LOS CRONOPIOS Y LA LLUVIA

Un enormísimo cronopio cree fervientemente que la lluvia está hecha para regar y nutrir el alma, por eso se desprende alegremente del grupo de famas y esperanzas que se encuentran a buen recaudo debajo de portales, balcones y aleros hablando de las inconveniencias burocráticas, domésticas y académicas de la lluvia; y se dirige con pasos firmes y serenos hacia el centro de la Plaza de Armas de algún lugar remoto que podría ser el ombligo del mundo. Y ensaya las poses metódicamente más científicas para el lente de la cámara, que otro cronopio carga muy convenientemente, con el propósito de captar el instante preciso en el que la lluvia riega y nutre su alma; pensando triunfal e ingenuamente que en adelante las famas y esperanzas dejarán de usar esos artefactos nefastos de esqueletos de metal al ver la prueba irrefutable.