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Los dragos del archipiélago canario Rafael S. Almeida Pérez Geógrafo Fotos: Rafael S. Almeida Pérez El género Dracaena está representado en nuestras islas por dos especies arborescentes tipo “drago”. La primera, célebre desde hace varios siglos, corresponde a Dracaena draco (L.) L. subsp. draco, conocida como “drago macaronésico”, “drago común”, “drago canario”, “drago de Canarias” o “drago”, simplemente. La segunda permaneció inédita para la ciencia hasta el año 1998, fecha en que fue descrita como Dracaena tamaranae Marrero Rodr., R.S.

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Los dragos del archipilago canario

Rafael S. Almeida Prez

Gegrafo

Fotos: Rafael S. Almeida PrezEl gnero Dracaena est representado en nuestras islas por dos especies arborescentes tipo drago. La primera, clebre desde hace varios siglos, corresponde a Dracaena draco (L.) L. subsp. draco, conocida como drago macaronsico, drago comn, drago canario, drago de Canarias o drago, simplemente. La segunda permaneci indita para la ciencia hasta el ao 1998, fecha en que fue descrita como Dracaena tamaranae Marrero Rodr., R.S. Almeida & Gonz.-Mart., exclusiva de la isla de Gran Canaria.

La extensa literatura que se ha ido generando en torno a estas plantas se ha volcado sobre todo en los caracteres ms llamativos o curiosos, como la edad y la corpulencia de ciertos ejemplares, los usos y propiedades de su resina, sus supuestas cualidades mgicas y todas aquellas fbulas que los relacionan con dragones fantsticos y con los mitos de la Atlntida, los Campos Elseos, el Jardn de las Hesprides, las Afortunadas, etc. Algunas de estas cuestiones han polarizado la atencin de numerosas publicaciones, quedando muchos aspectos de la naturaleza de estos vegetales, en particular los referidos a su biologa, estatus taxonmico, ecologa, historia evolutiva, distribucin, etc., relegados a un segundo plano o incluso ignorados.

Es en la ltima dcada cuando diversos trabajos de investigacin se han centrado en las cuestiones anteriormente sealadas, observndose un renovado inters por este grupo de plantas no slo en el mbito de los archipilagos macaronsicos, sino tambin en el vecino Marruecos, donde en 1996 se descubri una importante poblacin de dragos en el Anti Atlas, siendo descritos como Dracaena draco subsp. ajgal Benabid et Cuzin, as como en otros territorios muy alejados de nuestra realidad geogrfica en los que habitan otras dracaenas afines, en concreto en frica oriental (en el entorno del Mar Rojo y el Cuerno de frica), en la pennsula de Arabia y en la isla de Socotora, en el Ocano ndico.

A la luz de los estudios ms recientes, pretendemos dar aqu una visin general de la situacin en la que se encuentran las dos especies que viven en Canarias, tanto de sus poblaciones naturales, presentes slo en las dos islas centrales, como cultivadas, donde el drago comn (no as el de Gran Canaria) se halla muy extendido en todas las islas como planta ornamental, y en menor medida como forrajera, como ocurre sobre todo en La Palma, isla en la que hasta hace pocas dcadas se mantuvo su cultivo tradicional principalmente con este fin. Tratamiento aparte merecen los grandes especmenes de D. draco que, con relativa frecuencia, pueden contemplarse en varios lugares del archipilago, destacando por su nmero los ejemplares existentes en la isla de Tenerife.

Sobra decir que los dragos forman parte de nuestra identidad sociocultural, siendo considerados junto con la palma canaria, el pino canario, el cardn y otras plantas de nuestra tierra, autnticos smbolos de canariedad, lo cual no quiere decir que en el imaginario colectivo popular no se mantengan muchos tpicos e ideas errneas respecto a ellos. Por otra parte, resulta paradjico que, pese a hallarse profusamente cultivados en nuestras islas, se encuentren desde hace tiempo en situaciones francamente relcticas en la naturaleza, con poblaciones catalogadas como en peligro (D. draco) o crticamente amenazadas, como es el caso del drago grancanario.

Estado actual de las poblaciones naturales

Tenerife y Gran Canaria son las nicas islas del archipilago donde actualmente subsisten dragos en estado silvestre. En el resto no hay indicios de su presencia en la naturaleza, ni se han encontrado evidencias arqueolgicas1 o paleontolgicas que permitan confirmar su existencia en el pasado. Disponemos, no obstante, de citas tempranas de carcter historiogrfico2 para La Palma y La Gomera, constatndose tambin en estas islas varios topnimos referidos a estas plantas, testimonios en su conjunto apreciables pero que por s mismos no son concluyentes.

En La Palma el drago comn se encuentra cultivado en muchos lugares, pero no se detectan ejemplares que levanten sospechas sobre su ndole agreste creciendo en los riscos de los barrancos que surcan las reas donde ms abundan. Igualmente llamativa resulta la ausencia de dragos en La Gomera, isla que por su antigedad geolgica, su proximidad a Tenerife y su propia orografa, rene aparentemente todas las condiciones para que pudiera albergar alguna poblacin natural. El Hierro, por su carcter de isla muy joven, poco evolucionada y ms alejada, parece ofrecer menores probabilidades. En cuanto a Fuerteventura y Lanzarote, no hay la ms mnima referencia histrica, pero si consideramos su antigedad geolgica, su cercana a frica y el papel primordial que han jugado como puentes de colonizacin del archipilago, cabe suponer que los dragos pudieron existir en un pasado no necesariamente remoto, no descartando fechas posteriores incluso al poblamiento aborigen.

Por otro lado, es opinin generalizada que los dragos debieron de ser muy abundantes en la poca prehispnica, tal y como narran las fuentes historiogrficas. Sin embargo, existen indicios que sugieren que tal vez no eran tan comunes en dicha poca. As, llama la atencin la extraordinaria escasez de sus restos arqueolgicos frente a la cantidad y variedad de otros vestigios vegetales hallados en los yacimientos aborgenes, tales como palma, pino, sabina, lea buena, junco, etc., especies en su mayora tambin referidas en dichas fuentes como abundantes, pero al contrario que aqullos, lo siguen siendo hoy en da, pese a que han sido histricamente objeto de una intensa explotacin. En La Palma y La Gomera, algunos textos los citan como muy frecuentes, formando bosques, por lo que resulta extrao que en la actualidad no haya pervivido ni un solo pie salvaje colgado de algn peasco.

Isla de Tenerife

En Tenerife D. draco mantiene un bajo nmero de efectivos silvestres que crecen habitualmente de forma aislada o en pequeos grupos. Conforme a los datos del Atlas y Libro Rojo de la Flora Vascular Amenazada de Espaa (2003), la poblacin estimada es de 696 individuos. En dicho estudio se excluyeron las reas potenciales ms antropizadas y urbanizadas: valle de Gmar, rea metropolitana de Santa Cruz-La Laguna, comarca de Tacoronte-Acentejo, valle de La Orotava y comarca de Icod.

En general habita en ambientes influenciados directa o indirectamente por los alisios, en lugares frecuentemente inaccesibles o de difcil acceso, en riscos, acantilados, laderas de barrancos, etc., conviviendo con diversas especies termoesclerfilas, xerfilas y rupcolas. Su ptimo altitudinal se sita en la franja de vegetacin termfila y la orla superior del cardonal-tabaibal, entre 100 y 600 metros, aunque con cotas extremas que abarcan desde 30 hasta 975 metros. Sus poblaciones, reducidas y fragmentadas, se localizan casi enteramente en las zonas geolgicas ms antiguas de la isla: los macizos de Anaga (en el noreste), Teno (al noroeste) y Adeje (suroeste).

Anaga constituye el rea principal, con un total de 445 ejemplares contabilizados en su mayora en la vertiente norte del macizo. Las mejores muestras se encuentran en el barranco de Taborno, Roque de Tierra, Roque de las nimas-Roque de Enmedio, barranco de Igueste, Roque del Aderno-Montaa Tafada, barranco de Afur-Caada de la Pesquera, barranco del Ro-Ahuaide-Chinamada, y Benijo-El Draguillo. Tambin aparecen en el barranco de Vargas y en los cantiles de Bajamar hacia Punta del Hidalgo, entre el Roque Dos Hermanos y Punta de Tamadite, en el barranco Seco, Roque del Paso, Roque Marrubial, Taganana (Azanos), Las Palmas, barranco de Roque Bermejo-Chamorga, Montaa de Las Toscas (Antequera) y barranco del Balayo.

En Teno se han registrado 84 pies vegetando en los paleocantiles de la isla baja entre Buenavista del Norte y Los Silos (Cecilia, Ravelo), as como en el barranco de los Cochinos, el barranco de Blas, los riscos de Interin y en menor medida en Masca y otros barrancos aledaos, donde perviven algunos ejemplares dispersos. En el macizo de Adeje se concentran en el barranco del Infierno y en el contiguo barranco del Agua, con una poblacin estimada de 161 individuos enraizados en los escarpes de ambos cauces, mientras que en el cercano barranco del Rey crece un nico pie. Fuera de estos ncleos principales sobreviven tres dragos en el barranco de Badajoz en Gmar y otros dos en el barranco de Guara, en Gua de Isora.

En general, la dinmica poblacional se mantiene relativamente estable, observndose una perceptible regeneracin natural en el barranco del Infierno, Roque de Las nimas, Roque de Tierra y otros enclaves, lo que indica una buena capacidad germinativa. No obstante, la recuperacin es lenta, comportndose en general como especie regresiva evasiva y mostrando en la actualidad una limitada o nula capacidad de dispersin a larga distancia. Como amenazas principales hay que citar la fragmentacin y el tamao reducido de sus poblaciones naturales, factores ambientales (vendavales, sequas, desprendimientos) y la presin zooantrpica (ganado, incendios, excursionismo, escalada, alteracin del hbitat por proliferacin de pistas, fincas, viviendas de segunda residencia, etc.).

Isla de Gran Canaria

Todos los supuestos sobre la distribucin de dragos silvestres en esta isla se trastocaron con la descripcin en 1998 del drago endmico D. tamaranae, al corresponder la prctica totalidad de los individuos que se conocan a este taxn, al tiempo que se confirm la presencia de un nico pie silvestre de drago comn en el barranco de Pino Gordo, en el sector oeste. La concurrencia de uno y otro y sus marcadas diferencias morfolgicas y ecolgicas permitieron plantear la hiptesis de que ambos debieron de coexistir ocupando los dos grandes mbitos biogeogrficos a escala insular: D. tamaranae en la mitad suroccidental, ms xrica y geolgicamente ms antigua, y D. draco en la nororiental, de geologa reciente y bajo el influjo de los alisios. El hallazgo posterior de improntas fsiles de D. draco en depsitos de tobas calcreas holocenas3 en el barranco de Azuaje, en el norte de la isla, vino a reforzar esta hiptesis y a despejar cualquier duda sobre la presencia de esta especie en Gran Canaria, la cual, desgraciadamente, debe considerarse definitivamente extinta despus de que el citado pie de Pino Gordo se marchitara a principios del ao 2009.

D. tamaranae, por su parte, muestra una dinmica demogrfica regresiva muy preocupante, con una poblacin exigua y severamente fragmentada cuyo censo ms reciente arroja un total de 79 individuos, de los que 67 son juveniles (no han florecido nunca) y solamente 12 son maduros. La mortalidad observada es altsima, 13 ejemplares en los ltimos 25-30 aos4, lo que supone ms del 14% del total de sus efectivos. Por contra, la natalidad es nula para dicho periodo, al no haberse constatado la existencia de plantas jvenes que se puedan asignar al mismo, ya que todos los pies juveniles cuentan con decenas de aos y muchos son centenarios.

Su rea de distribucin abarca el cuadrante suroccidental de Gran Canaria, desde el barranco de Fataga hasta el de Tejeda-La Aldea. Todos los ejemplares enrazan en grietas y fisuras de riscos inaccesibles sobre materiales diferenciados del Primer Ciclo volcnico y del Ciclo Roque Nublo, creciendo de forma aislada y ms raramente en pequeos grupos, circunstancias que evidencian la situacin de refugio en que se encuentran a causa a la fuerte presin antropozogena. La especie ocupa la franja de vegetacin termfila, integrndose tambin en comunidades de la orla superior del cardonal-tabaibal y del borde inferior del pinar, en cotas comprendidas entre 350 y 1.000 (1.270) metros de altitud. En su hbitat convive con otras plantas bien adaptadas a la sequa y la alta insolacin, como sabinas, jaguarzos, acebuches, pinos, etc., en unas condiciones ambientales ms xricas que los lugares donde habita el drago comn.

Casi todos los especmenes censados crecen diseminados en dos reas separadas: Arguinegun-Tauro, donde sobreviven 52 pies, y Vicentillos-Fataga, con 20 individuos. La primera abarca la vertiente derecha del barranco de Arguinegun (el ncleo poblacional ms importante, con 30 dragos), la vertiente izquierda del barranco de Mogn (10 individuos) y el macizo de Tauro, flanqueado por ambas vertientes y en cuyos barrancos interiores de Tauro, Taurito y Tangingi habitan 12 ejemplares. La segunda se localiza en el barranco de Los Vicentillos (12 pies), en el de Fataga (6) y en los emplazamientos aledaos de Morro Garito y el Talayn de la Cogolla. Fuera de las dos reas descritas sobreviven 7 pies muy dispersos en Las Tederas, Los Palmitos, Chamoriscn, Huesa Bermeja, Punta de Tabaibales, Inagua y Mesa del Junquillo.

El reducido nmero de sus efectivos y la extrema fragmentacin de sus poblaciones constituyen una amenaza para su supervivencia, al margen de otras variables de riesgo como la ya comentada recesin demogrfica, anomalas de carcter intrnseco (prdida de variabilidad gentica, depresin por endogamia5), eventos naturales (vendavales, desprendimientos, sequas peridicas) y fuerte presin zooantrpica (ganado, conejos, incendios, recoleccin para hacer huroneras, proliferacin de pistas y de fincas prximas a sus lugares de refugio, etc.).

Los dragos cultivados

Desde la poca prehispnica y hasta nuestros das, los dragos se han venido utilizando en Canarias con distintos fines. Histricamente, el aprovechamiento ms celebrado ha sido el de su famosa sangre como apreciado remedio medicinal, para la elaboracin de tintes y barnices y como dentfrico. Sobre sus usos y propiedades, as como sobre el comercio de que fue objeto en el pasado, existen multitud de escritos, muchos de ellos bastante antiguos, mientras que algunas de las publicaciones ms recientes se refieren a nuevos compuestos y principios activos en la composicin qumica de su resina (sapogeninas, flavonoides) y sus posibles aplicaciones.

Menos conocidos pero no por ello menos importantes han sido otros aprovechamientos tradicionales, en particular del drago comn, que conjuntamente con su utilizacin como especie ornamental, han auspiciado su propagacin y cultivo en muchos lugares del archipilago. Entre tales aprovechamientos hay que citar el empleo de sus hojas como forraje para el ganado, para amarrar las vides y para fabricar cuerdas, y el de sus troncos y ramas ahuecadas para corchos de colmenas y huroneras. Estos usos y su introduccin relativamente temprana en la jardinera local han transferido, con el paso del tiempo, una extraordinaria impronta paisajstica a muchos rincones de las islas, como es el caso de los espectaculares conjuntos de dragos de La Palma o el de la mayora de los especmenes monumentales que crecen majestuosos en diferentes localidades canarias.

Hoy en da estos usos tradicionales han decado casi por completo, no as su utilizacin ornamental, habindose plantado en las ltimas dcadas miles de ejemplares de D. draco en jardines y espacios tanto pblicos como privados. En ocasiones esta propagacin masiva se ha realizado de forma indiscriminada o inapropiada, observndose un buen nmero de dragos plantados en sitios inadecuados o sin suficiente espacio, con exceso de riego, rodeados de csped o de cemento, ubicados en zonas muy ventosas o prximas al litoral (a veces en la misma lnea de playa, mostrando las hojas quemadas por la salinidad), o en agrupaciones muy densas y con escasa separacin entre los individuos, no existiendo adems ningn control en el trasiego y manipulacin de semillas y plantas.

Los dragos antrpicos de La Palma

La mayora de los ejemplares de D. draco muestran en esta isla un porte ramificado desde la base y ramas delgadas casi verticales como resultado de su tradicional aprovechamiento forrajero, lo que ha propiciado su cultivo en diversas zonas, como El Zumacal, El Socorro y la Cuesta de San Jos en Brea Baja, y sobre todo en los caseros de los municipios del norte, donde aparece incluso en reas potenciales del monteverde. Las mejores muestras se localizan en Las Paredes y La Tosca, en el municipio de Barlovento; en Franceses, El Tablado, Don Pedro6, El Mudo, El Palmar, El Jaral, Santo Domingo, Cueva de Agua, Las Tricias y Buracas, en el trmino municipal de Garafa; y entre El Roque y el pueblo de Puntagorda. Algunas agrupaciones de dragos de estas localidades, como los de Buracas, El Jaral, El Tablado o La Tosca, recrean autnticos dragonales y confieren al paisaje un atractivo extraordinario.

En estos caseros las hojas de drago se han utilizado hasta fechas recientes como forraje invernal para el ganado, para la elaboracin artesanal de cuerdas y para amarrar las parras; las ramas y los troncos se han empleado para corchos de colmenas, aljabas (huroneras) e incluso para trampear morenas. En relacin a estos aprovechamientos, el campesino palmero comenta que era preciso hacer el rbol. Con un tajo limpio decapitaba la roseta terminal del joven drago para provocar su ramificacin, colocando encima del corte una piedra o tabla para evitar la acumulacin del agua de lluvia y la pudricin del tronco. Una vez ramificado, los deshojes y las sucesivas cortas de las yemas apicales producan una pronta y abundante ramificacin. Cuando alcanzaba un cierto tamao, nuestro ingenioso hombre de campo iba trabajando el drago desde su interior, podando las ramas molestas y labrando una trama de peldaos que le permitan moverse cmodamente y acceder a cualquier parte del rbol. Con el progresivo abandono de estas prcticas en las ltimas dcadas, en muchos sitios se observa cmo los ejemplares ms jvenes, algunos incluso ya ramificados, crecen completamente normales, sin la pintoresca forma de sus progenitores.

Los pies monumentales7 de D. draco

No podemos acabar nuestra exposicin sin hacer mencin de estos gigantes que podemos admirar en muchos lugares del archipilago. Respecto a la edad de estos especmenes se ha especulado hasta la saciedad, habiendo sido sobreestimada en muchos casos y estando extendida la idea de que son los ejemplares ms viejos de su especie. En realidad la monumentalidad ni es la norma ni tampoco un carcter distintivo de una mayor longevidad. Autores como A. Ptter8, quien en su trabajo sobre La edad de los dragos de Tenerife expuso su conocido mtodo9 y los resultados de sus estimaciones, o K. Mgdefrau10, que retom la metodologa de su colega antecesor, reconocan este hecho al comentar que los dragos ms grandes deben considerarse una excepcin, y que su majestuoso desarrollo se debe a que crecen en unas condiciones muy favorables en comparacin con sus hermanos salvajes. Lindinger11, consciente de esta circunstancia y refirindose a Tenerife, sostuvo asimismo que en las localidades de dragos realmente silvestres no existen ejemplares gigantes, aadiendo a continuacin que estos gigantes son un inmejorable ejemplo de una planta que alcanza dimensiones enormes porque se desarrolla totalmente libre de adversidades.

En efecto, el crecimiento de los dragos est fuertemente condicionado por el medio en que vegetan, pudiendo progresar muy rpidamente y alcanzar grandes dimensiones o, por el contrario, ralentizar extraordinariamente su desarrollo y adquirir un porte modesto o incluso raqutico. Dragos de un mismo semillero se plantaron hace cuarenta aos en macetas y en el Parque Municipal de Arucas, alcanzando los primeros apenas el metro de altura y todava sin florecer, y ms de diez metros los segundos y mostrando cuatro niveles de ramificacin. Asimismo, muchos pies juveniles que habitan en los riscos de Tenerife y Gran Canaria y que presentan el tpico tronco con su roseta terminal, prueba de que no han florecido, pueden tener varias dcadas o ser incluso centenarios, siendo an ms difcil determinar la edad de los ejemplares viejos con doce, quince o ms periodos florales que viven en esos riscos y que muestran por lo general un aspecto desgarbado. Probablemente son tanto o ms viejos que los ejemplares ms grandes que todos conocemos.

Tenerife es la isla que concentra el mayor nmero de pies monumentales, empezando por el famoso drago de Icod, localidad donde tambin se yergue el de San Antonio. En La Laguna destacan el histrico drago del Seminario (actualmente en muy mal estado), el de Cho Marcos Ratn en Tejina, el de Valle Tabares y el de la ermita de San Miguel en Valle Guerra. En Los Realejos los de San Francisco y Siete Fuentes, ambos muy hermosos. En Tacoronte, el drago de San Juan12 (con 23 periodos florales, los mismos que el de Icod), el de Don Lucio, el del Cubano y el deteriorado drago del Cristo, a la salida del casco urbano. En Tegueste, el de Montaa Los Dragos y el del Prebendado Pacheco. En Gmar, los dragos de La Raya y del Buen Retiro. En Santa Cruz, el drago del Cura en Taganana; en el Sauzal, el de la Sierva de Dios; en Puerto de la Cruz, el del Sitio Litre; en Buenavista del Norte, el drago de la Hacienda del Conde; y en Gua de Isora, el de Chiguergue. Otros pies notables son: el del barranco Agua de Dios, el del Camino de Las Peras, el del patio de la antigua Casa Izquierdo, el de la Plaza de la Concepcin y el de la finca de San Francisco, en La Laguna; los dragos de La Quinta, en la entrada de la antigua vivienda de Jorge Vctor Prez, en Santa rsula; los de La Dehesa, La Mocana y la Candelaria del Lomo, en La Orotava; el del acantilado de La Paz, en Puerto de la Cruz; el de Buen Paso, en Icod; el de la Culata, en Garachico; y el del colegio Nazaret, en Gmar. En fechas recientes han desaparecido algunos ejemplares distinguidos, como el drago de San Bartolom de Geneto (vctima de la especulacin urbanstica) y el de la calle del Agua (hoy de Nava y Grimn), ambos en La Laguna, y el del antiguo Hotel Pino de Oro en Santa Cruz.

En Gran Canaria perviven diez pies, destacando el drago del barranco de Alonso (el ms bello de la isla por su porte y ubicacin) y el de Las Meleguinas (con 27 periodos florales), ambos en Santa Brgida. En Telde, el de Los Arenales (en el barrio del mismo nombre) y el de la finca de La Matanza (en el barranco de Las Goteras). En Las Palmas de Gran Canaria, el drago de la Data de la Concepcin (en Tafira). En Valsequillo, el drago de Luis Verde; en Arucas, el del Jardn de la Marquesa; en Gldar, el del patio del antiguo ayuntamiento; y en Moya, los dos dragos de la casa de los Delgado. Por desgracia, en los ltimos ocho aos han desaparecido tres pies monumentales: el viejo drago de la antigua casa del comandante don Antonio de la Rocha en Telde (tena 26 periodos florales); el de la ermita del Carmen, en el barranco de Las Goteras (Santa Brgida); y el de la finca de Grimn, en Gldar.

En La Palma sobresalen los conjuntos de dragos ya comentados, as como los numerosos ejemplares centenarios que aparecen diseminados igualmente por los municipios de Puntagorda, Garafa, Barlovento y Brea Baja, mientras que en Brea Alta se ubican los conocidos dragos gemelos de esta localidad. En La Gomera destaca el drago del barranco de Tajonaje, al noroeste de Alajer, citado en otras ocasiones como drago de Agaln o de Magaa. En El Hierro merecen nombrarse el de Tigaday, en La Frontera, y el de la casa del Conde en Valverde. En Fuerteventura y Lanzarote, aunque no existen dragos monumentales sensu estricto, merecen citarse el del Cortijo en Antigua, el desaparecido drago de Tetir y el de La Florida, en San Bartolom.

Notas

1 En el Museo Insular de La Palma se conserva un objeto presumiblemente prehispnico hallado a fines del siglo XIX y que estuvo depositado durante mucho tiempo en la Sociedad Cosmolgica. Se trata de un recipiente cilndrico de unos 13 centmetros hecho con un tronco ahuecado y forrado de piel cosida por costuras finas. Al parecer fue donado por un tal Benito Acosta Felipe a la mencionada sociedad en 1884. Segn reza el registro que realiz esta institucin, proceda de una cueva de Los Sauces. En 1907 J.B. Lorenzo Rodrguez lo present en La Cosmolgica, describindolo del siguiente modo: Un neceser costurero [...] formado de un tronco de madera y forrado o cubierto con piel adobada [...], con todos los tiles de costura propios de aquella lejana civilizacin, como son: agujas y ojeteras, al parecer, de hueso de cabrito, y cuchillita de pedernal.... De nuestra observacin directa comprobamos que se trata de una madera muy liviana y de aspecto acorchado que podra corresponder a un tronco o rama hueca de drago o incluso de verol, sin desechar cualquier otro tipo de corteza, cuestin difcil de discernir de visu debido a su mal estado de conservacin. Tampoco hay plena certeza respecto a su origen prehispnico por tratarse de un resto arqueolgico descontextualizado.2 Le Canarien, Frutuoso, Torriani y Abru Galindo son, por este orden, las referencias ms tempranas e importantes. En la Palma lo citan las cuatro fuentes. En la Gomera, la primera y la segunda.3 La edad estimada de estos depsitos es de unos 2.700 aos.

4 En su mayora por marchitamiento. En los ltimos 10 aos se han secado tres individuos y cado uno.

5 Se observan fenmenos frecuentes de fructificacin tempranamente abortada y de albinismo en un porcentaje significativo de plntulas en bandejas-semillero y que en todos los casos necrosan y mueren.

6 En La Ladera, el propio casero de Don Pedro, El Hornito, El Cabo y barranco Magdalena.7 En Tenerife y Gran Canaria alguno de estos pies tal vez podra ser de origen natural o subespontneo.

8 Ptter, A. Das Alter der Drachenbame von Tenerife. Die Naturwissenschaften, vol. 14, n 8 (19. Februar 1926), pp. 125-129.9 Dicho mtodo slo es aplicable a los dragos cultivados o que crecen en condiciones favorables.10 Mgdefrau, Karl. Das Alter der Drachenbume auf Tenerife. Flora, n 164 (1975), pp. 347-357.11 Lindinger, Leonhard. Beitrge zur Kenntnis von Vegetation und Flora der kanarischen Inseln. Hamburg: L. Friederichsen & Co., 1926.12 Recientemente, en diciembre de 2009, presentaba una fuerte desfoliacin en la mitad de su copa.