lobo muerte e identidad

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    Estudios Pblicos, 114 (otoo 2009).

    ENSAYO

    IDENTIDAD PERSONAL Y CRITERIOS DE MUERTE1

    Alfonso Gmez-Lobo

    En este trabajo se examina primero el concepto de identidad atravs del tiempo y la diversidad de criterios que se han pro-

    puesto para decidir si hay o no identidad. En seguida se esta-blece una correlacin entre tres criterios de identidad perso-nal a travs del tiempo y tres criterios propuestos para decidircundo un ser humano ha muerto. Al criterio psicolgico querequiere continuidad de experiencias mentales, sobre todo dememoria, corresponde la disfuncionalidad neo-cortical: sesostiene que la persona ha dejado de existir cuando ha perdi-do irreversiblemente la conciencia. A la as llamada muertecerebral total como criterio de muerte le corresponde la ideade que somos un compuesto de cerebro y cuerpo y que elcerebro es el integrador de las funciones somticas. La evi-dencia emprica de que a la muerte cerebral total no le siguenecesariamente un colapso de la totalidad de las funciones

    ALFONSO GMEZ-LOBO. Ph.D. en filosofa, filologa clsica e historia antigua.Estudi en Valparaso, Atenas, Tubinga, Munich (donde obtuvo el doctorado) y Heidelberg.

    Profesor titular de la ctedra Ryan de Metafsica y Filosofa Moral de la Universidad deGeorgetown y miembro del Consejo de Biotica de la Casa Blanca, Washington, D.C.Actualmente es tambin profesor en el Instituto de Filosofa y en el Centro de Biotica de laUniversidad Catlica de Chile. Miembro del Consejo Directivo del CEP.

    1 Texto revisado de una conferencia dictada el 29 de abril 2009 en el CEP.

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    Existe un viejo reproche a la actividad filosfica, expresadopor Calicles, un interlocutor de Scrates, quien dice que cuando se esmuy joven y se lo hace para adquirir cultura est bien dedicarse a lafilosofa, pero cuando un hombre ya maduro todava filosofa, la cosase pone ridcula2.

    En efecto, las personas adultas que practican otras disciplinas se

    hacen preguntas responsables y serias que todos reconocemos comotales. Un mdico se pregunta si un enfermo evolucionar favorable-mente luego de cierto tratamiento intensivo y un bilogo se interrogaacerca de las implicaciones futuras de una cierta mutacin gentica.Algunos filsofos, en cambio, se preguntan si Scrates y Scratessentado son un mismo objeto o son dos, o si ha dejado de ser Scratespor haber tomado asiento3. A primera vista se trata de preguntas frvo-las y ociosas que se merecen plenamente y en justicia el reproche de

    Calicles.Estas preguntas pueden ser caracterizadas como preguntas por

    la identidad o alteridad, y tambin como preguntas por la unidad y lamultiplicidad. Si algo es idntico a s mismo, entonces es un soloobjeto. Si no hay identidad, entonces hay ms de un objeto, hay multi-plicidad y por ende alteridad: el uno no es el otro.

    Lo que tratar de hacer en esta exposicin es primero formular

    de la manera ms simple posible los problemas generales que suscita lanocin de identidad para luego examinarlos en el caso ms particular delas personas. Espero poder mostrar que lejos de tratarse de preguntas

    somticas ha llevado a dudar de que el cerebro ejerza la fun-cin integradora central. sta sera mucho ms difusa y co-

    rrespondera ms bien a la activacin que ejerce el genoma.En la actualidad esto nos obliga a volver al paro cardio-pul-monar como la manera ms confiable de saber que alguien hamuerto.

    Palabras clave: Barco de Teseo, identidad, identidad personal, crite-rios de muerte, muerte cerebral.

    2 Platn, Gorgias 485a.3 El primero de estos ejemplos aparece literalmente en Aristteles, Metafsica

    IV. 2. 1004b 2-3.

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    frvolas se trata de preguntas de enorme importancia para nuestra

    cultura contempornea. Tratar de mostrar adems que ciertos desa-rrollos cientficos recientes nos permiten ofrecer algunas respuestasque les estaban vedadas a los filsofos de generaciones previas a lanuestra. No quisiera, con todo, que se perdiera de vista el carcterexploratorio de lo expresado aqu y por ende susceptible de comple-mentacin o rechazo por parte de quienes saben ms que yo de estascosas.

    I

    Para plantear el problema, como siempre, conviene partir por losgriegos. Plutarco de Queronea, una polis de Beocia, fue un prolficoautor del siglo I de nuestra era que escribi vidas paralelas de griegos yromanos ilustres. En su vida del gran hroe Teseo menciona una per-plejidad o apora que divida a los filsofos de su poca4.

    Para entenderla reconstruyamos el contexto. Estamos en el se-

    gundo milenio antes de nuestra era, en la vaga frontera entre mito ehistoria. Los atenienses estn bajo el yugo de Minos, rey de Creta,poseedor de una poderosa flota, la famosa talasocracia cretense. Comoparte de los tributos que le han sido impuestos, Atenas debe enviarperidicamente siete doncellas y siete jvenes que sern sacrificados alMinotauro, el monstruoso prncipe de Cnosos que es mitad toro ymitad hombre. Teseo ofrece embarcarse con los ds hept, dos veces

    siete, logra matar al Minotauro y con la ayuda de Ariadna escapa dellaberinto, liberando as a los atenienses de la dominacin cretense5.Con justa razn el barco de Teseo fue considerado sagrado y los

    atenienses lo enviaban todos los aos a la isla de Delos para ofrecersacrificios de gratitud a Apolo. Como era de esperar, con el tiempomuchas planchas del barco de madera se fueron pudriendo y hubo quereemplazarlas para que el barco pudiese seguir navegando. Cuenta Plu-tarco que los filsofos de su poca disputaban acerca de si el barco

    anclado en ese momento en el Pireo, una vez reemplazadas todas lastablas, era el mismo barco de Teseo o no. Se le atribuye al filsofoingls Thomas Hobbes el haberle dado un nuevo e ingenioso giro a la

    4 Plutarco, Vida de Teseo 23.1.5 Platn, Fedn 58a - b.

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    disputa al sugerir que las planchas viejas pudieron ser conservadas yque con ellas se habra reconstruido el antiguo barco6. Supongamosque los atenienses le han asignado un lugar especial entre los monu-mentos que hay en el gora de Atenas.

    Tenemos entonces tres navos: (A) el barco original en quenaveg Teseo, (B) el barco que an navega, pero est completamenterenovado, y (C) el barco reconstruido en tierra con los materialesoriginales. Las preguntas pertinentes son las siguientes: puesto que B yC obviamente no pueden ser idnticos, pues uno est en el Pireo y el

    otro en el gora, es A idntico a B? O es A idntico a C?Cuando uno les hace sin previo aviso estas preguntas a personasque las oyen por vez primera, las respuestas suelen dividirse, aunque engeneral me he encontrado con una tendencia a favorecer la identidad deA con C. Pero para poder ir ms all de una adivinanza intuitiva y poderadelantar una solucin racional se requiere algo as como un criterio

    para poder decidir si hay o no identidad, dicho ms brevemente, un

    criterio de identidad. Por ejemplo, si un criterio de identidad aceptable

    es estar compuesto por el mismo material, entonces A ser idntico aC. Son al fin y al cabo las mismas tablas y planchas las que formabanparte del barco original y ahora del barco reconstruido en el gora.

    Pero esta solucin debe enfrentar una objecin: hubo una inte-rrupcin o discontinuidad entre A y C tal que podemos hablar de unamultiplicidad, es decir, de ms de un navo: el barco originario y elbarco que fue reconstruido tal vez siglos despus. Se trata a todasluces de dos barcos pues hay un vaco o hueco espacio-temporal entre

    ambos. Esta objecin est fundada de hecho en un criterio de identidadque sostiene que si hay continuidad espacio-temporal entre dos obje-tos, se trata del mismo objeto. Pensemos en una mesa de billar dondehay dos bolas blancas exactamente iguales en distintas posiciones. Lasllamaremos D y E. En seguida damos la espalda a la mesa, alguienmueve las bolas de billar a otras posiciones y ahora las llamamos F yG. Al preguntarnos si D es F o G echamos mano a la idea de que si Dtuvo un recorrido sobre la mesa que la llev a la posicin en que ahoraest F entonces diremos que D es F, que D es idntica a F o la mismabola que F. Si se hizo, por ejemplo, un video mientras estbamos deespaldas, dicho video, al mostrarnos el recorrido de la bola de billar D,confirmar su identidad con F.

    6 Hobbes,De Corpore 2. 11. 7.

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    En el caso que estamos examinando es sin duda B, el barco queest anclado en el Pireo y que aun navega todos los aos a Creta, el queconserva la continuidad espacio-temporal con A, el barco en que anta-o naveg Teseo.

    Hemos llegado a una perplejidad o apora, pues dado que B no esidntico a C, una y slo una de las respuestas puede ser la correcta.Qu hacer?

    Una primera medida consiste en examinar los criterios de identi-dad aducidos. Un criterio es, como sugiere su raz griega, algo as

    como un cedazo, un instrumento para separar lquidos de slidos. Si sutrama es muy densa retendr ms lquido de lo que quisiramos y sisus agujeros son muy grandes dejar pasar algunos slidos que quere-mos retener. En otras palabras, un criterio o estndar es un instrumen-to que escogemos y que puede resultar apto o inepto. Para juzgar si uncriterio es adecuado o no tenemos que apoyarnos en otras considera-ciones que en el caso de la identidad no pueden ser sino intuitivas. Nopodemos deducirlas.

    Explico lo anterior. Si un mecnico desmonta el motor de unauto para limpiarlo y luego lo rearma dejndolo tal como era antes,diremos, sin poder probarlo, que se trata del mismo motor. Seracontraintuitivo decir que se trata de otro motor, que en dos momentosdel tiempo el mecnico tuvo en sus manos dos motores distintos. Lomismo ocurre con cualquier objeto susceptible de ser desarmado yrearmado, como un librero o un computador, siempre que se utilicenexactamente sus mismos componentes. Tal vez se trata de algo queocurre con muchos artefactos. De aqu podemos colegir que el criteriode identidad basado en identidad de componentes es un criterio adecua-do, pero, se debe agregar, para cierto tipo de artefactos, para aquelloscon una constitucin esttica, como un librero o un puente.

    Hay en cambio artefactos que no se limitan a estar all, inertes,sino que tienen un comportamiento dinmico. Si consideramos esafuncin o actividad caracterstica, lo que en griego aristotlico se lla-

    mara su rgon o su enrgeia, es probable que resulte intuitivamenteplausible la idea de que una sustitucin de componentes, no slo selec-tiva sino incluso masiva, no afectar su identidad7. Al aumentar drsti-

    7 Las nociones de rgon y de enrgeia juegan un papel muy importante en todoel pensamiento de Aristteles. Los pasajes ms importantes pueden ser encontradosfcilmente utilizando Hffe (2005), s. v. enrgeia y rgon.

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    camente la memoria de mi computador, no paso a tener otro, sino elmismo, mejorado. Si el rgon de un barco es navegar, entonces elbarco que ha seguido navegando a Delos es el barco de Teseo aunquesus componentes hayan sido todos sustituidos. Hemos vuelto a laapora anterior, pero con una pequea ventaja: ahora vemos que laverdad o falsedad de un enunciado de identidad depende de la clase o

    tipo de cosas de que se trate. A puede ser el mismo barco que B sinque A sea el mismo conjunto de tablas que B. La clase o el tipo decosas lo expresamos mediante un trmino que apunta a un concepto

    bajo el cual pensamos que cae el objeto en cuestin. Hablar simple-mente de un trmino y de un concepto substancial S. La pregunta porla identidad es, entonces, en su frmula ms general: es x el mismoS que y?8

    II

    Ahora dar un salto hacia la filosofa moderna y contemporneay preguntar por la identidad de las personas.En este contexto hay un uso de la expresin la identidad de una

    persona que no logro entender cabalmente y que quisiera dejar delado. A veces se dice, por ejemplo, que el pueblo aimara est perdiendosu identidad, o que el haber sido pianista es parte de la identidad deClaudio Arrau, con la implicacin de que si hubiese sido futbolista envez de msico habra sido otra persona. No me refiero a esta nocin de

    identidad personal sino a aquella que se afirma cuando alguien dice, porejemplo, el nio que aparece en la vieja fotografa es mi abuelo.

    Cul es el criterio adecuado para decidir la identidad de perso-nas en distintos momentos del tiempo? Como problema filosfico stefue inaugurado por John Locke y su solucin ha tenido muchos adep-tos en las ltimas dcadas, incluso entre pensadores que al abordarotros problemas hacen uso de ella aunque no lo admitan expresamente.

    La solucin a la cual me refiero es la concentracin en la vidamental caracterstica de las personas, la cual arroja el siguiente criterio:la persona P es la misma que la persona Q, situadas stas en distintosmomentos del tiempo, si y slo si hay una continuidad en las experien-

    8 Vase Wiggins (2001), pp. 1-192.

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    cias mentales de P y Q. Si yo Q tengo recuerdos que me ligan ininte-

    rrumpidamente con algo que experiment P, entonces soy P

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    .Hagamos algunas observaciones. En primer lugar hay que hacernotar el trasfondo cartesiano de este criterio10. Descansa sin dudasobre una distincin significativa entre cuerpo y alma, y esta ltima esel sujeto de experiencias tanto perceptivas y sensitivas como intelecti-vas. Soy yo quien percibe, recuerda y piensa, es decir, quien estconsciente de todas esas experiencias que constituyen la mente, y yosoy mi mente.

    Que por ende yo sea una res cogitans, una substancia inmaterialy autosubsistente, que continuar existiendo al morir mi cuerpo (comopensaba Descartes), no es una inferencia compartida necesariamentepor quienes defienden el criterio psicolgico, como se lo llama hoy. Porel contrario, sostienen que mi mente, y por ende, yo, podra desapare-cer antes de mi muerte, aunque hablar de mi muerte despus de quehe dejado de existir suene a paradoja.

    Otra observacin importante es que esta posicin es tambin

    neo-cartesiana en cuanto adopta una perspectiva de primera personasingular. Veo el mundo desde mi perspectiva (yo pienso, cogito) ytodo, el mundo entero, deja de existir si yo dejo de existir. Si no estoyyo all como sujeto de experiencias qu sentido tiene para m hablar deun mundo no experimentado por m?

    El criterio psicolgico opera entonces bajo el concepto substan-cial sujeto de experiencias conscientes. Esto es lo que cada uno de

    nosotros sera esencialmente y, por ende, lo que determinara el criteriode identidad para los seres humanos.Esta posicin ha sido defendida con gran acopio de argumentos,

    algunos muy imaginativos pero a mi juicio con dbil fuerza probatoriaporque se trata de experimentos de pensamiento (thought experi-ments) que describen situaciones de cuya plausibilidad nada sabemos.Por ejemplo, si a un individuo se le seccionan los hemisferios cerebra-les y el izquierdo es trasplantado a un cuerpo, mientras que el derecho

    a otro, conservando cada uno la memoria que estara contenida ntegraen cada hemisferio, el resultado de esta fisin (lo opuesto a fusin)

    9 Vase Wiggins (2001), pp. 193-225; DeGrazia (2005), pp. 13-29.10 Las fuentes cartesianas con tiles comentarios pueden ser consultadas en

    Dicker (1993).

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    sera una persona doble?11 Me parece que no poseemos ningunaevidencia emprica para poder extraer inferencias de alguna utilidad.

    Existen en cambio viejas objeciones al criterio psicolgico quetienen que ver con la falibilidad de la memoria. Si yo a los 25 recuerdoalgo que hice a los 15 y a los cincuenta recuerdo lo que hice a los 25pero he olvidado completamente lo hecho a los 15, he dejado de ser lamisma persona? Hay quienes sostienen que bastara con tramos quese sobrepongan en sus respectivos extremos para garantizar identidad,pero esto es compatible con una sucesin episdica de personalidades.

    Por otra parte, si recuerdo algo hecho o padecido hace tiempo, bienpodra tratarse de un recuerdo falso e ilusorio. Me contaron algo (o lole en un libro o lo vi en una pelcula, etc.) y creo recordar haberlopadecido yo. Es conocida la capacidad de cualquier psiclogo hbilpara elicitar en un nio recuerdos, por ejemplo, de experiencias depedofilia que no ocurrieron.

    Cmo distinguir entre memoria ilusoria y memoria autntica? Lacondicin mnima es la siguiente: un recuerdo ser autntico slo si hay

    identidad entre m hoy y el individuo en el pasado que tuvo esa expe-riencia que ahora recuerdo. Es decir, slo suponiendo la identidad delsujeto de experiencias habr una distincin posible entre recuerdo falazy recuerdo verdadero. Por lo tanto, la memoria por s sola no proveeun criterio confiable de identidad personal. Al contrario la confiabilidadde la memoria supone como condicin necesaria la identidad de lapersona.

    Pero adems de ser muy frecuentemente falaz, la memoria estan vulnerable que puede en determinados casos perderse totalmente.La amnesia total es una condicin patolgica que pone a una personasituaciones vitales muy difciles de manejar. Por ejemplo, si una perso-na que ahora es amnsica total cometi un crimen, es justo castigarlapuesto que no tiene ninguna conciencia de lo hecho? Hay defensoresdel criterio psicolgico que dirn que a esa persona no se la debecastigar precisamente porque estamos ante un caso en que una persona

    dej de existir y comienza a existir otra. Pero qu diremos si lasegunda persona paulatinamente va emergiendo de la amnesia total ycomienza recordar acontecimientos de su vida pasada? Pero para si-quiera hablar de acontecimientos de SU vida pasada y, por ende, para

    11 Argumentos de esta ndole han sido propuestos por Derek Parfit. VaseDeGrazia (2005), pp. 15-27.

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    poder diagnosticar el grado de la condicin patolgica hay que suponernuevamente una identidad. Una vez ms resulta que el criterio psicol-gico garantizado por la memoria no es confiable.

    Por qu nos interesa decidir si el criterio psicolgico es adecua-do o no? Hace un momento sealbamos que un juicio de identidadrequiere de un concepto S bajo el cual la identidad es posible: A es elmismo navo que B, pero no puede ser la misma carreta que F porqueA es esencialmente un navo, y no un medio de transporte terrestre.

    El criterio psicolgico supone que somos esencialmente sujetos

    conscientes de experiencias mentales. Esto a su vez tiene decisivasconsecuencias para un acuciante problema contemporneo.

    III

    En la actualidad, como es sabido, el trasplante de rganos hahecho enormes progresos y en todas partes donde esta tcnica mdica

    se practica existe un desajuste entre demanda y oferta. En EE.UU. enun ao hay aproximadamente 90.000 pacientes en lista de espera paraun trasplante y normalmente se obtienen cerca de 40.000 rganos12 .En Chile hemos vivido recientemente el drama generado por la falta deun donante de corazn para un nio (Felipe Cruzat).

    La necesidad de obtener rganos viables origin desde los co-mienzos de la prctica de los trasplantes un debate en los siguientestrminos: si una persona muere y transcurre un tiempo entre su muerte

    y la extraccin de sus rganos, stos normalmente no servirn para sertrasplantados porque una vez que el paciente ha dejado de respirar y susangre ha dejado de circular, los rganos inician el ineludible procesode putrefaccin. Pero, si bien el paro cardio-pulmonar es un innegableindicio de que la persona est muerta, no ocurrir que ese paro esprecisamente un indicio, vale decir, una consecuencia de algo quesucedi antes? Ese acontecimiento anterior sera la muerte misma. La

    pregunta se agudiza si a esto se agrega el uso del respirador, es decir,de una mquina capaz de postergar el paro circulatorio y respiratoriopues mientras los pulmones reciban oxgeno y ste sea transportado

    12 Esta informacin proviene de las deliberaciones del Consejo Presidencial deBiotica de EE.UU. (Presidents Council on Bioethics (2009) Puede obtenerse enwww.bioethics.gov/topics/organ_index.html.

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    hasta el corazn, ste seguir latiendo. Est viva esa persona o simple-

    mente se han inhibido los indicios de su muerte ya acaecida?

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    Estas preguntas han suscitado un intenso debate sobre la defini-cin de muerte. A mi juicio, es un error filosfico hablar de un cambiode la definicin de la muerte. Una definicin asigna un significado aun trmino. Si la definicin cambia por lo general cambia tambin elreferente, y por ende pasamos a hablar de otra cosa. Si desde ahoradefinimos tringulo como una figura plana de cuatro lados ya noestaremos hablando de lo que ahora llamamos un tringulo sino de un

    cuadriltero. Si cambiamos la definicin de muerte corremos el ries-go de hablar de otra cosa.

    El debate, en realidad, ha sido no sobre la definicin sino sobrelos criterios de muerte. Tal como nos preguntbamos cmo decidir siun barco A es o no idntico a un barco B?, ahora nos preguntamoscmo decidir si un paciente ha muerto o no?

    Hay quienes responden en forma perfectamente consistente conel criterio psicolgico de identidad: puesto que somos esencialmente

    sujetos de experiencias conscientes, sostienen que una vez perdidadefinitivamente la conciencia, hemos dejado de existir. Esto es precisa-mente lo que ocurre con pacientes que llegan al Estado VegetativoPermanente (PVS, segn sus siglas en ingls: Persistent VegetativeState). sta es una condicin en que la zona neocortical del cerebro hadejado de funcionar (por ejemplo, por falta de irrigacin sangunea oisquemia) y debido a ello la persona ha perdido completamente lacapacidad para recibir, o ser sujeto de sensaciones, percepciones opensamientos. Segn el criterio de identidad que estamos examinando,se sigue que no hay identidad entre la persona antes de perder definiti-vamente la conciencia y la paciente que yace ahora inconsciente en ellecho.

    Muchos filsofos aceptan esta conclusin, pero deben enfrentarserias objeciones. Basta con recordar los dramticos casos de dospersonas en PVS que han estado recientemente en las primeras pginas

    de la prensa mundial: Terry Schiavo en EE.UU. y Eluana Englaro enItalia. En ambos casos la disputa fue acerca de si se deba o nocontinuar con su nutricin e hidratacin por medios tecnolgicos. Ladisputa misma slo tiene sentido sobre el supuesto de que ambas

    13 Vase The Presidents Council on Bioethics (2009).

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    estaban con vida y que dejaron de existir al suspenderse su nutricin,es decir, aos despus de que perdieron la conciencia. El criteriopsicolgico de identidad obligara por lo tanto a reconocer dos muertes:la muerte de la persona y la muerte de su cuerpo. Pero puesto que unorganismo no puede morir sino una sola vez, tendremos que admitirque slo suponiendo un dualismo substancial se puede dar cuenta delfenmeno. Slo dos substancias distintas pueden dejar de existir endistintos momentos del tiempo14.

    La teora de las dos muertes parece ser tan claramente inacepta-

    ble que de hecho, y pese a que ha tenido importante apoyo filosfico,ninguna jurisdiccin del mundo anglosajn (ni del resto del mundo,hasta donde estoy informado) ha aceptado como criterio legal de muer-te la cesacin permanente de la conciencia. Salvo en aquellos lugaresen que todava se declara la muerte sobre la base de paro cardio-pulmonar irreversible, el criterio generalmente aceptado es el de disfun-cin cerebral total. Esta ltima observacin nos conducir a una nuevaexploracin filosfica de la identidad personal.

    IV

    El criterio de muerte neocortical, es decir, la idea de declararmuerta a una persona por el hecho de haber perdido irremisiblemente laconciencia (aunque ella siga respirando y su corazn latiendo) es enrealidad una nueva etapa dentro de un desarrollo iniciado mucho antes.

    En 1959 un equipo francs liderado por P. Mollaret y M. Goulonhaba llamado coma depassa un sndrome caracterizado por la prdidade toda reaccin refleja y de toda actividad cerebral en pacientes cuyaactividad cardio-pulmonar poda ser mantenida a pesar de la prdidairreversible de la conciencia15.

    Unos pocos aos despus se form el famoso Comit Ad Hocde la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard presidido por elDr. Henry Beecher, que en 1968 emiti un informe en que se formula-

    ba el criterio de muerte cerebral total como una nueva definicin dela muerte16. No slo es errneo, como lo sealbamos, hablar de una

    14 Entre quienes aceptan estas consecuencias est Jeff McMahan. Vase McMa-han (2002), pp. 424-425.

    15 Mollaret & Goulon (1959).16 Ad Hoc Committee (1968).

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    nueva definicin de muerte, sino que tambin lo es el sostener que lamuerte de un organismo equivale a la muerte de uno de sus rganos.Pese a estos defectos conceptuales y al hecho de no incluir ningntipo de explicacin o fundamentacin filosfica, el informe del ComitBeecher tuvo gran influencia y aun hoy se habla de muerte cerebralcuando se quiere describir la condicin de un paciente cuyos rganospueden ser extrados lcitamente.

    El paso decisivo vino en 1981 con la publicacin de un informede la Comisin Presidencial de EE.UU. para el Estudio de los Proble-

    mas ticos en Medicina e Investigacin Biomdica y Conductual, pueseste informe inclua un modelo para formular leyes que fijaran loscriterios de muerte. Este modelo fue luego adoptado por la totalidad delos estados que componen los EE.UU.17.

    El modelo legal propuesto era bastante contemporizador puespropona una disyuncin: se puede declarar muerto a un individuo queha sufrido un cese irreversible de las funciones circulatorias y respira-torias o bien que ha sufrido un cese irreversible de todas las funciones

    de la totalidad del cerebro, incluyendo el tronco.El criterio disyuntivo (que es tambin el adoptado en Chile) tiene

    tanto la ventaja de respetar una actitud tradicional cuando no hayexpectativas de un trasplante (simplemente se espera el paro cardio-pulmonar) como tambin la de permitir medidas eficientes cuando setiene la intencin de realizar un trasplante (se hace uso de un respiradorpara que los rganos del cadver se mantengan oxigenados).

    Para nuestros fines, sin embargo, hay otro aspecto del informede la Comisin Presidencial que resulta interesante: hay en l un esfuer-zo por ofrecer una justificacin filosfica del criterio propiamente neu-rolgico de muerte, es decir, de la disfuncin cerebral total.

    La razn por la cual el criterio neurolgico es vlido o adecuadoviene dada por dos premisas. La primera (1) es que la muerte debe serentendida como la prdida permanente e irreversible del funcionamientointegrado del organismo como un todo y la segunda (2) es que el

    cerebro es el rgano responsable de dicha integracin. En su versinms simple esa integracin consiste en que si bien el corazn late sinintervencin del cerebro, en la medida en que la respiracin depende deimpulsos cerebrales, al fallar dichos impulsos y por ende la respiracin,

    17 Presidents Commission (1981).

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    cesa de llegar oxgeno al corazn y ste se paraliza. Es por esto que alreemplazar la tendencia espontnea a respirar, cuando sta falla, poruna mquina que bombea aire, se puede mantener latiendo el coraznde lo que sera ya un cadver que ha perdido la integracin funda-mental.

    Las dos premisas aducidas para justificar la disfuncin cerebraltotal como criterio neurolgico de muerte fueron aceptadas desde uncomienzo sin mucha discusin crtica. Fueron en realidad tomadascomo un factum en el mbito mdico, biotico y poltico, lo cual

    contribuy sin duda a su institucionalizacin legal en casi todas partes.Antes de mencionar las dificultades que han comenzado a surgir con-vendra, como ya hemos hecho con el criterio psicolgico, dar unrodeo por la nocin de identidad personal subyacente al criterio neuro-lgico.

    La nocin de identidad lgicamente consistente con el criterioneurolgico de muerte es, en principio, el siguiente: un individuo hu-mano es el mismo individuo humano, aunque pierda no slo la memoria

    sino la totalidad de la conciencia, si y slo si tiene el mismo cerebrointegrando las funciones somticas de su organismo. Un hipotticotrasplante de cerebro creara una difcil disyuntiva: si la identidad lagarantiza el cerebro, el cuerpo receptor del cerebro tendra que ser elque mantiene la identidad con el individuo donante del cerebro. Esto esprecisamente lo que han sostenido desde siempre los defensores delcriterio psicolgico, con la diferencia obvia de que a su entender elgarante de identidad sera el cerebro en cuanto sujeto de las memorias(y en general de los actos mentales) del donante. Para el criterio neuro-lgico se trata del cerebro solamente en cuanto integrador somtico.

    Si intentamos sacar a luz los supuestos metafsicos de estaposicin nos encontraremos una vez ms con un dualismo, esta vez,un dualismo sui generis. En efecto, no se trata de un dualismo mente-cuerpo en cualquiera de sus versiones, sino de un dualismo cerebro-cuerpo.

    Pero no habremos entendido mal la posicin que estamos des-cribiendo? Por definicin, si una substancia no implica necesariamentela desaparicin de otra cosa se trata de dos substancias, pero aqu larelacin se asemejara a la que existe no entre dos substancias sinoentre una substancia y sus propiedades: la disfuncionalidad del cerebroarrastrara consigo la prdida de la integracin del cuerpo, tal como la

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    desaparicin de Scrates arrastra consigo la desaparicin de la palidezde Scrates.

    Lo asombroso es que hay evidencias empricas que muestranque eso no es as.

    V

    La ms reciente etapa en la discusin del criterio de muerte, seinicia con las crticas Robert Veatch al criterio neurolgico18. Segn

    Veatch, en muchos casos de muerte cerebral no se puede ignorar lafrecuente existencia de actividad residual en partes del cerebro y poreso es una utopa exigir un cese total de toda actividad en la totalidaddel cerebro antes de declarar la muerte del paciente. Pero esto condujoa Veatch a la idea de muerte neo-cortical: bajo este criterio bastara,como vimos, con la prdida irrevocable de la conciencia para conside-rar muerto a un paciente que respira y tiene circulacin sin ningnapoyo tecnolgico.

    Pero los problemas y vacos conceptuales detectables en el cri-terio neurolgico pueden conducir en otra direccin, pueden llevar acuestionar uno de los supuestos mismos del criterio, a saber, la premi-sa de que el cerebro es el rgano integrador de las funciones somti-

    cas. La verdad de esta premisa implicara que cuando el cerebro deja defuncionar se sigue de inmediato la disrupcin de todo el organismo, sesiguen los indicios tradicionales de la muerte.

    El neurlogo norteamericano Alan Shewmon ha cuestionado

    esto ltimo y ha logrado encontrar evidencia emprica de que 175pacientes declarados en muerte cerebral han seguido exhibiendo fun-ciones vitales, algunos por unos das o meses, pero algunos tambinpor aos19. El caso extremo es el de un nio (TK) nacido en 1979 cuyocerebro fue destruido por una meningitis aguda a los cuatro aos ysobrevivi, con apoyo vital, hasta los 24. Estos hallazgos han resultadotan chocantes frente a las convicciones establecidas que inicialmente secuestion el diagnstico de muerte cerebral, especialmente en el caso

    ms extremo, pero ahora, con la publicacin de la autopsia hecha porun equipo de patlogos independientes, se ha confirmado que efectiva-mente TK estuvo durante 16 aos sin actividad cerebral alguna20.

    18 Veatch (1993).19 Shewmon (1998) y Shewmon (2001).20 Repertinger et al. (2006).

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    Existe otra alternativa para defender el statu quo frente al desafoque presentan estos casos, a saber, el interpretar la aparente sobrevi-vencia como actividad de subsistemas del organismo sin integracintotal. Esta estrategia equivale a reafirmar la primera premisa que justifi-ca el criterio neurolgico. La vida supone integracin de la totalidad delorganismo y esto no se dara, segn los defensores del criterio neurol-gico, en el caso, por ejemplo, de TK. A esto Shewmon ha respondidocon una larga enumeracin de fenmenos (crecimiento proporcionado,homeostasis, excrecin de residuos, coordinacin inmunolgica, etc.)

    que deben ser entendidos como funciones holsticas, es decir, delorganismo como un todo. Dentro de mi limitada experiencia, me atre-vera a decir que esta es una zona donde la investigacin emprica es laque permitir dirimir ms adecuadamente el problema fisiolgico cen-tral: cul es exactamente el papel del cerebro dentro de la integracinorgnica? Se trata de un rgano que impone un orden en formavertical (top-down es la expresin que emplea Shewmon) sobre unacoleccin multifactica de rganos y que por lo tanto constituye el

    centro de la vida? O debemos pensar que no hay un centro localizablede la vida sino que sta se encuentra difusa por todo el organismo?

    VI

    Esta ltima sugerencia nos lleva a reformular las preguntas quehemos estado tratando de responder desde el comienzo.

    Si no somos esencialmente sujetos de experiencias conscientes,entonces qu somos? Cul es ese concepto S bajo el cual una perso-na consciente sigue siendo la misma persona que ahora est incons-ciente, como suponemos intuitivamente? Si no somos esencialmentecerebros que imponen orden a sus cuerpos como los estrategos grie-gos imponan orden en las filas de sus hoplitas, entonces qu somos?

    En la metafsica anglosajona reciente algunos filsofos jveneshan hecho un giro hacia una posicin a la vez ms simple y ms

    tradicional. Han comenzado a hablar de un criterio biolgico de identi-dad personal y lo que quieren decir con esto es que somos esencial-mente organismos o cuerpos vivos21. Una persona que vemos ahora es

    21 Los representantes ms destacados de esta posicin son Olson (1997) yDeGrazia (2005).

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    la misma persona que vimos el ao pasado no porque ella recuerde loque hizo entonces (puede haber cado en amnesia total o haber entradoa la demencia senil) sino porque nosotros podemos reidentificar sucuerpo.

    Ntese en primer lugar que se ha abandonado la perspectivaneo-cartesiana de la primera persona singular. Somos los dems, comoobservadores externos, los que podemos decir que se trata de la mismapersona aunque ella no est en condiciones de hacer este reconoci-miento. La perspectiva no es slo de primera persona plural, sino que

    es de partida perfectamente holstica. No identificamos a nadie con unode sus rganos, por importante y crtico que ste sea.Ahora bien, la identidad del cuerpo en el tiempo presenta dificul-

    tades que ya Platn haca notar: hay una renovacin constante de loscomponentes materiales a tal punto que se suele decir (no con muchaexactitud) que todas nuestras clulas se renuevan completamente den-tro de un par de aos22. En este sentido nuestro cuerpo equivaldra albarco C de Teseo. Pero existe una diferencia fundamental entre un

    navo y un organismo. Al navo le asignamos desde fuera un rgon ouna enrgeia, una actividad, el navegar, que es, en realidad, una activi-dad nuestra, es decir, externa al barco mismo. Un organismo en cam-bio posee una actividad intrnseca, su vida misma, que se autorregula yextiende en el tiempo.

    Con esto llegamos al avance cientfico que mencion al comien-zo: a la gentica actual. Hoy se sabe que la informacin activante de unorganismo est constituida por el cdigo gentico contenido en el ADNde cada clula que hace a cada una de ellas coordinarse con las demspara formar un todo que interacta con el medio.

    El cdigo gentico es un sistema de informacin, y como tal esinmaterial. No se identifica ni con los genes ni con la molcula de ADNque los contiene. stas son partes materiales de un organismo organi-zado a partir de la informacin inmaterial codificada dentro de ellas.Esto a su vez hace que no haya algo as como un centro de informa-

    cin. La integracin por ende no aparece como centralizada en unrgano sino que todo rgano sera algo previsto por la informacingenotpica. A un organismo humano le corresponde tener un cerebrocon ciertas caractersticas que permitan el ejercicio de las facultades

    22 Platn, Simposio 207d. Sobre la inexactitud de la renovacin total vaseOderberg (2005), p 80 n. 22.

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    superiores y por eso emerge, junto con muchos otros rganos, en elperodo embrionario.

    Otro punto digno de tenerse en cuenta es el carcter nico de lainformacin gentica de cada individuo que hace que sea posible esta-blecer, por ejemplo, culpabilidad o inocencia a partir de exmenes deADN comparando el del acusado con el ADN encontrado en el lugardel crimen. Hasta ahora se pensaba que los gemelos monocigticosconstituiran una excepcin a este carcter nico, pero aparentementese ha confirmado que hay diferencias entre ellos, como ya se sospe-

    chaba debido a los casos de gemelos monocigticos de los cuales unopadece, por ejemplo, sndrome de Down y el otro no23. Si esto es aspodemos afirmar que cada ser humano posee un sistema de informa-cin biolgica perfectamente nico y no repetido.

    Esta constatacin nos permite concluir que si somos esencial-mente organismos dotados de capacidades superiores que requierennecesariamente de un sistema determinado de rganos para funcionar ysi la identidad de organismos en el tiempo viene dado por su singular

    cdigo gentico, entonces el criterio de identidad personal ser lamismidad gentica.

    No debe pensarse que esto equivale a un reduccionismo genticopues no nos identificamos con nuestro genoma. Somos seres corpora-les que mantenemos nuestra identidad en el tiempo por estar activadocada uno de nuestros organismos por su propio y mismo ADN.

    La muerte ocurre entonces cuando, por alguna causa o trauma,se interrumpe definitivamente esa funcin activadora y viene la desinte-gracin. Desgraciadamente no se ha desarrollado an un modelo decmo ocurre eso y mucho menos de cmo comprobar que ha ocurri-do. En definitiva, no poseemos an un criterio confiable de muerte ensu sentido ms estricto, es decir, que permita determinar cundo laactivacin gentica del organismo en totalidad se detiene. A mi juicioestamos de vuelta a fojas cero por cuanto para determinar el deceso deuna persona no tenemos por el momento otra alternativa que la de

    constatar el efecto de la muerte que se ha invocado desde tiemposinmemoriales: el paro cardio-pulmonar irreversible.

    23 Vase Cummings (2006), pp. 106-107.

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