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Facultad de Derecho, Ciencias Política y SocialesDepartamento de Ciencia Política

Teorías del estado Trabajo final

LOS RETOS DEL ESTADO CONTEMPORANEOEl Estado entre colonialidad del poder y la producción de experiencias subalternas

presentado a: Pepe Rodriguez

presentado por: Karen Divina Rodríguez Pardo

Anyelo Alberto Cagua Loaiza Diego Antonio Cruz Gómez

Christian Mauricio Pinilla Cedano

29 de enero del 2014Bogotá

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ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………….. 3

2. FORMAS TRADICIONALES DE ESTRUCTURACIÓN DEL ESTADO–NACIÓN….. 5

3. PRINCIPALES LUCHAS…………………………………………………………………. 7

4. SALIDAS POSIBLES……………………………………………………………………. 10

4.1 Las Ciudades Globalizadas – Una Alternativa al Estado Moderno………… 11

4.2 Dinámicas de la globalización contrahegemónica……………………………14

4.3 Pluralismo Jurídico: Alternativas de Creación de derecho no estatal……….16

5. BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………….19

INTRODUCCIÓN

Tomando como punto de partida, los nuevos patrones de poder mundial y las nuevas luchas intersubjetivas que se ejercen en el plano social, político, epistémico, económico y cultural de los Estados periféricos en el contexto de la globalización a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI; el presente ensayo, tiene como objetivo, abordar las principales características que

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se han desarrollado en estas luchas y, en la misma medida, plantear las posibles salidas y/o modificaciones a las que paulatinamente han acudido o necesitan acudir los Estados - nacionales.

En ese contexto, se hace necesario analizar cómo el Estado encarna un eje de dominación impuesto desde la colonización en los ámbitos económicos, culturales y epistémicos y, de la misma forma, como sus posibles reformulaciones o transformaciones – tomándose en cuenta las experiencias propias de la subalternidad y las comunidades de el tercer mundo –, nos pueden ayudar, a consolidar otra cosmovisión global donde se desmonte el patrón capitalista de acumulación, la episteme eurocéntrica y racional de aproximación a la verdad y, por último, las formas institucionalizadas mediante las cuales se estructuran los Estados subalternos. En efecto, partiremos en primer lugar, de una caracterización de las formas institucionalizadas tradicionales mediante las cuales los Estados ejercen la colonialidad del poder. En segundo lugar, se formularán las principales luchas que se han gestado para replantear y debatir las formas de organización económica, política y cultural institucionalizadas en el Estado moderno y, por último, en tercer lugar, se intentará destacar las posibles salidas que tienen los Estados subalternos para subvertir su condición de dominados y, replantear las formas coloniales mediante las cuales, se sostiene el capitalismo, la cultura y la epistemología occidental.

Para empezar, es importante tomar en consideración que la existencia del Estado, es la base sobre la cual se sostiene el patrón capitalista de acumulación. En otras palabras, si bien el Estado puede ser reorganizado bajo un patrón subalterno como es por ejemplo: la transformación del ideario uninacional al plurinacional en el Estado boliviano; esta organización, no significara el desmonte del sistema colonial mundial tal como lo conocemos, el cual, se soporta en unas lógicas de hegemonía y subalternidad capitalista, jerárquica, patriarcal y eurocéntrica a nivel mundial; en contraposición y más exactamente, esta nueva organización, sólo será un paso transitorio en la solución de los problemas económicos, sociales y culturales entre otros, que ha enfrentado el capitalismo en sus ultimas cuatro decadas. Esta afirmación, da la posibilidad de dar un paso más allá, logrando la salida autonomista – planteando el poder desde abajo – o, en su lugar, reviviendo el ideario de la desaparición del Estado – el ideal ácrata y comunista de organización social. En consonancia con lo anterior, es adecuado partir con una pregunta de investigación, la cual, guiará la organización de los temas a discutir; de esta forma, nos parece pertinente preguntarnos: ¿Es posible plantearse una salida a la crisis del colonialismo mundial, a través de la reformulación parcial de los Estados nacionales tal como los conocemos o, al contrario, es imposible desmontar parcialmente la colonialidad, sin subvertir o acabar con el Estado? Pregunta, que puede ser complementada por la siguiente: ¿Es posible plantearse un Estado desde la subalternidad; es decir, partiendo de conocimientos propios, modos de impartir justicia, control territorial, regulación económica y organización institucional autóctona?

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En relación a lo dicho anteriormente, planteamos para iniciar, una hipótesis en base a las preguntas y, esto a su vez, enriquece el trabajo debido a la estructuración y formulación de un marco teórico sólido y, unas conclusiones pertinentes que lleguen a un aproximación real del fenómeno. En ese contexto y, de acuerdo con Aníbal Quijano, la incorporación de diversas y heterogéneas historias culturales a un único mundo dominado por Europa, significó para ese mundo una configuración cultural, intelectual, en suma intersubjetiva, equivalente a la articulación de todas las formas de control del trabajo en torno al capital1.

En ese sentido, el Estado moderno como lo conocemos, es la institucionalización de formas epistemológicas, institucionales y culturales ligadas a la producción de conocimientos eurocéntricos, experiencias históricas occidentales sesgadas y formas de organización totalmente disímiles a los pueblos africanos y suramericanos por tres razones: en primer lugar, este Estado, es la base mediante la cual se ha sostenido durante doscientos años, la jerarquización racial, epistémica y cultural de los pueblos dominantes y, en la misma medida, es la base en la cual se ha revitalizado el patrón capitalista de acumulación mundial que actualmente se encuentra en crisis.

En segundo lugar, este Estado – nación, es sostén de las formas de control, regulación y administración que giran en torno al capital y lo mantienen en circulación como por ejemplo: la impuestación, la regulación de fallas de mercado y el manejo del monopolio de violencia y, por último, en tercer lugar, no solamente es la base de los patrones económicos de dominación, además de ello, posee instrumentos y aparatos ideológicos que jerarquizan la sociedad civil y reproducen medios simbólicos estructurantes y estructurados de dominación interclasista, de género y de pertenencia étnica como son la comunicación, la educación, la legislación y la cultura política entre otros. No obstante, si se subvierten las formas de organización, producción y modos de significación culturales, epistémicos y económicos eurocéntricos de estos Estados mediante la articulación de las luchas intersubjetivas contemporáneas, es posible replantear e institucionalizar un nuevo Estado, el cual, concilie lo particular con lo universal y, además de ello, sea un paso transitorio clave, en la consecución de un orden mundial sin lógicas de dominación racial, epistémica, económica y social. En este orden de ideas, el replanteamiento de las formas como se entiende el Estado y la reorganización del mismo, consolida la búsqueda de una socio–diversidad compuesta por elementos autóctonos particulares y experiencias universales incluyentes desligadas del colonialismo y el euro centrismo. En síntesis, intentaremos desarrollar el tema y, subsiguientemente, brindar unas conclusiones pertinentes al tema investigado.

Formas tradicionales de Estructuración el Estado – Nación

1 Quijano Aníbal,colonialidad del Poder, Eurocentrismo América Latina. Clacso. Buenos Aires. 2000. pág. 209.

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Para empezar, es importante tomar en consideración que las teorías clásicas del Estado - nación moderno, han sido una serie de concepciones sobre las formas de organización política, económica y militar de origen epistemológico eurocéntrico, que no siempre se han impuesto universalmente2, ni han sido correctas sus maneras de aproximarse a la verdad. En efecto, si apelamos a la historia universal y, de acuerdo con Michael Mann, tomamos en consideración que en la historia, la mayor parte de los Estados no han poseído un monopolio de la fuerza militar y muchos ni siquiera lo han reivindicado3, se hace evidente, que de plano, a lo largo de la historia la concepción de Estado como instrumento de dominación legítima con la pretensión de monopolizar la violencia4, no ha sido el dominante y, en la misma medida, es errado entendiendo los retos que enfrenta el Estado antiguo y enfrenta el Estado contemporáneo.

En ese contexto, el Estado - nación que hereda el continente latinoamericano, es en primer lugar, una gran serie de trayectorias que pueden ser abordadas principalmente por tres corrientes: en primer lugar, la teoría marxista que ha entendido el Estado como una estructuración interclasista donde priman las relaciones económicas y modos de producción; en segundo lugar, la teoría weberiana y neoweberiana, donde el Estado es una articulación burocrática, militar, territorial y política administrada por una clase dirigente con la pretensión de monopolizar el empleo de la fuerza física para imponer su orden5 y, por último, en tercer lugar, una serie de teorías específicas relacionadas a las transformaciones contemporáneas de los Estado que se desprenden de estas dos perspectivas clásicas como son: los tres tipos de Estado de bienestar de Gosta Andersen, el postfordismo de Lipietz o el funcional - estructuralismo en Luhmann y Estructuralismo de Foucault entre otras.

Siguiendo las posturas de los teóricos y estudiosos del colonialismo, decolonialismo y poscolonialismo, la producción epistémica de conocimiento - entre ellas las teorías del Estado -, obedecen a unas experiencias ajenas a las formas preestablecidas de organización política de los pueblos amerindios como fueron: la revolución francesa de 1789, la revolución industrial y la incidencia o surgimientos de nuevas formas de ver el mundo como el renacimiento y la ilustración; de acuerdo con Quijano, en primer lugar américa y, subsiguientemente, África y oceanía, sufrieron un proceso de re - identificación histórica, mediante el cual, ya Europa en su condición de centro del capitalismo mundial, impuso sus formas de producción de conocimiento, sus patrones de expresión de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y de objetivación de la subjetividad6 entre otros.

2 Es interesante ver como la formación o el entendimiento de un Estado moderno, viene a articularse universalmente desde Hobbes, tomando en consideración la particularidad, que en ese momento coexisten distintas formas organizadas de institucionalización política en el mundo árabe, oriente, mesoamérica y, a la vez, formas de organización subalternas y teorías subalternas como la de Spinoza en Europa.3 MANN, Michael. Las fuentes del poder social, II. Alianza Editorial, 1997. pág 27.4 Esta gran definición, no solo abarca la gran tradición Weberiana sino, también, la marxista. En pocas palabras, ni el Estado ha pretendido siempre el monopolio de la violencia, ni tampoco ha sido determinado por la cuestión económica como un surgimiento intersticial dominante en la configuración de los Estados. Esto, nos da una primera aproximación teórica para subvertir la episteme del Estado occidental dominante como verídica. 5 Ibid., pág. 84.

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En primera instancia, es indispensable entender la formación general que los Estados-nación asumen en el contexto de la globalización capitalista, desde los planteamientos de la teoría decolonial. El antropólogo colombiano Arturo Escobar, uno de los más destacados teóricos de esta perspectiva de pensamiento crítico, propone asumir la globalización como una radicalización y universalización de la modernidad, concebida ésta como un fenómeno esencialmente europeo.7 En efecto, la concepción tradicional de modernidad occidental tiene sus orígenes históricos en los procesos de la Reforma, la Ilustración y la Revolución Francesa; en términos sociológicos está caracterizada fundamentalmente por la institución denominada “Estado-nación”; culturalmente está definida “por formas de conocimiento experto asociadas al capital y a los aparatos administrativos del Estado”;8 y en sentido filosófico se caracteriza por la asunción de la noción “Hombre” como “el fundamento de todo conocimiento y el orden del mundo, separado de lo natural y lo divino”.9 Así pues, desde la perspectiva decolonial la globalización se constituye en el triunfo de lo moderno en la medida que ha devenido universal, dejando de ser así una experiencia histórica exclusivamente occidental; pero a pesar de esto, la modernidad se impone excluyendo la posibilidad de la alteridad radical, y reduciendo en ese orden de ideas a las demás culturas y sociedades del mundo a ser una mera manifestación de la historia y la cultura europea.10

Pero ¿cuál es la singularidad del fenómeno de la globalización? ¿A qué hace referencia este término en la construcción teórica decolonial, y qué forma general asume el Estado en dicho contexto? En la introducción a un texto editado por los filósofos colombianos Eduardo Mendieta y Santiago Castro Gómez, estos pensadores decoloniales explican que en términos económicos, políticos e institucionales, la globalización constituye en esencia “un nuevo modo de producción de riqueza”.11 El modo de producción capitalista ha tomado una configuración global que ha sobrepasado los límites nacionales, e inclusive los internacionales o multinacionales, pues en la dinámica del postfordismo las corporaciones transnacionales han desplazado a los Estados territoriales en el jalonamiento de la producción, operando sin ninguna barrera territorial, cultural o nacional. A partir del fin de la Guerra Fría, esta nueva coyuntura ha tenido hondas implicaciones sobre el Estado y sus funciones en la sociedad, pues las corporaciones transnacionales le han arrebatado progresivamente al mismo su rol hegemónico para “convertirse en dispensadores de las promesas que éste había recibido de la modernidad temprana: soberanía, emancipación política, liberalización económico-jurídica, secularización de las costumbres”.12[6] Así pues, el

6 QUIJANOAníbalal. Colonialidad del Poder, Eurocentrismo yAméricaa Latina. Clacso. Buenos Aires. 2000. pág. 210.7 Escobar, Arturo. “Mundos y conocimientos de otro modo. El programa de investigación de modernidad/colonialidad latinoamericano”. En: Tabula Rasa. Bogotá, No.1: 51-86, enero-diciembre de 2003. p. 55. 8 Escobar, Arturo. Op. Cit., p. 56.9 Íbid.10 Íbid.11 Castro-Gómez, Santiago; Mendieta, Eduardo. “La translocalización discursiva de "Latinoamérica" en tiempos de la globalización”. En: Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate. México: Miguel Ángel Porrúa, 1998. p. 5.12 Castro-Gómez, Santiago; Mendieta, Eduardo. Op. Cit., p. 6.

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aparato estatal en su conjunto, lo que abarca tanto sus funciones administrativo-financieras como sus instituciones jurídico-políticas, se ve sometido a una reorganización interna que se realiza en función de las exigencias de los mercados internacionales, de modo que asegure la libre movilidad de las grandes corporaciones como indican los lineamientos neoliberales. Pero la teoría decolonial va mucho más allá al apuntar que la globalización no sólo se constituye en una nueva forma de producción de la riqueza, sino que concomitantemente se convierte en “una nueva forma de producción y escenificación de la pobreza”, 13 ya que el aludido proceso de des- y re-territorialización de las economías, los imaginarios y las identidades tan sólo ha conllevado a la construcción de nuevas jerarquías de poder, en las que el moderno Estado-nación ha pasado a ocupar un lugar subsidiario en el proceso de acumulación, pero que de todas maneras sigue inmerso en las dinámicas que reproducen las relaciones asimétricas de poder tanto en el nivel nacional como en el plano internacional.

PRINCIPALES LUCHAS

La alienante influencia de la colonialidad y sus modos de significación y producción eurocéntricos, en todas sus expresiones a diferentes niveles; global, nacional o local, se ha expresado en los actuales movimientos anti sistémicos y en el pensamiento utópico por todo el mundo. Así, el proyecto de la izquierda se ha renovado para ir en contra de las colonialidades eurocéntricas no sólo de su contraparte; la derecha sino también, de las colonialidades interiorizadas en la misma izquierda. Por ejemplo, muchos proyectos izquierdistas se realizan dentro de sus organizaciones con sus propios objetivos y cuando entran en la dinámica de las estructuras estatales, las jerarquías raciales/étnicas y la dominación blanca/eurocentrada sobre los pueblos no-europeos su proyecto original se ve colonizado. Una de las razones de que aún hoy siga sucediendo lo anterior es que la izquierda internacional nunca se apropió y reconoció la problemática de las jerarquías raciales/étnicas creadas durante la expansión colonial europea, y estas quedaron como referente fundamental a todo proyecto propuesto con lo que se permite aun jugar bajo la lógica de la colonialidad del poder mundial. Ningún proyecto radical puede tener éxito hoy si no desmantela estas jerarquías coloniales/raciales. Por ejemplo, no se puede tener una verdadera democracia si la dinámica colonial/racista se mantiene en gran parte en la mayoría de la población.

Subestimar este problema ha traído como consecuencia la desilusión popular en los proyectos izquierdistas. Sin embargo, esta parte del trabajo no intenta defender las «políticas de la identitarias» (« identity politics ») ya que estas son limitadas y no logran una transformación del sistema y de su patrón de poder colonial14. Lo que si intenta es dejar ver que las identidades subalternas, a pesar de que las identidades modernas son una construcción de la colonialidad del poder en el mundo moderno/colonial, podrían servir como

13 Castro-Gómez, Santiago; Mendieta, Eduardo. Op. Cit., p. 7.14 Adina Cimet. Identidades y modernidades. Historia y grafía, núm., 28, 2007, pág. 18

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un punto de partida epistémico para una crítica radical a los paradigmas y las formas de pensar eurocéntricos.La defensa de estas identidades podría servir a algunos propósitos progresistas dependiendo del contexto. Por ejemplo, las identidades pueden unificar a los oprimidos contra un enemigo común; en la lucha contra una invasión imperialista o en las pugnas antirracistas contra la supremacía blanca. El problema de que en este tipo de luchas deje persistir la colonialidad del poder es que se expresan bajo la política de la identidad, la cual sólo atiende las metas de un grupo particular y sigue demandando igualdad dentro del sistema, con lo cual no se logra desarrollar una lucha radical anticapitalista contra el sistema.En este ejemplo se puede observar una de las luchas más representativas; la lucha de significados. La igualdad, en este caso, en vez de ir en pro de concebir un espacio en el que existan alianzas no solo radicales o de género sino también de clase y de diversidad de grupos oprimidos por distintas razones, se piensa como toda relación de opresión, como la racial, de clase, sexual o de género. Existe igualdad entre los integrantes de cada grupo pero no entre grupos. Así pues, la igualdad necesita un lenguaje común a pesar de la diversidad de culturas y de formas de opresión. En pro de ello se han desarrollado luchas a través de nuevas propuestas o a través de la resistencia en lo que imponen en oposición a las nociones liberatorias que surgen del patrón de poder moderno/colonial.

La propuesta que hace Quijano (2000) de una «socialización del poder» en oposición a una «nacionalización estatista de la producción» es crucial aquí. La socialización del poder se expresa en todas las esferas de la existencia social privilegiando las luchas globales y locales de las formas colectivas de autoridad pública por encima de los proyectos “socialistas o capitalistas del estado” centrados en las estructuras de poder jerárquicas15. En otras palabras, las comunidades, las empresas, las escuelas, los hospitales y todas las instituciones que en la actualidad regulan la vida social estarían auto administradas por la comunidad bajo el objeto de expandir la igualdad social y la democracia a toda existencia social.

Así pues, la propuesta de Quijano se muestra como una estrategia de lucha desde la cual se empodera y democratiza desde los ciudadanos, sin excluir la formación de instituciones públicas globales para democratizar y socializar la producción, la riqueza y los recursos a escala mundial. Cabe aclarar que al incluir el término “a escala global” se hace referencia desde Quijano a la construcción de instituciones globales que sobrepasen los límites fronterizos nacionales para con ello poder garantizar una verdadera igualdad social en la producción, reproducción y distribución de los recursos mundiales.

Ahora bien, partiendo de que por una parte está la socialización del poder y por la otra esta la colonialidad del poder, la figura estatal juega un papel importante en cada concepción del poder. En la primera, considerando la importancia de la solidaridad y la reciprocidad como principales formas de interacción social, Quijano ve la utopía de una alternativa social privada

15 Quijano. "Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina". En Colonialidad Del Saber Y Eurocentrismo. Edgardo Lander, ed. UNESCO-CLACSO 2000.

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a la propiedad privada y una autoridad pública alternativa no estatal que esté por fuera de las nociones eurocéntricas capitalistas/socialistas de lo público y lo privado. Mientras que en la segunda, la propiedad privada es fundamental y la autoridad pública está estructurada y organizada bajo una forma estatal que es el Estado.

Como se puede ver en la primera, la socialización del poder, el problema está en que existe el estado como autoridad pública y que este está en contradicción con el desarrollo de un crecimiento alternativo de los individuos. Partiendo de ello existen muchos proyectos desarrollistas que se centran en cambios de políticas a nivel del Estado-nación. Sin embargo, es una lucha innecesaria para la economía global ya que plantear una solución nacional para desbancar el sistema de explotación y dominación que funciona a nivel global como lo hace el sistema-mundo capitalista no ocasiona una transformación real. Un problema global no puede resolverse en el plano nacional del estado.

Un problema global, como lo es la colonialidad del poder, requiere soluciones descoloniales globales a varios niveles; a nivel del estado-nación y en la economía política global. De ahí que los movimientos indígenas en América Latina hayan propuesto cambiar del modelo de estados-nación (un estado, una nación) a el modelo de Estados plurinacionales (un estado que reconozca la existencia de relaciones horizontales entre diferentes naciones que coexisten en dicho espacio)16. Además, han propuesto alternativas globales tanto ecológicas como económicas a nivel global al desarrollismo capitalista.

En este último punto entra en juego otra lucha; la lucha por la institucionalización de la redistribución global y la transferencia de riqueza de Norte a Sur. Después de siglos de «acumulación por expropiación» (Harvey, 2003)17, el Norte tiene una concentración y acumulación de riqueza y recursos. Organizaciones alternativas globales intentan intervenir constantemente en los mecanismos globales de redistribución de riqueza de Norte a Sur. Sin embargo, no es suficiente, esto requeriría una lucha de poder descolonial a escala mundial cuyo propósito fuera transformar el patrón de poder colonial global y, en consecuencia, erradicar el sistema-mundo moderno/colonial capitalista/patriarcal. En resumen, la solución a las desigualdades globales requiere proponer alternativas utópicas descoloniales globales anticapitalistas más allá de las formas de pensamiento binarias fundamentalistas eurocéntricas, nacionalistas y colonialistas.

POSIBLES SALIDAS

Partiendo del hecho de que el Estado en el contexto de la globalización ha asumido en términos generales un papel funcional al modelo neoliberal de desarrollo, el pensamiento decolonial se ha preocupado por la búsqueda de una práctica política nueva en los contextos locales/globales del sistema mundo capitalista. Para los doctorandos en Relaciones

16 Santiago Castro y Ramón Grosfoguel. El giro decolonial; reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Siglos del hombre editores. 17 The New Imperialism. En Español: El nuevo imperialismo (2004) Madrid: Akal. ISBN 84-460-2066-1.

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Internacionales Melody Fonseca y Ari Jerrems, esta acción política decolonial consiste en la creación de “un diálogo horizontal que contraste con el monólogo eurocéntrico de la modernización”, para lo cual es indispensable “luchar por una transformación global y por la deconstrucción de las estructuras coloniales de poder”.18 En efecto, la teoría decolonial aboga por impulsar una lucha global para representar la política de la diferencia, en la cual se opone la multitud y lo múltiple al Estado. Desde ese punto de vista, las posibles salidas realmente efectivas a la colonialidad se perfilan no desde el Estado mediante una transformación o reorganización del mismo, sino por fuera de él, dado que se encuentra inevitablemente inmerso en las lógicas de la modernidad eurocéntrica. Por esa razón es que desde la óptica decolonial se busca una política global en vez de la creación de un Estado multiétnico y plurinacional –como se cristalizó en las recientes experiencias políticas de Bolivia y Ecuador-, política global que libre de las restricciones del Estado-nación, pondría en cuestión las relaciones asimétricas de poder que en el marco de globalización se revelan transnacionales, y en las que precisamente se halla inmerso el Estado moderno. En palabras de los autores anteriormente tratados, “Sería a la vez una política que representase un problema local, pero proyectándolo en su contexto de relaciones de poder globales”.19 De esta forma, son los movimientos sociales los que pasan a tomar el protagonismo en los procesos de descolonización, ya que al ser “resultado de la colonialidad del poder cuando la multitud se siente excluida del proceso de toma de decisiones que les afecta”,20 con su acción política al margen de las estructuras clásicas pueden poner en cuestión la vigencia de los Estados como representantes democráticos de los grupos sociales que se resisten a la homogeneización eurocéntrica imperante en la actualidad y que reclaman “la diversidad epistémica como proyecto universal”.21

En conclusión, las soluciones tienen que partir del reconocimiento de la diversidad epistemológica donde no se reproduzca un universalismo abstracto de un particular que defina para todos y se imponga ya sea por persuasión o fuerza. El objetivo sería construir un mundo pluriversal donde el poder esté socializado, pero abierto a una diversidad de formas institucionales de socialización del poder. Como dicen los zapatistas, «luchar por un mundo donde otros mundos sean posibles». A continuación se presentan algunas alternativas guiadas al objetivo que aquí se plantea.

1. Las Ciudades Globalizadas – Una Alternativa al Estado Moderno Actualmente, las grandes ciudades han tomado especial relevancia en el plano internacional, impulsadas por ciertas transformaciones de orden cultural, económico, tecnológico, político y social que hasta cierto punto les permiten desligarse de los estados a los cuales pertenecen.

18 Fonseca, Melody; Jerrems, Ari. “Pensamiento decolonial: ¿una “nueva” apuesta en las Relaciones Internacionales?” En: Relaciones Internacionales. Núm. 19. 2012. p. 117.19 Íbid.20 Fonseca, Melody; Jerrems, Ari. Op. Cit., p. 118.21 Íbid.

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Esta situación, que en medio de las discusiones académicas y jurídicas acerca del controvertido proceso que conocemos con el nombre de "globalización" aún no ha sido estudiada a profundidad22, será examinada a continuación, no como una consecuencia del supuesto debilitamiento del modelo de estado moderno, sino como un desarrollo histórico y quizás natural en el avance de todas las sociedades que permite pensar en una posible vía de reorganización de la estructura de los estados modernos. Visto de esta forma, entenderemos que creciente autosuficiencia de las grandes ciudades no es prueba de la consolidación de algo llamado globalización, aunque responde, sin lugar a dudas, a las dinámicas que se le atribuyen a este fenómeno. La internacionalización de las ciudades se encuentra estrechamente ligada con tres importantes fenómenos que han alterado profundamente el modo de vida de todos aquellos que se reconocen a sí mismos y ante el estado como "ciudadanos". El primero de ellos, derivado del progreso tecno-científico que se ha visto desde la segunda mitad del siglo XX (debido, entre otras cosas, a las tecnologías rescatadas tras la segunda guerra mundial, la guerra fría y la carrera espacial sostenida por los principales protagonistas de esta última), es el rápido crecimiento de las redes de telecomunicaciones a nivel mundial, cosa que ha eliminado cientos de restricciones en lo referente al acceso a la información que en otros tiempos era controlada únicamente por estados y por grandes grupos de interés macroeconómicos, esto sin embargo, se abordará dejando de lado la descripción de dichas tecnologías para centrar el estudio en los efectos que estas producen. El segundo gran fenómeno que ha potenciado el crecimiento urbano más allá de sus fronteras es, curiosamente, la lógica neoliberal del libre mercado que ha sido promovida por la gran mayoría de los estados occidentales23. Esta perspectiva macroeconómica ha hecho que, al menos en el ámbito económico y en el financiero, desaparezcan las fronteras y se debiliten las ataduras de los grupos económicos y las ciudades con lo estatal. Por último, encontramos los cambios mayormente enmarcados en el crecimiento estructural de las urbes y la masiva movilización de personas. Desde el entorno rural hacia las mismas, potenciando su consolidación como actores de ascendente importancia internacional. A continuación, se abordarán estos temas con mayor profundidad con el fin de comprender sus implicaciones en el nacimiento de las ciudades globalizadas y luego, a modo de conclusión, analizaremos las implicaciones que tienen estas tendencias multilaterales en el derecho internacional (DI). En primer lugar, debemos señalar que el libre flujo de información, ideas, productos y capitales más allá de las fronteras estatales ha sido, al menos en lo referente al desarrollo

22 Las ciudades y la globalización: tendencias y problemas en el incipiente derecho local internacional - Beltrán de Felipe Miguel Universidad de Castilla La Mancha. - Provincia Nº18, julio-diciembre 2007. 23 Se entienden por estados occidentales aquellos que han heredado los rasgos distintivos de las culturas europeas, esto debido a los procesos de colonización que se dieron aproximadamente entre los siglos XV y XVII. GUTIÉRREZ ESCUDERO, A. Historia de Iberoamérica. Historia Moderna. CÉSPEDES DEL CASTILLO, Guillermo. América hispánica: (1492-1898) en la serie Historia de España (dirigida por Manuel Tuñón de Lara). Editorial Labor, Barcelona 1988.

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socio-cultural de las comunidades modernas, la característica distintiva de este siglo, de la mano del avance de las telecomunicaciones. Y así como las redes sociales, tan de moda hoy en día, utilizan importantes herramientas tecnológicas como el internet para mantener en contacto a las personas a lo largo y ancho del globo, de ellas también se han servido los gobiernos locales para posibilitar la transformación de las más importantes capitales, pasando de ser administradores de bienes y servicios a ser actores con cierto nivel de reconocimiento a nivel internacional. Así, establecen relaciones directas con organizaciones internacionales, con estados y, más importante aún, con otras ciudades, formando "redes de ciudades". Estas redes se adentran en el campo de la política para buscar un espacio en el escenario internacional con el fin de acelerar su crecimiento macroeconómico, tecno-científico y de infraestructura. Estos propósitos se encuentran enmarcados en el segundo fenómeno que es objeto de nuestro estudio; el libre mercado, un concepto que por su misma naturaleza tiende a eliminar las restricciones al intercambio de mercancías y capitales, de modo que solamente mediante acuerdos firmados en el marco de organizaciones patrocinadas por estados y tratados bilaterales se pueden establecer las reglas de juego para el desarrollo económico. Pero dichos tratados, al estar enfocados en el crecimiento del comercio multilateral, socavan cada vez más la soberanía de los estados brindando nuevas oportunidades en los mercados mundiales a las administraciones municipales y a los actores del sector privados. Las grandes ciudades, por supuesto, dependen de una estable densidad poblacional para mantenerse, por ello resulta vital la migración de personas desde el mundo rural hasta el mundo urbano, esta es la razón por la cual se ha considerado dentro de este estudio que tal migración es el tercer gran proceso que lleva a que las ciudades se hagan cada vez más relevantes globalmente.Se calcula (por parte de la organización internacional UN-Hábitat)24 que a principios del siglo 21 el 50% de la población mundial se ubicaba en el medio urbano y que para el año 2050 ese porcentaje ascenderá al 65%. Esta tendencia ha sido ampliamente documentada por autores como Jorge Fernández Ruiz, quien, para el caso mexicano, señaló que a comienzos del siglo XX la población rural era de un 80% y la urbana de un 20%, mientras que durante los primeros años del siglo XXI las cifras se habían invertido.25

El fenómeno de la migración campesina hacia los centros urbanos ha estado históricamente ligado a las la percepción de lo rural como algo asociado a lo rústico, al estancamiento cultural. Mientras que las ciudades se asocian al progreso y a la libertad, claro está que hoy en día existen muchas otras razones que movilizan a las poblaciones migrantes, pero esa diferencia tan afianzada en la mentalidad de las personas sigue siendo un factor primordial para entender las dinámicas de estos éxodos masivos.

24 The United Nations Human Settlements Programme, UN-HABITAT, is the United Nations agency for human settlements. Vancouver Declaration on Human Settlements, Habitat Agenda, Istanbul Declaration on Human Settlements, the Declaration on Cities and Other Human Settlements in the New Millennium, and Resolution 56/206.25 Jorge Fernández Ruiz, en “Prólogo” a Manuel Jiménez Dorantes, Constitución y urbanismo, UNAM, México, 2006, pág. XXXI.

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Las facilidades que ofrece un mundo cada vez más interconectado han dado vía libre a el avance de normativas especiales para las ciudades que se adentran en el terreno político, tal es el caso de iniciativas como la "Carta de las Ciudades Unidas" surgida en 1957 que eventualmente llevó al desarrollo de la declaración final de la Asamblea Mundial de Ciudades y Autoridades Locales lanzada en Estambul en 1996 y ratificada por la misma organización en Rio de Janeiro el 6 de mayo de 200126. Esa declaración recogía un conjunto de propuestas dirigidas al afianzamiento de las relaciones económicas y políticas entre las localidades al margen de los gobiernos de orden estatal, aunque cabe destacar que esta clase de declaraciones siempre han sido iniciativa de organizaciones internacionales (por ejemplo, La Cata Mundial de Gobierno Local, promovida por las Naciones Unidas, y la propuesta conjunta del Banco Mundial y UN-Hábitat en 1999 para la formación de la "Cities Alliance")27 que encuentran en ellas la forma de aprovechar el debilitamiento de la soberanía estatal haciendo de las administraciones locales una especie de contra poderes. Pero, a la luz del derecho internacional, estos intentos han tenido muy poca acogida debido al apego de los principales actores internacionales al modelo tradicional del DI que les confiere a los estados un papel protagónico como soberanos. En este contexto, las ciudades no tienen responsabilidad jurídica a nivel internacional por sus acciones, contrarias o no, a principios de DI. Esto tiene repercusiones tanto positivas como negativas para las administraciones locales, ya que por un lado les permite desarrollarse al margen de ciertas normativas que podrían serles desfavorables, y por otro las hace invisibles ante la comunidad internacional. Las ciudades, al no ser sujetos del derecho internacional, se entienden como ajenas a los principios del mismo, pero gracias a los cambios que surgen en escenarios globalizados, los paradigmas se transforman también, las urbes se ganan su lugar dentro del DI al acogerse a sus principios aun cuando estos no sean vinculantes para ellas, logrando fomentar su crecimiento económico y político, de esta forma, las ciudades entran a formar parte de la legislación internacional sin ser expresamente reconocidas por esta, cambiando eventualmente lo global desde lo local. De todo lo visto anteriormente podríamos concluir que el surgimiento de las ciudades globalizadas ha sido fomentado por la evolución lógica de las comunidades tanto locales como internacionales, donde la interconexión y formación de redes multilaterales ha logrado que se difuminen las fronteras sociales, económicas y políticas, de modo que la globalización, siendo aún un fenómeno en continuo progreso, favorece, más no provoca, la transformación del derecho internacional y debilita el poder soberano de los estados, subvirtiendo las lógicas tradicionales del orden estatal.

2. Dinámicas de la globalización contrahegemónica

En este punto entenderemos la globalización como la construcción de un modelo ideológico-hegemónico cuyo objetivo es persuadir los ordenamientos sociales hacia una dominación

26 II ASAMBLEA MUNDIAL DE CIUDADES Y AUTORIDADES LOCALES - Río de Janeiro, 6 de mayo de 2001.27 Véanse un compendio más amplio de organizaciones municipales en Blank (2006a: 930-931).

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tanto cultural como política; esto, teniendo en cuenta que definiremos hegemonía, como la capacidad que tiene la clase dominante para articular a los otros grupos a sus intereses, haciéndose director de la voluntad colectiva, intelectual y moral que indican las condiciones ideológicas, que deben ser cumplidas para que sea posible cimentar semejante voluntad colectiva.Ahora bien, frente a la mirada hegemónica existen otras miradas que desarrollan procesos contrahegemónicos los cuales proponen otras opciones frente a este orden social preestablecido, pero estas serán especificadas más adelante. Siguiendo en este contexto de dominación, las lógicas hegemónicas logran aglutinar a amplios sectores sociales que sin reconocer el origen de su miseria, se adhieren a aquellos que son a su vez los promotores de su explotación”Los mismo sectores devastados por el neoliberalismo reclaman seguridad a las mismas instituciones que repudian. El núcleo de sus reclamos es el terror que reconoce diversas fuentes, el genocidio, la desocupación, la inseguridad construida por empresas que se lucran con la venta de seguridad, la precarización laboral, la oferta de objetos de consumo y de un mundo de completud al que no tiene acceso, la flexibilidad constante de una vida que no ofrece espacio donde apoyarse, la sensación creciente de ser prescindible en lo laboral, en lo político, en lo efectivo, debida a la desactivación de las redes sociales. Todo ello genera una profunda incertidumbre antropológica que genera angustia, la que a su vez produce fuertes sentimientos de violencia” (MURILLO:2004; Pág.268)Como respuesta al reclamo de seguridad por parte de la sociedad, las políticas públicas se adaptan con medidas diversas, con el fin de otorgar la anhelada protección. Así se impone un nuevo paradigma de seguridad tanto en la política como en el derecho penal; aparecen discursos que propenden por una transformación del sistemas penal para hacerlo más coactivo, se promueve amplia y publicitariamente la idea de combatir “el riesgo o la amenaza”, se ponen en duda las funciones de la resocialización y la rehabilitación en la pena para reemplazarlas con la idea del castigo al “enemigo”, por lo que se comienzan a cuestionar las garantías legales del acusado que tienen su cimiento el respecto a la dignidad humana, a la vida, la unión entre legalidad y libertad y sobre todo los derechos humanos. Este cambio se va a iniciar en los años 60 y se va a intensificar en los 90, tanto en europa como en EE.UU. con las nuevas propuestas de política criminal que buscaba castigos más severos, agresivas políticas carcelarias en resumen cero tolerancia, “esta situación es presentada por un nuevo pacto social que implica nuevas relaciones entre la sociedad y el estado vocero hegemónico otorgándole más fuerza al poder público” (MURILLO:2004; Pág.262) Es así como el poder económico y las lógicas de la seguridad se imponen como nuevos escenarios de la colonización social, política y económica “El poder económico ha colonizado el poder político y puede transmutarse en poder normativo sin pasar por los filtros y controles democráticos” (ESTEVEZ: 2006; Pág 105).De esta forma el poderío del estado “leviatán” se fortalece a la vez con el fin de acallar procesos sociales contrahegemónicos que se enmarcan en las lógicas de de-colonización, pues el control social se forja a partir de estas nuevas acciones inspiradas en las perspectivas de seguridad que limitan las garantías individuales, los movimientos contestatarios y otorgan importantes prerrogativas a las autoridades policiacas en el

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momento de proceder a la privación de las libertades del individuo (con detenciones, allanamientos e interceptación de comunicaciones “legales”, etc).Con la implementación del modelo neoliberal se dejó atrás el modelo del estado benefactor intervencionista que propendian por el pleno empleo, la redistribución de riquezas y la mayor inclusión política. Esto incrementó el margen de la desigualdad y pobreza, la inseguridad social, la inestabilidad de los ingresos etc, situación que genera un alto grado de rechazo (al margen del grado de aceptación por los preceptos ya explicados).En este punto entra la globalización en un proceso de lógicas contrahegemónicas , en una suerte de “globalización paralela” (ROJAS, 2004: Pág. 24) que ha permeado las resistencias sociales y que algunos han impulsado desde los procesos de de-colonización. Se construyen discursos que ponen en relieve la distancia entre quienes toman las decisiones y quienes padecen sus efectos o quienes construyen otros relatos por fuera de los hegemónicos. Y aunque para algunas esferas la globalización paralela tenga más que ver con los circuitos criminales de terrorismo y droga entre otros, debe mencionarse entre ellas los efectos producidos por la interrelación de las economías, esto es, que en virtud de la misma conectividad por la que propende, la crisis estructural del sistema se hace realidad no sólo para quienes participan en él directamente, sino para todos los incluidos en su circuito, esta situación es más traumática cuando se hacen más evidentes las distancias entre el sector financiero y el real sector económico especialmente en el tercer mundo y es por consecuencia allí donde se originan los movimientos sociales en reacción a este tipo de dominación capitalista.Aquí es donde los movimientos sociales y la propuesta de los estados desde la perspectiva de la izquierda (Bolivia, Venezuela, Ecuador) surgen como respuesta frente a la exclusión generada por la dinámica de la globalización, en especial, responden a los efectos negativos que esta ha traído para estos países tercermundistas. Es así como la globalización en su faceta de la mundialización de la economía, ha comprendido la formación y la división de nodos económicos que han perpetuado las diferencias entre primer y tercer mundo, o entre norte y sur. Dentro de este esquema, las desigualdades existentes o, se han profundizado o simplemente se han ampliado a la sociedad. En este marco, los movimientos sociales y gobiernos de izquierda representan el inconformismo social y como tal sus demandas y exigencias versan sobre el cambio de las condiciones el sistema.Debe tenerse en cuenta que este cambio no debe verse entendido a la luz del concepto de una revolución total, sino más bien como pequeños cambios incrementales que por medio de acciones colectivas pero impactantes, generan resistencia y debate frente al sistema que en el marco de la globalización debe entenderse como lo global muy lejos del control nacional.

4.3 Pluralismo Jurídico: Alternativa de creación jurídica no estatal Hasta ahora hemos contextualizado de forma concreta como la globalización actual es; principalmente, el punto culminante del proceso de colonización capitalista y estructuración de los continentes jóvenes en torno a modelos eurocéntricos. Esa construcción que se presenta desde un humanismo abstracto y formulado a partir de intenciones individualistas

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burguesas ha tenido evidentemente repercusiones históricas en el Derecho como regulador de las relaciones sociales en América Latina. La crisis del Estado Nación en cuanto a garantías y derechos para las clases subalternas de los países no desarrollados no es más que la consecuencia histórica del desconocimiento generalizado de las tradiciones pre-coloniales y la construcción de modelos jurídicos constitucionales que responden a intereses económicos encarnados en las empresas trasnacionales, el Estado Constitucional entonces también entra en crisis, porque al margen de las trayectorias capitalistas globalizadas, las clases segregadas organizan formas de justicia y creación jurídica que responden efectivamente a las necesidades vinculantes de la población. Este pensamiento crítico jurídico latinoamericano se ha desarrollado en un marco de imposición de tradiciones extrañas, mapas mentales sobre el ideal de cultura, raza y expectativas que reflejan esa experiencia de dominación colonial pero al mismo tiempo ante la crisis del Estado liberal burgués surgen prácticas extralegales o ilegales que se anteponen a la teoría tradicional, buscando una visión jurídica distinta; en ocasiones peligrosamente excesiva , pero en lo demás con claras intenciones pluralistas, democráticas y anti dogmáticas. Los tradicionales paradigmas jurídicos (el naturalista y el positivista) no satisfacen las complejas necesidades de las sociedades actuales, y es necesario que se cristalice un pensamiento crítico innovador que debe “desacralizar y romper con la dogmática lógica formal, para que se dé un proceso de autoconciencia, emancipación y transformación de la realidad social”. (WOLKMER, 1998. p. 56) Reflexionar sobre este último aspecto posibilitaría la superación de un humanismo malentendido y debilitado, pero rescatar en sus orígenes un ideario adecuado para nuestro continente, que valore a la justicia ya no solo como un formalismo sino como un imaginario social con autonomía emancipadora; el reconocimiento del otro en un marco de alteridad “en cuanto a ser humano e histórico forjado en el día a día económico, social y político” (LUCKESI, 1980, p. 270) La experiencia brasileña: Pluralismo Jurídico Emancipatorio La propuesta de Antonio Carlos Wolkmer trasciende a los modelos individualistas de liberales y la exclusividad estatalista de producción jurídica. La idea es que las constituciones y las creaciones legales reflejen mejor el contexto de los países latinoamericanos. Legitimar normas que han sido formuladas ante las necesidades por nuevos actores sociales y “captar las representaciones legales de sociedades emergentes marcadas por estructuras con igualdades precarias y pulverizadas por espacio de conflicto permanente. (WOLKMER, 1993, p. 241) En el caso latinoamericano, sin lugar a dudas el concepto de pluralismo va ligado al derecho indígena y su supervivencia a pesar de la implantación del orden capitalista mundial. Pero no

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se pueden desconocer dinámicas participativas como el caso de “Pasárgada” en Brasil, nombre que se le dio a las prácticas jurídicas no oficiales usadas al interior de una favela de Río de Janeiro. En ella la población desarrolló de manera informal una serie de dinámicas procesales que tenían como fin resolver los conflictos de propiedad que se presentaban ante la ausencia de una protección estatal que no reconocían la propiedad de los lugares que habitaban, a lo que se llamó “derecho de asfalto”. Este ejemplo en donde sociedades heterogéneas dan lugar a nuevas propuestas de construcción de Nación legitimadas mediante la aceptación de formas culturales o prácticas extra o infra legales en donde los grupos dominados fueron capaces en efecto de construir derecho son reconocidas como dinámicas innovadoras en producción de derecho. Lyra Filho sostiene que “el pueblo, las clases dominadas y los grupos oprimidos tienen la capacidad de generar un nuevo derecho a través de sus luchas concretas por reconocimiento” (FILHO, 1982, p.17) ; no se puede desconocer sin embargo las críticas que se hacen a esta noción de derecho comunitario y participativo que para algunos se centra en la justiciabilidad y olvida el concepto y la producción de Derecho de Estado, a veces otorgándole un carácter de santidad e inocencia a los movimientos sociales ignorando que cuando no es el Estado, “el que manipula y ejerce control social es el crimen ligado al narcotráfico que impone una nueva especie de “ley de lynch” mediante mecanismos totalitarios de resolución de conflictos” (CARCOVA, 1998, p.97), o incluso; como Rosa de Andrade quienes asumen que “las manifestaciones del Derecho de las favelas, cristaliza prácticas de dominación que sistemáticamente violan los derechos humanos en muchas comunidades empobrecidas” (ANDRADE, 1992, p.96) Ante este panorama la propuesta desde el pluralismo jurídico innovador de Brasil es vincular ese derecho comunitario al estatal; es decir: Reconocer en el Estado un legítimo productor de derecho, pero integrar al ordenamiento prácticas que respondan a intereses específicos de la población, para ello postula 4 puntos básicos para su consecución: 1 Nuevos sujetos colectivos de Juridicidad: que sean “identidades colectivas y conscientes, más o menos autónomas compuestas por diversos estratos sociales, con capacidades de auto-organización e interligadas por formas de vida, intereses y valores comunes” (WOLKMER, 2003, p.230) 2. Un sistema de necesidades humanas fundamentales en donde tengan cabida no sólo las carencias básicas sino también las exigencias valorativas de la población, lo que se integra a un bloque constitucional con el nombre de derechos inmateriales o “núcleo esencial del derecho” (VILLEGAS, 2002, p.63) 3. Reordenamiento de la política y el espacio público mediante la descentralización, la democracia y la participación (no de manera representativa sino directa) de la población en la construcción de estrategias a realizar.

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4 Un nuevo orden de valores éticos en el sentido de una nueva visión de la “categoría pueblo” (Dussel) y la ética de la liberación, que genere población competente que lidere procesos de participación de clases subalternas. De esta forma la puesta en práctica de nuevos ordenamientos jurídicos extendería nuevas opciones de conformación del Estado, particularmente uno más pluralista, democrático y participativo, que no solo se adapte e integre a la economía mundo sino que sea contestatario y que responda a los intereses humanos y a las coyunturas de las sociedades marginalizadas como las de América Latina, que conviven de facto con la dependencia, el autoritarismo y el intervencionismo extranjero.

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