los sucesos de la semana santa[1]-1

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CAPÍTULO 10 LOS SUCESOS DE LA SEMANA SANTA Semana Santa La semana anterior a Pascua no es sólo un período significativo y excepcional del año Cristiano, es importante también en el ciclo de la naturaleza. En el año Cristiano, el drama completo de la Pasión se representa durante este espacio de tiempo, y sus sucesos conforman la grandiosa conclusión del evangelio. En diversas regiones del mundo cristiano se la llama no solamente Semana Santa, sino también la Gran Semana, o la Semana Grande. Sólo aquellos capaces de experimentar su grandeza pueden participar plenamente en la festividad de Semana Santa. En el curso del año, esta semana anterior a la Semana Santa es importante porque la luna llena de Primavera sucede en ella. El hechizo del Invierno se rompe finalmente; la vida nueva de la Tierra progresa a grandes pasos. En el conflicto equinoccial del día con la noche, el día obtiene la victoria, que es consolidada con el triunfo de la luz el primer domingo después de la luna llena de Primavera. Los sucesos de la Semana Santa, tal y como se relatan en los Evangelios, no armonizan en un primer momento con la naturaleza primaveral. Por el contrario, se hayan en un marcado contraste con ella. Sólo al final, cuando el sol de Pascua ha salido, la fiesta del gozo armoniza con la eclosión de la Primavera. El drama solemne de la Semana Santa supone la preparación para esta armonía. La Primavera en la naturaleza surge por sí misma. La primavera interior de la Fiesta de Pascua debe alcanzarse mediante el sendero de peregrinación que discurre a lo largo de las Estaciones (Estadios) de la Semana Santa. Los siete días antes de Pascua pueden compararse con las Doce Noches Santas de la Navidad. Este período “entre ambos años” supone la preparación correcta, de cara a los doce meses del Nuevo Año, para todo aquel que contemple el significado interior del solsticio de Invierno. A aquellos que participan interiormente del Drama-Misterio de la Pasión, los siete días de la Semana Santa les confieren nuevas fuerzas para su futuro destino.

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CAPTULO 10

CAPTULO 10LOS SUCESOS DE LA SEMANA SANTA

Semana Santa

La semana anterior a Pascua no es slo un perodo significativo y excepcional del ao Cristiano, es importante tambin en el ciclo de la naturaleza. En el ao Cristiano, el drama completo de la Pasin se representa durante este espacio de tiempo, y sus sucesos conforman la grandiosa conclusin del evangelio. En diversas regiones del mundo cristiano se la llama no solamente Semana Santa, sino tambin la Gran Semana, o la Semana Grande. Slo aquellos capaces de experimentar su grandeza pueden participar plenamente en la festividad de Semana Santa.En el curso del ao, esta semana anterior a la Semana Santa es importante porque la luna llena de Primavera sucede en ella. El hechizo del Invierno se rompe finalmente; la vida nueva de la Tierra progresa a grandes pasos. En el conflicto equinoccial del da con la noche, el da obtiene la victoria, que es consolidada con el triunfo de la luz el primer domingo despus de la luna llena de Primavera.Los sucesos de la Semana Santa, tal y como se relatan en los Evangelios, no armonizan en un primer momento con la naturaleza primaveral. Por el contrario, se hayan en un marcado contraste con ella. Slo al final, cuando el sol de Pascua ha salido, la fiesta del gozo armoniza con la eclosin de la Primavera. El drama solemne de la Semana Santa supone la preparacin para esta armona. La Primavera en la naturaleza surge por s misma. La primavera interior de la Fiesta de Pascua debe alcanzarse mediante el sendero de peregrinacin que discurre a lo largo de las Estaciones (Estadios) de la Semana Santa.Los siete das antes de Pascua pueden compararse con las Doce Noches Santas de la Navidad. Este perodo entre ambos aos supone la preparacin correcta, de cara a los doce meses del Nuevo Ao, para todo aquel que contemple el significado interior del solsticio de Invierno. A aquellos que participan interiormente del Drama-Misterio de la Pasin, los siete das de la Semana Santa les confieren nuevas fuerzas para su futuro destino.Los sucesos que ocurrieron hace dos mil aos fueron prototipos providenciales. A travs de ellos los siete das de cada semana han adquirido un nuevo significado. Los nombres de los siete das de la semana en diferentes lenguas europeas demuestran reflejar las cualidades de las siete Esferas planetarias. As tenemos el Sol (domingo), la Luna (lunes), Marte (martes), Mercurio (mircoles), Jpiter (jueves), Venus (viernes) y Saturno (sbado). En aquella semana anterior a la Pascua, al final de la vida de Jess, cada da de la semana se acu de nuevo con un aspecto planetario Cristiano, por encima de la diferenciacin csmica.La Cristiandad del presente comprende poco el contenido de los das de la Semana Santa. Ciertamente, en Viernes Santo los pensamientos se dirigen a la cruz sobre el Glgota, y en algunos lugares los cristianos marcan los viernes como das de ayuno. Pero aparte de esto no se ha atribuido ninguna imagen sorprendente a ningn da excepto al Domingo de Ramos, que en algunos pases se celebra con una exhibicin de palmas. En realidad, no obstante, cada uno de los siete das revela un secreto csmico expresado en forma humana e histrica.Al entrar Cristo en Jerusaln el Domingo de Ramos, el sol del pasado, el antiguo sol, se levant de nuevo regiamente sobre los cielos. No obstante iba a ser destituido, pues el nuevo sol, el sol de Pascua, iba a alzarse el domingo siguiente. Cuando el lunes Cristo maldijo la higuera y purific el Templo en la ciudad santa, se encontr con las fuerzas lunares del mundo antiguo, que necesitaba renovacin. El martes, fue el espritu de Marte al que Cristo dobleg para sus propsitos. Pues el martes de aquella semana Cristo se hallaba en conflicto con sus adversarios, que venan contra l formando grupos, con la esperanza de tenderle una trampa con sus enseanzas. El arma de Cristo era el verbo espiritual; finalmente, en el eco del conflicto, se retir con sus discpulos al Monte de los Olivos y les revel una visin apocalptica del futuro. El mircoles, por la uncin en Betania y por la traicin de Judas, Mercurio se encontr con el Cristo-Sol. Y como en Jueves Santo, Cristo lav los pies a los discpulos y les administr el sacramento, all brill la luz de Jpiter, llena de promesas de futuro, en la pesadumbre de sus almas. El Viernes Santo, todo lo que la diosa del amor, Venus o Afrodita, le haba concedido nunca al hombre, fue maravillosamente transmutado y elevado. Aquel da se hizo un acto de amor mayor que cualquier otro acto de amor posible. La muerte sacrificial del Amor sobre el Glgota supuso la transformacin del principio de Venus a travs del principio solar del Cristo. Mientras el cuerpo de Cristo yaca en la tumba, el Cristo-sol se encontraba con el espritu de Saturno en el universo; hasta que finalmente el domingo son la octava, y el sol mismo se elev en los cielos, el Cristo-sol que se haba abierto camino a travs de todas estas etapas.El drama sagrado de Semana Santa constituye una obra artstica completa. Al haber comprendido el valor de las etapas en la vida de Jess, uno puede percibir en este drama el secreto de su composicin. Pues lo que tiene lugar en los siete das antes de Pascua es una concentracin de la vida de Cristo como una totalidad. Las mismas leyes arquetpicas, y el progreso de etapa en etapa, que se manifestaron en la biografa sagrada de los tres aos, se repiten con dramtica brevedad. A la luz de la Semana Santa, los tres aos de la vida completa de Cristo pueden reconocerse como una gran Pasin.El Domingo de Ramos

Cristo entra en la ciudad santa el primer da de la Semana Santa. Al principio se trata de una visin sin pretensiones. l cruza la puerta de la ciudad montado en un burro, seguido de sus fieles creyentes. Pero de repente, como si l mismo fuera el dios de la Primavera, su entrada provoca un frenes en las almas de la gente. Es como si la multitud cayera presa del xtasis de un festival pagano de Primavera. Se reviven rituales primitivos cuando la gente arranca ramas de las palmeras. La palmera siempre ha estado considerada como el rbol simblico del sol, que brilla en el cielo primaveral con renovadas fuerzas. La multitud despliega en su camino el smbolo del sol. Es l quizs en realidad el Amigo y el Seor del Sol, que le fue prometido al hombre como el gran rey de la Luz? Va a liberarse del encantamiento el significado espiritual original de la ciudad de Jerusaln, la ciudad que alberg sobre el monte Sin uno de los ms antiguos santuarios solares de la humanidad, antes de que fuera eclipsado por el Monte Moria, el monte de la luna, con el Templo de Salomn? Ha regresado el tiempo de Melquisedec, el gran iniciado solar?Pareciera como si el Cristo hubiera encontrado ahora realmente Su entrada en la humanidad. El elevado espritu Solar ha habitado durante tres aos en un cuerpo humano y ha sobrellevado el destino terrenal. Se ha contenido y ha guardado silencio, y dondequiera que l se mostrase, se encontraba con la hostilidad y la falta de comprensin. Va a tomar una nueva direccin ahora todo esto? Va a encontrar el destino una solucin en la forma de un jbilo exttico?No, este es el comienzo de la semana ms solemne de la historia humana. Los mismos hombres que extendan las palmas y pronunciaban los fervientes Hossanas, gritarn con odio fantico unos das despus: Crucifcale! Crucifcale! La cruz sobre el Glgota, el smbolo de la muerte, acompaar a la palma, el smbolo de la vida. Es Cristo mismo quien provoca el repentino cambio de sentimientos. l pasa a travs de la extasiada multitud en silencio, con un rostro grave. l ve a travs de las aclamaciones; que son meramente superficiales, y aspira a niveles ms profundos. Su voluntad est dirigida a algo muy diferente. Podra uno preguntarse por qu Jess no se qued en Galilea, en su hogar, especialmente durante el tiempo en que la naturaleza alrededor del Mar de Galilea florece con todos los milagrosos colores de la Primavera. En efecto, si l se hubiese quedado en Galilea hubiese sobrevivido. Pero uno podra preguntarse tambin: Por qu no permaneci Cristo como un Dios en los mundos celestiales? Su Ser completo hall su sentido al hacer esta renuncia. Hizo su entrada en Jerusaln, sabiendo que al hacerlo arrojaba el guante a sus enemigos, para completar su entrada en el mundo terrenal. Los sucesos de este primer da de esta solemne semana se correspondan, en otro nivel, con aquellos que haban marcado el comienzo de su sendero terrenal. Como en aquel momento renunci a los cielos, as ahora l renuncia a la gloria de Galilea. Cuando Cristo descendi desde las esferas espirituales hasta la Tierra no caus ningn impacto entre los hombres. Incluso Juan el Bautista, que desempe el papel de sacerdote en esta entrada en la existencia terrenal, apenas se percat de algo de lo que tuvo lugar cuando Jess de Nazaret se convirti en Portador y Vehculo del Cristo. Pero se proclam en las esferas por encima de la humanidad. Resonaron las palabras: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Y el Domingo de Ramos, en esta hora extraa de agitacin y exaltacin, los hombres aclaman el suceso. El Hossana de la multitud exaltada se corresponde con la palabra que una vez reson desde las alturas espirituales. De repente la gente siente que Aquel que viene montado en la cra de asna (el pollino) no es simplemente un hombre. Es como si el alma-grupo se abriera paso y percibiera la brillante irradiacin, el aura solar, que resplandece desde la figura de Jess. Durante tres aos la naturaleza divina de Cristo haba tenido que contenerse, o hubiera abrumado a los hombres con su poder. Pero ahora esta contencin da sus frutos. El elemento divino, que se ha sacrificado con humildad ante el hombre, se transforma en una poderoso impulso volitivo. Al principio, lo divino en l irradi a travs de lo humano; pero ahora la naturaleza humana se consume en el Fuego de Dios. Este brillante fuego de la voluntad esparce chispas entre la multitud. El presentimiento de una revolucionaria fiesta de Pascua se apodera de la gente, pero slo pueden entenderlo como una primavera poltica de la nacin.Pero el Cristo conoce la verdad. l aporta a la ciudad santa, a esa quintaesencia de la evolucin pre-Cristiana de la humanidad, algo que es distinto de todo lo que la Tierra puede producir por s misma. Es una semilla que debe cambiar el mundo desde sus mismos fundamentos. La reaccin pudiera parecerse a un temblor de aprobacin, pero breves das despus quedar claro que esta actitud superficial puede maldecir con la misma facilidad con la que bendice. El vehculo terrenal en que el Ser de Cristo penetr con el Bautismo, en ltimo trmino, slo puede traerle la muerte. La ciudad que grita Hossana slo podr, al final, clavarle en la cruz.La chispa se extiende, pero el Cristo avanza tranquilamente a travs de las oleadas de entusiasmo y aclamacin. l har su entrada a niveles ms profundos. Qu maravilloso es el sol cuando sale por la maana y da nacimiento al da. Aunque este sol externo, con el que el hombre se halla relacionado como ser natural, se pone de nuevo cada tarde. Cuando el Verano ha quedado atrs, se retira de la Tierra y su fuerza se desvanece. Lo mismo sucede con la vida humana; en algn momento cada uno de nosotros debe morir, no importa lo vitales que seamos durante la niez y la juventud. El Domingo de Ramos es el da del antiguo sol, el sol natural; el Domingo de Pascua ser el da del nuevo Sol, el Sol espiritual. Este Sol espiritual no se pone; es firme y resistente. Puede, adems, encontrarse con mayor facilidad en tiempos difciles, ciertamente, en la enfermedad y la muerte, que en los tiempos de felicidad o en los das despreocupados de la infancia. Cristo introduce en el antiguo Jerusaln el Domingo de Ramos, pero l introduce la nueva Jerusaln en el mundo decadente, moribundo. Cristo desea encender el nuevo Sol, que es firme, verdadero y omnipresente en las profundidades del interior de la Tierra y de la humanidad. Aqu se muestra el sendero que conduce desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Pascua, del antiguo al nuevo Sol.La historia de la entrada en Jerusaln demuestra cuan incompletas resultan todas las actitudes de xtasis. Es ciertamente correcto que deberamos regocijarnos en la gloria de la Primavera, cuando estamos entre nios y cuando encontramos juventud y amor. Este entusiasmo natural no debera rechazarse.

Pero es peligroso si se confunde con la realidad de la existencia. El entusiasmo puramente natural surge solamente del cuerpo ; alcanzando el nivel espiritual slo durante fugaces momentos. El verdadero entusiasmo, aquel que no discurre con rapidez del Hosanna al Crucifcale, no se forma de abajo hacia arriba, sino de arriba hacia abajo. El verdadero entusiasmo nace cuando lo espiritual se enraza en la naturaleza humana; cuando la chispa del espritu se realiza y encarna terrenalmente.

El Lunes de Semana Santa

Existe un tranquilo lugar que incluso hoy da se haya envuelto en el misterio. Est situado en el camino que Jess y sus discpulos transitaban cada maana y cada tarde de la Semana Santa, ya fuera al dejar la ciudad hacia Betania por la tarde o al regresar a Jerusaln por la maana. Cruzando la cima del Monte de los Olivos, viniendo desde Jerusaln, y descendiendo lentamente por el otro lado hacia el valle, donde, desde las profundidades del desierto de Judea, reluce el espejo sub-terrenal del Mar Muerto; uno llega a un lugar rodeado por altos muros. Este lugar est situado a medio camino entre el Monte de los Olivos y Betania. Negros cipreses se elevan por encima de los muros y apuntan al cielo como solemnes faros. En el tiempo de Jess exista aqu un pequeo poblado llamado Bethphage, la Casa de las Higueras. Este poblado no era como otros. Un grupo de personas llevaba all una vida comunitaria, unidos por un especial vnculo espiritual. Las sencillas chozas en las que probablemente vivan estaban rodeadas por grupos de higueras que daban al lugar su nombre. Estas higueras, sin embargo, no eran meros rboles frutales; para la gente que viva all eran sagradas, smbolos visibles de su especial entrenamiento espiritual. Estas eran personas que buscaban preservar en su crculo un misterio espiritual del pasado, el mismo misterio que se insina en la historia de Natanael. La comunidad de Bethphage cultivaba una disposicin de visin suprasensible que se llamaba sentarse bajo la higuera. Se alcanzaba por medio de ejercicios meditativos, apoyados en parte por especiales posturas corporales.Fue a Bethphage donde Jess mand a Pedro y a Juan, durante las primeras horas del Domingo de Ramos, a buscar al asno y su pollino. Pues del mismo modo que se encontraban all rboles que se consideraban sagrados, tambin lo eran estos animales. Los asnos que tenan all no eran animales de carga; ellos tambin simbolizaban un misterio. An perduraba el recuerdo del mago Baalam (Bileam) que fue llamado desde Babilonia para maldecir a los israelitas y evitar que entraran en la Tierra Prometida. Baalam fue representado en el Antiguo Testamento montado sobre un asno. Pero se saba que la frase tena un significado oculto: se refera a un determinado estado de alma. Anteriormente el mago babilonio haba comenzado a hablar en un estado de conciencia sonmbula. Baalam hablaba en una especie de posesin espiritual, no a partir de su consciencia humana, y sin saber cmo iba a suceder que la maldicin mgica que iba a pronunciar se convertira en una bendicin. Los animales sagrados acogidos en Bethphage indican que la visin suprasensible cultivada all era sonmbula y vinculada al cuerpo fsico. En los tiempos modernos el asno aparece a menudo en los cuentos de hadas como la representacin imaginativa del cuerpo fsico humano.La cra de asno sobre la que Cristo entr montado en la ciudad santa el Domingo de Ramos pertenece al reino de los recuerdos asociados con Bethphage. Pero mientras l entraba audazmente en la ciudad sobre el blanco animal sagrado, no se repiti la condicin de Baalam de montar en el asno; fue la multitud la que, al contemplarle, cay en un estado de conciencia exttico, alejado de la consciencia ordinaria. Fue como si el lenguaje de Baalam se apoderase de la gente mientras gritaban Hosanna a aquel que iba sobre la cra de asno.Cuando el da se acercaba al crepsculo, Jess fue a Betania con sus discpulos para descansar, como tambin hizo los das siguientes. Por la noche el eco del xtasis popular con sus Hosannas resonaba an en su alma. Y cuando a la maana siguiente pasaron por Bethphage en su camino a Jerusaln, ni l ni sus discpulos quedaron impasibles ante lo que haba sucedido. Haba algo profundamente serio en la conducta del Cristo, algo inexorable. Entonces sucede el enigmtico acercamiento a la higuera. Los discpulos se preguntaron por qu Jess esperaba recoger higos, cuando no era temporada. Y le oyeron pronunciar las extraamente speras palabras: Nunca jams volver a madurar el fruto en ti en cualquier poca. Quizs sintieron tenuemente en este momento que subyaca algo mas profundo en Sus palabras, que meramente una frase acerca del rbol y su fruto. Pero las escamas no cayeron de sus ojos. Y ahora en Jerusaln los discpulos pasan con Cristo un da en el que sucedieron muchas escenas dramticas. Segn su Maestro pone el pie en el umbral del Templo, estalla el caos. Por doquier hay pnico y terror; las mesas se vuelcan, el dinero rueda por el suelo. Es una inversin del jbilo extasiado del da anterior.Entonces pasan de nuevo la noche en Betania, y a la maana siguiente Jess y sus discpulos atraviesan Bethphage al amanecer. All se les aparece de repente la imagen de rbol marchito, y los discpulos le piden a Jess que se lo explique. No fue un milagro, como si Jess por medio de su firme palabra de poder hubiese arrebatado la existencia a una criatura. Cmo poda haber destruido un rbol que perteneca a la gente que con gusto haba puesto a su disposicin al asno y su cra? No, fue un acto espiritual, sealando un importante momento en el misterio de la Semana Santa.La seal para el combate decisivo ya se haba dado con la resurreccin de Lzaro. Pero fue en el Domingo de Ramos cuando se revel el ser completo de Cristo y fue esto lo que agit las almas de los hombres. Pero este momento posea tambin su sencillo significado humano. Jess, como las dems personas devotas, iba al Templo para rezar y sacrificar en preparacin para la Pascua. Pero el presentimiento de una gran decisin se apoder de l. Las cosas ya no podan continuar sin sufrimiento, como en el pasado. Cristo ve como el mero entusiasmo es superficial y poco fiable, pero an as l no est obligado a rechazarlo. Que l no pueda reprender directamente a la gente se demuestra el da siguiente en una escena similar ante el Templo. Esta vez son los nios los que gritan Hosanna. Cuando sus enemigos le preguntan maliciosamente, Oyes lo que dicen estos?, S, les dice Jess, No habis ledo nunca que: de la boca de los nios y lactantes te preparaste alabanza? (Mateo 21:16)Pero ahora la noche haba llegado a Betania y surge un cierto contraste respecto la actitud del Domingo de Ramos. l se acerca a la higuera de Bethphage y desea mostrar a los discpulos qu poco valor debera atribuirse a los Hosannas del da anterior. Todo lo que representaban eran los ltimos frutos de la antigua clarividencia visionaria, dada por herencia natural, y vinculada al cuerpo fsico. Las palabras que l dirige a la higuera son, por as decirlo, un desafo a la esfera completa de la antigua visin exttica. Aqu se toma una decisin trascendental en la historia de la humanidad. Jess rechaza los Hosannas de la gente, y l mismo provoca la transicin a los gritos de: Crucifcale! l mismo tiene el coraje de invocar la ceguera espiritual por medio de la cual la gente exigir fanticamente su muerte. La humanidad debe actuar a partir de una consciencia que conduce a la libertad, incluso aunque lleve a la tragedia; incluso aunque los hombres en su ceguera espiritual le claven en la cruz.Cuando los discpulos ven de nuevo la higuera de Bethphage en la maana del Martes, un sano desencanto ha cado sobre ellos. Ven el marchito rbol, justo all en el lugar que siempre haban tratado con veneracin. Reciben las enseanzas de Jess que sirven como preludio de lo que escucharn de l por la tarde en el Monte de los Olivos. Entonces son llevados a tomar conciencia de que algn da sobrevendr una nueva visin (espiritual) para la humanidad, y que la fe ha de ser el germen de esta. Jess les dice a sus discpulos: S, yo os aseguro, si tenis el poder de la fe y no vacilis, no slo haris lo de la higuera, sino que si an decs a este monte: Muvete de ah y arrjate al mar, as se har. No habr barrera ante vosotros; la montaa del mundo sensorial que bloquea vuestra visin desaparecer. A travs de lo mineral de la existencia terrenal contemplaris la verdadera naturaleza de las cosas compenetrada del Pensamiento divino. El poder de la fe har madurar en el corazn humano el ojo de la nueva visin. El Sermn de la Montaa habla de esto: Bienaventurados los puros de corazn, pues ellos vern a Dios. Pero entre la antigua visin lunar, ya inservible, y la nueva visin solar del corazn, hay un tiempo de oscuridad, de ceguera para el espritu. Y en esta etapa de ceguera Cristo ser clavado a la cruz.En aquel lunes de la Semana Santa Cristo rechaza una tentacin. Si se hubiera aliado con las fuerzas de la antigua clarividencia, podra haber encontrado reconocimiento pblico. No slo le hubiera gritado la gente Hosanna, le hubieran coronado rey. Pero se hace un pronunciamiento final: Cristo no establecer vnculo alguno con las fuerzas antiguas. Su nico objetivo es que la humanidad encuentre el camino al despertar y a la libertad. No es una maldicin sin amor la que pronuncia sobre las higueras de aquellos que le han prestado el asno y su cra. Acta puramente desde la naturaleza de su propio ser. l es el sol, y cuando el sol se alza, la luna por fuerza palidece. As las fuerzas lunares de la antigua visin (clarividencia) se desvanecen.El Cristo aparece ante el Templo. Multitudes de peregrinos se han reunido all alrededor del Templo, estn comprando y vendiendo, comerciando y regateando. En el Templo mismo prevalece una actividad febril; se necesitan animales de sacrificio para la fiesta, el cordero de Pascua ha de ser matado. Este es un motivo de negocio, pues los animales han de ser comprados antes de sacrificarlos. El Viejo Ans, el notorio avaro de la historia universal, sabe cmo sacar beneficio. l ya ha reunido una vasta fortuna con este comercio. Ha sido el que movi los hilos en el compromiso poltico con los romanos, que es la base del negocio del Templo. Los peregrinos deben cambiar su dinero en moneda del Templo. Esta es la moneda romana. As el Templo constituye tambin un mercado romano de cambio de divisas. Los oficiales fiscales romanos han sido admitidos en el Templo, aunque fueron representantes del culto al Csar, porque se esperaba, con este compromiso, poder mantenerles al menos fuera del Sancta Sanctorum.Ahora Cristo entra en escena. l viene a cumplir con la costumbre de la fiesta. Pero el fuego de Su ardiente voluntad tiene su efecto. No necesita decir gran cosa. El pnico se apodera inmediatamente de la gente. Presos de terror, toman conciencia de la decadencia en la que han cado. Algo similar haba tenido lugar en la fiesta de la Pascua, tres aos antes. En aquel tiempo el efecto terrorfico irradi desde la Naturaleza divina de Cristo, (a pesar de la moderacin consciente que an ejerca Cristo). Pero ahora la divinidad se ha transformado enteramente en humanidad; se ha convertido en intensidad de voluntad. l tiene el derecho de desgarrar la mscara de decadencia del Templo.El Sol de Cristo brilla, y el resplandor de la luna debe desvanecerse en la colina lunar del Monte Moria. Los espectros de la noche huyen del sol. En lugar de un magnfico Templo aparece una sencilla sala en el Monte Sin. All, durante la ltima Cena, la semilla de un nuevo ritual y adoracin, un sacramento solar, se sembrar. La religin lunar de la antigedad ser sustituida en la tarde del Jueves Santo, cuando en la colina solar del Monte Sin, Cristo ofrezca pan y vino a sus discpulos.El Martes de Semana Santa

A primera hora de la maana Jess entra en la ciudad con sus discpulos una vez ms. Los ecos de las aclamaciones y el entusiasmo se han extinguido hace tiempo. Jess ya se haya involucrado en la tensin de su decisin prxima, pero ser obediente con la Ley hasta el ltimo momento, y cumplir la sagrada costumbre de preparacin de la Pascua. Tiene la vivencia de que l mismo ser el Sacrificio que se ofrende. El odio de la gente ya est surgiendo hacia l como llamas que consumirn este Holocausto. De un da para otro aumenta la poderosa sensacin de su presencia espiritual en la ciudad. Cuanto ms silenciosa est la multitud, ms majestuosa brilla Su regia voluntad en Su rostro. Ahora ha llegado al da de Marte y el conflicto se inflama de verdad. La multitud permanece en silencio; sus lderes estn llenos de ansiedad; su miedo produce el odio que conduce al ataque. Cada grupo hostil enva atacantes. Uno tras otro le abordan con astutas preguntas. Lo que de otro modo sera un puetazo en la cara o una pualada, asume la forma de preguntas.Primero se acercan los miembros del Sanedrn judo: los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. Le preguntan qu autoridad tiene para sus acciones; se le requiere que se justifique a S mismo. Posteriormente vienen los dems, los Fariseos y los Herodianos, y plantean la insidiosa pregunta: Es lcito pagar tributo al Csar? Despus les siguen los Saduceos. Le piden a Jess su opinin con respecto a la resurreccin de los muertos. Finalmente, una sencilla pregunta, que busca ponerle en evidencia ante todo el pueblo, qu mandamiento considera el ms importante de todos?Estos ataques, que marcan el estallido de las hostilidades, son la mejor prueba de con cunta fuerza se manifestaba el Ser de Cristo. Igual que los perros ladran y muerden slo cuando estn asustados, del mismo modo estas ostensibles preguntas, que en realidad constituyen dardos de odio, son resultado del miedo.

Jess responde cada una de las cuatro preguntas. Sin embargo, no queda satisfecho con defenderse de los golpes dirigidos hacia l; acepta la batalla y lucha con las herramientas del espritu. Utiliza poderosas imgenes. Durante los ltimos tres aos l ha hablado a la gente por medio de poticas parbolas, y a los discpulos en parbolas de profundo misterio. Ahora les habla a sus adversarios en parbolas de conflictos. Cuenta la parbola de los labradores a los que se les confa un viedo; cmo despus rehsan entregar la cosecha, matan a los mensajeros del propietario y finalmente incluso a su hijo. Los adversarios se dan cuenta de que se refiere a ellos. De hecho, Jess les est diciendo a sus enemigos que le matarn. Su parbola es un ltimo esfuerzo por llegar a las almas de sus enemigos. Quizs pueda conducirles todava hacia un despertar, quizs incluso ahora puedan ser conmovidos para acceder al autoconocimiento.A continuacin le sigue la parbola del banquete nupcial de un prncipe. Los invitados son llamados a la boda, y todos ellos excusan su asistencia. Entonces la invitacin se extiende a desconocidos, a gente que parece no tener ocasin para venir. Como los buscadores de Dios debidamente autorizados y reconocidos han demostrado ser unos hipcritas, Dios convoca finalmente a gente de la que no se esperara que buscasen lo divino. Este es un ataque directo a sus adversarios, que son el pueblo religioso privilegiado por la antigua Tradicin. Pero cuando se describe el destino de aquellos que no llevan traje de bodas, un espejo severo es colocado ante la humanidad. La parbola del banquete nupcial del rey, es el golpe ms fuerte asestado el da de Marte en la Semana de la Pasin, dirigido en ltimo trmino a toda la gente.Cristo va ms all; ahora pregunta De quin es hijo el Mesas? Ellos contestaron: Es hijo de David. Cristo cita entonces las palabras del Salmo 110, conocidas por ellos, para mostrar que David describe al Mesas como a su Seor. l les pregunta: Pues cmo David, movido por el Espritu, le llama Seor pues David le llama Seor, Cmo puede ser hijo suyo? Cristo expone la piedad superficial de sus interrogadores; consideran solamente lo terrenal. El primer paso hacia la comprensin de lo divino consiste en reconocer que el Mesas es Hijo de Dios y no hijo del hombre. Cristo les est mostrando en ese momento lo que deberan reconocer en l, pero no lo reconocen.Y as llega el cuarto contragolpe. Este son las nueve lamentaciones, la denuncia de los Fariseos que es seguida por el lamento sobre Jerusaln, sobre un mundo condenado a la destruccin. Al comienzo de su obra, en el crculo de confianza de sus discpulos, Jess pronunci una vez las nueve Bienaventuranzas del Sermn de la Montaa, el ideal de nueve miembros del Hombre Espritu. Ahora al final de su camino terrenal sita la contraimagen de los nueve aspectos en contraposicin a la luz que irradian. Las denuncias suponen un desenmascaramiento combativo de aquellos que son hostiles a Dios, igual que las Bienaventuranzas supusieron una revelacin de la relacin nnuple del hombre con Dios. En la lamentacin sobre Jerusaln est el reverso de la promesa de la ciudad situada en la cima de un monte, que en el Sermn de la Montaa evoca por vez primera la imagen de la Jerusaln celestial.Cuando el da comienza a declinar, Jess abandona la ciudad con sus discpulos, como era su costumbre. Asciende el monte de Getseman ms all del valle de Cedrn, y entra en el jardn que ha sido escenario de tantas enseanzas ntimas; pero no contina hasta Bethphage y Betania. En la cima del Monte de los Olivos, donde una maravillosa paz les rodea, hace que sus discpulos descansen. An imbuidos del conflicto que se ha librado durante todo el da, comienza a hablar a sus discpulos al aire libre por ltima vez. Y las palabras con las que les instruye no son menos poderosas que las pronunciadas en el combate espiritual con sus adversarios. Los valerosos hechos que ha logrado el alma durante el da evocan un eco de los dioses. El Cristo puede hacer revelaciones a sus discpulos como nunca antes. Lo que l dona esa tarde, a veces conocido como el Pequeo Apocalipsis, abre vastos horizontes hacia el Futuro.As sucede siempre en la vida. Si los hechos reales han madurado durante el da, entonces la tarde y la noche evocan un eco celestial. Los frutos diarios no residen solamente en lo que se ha logrado exteriormente. Cuando las actividades diarias han llamado a la puerta del Mundo espiritual, entonces cuando desciende la noche se pueden abrir las puertas de otro mundo. La verdadera fuerza interior empleada durante el da se encuentra con una respuesta espiritual.El momento presente se vuelve transparente. A travs de todo el da los discpulos han permanecido con Cristo cerca del Templo. l les ha enseado que todo est condenado a la destruccin. La destruccin de Jerusaln y del Templo constituan una necesidad espiritual y si no hubiera llegado a suceder cuatro dcadas despus a travs del ejrcito romano, tendra que haberse producido de alguna otra forma. Cuando la visin de la cada del Templo se alza ante los discpulos, una gran catstrofe csmica parece brillar a travs de ella. Es la cada de todo un mundo lo que el Cristo pone ante sus almas. La divisin, manifiesta durante todo el da, entre los hostiles adversarios y el pequeo grupo que se afana en el discipulado, esto tambin se vuelve translparente. La historia del mundo traer nada menos que una gran divisin de la humanidad. Algunos se esfuerzan hacia lo divino; otros se esfuerzan en luchar contra ello. Y no importa lo impresionante que sea lo que logren en la Tierra los adversarios, slo es resultado de un miedo oculto. Aquello que germina silenciosamente en el pequeo grupo que busca la unin con lo divino portar en s el Futuro del Mundo.Jess contina el discurso apocalptico y da a los discpulos las parbolas ms ntimas que posiblemente pudiera darles, las dos parbolas de la Segunda Venida. l ya haba hablado del Hijo del Hombre viniendo en las nubes, mientras alrededor ruge la tormenta universal. l haba sealado a un futuro en que una nueva revelacin de Cristo debe abrirse camino entre huracanes de destruccin. Ahora, en las dos parbolas de las diez vrgenes y los talentos, l muestra a los discpulos lo que la gente debe hacer para prepararse para el retorno de Cristo. Algn da el novio del alma vendr; algn da aquel que les confi los talentos a sus criados al marcharse, vendr de nuevo para reclamar la cuenta. Abajo en el templo las lamentaciones suenan como anti-bienaventuranzas, ahora el da acaba con otro Sermn de la Montaa, uno incluso ms sublime. Con esta enseanza final y ms ntima Cristo dota a sus discpulos de coraje para los milenios venideros. Las parbolas de la Segunda Venida, y en particular la visin final de la divisin de la humanidad en ovejas y cabras, han de servir a los discpulos como provisiones para seguir el camino durante muchas encarnaciones.Las palabras del Martes de la Semana Santa, consideradas en conjunto, son maravillosamente relevantes para cualquier batalla de la luz contra la oscuridad, para cada lucha del discipulado cristiano en conflicto con los enemigos de Cristo. La afirmacin de Goethe de que la historia del mundo no es otra cosa que una continua lucha entre creyentes y ateos de los que toca la verdad que se da con todo detalle durante el Martes santo. Toda oposicin a Cristo y hostilidad hacia el espritu tiene su raz en la incredulidad, en debilidades y miedos profundamente ocultos. El discipulado de Cristo requiere coraje y fortaleza. La batalla no la libra necesariamente un grupo de hombres contra otro. Debe ser librada dentro de nosotros mismos. En toda alma humana se mezclan el temor y el coraje, la oposicin a Cristo y el discipulado de Cristo.Las parbolas combativas, dirigidas contra los adversarios de Cristo dejan claro que el miedo est siempre en la base de la enemistad con el espritu. El egosmo de los labradores de la via, que no desean entregar los frutos de la cosecha, como todo egosmo, es vstago de la debilidad y el temor interiores. Cuando un hombre aprende a abandonarlo y sacrificarlo todo, porque se da cuenta de que todo lo que jams podr llegar a poseer pertenece a Dios, nace el primer germen del coraje.Las denuncias lanzadas por Cristo son un desenmascaramiento cada vez ms claro de la incredulidad. Comienzan inmediatamente con palabras que arrancan la mscara no slo de la negacin del espritu, sino de toda clase de tirana de las almas humanas: Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas, que cerris a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entris, y a los que estn entrando no les dejis entrar. (Mateo 23:13)Trabajar sobre la propia alma requiere el mayor de los corajes. El traje de bodas es el alma que se ha vuelto radiante a travs de la purificacin y la plegaria. El aceite de las lmparas es una imagen de las fuerzas del alma que han de ejercitarse mediante la confrontacin. Los talentos ganados con el esfuerzo personal son los rganos espirituales del hombre llevados a un desarrollo superior.En su respuesta relativa al dinero del tributo, Jess muestra que el verdadero coraje logrado a travs del constante esfuerzo interior es capaz de mantener el equilibrio entre los deberes terrenales y los ideales espirituales, y al hacerlo obtiene la soberana sobre todas las condiciones terrenales. Incluso aunque, como en aquel momento, un monstruo ocupe el trono, l es capaz de decir Pues lo del Csar devolvdselo al Csar, y lo de Dios a Dios.En la visin final de la divisin de la humanidad, se describe la verdadera cualidad del coraje interno: En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos mos ms pequeos, a m me lo hicisteis. El verdadero sendero hacia el espritu se muestra en el poder de amar. El amor es lo contrario del miedo. Todo desarrollo interior genuino comienza cultivando coraje interno y halla su meta en el amor. El verdadero amor de los hombres es idntico al amor por el mismo Cristo, as sus palabras de batalla espiritual acaban en palabras de amor.El Mircoles de Semana Santa

La Semana Tranquila como se llama a la Semana Santa en algunos pases- no es realmente tranquila hasta que el da central ha pasado. El Domingo de Ramos la ciudad entera bulla en estado de agitacin; el lunes las mesas de los vendedores y cambistas se volcaron en el Templo; el martes, se dieron estocadas en el conflicto espiritual entre Cristo y sus adversarios. La tranquilidad no desciende hasta el final de la ltima parte de la semana. El mircoles, el da de Mercurio, es el punto de inflexin. El elemento mercurial del movimiento vivo, representa la transicin desde los primeros das inquietos de la Semana Tranquila, hasta aquellos en los que la consumacin de la vida de Cristo avanza hacia una serenidad cada vez ms profunda.Hacia la tarde del mircoles destaca una escena que, aunque ya ha ocurrido antes, asume un especial significado en este da central de equilibrio. Cristo ha cambiado el tumulto de la ciudad por la pequea y tranquila aldea de Betania, ms all del Monte de los Olivos. All se encuentra entre aquellos con los que est particularmente unido. Igual que otras noches, se le ha preparado una cena. Pero es como si una cierta irradiacin descendiera sobre la escena, anticipando de manera resplandeciente la cena que se celebrar al da siguiente. Un presentimiento de la ltima Cena flota sobre el grupo que se sienta a la mesa. La aldea de Betania, con lo tranquila que es, ha sido poco antes escenario de la resurreccin de Lzaro, el suceso que fue la seal que precipit la batalla. Lzaro es uno de los que estn sentados a la mesa; y es l, como sabemos, el descrito por el Evangelio como aquel que reposa sobre el corazn de Jess la tarde siguiente. En la ltima Cena es l quien se encuentra ms cerca de Cristo, tanto exterior como interiormente.Tambin hay dos mujeres en el grupo que se sienta a la mesa, Marta y Mara Magdalena, que el Evangelio de Juan declara que son hermanas de Lzaro. Han sido guiadas por la mano de la Providencia hasta este crculo, que se haya ms emparentado por el espritu que por la sangre. En la vida de cada una de estas tres personas ha tenido lugar un suceso que ha producido una transformacin radical. Para Lzaro fue la resurreccin del sepulcro, la gran liberacin del espritu de Juan para su vuelo a las alturas. Para Mara Magdalena, el suceso est algo ms atrs; en el evangelio se le llama la expulsin de los demonios. Ella fue curada de la tragedia de la posesin y experiment la liberacin y purificacin de su alma. Para Marta tambin hubo un suceso significativo, se dice en la temprana tradicin Cristiana que ella es la mujer que fue curada del flujo de sangre (hemorroisa). El destino haba obrado para que trajese consigo a esta vida una debilidad, por la que, su organismo corporal era incapaz de retener sus fuerzas vitales. Al encontrarse con Aquel que poda curarla, entr en su cuerpo una resistencia, una fuerza formativa, igual que entr en el alma de Mara Magdalena una paz interior. El hermano y las hermanas de Betania se convirtieron en los amigos ntimos de Cristo gracias a las curaciones del espritu, del alma y del cuerpo.Cuando estn todos ellos sentados a la mesa con los discpulos, el Evangelio nos relata que Mara ungi los pies de Cristo con un caro perfume de nardo y luego los sec con sus cabellos. El Evangelio de Juan narra que toda la casa se llen con el perfume. Mara Magdalena haba realizado un acto similar un ao y medio antes. Ella haba experimentado una liberacin y redencin gracias a su encuentro con el Cristo, y para mostrarle su desbordante gratitud, como describe el Evangelio de Lucas, ungi los pies de Cristo y los sec con sus cabellos. El Evangelio de Juan, en las palabras introductorias a la resurreccin de Lzaro, se refiere a esta escena anterior (Juan 11:2). Mara Magdalena es descrita en el Evangelio de Lucas como una gran pecadora, y es posible, segn las antiguas tradiciones, que fuera prostituta, poseda por demonios, en la mundana ciudad balneario de Tiberias, cerca de su hogar en Magdala. Pero qu significa su acto de uncin ahora? Representa el smbolo y prototipo de un acto sacramental. Por tanto, cuando otros tachan su acto de extravagante y se indignan, Cristo puede aceptar lo que hace esta mujer como un sacramento de muerte, como un cumplimiento de la Extremauncin. Con ocasin de su uncin anterior l haba dicho, Sus numerosos pecados le son perdonados, pues ella ha mostrado mucho amor. Y uno puede sentir cmo Mara desde entonces ha sido capaz de transmutar en devocin religiosa y en capacidad de sacrificio las fuerzas naturales del amor terreno que la llevaron a pecar, errando por falsos caminos.Entonces una figura que forma un contraste completo con Mara Magdalena rompe de repente la solemne tranquilidad. Es uno de los apstoles, y cuando ve el acto de Mara pierde todo su control; este es Judas. Dice que el precioso dinero que se acaba de despilfarrar podra haber sido entregado a los pobres, y as se hubieran mitigado muchas necesidades sociales. El Evangelio de Juan, sin embargo, deja claro que sus motivos reales no son los pretendidos. El evangelio le llama ladrn abiertamente. Bien pudiera ser que la ira que Judas sinti ante el acto de Mara Magdalena le diera el impulso final para su acto de traicin. l haba esperado mucho tiempo, en tensa expectacin, a que Jess se presentara pblicamente: entonces inevitablemente se producira un milagro poltico. En su febril impaciencia, le parece que Cristo desperdicia su tiempo, y finalmente en Betania su paciencia no puede ms. Con una incontrolada irritacin sale para buscar a aquellos que esperan prender al Cristo. El segundo suceso crucial del Mircoles es la traicin de Judas.Tanto Judas como Mara Magdalena son tpicas personas mercuriales; activos y temperamentales. Una de las virtudes de su naturaleza es que nunca son aburridos, siempre est sucediendo algo alrededor de ellos. Mara Magdalena, sin embargo, domina su inquietud y la transforma en devocin, paz y capacidad de amar. Uno puede ver en el relato del evangelio que el logro final de un alma activa es la verdadera devocin, un alma para la que la paz no es la mera inmovilidad, sino la movilidad redimida, interiorizada. Mara Magdalena ha sido sacudida por la tormenta, ha soportado siniestras experiencias. Pero ahora un intenso poder de devocin crece en todo lo que anteriormente fue oscuro y perturbador. Esta intensidad la elevar posteriormente sobre los dems seres humanos, a ella le es concedida el ser la primera en encontrar y contemplar al Cristo Resucitado.Judas es el prototipo de hombre inquieto que siempre debe hallarse exteriormente activo; pretende querer algo para los pobres. Por muy positiva y recomendable que pueda parecer la actividad social, a menudo es solo auto-engao. El motivo subyacente no es siempre un genuino impulso social, sino a menudo la propia inquietud interior. Mucha gente sera de lo ms infeliz si se les obligase a no hacer nada durante un tiempo. Se vera entonces que su celo social no es una verdadera actividad interior, sino una concesin a una debilidad no reconocida. En Judas este tipo de alma mercurial encuentra un fatal desenlace. Su intranquilidad surge de un miedo profundamente oculto, y le conduce a traicionar a Jesucristo. Un alma as no puede mostrar devocin, por encima de todo, no puede amar. Una persona inquieta no es capaz de amar realmente; pues el amor slo es posible cuando el alma ha encontrado la paz. As en estas dos figuras, Mara Magdalena y Judas, dos caminos se separan, como en un cruce. Uno conduce a la realizacin de la cercana de Cristo, el otro a la noche oscura, a la tragedia del suicidio.Marta, la otra hermana de Lzaro, es una transicin, por as decirlo, entre Judas y Mara Magdalena. El Evangelio de Lucas narra la historia de Marta y de Maria mucho antes, y lo hace con un propsito. Marta es la que permanece continuamente activa, la que no puede existir sin emprender algn servicio. No se puede negar la naturaleza genuna de su devocin, pero uno no debe estar ciego ante el hecho de que la inquietud, de la

que fue sanada a nivel corporal ha permanecido en su alma. Mara, que escucha con devocin, es descrita como la que ha escogido la mejor parte.Las figuras que participan en estas escenas del Mircoles nos muestran la encrucijada que debemos asumir antes de que podamos esperar ser admitidos en la esfera del Jueves Santo. Los caminos se separan ante el Misterio del Sacramento. Judas es el hombre sin ritual. Se vuelve inquieto y pierde el control, cuando entra en la esfera de la verdadera adoracin ceremonial, Mara es el alma sacramental. La tarde siguiente, cuando el crculo de discpulos se una en el sacramento como bajo una gran cpula, ser evidente quin se haya ms cerca de Mara y quin de Judas.

Mercurio, que para el mundo clsico fue tanto el dios de la curacin como el de los comerciantes y ladrones, entra ahora en la rbita del Cristo-Sol. La escena en la casa de Lzaro y sus hermanas en Betania, muestra cmo Mercurio (el dios sanador), puede ser l mismo curado por el Cristo-Sol.

Jueves SantoEn la tarde del Jueves Santo desciende una sagrada quietud, y todo el clamor de la primera mitad de la semana se torna silencio. Durante el da los sonidos de las abarrotadas calles, los regateos y las ruidosas conversaciones de miles de peregrinos de la Pascua, alcanzan su punto lgido. Entonces, poco antes de que el sol, de un color rojo profundo, se ponga por el oeste, frente al argnteo disco de la luna llena que se alza, las trompetas resuenan desde el templo y dan la seal para el comienzo del da de preparacin. En la vspera de la Pascua, los fieles del Antiguo Testamento se preparan para el Shabath, que comienza la tarde siguiente. En cada casa la gente se rene alrededor de la mesa para comer el cordero pascual en el crculo de sus parientes consanguneas. Las calles se vacan repentinamente y cae un silencio opresivo. Es el toque de queda de la noche de Pascua, cuando el ngel exterminador se encuentra en el exterior, como sucedi hace mucho tiempo, en Egipto.As Jess y sus discpulos tambin se retiran a la sala en la que van a celebrar la Pascua. La quietud de esta sala se ve realzada, pues la providencia les ha llevado, no a una morada privada, sino a la casa de la orden de los Esenios El Cenculo, que la hermandad Esenia ha puesto a disposicin de Jess y sus discpulos para la vspera de la Pascua, se haya situada sobre tierra consagrada. Aqu, en el Monte Sin, ha existido un santuario de la humanidad desde tiempos inmemoriales. Inmediatamente enfrente, tambin en un punto tradicional, se encuentra la casa de Caifs, el hogar ancestral de la orden Saducea. Tambin se ha reunido all un crculo de personas para celebrar la Pascua. Apenas pueden pensar en la fiesta que se aproxima, pues estn activamente ocupados con un plan de odio y enemistad. Durante un tiempo la lucha debe cesar, la hora sagrada debe haber pasado. Y as sus enemigos dan la orden: Arrestadle pero no en la fiesta. En la sala donde Jess se halla reunido con sus discpulos, se cumplen las palabras del Salmo 23: Tu preparas ante m una mesa a la vista de mis enemigos.El cordero pascual en la mesa del Cenculo asume un nuevo significado. En la mesa est sentado Aquel de quien Juan el Bautista pudo decir: He ah el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). En ningn momento de aquella hora, y nunca antes ni despus, ha estado el cordero pascual tan cerca de Aquel del que era una imagen. Pues durante miles de aos comerse el cordero pascual fue una costumbre proftica, y ahora el cumplimiento de aquella profeca est al alcance de la mano. El apstol Pablo ser ahora capaz de decir: Nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado (1 Corintios 5:7). En el Cenculo, la profeca y su cumplimiento se encuentran. Una pesada premonicin llena la sala; la separacin y la tragedia flotan en el aire. La muerte sacrificial de Cristo arroja su sombra y la consciencia de los discpulos tiene una dura prueba que soportar.La antigua tradicin del sacrificio de sangre tiene su smbolo en el cordero pascual sobre la mesa. La magia de la sangre, expresada por todos los sacrificios de sangre pre-cristianos, tiene un poder activo. Se crea que verter sangre de animales puros en sacrificio era capaz de conducir las almas de los hombres, anteriormente menos unidas con el cuerpo, a un estado de xtasis. Las fuerzas divinas del otro mundo podan entonces reflejarse en las condiciones humanas. Y ahora el antiguo sacrificio pierde su significado para siempre en el Cenculo del Monte Sin. El Ser divino ha penetrado ya en este mundo; por tanto el antiguo sacrificio de sangre se ha hecho superfluo. El poder que anteriormente se haca descender desde otros mundos est ahora aqu, viene a unirse inseparablemente con este mundo. El cordero pascual ya no tiene poder mgico, pues en la existencia terrenal misma se est formando un germen de fuerzas celestiales. El cordero se convierte en la imagen pura del acto de sacrificio del amor divino.En la mesa de la sagrada cena, sin embargo, tambin hay pan y vino. Y cuando se ha observado la antigua costumbre de la comida de Pascua, Cristo toma, para asombro de los discpulos, estos otros representantes de la comida y la bebida y aade un nuevo alimento a lo ordenado por el Antiguo Testamento. Es un hecho nuevo e inesperado cuando Cristo reparte a los discpulos pan y vino y dice: Tomad, este es mi cuerpo, esta es mi sangre. Pero estos smbolos no estn en la mesa por casualidad. Sale a relucir algo que siempre ha existido. Exteriormente los sacrificios de sangre se llevaban a cabo en el Templo en presencia del pueblo, pero siempre se haban preservado los Misterios solares en esotricos santuarios ocultos, donde el pan y el vino eran los smbolos del dios solar. En el mismo lugar en que se hallaba reunido el grupo para compartir la ltima Cena, haba estado el santuario de Melquisedec, de donde l tom pan y vino y los llev hasta el valle de Cedron para ofrecrselos a Abraham. Ahora el pan y el vino se convertan en algo ms que smbolos. El divino Espritu Solar est presente en Cristo, y al repartir el pan puede decir: Este es mi cuerpo, y al pasar a los discpulos el cliz: Esta es mi sangre. Su alma se entrega y afluye al pan y al vino. En el crepsculo de la habitacin el pan y el vino estn envueltos en una brillante aura solar. En la medida en que se convierten en el cuerpo y la sangre del Alma de Cristo, se convierten en cuerpo y sangre del Espritu Solar mismo. Todos los Misterios solares de la antigedad no fueron sino profecas; en este momento se alcanza Su cumplimiento. En la transicin desde las ofrendas de sangre del pasado hasta la ofrenda incruenta del pan y del vino, la idea de sacrificio ha cambiado. Los antiguos sacrificios fueron siempre ofrendas materiales. Ahora se ha fundado el sacrificio del alma, y ah comienza la verdadera tradicin del sacrificio interior. Los sacrificios lunares de la antigedad han llegado a su fin; nace el sacrificio solar del Cristianismo. El Cristianismo, la verdadera religin solar, amanece en esta hora crepuscular.Al realizar actos significativos antes y despus de la cena, Cristo da lugar a un organismo cuatriformado, anticipando las cuatro partes del sacramento central Cristiano que desde entonces se celebrar ininterrumpidamente. Antes de la cena l sigue la costumbre observada en la orden de los Esenios, y lava los pies de cada discpulo, incluso los de Judas. Una imagen profundamente conmovedora, incomprensible en todo su significado. Cristo se entrega totalmente en amorosa devocin, aquel al que la muerte le ha puesto su sello. Despus de la cena Cristo observa otro acto ceremonial, esta vez de acuerdo a la costumbre seguida en todos los hogares de la vecindad en esta hora. Cuando la cena de Pascua se ha consumido, el cabeza de familia comienza a recitar el Haggada, la historia del pueblo hebreo desde la antigedad, escrita en forma legendaria. Con Cristo, tambin, a la cena le sigue un discurso. San Juan lo registra en el maravilloso Discurso de Despedida que culmina con la Oracin Sumo Sacerdotal (Juan 14-17)Cuatro etapas se han atravesado: el lavatorio de pies, el cordero Pascual, el pan y el vino, y el Discurso de Despedida. El lavatorio de pies resume en una imagen la esencia de la enseanza de Cristo: Este es el mandamiento mo: que os amis los unos a los otros como yo os he amado (Juan 15:12). El lavatorio de pies es, por as decirlo, la representacin, y no simplemente la pronunciacin (hablada) de la ltima de las parbolas. Ensea que el amor es el propsito fundamental del evangelio de Cristo. La comida del cordero Pascual se corresponde en la estructura del servicio de comunin con la etapa de la Ofrenda, que sigue a la Lectura del Evangelio. La imagen de la Ofrenda emerge: Cristo, el Cordero Pascual, que al da siguiente muere por toda la humanidad en la cruz. Despus viene la tercera etapa: Cristo administra pan y vino a los discpulos. Por primera vez la Transubstanciacin se ha consumado, formando la tercera parte del sacramento, tras la Lectura del Evangelio y la Ofrenda. Ahora lo espiritual brilla en la substancia terrenal. En el Discurso de Despedida, la cuarta etapa, Cristo imparte a los discpulos la informacin ms ntima sobre su propio Ser. Estas palabras son el cuerpo y sangre de Cristo en un grado an ms elevado que el pan y el vino. El alma de Cristo se entrega a las almas de los discpulos que slo son capaces de recibirla en estado de sueo. Slo Juan, que reposa en el regazo de Jess, y escucha el corazn de Cristo hablando, es capaz de preservar para la humanidad en su evangelio una reflexin de este momento.Cristo, de quien proviene la Corriente de Amor Csmico, habla al mismo tiempo como el espritu de la sabidura. Es como si Jpiter, el dios de la Sabidura, se hubiese manifestado con una forma nueva entre los hombres.

La sagrada Mesa Redonda se rompe dramticamente. Es una estricta regla de la Pascua que en esta noche nadie puede abandonar la proteccin del hogar. Si lo hace, se encontrar con el ngel exterminador. Las calles permanecen vacas. A pesar de esto, en determinado momento, alguien sale fuera; no se retrasa despus de haber recibido el pan de la mano de Jess. El Evangelio de San Juan aade: Era de noche. Tambin era de noche dentro de Judas; en este momento Satn entr en l. Judas va a la casa de enfrente, donde Caifs y su crculo estn celebrando la Pascua. Estn preparados y dispuestos para el negocio que Judas quiere efectuar.El alma de Judas zozobra ante el misterio del sacramento. En la noche anterior, mientras la actitud sacramental se desarrollaba en la casa de Betania, l ya estaba en las garras del demonio de la inquietud. En el Cenculo se haba encontrado con la sustancia sacramental por segunda vez. Slo la paz interior le permitira recibir la bendicin de la paz a travs del sacramento, pero no posee paz interior. As aquello que podra dispensarle paz sirve para arrojarle en la inquietud final, en el desplazamiento ahrimnico del yo, y en la posesin.Una vez ms la Pascua se ha roto. Jess se levanta de la mesa y hace seas a los atnitos discpulos. Le siguen afuera en la noche, donde la luz de la luna llena casi se ha extinguido durante un tiempo. Est atravesando un eclipse. El frio helador del invierno da paso a la primavera, que comienza a sentirse cuando Jess marcha con sus discpulos hacia Getseman.

Ambos actos de salida nocturna simbolizan sucesos interiores. La salida de Judas muestra que su verdadero yo le ha abandonado; fuera se encuentra en realidad al ngel de la muerte. Los espritus ahrimnicos hacen de l un ttere. La salida de Cristo es una imagen de la entrega libre del alma, que ha sido desde el comienzo la portadora csmica del Sacrificio. Cuando Judas sale el evangelio dice Era de noche, y el alma de Judas est envuelta en la noche tambin. Cuando Cristo sale, uno podra decir Era de da. Un dorado resplandor se entremezcla con la helada noche mientras el Cristo desciende con sus discpulos por el mismo camino del valle que fue hollado dos mil aos antes por Melquisedec, portando el pan y el vino.La brillante aura que la gente vio irradiando del Ser de Cristo el Domingo de Ramos se ha contrado ahora a niveles mucho ms profundos. Nadie la percibe, y an as el mundo recibe una nueva gloria en esta noche sagrada, que es ms una Vspera de Pascua que una vspera de Viernes Santo. En aquel otro Jueves, el da de la Ascensin, seis semanas despus, la semilla de Luz, cuyo crecimiento comenz en el Cenculo, se habr extendido ya por toda la Tierra con el Poder del Cosmos.

Viernes Santo

Conforme la semana tranquila va entrando realmente en la tranquilidad, el porte de Jess va cambiando. Su ardiente voluntad de lucha ya no es evidente. Cuando entre la media noche y el amanecer, el grupo de soldados prende a Aquel al que Judas bes, l no ofrece resistencia. Incluso se opone a que Pedro luche por l. Entonces es apresado por manos rudas y conducido a la fuerza a travs de la ciudad, de un extremo al otro. Aparentemente es entregado, indefenso, a aquellos que le flagelan, le ponen la corona de espinas sobre la frente, le escupen y le golpean en la cara. Los testigos de la tragedia se ven abrumados por la angustia cuando Aquel al que ya no le restan fuerzas fsicas, es obligado a llevar la pesada cruz y es clavado a ella por los verdugos con despiadada crueldad. Qu ha sido de la capacidad de lucha que brillaba en l durante los primeros das de la semana? Ha abandonado la batalla contra la ceguera y la perversidad de los hombres? No, la lucha que se libr en el nivel humano los das anteriores se libra ahora en una esfera superior, y asume as dimensiones an ms grandiosas. Cristo no est luchando contra la carne y la sangre, sino contra los invisibles poderes demonacos, de cuya tirana liberar a la humanidad. l lucha contra los poderes lucifricos, los brillantes seres de engaosa luz, que quieren arrebatar al hombre de la Tierra y, asimismo Lucha contra los poderes ahrimnicos que quieren endurecer y encadenar al hombre a la materia inerte. Cuando Cristo parece bajar la guardia, en realidad est siguiendo a los poderes satnicos a sus guaridas para vencerlos all.

Ahriman exhibe su poder sobre la gente triunfalmente cuando se acerca bajo la forma de la muerte. En la evolucin de la humanidad hasta el punto de inflexin del tiempo, la muerte, que anteriormente haba sido una amiga del hombre, asume cada vez ms las caractersticas de Ahriman. El poder oscuro saba cmo utilizar el destino mortal del hombre para hacer de este su arma ms incisiva. El poder de la muerte no consiste solamente en que debemos de morir; se manifiesta realmente slo despus de la muerte. Cuando hemos dejado atrs nuestro cuerpo terrenal, debe probarse entonces si podremos mantener una conexin con lo que acontece sobre la Tierra entre aquellos con los que estamos relacionados. Aqu se halla el verdadero poder de la muerte, que puede arrancarnos de las cosas terrenales y arrojarnos al exilio sin retorno de la vida al otro lado. El poder ahrimnico de la muerte utiliza la Tierra para burlarse del hombre. Durante la vida terrenal le ata al mundo material; hace toda clase de promesas de cumplimiento terrenal, que no se mantienen despus de la muerte. Cuanto ms vinculado est el hombre a las cosas de este lado durante la vida, ms inexorablemente se ve afectado por el otro lado despus de la muerte. Slo aquellos que se han afianzado con firmeza sobre la vida espiritual durante la existencia terrenal pueden permanecer, despus de la muerte, tilmente unidos a aquellos que an viven sobre la tierra. Despus de la muerte slo tenemos el dominio espiritual sobre la materia que nos hemos conquistado sobre la Tierra.Cuando el Jueves Santo Cristo ofrece la ltima Cena a los discpulos en la paz del Cenculo, all no parece haber conflicto alguno. Y aun as qu maravillosa victoria se muestra sobre el espritu de la materia muerta cuando Cristo toma en Sus manos las sustancias terrenales del pan y del vino, y las vuelve luminosas a travs de la fuerza solar de Su corazn. l arrebata la criatura celestial a los poderes de la oscuridad y la convierte en el cuerpo y la sangre de su Ser de luz. Como l fue capaz durante Su vida de dotar de alma a los elementos terrenales para que se tornasen radiantes, poseer an ms poder para hacerlo despus de la muerte.En Getseman la lucha contra el poder de la muerte entra en una fase decisiva. Aqu en el tranquilo huerto del Monte de los Olivos, donde tan a menudo estuvo con sus discpulos para impartirles enseanzas ntimas, debe ahora resistir el ataque ms peligroso del enemigo en la ms completa soledad. La comunidad que acaba de fundar en la sala superior, para el futuro Bienestar de la humanidad no le ayuda ni le conforta. Mientras la consciencia de los discpulos no se ha elevado lo suficiente como para alcanzar la grandeza del momento. Judas ha salido en la noche de la traicin, pero los dems, tambin, dejan a su Maestro abandonado a Su suerte. Estn absortos en el crepsculo de su sueo en Getseman, a partir del cual Pedro negar a Cristo.No es con la debilidad interior o con el miedo a la muerte con lo que Cristo ha de lidiar en Getseman. No se podra malinterpretar peor la Pasin de Cristo que pensando que Jess rezaba en Getseman para que le fuera perdonada la muerte. No es el miedo a la muerte, sino la Muerte misma la que le asalta. La muerte, temerosa ya de perder el control sobre l, se Le aparece para apoderarse de Su Vida. El ngel exterminador quiere poseerle. El secreto de la Agona de Getseman reside en el hecho de que la Muerte quiere burlar a Jess. Quiere llevrselo demasiado pronto, antes de que haya finalizado Su tarea, antes de haber Compenetrado con Su espritu hasta el ltimo rincn de su vehculo terrenal.Durante tres aos el fuego de la Yoidad divina ha ardido en el cuerpo y alma de Jess. El vehculo humano de dentro hacia fuera- ha sido as consumido casi hasta las cenizas. Lo que an debe sufrir y completar exige tanta fuerza de las envolturas corporales que existe un peligro real de que se produzca una muerte prematura. Ahriman est al acecho y espera aprovecharse de este momento. Lucas, el mdico, describe con palabras precisas lo que sucede, cuando dice Y sumido en agona, insista ms en su oracin. En el sentido clnico del trmino, la lucha con la muerte ya haba empezado. Cuando Lucas aade y su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caan en tierra, agrega los sntomas exactos de la agona de la muerte. (Lucas 22: 44)Pero Cristo sale victorioso y la muerte es rechazada. Con la ms poderosa fuerza de oracin jams conocida sobre la Tierra, l lucha por permanecer en Su cuerpo. Tenemos un eco de esta lucha cuando pronuncia en la cruz las palabras que parecen traicionar una debilidad: Tengo sed. l an permanece, incluso inmediatamente antes de exhalar su alma, fiel a la Tierra. Su voluntad no es simplemente pasar al Mundo espiritual despus de morir. Su voluntad es permanecer unido a la Tierra cuando atraviese el Umbral de la muerte, siendo esta Su Victoria sobre la muerte. l lucha por penetrar an en mayor profundidad en el mundo terrenal de materia que porta en S mismo a travs de su cuerpo fsico. An queda un reducto postrero que hay que dotar de alma. Este tampoco lo abandonar al Prncipe de este Mundo, que empezaba a considerar el reino material de la Tierra como una definitiva posesin suya.El drama regresa a escenarios y condiciones humanas. En la maana del Viernes Santo, Cristo Se confronta a la humanidad completa, representada en las tres figuras de Caifs, Pilatos y Herodes. Entonces el sendero asciende hasta el Glgota. Los soldados colocan los clavos en las manos y pies de Cristo, y parece como si l permitiese que todo sucediera con mucha pasividad. En realidad, a travs de la medicina del amargo dolor, su ser interior ha obtenido el poder definitivo del Espritu sobre la materia, de modo que la Muerte ya no puede reclamarle. Los poderes ahrimnicos de la muerte se dan cuenta de esto, y aparecen para un ltimo esfuerzo, furiosos de que su poder no haya servido de nada. Cuando el sol se oscurece durante las calurosas horas centrales del medioda del Viernes Santo, es como si el demonio solar se esforzase al mximo para oponerse al Dios solar. Y cuando la tierra es sacudida por el terremoto, todos los demonios subterrenales parecen abalanzarse hacia delante en un esfuerzo de ayudar a que el Poder satnico de la Muerte obtenga la victoria. El Anticristo agita los elementos terrenales e incluso las fuerzas de los cielos. Sin embargo, la muerte no puede arrebatarle nada a la Soberana del espritu de Cristo, a Su autoridad sobre toda existencia terrenal. Est en conformidad con su propia voluntad que los Poderes csmicos se alcen en la hora del Glgota. l dijo a los que vinieron en Su contra: Pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas (Lucas 22: 53)En medio de la oscuridad se manifest en el Glgota un Misterio que puede mencionarse solamente con grandes reservas. El cuerpo que colgaba en la cruz comenz a irradiar luz. En muchos pases de Europa, en un campo o al borde del camino, se pueden hallar crucifijos con una figura dorada sobre una cruz negra de madera. Aqu, en la ingenua sabidura popular, vive un secreto trascendental del Viernes Santo. Un misterioso resplandor atraves la espantosa noche del medioda. El sol de Cristo se revel mientras el sol fsico experimentaba un eclipse. En la oscuridad del Viernes Santo se entreteji ya un rayo de Luz pascual.La ltima de las Siete Palabras en la Cruz, todo est cumplido, no se refiere a los sufrimientos que se han superado, sino a la completa Victoria que se ha logrado sobre el poder de la Muerte. Mientras que la muerte arroja el alma de un hombre, del que se ha burlado durante su vida con el poder de la materia terrenal, al destierro del otro lado, el Cristo, al morir, va directamente hacia la Tierra. La sangre mana de sus heridas; su alma Penetra con ella en el Cuerpo de la Tierra. Cuando la sangre mana de un moribundo, la sangre material y el alma espiritual emprenden caminos distintos; aqu el alma acompaa a la sangre. Posteriormente, el cuerpo es descendido a la tumba; la tierra se abre con un terremoto y acoge el cuerpo de Cristo. Cuando un cuerpo humano entregado por el alma es descendido a la tumba, el cuerpo y el alma siguen caminos distintos. El alma de Cristo sigue el mismo camino, hacia la Tierra. Ese es el gran Sacrificio Csmico de Amor que el Cristo logra para toda la existencia terrenal, porque la muerte ya no puede retenerLe. La Tierra recibe el cuerpo y la sangre de Cristo, la gran Comunin, y con ella la Medicina para la espiritualizacin de toda la existencia material se incorpora a la existencia terrenal: La Medicina que CompletaSbado Santo

El cuerpo de Cristo ha sido depositado en el sepulcro, propiedad de Jos de Arimatea. La pesantez saturnal flota en el ambiente y se cumple la cualidad espiritual del da de Saturno. Siempre ha sido costumbre en Sabbat, en el da de Saturno, que los seguidores del Antiguo Testamento lo observen como una jornada en que ha sido estrictamente sealado un descanso, semejante a la muerte. Hoy es el Sabbath de todos los Sabbath. Es como si un guerrero hubiera entrado en una oscura caverna para vencer al dragn (que la habita). Regresar victorioso a la luz del sol?En el oscuro medioda del da anterior, cuando Cristo inclin la cabeza y expir en la cruz, el velo del Templo se rasg en dos. Se abrieron visiones hacia el interior de la Tierra. Se formaron imgenes arquetpicas en el crepsculo saturnal. La Mesa y la Cruz resumen los sucesos de estos dos ltimos das. Ahora se aade la tumba como tercer smbolo arquetpico.Desde tiempos inmemoriales, las tumbas tambin servan como altares; toda adoracin divina procedia originariamente de la adoracin a los muertos. La gente iba a las tumbas cuando deseaba comulgar con los dioses. Las almas de los difuntos eran intermediarios entre hombres y dioses, ya que como las almas de los muertos podan aparecerse en las tumbas, tambin podan encontrarse all otros moradores del mundo espiritual. Esto fue as en tiempos muy remotos, cuando la muerte se consideraba todava como hermana menor del sueo, y no posea ese terrorfico poder sobre la humanidad. Los hombres no estaban tan caidamente ligados a la sustancia del cuerpo terrenal durante la existencia fsica. As, despus de la muerte, no eran separados del plano de la Tierra. La comunin del mundo terrenal con el mundo espiritual an se produca como una especie de respiracin.En el curso de los milenios el hombre se encarn cada vez con mayor profundidad. Cuanto ms se una a la sustancia terrenal, ms difcil le era seguir en contacto con la Tierra tras la muerte. El abismo entre el aqu y el all se torn cada vez ms difcil de cruzar. La existencia tras la muerte se convirti, como se dice en la Primera Epstola de San Pedro, en una prisin. La humanidad se hallaba en peligro de verse privada de la inmortalidad, de que la consciencia no continuase ms all de la muerte. En el reino de la muerte las almas estaban como hechizadas en un estado de adormecimiento. Cuando los egipcios momificaban a sus muertos y oraban ante los cuerpos embalsamados, expresaban su urgente deseo de aferrarse a las antiguas formas. Se trataba de un intento, a pesar de que el abismo se ensanchaba cada vez ms, de unir las almas de los hombres con los restos corporales de la vida terrenal. Pero no se poda alterar el curso del destino, y segn avanzaban los siglos pre-Cristianos, el terror a la muerte se apoder de la humanidad. El mundo griego est lleno de horror hacia el reino de los muertos; en el Antiguo Testamento la idea de la inmortalidad se desvanece completamente. Surgi una gran corriente religiosa sin certeza alguna de la vida inmortal, y la creencia en la continuidad de la vida en los descendientes ocup el lugar de la inmortalidad.En los siglos pre-Cristianos las almas no vivan tan endurecidas en el cuerpo como lo hacen actualmente. De ah que aquellos que vivan en la Tierra sintieran el trgico destino producido por la muerte como una carga opresiva. Aunque las gentes seguan visitando las tumbas, las almas de los muertos ya no acudan a su encuentro, y los dioses permanecan ausentes de los altares. El sentimiento de ansiedad en los tiempos pre-Cristianos proceda no tanto de las condiciones externas como de la angustia interna del alma. La Tierra se asemejaba a un terreno reseco en el que no llova desde haca mucho tiempo. La muerte se convirti en un terrorfico espectro. Este sentimiento se encontraba en la raz de la espera del Mesas, que inspiraba a todos los pueblos de la antiguedad.Nos situamos ahora en la transicin entre el Sbado Santo y el Domingo de Resurreccin. El cuerpo ha sido bajado de la cruz y depositado en el sepulcro. La Providencia dispuso que la cruz y el sepulcro estuviesen en un lugar que miles de aos atrs se haba concebido como el centro de la Tierra. Entre la colina rocosa del Glgota, que es una continuacin del lunar Monte Moria, y el sepulcro, con su jardn circundante en el Monte Sin, hubo anteriormente una fisura fundamental en la superficie de la Tierra. La humanidad antigua vio en ella el sepulcro de Adn: aqu por primera vez la muerte vence a la humanidad. Y as desde tiempos muy remotos este desfiladero primigenio, que divide Jerusaln en dos partes, se crea que era la puerta al inframundo. En este lugar se erigi la cruz y all se levanta actualmente la Iglesia del Santo Sepulcro.Cuando ahora tratamos una vez ms de encontrar los aspectos internos de los sucesos exteriores, es como si el velo se rasgase ante otra esfera. Se abre el reino de las sombras. En la oscuridad saturnal de esta esfera se enciende una luz inesperada. Aquel que muri sobre la cruz ha entrado en el reino de la Muerte. Ha llegado Alguien que no est sujeto a la obligacin mgica de la muerte, Uno que est libre de todo lo que adormece y mata. l porta a travs de la muerte la plena gloria de su Espritu; y mientras prevalece sobre la Tierra el oscuro Sabbat del sepulcro, en el reino de la Muerte amanece. Este es el significado del descenso de Cristo a los Infiernos. En el reino de los muertos se enciende un rayo de esperanza. El hechizo de la muerte se disip, y se abri una perspectiva hacia una victoria futura del alma humana sobre el hechizo del inframundo. Mientras an era Sbado Santo sobre la Tierra, ya era Domingo de Resurreccin en el reino de los muertos.En el momento de la muerte de Cristo el Viernes Santo, comenz el terremoto y an estaba retumbando durante las primeras horas de la maana del Domingo de Resurreccin. No ces totalmente a lo largo del Sbado Santo, aunque los Poderes de la naturaleza pueden haberse adaptado al hechizo de silencio del sepulcro, que corresponde a este da. Rudolf Steiner ha enseado a partir de su investigacin espiritual un determinado hecho, que puede ser difcil de aceptar, pero que se puede comprobar desde un conocimiento de los secretos geolgicos que subyacen bajo el suelo de Jerusalm. Como detonante csmico al Misterio del Glgota, el terremoto abri de nuevo la fisura original que se haba cerrado en tiempos de Salomn. Y as la Tierra entera se convirti en Sepulcro de Cristo. La Tierra acogi profundamente en si la Hostia que le fue entregada. Cuando con las palabras del Credo, tal y como se pronuncia en la Comunidad de Cristianos, expresamos el suceso del Sbado Santo, y ha Sido descendido al sepulcro de la Tierra, tratamos el aspecto csmico del Misterio del Glgota. El cuerpo y la sangre materiales del ser humano Jess de Nazaret, constituyeron la Medicina recibida por la Tierra. La Corriente Sacramental que desde ese momento Compenetra la humanidad, se encuentra vinculada a la Pascua.Es un derecho y un principio vlido que en todas las regiones abarcadas por la Iglesia Cristiana se hayan erigido siempre los altares con la forma y semejanza de un sepulcro. Tambin los altares del sacramento renovado en la Comunidad de Cristianos tienen la forma de un sepulcro. Y cuando los miembros de la congregacin estn reunidos a su alrededor, el principio del Sbado Santo est siempre presente. Somos aquellos quienes esperamos alrededor del Santo sepulcro, y en la mesa y sepulcro del Seor nuestros muertos pueden tambin acercarse de nuevo. Aquellos que se han unido interiormente en vida con el sacramento renovado podrn encontrar seguramente tras la muerte su sendero hacia este sepulcro, con mayor facilidad que hacia sus propias tumbas. Las almas ya no tienen ninguna relacin cercana con el cuerpo desechado. Pero cuando estamos reunidos en torno del altar, pueden estar entre nosotros, y de ese modo fortalecer nuestra relacin con el mundo espiritual. Los nuevos altares se hayan rodeados con el mismo juego de imgenes arquetpicas que existi una vez en el sepulcro situado en el recinto del jardn de Sin. El abismo entre este mundo y el otro se ha cerrado. El jardn de Pascua comienza a florecer, y nuestra alma, como Mara Magdalena, puede contemplar al Resucitado como al jardinero de un nuevo mundo. La oscuridad de Saturno se ilumina desde el interior gracias al sol de Pascua.Paralelismos contemporneos

Las etapas planetarias del drama de la Semana Santa tienen un significado e importancia que trascienden el tiempo, y el drama se representa de nuevo con todo detalle en los puntos de inflexin decisivos de la historia humana. Esto se aplica a los acontecimientos apocalpticos de la actualidad, en gran medida estamos atravesando una Semana de Pasin. La confusin y las convulsiones que estn sacudiendo a las naciones hoy en da, ya se expresen exteriormente en guerras o slo interiormente, no tienen un origen fsico; es una ilusin ver su causa en el plano fsico. Son provocadas por la poderosa entrada en la existencia terrenal de fuerzas y seres suprasensibles. La nueva Venida del Cristo representa la entrada en Jerusalm a una escala csmica. La humanidad percibe tenuemente la tempestuosa aproximacin del Mundo espiritual, y en la actualidad el clamor de la guerra y la paz, el Hosanna y el Crucificadle, estn entremezclados.El carcter del Lunes de la Semana de Pasin se est manifestando claramente ahora. La vida espiritual tradicional ha llegado a una crisis. No es verdad que mucho de lo que ltimamente pareca florecer y era muy apreciado, de repente se muestra como un rbol marchito? Muchos templos se estn desmoronando, y slo lo que es realmente genuino podr perdurar.Los poderes de Marte encienden las antorchas del Apocalipsis, y cualquiera que sea capaz de ver a travs de los sucesos reconoce que se estn librando conflictos espirituales detrs de las guerras exteriores. La luz est luchando con la oscuridad por encima de nuestras cabezas, mientras que en la Tierra existe el peligro de que haya gente que est luchando en el bando de la oscuridad y que luchara en el bando de la luz, si su consciencia estuviera lo bastante despierta. A pesar de esto, sin embargo, un pequeo grupo entregado al servicio del Sol espiritual puede lograr la victoria. Del mismo modo que una vez se ofreci la visin apocalptica a los discpulos en el Monte de los Olivos, as tambin se dar a este pequeo grupo un atisbo del futuro por el que puedan reconocer el significado de su sufrimiento.La gente est siendo apelada cada vez con mayor frecuencia a tomar claras decisiones internas. O encuentran su camino hacia una vida devocional y los sacramentos, o son arrojados a la oscuridad por la maldicin del nerviosismo neurtico. Deben elegir entre Mara Magdalena y Judas. En estos das muchos han sentido, aunque slo sea por momentos, la luz de la esperanza que procede del Jueves Santo. La cuestin es la consciencia. Despierta el alma, como la de Juan, o se hunde en el sueo de Getseman, como la de Pedro, que neg al Seor, o cae en las garras de los demonios, como la de Judas, que le traicion?El Cristo est ahora aqu entre la humanidad; ese es el verdadero secreto de nuestro tiempo. Las iglesias Cristianas podrn ser perseguidas, el Cristianismo erradicado; pero Cristo mismo puede, como mucho, ser azotado de nuevo, coronado de espinas y clavado a la cruz. Y esto lo hacen tambin los cristianos. No es de extraar que la Ira de Dios llene el mundo con sus vengativas tempestades. No obstante, el ncleo ms ntimo de todo, es el Amor divino e infinito. El Ser de Cristo, que es Amor csmico, muere de nuevo en nuestro mundo; muere por la Salvacin de aquellos que lo persiguen y crucifican.En realidad la humanidad al completo est expectante y esperanzada ante un sepulcro: el Sbado Santo est aqu. Cristo, y con l la verdadera Imagen del hombre, estn en un sepulcro. Todo lo que se ha endurecido en la naturaleza humana constituye un sepulcro de piedra. Estamos en la vspera de la maana del Domingo de Resurreccin, o todos los sufrimientos y pruebas que hemos soportado han sido en vano? Podra parecer que debido a las catstrofes que la humanidad ha provocado sobre s misma, est cada vez ms lejos del Misterio de la Resurreccin. Pero en aquel momento el terremoto dur justo hasta la maana del Domingo de Resurreccin, y as podemos atrevernos a esperar que incluso en medio de las convulsiones que tienen lugar en nuestros das, el ngel del Seor estara all para hacer rodar la piedra y abrir el sepulcro.La salida en la noche del Jueves Santo

El momento en el que Jess abandona el Cenculo con los discpulos en la noche del Jueves Santo, y se traslada a Getseman, no est en absoluto descrito de una manera uniforme en los cuatro Evangelios. Tenemos aqu otro ejemplo de cmo el lenguaje de las contradicciones en los Evangelios puede revelar importantes misterios, incluso cuando tales contradicciones se refieren a detalles aparentemente insignificantes.Mateo y Marcos ofrecen ms o menos la misma descripcin del transcurso de la ltima Cena. Despus de que Jess se haya sentado a la mesa con los discpulos, lo primero de lo que se informa es del anuncio de la traicin, con el consiguiente intercambio de preguntas y respuestas. Este dilogo es terreno espinoso y una vez que se ha atravesado, puede realizarse el misterio sacramental: se bendicen y reparten el pan y el vino. Despus tenemos las misteriosas palabras de Jess sobre no beber el fruto de la vid hasta que lo beba de nuevo en el reino de Dios. Entonces todos los reunidos para la ltima Cena cantan un himno y Jess sale de la casa con los discpulos y camina hacia el Monte de los Olivos. Es importante resear ahora que en los primeros dos Evangelios en cierto sentido la conversacin del Cenculo contina. Si la traicin se anuncia en el Cenculo, ahora le sigue el anuncio de la negacin de Pedro. Antes de esto Jess le ha dicho a los discpulos: Todos vosotros vais a escandalizaros de m esta noche (Mateo 26:31). Adems se pronuncia la frase que contiene la severa palabra dispersin, derivada en griego del nombre del escorpin. No obstante, a esta frase le sigue inmediatamente la promesa de la Resurreccin. Jess les dice a los discpulos que tras su Resurreccin l ir delante de ellos a Galilea. Pero Pedro niega que vaya a perder la fe en Cristo, incluso aunque ste le dice que le negar tres veces antes de que el gallo cante. Este anuncio es negado incluso con mayor vehemencia por Pedro con las ms venerables protestas. Entonces sucede la escena de Getseman.Estas conversaciones, tan slo indicadas brevemente, poseen un significado diferente si se pronuncian antes o despus de dejar la casa. El proceso mismo de irse de la casa debi haber conducido a los estupefactos discpulos a una especie de disociacin en el alma. La frase sobre dispersarse aumenta esta disociacin. La comprensin de esto proporciona una clave para la misteriosa frase sobre Galilea: esta frase se pronuncia en un estado anmico disociado y tambin se refiere a un estado disociado en trminos de su contenido. Sin embargo, el panorama del alma, al que el momentneo y posterior estado de disociacin del Domingo de Resurreccin conduce, es fundamentalmente diferente. Y eso precisamente se refleja en la misteriosa aparicin del tema de Galilea que no es mencionado exteriormente sino interiormente. El anuncio de la negacin se menciona por tanto en un estado de disociacin y est relacionado con un estado futuro de disociacin. El primero es una disociacin completamente nocturna cuyo principal instrumento ser Pedro. Quizs el indicio ms misterioso, que ya puede percibirse en la frase sobre la vid, es una primera indicacin de que todos los sucesos y palabras de esta noche conducirn a un estado de disociacin, que inicialmente es trgico, pero que despus conduce a la salvacin por medio de la muerte de Cristo.En el Evangelio de Lucas la conversacin de la ltima Cena aparece ms detallada. Comienza a formarse una transicin hacia el extraordinario discurso de despedida del Evangelio de Juan. Lo importante es que Lucas no divide las palabras que menciona, en dos grupos, ya que informa de ellas en parte antes y en parte despus de la salida de la casa. En Lucas, las conversaciones en el camino a Getseman de Mateo y Marcos, tienen lugar en el Cenculo. Es particularmente llamativo que el anuncio de la negacin tenga lugar antes de la salida del Cenculo. A la salida de la casa le sigue sin solucin de continuidad la escena de Getseman. Sin embargo, todas las palabras pronunciadas por Lucas en relacin a la ltima Cena constituyen un misterio que slo se hace ms claro cuando las comprendemos como pronunciadas en las almas disociadas de los discpulos. Incluso la extraa disputa entre los discpulos en cuanto a cual es mayor, que es particularmente extraa despus de haber recibido la comunin, y que mas tarde desemboca en las palabras de Cristo (representando el equivalente en Lucas al lavatorio de pies en Juan), debe con toda probabilidad ser comprendido como un sntoma del estado de disociacin que abruma a los discpulos. La frase sobre las dos espadas, con las preguntas y las respuestas que se producen, debe comprenderse como ms palabras an de disociacin. Interiormente la salida ha tenido lugar ya tanto en Jess como en los discpulos aunque Lucas slo informa de la verdadera salida del Cenculo despus. Slo de esta forma puede resolverse la aparentemente insignificante, aunque muy reveladora, contradiccin de que Lucas no refleje el anuncio de la negacin pronunciado en el exterior como los dos primeros Evangelios, sino dentro. La afirmacin sobre la salida en Lucas es posterior a la de Mateo o Marcos porque Lucas emprende en su relato el proceso interior de la salida con mayor claridad.En Juan la metamorfosis comenzada en Lucas contina a un nivel ms intenso. Juan no informa sobre el pan y el vino, pero el anuncio de la traicin y la negacin se hayan entrelazados en el relato del lavatorio de pies y de la comida de Pascua, acentuado aqu con gran detalle pero que no se menciona en los otros tres Evangelios. Antes de que se informe de la salida exotrica de la sala y del paseo hasta Getseman, el Evangelio de Juan nos conduce durante cuatro captulos a travs de los llamados discursos de despedida, que acaban con la oracin de despedida. De esta manera el anuncio de la negacin de Pedro, que tuvo lugar en el camino a Getseman en Mateo y Marcos, y que entr al Cenculo con Lucas, se adentra otro paso ms en el interior de la sala. El Evangelio de Juan es el que menos delata el cambio de consciencia provocado por la disociacin. El curso fsico de los sucesos es ms evidente aqu. Pero eso significa que las palabras y sucesos que provocaron la disociacin en los dems discpulos y en los tres primeros evangelistas, se entienden aqu con una comprensin despierta, consciente.Resulta an ms emotivo, entonces, ver cmo el tema de la salida aparece una vez ms de una forma enormemente significativa en el Evangelio de Juan. Antes de que afirme al comienzo del Captulo 18: Dicho esto, Jess se retir con sus discpulos, ya dice a mediados de los discursos de despedida al final del Captulo 14: Levantaos, vmonos de aqu!, o como lo plantea una traduccin de Rudolf Steiner: Si estis preparados, tambin, podemos irnos de aqu. Si tomamos estas palabras de Jess al final del Captulo 14 como algo ms que una frase sin sentido o algo que se olvida cuando Jess sigue hablando, estas palabras dan la impresin de que los tres ltimos captulos de los discursos de despedida de Juan se pronunciaron despus de que Jess se hubiese levantado de la mesa con los discpulos y estuviese listo para salir de la casa. La mayora de los discursos de despedida se hubieran pronunciado entonces al atravesar el umbral. No puede haber una descripcin ms clara de la salida esotrica, anterior a la salida exotrica de la sala, que la que encontramos al final del Captulo 14 del Evangelio de Juan. Los discursos de despedida se pronuncian desde el alma de Cristo que ya ha comenzado a separarse de su cuerpo; y en las almas de los discpulos que han entrado en un estado anmico disociado debido al shock y al miedo, esto slo se experimenta como un destello distante que an se expresa en Lucas hasta cierto punto, y que en Mateo y Marcos se ha incorporado completamente en el corto relato, en apariencia nicamente exotrico. Slo el alma de Juan, cmoda en ambos mundos ya que Lzaro ha despertado poco antes, es capaz de mantener un equilibrio entre la disociacin de Cristo y la disociacin de los discpulos. l observa y comprende el alma de Cristo que se revela en el proceso de separacin, sin romperse en la oscura disociacin del escorpin que sufren los otros discpulos, y as es capaz de captar y comprender las sagradas palabras de la enseanza de la ltima Cena.La Visin de Cristo

El Evangelio de Juan es el nico Evangelio que refleja la esfera de la inspiracin, en contraste con los otros tres que se quedan en el reino de la imaginacin. Mientras que la espiritualidad de los otros culmina en la imagen, el elemento del Evangelio de Juan es la palabra como tal. As contiene expresiones que en s mismas pasan desapercibidas pero que no obstante acentan brillantemente ntimos relieves de la vida de Cristo. Las repeticiones de determinadas formulaciones en Juan crean formas silenciadas, que revelan importantes desarrollos y etapas interiores.Entre estas frases, una de las ms ntimas es la traducida usualmente como Jess, elevando los ojos (eparas tous ophthalmous). Sucede en tres lugares:Antes de alimentar a los cinco mil (Juan 6:5)

Antes del despertar de Lzaro (Juan 11:41)

Antes del discurso de despedida (Juan 17:1)

Antes del relato de la alimentacin de los cinco mil, esto slo denota un contenido perceptivo: Jess ve que una gran multitud se dirige hacia l. Antes del despertar de Lzaro y de la ltima parte del discurso de despedida, este discurso introduce palabras de plegaria como si la elevacin de los ojos contuviese una determinada orientacin hacia el Padre, al que se dirige entonces diciendo: Padre, te doy las gracias y Padre, ha llegado la hora. Si asumimos que Jess mirando a la multitud que necesita comida constituye una percepcin sensorial externa, surge una brecha entre el primer suceso y los otros dos. Pero esto se ve refutado por el hecho de que no se dice que l mire sino que l ve a la gran multitud (theasamenos)En los tres sucesos esta formulacin supone una expresin para la entrada del Ser de Cristo en un estado de visin suprasensible. La traduccin precisa, tal y como en una ocasin la formul Rudolf Steiner, para Juan 17:1 es: Jess se puso en un estado de visin espiritual En este contexto es importante notar que este estado conduce no slo a experimentar percepciones sino tambin a contactar, tanto con las realidades visibles como con las fuerzas superiores: en cada ocasin surgen efectos particulares de esa visin que es ciertamente algo ms que la piadosa elevacin de los ojos.Los tres sucesos tienen una especie de preludio en el Captulo 4 donde Jess apela a sus discpulos para que eleven sus ojos (eparate tous ophthalmous) Alzad vuestros ojos y ved los campos, que blanquean ya para la siega! (Juan 4:35). Jess abre la visin interior de los discpulos para que puedan ver la condicin de la humanidad.El primero de los tres