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  • 7/30/2019 Los dhimmis del Reino de Espaa

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    Los dhimmis del Reino de Espaa

    El trato que da el Estado espaol a las minoras religiosas, tnicas y polticas

    Por Pere Bonnn

    Los contribuyentes espaoles que quieran que el 0,7% de su impuesto sobre larenta vaya al sostenimiento de la Iglesia Catlica pueden marcar con una cruz la casilla105. Si quieren que esa cantidad se destine a fines sociales Cruz Roja y otras ONGsno especificadas, pueden marcar la casilla 106. Hacienda advierte que esta asignacines independiente y compatible con la asignacin tributaria a la Iglesia Catlica. Ningunaotra confesin religiosa aparece como posible destinataria de los impuestos. Y haymuchas: cristianas (ortodoxas y protestantes), juda, musulmana, budista, sintosta,

    baha, etc. Todas ellas tienen que costear su respectivo culto y financiar a la IglesiaCatlica mayoritaria.

    An as, deben dar gracias a la Constitucin de 1978, que en su artculo 16-1

    garantiza la libertad ideolgica, religiosa y de culto. Adems: Nadie podr ser obligadoa declarar sobre su ideologa, religin o creencias. (art. 16-2) Ninguna confesintendr carcter estatal. Los poderes pblicos tendrn en cuenta las creencias religiosasde la sociedad espaola y mantendrn las consiguientes relaciones de cooperacin conla Iglesia Catlica y las dems confesiones. (art. 16-3)

    En la prctica las dems confesiones son dhimmis de la catlica Espaa. Segnla Charia o ley musulmana, dhimmis son los infieles tolerados y protegidos a cambio de

    pagar ciertos impuestos y de aceptar una posicin social inferior. El 11 de marzo de2004 los terroristas islmicos causaron 191 muertos y 1.858 heridos en la estacin deAtocha. El Reino de Espaa honr a las vctimas con un solemne funeral de Estado quecardenal arzobispo de Madrid ofici en la catedral de la Almudena con asistencia de lafamilia real, el gobierno y los ms altos representantes institucionales. No huboresquicio para honrar oficialmente a las vctimas no catlicas, que eran muchas.Simplemente fueron ignoradas.

    Ante la diversidad confesional, la monarqua y los polticos se repliegan yescudan detrs de la uniformidad catlica. No obstante, los espaoles pasan de curas ysermones cuando les interesa. Han legalizado el aborto, los matrimonios homosexualesy otros pecados, pero en cuestin de celebraciones y fasto social siguen acudiendo alcatolicismo. Es ms vistoso. Ello da pie a que la Conferencia Episcopal Espaola, consu nacional catolicismo militante, crea que tiene derecho a imponer sus postuladosmorales y polticos de forma exclusiva como haca en la poca de Franco.

    Esta actitud tiene races muy profundas, que arrancan de la obsesin de laoligarqua hispana por homogeneizar la diversidad de naciones, etnias y culturas queviven en el territorio ibrico. Los Reyes Catlicos pretendieron hacerlo a travs de lareligin. Por ello, tras la conquista de Granada, expulsaron a los espaoles de religin

    juda y posteriormente a los creyentes musulmanes. Crearon la Inquisicin castellanacomo instrumento religioso-poltico para someter no slo a judaizantes, sino tambin atodos cuantos violasen la ortodoxia doctrinal. Fueron 450 aos de represin constante alservicio de la unidad poltica bajo la ensea catlica romana.

    Los dos intentos de liberacin, la primera y la segunda Repblica, fueronderribados a caonazos por los poderes fcticos a travs de militares sublevados, enamalgama con la doctrina catlica tridentina. El escudo del Tribunal de la Inquisicin

    sintetiza las claves de la estrategia que emplea el poder fctico para lograr la sumisin.En l se ve claramente que la corona y sus intereses estn por encima de la cruz y su

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    mensaje de paz y amor. A un lado de la cruz est la espada; al otro lado una rama deolivo que se tiende a los herejes reconciliados y arrepentidos. Es decir, se exige lacapitulacin de las minoras disidentes a la ideologa general impuesta por la espada.

    Igual que haba ayudado a Hitler en Alemania, la Iglesia Catlica se volc en elapoyo a Franco y a los militares sublevados contra la segunda Repblica, confirindoles

    la necesaria cohesin doctrinal: Por Dios, Espaa y la Revolucin NacionalSindicalista. El Concilio Vaticano II intent un aggiornamento doctrinal que superaseel desprestigio de la Iglesia Catlica ante las democracias triunfantes en la segundaguerra mundial. Esto dio la flexibilidad necesaria a la Conferencia Episcopal Espaola

    para aceptar una Constitucin monrquica que, sobre el papel, le restaba privilegiosseculares.

    La transicin del franquismo a la monarqua sigui en la prctica el esquema delescudo inquisitorial: Espada para los disidentes recalcitrantes, olivo para losreconciliados, entre ellos Santiago Carrillo, jefe del Partido Comunista Espaol. Paratener paz y una parcelita de poder, Carrillo tuvo que renunciar a la bandera republicana,

    por la que haban muerto sus camaradas, y subirse a la carroza del monarca y de los

    poderes fcticos que lo sostenan. Lo mismo hicieron los dirigentes catalanes, vascos ygallegos en lo que el fraile catalanista Llus Maria Xirinacs llam la traicin de loslderes.

    La Espaa plurinacional

    La frustracin de las aspiraciones catalanas, vascas y gallegas por recuperar trasla muerte de Franco los privilegios de soberana que les arrebat Felipe V de Borbn enel siglo XVIII queda reflejada en el artculo 2 de la Constitucin borbnica vigente: LaConstitucin se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nacin espaola, patriacomn e indivisible de todos los espaoles, y reconoce y garantiza el derecho a laautonoma de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todasellas.

    Qu diablos es una nacionalidad? Este barbarismo fue inventadoexpresamente para designar las naciones catalana, vasca y gallega sometidas a la idea deEspaa como una ampliacin de Castilla. No la pudieron imponer los Habsburgomediante la Inquisicin, pero la impusieron por la fuerza de las armas Felipe V deBorbn y sus sucesores a travs de los decretos de Nueva Planta y de una adecuada

    poltica domesticadora.El mayor inconveniente con que tropezaron fue la diversidad de idiomas. La

    lengua propia, distinta del castellano, configura el sentimiento nacional de los puebloscataln, vasco y gallego. sta sigue siendo la pata coja de la Espaa borbnica, puesto

    que la Iglesia Catlica en este aspecto se mostr dividida. Mientras la jerarqua espaolaimpulsaba el castellano como idioma nico, los clrigos catalanes y vascos fueron losprincipales defensores, cultivadores y depositarios del respectivo idioma minoritario.Numerosos y egregios poetas y escritores de laRenaixena o renacimiento cataln definales del siglo XIX fueron clrigos.

    El acoso a las lenguas minoritarias, particularmente el cataln, comienza en 1482con la quema de la Biblia Valenciana. La Inquisicin exigi en 1560 el uso exclusivodel castellano en todos sus documentos. En Francia, Luis XIV impuso el francs a loscatalanes y prohibi a los del Rossell estudiar en el Principado de Catalunya. Losdecretos de Nueva Planta, ya citados, proscribieron el uso oficial del cataln enValencia, Mallorca, Catalunya y Sardenya. En 1768 se prohibi la enseanza del cataln

    en la escuela y su uso en los juzgados. En 1799 se oblig a representar, cantar y bailarpiezas exclusivamente en castellano. A partir de 1862 se impuso el castellano en la

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    instruccin pblica, registros notariales y civiles, teatro, etc. prohibiendo incluso hablarpor telfono en otra lengua. El franquismo renov las prohibiciones. Al mismo tiempo,se fomentaba la degradacin del cataln a dialecto del castellano y su divisin,nombrando la lengua catalana por sus dialectos: valenciano, mallorqun, rosellonsTodava hoy, el PP exige que el valenciano sea considerado oficialmente un idioma

    distinto del cataln.El Parlamento de Catalunya aprob en 2005 un nuevo estatuto declarando queCatalunya es una nacin y que es obligatorio conocer el cataln en Catalunya, deacuerdo con el artculo 2 de la Constitucin. El PP organiz una protesta general, con

    boicot a los productos catalanes, y present una demanda de nulidad ante el TribunalConstitucional. El gobierno del PSOE, que en principio apoyaba el estatuto, dio marchaatrs y, con las enmiendas aprobadas en Madrid, el estatuto se qued en papel mojado.Al cabo de tantos siglos de opresin, los catalanes sienten la misma inseguridad tnicaque los judos. Se disculpan por hablar su idioma y cambian de inmediato al castellanoante un desconocido. Muchos sufren auto odio: militan en el anticatalanismo igual quelos judos en el antisionismo.

    Idioma y soberana

    Los pueblos de habla catalana, siendo ms industriosos, sufrieron no slo elacoso lingstico, sino tambin el expolio econmico para mantener el Estadoque los oprima. Si un valenciano va a Madrid, goza de una amplia autopistagratuita. Pero si desea desplazarse a Barcelona, Gerona u otros territorios dondese habla su idioma, la autopista es de pago, lo que resta competitividad a lasexportaciones de Espaa a Europa. El gobierno socialista construy primero eltren de gran velocidad (TGV) de Madrid a Sevilla, y ahora de Madrid aBarcelona. No se ha proyectadoel TGV en el corredor mediterrneo, que sera elms rentable.Un residente en cualquier comunidad de habla catalana paga comparativamente

    ms impuestos que el residente en Madrid o en una comunidad de lengua castellana. Eldficit fiscal de Catalunya dinero que va al Estado y no vuelve en forma deinversiones asciende desde 1986 hasta hoy a 214.682 millones de euros y siguecreciendo.

    La Espaa monolinge es reacia a aprender cataln, vasco o gallego. A raz de lanormalizacin lingstica, la enseanza se imparte en cataln en los territorios dondeeste idioma es cooficial con el castellano. El PP e intelectuales afines intentan por todoslos medios revertir la obligatoriedad del cataln, el vasco o el gallego, pero tambin lesayuda el PSOE. Resulta paradjico que Alemania tenga ms ctedras de filologa

    catalana que los territorios castellanos espaoles.Al fin y al cabo, ambos partidos mayoritarios son los herederos privilegiados delfranquismo. El PP agrupa las familias del nacional catolicismo propagandistascatlicos y Opus Dei, mientras que en el PSOE militan las antiguas familiasfalangistas, adems de gente de la oposicin republicana que se subi al carro de lamonarqua. Todos esos nacionalistas espaoles de larga prosapia se llaman a s mismosno nacionalistas y combaten el nacionalismo reivindicativo de catalanes, gallegos yvascos comparndolo con el nacional socialismo alemn de infausta memoria. Es lamisma tergiversacin que se hace al equiparar Israel con la Alemania nazi. Las minorasnacionalistas de Espaa son las vctimas, los dhimmis, no los opresores.

    El Reino incumple con frecuencia sus propias leyes para evitar que sus dhimmis

    adquieran la soberana que les fue arrebatada. Si ven peligro de perder el poder, lospartidos mayoritarios se unen. Hacen leyes ad hoc para excluir, por ejemplo, a la

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    izquierda vasca (abertzale) con el pretexto de que apoya el terrorismo de ETA. Aplicanas un castigo colectivo a todos los simpatizantes de una determinada ideologa,violando el artculo 16 de la Constitucin. Con estos asuntos y otros an ms espinosos,los jueces suelen mirar a otra parte. Es menos arriesgado meterse con Pinochet o losmilitares israeles, que perseguir los crmenes pasados o presentes de los poderes

    fcticos.Al Parlamento se accede mediante listas cerradas. La dirigencia de cada partido,sin eleccin interna, decide los candidatos, de modo que los diputados deben su escaoal partido, no al elector. Esto tiene consecuencias sorprendentes. Un diputado deEsquerra Republicana de Catalunya solicit una auditora a las cuentas de la Casa Real.El caso fue llevado a votacin y todos los partidos, excepto el solicitante, votaron encontra. Los contribuyentes espaoles no deben saber lo que les cuesta su rey ni en qugasta el dinero que tan arduamente les cost ganar.

    Otras minoras, por ejemplo los gitanos, son oficialmente ignoradas. Los gitanoshan sido tradicionalmente una minora folklrica, aplaudida por sus habilidadesartsticas, pero tambin discriminada y perseguida por su vida nmada y su sentido

    peculiar del derecho a la propiedad.Espaa no es un pas racista, decimos con orgullo los espaoles. Pero es un pas

    judefobo sin judos, islamfobo cada vez ms receloso por el terrorismo islamista,que siente aversin hacia los inmigrantes de sus antiguas colonias y del Este europeo,exactamente igual que cualquier otro pas de Europa occidental. Sin embargo, laanarqua inherente en el espaol hace que la vida en Espaa sea ms libre y menosrgida que en otros lugares. Los espaoles se pelean por cosas que no entienden, perocomparten el pan y el vino con un desconocido.

    (La versin alemana fue publicada enDas Jdische Echo, vol. 58, nov. 2009)