobierno de los Estados Unidos est dispuesto a pagar ese dinero.Ms perfecto todava. Cmo?Son ustedes los que han de decir cmo, cundo y dnde.Ya le dijimos que en Hong Kong. El cundo y el cmo lo decidiremos ahora. Le han dadoen Washington alguna instruccin... especial?Solamente una: impedir que a esos treinta y ocho hombres les ocurra algo.Bondadoso y paternal Gobierno... Cundo puede usted salir hacia Hong Kong?Cuando ustedes quieran. Me han facilitado un nmero telefnico, al que debo llamar para que me pongan en ruta hacia all con todas las facilidades. En Hong Kong me entregarn el dinero, y ustedes dirn cundo y cmo lo quieren.Eso se lo diremos en Hong Kong. Ahora escuche atentamente... Va usted a llamar a se nmero y les dir que tiene que tomar el avin cuanto antes; a ser posible maana por

    la maana. Que sus amigos lo arreglen todo. Dentro de quince minutos nosotros volveremos a llamar, y queremos saber lo siguiente: el vuelo que va a tomar usted, su fecha y hora de llegada al aeropuerto de Hong Kong, y el hotel en el cual esperamos que le reserven a usted alojamiento all. Esperamos que podr usted facilitarnos todos esos datos.Llamen dentro de quince minutos.Okay, teniente. Hasta luego, entonces.* * *Exactamente quince minutos ms tarde, el telfono volvi a sonar.S? inquiri Klondike.Tiene esos datos, teniente?Desde luego. Saldr maana a las nueve cuarenta y cinco hacia las Hawai. Escala y noche en Honolul. Salida de Honolul pasado maana a las ocho y veinte. Llegada a Hong K

    ong a las veintiuna horas. Alojamiento reservado: suite 224 del Hong Kong Imperial Hotel, en Victoria Avenue. Ah! Salgo de Los Angeles, vuelo 114.Feliz viaje, teniente.Los seores pasajeros del vuelo 114 con destin en Honolul, Hawai, comenzaron a recibir instrucciones para tomar su avin por medio de los altavoces del Los Angeles International Airport, y al or el nmero del vuelo, Brian Klondike termin rpidamente scaf, aplast el cigarrillo en uno de los ceniceros del mostrador y retir de ste su aletn de viaje.Doce minutos ms tarde se hallaba instalado en el poderoso reactor, ocupando uno de los asientos de primera clase, junto a la ventanilla. Qued absorto, y no sali de

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    su abstraccin hasta que recibieron la indicacin de abrocharse los cinturones y nofumar. Obedeci, cerr los ojos y se relaj, sin prestar atencin a nada ni a nadie..No volvi a abrir los ojos hasta que en el avin se oy la autorizacin para desabrochase los cinturones y fumar si as lo deseaban. Lo deseaba. Encendi un cigarrillo y volvi la cabeza hacia la ventanilla, para contemplar el mar mientras por el confortable aparato se expandan las explicaciones de rigor respecto al vuelo: altitud,horario, velocidad, servicios que podan disfrutar...Abajo, el mar.Como sin lmites hacia el Oeste, azul, refulgente, con pequeas crestas de blanca espuma. El mar...El teniente de Marines Brian D. Klondike lo contemplaba con avidez... y con temor al mismo tiempo. Siempre haba amado el mar. El da que lo llevaron a un transporte que parti rumbo a Asia, se haba sentido feliz porque tena por delante das y das mar. Y todo haba ido bien mientras estuvo en el mar. Pero luego... Luego, llegaron a Vietnam. A Saign. Y de all...Klondike se estremeci. Saba que estaba plido, y senta un intenso fro interior antes recuerdos de lo sufrido en aquel campo de prisioneros. Las imgenes se agolpabanen su mente, como visiones de pesadilla, de horror. Las voces de mando que al principio no entenda, el hambre, los golpes, los trabajos forzados hasta el puntode que en muchas ocasiones haba estado tentado de dejarse caer al suelo para quelos soldados vietnamitas lo matasen y terminar as de una vez con aquella vida queno vala nada, nada, nada...Not el contacto en su brazo izquierdo, y dej de mirar el mar, volviendo la cabezahacia su vecino de asiento, al que no haba prestado la menor atencin hasta entonce

    s.Perdn sonri su vecina de asiento.Brian D. Klondike qued estupefacto ante tantsima belleza. Al volver la cabeza, elrostro de la muchacha haba quedado muy cerca del suyo, pues ella se inclinaba mucho hacia l, y de ah el contacto de su busto con el brazo de Klondike, que se qued sin saber qu decir durante unos segundos, contemplando aquellas facciones bellsimas, los lacios cabellos rubios, la, boquita sonrosada, los enormes ojos verdes...No es nada acert a murmurar por fin Brian.La muchacha sonri un tanto cohibida, y las estremecedoras imgenes de los meses pasados en Vietnam desaparecieron definitivamente de la mente de Brian Klondike.Es que miraba el mar sigui disculpndose ella. Es tan hermoso visto desde arriba, tgrande... Ped asiento junto a la ventanilla, pero ya estaban todos ocupados...Brian parpade. Estaba fascinado, de modo que las ideas todava tardaron un poco en

    seguir los cauces normales... Porque haca falta ser tonto para no captar la discretsima y tmida sugerencia de la rubia muchacha.Oh...! Emm... Bueno, seorita, me sentir muy complacido si acepta usted cambiar de aiento murmur Klondike.No, no... De ninguna manera; es su asiento, seor.S, claro... Bueno, pero podemos... ir turnndonos el teniente Klondike se encontr siendo. Me parece que vamos a tener suficiente mar para los dos durante el viaje.No quisiera que...Por favor insisti Klondike a la educada rubita. Le aseguro que me sentir feliz cedle mi asiento.Bueno... No s. Quiz le parezca un tanto egosta, pero me gusta tanto el mar... Muchagracias, seor...Klondike. Brian Klondike... Permtame.

    Se puso en pie, sali al pasillo, y esper a que la muchacha ocupara su asiento junto a la ventanilla, para ocupar entonces el de ella, que sonrea agradecida, presentndose :Lili Connors dijo. Es usted muy amable, seor Klondike.No tiene importancia. Y, por favor, olvdese de m y mire el mar, saldr ganando con ecambio.Sonrieron los dos, y Lili Connors se dedic a mirar el mar durante unos minutos. Por fin, suspir, y se volvi haca Klondike.No me cansara nunca de mirarlo asegur. Y no s por qu, la verdad. Al fin y al cabs agua.

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    Bueno sonri Klondike. S, es slo agua, pero... muy hermosa. Y poderosa. Da una sende fuerza y de amistad al mismo tiempo. Supongo que le parecer raro esto, pero aslo siento... Quiz por eso que dicen de que la vida comenz en el mar, y, de un modou otro, todos procedemos de l. En lo que a m concierne, no me importara ser un pez..., aunque fuese un tiburn acab riendo. La sorprendo, sin duda, seorita Connors.Lili Connors, que lo miraba con los ojos muy abiertos, asombrada, exclam de pronto:Pero si eso mismo es lo que siento yo, seor Klondike!De veras? se sorprendi gratamente Brian.S, s, s... Oh!, pero no me gustara ser un tiburn, francamente.Qu le gustara ser?Pues... una sirena, claro.Brian D. Klondike volvi a rer, completamente olvidado de que en cierto lugar del mundo haba un barracn para prisioneros norteamericanos.Y as se inici el ms formidable, amable, divertido, dulce, encantador viaje que el teniente Klondike haba emprendido en su vida.* * *Al terminar el viaje, Brian D. Klondike se sinti, de pronto, tremendamente desdichado; ya no rea. El avin haba tomado tierra en una de las pistas del Honolul Interntional Airport, se haba detenido ya definitivamente y los pasajeros comenzaron adesabrocharse los cinturones.Klondike comenz a hacerlo con gesto sombro, hosco, mirando a la deliciosa, encantadora rubita de ojos verdes, que haca lo mismo.Bien... musit. Fin de viaje, Lili.

    Hemos llegado sanos y salvos sonri ella. Y no han secuestrado nuestro avin esos ps del aire!Klondike sonri, por pura cortesa.Casi habra sido mejor... Para m, al menos. Porque si hubiesen secuestrado el avin, eguiramos juntos.Oh... Bueno, es muy amable, Brian, Yo... sus prpados se abatieron un instante. La vrdad es que tambin a m me gustara que volvisemos a vernos, pero tengo que seguir miruta, porque...Seguir su ruta? respir Klondike. Cre que iba a quedarse en Honolul!No, no. Me gustara, pero debo estar maana en Hong Kong, me estn...Va a Hong Kong! aull Brian, atrayendo la sonriente atencin de los dems pasajeros,ya desfilaban por el pasillo. A Hong Kong!Pues s parpade ella;. Por qu se sorprende tanto?

    .Yo tambin voy a Hong Kong! Espere, espere... A qu hora sale usted para Hong Kong?Me parece que a las ocho y media. Tengo el pasaje...A las ocho y veinte! Klondike pareca dispuesto a dar saltos de alegra. Su avin s ocho y veinte y llegar a Hong Kong a las veintiuna horas! Y no me diga que no esse su vuelo!S... S, s, se es... Cmo lo sabe?Es mi mismo vuelo! Esto es maravilloso!Escribir una nota a la direccin de la compaa area dicindoles que sus horarios deson maravillosos ri Lili. Le parece bien?Yo tambin lo har ri a su vez Klondike. Pero..., es increble, nunca haba tenidote...!Me da la impresin, Brian, de que est dando usted demasiada importancia a una simplecoincidencia de itinerarios... Con toda seguridad, no debemos ser los nicos pasa

    jeros que maana seguiremos hacia Hong Kong.No, claro, pero... Un momento: la espera alguien en Honolul?Nadie. Buscar un hotel que...Lo buscaremos juntos! Es decir... vacil. Bueno, quiz me estoy haciendo demasiadasiones al pensar que no le disgustara pasar la noche en mi compaa... Qui.. quiero decir... No, no, no he querido decir eso... Lo... lo que quiero decir!..Asombroso ri ella. Se est turbando, Brian?Es que lo que he dicho... Pero quera decir...Vamos a ver si lo he entendido: usted quiere que busquemos un agradable hotel para pasar la noche. Naturalmente, usted ocupar una habitacin y yo otra. Pero hasta q

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    u llegue el momento de retirarnos a dormir, podemos cenar juntos, ir a tomar unascopas, o mejor, uno de esos refrescos que sirven, en pinas vaciadas, quiz, bailar o ir a algn sitio a divertirnos... Me gustara ver una de esas fiestas hawaianasen las que se baila a la luz de la luna. S.,: No es mala idea, francamente;Entonces... Acepta?pregunt incrdulo Klondike.Claro que s. No tenemos por qu aburrirnos durante un viaje tan pesado. Adems Lili nors sonri dulcemente, tengo la impresin de que usted es un hombre que se merece eso... y ms, Brian. Bien: qu tal si salimos del avin? Nos hemos quedado solos aqu d!Quisiera... Quisiera que este viaje no terminase nunca, Lili!A decir verdad murmur ella, a m tambin empieza a gustarme.* * *Pero fatalmente a juicio de Brian Klondike el viaje, tena que terminar, y as sucedi.El da siguiente, a las veintiuna horas, el avin que haban tomado por la maana en Hoolul aterrizaba en Kailak Airport, tras enfilar la larga pista que se adentraba en la baha de Hong Kong.Poco despus, mientras Lili Connors, esperaba para recoger su equipaje acompaada deBrian Klondike, ste murmur:Entonces, estars en el Victoria Hotel...S.Bien... Ya sabes que yo estoy en el Hong Kong Imperial Hotel...Lo s sonri ella. Pero, Brian, si no te importa, esta noche quisiera descansar. Anofue... maravilloso. Gracias por todas tus gentilezas.

    Parece que nos estemos despidiendo...Supongo que t estars muy ocupado, eso es todo.S... Bien, pero te llamar. Quiz tarde un par de das, pero te llamar. Estars anEspero permanecer en Hong Kong no menos de una semana.Bien... Me gustara llamarte maana mismo, pero no s si podr...Te comprendo. Yo tambin tengo cosas que hacer. Vamos, no pongas esa cara: sabemosmuy bien dnde encontrarnos el uno al otro... Oh!, ah llega mi equipaje.Seal sus dos maletas, y Brian las retir de la cinta transportadora, mientras ella,sujetando con ambas manitas su maletn rojo con florecillas azules estampadas, miraba como distrada alrededor... Su mirada pas, inexpresiva, por los ojos de dos hombres altos, sin duda alguna norteamericanos, que esperaban fuera del departamento de equipajes, ante el gran cristal de separacin. No hubo cambio alguno en la expresin de Lili Connors, ni en la de los dos hombres. Pero, segundos despus, uno de

    stos se volva hacia un mozo chino, que esperaba con su carretilla para equipajes,parpade, y luego volvi a mirar a Lili Connors. Inmediatamente, el chino se moviliz hacia la bella rubita, inescrutable el rostro.Lleg junto a ella cuando Lili se negaba a aceptar que Brian Klondike se molestasems por ella...Servicio, seorita? se ofreci el chino.S, gracias. Esas dos seal sus maletas. Lo ves? Ya est solucionado. Ahora tomarya est. Adis, Brian.Adis... Te llamar en cuanto pueda...Lili Connors sonri, bes dulcemente a Klondike en los labios, y se volvi hacia el chino, que se haba alejado un poco y la esperaba.Salieron los dos, sin que la seorita Connors se dignase mirar a los dos tipos altos y fuertes que haban hecho la sea al mozo chino, el cual trotaba empujando su ca

    rretilla... Apenas salieron del edificio, un taxi se acerc con atrevida maniobra,y par delante de ambos, sin que el conductor, de raza blanca, se inmutase lo ms mnimo ante las torvas miradas de los conductores chinos a los que se haba adelantado antirreglamentariamente. El mozo coloc el equipaje atrs, recibi sin inmutarse laesplndida propina, y el taxista, tras cerrar la portezuela que haba sostenido parala seorita Connors, pas al volante.Victoria Hotel indic Lili.Ninguna victoria mejor que conocerla por fin dijo el taxista. Cmo ha ido el viaje?Cul viaj?El suyo: Washington-Mosc-Terranova-El Cairo.

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    Correcto ri Lili. Es una contrasea divertida, Simn. Espero que tanto usted cmo SSimn III conozcan Hong Kong lo bastante bien para que no los despisten.Considere desde ahora mismo que a donde vaya Brian Klondike irn Simn II y Simn III-segur el espa. Alguna novedad durante el viaje?No. Klondike no, ha tenido contacto de ninguna clase. Es de suponer que le, darn instrucciones a partir del momento en que llegue al hotel. Y si sale o le visitan...No se preocupe. Mientras l no tenga el dinero, podemos estar tranquilos; Y a propsito: tenemos los cinco millones de dlares esperando... Cundo se los entregamos?Yo dir cundo susurr Baby. De todos modos, en cuanto Klondike haya llegado a su hollmenlo por telfono, y dganle a qu nmero tiene que llamar para pedir el dinero cua, se lo exijan a l.Eso ya est previsto... Tengo un mensaje para usted. De la Central... Lleg hace solamente tres horas.Lo esperaba. Qu dice el mensaje?Usted sabr Simn I sac un sobre y lo tendi por encima del hombro: est en una claonozco.Baby tom el sobre, y sac el papel doblado que contena. El mensaje, extrao y simple primera vista, deba contener algo sumamente desagradable, porque la espa internacional palideci y se mordi los labios. Deca:LAS VOCES DE LAS AVES HAN SIDO IDENTIFICADAS EN LO ALTO DE LOS RBOLES QUE SOSTIENEN LA EXTICA CABAA.Simn, que haba estado espiando por el espejo retrovisor la reaccin de Baby, frunci l ceo.

    Malas noticias? pregunt.Psimas.Lo siento. Puedo conocerlas?No... Mejor que no, Simn.No confa en m?Eso es una tontera murmur Baby. Confo en usted completamente. Y lo estimo, como as mis Simones. Por eso, precisamente por eso, no quiero... sobrecogerlo explicndole lo que realmente dice est mensaje.Me lo advirtieron refunfu Simn. Me lo dijeron bien claramente: nunca sabrs lo qupiensa, hace, o pretende hacer; pero sea lo que fuere, obedcela. Pues muy bien: soy su esclavo.Esclavo sonri a medias Baby, a toda prisa al Victoria Hotel, tu ama necesita descanar...

    CAPTULO IVFue un descanso perfecto.Entre unas cosas y otras, la seorita Connors se durmi alrededor de las once de lanoche, en su estupenda suite del Victoria Hotel. Hora quizs un tanto tarda, pero que qued compensada sobradamente, ya que hacia las siete de la maana, despert por s ola, sin molestias y sin interrupciones de ninguna clase.Pasmoso... se dijo la divina rubia. Absolutamente pasmoso.Luego, se duch con agua fra, sin un solo respingo, como si fuese lo ms natural delmundo. A las ocho, estaba lista, fresca como una flor, dispuesta a todo. Pero, en vista de que los acontecimientos no podan ser ms aburridos, decidi que lo nico qusensatamente poda hacer, era desayunar.Desayuno: dos tomates crudos, un yogur sin azcar y caf. El camarero chino que sirvi tan fantstico gape la miraba como si jams en su vida hubiese visto nada igual. Es

    decir, la verdad: jams en su vida haba presenciado desayuno semejante.A las nueve de la maana, la seorita Connors, todava en ropa ntima, encenda un cigallo en la terraza de su suite con vistas a la Baha de Hong Kong. Y mientras fumaba, cientos de recuerdos acudan a su memoria. Muchos recuerdos. Pero los ms escalofriantes parecan tener ms fuerza que los dems, era como si resplandeciesen, cegandootros insignificantes momentos...Ms vale no recordar nada decidi.Y puesto que tena una fuerza de voluntad admirable, lo consigui. Se tumb en la terraza, y se qued mirando la baha mientras fumaba apaciblemente.As debera ser siempre la vida reflexion: un hermoso lugar cerca del mar, paz, cie

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    de buenos pensamientos, el sol, no ambicionar nada...Casi se ech a rer. De las personas que conoca, haban muy pocas que se hubiesen confrmado con tan poco. Porque para la mayora de la gente, el sol, el mar, la paz, losbuenos pensamientos y un cigarrillo son bien poca cosa. Hace falta ms: poder, dinero, la admiracin ajena...Estn locos. Qu es lo que realmente esperan que les proporcione el dinero y el poderYo tengo tanto dinero que jams podr gastarlo, aunque me dedicase a las ms locas extravagancias. Poder? Bueno, tengo quiz tanto como el propio presidente de los Estados Unidos; a una sola palabra ma, la CA quedara a mi disposicin, estoy segura. En uanto a la admiracin ajena, es la tontera ms grande del mundo. Por mucho dinero queyo tenga, por mucho poder, por mucha admiracin de los dems, nada cambiara si hoy,en lugar de lucir un magnfico sol, estuviese lloviendo, o simplemente el cielo estuviese encapotado, o... hubiese un tifn en Hong Kong... En cambio, con un cigarrillo, el mar azul y el sol, me siento desorbitadamente feliz. No necesito ms. Esdecir...Su ceo se frunci.Sus pensamientos fueron hacia el mensaje que le haba entregado Simn I en el taxi,diciendo que lo haban recibido en Hong Kong haca unas tres horas. Psimas noticias.S, en verdad eran psimas noticias. Tan psimas que la hacan dudar respecto a todo.Si yo quisiera se dijo, podra terminar este asunto en menos de media hora. Pero...,s tan simple como parece? Cinco millones de dlares a cambio de...El timbre de la puerta del apartamento lleg a los finos odos de la divina espa, quese puso en pie, recogi en el dormitorio la pistolita de cachas de madreperla, ladesliz en su despampanante escote, y fue a abrir.

    En el pasillo, haba un hombre, que se dispona a llamar otra vez. Al verla, sonri, pero atragantndose.Seorita Connors? susurr.La seorita Connors sonri. Quiz porque reconoci en el turbado personaje a uno de losdos hombres que haban estado esperando en Kailak Airport la llegada de ella mismay de Brian Klondike.Pase, Simn invit amablemente.El agente de la CIA, entr; mirando a todos lados. Apenas ella hubo cerrado la puerta, comenz a dar una explicacin que ampli la sonrisa de la espa internacional:Seorita Connors, sabemos que es usted norteamericana, y como sin duda sabe, existen organizaciones en nuestro pas que velan siempre por la seguridad en todos los aspectos de los ciudadanos de Estados Unidos; En este caso, consideramos que un seguro de...

    No ri ella. Seguros no, Simn!Bu.. bueno, yo...Tranquilcese: no hay un solo micrfono en esta suite. Por lo tanto, podemos conversar con toda tranquilidad. Venga a la terraza; le invit a tomar el sol, a ver la baha de Hong Kong, y a fumar un cigarrillo americano.Mi madre... Acepto encantado! . Riendo, Lili Connors lo llev a la terraza, le seala de las sillas extensibles de lona y aluminio, y ella ocup otra, sealando los cigarrillos qu haba dejado sobre la mesita de cristal. El agente de la CIA encendi uno, la mir, y sonri astutamente.Lo consegu dijo.Qu...? Qu ha conseguido usted?Estar en la intimidad con Baby.Bueno ri ella, le felicito. Pero me parece que no ha venido usted a eso, verdad?

    No.Hace un hermoso da. Dgame la verdad, Simn; qu prefiere usted, cinco millones de do poder disfrutar de un hermoso da?Pues...Oh, no! No me diga que prefiere el dinero!Esto... Ejem... No, no, claro...Yo creo que s.Es que... Mire, por aqu suele hacer buen tiempo con mucha frecuencia. En cambio, tener cinco millones de dlares no creo que est a mi alcance tan fcilmente como un dade sol.

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    Ah, la vida! se decepcion la divinsima espa: Todo es triste y sombro cuando se el dinero. Me acuerdo, de... Usted tiene buenos amigos, Simn?No lo s. Creo que no.Eso es lo lamentable de la vida. Yo crea que s tena buenos amigos, hasta el da en tuve que ir al mdico...Usted? ri Simn.S, s... Yo. En realidad, no era nada, pero... Bueno, yo tena un amigo mdico, y comenta unas pequeas molestias...Dnde?Pues en... Oh, vamos!; no sea impertinente. Bien, fui a ver a ese mdico amigo mo,dije lo que me ocurra. Me escuch muy seriamente, desde luego. Despus, me examin a onciencia, y finalmente, me dijo que no era nada... importante. Me puse muy contenta, como es natural, y me desped. Al salir de su consultorio, la enfermera estaba all, esperndome, y me dijo que la visita eran doscientos dlares...Caracoles... Deba ser un mdico muy bueno!Ps... El caso es que le dije a la enfermera que eso deba ser una broma, que yo eraFulanita de Tal, amiga del doctor, y que eso de cobrarme era una quimera. La enfermera se qued mirndome como si yo fuese un bicho raro y bastante despreciable, yllam por el intercomunicador, a mi amigo el mdico. Dijo: La seorita Fulanita de Taldice que es amiga de usted, y que eso de los doscientos dlares le parece una broma, doctor....No diga ms alz las manos el espa.Apuesto a que su amigo el mdico dijo que claro una broma, y usted se fue sin pagar un centavo.Esa es la diferencia entre vivir y no vivir sonri cansadamente Lili Connors, se apr

    nden muchas cosas, Simn. No... No fue eso lo que dijo mi amigo mdico, no... Dijo: Claro que no, Lucy. La seorita Fulanita de Tal no tiene que pagar doscientos dlares: cbrele solamente ciento cincuenta...No! exclam el espanS... Ya ve. Era una amistad valorada en una rebaja de cincuenta dlares.Eso no es una amistad, es una porquera.Lo mismo que dije yo. Desde entonces, ya no tengo un amigo mdico... Y no por los cincuenta dlares ya que le envi un cheque por doscientos y otro por cinco mil, paraque cambiase de enfermera, porque aqulla era muy fea... Ha ocurrido algo sta noche?Eh?Que si ha ocurrido algo esta noche.El espa sigui el nuevo giro de la conversacin tras parpadear.

    S dijo, ha ocurrido algo... Llamaron a Klondike.Ah. Tan pronto? Bien... Tenemos alguna idea de quin lo llam?Una mujer.De veras? sonri secamente Baby. A que va a resultar que Brian Klondike me es infiNo me diga que se ha enamorado de l! exclam Simn.Le parece imposible?Las noticias vuelan susurr Simn..No creo que haya un solo Simn en el mundo que iga quin ama usted, Baby. Sin embargo, bes a Klondike; yo lo vi.Hay besos y besos, Simn. Del mismo modo que bes a Klondike podra haber besado a unapiedra. Un beso no es nada en s, y lo es todo cuando tras l hay verdaderos sentimientos... A quin se dice en nuestro mundillo particular que ama Baby?A Nmero Uno. Ya sabemos todos que no muri. Y ha sido la mejor noticia que hemos recibido en mucho tiempo.

    Ahora le toc el turno a Brigitte de parpadear.Qu le dijo esa mujer a Klondike?Puede escucharlo usted misma, si lo desea.Desde luego.Simn sac de un bolsillo interior un pequeo magnetfono, y lo puso en marcha demostrado claramente que ya lo llevaba preparado para la audicin, porque apenas dos segundos ms tarde se oa el timbre de un telfono, y, muy poco despus, la voz de Brian Klndike:-S?-Seor Klondike? se oy la voz femenina.

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    -S, s.-Celebramos mucho que haya llegado sin novedad, pero le esperbamos solo.-He venido solo... Qu quiere decir?-Quin era la mujer del aeropuerto?-Oh, una compaera de viaje... No tiene nada que ver con todo esto. De todos modos,ustedes no deberan sorprenderse de que no est solo en Hong Kong, ya que lgicamentela compaa AIC no puede aceptar las cosas sin intentar al menos ejercer un controlsobre ellas.-Ya. Eso est previsto, seor Klondike. Bien: le han entregado ya el gnero?-No. Pero apenas llegar al hotel, uno de los representantes de la AIC me llam, facilitndome un nmero telefnico de Hong Kong, al cual debo llamar cuando precise el gnro.-Pues ya lo precisa usted, seor Klondike. Hemos pensado que un buen momento para la entrega sera maana por la noche. Le parece bien?-A m me es indiferente. Dnde y a qu hora?-Salga maana a las siete y media de la tarde de su hotel, y dirjase al muelle de Aberdeen. Pasee por l hasta que alguien le entregue una nota. Luego, siga al pie dela letra las instrucciones qu contenga esa nota. Lo ha entendido?-Naturalmente. Entiendo que debo llevar, ya el gnero, no es as?-Por supuesto. En una maleta o algo parecido... que sea impermeable. Y que est cerrada hermticamente.-Muy bien. Algo ms?-Por nuestra parte, no.-Por la ma, s. Tienen noticias de mis compaeros de trabajo?

    -Todos estn muy bien, seor Klondike, no se preocupe por ellos. Oportunamente, podrnreunirse y celebrar el negocio. Adis, seor Klondike.La cinta estuvo deslizndose en silencio apenas un par de segundos, pues Simn detuvo la marcha del aparato, diciendo:Naturalmente, la AIC somos nosotros: la CIAS, es fcil de comprender. Qu ms?Inmediatamente despus de esta conversacin, Klondike llam a nuestro nmero, y pidi nero, explicndonos a su manera esta conversacin.Lo cual, lgicamente, tiene que estar calculado por esa gente, Simn, no le parece?Supongo que s. Adems, Klondike ya ha dicho bien claramente que la CIA debe estar ejerciendo una vigilancia en torno a l y a lo que ocurra. Advertencia que esa genteno precisaba, desde luego.Y sin embargo, recurren a un procedimiento tan simple para recibir el dinero refle

    xion Baby. Al menos, a m me parece bastante simple. Y a usted?El espa encogi los hombros, dubitativo.No s. En primer lugar, ellos deben comprender, que la CIA se encargar de la personaque le entregue la nota a Klondike. Eso es inevitable. Y luego, el hecho de quequieran el dinero en una maleta impermeable; y hermtica, sugiere agua, verdad? Pero, claro aadi rpidamente, puede ser un detalle para despistarnos.La rubia seorita Connors movi negativamente la cabeza.Dudo mucho que esa gente, sea quien sea, tenga la menor pretensin de despistar a la CIA en un juego de cinco millones de dlares y treinta y ocho vidas humanas... Ellos saben que la CIA va a estar cerca en todo momento, y que no estaremos parabromas... Son cinco millones de dlares, Simn.No la entiendo a usted murmur el espa.Lili Connors encendi otro cigarrillo, y durante ms de dos minutos estuvo fumando p

    ensativamente, fija la mirada en la azul baha, como hipnotizada... O, mejor, comomirando hacia dentro, no hacia afuera. Por fin, asinti con la cabeza, y pregunt:Le han entregado el dinero ya a Klondike?No. Esperamos la autorizacin de usted.Entrguenselo a las siete de la tarde. Desde luego, en una maleta hermtica e impermeable.Colocamos dentro un emisor de seales? .No.Usted manda. Algo ms?S. Dganle a Simn I que venga a recogerme con el taxi dentro de.:, una hora. Est r

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    ada mi habitacin en el Hong Kong Imperial?Por supuesto. Al nombre que nos indicaron.Magnfico. Eso es todo, Simn:El agente de la CIA miraba a su dolo como decepcionado. Visiblemente decepcionado.Eso es todo? Est segura de que no tiene ningn comentario ms que hacer, Baby? .La divina lo mir sonriendo socarronamente.Si se refiere a la voz de esa mujer que ha llamado a Klondike, por supuesto que he notado que no es compatriota nuestra.Menos mal sonri tambin Simn. Empezaba a temer que no se hubiese dado cuenta.Todava no me he jubilado ri Baby. En cuanto a esa voz, pues... yo dira que corresa una mujer oriental. Estamos de acuerdo?Completamente. Yo dira que es china. Quiz tailandesa; o quiz...Vietnamita?Podra ser. Al menos, eso dice Roger.Y quin es Roger?He querido decir Simn palideci Simn. Es nuestro experto en estas cosas. Me he pconsultarle esta noche, mientras usted descansaba.Bien hecho. Avise a Simn I para que venga con el taxi, por favor.En seguida.Y llame a Klondike para decirle que a las siete recibir el... gnero.Muy bien. Estar usted a partir de ahora en el Hong Kong Imperial?Naturalmente.* * *

    Una hora despus de que la seorita Lili Connors hubiese comunicado a la conserjera del Victoria Hotel que seguramente estara ausente un par de das invitada por unos amigos, al Hong Kong Imperial llegaba una nueva cliente, en taxi.Una cliente muy interesante.Pareca tener alrededor de setenta aos, sus cabellos eran blanqusimos, sus ojos azules, y vesta completamente de negro, muy seria y por supuesto sin escote o frivolidad de ninguna clase. Para caminar, se apoyaba con elegantsimo gesto en ;un bastncon empuadura de plata, mientras tras los cristales de sus lentes redondos, los ojos parecan perder el tono de cansancio momentneamente vigilando su equipaje, quela preceda en manos de un botones de raza china.No se poda tener un porte ms aristocrtico que el de...Oh, s dijo el conserje. Madame Annette Simonet, Duquesa de Montpellier... Tenemos ua reserva a nombre de usted, madame, suite 226.

    Espero dijo un tanto despectivamente Madame la Duchesseque en este hotel la gentesepa comportarse. En Tokio, tena unos vecinos de habitacin que eran sumamente molestos. Hay nios junto a m?No, Madame sonri el conserje. La 224 la ocupa un hombre solo, el seor Klondike. La8, un matrimonio holands de edad adecuada para no molestar a nadie.En ese caso, me quedar.Muy honrados, Madame sonri el conserje, divertido.Con el gesto de quien, en efecto, considera que honra un lugar con su presencia,Annette Simonet, Duquesa de Montpellier, se fue tras el botones, con su pasitomenudo y un tanto vacilante pese al bastn de empuadura de plata, y llevando en todo momento, en la otra mano, su maletn forrado de negro.Desde luego, no se distingui por la generosidad de su propina al botones chino, que sali de la suite 226 pensando que quizs al hotel le diese prestigio una dama ta

    n aristocrtica, pero que a l no le beneficiaba en nada.Apenas un minuto despus de que Madame se hallase instalada en su alojamiento, sonuna llamada a la puerta, y ella abri, sin cuidado alguno. En el umbral qued visible Simn I, con su uniforme de taxista, y sosteniendo una maleta que pareca bastantepesada.Perdn, seora murmur. Olvidamos esta maleta en el taxi.Oh, s... Joven, es usted muy descuidado!Lo siento, seora. Dnde la dejo?Aqu mismo. Y tenga la bondad de retirarse, pues estoy muy cansada y no pienso atender a nadie... No tienen en este hotel esos letreritos que...? Ah!, aqu est. Bien,

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    oven: qu est esperando? Ms propina, quiz?No, no sonri el taxista. Adis, seora. A sus rdenes.Bah! exclam ella.Coloc en la puerta el cartelito de No molesten, cerr con gesto malhumorado..., y sori. Tom la pesada maleta, alzndola; como si pesase menos que una cerilla, y, con paso sorprendentemente elstico y seguro, fue a dejarla sobre una mesita. La abri, sac un receptor porttil de televisin, y estir la antena telescpica. Luego, sac un lmo cordn, lo enchuf por un extremo al aparato, y, con el otro en una mano, se dirigi hacia la pared que separaba su suite de la 224, movi un cuadro, y asinti con lacabeza al ver all el enchufe. Hizo la conexin, volvi ante el pequeo televisor, y loencendi.Casi inmediatamente, la pantalla se ilumin, mostrando una suite idntica a la que ella ocupaba ahora, enfocada desde la ventana del dormitorio hasta la puerta quedaba al pasillo, de modo que proporcionaba la imagen de las dos piezas: dormitorio y saloncito... Y all, en el saloncito, tumbado en un sof y fumando pensativamente, estaba el teniente Brian D. Klondike.Lo que yo digo siempre. sonri la interesante anciana: o se hacen bien las cosas, ono se hacen.CAPTULO VCerca de la una del medioda, el teniente Klondike baj a almorzar, pero Madame la Duchesse no se movi de delante del aparato que tan aburrido programa de televisin estaba reflejando: el teniente Klondike fumando, el teniente Klondike paseando, el teniente Klondike leyendo...A las dos y cuarto, el teniente Klondike regres, y se dedic a dormir la siesta...,

    mientras Madame permaneca siempre atentsima a la pantalla. Admirable su resistencia para el aburrimiento.Hacia las cinco, el teniente Klondike despert, se duch y se puso un traje oscuro.Luego, tras mucho vacilar y mirar el telfono, se decidi. Descolg el auricular. Y suvoz lleg con toda nitidez a odos de Annette Simonet:Pngame con el Victoria Hotel, por favor.Una sonrisita entre amable y dura apareci en los labios de Madame. Mientras tanto, al teniente Klondike le pusieron comunicacin con el Victoria Hotel.Por favor pidi: quisiera hablar con la seorita Lili Connors. Cmo...? Ah no, lo sno s el nmero de su habitacin... S, espero.Una pausa..., que Madame aprovech para encender un cigarrillo.S, s, dgame... de nuevo la voz de Klondike. Ah... No est? Estar fuera dos dacon unos amigos... Bien... No ha dejado ningn recado para m? Brian Klondike... No?

    st bien. No, no, no importa; la volver a llamar dentro de dos das. Gracias.Brian D. Klondike colg, lentamente, sombra la expresin. Sombra y triste. Y hasta deepcionada, a juicio de Madame. Lo cual era muy lgico.A las siete en punto, son la llamada a la puerta de la suite de Brian Klondike, el cual fue a abrir, y se, qued mirando al sujeto alto, patilargo y rubiales que asu vez lo contemplaba con suma atencin.Zambomba... pens Madame, sonriendo. Este. Simn es nuevo. S, seor, as se hacen l..Seor Klondike? preguntaba el visitante.S. Pase, por favor.El rubiales entr, coloc la maleta de piel que transportaba sobre el sof, y la abri,volvindose hacia Klondike, que se qued mirando con fra indiferencia nada menos quecinco millones de dlares.

    Est bien encogi los hombros. Recibido.Esperamos de usted que pida garantas respecto al retorno de nuestros compatriotas,teniente dijo el desconocido Simn.Garantas? Retorno? Klondike lo miraba estupefacto. Est usted bromeando?Con toda seguridad, NO.Escuche, yo slo tengo que entregar el dinero, entrese bien. Respecto a garantas, qmonios quiere que exija yo? Y en cuanto al retorno de nuestros compatriotas, enprimer lugar tengo ms inters que todos ustedes, y en segundo lugar, debemos suponer que ellos siguen en Estados Unidos, encerrados en cualquier lugar... Ya estn acostumbrados, de todos modos, a estar encerrados. As que todo lo que tenemos que e

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    sperar es que la gente de aqu comunique a los de all que han recibido el dinero ysuelten a los prisioneros... A m no se me ocurre nada mejor. Pero s se me ocurre hacerle a usted y a toda la CIA una advertencia: si estn demasiado cerca de m, y esa gente se da cuenta, las cosas se complicarn. Est claro?No se preocupe, teniente. Todo se har bien.De veras? Bueno, ser mejor para todos... Especialmente, supongo, para mis compaerosTranquilcese. Necesita algo?No.En ese caso, adis... Y buena suerte.Brian Klondike qued de nuevo solo. Durante unos segundos, estuvo mirando el dinero, hosco el gesto. Luego, cerr la hermtica y, por supuesto, impermeable maleta, yentr con ella en el cuarto de bao, escenario que Madame la Duchesse no poda abarcar.Vaya... refunfu la aristocrtica anciana. Esper que no vaya a baar el dinero.Fruncido el ceo, Annette Simonet permaneci con la mirada fija en la pantalla hastaque, por fin, casi diez minutos ms tarde, Klondike sali del cuarto de bao portandola maleta, que volvi a dejar sobre el sof, sentndose a su lado. Mir el reloj, y lugo se qued inmvil, muy tieso, tenso... Mir varias veces ms el reloj, y finalmente spuso en pie. Madame tambin mir su relojito de platino y brillantes; las siete y media en punto.Brian Klondike abandon la suite, con la maleta.Madame la Duchesse abri su maletn, sac un paquete de cigarrillos americanos, y alz no de ellos.

    Ya sale dijo.Okay.Discrecin Punto Diez, Simn. Descuide.Madame baj el cigarrillo, guard el paquete, cerr el maletn, y cruz los brazos sobrl pecho, demostrando bien claramente que se dispona a esperar.Solamente tuvo que esperar quince minutos... A las ocho menos cuarto, la puertade la suite se abri, y entr rpidamente una muchacha asitica, portando un instrumentmusical en su funda... Un instrumento musical que abultaba tanto como ella misma: un contrabajo.Que no pareca muy fcil de llevar de un lado a otro, por cierto.Pero ella lo consegua, con admirable tesn. Cerr la puerta tras ella, mir inquieta atodos lados, y, finalmente, abri el gigantesco estuche; y sac el contrabajo,:.Oh, no... sonri Madame la Duchesse. Espero que no vayan a darme un concierto ahora

    Al parecer, no se trataba de eso. La muchacha asitica, joven y muy bonita, carg con el contrabajo y entr en el cuarto de bao.Zambomba dijo Madame, sonriendo ante su poco aristocrtica expresin de pasmo.Cinco minutos ms tarde, la muchacha asitica sala del cuarto de bao, por supuesto cagada, con el contrabajo, que coloc de nuevo en su funda... Para entonces, Madamela Duchesse estaba ya lista para Salir, con su maletn forrado de raso negro en una mano y el bastn de empuadura de plata en la otra... Esper a que la muchacha saliese de la suite con su contrabajo, apag el pequeo televisor, y se dirigi a la puertaEsper medio minuto, abri, y sali al pasillo.All, delante de la puerta del ascensor, el cual llegaba en aquel momento, estabala muchachita asitica, con su contrabajo. Se acerc a ella, la mir sonriendo y dijo;amablemente:Jovencita, es usted admirable.

    La muchacha la mir vivamente, sobresaltada.Qu..., qu...?A quin se le ocurre tocar el contrabajo? Con lo bonito y ligero que es el violn!S sonri crispdamente la muchacha. Pero es ms difcil de tocar, seora.Eso desde luego el ascensor haba abierto sus puertas, y ambas entraron, Madame en primer lugar; las puertas se cerraron y el ascensor emprendi el descenso, gobernado por el ascensorista de raza china. Pero a veces, vale la pena el esfuerzo, no leparece?No s...Le aseguro que s, joven. Aqu donde me ve, yo s tocar el violn y le aseguro que hay

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    cos placeres comparables con se... Crame, joven; persevere, aprenda el violn. Es msbonito y ms cmodo.S... S, lo tendr en cuenta, seora...Es usted muy bonita, hija ma... Cmo se llama?Pues... el ascensor se detuvo en el vestbulo del hotel, y la muchacha se apresur a alir, sonriendo forzadamente. Adis... Perdone mi prisa...Est perdonada. Me gustan las jovencitas cultas, y usted lo es, puesto que habla tan bien el ingls. Es usted china?S... S... Adis.Adis Madame mir al ascensorista chino, y sonri. Verdad que no es china, joven?No refunfu el chino.Es lstima que una joven tan bonita y musical sea una mentirosilla. Pero, en fin...nadie es perfecto!Pasito a pasito, Madame sali del hotel en pos de la muchacha, a tiempo de verla entrar en el coche que se acerc rpidamente al bordillo. Hubo alguna dificultad paracargar arriba el contrabajo, y, mientras tanto, Madame cruz con admirable agilidad la avenida, y entr en un taxi all estacionado. Con el bastn, dio un par de golpecitos en el hombro del taxista de raza blanca.Joven, no me pierda de vista ese coche.A la orden, Madame ri Simn I.Madame tambin sonri..., mientras abra su maletn, meta una mano hasta el fondo..., a sacaba con la pistolita de cachas de madreperla; lo cual fue captado por el agente de la CIA, por medio del retrovisor, y le oblig a volver la cabeza.Tan seria est la cosa? pregunt.

    Nunca se sabe. Le gusta el contrabajo, Simn?El espa mir hacia el coche cargado con el contrabajo, y que ya se alejaba, y movi negativamente la cabeza.La verdad es que no confes.Lstima; le habra regalado uno.Simn slo sonri, esta vez apretando los labios. Puso el coche en marcha, en pos delotro, fcilmente identificable al llevar en el portaequipajes del techo el instrumento musical... No sera fcil perderlo de vista.Y efectivamente, a pesar del intenso trfico y de que Simn guardaba una distancia muy cautelosa con respecto al otro coche, no lo perdieron de vista ni un instante. Es decir, no perdieron de vista el gran estuche del contrabajo, que pareca flotar por entre verdaderos enjambres de coches y bicicletas...Van a Kowloon dijo de pronto Simn.

    Por qu cree eso?Le apuesto cinco centavos a que vamos al embarcadero del ferry-boat. Cruzaremos el estrecho, y, prcticamente, estaremos en China muy pronto.Lagarto, lagarto ri Madame, quedamente.No creo que haya peligro, de todos modos... A menos que los chinos estn metidos enesto, cosa que dudo. La chica del contrabajo es vietnamita, o algo as. Y lo mismo el tipo que conduce el coche y que ha colocado el instrumento en el techo... Nole parece un poco raro todo esto?No demasiado.De veras? Bueno, al parecer, como siempre, segn dicen, su cabecita est en plena ebulicin, resolviendo problemas antes de que aparezcan del todo. Admirable. Pero yono soy tan listo, as que hay cosas que no comprendo. Una de ellas, por ejemplo, es que usted haya preferido quedarse en el hotel para perseguir ahora un contraba

    jo, en lugar de ir en pos de Brian Klondike, habida cuenta de que la considero la persona mas capacitada para estas cosas.Quiz comprender usted por qu me qued en el hotel si le digo que esa jovencita del trabajo habla estupendamente nuestro idioma... Con cierto tono peculiar de voz,desde luego.Ha hablado con ella?Por supuesto. Bien tena que convencerme de que haba odo su voz antes de ahora.Simn I sacudi la cabeza como si acabase de recibir un golpe en ella.Santo Dios gimi. Soy un cretino!Pero muy buen muchacho ri de nuevo, Madame.

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    Por todos los demonios... No me diga que esa muchacha es la que habl con Brian Klondike por telfono anoche, dndole las instrucciones...!Lo siento por usted, Simn, pero... lo digo: es ella.Insisto: soy un cretino. Pero..., qu hace esa chica paseando por un hotel como el Hong Kong Imperial y ahora por estas calles, siempre cargando con un contrabajo?O mucho me equivoco, o ese contrabajo es carsimo.Carsimo? Qu quiere decir?Pues quiero decir que no creo que esa jovencita lo vendiese a nadie por menos decinco millones de dlares.Buena broma! Cmo va a valer cinco millones un con...?Simn I se call, de pronto, y se mordi los labios. Su rostro haba perdido todo colorY sus ojos, ms abiertos que nunca, se fijaron de nuevo en el contrabajo, que segua flotando ante ellos teido He luces de diversos colores de los anuncios de nen...Haban dejado ya Victoria Avenue, y, en efecto, todo pareca indicar que se diriganal embarcadero, donde siempre haba servicio entre Victoria y Kowloon. A medida que se acercaban, la masa de transentes chinos pareca ir espesndose, consecuencia dela mayor estrechez de las calles. Y muy pronto ya no tuvieron la menor duda de que iban hacia el embarcadero.Pero entonces... murmur Simn, Klondike no piensa entregar el dinero en Aberdeen?Parece evidente.Lo dej en su habitacin, y esa chica lo recogi?Salvo que yo me est equivocando.Maldita sea mi estampa! mascull el espa. No entiendo nada! Qu es lo que est oFrancamente, la absoluta verdad yo tampoco la s... No se distraiga ahora, Simn. En

    efecto, vamos a pasar a Kowloon.Se van a dar cuenta de que los seguimos.Bueno dijo plcidamente Madame.Pareca inevitable que los perseguidos se dieran cuenta, sobre todo cuando abordaron el ferry-boat tras ellos, y, siguiendo las indicaciones que el empleado chinoiba dando por seas para la colocacin de los coches, tuvieron que colocarse ni ms ni menos que al lado del de la muchacha, separados apenas por medio metro. Simn miraba hacia el frente con obstinacin, pero Madame dirigi una mirada de reojo al otro coche.El conductor tambin miraba hacia el frente, donde se iban agrupando los pasajerossin coche, en su mayora chinos, agitndose, gritando, golpendose unos a otros con cestas y paquetes de todas clases... Pero, justamente cuando Madame la Duchesse miraba hacia el otro coche, lo haca la muchacha asitica, por cierto con bastante me

    nos disimulo que ella, ya que estaba inclinada hacia la ventanilla, y, por supuesto, no pudo dejar de ver ni reconocer a la dama que haba conversado con ella sobre contrabajos y violines... La imagen de la muchacha desapareci en seguida, y Madame murmur:Ya se han dado cuenta.Pues no tenga su mano muy lejos de la pistolita murmur, tambin, Simn. Esa gente nanda con tonteras, Baby.Yo tampoco.Apenas tres minutos ms tarde, el ferry daba su seal de partida, y a los pocos segundos, la cubierta comenz a trepidar. Madame tena el ceo fruncido. No, ella tampocolo entenda bien, desde luego. Pero as estaban las cosas, y ella siempre segua la corriente de los acontecimientos hasta que llegase el momento de... Retir de prontola mano de encima del maletn, lo abri, y sac el paquete de cigarrillos, cuya espec

    ial vibracin haba percibido. Alz uno de los cigarrillos, y musit:s?Baby?Claro. Qu ocurre?Han matado a Brian Klondike.CAPTULO VIEl torso de Annette Simonet se enderez bruscamente. Sus labios se apretaron un instante.Qu dice, Simn? pregunt, tensa.Lo han asesinado. En Aberdeen... Bueno, en la baha.

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    Quin lo ha hecho y cmo?Bueno, apareci una lancha que.Esper, Simn. Perdone... Empiece por el principio, por favor. Vamos a ver, Brian Klondike abandon el hotel, yo les avis, y Ustedes pusieron en marcha todo el dispositivo de control. Es eso?S, desde luego.Bien. El fue a Aberdeen, y ustedes tras l, adems de la vigilancia establecida all. hora, qu pas?Klondike se dedic a pasear por el borde del muelle, tal como le haban indicado y, alos pocos minutos, se le acerc un sujeto, un chino o algo parecido, que pareca unandrajoso, un pordiosero. Obviamente, le pregunt si era Brian Klondike. Le vimosasentir y tomar el sobre que le tenda el andrajoso...Siguieron al andrajoso, naturalmente, Simn.Pues... Baby, lo siento. Va usted a decir que los Simones de Hong Kong somos unosineptos que...Se les escap el andrajoso!Lo siento, s. Pero, mire, no es que pretenda buscar disculpas para mi grupo... Esque, realmente, seguir a un sujeto as por encima de los sampanes y todos esos pesqueros es imposible, se lo aseguro. El maldito pordiosero, que el demonio se lleve, estaba bien advertido, naturalmente, as que apenas entregar el sobre, se lanzsobre el primer pesquero que haba amarrado al muelle, y comenz a saltar de uno a otro como una ardilla loca... Ni siquiera nos dio tiempo a reaccionar. De pronto,cay... o se tir al agua, y... Bueno, a se no lo caza en el muelle de Aberdeen ni el Hombre de las Medallas de Oro.

    Quin? se desconcert Madame.Mark Spitz, el vencedor olmpico de Munich en natacin.Oh, s...! Entiendo. En fin, desapareci.Como una rata de agua. Siento mucho que...No se obsesione, Simn. Vamos a por Klondike ahora. Qu hizo despus de recibir el so?Pues lo abri, y ley el mensaje. En seguida, lo quem, y dej caer las cenizas al aguLuego se orient, y fue hacia determinada parte del muelle, y comprendimos que estaba buscando algo... Result ser un pequeo bote de prtiga... ya sabe, esos botes largos que los chinos manejan con un solo remo atrs...S, s, s... Lo abord?S. El bote deba tener alguna seal para que l lo identificase, claro. Bueno, salt o, empu la prtiga, y se fue baha adentro. Por supuesto que nosotros esperbamos alg

    s, y estbamos preparados, de modo que pas el aviso para que nuestra lancha siguieradiscretamente a Klondike...Ahora va usted a decirme que la otra lancha era mucho ms ligera, ms rpida, que aparci de pronto, ametrallaron desde ella a Klondike, y... escap.Maldito sea yo... S, eso ocurri!Bien. Pero antes tomaran el dinero..., la maleta impermeable, quiero decir.No. Klondike la haba tirado ya al mar.S? Caracoles, qu sorprendente, verdad? Por qu debi hacer, semejante cosa?Es de suponer que as se lo ordenaron. Por eso queran que la maleta fuese hermtica eimpermeable.Claro. Bien, tir la maleta al mar... Qu cree usted que pudo pasar a continuacin?Si no se va a rer de mi teora, se lo dir.No es momento de risas, Simn!

    Okay... Yo creo que en el lugar donde Klondike tir la maleta al agua, deban haber dos o tres hombres-rana, esperando. Se hicieron cargo de la maleta antes de que llegase al fondo, y se fueron con ella hacia las casas flotantes. Y vaya usted a saber en cul de ellas aparecieron esos hombres-rana!Ya. Y mientras tanto, debieron ver que Klondike haba dejado caer la maleta al agua, y enviaron a los de la lancha a matarlo.Eso pienso. Le dir un vez ms qu lo siento, y desde luego, la responsabilidad por losucedido...Olvide eso, y ocpese del cadver de Klondike. Hay que llevarlo a...No lo tenemos.

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    No tienen el cadver?No... Cay al agua, se hundi...Pues squenlo.Esta noche?AHORA.Esto... No es que pretenda discutir una orden de usted, Baby, pero..., leexplico cmes el fondo de esta baha?Qu quiere decir?Posiblemente es uno de los lugares ms sucios del mundo. Hay de todo ah abajo: peques embarcaciones hundidas, cajas, cientos de redes podridas, lodo, rollos de cuerdas, botes de conservas; zapatos.... De da ya es repugnante y de visibilidad dificilsima, as que de noche...Simn, le dir lo que estoy pensando. Si yo fuese espa, me procurara esta misma nochl ms completo equipo de hombre-rana y me sumergira en busca del cadver de Brian Klondike sin esperar a que una persona que generalmente es amable, simptica y cariosa, me lo ordenase con tono carente de amabilidad, simpata y cario... Es usted un esp, un... Simn, o no lo es?La bsqueda comienza ahora mismo. Gracias, Baby.Adis, Simn.Annette Simonet baj el cigarrillo, guard el paquete, y dirigi una torva mirada hacia el coche de al lado.Lo han matado...susurr Simn I. Supongo que debamos temer algo as; verdad? En cus otros treinta y ocho hombres que pensbamos comprar con ese dinero, es posible queestn muertos hace das.

    Madame no contest. Quizs era que ni siquiera haba odo a su chfer, o as lo interpry no insisti. No dijo nada ms hasta transcurridos unos minutos, cuando el trepidar de la cubierta se hizo ms perceptible.Estamos llegando a Kowloon advirti.Madame alz la cabeza, y mir hacia las luces de colores que resplandecan delante, prietos los labios.Si lo han matado susurres que l era inocente, que todo lo que quera era realmentdar a sus compaeros de armas...Qu dice?se volvi Simn.Nada... Nada. He intervenido...No dijo nada ms. Tanto ella como Simn quedaron inmviles, porque todo sucedi de modoinesperado, y tan rpidamente, que su reaccin habra sido tarda... y mortal. Tres homres, de pronto, aparecieron junto al coche, abrieron las portezuelas, y entraron

    ;... Uno se coloc junto a Simn, metindole una pistola en las narices. Los otros dos, entrando cada uno por una puerta de atrs, quedaron a ambos lados de Annette Simonet, uno de ellos tambin con una pistola, y el otro con un cuchillo, que qued apoyado en el vientre de la aristocrtica duquesa.Fue este ltimo quien dijo, en mal ingls:Desembarcar normalmente, ir por derecha hacia playa de Kowloon, arriba, arriba...S?Madame dej de mirar al asitico para mirar a Simn. Y al ver la expresin de ste, se esur a ordenar, con tono seco:Es una orden ma, Simn. Haga todo lo que le digan.El espa no contest. Se volvi hacia el frente, mientras el oriental que tena al ladobajaba la pistola, apuntando ahora a su cuerpo, por supuesto.Manos en volante siempre dijo el del cuchillo. S? Entiende?

    Lo ha entendido-dijo Madame.Usted manda a l?S. Yo lo mando; yo doy todas las rdenes en Hong Kong ahora.CIA?S.Desembarcar normalmente, ir por...Ya sabemos eso.Saben. Mejor. Okay.El ferry-boat quedaba completamente detenido un par de minutos despus, y todos los pasajeros se dispusieron a desembarcar, a pie o en coche. Madame se inclin un p

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    oco hacia delante, mirando hacia el coche de la muchacha... La vio a ella, inclinada tambin hacia la ventanilla, mirando hacia all y, al verla, sonri burlonamente,y con una mano seal hacia arriba. Madame alz la mirada, vio el estuche del contrabajo, y apret los labios, volviendo a mirar a la muchacha que, evidentemente, se estaba riendo. El rostro de Madame no se alter; si acaso, sus labios se apretaronun poco ms...El coche con el contrabajo desembarc primero, y, naturalmente, tom la direccin opuesta a la que tenan que tomar ellos...Desembarcar ahora dijo el del cuchillo.Simn obedeci. Detestaba Kowloon, porque siempre le haba parecido una zona de miserables industrias, srdida, carente de la ms elemental belleza. Teniendo en cuenta suactual situacin, tena muchos ms motivos para detestar la pennsula, desde luego... ero estas consideraciones ya no le preocupaban. Tena tras l a Baby y, a menos que lhiciera algo, la iban a matar. Iban a matar a Baby ante sus narices. A Baby!Mientras conduca por Kowloon siguiendo la direccin ordenada, esta idea iba tomandoforma y seguridad en la mente del espa norteamericano, y la angustia que le produca se iba materializando en un sudor ms copioso a cada instante, que comenz en sufrente, se extendi a las mejillas, al cuello, a las manos...No. No la mataran mientras l tuviese vida. Desde haca ocho aos, Simn I trabajaba pla CIA, especialmente en Oriente. Pero incluso hasta all llegaban todas las noticias, como transportadas por el aire en un tam-tam que slo los agentes de la CIApodan or. Baby ha terminado una misin en tal sitio rescatando a tres de los nuestros; Baby ha desorganizado tal plan enemigo en tal sitio rescatando a una docena de los nuestros que estaban prisioneros; Baby ha vengado el asesinato de dos de l

    os nuestros en tal sitio...El oriental que iba junto a l hizo un comentario que al parecer era jocoso, porque los otros dos rieron, y lo miraron... S, les haca mucha gracia ver su rostro yacompletamente empapado en sudor, pero l les iba a...Yo dir cundo dijo de pronto Madame.Cundo... qu? pregunt el del cuchillo, sorprendido.Simn haba estado a punto de lanzar una exclamacin de sorpresa ante el poder teleptio de Baby, pero supo contenerse... Incluso cuando Madame contest al oriental conuna enorme mentira:Tenemos una bomba en el coche dijo, y explotar cuando nosotros queramos. No pensamodejarnos cazar con vida.El oriental lanz una exclamacin de sobresalto, y mir vivamente a Simn, comenzando aordenar:

    T frenas en...!Una manita pequea, delicada de aspecto, pero dura como el acero, se cerr en tornoa su mueca, apartando la mano armada con el cuchillo, mientras Madame abandonabasu asiento hacia delante, escapando de la lnea de tiro del hombre que se sentabaa su lado, y que de momento slo acert a gritar un instante antes de que el pequeo puo derecho de la anciana golpease en su sien, con un seco y velocsimo gesto de vaivn que lo desvaneci de modo fulminante, sin darle tiempo ni tan siquiera a apretarel gatillo.La velocsima anciana gir en seguida hacia el que iba sentada junto a Simn, mientrasste, soltando los mandos del coche, meta la mano en el sobaco, en busca de la pistola, y se volva hacia el del cuchillo, que de un tirn se desprenda de la mano de Madame, y se dispona a acuchillar a sta...Todo sucedi en menos de un segundo, simultneamente.

    El oriental que iba sentado junto a Simn, dispar contra ste, que lanz un alarido, pro sac la pistola, y desde menos de veinte pulgadas, meti una bala en la cabeza del hombre del cuchillo, preocupndose ms por la vida de Baby que por la suya propia.Mientras tanto, siempre en esa fraccin de segundo, Baby haca precisamente lo contrario,; esto es, se preocupaba ms de la vida de Simn que de la suya, descargando un espantoso atemi mortal en la sien del hombre que acababa de disparar contra Simn... y que, ciertamente, ya no pudo volver a disparar, pues sali proyectado, muerto al instante, contra el cristal parabrisas,.., mientras, por ltimo, el coche suba a la acera, daba de lado contra un rbol, volva a la calzada, y se precipitaba hacia otro vehculo que vena en direccin opuesta.

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    Todo esto, en menos de un segundo.Y el juego habra terminado all, sin duda, si Simn no se hubiese vuelto velozmente hacia el volante y, plido como un cadver, hubiese recuperado la direccin, moviendo el volante con seco golpe hacia la derecha, con lo que Madame, que estaba en, esaparte del coche, sali disparada, dndose de cara contra el oriental del cuchillo,que tena la mitad de la cabeza volada del disparo, salpicada contra las paredes del coche.Simn! . Frene! Frene...! grit Baby.Lo nico que hizo, el espa, fue aminorar la velocidad, y meterse por una calleja lateral, gritando a su vez:Est bien, Baby?S! Frene!Simn aminor an ms la marcha, y volvi la cabeza, contemplando a Madame mientras ellecuperaba la estabilidad, y se sentaba en el centro del asiento de atrs.Ser mejor que nos alejemos... un poco ms... de aqu...Simn, frene! Est herido, yo conducir!Estoy bien... Vea que estos tipos no puedan... perjudicarnos... to... to... todav... va...Madame lanz un gritito de espanto cuando la cabeza del espa cay de pronto contra elvolante, rebot, y todo el cuerpo se fue de lado contra su ventanilla. Sin vacilar, la anciana salt al asiento de delante, se aferr en el acto al volante, y control el coche mientras intentaba introducir los pies, desesperada, hacia los pedalesdel embrague y freno... Encontr uno, lo apret y el coche aument su velocidad, suelto, al quedar desembragado el motor. Prietos los labios, desorbitados los ojos,

    Madame movi el pie hacia la derecha, encontr el otro pedal,