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Los tríos de voces y guitarras
Heriberto Soberanes Lugo
Este trabajo se aboca a definir el trío de voces y guitarras. Su acento está
puesto en los factores vocales e instrumentales que determinan el género.
No se trata pues de una reseña histórica, pues estas existen de buena
calidad, entre otras las que podemos encontrar en páginas electrónicas y
libros de la especialidad.
Del campo a la ciudad
Los grupos de guitarras y voces -en modalidades de dos o más integrantes-
nace en el área rural y en las provincias; su repertorio es la canción ranchera
y los sones; sus integrantes –como producto de una cultura donde es el
hombre quien trae el sustento a casa, es quien pude aventurarse-, serán,
salvo rarísimas excepciones, varones. La búsqueda de medios para difundir
su música los lleva a las grandes metrópolis, allá por los años 30´s: Los
Hermanos Martínez Gil (Carlos y Pablo), nativos de la modesta Misantla, en
Veracruz, buscan horizontes en la capital de su estado, luego en la ciudad de
México, en 1930; El trío Tariácuri, fundado en 1931, cuyo repertorio estaba
integrado básicamente por sones michoacanos, jaliscienses y huapangos
emigró desde Michoacán; y el trío Guayacán, creado en 1938, desde
Progreso, Yucatán. Allí, en las grandes ciudades, contactarán con la canción
urbana, la adoptarán a sus medios instrumentales y vocales, y la
perfeccionarán hasta llegar a la excelencia. El vestuario también se modifica:
el atuendo folklórico cede su paso al traje formal. El éxito que obtienen en el
cine, la radio y en los teatros de variedades, estimula a jóvenes citadinos
talentosos, algunos con un modesto éxito como cantantes de orquesta o
integrantes de grupos folklóricos, a abordar el género que nos ocupa: Los
Panchos, ya en 1944, con integrantes que venían de quehaceres musicales
variados, se formaron en una urbe, en Nueva York; en 1949, en la ciudad de
México, el entonces cantante solista Enrique Quezada, se integra a Los Tres
Diamantes.
Las tres voces…
Como lo indica su nombre son tres las voces que integran un trío (adelante
se harán aclaraciones de esta aparente obviedad): la llamada primera, la
encargada de canta la melodía real, es la más aguda de ellas (dado que es
más fácil de escuchar los componentes agudos que los graves y medios). Su
encargado debe tener una tesitura (registro o esfera de voz) de contratenor
(más aguda que el tenor, y escasa de encontrar entre los cantantes); luego
encontramos la segunda voz, de registro medio, de tenor; y una tercera,
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encargada de la línea de canto más grave, que poseerá registro de tenor
grave o barítono. Ocasionalmente se pueden encontrar (como en el caso de
Los Dandys, México, 1957) agrupaciones que estilan cantar la tercera voz
más aguda que la primera, sin bien empleando un volumen muy discreto,
para no cubrir la principal; y grupos que alternan a dos cantantes en la
primera y segunda voces (Los Tecolines, 1950). Algunas variantes en el
número de voces las encontramos en agrupaciones que cantan a dos (los
Hermanos Martínez Gil, Veracruz, 1930) o a cuatro (Cuarteto Armónico,
creado por jóvenes yucatecos en 1946).
…su acomodo…
El bloque de tres voces se suele manejar en disposición cerrada, es decir a
la distancia mínima entre sus líneas de canto. Frecuentemente, en una parte
grave o media de melodía las tres voces cantan al unísono; y muy
ocasionalmente, cuando se cuenta con una primera voz muy alta, y con una
tercera capaz de notas muy bajas, la disposición de voces se presenta
abierta, como es típico en los coros mixtos –que registran desde la tesitura
de soprano (voz aguda de mujer) hasta la de bajo (voz grave de hombre)-,
como podemos escuchar, en ocasiones, en los Tres Caballeros.
…los finales…
Siendo el final típico de trío una larga e inmóvil nota repartida en las tres
voces, y fondeada por las guitarras en el ritmo y en el tono principal de la
pieza, hay excepciones que vale la pena mencionar: última línea de verso
final a tres voces sin acompañamiento, seguida de un acorde conclusivo (Los
Panchos) o un pequeño dibujo característico (Los tres Reyes); y última vocal
de la pieza repartida entre las tres voces, que observan gran movilidad
armónica en función de unas guitarras que igualmente fluctúan en acordes
asociados al principal (Los Tres Caballeros, Los Tres Ases).
…los solos y otros recursos…
Las comentadas disposiciones de voz (cerrada, al unísono y abierta) proveen
de variedad de color a las voces de un trío, más no olvidamos que cada voz
tiene un color diferente, y el trío tiene tres de ellas. Una gran innovación de
Los Panchos (Nueva York, 1944) fue incluir el solo de primera voz, que
desde ellos, se convierte en parte obligada de la interpretación de una pieza
de trío; algunos tríos, que cuentan con una voz bien timbrada diferente a la
primera, dan sus solos a este integrante (un caso paradigmático sería el de
Los Tres Ases, que dejaban a Marco Antonio Muñiz, su tercera voz, las
partes a solo). Como excepción se pueden encontrar combinaciones distintas
como cantar a dos partes y a tres voces: la segunda voz es cantada al
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unísono por su titular y por el encargado de la tercera, y la primera voz, como
es de rigor (modalidad muy frecuente en Los Tres Reyes, Nuevo Laredo
Tamaulipas, 1957). El uso del coro en “m”, mientras el solista hacía su parte
vocal, fue característico de Los Panchos; Los Tres Caballeros elaboraban
contrapuntos (melodía contrapuesta) sobre la primera voz (escúchese
“Chamaca”); los Hermanos Martínez Gil aprovecharon la virtud de silbador de
uno de sus miembros para hacer originales arreglos.
…su movimiento…
La forma en que se mueven una voces respecto a otras da personalidad a
cada trío. Es común que marchen paralelas (todas caminan en la misma
dirección subiendo o bajando) como se puede apreciar el caso de los Tres
Diamantes; en otros casos la segunda y tercera voces se comportan más
estables frente a una primera más móvil (comportamiento llamado armónico).
…y su ritmar.
En cuanto a su ritmo, los estilos de canto varían desde aquellos tríos que
llevan su voz en riguroso tiempo (“derechos”, “cuadrados”, se les dice) hasta
aquellos que desfasan su canto respecto a las guitarras. En estos
encontramos quienes cantan delante del acompañamiento, lo cual otorga
ligereza a las voces (como Los Panchos), y quienes cantan más lento que
las guitarras (caso de Los Tres Ases). Entre estos extremos hay numerosas
variantes. Se cita un caso (Los Calaveras, inicios de los 30´s) que combina
ambos desfases de varias maneras obteniendo así una portentosa
flexibilidad, un ejemplo: en una línea de verso las voces entran a tiempo
respecto a las guitarras, luego se retrasan, enseguida se aceleran y terminan
rebasándolas.
Las féminas
La regla es, por las razones –justificadas o no- que hubiera, que el trío se
conforme por integrantes masculinos. Por fortuna hay excepciones valiosas.
Se citan algunas de ellas: El trío Garnica Ascencio (un tiempo Reyes-
Ascencio); las Hermanas Julián, definitivamente con sus propias guitarras;
Los Ruffino, cuarteto de padres e hijos; las Hermanas Núñez, dueto
yucateco; Las Tres Conchitas; y en nuestro tiempo, el Trío Esmeralda; y, de
Puerto Rico, el Trío Zafiros. Aún mejor fortuna tendrían las bellas cuando
resolvieron combinar su voz con tríos de varones en fórmulas célebres, punto
que se atenderá más adelante.
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Los instrumentos:
Tres guitarras (de tipo español, con cuerdas de nylon pulsadas con dedos y
un anillo plástico en el pulgar que proveía de volumen a su sonido), eran los
instrumentos de un trío en su origen. La necesidad de tocar una introducción
a la pieza (previa a la entrada de las voces), un intermedio (igual a la
introducción, ligeramente distinto o definitivamente diferente de esta), y de
adornar entre versos, ocupó que una de las guitarras se ejecutara en un
registro agudo, despegado del ámbito medio-grave propio del
acompañamiento. Dada la dificultad de ello, quedó a cargo del integrante
más capaz guitarrísticamente. Estas ejecuciones, que se estilaban en el
registro agudo, hacían que el uso del capotraste (artificio mecánico que
oprime todas las cuerdas en determinado traste) fuera de rigor. El capotraste
recortaba, pues, la guitarra, haciendo su toque algo incómodo. La solución a
esto último la traería el requinto.
Nace el requinto…
La idea de Alfredo Gil (integrante fundador de Los Panchos) de incluir una
guitarra naturalmente más aguda que la convencional (una cuarta justa
superior respecto a la guitarra, a decir de los profesionales), el requinto,
solucionó el inconveniente, y el nuevo instrumento llegó para quedarse. Su
origen se narra enseguida: Por el 55 o 56, contó Chucho Navarro, segunda
voz y guitarra fundador de Los Panchos, a Jorge Varela Ortiz, admirador de
este trío, que estando en Colombia de gira con El Charro Gil y sus
Caporales, un conjunto mexicano folklórico que radicaba en Nueva York,
Alfredo Gil (integrante del grupo y después, como lo sería Navarro,
componente de Los Panchos), buscando una alternativa para melodizar a
guitarra, adquirió un tiple colombiano, instrumento nacional de aquel país,
(una cuarterola, según otra versión) para experimentar con él; andando el
tiempo, y ya integrados Los Panchos, Gil le redujo sus cuerdas de 12 a 6 (o
de 6 dobles a 6 sencillas); redujo en su tamaño el diapasón y aumentó la
tensión en las cuerdas para afinarlo más agudo (correspondiendo a una
guitarra con el capotraste en el quinto traste); remplazó la cabeza del
instrumento con una para seis cuerdas, y lo declaró apto así, para su
propósito. Este será el requinto. Su conversión definitiva ocurre pues -en
información recibida de Gustavo Leal- en la época de los nacientes Panchos.
En cuanto a sus dimensiones, el requinto tiene un tamaño más pequeño y
unos aros (maderas curvas que unen cara y fondo) más anchos que aquella,
lo primero adecuado para ejecutar notas agudas, y lo segundo necesario
para conservar la potencia sonora de una guitarra.
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…crea un lenguaje…
Pocas veces, al crear una introducción, el requinto procede a imitar
literalmente la canción del trío –particularmente el llamado estribillo-. Cuando
lo hace lo modifica con adornos más o menos elaborados (“Solamente una
vez”, “Nuestro amor” con Los Panchos); es más común que se tome una
pequeña célula de la melodía –las primeras notas de ella o un giro muy
característico- y se desarrolle por un nuevo camino (“Triunfamos”, con Los
Panchos); o que se elabore de manera contrastante con aquella, creando, en
definitiva, una nueva melodía, sea siguiendo el plan armónico original (“El
reloj”, con Los Tres Caballeros), o diferente (Johnny Albino y su trío San Juan
con “Bajo un palmar” -1946-); o que se confeccione una nueva versión de
arreglo partiendo del que haya sido famoso (“Sin ti” y Contigo” con Los Tres
Reyes); y aún construyendo un breve soporte introductorio, ya sea de
contraste rítmico (“Amor indio” con Los Delfines –Veracruz, 50´s), melódico
(Los Santos –Guerrero, 1959- con “Caleta tropical”), o un simple acorde (Los
Tecolines en “Óyelo bien”. La presencia de material clásico literal o
modificado tiene presencia en el lenguaje de nuestro instrumento (Los
Tecolines inician “Sábelo bien” con la introducción la “Danza mora”, del
guitarrista-compositor clásico Francisco Tárrega). Los interludios o
intermedios constan en general de repetir, con o sin modificaciones
superficiales, la introducción; ocasionalmente, especialmente si se cuenta
con un virtuoso en el requinto, el interludio puede ser todo un muestreo de
habilidades y buen gusto (“Engañada”, con Los Tres Reyes). Los finales
pueden constar de un simple acorde (si bien en la región aguda, que es la
que le corresponde), sea este natural o, como lo frecuentaban Los Panchos,
elaborado con sonidos parecidos a campanitas (armónicos, en el decir de los
guitarristas), o bien de una síntesis del arreglo formal, o de alguna breve
figura característica (“Granito de sal”, con Los Montejo), acaso extraída de la
introducción (“Triunfamos”, con Los Panchos, y “El espejo”, con Los Tres
Reyes).
…se modifica…
La necesidad de ingresar cómodamente a la región más aguda de este
instrumento llevó a Gilberto Puente (de Los Tres Reyes) a modificarlo
haciéndole un resaque (ya usual en las guitarras eléctricas). Al constructor
de guitarras Juan Pimentel le tocó hacer realidad la idea. Otra importante
modificación del requinto significó el aumento en el número de trastes, que
amplió, hacia lo agudo, su registro.
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…se perfecciona, absorbe influencias…
El requinto, primeramente de ejecución discreta, fue perfeccionándose en su
toque, haciéndose más exigente; por ello no resulta raro saber que Sergio
Flores (Requintista y fundador de Los Tecolines), en 1948, a sus 11 años,
era un niño destacadísimo en el instrumento clásico, al que Andrés Segovia,
máximo guitarrista mundial en su tiempo, le dirigió elogios. Aparte del clásico,
otros géneros han impactado en la creación de lenguajes del requinto: El jazz
se respira en los acordes exquisitos que ejecuta Juan Neri, de Los Tres
Ases; el toque flamenco se hace oír en las introducciones que Los Galantes
hacen a “Novia mía” y a “Enamorada”; la raíz de los requintos dobles (un
requinto y una guitarra haciéndole una segunda voz) hay que encontrarla en
el folklore urbano del cono sur.
…e imita.
En manos creativas el requinto puede ser un gran imitador de sonidos
naturales: piar y volar de gaviotas en la “Caleta Tropical” que cantan Los
Santos; de artificios humanos como “El reloj” creación de Los Tres
Caballeros; y puede adaptar ejecuciones típicas de otros instrumentos como
lo hace Armando Navarro, de Los Dandys, al imitar el trémolo típico de la
mandolina en un sinnúmero de piezas. Un caso especial se presenta en
Gilberto Puente, de Los Tres Reyes, quien en el requinto ha creado una
inmensa variedad de imitaciones: parece tocar un arpa en “Alma llanera”;
retrata una calentura fluctuante en “La gripe”; imita al trasmisor de la
comunicación sin hilos en “El telegrama”; simula el ruido de vino que se vierte
en el pasillo “Señora María Rosa”; o retrata un vuelo de aves en “Memorias
mías”, esta última entre otras que cita Gustavo Leal Benavides en su libro El
Último de los Grandes Tríos, que dedicó a la carrera de Los Tres Reyes.
Responsabilidades mutuamente excluyentes
Poquísimas veces se puede encontrar un requintista que haga, además la
primera voz del trío. Las razones pueden ser varias: gente capaz en alguna
de las dos especialidades es escasa; persona que reúna ambas virtudes,
aún más. Se cita que también es del estilo que el requinto fondee (adornos,
segunda voz, contracantos) a la primera voz en sus solos, cosa
prácticamente imposible para un músico por más talentoso que sea. Los Tres
Ases tenían una de estas excepciones: Juan Neri hacía ambos papeles, si
bien se observa la inevitable falta de adornos simultáneos a su solo de voz.
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Requintistas exclusivos
Por la dificultad inherente a su ejecución el requintista actúa, en sus
introducciones y adornos, mientras no cante; al cantar limita su ejecución a
un toque sencillo. Acaso en interés en tener un requinto activo durante el
canto de las tres voces, o la presencia de un instrumentista brillante mas
limitado en su habilidad vocal, llevó a algunos tríos a convertirse, o nacer,
como cuartetos, dejando al encargado del requinto exclusivamente la
ejecución de éste. Se citan dos casos: Sergio Flores, de Los Tecolines y
Armando Navarro, de Los Dandys.
Requinto con cuerdas de acero
Se ha dicho que tanto el requinto, como las guitarras del trío usan cuerdas de
nylon. Se consignan excepciones: Los Calaveras y Los Hermanos Michel,
entre otros pocos más, utilizaban en sus instrumentos cuerdas de acero,
dándole estas un sonido más metálico, más brillante a las guitarras.
Sustitutos del requinto
La búsqueda de sonidos nuevos ha permitido que el requinto sea, en
ocasiones, sustituido por algún instrumento de su familia (como los casos de
la guitarra eléctrica que el citado Sergio Flores empleara, alternándola con el
requinto convencional, con Los Tecolines; del de la mandolina –herencia
española que caracterizaría a Los Picolinos –Guadalajara Jalisco-; y el de las
variantes folklóricas tales como el tres cubano, el laúd y la bandola que
adoptaron algunos tríos antillanos o costeños (El Negro Peregrino y su trío),
o con instrumentos de otra familia (como el acordeón en los casos del
virtuoso Remigio Serrano, con Los Cometas –Tecuala, Nayarit, fines de los
50´s- y de Rafael Policar, con Los Trevi –Guadalajara, principios de los 60´s).
Las guitarras
En el común de los casos las dos guitarras de acompañamiento de un trío
tocan de manera sencilla, aproximadamente lo mismo, y en un nivel de
volumen discreto, creando un fondo al requinto y a las voces (como se puede
comprobar en la mayoría de las grabaciones). Mas ocasionalmente sucede
que haya acompañantes muy capaces en la guitarra: tanto Leonel Gálvez, de
los Tres Caballeros, como Héctor González, de Los Tres Ases, imprimían a
su ejecución elegancias armónicas no comunes a la tradición; Hernando
Avilés respaldaba con segundos requintos a Alfredo Gil (Los Panchos); a Los
Soberanos (1959) se les puede escuchar otro tanto; Raúl Puente, de Los
Tres Reyes, hace, acorde al estilo de brillantez instrumental del trío,
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segundos requintos, e imitaciones y contrapuntos muy sofisticados a los
arreglos de su hermano Gilberto.
Plan de trabajo
Las maneras en que se combinan guitarras y voces en el trío pueden ser
muy variadas. Sobresale una de ellas, que Los Panchos impusieron como
modelo: Introducción a cargo del requinto; canto de la pieza completa por las
tres voces unidas; Interludio por el requintista; primera parte de la canción en
solo del primera voz; resto de la pieza con las tres voces. En todo el plan las
guitarras de acompañamiento siempre presentes.
Apoyo en grabaciones
Al sonido natural del trío de voces y guitarras se le agregó, para hacer
grabaciones y presentaciones, instrumentos que lo respaldaban: el
contrabajo, las maracas y los bongós fueron imprescindibles. Dependiendo
del género se pueden encontrar también, entre otras percusiones, las claves,
el güiro, la cabaza, y los timbales. Como instrumentos melódicos de apoyo se
pueden escuchar: trompeta –comúnmente con sordina- solista (Los Panchos)
y a dueto (Los Hermanos Martínez Gil), marimba, acordeón, etc. Para fines
de un apoyo más voluminoso se contó ocasionalmente con la inclusión de
pequeñas orquestas, una sección de cuerdas, e incluso, para favorecer el
género ranchero, de mariachis.
El trío como respaldo/combinación:
El trío de voces y guitarras ha tenido presencia como respaldo de, o en
combinación con, solistas vocales o instrumentales. Entre los cantantes,
donde abunda el bello sexo: Eydie Gormé y Los Panchos (trío que también
grabó con la exvocalista de Los Cinco Latinos, Estela Raval, con la italiana
Gigliola Cinquetti, y con María Marta Serra Lima, entre otras); Virginia López
y su trío Imperio (agrupación a la que pertenecieron, en diferentes épocas,
los Hermanos Puente y Benjamín Chamín Correa); Julio Jaramillo, siempre
acompañado de tríos; y, más recientemente, Marco Antonio Muñiz, y Sonia
López, cada uno en su momento, con Los Tres Ases, y Los Soberanos con
Guadalupe Pineda. Aunque ocasional su unión artística, Lola Beltrán cantó
acompañada de los Hermanos Ornelas; y con poco crédito a los
acompañantes, conocimos de una Estela Núñez con trío. La combinación
trío-instrumentista, algo rara, se ejemplificará con Los Tres Ases grabando
con Ernesto Hill Olvera (Guadalajara Jalisco, nacido en 1939), famoso
ejecutando “el órgano que habla”.
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Compositores dentro del trío:
Es común en la música popular el papel de cantautor. En los tríos se dio el
fenómeno: Roberto Cantoral, miembro de Los Tres Caballeros, es el autor de
infinidad de composiciones que grabó con su trío: “El reloj”, “La barca”,
“Noche, no te vayas” y un largo etcétera; Chucho Navarro (“La corriente”,
“Rayito de luna”), Alfredo Gil (“Un siglo de ausencia”, “Solo”), Julito
Rodríguez (“Mar y cielo”), y Raúl Shaw Moreno (Lágrimas de amor”, “Cuando
tú me quieras”), los dos primeros fundadores, los siguientes miembros
temporales, de Los Panchos, se destacaron como creadores; Saulo Sedano,
requintista de “Los Tres Diamantes” compuso para su trío “Reyna mía” y
“Mentira, mentira”. Aunque Luis Güicho Cisneros, no fue integrante original
de Los Dandys, terminó siéndolo; le grabaron numerosas composiciones
suyas: “Gema”, “Tres regalos”, “Alma de cristal”, entre otras muchas.
Plasticidad
Aunque ha sido el bolero por excelencia el género musical del trío de voces y
guitarras, han tenido presencia, gracias a la plasticidad de esta agrupación,
otras muchas formas musicales, se citan algunas: la canción ranchera, el
huapango, los folklores veracruzano y antillano, la trova yucateca (Los
Caminantes y Los Montejo, con infinidad de canciones), la canción
humorística (“El patrullero 77” con Los Panchos en su época neoyorkina), las
piezas bailables tropicales, la balada internacional (“Más allá”, con Los
Diamantes), el vals peruano (“El andariego”, con Los Santos), el pasillo
ecuatoriano, el tango (“La última copa”, con Los Panchos), el jazz (“Por qué
me dejas” con Los Reyes), el blues (“Luna llena” con Los Diamantes, “El río
canta” con los Martínez Gil), la bossa-nova y, como curioso extremo, un
estudio para piano de Chopin (el opus 10, número 3) convertido en bolero,
con letra de Enrique Quezada (“Divina ilusión”, que grabaran Los Tres
Diamantes, trío del que formaba parte el citado). La actividad internacional
que desarrollaron los más importantes tríos, llevando nuestra música a otros
países (Europa, Oriente, Sudamérica…) produjo, como natural resultado, que
a su regreso trajeran novedades que enriquecerían su repertorio.
Hoy
Aunque el trío conoció una época dorada (que inicia en los 40´s) y una
declinación (fines de los 60´s) –cuestión de modas-, se sostiene como un
valor cultural clásico. Nuevas agrupaciones de este formato, modernizando
su repertorio, estilo e, incluso, instrumentos, se integran logrando
reconocimiento y prestigio: son los casos –como ejemplos de los muchos que
hay- del trío Azul Bohemia, que reuniera Luis Villa, un experto del género, y
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el del trío Ventura, que destaca en mi nativa Sinaloa; o bien reeditan una
segunda época, como se puede ver en Los Tres Reyes, donde, manteniendo
intactas sus facultades de guitarristas, los hermanos Puente, integrantes
originales, han sumado la voz joven de Bebo Cárdenas al conjunto.
Correspondencia
Como se ha reseñado en el presente trabajo, el género de la guitarra clásica
impactó en algunos de los tríos, ya proveyendo herramientas de ejecución
(arpegios, escalas…), ya dando concertistas que se dedicaron a esta
agrupación (Flores…). Hoy se puede ver una especie de correspondencia
histórica agradecida: no pocos de los profesionales y estudiantes de la
guitarra clásica de hoy, el autor entre ellos, tienen entre sus aspiraciones -o
realidades- el tocar algunos de los grandes arreglos que hicieron famosos a
aquellos inmortales tríos.
Epílogo
Esperamos haber presentado, en esta visión más dirigida hacia lo
estrictamente musical que a lo biográfico, un trabajo que resulte de interés
para melómanos y para músicos. El autor, admirador y cultivador del género
desde su adolescencia, espera aportar algo en la apreciación de aspectos
poco atendidos de los grandes tríos de voces y guitarras. Si esto se diera,
habrá satisfacción por el esfuerzo desplegado.
Culiacán, Sinaloa, agosto de 2012
Mi agradecimiento a Gustavo Leal, a Leoncio Bernal y a Jorge Varela por sus
aportaciones a este trabajo.
Heriberto Soberanes Lugo (Guasave, Sinaloa, México, 1953) es concertista
de guitarra clásica con estudios en el Conservatoria Nacional de Música,
profesor de esta especialidad al servicio de la Universidad Autónoma de
Sinaloa desde 1981, y Premio Sinaloa de las Artes 1998.