los estudios sobre la fonética del español americano y las lenguas amerindias

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LOS ESTUDIOS SOBRE LA FONÉTICA DEL ESPAÑOL AMERICANO Y LAS LENGUAS AMERINDIAS Una de las primeras observaciones —si no es que la primera J — sobre el español hablado en América, de que tenemos noticia, se refiere precisamente al dominio de la fo- nética. Aludo, claro está, a la que, hacia 1666, hizo Lucas Fernández de Piedrahíta —futuro obispo de Santa Marta — al escribir, en Madrid, la Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, obra publicada en Amberes, en 1668, donde, refiriéndose a los hablantes del puerto de Cartagena de Indias, escribe: "Los naturales de la tierra, mal disciplinados en la pureza del idioma español, lo pro- nuncian generalmente con aquellos resabios que siempre participan de la gente de las costas de Andalucía". Testi- monio éste en que — si no recuerdo mal — reparó por pri- mera vez Rufino José Cuervo y que ha sido reiteradamente citado y comentado. Entre otros, por don Ramón Menéndez Pidal, quien pensaba —según explica en uno de sus últimos trabajos 2 — que Fernández de Piedrahíta debía referirse a fenómenos fonéticos como el de la aspiración de la / s / en posición final de palabra o de sílaba, o el relajamiento y confusión de las líquidas /r/ y / I / implosivas, o la aspira- 1 Dejando de lado las anotaciones sobre las palabras de origen amerindio que habían ido incrustándose en el español desde la época antillana del Descu- brimiento. 2 Cf. Sevilla frente a Madrid: Algunas precisiones sobre el español de América, en Estructuralismo e historia: Miscelánea Homenaje a André Martinet, editado por Diego Catalán, Universidad de La Laguna, vol. III, 1962, págs. 99-165.

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  • LOS ESTUDIOS SOBRE LA FONTICADEL ESPAOL AMERICANO

    Y LAS LENGUAS AMERINDIAS

    Una de las primeras observaciones si no es que laprimera J sobre el espaol hablado en Amrica, de quetenemos noticia, se refiere precisamente al dominio de la fo-ntica. Aludo, claro est, a la que, hacia 1666, hizo LucasFernndez de Piedrahta futuro obispo de Santa Marta al escribir, en Madrid, la Historia general de las conquistasdel Nuevo Reino de Granada, obra publicada en Amberes,en 1668, donde, refirindose a los hablantes del puerto deCartagena de Indias, escribe: "Los naturales de la tierra,mal disciplinados en la pureza del idioma espaol, lo pro-nuncian generalmente con aquellos resabios que siempreparticipan de la gente de las costas de Andaluca". Testi-monio ste en que si no recuerdo mal repar por pri-mera vez Rufino Jos Cuervo y que ha sido reiteradamentecitado y comentado. Entre otros, por don Ramn MenndezPidal, quien pensaba segn explica en uno de sus ltimostrabajos2 que Fernndez de Piedrahta deba referirse afenmenos fonticos como el de la aspiracin de la / s / enposicin final de palabra o de slaba, o el relajamiento yconfusin de las lquidas / r / y / I / implosivas, o la aspira-

    1 Dejando de lado las anotaciones sobre las palabras de origen amerindio

    que haban ido incrustndose en el espaol desde la poca antillana del Descu-brimiento.

    2 Cf. Sevilla frente a Madrid: Algunas precisiones sobre el espaol de

    Amrica, en Estructuralismo e historia: Miscelnea Homenaje a Andr Martinet,editado por Diego Cataln, Universidad de La Laguna, vol. III, 1962, pgs. 99-165.

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    cin de la velar fricativa sorda /x/ , o la debilitacin y aunprdida de la dental sonora -d- intervoclica. De ser ello as como bien puede ser resultara que la lingstica his-panoamericana se habra iniciado con una acotacin de ca-rcter fontico. Pero tal derrotero cambiara pronto dedireccin para adentrarse en los dominios ms inciertosy superficiales de la lexicografa, a los cuales sirve de pr-tico el Vocabulario de las voces provinciales de Amricaque Antonio de Alcedo recogi al fin de su monumentalDiccionario3, punto de partida de tantos y tantos trabajossobre el lxico hispanoamericano que han acaparado la ma-yor parte de los esfuerzos hechos por los estudiosos del espa-ol americano, en especial durante el siglo pasado y laprimera mitad del presente.

    Si el comienzo de la lingstica hispanoamericana designo fontico fue impreciso y superficial, por cuanto queslo era una alusin a los "resabios" con que p r o n u n -c i a b a n el espaol los habitantes de Cartagena de Indias,tales rasgos imprecisin y superficialidad, cuando no ab-soluta falsedad parecen haber caracterizado buena partede los estudios sobre la fontica hispanoamericana en suposible relacin con las lenguas amerindias. Naturalmenteque tambin se han hecho investigaciones serias y rigurosas excelentes sobre ese tema; pero han sido, desafortuna-damente, las menos. Mostrar la superficialidad, o la precipi-tacin, o la inseguridad con que se ha hecho la mayor partede esos estudios va a ser el propsito de estas pginas; ob-jetivo ingrato y desagradable, pero necesario, porque acasopudiera servir para evitar que se vuelva a incurrir en esasdeficiencias metodolgicas.

    Y no voy a referirme slo ni siquiera fundamental-mente a los trabajos elaborados por fillogos de discutibleseriedad aunque de no poco renombre, en ciertos casos,sino a estudios hechos por algunos de los ms autorizadoslingistas que se han ocupado del espaol americano. Sinto-

    3 Diccionario geogrjico-histrico de las Indias Occidentales, Madrid,

    1786-1789.

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    mticos de la enfermedad cientfica a que me refiero meparecen dos casos que resultan arquetpicos. Uno es el delestudio Sobre la pronunciacin del espaol en el Ecuador,publicado por Peter Boyd-Bowman en una revista tan im-portante como la de Filologa Hispnica de Mxico4; estudioorganizado con base en las anotaciones reunidas por el his-panista anglo-norteamericano a lo largo de un viaje de tresdas, entre Mxico y Boston, hecho en compaa de tresecuatorianos que seguan el mismo recorrido. El otro seramltiple, por cuanto que implicara no pocas investiga-ciones hechas en universidades norteamericanas o eu-ropeas con base en las informaciones proporcionadas porun nmero variable de estudiantes de origen hispanoameri-cano que hacen o amplan estudios en esas universidades.As se hizo, entre otros, el libro sobre la fontica del espaolcubano de Cristina Isbasescu 5.

    El estudio del tema que me propongo comentar aqufue iniciado, en Chile, por un investigador de origen extran-jero, circunstancia sta que, como despus veremos, se harepetido una y otra vez en los distintos pases hispanoame-ricanos. Me refiero, por supuesto, a los estudios de RodolfoLenz publicados inicialmente en la Zeitschrift fr romanis-che Philologie (Tbingen), reeditados despus en versinrefundida y ampliada en sus Ensayos filolgicos ameri-canos6, y recogidos finalmente en la Biblioteca de Dialecto-loga Hispanoamericana7. Como es bien sabido, el anlisisde la fontica popular chilena llev a Rodolfo Lenz enaquel entonces conocedor acaso tan slo del espaol escolaro estndar a la conclusin de que la lengua popular deChile era "principalmente espaol con sonidos araucanos"8.Tal idea fue ya refutada en gran medida por Max Leopold

    4 Cf. el volumen de Homenaje a Amado Alonso, en la Nueva Revista de

    Filologa Hispnica, VII (1953), pgs. 221 y 233.6 El espaol de Cuba: Observaciones fonticas y fonolgicas, Bucarest, 1968.

    8 En los Anales de la Universidad de Chile, 87 (1894), pgs. 113-132

    y 353-367.7 En el tomo VI de la BDH, Buenos Aires, 1940, en especial pgs. 87-258.

    8 Cf. pg. 249 del volumen citado en la nota anterior.

  • 132 JUAN M. LOPE BLANCH T H . XLV, 1995

    Wagner9, al advertir que la casi totalidad de los dialecta-lismos fonticos para los que Lenz haba supuesto raz arau-cana entre ellos aspiracin de -s implosiva, diptongacinde hiatos, asimilaciones sb ^> / y sg ^> /, aspiracin -/ ^> h,etc. se dan tambin en muchas otras regiones de Amrica,de Espaa y aun en el judeoespaol. Refutacin que, comobien se sabe, complet magistralmente Amado Alonso, aldemostrar que inclusive los fenmenos de la fontica chilenapara los que Wagner haba aceptado la tesis araucanistade Lenz o sea, la asibilacin de /f/, la articulacin asibi-lada alveolar de tr y la articulacin tambin alveolar de/d / y / t / en contacto con / r / tienen tambin raigambrey desarrollo hispnicos10. El error de Lenz se deba a unconocimiento parcial, incompleto, de la situacin real y dela complejidad de la lengua espaola en el amplio mundohispanohablante, desconocimiento o conocimiento parcial dela realidad que veremos, pronto, resurgir en otros casos.

    He recordado este episodio del indigenismo o sustratis-mo ingenuo o injustificado de Rodolfo Lenz, porquetambin parece ser premonitorio de lo que habra de suce-der, en ese mismo asunto, otras muchas veces tiempo despus.La ingenuidad consiste, sencillamente, en el hecho de atri-buir a influencia indgena americana cualquier fenmenolingstico no slo fontico que se aparte de lo consi-derado normal en la lengua espaola estndar. Que el fone-ma / s / del espaol mexicano, por ejemplo, presenta unaarticulacin tensa, de timbre agudo y de realizacin larga:pues se deber ello, sin duda, a la influencia de la lenguanhuatl, donde la sibilante sorda era africada. Volveremosen seguida sobre este caso concreto.

    Pero antes advirtamos que en esta cuestin de la in-fluencia de los sustratos lingsticos se han dicho muchasfalsedades o, al menos, verdades a medias, por no haberserespetado un principio que todos los lingistas aceptan y

    9 Cf. Amenhjinospamsch und Viilgdrlatein, en ZRPh, XL (1920), pgs.

    286-312 y 385-404.1 0

    Cf. su pormenorizado artculo dedicado al Examen de la teora indi-genista de Rodolfo Lenz, en la Revista de Filologa Hispnica, I (1939), pgs.313-350.

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    aun proclaman en teora, pero que luego olvidan llevar a laprctica. Me refiero a la distincin entre s u s t r a t o ya d s t r a t o . Las ms de las veces, cuando se habla de lainfluencia del sustrato quechua o guaran o maya o de cual-quier otra lengua amerindia sobre el espaol hablado endiversas regiones de Amrica, se olvida que no se trata deverdadero sustrato, por cuanto que tales lenguas se siguenhablando en las regiones respectivas, y los fenmenos lin-gsticos en cuestin pertenecen al habla de sujetos bilinges,cuya lengua materna sigue siendo la indoamericana. YaMax Leopold Wagner haba sealado11 que la influenciade la lengua amerindia se advierte sobre todo en los indge-nas americanos que aprenden el espaol como lengua extran-jera, en cuya habla se observa el proceso comn a todos loshombres que comienzan a hablar otra lengua, consistenteen sustituir los sonidos ajenos, extraos, de la lengua extran-jera, por los ms parecidos de la lengua propia, de maneraque los indgenas americanos que an no saben hablar bienel espaol sustituyen, por ejemplo, la labial fricativa sorda/f/, inexistente en su idioma, por la oclusiva correspondiente/p / , y dicen pamilia o empermo, como los filipinos hablande sus islas filipinas. En tanto que quienes ya han apren-dido el espaol como lengua tambin usada en el ncleofamiliar o local los hablantes verdaderamente bilinges son capaces de articular perfectamente los fonemas hispni-cos inexistentes en sus idiomas amerindios, como /r, rr, f,f/ o /x/ . Pues bien, no obstante tan claras e incuestionablesadvertencias, todava hoy, cuando se habla de las influen-cias de los s u s t r a t o s amerindios en el espaol ameri-cano, se sigue haciendo referencia a fenmenos observadosen regiones en que la lengua indgena se mantiene viva, ensituacin de contacto con la espaola.

    Volvamos al caso concreto y preciso de la sibilante sorda/ s / del espaol hablado en Mxico. A don Pedro HenrquezUrea se debe la tesis de que la articulacin tensa de la / s /en el espaol mexicano actual obedece a influencia directadel sustrato nahua:

    1 1 En su libro ngua e dialetti dell America spagnola, Firenze, 1949.

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    Es bien conocida la / mejicana, dental, apoyada en los incisivosinferiores, de timbre agudo, singular por su longitud entre todaslas del mundo hispnico. Es probable que deba su carcter a la in-fluencia del nhuatl, donde no exista la s pero s tres sibilantesparecidas, de larga tensin, que los antiguos gramticos representa-ron con c, z y tz12.

    Amado Alonso, como leal amigo y buen colaboradorde Henrquez Urea, hizo suya esta hiptesis, que trat derespaldar y apuntalar de manera definitiva. Primeramente,con cierta prudencia: "Parecera que la s castellana ha sidosuplantada en Mjico por otra que sera la continuacin fri-cativa de la africada nhuatl que los misioneros transcribieronc; aunque ya fricativo, este fonema todava recuerda a laafricada en su formacin rpida, tensin sostenida y disten-sin relativamente breve"13. Pero unos aos despus, ena-morado ya de la idea, desaparece el tono hipottico de suspalabras, y presenta la tesis como algo totalmente seguro:"en Mxico, la s es muy tensa, de formacin rpida... Estas mexicana es indudablemente de influjo indgena, y ha deconsiderarse como innovacin, ya que en el nhuatl tambinla s moderna es una novedad, resultado del aflojamientoarticulatorio de antigua* africada/' u . Posteriormente, BertilMalmberg acept esta explicacin, que coincida con su ideageneral sobre la gran fuerza consonantica del espaol mexi-cano, la cual estara condicionada por la fuerza del conso-nantismo nahua 15. En resumen, la situacin sera la siguiente:

    1) la / s / del espaol hablado en Mxico es muy tensay larga; 2) es as por influencia de la lengua nhuatl, cuya

    1 2 Cf. Mutaciones articulatorias en el habla popular, en la BDH, IV, 1938,

    pg. 336.13

    Cf. la nota 2 de AMADO ALONSO al texto aludido en la nota anterior,as como la nota 2 de la pgina 206 del mismo volumen.

    1 4 Cf. Substratum y superstratum, en RFH, III (1941), pg. 215, nota 1.

    1 5 Cf. su Vo/

  • T H . XLV, 1995 SOBRE LA FONTICA DEL ESPAOL AMERICANO 135

    / s / es muy tensa; y esto, porque 3) el nhuatl clsico notena / s / fricativa, sino slo africada / s / , que los misionerosgramticos representaron con c, f, z o tz, 4) la moderna / s /fricativa del nhuatl y del espaol mexicano es el re-sultado del aflojamiento articulatorio fricatizacin deesa africada antigua / s / .

    Pues bien, creo haber mostrado en otro lugar16 quetales creencias son equivocadas o slo parcialmente acerta-das. En efecto, ni la / s / fricativa del nhuatl modernoparece ser particularmente tensa, ni es el resultado de lafricatizacin de una antigua africada, ni el nhuatl clsicocareca de / s / fricativa, ni la / s / tensa y larga es privativadel espaol mexicano.

    Que el nhuatl contara con un fonema sibilante f r i -c a t i v o / s / est plenamente probado por el preciso y pre-cioso testimonio de los misioneros-gramticos que estudiarony describieron esa lengua. Ellos dijeron que el nhuatlcarecera de s, pero no de c, f o z, lo cual significa, sencilla-mente, que la lengua nhuatl careca de la sibilante pico-alveolar cncava castellana , pero no de la sibilante dor-sodentoalveolar convexa /s / , que los misioneros representaroncon f o z muy atinadamente17. De ah que en los primerosprstamos lxicos del castellano al nhuatl en que figurabauna apicoalveolar cncava, fuera sta identificada porlos aztecas con su fonema prepalatal fricativo sordo / s /(escrito an x), pero no con su / s / dorsodentoalveolar con-vexa: Caxtilla, hicox.

    Por otro lado, e s e s tensas, agudas y largas han sidorecogidas en otras hablas hispanoamericanas de regiones li-bres de toda posibilidad de sustrato nahua, como sucede enlas serranas o tierras altas de Colombia, el Ecuador, Boliviay el Per, por lo menos.

    * * #1 8

    Cf. ha influencia del sustrato en la fontica del espaol de Mxico,en RFE. L (1967), pgs. 145-161 (en especial 156-160).

    1 7 Cf., a este respecto, DLOS L. CANFIELD, Spanish terature in Mexican

    Languagcs as a Source jor the Study oj Spanish Pronunciation, New York,1934, pg. 136.

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    A partir de 1947 fue publicando Bertil Malmberg susconsideraciones sobre los factores que podran determinarla interferencia lingstica, es decir, la influencia de una len-gua de sustrato sobre otra lengua invasora. Los condiciona-mientos o requisitos que Malmberg estableca de todosconocidos eran un intento serio de poner algn ordeno de establecer algn sistema objetivo en el anlisis del pro-blema. Recordar, muy esquemticamente, los principales:una explicacin general es preferible a una particular; unaexplicacin interna es preferible a una externa (interferen-cia); si el cambio implica una prdida de distinciones o deunidades funcionales, es preferible explicarlo como una re-duccin perifrica; el sustrato (la interferencia) slo debeinvocarse si la innovacin implica un aumento en el nmerode oposiciones, as como en el caso de que la situacin socio-lingstica lo favorezca; los cambios que se encuadran en elsistema general de tendencias evolutivas y que, por ello, seencuentran a menudo tambin en otras regiones del domi-nio lingstico o en otras pocas de la historia del mismoidioma no deben explicarse como consecuencia de la in-fluencia del sustrato18. Principios que en principio bienvale tener muy en cuenta, siempre que no se tomen comonormas de cumplimiento necesario y general. La vida deuna lengua est sometida a factores lingsticos e histri-cos tan numerosos y variados, que no sera posible tratarde someter a reglas inviolables toda su evolucin.

    Resulta sorprendente y aleccionador que el profe-sor Malmberg, autor de principios y de precauciones tanestrictas como las mencionadas, no haya sabido siempre res-petarlas y ponerlas en prctica cuando se ha enfrentado alproblema de la posible influencia amerindia sobre el espa-ol de algunas regiones de Amrica. En efecto, en un estu-dio ledo en 196319, presentaba Malmberg la hiptesis de

    1 8 Cf. L'espagnol dans le Nouveau Monde, en Sludia Lingistica, I (1947),

    pgs. 79-116, y II (1948), pgs. 39-74; L'extension du castillan et le problemedes substrats, en Actes du Colloque International de Civilisations, Uttratureset Langues Romanes, Bucarest, 1959, pgs. 249-260; y Unguistique ibrique etibero-romane, en Studia Lingistica, XV (1965), pgs. 57-113.

    1 9 Tradicin hispnica, citado en la nota 15.

  • T H . XLV, 1995 SOBRE LA FONTICA DEL ESPAOL AMERICANO 137

    que la articulacin mexicana como vibrante m l t i p l ede la -r final de palabra deba tener origen nahua: "Elmejicano utiliza la misma variante fuerte [f] en posicinfinal y en posicin inicial", cosa que armoniza con el hechode que se realice a menudo como asibilada [salir], "lo cuales la prueba definitiva de su carcter fuerte". Y llega a laconclusin de que "No cabe duda de que se trata de unfenmeno de influencia indgena (sustrato azteca), una su-pervivencia de una tradicin india que es tan slo el aspectolingstico (fontico) de un fenmeno mucho ms general,perceptible de diferentes maneras en la vida de la nacinmejicana".

    Pues bien, creo haber mostrado, tambin en este caso20,que no hay fundamento slido para establecer tal relacinentre el reforzamiento articulatorio mltiple de la -r finalde palabra, o su posible asibilacin, y la lengua nhuatl. Yello por varias razones, que tratar de resumir aqu.

    1) En realidad, esa articulacin vibrante mltiple no es como el profesor Malmberg piensa la articulacinn o r m a l del espaol mexicano, sino slo un alfono muyespordico, ocasional, de vibracin d o b l e (no triple co-mo la f- inicial).

    2) Ese tipo de articulacin se da tambin en Espaa"entre salmantinos, zamoranos y leoneses" (segn testimo-nio de don Toms Navarro), y en otros lugares de Amrica,al menos en la Argentina (segn atestiguan Amado Alon-so, Raimundo Lida21, y el propio Malmberg22). Lo cual, deacuerdo con uno de los principios de este ltimo ("los cam-bios que se encuentran a menudo tambin en otras regionesdel dominio lingstico... no deben explicarse como con-secuencia de la influencia del sustrato"), echa por tierra suhiptesis sustratstica.

    2" Cf. mi artculo sobre La -r final del espaol mexicano y el sustrato

    nahua, en BICC, XXII (1967), pgs. 1-20.21 Cf. BDH, VI (1940), pgs. 293-295.2 2

    Cf. Eludes sur la phontique de i'espagnol parl en Argemine, Lund-Copenhague, 1950, pgs. 127, 129 y 131.

  • 138 JUAN M. LOPE BLANCH T H . XLV, 1995

    3) La articulacin mltiple se produce comnmente aunque no exclusivamente en el habla esmerada o en-ftica, es decir, en el mismo estilo de enunciacin que GiliGaya encuentra en el espaol de Castilla23.

    4) No creo que la asibilacin de la -r implosiva en elespaol americano contribuya tampoco a fortalecer la tesisde la influencia del sustrato en Mxico. Y ello por variasrazones:

    ) La asibilacin de -r (no de r-, que no se da prcti-camente) es un fenmeno muy reciente en Mxico: se inicidbilmente a mediados de este siglo xx, como afectacinpropia del habla femenina. Es decir, naci en una pocaen que la lengua nhuatl no tena ya la fuerza al menosnumrica que pudo haber tenido durante el siglo xvio xvn; b) La asibilacin de -r (y de r) es fenmeno quese da y mucho ms intensamente en otros muchos dia-lectos hispnicos, tanto de Espaa como de Hispanoamrica,por lo que ya Amado Alonso y el mismo Malmberg habanproclamado la posible raz hispnica del fenmeno24.

    5) Por ltimo, la estructura del sistema fonolgico dela propia lengua nhuatl tampoco avala la hiptesis de unorigen azteca de la -r final mltiple mexicana. La lenguanhuatl as como otras muchas del pas: maya, zapoteca,otom, etc. carece de todo fonema vibrante, simple o ml-tiple. Y en los primeros hispanismos de la lengua de losaztecas, la / ? / castellana se sola transformar, al pasar alnhuatl, en / I / .

    En otras ocasiones el error radica, no en la atribucindel fenmeno fontico de que se trate a la influencia dela lengua amerindia, sino en la deficiente o aun equivocadaexplicacin del hecho fnico. No quisiera, en este punto,sacar los trapos sucios de nadie, sino ponerme yo mismo

    2 3 C. La r simple en la pronunciacin espaola, en RFE, VIII, pgs.

    271-280.2 4

    A. ALONSO, La pronunciacin de rr y de t en Espaa y Amrica,recogido en su libro de Estudios lingsticos: Temas hispanoamericanos, Madrid,1953, pgs. 151-195. Y B. MALMBERG, Tradicin hispnica, pg. 117.

  • T H . XLV, 1995 SOBRE LA FONTICA DEL ESPAOL AMERICANO 139

    en la picota, para escarmiento de investigadores crduloso ingenuos. Que muchas veces sucede que un error o false-dad propuesta de buena fe por un investigador halla aco-gida en los escritos de otros muchos estudiosos, y el erroro la falsedad, a fuerza de ser repetidos, llegan a convertirseen verdad indiscutida. En efecto, hace ya muchos aos hacindome eco, muy crdula e ingenuamente, de lo di-cho por otros estudiosos del espaol yucateco afirm quela influencia de una lengua indgena era

    indudable en el caso de las consonantes oclusivas del espaol yu-cateco, que suelen articularse de igual manera que las consonantesglotalizadas de la lengua maya p' k^, articulaciones que el restodel pas desconoce y que permiten identificar inmediatamente a loshispanohablantes de Yucatn con slo orles pronunciar una pala-bra como ^' ab' ayo25.

    Cosa, esta ltima, absolutamente cierta, pero no porquese trate de articulaciones glotalizadas, comunes en la lenguamaya. Un estudio detenido y "de primera mano" me hapermitido descubrir el error en que incurrieron varios lin-gistas, alguno de ellos de lengua materna maya (!), errorque consiste en confundir dos elementos fonticos relativa-mente prximos, parecidos, pero bsicamente diferentes: deun lado el fonema interrupto glotal / ? / propio de muchaslenguas americanas y de otros continentes; del otro, las con-sonantes glotalizadas, que en el caso de la lengua maya son/p, t, s, c, k'/. El fonema / ? / es, simplemente, un segmentooclusivo glotal; la glotis, previamente cerrada, se abre mso menos bruscamente, permitiendo la salida del aire pulmo-nar; las consonantes glotalizadas, en cambio, son fonemasmuy diversos velares, palatales, alveolares, dentales, labia-les que se articulan manteniendo la glotis cerrada; laexplosin que da origen a la consonante oclusiva se produceutilizando el aire larngeo o bucal, no el pulmonar, ya quela glotis se mantiene cerrada mientras se articula la conso-

    2 5 Estado actual del espaol en Mxico, en Presente y futuro de la lengua

    espaola, Madrid, Eds. Cultura Hispnica, 1964, vol. I, pg. 88.

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    nante glotalizada. Pues bien, el error, en el caso del espaolyucateco, consiste en decir que son frecuentes en l los fo-nemas glotalizados cuando en realidad stos son prctica-mente inexistentes en esa modalidad de la lengua espaola ,confundindolos con fonemas voclicos seguidos o pre-cedidos de cortes glticos, en casos como [no ? tengo] [mi ?ermno]. Se habla de consonantes glotalizadas comunesen el maya de Yucatn cuando en realidad se trata deconsonantes normales precedidas de un corte glotal. Lo queun hispanohablante yucateco dice no es [en k'sa] sino[en ? kasa] o [en ? k > asa] con una ^ oral adelantada yaspirada [k> ]. Y esta confusin se ha dado en lingistascuya lengua materna era el maya y que, por consiguiente,articularan con toda naturalidad y precisin tanto el fone-ma glotal interrupto como las diversas consonantes glotali-zadas. Aunque parezca increble. Mas tal parece ser el sinode la dialectologa hispanoamericana.

    # # *Pero ms frecuente que la mala interpretacin o confu-

    sin de los hechos fnicos es el desconocimiento de la reali-dad lingstica. Sucede que quienes nos hemos interesadopor estudiar el espaol hablado en Amrica solemos desco-nocer las lenguas amerindias o tener slo unos conocimien-tos muy limitados y superficiales de ellas. En consecuencia,no resulta inslito que se atribuyan a la influencia indo-americana fenmenos que de ninguna manera pueden tenertal raz. Consideremos un caso ms de error debido a taldesconocimiento de las lenguas indgenas de Amrica.

    Desde 1921 se ha venido sealando la particular debi-lidad de las vocales mexicanas, debilidad extrema que, enalgunos casos, determina la prdida total de ellas, y se hainsinuado la posible dependencia de tal debilitamiento res-pecto de la lengua indgena. Especialmente el profesorMalmberg ha puesto en relacin este fenmeno de debilita-miento voclico con el reforzamiento de las articulacionesconsonanticas (algunas de ellas de origen nahua: ti, i, -tfinal de palabra), aunque sin afirmar explcitamente que

  • T H . XLV, 1995 SOBRE LA FONTICA DEL ESPAOL AMERICANO 141

    la debilidad voclica sea consecuencia directa sino sloindirecta de la interferencia fontica nahua. En efectopiensa, por una parte, que "la particular pronunciacin delas consonantes implosivas ha debido ser... una de las con-diciones que ha posibilitado el debilitamiento tan avanzadode las vocales tonas"; y, por otra parte, cree que esa par-ticular fuerza articulatoria de las consonantes debe de estarcondicionada por las lenguas indgenas2e. Tambin ngelRosenblat ha abrazado esta tesis del fuerte consonantismode las palabras nahuas frente a la acusada debilidad de susvocales. Como consecuencia de ello, cuando un hispanoha-blante mexicano debilita o elimina alguna vocal, en articu-laciones como [ant's], [diez pes's] o [entons1], se habrsometido, sin saberlo, a la influencia de la fontica nahua.

    Pues bien, tampoco en este caso creo que deba pensarseen tal interferencia lingstica; y ello, por dos razones fun-damentales:

    1) La reduccin de las vocales, fenmeno consideradocomo caracterstico del habla de la altiplanicie mexicana, seproduce en un rea mucho ms extensa. Hay abundantestestimonios de ello relativos al espaol hablado en el Ecua-dor, Colombia, El Salvador, Per, Bolivia e inclusive la Ar-gentina, territorios en que jams pudo ejercerse la interfe-rencia nahua. Claro est que resultados semejantes puedentener causas diversas, aunque se antoja excesiva esa plura-lidad de causas en siete, al menos, regiones diferentes.

    2) No puede haber relacin entre la lengua nhuatl yese fenmeno hispanoamericano. En efecto: ni el sistema vo-clico nahua es dbil, ni su sistema consonantico es tan fuerte,ni mucho menos, como para determinar una debilitacincompensatoria de las vocales. En el nhuatl clsico, el delsiglo xvi, as como "en la mayora de las hablas nahuasactuales, se haca una clara distincin entre vocales cortasy largas"27. Siendo fonolgica la oposicin entre vocales bre-

    2 6 B. MAUMBERG, La estructura silbica, en el libro de Estudios de fontica,

    cit. en la nota 15, pg. 91.2 7

    MAURICIO SWADESH y MAGDALENA SANCHO, LOS mil elementos del mexi-cano clsico, Mxico, UNAM, 1966, pg. 5.

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    ves y largas, no es fcil imaginar una tendencia hacia ladebilitacin de las vocales, similar a la del espaol mexica-no de nuestros das, puesto que tal debilitacin habra neu-tralizado esa oposicin voclica enteramente funcional. Estaconsideracin o razonamiento terico que aqu hago quedarespaldado por la realidad: he preguntado a algunos nahuat-listas mexicanos si en los dialectos nahuas actuales se pro-duce un fenmeno parecido al de la caducidad de lasvocales en el espaol mexicano, y todos ellos han contestadonegativamente. Cierto es que, dentro de las vocales brevesdel nhuatl, pueden distinguirse dos tipos: las ' f i j a s ' ylas ' e v a n e s c e n t e s ' o ' d b i l e s ' , segn la nomen-clatura de Swadesh. Estas ltimas pueden desaparecer enalgunos casos, pero siempre en condiciones enteramente dis-tintas prcticamente c o n t r a r i a s a las que deter-minan la debilitacin de las vocales en el espaol mexicano.En efecto, las vocales dbiles del nhuatl desaparecen slo endos casos: 1) cuando quedan en contacto con una vocalfuerte: no-cxiu < no- (mi) + icxi (pie) + -ue (posedo):no-cxi ^> nooci (simple caso de disimilacin eliminatoria,como en Ulogio por Eulogio); y 2) "siempre que su ausen-cia [de la vocal dbil] no implique la formacin de ungrupo consonantico irregular", que es lo contrario a lo quesucede en el espaol mexicano en casos como mientr's,ch'ste o caf'sito. Como he tratado de explicar en otra oca-sin 28, y en lo que respecta a la estructura consonantica delas palabras nahuas, tampoco se advierte en ella nada queconfirme la hiptesis indigenista. "La slaba nahua tiene unaformacin muy estricta y muy sencilla. Siempre tiene unasola vocal, que puede ser precedida por una consonantey seguida por otra" (SWADESH, pg. 6), de modo que laslaba nahua tiene slo tres estructuras: /V / ; /C-f-V/;/C + V + C/ y, en consecuencia, no puede haber grupos osecuencias consonanticas de ms de dos elementos, cuandouna slaba de estructura /C + V + C/ va seguida de otrade forma /C -f- V/. En cambio la estructura de las palabras

    2 8 Cf. La influencia del sustrato, cit. en nota 16, pg. 155.

  • T H . XLV, 1995 SOBRE LA FONTICA DEL ESPAOL AMERICANO 143

    espaolas admite secuencias de tres y aun de cuatro conso-nantes, en casos como hambre, simple, entre, explorar eijribir. De modo que la lengua espaola general resultaser mucho ms fuertemente consonantica que el nhuatl

    Precisamente en nhuatl s se dan frecuentes reduccio-nes, prdidas, pero no de vocales, sino de consonantes, cuandodos de ellas entran en contacto en los compuestos lxicoso morfolgicos: as la agrupacin de sibilante o de dentalcon / se reduce a / s / o / c / : tas -f lo > tlaSo; mat + lo> maco 29. De manera que en nhuatl parece suceder lo con-trario de lo que sera preciso para explicar su posibleinfluencia en el caso de la debilitacin de las vocales hispa-nomexicanas.

    Ante tantas suposiciones injustificadas, ante tantas hip-tesis infundadas y, aun, ante tantas afirmaciones errneas,quiz no resulte demasiado extrao que haya yo adoptadouna actitud, en principio, de desconfianza ante cualquierexplicacin de carcter sustratstico. Aunque sin negar, porsupuesto, tal posibilidad. La acepto, sin duda, en el caso dela aparicin de cortes glticos y, en medida mucho menor,de consonantes glotalizadas en el espaol yucateco, comoconsecuencia del adstrato maya, lengua en que ambas clasesde fonemas son absolutamente normales. Y al aceptar estadependencia, tengo adems muy en cuenta la especial situa-cin historicosocial que mantiene la lengua maya en la pe-nnsula de Yucatn. Donde ms de la mitad de la poblacintiene al maya como lengua materna y de uso cotidiano entodos los sectores de la vida, y donde esa lengua goza deun alto prestigio social de que carece, en cambio, el nhuatlen el altiplano de Mxico.

    Claro est que mi desconfianza de principio antelas explicaciones de sustrato cede y desaparece cuando lasuposicin en tal sentido est slidamente fundamentada.No puedo, por ejemplo, negar la hiptesis de Germn de

    2 9 Cf. IGNACIO DVILA GARIBI, Llave del nhuatl, 2* cd., Mxico, Porra,

    1961, pg. 28.

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    Granda relativa al origen guarantico del fenmeno de labio-dentalizacin de toda labial sonora v o b en el espa-ol de Paraguay30. Y ello porque Germn de Grandaresidi en el Paraguay durante varios aos, de manera quesu conocimiento del espaol paraguayo no se limita al delas superficiales impresiones de quienes, en un rpido viajepor tierras americanas, toman notas, ms o menos precisas,sobre los fenmenos lingsticos que les van saliendo alpaso. La experiencia paraguaya de Germn de Granda sesuma, adems, a la que tiene como dialectlogo de otraszonas hispnicas, en cuya profesin no ha dado muestrasde "ingenuidad sustratstica". Por otra parte, la situacinsociolingstica del Paraguay donde el guaran sigue sien-do la lengua materna de la mayor parte de la poblaciny donde esa lengua amerindia goza de un prestigio muysuperior al que poseen otras muchas lenguas indoamerica-nas es la situacin que, al menos en teora, y en lgicacomn, ms favorece la interferencia de la lengua de a d s -t r a t o (no lo olvidemos). En consecuencia, es de creerque la tesis de Germn de Granda sea acertada. Los ha-blantes paraguayos usan la misma labiodental 'tenue' conel labio no en el filo de los incisivos superiores, sino en sucara externa de la lengua guaran al hablar castellano,y hacen tal cosa muy mayoritariamente (hacia el 80% delas ocasiones, segn de Granda), salvo cuando la labial pre-cede a las vocales labializadas /o, u/ o sigue a la nasal /m/ ,aunque inclusive en estas situaciones pueden advertirse casosde labiodentalizacin: \vueno, tatnvin]. Se trata, pues, deun fenmeno muy diferente del intento de distincin entre/b / bilabial y /v/ labiodental que tan vanamente tratande mantener, acaso en todos los pases hispnicos, locuto-res de radio y televisin, declamadores y hablantes particu-larmente afectados o 'cultistas'. En el Paraguay, la labio-dentalizacin afecta por igual a la b y a la v ortogrficas,y es fenmeno de carcter ms acusadamente rural y popu-lar, aunque se extiende tambin a la norma culta.

    3 0 Cf. sus Observaciones sobre la fontica del espaol en el Paraguay, en

    Antiario de Letras (Mxico), XX (1982), pgs. 155-157.

  • T H . XLV, 1995 SOBRE LA FONTICA DEL ESPAOL AMERICANO 145

    En este sentido, me parece indispensable precisar siem-pre el alcance lingstico y social del fenmeno fonticoque se trate de analizar. No bastara, por ejemplo, decir queen el espaol de Yucatn, por efecto de la interferencia deladstrato maya, "son frecuentes los cortes glotales y las con-sonantes glotalizadas". Es necesario precisar, con la mayorexactitud posible, el grado o la intensidad de esa interferen-cia. Porque as dicho, la glotalizacin articulatoria podraparecer un fenmeno general, o poco menos, en el espaolyucateco, cuando, en realidad, la situacin dista mucho depresentar tal generalizacin. En efecto, del anlisis detenidodel habla de 36 informantes yucatecos se deduce que 9 deellos ni articulan nunca consonantes glotalizadas ni siquierase sirven de la clausura glotal en ningn momento, de ma-nera que ya el 25% de los hablantes yucatecos est total-mente limpio de la marca lingstica que se considera mstpica y definitoria del dialecto hispanoyucateco; y slo 2de los 27 restantes se sirven y ello muy ocasionalmente defonemas glotalizados, es decir que este tipo de articulacinse da en nicamente el 5% de los hispanohablantes de Yu-catn, en tanto que la aparicin de cortes glticos alcanzael 69% de los yucatecos. Y aunque la exactitud matemticano case muy bien con la heterogeneidad y el polimorfismolingsticos (las cifras variaran un tanto si se cambiara lamuestra), esos porcentajes siempre proporcionarn una ideams precisa y prxima de la realidad que la que puedenproporcionar expresiones indefinidas del tipo "algunos ha-blantes", "muchos informantes", "a veces", "en no pocas oca-siones", etc.

    De todo lo dicho, creo que podran extraerse algunasenseanzas y conclusiones:

    Ante todo, que no es posible seguir hablando de lainfluencia de los s u s t r a t o s indoamericanos cuando, enrealidad, se trate de a d s t r a t o s , esto es, de lenguasen contacto.

    En segundo trmino, que es preciso acercarse al espaolamericano con mucho mayor respeto y consideracin de loque tantas veces se ha hecho hasta ahora. Las modalidades

    10

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    hispanoamericanas de la lengua espaola merecen la mismaatencin, el mismo cuidado y la misma reverencia, en suanlisis, que cualquier otra modalidad dialectal de cualquierlengua. Publicar estudios sobre las hablas hispanoamericanascon base en anotaciones rpidas, en notas de viaje, en apun-tes hechos al paso, en referencias de segunda mano, condu-cir muy probablemente a apreciaciones imprecisas, insufi-cientes, cuando no totalmente errneas. Permtaseme, a esterespecto, recordar un caso ms de inconsistencia metodol-gica, de que fue culpable no un aficionado cualquiera a losestudios filolgicos, sino nada menos que un fillogo tanslido, inteligente y autorizado como Amado Alonso. Quien,al investigar la (supuesta) oposicin entre la prepalatal so-nora rehilada /z / , como fonema procedente del palatallateral / ] / [kaze], y la palatal central no rehilada /y / [ma-yo], se inclin a sostener que tal distincin se daba tambinen el espaol de una regin mexicana la de Orizaba,porque as se lo haba comunicado y as lo haba l adver-tido en el habla de un mexicano, educado parcialmenteen Orizaba (ni siquiera oriundo de tal ciudad) que esta-ba entonces en Buenos Aires como embajador de su pasante el gobierno argentino. Claro est que el testimonio deese hablante mexicano no slo era insuficiente, sino equivo-cado. Lo que sucede realmente en la regin orizabea esque la palatal sonora representante tanto de /y/ comode //// presenta un estado de intenso polimorfismo, una decuyas realizaciones es la prepalatal rehilada / z / la cualalterna con la normal no rehilada /y /, pero sin responderde ninguna manera a un diferente origen fonolgico z < //frente a y

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    explicacin indigenista que no puede dejar de sorprenderme.Y es la atribucin al sustrato o adstrato indgena de la par-ticular entonacin con que se habla el espaol en cada paso en cada regin de Amrica. Atribucin sumamente gene-ralizada, pero tambin absolutamente infundada. Entinda-seme bien: no quiero decir que tal cosa sea totalmenteimposible, pero s que es completamente imposible afirmarla.Sin estudiar, analizar y conocer previamente a fondo, tantola entonacin espaola o las entonaciones espaolas,cuanto la entonacin de la lengua indgena de que se trateen cada momento y el caso es que no conocemos ni unasni otras, cmo es posible establecer seriamente esa rela-cin de dependencia? El mundo hispanoamericano podrser, para muchos, el mundo del "surrealismo mgico", perola lingstica, la dialectologa hispanoamericana no puedeser ni surrealista ni mgica, sino que debe esforzarse por sertan cientfica y rigurosa como la de cualquier otra lenguao dialecto.

    JUAN M. LOPE BLANCH.

    Universidad Nacional AutnomaEl Colegio de Mxico.

    CampoTexto: THESAURUS. Tomo L. Nms. 1, 2 y 3 (1995). Juan M. LOPE BLANCH. Los estudios sobre la ...