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LOS PRADOS: LA PARTICULAR HISTORIA DE LA PSIQUIATRíA GIENNENSE 703 LOS PRADOS: LA PARTICULAR HISTORIA DE LA PSIQUIATRíA GIENNENSE Francisco Torres Escobar Instituto de Estudios Giennenses BOLETÍN. INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES Enero-Junio. 2013 – Nº 207 – Págs. 703-800 – IS.S.N.: 0561-3590 Recepción de originales enero 2013 Aceptación definitiva marzo 2013 RESUMEN: La asistencia psiquiátrica estuvo representada en la provincia de Jaén por un Estableci- miento que llegó a ser punto de referencia para muchos otros manicomios, tanto por sus propuestas terapéuticas como por su estructura arquitectónica y organizativa. Bajo el auspicio de la Excma. Diputación provincial, que portaba por ley las competencias de los servicios benéficos, la psiquiatría giennense pudo pasar del exilio de sus dementes al ofrecimiento de unos servicios médicos que, a pesar de las muchas dificultades a las que se enfrentaron, alcanzaron su plena realización con la construcción del Sanatorio Neuropsiquiátrico de «Los Prados» PALABRAS CLAVE: Jaén; Psiquiatría; Manicomio; Sanatorio Los Prados; Enfermo mental; Diputación provincial de Jaén. 1. NOTAS PRELIMINARES El trabajo que se presenta supone desde un punto de vista personal un doble reto. En un sentido, por la temática que aborda: los servicios psiquiátricos de la provincia de Jaén y, en concreto, los ofrecidos en el Sanatorio Neuropsiquiátrico «Los Prados», un campo poco conocido y con escasa bibliografía. De otro lado, por mi propia experiencia investiga- dora, que me ha supuesto enfrentar la dificultad de aprender un método de trabajo bibliográfico y documental diferente, por la gran variedad de fuentes consultadas. El propio devenir de las lecturas y los sucesivos borradores ha ido estructurando el artículo que, en un intento de reconstrucción histórica, ha terminado por reflejar una ordenación de la información fundamental- mente cronológica, lo que no ha sido fácil del todo a causa del constante entrecruzamiento de datos y bibliografías. La experiencia propia del Psi-

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los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 703

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense

Francisco Torres Escobarinstituto de estudios giennenses

Boletín. InstItuto de estudIos GIennenses enero-Junio. 2013 – nº 207 – págs. 703-800 – is.s.n.: 0561-3590recepción de originales enero 2013 aceptación definitiva marzo 2013

resuMen: la asistencia psiquiátrica estuvo representada en la provincia de Jaén por un estableci-miento que llegó a ser punto de referencia para muchos otros manicomios, tanto por sus propuestas terapéuticas como por su estructura arquitectónica y organizativa. Bajo el auspicio de la excma. diputación provincial, que portaba por ley las competencias de los servicios benéficos, la psiquiatría giennense pudo pasar del exilio de sus dementes al ofrecimiento de unos servicios médicos que, a pesar de las muchas dificultades a las que se enfrentaron, alcanzaron su plena realización con la construcción del sanatorio neuropsiquiátrico de «los prados»

palaBras clave: Jaén; psiquiatría; Manicomio; sanatorio los prados; enfermo mental; diputación provincial de Jaén.

1. notas preliMinares

El trabajo que se presenta supone desde un punto de vista personal un doble reto. en un sentido, por la temática que aborda: los servicios psiquiátricos de la provincia de Jaén y, en concreto, los ofrecidos en el sanatorio neuropsiquiátrico «los prados», un campo poco conocido y con escasa bibliografía. de otro lado, por mi propia experiencia investiga-dora, que me ha supuesto enfrentar la dificultad de aprender un método de trabajo bibliográfico y documental diferente, por la gran variedad de fuentes consultadas.

el propio devenir de las lecturas y los sucesivos borradores ha ido estructurando el artículo que, en un intento de reconstrucción histórica, ha terminado por reflejar una ordenación de la información fundamental-mente cronológica, lo que no ha sido fácil del todo a causa del constante entrecruzamiento de datos y bibliografías. la experiencia propia del psi-

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quiátrico es el eje intensivo sobre el que se plega la historia de la atención a los enfermos mentales giennenses: así, el estudio se ha dividido en tres partes intuitivas y bien diferenciadas: por un lado, el tratamiento de la locura antes de la existencia del manicomio provincial; por otro, los úl-timos años del centro psiquiátrico hasta su desaparición; y entre ambos, dándoles sentido como meta y origen respectivo de ellos, la experiencia del sanatorio de «los prados» como apartado central y objetivo primero de esta investigación. el extenso recorrido de esta demencial experiencia –si se me permite el uso de este calificativo en el presente contexto– nos invita a viajar a lo largo de prácticamente dos siglos: desde principios del siglo XiX, con la creación de la Beneficencia en españa, hasta finales del siglo XX, cuando la reforma psiquiátrica y sanitaria de los años 80 acabó con las instituciones manicomiales en todo el país.

las tres partes se distinguen también por el tipo de fuentes a las que se ha podido recurrir. la primera parte, para mi sorpresa, ha sido la más trabajada en otros estudios, algunos de ellos suficientes por sí mismos, refiriéndome principalmente a tres magníficos artículos de los que me siento absoluto deudor y que me sirvieron para contextualizarme en los avatares de una época hasta hoy para mí desconocida. estos artículos son el de carlos gutiérrez (1978), el de fermín palma (1999) y el de adelaida garcía (2005). como puente entre el primer y el segundo perío-do, encontré el insustituible estudio quinquenal que elabora Juan pedro gutiérrez (1954) abordando los primeros años del sanatorio. este perío-do manicomial, sin embargo, era el más inexplorado de los tres, por lo que he tenido que recurrir a fuentes en su mayoría de carácter primario: Memorias de secretaría sobre la gestión provincial, expedientes, informes y demás literatura gris. llegando con ellos hasta una última década, más cercana a nuestro presente, que tenía que partir casi de manera forzosa de un documento que fue crucial para el decurso de la psiquiatría gien-nense y que marcaría las líneas de su reforma, el conocido como Informe Montoya, complementándolo con los valiosos testimonios del entonces director del sanatorio, enrique gonzález duro, y con algunas búsquedas en la prensa escrita de la época.

en este punto, quisiera mostrar mis profundos agradecimientos a los servicios del archivo provincial de la diputación de Jaén y de la Biblioteca del instituto de estudios giennenses, por su inestimable ayuda y su alen-tador apoyo, y por su disposición siempre cordial y abierta a compartir todos sus materiales sin los cuales este trabajo hubiera sido imposible.

creo, para concluir, importante justificar la importancia de este tra-bajo, que no se limita sólo a ser un escrito conmemorativo para estas

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fechas de celebración histórica de nuestra diputación provincial. en su elaboración y desarrollo se ha despertado en mí un sentimiento de empa-tía y responsabilidad hacia este fragmento de la historia giennense que me han mostrado que esta investigación era necesaria por dos razones: por un lado, para responder a ese olvido en el que siempre ha parecido estar la especialidad psiquiátrica con respecto al resto de disciplinas médicas, abandono en el que, por otro lado, parecía estar cayendo el ejercicio in-vestigador en esta provincia que, por razones que desconozco y casi 25 años después del cierre del establecimiento psiquiátrico, todavía no había sido capaz de abordarlo; y, por otro, para hacer justicia a unos servicios psiquiátricos que estuvieron siempre respaldados, afortunadamente, y muy a pesar de las dificultades y obstáculos que a lo largo de toda su his-toria encontraron, por personalidades que, desde sus posiciones de poder o desde su asistencia más directa y cuidada, nunca quisieron abandonar a estos enfermos mentales y les procuraron toda su atención y esfuerzo. quede en memoria de todas estas personas, anónimas o no, y de los de-mentes giennenses.

«el loco», uno de los arcanos de la baraja del tarot

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2. antepasados de la psiquiatría giennense: período pre-ManicoMial

a) Introducción: una historia de la locura.

no es éste el lugar para desarrollar una historia del concepto del «loco» o de la «locura», pero tampoco es posible enfrentar este trabajo sin plantear, aunque sea brevemente, cuál es el objeto de su estudio. locos y lunáticos, dementes y delirantes, alienados y enajenados, insensatos, chiflados, necios, bobos, desequilibrados, vesánicos… toda una lista interminable de pala-bras para referirse a este fenómeno mental que se mueven entre el calificati-vo popular y el tecnicismo oficial. Y en el fondo de su semántica, la locura, límite del ser humano que le sitúa ante el vértigo de la frontera, en tierra de nadie, siendo un espejo para la humanidad capaz de mostrar la fuerza de su virtud y la fragilidad de su conciencia: «la locura y el loco llegan a ser persona-jes importantes en su ambigüedad: amenaza y cosa ridícula, vertiginosa sinrazón del mundo y ridiculez menuda de los hombres» (foucault, 1967: 14).

icono habitual en el arte y la literatura, un estudio superficial de la historia de las artes ya nos muestra cómo el loco ha ido jugando y representando diversos roles según las épocas. ensalzados en su sabia demencia o burlados por su quijotesca actitud, queden como ejemplo paradigmático las sotías, aquellas sátiras características del teatro profano francés en las que un personaje, vestido con una indumentaria amarilla y verde atribuida a los sots (tontos, locos), portando un capirote y un cetro de la locura, representaba ante un público ansioso de risas y diversión las más ácidas críticas políticas y religiosas, con la tranquila seguridad de que sus locuras no serían tomadas en serio ni siquiera por el rey.

Y es que la locura siempre ha gozado de esa ambigüedad que, más allá de la idealización de una enfermedad que, por incomprensible, siem-pre ha causado profundo terror, ha penetrado en nuestro lenguaje para dar forma a nuevos conceptos: se puede estar loco de amor, hacer locuras por pura temeridad, o ser un loco de atar por tener, sencillamente, un ca-rácter excéntrico e impredecible. loco se dice del filósofo que, por darle la vuelta a la realidad y mostrar sus mecanismos profundos y metafísicos, tan difícil resulta de entender. pero todos estos usos tienen algo en co-mún: ninguno de ellos pueden derivar en molestia u ofensa alguna. en cambio, calificar a un hombre «de demente, de esquizofrénico, de psicópata o simplemente de histérico, puede suponerle casi automáticamente un estigma social negativo, difícilmente invalidable o discutible, al estar avalado por el criterio sancionador del saber de un técnico» (gonzález, 1978: 6).

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pero juegos de palabras aparte, el demente, esa persona que padece una «enfermedad de la mente», no debe ser tratada como inferior, ni ser víctima de cazas de brujas ni inquisiciones, mucho menos objetivo de las burlas de aquellos que se creen portadores de la razón y la conciencia. a los locos hay que tratarlos «como gente que siente, que sufre y que se ma-nifiesta de un modo aparentemente extraño o poco inteligible, tal vez por sus propias dificultades de comunicación y por las actitudes de incomprensión y de distanciación de quienes tendrían que atenderles» (ibíd.: 16).

Y en este punto se puede ya dibujar esa historia de la locura que ha evolucionado desde el miedo, la vergüenza o la superstición religiosa, al desarrollo de una disciplina médica que ha ido aprendiendo poco a poco de su propia experiencia, pasando de aquellos sistemas de encierro y hacinamiento en instituciones manicomiales que, por su propia con-cepción, terminaban por reflejar ambientes míseros e infrahumanos, a prácticas terapéuticas cada vez más abiertas e integradas con la sociedad que, sin duda, han supuesto la mejora de las condiciones de vida de estos difíciles y extraños pacientes, aprendiendo a ver «la alienación como una manifestación humana más, protagonista de la vida cotidiana y expresión del ser humano en su diferencia» (hernández, 2010: 15-16).

la asistencia psiquiátrica giennense también ha seguido el curso de este devenir histórico. en nuestra provincia, por fortuna para esos pobres dementes, siempre hubo personas sensibles a esta realidad suya de la lo-cura, gentes que lucharon a lo largo de sus vidas para procurarles, desde las perspectivas y limitaciones que su mirada epocal les permitía, un trato digno y respetuoso, buscando paliar sus sufrimientos y la posibilidad de una cura que los ayudara a salir de esa laberíntica espiral que perdía sus comportamientos y sus pensamientos en quién sabe qué devenires. dé comienzo así la particular historia de nuestra psiquiatría giennense.

b) La asistencia psiquiátrica con la Ley de Beneficencia: las casas de de-mentes

el siglo Xviii todavía concebía la atención a los necesitados como una cuestión de «caridad», encargada a las congregaciones religiosas y al protectorado organizado por gremios y corporaciones. el proceso de ilustración y el surgimiento del pensamiento liberal característicos de esta centuria fueron fundamento teórico y causa motriz de un importante giro de la concepción de la organización asistencial, que le arrebató a la iglesia su tradicional dominio de este ámbito para asignar dicha competencia al estado. surge así el concepto de «beneficencia», que comprende la aten-

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ción de los sectores más necesitados no ya como una cuestión de «caridad piadosa», dependiente del altruismo del «buen samaritano», sino como un asunto de interés público del que dependía, en alto grado, la mejora económica. la pobreza, en muchas ocasiones efecto de la vagancia y la mendicidad que proliferaban en la época, empieza a ser vista como freno al desarrollo y como riesgo social, de modo que el objetivo de la asistencia consistía ahora en socorrer al pobre y al necesitado pero con el fin anejo de controlarlo, rehabilitarlo y convertirlo en una fuerza productiva de trabajo. todo ello exigía un fuerte «compromiso social», lo que convirtió al estado en el encargado de la creación de instituciones de naturaleza asistencial, de su mantenimiento y control1.

la ley de Beneficencia fue promulgada inicialmente el 23 de enero de 1822, en la etapa del «trienio liberal» (1820-1823) y al amparo de una recién restituida constitución española de 1812 que ya «en su artículo 321, determinaba que la beneficencia pasaría a depender de las Diputaciones y Ayuntamientos que la gestionarían» (garcía, 2007: 18). esta ley tuvo una corta duración, de apenas un año, y su aplicación fue insuficiente como para poder evaluar los efectos de su creación: sin embargo, marcó una línea que tomaría forma poco a poco en las décadas siguientes. así, esta-blecía la formación de una Junta municipal en cada población, presidida por el alcalde, que se encargaría de velar por la aplicación de esta ley cuidando el estado de los servicios asistenciales que ponía a su cargo: una casa de maternidad, una casa de socorro, una casa de convalecientes y una casa de locos, además de la asistencia domiciliaria. las diputaciones, en principio, sólo tendrían una función de control y fiscalización, pero no de ordenación, mantenimiento ni gestión de los establecimientos.

en concreto, las casas de dementes eran reguladas por los artículos 119 a 126 de esta ley. en ellos se dictaminaba que «habrá casa pública desti-nada a recoger y curar a los locos de toda especie, las cuales podrán ser comunes a dos o más provincias», no teniendo por qué instalarse en la capital. se or-ganizarían manteniendo separación entre hombres y mujeres, así como se-gún su diferente carácter y período de enfermedad. en cuanto al trato de los dementes, establecía que «el encierro continuo, la aspereza en el trato, los gol-pes, grillos y cadenas jamás se utilizarán en estas casas», prescripciones que,

1 sin embargo, el asunto no estaba libre de contradicciones y dificultades entre su teoría y su práctica, pues «se trataba de consumar una relación imposible, el pensamiento de Smith con el de Rous-seau» (lópez, 2008: 4). suponía poner en juego dos lógicas estatales diferentes: una que aspiraba a un estado fuerte capaz de enfrentar la injusticia social ofreciendo un servicio de asistencia para los más desfavorecidos, y otra que buscaba un estado mínimo que, sin caer en el despotismo, pudiera liberar los procesos económicos.

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como veremos, no siempre eran cumplidas en todos los casos, quizá por el estado pre-científico en el que aún se encontraba la disciplina psiquiátrica, o por la propia concepción social que del loco se tenía. para terminar, la ley instaba a la elaboración de un reglamento especial que fijara cuestiones relativas a la admisión y alimentación de los locos, tarifas, atribuciones de los médicos destinados al centro, así como acerca de la forma misma del edificio. sin embargo, este reglamento nunca llegó a redactarse.

tras la derogación de la ley en 1823, habría que esperar más de una década para volver a ver su restauración. cabe resaltar un documento que aparece en el año 1833, la Instrucción general para los Subdelegados de Fomento, aprobada por real decreto de 30 de noviembre, en el que se atendía, entre otros, al estado de los establecimientos de Beneficencia, instándose en sus artículos 42 a 45 a su mejora y desarrollo. con respecto a la atención de los dementes, sugería en el artículo 45 que «se podrían establecer asilos para los dementes, sobre cuyo destino se ve con frecuencia embarazada la autoridad judicial». la situación de los mismos no era muy alentadora: «contados son los hospitales en que se les abriga; y la humanidad se estremece al considerar el modo con que por lo general se desempeña esta alta obligación. Jaulas inmundas y tratamientos crueles aumentan por lo co-mún la perturbación mental de hombres, que con un poco de esmero, podrían ser vueltos al goce de su razón y al seno de sus familias». con este fin, «la administración debe empeñar a médicos hábiles a que planteen por su cuenta, como se hace en otros países, establecimientos espaciosos, donde un régimen conveniente atenúe cuando menos los rigores de aquella deplorable enferme-dad» (Ministerio de fomento, 1833: 25).

en el mes de septiembre de 1836 se restablecerá la ley de Beneficen-cia, aunque sólo con carácter nominal, siendo en 1849 que una nueva ley implantaría definitivamente la organización de los servicios benéficos en españa2. pero esta vez dejaría a los poderes municipales la gestión de la asistencia domiciliaria, tanto social como sanitaria, quedando para las cor-poraciones provinciales la responsabilidad de los servicios residenciales, lo que «acabará por conceder un protagonismo decisivo a las diputaciones, que en 1909 gestionaban casi la mitad del gasto en beneficencia». de esta manera, «se estableció un modelo en el que nadie tenía la responsabilidad global de la asisten-cia, sino en el que cada uno es responsable de forma independiente de la gestión de un determinado tipo de establecimientos» (aguilar, 2010: 11-12).

2 con anterioridad a esta fecha, ya en el año 1847, aparece una clasificación de los estableci-mientos que conformarían la asistencia benéfica de la provincia giennense, entre los que se incluyen una casa de dementes que, como veremos, no se construirá hasta el siglo XX (garcía, 2005: 350).

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implantada ya la ley de Beneficencia, es importante comprender un punto esencial de su propio concepto, y que la distingue de las formas de protección social más actuales: «la beneficencia, al igual que la caridad tra-dicional, se regiría por la voluntariedad o la discrecionalidad». esto tiene una importante consecuencia: «el desarrollo de la beneficencia pública pretende establecer un régimen de acceso regulado y garantizado, pero sin reconocer derechos a los ciudadanos» (ibíd.: 12-13).

c) Los servicios psiquiátricos en la ciudad de Jaén: primeros proyectos manicomiales (1850-1926).

centrando ahora la atención en las repercusiones que la recién im-plantada ley de Beneficencia tuvo en nuestra provincia giennense3 y, más concretamente, en lo referente a la asistencia psiquiátrica, hay que hacer constar que este período está envuelto en una nebulosa histórica y en cierto oscurantismo asistencial. los dementes, que aún no eran considerados enfermos como tales, eran encerrados en cárceles o celdas municipales, cuando no vivían escondidos y aislados inhumanamente en sus propios hogares por cierta vergüenza y miedo de sus familias, presas en muchos casos de imaginarios mágicos y supersticiosos.

existía en la capital giennense una sala habilitada en el hospital pro-vincial de san Juan de dios para atender a estos enfermos, conocida como la sala de san diego, que no ofrecía ni comodidades ni una asistencia psi-quiátrica adecuada: dicha sala estaba situada «en semisótano, con ventanas altas, fuertemente enrejadas, que recibían luz y ventilación […] del estrecho callejón de Santa Úrsula, a cuyas ventanas acudían la chiquillería de la vecin-dad a escudriñar las extravagancias de los dementes y por las que se podían oír sus gritos» (gutiérrez aguilera, 1978: 85-86). en esta sala convivían hacinados dementes con las más dispares afecciones mentales y todo tipo de agitaciones y conductas inadaptadas, hombres y mujeres –probable-mente, separados por sexo– mantenidos bajo medidas de control estrictas basadas en rejas fuertes, cerrojos y camisas de fuerza. la atención médica era insuficiente, cuando no inexistente, tanto por la cantidad de emplea-dos como por su capacitación, pues no existía aún médico especialista alguno. los alienados permanecían en esta sala, unos de manera indefini-da, y otros por un breve período de observación previo al traslado a otros centros fuera de la provincia con los que la diputación tenía concertadas

3 para un análisis en profundidad de la legislación sobre la Beneficencia y de su aplicación en la provincia de Jaén, consultar el excelente estudio de garcía sánchez, a. (2007).

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ayudas4: éste era el caso de granada, cádiz, ciudad real, Zaragoza y, sobre todo, ciempozuelos (Madrid) y san Baudilio de llobregat (Barce-lona). este último, destino de la mayor parte de los traslados realizados desde la década de 18705, era un manicomio de carácter privado que go-zaba de gran fama y era considerado el primero de españa tanto por sus condiciones higiénicas como por las exitosas curaciones que registraba en numerosos casos.

en esta situación de alejamiento en centros externos o de hacina-miento en los propios vivieron los locos de nuestra provincia durante este período. era una forma de afrontar el problema claramente ineficaz y cos-tosa, por el reducido espacio del que disponía el hospital provincial y los escasos servicios que podía ofrecer, y por los costes que tenía que asumir la corporación ante los constantes traslados y por el mantenimiento de los enfermos en esos otros centros. todo ello fue motivo para iniciar, en 1910, gestiones para construir un manicomio provincial6, planteándose

4 se puede consultar una tabla con los destinos y los costes de los dementes entre los años 1869-1918 en garcía, 2005: 352-353.

5 entre los años 1870-1871, todos los enfermos que eran atendidos en el manicomio de granada fueron trasladados a san Baudilio de llobregat (Barcelona). a fecha de 1870, había 21 en-fermos alojados en aquel manicomio, suponiendo un coste diario de 46’50 pesetas. con el traslado a san Baudilio se consiguió una reducción de los costes en 5’25 pesetas por enfermo y día. se puede consultar un cuadro con el número de enfermos y los costes de estancia de granada entre los años 1868-1871 en ibíd.: 354.

6 existe un antecedente a esta propuesta de crear un manicomio provincial en el año 1864: en la sesión de 27 de abril, cuando se discutían los presupuestos y se confirmaba una partida económica

portada principal del Manicomio de san Baudilio de llobregat

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definitivamente en sesión plenaria de la corporación provincial el 21 de noviembre de 1911. sin embargo, surgieron ciertas desavenencias a la hora de prever la forma de financiar el proyecto: se propuso suprimir las hijuelas de expósitos de alcalá la real, Baeza y Úbeda ya que, al haber mejorado las vías de comunicación entre poblaciones, los servicios que en ellas se proporcionaban podían suplirse desde la casa cuna matriz. sin embargo, esto provocó el voto en contra del diputado ramón de la higuera delgado que, en defensa de los intereses de su municipio, puso como condición para aceptar el proyecto que el manicomio fuese cons-truido en Úbeda.

el proyecto continuó, no obstante, planteando la construcción de un edificio manicomial anejo al hospital de san Juan de dios. años después, en sesión del 11 de mayo de 1918, se hablaba de un proyecto «cuyos planos ya conocen los Diputados», planteando el diputado Benavides Millán que la financiación podía llevarse a cabo a partir de una donación reci-bida para los establecimientos benéficos y alguna ayuda que se podría solicitar a las cortes, por lo que se conformó una comisión que siguiera trabajando en el proyecto.

pero la situación iba a agravarse de manera imprevista a mediados del mes de junio de aquel año 1918: un tren, con un «inesperado e inquietante «cargamento», en palabras de Juan pedro gutiérrez, «produjo considerable desconcierto y creó un grave y apremiante problema» (gutiérrez higueras, 1954: 12). el sanatorio de san Baudilio de llobregat, a causa de los retra-sos que la corporación provincial acumulaba en los pagos de las estancias concertadas, envió casi inopinadamente una expedición de 75 dementes de vuelta a la capital. la llegada de este «tren de los locos» obligó a convocar una sesión extraordinaria el día 21 de ese mes para intentar dar una solu-ción provisional a este contratiempo.

la prensa de la época se hizo eco de este vergonzoso asunto, sacando «ese tema a la plaza, para encarecer a los padres de la provincia la necesidad

para pagar los servicios que en granada se procuraban a 34 dementes y lazarillos de la provincia, algunos diputados propusieron la idea de construir un manicomio provincial, aprobándose por la diputación entera y nombrando una comisión que preparase un informe que fue presentado en el pleno del 20 de marzo de 1865 por el diputado Miguel calatrava. se pueden consultar fragmentos transcritos de dicho informe en ibíd.: 356-358. el proyecto, que incluía la creación conjunta de un Manicomio y una casa de Maternidad y para el que se calculó una inversión de 3.388.000 reales, fue aceptado por la Junta provincial de Beneficencia y, en la citada sesión de 1865, se da cuenta de su notificación de apoyo y colaboración. sin embargo, el proyecto manicomial no llegó a concluirse, desconociéndose los motivos por los que fue desestimado, siendo el último documento que encon-tramos al respecto un acuerdo de 10 de abril de 1867 en el que se encarga al arquitecto provincial la búsqueda de locales adecuados para la construcción del manicomio y una cárcel (ibíd.: 359).

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de que lleven madurado el asunto a la sesión, de que lo lleven para resolver, no para estudiarlo allí todos reunidos», siendo necesario «arbitrar un crédito suficientemente amplio para que esos infelices sean instalados sin tardanza y en condiciones debidas, ya sea en el Hospital de Jaén, si es que reúne condiciones de adaptación, cosa difícil, ya sea en alguno de los manicomios de fuera de esta provincia donde, previo pago de sus estancias, los puedan admitir», dejando para más tarde la valoración de cómo afrontar el pago de dicho crédito (el pueblo católico, 19-06-1918: 1)7. pero tal debió ser el desconcierto y tan desorientada la reacción de la corporación provincial ante lo sucedi-do que, en una columna titulada «el asunto de los dementes» (el pueblo católico, 20-6-1918: 1), los editores denunciaron que «no parece lo más principal ni lo más urgente del caso el discernir las culpas ni el aquilatar las faltas que puedan haberse cometido en el cumplimiento del contrato cuando hay una falta ingente que cubre y supera a todas las demás, reales o posibles, que es la enorme deuda mantenida por años», refiriéndose a la orden hos-pitalaria de san Juan de dios y saliendo en defensa de la misma ante la situación de que, «para escamotear ante el público la responsabilidad de un débito sagrado, importantísimo y de tan larga duración [...] se llegue a hablar de culpas frailunas [...] bordeando la cortesía y la gratitud debidas a quienes han venido atendiendo a los alienados giennenses sin reparar en el débito im-portantísimo de la Excma. Diputación», añadiendo que «como quien más sentimos que el nombre de la provincia de Jaén haya rodado por ahí unido a esa vergüenza del desahucio de los dementes, caso que reputamos por el único ocurrido en España»8.

7 otros periódicos que han sido localizados y que dan cuenta de la noticia con breves reseñas han sido la nación, 15-6-1918: 1 o el día, 15-6-1918: 2.

8 el asunto fue de tal trascendencia que llegó a ser tratado en sesiones del congreso de los diputados. en una primera ocasión, el diputado por asturias, andrés saborit, se lamentó de cómo Jaén «ha tenido que pasar por la vergüenza de ver cómo sus dementes han sido devueltos por falta de pago», declarando que para él era «vergonzoso el modo como en general cumplen sus deberes las Diputaciones pro-vinciales», para concluir diciendo que «la Beneficencia española necesita una reforma de raíz por medio de una nueva legislación» (la vanguardia, 28-6-1918: 11). en el día siguiente, el congresista virgilio anguita sánchez, diputado por la circunscripción de Jaén, tuvo que dar cuentas a las acusaciones del diputado asturiano ante la cámara, afirmando que «esa falta de pago obedece al retraso de los Ayunta-mientos de la provincia en el abono del contingente provincial, creyendo que gran parte de la resistencia al pago se debe a determinadas propagandas de las que deben estar enterados los socialistas» (la vanguardia, 29-6-1918: 9). de hecho, niega el desamparo de los mismos y «niega que éstos, al ser llevados a Jaén, anduviesen sueltos por las calles ni que se diera espectáculo alguno bochornoso, habiendo sido recibidos en la estación por el Gobernador Civil y las autoridades y trasladados en coches particulares al Hospital pro-vincial unos, y a un pabellón especial los dementes peligrosos», e informa de que «la Diputación de Jaén ha acordado construir dos manicomios: uno provisional para los dementes en observación, y otro definitivo» (la nación, 29-6-1918: 7).

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los manicomios de otras provincias carecían por entonces de plazas libres, y sólo cádiz pudo ofrecer seis. se valoró instalarlos en el palacio de los uribes, aunque finalmente se decidió destinarlos al hospital de san Juan de dios, presumiblemente a la misma sala de san diego de la que partieron en su momento. tal como describe carlos gutiérrez, «puede suponerse que durante una buena temporada el hacinamiento y el caos en la Sala de San Diego, así como en alguna otra dependencia habilitada al efecto (y de la que no tengo noticia) debieron ser extremos» (gutiérrez aguilera, 1978: 87). Y ciertamente debió ser así pues, siguiendo un informe del arquitecto luis Berges Martínez elaborado pocos años después, en 1924, la nece-sidad de dar solución a la situación de los dementes en Jaén era ya una cuestión de pura humanidad: «En el Hospital de Jaén el mal está agravado con la estancia en el mismo de un gran número de dementes hacinados en loca-les que no reúnen condiciones para su alojamiento. Actualmente están divididos en dos grupos. Los tranquilos, que permanecen noche y día (cuando el tiempo no les permite salir al patio) en una nave donde cuenta cada uno, por término medio, con diez metros cúbicos de aire y donde difícilmente entra el sol y los fu-riosos, alojados en unas celdas (hay que llamarlas de algún modo) construidas en el patio, con vista más bien a aislar a los dementes de sus semejantes que para aislarlos de las inclemencias del tiempo. Las mencionadas celdas carecen de todo sistema de evacuación de inmundicias» (garcía, 2005: 361).

no quedaba por tanto más posibilidad que retomar el proyecto de construcción del manicomio provincial, y con urgencia, por lo que se llegaron a los siguientes acuerdos: «envío de los dementes más agitados a Cádiz, habilitación de casa para los demás, anunciar concurso para la pre-sentación de planos para construcción del manicomio y arbitrar recursos para su financiación» (ibíd.: 360). en 1919, la Junta de Beneficencia había ini-ciado la demolición de unas casas que había adquirido para ubicar allí el pabellón psiquiátrico junto al hospital, solicitando también permiso para demoler unas dependencias del hospital que daban al callejón de santa Úrsula por el patio. el proyecto avanzaba lentamente y, en el acta de sesión de 6 de mayo de 1924, se puede leer que la construcción del pabellón de dementes, encargada en un principio a la Junta provincial de Beneficencia, se derivó a la diputación. la corporación provincial estu-dió los terrenos destinados a la construcción, encontrando dificultades en determinar si ya estaba legalizada su cesión por parte de la Junta. Y, por otro lado, valoró poco adecuado el proyecto excesivamente decorado propuesto en los planos del arquitecto Manuel Mendoza, que suponían altos costes además de romper con la estética del edificio del hospital

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de san Juan de dios. finalmente, la diputación decidió encargar al ar-quitecto provincial luis Berges Martínez la construcción de un pabellón independiente, con entrada por la calle santa Úrsula y comunicado por su planta baja con el hospital, que sirviese de solución provisional9 al problema mientras se concluía la construcción de un manicomio. Ya en 1925, podemos comprobar el rápido avance que ha tenido la obra: el ar-quitecto propuso para el ejercicio de ese año «la subasta de la terminación del piso bajo, a excepción del vestíbulo; construcción de un paso que comunique el nuevo pabellón con el Hospital antiguo; tabiquería e instalaciones sanitarias del piso segundo, más una modificación en las celdas del principal y segunda planta» (ibíd.: 362)10.

este pabellón, conocido por muchos como «pabellón de la dicta-dura», se inaugura en 1926, instalando a todos los enfermos en sus dis-tintas salas: de san lorenzo, del santo rostro y de la «rotonda». según describe Juan pedro gutiérrez, el pabellón «no era suficiente por su tamaño ni adecuado por su concepción arquitectónica en ningún sentido para el fin a que se destinaba, a pesar de representar notable progreso respecto de la situa-ción anterior» (gutiérrez higueras, 1954: 12-13). su hijo nos describe al respecto de este nuevo pabellón: «supuso, a no dudar, una clara mejora asistencial por tratarse de locales de más moderna concepción, más espacio-sos, mejor iluminados, ventilados y estructurados, acabando, por otra parte, con el hacinamiento precedente. Eran salas de estructura hospitalaria común o habitual, con algunas celdas de aislamiento, en las que seguía predominando la asistencia médica superficial o no especializada, encargada a los médicos de guardia o al doctor don Andrés Álvarez Rovira, quien, sin conocimientos especiales ni interés en este tipo de pacientes, se hacía cargo de atenderlos en sus necesidades o dolencias corporales» (gutiérrez aguilera, 1978: 89). el personal destinado a la atención de estas salas constaba de tres empleados masculinos, antiguos suboficiales jubilados del ejército11, a los que «se les

9 como el propio arquitecto reconoce en su Memoria de 1924, «no proponemos una solución definitiva que resuelva el problema del alojamiento de los dementes. Estimamos que éstos deben ser alejados del Hospital y recluidos en un manicomio» (garcía, 2005: 361).

10 en la citada referencia podremos encontrar también trascripción del proyecto de modifica-ción de las celdas.

11 se refiere aquí principalmente al cabo de sala antonio leyva, «excelente persona, antiguo músico militar, que conservó toda su vida la huella de la disciplina, del cumplimiento del deber y respeto a las jerarquías, aprendidos en el Ejército». la disciplina cuartelaria que se imponía en el departamento de dementes se ve claramente reflejada en una imagen que se nos cuenta a continuación: «cuando una persona de respeto o médico entraba en las salas, [antonio leyva] daba una palmada y todos los pacientes formaban en actitud de firmes a los pies de cada una de sus camas» (citas pertenecientes al «cuaderno de Bitácora» de Juan pedro gutiérrez, y citadas en gutiérrez aguilera, 1978: 91).

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pabellón de la dictadura del hospital provincial de san Juan de dios (foto: ortega)

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suponían cualidades de autoridad y energía para implantar la necesaria disci-plina que controlase los desórdenes y contuviese por la fuerza a los agitados» (ibíd., 1978: 91) y otras tantas empleadas femeninas y religiosas12.

d) Gestiones del manicomio provincial y comienzo de las obras (1926-1935).

a pesar de haber salvado la situación con la inauguración del pabe-llón de la dictadura, la construcción de un edificio manicomial alejado del hospital y especialmente equipado para la atención de los enfermos mentales no debía abandonarse. de ello se encargó, a lo largo de todo el año 1926 y posteriores, el diputado Ángel Méndez orbegozo13 que, tras ver la situación de los enfermos en la antigua sala de san diego («seres desgraciados que, amontonados, se hallan en una sala pequeñísima de capa-cidad, en relación a la densidad de enfermos y en la que confundidos hacían vida de presos en celdas de castigo») quedó tremendamente afectado («aún dura en mí la impresión primera sufrida al ver aquel cuadro de dolor»), con-virtiendo en una empresa casi personal el mejorar sus condiciones de vida («Dementes. Estos han sido y son mi constante obsesión desde que por primera vez me impresionaron por su estado y situación»). de este modo, y aun reconociendo las mejoras que supuso la construcción del pabellón de la dictadura, instó a sus compañeros de cargo «que como yo sienten la caridad y anhelos de mejorar la situación de esos desgraciados, para que todos unidos hagamos un esfuerzo y expongamos ante la provincia entera que por humanidad es preciso hacer un sacrificio y por humanidad aplicar un remedio rápido y eficaz para dotar a la provincia de un establecimiento que cure a los dementes, cuya densidad media de enfermos es de 150». porque, en su opi-nión, era necesario que «la provincia vea la buena voluntad que guía a todos nuestros actos y, sobre todo, que esta Diputación, antes de cumplir su cometido, pueda dejar resuelto el problema de los dementes, de esos infelices enfermos que los vi por primera vez amontonados y confundidos en una sala pequeña haciendo vida de presos en celda de castigo y sería pesadilla eterna para todos nosotros, para mí lo sería, si cesamos en nuestros cargos sin haber aliviado por completo su situación».

12 sobre el personal femenino del departamento, hay que resaltar la figura de sor Maura Blan-co, «una Hija de la Caridad de agradable presencia y modales», que sería luego ayudada en su misión por sor María Martín y, más tarde, por sor raimunda Badía, «a la que durante tantos años tanto debieron los enfermos por sus cuidados maternales de auténtica Hermana de la Caridad» (gutiérrez aguilera, loc. cit.).

13 citas siguientes tomadas de garcía, 2005: 363-364, donde se pueden encontrar transcrip-ciones de diversas intervenciones del diputado Ángel Méndez.

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propuso también la conversión de la granja escuela de la diputación en una estación de olivicultura en la que los dementes pudieran llevar a cabo tareas agrícolas y pecuarias, lo que conllevaría ingresos económicos además de notables progresos «en el proceso curativo de las enfermedades que requieren aire, luz, sol, libertad del enfermo y distracción, ocupación ade-cuada, como base para que el alienista pueda cumplir su misión».

parece que la situación de los dementes de la provincia y la necesi-dad de construir un edificio especialmente dedicado a su atención siguió estando muy presente entre las inquietudes de la corporación provincial, que en los años sucesivos continuó los trámites para su mejora y cons-trucción. sin embargo, no siempre se aprovecharon las facilidades que surgían, como el ofrecimiento de la «casa hartmann» de sevilla que, en una carta dirigida al decano de la Beneficencia ricardo ortega, declaraba su disponibilidad para asumir la construcción y dotación del futuro mani-comio, «dando a esa Diputación todas las facilidades necesarias de pago, en las anualidades que sus fuerzas económicas lo permitan, o sea, en 10, 15 o 20 años» (gutiérrez aguilera, 1978: 92), condiciones que no fueron aprovechadas: la diputación tomó nota de la oferta en la sesión del 18 de febrero de 1927, pero lo dejó en suspenso mientras se estudiaban otras cuestiones.

el 28 de febrero de 1928 se acordó proponer un concurso de adqui-sición de terrenos para alojar el edificio, especificando las condiciones que debían cumplir los mismos: una extensión entre 20 y 30 hectáreas, situados a una distancia no mayor de 7 km. de la capital, susceptibles de riego y con una dotación de agua potable de 100 metros cúbicos diarios. se presentaron 8 propuestas14, de las cuales son visitadas y desestimadas las 5 primeras, quedando el expediente abierto sin comprobar las 3 res-tantes. abandonada esta idea durante los siguientes años15, se llevaron a cabo algunas otras gestiones acerca del emplazamiento de los dementes y del manicomio, pero tan diversas y dispersas que, finalmente, no conclu-yeron en sus objetivos16.

14 se puede consultar listado y características de estas propuestas de terrenos en garcía, 2005: 368.

15 según gutiérrez aguilera, 1999: 58, será fermín palma garcía, nombrado presidente de la diputación provincial el 18 de marzo de 1930, quien retome el asunto: «en la primera sesión que celebró el 21 de marzo, o sea tres días después de la toma de posesión, se hace un nuevo concurso para la adquisición de terreno para la construcción de un Frenocomio».

16 principalmente se señala aquí a dos gestiones realizadas en 1930: la petición y cesión del edificio de la antigua prisión, que se solicitó para servir de apoyo provisional al ya saturado pabellón de la dictadura en el que los 300 pacientes que se atendían en sus dependencias volvían a vivir escenas de hacinamiento y encierro, y que finalmente no se utilizó; y al ofrecimiento por parte del ayuntamiento de la dehesa de propios o cerro del neveral para emplazar allí el manicomio y un sanatorio de tuberculosos, dando orden al arquitecto provincial luis Berges Martínez de la redacción

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en el año 1932 volvió a retomarse la idea inicial y se nombró una comisión a fecha de 16 de enero para que, de nuevo, estudiara la oferta de terrenos que se presentasen17. en esta ocasión cabe destacar el ofreci-miento gratuito de terrenos por parte de los ayuntamientos de linares y Martos para la construcción del psiquiátrico, que tampoco fueron apro-vechados y se desestimaron sin que se conozcan las razones, conservando únicamente la opinión del ayuntamiento de Martos que denunció que «sólo consideraciones de orden político han podido desechar lo mejor en el orden económico, quitando a la vez el carácter provincial de dicho Organismo que, de hecho, pasa a ser exclusivamente local de Jaén, con la aportación material de los pueblos» (garcía, 2005: 371). el asunto quedó de nuevo estancado y sin resolución por otros dos años.

durante este tiempo, en que se atendía de manera poco concluyente el tema del manicomio y los dementes, tan sólo una propuesta tendría la re-percusión necesaria como para poder considerarse un avance en el camino hacia la mejora de la asistencia psiquiátrica: a fecha de 17 de septiembre de 1928, se planteó realizar un estudio sobre el estado y organización de los manicomios de otras provincias e incluso del extranjero (francia, Bélgica y alemania). se programó para ello un viaje que partió en diciembre de ese año y que tuvo una duración de 4 meses, siendo el decano de la Beneficen-cia, ricardo ortega nieto, y el arquitecto provincial, luis Berges Martínez, los encargados de realizar el estudio y de redactar una memoria que sirviera de referencia para la constitución de unos servicios manicomiales con las mejores condiciones y atenciones posibles. carlos gutiérrez, en relación a las anotaciones de ricardo ortega, afirma que «sorprende comprobar cómo un médico totalmente ajeno a la Psiquiatría, no especialista, ni inicialmente in-teresado en el tema, supo captar la compleja problemática asistencial de nuestra Especialidad, evidenciando su cariño e interés por ella y dejándose impregnar por las inquietudes de todos los que, después, cultivaríamos este campo» (gutié-rrez aguilera, 1978: 94). visitaron, entre otras, las clínicas de Bel-air en ginebra, friedmatt en Basilea, eglfing-haar en Munich, Bedburg-hau en colonia, el hospital henri rousell de parís y los centros de ville-evrard y de villejuif de francia. tras su estudio, obtuvieron «una idea muy acertada de la forma, imperante entonces, de atender al enfermo mental», aconsejando «la construcción de un Establecimiento al estilo germano de Griessinger, con tres tipos de dependencias: una de tratamiento médico, tipo ‘clínica’ para enfermos agudos; otra de carácter ‘colonia’ para rehabilitación por el trabajo de los enfer-

del proyecto de construcción, idea que pronto se abandonó. para un seguimiento más detallado de estas gestiones, ver garcía, 2005: 369-371.

17 se puede consultar tabla clasificatoria de los nuevos terrenos propuestos en ibíd.: 371.

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mos crónicos, y una de tipo ‘asilo’ para dar cobijo a los pacientes muy deterio-rados, demenciados o ‘finales’» (ibíd.: 95).

pero la situación empeoraba conforme seguían pasando los años: el pabellón de la dictadura empezaba a mostrarse insuficiente para los fines asistenciales a los que había sido destinado, y las gestiones del manico-mio seguían sin dar un paso definitivo. en una Memoria redactada por el arquitecto provincial en 1932 se reflejaba cómo el crecimiento de los pa-cientes mentales era constante y acumulativo, alcanzando los 300 sujetos en el año 1932: «Los enfermos ocupan varias salas en las que existe verdadero hacinamiento... no existen patios ni locales cerrados que permitan a los enfer-mos abandonar los dormitorios fuera de las horas de reposo ni instalaciones apropiadas al tratamiento requerido» (garcía, 2005: 369-370).

en mayo de 1934 Bartolomé perales Jurado ofreció nuevamente la finca viñas nuevas, en la carretera de Madrid, para la construcción del psiquiátrico. la situación de los dementes irrumpió una vez más en sesión el 8 de noviembre, pues se contaban ya 500 enfermos vergonzosamente hacinados, volviéndose a plantear el consabido hecho de que el problema «sólo puede ser resuelto en un edificio a propósito, construido a tal fin» (ibíd.: 372), designando una nueva comisión que valorase los terrenos ofreci-dos y llevase a cabo la adquisición. el 28 de noviembre, finalmente, el presidente anunció que el día 16 se había firmado contrato de compra de la finca viñas nuevas por 130.000 pesetas, a pagar en dos plazos (75.000 pesetas el día 14 de diciembre y 55.000 en febrero de 1935).

por fin parecía que el proyecto y las obras del nuevo manicomio provincial podían dar comienzo. tras las tareas de medición y amojona-miento del terreno, llevadas a cabo en los meses de septiembre y octubre, se encarga en diciembre al arquitecto provincial la elaboración del pro-yecto del futuro edificio manicomial, con la intención de incluirlo en los presupuestos destinados para ese mismo año, pudiendo así aprovechar la cantidad ya aportada por el estado. ante la imposibilidad de cumplir con esta tarea en el plazo fijado, el arquitecto luis Berges diseñó los planos de una planta, que darían la idea general del edificio, indicando las partes que podían empezar a construirse de manera inmediata18. en 1935 pre-sentó ya el proyecto del edificio al completo, dando comienzo las obras «gracias, principalmente, a una subvención concedida por la Dirección General de Sanidad y administrada por una Junta especial que, para este efecto, se nombró» (gutiérrez higueras, 1954: 13).

18 ver detalles y transcripción de parte de este proyecto en ibíd.: 373-374.

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e) Convocatoria de la primera plaza en Jaén de Médico alienista (1925-1931)19.

todas las decisiones que tomó la corporación en estos años fueron importantes, sin duda, pero, como dijimos, ninguna concluyente ni de-finitiva en su mayoría, y desconocían lo lejos que quedaba aún la reso-lución del problema y la historia que todavía quedaba por escribir. pero hubo un acuerdo que trascendería en el tiempo y que tendría una impor-tancia crucial para los servicios psiquiátricos giennenses: la creación de la primera plaza de Médico alienista en la provincia asignada por oposición pública, con cargo añadido de Jefe de servicio20.

19 todos los datos y citas expresados en este apartado, salvo referencia expresa a otra fuente, han sido extraídos de la documentación encontrada en el «expediente para la provisión por oposi-ción de la plaza de Médico alienista. 1925-1930» (ver Bibliografía), por lo que esta fuente no será citada en adelante.

20 el cuerpo español de alienistas se crea en 1926, y «tendría a su cargo el régimen técnico de los manicomios españoles y su organización», además de «intervenir en todos los expedientes judiciales sobre incapacidad o intervenciones en lo criminal», constituyéndose como el cuerpo consultivo de las corporaciones y propietarios de los distintos manicomios (gimeno et al., 2000: 175).

el arquitecto luis Berges visita los terrenos donde se instalará el futuro manicomio (fuente: Mestre, 1928)

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la propuesta surgió del diputado Ángel Méndez orbegozo que, en sesión del jueves 12 de noviembre de 192521, presentó una moción al respecto que fue aceptada por el pleno. el periódico El Norte Andaluz, que anuncia públicamente esta moción, fundamentada científicamente, y que evitará que «así estén los pobres dementes descuidados o desatendidos en el aspecto de curación», la celebra dedicando las siguientes palabras:

«UNA MOCIÓN DEL SEÑOR MÉNDEZ.

No debe ser una cárcel el departamento de dementes, ni un asilo siquiera en que se recojan lacras de ambos órdenes, psíquico y físico; debe ser el hospital de las enfermedades que trastornan el sistema y suspenden el ejercicio de la razón, centro donde la Psiquiatría investigue y ensaye, opere y cure.

La moción del señor Méndez, aceptada por la Comisión, viene a remediar aquel estado de cosas y a sustituirlo por este otro. La oposición a la plaza de Médico alienista creará una opinión más favorable al sostenimiento, por la Diputación, del Manicomio provincial. No el sostenimiento de un departa-mento provisional, la creación de una casa de alienados es importantísima función y deber de la Diputación en relación con la Beneficencia

[…] Pocas son las sesiones que celebra la Comisión Provincial en las que no se tome algún acuerdo referente a propuestas del señor Méndez, siempre meditadas, bien orientadas e inspiradas en un aspecto social digno de todo apoyo y alabanza.

Seguimos aplaudiendo, don Ángel, aunque los perros ladren…» (el norte andaluz, 17 de noviembre de 1925: 1).

el diputado, sensible al problema de los dementes giennenses desde el principio, subrayaba en su moción, leída y aprobada oficialmente en la sesión siguiente del día 19, que «a un demente es necesario no sólo curarle sus enfermedades comunes, sino de su enfermedad mental y esto únicamente puede intentarse con éxito estando a cargo de dichos enfermos un médico es-pecializado en esta clase de enfermedades, el que diagnosticando la clase de su demencia, pone en práctica los medios que la ciencia y la práctica aconseja para su curación. […] Por todo lo cual el que suscribe propone se saque a oposición la plaza de Médico alienista para el Hospital de San Juan de Dios de Jaén» (garcía, 2005: 365-366). se encargó a la facultad de Medicina de granada la preparación del programa, que se elaboró junto a la convoca-toria durante los dos años siguientes, quedando pendiente de publicación mientras se resolvían los últimos trámites para la construcción del edificio manicomial.

21 dicha sesión ordinaria estuvo presidida por el vicepresidente azpitarte, y a ella asistieron los diputados provinciales Ángel Méndez, sotomayor, aguilar y pedro de las parras (el norte anda-luz, 17 de noviembre de 1925: 1).

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pero la convocatoria no estuvo libre de polémica: esta declaración pública del estado de los dementes de la provincia saltó a la prensa, pro-vocando la indignación de los trabajadores del hospital provincial. por esta razón, el decano del hospital, ricardo ortega, remitió a la corpo-ración una carta firmada a 22 de noviembre en la que expresaba la in-dignación de los trabajadores que atendían los servicios psiquiátricos a causa de la crudeza de las declaraciones publicadas, dejando constar que aunque «no existe en el Cuerpo ninguno que se haya dedicado exclusivamente al estudio de tal especialidad, como acontece con algunas otras, no excluye que todos los Médicos de la Beneficencia estudien con cariño y atención las diver-sas clases de enfermedades de cuya asistencia están encargados», resaltando la dificultad que supone atender a estos enfermos «sin un local y sistema adecuado (Manicomio) sobre el que ya informó este Decanato y sobre el cual no se ha dado paso alguno».

la corporación no recibió con agrado este escrito, calificándola de no pertinente, decidiendo por unanimidad y a propuesta del diputado soto-mayor en la sesión del día 26 responder a este escrito aclarando que ni en la moción presentada ni en el acuerdo adoptado existía «crudeza de concepto ni frases despectivas que mermen en nada el reconocido mérito y comprobado prestigio de los Sres. Médicos de la Beneficencia provincial». el autor de la mo-ción solicitó así que se comprobase si había oposición alguna a la convo-catoria propuesta resaltando que, no siendo «cosa nueva el que los dementes del Hospital no se encuentran clínicamente bien atendidos, pues ya se hizo esta manifestación ante la Diputación en pleno con motivo de la discusión sobre el Presupuesto para el ejercicio de 1924», ni «motivo de molestia para aquellos el que se reconozca la necesidad de un Médico alienista especialista por tanto en enfermedades mentales», seguía considerando un «deber indiscutible de hu-manidad el corregir las deficiencias que hubiese para obtener la curación de tales enfermos, que asciende hoy a una tercera parte de la población del Hospital».

el texto de la convocatoria fue remitido para su aprobación a 5 de febrero de 1927, aunque quedó en suspenso durante unos años mientras se resolvían las gestiones para la construcción del Manicomio, siendo de nuevo tratado y aprobado por la comisión provincial en la sesión del 28 de agosto de 1930. en ella, el diputado troyano fue el único que se opuso a la convocatoria, aludiendo a las dificultades que este Médico alienista encontraría para desempeñar debidamente su función, pues «lo primero es que haya Manicomio para llevar a cabo este nombramiento». el resto de diputados mostraron, por el contrario, su disposición a afrontar este im-portante paso, resaltando no obstante la necesidad de iniciar cuanto antes las gestiones para la construcción de un establecimiento psiquiátrico. las

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palabras del entonces, recién nom-brado presidente de la diputación, fermín palma garcía, resultaron concluyentes, y así quedaron expre-sadas en el acta de sesión: «El Sr. Presidente dice que si hay locos, debe haber un Médico alienista para su cu-ración, porque la función hace el ór-gano, mostrando su extrañeza de que no exista ya por el gran contingente de locos que da la provincia de Jaén», que por entonces superaba los 200 dementes. de este modo, y tras comprobar que los distintos trata-mientos utilizados para la represión de la enfermedad (baños o corrientes eléctricas) podían ser aplicados de momento desde el hospital provin-cial, llamó la atención sobre la au-sencia de esta especialidad en la ca-rrera de Medicina, no pudiendo ser

sustituida esta función por ningún otro médico no especializado en ella, y declarando que «hasta tanto se verifique la oposición habrán transcurrido unos meses en el transcurso de los cuales debe haberse adquirido el terreno para la construcción del Manicomio».

la convocatoria salió finalmente publicada en el Boletín oficial de la provincia el martes 9 de septiembre de 193022, y se difundió por la prensa local23. presentaron solicitud 11 candidatos24, de los cuales seis fueron admitidos por haber cumplido todos los requisitos25: Juan pedro gutiérrez

22 en el Boletín Oficial de la Provincia del 13 de septiembre, se notifica un error y se añade al texto de convocatoria que «los ejercicios de oposición se celebrarán después de transcurrir tres meses desde la fecha de publicación de la convocatoria».

23 la convocatoria se difundió a través de los periódicos locales El Pueblo Católico, el día 20 de septiembre, con un coste por anuncio de 9,10 pesetas, y El Defensor de Jaén, el día 24 de septiembre, con un coste de 3 pesetas.

24 sólo dos de los candidatos que solicitaron participar en la oposición poseían experiencia en el campo psiquiátrico: Juan pedro gutiérrez, en el servicio de observación de dementes del hospital general de Madrid, y Julián roldán, en el servicio manicomial de la Beneficencia de córdoba (garcía, 2005: 366).

25 seis de los solicitantes fueron rechazados en un primer momento por no haber presentado completa la documentación solicitada: constantiniano Jiménez fernández; Julián roldán arquero; eusebio figeroa hillera; domingo garcía-izquierdo y cobelo; dionisio nieto gómez; y emilio rodrí-

anuncio de oposiciones a Médico alienista en los periódicos El Defensor de Jaén y El Pueblo Católico

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 725

higueras; José antonio casero Muñoz; fernando aguirre y gato; Juan Mata Joyanes; federico castillo y garcía-negrete; y constantiniano Jimé-nez fernández. sólo los tres primeros se presentaron finalmente al ejer-cicio, siendo citados el día 15 de diciembre, a las cuatro de la tarde, en el salón de actos de la diputación provincial26, y el día 16 en el hospital pro-vincial. el tribunal calificador estuvo conformado por el presidente de la diputación provincial, d. fermín palma garcía, que presidió el tribunal; como secretario, ricardo ortega nieto, decano de la Beneficencia provin-cial de Jaén; y, como vocales, ramón Álvarez de toledo, catedrático de Medicina legal de la universidad de granada; francisco ortega Montero, Médico alienista de la diputación provincial de granada; y antonio torres lópez, profesor auxiliar de la facultad de Medicina de granada27.

la prueba constó de tres partes, una oral y dos prácticas, todas ellas con carácter eliminatorio. el ejercicio oral, que tuvo lugar el día 15 en el salón de actos de la diputación provincial, consistió en responder cinco preguntas extraídas al azar de un programa de 68 temas, diseñado por el claustro de la facultad de Medicina de granada y publicado en la con-vocatoria, con un plazo de tiempo entre media hora y hora y cuarto para responder. la segunda prueba, de carácter práctico, que se desarrolló en la mañana del día 16 en el hospital provincial, suponía realizar una ex-ploración durante el máximo de una hora a un paciente real, asignado al azar de entre un grupo de enfermos elegidos por el servicio de dementes de dicho hospital, para luego redactar la historia clínica del enfermo con un plazo de dos horas, plazo durante el que fueron incomunicados y en el que no podían consultar ningún material adicional, siendo leída públi-camente la prueba y sometida a posibles objeciones de los otros oposito-res, con sus correspondientes contrarréplicas. el tercer y último ejercicio, igualmente práctico, y que tuvo lugar esa misma tarde, conllevaba realizar una prueba con un paciente real, siendo elegida al azar de un programa de 15 ejercicios, también público en la convocatoria. los ejercicios se de-sarrollaron y puntuaron tal y como muestra el siguiente cuadro:

guez pérez. se concedió un plazo de un mes para la reposición de la misma, tal y como se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia del 14 de octubre, plazo que sólo constantiniano Jiménez aprovechó. en el citado Boletín también se informó de que la realización de las pruebas estaría sometida al pago de unas tasas de 50 pesetas, y se informó provisionalmente de la conformación del tribunal que presidiría el ejercicio.

26 la fecha y hora del examen salió publicada en el Boletín Oficial de la Provincia del 4 de diciembre de 1930.

27 el profesor antonio torres lópez acudió en sustitución de José pareja Yevenes, catedrático de patología médica de la facultad de Medicina de granada, que una semana antes del examen in-formó de su baja por motivos de salud.

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instancia de Juan pedro gutiérrez solicitando admisión para realizar los ejercicios de oposición para la plaza de Médico alienista. (fuente: leg. 3110/1)

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esquema de las 3 partes del ejercicio de oposición a la plaza de Médico alienista y resultados obtenidos por los aspirantes. (fuente: leg. 3110/1)

J. P.Gutiérrez

J. A.Casero

F. Aguirre

Temas extraídos

Puntuación(máx. 50 puntos)

Temas extraídos

Puntuación(máx. 50 puntos)

Marianorodríguez

cortés

44

Prueba extraída del cuestionario

10. Manejo de test proporcionados por el tribunal para la exploración de

las facultades en adultos.

Puntuación(máx. 50 puntos)

Puntuación TOTAL

1ª ejercicio

2º ejercicio

3º ejercicio

2, 29, 3118, 41

8, 15, 25,40, 62

3, 17, 21,37, 38

40 31 28

diego Moral pérez

48

francisco garcía durán

35

44 40

132 123 103

48

la plaza fue asignada al aspirante Juan pedro gutiérrez higueras, aunque el tribunal que calificó todos los ejercicios de brillantes y lamentó que no hubiese más plazas convocadas. esta satisfacción del tribunal ani-mó a la comisión provincial a declarar a los otros dos candidatos ayudan-tes gratuitos, pudiendo ocupar las vacantes de esta clase que se crearan para auxiliar al nuevo Médico alienista.

la plaza de Médico alienista Jefe de servicio fue ocupada por Juan pedro gutiérrez el 2 de enero de 1931, y no tardó en comprobar el la-mentable estado en que se encontraba el departamento de psiquiatría del hospital provincial: el 5 de febrero dirigió un informe de 7 folios a la diputación haciendo una serie de peticiones perentorias que le ayudaran a sobrellevar la situación incidiendo, ante todo, en la necesidad urgente de terminar el proyecto manicomial (gutiérrez aguilera, 1978: 96-97)28.

28 en las citadas páginas podemos encontrar algunas transcripciones de dicho escrito y de las peticiones que en él se hacían, siendo la única información que acerca del mismo tenemos, pues la referencia aparece citada en la Bibliografía de este artículo como una referencia personal, posiblemente propiedad del archivo personal de la familia (gutiérrez aguilera, 1978: 125, nota 3). de hecho, ade-laida garcía declara en su artículo que dicho informe «no se conserva en el Archivo de la Diputación» (garcía, 2005: 375, nota 49). finalmente, encontramos una tercera alusión al mismo informando que de dicho escrito «se dio cuenta en la Sesión de la Excma. Diputación de fecha 19 febrero 1931» (palma 1999: 79, nota 10)

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expediente del nombramiento de Juan pedro gutiérrez como Médico alienista de la Beneficencia provincial. (fuente: leg. 51/33)

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f) Primeros años como Médico alienista Jefe de Servicio (1931-1935).

en la Memoria escrita tiempo después por el propio Juan pedro gutiérrez, dice acerca de este período:

«Simultáneamente se llevaron a cabo trabajos de transcendencia, aunque más oscuros: cursillos de capacitación para el personal subalterno; artículos y conferencias de propaganda y divulgación; Semanas de Higiene Mental; creación y provisión de una nueva plaza de Médico Psiquiatra; redacción y aprobación de un Reglamento de régimen interior y de personal para el De-partamento; implantación de métodos terapéuticos, entre ellos la ergoterapia que requirió un cierto montaje artesano y comercial; confección de ficheros y archivos de historias clínicas; rehabilitación del «Manicomio», haciendo lo posible por dar a conocer su transformación conceptual en «Sanatorio»; par-ticipación y asesoramiento con motivo de reuniones y gestiones políticas de tipo regional para crear un sistema interprovincíal de asistencia escalonada, tipo Bratz, que fracasó por desacuerdos fundamentales entre las provincias de Andalucía oriental, etc.» (gutiérrez higueras, 1954: 13).

de todas ellas, cabe destacar en este punto la elaboración de un re-glamento interno, denominado Reglamento para el Manicomio Provincial de Jaén. este reglamento se hizo necesario desde que, en 1926, se inaugura-ra el pabellón de la dictadura, considerado en la documentación oficial como un establecimiento independiente del hospital provincial que se denominaba Manicomio o Departamento Psiquiátrico. desde ese momen-to, la asistencia psiquiátrica se desligaba de los reglamentos propios del hospital provincial por los que anteriormente se regía, requiriendo una normativa propia que determinara los protocolos de funcionamiento in-terno.

el día 3 de julio de 1931 se promulga el decreto para la asistencia a enfermos mentales29, que dictaba en su artículo 6 que «todo Estable-cimiento psiquiátrico, público o privado, tendrá un Reglamento» en el que «constará todo lo referente a régimen interior de los distintos servicios y a la or-ganización científica y administrativa del personal y sus atribuciones» (alcalá, 2000: 183). el recién proclamado Jefe de servicio, Juan pedro gutiérrez, informó de ello a la diputación a fecha de 20 de julio, celebrando que este decreto «traza normas precisas y eficaces para reglamentar en lo sucesivo lo referente al internamiento de alienados, que empieza a ser considerado en la Ley, y en las costumbres, como una necesidad de índole terapéutica y no como un recurso de secuestros fáciles» (garcía, 2005: 375). solicitó autorización

29 para ver un análisis del decreto de asistencia a enfermos mentales, ver aparicio y sánchez, 1997: 137-140.

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para redactar un proyecto de reglamento, que sería presentado en abril de 1932 bajo el título «proyecto de reglamento para el Manicomio provincial de Jaén, 1932»30. no obstante, dicho proyecto sufrió algunas modifica-ciones posteriores pues, en el período de aprobación del mismo por parte de la corporación, surgieron algunas reformas de carácter nacional que afectaban al personal subalterno. el proyecto definitivo fue presentado en abril de 1934, siendo aprobado y remitido al Ministerio de trabajo, sani-dad y previsión, que dio su aprobación en junio de 1935. de este modo, se resolvió «la situación de este Departamento que, pese a la importancia numérica de sus enfermos y a la trascendencia social de su misión», carecía de normas «para resolver las dificultades que a diario se le presentan» (garcía, loc. cit).

remitimos aquí íntegramente el análisis que de este reglamento hace adelaida garcía, por su claridad y concisión:

«El Reglamento para el Manicomio Provincial de Jaén define al mismo como un establecimiento psiquiátrico destinado a albergar y tratar enfermos men-tales; con carácter mixto, ya que admitirá pacientes en las dos modalidades de servicio abierto y cerrado y con designación de oficial, en cuanto es cos-teado con fondos de la provincia. Mientras el Manicomio esté instalado en el edificio propio del Hospital provincial o pabellones inmediatos, se regirá, en lo concerniente a servicios generales, por las normas establecidas en el reglamento del Hospital, conservándose la supeditación jerárquica con res-pecto al Decano del mismo. Funcionarán en el establecimiento cuatro tipos de servicios: cerrado, abierto, de dispensario y servicio social. El servicio cerrado comprenderá los pacientes recluidos por orden gubernativa o judicial o por indicación médica, cuando los enfermos sean antisociales o peligrosos. El servicio abierto corresponderá a los enfermos hospitalizados por su pro-pia voluntad y los que entren por indicación médica siempre que no sean peligrosos ni antisociales. El servicio de dispensario atenderá las consultas de enfermos psiquiátricos pobres de la provincia que acudan con afección no justificable de internamiento. Por último, el servicio social tendrá la misión de iniciar aquellas gestiones extramédicas que afectan a la higiene y profi-laxis mentales, a la situación social, económica y familiar de los enfermos» (ibíd.: 376).

consecuencia de ello es la regularización de la plantilla del depar-tamento, que se lleva a cabo en diciembre de 1935, quedando estable-cido del siguiente modo: 2 médicos (uno director y otro de sección);

30 Juan pedro gutiérrez justifica «la excesiva tardanza en cumplir esta misión... a las dudas que han existido hasta ahora sobre si se trasladaban o no los dementes a edificio independiente mientras se construía el futuro Establecimiento Psiquiátrico» (garcía, 2005: 375), refiriéndose a los trámites que se realizaron sobre la habilitación de la prisión vieja, citados anteriormente en nota al pie 16.

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2 practicantes; 21 enfermeros psiquiátricos, de los que 5 eran mujeres; 16 sirvientes, de los que 4 eran mujeres; un auxiliar administrativo y un barbero31.

se iniciaron también los Cursillos de Capacitación de Enfermeros Psi-quiátricos: un sistema innovador de preparación y selección del personal que iba a cumplir sus funciones en el establecimiento giennense. estos cursos, «posiblemente de los primeros de España» en palabras de carlos gutiérrez, muestran no sólo el carácter vanguardista e innovador que se pretendía cultivar, sino también la profesionalidad y concienciada dedica-ción con la que se quería revestir la inauguración de una nueva etapa de la psiquiatría provincial. de hecho, en estos primeros seis años se organiza-ron los primeros cursillos que fueron fundamentales para rodearse de un personal adecuado y científicamente preparado para la tarea asistencial psiquiátrica.

de este período de tiempo debemos decir que se trabajó afanosamen-te en la mejora de los servicios psiquiátricos provinciales, generando en la provincia una nueva concepción del loco como enfermo mental, a pesar de las reticencias sociales e incluso médicas habidas hacia la especialidad, procurando una asistencia científicamente fundamentada y luchando contra el anquilosado sistema de encierro y aislamiento, así como deste-rrando aquellos tópicos métodos basados en camisas de fuerza y correas.

pero, en general, si atendemos a los cambios que a nivel nacional se estaban produciendo, se puede afirmar que fueron años muy favora-bles para la psiquiatría, que empezaba a abonar el terreno para conver-tirse en una disciplina científica bien reconocida32. estos avances pueden observarse en la creación del consejo superior psiquiátrico, organismo ministerial conformado por especialistas que se encargaban de realizar inspecciones hospitalarias, estadísticas epidemiológicas, así como de im-pulsar la regulación y mejora legislativa y docente. derivadamente, se creó la sección de higiene Mental de la dirección general de sanidad y diversos institutos provinciales de higiene que, en el caso concreto de

31 carlos gutiérrez cita a algunas de las personas que accedieron al servicio psiquiátrico en esta época: «además del jefe referido, y como médico ayudante, sucesivamente los doctores Fernando Aguirre Gato, que persistiría poco en el Servicio al trasladarse a algún otro Centro extremeño; Luis Sagaz Zubelzu, que ocupó la plaza en una oposición posterior y que también perduraría poco, al mostrar interés por la Ti-siología y pasar como médico al Sanatorio de «El Neveral», del que luego sería director. Fue sustituido por Manuel Choza Jiménez, que se encargaría durante 3-4 años de la Sección de Mujeres, hasta su excedencia, al término de la guerra» (gutiérrez aguilera, 1978: 100).

32 de hecho, este primer tercio del siglo XX es considerado dentro de la historia de la especia-lidad psiquiátrica como «la época dorada de la psiquiatría oficial y en Jaén» (ibíd.: 101).

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Jaén, supuso la creación en 1931 de un dispensario de higiene Mental que constaba entre los primeros a nivel nacional y que fue gestionado por Juan pedro gutiérrez, ofreciendo sus servicios gratuitamente durante un par de horas y tres días a la semana, sirviendo de complemento asistencial y externo a los servicios hospitalarios. desde esta sección organizó, en 1934, una semana de higiene Mental, en la que impartió conferencias en la económica del país, en la escuela normal de Magisterio, en el colegio de Médicos y en la casa del pueblo, además de publicar múltiples artí-culos de divulgación en prensa, tratando temas de enfermedad mental, alcoholismo, prevención de la sífilis y, ante todo, intentando humanizar el concepto de loco y de manicomio tanto en el ambiente médico como en la sociedad giennense.

toda esta actividad fue presentada en el i congreso nacional de sa-nidad, celebrado entre el 6 y el 12 de mayo de 1934, por el propio Juan pedro gutiérrez en su ponencia «normas para la organización de dispen-sarios de higiene Mental en los centros terciarios de sanidad» (huertas garcía-alejo, 1995: 204), en la que explicó algunos de los problemas surgidos en los inicios del dispensario local, enumerando las funciones que a su juicio debe cumplir un dispensario y proponiendo algunos crite-rios para la organización interna de los mismos. en este sentido, insistió en la importancia de generar un ambiente de comprensión y de interés y una profundización en la cultura médico-psiquiátrica pero, sobre todo, en la necesidad de aplicar todos los principios de la higiene Mental al medio rural, un medio que, por su dispersión, requería de unos esfuerzos de organización muy diferentes a los del ámbito urbano, poniendo como ejemplo pionero en esta apuesta por el medio rural el dispensario de plasencia y el de Jaén. siguiendo esta línea, consideraba fundamental que sea la sanidad nacional la que se encargase de velar por el funcionamien-to de estos dispensarios rurales, evitándoles así el tener que «organizar todo un montaje burocrático y de intercambio científico, del cual disponen ya los Institutos de Higiene merced a los centros primarios y secundarios» (ibíd.: 205), proponiendo además que los dispensarios de higiene Mental de-bían ser integrados como centros terciarios de sanidad, de modo que se le reconociese por fin a la práctica psiquiátrica un estatus, al menos en su faceta preventiva, dejando de ser considerada como una prestación especial y ganándose, de este modo, un reconocimiento social y científico del que por entonces carecía.

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g) La situación psiquiátrica en Jaén durante la Guerra Civil española (1936-1940).

«Cuando el camino parecía expedito, sobrevino el Alzamiento Nacional; la fuerte repercusión del 18 de Julio en nuestra zona produjo en la naciente estructura psiquiátrica trascendentales efectos; el personal fue, en su gran mayoría, dispersado; los enfermos varones, trasladados al Convento de las Bernardas, incautado por el Frente Popular; las mujeres, al de las Descalzas; la organización, en su conjunto y detalles, destruida y las obras peor que pa-ralizadas, puesto que se prosiguieron sin dirección técnica ni sometimiento a planos o normas y lo poco que se hizo hubo de ser demolido, por amenaza de hundimiento, apenas liberado Jaén» (gutiérrez higueras, 1954: 13-14).

con estas pocas palabras, Juan pedro gutiérrez resume la forma en que afectó el período bélico a la psiquiatría giennense. así, la primera consecuencia que el conflicto trajo consigo fue la conversión del hospital provincial en hospital militar, de modo que muchos de sus pacientes tu-vieron que ser trasladados y, en concreto, el departamento de psiquiatría tuvo que ser desalojado. los conventos de las Bernardas y de las descal-zas, que fueron incautados por el frente popular, se convirtieron en el siguiente destino de los dementes, trasladando al primero de ellos a los varones, en número de 280, mientras que las 122 mujeres fueron llevadas al segundo.

convento de las Bernardas en Jaén. (foto: roselló)

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todos los progresos que se podían haber alcanzado en estos últimos años se perdieron, y no sólo por la pérdida del espacio hospitalario y el cambio a los citados conventos, sino por la dispersión y movilización al frente de combate del propio personal médico. tras el alzamiento na-cional, muchos sufrieron persecuciones y detenciones, y el propio Juan pedro gutiérrez fue constantemente vigilado e incluso detenido en tres ocasiones para ser sometido a interrogatorios sobre sus afinidades polí-ticas y sus actividades anteriores al conflicto. probablemente, como hace notar fermín palma en una crónica biográfica dedicada a la personalidad del Médico alienista, «no fue víctima de una mayor persecución política y encarcelamiento porque era el único capaz de hacer frente al abultado volumen de los enfermos mentales de la época. Puede que eso le sirviera, en parte, de escudo para eludir o amortiguar persecuciones y evitar, incluso, su movilización para acudir al campo de combate» (palma, 1999: 74). no obstante, estas

vista de la fachada principal del convento de las Bernardas en Jaén.(foto: ortega)

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circunstancias minaron gravemente la moral de los directivos psiquiátri-cos gutiérrez higueras y choza Jiménez, llegando incluso a provocar el inicio de una dolencia gástrica del primero de ellos que le acompañaría durante muchos años.

los dementes, en sus respectivos conventos, volvieron a vivir un esce-nario que pudiera recordar al de años atrás: hacinamiento y encierro, aisla-miento del exterior, falta de personal, de atención y de asistencias mínimas, así como carencia de infraestructuras adecuadas y de material básico (camas, ropas, medicamentos o alimentos)33. todo ello conllevó el empeoramiento de muchas de sus enfermedades, lo que se reflejó en unos porcentajes de mortandad jamás registrados en la historia de la asistencia psiquiátrica de la provincia: «el 22% de la población asistida en cada uno de los años 1937 y 1938» (gutiérrez aguilera, 1978: 102-103)34. de hecho, al finalizar la contienda, la cifra de enfermos se había visto notablemente mermada con respecto al inicio del conflicto, contabilizándose en 1939 alrededor de los 300 enfer-mos hospitalizados frente a los más de 400 que había.

la construcción del nuevo manicomio también sintió las nefastas con-secuencias de la desorganización y el abandono: las obras avanzaron lentas, sin dirección técnica alguna y sin someterse a unos planos que orientaran su progreso, lo que resultó en una estructura deficiente que, ante la amena-za de hundimiento, hubo de ser demolida al momento de querer retomar el proyecto con la intención de normalizar la situación de nuevo. aunque tendrían que pasar aún algunos años tras el conflicto para que esa normali-dad asistencial volviera a alcanzarse y diera sus añorados frutos.

h) Período de posguerra: reanudación del proyecto manicomial (1939-1949).

hacia el final de la guerra, el doctor Juan pedro gutiérrez se encon-traría con un inesperado contratiempo: el 1 de abril de 1939 entraba

33 la falta de seguridad y preparación para las finalidades psiquiátricas de un edificio con-ventual se dejan notar claramente en una anécdota de la época «protagonizada por un enfermo mental en el Convento de las Bernardas que consiguió escapar a los tejados del edificio, donde, haciéndose fuerte con la ayuda de una barra de hierro arrancada de la espadaña de la torre –y que había conseguido afilar por frotación contra las piedras del muro– se defendió contra las pretensiones del personal de reducirlo y bajarlo nuevamente a su punto de partida […] permaneció en el tejado durante tres días y sus noches, siendo espectáculo para paseantes y curiosos que, de todo Jaén, se desplazaron a los alrededores del Convento para contemplar el insólito espectáculo de ‘el loco en el tejado de las Bernardas’» (gutiérrez aguilera, 1978: 105). el trágico final sobrevino cuando, queriendo llenar una botella de agua de un depósito cercano por medio de una cuerda, se precipitó al vacío, muriendo poco más tarde por los daños sufridos.

34 en estas páginas se adjunta un cuadro en el que se pueden comprobar las entradas, salidas y defunciones de enfermos psiquiátricos entre los años 1929 y 1976.

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en Jaén un batallón comandado por francisco rodríguez acosta, que se hizo con el mando de la ciudad y se proclamó gobernador civil de la provincia, nombrando presidente de la diputación a luis sagaz Zubelzu y alcalde de la ciudad a Juan pedro gutiérrez, posición que ocuparía durante los siguientes ocho años. esta nueva responsabilidad le obligó a pedir la excedencia en su función médica, siendo sustituido en calidad de interino por el doctor Manuel choza, que dejaría pronto el servicio tras pedir también una excedencia, accediendo interinamente al servicio pedro camy sánchez-cañete, que desde entonces trabajaría codo a codo con Juan pedro gutiérrez siempre que éste no tuviese que atender sus deberes políticos como alcalde.

la ciudad buscaba ahora recuperarse de los efectos del conflicto. el hospital de san Juan de dios se encontraba aún sin espacio libre para devolver su lugar a las dependencias psiquiátricas, pues en él se atendía a numerosos heridos de guerra, así como a una población civil víctima de multitud de padecimientos y de las consecuencias del hambre. no pudieron más que destinar unas menguadas dependencias como clínica de psiquiatría, en las que se asistía a enfermos agudos de ambos sexos, bajo la atención del doctor camy. en estas salas, del santo rostro para las mu-jeres y de san lorenzo para los hombres, apenas se llegaría a atender a un centenar de dementes en los períodos de mayor densidad de enfermos. ante la falta de personal para asistirlos, la diputación solicitó en octubre de 1939 la concesión por parte de las hijas de la caridad de al menos 6 religiosas que ayudasen a las tareas asistenciales. pero tal debía ser el es-tado higiénico en que se encontraba el departamento psiquiátrico, que la superiora comunicó por dos veces el abandono de esta misión y la inmi-nente salida de las hermanas, llegando a final acuerdo tras el ofrecimiento de una casa alquilada en la que pudieran instalarse.

por otro lado, se procedió a la devolución de los conventos incauta-dos ante la insistente presión de las órdenes religiosas desalojadas durante el conflicto, comenzando por el de las descalzas, por lo que hubo que trasladar a todas las enfermas en él alojadas a las Bernardas. la orden de las Bernardas también reclamaba su convento pero, ante la difícil situa-ción de unos pobres locos sin paradero determinado, se llegó a un acuer-do de cesión de la mitad del espacio de modo que, por un período de algunos años, el convento fue habitado por las religiosas en convivencia con los dementes.

ni el hospital provincial era suficiente, ni el alojamiento conventual era el más adecuado. por ello, en 1942 se optó por volver a contratar

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servicios psiquiátricos externos a la provincia. en esta ocasión, el grueso de enfermos fue destinado al sanatorio de ciempozuelos (Madrid) y de san luis (palencia), y, en algunos casos, a granada, cádiz, salt (gerona), valencia, ciudad real, córdoba, toledo, sevilla, san sebastián y Melilla (garcía, 2005: 386).

a pesar de estos inconvenientes, este período destacaría por un pro-greso hacia la aplicación de técnicas y terapias psiquiátricas de base cien-tífica que permitirían mantener erradicado el uso de camisas de fuerza, acudiendo a la balneación caliente prolongada para mantener calmadas las reacciones alteradas de los enfermos, así como «la aplicación de cardiazol intravenoso (v. Meduna), la cura por comas insulínicos (Sakel), el ulterior ad-venimiento del electroshock (Cerletti y Bini), electronarcosis, la ampliación del arsenal antiepiléptico con la aparición de las hidatoinas» (gutiérrez aguilera, 1978: 107-108). se reanudan también los cursillos para la selección de enfermeros psiquiátricos, aunque sólo se llegó a realizar uno en este dece-nio, quedando constancia de la experiencia del mismo en una publicación realizada por los doctores gutiérrez higueras y camy sánchez-cañete35.

pero lo más importante ahora era comprobar la situación en que se encontraba el proyecto manicomial. el arquitecto luis Berges había falle-cido en julio de 1939, por lo que fue sustituido por el nuevo arquitecto provincial francisco lópez rivera que, en colaboración con el arquitec-to Julián laguna serrano, designado por la diputación, acometerían de nuevo el proyecto de construcción partiendo de los planos originales de luis Berges. se abrió expediente de construcción en 1940 con un «Estudio económico del funcionamiento de la proyectada Residencia Psiquiátrica Provin-cial de Jaén», elaborado por el director del departamento psiquiátrico. en dicho estudio calculó la capacidad del edificio en 600 enfermos, partien-do de estudios estadísticos basados en la afluencia de enfermos durante los 22 últimos años en el departamento psiquiátrico provincial, así como en los servicios de otras provincias y del extranjero. asimismo, elabo-ró un presupuesto general del funcionamiento de este establecimiento, calculando un gasto total anual de 961.000 pesetas y unos ingresos de 279.000 pesetas. todo ello para concluir necesario un aumento del per-sonal psiquiátrico para atender las distintas dependencias, determinando una plantilla de 108 empleados frente a los 46 que había trabajando en esos años en los servicios psiquiátricos.

35 gutiérrez higueras, J. p., y camy sánchez-cañete, p.: «contribución a la selección de enfer-meros psiquiátricos», en Actas Españolas de Neurología y Psiquiatría, n.° 3 y 4, julio-octubre de 1942, citado en gutiérrez aguilera, 1978: 107.

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en mayo de 1940, los arquitectos presentaron un anteproyecto del edificio con ligeras modificaciones se mostraba un edificio dividido en tres bloques: uno principal, de tres plantas, en el que se localizaría el sanatorio propiamente dicho; uno secundario, que alojaría la capilla, la residencia de la comunidad y otras dependencias; y un tercer pabellón de entrada y portería. a la espera de un estudio más detallado quedarían los terrenos agrícolas y el garaje, la residencia de empleados, mobiliario y menaje, suministros de aguas, etc. en relación a la capacidad total del edificio, estimaron 492 enfermos (282 hombres, 149 mujeres, 29 niños y 33 pensionados), repartidos en colonia y clínica, más una zona de asilo dedicada exclusivamente a varones. este anteproyecto fue presupuestado en 6.517.658,09 pesetas, siendo aprobado el 23 de agosto de ese año. para sostener este gasto, la corporación se planteó solicitar un crédito con base en la capitalización de la décima sobre la contribución rústica y pecuaria con destino a paro obrero, de modo que, paralelamente, se resolvería también el problema del paro obrero involuntario. pero esta operación no llegaría a realizarse, al ser desestimada en 1943 por el Mi-nisterio de hacienda.

perspectiva del proyecto de construcción de la fachada frontal del sanatorio neuropsiquiátrico «los prados» (1940)

las obras fueron adjudicadas a construcciones trueba. como ya co-mentamos, el estado en que se encontraba la edificación tras la guerra civil era muy inestable, teniendo que proceder a la demolición de gran parte de lo avanzado en abril de 1941, salvando únicamente parte de la zona destinada a hombres, en un intento de respetar o aprovechar, en la medida de lo posible, la obra construida. Ya en esta época se registra-

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ron las primeras ocupaciones del edificio, con el objetivo de comenzar los trabajos agrícolas: un grupo de 30 a 40 dementes, aún instalados en el convento de las Bernardas, eran trasladados a diario a la granja para comenzar los trabajos del terreno, lo que llevó al director a solicitar una autorización que permitiera pasar la noche en unas salas que, finalmente y aprobada la solicitud, se habilitaron para ellos y para el personal nece-sario para su atención.

siguiendo los trámites oficiales, se remitió el anteproyecto al ponente de vías y obras para que emitiera informe sobre el proyecto reformado: se le enviaron los primeros planos de situación de las obras existentes en di-ciembre de 1941, un reformado general en agosto de 1942 y un segundo reformado en diciembre del mismo año. el ponente redactó su «Informe sobre la situación actual de las obras de construcción del Sanatorio Psiquiátrico Provincial, emitido con motivo del primer proyecto reformado general en 20 de agosto de 1942 emitido por el Ponente de Obras Civiles José María Álvarez Ruiz» y, en sus extensos 51 folios, expone una serie de inconvenientes económicos criticando la presuntuosa aspiración de crear una instalación excesivamente moderna y no limitada a resolver, más modestamente, el problema de la asistencia psiquiátrica provincial, obviando el hecho de que la atención psiquiátrica no es ni la única ni la más importante em-presa que la corporación provincial debía soportar, y resaltando que en ningún momento del proyecto, desde sus orígenes, se había resuelto de manera convincente el problema de cómo afrontaría la diputación los costes del proyecto36. las modificaciones al proyecto presentadas por los arquitectos a lo largo de 1942 fueron insuficientes, pues la corporación consideró elogiable el informe del ponente y decidió mantener los servi-cios externos contratados mientras se buscaba una nueva solución.

en 1943, los arquitectos presentaron otra modificación del proyecto, a partir de la cual se permitió la continuación de las obras. pero un suceso trágico acaecido en el hospital el 2 de septiembre de ese año llevó a la corporación a adoptar una solución de urgencia: un enfermo había ata-cado a otros dos, matando a uno de ellos e hiriendo al segundo. este he-cho llevó a plantear al arquitecto lópez rivera que estudiase una posible adaptación de la planta baja del pensionado del sanatorio en obras, para poder alojar allí a los dementes que permanecían en observación para su traslado a manicomios externos, de modo que fueran separados de los demás. se proyectó una clínica de servicios mínimos capaz de alojar a 45

36 se pueden consultar extractos de este informe y un análisis más detenido en garcía, 2005: 382-385.

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enfermos, conformada por despacho médico, departamento de enferme-ros, aseos para los asistentes, comedor, cocina y despensa, dos dormito-rios para enfermos no agitados y otro para aislamiento, así como baño y retrete para ellos. todo ello con un presupuesto de 37.702,50 pesetas, siendo aprobado por el ponente que, dada la urgencia de la situación, decidió que se ejecutase por vía administrativa directa o destajada en vez de someterlo a concurso.

nuevamente, se planteó otra modificación al proyecto primitivo en 1946, que presentaba un edificio en forma abierta, sin patios cerrados ni semicerrados, y cuatro cuerpos principales (parte frontal y posterior, un elemento de unión perpendicular y un elemento intermedio), estimando un presupuesto de 6.974.396,74 pesetas. en 1947 se convocó este pro-yecto a subasta, no presentándose ninguna proposición y decidiendo eje-cutar las obras por vía administrativa, solicitando a la dirección general de regiones devastadas que asumiera las mismas.

construcción de la fachada del bloque frontal del sanatorio neuropsiquiátrico «los prados» (años 40)

en diciembre de 1948 es denegada una solicitud de traslado de 25 a 30 enfermos a ciempozuelos, pues la corporación estima que hay que restringir las admisiones de enfermos y las expediciones de los mismos. la inauguración del manicomio provincial o, al menos, su habilitación adecuada para comenzar en él la asistencia de enfermos, se ve cercana. de hecho, en el mes siguiente se presenta un proyecto de terminación de

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obras que, presupuestado en 9.816.041,12 pesetas y soportado por un crédito de 12 millones de pesetas solicitado extraordinariamente al Banco de crédito local, será adjudicado al contratista Juan Moreno rus, con un plazo previsto de ejecución de 30 meses –plazo que, sin embargo, no se cumpliría37. las obras se reanudarían el 28 de julio de aquel 1949, pero las instalaciones ya permitieron el retorno, de manera escalonada a lo lar-go del trienio siguiente, de los enfermos destinados en otras provincias, que fueron instalándose ya en el nuevo edificio.

3. el sanatorio neuropsiquiÁtrico «los prados» (1949 a 1980).

a) Primeros años: inauguración e instalación de los servicios (1949-1956).

el sanatorio neuropsiquiátrico «los prados» recibiría en el inicio de los años 50 un último impulso fundamental del que fue su mayor defen-sor: el 31 de mayo de 1949, Juan pedro gutiérrez, que había cesado en sus funciones de alcaldía el 14 de mayo de 1947 a causa de su enferme-dad estomacal38, recibió una propuesta del Ministro de gobernación Blas pérez gonzález para ser nombrado presidente de la diputación provincial en sucesión de José antonio de Bonilla y Mir, la cual aceptó prácticamen-te con el único objetivo confeso de culminar aquel proyecto manicomial por el que tantos años había luchado39. Y tuvo sus frutos, pues ya en la Memoria de secretaría de la diputación provincial correspondiente al año 1950-1951 se podía leer anuncio de la feliz noticia:

«Se halla levantado el Sanatorio Psiquiátricos de «Los Prados», que está bajo la advocación de la Virgen del Carmen, y será uno de los mejores de España, tan pronto esté terminado, a pocos kilómetros de la capital, en una gran lla-nura, rodeado de huertas, campiña y olivares, en un hermoso paraje» (Ms, 1950-1951: 118-119).

37 se puede encontrar un esquema del desarrollo de las obras en el quinquenio que sigue en gutiérrez higueras, 1954: 22.

38 fue intervenido quirúrgicamente casi de urgencia en Barcelona por el dr. puig sureda. en esta intervención se confirmó que la enfermedad de la que, desde años atrás, se aquejaba Juan pedro no era otra cosa que un carcinoma gástrico. la recuperación de esta intervención fue pronta y adecuada, liberándose al fin de una enfermedad que había mantenido a lo largo de 10 años (palma, 1999: 76).

39 diario Jaén, 1 de junio de 1949: 1-2.

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pero en aquellas fechas, los dementes giennenses se encontraban en su mayoría desplazados, y sólo unos pocos permanecían en la ciudad recibiendo atenciones en el limitado hospital provincial: de hecho, en 1949 se contabilizaban 29 enfermos asistidos en la sala de la «roton-da» (18 hombres y 11 mujeres), encontrándose desplazados a centros de otras provincias un total de 350 dementes (gutiérrez higueras, 1954: 41). la primera expedición de retorno, que tendría lugar el citado año, estaría conformada por 69 enfermos, permitiendo el regreso del resto de los 123 varones al año siguiente. Y fue en el año 1952, cuando el espacio disponible en el nuevo edificio lo permitió, que pudieron volver las 147 mujeres que aún se encontraban en palencia y ciempozuelos. se cerró así de manera definitiva el alejamiento y exilio de los enfermos mentales de la provincia, situación que, afortunadamente, ya no se volvería a repetir. Y una vez cerrado este ciclo, se estableció la fecha del 1 de julio de 1952 como la que señalaría al fin la tan deseada inauguración del nuevo sana-torio neuropsiquiátrico «los prados».

no obstante, las obras continuaban en curso, a la vez que se dotaban las instalaciones de mobiliario –lo que incluía, entre otros enseres, unas cuatrocientas camas con todos sus accesorios– e instrumental médico para la atención psiquiátrica40. en 1951 se proyectó y ejecutó la portada

40 en 1950 se adquiere, como ejemplo, un aparato de electronarcosis, que supuso un impor-tante avance hacia la entonces novedosa técnica del electroshock (palma, 1999: 97), o la adquisición de un aparato de electroencefalograma en 1956 (ibíd.: 101).

entrada principal a los terrenos del sanatorio neuropsiquiátrico de «los prados». (fuente: gutiérrez higueras, 1954)

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de entrada a la finca y el pabellón de portería anejo a la misma, así como los acabados de la casa de labor, que ya se encontraba en funcionamien-to; en 1952 se plantearon las zonas ajardinadas y acerados en las vías de acceso al edificio y la zona para la capilla, que quedaría inaugurada previa bendición en 195441; las instalaciones eléctricas estaban casi terminadas, y se inició el proyecto para la cocina, la lavandería mecánica y las marmitas, que estarían prácticamente concluidas en el año siguiente; en 1952 ya se trabajaba en los patios de pensionado y mujeres a la vez que se remataba la decoración de los vestíbulos principales, del pensionado de hombres y del de mujeres; en 1953 se concluyó totalmente la zona de enfermos tranquilos, así como el gabinete de rayos X y el laboratorio. se instaló la red telefónica, y el sistema de radiodifusión entró en funcionamiento en las salas donde estaban los enfermos, «beneficiando extraordinariamente la asistencia introsanatorial por cuanto contribuye a disminuir la sintomatología de agitaciones y la polifacética de los múltiples síntomas de la serie catatónica» (Ms, 1953: 168-169). en 1954 ya estaban en funcionamiento la cantina y las barberías del pensionado y de benéficos, encontrándose muy avan-zadas las zonas de clínica, colonia y asilo de hombres y mujeres. en ese año se habilitaron las zonas para pensionados y distinguidos, lo que se dejó notar en la mejora asistencial y en el número creciente de ingresos que empezaba a producirse, lo que también era reflejo de la confianza que socialmente se estaba despertando hacia este nuevo servicio psiquiá-trico en la población giennense. el año de 1956 se firmó el proyecto de terminación de la primera fase del pensionado de 2ª clase para mujeres, y se proyectó el pensionado de hombres, además de llevar a cabo unas reformas en la clínica de hombres. como puede verse, estos primeros años de funcionamiento estuvieron llenos de novedades y mejoras cons-tantes, pero también de necesidades materiales y problemas derivados de la construcción que fueron surgiendo y que, a pesar de las molestias que en algunos momentos pudieran ocasionarles a los pacientes que ya se iban instalando, se fueron resolviendo sin mayores dificultades (gutiérrez higueras, 1954: 25-26).

el regreso de enfermos y el arranque de los distintos servicios asisten-ciales que preveía el sanatorio hicieron urgentes muchas otras cuestiones relativas a la organización interna: en primer lugar, la valoración de las

41 sin embargo, carlos gutiérrez nos cuenta el estado de esta zona del edificio a finales de 1977: «Incluso el propio pabellón destinado en el proyecto a Capilla, Teatro y Sala de Conferencias, no sólo no se ha terminado jamás, sino que en la fecha de estas líneas acaba de ser declarado en ruinas» (gutiérrez aguilera, 1978: 111).

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necesidades de personal. en 1949, la plantilla total se cifraba en 31 em-pleados entre todas las especialidades, número claramente insuficiente, contando además con que no sólo se requerirían empleados sanitarios, sino también administrativos, especialistas para dirigir los distintos talle-res, los servicios de limpieza, cocina, jardinería, conserjería, seguridad… poco a poco se irían completando estas funciones, siendo importante re-saltar aquí un acuerdo adoptado el 23 de julio de 1953 para la creación de dos nuevas plazas de médicos especialistas en neuropsiquiatría, que serían convocadas para el año siguiente, a una de las cuales aspiraría car-los gutiérrez aguilera (palma, 1999: 100)42, que quedaría el primero en las pruebas, siendo la segunda plaza para Manuel durán lópez.

dentro de esta nueva plantilla que se iba conformando se contó tam-bién con el apoyo de algunas hijas de la caridad procedentes del hos-pital de san Juan de dios, siendo las primeras en acceder al servicio sor raimunda Badía y sor lucía43. además de ayudar en las atenciones a los enfermos mentales44, ofrecían oficios religiosos, contándose un 40%

42 este hecho, así como una nueva alusión a problemas de salud, llevaron a Juan pedro gutiérrez a anunciar la dimisión como presidente de la diputación (diario Jaén, 3 de abril de 1954: 3), siendo sustituido en el cargo por ricardo de villegas herrera. en su discurso de despedida, se expresó del siguiente modo: «Aunque moralmente y también legalmente sea discutible la existencia de una incompatibilidad, mi concepto personal de la honestidad o del prestigio político y el de mi hijo acerca de las normas del juego limpio en la lucha por la vida nos han aconsejado el apartamiento de toda actividad política dando carácter de urgencia y plazo fijo a la primera razón [su salud] que ya os expuse como justificante de mi dimisión» (diario Jaén, 4 de abril de 1954: 3). seis meses después de su dimisión, y enterado el gobernador de que las razones declaradas se habían extinguido, Juan pedro gutiérrez volvió a ser comprometido para la presidencia de la corporación provincial, siendo nombrado el 20 de octubre de 1954 en un acto en que expresó su satisfacción «al volver a reanudar sus actividades con sus queridos compañeros de Corporación», afirmando «que al despedirse, sabía que había algo que le anunciaba el grato momento de ahora, porque reintegrarse a una casa en la que había luchado durante cuatro o cinco años, rodeado de tan buenos colaboradores y con satisfacciones clarísimas para él, es siempre una cosa agradable», y expresando sus intenciones de «continuar la obra anterior, corrigiendo los errores que pudiera haber habido» (diario Jaén, 21 de octubre de 1954: 8).

43 «Sor Ana Fernández, dirigió como Superiora el Establecimiento desde el 16 de abril de 1952 hasta el 20 de enero de 1958; Sor Manuela Mercader, hasta el 2 de marzo de 1960, y Sor Ana Jiménez, a partir de esta última fecha» (Medrano, 2011: 18).

44 «Todas las mañanas bajaban en un camión a prestar sus caritativos servicios. Llegaban aproxi-madamente a las 8 e inmediatamente empezaban a preparar el desayuno a los enfermos…, continuando su difícil labor durante toda la jornada en medio de dificultades de todo género. Carecían de todo. No había agua potable. Se abrían algunos pozos, pero daban agua salada. Muchos días no tenían pan para el desayuno y habían de contentarse con un sorbo de café. En cierta ocasión, dijo una de las Hermanas, sólo disponía de 30 platos para 40 enfermos, y lo demás estaba todo racionado. Sor Paula Bosch, Superiora del Hospital, era por entonces la Administradora.

Un día se le presentó Sor Raimunda y entre lágrimas y sollozos le expone la crítica situación de sus queridos enfermos. Sor Paula vivamente emocionada le contesta: Lo siento mucho, Hermana, pero a mí sólo me dan tantos granos para cada enfermo y no dispongo de otra cosa. A lo que respondió Sor Raimunda: Yo no entiendo de granos, lo que yo sé es que a los enfermos tengo que llenarles el plato y si no lo hago, se quedan

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de enfermos asistentes a las misas de domingos y festivos y demás actos religiosos. también establecieron la visita domiciliaria de la virgen Mila-grosa en las casas y cortijos de las cercanías. sin duda, la misión que esta congregación realizaba en el sanatorio era insustituible, y así lo mani-festaba constantemente la directiva del establecimiento que «aprovecha-ba cualquier circunstancia para demostrarles su agradecimiento» (Medrano, 2011: 17)45.

también era necesario completar la plantilla con asistentes psiquiá-tricos de otras categorías subalternas y auxiliares, y las aspiraciones del director Médico a este respecto no eran ajenas a «la extraordinaria impor-tancia que tiene para el porvenir del Sanatorio, su eficacia y prestigio, dotar-lo de un personal suficiente en número, perfectamente capacitado en sentido técnico, de adecuada aptitud física, condiciones morales y apego o entusiasmo por su misión, suficientemente retribuido a pesar de los severos límites impues-tos por la rigurosa reglamentación de funcionarios y provisto de los elementos auxiliares necesarios para cumplir sus tareas» (gutiérrez higueras, 1954: 29). con el fin de asegurar este objetivo, se vuelven a retomar los cursi-llos de formación y capacitación psiquiátrica como requisito previo a la selección de las nuevas plantillas. estos cursos incluían exámenes somá-ticos y psicotécnicos con el fin de comprobar las aptitudes físicas y de ca-rácter de los aspirantes, y pruebas de cultura elemental y conocimientos básicos. sólo aquel alumnado que superaba exitosamente esta fase podía permanecer un período de seis meses como interno, período en el que seguían recibiendo enseñanzas teórico-prácticas basadas en el programa oficial para enfermeros psiquiátricos, llevando a cabo pequeñas interven-ciones en distintos departamentos del sanatorio. Ya en 1953 se organizó uno de estos cursos, en concreto su cuarta convocatoria, al que asistieron un total de 23 alumnos, entre los que se contaban 8 aspirantes, 8 enfer-meras, 2 practicantes y cinco hermanas de la caridad, de los cuales 16 lo terminaron satisfactoriamente. acerca de este cursillo nos cuenta Juan pedro gutiérrez: «Las clases fueron en número de cuatro semanales (dos eran

con hambre y se quejan» («las hijas de la caridad en Jaén. sanatorio neuropsiquiátrico de los prados, de la Beneficencia provincial de Jaén», en Anales de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad, tomo lXvi, enero 1962, número 1, pág. 624-625, citado en Medrano, 2011: 17).

45 la corporación provincial llegó incluso a celebrar un homenaje el 25 de enero de 1954 a la entonces ya fallecida sor raimunda Badía en honor de sus Bodas de oro con la compañía de las hijas de la caridad. dicho acto consistió en una misa cantada y una representación teatral realizada por las niñas del hogar de la victoria con la colaboración de una enfermera del sanatorio, así como de la colocación en el centro de una lápida conmemorativa (Medrano, 2011; Ms, 1954; gutiérrez aguilera, 1978).

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teóricas, una práctica y otra de formación religiosa y deontología psiquiátrica); por otra parte, la asistencia de los cursillistas a la Clínica y Colonia era diaria y en una jornada de ocho horas, dejándoles el resto del tiempo para estudio y asistencia a las clases. Las explicaciones de los temas del Programa Oficial y las clases prácticas de religión estuvieron a cargo de los Dres. Gutiérrez Higueras, Camy Sánchez-Cañete, Gutiérrez Aguilera y Durán López, el Capellán Rvdo. P. Matías Gualda, el practicante Sr. Moraleda y M. Buitrago, y actuando de auxiliares de clases y prácticas los practicantes residentes Sres. Moraleda Co-rredor, Cano Ramiro y los enfermeros jefes» (gutiérrez higueras, 1954: 88; Ms, 1953: 172).

a finales de 1953 se había conseguido una ampliación de plantilla que llegaba a los 91 empleados de todas las categorías. no obstante, Juan pedro gutiérrez afirmaba en su Memoria que el número era aún insufi-ciente pues, a pesar de haber establecido de manera transitoria una jor-nada de doce horas diarias para enfermeros y algunos otros empleados, consideraba que no era abordable la asistencia requerida ante la inminen-te apertura de nuevos pabellones y secciones, o tras la prevista reagru-pación de enfermos en grupos más pequeños y homogéneos, estimando una ampliación necesaria de los empleados sanitarios en no menos de veinticinco enfermeros y cuidadores de ambos sexos (gutiérrez higueras, 1954: 33).

asegurada ya la aptitud profesional de los nuevos empleados desti-nados al sanatorio gracias a los cursillos, también era necesario estimular su motivación y su vocación, para lo cual se nombraron Jefes de servi-cio, se organizaron premios y sanciones, además de becas e intercambios con otros centros asistenciales. igualmente, con la idea de cohesionar a la plantilla y mantener la comunicación entre los distintos departamen-tos, se proyectaron reuniones de equipo, Juntas facultativas y sesiones clínicas, consiguiendo que todo el conjunto del sanatorio conociera los asuntos del establecimiento y las historias clínicas de los pacientes que allí se asistían, analizando conjuntamente los avances científicos y las no-vedades asistenciales que fueran surgiendo. todo ello se vería regulado por la redacción del nuevo reglamento interno que organizaría todos los servicios, y con el que culminaría este período inicial del nuevo centro.

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 747

b) Organización y funcionamiento del Sanatorio: Reglamentos propios (1956).

fue en 1956, siendo todavía Juan pedro gutiérrez presidente de la diputación provincial, cuando se aprobaron los nuevos reglamentos que regularían tanto la Beneficencia provincial como el sanatorio en particu-lar. principalmente, son tres los documentos a los que se sometería el fun-cionamiento y organización del establecimiento manicomial: un primer documento titulado Reglamento de Servicios Benéfico-Sanitarios y Plantilla aneja al mismo (rsB), aprobado en la sesión ordinaria del 14 de mayo de 1956 y que se encargaba de definir los servicios benéficos de la provincia en sus distintos establecimientos; un segundo documento titulado Regla-mento de Régimen Interior del Sanatorio Neuropsiquiátrico de «Los Prados» de la Beneficencia Provincial de Jaén (rri), aprobado en la sesión celebrada el 10 de septiembre de 1956 y que organizaba el establecimiento psiquiátri-co en concreto; y, en tercer lugar, la Ordenanza Reguladora de la Exacción por Estancias y Prestaciones Sanitarias y Asistenciales en los Establecimientos de la Beneficencia Provincial de Jaén (ore), aprobada en la sesión extraor-dinaria del 2 de enero de 1956 y que establecía los costes de las estancias y de las asistencias de todos los servicios sanitarios de la Beneficencia provincial46.

46 a este listado debemos añadir otros documentos también fundamentales para la organi-zación de los servicios, como el Reglamento de Funcionarios de Administración Local, de 30 de mayo

vista aérea del sanatorio neuropsiquiátrico «los prados» (años 50)

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definiciÓn Y organiZaciÓn

el Reglamento de Servicios Benéfico-Sanitarios de la Excma. Diputación Provincial de Jaén de 1956 fue el primero en incluir el sanatorio neuro- psiquiátrico de «los prados» entre los establecimientos de la Beneficen-cia giennense, siendo descrito como «el Establecimiento destinado a acoger y tratar enfermos psíquicos, en servicio abierto o cerrado o en consultorio, reali-zando, además, la terapéutica de las afecciones mentales en medio hetero-fami-liar, la profilaxis y la protección social de los psicóticos y psicópatas, mediante la creación de un dispensario de higiene mental o la colaboración activa con los que pueda crear el Estado u otro Organismos. Asimismo realizará una labor pedagógica de la infancia mentalmente anormal. Tendrá, pues, carácter mixto de clínica, colonia, hogar y escuela psiquiátricos, funcionando en régimen be-néfico o de pago» (rsB, art. 5). el Reglamento de Régimen Interior añadiría a este punto que la diputación, que costea y rige dicho establecimiento, ejercerá la inspección y rectorado del mismo a través de uno de sus diputa-dos que será denominado visitador del sanatorio de «los prados»47 (rri, art. 2).

los servicios del sanatorio neuropsiquiátrico estaban organizados en dos servicios, uno para hombres y otro para mujeres, a los que se les pro-curaba toda la independencia funcional posible, incluido en lo material y en el personal asistente, siendo cada uno de ellos regido por un Jefe o subjefe de servicio. cada uno de estos servicios se dividía en 5 secciones: Neurológica, para enfermos nerviosos y su tratamiento médico-quirúrgico; Psiquiatría cerrada, para enfermos mentales recluidos por orden guberna-mental, judicial, o por indicación médica en caso de ser antisociales o peligrosos; Psiquiatría abierta, en donde se atendía a pacientes internados por su propia voluntad o por indicación médica, no siendo considerados ni antisociales ni peligrosos; Dispensario, dedicado a la atención de los en-fermos que acudían a consulta con padecimientos que no justificaban una hospitalización, además de encargarse de la misiones de higiene mental y

de 1952, que regulaba al personal técnico y funcionario de las distintas administraciones locales; el Reglamento de Personal Sanitario Local, de 27 de noviembre de 1953, que regulaba las funciones del personal sanitario que atendía los servicios benéficos bajo la condición de funcionarios técnicos del estado; así como el Reglamento de trabajo para los Establecimientos de Hospitalización y Asistencia de la Excma. Diputación Provincial de Jaén, aprobado el 25 de junio de 1953, y que regulaba a todo el personal no funcionario de los establecimiento de la Beneficencia provincial.

47 los visitadores del sanatorio psiquiátrico fueron los siguientes: fernando Belbel sánchez-cañete (1956-1957); antonio herrera garcía (1958-1960); fernando viedma rodríguez (1961-1963); ramón calatayud sierra (1964-1973). a partir de esta fecha, las Memorias de secretaría dejan de reflejar este dato con respecto al sanatorio, a pesar de que el cargo sigue existiendo para otros establecimientos, desapareciendo toda alusión a partir de la Memoria de 1976.

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 749

de la atención a la situación social, familiar, económica o jurídica de los enfermos; e Infantil, dedicado a la psiquiatría infantil y pedagogía tera-péutica, dentro y fuera de la Beneficencia provincial (rri, art. 3).

atendiendo a una clasificación clínico-asistencial, los enfermos se distribuían en el sanatorio en grupos relativamente homogéneos, con el fin de favorecer la eficacia asistencial. con este fin se crearon los siguien-tes departamentos (rri, art. 6): Clínica de agudos y observación; Colonia para crónicos laboriosos; Asilo para enfermos necesitados de cuidados materiales o incapaces de trabajar; Infantil, para menores de 14 años; Neu-rológica, para procesos predominantemente nerviosos; Infecciosos y vigi-lancia especial para casos calificados de peligrosos.

plantilla

con respecto al personal sanitario, el rsB lo clasificaba en técnico (Médicos, farmacéuticos y odontólogo) y técnico-auxiliar (practicantes, Matronas, enfermeras y diplomados en psiquiatría), pasando a concebir a los facultativos del primer grupo como el cuerpo de Médicos de la Beneficencia provincial de Jaén48. entre ellos podíamos encontrar cuatro categorías o funciones:

• el Decano de la Beneficencia, elegido por el pleno de la dipu-tación de entre una propuesta de tres de los Jefes de servicio con una antigüedad mínima en el cuerpo de 15 años, asumía las funciones de Jefe de todo el personal sanitario de la Beneficencia provincial, ejerciendo su autoridad a través de los directores de cada establecimiento, y siendo el representante oficial de la Be-neficencia ante la corporación provincial y cualquier otra autori-dad. entre sus obligaciones se contaban la inspección y supervi-sión de todos los establecimientos y la elaboración de minuciosas estadísticas que reflejaran el movimiento de enfermos asistidos en la Beneficencia provincial.

• el Jefe de Servicio y el Subjefe eran elegidos entre los Médicos de número de cada servicio a través de un concurso basado en los méritos profesionales del aspirante y en una memoria elaborada sobre el servicio a cuya Jefatura o subjefatura se aspiraba. tenían bajo su cargo la supervisión del servicio concreto de la asistencia

48 el art. 11 del rsB, que enumeraba los distintos servicios que funcionarían en la Beneficen-cia provincial y establecía el número de facultativos que se destinarían a cada servicio, fijaba en cuatro los facultativos que atenderían la sección de neuropsiquiatría.

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benéfica en el que estaban destinados, y debían elaborar cada mes de enero una memoria que se hacía llegar de manera infor-mativa al decano y al director del establecimiento, enviando una tercera copia al secretario para que elaborase la Memoria general anual para la diputación.

• finalmente, se encontraban los Médicos de número, grupo cons-tituido por los restantes Médicos de la Beneficencia provincial que no habían alcanzado alguna de las categorías superiores que acabamos de describir.

por otro lado, la dirección de cada establecimiento era asumida por uno de los Jefes de servicio, siendo designado por la diputación provin-cial en sesión plenaria –salvo que sólo hubiera un Jefe de servicio, en cuyo caso éste debía asumir también la dirección. al igual que los Jefes de servicio, debían preparar una memoria cada mes de febrero que detallara la labor desarrollada en su centro, los problemas del mismo y cualquier necesidad que requiriera atención.

el rsB disponía, además, un servicio de guardia permanente e ininte-rrumpido en el hospital provincial, en el sanatorio de «los prados» y en

plantilla aneja a los servicios benéfico-sanitarios provinciales y sueldos base (rsB, p. 29)

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 751

la casa de Maternidad, servicio que era atendido por Médicos internos nombrados por concurso-oposición y que habían obtenido su título fa-cultativo con cuatro años de anterioridad al nombramiento. no eran con-siderados ni en el escalafón ni en la plantilla de la Beneficencia, ocupando esa posición por no más de tres años. en el caso de los servicios internos o de urgencia del sanatorio de «los prados», tal y como establecía en el art. 32 de su rri, estos facultativos se alojarían en el sanatorio, asumiendo todas las funciones necesarias en caso de ausencia de los Jefes de servicio o del director.

pasando ahora al grupo de los auxiliares sanitarios, eran regulados por la sección 5 del rsB (art. 40 a 46). accedían al servicio por concur-so-oposición, y cumplían funciones subalternas de los Médicos a los que ayudaban en el ejercicio de su labor sanitaria. eran clasificados en: practi-cantes, Matronas, enfermeras y enfermeros –con capacitación psiquiátri-ca en el caso particular de los destinados al sanatorio. también en estos escalafones había puestos de responsabilidad, a los que se les asignaban actividades determinadas o misiones especiales.

• los Practicantes eran aquellos que, adscritos a un Médico, clínica o servicio, desempeñaban las funciones propias de su especiali-dad. en aquellos servicios que existiesen más de tres practicantes, uno asumiría la posición de practicante Mayor y otros los cargos de practicantes de guardia. el practicante Mayor de cada esta-blecimiento era elegido por la diputación de entre una propuesta de tres candidatos elegidos por los compañeros de dicho centro, teniendo como condición mínima el llevar más de 10 años ejer-ciendo en la Beneficencia provincial. su deber consistía en auxiliar al Médico director en todo lo relacionado a la organización de las plantillas y la distribución del trabajo. por otro lado, eran asigna-dos como practicantes de guardia, en el caso del sanatorio, los tres últimos en el escalafón del centro. Éstos se distribuían la atención de los distintos servicios según las necesidades asistenciales del departamento, teniendo derecho a alojamiento y comida.

• las Matronas atendían los partos normales o distócicos, siguiendo las instrucciones de los Médicos tocólogos, y debían organizarse las guardias asegurando la presencia de al menos una de ellas en todo momento.

• las Enfermeras eran las que se encargaban del cuidado de los enfermos, administrando los tratamientos necesarios y haciendo recogida de datos. eran destinadas por el director o por los Jefes

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de servicio a una sección y debían someterse a los horarios y normas del mismo, establecidos en los distintos reglamentos de régimen interior, así como a las órdenes de los Médicos y de la Jefatura de enfermería. para el caso del sanatorio neuropsiquiá-trico, existía la categoría de Enfermeros y enfermeras psiquiátricos para aquellos auxiliares sanitarios especialmente preparados para la asistencia de los enfermos psíquicos. debían tener certificado oficial de capacitación psíquica o, en su defecto, superar los cur-sos expedidos por el propio sanatorio de «los prados». por su parte, debían someterse al rri del neuropsiquiátrico y a las órde-nes de sus superiores jerárquicos: Médicos y enfermeros Jefes.

vista la organización general de la Beneficencia provincial, pasamos a continuación a enumerar los distintos cargos que el reglamento de régi-men interior determinaba para el sanatorio (rri, art. 27 a 53), quedando del siguiente modo la organización de la plantilla:

− auxiliares.

− conserje.

− Jefe de talleres.

− portero.

− cantinero.

− empleados laborales.

− capellán.

− Madre superiora.

− comunidad religiosa

– Médico director.

− Jefe y subjefe de servicio.

− Médicos internos o de guardia.

− Médicos colaboradores.

− Médicos asistentes.

− practicantes.

− enfermeros psiquiátricos.

− enfermeros Jefes.

− administrador.

este rri establecía detalladamente las distintas funciones y respon-sabilidades que cada uno de estos cargos cumplía en el funcionamiento normal del sanatorio, concluyendo con un apartado de «obligaciones comunes a todo el personal» que dictaminaba que, dadas las caracterís-ticas especiales y particulares del tipo de paciente que atendían allí, «el personal del Sanatorio de ‘Los Prados’ [...] tiene el deber riguroso de la discre-ción o reserva profesional referida a la identidad de las personas, marcha del proceso morboso, síntomas que presenta, actos que realiza cualquier enfermo, así como a los problemas e incidentes que la vida intrasanatorial plantee. [...] En sus relaciones con los enfermos, los empleados cuidarán de tener presente la misión de servicio que les incumbe respecto a aquéllos, absteniéndose de utilizarlos en su personal provecho. Quedan especialmente prohibidas, la inge-rencia indiscreta en los asuntos de otros servicios o departamentos, los malos

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 753

tratos de palabra u obra, así como la excesiva familiaridad con los pacientes y la relación epistolar o verbal con sus familiares, en cuanto tenga por objeto proporcionar informes o ventajas de asistencia; los ruidos, las voces, el desaseo personal, el descuido en advertir y procurar la corrección de defectos o averías de instalaciones y el fumar en las clínicas» (rri, art. 54).

el sanatorio constaba, además, de dos organismos consultivos y ase-sores: por un lado, el Consejo Asesor, presidido por el Médico director y compuesto por todos los facultativos del centro, la Madre superiora de la comunidad religiosa, el capellán, el administrador y el arquitecto provincial (adscrito al establecimiento). este consejo se reunía una o dos veces al mes y en convocatorias excepcionales solicitadas por el presiden-te o por tres de sus miembros, y estudiaban los problemas técnicos, de trámite, organización, funcionamiento y mejora del sanatorio, llevando a cabo también la evaluación de la Memoria anual del Médico director, los presupuestos, etc. (rri, art. 56 a 60). por otro lado, existía una Junta Facultativa, compuesta por todos los Médicos del establecimiento e igual-mente presidida por el Médico director, que se reunía semanal o quince-nalmente para evaluar las propuestas de altas que cada Médico proponía, confirmar los informes y los partes semestrales, y analizar aquellos casos clínicos que lo requirieran o los problemas científicos que fueran surgien-do (rri, art. 60).

plantilla del sanatorio neuropsiquiátrico «los prados» en los años 50 (fuente: gutiérrez higueras, 1954)

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rÉgiMen econÓMico Y tarifas

dentro de los dos servicios en que se dividía el sanatorio existían dos regímenes económicos: régimen normal y régimen de pago. eran considera-dos del primer grupo todas aquellas personas que podían recibir el trato de benéficos, pues carecían de los medios para pagar el servicio, ya fuera por sí mismas o por el encargado de su atención. dentro del régimen de pago se encontraban los pacientes que no cumplían las condiciones míni-mas para ser considerados como benéficos49, pudiendo separar en este ré-gimen a los pensionistas, que recibían igual trato que los benéficos en cuan-to a alojamiento y dietas, y los distinguidos, que contrataban un servicio con condiciones especiales de alojamiento, dietas y recursos materiales50. dadas las condiciones del establecimiento psiquiátrico, los distinguidos podían ser considerados de primera clase, de segunda clase y de lujo o clase especial. en este sentido, la citada ordenanza determinaba las condiciones de alojamiento y dietas de estas tres categorías (ore, art. 3):

– Segunda clase: caracterizada por dormitorios de cuatro camas, como máximo y tres comidas al día (desayuno, comida y cena), en comedor independiente y con arreglo a la siguiente minuta:

desayuno: café con leche y pasta o pan.comida: dos platos (uno de ellos, carne o pescado).cena: dos platos y postre.

– Primera clase: con dormitorio de una a dos camas; cuatro comi-das diarias, en comedor separado de las restantes categorías, y con arreglo a la siguiente minuta:

desayuno: café con leche y pastas o bollos.comida: entremeses y dos platos.Merienda: leche, frutas y pastas.cena: dos platos y postre.

– Clase especial: con departamentos formados por un dormitorio y baño privado, o dormitorio, gabinete o baño; las comidas de esta categoría se podrán servir en el propio departamento o en el comedor de la primera clase, siendo la minuta:

49 dentro de este grupo también se consideraba a los militares, con los que existían convenios especiales, y los propios funcionarios de la diputación provincial, cuyos cargos asumía dicha insti-tución, así como los que venían derivados por parte de sus aseguradoras y que eran mantenidos por las mismas (rsB, art. 12).

50 es importante resaltar que las diferencias de regímenes nunca suponían una diferencia en los cuidados de índole sanitaria, que eran iguales en ambas categorías.

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 755

desayuno: café con leche, chocolate o leche, con bizcochos o pastas.comida: entremeses, dos platos y postre.Merienda: leche, frutas y pastas. cena: sopa, dos platos y postre.servidumbre especial.

pero al margen de este marco general establecido por la ordenanza para todos los servicios de la Beneficencia provincial, el rri del sanatorio neuropsiquiátrico determinaba en su art. 24 que los regímenes alimen-ticios, tanto de los benéficos como de los servicios de pago, serían esta-blecidos por la superiora de la comunidad religiosa o por la administra-ción, siempre bajo acuerdo con el director Médico del establecimiento.

las tarifas que se debían pagar por las estancias de cada categoría venían determinadas en la ore, en su art. 10:

tarifas por estancia y asistencia médica de los servicios de pago de la Beneficencia provincial (ore, art. 10)

las tarifas de los distintos servicios médicos y especiales venían fija-das oficialmente y desplegadas según especialidades médicas y tratamien-tos. a continuación, se refleja en una tabla los costes que se asignaban a los distintos tratamientos de la sección de neuropsiquiatría (ore, art. 11):

EstanciasVisita

Médica

Servicios médicos y especiales

Pensionistas 15 pts. 3 pts.50% de la

tarifa

2ª Clase 30 pts. 6 pts. tarifa normal

Distinguidos 1ª Clase 50 a 70 pts. 12 pts.200% de la

tarifa

Especial 90 a 110 pts. 20 pts.300% de la

tarifa

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tarifas de los distintos tratamientos neuropsiquiátricos de la Beneficencia provincial (ore, art. 11)

los medicamentos suministrados a pensionistas, asegurados y dis-tinguidos eran cargados en sus cuentas respectivas siguiendo las tarifas oficiales de venta al público. además, existían otros servicios como el de

aplicación de una terapia de electrochoque a un enfermo mental en «los prados» (fuente: palomino Moral, coord., 2006).

NEUROPSIQUIATRÍA

punción lumbar 40 pts. una aplicación de electroshock-curare

(incluidos medicamentos)100 pts.

punción cisterna 60 pts. un coma insulínico

(medicamentos y azúcar no están incluidos)

90 pts.

punción ventricular 100 pts. cura de sueño o hibernación artificial

(medicamentos no incluidos)400 pts.

serie completa de piretoterapia

300 pts. Bombeo espinal, preparación para

encefalografía, neumoshock80 pts.

electroencefalografía 150 pts. narcoanálisis o sesión de psicoterapia

o test psicométrico50 pts.

electroshock sencillo 60 pts. una aplicación de gases

(carbógeno o nitrógeno, gas incluido)

40 pts.

una sesión de electronarcosis

80 pts.

para otros tratamientos, se impondrán tarifas por analogía con los anteriores.

los informes médico-legales, convencionales en todos los casos.

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 757

enfermeros que, en casos de viajes, incluían las dietas establecidas por la diputación provincial, o los paseos, que se cobraban a 4 pesetas por hora, y el servicio de ambulancia, que tenía una tarifa de 2 pesetas por kilómetro, además de las dietas del conductor y enfermeros, en caso de ser necesarias.

por otro lado, el sanatorio incluía un servicio de peluquería, cuyas tarifas a continuación se reflejan, destinando el 80% del ingreso al pelu-quero que realizaba el servicio y el restante para la corporación (ore, art. 14):

tarifas de la peluquería (ore, art. 14)

la liquidación de las cuentas de cada enfermo se realizaba mensual-mente por la administración. las cantidades recaudadas eran distribui-das según los siguientes porcentajes (ore, art. 12):

distribución de las cantidades ingresadas por los servicios sanitarios (ore, art. 12)

CONCEPTOS DiputaciónFondo para

personal

estancias, comidas extraordinarias, ambulancia y quirófano

100%

Medicamentos y similares 90% 10%

laboratorio y electrorradiología 40% 60%

cirugía, neuropsiquiatría, tocoginecología y especialidades

20% 80%

visita médica, dietas enfermeros 100%

PELUQUERÍA

afeitado 2 pts. corte de melena 4 pts.

corte de pelo 4’50 pts. arreglo del bigote 0’50 pts.

afeitado y arreglo del cuello

3’50 pts. cuando se aplique

alcohol o colonia1’25 pts.

corte de pelo niño 3 pts.

francisco torres escoBar758

las cantidades recaudadas eran ingresadas en las arcas provinciales a lo largo de la primera quincena del mes siguiente a la liquidación. el fondo de personal era distribuido en cada establecimiento, reservando un 15% para el personal técnico-auxiliar y un 5% para el personal adminis-trativo, y repartiendo el restante 80% entre los facultativos encargados del trabajo o pertenecientes al servicio, según las siguientes proporciones: el Médico director Jefe de servicio, un 22%; el Médico subjefe de servicio, un 20%; un 28% a repartir entre los restantes Médicos de número; y un 10% para los responsables de las guardias (ore, art. 13).

ingresos Y visitas

los enfermos que iban a ser ingresados eran llevados por sus acom-pañantes al propio centro51, dejándolos a cargo del enfermero o enfer-mera Jefe que realizaba el registro, limpieza y cambio de ropas oportuno, dejándolos entonces en manos del personal encargado de cuidarlos. en todo momento se observaban sus primeras reacciones ante el nuevo am-biente. el Médico director o, por delegación tácita, el neuropsiquiatra de guardia, concedía el ingreso, tras el cual los enfermos eran destinados a la clínica por un período lo más breve posible y nunca superior a 6 meses, para realizar un estudio de antecedentes, así como la exploración, clasificación y pronóstico de tratamiento como paso previo a su traslado al departamento adecuado (rri, art. 13). en caso de discrepancia en este punto entre los neuropsiquiatras, el caso era decidido por el director Médico, que también tenía potestad para decidir sobre aquellos casos en los que un Médico consideraba necesario el traslado circunstancial de un enfermo a otro departamento a causa de los síntomas mostrados.

las visitas a los enfermos estaban permitidas los jueves y domingos, en horario fijado por la dirección Médica. los visitantes debían atender a las advertencias que los enfermeros o enfermeras encargados de la vigilancia les hiciesen. en caso de querer dejar comida u objetos al paciente, estos deberían ser confiados al enfermero Jefe o a la religiosa del servicio respec-tivo que, según las circunstancias y las instrucciones dadas por el Médico, autorizarían o denegarían la entrega del encargo (rri, art. 18-20).

51 sólo en casos excepcionales en los que el estado del paciente no permitía su traslado ordi-nario al centro, podía desplazarse personal psiquiátrico en ambulancia a recogerlo. en aquellos casos de enfermos de pago, o de enfermos benéficos en los que el uso de este servicio de ambulancia no se encontraba debidamente justificado, se procedía al cobro del servicio, cuya tarifa era de 2 pesetas por kilómetro (ore, art. 11).

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 759

en casos de fallecimiento o de previsión de un fatal desenlace, se comunicaba a los parientes más próximos con la mayor brevedad, al igual que aquellas situaciones que, dada la mejoría, justificaban un alta (rri, art. 21).

finalmente, la utilización de los elementos de recreo, distracción y deportes por parte de los enfermos hospitalizados, así como la asistencia a actos, reuniones o paseos, vendrían determinados por el Médico corres-pondiente y sometidos a la disciplina del personal sanitario de vigilancia (rri, art. 26).

servicios varios

el sanatorio contaba también con un sistema de altavoces para trans-mitir llamadas, órdenes, programas religiosos, culturales o recreativos, estando encargado del mismo un funcionario telefonista que tenía a cargo el control de la central, actuando bajo normas elaboradas por el conse-jo asesor y cuya actividad tenía la obligación de reflejar en un libro de registro, constando el horario y contenido de cada programa retransmiti-do. también se hacía cargo de la red telefónica: las llamadas exteriores e interiores eran registradas en un diario, reflejando los números desde los que se llamaba y la duración de las conversaciones, así como registrando aquellas conferencias que se solicitaban y bajo autorización de la direc-ción. este servicio estaba negado a los pacientes, que no podían comuni-carse con el exterior ni usar la red de telefonía interna salvo autorización expresa del Médico asignado (rri, art. 65).

el centro también disponía de un servicio de Biblioteca y archivo, que era llevado por un Médico designado por el consejo, y en el que se podían encontrar, debidamente catalogadas y ordenadas, publicaciones científicas e historias clínicas, sólo accesibles para los Médicos, y una sec-ción recreativa disponible para todo el personal y los enfermos. ningún préstamo podía ser sacado fuera del sanatorio, ni podía retenerse más allá del tiempo marcado para el préstamo (rri, art. 66).

finalmente, se atribuía al personal del sanatorio el derecho a que se le proporcionase un medio de transporte gratuito desde el centro de Jaén hasta el sanatorio, a las horas establecidas de entrada y salida normal del trabajo52. en caso de que este servicio no fuera proporcionado por la di-

52 Ya en la Memoria de secretaría correspondiente al año 1953, se explicaba los distintos medios de locomoción y transporte de los que se servía el psiquiátrico: «las comunicaciones con el Sanatorio han sido las siguientes: a) Furgoneta, propiedad de la Excma. Diputación Provincial, que presta

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putación de Jaén, se indemnizaría a los empleados con un abono mensual de 75 pesetas en concepto de desplazamiento (rri, art. 67).

c) Período de asistencia normal en el Sanatorio «Los Prados» (1957-1979).

una vez se había establecido el marco general de funcionamiento del establecimiento, comenzaba un período en el que había que demostrar las capacidades asistenciales del mismo, en lo que podríamos considerar la época más estable del servicio psiquiátrico de la provincia, después de demasiados años de improvisaciones e interrupciones en su misión benéfico-sanitaria, que habían dificultado enormemente la correcta asis-tencia de los enfermos mentales. empezaba ahora una etapa que abarcaría las siguientes dos décadas en las que, no obstante, seguirían surgiendo numerosas dificultades y retos que, en algún sentido, pudieron llegar a eclipsar los éxitos y gratificaciones que tan gran empresa conllevaba para la sociedad giennense.

el año 1957 sería importante para la historia del sanatorio porque sería la fecha oficial de liquidación de las obras del edificio, cerrándose el «expediente de subasta de terminación de los prados y liquidación de las obras, 1947-1957» (garcía, 2005: 188). pero este hecho no dejaría de ser una mera formalidad, pues el transcurso del tiempo demostraría cómo las necesidades espaciales y atencionales exigirían no ya tareas de con-servación del edificio –labor constante y, en muchos casos, insuficiente–, sino ampliaciones y reformas, dando la impresión de que la construcción y reconstrucción de aquel edificio no acabó nunca del todo53. de hecho, fue en el curso de 1958 cuando se concluyó la obra en el departamento de enfermos distinguidos, quedando a la espera de ser amueblado y uti-lizado, al margen de algunos arreglos en lavabos, puertas y ventanas, a la vez que se trabajaba en el acabado de la segunda planta del departamento de mujeres distinguidas (Ms, 1958: 57-58). además, ese mismo año ya se hablaba de la «construcción de una Granja para vacas, gallinas, cerdos y

cinco servicios diarios al Sanatorio; b) Camión que efectúa el transporte del suministro; c) Autobús de la Empresa Vargas-Machuca, que realiza cinco servicios diarios, distribuidos con los distintos turnos de trabajo de este Establecimiento; y d) el carro de que dispone el Sanatorio, y el cual es el encargado de transportar los productos de la Granja Agrícola a las distintas casas de Beneficencia y Mercado de Abastos» (Ms, 1953: 173-174).

53 de hecho, en el artículo de carlos gutiérrez podemos comprobar que la inauguración del sanatorio «no supondría en modo alguno la terminación de las obras. Si hemos de decir verdad, esas obras todavía hoy (finales de 1977) no se han terminado, cuando hay ya zonas del Establecimiento en franco decli-ve por deterioror o ancianidad, tras 25 años de vida» (gutiérrez aguilera, 1978: 111).

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 761

conejos» y de la recomendable «edificación de un pabellón para niños men-talmente anormales de grado ligero y medio»54 (Ms, 1958: 68).

pero el año de 1957 también fue protagonista por ser el último en que Juan pedro gutiérrez sustentó la presidencia de la diputación provin-cial. en este ámbito, fue para él un año en el que obtuvo pocos logros y, «al no encontrar el apoyo deseado por parte de unos nuevos diputados provin-ciales recién nombrados, y ciertamente cansado de su ajetreada vida política, a la par que deseando volver a su activad profesional, tantas veces interrum-pida y perturbada por las cambiantes vicisitudes de su existencia» (palma, 1999: 76), acabó presentando su dimisión, haciendo entrada el nuevo presidente, francisco rivillas peña, el día 1 de marzo de 1958. a partir de entonces, Juan pedro gutiérrez se incorporaría a la dirección Médica del sanatorio, dedicándose más a cuestiones de organización que al trato médico-paciente. asumió casi en exclusiva la redacción de los informes psiquiátrico-forenses solicitados por la Judicatura o prisión; prestó espe-cial atención a la cohesión de las distintas dependencias, presidiendo y fomentando las distintas reuniones entre los empleados del centro, antes citadas; y se esforzó por la mejora asistencial y la ampliación de las fun-ciones del sanatorio, entre las que se cuentan la organización de nuevos cursillos de formación para auxiliares psiquiátricos55 o la ampliación de los talleres de laborterapia (espartería, encuadernación, alpargatería, carpintería, alfombras, costurero, lavadero, cocina, limpieza, granja y jardinería, etc.).

Ya regulados por el reglamento de régimen interno del sanatorio, se continuaron los cursillos de capacitación y perfeccionamiento de auxi-liares psiquiátricos, cuya convocatoria surgía directamente de la diputa-ción provincial, encargada de fijar el número de alumnos, los requisitos mínimos que debían cumplir, el régimen de estudios, las pruebas de ap-titud y todo lo concerniente a la organización y funcionamiento de los mismos (rri, art. 68). en 1958 se contabilizaba ya el noveno de estos cursos, en el que se concedieron diplomas a 5 alumnos y 3 alumnas (Ms,

54 con respecto a la granja, fue en la sesión del 10 de noviembre de 1959 que se aprobó «una detallada y documentada moción de la Presidencia para la instalación de una explotación ganadera en la finca «Los Prados»» (Ms, 1959: 12). en cuanto al pabellón para la asistencia psiquiátrica infantil, no será hasta el año 1968, en la sesión extraordinaria de 19 de febrero, que se presentará una moción de la presidencia proponiendo la construcción de un centro asistencial para niños subnormales profundos (Ms, 1968: 17).

55 este mismo año, Juan pedro gutiérrez solicitó el reconocimiento de la casa de Maternidad provincial y del sanatorio neuropsiquiátrico como centros oficiales para la formación de especialistas titulados, aunque los numerosos informes que se desarrollaron con este fin resultaron infructuosos (palma, 1999: 101; Ms, 1958: 65).

francisco torres escoBar762

1958: 64). pero ese mismo año, por razones desconocidas, se denuncia en la Memoria anual la ausencia de convocatoria por parte de la corpora-ción provincial para el siguiente curso, perdiendo el carácter regular que, más o menos hasta entonces, habían llevado, lamentando que «de persistir este criterio se corre el riesgo de cubrir las vacantes que en lo sucesivo ocurran con personas poco aptas o preparadas para cumplir su misión», privando ade-más «al Sanatorio de una ayuda bastante eficaz y barata representada por los alumnos que durante el aprendizaje práctico suplirían de licencias numéricas del personal de plantilla» (Ms, 1958: 58). esta carencia de personal, cu-yas consecuencias se dejaron notar en el año siguiente, animó a que los cursillos se retomaran en el otoño de 1960, con una décima convocatoria que gozó de una asistencia de 18 alumnos y alumnas que, no obstante, tuvieron que ser nombrados empleados laborales interinos antes de ter-minar el cursillo «para cubrir vacantes que se han producido por matrimonio de varias empleadas o por la concesión de permisos para asuntos propios a un crecido número de auxiliares sanitarios los cuales han sido atraídos por tenta-doras ofertas de colocación en otros centros de trabajo» (Ms, 1960: 42).

la falta de personal será un grave problema que perseguiría al psi-quiátrico a lo largo de toda su trayectoria, teniendo como resultado una plantilla insatisfecha, no sólo por su insuficiencia en número, sino tam-bién por sus escasas retribuciones, que condenarían a su personal adscrito al pluriempleo o, directamente, al abandono de sus puestos. se confiaba en que el transcurso de los cursillos paliaran, al menos momentáneamen-te, esta insuficiencia. sin embargo, los años que siguieron demostrarían que no terminaba de ser la solución: el curso de 1962 contó con once as-pirantes, quedando una plaza desierta; en 1963, sólo recibieron diploma de aptitud 6 alumnos, siendo una convocatoria que apenas había cubierto la mitad de sus doce plazas, a pesar de haber reducido los criterios de admisión. la situación podía llegar a ser preocupante: «la disminución del número de alumnos y la baja por enfermedad de algunos enfermeros, coinci-diendo con el incremento de la cifra de asistidos que más adelante comentare-mos, han agravado problemas de insuficiencia del personal asistencial puestos de relieve en anteriores memorias y oficios. Esta deficiencia, paulatinamente creciente, amenaza con producir una situación alarmante en las condiciones de seguridad y eficacia requeridas por la asistencia psiquiátrica. De no ata-jarse pronto mediante ampliación de plantillas y las correspondientes ventajas económicas que hagan más atractivo este empleo, se producirán lamentables consecuencias que me importa anunciar, y, si es posible, prevenir» (Ms, 1963: 61). de hecho, muchos empleados habían anunciado su intención de abandonar definitivamente sus puestos si no eran mejor remunerados,

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siendo solicitados a aplazar tan extrema decisión sin antes esperar resolu-ción por parte de la corporación provincial. ante esta situación era, pues, «aconsejable un estudio atento y urgente del problema que amenaza traducir-se en actitudes altamente perjudiciales para la buena marcha del Sanatorio» (Ms, 1963: 62). parte de la solución a estos problemas se encuentra en la Memoria de 1964, donde se anunciaba la aplicación de los acuerdos tomados por la corporación provincial en relación a la modificación de las remuneraciones de funcionarios y laborales, lo que dio un resultado satisfactorio, pudiéndose considerar resuelto por el momento ese problema laboral. en cuanto al número de personal de plantilla no hubo solución inmediata, haciéndose constar nada más que la celebración de una opo-sición a tres plazas de enfermeros psiquiátricos y la finalización del Xii cursillo, en el que participaron 20 alumnos, y que concluyó con un total de 13 aprobados, quedando el resto pendientes de nueva convocatoria o de la selección de auxiliares para cubrir vacantes56. de hecho, se denun-cia la escasez de Médicos internos o de guardia, «hasta el punto de haber estado uno solo, el Dr. Medina Vicioso, auxiliado durante cierto tiempo por uno o dos alumnos internos que hubieron de aceptarse para atenuar en lo posible la situación» (Ms, 1964: 66-67).

aparte de estas cuestiones, surgieron otros problemas a los que se enfrentaba la asistencia psiquiátrica del sanatorio: se registró en 1959 un aumento de las fugas y las defunciones, teniendo que lamentar dos suici-dios. los estudios llevados a cabo no detectaron ningún motivo epidémi-co o sanitario, atribuyendo el ascenso de la mortalidad a «una acumulación circunstancial de factores extraños a la correcta asistencia» (Ms, 1959: 54), resaltando la alta presencia de ancianos y de enfermos crónicos. sin em-bargo, con respecto a las fugas y los suicidios el veredicto era más claro: «pueden relacionarse en la mayor parte de los casos con insuficiencia numérica del personal de vigilancia o bien con defectos en las instalaciones de seguri-dad provisionales (falta de rejas y mal estado de puertas, ventanas o cercas)»

56 a lo largo del año 1966 se hizo constar la finalización del Xiii cursillo y el comienzo de la siguiente convocatoria, ésta con 16 alumnos de ambos sexos, que concluiría en el año siguiente. sin embargo, este año se llamó la atención sobre «la conveniencia de modificar el temario en la parte de formación asistencial psiquiátrica, de acuerdo con las modernas tendencias o corrientes, y de intensificar la tarea de cultura general, en vista del bajo nivel de los aspirantes» (Ms, 1966: 86), quedando a la espera de la autorización de la corporación para estudiar el asunto de cara a la siguiente convocatoria. dichas modificaciones fueron autorizadas y aplicadas en la 15ª convocatoria de estos cursillos, orientada esta vez a cuidadores sanitarios. entre el alumnado de esta convocatoria, celebraron la presencia de cuatro alumnas de tercer curso de la escuela de a.t.s. y otras cuatro de la escuela de c.e.M.a.s. o auxiliares sociales, que iniciaban así «su acercamiento a la problemática asistencial psiquiátrica en sus dos vertientes intra y extrahospitalaria, promesa de una próxima y futura colaboración que es de esperar resulte sumamente fecunda en la etapa de renovación hospitalaria» (Ms, 1967: 125).

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(Ms, 1959: 55). el año siguiente no hubo que registrar suicidios, pero el número de fugas aumentó de 47 a 61. fue en el año 1963 cuando estos datos empezaron a resultar alarmantes: en los primeros meses del año se produjeron repetidos suicidios, lo que supuso que el Juez de instrucción abriera un procedimiento para analizar las circunstancias en busca de causas, deficiencias y responsabilidades. gran parte de la plantilla, indi-ferentemente al cargo que ocuparan o la función que atendieran, fueron llamados a prestar declaración y a escribir informes, siendo inspecciona-da todo tipo de documentación (memorias, oficios, actas de sesión…). el informe llegó a las siguientes conclusiones: «1- La tendencia suicida de un gran número de enfermos mentales presente en todo tiempo y lugar en que se asisten pacientes de esta clase. Asimismo, un factor de ejemplo o imitación que se puede comprobar también con carácter general en forma de rachas. 2- La posible concurrencia de circunstancias inherentes al edificio –que solamente en parte pueden ser corregidas y que es preciso valorar caso por caso» (Ms, 1963: 63-64). pero la solución al caso no se dejó al azar, aumentándose la vigi-lancia por parte de los empleados y procediendo, en el año siguiente, a la colocación de rejas en casi todo el edificio, consiguiéndose de este modo la feliz noticia de que en ese año de 1964 no se registrara ningún suicidio consumado (Ms, 1964: 68-69).

otro de los problemas que perseguiría al sanatorio fue la limitación presupuestaria, atendiendo a la relación entre los ingresos realizados por la atención al pensionado y a distinguidos y los costes de mantenimiento de los servicios. en búsqueda de soluciones a estas cuestiones se dirigió la atención, por un lado, a la ordenanza aprobada en 1956, comentada en el apartado anterior de este estudio, que regulaba las tarifas de la atención sanitaria de la Beneficencia y que, con el paso del tiempo, había quedado desfasada, sugiriendo una reforma de dicho documento para la eleva-ción de los costes de estancias y de asistencia médico-quirúrgica. por otro lado, se propuso que los productos de la granja (huevos, leche, carne, frutas, verduras, etc.) se ofrecieran al centro a precios más bajos y asequi-bles, similares a los de producción, «desechando la tendencia especulativa que en alguna ocasión se pone de relieve» (Ms, 1963: 66). la ordenanza sería modificada en el año 1966, tras su aprobación en la sesión del 26 de septiembre (Ms, 1966: 5-6).

en el año 1965 se registró una importante reforma en la segunda planta del edificio que afectaría a tres zonas que verían ampliada su capa-cidad ante el incesante aumento de enfermos que, poco a poco, iba satu-rando las salas habilitadas. así, la sala de san carlos podría aumentar su capacidad en 50 camas; la de santa ana en 45; y la de distinguidas en 20

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camas. todo ello hacía una previsión total de 115 nuevas plazas, aunque no pudieron aprovecharse todas en un primer momento, de modo que se adquirieron, para empezar su disfrute, «55 camas con sus ropas, 27 mesas de comedor, 12 mesitas de noche, 12 mesitas para dormitorio y 40 sillas, por un importe de 215.967,40 pesetas» (Ms, 1965: 83). estas obras quedarían terminadas en el curso del año siguiente, quedando la segunda planta «en satisfactorias condiciones de uso para una población de 100 enfermos con sus camas, ropas y mesas de comedor, aunque sin terminar detalles de poca monta, como globos o plafones para las lámparas eléctricas, muebles, sillas, bancos y mesa para la sala de estar y algunos otros» (Ms, 1966: 85-86)57.

por otro lado, tras una visita de inspección recibida en aquellas fe-chas en el sanatorio por el delegado regional de la comisión central de coordinación hospitalaria, dependiente de la dirección general de sanidad, se redactó una relación de necesidades para terminar, completar y modernizar el establecimiento psiquiátrico. dicha relación, de la que se dio cuenta al presidente de la diputación provincial, desarrollaba 18 propuestas que no sólo atendían a necesarios arreglos y obras de con-servación del edificio, sino que proponían importantes ampliaciones de los servicios «que la experiencia demostraba ser necesario establecer». estas propuestas pueden resumirse en los siguientes cinco puntos:

1º.- Es deseable la organización de un departamento para niños psíqui-camente anormales de grado medio que comprenda el amplio sector situado entre los fácilmente recuperables en escuelas especiales y los profundos que vienen siendo asistidos en el actual departamento.

2º.- Conviene mucho separar la parte destinada a asilo del conjunto del edificio actual, bien sea construyendo un pabellón independiente o bien coordinando con el internado de Santa Teresa, la necesaria am-pliación.

3º.- Debe procurarse la inclusión en el proyecto Hospital General de un servicio psiquiátrico en ambulatorio en hospitalización con amplias conexiones al exterior (servicio social) como complemento de la misión de nuestro Sanatorio.

4º.- Han de corregirse urgentemente los defectos de las obras e instala-ciones actuales, reparar deterioros, redistribuir departamentos, etc. cocinas, lavanderías, calefacción, ascensores, pavimentos, zócalos, ventanas, salón de actos, cerramientos exteriores, etc.

57 en este año también se registra, entre otras obras, un proyecto de construcción de una nueva cafetería para el sanatorio, valorado en 86497,77 pesetas (Ms, 1966: 63).

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5º.- Se deben poner en vigor, conforme a los planos programados, el au-mento de personal subalterno sanitario, el de equipos de conservación, psicoterapia y asistencia social (Ms, 1965: 84-86).

en el año siguiente, y por orden del patronato nacional de asistencia psiquiátrica (panap)58, se encargó a la dirección Médica la elaboración de un programa destinado a elevar el nivel de la asistencia psiquiátrica en la provincia, siendo redactado en el mes de noviembre, y que propuso un plan quinquenal de mejoras que, partiendo de 1967, detallaba todo tipo de necesidades, y por el que fue felicitado Juan pedro gutiérrez en sesión de 17 de noviembre, en que fue aprobado (Ms, 1966: 28 y 87).

estos años de reflexiones y planteamientos sobre el futuro del sana-torio y sus posibilidades y necesidades asistenciales parecieron encontrar su resolución positiva en un año de 1968 que, bajo la presidencia de ramón palacios rubio, estuvo lleno de nuevos proyectos y grandes opor-tunidades59, no sólo para «los prados», sino para toda la Beneficencia60. nada más comenzar el año, en la sesión de la comisión del 17 de enero, ya se plantea la aprobación del proyecto de construcción, desarrollado por el arquitecto aurelio Botella, de un nuevo hospital provincial con capacidad para 318 camas, en el que además había previsto instalar un departamento para psiquiatría ligera. poco después, el 19 de febrero, el presidente presenta una moción que pretende «remediar la actual falta de un Centro asistencial destinado a niños subnormales profundos», planteado

58 el panap fue creado por ley en 1955 a partir del trabajo de una comisión en la que parti-ciparon Juan pedro gutiérrez, invitado personalmente por el Ministro de la gobernación Blas pérez gonzález «para la redacción del oportuno Reglamento de esa Ley y de un Plan Quinquenal de realizacio-nes», junto a los profesores vallejo nágera (Madrid), lópez ibor (Madrid), sarro Burbano (Barcelona) y alberca (Murcia) (palma, 1977: 105). su función consistió en intentar centralizar y coordinar la asistencia psiquiátrica a nivel nacional, tarea que no consiguió del todo y que le llevó a la desapari-ción en 1972, siendo sustituido en sus funciones por la administración institucional de la sanidad nacional (aisna), que tampoco conseguiría organizar el sector psiquiátrico, que siguió al amparo de las administraciones provinciales (aparicio, 1997: 39).

59 cabe destacar que, en este año de 1968, la Madre superiora de la comunidad de hijas de la caridad, sor María rodríguez arias, recibió un donativo anónimo de un millón de pesetas, que debía dedicar al fin que ella juzgase oportuno. fiel a su misión asistencial, y «consciente de la imperiosa necesidad de reformar y ampliar la cocina y sus anejos –despensa, almacenes–, tomó a su cargo la realiza-ción de esta mejora y previa la autorización pertinente se llevó a cabo los trabajos con encomiable rapidez, cambiando radicalmente el aspecto de estas instalaciones» (Ms, 1968: 71). la corporación provincial hizo constar en acta su agradecimiento por el donativo y por el objetivo al que iba a ser destinado en la sesión del 18 de septiembre de aquel año, reformas de las que se dio cuenta en el año siguiente, en la sesión del 14 de marzo.

60 aparte de las obras que se citarán a continuación, se propone en este año la construcción de un nuevo hogar infantil, de una residencia de ancianos, de una residencia para el nuevo colegio de santo domingo, así como de comedores y cocina y urbanización del contorno del nuevo internado provincial de santo domingo.

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con una capacidad de 100 plazas y un presupuesto reflejado por el ser-vicio de arquitectura de 12768800 pesetas. Y el 15 de julio se propone la aprobación de un proyecto de ampliación del sanatorio psiquiátrico con un pabellón para enfermos ancianos mentales crónicos, solicitando a la comisión central de coordinación hospitalaria una subvención por el importe total de 10 millones61 calculado para esta construcción (Ms, 1968: 17 y 57-58). sin duda, estos proyectos fueron un importante bál-samo para el sanatorio y prometían desahogar de forma importante sus instalaciones, y ya en la Memoria anual de 1969 se valoraba que «las perspectivas asistenciales pueden considerarse satisfactorias merced a la pues-ta en servicio de estos centros, que permitirán aliviar el agobio de espacio que actualmente padecemos» (Ms, 1969: 98)62.

61 en la sesión del día 16 de diciembre, el presidente informa de haber recibido una carta del subsecretario de la gobernación, en su calidad de presidente delegado de la comisión central de coordinación hospitalaria, concediendo a título de excepción la subvención solicitada, con lo que «la Excma. Corporación se dio por enterada, haciendo constar su unánime satisfacción por ser factible con dicha subvención la solución inmediata de tan importante mejora asistencial» (Ms, 1968: 11).

62 por otro lado, y desde una mirada retrospectiva, se pueden valorar también las consecuen-cias negativas de estos nuevos proyectos, ya expresadas por su director años más tarde: «Igualmente, el terreno inicialmente adquirido con destino exclusivo para el Sanatorio de ‘Los Prados’ y para las tareas agrícolas de nuestros pacientes, se está quedando ya en un marco excesivamente urbano, al acercársele inconvenientemente la expansión de nuestra ciudad y se ha visto literalmente invadido y usurpado en los últimos años por otras edificaciones, cierto que de carácter sanitario-asistencial (Residencia de Ancianos de Santa Teresa, Centro Hospitalario Princesa de España, Escuela de A.T.S.). Si esto nos ha ubicado en un ambiente más sanitario, ha sido a expensas de ‘desvalijar’ nuestra propia y exclusiva demarcación inicial, hurtándonos independencia, originando una inconveniente congestión arquitectónica y haciéndonos sentirnos ‘extraños en nuestra propia casa’» (gutiérrez aguilera, 1978: 121).

aplicación de la terapia de Kraepelin o práctica de la sábana mojada (fuente: hernández, 2010).

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tal era la situación: el progresivo crecimiento de la población allí hospitalizada empezaba a recordar al hacinamiento de tiempos pasados, reflejando cifras que superaban y mucho la capacidad con la que, inicial-mente, se había diseñado el edificio: desde los 692 enfermos a finales de aquel 1968, a los 797 alcanzados tan sólo dos años después. las obras avanzaron con determinación, y en el año 1971 «fueron inaugurados por el Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, los nuevos Centros destinados a Sub-normales profundos y a Ancianos enfermos mentales crónicos, modelos, los dos en su género que han permitido atender las necesidades de esta Provincia en ese aspecto; en ellos reciben asistencia, con toda clase de comodidades, muchos enfermos que de otra forma estaban creando un verdadero problema de espacio en el Sanatorio» (Ms, 1971: 104-105). en el año siguiente, además, se construyó un pasadizo que comunicó el departamento de subnormales con el sanatorio, «obras muy importantes para el mejor funcionamiento de los servicios» (Ms, 1972: 97). estas nuevas instalaciones se dejaron notar en las cifras de pacientes hospitalizados que registraba el sanatorio en los años siguientes, con cifras de 857 pacientes a finales del año siguiente y de 861 en 1974. la plantilla también notó este incremento, pasando de los 188 empleados en 1970, a los 278 en 1972 y los 297 en 1974, entre funcionarios, laborales y demás contratados.

en este período también se incorporó una nueva función a la planti-lla, que empezó a disponer de un servicio de asistencia social. las tareas que tenía encomendadas conllevaban hacer un seguimiento intra y ex-trahospitalario de los enfermos y sus familias, analizando sus contextos sociales, haciendo un control de sus visitas y relaciones, así como otras gestiones más burocráticas (Ms, 1969: p. 100).

llegado el año 1971, el director Médico del sanatorio, Juan pedro gutiérrez, se jubiló por llegar a la edad reglamentaria63. en la Memoria

63 nos cuenta fermín palma que «en sus palabras de despedida dejó ya traslucir fallos en su len-guaje y dicción, primeros síntomas de una arteriosclerosis cerebral que se iría agravando progresivamente en los años siguientes por la incidencia reiterada de pequeños multiinfartos cerebrales y bronquiectasias con enfisema pulmonar que lo llevarían, primero a una demencia arteriosclerosa y, años después, a la muerte el 16-17 de julio de 1978, a sus 77 años de edad, al término de la celebración de la festividad de la Virgen del Carmen, de la que él había sido particularmente devoto» (palma, 1999: 77). su muerte tuvo un impor-tante impacto en la sociedad giennense, pudiendo encontrar sendos homenajes en la prensa local: el diario Jaén le dedica un texto editorial en el que se despide con estas palabras: «Se nos ha muerto don Juan Pedro Gutiérrez Higueras y con él se nos va un trozo entrañable de la historia del Jaén de los últimos cin-cuenta años» (diario Jaén, 18 de julio de 1978: 3). el día 23 de julio, en el mismo periódico, podemos encontrar otro editorial acerca de la misa funeral realizada en el sagrario de la catedral, así como una exequia del cronista oficial de la provincia José chamorro, en la que expresa que «quizás Jaén no le haya agradecido lo bastante esa entrega total de su persona» a una personalidad que, cariñosamente, era conocida por el pueblo como «el médico de los locos» (diario Jaén, 23 de julio de 1978: 8).

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 769

de aquel año se le hizo una modesta mención, que versaba de la siguiente manera: «Su dilatada actuación y la preocu-pación constante que ha puesto en su labor por mejorar la asistencia psiquiátrica, a cuya misión ha dedicado su vida, bien merecen estas líneas de homenaje y gratitud de todos los que trabajamos en esta Casa y la promesa fi rme de con-tinuar sus pasos» (Ms, 1971: 105). Y el homenaje se materializaría al año siguiente, en el mes de octubre, en un acto en el que la diputación provincial colocó en su honor un busto64, con la asistencia del gobernador civil de la provincia, pascual calderón ostos, la corporación provincia en pleno, el cuerpo facultativo de la Be-nefi cencia, personal de la casa y otros invitados (Ms, 1972: 97).

el resto de la década se sucedió sin mayores nove-dades: los cursillos de capacitación siguieron su curso, contándose a fecha de 1978 la vigésimo tercera con-vocatoria, con una gran experiencia acumulada y un prestigio que se demostraba en la afl uencia de aspiran-tes, llegándose a diplomar en la convocatoria de 1977 unos 45 aspirantes que fi nalizaron satisfactoriamente el cursillo.

el malestar que en otras ocasiones había alterado el buen funciona-miento y la motivación de la plantilla fue una constante en esta década, a pesar de que gracias a la fi rma de diversos convenios colectivos de los sin-dicatos y otras mejoras estatuarias de los trabajadores, los sueldos de los empleados de este establecimiento fueron progresivamente aumentando, lo que se vio refl ejado en la subida que a lo largo de esta década sufren los costes del sanatorio y el promedio estancia/día, ya que esta partida llega a suponer hasta un 74,42% del total del presupuesto de gastos (Ms, 1976: 106) y un 75,35% en 1977 (Ms, 1977: 78). la plantilla seguía resultando insufi ciente, lo que provocó numerosas renuncias que poco favorecían al estado general, que se saturaba aún más, generando sensa-ciones de explotación y atribuyendo funciones que no se correspondían para los cargos que se detentaban. de este modo, el cierre de la década lleva a la desesperación incluso a la dirección Médica, que se expresaba

64 actualmente, el busto de Juan pedro gutiérrez higueras se encuentra emplazado en la sala cesáreo rodríguez aguilera de la sede del instituto de estudios giennenses, en el antiguo hospital de san Juan de dios.

Busto de Juan pedro gutiérrez higueras, actualmente en el instituto de estudios giennenses.

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del siguiente modo: «el descontento y desánimo han sido la tónica de todo el año, llevando al Director a solicitar su dimisión en 3 ocasiones (verbalmente y por escrito), dimisión reiteradamente denegada» (Ms, 1979: 129).

en cuanto a la población de enfermos mentales, preocupaba especial-mente a la dirección el carácter asilar que empezaba a adoptar el sanato-rio, con un número creciente de ingresos de mayores de 61 años, lo que le llevó a adoptar medidas radicales de negarse «a ingresar a muchos en-fermos, en su mayoría seniles, cuya única enfermedad es la vejez, y en muchas ocasiones el deseo de sus familiares de eliminar las molestias que la convivencia con ellos les acarrea» (Ms, 1977: 74).

el edificio, por su parte, se encontraba en un estado bastante defi-ciente, no sólo por su antigüedad y por lo insuficientes que resultaban las obras de conservación, que no podían frenar el ritmo acelerado del dete-rioro general, sino porque se había abusado de las instalaciones al superar con creces la capacidad para la que fueron diseñadas: de las 600 plazas para las que estaba preparado, en esta década las cifras de enfermos hos-pitalizados llegaron a superar las 800 plazas, alcanzando cotas estacio-narias de 900 hospitalizaciones. por ello, la dirección Médica lanzó en 1977 la siguiente propuesta: «Es necesaria la construcción si no de un nuevo Sanatorio, sí un pabellón para unas 200 plazas, por lo menos, en el que solo tendrían cabida los enfermos agudos o con procesos fácilmente reversibles. En este caso, el actual Sanatorio, con las obras de adaptación precisas, quedaría para asilo o colonia de enfermos mentales crónicos, alcohólicos, oligofrénicos y todos aquellos que sólo necesitaran de una asistencia médica general» (Ms, 1977: 80).

los costes de la asistencia psiquiátrica en la provincia se habían dis-parado hasta tal punto que se dudaba de que la diputación fuera capaz de asumir la elevación de los mismos en caso de que se produjera la tan necesaria mejora de los servicios. de hecho, uno de los grandes proble-mas era que la seguridad social no cubría la asistencia psiquiátrica de sus afiliados, de modo que se detectaba que más del 50% de las estancias correspondían a afiliados de la seguridad social. la solución sólo podía venir, por tanto, de la unión de «la experiencia que las Diputaciones tienen en este sentido y los medios económicos con que cuenta la Seguridad Social» (Ms, 1979: 133).

en la Memoria anual de 1979, en un tono ya casi cínico, se denuncia-ba el constante aplazamiento de obras de importancia, como las del tea-tro-salón de actos y la terraza de san Juan, en amenaza de ser declarados en ruina; el depósito de cadáveres; el pabellón de santa lucía; o los aljibes

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 771

y depósitos de agua, entre otros. a todo ello se añade el hundimiento del techado del pabellón sur (Ms, 1979: 126-127). también se intentó plantear soluciones al nuevo hacinamiento que se sufría, como intentar reducir el número de asilados; diversificar la asistencia separando la de casos agudos y la de crónicos; evitar en lo posible la acogida en el centro de oligofrénicos, subnormales y enfermos psicogeriátricos, para los cuales existen otras instalaciones; reducir las cifras de fugas, que llegaban a cifras de 110 casos anuales (Ms, 1979: 131). sin embargo, poco pudieron estas propuestas, pues el final de la institución psiquiátrica estaba cerca, y nada se pudo hacer por intentar reavivarla.

d) Laborterapia o terapia ocupacional.

al margen de esta historia quizá trágica de un establecimiento que luchó constantemente no ya por su supervivencia, sino por la calidad de sus servicios, es importante dedicar un espacio a su programa de activi-dades clínicas basadas en la terapia ocupacional, que elevó el prestigio de esta institución, que llegó a convertirse un referente para muchos otros centros psiquiátricos. el sanatorio de «los prados» organizó una impor-tante labor en este sentido, superando índices de ocupación del 50%. su propuesta partía de un principio claramente expuesto en el propio reglamento de régimen interno, que dictaminaba que las actividades «se hacen desde un punto de vista exclusivamente médico, terapéutico y no como explotación o utilización económica de los enfermos» (rri, art. 22). de hecho, eran tres los objetivos que se marcaba el reglamento para estas labores: «Primero: dar ocupación o recreo a los enfermos. Reeducarlos; Segun-do: obtener productos o rendimientos adecuados para el propio Establecimiento y subsidiariamente el de otros Establecimientos de la Beneficencia Provincial; Tercero: rendir los máximos beneficios, que se aplicarán a compensar en lo posible a la economía provincial de los gastos representados por la asistencia psiquiátrica» (rri, art. 62).

los Médicos eran los encargados de decidir qué enfermos podían beneficiarse de este tratamiento, quedando a la dirección Médica la su-pervisión del cumplimiento de la actividad ergoterápica, indicando las horas de labor, condiciones higiénicas, de seguridad, clase de trabajo, etc. que los pacientes requerían. como premio y estímulo, estos pacien-tes recibían una retribución proporcional a su rendimiento, decidida por el director, y que jamás podía contemplarse como un salario o exigirse como un derecho, puesto que representaban «una parte psicoterápica en el principio fundamental de la Ergoterapia» (rri, art. 23). estas retribuciones

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constituirían un pequeño fondo que serviría a los enfermos a su salida del sanatorio, o para procurarse algún placer inocuo (tabaco, libros, ro-pas, cantina, etc.), siendo la producción derivada de dichos ejercicios una forma de autoabastecimiento del propio centro, cuando los productos podían ser aprovechados, o como descarga económica a los presupuestos dedicados por la corporación para el centro, en caso de que dichos pro-ductos fueran comercializados.

la dirección de los talleres y de la explotación agrícola y ganadera de la granja agropecuaria era asumida por los Jefes de taller o por el capataz de la granja, respectivamente, que eran los encargados de la or-ganización y fiscalización de los trabajos, con el apoyo de enfermeros y cuidadores que velarían por mantener el orden y la disciplina entre los pacientes, previniendo accidentes y fugas, y haciendo cumplir los hora-rios asignados. la administración velaba por la dirección económica de estos trabajos, debiendo presentar las cuentas de la explotación labor-terápica con todo detalle al director Médico para ser integradas en las Memorias anuales o quincenales.

la oferta de talleres era muy variada y diversa: talleres de alpargatería, de encuadernación, de espartería, de pintura, de zapatería, de peluquería, de alfombras, de carpintería, de cerrajería, todos ellos en muchas ocasio-nes de carácter rentable, suponiendo importantes ingresos en las arcas de la diputación. a estos se podían sumar otro elenco de talleres consi-

taller de costura en el sanatorio de «los prados» (fuente: gutiérrez higueras, 1954)

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 773

derados no rentables que, aunque no conllevaban ingresos efectivos, re-percutían en las cuentas al resolver muchas de las necesidades del propio establecimiento, lo que se traducía en un ahorro considerable al no tener que contratar servicios externos para satisfacerlas. entre ellos, y además de los citados, se encontraban los talleres de albañilería, sastrería, costura, lavadero, cocina, limpieza, fontanería, yesería y cestería, así como los tra-bajos en la granja agropecuaria y algunos movimientos de tierras65.

sin embargo, también la terapéutica ocupacional del sanatorio se vio afectada por el declive de la institución en sus últimos años, viviendo tristemente, y como ejemplo paradigmático, cómo «la espléndida idea de una Granja Ganadera aneja a nuestro edificio principal para ser atendida por nuestros enfermos y que aportase productos para las Casas de la Beneficencia, sería desgajada ulteriormente de la dependencia sanatorial. Se la transformó en «experimental», se dotó de personal ajeno y nuestros enfermos hubieron de abandonar esa ocupación» (gutiérrez aguilera, 1978: 121).

e) La actividad científica y formativa del Sanatorio.

aparte de los citados cursillos de capacitación, y de la realización de periódicas sesiones facultativas en las que se presentaban distintos casos

65 en la Memoria anual de 1953, se puede encontrar una descripción de algunos de los prime-ros talleres que se pusieron en marcha, en concreto de los de carpintería, espartería, encuadernación, pintura, granja y destierro (Ms, 1953: 172-173).

taller de espartería en el sanatorio de «los prados» (fuente: gutiérrez higueras, 1954)

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clínicos que se atendían en el sanatorio, fue muy importante la actividad científica e investigadora del personal del centro, que dejó una impor-tante bibliografía, numerosas participaciones en congresos nacionales e internacionales de psiquiatría, además de la organización de cursos espe-cializados y de jornadas informativas.

en 1953, fue notable la organización de un Cursillo de Psiquiatría Infantil y Pedagogía Terapéutica, en colaboración con el instituto de estu-dios giennenses, la diputación provincial y el Ministerio de educación nacional y dirigido por el especialista catalán luis folch camarasa. dio comienzo el día 23 del mes de junio y constó de 40 sesiones intensivas de mañana y tarde que se repartieron a lo largo del mes siguiente. en él se inscribieron 44 cursillistas, lo que superaba las 30 plazas pensadas en un principio, y entre los asistentes se contaba con personal médico y auxiliar del sanatorio, un sacerdote y cinco hijas de la caridad, 10 mujeres y 22 varones, muchos de los cuales procedían del mundo del Magisterio. fue llamativa la actitud de los asistentes, «que se entregaron con un afán poco frecuente a la intensa labor, que les obligaba a sostener la atención en muchas sesiones teóricas mucho más allá de la capacidad normal» (durán y gutiérrez aguilera, 1953: 107)66. el objetivo del curso era profundizar en la ense-ñanza y asistencia de niños mentalmente anormales, lo que tendría gratas repercusiones en los infantes enfermos de la provincia. en las distintas sesiones, que tuvieron lugar en el propio sanatorio y en el hogar de la victoria, se pudieron disfrutar las intervenciones de los doctores gutié-rrez higueras, Bueno fajardo, camy sánchez-cañete, herrera Martínez, gutiérrez aguilera y durán lópez.

años más tarde tendría lugar una convocatoria semejante, en esta ocasión un Cursillo de Psiquiatría Forense, organizado con la colaboración del seminario Jurídico del instituto de estudios giennenses y dirigido por el fiscal Jefe de la audiencia provincial ramón salgado camacho, que inauguró el evento, tras unas palabras del director del sanatorio Juan pedro gutiérrez, con una conferencia sobre «psiquiatría y derecho pe-nal». tuvo lugar entre los días 10 de febrero y 23 de marzo de 1956, y en él participaron conjuntamente psiquiatras y juristas. participaron en el cursillo, por parte del sanatorio, Juan pedro gutiérrez, que impartió una conferencia titulada «psicosis endógenas. esquizofrenia y psicosis Ma-níaco-depresiva. aspectos jurídicos»; pedro camy sánchez-cañete; er-

66 además de esta publicación del Boletín del instituto de estudios giennenses, en la que se puede encontrar la más extensa descripción de este curso, se pueden encontrar referencias al mismo en Ms, 1953; palma, 1999; y gutiérrez higueras, 1954.

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nesto herrera garcía; y carlos gutiérrez aguilera. del ámbito legal y del derecho, intervinieron el profesor luis rojas Ballesteros, catedrático de psiquiatría de la facultad de Medicina de granada; los abogados antonio Álvarez de Morales y ruiz y vicente herrera garcía, del ilustre colegio de Jaén; y Manuel padial aguirre, fiscal de la audiencia de Jaén. el evento fue un todo un éxito, siendo clausurado por el renombrado jurista José María stampa Braun, catedrático de derecho penal de la universidad de granada, que impartió una documentada y amena conferencia sobre «Bases jurídicas del examen médico y social de los delincuentes»67.

lamentablemente, parece que no se siguió con esta dinámica forma-tiva, ya que hasta 1976 no se vuelve a reflejar ninguna actividad en esta línea. a lo largo del mes de junio del citado año, y bajo el patrocinio de la corporación provincial y en colaboración con la dirección general de sanidad, entre otros organismos, el sanatorio organizó unos ciclos sobre Alcoholismo y drogas, en el que se impartieron conferencias, se proyecta-ron películas y se mantuvieron numerosos coloquios ante un numeroso auditorio que llenaba la casa de la cultura de la ciudad, donde tuvieron lugar los eventos (Ms, 1976: 108).

no obstante, y aunque no se organizaran más actividades propias, se participó con cierta periodicidad en otros congresos y jornadas psiquiátri-cas, como el congreso de neuropsiquiatría celebrado en Madrid en 1954; el symporium sobre esquizofrenia que tuvo lugar en tarragona y reus en 1956; el iii congreso católico internacional de psicología y psicoterapia de 1957, en Madrid; en septiembre de 1958, el congreso internacional de psicoterapia de Barcelona; o el congreso de la asociación española de neuropsiquiatría de Murcia, en 1967.

pero la actividad científica también se vio resentida a causa de las obligaciones que el sanatorio exigía ante la masificación de los servicios y la carencia de personal suficiente que obligaba a concentrar todos los es-fuerzos y atenciones en la asistencia del establecimiento. Ya en las Memo-rias anuales de 1963 y 1964 se empieza a hacer notar estas circunstancias (Ms, 1963: 64; Ms, 1964: 68).

para concluir esta sección, resulta interesante atender al capítulo vi del rsB, titulado «De la actividad científica formativa», en el que, además de hablar de las reuniones mensuales del claustro de profesores, formado

67 el Boletín del Instituto de Estudios Giennenses publicó en la sección noticiario de sus números 7 y 8 de 1956 puntuales reseñas sobre el desarrollo y clausura del curso. también se pueden encon-trar referencias al mismo en Ms, 1956; y palma, 1999.

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por todos los técnicos facultativos de la Beneficencia provincial, y de las Bibliotecas que cada centro debía tener, establecía en su art. 57 la pu-blicación de «una revista, de carácter anual o trimestral, según reclamen la densidad de la producción científica», costeada por la diputación provincial y denominada «anales de la Beneficencia provincial», revista que no llegó a publicarse en este período de vida del sanatorio68.

68 existió como antecedente una revista denominada «archivos de la Beneficencia provincial de Jaén», dirigida por fermín palma garcía y que fue publicada entre los años 1949 y 1951, además de la revista llamada «seminario Médico», editada por el instituto de estudios giennenses entre los años 1950 y 2009. parece ser que el nuevo reglamento quería retomar esta actividad científica y for-mativa en una nueva publicación, aunque esta revista no llegaría a ver la luz, siendo en el año 1976 que se publicó por primera vez la revista Anales del Centro Hospitalario Princesa de España, editada por la diputación provincial y que se mantuvo con vida hasta la extinción de la Beneficencia provincial en 1993 (sillero, 2008).

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f) Estudio estadístico de la actividad del Sanatorio Neuropsiquiátrico de «Los Prados» (1949-1979).

Cuadro I: Evolución de la plantilla.

1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958Funcionarios x x x 30 x 41 43 46

Laborales x x x 52 x 63 68 70

Varios x x x 21 x 25 27 28

TOTALES 31 x 91 103 x 129 138 144 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966

Funcionarios x 44 x 41 41 43 41 43

Laborales x 75 x 80 82 79 80 91

Varios x 21 x 26 25 22 22 23

TOTALES 142 140 x 147 148 144 143 157 1967 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974

Funcionarios x 47 x x x 47 44 xLaborales x 74 x x x 198 238 x

Varios x 47 x x x 33 x x

TOTALES 167 168 184 188 256 278 282 297 1975 1976 1977 1978 1979

Funcionarios 44 42 41 56 55 Laborales 241 235 230 234 235

Varios 15 18 19 17 17 TOTALES 300 295 290 307 307

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Cuadro II: Evolución del número de enfermos hospitalizados a final de cada año.

AñoTotales

HTotales

MTOTALES

Año

Totales H

Totales M

TOTALES

1951 x x x 1971 468 329 797

1952 216 175 391 1972 491 366 857

1953 243 176 419 1973 488 351 839

1954 226 203 469 1974 492 369 861

1955 281 202 483 1975 470 345 815

1956 309 218 527 1976 468 339 807

1957 306 220 526 1977 450 309 759

1958 295 227 522 1978 424 290 714

1959 x x 588 1979 395 264 659

1960 x x x 1969 428 275 703

1961 x x 573 1970 464 299 763

1962 328 260 588 1971 468 329 797

1963 x x 611 1972 491 366 857

1964 372 257 629 1973 488 351 839

1965 381 257 638 1974 492 369 861

1966 392 261 653 1975 470 345 815

1967 408 267 675 1976 468 339 807

1968 415 277 692 1977 450 309 759

1969 428 275 703 1978 424 290 714

1970 464 299 763 1979 395 264 659

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Cuadro III: Movimiento de pacientes: ingresos, alta, defunciones.

AñoIngresos

HIngresos

MIngresos

Total

Altas H

Altas M

Altas Total

Defun-ciones

H

Defun-ciones

M

Defun-ciones Total

1951 x x 101 x x 87 x x 7

1952 x x x x x x x x x

1953 192 122 314 165 121 286 5 10 15

1954 226 157 383 x x x 14 21 35

1955 x x x x x 409 x x 27

1956 278 208 486 238 184 422 12 8 20

1957 x x 490 x x 491 x x 29

1958 335 272 607 329 256 585 17 9 26

1959 x x x x x x x x x

1960 x x 623 x x 608 x x x

1961 x x 742 x x x x x x

1962 402 280 682 52,07% 48,20% 51,17% 2,62% 2,82% 2,70%

1963 455 307 762 x x 704 x x 34

1964 443 282 725 51,50% 49,80% 50,65% 1,30% 3,10% 2,20%

1965 479 284 763 454 278 732 16 6 22

1966 450 332 782 418 322 740 21 6 27

1967 481 333 814 445 301 746 20 26 461968 500 344 844 468 318 786 25 16 41

1969 540 325 865 509 305 814 18 22 40

1970 518 372 890 471 332 803 11 16 27

1971 519 437 956 x x 888 x x 34

1972 519 458 977 481 413 894 15 8 23

1973 526 408 934 475 383 858 27 20 47

1974 549 433 982 513 385 898 16 15 31

1975 586 442 1028 564 436 1000 22 15 37

1976 616 452 1068 576 414 990 21 22 43

1977 579 405 984 579 409 988 9 13 22

1978 651 431 1082 651 424 1075 13 13 26

1979 650 405 1055 647 421 1068 16 5 21

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Cuadro IV: Salida e ingresos por motivo de fuga.

Salidas Fugas Ingresos Fugas

Hombres Mujeres Totales Hombres Mujeres Totales

1953 23 9 32 1953 28 5 33

1954 32 1 33 1954 24 0 24

1956 37 2 39 1956 39 1 40

1957 x x 40 1957 x x 32

1958 28 2 30 1958 26 2 28

1959 x x 47 1959 x x x

1960 x x 61 1960 x x x

1965 49 6 55 1965 44 3 47

1966 45 8 53 1966 38 5 43

1968 47 12 59 1968 26 9 35

1969 50 1 51 1969 41 1 42

1972 50 4 54 1972 46 4 50

1975 65 4 69 1975 29 3 32

1976 73 4 77 1976 62 2 64

1977 68 4 72 1977 56 4 60

1978 108 3 111 1978 76 3 79

1979 106 3 109 1979 81 2 83

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Cuadro V: Categoría económica de los pacientes ingresados cada año.

Cuadro VI: Ingresos en la Diputación provincial

Benéficos

Pensionistas Distinguidos Total de pago

1953 x 70 3 731959 229 65 19 84

1957 422 22 46 681958 496 22 89 1111959 481 17 90 107

1965 639 22 102 1241966 646 16 120 1361967 636 27 151 1781968 622 47 175 2221969 625 58 182 240

1971 579 x x 3451972 525 x x 452

1975 620 x x 4081976 598 x x 4701977 502 x x 4821978 499 x x 5831979 625 x x 430

De pago

Ingresos en Diputación

Ingresos en Diputación

Ingresos en Diputación

1949 0 1960 542749,97 1970 5611149,75

1950 0 1961 1180374,09 1971 8054671,26

1951 33612 1962 1272359,22 1972 8955525,75

1952 50004 1963 1484485,01 1973 10889019

1953 84241 1964 1993929,51 1974 12182702

1954 158755,79 1965 2469633,73 1975 15456310

1955 241309,25 1966 2936952,18 1976 14779565

1956 380779,72 1967 3552816,69 1977 19264912

1957 371145,02 1968 4272823,54 1978 204789291958 583118,8 1969 4795517,07 1979 247595301959 620648,19

francisco torres escoBar782

Cuadro VII: Costes anuales, número de estancias y promedio por estancia y día.

Coste total anual en pesetas

Número de estancias causadas

Promedio por estancia

y día

Coste total anual en pesetas

Número de estancias causadas

Promedio por estancia

y día

1949 349292,49 21240 16,45

1965 12998571,8 238674 54,45

1950 864740,98 79935 10,8

1966 14165454,4 247421 57,25

1951 1020544,19 89060 11,45

1967 18078147,9 249950 72,32

1952 1425176,2 115705 12,32

1968 21537667,5 262166 82,15

1953 2360401,23 148575 15,88

1969 25775279,9 265244 97,18

1954 3165664,55 166611 18,98

1970 28680762,8 276257 103,81

1955 3763535,05 182436 20,46

1971 38339817,7 298756 128,32

1956 4170791,65 189331 21,97

1972 53098195 316175 167,93

1957 5037484,45 197301 25,53

1973 64067446 318369 201,24

1958 5478023,61 198420 27,61

1974 72336081 316830 228

1959 5909926,61 198980 29,66

1975 96602113 309893 311,7

1960 6110872,85 201602 30,29

1976 129551346 306952 422,05

1961 6405861,77 210298 30,45

1977 161147026 293743 548,6

1962 6785728,85 212924 31,84

1978 205791822 273275 753,05

1963 8881414,69 226469 39,08

1979 237122741 242106 979,42

1964 10471924,5 234182 44,71

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 783

francisco torres escoBar784

4. reforMa de los servicios psiquiÁtricos Y cierre de «los prados» (1980-1990).

el sanatorio neuropsiquiátrico «los prados» había entrado a lo largo de los años 70 en un proceso de clara decadencia, motivada por la anti-güedad del edificio, por las carencias atencionales y el desfase científico de la asistencia psiquiátrica provincial, la sobrepoblación de las salas, la insuficiencia presupuestaria para afrontar muchos de estos problemas, así como una cierta desmotivación de la plantilla que derivó en numerosos conflictos y quejas. ni la diputación provincial ni la dirección Médica del centro eran ajenas a esta situación de malestar que, evidentemente, afectaba a su labor asistencial. Ya en el año 1970, el director del sanatorio carlos gutiérrez había publicado un análisis de situación en un intento de renovación del servicio psiquiátrico provincial, atendiendo a los pro-blemas a los que por aquel entonces se enfrentaba el servicio: a la vista de las nuevas tendencias psiquiátricas, dice, «nuestro Servicio de Psiquiatría –bueno o no– está necesitado […] de una renovación y actualización» (gutié-rrez aguilera, 1970: 13).

a finales de la década los problemas seguían estando presentes, como ya hemos visto anteriormente, de modo que, llegado el año 1980, a pe-tición de la nueva corporación socialista, carlos gutiérrez redactó un proyecto de reforma titulado «proyecto de clínica de psiquiatría ligera y centro piloto de salud Mental para Jaén», en el que presentaba un plan quinquenal (1981-1985) de modernización de los servicios asistenciales giennenses69 y que fue entregado en mayo de ese año. sin embargo, no fue el único proyecto encargado, ya que la corporación esperaba recibir otros dos proyectos: por un lado, el del dr. Bellido Barranco, recién lle-gado de suiza, que realizó un proyecto «decepcionante, farragoso, abstruso, incoherente y desconectado de la realidad asistencial que pretendía transfor-mar» (gonzález, 1989: 36); y, por otro, el del dr. Montoya rico70, cuyo

69 propone el aprovechamiento inmediato de las instalaciones que la escuela de enfermería, en fase de traslado al colegio universitario, iba a liberar, utilizándolas para implantar en ellas una clí-nica psiquiátrica para pacientes de nuevo ingreso, con un ambulatorio y un servicio de alcoholemia y toxicomanías. en una segunda fase (1982), se crearía un centro de salud Mental con servicios de psiquiatría infantil, psicogeriatría y psicoterapia, pasando luego a crear, en 1983, un equipo ambu-latorio con actuaciones locales y comunitarias. la tercera fase (1984) consistiría en la expansión del servicio a la provincia, asignando equipos asistenciales a las distintas comarcas para, finalmente, en 1985, pasar a la creación de unidades de hospitalización psiquiátrica en centros comarcales (Mon-toya, 1980: 10).

70 José luis Montoya fue invitado a la realización de este informe por la corporación pro-vincial y por el Órgano de gestión de los servicios sanitarios, en concreto, por el miembro de su consejo de administración enrique Bocanegra. dicha invitación estuvo inspirada en su reconocida

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 785

informe sería elegido finalmente para servir de fundamento al desarrollo de la reforma de la institución psiquiátrica giennense.

el informe que elabora, conocido como «plan Montoya», era un docu-mento titulado «informe sobre los servicios psiquiátricos de la diputación provincial de Jaén» que hacía una evaluación del estado de los mismos con el objetivo de determinar la viabilidad de su transformación asistencial en la línea marcada por las reformas que, tanto a nivel andaluz71 como a ni-vel nacional72, se estaban proyectando y que ya se llevaban reivindicando desde comienzos de los años 70 por algunos sectores de la especialidad. firmado a fecha de junio de 1980, expresaba en sus más de 50 páginas las conclusiones extraídas tras la visita realizada a las instalaciones del centro en los días 5, 6 y 7 del citado mes, constituyendo un documento que fue calificado por enrique gonzález duro, adalid de la reforma gien-nense, como «indicativo, flexible, realista, perfectamente viable a partir de lo existente y no demasiado costoso» (gonzález, 1989: 39). con esta propuesta comenzó, pues, un proceso de cambio asistencial local hacia un modelo extrahospitalario basado en los principios de la psiquiatría comunitaria.

dotado con la visión crítica que esta base científico-teórica de la psi-quiatría comunitaria o de sector tenía hacia las instituciones manicomia-les y asilares, José luis Montoya procedió a visitar las instalaciones del sa-natorio de «los prados», aprovechando para conocer las impresiones de su personal sanitario, y manteniendo un par de reuniones con el director Médico del sanatorio, carlos gutiérrez aguilera, junto al vicepresiden-te de la diputación, cristóbal lópez carvajal, el gerente de la ciudad sanitaria provincial, José luis villagrán, y con la presencia ocasional del

experiencia, pionero en la psiquiatría comunitaria española que se convirtió en el principal impulsor, junto al dr. Medina gil, de las primeras reformas psiquiátricas españolas, tras convertir el hospital psiquiátrico regional de oviedo en uno de los hospitales más innovadores del país (1965-1972). tras esta experiencia que, por las dificultades del régimen, concluyó con el despido de 100 profesionales, se embarcó en un nuevo proyecto de reforma con algunos de sus compañeros en el sanatorio de conxo, de santiago de compostela, que también acabó por convertirse en un referente de la psiquia-tría comunitaria hasta su desmantelamiento en 1975. Ya en la época de transición democrática, tuvo un papel relevante como asesor de multitud de procesos de reforma psiquiátrica, entre ellos, el del sanatorio giennense de «los prados» (aparicio y gonzález, 2005).

71 en andalucía, el proceso de reforma «se inicia en 1984 con la creación del Instituto Andaluz de Salud Mental (IASAM), cuyas competencias son absorbidas en 1986 por el recién creado Servicio Andaluz de Salud y, que acaba en la promulgación del decreto que ordena la atención a la salud mental en Andalucía conforme al modelo comunitario vigente en ese momento (Decreto 338/1988)» (hernández, 2010: 10). para profundizar más en la reforma psiquiátrica andaluza, ver carmona y del río, 2011.

72 «En España, el proceso de reforma psiquiátrica se inicia oficialmente con el Informe de la Comisión Ministerial (1985) creada al efecto y la promulgación de la Ley General de Sanidad (1986) que, en su artícu-lo 20 establece las directrices de atención conforme a un modelo desintitucionalizador y comunitario que ha de contemplar necesariamente la dimensión social de la enfermedad mental» (hernández, loc. cit.).

francisco torres escoBar786

administrador y el arquitecto. visitó también el edificio donde se aloja-ba la escuela de enfermería, que había sido trasladada, en cuyo edificio se había pensado crear una clínica de agudos. por lo demás, José luis Montoya tuvo a su disposición todo tipo de informes y memorias sobre el centro, entre las que destacó las Memorias anuales de los años 1978 y 1979, y dos documentos redactados por el director carlos gutiérrez: una Memoria elaborada para un concurso de méritos en mayo de 1979, y el anteriormente citado «proyecto de clínica de psiquiatría ligera y centro piloto de salud Mental para Jaén»73. fue con todo este material humano y documental que desarrolló el informe-proyecto que, a continuación, veremos detenidamente.

sus primeras impresiones acerca del ambiente que reinaba en el es-tablecimiento ya delataban en el comienzo del informe una desgastada si-tuación del sanatorio de «los prados»: el centro, que contaba con «unos 666 pacientes, superando seguramente la capacidad con que fue creado», no ocultaba la antigüedad de un edificio cuyas instalaciones, con el paso del tiempo «se han ido deteriorando, y los informes y memorias de los últimos años reflejan las frustraciones, quejas y tensiones entre el personal asistencial por este deterioro y las notables insuficiencias asistenciales». por otro lado, el nuevo hospital general, construido en las proximidades del sanatorio y que pretendía constituir una ciudad sanitaria provincial, no parecía haber cumplido su objetivo, al no haber servido «para elevar el nivel de la institución psiquiátrica ni para paliar la marginación de aquélla», conclu-yendo en que «la integración física y administrativa (Gerencia y Órgano de Gestión comunes) no ha dado lugar a una integración asistencial» (Montoya, 1980: 1)74.

a estas impresiones generales se sumaba la experiencia registrada en los interiores del centro, que transmitían una visión de desaliento: «En general las instalaciones y el ambiente daban una triste y pobre impresión […]

73 sobre este proyecto, el autor afirma que es un reflejo de los evidentes esfuerzos que el director Médico carlos gutiérrez estaba realizando para «encontrar nuevas alternativas […] para la puesta en marcha de nuevos dispositivos asistenciales que supongan una evolución o ruptura con los esquemas asilares» (Montoya, 1980: 9). igualmente, reconoce las similitudes que guardaba con el proyecto que él había diseñado, dedicándole el apartado final del informe a un contraste de las diferencias, que sirviera de guía a la corporación para decidir entre ellos. (ibíd. : 51-53)

74 estas declaraciones coinciden con el testimonio del director carlos gutiérrez que, refi-riéndose al decenio de los años 70, ya declaraba: «En estos últimos 15 años la Diputación Provincial, nuevamente atraída por otros intereses, ha vuelto la espalda en su afecto y en su atención a esta parcela de su Beneficencia: la Psiquiatría. […] En los últimos años, incluso, la Diputación cede su papel de asistencia médica a un nuevo organismo –Órgano de Gestión de la Ciudad Sanitaria– que no muestra vocación ni interés por lo psiquiátrico» (gutiérrez aguilera, 1978: 18).

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 787

El ambiente frío y desacogedor, típico de una institución manicomial, se eviden-ciaba por el hacinamiento de pacientes, los grandes dormitorios repletos de ca-mas, la ausencia de decoración (salvo símbolos religiosos) y de instalaciones que denotan una preocupación por la individualidad y sociabilidad de los pacientes (mobiliario escaso e impersonal, uniformidad, falta de armarios individuales, de espejos, calendarios, en muchos comedores la cubertería estaba reducida a una cuchara, etc.)» (ibíd.: 4-5). distinta opinión le causaron la clínica de agudos, con salas menos hacinadas, y en especial la de mujeres, en la que se cuidaba algo más la decoración personal. pero, sobre todo, llamaron su atención los departamentos de pensionistas y distinguidos, cuyo ambien-te era excelente, y en el que se tenía «un buen modelo para aplicar al resto del hábitat del Sanatorio».

en cuanto a los enfermos psíquicos, el análisis llevado sobre los datos estadísticos de los últimos años le llevaba a concluir que «la gran mayoría de los pacientes son crónicos, de largas estancias, la mayoría de ellos con gran deterioro» a causa de su enfermedad, del estado de aislamiento socio-fa-miliar o de una inactividad alta que había generado «una grave y lamenta-ble situación, que sólo en parte podría ser reversible» con las medidas que se propondrían más adelante en el proyecto (ibíd.: 6).

las valoraciones extraídas tanto sobre los presupuestos invertidos en el psiquiátrico como sobre el promedio calculado entre el personal y el número de camas ocupadas eran más positivas, pues situaban al sanato-rio en unos índices aceptables, comparados con otras instituciones que ya habían puesto en marcha programas asistenciales extrahospitalarios.

encontró igualmente problemático, en relación al personal médico psiquiátrico, «su no distribución en equipos asistenciales, su insuficiente nú-mero, el pluriempleo y escasa dedicación y las bajas asignaciones retributivas» (ibíd.: 8), que habían supuesto algunas quejas dentro del equipo. respecto al personal de enfermería, sólo resaltó el absurdo derivado de la diver-sidad de denominaciones y categorías en que se subdividía (enfermeros diplomados, auxiliares de clínica, cuidadores de enfermos, ayudantes sa-nitarias), cuyo único fundamento parecía residir en el hecho de recibir distintas retribuciones y compensaciones, lo que provocaba tensiones y dificultades en el trabajo asistencial, proponiendo su homologación bajo la terminología de «auxiliares psiquiátricos», por ser la más comúnmente utilizada. también consideraba un error desde el punto de vista asistencial el organizar a esta plantilla por turnos fijos. en cuanto al resto de emplea-dos, sólo se destaca la presencia de un único asistente social, y la carencia de psicólogos, terapeutas ocupacionales y monitores de laborterapia.

francisco torres escoBar788

tras este breve análisis, en el que se reflejaba una percepción bastante negativa y crítica del estado en que se encontraba el sanatorio neuropsi-quiátrico «los prados», el informe del «plan Montoya» pasaba a exponer, como contexto teórico, las líneas principales que definen los sistemas de asistencia psiquiátrica integral, comunitaria o de sector:

– atención extrahospitalaria que no separe al paciente de su con-texto social y familiar, recurriendo a la hospitalización sólo en casos excepcionales y siempre con un carácter temporal lo más breve posible.

– agilización de los diagnósticos precoces de los trastornos y rá-pida intervención ante las crisis, ofreciendo al paciente servicios accesibles en todo momento.

– formación de equipos asistenciales multidisciplinares capaces de adaptarse funcionalmente a las necesidades del paciente y a la evolución de su trastorno, procurando siempre mantener la con-tinuidad de los cuidados.

– implicación responsable de los miembros de la comunidad, esti-mulada a través de programas de educación sanitaria, voluntaria-do y comisiones locales de salud Mental.

– Máxima utilización de los recursos sanitarios y de apoyo social de la comunidad.

– confrontación y resolución de los problemas socio-familiares y contextuales que afecten a la adaptación y evolución de los pa-cientes.

– evaluación constante y objetiva de los resultados de la asistencia, así como de la demanda asistencial y los factores que la afectan.

la viabilidad de un proyecto semejante dependería de muchos fac-tores de carácter contextual, como la adaptación de estos principios a las realidades locales, culturales, socioeconómicas y a los recursos existen-tes, así como la capacidad de integración y coordinación administrativa y funcional de los diversos servicios sanitarios y asistenciales. en el caso de Jaén, la disponibilidad que mostraba la diputación provincial era «un buen punto de partida para iniciar una experiencia de este tipo, aún contando con las evidentes limitaciones presupuestarias» (ibíd.: 15). daba comienzo así el desarrollo de un plan de acción que se guiaba por unos principios base: fijación de objetivos, progresividad en su desarrollo, priorización de nece-sidades, organización por períodos y evaluación de los mismos, contando siempre con la utilización de los recursos disponibles y la participación res-ponsable de toda la comunidad.

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 789

en primer lugar, proponía una sectorización del territorio provincial en 3 sectores de 250.000 habitantes o, de ser económicamente posible, 4 sectores de menos de 200.000, a los que irían destinados los distintos equipos asistenciales. dichos equipos, de carácter multidisciplinar y com-puestos por médicos psiquiatras, psicólogos, asistentes sociales y perso-nal de enfermería, debían mantener un compromiso fuerte con el sector asignado, con sus necesidades sociales, psicológicas y psiquiátricas intra y extrahospitalarias, siendo flexibles, autónomos y ágiles en su funciona-miento siempre bien coordinado. con una dedicación plena consistente en 42 horas semanales más otras atenciones extraordinarias fuera de la jor-nada laboral normal, era de vital importancia que estuviesen justamente retribuidos, haciendo uso de incentivos y permitiendo la formación conti-nuada y científica de sus miembros. en esta línea, el informe recomendaba unos equipos asistenciales conformados por los siguientes profesionales:

Categoría LaboralNúmero

por EquipoTotal

3 EquiposTotal

4 Equipos

Psiquiatría Jefe de Servicio 1 3 4

Psiquiatría Jefes Clínicos 2 6 8

Médicos Residentes 2 6 8

Psicólogo

Asistentes Sociales

A.T.S.

Auxliares Psiquiátricos

1 3 4

2 6 8

6 18 18*

68 204 204**

* la cifra de a.t.s. no variaba proporcionalmente al número de equipos porque esta cifra fue cal-culada para todo el centro según la siguiente distribución: «4 para las 3 unidades de agudos (3 por la mañana y 1 por la tarde); 9 para las unidades de crónicos (8 por la mañana y 1 por la tarde); 1 de supervisor de noche para todo el complejo y 2 de correturnos, para suplir vacaciones, etc.» (ibíd.: 39).

** la cifra de auxiliares psiquiátricos tampoco sufría alteración en relación al número de equipos porque el cálculo se hizo sobre una base teórica de 15 unidades de hospitalización de crónicos y 3 de agudos, según la siguiente organización de turnos para cada unidad: 4 auxiliares para los turnos de mañana, 3 para los de tarde, y las noches cubiertas por 2+2 en cada unidad de agudos y por 1+1 en cada unidad de crónicos, quedando 2 de correturnos en cada unidad (ibíd.: 41).

en referencia al centro hospitalario, planteó una organización en unidades asistenciales, similares a los actuales departamentos, en los que se desarrollarían los programas terapéuticos específicos para la atención de los pacientes asignados a las mismas. estas unidades asistenciales es-

francisco torres escoBar790

tarían conformadas por no más de 25 camas en caso de agudos y entre 35-40 camas para crónicos, pudiendo plantearse unidades ligeramente más pobladas en los primeros momentos de desarrollo del proyecto, con el objetivo de ir reduciendo en lo sucesivo la población en ellas instalada. contando con que la capacidad total del centro no debería superar la en-tonces actual de 650 camas –siguiendo las recomendaciones de la o.M.s. de calcular 1 cama por cada mil habitantes en países en vías de desarro-llo, y teniendo la provincia unos 700.000 habitantes–, y una media de 40 camas por unidad, se calcularon unas 15 unidades asistenciales en el sanatorio, divididas en habitaciones de 4 a 6 camas.

como último nivel de organización, el hospital debía ser dividido internamente en función de los sectores creados, conformando así sec-ciones autónomas y separadas según sus áreas geográficas, teniendo cada cual su unidad mixta de admisión (con unas 25 camas), y una de crónicos y otra de agudos, ambas separadas por sexos. esta medida, sin embargo, no era recomendable a corto plazo, proponiendo la organización de 3 o 4 sectores con sus grupos asistenciales que incluyeran al menos, para cada sexo, una unidad de rehabilitación de crónicos por sector y una unidad de admisión común a ellos.

la admisión de pacientes para su ingreso sería resultado de una valo-ración de las ventajas e inconvenientes que pudiera tener para el paciente y su entorno, decisión que se tomaría contando con el mismo paciente, su familia y el equipo asistencial tras un contacto previo en el dispensario o en el domicilio particular del enfermo. los ingresos nunca se entenderían como un procedimiento definitivo, sino sólo como el medio para alcanzar unos objetivos terapéuticos o de rehabilitación, plasmados en programas ocupacionales y socioterapéuticos definidos, y siempre que éstos no pu-dieran cumplirse fuera del centro, desde la integración en su comunidad. no obstante, tras el ingreso se debía evitar la ruptura total del paciente con su medio o su caída en conductas de pasividad y dependencia. Y siempre contando con que, una vez satisfechos los objetivos, el paciente debía ser devuelto a su entorno natural lo antes posible: al fin y al cabo, la meta principal de esta psiquiatría comunitaria era la rápida intervención en los pacientes que ingresaban o reincidían de modo que se evitase en lo posible la evolución crónica de sus enfermedades y la necesidad de asi-larlos, de modo que sólo en sus casos más extremos e imposibles podrían suponer estancias prolongadas o indefinidas.

era preferible que los programas de rehabilitación estuvieran organi-zados por sectores, aunque pudieran contar con instalaciones comunes.

los prados: la particular historia de la psiquiatría giennense 791

contando con una unidad de rehabilitación para cada sexo por sector, bastaría con crear un total de 6 unidades de rehabilitación, cada una de ellas con unas 35-45 camas, comedor, zonas de estar, despachos, puestos de enfermería, etc. de los equipos asistenciales asignados a cada sector, se derivaría un a.t.s., que atendería las dos unidades, y unos 11 auxiliares que cubrirían los tres turnos diarios de cada unidad. en un primer mo-mento, sería necesario desarrollar un estudio sistemático de las caracte-rísticas clínicas y psicosociales de todos los pacientes por aquel entonces ingresados en el centro, para ver las posibilidades de su rehabilitación y reintegración social. de este estudio, con toda probabilidad surgirían tres grupos: un grupo pequeño de pacientes que podrían ser reintegrados en la comunidad a corto plazo; un grupo cuyas posibilidades de recupera-ción eran muy escasas, a causa de su deterioro, por carecer de un medio sociofamiliar que les acojiera, o por un marcado hospitalismo que les vol-vía reacios a la idea de abandonar el centro; y un grupo muy numeroso de pacientes que podrían tener posibilidades de ser rehabilitados tras el desarrollo de los distintos programas.

estos programas aspirarían, en principio, a dos objetivos: por un lado, la socioterapia procuraría el desarrollo de la iniciativa, de la autonomía y de la socialización dentro de la vida hospitalaria y, en aquellos casos en que fuera posible, en un contexto extrahospitalario y familiar, favorecien-do progresivamente sus contactos con el mundo exterior; por otro lado, la terapia ocupacional y laborterapia procuraría capacitar a los pacientes en edad productiva para afrontar posibles demandas laborales75.

en paralelo con estos programas, debían organizarse los programas y actividades extrahospitalarias que, partiendo del hecho de que «la ma-yor parte de los enfermos con trastornos psíquicos no precisan internamiento y pueden ser tratados ambulatoriamente» (ibíd.: 28), permitirían el manteni-miento del paciente en su comunidad, desde donde serían supervisados bien por el mismo equipo asistencial psiquiátrico que estuvo tratando con él intrahospitalariamente, bien derivándolo a otros agentes sanitarios de la comunidad. entre las iniciativas extrahospitalarias podíamos encontrar:

– Dispensarios psiquiátricos: funcionarían regularmente días y horas determinadas bajo cita previa. a ellos se desplazaría principal-mente un médico y un asistente social, pudiendo contar con un

75 consciente del alto índice de paro en la provincia, el informe recomienda «la posibilidad de contar con talleres protegidos en la comunidad, recabando incluso la colaboración del P.P.O. u otro organis-mo» (Montoya, 1980: 26).

francisco torres escoBar792

psicólogo y un enfermero en momentos eventuales, atendiendo a aquellos pacientes del sector dados de alta u otros pacientes de primera visita, asesorando y evaluando posibles casos de patolo-gía psiquiátrica, y organizando sesiones de grupo y otras activi-dades informativas de prevención.

– Hospitales de día: eran centros que servirían para satisfacer la atención de determinados pacientes que podrían requerir una hospitalización completa, sirviendo también de puente asis-tencial para pacientes recién reinsertados en su comunidad, de modo que se evitase la brusquedad del cambio. requerían pocas instalaciones: una o dos salas de terapia ocupacional, una sala de estar, un comedor y algún despacho. no obstante, los hospitales de día en áreas rurales se enfrentaban a multitud de problemas por la dispersión de su población, por lo que se recomendaba la apertura de uno en el sector que abarcaba la capital y zonas próximas, pudiendo utilizar para ello la planta baja del edificio de la escuela de enfermería, comenzando como una extensión de los programas terapéuticos para pacientes hospitalizados en los que participasen también pacientes del exterior.

– Centros de apoyo social, hogares y talleres protegidos: a través de estos servicios asistenciales se pretendía atender a pacientes con patologías más sociales que psiquiátricas, de modo que pudiera evitarse su hospitalización.

– Visitas domiciliarias: servían para conocer el entorno del pacien-te, para hacerle un seguimiento y evaluación o para atender una crisis puntual, así como para motivar a la familia a seguir con el tratamiento del enfermo. no eran sustitutivas de las visitas pe-riódicas a los centros de tratamiento, y eran realizadas bien por el asistente social, bien por el médico, o por un miembro de en-fermería según el motivo de la visita, o contando con la relación particular que mantuviese el enfermo con dichas personas, lo que podía facilitar su colaboración y motivación.

– Otras actuaciones comunitarias del equipo de salud Mental: era de gran importancia estimular la coordinación e implicación entre los distintos agentes e instituciones locales, ya fueran de tipo sa-nitario, educativo, administrativo, religioso o social, incluyendo movimientos de asociación ciudadana. de especial importancia era en este punto la actuación conjunta con médicos de cabecera y otros especialistas, así como con asilos y hogares de ancianos.

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todo este programa de reformas requería, para su efectiva realiza-ción, de un plan de actuación que organizara las distintas fases por las que se irían implantando los nuevos servicios y sus prácticas terapéuticas. de hecho, el informe incitaba a que el comienzo de las actuaciones no se demorase más de seis meses desde la fecha en que se aceptara el plan.

la corporación dio el visto bueno a este proyecto de José luis Mon-toya, en perjuicio del proyecto presentado por el entonces aún director del sanatorio, carlos gutiérrez, «por estimar que suponía una gran econo-mía en sus planteamientos sin menoscabo de su eficacia» (Ms, 1980). siendo quizá este un motivo importante para su dimisión de la dirección, carlos gutiérrez fue sustituido en 1981 en sus funciones directivas por el Médi-co psiquiatra enrique gonzález duro, confesamente más afín al proyecto desarrollado por Montoya rico y que se encargaría en delante de intentar abordar los cambios pertinentes en el servicio y el establecimiento76.

en la obra titulada Memoria de un Manicomio, escrita en 1989, enri-que gonzález narra con todo detalle su experiencia e impresiones sobre este breve período de dos años en que estuvo al frente del sanatorio de «los prados» y su reforma institucional. desde una mirada retrospectiva, estructura la vivencia del proceso de reforma llevado a cabo en Jaén en tres fases: la primera, cuya aplicación tuvo lugar en el año 1981, sirvió para sentar las bases organizativas y funcionales del proyecto Montoya. fue un período muy dinámico y motivado, en el que «se seleccionaron, contrataron e integraron los nuevos profesionales, se formaron los equipos mul-tidisciplinarios, se delimitaron los sectores asistenciales, entraron en funciona-miento los dispositivos de atención hospitalaria y se reestructuraron los servi-cios intrahospitalarios» (gonzález, 1989: 45). la segunda fase tuvo lugar en el decurso de 1982, y debía haber servido para asentar los cambios implantados, aplicando procesos de evaluación de resultados y propo-niendo nuevas dinámicas y soluciones. sin embargo, el ambiente pareció enrarecerse, aparecieron contradicciones que difícilmente se resolvieron, y se encontraron resistencias al cambio que derivaron en conflictos, intri-gas, incoherencias y errores, a juicio del autor condicionadas «en buena parte por las frecuentes interferencias burocráticas, por la creciente inadecua-ción de la gestión administrativa con respecto a las propuestas asistenciales y sobre todo por la ambigüedad y aparente inhibición del máximo responsable político de la reforma psiquiátrica» (ibíd.: 47). no obstante, los resultados empezaban a sentirse, y la población del sanatorio decrecía notablemen-

76 la dimisión de carlos gutiérrez es aprobada en la sesión del 29 de mayo de 1981 (leg. a-269).

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te, reduciéndose el número de nuevos ingresos y aumentando el de re-ingresos. finalmente, una tercera fase proyectada para 1983 intentaría relanzar el proyecto, tan profunda y aparentemente dañado, lo que re-sultó imposible: «el cese del director se presentaba como inevitable tarde o temprano, y finalmente se produciría a finales de junio de 1983. La reforma psiquiátrica quedaba paralizada» (ibíd.: 49).

Y es que no todo el mundo vio con agrado esta reforma, y muestra de ello son las breves y lapidarias palabras que fermín palma nos ofre-ce en su obra describiendo el sentimiento de muchos en aquella época: «Transformaciones y nuevos criterios asistenciales, revolucionarias ideas polí-ticas regentadas por una Diputación socialista –pero dudosamente social– pa-trocinaron el grito de ‘locos a la calle’, donde ahora están, cuántos de ellos dedicados a la mendicidad, el alcohol, la prostitución, el vagabundeo o en la Prisión Provincial, abandonados a su suerte o suponiendo una severa carga para la familia» (palma, 1999: 76).

portada del diario Jaén del 18 de febrero de 1987, anunciando la próxima demolición del edificio del sanatorio neuropsiquiátrico «los prados»

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el sanatorio poco a poco fue reduciendo sus servicios, hasta conse-guir reducir totalmente la población de enfermos mentales hospitaliza-dos. el final de una institución que tardó más de 100 años en ver la luz y que ofreció sus servicios entre momentos de satisfacción y penuria duran-te tres intensas décadas, estaba cerca. en sus paredes quedaría grabado el recuerdo de la experiencia psiquiátrica en la provincia de Jaén, recuerdos que serían sepultados bajos los escombros de la progresiva demolición de su desgastada y ya irrecuperable estructura. el 18 de febrero de 1987 se anunciaba en la prensa el cierre de la institución, la derivación de los ser-vicios y el inminente comienzo del derribo de un edificio que, sin duda, había quedado en la memoria de la provincia y de sus habitantes.

«La Diputación Provincial derruirá el centro psiquiátrico Los Prados a ex-cepción de una zona en la que se habilitarán cuatro o cinco aulas de la Escuela de Enfermería. El deterioro del edificio, que imposibilita su reutili-zación para otros servicios, y, lo que es más importante, la puesta en marcha del nuevo equipo de salud mental comunitaria del departamento de Jaén, acarrea el cierre definitivo de la institución psiquiátrica. En la actualidad sólo permanecen en ella, un reducido grupo de personas que pasará próxi-mamente a ser asistido por el equipo de Bienestar Social de la Diputación. La reducción paulatina de asistidos en Los Prados, paralela a la puesta en marcha de la unidad de agudos en el Hospital Princesa de España, y de larga estancia y rehabilitación para los pacientes crónicos, arranca de hace dos años –de los 900 pacientes que llegó a acoger en su día Los Prados, pasó entonces a unos cuarenta hasta llegar al momento actual en que ningún en-fermo mental permanece ingresado en la institución» (diario Jaén, 18 de febrero de 1987: 1).

años más tarde, el curso natural del tiempo terminaba de imponerse, borrando definitivamente los últimos vestigios que quedaban de aquel psiquiátrico. en julio del año 2006, se publica una noticia en prensa ti-tulada «los prados, adiós a un ideario colectivo». en ella se podía leer: «Los Prados, que también fue punta de lanza en la revolucionaria Reforma Psiquiátrica de los años ochenta, cerró como tal a finales de esa década, aunque sea ahora cuando haya comenzado su derribo y su adiós definitivo, y sea ahora cuando los sentimientos y la historia emerjan para reivindicar su sitio y sus logros, que no obstante se proyectarán en residencia en ciernes, para personas de avanzada de edad que tengan un hijo con discapacidad» (ideal Jaén, 3 de julio de 2006: 8). Más adelante, se confirma la noticia: «El pleno de la Di-putación Provincial aprobó la semana pasada la cesión a la Junta de Andalucía de los terrenos de lo que aún quedaba de Los Prados, con el fin de que se cons-truya la residencia para padres de edad avanzada que tengan a su cargo hijos mayores de cincuenta años con alguna discapacidad» (ibíd.: 9).

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