los angeles de paiporta. adama

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Experiencia sobre el contacto de un grupo de jóvenes españoles con unos seres que se autodenominaban ángeles. Libro que recomiendo vivamente después de leerlo.

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  • 1

  • LOS NGELES

    DE PAIPORTA A.D.A.M.A.

    Toni Bennassar

    A veces la verdad se considera

    hereja, pero an as contina siendo verdad (Humiel).

  • Record la frase de los grandes maestros: Llegado a cierto

    punto en cualquier trabajo espiritual hay que abandonar la

    razn y dar el salto sobre el foso de la insensatez. Si te

    quedas, nada descubres. Si te caes dentro, es la locura. Pero si

    logras el salto, ser una nueva dimensin, una nueva

    percepcin de la vida y el cosmos. Tal vez un nuevo

    estado de Consciencia.

  • NOTA DEL EDITOR

    El propsito de esta colec-

    cin Tiempo de Acuario es recoger cuanto se relaciona con

    el espritu de la Nueva Era.

    Ese compromiso nos lleva a

    publicar textos que, a veces,

    desafan nuestra razn, porque

    creemos que es obligacin

    nuestra abrirnos a toda posibi-

    lidad. Este es el caso del libro

    que ofrecemos, un libro que,

    por sus caractersticas, debe ser

    incluido dentro de la categora

    de los llamados profticos en algunos aspectos crpticos y en

    otros desconcertantes que tan slo el tiempo puede calificar o

    descalificar.

    Dejamos, por tanto, lector,

    que sea usted quien juzgue.

    Nosotros tan slo recomenda-

    mos que juzgue despus de

    meditar.

  • NDICE

    LA RAZN DE LA FE ................................. 13

    MI PRIMER ENCUENTRO CON

    UN NGEL ................................................... 19

    El ngel que no llegu a ver ..................... 26

    Junto al ngel de Luz ................................ 37

    Los ngeles y la Encina ............................ 40

    Las voces de los ngeles ............................ 46

    LOS NGELES DE PAIPORTA .................. 51

    Miguel ngel ............................................. 62

    LAS PRIMERAS VOCES

    SOBRE EL CERRO DE LA

    ATALAYA .................................................... 75

    LA ENTREVISTA CON MIGUEL

    NGEL .......................................................... 89

    Los diarios del camino hacia el

    Puig Campana ......................................... 114

    LAS EXPERIENCIAS EN EL

    PUIG CAMPANA, ENSEANZAS

    INICITICAS .............................................. 123

    La subida al Puig Campana.

    Primeras pruebas ..................................... 126

    Cerca del Puig Campana. La

    Montaa ................................................... 129

  • El tiempo. Las primeras

    revelaciones y pruebas ............................ 130

    Las tres jvenes ....................................... 134

    Miel y agua ............................................. 137

    Los dos sabios ......................................... 139

    Las dos torres .......................................... 141

    El juicio ................................................... 143

    El tormento .............................................. 144

    LAS ENSEANZAS DEL NGEL

    EN LA CIMA DEL PUIG

    CAMPANA ................................................. 147

    Sobre una residencia ............................... 149

    El sptimo da ......................................... 151

    Todo ha comenzado. La

    Transformacin ....................................... 152

    Alguna respuesta ..................................... 153

    Las seales en el mundo entero............... 154

    La rosa y el cardo .................................... 155

    La voz de nuevo ...................................... 156

    El rebao ................................................. 156

    Los misterios desvelados ........................ 158

    El ngel Humiel ...................................... 159

    Sobre el trono de Roma ........................... 161

    El infinito revelado ................................. 163

    Henoch .................................................... 164

    El cuerpo glorificado ............................... 165

    El anillo de plata ..................................... 166

    La realidad y la ficcin............................ 167

  • La cifra del final ...................................... 168

    La oruga y la mariposa ............................ 170

    EL LIBRO DE LAS 13 HOJAS .................. 173

    1. Hoja: Armona .................................... 175

    2. Hoja: Espontaneidad .......................... 176

    3. Hoja: Erudicin .................................. 176

    4. Hoja: Determinacin .......................... 177

    5. Hoja: Fuerza ....................................... 177

    6. Hoja: Aprendizaje .............................. 178

    7. Hoja: Amor ......................................... 179

    8. Hoja: Laboriosidad ............................. 179

    9. Hoja: Maestra .................................... 180

    10. Hoja: Creacin.................................. 180

    11. Hoja: Lucha y Revolucin................ 181

    12. Hoja: Mansedumbre ......................... 181

    13. Hoja: El Libro................................... 182

    La Muerte ................................................ 184

    El Laberinto ............................................. 187

    La Residencia de Dios ............................. 189

    La Perfeccin ........................................... 190

    El juicio final y el juicio justo ................. 191

    Juicio humano y espiritual ....................... 192

    Nombre del presente libro ....................... 193

    Amor y matrimonio ................................. 195

    Samahel y la profeca .............................. 196

    Los tres signos ......................................... 197

    El vestido de belleza ................................ 198

    La bola azul ............................................. 199

  • Revolucin por smbolos ........................ 201

    El libro de la sabidura y de la

    lengua universal ...................................... 202

    Otra profeca de Samahel ........................ 205

    La esencia y los recipientes ..................... 207

    Lucha interior .......................................... 208

    El camino de los tres pedestales .............. 210

    Los poseedores del mundo ...................... 211

    Sabidura interior .................................... 213

    La duda y el miedo .................................. 213

    El misterio de llegar a ser Dios ............... 216

    La destruccin del sistema ...................... 216

    El examen ................................................ 217

    Final del examen interior ........................ 218

    Las barras de madera............................... 219

    El canto, la alegra ................................... 221

    La profeca .............................................. 222

    Ababdn .................................................. 223

    EPLOGO .................................................... 227

  • PRLOGO

    LA RAZN DE LA FE

  • 15

    Los siglos parecen, en su decurso, variables como las lenguas que en ellos se hablan. Sin

    embargo, ciertas palabras, algunos nombres e

    ideas, se benefician del valor de la constancia.

    De hecho ha cambiado ms la tecnologa que el

    amor, nuestros vehculos que los sujetos que

    los conducen. Sera ilusorio pensar que hay una

    correspondencia perfecta entre el espritu de la

    poca y los hombres de espritu; quienes por lo

    general estn, y en la medida de lo posible,

    fuera del tiempo y la moda. San Pablo sostena

    que debamos hacernos tontos e indiferentes a

    la sabidura del siglo. Buda en su camino reen-

    contr las viejas verdades del yoga descubierto

    por los sabios brahamanes ms de mil aos

    antes de su nacimiento. Lao Ts habla, en rela-

    cin al sendero espiritual, del mtodo retr-

    grado. Confucio quiso reajustar el orden so-

    cial al ritmo del orden estelar, que le preceda.

    Por todas partes nos encontramos con que,

    cuando del alma humana se trata, no parecen

    contar el espacio y el tiempo, es decir la preci-

    sin y la cartografa unvoca. Existen razones

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    16

    de la fe que la razn no entiende. Que un grupo

    de jvenes artesanos y obreros, tras sentir el

    llamado de lo numinoso, de lo espiritual, vuel-

    van a repetir la experiencia evanglica y

    apostlica con nombres, pelos y seales inclu-

    so, no deberan pues sorprendernos.

    Lo aparentemente anacrnico es en ellos, en

    sus vidas y ejemplos, una prueba ms de esa

    constante recurrencia de los mitos, las fbulas,

    la bsqueda grilica y las llamadas anglicas

    que se seguirn produciendo tantas veces como

    aumente la sordera de la especie para con las

    cosas del alma, de lo interior. La respuesta que

    la materia y su ley de exclusiones sucesivas

    recibe por parte de la misma vida, es una serie

    de sucesivas inclusiones. As se explican los

    doce varones, los encuentros con lo fantstico

    e incluso con lo inexplicable que pasa a formar

    parte indivisible de lo cotidiano de esos seres,

    no sabemos si privilegiados por su experiencia,

    o marcado a partir de sta, por el sello de la

    incomprensin social. La parafernalia de los

    nombres de los ngeles, del lenguaje empleado

    por los mensajeros, no es menos creble por ser

    o parecer demod. Antes bien, censura en

    todo momento con el hlito de lo eterno, de lo

    ocurrido antes para leccin de los hombres.

    De hecho ni la justicia ser nunca completa

    ni la destruccin y condena se cumplirn jams

  • PRLOGO

    17

    del todo. El juego de accin y reaccin, la al-

    ternancia de luz y sombra, durarn lo que dure

    el mundo. En ese vaivn, en esa oscilacin per-

    petua, las voces de quienes escogen bocas sim-

    ples e increbles para manifestarse, suenan co-

    mo correcciones de puntos de mira para que lo

    mejor que tenemos no sucumba ante lo peor

    que nos tiene y entretiene. Que sean perturba-

    doras es parte de la enmienda, la admonicin y

    la advertencia, pero tambin del amor que el

    nico de muchos hombres tiene, a pesar de

    todo, por la creacin y sus criaturas.

    Mario Satz

  • CAPTULO PRIMERO

    MI PRIMER ENCUENTRO

    CON UN NGEL

  • 21

    Algunas personas parecen formar parte de un plan que slo emerge a la razn o a la evi-

    dencia en determinados momentos de la vida.

    No entraremos en la cuestin del determinismo

    que, a pesar de los avances de la fsica cuntica

    abanderada del indeterminismo, Einstein nunca

    pudo aceptar. Pero hay algo evidente para to-

    dos los seres humanos, cientficos o no, que

    hayan estado interesados en el misterio de la

    vida: a lo largo del tiempo en el anlisis de una

    persona determinada, se producen ciertas co-

    incidencias significativas que en algunos ca-

    sos estn por encima de lo que el simple azar

    podra justificar.

    C.G. Jung estuvo interesado en estos fen-

    menos y en algunas de sus obras habla del

    sincronismo para referirse a estos aspectos

    del acontecer cotidiano que parecen tener una

    cierta relacin entre s.

    Si tuviramos capacidad y paciencia sufi-

    cientes, podramos comprobar cmo nuestro

    pasado est bordado de signos y claves en rela-

    cin unos con otros, slo visibles si consigui-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    22

    ramos aislarlos del conjunto y enlazarlos entre

    s, borrando el tiempo que les separa.

    En este sentido yo no soy una excepcin y, a

    modo de ejemplo, tratemos de bucear en mi

    pasado y extraer algunos episodios que ca-

    sualmente dibujan una historia que quiz pue-

    da ayudarnos a iluminar los hechos que se na-

    rran en este libro y el por qu, sin buscarlo, he

    tenido que contarlos.

    Apenas tendra siete aos de edad cuando un

    curioso acontecimiento marcara con fuerza mi

    alma infantil. Corra la dcada de los aos cua-

    renta. Por aquel entonces vivamos en un des-

    poblado a seis kilmetros de Palma. Mi to Mi-

    guel era una persona, como toda mi familia

    materna, de firmes convicciones religiosas. No

    tena hijos y pienso que quiz por ello, ocup

    un lugar muy especial en el cajn de sus afec-

    tos. Era hombre de negocios y ya por aquellos

    tiempos dispona de automvil, un Renault azul

    de morro puntiagudo que haca las delicias de

    los nios del barrio. Casi todos los vecinos viv-

    amos en vetustas casas payesas que slo uti-

    lizbamos para ir a comer o a dormir.

    Un da, mis tos decidieron construir una

    casa a un tiro de piedra de la nuestra. Sera un

    edificio moderno, un chal, palabra que yo

    acababa de conocer sin comprender muy bien

    su significado. Se construira en la confluencia

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    23

    de dos calles. Las obras empezaron, seguidas

    de cerca por toda la chiquillera, pues la mayor

    parte de nosotros era la primera vez que tena-

    mos ocasin de ver construir una casa. Ni que

    decir tiene que el chal era, para todos noso-

    tros, una obra maravillosa. Dispona de un pe-

    queo jardn alrededor del edificio, y un pasa-

    dizo sembrado de conchas marinas separaba la

    entrada principal de la calle. Recuerdo que este

    portal slo se abra dos o tres veces al ao, los

    das de fiesta solemne. Supongo que debido al

    polvo en verano y o al barro en invierno, mis

    tos preferan la cochera o la barrera lateral que

    daba acceso a la parte trasera de la casa, para

    entrar, o salir a la calle. Junto a la entrada, mi

    to hizo construir una hornacina que, hasta el

    da de la inauguracin oficial de la casa, fue un

    misterio para todos los nios que seguamos,

    da a da, los eventos de la edificacin.

    Recuerdo que una tarde, me llam con as-

    pecto solemne y me dio la noticia. Cogindome

    cariosamente por el brazo y sentndome sobre

    su rodilla dijo: he mandado construir una

    imagen de piedra caliza que ocupar la horna-

    cina junto a la puerta principal de la casa. El

    domingo prximo, despus de la misa de once,

    el Sr. Prroco vendr a bendecirla. He decidido

    que t y Francisca otra sobrina por parte de su esposa seis los padrinos de la ceremonia.

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    24

    Los das que precedieron a la bendicin de

    la imagen no cabamos de alegra. Cerca del

    medioda del domingo, la casa se llen de veci-

    nos que se unieron a la comitiva familiar. La

    mesa se cubri literalmente de galletas y vino

    dulce mientras esperbamos al prroco. Poco

    despus se inici la ceremonia. Al descubrirse

    la imagen pudimos comprobar que se trataba

    del Arcngel San Miguel con la balanza en una

    mano y una lanza en la otra. Bajo sus pies una

    figura serpentina con cabeza humana quera

    representar a Satans. Dos lazos del color de la

    bandera espaola pendan de sus hombros. El

    Sr. Prroco, con gestos lentos y graves, ador-

    nado con una estola y un hisopo de agua bendi-

    ta, nos tendi un lazo a cada uno de los padri-

    nos. Yo llevaba una camisa blanca inmaculada

    y un pantaln corto, azul. Iba escrupulosamente

    peinado con brillantina. Francisca luca un

    hermoso vestidito blanco de organd. El Sr.

    Rector, roci generosamente con agua bendita

    a la imagen y a nosotros con ella.

    Todava hoy, cuarenta y dos aos despus,

    no puedo olvidar las palabras del sacerdote una

    vez finalizado el acto. Sentado en una mecedo-

    ra de lona, nos cogi entre sus brazos, uno a

    cada lado, y nos habl as: habis tenido el

    privilegio de tomar parte activa en un rito sa-

    grado. A partir de hoy, todas las noches antes

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    25

    de acostaros, debis rezar un Padrenuestro al

    Arcngel Miguel para que os ayude a vencer

    las tentaciones del demonio y para que se sal-

    ven las almas del purgatorio.

    La verdad es que aquel da qued grabado

    en mi corazn hasta lmites poco comunes.

    Crec con una gran sensibilidad para todo lo

    religioso y debo decir que nunca olvid rezar

    ese Padrenuestro, todas las noches, hasta que

    me cas.

    Por razones que se me escapan, mi matri-

    monio abrira una nueva forma de percibir la

    realidad. Dolores, mi esposa, fue literalmente

    puesta a mi lado o yo al suyo sin la menor posibilidad de escape. Recuerdo que durante

    los dos primeros aos de noviazgo soport una

    lucha interior agotadora. Hice todo lo huma-

    namente posible, para olvidarla una y otra vez,

    sin el menor resultado. La lucha entre mi razn

    y mi corazn era a muerte y el campo de bata-

    lla de mi cuerpo iba siendo destruido, da a da.

    Una tarde lo supe, lo vi claro, se termin la

    lucha y tres aos despus nos casamos. Al cabo

    de mucho tiempo empec a comprender por

    qu. El rosario de sincronismos y casualida-

    des no haba hecho ms que enhebrar las pri-

    meras cuentas.

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    26

    EL NGEL QUE NO LLEGU A VER

    Corra el ao 1979. Por aquel entonces tra-

    bajaba en el Diario de Mallorca como tcnico

    en el departamento de talleres. Un da recib

    una llamada telefnica que culmin en una

    tentadora oferta: proyectar y dirigir la cons-

    truccin de un peridico de nueva planta. Pocas

    veces un profesional de artes grficas en el

    ramo de la ingeniera tiene una oportunidad tan

    atractiva. Sin pensarlo demasiado acept la

    oferta.

    Mientras dur el estudio del nuevo proyecto

    y hasta que se iniciaron las obras pasaron algu-

    nos meses de relativa tranquilidad. Durante este

    tiempo de cambios algo tambin se estaba

    transformando en mi interior.

    Una tarde, Dolores, y de forma un tanto re-

    pentina nunca antes me haba hablado de es-to me dijo que deberamos viajar a Per. Aquella idea me son a cuento de hadas. No

    tenamos dinero ni para desplazarnos a Madrid,

    pues acabbamos de pagar los ltimos plazos

    de una pequea finca que adquirimos en las

    montaas de Valldemossa. Pero como ya he

    dicho, desde que nos casamos, las casualida-

    des parecan perseguirnos por doquier. As fue

    de nuevo, porque pocas semanas despus, unas

    seoras de Per realizaban una visita de cortes-

    a a un misionero amigo nuestro, que estaba de

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    27

    capelln en el convento vecino de las monjas

    Clarisas. Muy pronto nos hicimos amigos y una

    semana ms tarde nos invitaban a pasar un mes

    en Lima. Para solucionar el problema econmi-

    co, ellas se encargaran de organizar una expo-

    sicin de pintura en su tierra, mientras yo pre-

    parara la obra. Esto ocurra en el mes de mayo,

    y dos meses despus nos comunicaban haber

    conseguido una galera de arte en el barrio li-

    meo de Miraflores. La exposicin sera en

    octubre. Ni qu decir tiene que me pas el ve-

    rano pintando.

    Desde el principio supimos que nuestro via-

    je a Per no era para exponer mis pinturas en

    Lima. Otro motivo se esconda en ese tupido

    tejido de la vida y nosotros, todava, no atin-

    bamos a saber cul era.

    Por si acaso, en una de las conferencias tele-

    fnicas con Gaby, mi mnager en aquellas

    tierras andinas, le dijimos que prestara atencin

    a lo inslito, sin concretarle en qu terreno, por

    si podramos aprovechar el viaje y conocer

    alguna persona interesante. Ella no pareci

    entender muy bien lo que queramos decirle,

    pero nosotros tampoco sabamos aclararle mu-

    cho ms.

    Un mes despus recibimos una casette poco

    menos que extraordinaria. En ella nos deca

    haber conectado, por medio de una amiga suya

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    28

    locutora de Radio Pacfico, con un personaje

    extrao. Tan pronto como ese seor ley una

    de nuestras cartas que le mandbamos a ella, le dijo algo que le oblig a grabarnos la casette,

    y fue esto: a estos seores hace cierto tiempo

    que les espero.

    A nosotros ya casi nada nos asombraba. Mi

    pintura de tantos aos, mis esfuerzos y el in-

    ters de mi maestro, el uruguayo Edgardo Ri-

    beiro, para que trabajara a fondo con el fin de

    depurar mi tcnica, nunca me parecieron tener

    demasiado sentido ya que mi profesin y mis

    intereses iban por otro camino. Sin embargo,

    haba logrado realizar cerca de una docena de

    exposiciones individuales en Mallorca, y en

    cada muestra que presentaba me preguntaba

    por qu. Ahora empezaba a cristalizar la invisi-

    ble intencin de mis desvelos artsticos.

    Todava recuerdo como la primera noche

    que dormimos en Lima, estando en vela mien-

    tras nos acostumbrbamos al cambio de hora-

    rio, le dije a Dolores: hoy se cumple la razn

    de mi trabajo con los pinceles, nos tenan que

    traer aqu.

    Al da siguiente debamos entrevistarnos

    con el misterioso personaje. Nos reuniramos

    en casa de Gaby. Me estoy refiriendo a Jos

    Rosciano Holder.

    Pepe, como le llamamos cariosamente, nos

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    29

    recibi con un abrazo y lgrimas de alegra en

    sus ojos. Desde aquel da nos consider sus

    hermanos espirituales y todo lo que nos cont

    sera materia para otro libro. Jos Rosciano es

    conocido internacionalmente por algunas de

    sus obras cuyos ttulos hablan por s solos: Yo

    visit Ganimedes. Mi preparacin para Ga-

    nimedes. Yo pact con los muertos.

    Aquel da de Octubre que pisamos Lima,

    Dolores y yo no sabamos todava que se esta-

    ban abriendo ante nosotros las puertas del mis-

    terio.

    Por aquel entonces yo haba escrito una pe-

    quea obra titulada Pinceladas de Mediano-

    che. Era un librito con lminas de pinturas a

    todo color, salpicado de poemas, y una corta

    narracin fantstica? de un pintor (yo) que en

    su afanosa bsqueda del misterio que esconden

    todas las formas, llega a percibir sus voces.

    Lo cierto es que ese libro se convirti en la

    llave que nos abri increbles puertas en aque-

    llas tierras de Amrica. Las primeras puertas

    que se abrieron fueron las de un hogar inolvi-

    dable, y all nos hospedamos mientras estuvi-

    mos en Lima. Era la casa de Ana Luisa Monte-

    ro de Prado, que en paz descanse. Quien co-

    nozca aquel pueblo sabr que la reciente histo-

    ria de Per est estrechamente ligada al apelli-

    do Montero de Prado. Dios sabe cmo quise a

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    30

    aquella vigorosa mujer de setenta y cinco aos

    pero con un corazn de veinte. Hace unos po-

    cos aos abandon este mundo que con tanta

    severidad la juzg.

    Se inaugur mi exposicin de pintura con un

    vino espaol obsequio de nuestro embajador en

    Lima. Todo funcionaba con la precisin de un

    mecanismo de relojera. El da siguiente vola-

    mos a Cuzco con una carta para cierta persona

    a quien Pepe Rosciano nos rog la entregra-

    mos. Era la propietaria del Hostal Inti, tambin

    hermana espiritual de nuestro amigo. Ana Lui-

    sa se haba preocupado de que nos alojaran en

    el Hotel Libertador. Nos acompaaron las dos

    hermanas, Gaby y Mercy, esta ltima, esposa

    del famoso neurocirujano Esteban Roca, que

    poco ms tarde sera ministro de Salud Pblica

    de aquel pas. Eran nuestras guas y compae-

    ras insustituibles.

    Apenas llegamos, y despus de tomar un t

    de coca para combatir el soroche mal de altura, nos dirigimos al Hostal Inti. All cono-cimos a Lourdes Romanville de Pacheco, una

    mujer extraordinaria. Le entregamos la carta de

    Pepe Rosciano. Despus de leerla detenida-

    mente nos dijo que el da siguiente nos fura-

    mos al Machu Pichu y que una vez all, hici-

    ramos una meditacin en cierto lugar, que

    nos seal sobre un pequeo mapa, entre las

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    31

    famosas ruinas incas. Y all fuimos. La dificul-

    tad consisti en escapar de la atenta mirada

    del gua, pues al saber que ramos espaoles no

    nos abandonaba un solo minuto. El primero en

    escabullirse fui yo, con un pequeo croquis

    entre las manos. Poco despus me sigui Dolo-

    res mientras Gaby y Marcy entretenan al gua.

    Tratamos de encontrar el misterioso lugar sea-

    lado por Lourdes mientras, jadeantes por la

    falta de oxgeno, subamos y bajbamos escale-

    ras de piedra, Por fin localizamos el lugar. Se

    trataba de una inmensa roca de granito con una

    protuberancia en un extremo. Junto a ella deb-

    amos poner nuestra cabeza tumbados de es-

    paldas. Nos debamos situar en una direccin

    concreta ponindonos de inmediato manos a la

    obra.

    Apenas transcurrido unos minutos not con

    terror que la inmensa roca se caa de un lado.

    Rod hasta el suelo dando un brinco. Al levan-

    tarme comprend que haba sido presa de algn

    problema debido a la altura, porque Dolores

    segua impertrrita en su meditacin. A los

    quince minutos aproximadamente se incorpor.

    Por el aspecto de su rostro pareca regresar de

    otra dimensin. Pero haciendo honor a su par-

    quedad no dijo nada. Tena un brazo paralizado

    por un fuerte calambre. Nos sentamos en una

    de las muchas escaleras mientras le daba masa-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    32

    jes en el brazo hasta que consigui moverlo.

    Ms tarde supe que haba tenido su primera

    experiencia fuera del cuerpo. Dijo que se sinti

    flotar y se incorpor, lo cual no fue fsicamente

    cierto porque yo desde el suelo nunca dej de

    observarla. En este momento vio nacer una

    nia, de una mujer morena con larga cabellera.

    Le atendan dos hombres con tnicas blancas.

    Poda orla perfectamente llorar, as como los

    gemidos de la mujer y las palabras de aliento

    de los dos varones. Lo ms significativo fue la

    seguridad de que estaba asistiendo a su propio

    nacimiento. Supo, de algn modo, que aquella

    nia era ella misma.

    Como digo, esa historia no me la cont en el

    momento de suceder, y quiz no la sabra si no

    hubiera sido por lo que nos pas el da siguien-

    te, una vez de regreso a Cuzco.

    Lourdes nos haba invitado a almorzar en su

    hostal y por indicacin de Rosciano ms tarde lo supimos nos acompa a un extrao lugar que ella nos dijo se llamaba Patayackta. Se

    trataba de unas ruinas antiqusimas, situadas

    entre unos cerros y a las cuales obviamente no

    llegaba el turismo. Fuimos en su coche hasta

    donde alcanzaba la senda, mucho ms imagina-

    ria que real, para seguir unos cientos de metros

    a pie. Aquel lugar pareca haber sido construi-

    do por seres gigantes a juzgar por el tamao de

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    33

    las gradas de una especie e anfiteatro, sobre las

    cuales parecamos enanos. Eran las cuatro de la

    tarde. A los pocos segundos, apenas habamos

    tomado asiento, Lourdes nos pregunt cmo

    nos encontrbamos. Antes de que yo pudiera

    pronunciar palabra, Dolores nos sorprendi a

    todos con una firme respuesta: suspendida

    frente a mi hay una figura como un gigante. Recuerdo que ella estaba a mi derecha y yo

    la mir a la cara para ver si bromeaba; pero no,

    su rostro observaba fijamente a alguien que yo

    no lograba descubrir. Lourdes le pidi que lo

    describiera.

    Sonre dijo ahora sonre y extiende sus brazos hacia nosotros. Puedo ver sus brazos a

    travs de sus anchas mangas. Viste tnica blan-

    ca con un ribete dorado en el cuello. Tiene bra-

    zos robustos como de atleta. Ahora se des-prende como una luz de sus manos. Lleva pelo

    largo y barba corta color del trigo. No es de

    aqu sus facciones son como las del norte de Europa creo que trata de decirnos algo pero no le puedo or.

    Yo casi no poda dar crdito a mis odos. La

    natural timidez de mi esposa no le hubiera

    permitido abrir la boca sin una fuerza muy su-

    perior a ella misma. La conoca bien o al menos eso crea yo. Ella prosigui: Siento que

    debo contar lo que me pas ayer durante la

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    34

    meditacin en el Matchu-Pichu. Y en este

    momento fue cuando nos cont lo que ya he

    explicado sobre el nacimiento de la nia.

    Se hizo un breve silencio. Al fin Lourdes

    nos dijo: Os he trado aqu por indicacin ex-

    presa de Pepe Rosciano. Nosotros venimos con

    cierta frecuencia a este lugar. Ya habamos

    visto con anterioridad a estos seres. En ocasio-

    nes aparecen en grupos de dos o tres pero slo

    ste viste tnica blanca los dems la llevan roja.

    Yo no sala de mi asombro, Gaby y Marcy

    estaban mudas y tampoco vean nada. Pens

    que debamos ser objeto de algn estado altera-

    do de consciencia y Dolores estaba frente a una

    realidad tan firme como la ma. Nunca tuve la

    menor duda de ello.

    Al ver que se produca otro largo silencio,

    Lourdes tom de nuevo la palabra: Yo puedo

    or sus mensajes dice que podis preguntar lo que os plazca dice tambin que vuestras cua-tro hijas estn muy bien (Lourdes no poda

    saber que tenamos cuatro hijas) y que sern

    diferentes entre s. En este momento empez a

    explicarnos los rasgos psicolgicos de cada una

    de ellas. Todo era perfecto. Lourdes insisti a

    Dolores que se concentrara y que tratar de orlo mentalmente.

    En este momento Dolores hizo una pregun-

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    35

    ta: Quin eres cmo te llamas? Me podis llamar Hermano Csmico dijo Lourdes, que oa mentalmente sus pala-

    bras.

    Se produjo un clima de tranquilidad y de

    pronto todos empezamos a preguntarle cosas

    que iban siendo contestadas con precisin ma-

    temtica, siempre a travs de Lourdes. Nos

    habl de nuestro futuro y de nuestro pasado. De

    nuestros amigos en Espaa y tambin de un

    familiar que habamos dejado convaleciente de

    una grave enfermedad. Sobre l nos dijo que

    haba adelgazado treinta kilogramos y perdido

    la oportunidad de reflexionar sobre su propia

    vida.

    A partir de este momento se entabl un di-

    logo muy curioso. Entraron a formar parte de

    l, los hijos de nuestros acompaantes cuya

    problemtica conocamos slo parcialmente.

    Los consejos por parte de nuestros visitantes

    eran de una lucidez fuera de todo comentario.

    Pero lo curioso era que pareca saberlo todo.

    De dnde poda sacarse tanta y tan precisa

    informacin?

    A medida que pasaba el tiempo iba dndo-

    me cuenta que existen otras realidades al mar-

    gen de la que nosotros creemos vivir. Ya no

    tena dudas. All pareca concluir una etapa de

    mi vida para abrirse las puertas de otra, perfec-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    36

    tamente diseada por el hermano csmico.

    Le pedimos, con voz temblorosa y emocio-

    nada, si seguira a nuestro lado o si, por el con-

    trario, slo habitaba en aquel lugar, a lo que

    nos contest: Estar con vosotros cuando me

    necesitis, pero las formas, las apariencias y los

    nombres no deben importaros.

    Apenas poda concebir el giro que iban a dar

    nuestras vidas, segn sus predicciones. La ver-

    dad es que, poco inters podra despertar esta

    historia, si ahora, despus de pasados diez aos

    no pudiramos confirmar que todo se ha cum-

    plido con minuciosa exactitud.

    Cuando la figura desapareci, creamos

    haber consumido veinte minutos o media hora

    de tiempo. En realidad haban pasado cerca de

    dos horas.

    De regreso a Europa, centr todos mis es-

    fuerzos en la construccin del nuevo peridico.

    Seis meses ms tarde apareci en la isla El

    Da de Baleares.

    Casi haba olvidado mi destino mientras

    transcurran dos aos durante los cuales me

    encargaba de la direccin tcnica del nuevo

    diario. Durante este tiempo no hicieron ms

    que crecer las diferencias de criterio, en cuanto

    a relaciones humanas se refiere, entre mi postu-

    ra y la de la empresa, todo ello agravado por

    presiones mltiples de que haba sido objeto

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    37

    durante la realizacin del proyecto. En esas

    condiciones finaliz mi contrato que no fue

    renovado.

    De la noche a la maana, y nunca mejor

    dicho, puesto que me avisaron del cese la tarde

    anterior, me vi en la calle. Esto supuso un cier-

    to revs econmico pero nos devolvi la liber-

    tad tan ansiada despus de diez y ocho aos de

    trabajo nocturno. As se cumplan las profecas

    del Hermano Csmico.

    Por primera vez en tanto tiempo, pudimos

    encontrarnos con la gente a partir de las siete

    de la tarde. Pocos meses despus naca el

    Centro de Estudios Metafsicos (CEM) y,

    con l, una nueva forma de vivir la vida.

    JUNTO AL NGEL DE LUZ

    Las asombrosas experiencias del Cuzco en

    Per, no parecieron terminar con aquel recor-

    dado viaje. Dolores haba adquirido como un

    sexto sentido y, de vez en cuando, algo as

    como una voz interior le inquietaba. Pero ella

    no escriba. Permaneca en silencio y slo en

    contadas ocasiones me comentaba sus temores

    o ansiedades. Ni ella ni yo ramos demasiado

    dados a creer ciegamente en las cosas, y duran-

    te algn tiempo nuestra actitud fue de observa-

    cin y espera de acontecimientos.

    Sin embargo, no tuvimos que esperar dema-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    38

    siado. Un da viajbamos en nuestra furgoneta

    diesel, que yo utilizaba como estudio mvil de

    pintura, en direccin a Deia, pueblo vecino de

    Valldemossa en el que vivamos. Habamos

    sido invitados a cenar en casa de Luis, un her-

    mano de Dolores, que por entonces viva en

    aquel pueblo. Seran las diez de la noche cuan-

    do cruzbamos junto a Son Marroig, hermoso y

    turstico lugar, muy conocido por su famoso

    mirador sobre el mar, desde el cual se puede

    observar Na Foradada. Fue en este instante

    cuando Dolores me pidi que parara. Recuerdo

    que hablaba con la cabeza erguida como si

    hubiera recibido un fuerte impacto.

    Prate dijo, alguien quiere hablar con nosotros. Estas fueron sus palabras exactas.

    Reduje la velocidad del vehculo instintivamen-

    te quitando el pie del acelerador. La mir de

    reojo y en la penumbra de la cabina me di

    cuenta que hablaba muy en serio. Sin embargo,

    una sucesin de extraas reacciones por mi

    parte imposibilitaron el que atendiera su solici-

    tud. As que nos plantamos en casa de Luis.

    Pero Dios quera que aquella noche no cenra-

    mos all. Unos amigos de la Universidad, en

    viaje de novios, haban aparecido sin previo

    aviso en su casa. Despus de tomar un aperiti-

    vo, Dolores y yo cedimos nuestros sitios, con

    todo el amor del mundo, a los recin casados.

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    39

    Y regresamos a Valldemossa.

    Seran las once y media cuando, de nuevo,

    pasbamos por delante del mirador y en esta

    ocasin nos paramos. Era el da 27 de diciem-

    bre de 1982, precisamente el vigsimo aniver-

    sario de nuestra boda. En estas fechas y a esas

    horas haca fro, as que decidimos apagar las

    luces del furgn y esperar, mientras mental-

    mente pedamos la presencia fsica de la mis-

    teriosa voz interior que de tan inslita manera

    nos haba convocado all. En efecto, a los po-

    cos minutos y en la parte anterior derecha del

    vehculo, sobre la vertical de un acebuche, apa-

    reci una inmensa luz que se apagaba y en-

    cenda con intervalos de dos minutos y medio.

    Ms que destellos eran pulsiones lentas ms o

    menos prolongadas. Durante el tiempo que

    permaneca apagada, no poda percibirse abso-

    lutamente nada. El silencio era total en una

    noche sin luna. Supuse que no estara a ms de

    cincuenta o cien metros de altura porque duran-

    te unos instantes la envolvi una pequea nube

    apareciendo como una cascada de fuegos artifi-

    ciales. Fuera lo que fuese, el mensajero lumi-

    noso estuvo sobre nuestras cabezas cerca de

    media hora sin moverse un centmetro. Por

    nuestra parte no omos nada. Pasado este tiem-

    po, durante el cual permanecimos en silencio,

    yo me levant, pues me haba acurrucado a los

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    40

    pies de mi esposa para tener la misma perspec-

    tiva, y arrancando el vehculo nos marchamos.

    Dolores tampoco hizo el menor comentario.

    Apenas habamos recorrido dos kilmetros nos

    dimos cuenta cabal de la situacin. Dolores me

    pregunt si haba sentido miedo y por qu hab-

    a marchado tan resueltamente. No supe contes-

    tar y mi primera reaccin fue la de volver all.

    Finalmente decidimos que haba ocurrido lo

    mejor y nos fuimos a casa.

    Nunca hemos dudado de que hubo algn

    tipo de mensaje en aquel encuentro, aunque no

    fuera registrado por nuestro centro nervioso.

    Demasiada precisin en unos hechos por dems

    evidentes, para terminar en nada. Antes de

    transcurrido un ao escrib una pequea obra

    que titul Dilogos con la Encina. Nadie

    podr convencerme que entre ambos sucesos

    no exista una oculta relacin.

    LOS NGELES Y LA ENCINA

    Como es sabido, ngel viene de la palabra

    angelos, que significa mensajero. Podra ser

    interesante analizar otro hecho poco menos que

    extraordinario. Es curioso observar que la de-

    pendencia humana del lenguaje y las palabras,

    suele ser directamente proporcional al grado de

    desarrollo intelectual o evolutivo de una socie-

    dad. Cuanto ms se matiza y profundiza en un

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    41

    aspecto cualquiera del saber humano, uno sien-

    te que pierde perspectiva o visin del conjunto

    y va transformndose en una especie de

    mquina herramienta que cuanto ms precisa

    es en un aspecto determinado, menos sirve para

    otros menesteres. Esto no excluye al lenguaje.

    Con frecuencia, el lingista absorto en el juego

    de palabras, difumina el mensaje hasta el grado

    de generar desinters por el tema al que no es

    profesional de la lengua, que somos la mayora.

    Por desgracia nuestra sociedad tiende, cada vez

    ms, a la especializacin por creer que la nica

    forma de adquirir sabidura es a travs del

    conocimiento, del memorizar enseanzas

    que casi siempre imparten especialistas.

    Es cierto que esta forma de aprender, da

    buenos resultados a corto plazo, pero no lo es

    menos que observando el fenmeno en tiempos

    mucho ms dilatados y ahora entramos en el umbral de estos tiempos desde el punto de vista

    histrico pueden comenzar a surgir autnticos dramas de identidad o ubicacin, entre otros

    muchos problemas psicolgicos que acechan a

    cualquier sociedad desarrollada como la nues-

    tra.

    Tal vez estaramos a tiempo, todava, a re-

    considerar si la humanidad ha errado o no el

    camino hacia el SABER. Porque nadie puede

    negar que la Universidad tiende a una ensean-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    42

    za cada vez ms especializada. Esto significa

    que cada da ser ms profundo el conocimien-

    to en una parcela, que se empequeece en la

    misma proporcin. Dicho de otra manera, podr-

    amos pensar que el sabio del ao tres mil si es que llegamos a esta fecha lo sabra casi todo, por ejemplo, sobre gentica, pero casi

    nada de cualquier otro aspecto del vivir coti-

    diano. No es esto lo ms parecido a una

    mquina herramienta? Podr llamarse sabio a

    un personaje tan lamentablemente limitado?

    No ser un esclavo de su propia limitacin,

    sometido psicolgica y econmicamente a su

    empleador por la manifiesta incapacidad de

    hacer cualquier otra cosa? No estamos cre-

    ando un hombre pieza que si no es capaz de

    ocupar con la mayor precisin posible su pues-

    to, ser rechazado cuando pase el control de

    calidad?

    Todava estamos a tiempo de comprender

    que si focalizamos en un momento determi-

    nado, debemos desenfocar en el siguiente

    para expandir el campo de observacin y no

    perder el control de nuestra propia existencia.

    Tratar de no ser esclavos de una idea, ni tam-

    poco de una palabra por maravillosas que nos

    parezcan.

    Yo confieso que la palabra ngel atrapa mi

    mente y la conduce estpidamente al pasado.

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    43

    Debe ser porque los especialistas en angeo-

    loga se han cuidado de limitar este trmino,

    enfocndolo a su acepcin ms primitiva. Pero

    gracias a mi natural rebelda hacia la enseanza

    ortodoxa, me escap.

    Como decamos al principio, ngel significa

    mensajero y ste, es toda cosa portadora

    de un mensaje. Por ejemplo, una onda de radio

    o televisin modulada no es otra cosa que un

    ngel en su grado ms elemental, porque

    transporta un mensaje. Desde esta perspectiva,

    los seres humanos estamos siempre rodeados

    de ngeles aunque no seamos conscientes de

    ello.

    Reconozco que al hablar as gozo de una

    ventaja. He ledo una gran parte de los escritos

    que los mensajeros de Paiporta han dictado.

    Y lo curioso es que dicen lo mismo que lo que

    acabo de explicar aunque con otras palabras:

    Nosotros somos Virtudes de Dios, simples

    energas y cada uno somos portadores de un

    mensaje diferente. Como energas podemos

    estar en cualquier parte, lejos o cerca de voso-

    tros, aunque no nos veis. Como la materia es

    tambin una energa, podemos tomar una forma

    semejante a la vuestra para poder llevar a cabo

    ciertas actividades con vosotros como en el

    pasado ya hicimos.

    Quiz sea por ello que no sienta el menor

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    44

    escrpulo en comentar mis propios dilogos

    con un ngel al que un da llam Encina.

    Poco tiempo despus de haber permanecido

    bajo la Luz en el mirador de Son Marroig

    cerca de Valldemossa, tuve una de las expe-

    riencias ms interesantes de mi vida.

    A principios de verano de 1983 decid pre-

    parar unos das de vacaciones para compartir

    unas jornadas, con un grupo de amigos, en la

    montaa. Mi idea era la de preparar un cuestio-

    nario de preguntas de inters filosfico-

    espiritual. Luego sacaramos fotocopias y re-

    partidas entre el grupo, podra ser un interesan-

    te material de reflexin y puesta en comn.

    Una maana puse manos a la obra y me di-

    rig meditativo hacia una gran encina que ma-

    jestuosamente cubre una cuevecita en la que

    sola pasar agradables horas de meditacin. En

    aquella ocasin me sent tranquilo y cmodo

    bajo las ramas del frondoso rbol. Quise ima-

    ginar que me encontraba junto al Maestro al

    que poda plantear las cuestiones que en aque-

    llos momentos ms podan inquietarme. No

    tard mucho tiempo en surgir de mi corazn la

    primera pregunta y empec a escribir. Pero cul

    fue mi sorpresa que, al concluirla, mi mano

    continu escribiendo la respuesta con una rapi-

    dez fulminante. Me sorprend a m mismo y

    aprovechando aquel lcido momento trat de

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    45

    plantear una nueva cuestin. El proceso fue

    idntico. No tard en comprobar que cuanto

    ms difciles y comprometidas eran las pregun-

    tas, tanto ms rpida era la contestacin y ma-

    yor mi gozo y mi diversin.

    Huelga decir que de todo este andamiaje

    surgi un pequeo libro que titul Dilogos con

    la Encina pero que ahora titulara Dilogos con

    el ngel. Porque de alguna manera, un desco-

    nocido e invisible mensajero me dictaba las

    respuestas.

    Debo recordar aqu, que esos mensajeros

    invisibles, como muy bien les dijeron a los

    muchachos de Paiporta, estn al servicio de

    todos los hombres sin excepcin. Eso s, tienen

    un gran respeto por la libertad profunda que,

    poco o nada tiene que ver con los deseos cere-

    brales, casi siempre al servicio de la sensuali-

    dad corporal. Si el ngel de Luz y el ngel

    de la Encina tenan algo en comn, no lo s.

    Como tampoco puedo saber, a pesar de que

    empiezo a sospecharla, la posible relacin de

    mis experiencias de 1983 con las de Miguel

    ngel en el Puig Campana de Benidorm duran-

    te las mismas fechas y que se narran en la lti-

    ma parte de este libro. Porque lo cierto, y creo

    que esta es la leccin para todos, es que existen

    en verdad unos mensajeros csmicos que

    tocan y hacen vibrar, como si de un diapasn

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    46

    se tratara, el alma de todos aquellos seres

    humanos que, en un momento determinado,

    estn afinados en la misma frecuencia espiri-

    tual.

    Segn este planteamiento, los llamados ma-

    estros humanos no seran ms que un primer

    encuentro del nefito, con la realidad trascen-

    dente. Pero el Maestro como mensajero divi-

    no es una forma de energa que a nuestro ce-

    rebro lgico y pedestre le cuesta concebir. Se

    tratara de campos dentro de los cuales y en

    determinados momentos, gran multitud de per-

    sonas podran estar inmersas, esperando el

    momento, la actitud o la apertura inter-

    ior para ser tocados por el divino dedo y

    hacerse la Luz. Esta idea tampoco tiene por-

    que extraarnos demasiado, ya que el hombre

    mismo ha creado estos campos de energa

    electromagntica. Un televisor permanece

    ciego inmerso en estos campos radiantes

    hasta que se produce el tic y la pantalla se

    llena de imgenes.

    LAS VOCES DE LOS NGELES

    Las formas, los momentos y situaciones

    escogidas, pueden ser cambiantes. Pero lo cu-

    rioso es que los mensajes de stas casi siempre

    intangibles criaturas, as como la esencia de sus

    enseanzas, son idnticas. Anael, Uriel, Rafael,

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    47

    pueden tomar forma humana y, por consiguien-

    te, un nombre acorde a su apariencia. Pero

    tambin pueden existir en la forma de un al-

    mendro, en el resplandor de una tormenta elc-

    trica, en una puesta de sol, o en el fresco rama-

    je de una encina.

    Los que por una u otra razn, nos dedicamos

    al mundo del arte, hemos sentido alguna vez

    gran curiosidad por descifrar un enigma: en

    qu consiste la inspiracin? Yo puedo certificar

    un fenmeno que me ha ocurrido infinidad de

    veces. He pasado en diferentes ocasiones por

    cierto lugar, cerca de un rbol, una caada,

    unas rocas, etc., sin que haya sentido absoluta-

    mente nada. De pronto, un da, siento que all

    hay algo que me retiene es como si obser-vara aquel lugar por primera vez. Cuando eso

    ocurre hay que pintar. Y suele pasar que uno

    pinta como fuera de s. Nosotros le llamamos

    inspiracin pero qu ha ocurrido realmente? La posibilidad de que existan campos de

    consciencia a nuestro alrededor, ngeles o

    mensajeros informes, es precisamente lo que

    no podemos concebir los seres humanos, por-

    que nuestro ojos, encadenados a un cerebro

    racional, slo saben valorar segn la forma y cuanto menos concreta o tenga peor aspecto,

    ms disminuye nuestro inters. Y es por esto

    que no podemos comprender los mensajes de

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    48

    los grandes Iniciados en el Sendero de Luz

    Espiritual. Para el comn de los mortales,

    jams tendr el mismo valor una forma humana

    que otra animal, o una joven hermosa que un

    viejo decrpito Sin embargo, en ambas est

    Dios. San Francisco miraba con humildad a

    todas las criaturas, y porque haba sido tocado

    por el dedo del ngel las llamaba hermano

    lobo, hermana flor, hermana luna. Pero esta

    actitud franciscana dur poco ms que hasta la

    muerte del gran mstico. Porque, como ya dije

    en otras ocasiones, la sabidura no se ensea,

    se contagia. Es por ello que cuando desaparece

    la fuente luminosa, devienen las sombras en

    todo el campo.

    Los hombres podemos encontrar maravillo-

    sa una partitura de Bach o una msica de Mo-

    zart. Pero salvo contadsimas excepciones, el

    mundo de los msticos, de los poetas, de los

    msicos o de los artistas en general, ha sido

    observado por la sociedad como la parte be-

    nigna de la locura, algo as como el jardn que

    rodea el manicomio. Por norma general el ce-

    rebro rechaza lo que nuestro corazn siente. Y

    es por esto que tenemos cerradas las puertas de

    la sabidura, y el camino hacia la reintegracin.

    Y es en estos momentos difciles, en que las

    mquinas electrnicas superan al cerebro

    humano en algunos campos muy concretos del

  • MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL

    49

    saber, cuando han tenido que aparecer de nue-

    vo, esas criaturas del espectro invisible de la

    realidad, para darnos una llamada de atencin.

    Todo parece indicar que debemos escoger entre

    la adoracin de los cerebros que conducen al

    conocimiento de la materia y nos proporcionan

    cosas cada vez ms sofisticadas, o escuchar el

    corazn que nos habla de una vasta sabidura

    universal.

    Si optamos por escuchar nuestro corazn y

    aprendemos a orle, a travs de l oiremos tam-

    bin la voz de los ngeles que hablan dentro

    de nosotros. Pero este camino implica un esta-

    do previo de libertad. Una persona vampirizada

    por ideologas sectarias o doctrinas excluyentes

    y dogmticas, difcilmente podr optar por ese

    camino. Y la ciencia tal como se presenta hoy,

    es una de las sectas ms peligrosas. Me pre-

    ocupa mucho ms un cientfico sectario que

    cualquier fantico ciego seguidor de una reli-

    gin. Este ltimo, poco dao puede ocasionar a

    la humanidad. Pero el primero, con su cohorte

    de seguidores, es muy capaz, como ya se ha

    demostrado, de multiplicar los efectos destruc-

    tores de la bomba atmica, o de herir los pul-

    mones del planeta infligindoles profundas

    cicatrices difciles de sanar. No seramos justos

    si olvidsemos el bien que ha hecho la ciencia.

    Pero la pregunta clave es: vale la pena poder ir

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    50

    a la luna, si un da no podemos regresar a la

    tierra?

    Poco ms se puede aadir en este libro, que

    no pretende hacer apologa de nada. Creo que

    su misin no es otra que la de dar una ltima

    oportunidad a quienes an parpadean por el

    sueo de esta vida. Los que todava duermen

    tendrn que esperar mejor ocasin. Pero todos,

    absolutamente todos, segn el mensaje de los

    ngeles, estamos llamados a despertar.

  • CAPTULO SEGUNDO

    LOS NGELES DE PAIPORTA

  • 53

    La llamada telefnica de una antigua amiga, que por diversas circunstancias haca tiempo

    que no vea, despert de nuevo mi aletargada

    consciencia sobre los invisibles mensajeros.

    Mara, pues as se llama la mujer, me comu-

    nic su inters en traer a Mallorca a un grupo

    de muchachos, segn ella de aspecto bondado-

    so y sincero, que en un programa de TVE de-

    can haber estado en contacto con ngeles de

    carne y hueso. Le dije que conoca el tema por

    un artculo que le en una revista y que, fran-

    camente, no me haba interesado demasiado

    porque en estos momentos, el nmero de con-

    tactados, iluminados y videntes era casi infini-

    to. Ella insisti a pesar de todo, y me dijo que

    estaba dispuesta a sufragar los gastos de su

    viaje a Palma de Mallorca si aceptbamos en-

    trevistarlos y concederles una charla en los

    locales del C.E.M. Le contest que no poda

    asegurarle nada, pero que si los traa y pasaban

    con xito una entrevista con distintos especia-

    listas pondramos, encantados, a su disposicin

    nuestra sala de conferencias.

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    54

    Y as fue como, unas semanas ms tarde,

    conocimos a cuatro de los principales encarta-

    dos en tan misterioso asunto. Se trataba de tres

    chicos y una chica: Jos Antonio, Luis Miguel,

    Jos (apodado el Chico) y Paqui. Esta ltima

    casada con Miguel ngel, que en esta ocasin

    no vino a Mallorca y del cual hablaremos en

    captulo aparte. Paqui esperaba su segundo

    hijo, pues ya era madre de una nia, Deneb.

    En aquella ocasin almorzamos en Vallde-

    mossa y durante la sobremesa, un grupo de

    amigos y compaeros del CEM de cierta talla

    intelectual un fsico, un mdico, dos ingenie-ros, un psiclogo y varios expertos en parapsi-

    cologa, no cesaron de disparar preguntas a los pobres muchachos que, curiosamente, en

    ningn momento dieron la impresin de sentir-

    se acosados. Aparte de Luis Miguel, que es

    universitario, los dems no sobrepasaron los

    estudios bsicos. A pesar de todo ello, su com-

    portamiento fue de tal aplomo y serenidad, que

    no dudamos en ofrecerles la oportunidad de dar

    una charla a nuestros asociados sobre tan inte-

    resante tema.

    La gnesis de toda esta historia de los

    ngeles de Paiporta, comienza en beda, la

    ciudad de los siete cerros, all por el ao

    setenta y cinco cuando un muchacho, Miguel

    ngel, oye voces que tratan de encaminarle

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    55

    por determinada lnea filosfico-espiritual.

    Despus de algunos aos de vicisitudes que

    ms adelante se explicarn con detalle, el Chi-

    co termina en el Puig Campana, una montaa

    de 1400 metros de altura cerca de Benidrom,

    para tener unas experiencias extraordinarias

    durante varios meses, y que conforman el cuer-

    po de la ltima parte de este libro. Esto ocurra

    el ao 1983.

    Unos aos ms tarde se casara con Paqui,

    yendo a vivir a Valencia capital para trasladar

    su residencia a Paiporta pocos meses despus.

    Miguel ngel, durante estos ltimos aos, se

    senta guiado de alguna manera, aunque sin

    comprender muy bien su destino.

    Durante los primeros aos en beda fue

    conociendo a varios chicos que haban tenido

    experiencias semejantes. Las voces parecan

    tratar de reunirlos. Ms tarde algunos de estos

    amigos le seguirn a Paiporta, como fue el caso

    de Paco, Pascual y Andrs. Lo hacen por indi-

    cacin de sueos, voces e incluso por pre-

    sencias fsicas (ngeles) como ocurri a Pas-

    cual, que le instan a abandonar un buen trabajo

    para mandarle con toda su familia a Valencia.

    Mientras tanto, en su nuevo domicilio de

    Paiporta, Miguel ngel y Paqui hacen nuevas

    amistades entre las que se cuentan los tres

    jvenes que nos visitaron en Valldemossa.

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    56

    Un da en que Miguel ngel se encontraba

    indispuesto recibe la visita de los tres chicos,

    quienes al ver el estado de su amigo, deciden ir

    al bar Vora Barranc acompaados de Paqui,

    para tomar unas caas de cerveza fuera de la

    casa a fin de no molestar.

    All tendra lugar el inicio de una aventura

    que iba a durar ms de dos aos. Mientras los

    tres amigos estaban charlando animadamente

    en el interior del establecimiento, se les acerc

    un joven muy bien parecido. Vesta pantalones

    vaqueros y un niki beige. Luca un pelo largo

    castao, ojos claros y barba afeitada. Sin ms

    prembulos les pide para sentarse con ellos al

    tiempo que toma una silla. Los chicos cruzan

    una mirada de extraeza y le hacen sitio en la

    mesa. Soy un ngel, me llamo Samahel y

    vengo a vosotros para dictaros una serie de

    mensajes que en su momento transmitiris a la

    gente, pero no antes.

    Nosotros, por supuesto, no nos cremos ab-

    solutamente nada me explicara Paqui durante las entrevistas. Pensamos que se trataba de un to un poco colocado. No obstante, algo

    sembraba la inquietud en nuestro corazn,

    quiz fuera su aspecto que muy poco tena que

    ver con lo que imaginbamos.

    Al ver que no le creamos, el extrao visi-

    tante nos record a cada uno pequeas ancdo-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    57

    tas de nuestro pasado que nadie poda saber y

    que alguno de nosotros ya haba, incluso olvi-

    dado.

    Aquello era demasiado comentara Pa-qui. Empezbamos a sentirnos intranquilos. Seguidamente nos dijo que l conoca todas las

    cosas y para que le creyramos nos vaticin

    algo que nos ocurrira a cada uno el da si-

    guiente. Despus de esto nos dijo que ya le

    volveramos a ver y se despidi.

    Aquel da, al llegar a casa, le comentaron

    todo lo ocurrido a Miguel ngel entre bromas

    y risas de incredulidad. Pero ste fue el nico

    que no se rea. Aquella increble historia le

    recordaba demasiado su experiencia en el Puig

    Campana. Sobre todo la descripcin del perso-

    naje y el nombre de Samahel. Pero en aquel

    momento no dijo nada porque sus nuevos ami-

    gos desconocan la historia, y Paqui, aunque

    saba algo, nunca haba ledo los escritos que

    mantena guardados en beda, en casa de su

    madre.

    El da siguiente ocurri, con asombrosa

    exactitud, todo cuanto el ngel les predijo. Esto

    hizo que se reunieran de nuevo en casa de Pa-

    qui. Mientras comentaban lo sucedido, llaman

    a la puerta y abre la mujer. Era el mismo joven

    del bar Vora Barranc. Se acerca Miguel ngel

    y Paqui se lo presenta: Es el chico del bar del

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    58

    que te hablamos ayer le dice. Paqui le invita a pasar a la sala-comedor donde estaban reuni-

    dos los dems. Miguel ngel estaba meditativo

    en otro lugar de la casa, pues haba identificado

    perfectamente al personaje como el ngel que

    viera en la montaa de Benidorm. Era exac-

    tamente igual me comentara ms tarde, no era lgico, pues en cinco o seis aos una perso-

    na cambia un poco. Slo la indumentaria era

    diferente.

    Apenas todos se renen en el comedor, el

    ngel le dice a Paqui que Miguel ngel se va-

    ya. A partir de aquel da, ste se excluir de

    todas las reuniones con los mensajeros.

    Y comienzan los encuentros que se produ-

    cen sin previo aviso y casi en cualquier lugar.

    En el bar, en la calle, en el campo, en casa. Al

    principio las visitas eran casi diarias. Se apa-

    reca a uno u otro, o a todos a la vez, pero

    siempre les dictaba un mensaje que ellos guar-

    daban celosamente. As fue como llegaron a

    conocer a ms de cincuenta ngeles diferentes

    cuyos nombres no recuerdan en su totalidad.

    Aunque cada uno de ellos suscriba uno o va-

    rios mensajes, les resulta complicado recopilar

    sus nombres esparcidos a lo largo de dos mil

    folios. De manera que me dictan los que bue-

    namente recuerdan y la virtud de alguno de

    ellos, ya que se autodefinan como Virtudes

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    59

    de Dios.

    Phul

    Yesiah

    Attarit

    Torcaret

    Iah

    Lorimar

    Viriel

    Viroaso

    Djin (ngel del fuego y los rayos)

    Samahel (ngel de la profeca)

    Azrael (ngel de la muerte y los nacimien-

    tos)

    Griniel (ngel del pasado divino)

    Metatrn (ngel de la forma divina)

    Miguel (ngel del equilibrio)

    Rafael (ngel de la curacin tanto del cuerpo

    como del espritu)

    Anael (ngel de la gracia divina y del amor)

    Jesubiln (ngel de la alegra)

    Acadia (ngel del poder para realizar algo)

    Spuglihel (ngel de la primavera)

    Humiel (ngel que gua hacia la compren-

    sin)

    Uriel (deca ser la Luz del Creador)

    Gabriel (ngel encargado de sellar a los es-

    cogidos)

    Barchiel (ngel del mundo de los espritus y

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    60

    de la creacin)

    Camael (ngel de la destruccin cuando el

    hombre se pierde)

    Jeremiel (arcngel de la Fuerza)

    Aom (ngel del orden por el sonido)

    Morahel (dominaba todos los elementos,

    provoc lluvia y rayos y aviv el fuego de una

    hoguera apagada por la lluvia)

    Alphiel (hablaba de la naturaleza y de otros

    mundos habitados)

    Fanuel (deca ser la virtud que lucha con las

    energas negativas)

    Nuriel (deca ser el ngel que provocaba las

    tormentas de pedrisco) Arael (hablaba sobre las aves de ste y de

    otros mundos)

    Kokbiel (hablaba del mundo donde viviris

    los sellados de ste)

    Azariel (gobierna las aguas del universo)

    Galgaliel (el que tiene potestad sobre las es-

    trellas. El sol de Dios)

    Zedekiel (ngel de la rectitud. Nos habla-

    ba del efecto de las cosas que Dios deseaba)

    Raziel (nos hablaba de los misterios, las re-

    ligiones, la trinidad, etc.)

    Zacharael (deca ser la misericordia del

    Creador)

    Moronih (encargado de mostrar las cosas

    ocultas cuando estaban guardadas en lugares

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    61

    inaccesibles al hombre ?)

    Usiel (deca ser la Fortaleza de Dios)

    Och, Ophiel y Aratron (decan componer un

    grupo de siete. Desconocemos los otros nom-

    bres. Lo curioso es que la presencia de cual-

    quiera de estos tres, iba precedida de apagones

    de luz, ruidos en las caeras de agua. Un

    hecho muy curioso es que no parpadeaban.)

    Hanael (distinto de Anael)

    Machidiel (ngel muy jovial)

    Ambriel (iba siempre vestido de verde)

    Hamaliel (bastante serio)

    Barbiel (llevaba un grueso anillo que desta-

    caba. Pareca oro)

    Oirin (hablaron otros de l, pero nunca lo

    vimos)

    Cada uno de los ngeles mencionados era

    visto en un lugar determinado, y cuya cita era

    anunciada por otro. Metatrn (el rostro de

    Dios) les convocaba en el lugar conocido por

    La Mola del Segar y all les dictaba su men-

    saje.

    Durante el dictado de los dos mil folios ma-

    nuscritos, nace la hija de Paqui, Deneb, y queda

    encinta de su segundo hijo que en honor al

    primer ngel que conocieron, le impondrn el

    nombre de Samahel.

    La historia al detalle de estos encuentros, as

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    62

    como una parte de los mensajes dictados por

    los ngeles, se explicarn en el prximo libro

    que titularemos El Oro Azul, pues segn los

    ngeles, ste es uno de los grandes smbolos

    perdidos por la humanidad.

    Tanto los tres muchachos como la chica,

    pasaron los primeros meses de estos encuentros

    entre un mar de dudas. Llegaron a pensar que

    se estaba tambaleando su integridad mental.

    Pero los mensajeros les prohibieron mencio-

    nar los hechos hasta que, ms adelante, les au-

    torizaran. Sin embargo, les decan que pidieran

    pruebas, las que quisieran, mas ellos no saban

    qu decir. No obstante, las pruebas de la reali-

    dad de cuanto estaban viviendo les llegaban por

    s solas, una detrs de otra, algunas de las cua-

    les narraremos en la prxima publicacin.

    MIGUEL NGEL

    Conoc a Miguel ngel unos meses despus

    de que vinieran a Palma su esposa Paqui, y sus

    tres amigos de Valencia. Por aquellas fechas yo

    presentaba un programa mensual en el Casino

    de Mallorca que se titulaba Casino Fantsti-

    co. Se trataba de un encuentro, cara al pbli-

    co, con personas que hubiesen tenido alguna

    relacin directa con lo inslito. Llevaba ms de

    dos aos en cartelera con gran xito de pblico.

    Pens en invitar a Miguel ngel, del cual tena

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    63

    buenas referencias, junto a sus compaeros de

    Paiporta.

    Los chicos aceptaron mi invitacin y se des-

    plazaron de nuevo a la isla. En esta ocasin

    tuve la oportunidad de compartir con ellos va-

    rios das, y creo que fue durante aquellas jorna-

    das cuando empec a tomarme en serio tan

    fascinantes historias. Me di cuenta que el

    fenmeno era mucho ms complejo que unas

    simples apariciones o psicoenlaces con lo

    numinoso.

    Miguel ngel por s solo, aunque arropado

    por sus amigos de beda, formaba un primer

    bloque de informacin metafsica, parecido al

    que durante tantos aos habamos estado en-

    vueltos mi esposa y yo. Sus primeras experien-

    cias, como se ver a continuacin, comienzan

    por el ao setenta y cinco y tienen su apogeo en

    el ochenta y tres. A partir de este momento

    viene una poca de silencio hasta que, al casar-

    se con Paqui, fija su residencia en Paiporta.

    Ser su mujer con tres nuevos amigos, quie-

    nes retomen, a partir de 1988, el testigo del

    esposo, para dar lugar a una segunda parte no

    menos espectacular que la primera. Entre am-

    bas, hay una distancia de cinco aos, durante

    los cuales M.A. mantiene el fuego oculto de la

    esperanza y la fe en su curioso destino de tono

    ligeramente apocalptico. Espera a distintas

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    64

    personas que le sern enviadas segn sus

    misteriosos comunicantes.

    Miguel ngel es un muchacho de talla me-

    dia. Ms bien delgado, moreno, pelo largo y un

    poco rizado que contrasta con su tez plida. Sus

    ojos denotan un cierto grado de melancola o

    tristeza. De mirada profunda y bondadosa, su

    rostro tiene poco que ver, a mi juicio, con algu-

    nas fotografas que cierta prensa inmisericorde

    y sensacionalista sac del grupo, con claro ob-

    jeto de desprestigiarles.

    Pocos meses despus de tener lugar nuestro

    encuentro con motivo del programa Casino

    Fantstico, recib una carta manuscrita de

    M.A. pidindome si quera escribir un libro

    sobre la realidad del fenmeno. Me sorprendi.

    Nunca haba contemplado tal posibilidad. Le

    contest a vuelta de correo que para ello nece-

    sitaba estar, por lo menos, una semana en Va-

    lencia y otros lugares significativos, con el fin

    de poder analizar en profundidad los hechos,

    as como verificar la documentacin de que

    pudieran disponer.

    Unas semanas despus me desplac a Pai-

    porta. Durante muchos das tuve tiempo para

    charlar con todos los implicados y, sobre todo,

    meditar el asunto.

    A partir del mes de agosto de 1990, se hab-

    an dado por concluidos los dictados cuyo con-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    65

    junto formaban el libro de las 2.000 pginas y

    con ello, finalizaron las visitas de los ngeles.

    Sin embargo, el ngel Rafael, como recuerdo

    y agradecimiento les dijo que durante un ao,

    los das doce de cada mes, les entregara doce

    piedrecitas blancas en la falda de Puig Campa-

    na. Ellos las deberan repartir a personas nece-

    sitadas fsica o espiritualmente.

    Es curioso todo cuanto se relaciona con es-

    tos escurridizos mensajeros. Desde sus nom-

    bres bblicos hasta las 144 piedrecitas, smbo-

    los archiconocidos por todos los estudiosos de

    las Sagradas Escrituras. Pero lo cierto, y lo

    importante para m, es que durante la estancia

    en Paiporta no pude observar la menor duda

    acerca de la buena fe y ejemplaridad en el

    comportamiento humano, de las diferentes fa-

    milias que se han visto unidas por tan incre-

    bles acontecimientos. Sin embargo, debo con-

    fesar que me sorprendi su incontinencia con la

    carne, el tabaco y el alcohol, lo cual chocaba

    frontalmente con el ambiente vegetariano en el

    que me mova yo.

    Sea como fuere, aunque tal vez mucho ms

    por mi sentimiento interior que por lo observa-

    do en Paiporta, regres a Mallorca con el firme

    propsito de escribir esa historia que, como ya

    dije, no era otra cosa que la prolongacin de la

    ma propia.

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    66

    Creo que es muy importante para el lector,

    recoger la informacin desde el origen, y por

    ello le ped a M.A. que me contara detallada-

    mente su vida.

    Vamos a sintetizarla a continuacin, para

    terminar con una corta entrevista personal, se-

    leccionada entre las muchas grabaciones que

    hice.

    Miguel ngel sera el mayor de cuatro her-

    manos si el destino no hubiera deparado el fa-

    llecimiento de Juan Isaac cuando ste apenas

    terminaba los estudios de fsica en la Universi-

    dad. Miguel ngel no era un buen estudiante y

    le divertan ms el arte y los trabajos manuales

    que la historia o las matemticas.

    Sebastin, su padre, era carpintero de oficio

    y escultor imaginero, discpulo de Parma Bur-

    gos. Pero al fallecer ste, y ante la escasa de-

    manda de imgenes religiosas, debe volver a la

    carpintera hasta su muerte. Esta le sobrevino

    cuando apenas contaba cuarenta y siete aos de

    edad.

    El nio estudia en un convento de monjas

    hasta los siete aos en que hace su primera co-

    munin. Luego lo trasladan al colegio de los

    Salesianos. Ser en este colegio cuando, a los

    doce o trece aos y quizs estimulado por la

    inquietud artstica de su padre, empieza a ini-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    67

    ciarse en el dibujo y la pintura. Unos aos des-

    pus trata de comenzar los estudios en la Es-

    cuela de Artes y Oficios, pero slo acude a

    clases unos pocos meses. Su destino est mar-

    cado por una cierta rebelda hacia lo conven-

    cional. Era un autodidacta.

    beda es una ciudad de unos treinta y cinco

    mil habitantes, edificada sobre siete cerros.

    Pertenece a la provincia de Jan y dista unos

    nueve kilmetros de Baeza. En ella est el ora-

    torio de San Juan de la Cruz, conmemorando el

    lugar donde muri el famoso mstico.

    Los ubetenses son gente muy religiosa, mar-

    cadamente tradicionalistas y conservadores.

    Como suele ser normal en estos ambientes,

    existe una delicada pero clara lnea de separa-

    cin social entre la poblacin: la beda de

    arriba y la de abajo.

    La historia de la ciudad se remonta a la do-

    minacin rabe, conocida entonces por el nom-

    bre de Obdah. Debido a unos curiosos mensa-

    jes recibidos por Miguel ngel, como ya ve-

    remos, all por los aos ochenta, consideramos

    de importancia recordar una pequea parte de

    la historia de beda.

    En el ao 1212, pocos das despus de la

    famosa batalla de las Navas de Tolosa, los mo-

    ros de Baeza se retiraron a beda, ciudad ms

    segura y fortificada. Sin embargo, no pudieron

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    68

    evitar ser atacados por los cristianos, presos

    stos de la euforia que les diera el xito de

    aquella lucha. Entonces los musulmanes com-

    praron, por una fuerte suma, la libertad y las

    tierras a los conquistadores. Fue considerado,

    este acto de venta, como una traicin al rey por

    parte de sus vasallos? De todas formas esto no

    pudo evitar que en 1234, beda fuera definiti-

    vamente conquistada por Fernando el Santo.

    Esta victoria, curiosamente, tuvo lugar el da de

    San Miguel Arcngel, que la ciudad tomara

    como patrn.

    Es justo pensar que toda la carga histrica

    de un pueblo pese sobre sus hijos? En alguno

    de sus primeros mensajes, tal como se ver

    ms adelante, se menciona a beda como la

    Ciudad Traidora, o al menos, eso parece. Pero

    no precipitemos acontecimientos y sigamos con

    nuestro personaje.

    Miguel ngel naci en el seno de una fami-

    lia humilde aunque muy conocida, entre otras

    cosas, por su parentesco con el General Franco.

    Margarita, su madre, es muy religiosa, pero

    no tanto su padre, quien no comprende cmo la

    gente puede arrodillarse ante sus propias tallas

    de madera. Su hijo aprende el oficio de carpin-

    tero tan pronto termina los estudios de EGB. Y

    es en estos momentos, apenas cumplidos los 14

    aos de edad, cuando comienzan sus experien-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    69

    cias.

    Un da, estando debajo de un rbol, empieza

    a or unas voces entrecortadas, frases cortas y

    sin apenas sentido. Con el tiempo las oye en

    cualquier sitio: mira a tu alrededor, ten cui-

    dado, sal fuera, Miguel ngel, etc. En

    cierta ocasin, mientras est enfermo en la ca-

    ma, oye claramente que le dicen: no morirs.

    Este da, asustado, se lo cuenta a su madre,

    quien le dice ser producto de la fiebre.

    A los diecisiete aos, las voces le dicen

    que vaya al Cerro de la Atalaya cerca de un

    olivo que le sealarn. Una vez all, le indican

    que se acerque al segundo olivo de la segunda

    hilera de rboles. Se acerca y oye claramente

    que le dicen que vaya al mismo lugar todos los

    jueves despus de haber oscurecido. As lo har

    por espacio de varios aos, excepto en las po-

    cas que permanece fuera del pueblo. Fue de

    este modo como empez a escribir, copiando

    literalmente, una serie de mensajes, pues las

    mismas voces le dicen que los recordar para

    poder escribirlos en su casa. Sin embargo, y en

    el momento de nuestra entrevista, muchos de

    ellos, desgraciadamente, han desaparecido.

    Este fue su primer aprendizaje o, dicho de

    otra forma, su preparacin inicitica, que cul-

    minara en el Puig Campana.

    Durante los aos que siguieron, acude al

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    70

    sitio acompaado de amigos quienes no oyen

    absolutamente nada pero que, alguno de ellos,

    llega a ver el olivo inmerso en una aureola de

    Luz especial.

    Al cabo de unos meses de asistir a aquel

    lugar, observa una especie de esfera azul que se

    abre ante sus ojos movindose al desviar la

    cabeza, por lo que no puede entender muy bien

    si se trataba de una proyeccin de sus ojos o si

    estaba objetivamente en el olivo. Este fenme-

    no le ocurrir siempre que vaya all, aunque

    nunca llega a percibir imagen concreta alguna.

    A partir de estas fechas, y debido a las cosas

    extraas que se cuentan de l, su imagen se

    deteriora progresivamente incluso ante los fa-

    miliares de sus amigos, ms dispuestos a ta-

    charle de brujo que de santo. Miguel ngel,

    aunque se consideraba catlico, por aquel en-

    tonces ya no era practicante.

    Un da, estando bajo el olivo, y cuando con-

    taba diecinueve aos de edad, las voces le

    dicen que debe buscar a dos compaeros en la

    escuela. Con la excusa de estudiar Bellas Artes,

    cosa que a su padre le agradaba, se matricula

    en primer curso de BUP. Y en efecto, un buen

    da, organizando un grupo de teatro, encuentra

    a sus dos compaeros: Toms y Andrs apoda-

    do el serio. (Existi otro Andrs entre sus

    amigos apodado el largo).

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    71

    Cuando M.A. pens que ya nada tena que

    hacer en la escuela, deja los estudios y se dedi-

    ca de nuevo al taller de carpintera de su padre

    y a la pintura. Le gusta la figura y con una

    tcnica hiperrealista se presenta a certmenes y

    concursos ganando algunos premios. Fallece su

    padre cuando l apenas cuenta veintids aos

    de edad.

    En esta poca hace el servicio militar licen-

    cindose en marzo del ao ochenta y dos. En el

    ochenta y tres, estando de nuevo en el Cerro de

    la Atalaya, recibe un inesperado mensaje: Ve-

    te slo hacia Valencia que recibirs unas ense-

    anzas. Pero l lo comenta con sus compae-

    ros y algunos no resisten la tentacin de acom-

    paarle. Se van con l dos chicas: Nay y Joly y

    cuatro chicos: Pascual, Andrs (el largo), Paco

    y Pablo. Todos ellos de edades comprendidas

    entre los 18 y 23 aos. Viajan en autobs hasta

    Murcia y desde all a pie hasta Valencia. Ser

    en este ltimo trayecto donde tendr lugar la

    extraa experiencia del Puig Campana.

    He ah el resumen esquemtico de una per-

    sonalidad controvertida, amada por unos y re-

    chazada por otros, sobre la cual recae el peso

    de esta obra. No se trata de adelantar juicios

    porque juzgar es lo ltimo que deberamos

    hacer los seres humanos, sino de aprender lec-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    72

    ciones de tolerancia y comprensin.

    Como tantas veces en la historia, nos halla-

    mos ante un panorama que, a fuerza de ser sin-

    ceros, no nos encandila.

    Nuestra razn rehye el absurdo a la vez que

    nuestro corazn es atrado por el misterio. Des-

    de el inicio hasta el final de nuestras investiga-

    ciones, nos moveremos en un ambiente extra-

    o, intelectualmente dbil y socialmente

    humilde. Pero nos corresponde a los hombres

    coexistir en un mundo que se caracteriza por

    los grandes contrastes, por las diferencias en el

    ser y en el pensar. Nada hay exactamente igual

    y repetible aunque, en raras ocasiones, la seme-

    janza de algunas experiencias pueda ser muy

    grande. Sin embargo, de todo lo que comparti-

    mos hay algo que siempre ha llamado mi aten-

    cin: la palabra.

    Hay un texto bblico, que por su libertad de

    interpretacin ha sido el escrito que mayor

    nmero de veces he ledo en mi vida. Me estoy

    refiriendo al inicio del Evangelio de San Juan.

    Si alguien no lo recuerda dice as: En el prin-

    cipio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y

    el Verbo era Dios. El estaba en el principio

    con Dios, todo se hizo por El y sin El nada se

    hubiera hecho de cuanto existe. En El estaba la

    vida y la vida era la luz de los hombres. La luz

    brilla en las tinieblas y las tinieblas no la re-

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    73

    conocieron.

    Siempre he pensado que el autor de estos

    escritos, en un esfuerzo desesperado de acer-

    carnos al origen, nos enfrenta con la manifesta-

    cin primera de una misteriosa Intencin: la

    palabra. Pienso que solamente una Poderosa

    Intencin hizo posible el universo conocido. Y

    lo que es ms importante todava, esa Intencin

    Creadora anida, de algn modo, en el corazn

    de todos los hombres. Es en este nivel de inten-

    cionalidad donde todos somos iguales. Porque

    todo ser psquicamente sano trata de hallar, a lo

    largo de su vida, esa perfeccin en s mismo y

    en su entorno. Las diferencias (todas) de la

    humanidad, no son otra cosa que la consecuen-

    cia de esa bsqueda infructuosa.

    No es en el origen de la vida donde se mar-

    can las diferencias, pues la infancia entiende

    ms de amistades que de guerras. Las diferen-

    cias crecen en el tiempo, es decir, forman parte

    del proceso de la vida misma. Y es en este con-

    texto donde debemos contemplar y analizar,

    ms con el corazn que con el cerebro, las

    complejas circunstancias que rodean el fen-

    meno que nos ocupa.

    Muchos se preguntarn la razn por la cual,

    casi siempre, lo numinoso escoge como cuna a

    la pobreza; y el cielo se abre con mayor fre-

    cuencia en el hogar del socialmente desvalido.

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    74

    Creo que deberamos buscar la razn en el po-

    der de la intencin y en la gran fuerza de la

    necesidad, capaz de rasgar los teres incon-

    cebibles que nos separan de la divinidad. Sin

    embargo, la experiencia y el anlisis de las dis-

    tintas teofanas que han tenido lugar a lo largo

    de las edades, nos ensearon a comprender que

    si bien es cierto que muchas manifestaciones

    divinas horadan nuestras estructuras por las

    capas sociales ms pobres, no lo es menos que

    luego pueden extenderse al margen de cual-

    quier condicin social.

    Pensamos que pobreza y riqueza no son ms

    que dos variantes del acontecer humano, dos

    formas distintas de participar en el curioso jue-

    go de la vida que poco o nada tienen que ver

    con lo bueno o lo malo, la felicidad o la infeli-

    cidad. Estos estados, son maleables como el

    oro puro y, por supuesto, subjetivos, aunque

    con frecuencia, envenenados por la mecnica

    social del consumismo alienante que presiona

    precisamente sobre los ms pobres, hasta gene-

    rar esa poderosa Intencin capaz de abrir sus

    puertas a lo trascendente.

  • CAPTULO TERCERO

    LAS PRIMERAS VOCES SOBRE

    EL CERRO DE LA ATALAYA

  • 77

    De la mucha informacin escrita que me en-tregaron durante mis estancia en Paiporta, me

    ha parecido de inters incluir unos fragmentos

    de aquellos diarios que Miguel ngel copia-

    ba sobre el Cerro de La Atalaya, dictados por

    las misteriosas voces que le instruan.

    La verdad es que si no hubiramos sido ob-

    jeto, en carne propia, de experiencias muy si-

    milares, dudara mucho de la seriedad de los

    relatos aqu comentados. Sin embargo, lo ms

    curioso es que muchas de las anotaciones de

    entonces se han visto coronadas por una reali-

    dad posterior, con sucesos que si bien carecan

    de sentido en aquel tiempo, ahora son perfec-

    tamente reconocibles con hechos y cosas que

    forman parte de una realidad objetiva.

    Es por todo ello que me sentira estpido si

    no aceptara como posibles estas llamadas de

    lo Alto. No obstante, mi experiencia de aos

    en el CEM, me ha enseado a ser prudente y a

    reconocer que no todo el monte es organo.

    Quiero decir que la fantasa, la necesidad psi-

    colgica, cuando no la intencionalidad aviesa,

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    78

    llenan nuestro mundo de oyentes, videntes y

    contactados de los cuales lo ms prudente es

    resguardarse.

    Pero veamos a continuacin lo que le comu-

    nicaban las voces a nuestro protagonista,

    bajo el segundo olivo de la segunda hilera

    sobre el Cerro de La Atalaya de su beda na-

    tal.

    13 de agosto de 1977

    Dios crea a su voluntad. Todo lo creado

    tiene un fin y sirve para algo. Nadie muere has-

    ta haber cumplido lo que tiene que cumplir. El

    escritor nace escritor, no para ganar un sueldo o

    para que su nombre quede escrito en la historia,

    sino para que la inspiracin de Dios sea medida

    por sus escritos y les comunique a los hombres

    sus intenciones. El msico no nace para pasar a

    la historia, sino para que por medio de su msi-

    ca se d una informacin a los dems mortales.

    El pintor y los dems artistas, no nacen artistas

    para pasar a la historia, sino que por medio de

    sus obras den un mensaje divino a los dems

    mortales. El hombre no nace hablando para

    decir mentiras, sino para la verdad. Daros cuen-

    ta que no hay otros seres en la creacin que

    hablen, hagan msica y obras de arte como

    vosotros. Si esos dones no sirvieran para nada,

    todos los dems animales tambin los tendran.

  • LAS PRIMERAS VOCES SOBRE EL CERRO DE LA ATALAYA

    79

    Lstima que todos estos dones tambin sean

    utilizados para confundir como ha sido y as

    ser.

    20 de agosto de 1977

    Si cuando has hablado, has visto que algu-

    nos tienen miedo, es porque deben algo que se

    les puede echar en cara.

    16 de septiembre de 1977

    Se prepara una nueva fe. Ser una fe sin

    lderes y te aseguro que los guas y los emisa-

    rios lo sern al mismo tiempo.

    (Aqu aparece por primera vez la aureola en

    el olivo.)

    Dios encarnado no vendr cuando el mun-

    do quiera. Volver a la tierra y NADIE lo

    sabr. La tierra nunca estar preparada para

    conocerlo. T que dudas, recuerda que NADA

    es imposible. T buscars corderos y Dios vol-

    ver a ser revolucin, la REVOLUCIN liber-

    tadora del Espritu.

    21 de septiembre de 1977

    El cuerpo es una forma vaga. Haced lo que

    os dicte el corazn. Si crees estar preparado

    significa que tambin lo ests para sufrir. Yo

    siempre estar a tu lado. No digas, an, nada de

    esto, pues hay acontecimientos que no pueden

    precipitarse. Yo te hablar y te preparar, pero

  • LOS NGELES DE PAIPORTA

    80

    para ello no debes apartarte de mi lado. Si el

    mundo no est preparado para ese tiempo, ya

    conocers y conocern mis seales que sern

    seales de Dios. Si los acontecimientos se pre-

    cipitan, lo mismo que se produjo se producir;

    si no se precipitan, el Hijo de Dios, JESS, se

    mostrar con su Poder y su Gloria en el Tiem-

    po.

    20 de octubre de 1977

    Cuando ests preparado, te llevar donde

    encontrars a los seguidores de Cristo.

    (Se han perdido las anotaciones hasta julio

    de 1979.)

    10 de julio de 1979

    Dices que fue detestable lo que hizo Judas

    al vender al Dios del Cielo por treinta monedas.

    Pero acaso no es ms grave lo de los hom-

    bres? Si Judas lo vendi por treinta monedas,

    por cunto lo venderais vosotros? por cunto

    venderais su causa? Acurdate: lo venderais

    por un puntito de honra, por un simple deleite

    de los sentidos, por un qu dirn! No llores

    an. Llegar un tiempo que las lgrimas, por

    todas partes se convertirn en torrente.

    22 de septiembre de 1979

    Esos dos grupos (las personas que acabo de

    conocer, Toms y Andrs) se multiplicarn y

  • LAS PRIMERAS VOCES SOBRE EL CERRO DE LA ATALAYA

    81

    formarn una espiga de trece. No tendrs que

    buscar a nadie.

    23 de septiembre de 1979

    Ellos (dos) te reconocern nada ms les

    hables porque en otra vida convivisteis juntos.

    No debes llamarles la atencin, creme, y hazl