los bosques y el cambio climático€¦ · 20% de la población mundial (1.600 millones de...

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- Los bosques desaparecen rápidamente – Los bosques ayudan a regular el clima – - Los bosques son ya parte de las negociaciones sobre cambio climático – ¿Qué es REDD? – - Mecanismos de mercado, REDD y mercados de carbono - - Fondos públicos para REDD – ¿Y qué pasa con la gente? – La participación en el sistema REDD May 2009 Los Bosques y el Cambio Climático Manual sobre el Papel de los Bosques en las Negociaciones de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático

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- Los bosques desaparecen rápidamente –

– Los bosques ayudan a regular el clima –

- Los bosques son ya parte de las negociaciones sobre

cambio climático – ¿Qué es REDD? –

- Mecanismos de mercado, REDD y mercados de carbono -

- Fondos públicos para REDD – ¿Y qué pasa con la gente? –

La participación en el sistema REDD –

May 2009

Los Bosques y el Cambio Climático Manual sobre el Papel de los Bosques en las

Negociaciones de las Naciones Unidas sobre el

Cambio Climático

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¿Cómo se relacionan los bosques con el cambio climático? Los bosques desaparecen rápidamente Los bosques son fundamentales para el bienestar del planeta: cubren el 30% de la superficie terrestre y se estima que en ellos vive entre el 50% y el 90% de todas las especies del planeta. Alrededor del 20% de la población mundial (1.600 millones de personas) depende de ellos para su supervivencia. Pero los bosques están desapareciendo rápidamente. Entre 2000 y 2005 se perdieron al menos 7,3 millones de ha, y el ritmo parece estar aumentando: en los bosques tropicales primarios de diecisiete países clave, la tasa de deforestación fue un 25% mayor entre 2000 y 2005 que entre 1990 y 2000. Los bosques ayudan a regular el clima Detener la deforestación es de vital importancia para las comunidades dependientes del bosque y para la biodiversidad. Pero también es crítico lograrlo si queremos tener alguna esperanza de frenar el cambio climático. Los bosques tienen una función extremadamente importante en la regulación del clima, sobre todo porque ‘secuestran’ o absorben carbono de la atmósfera, utilizándolo para crecer. Pero el avance implacable de la deforestación tiene el efecto opuesto. Devuelve tanto carbono a la atmósfera que, en este momento, es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano o antropógenas, lo cual supera las generadas por todo el transporte del mundo. El suelo de los bosques también ayuda a regular el clima del planeta. Más de dos tercios del carbono contenido en los ecosistemas forestales se encuentran en los suelos y en los depósitos de turba. Pero este carbono es liberado al talar bosques y perturbar suelos. Las turberas del mundo son especialmente vitales: cubren sólo el 3% de la superficie mundial pero contienen el doble del carbono almacenado en los bosques. Ahora bien, estas turberas también están siendo destruidas rápidamente, sobre todo en el sudeste asiático. Cuando un bosque desaparece, su suelo atestado de carbono queda más expuesto a la luz del sol y se calienta o, si se trata de un suelo permanentemente congelado o permafrost, se derrite. Los bosques también generan lluvias; el agua del suelo sube por los árboles (en un proceso conocido como transpiración), sale por las hojas y llega a la atmósfera, donde forma las nubes y la lluvia. Así, es probable que la destrucción de los bosques provoque cambios significativos en el tiempo y el clima. La deforestación también tiene un impacto sobre los ecosistemas y la producción de alimentos, que dependen de la lluvia. Pero también los bosques mismos se ven afectados por el cambio climático. En conjunto, se ha pronosticado un gran riesgo de pérdida de bosques en Eurasia, China oriental, Canadá, América Central y la Amazonia. Se sostiene que superficies mucho mayores serán afectadas si la temperatura aumenta más de 3°C. Está previsto que los bosques deberán soportar con mayor frecuencia eventos climáticos extremos, como huracanes, tornados, sequías inesperadas, incendios, fuertes lluvias, inundaciones y tormentas de hielo. También aparecerán nuevas formas de daños causados por plagas de insectos.

Los bosques son ya parte de las negociaciones sobre cambio climático

Los bosques figuraron desde el principio en la Convención sobre el Cambio Climático. Contrariamente a lo que piensa la mayoría de la gente, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), firmada en 1992 durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo y ratificada prácticamente por todos los países del mundo (incluso EE.UU.), llama a todos los países a conservar y restaurar sus bosques y demás “depósitos y reservas de carbono”.

CMNUCC, Artículo 4.1(d): “Todas las Partes, teniendo en cuenta sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y el carácter específico de sus prioridades nacionales y regionales de desarrollo, de sus objetivos y de sus circunstancias, deberán…Promover la gestión sostenible y promover y apoyar con su cooperación la conservación y el reforzamiento, según proceda, de los sumideros y depósitos de todos los gases de efecto invernadero no controlados por el Protocolo de Montreal, inclusive la biomasa, los bosques y los océanos, así como otros ecosistemas terrestres, costeros y marinos.”

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El problema es que la Convención sólo requiere que los países “promuevan y apoyen” la conservación de los bosques y otros ecosistemas “según proceda”, sin establecer un objetivo concreto para esto. Así, los países pueden simplemente alegar que, a su entender, no era “procedente” conservar sus bosques. Otro problema muy importante es que la CMNUCC también establece que los países del Norte deberán proporcionar asistencia financiera y tecnológica a los países del Sur, para ayudarlos a implementar sus obligaciones respecto al cambio climático. La cuestión de saber si los países del Norte están realmente dispuestos a poner su dinero sobre la mesa está en el centro de las negociaciones sobre cambio climático que tienen lugar en la actualidad. Los bosques y el Protocolo de Kyoto Como la Convención sobre Cambio Climático original no incluía metas concretas, se decidió aclarar por medio de protocolos las obligaciones a las que alude en forma bastante vaga. El Protocolo de Kyoto, que fue adoptado en 1997, fue el primero de ellos. Los negociadores acordaron que, como el cambio climático era causado principalmente por los modelos de consumo irresponsable de los países del Norte, este primer Protocolo incluiría objetivos obligatorios concretos solamente para ellos. La lista de estos países que supuestamente debían “tomar la delantera” figura en el Anexo 1 de la Convención y en el Anexo B del Protocolo, y los negociadores suelen emplear el término “países del Anexo 1” para referirse a ellos. Sin embargo, Estados Unidos se negó a firmar el protocolo de Kyoto y, desde entonces, insiste en que los países del Sur también deben aceptar objetivos obligatorios si quieren que Estados Unidos lo haga. La cuestión de saber si algunos países en desarrollo (sobre todo los más grandes, como China, India y Brasil) aceptarán que se les fijen objetivos obligatorios de reducción de emisiones es otro punto importante de las negociaciones actuales. Los bosques y los “cambios en el uso de la tierra” (la deforestación, por ejemplo) fueron incluidos en el Protocolo de Kyoto: los países del Norte deben contabilizar las emisiones causadas por la deforestación y el hecho de que los árboles en crecimiento almacenan carbono (esto se conoce como LULUCF, que significa ‘Uso de la tierra, cambio en el uso de la tierra y silvicultura’). Sin embargo, como muchos países, sobre todo europeos, ya han reemplazado la mayor parte de sus bosques por plantaciones de árboles, las Partes en el Protocolo de Kyoto adoptaron una definición de ‘bosque’ que incluye cualquier conjunto de árboles. Además, como es práctica habitual en países como Canadá el deforestar vastas superficies de bosques y plantar nuevos árboles en su lugar (a menudo como monocultivos, es decir, filas de árboles de la misma especie, todos de la misma edad), también se decidió que esta práctica no se contaría como deforestación. Tales bosques son considerados ‘temporalmente sin árboles’ hasta que se planten nuevos ejemplares. Es evidente que estas definiciones tienen implicaciones negativas muy significativas para los bosques maduros. Si las plantaciones y las áreas ‘temporalmente sin árboles’ siguen siendo bosques, entonces parece haber poco que hacer para detener la tala destructiva: las empresas madereras pueden seguir tumbando bosques y reemplazándolos con plantaciones (siempre que dichas plantaciones cumplan con ciertos requisitos; ver “¿Qué son los bosques Kyoto?”). El significado de “temporalmente” no está especificado: basta con prometer que se volverá a plantar árboles algún día para que no haya deforestación. Esa falla en la definición de bosque tendrá implicaciones aun más importantes si se aplican las “normas LULUCF” en países donde ya existen fuertes presiones para que se reemplacen los bosques por plantaciones de árboles tales como el eucalipto o la palma aceitera. Según la definición actual, eso no cuenta como deforestación.

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Además de incluir todo tipo de “bosque” no natural, la definición de bosque de la CMNUCC establece a un nivel muy bajo la cantidad de árboles que debe contener. Esto también puede ser usado para justificar la deforestación: las empresas madereras pueden eliminar la mayoría de los árboles de un bosque y eso no contará como deforestación. Sin embargo, el daño causado al bosque mismo puede ser tan grande que éste no se pueda recuperar. Las definiciones y las reglas adoptadas según el Protocolo de Kyoto también hacen una distinción entre la deforestación y la reforestación “inducidas por el hombre” y “no inducidas por el hombre”. Por un lado, esto significa que un país puede decir que un bosque se quemó o que se perdió por causas naturales, sin tener que hacerse responsable de dicha deforestación. El hecho de que el propio cambio climático esté generando crecientes sequías e incendios forestales tampoco se tiene en cuenta. Por otro lado, si un bosque está en proceso de recuperarse naturalmente, eso no se considera “reforestación” y no puede ser tenido en cuenta. Esto genera un incentivo perverso para que los países desmonten áreas donde los bosques han comenzado a recuperarse (pero donde los árboles no son aún lo suficientemente altos como para considerar que constituyen un bosque), y realicen monocultivos o planten otros conjuntos de árboles en su lugar. Como resultado de este enfoque comercial de los bosques, el reemplazo de los bosques naturales por plantaciones de árboles está definido en la mayoría de los países como “manejo forestal sostenible” o “MFS”. El MFS puede incluir subsidios para operaciones forestales comerciales en bosques antiguos, territorios de Pueblos Indígenas o bosques comunitarios. La madera obtenida de las plantaciones es incluso certificada con

¿Qué son los “Bosques Kyoto”? El Protocolo y los “Acuerdos de Marrakech” (como se llaman a los acuerdos sobre las reglas y definiciones LULUCF adoptadas por las Partes) permiten a los países industrializados descontar emisiones de gases de efecto invernadero si implementan ciertas actividades forestales y de cambio de uso de la tierra. Estas actividades, que incluyen la forestación, la reforestación y la deforestación, están limitadas a casos estrictamente definidos a los que se llama a veces “bosques Kyoto”. "Bosque": superficie mínima de tierras de entre 0,05 y 1,0 hectáreas (ha) con una cubierta de copas (o una densidad de población equivalente) que excede del 10 al 30% y con árboles que pueden alcanzar una altura mínima de entre 2 y 5 metros (m) a su madurez in situ. Un bosque puede consistir en formaciones forestales densas, donde los árboles de diversas alturas y el sotobosque cubren una proporción considerable del terreno, o bien en una masa boscosa clara. Se consideran bosques también las masas forestales naturales y todas las plantaciones jóvenes que aún no han alcanzado una densidad de copas de entre el 10 y el 30% o una altura de los árboles de entre 2 y 5 m, así como las superficies que normalmente forman parte de la zona boscosa pero carecen temporalmente de población forestal a consecuencia de la intervención humana, por ejemplo de la explotación, o de causas naturales, pero que se espera vuelvan a convertirse en bosque. Texto extraído de la Decisión 11/CP.7, Anexo 1 (a) adoptada en Marrakech: http://unfccc.int/resource/docs/spanish/cop7/cp713a01s.pdf

Manejo Forestal Sostenible en Irlanda, con Certificado FSC Fotografía: Wally Menne, Timberwatch Coalition

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sellos como el que otorga el Consejo de Manejo Forestal (FSC), y vendida generalmente como “madera sostenible”. Mientras el debate sobre bosques continúa dentro de las negociaciones sobre cambio climático, algunos países intentan activamente aprovechar dichas negociaciones para asegurarse de poder contabilizar los efectos positivos de la plantación de árboles sin ser responsables de los efectos negativos de la deforestación.

¿Qué es REDD? Como la deforestación es una de las principales causas de las emisiones de gases de efecto invernadero, los gobiernos consideran que frenar la deforestación es una forma “barata” de reducir dichas emisiones y de estabilizar bastante rápido la concentración de CO2 en la atmósfera. En particular, están discutiendo una propuesta sobre Reducción de Emisiones debidas a la Deforestación (y posiblemente a la degradación de bosques) en los Países en Desarrollo, conocida como REDD. La idea básica es crear un incentivo positivo para que los países en desarrollo con bosques tropicales reduzcan sus niveles de deforestación, recompensándolos financieramente por hacerlo. Los gobiernos acordaron seguir trabajando sobre REDD en 2005, luego que la 'Reducción Compensada' fuera propuesta formalmente por Papúa Nueva Guinea y Costa Rica, en representación de un grupo de países ahora conocidos como la Coalición de Países con Bosques Tropicales (CfRN por su nombre en inglés). Hay mucho entusiasmo en torno a REDD, tanto entre los gobiernos como entre algunos sectores de la sociedad civil. Esto se debe en parte a las decenas de miles de millones de dólares que, según los investigadores, dicho sistema podría generar, dinero del cual muchos países, empresas y comunidades esperan poder beneficiarse. REDD también es considerado por algunos países industrializados y ONG estadounidenses como una forma de llevar a países en desarrollo más importantes a la mesa de negociaciones sobre el cambio climático, ya que REDD sería una de las llamadas 'acciones de mitigación apropiadas a nivel nacional' (NAMA por su nombre en inglés) que los países en desarrollo podrían emprender. REDD también es promocionado como una opción en la que todos ganan, gracias a los denominados “beneficios colaterales”: muchos sostienen que, además de ayudar a mitigar el cambio climático, REDD podría contribuir a paliar la pobreza, proteger la diversidad biológica y conservar los acuíferos. Sin embargo, que REDD logre realmente generar esta amplia gama de resultados positivos depende de la forma en que se obtengan, manejen y distribuyan los fondos REDD, y de que sean resueltas algunas dificultades técnicas importantes. Problemas para implementar REDD Existen problemas “metodológicos” con el enfoque REDD como solución de la deforestación, aunque los países intentan superar al menos algunos de ellos. La preocupación más práctica e inmediata es que probablemente sea caro y técnicamente difícil medir si los países están logrando reducir sus niveles de deforestación, ya sea mediante imágenes satelitales o por verificación o controles sobre el terreno.

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Algunos países ahora proponen el llamado enfoque “conservador” para estas cuestiones inciertas, lo cual significa que la mayoría de las reducciones “inciertas” de emisiones no serían tomadas en cuenta. Esto sería bueno para asegurar que no hay reducciones de emisiones falsas

2, pero también

significaría que los países y comunidades que no poseen la tecnología compleja, necesaria para contabilizar el carbono en sus bosques, obtendrían mucho menos financiamiento que los países y comunidades que sí cuentan con dichas tecnologías.

1 Es precisamente por esto que las emisiones por el 'Uso de la Tierra, Cambio en el Uso de la Tierra y Silvicultura (LULUCF)' –

la versión de los países industrializados – están excluidas actualmente de los mercados de carbono más importantes, como el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea (EU-ETS). 2 Evitar las reducciones falsas es a menudo referido como “salvaguardar la integridad del régimen climático”

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Otra cuestión fundamental es si un proyecto REDD desarrollado en cierta zona generará mayor presión sobre los bosques de otras zonas. Este efecto es llamado “fuga”. Incluso si determinada estrategia para reducir la deforestación abarcara un país entero (lo que se llama un “enfoque a nivel nacional”), las actividades de deforestación podrían desviarse hacia países que no participan en mecanismos REDD. Así, aunque el proyecto o la estrategia nacional tuvieran éxito, el resultado en cuanto al clima mundial podría seguir siendo mínimo, o incluso negativo, debido a la deforestación provocada en otros países. Un dilema adicional, actualmente en discusión, es de qué manera (y, de hecho, si es necesario) establecer las llamadas “líneas de base” para medir los niveles de deforestación. Establecer una línea de base implica determinar cuál es el nivel “normal” de deforestación, o sea decidir qué habría sucedido en la ausencia de proyectos o de una estrategia nacional para reducir la deforestación. En pocas palabras, sólo se puede calcular en qué medida se logró reducir la deforestación gracias a un proyecto o estrategia cuando se puede saber cuánta deforestación se habría generado sin ese proyecto o estrategia. ¿Pero cómo podemos realmente predecir lo que habría sucedido sin el proyecto o la estrategia? Como los países o administradores de proyectos son recompensados por “reducir” su deforestación, es atractivo para ellos fingir que la deforestación hubiera sido realmente alta en ausencia de dicho proyecto o estrategia. Por ejemplo, esto podría incluso impulsar a los países a construir nuevos caminos a través de los bosques para que exista más presión sobre ellos y así poder reclamar una “compensación” por no deforestar. Otra complicación es el llamado aspecto de la “equidad”: los países, pueblos indígenas y comunidades que efectivamente han puesto en práctica los compromisos asumidos ante la CMNUCC o en base a tantos otros acuerdos internacionales que exigen frenar la desaparición de los bosques, y aquellos que nunca causaron una gran deforestación, no pueden reducir ésta. Así, Pueblos Indígenas, mujeres y comunidades que siempre han utilizado y manejado sus bosques de manera sostenible no recibirán pago alguno por “reducir” la deforestación. Lo mismo ocurre con muchos países africanos, u otros como Surinam y Costa Rica que, deliberadamente o no, han logrado evitar o detener la deforestación en sus territorios. Algunos de estos países proponen ahora medir los depósitos de carbono “en pie” (es decir los árboles). La India, por ejemplo, apoya este enfoque y propuso en ese sentido un mecanismo de “Conservación Compensada”. Sin embargo, la conservación de bosques existentes que de todas formas habrían sido conservados no reduce las emisiones. Así, los pagos por tales iniciativas de conservación serían probablemente mucho más bajos que los recibidos por países que pueden reducir significativamente su deforestación, a pesar de que, hasta ahora, hayan hecho poco y nada por detenerla. A esto se agrega el problema que plantea la definición de bosque utilizada por la CMNUCC (ver “Los bosques y el Protocolo de Kyoto”). La forestación y la reforestación, según el Protocolo de Kyoto, incluyen el establecimiento de monocultivos de árboles. Pero las plantaciones no son bosques y, mientras se las siga contando como tales, existe el riesgo muy real de que se use el REDD para financiar su expansión, a pesar de que se sepa ahora que absorben menos del 20% del carbono que almacenan los bosques naturales y durante el proceso de la establecimiento causan la emisión de una gran cantidad de carbono proveniente del suelo y de la destrucción de la vegetación. El reemplazo de bosques por plantaciones podría incluso aumentar debido a las nuevas propuestas de algunos países, que sugieren calcular las tasas “netas” de deforestación. Esto les daría la posibilidad de expandir la explotación maderera y agrícola hacia los bosques en una zona, y compensarlo plantando árboles en praderas y otras zonas no boscosas (con lo cual sacarían provecho de ambas). No es lo mismo tener una deforestación “neta” igual a cero que detener la deforestación. “REDD Plus” En parte debido a los dilemas antes mencionados, los negociadores comenzaron a utilizar recientemente el término “REDD plus” (o REDD+). “REDD plus” hace referencia a una muy amplia gama de usos de la tierra y cambios en el uso de la tierra en países en desarrollo que, o bien reducen las emisiones de CO2 desde las “fuentes de carbono”, o bien incrementan el traspaso de CO2 desde

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la atmósfera hacia los “sumideros de carbono”. Esta interpretación amplia podría ser utilizada para incluir la conservación de los bosques antiguos existentes, pero podría también ser utilizada para promover el “reforzamiento de los depósitos de carbono”, término que abarca toda una serie de medidas, como la expansión masiva de las plantaciones de árboles a gran escala, basándose en la definición LULUCF de bosque (ver “Los bosques y el Protocolo de Kyoto”). Esta definición de “REDD plus” podría incluso ser usada para promover el uso y la expansión de tecnologías riesgosas que aún no han sido probadas, incluyendo los árboles genéticamente modificados y el llamado “biochar”.

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Las posibles consecuencias de REDD fueron reconocidas por Bolivia: este país sostiene que el criterio de elegibilidad para obtener fondos “REDD plus” debería estar sujeto a determinados criterios referentes a las causas subyacentes de la pérdida de bosques, a la protección duradera de los bosques naturales, a la exclusión de la extracción de madera a escala industrial y a la conversión de bosques naturales en plantaciones, y garantizar la participación plena y efectiva de los Pueblos Indígenas y comunidades locales dependientes del bosque. ¿Por qué es tan importante la forma como se calcula el “costo” de REDD? Las discusiones sobre cómo financiar el sistema REDD están en el centro de las actuales negociaciones sobre cambio climático: muchos países y otros actores sugieren que son necesarias decenas de miles de millones de dólares al año para reducir la deforestación. Estas cifras suelen provenir de investigadores que estudian el “costo” de REDD, y también representan los posibles “incentivos” financieros que ciertos países reclaman ahora a cambio de reducir sus emisiones por deforestación. Si bien parece un debate bastante técnico, la forma en que se han calculado estos costos es importante. En particular, los números pueden generar una impresión confusa sobre quién podría beneficiarse y cuánto recibiría. Por ejemplo, los investigadores han calculado cuánto dinero se perdería si se redujeran actividades de deforestación tales como la agricultura y la explotación maderera. Esto se hace, en general, observando los precios de mercado para mercancías exportadas como la soja, el aceite de palma o la madera. Los resultados de estos cálculos son muy tentadores, pero no corresponden a los ingresos perdidos por los gobiernos nacionales y las comunidades locales (el cual se calcula con mayor precisión considerando el ingreso por concesiones madereras, impuestos y tasas arancelarias, empleos e industrias con valor agregado). Dichas cifras tal vez sean considerablemente más bajas. Calcular el costo de reducir la deforestación considerando las ganancias que se habrían generado si la tierra hubiese sido utilizada para propósitos alternativos, como la producción de soja y las plantaciones de palma aceitera, también podría ser contraproducente. Detener completamente o reducir significativamente la deforestación, podría llegar a considerarse demasiado caro y, por lo tanto, irrealizable, a pesar de que hay formas más baratas y efectivas de frenar en seco la deforestación (incluyendo la moratoria y la prohibición de deforestar). Si el éxito de REDD depende de su capacidad de igualar el precio de varias mercancías agrícolas, o del precio del carbono, también dependerá de los altibajos de los mercados y quedará expuesto a la manipulación por parte de especuladores. Si el precio de las mercancías sube, o el precio del carbono baja, la deforestación podría comenzar de nuevo.

3 'Biochar' se refiere a una tecnología que apunta a convertir en carbón (una forma estable de carbono) los desechos de

biomasa provenientes de fuentes urbanas, agrícolas y forestales, liberando bioenergía en el proceso y utilizando el carbón como fertilizante para el suelo. Sin embargo, la producción a gran escala de biochar que algunos prevén requeriría convertir cientos de millones de hectáreas de tierra para la producción de biomasa, sobre todo en forma de plantaciones de árboles, lo cual tendría a su vez efectos incalculables sobre la producción mundial de alimentos y la biodiversidad.

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Mecanismos de mercado, REDD y mercados de carbono Los gobiernos tienen una clara preferencia por desarrollar e implementar medidas que minimicen los inconvenientes para la industria, de modo que ésta no se oponga ellas. El volcar capitales privados a la escena también implica que no se dependa tanto del erario público. Obviamente, esto resulta atractivo para los gobiernos, sobre todo ahora que los ministerios de desarrollo y medio ambiente están preocupados por los recortes de presupuesto debidos a la crisis económica. Muchos gobiernos han elegido entonces recurrir a mecanismos que utilizan las fuerzas del mercado para financiar tecnologías y medidas financieras tendientes a reducir el cambio climático y a adaptarse a él (conocidas respectivamente como medidas de “mitigación” y de “adaptación”). El comercio de carbono ha sido, y sigue siendo, un tema central en las negociaciones sobre cambio climático, a pesar de que permite al Norte rico e industrializado comprar una vía de escape de los compromisos asumidos en materia de reducción de emisiones, y aunque lo menos que puede decirse es que ha tenido hasta hoy resultados muy escasos. Los “mecanismos” del Protocolo de Kyoto El Protocolo de Kyoto compromete a una lista de 38 países industrializados a lograr reducciones obligatorias de los niveles de gases de efecto invernadero que emiten (que deberán llegar a ser en promedio, entre 2008 y 2012, un 5,3% inferiores a los niveles de 1990). Estos permisos de emisión se expresan en “unidades de cantidad asignada” o AAU por su nombre en inglés, y los países pueden comercializarlas entre ellos. También pueden comprar créditos de carbono o “compensaciones” generadas por proyectos en países en desarrollo, a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), o desarrollar proyectos compartidos en otros países que tienen objetivos de reducción de emisiones (a esto se llama Implementación Conjunta o JI). La idea general es que, como el cambio climático es un problema mundial, las reducciones de emisiones pueden efectuarse en cualquier lugar con el mismo resultado. En teoría, comercializar créditos de carbono significa que el mercado debería asegurar que las reducciones se hagan donde sea más barato. En la práctica, este enfoque está plagado de problemas, y el principal es que el comercio de carbono permite que los países industrializados del Norte compren una salida fácil para no cumplir con sus promesas de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. El MDL tampoco ha logrado los resultados previstos. Es complejo, lento y engorroso, y parece estar viciado por el fraude: los créditos por Reducción Certificada de Emisiones (CER por su nombre en inglés) han sido asignados a muchos proyectos que de todas formas se habrían llevado a cabo, generando ganancias inesperadas para las empresas involucradas. Los sistemas nacionales y regionales de comercio de carbono adolecen del mismo problema: la fuerte presión empresarial ha llevado a los gobiernos a otorgar demasiados permisos (gratuitos) a las compañías. El mayor y más conocido ejemplo de esto es el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea (EU-ETS): demasiados permisos se entregaron inicialmente a ciertas industrias generando, nuevamente, ganancias inesperadas para empresas que podían vender sus créditos o trasladar los costos a sus clientes. La adjudicación excesiva (seguida de la caída repentina de la producción industrial debido a la crisis económica), significó también que no hubiera tanta demanda de permisos de emisiones como se esperaba; esto, por su parte, generó una nueva baja en el precio del carbono y no se logró restringir las emisiones a través de los mecanismos de comercio. A pesar de que estos problemas son bien conocidos, existen actualmente numerosas propuestas para expandir estos mercados de carbono en la próxima fase del acuerdo sobre cambio climático. REDD y mercados de carbono La inclusión en los mercados de carbono las emisiones provocadas por proyectos diseñados para reducir la deforestación en los países en desarrollo sigue siendo tema de debate. Hasta el momento esta posibilidad no ha sido aceptada, porque la reducción de emisiones debidas a la disminución de la deforestación es impredecible y difícil de medir, además de estar expuesta a la ocurrencia de eventos naturales inesperados como los incendios forestales. Por esta razón, los participantes del ETS-EU, por ejemplo, no pueden (actualmente) comprar este tipo de créditos para tratar de cumplir con su cuota de emisiones.

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Los bosques y los mercados voluntarios de carbono Los bosques están actualmente excluidos de los mecanismos de crédito “regulados” entre gobiernos, aunque sí están incluidos en los sistemas “voluntarios” de comercio de carbono (proyectos que permiten a los individuos y las empresas comprar créditos voluntariamente para compensar, supuestamente, el uso de combustible fósil). Sin embargo, muchos de estos proyectos han demostrado ser ineficaces, e incluso fraudulentos, y numerosos proyectos de plantación forestal han tenido consecuencias sociales y ambientales negativas.

Sin embargo, la idea de integrar REDD a los mercados de carbono para generar flujos financieros hacia los países en desarrollo ha vuelto a la agenda de los negociadores del cambio climático. De hecho, tanto se ha hablado de ella que muchos dan por hecho que REDD será financiado de esta forma. Pero esto no es cierto aún: hay muchas propuestas diferentes, y algunos países como Brasil y Bolivia se oponen a la idea de vincular los mecanismos REDD al comercio de carbono, sobre todo porque amenazaría con transferir la soberanía sobre los recursos naturales de los países a los mercados mundiales de capital. Sin embargo, la idea de integrar REDD a los mercados de carbono sí cuenta con mucho apoyo. Es popular entre muchos gobiernos del Sur porque la ayuda prometida en el pasado por los gobiernos del Norte nunca llegó, y los países en desarrollo consideran que los mercados de carbono podrían ser una fuente de financiamiento más generosa y previsible. Por el contrario, los mercados de

compensación de carbono han probado ser una fuente de financiamiento muy imprevisible debido al aumento de los precios y a la preferencia de los compradores por unos pocos proyectos de envergadura en países como China. Al mismo tiempo, los gobiernos del Norte consideran la posibilidad de financiar los mecanismos REDD a través de los mercados de carbono como una forma de reducir los costos incorporando el financiamiento aportado por el sector privado. No obstante, parecería que, en el apuro por desarrollar políticas para las finanzas del carbono forestal, no se está considerando ninguno de los tantos riesgos que conlleva el uso del comercio y las compensaciones de carbono para financiar REDD. En general, sólo se ha discutido sobre si pueden recaudarse fondos suficientes a través del comercio, y si los créditos REDD podrían llegar a inundar los mercados de carbono provocando que el precio de éste se desplome. Pero existen otros problemas más graves que hay que tener en cuenta. Carbono forestal y carbono fósil Un problema fundamental es que, al financiar REDD a través del comercio de carbono, las emisiones por combustibles fósiles y otras fuentes podrían incrementarse. Eso se debe a que, desde el punto de vista del cambio climático, el carbono forestal es muy diferente del que está encerrado en los depósitos subterráneos de combustible fósil. El CO2 absorbido por los árboles vuelve a la atmósfera cuando los árboles mueren y se pudren o cuando los productos de madera se descomponen. Esto es parte de un ciclo del carbono “superficial” que se da en un lapso relativamente corto. Por otra parte, el carbono almacenado bajo tierra en los combustibles fósiles ha estado atrapado allí por cientos de miles de años y, una vez liberado, sólo podrá volver a esos depósitos subterráneos siguiendo el mismo proceso. Utilizar el comercio de carbono para financiar REDD significa que las emisiones de CO2 “evitadas” al reducir la deforestación (las cuales, finalmente, habrían sido reabsorbidas por los bosques de todas formas), serán utilizadas para autorizar que se siga utilizando combustibles fósiles en otros lugares, con lo cual aumentará la concentración de CO2 en el ciclo del carbono “superficial”. Si el proceso REDD tiene “fugas” y desplaza la deforestación hacia otros lugares, el problema se agravaría, permitiendo que el Norte siga emitiendo gases pero sin compensar las reducciones logradas en el Sur en desarrollo. Utilizar los mercados de carbono para financiar REDD podría también volver imprevisible e inestable el financiamiento REDD, y someterlo a la influencia de los especuladores de las bolsas de comercio. Además, el proceso podría ser tan complejo y tener un costo de transacción tan alto que sólo las grandes empresas podrían participar en él.

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Se teme también que florezcan la corrupción y el mal gobierno, en parte porque sería difícil verificar si las reducciones de emisiones son reales y adicionales a las que habrían ocurrido normalmente (ver “problemas para implementar redd”). El escaso control gubernamental sobre las inversiones en recursos naturales significaría también que los inversores podrían tomar decisiones clave en materia de recursos forestales, lo cual les permitiría acaparar los “servicios ambientales” que prestan los bosques, con miras a sacar partido de ellos. También significaría que las medidas elegidas para mantener los árboles en pie serían las más baratas, con lo cual aumentaría la probabilidad de que fueran nocivas para la sociedad y el medio ambiente y de que se achacara a las comunidades locales la responsabilidad del fracaso de los proyectos. En general, un sistema REDD basado en el mercado tenderá a centrarse en grandes proyectos que (aparentemente) disminuyan mucho la deforestación o planten muchos árboles, ya que generarán el máximo de créditos con el mínimo costo. Si así es, los países, comunidades, grupos de mujeres y Pueblos Indígenas que han logrado conservar sus bosques y que quieren seguir haciéndolo saldrán perdiendo.

Los fondos públicos para REDD Varios grandes proveedores de fondos han tomado ya medidas para implementar lo que se denomina “fondos financieros” para el sistema REDD. En este momento, muchos de ellos afirman que ese dinero sólo está destinado a que los países “se preparen” para el sistema REDD. Por ese motivo, se les llama “fondos de preparación”. La idea es que los países puedan disponer de subvenciones para formular estrategias nacionales sobre REDD, preferentemente en estrecha colaboración con los Pueblos Indígenas y otros derechohabientes y partes interesadas. También pueden usar dichas subvenciones para desarrollar sistemas de vigilancia de sus bosques que les permitan saber si la deforestación y la degradación se están reduciendo, preferentemente de modo tal que esto pueda ser verificado por algún actor independiente. También se propone usar los “fondos de preparación” para definir “líneas de base” que permitan calcular cuánta deforestación y degradación se habría producido si el sistema REDD no hubiera sido aplicado. El principal problema de estos proyectos de financiación de la preparación es que las Partes de la CMNUCC todavía están discutiendo el sistema, por lo cual aún no se sabe cuáles serán sus reglas. Esto es importante, por ejemplo en lo referente a las líneas de base: si los países así lo quisieran, podrían fácilmente hacer trampa dando a entender que la deforestación habría sido muy alta en ausencia de una estrategia financiada según el sistema REDD. Las dos iniciativas internacionales más importantes para financiar los proyectos de preparación son el REDD-NU y el Fondo para reducir las emisiones de carbono mediante la protección de los bosques (FCPF) del Banco Mundial. UN-REDD El programa UN-REDD está compuesto por las tres agencias de la ONU más comprometidas en el debate sobre REDD: la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El principal contribuyente es el gobierno de Noruega, que fue el primero en asignar fondos considerables a las actividades REDD. Las organizaciones de la ONU afirman que quieren apoyar la conservación de la diversidad biológica y la participación indígena en la implementación de estrategias REDD nacionales pero, en la práctica, es probable que esto dependa en gran medida de cada país. En algunos países, por ejemplo, existe la tendencia a combinar iniciativas UN-REDD con otras iniciativas de la FAO ya existentes, que son muy favorables a las plantaciones de árboles.

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El Fondo para reducir las emisiones de carbono mediante la protección de los bosques y el Programa de Inversión Forestal También el Banco Mundial tiene intereses creados en el desarrollo de REDD, puesto que ya administra varios fondos de carbono en nombre de los países industrializados. Hasta ahora, ha tenido éxito en sus intentos de llegar más lejos y ha creado nuevos fondos para financiar los proyectos piloto REDD. El Fondo para reducir las emisiones de carbono mediante la protección de los bosques está financiado por un gran número de países y ya ha recibido propuestas (denominadas “R-PIN”) para la financiación de estrategias REDD nacionales de más de 30 países. El fondo estaría destinado a preparar a los países para que participen en el sistema REDD, tanto si éste está financiado por medio del comercio de carbono como si no lo está. Sin embargo, su concepción está claramente orientada hacia la primera opción (ver “Mecanismos de mercado, REDD y mercados de carbono”). Considerando la experiencia y el interés financiero que tiene el Banco en la administración de las compensaciones de carbono, la opción de un mercado de carbono REDD sería para él mucho más atractiva. El Banco Mundial también está estableciendo un Programa de Inversión Forestal (FIP), que destinaría fondos considerables a la financiación de proyectos y estrategias para luchar contra las causas directas y subyacentes de la pérdida de bosques. El problema es que algunos países están intentando simplificar el proceso afirmando que la mayor parte de las causas subyacentes pueden ser resueltas pagando a los propietarios de bosques para que los conserven (a esto se le suele llamar “pago de servicios ambientales” o PES). En general, no son tenidas en cuenta ciertas causas profundas, como el consumo excesivo y la liberalización del comercio, porque esto no conviene a los intereses del sector maderero ni a los grandes terratenientes. Es de esperar que el Programa de Inversión Forestal respete el derecho al consentimiento previo e informado de los Pueblos Indígenas, y que se logre evitar que las inversiones provoquen la deforestación o la degradación de los bosques a través de la explotación maderera o de la transformación de bosques en plantaciones. Sin embargo, no es seguro aún que estas precauciones sean aceptadas y respetadas. Otro gran problema es que el FIP otorgará principalmente préstamos, con lo cual aumentará la deuda de los países en desarrollo. Ambas iniciativas del Banco Mundial están presuponiendo cuáles serán las reglas del REDD. Si bien es evidente que el Banco está intentando posicionarse como principal administrador de los fondos REDD, los países en desarrollo ya han dicho que no lo consideran adecuado porque el proceso de toma de decisiones del Banco está controlado por los proveedores de fondos. Además, el Banco tiene muy malos antecedentes en el campo de la conservación de los bosques y del cambio climático, por lo cual las ONG y las OPI se muestran muy escépticas en cuanto a estas iniciativas. ¿Una sección REDD dentro de un fondo de la CMNUCC? El G77 y China están decididos a que las finanzas del cambio climático se canalicen a través de un mecanismo democrático y responsable dentro de la propia CMNUCC. Algunos han sugerido que los fondos para REDD también provengan de dicho mecanismo financiero. El actual mecanismo financiero provisorio de la CMNUCC provee fondos considerables para la conservación de los bosques. Sin embargo, en el momento actual hay intensas discusiones sobre la eventual necesidad de crear un nuevo mecanismo, sobre la manera de financiarlo y de administrarlo y sobre los criterios a aplicar.

¿Y qué pasa con la gente? Ganadores y perdedores REDD Es tanto el dinero que estaría en juego que las negociaciones sobre REDD parecen centrarse sobre todo en lo que cada uno podría conseguir, y no en la mejor manera de reducir (ni hablemos de detener) la deforestación. Hay varios ganadores y perdedores potenciales, y esto se aplica incluso si el sistema REDD se financia no por medio de los mercados de carbono sino de un fondo internacional (ver “Mecanismos de mercado, REDD y mercados de carbono”). El simple hecho de acrecentar el valor financiero de los bosques en pie plantea una serie de problemas específicos. Es muy probable que el sistema REDD agrave el acaparamiento de tierras,

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pues para quedarse con las recompensas financieras del sistema, los gobiernos y las empresas tratarán de expulsar a las comunidades de sus territorios, por la violencia o por otros medios, sean cuales sean los derechos territoriales y consuetudinarios de los Pueblos Indígenas. Hay también señales de que el aumento del valor de la tierra, ya sea en razón del sistema REDD o de la presión para encontrar más y más tierras para cultivar materias primas agrícolas, estaría interfiriendo con los programas de reforma agraria. Además, el REDD puede ser empleado para financiar una mayor expansión de los monocultivos de árboles, a expensas de los pequeños agricultores, las comunidades locales y los bosques naturales. Por otra parte, los mecanismos REDD serán probablemente muy complejos, lo cual favorecerá a los administradores de proyectos REDD más ricos y/o más experimentados. Al transformar el carbono de los bosques en un artículo que se puede comprar y vender, quedan en desventaja las personas, y sobre todo las mujeres, que hasta entonces habían tenido libre acceso a los productos del bosque necesarios para alimentar y cuidar a sus familias, pero que no pueden permitirse comprar dichos productos o sus equivalentes. También preocupa que el sistema REDD esté siendo deliberadamente diseñado para excluir los derechos de los Pueblos Indígenas (como se vio en un acalorado debate entre gobiernos que tuvo lugar en Poznan en diciembre de 2008). Por ahora, nada indica en forma clara y explícita que las comunidades o los Pueblos Indígenas vayan a verse beneficiados. Además, los Pueblos Indígenas y otros grupos, como las organizaciones de mujeres y los movimientos campesinos, han quedado casi totalmente excluidos del desarrollo del sistema. Si esta tendencia se mantiene, dichos grupos no tendrán oportunidad alguna de influir sobre los acuerdos ni de participar en pie de igualdad en los proyectos REDD. Lo sucedido con otros mecanismos de mercado, como el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kyoto, indica que todo lo mencionado es no sólo posible sino probable (ver ”La vida como mercancía: Impacto de la protección del medio ambiente basada en el mercado sobre Pueblos Indígenas, comunidades locales y mujeres”). A pesar de ello, el sistema REDD será probablemente muy ventajoso para algunos, y las compañías de finanzas de carbono y otras instituciones financieras han tomado la delantera para establecer proyectos piloto REDD. Indonesia, por ejemplo, ya tiene varios de esos proyectos encaminados o en vías de realización. Por ejemplo, en Riau, en la península de Kampar, la empresa de celulosa y papel Asia Pacific Resources International Holdings Limited propuso un proyecto relacionado con REDD, el cual consistía en rodear un bosque de un anillo de acacias y eucaliptos para “protegerlo” de la “extracción ilegal” practicada por las comunidades de la zona. Ahora bien, la creación de dichas plantaciones implicaría el desmonte de una extensión considerable del bosque. Las comunidades se opusieron al proyecto y bloquearon las vías fluviales que la firma utiliza para transportar los troncos hasta la planta de celulosa que posee río arriba.

La participación en el sistema REDD Algunas comunidades quieren intentar participar en proyectos REDD y sacar partido de ellos, especialmente desde que el sistema está siendo promocionado como un mecanismo que permitirá aliviar la pobreza y preservar la diversidad biológica. Si su comunidad desea participar en un proyecto o estrategia REDD, usted deberá asegurarse de conocer sus propios derechos y estar al tanto de los riesgos que esto implica, tanto en lo referente a REDD como en general. ¡Conozca los riesgos! En primer lugar, tal como están planteadas las cosas en el momento actual, los países y las comunidades que no realizan una deforestación insostenible no califican para recibir incentivos REDD. Aún no se sabe si las deliberaciones sobre “REDD plus” resolverán esta cuestión (ver “REDD plus”). También es importante tener en cuenta que, en general, los pueblos dependientes de los bosques o la diversidad biológica no forman parte de los “bosques de Kyoto”: el Protocolo de Kyoto y los subsiguientes reglamentos relativos a los bosques no incluyen ninguna referencia a los Pueblos

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Indígenas, la diversidad biológica, los derechos y necesidades de las mujeres, la justicia social o los derechos humanos (ver “¿Qué son los bosques de Kyoto?”). En segundo lugar, es posible que las comunidades tengan que probar que los bosques “les pertenecen” para poder sacar provecho de ellos. En ese caso, será necesario resolver los eventuales conflictos sobre tenencia de la tierra antes de poder implementar proyectos. En tercer lugar, dada la incertidumbre que generan los proyectos relacionados con la deforestación (debido a las tormentas o incendios forestales, por ejemplo), las comunidades que gestionen proyectos REDD deberán probablemente hacerse cargo de los riesgos, sobre todo si esos proyectos están financiados por inversores privados que esperan obtener el máximo de ganancias. Además, las comunidades que deseen tener sus propios proyectos se encontrarán probablemente con que deben aportar el dinero necesario para cubrir anticipos y costos operativos hasta el momento en que puedan vender créditos REDD, es decir al final del período del proyecto. Esto puede impedir la participación de algunas comunidades, y representar un riesgo considerable para las que decidan seguir adelante. En efecto, si el precio del carbono baja, o si hubo deforestación a pesar de todo, quizás no puedan pagar los préstamos que hayan tenido que pedir al inicio del proyecto. Las comunidades se enfrentarán también al problema de la barrera idiomática y a la necesidad de contratar o conseguir asistencia para lidiar con las complejidades técnicas que conllevan el establecimiento, la supervisión y la verificación de proyectos REDD. Es muy probable que los documentos técnicos resulten inaccesibles para las comunidades locales, a menos que recurran a consultores externos. ¡Conozca sus derechos! Es sumamente importante que usted conozca bien sus derechos y los de su comunidad o Pueblo siempre que se vea enfrentado a un proyecto REDD. En muchos casos, la Constitución y las leyes de su país incluyen cláusulas que pueden ser usadas para defender sus derechos. La legislación nacional tiene la ventaja de ser legalmente vinculante y directamente aplicable. Usted puede incluso recurrir a los tribunales si puede demostrar que los derechos que le otorga la legislación de su país han sido violados. Quizás descubra que las disposiciones referentes a sus derechos son más numerosas que lo que usted esperaba. Los países que hicieron la transición hacia la democracia durante los veinte o treinta últimos años suelen tener Constituciones y legislaciones particularmente progresistas. También algunos documentos de los mecanismos de financiamiento de REDD incluyen cláusulas importantes sobre sus derechos, incluso el derecho al consentimiento previo, informado y libremente otorgado en el caso de proyectos y actividades REDD. Si usted piensa que un proyecto puede estar violando sus derechos, siempre será buena idea dirigirse a una organización o red nacional para la defensa de los derechos humanos, o a un abogado independiente, para obtener consejo legal profesional y confiable. Hay demasiados proyectos que violan los derechos de comunidades e individuos, simplemente porque la gente no está al tanto de la existencia de leyes nacionales que protegen esos derechos. El Defensor del Pueblo de su país también puede serle útil. Existen instrumentos internacionales que se refieren a sus derechos. En muchos países, y sobre todo en América Latina, los tratados internacionales se aplican directamente en cuanto son ratificados por las instituciones gubernamentales pertinentes (generalmente el Presidente, el Parlamento y el Senado), o sea que sus disposiciones son legalmente vinculantes. En otros países, los tratados internacionales deben ser traducidos a leyes nacionales específicas para ser legalmente vinculantes. Sin embargo, aunque no lo sean oficialmente, es bueno conocer los artículos de las convenciones y demás acuerdos internacionales que se refieran a sus derechos. Aunque no puedan ser usados ante un tribunal, políticamente puede ser muy útil referirse a ciertos artículos de convenciones, declaraciones y demás instrumentos internacionales, por ejemplo cuando se escribe a una autoridad gubernamental para quejarse de algo.

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Dos acuerdos muy importantes son la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas (UNDRIP) y la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW).

Es en tierras y territorios indígenas reconocidos que podemos encontrar las experiencias de conservación de bosques más exitosas: sus derechos territoriales están consagrados en la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas, lo cual es muy importante en el caso de REDD. Algunos países, como Bolivia, ya adoptaron dicha declaración como ley nacional. La UNDRIP confirma el derecho de los Pueblos Indígenas a participar en la toma de decisiones referentes a las políticas y proyectos REDD que puedan afectar sus territorios. También confirma su derecho a que se solicite su consentimiento previo, libre e informado para la ejecución de proyectos REDD. Las mujeres tienen un papel fundamental en el cuidado de los árboles y otras formas de manejo de la diversidad biológica, y es indispensable lograr la aplicación efectiva de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. La CEDAW toma en cuenta los problemas particulares a los que se enfrentan las mujeres rurales y la significativa función que cumplen en la supervivencia económica de sus familias, incluyendo su trabajo en sectores no monetarios, y afirma que las mujeres rurales tienen el derecho de participar en la planificación a todos los niveles. A muchas organizaciones conservacionistas o socios capitalistas les resulta muy embarazoso que se declare públicamente que violan determinados derechos humanos o instrumentos sobre el medio ambiente, aun cuando, legalmente, dicho instrumento no las obligue a nada. Así, tanto los documentos vinculantes como los que no lo son pueden ser usados para responsabilizar a las empresas privadas. Aunque no siempre sean eficaces, las empresas prefieren en general evitar toda mención en los medios que dé de ellas una imagen negativa. Hay también normas específicas de aplicación voluntaria para proyectos REDD, que podrían ser útiles en el caso de las empresas.

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En resumen, los instrumentos mencionados pueden ser herramientas muy importantes para las campañas y demás luchas en defensa de los derechos de la gente. Encontrará el texto de varios acuerdos internacionales vinculantes y no vinculantes que pueden serle útiles para defender sus derechos y los de su comunidad en la dirección: http://www.globalforestcoalition.org/paginas/view/187.

4 Ver, por ejemplo: www.climate-standards.org.

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Conclusión Las actuales propuestas REDD tienen algunos aspectos sumamente inquietantes, tanto para las comunidades dependientes de los bosques como para los bosques mismos. Dichos problemas deben ser resueltos para que los países y las comunidades reciban una recompensa efectiva por conservar sus bosques. Uno de los mayores problemas es que el debate está enfocado en reducir las emisiones debidas a la deforestación, y no en detener la deforestación, lo cual es algo muy diferente. En segundo lugar, las plantaciones no son bosques. La proliferación de esos desiertos verdes tiene graves consecuencias negativas para las comunidades y la diversidad biológica y, además, según el Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR), las plantaciones almacenan menos del 20% del carbono que almacenan los bosques maduros. La definición de bosque de la CMNUCC debe ser modificada para que excluya las plantaciones y las zonas “temporalmente desprovistas de árboles”: sin esa modificación, el sistema REDD podría ser utilizado para financiar la substitución de bosques antiguos por plantaciones. En tercer lugar, existe una serie de problemas relacionados específicamente con la propuesta de incluir los bosques en los mercados de carbono. No se debería permitir que los países del Norte sigan quemando combustibles fósiles gracias a la compra de créditos de carbono generados en los países en desarrollo. El recurrir a los mercados de carbono tiene también otros inconvenientes: podría hacer que el financiamiento REDD se volviera impredecible e inestable y estuviera sometido a la influencia de los especuladores de las bolsas de comercio. Un fondo internacional para detener la deforestación, administrado por intermedio de la CMNUCC, sería una manera más aceptable, transparente y accesible de proceder. Las comunidades tendrían una mejor chance de participar en las iniciativas para frenar la deforestación si no estuvieran obligadas a competir con ricos inversores y compañías de finanzas de carbono. Además, los trámites del sistema REDD podrían ser tan complejos y tener costos de transacción tan altos que sólo las grandes empresas podrían participar, y probablemente crecerían la corrupción y la mala administración. Finalmente, es importante recordar que hay muchas otras maneras de financiar proyectos destinados a detener la deforestación. Por ejemplo, se podría obtener fondos cobrando impuestos al consumo de petróleo y al transporte aéreo, o dedicar a este fin el actual subsidio a las energías derivadas de combustibles fósiles (que en este momento es de 250.000 millones de dólares por año). Bolivia ha señalado que el cambio climático hasta ahora causado por el Norte ha generado una deuda ecológica que el Norte debería pagar al Sur. Muchas de estas opciones serían provechosas para todos, puesto que también servirían para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Los fondos obtenidos serían luego invertidos en programas e infraestructuras nacionales para financiar directamente los métodos de conservación de los bosques, de manejo sostenible, de regeneración natural y de restauración de ecosistemas, basados en el respeto de los derechos y dirigidos por las comunidades.

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Siglas AAU Unidad de Cantidad Asignada (Assigned Amount Unit) según el Protocolo

de Kyoto

Anexo I Lista de la CMNUCC de los países industrializados que deben reducir sus emisiones

CEDAW Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer

CER Reducción Certificada de Emisiones

CfRN Coalición de Países con Bosques Tropicales (Coalition for Rainforest Nations)

CFU Unidad de Financiamiento de Carbono del Banco Mundial (www.carbonfinance.org)

CGIAR Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional

CIF Fondos de Inversión para el Clima del Banco Mundial (Climate Investment Funds)

CMNUCC (UNFCCC) Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático

CO2 Dióxido de carbono, uno de los gases de efecto invernadero

EU ETS Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea (EU Emissions Trading Scheme)

FAO Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (Food and Agriculture Organization)

FCPC Fondo para reducir las emisiones de carbono mediante la protección de los bosques del Banco Mundial (Forest Carbon Partnership Facility)

FIP Programa de inversión forestal del Banco Mundial (Forest Investment Programme)

FSC Forest Stewardship Council (Consejo de Manejo Forestal)

GHG Gas de efecto invernadero (Greenhouse Gas)

IPCC Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change)

JI (IC) Implementación conjunta (Joint Implementation)

LULUCF Uso del Suelo, Cambio en el Uso del Suelo y Silvicultura

MDL (CDM) Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto (Clean Development Mechanism)

NAMA Acciones de Mitigación Apropiadas para cada País (Nationally Appropriate Mitigation Actions)

PCF Fondo Tipo de Carbono del Banco Mundial

PES Pago por Servicios Ambientales (Payment for Environmental Services)

REDD Reducción de Emisiones debidas a la Deforestación y la Degradación de Bosques en los Países en Desarrollo

R-PIN Propuestas para el plan de preparación del Banco Mundial (Readiness Plan idea Note)

SFM (MFS) Manejo Forestal Sostenible

UNDRIP Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas

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Lecturas complementarias Muchas de las informaciones y referencias de este manual figuran en los siguientes documentos clave: Los bosques en un clima cambiante. ¿Impedirá el cambio climático que los bosques cumplan con su papel de reguladores del clima mundial? Amigos de la Tierra Internacional, diciembre de 2008, http://www.foei.org/es/publications/pdfs/clima-y-deforestacion. La vida como mercancía: Impacto de la protección del medio ambiente basada en el mercado sobre Pueblos Indígenas, comunidades locales y mujeres, Coalición Mundial por los Bosques, octubre de 2008, http://www.globalforestcoalition.org/img/userpics/File/Spanish/Publicaciones/LA-VIDA-COMO-MERCANCIA2008.pdf. Mitos en torno a REDD. Una evaluación crítica de los mecanismos propuestos para reducir las emisiones generadas por la deforestación y la degradación de los bosques en los países en desarrollo, Amigos de la Tierra Internacional, diciembre de 2008, http://www.foei.org/es/publications/pdfs/redd-myths. Juego de herramientas La Vida como Mercancía de la Coalición Mundial por los Bosques, http://www.globalforestcoalition.org/paginas/view/153. Derechos, Equidad, Desarrollo, Deforestación y Gobierno por Pueblos Indígenas y Comunidades Locales Mundial por los Bosques y Comisión de la UICN sobre políticas ambientales, económicas y sociales, diciembre de 2008, http://www.globalforestcoalition.org/img/userpics/File/Spanish/Publicaciones/REDD_esp.pdf REDD Monitor: www.redd-monitor.org

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Contacto:

Simone Lovera, coordinadora general, Global Forest Coalition Bruselas 2273, Asunción, Paraguay

e-mail: [email protected] Teléfono: +595-21-663654 – Fax: 595-21-621080

www.globalforestcoalition.org

Créditos Copyright Global Forest Coalition Texto Ronnie Hall, Simone Lovera Diseño Yolanda Sikking Esta publicación ha sido realizada gracias a la generosa contribución de Swedbio y del Ministerio neerlandés de Relaciones Exteriores. Las opiniones expresadas en esta publicación no reflejan necesariamente las de nuestros patrocinadores.

Referencia para citas: Los Bosques y el Cambio Climático. Manual sobre el papel de los bosques en las negociaciones de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, 2009. Coordinadoras de proyectos de la GFC: Ronnie Hall y Simone Lovera Global Forest Coalition, Bruselas 2273 Asunción, Paraguay Correo electrónico: [email protected] Fotos de tapa: Bosque de Costa Rica. Fotografía: Alejandra Porras y Mariana Porras. Bosque templado, Columbia Británica. Fotografía: Larry mcCulloug. Reunión de la comunidad guaraní Mby’a de Paraguay para discutir sobre el pago por servicios ambientales. Fotografía: Miguel Lovera. Plantaciones de eucaliptos en Sudáfrica. Fotografía: Wally Menne, Coalición Timberwatch. Foto de contratapa: Parque Nacional Kaptai, un bosque semi-perenne del sudeste de Bangladesh. Fotografía: Suprio Chakma. Esta publicación puede ser reproducida total o parcialmente, con fines educativos o no lucrativos, sin requerir la autorización expresa del propietario del copyright pero indicando la fuente.

Mayo de 2009