lo mismo

7
“LO MISMO Y NO LO MISMO” EN LA FILOSOFÍA DE HERÁCLITO Y PARMÉNIDES 1 I. HERÁCLITO La doctrina de Heráclito se funda en el incesante cambio. Heráclito se da cuenta de la fugacidad de la realidad. Para Heráclito “todo cambia”, “ ”; es la concepción en que expresa lo que la realidad le ofrece, nada de todo aquello que existe, en el momento siguiente es igual a lo que era antes. En Heráclito es claro que la doctrina futura del principio de identidad expresado de la siguiente manera: A=A, queda pendiendo de un hilo. Por su forma de expresarse, se le llamó el “oscuro”, su doctrina impregnada de un misticismo exacerbado, de misantropía; se lleva al extremo. En Heráclito se ven claramente las bases de cualquier tipo de negación de la “diferencia” en corrientes posteriores a Heráclito 2 . a) La felicidad en Heráclito Dentro de su doctrina del cambio, encontramos diversos fragmentos correspondientes al tema de la felicidad. Como ya dijimos, la realidad se le presenta a Heráclito como un eterno fluir. Pero la verdadera felicidad debe mantenerse, no puede estar sujeta al eterno devenir, al constante cambio. Por tanto la felicidad no puede identificarse con la realidad material, ya que si se identificara con ésta, no habría tal felicidad. Por tanto encontramos el siguiente fragmento: 1 Todos los fragmentos citados, están numerados según: FERRO, Federico: Los filósofos presocráticos , edit. SEP (col. Cien del mundo). Así, usé las siglas “Fr”, refiriéndome al fragmento, y el número, según la numeración de la compilación de fragmentos presocráticos de Ferro, en la editorial de Secretaria de Educación Pública (SEP) de México. 2 Cfr. KIRK, G.S y J.E Raven: Los filósofos presocráticos , tr. Jesús García, 2ª ed, edit. GREDOS: Madrid, 1987. 266-270 pp.

Upload: benito-rosas

Post on 19-Dec-2015

7 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

´filosofia

TRANSCRIPT

Page 1: Lo Mismo

“LO MISMO Y NO LO MISMO” EN LA FILOSOFÍA DE HERÁCLITO Y PARMÉNIDES1

I. HERÁCLITO

La doctrina de Heráclito se funda en el incesante cambio. Heráclito se da cuenta de la fugacidad de la realidad. Para Heráclito “todo cambia”, “”; es la concepción en que expresa lo que la realidad le ofrece, nada de todo aquello que existe, en el momento siguiente es igual a lo que era antes. En Heráclito es claro que la doctrina futura del principio de identidad expresado de la siguiente manera: A=A, queda pendiendo de un hilo.

Por su forma de expresarse, se le llamó el “oscuro”, su doctrina impregnada de un misticismo exacerbado, de misantropía; se lleva al extremo. En Heráclito se ven claramente las bases de cualquier tipo de negación de la “diferencia” en corrientes posteriores a Heráclito2.

a) La felicidad en Heráclito

Dentro de su doctrina del cambio, encontramos diversos fragmentos correspondientes al tema de la felicidad. Como ya dijimos, la realidad se le presenta a Heráclito como un eterno fluir. Pero la verdadera felicidad debe mantenerse, no puede estar sujeta al eterno devenir, al constante cambio. Por tanto la felicidad no puede identificarse con la realidad material, ya que si se identificara con ésta, no habría tal felicidad. Por tanto encontramos el siguiente fragmento:

Si la felicidad se identificara con los placeres materiales, llamaríamos felices a los bueyes cuando hallan arvejas para comer3.

Los siguientes dos fragmentos nos hacen ver dentro de la doctrina de Heráclito sobre “lo mismo y no lo mismo”, como una y la “misma” cosa, con respecto a diversas cosas, es distinta:

Los asnos preferirían más bien la paja que el oro4.Los cerdos gozan más del lodo que del agua limpia5.

En ambos fragmentos nos hace notar como en el caso del “oro” y el “agua limpia”, para el hombre son preferibles, en cambio para el asno y el cerdo es distinto. Así, la realidad, aunque una y la misma, es distinta y siempre cambiante, además no tiene nada que

1 Todos los fragmentos citados, están numerados según: FERRO, Federico: Los filósofos presocráticos, edit. SEP (col. Cien del mundo). Así, usé las siglas “Fr”, refiriéndome al fragmento, y el número, según la numeración de la compilación de fragmentos presocráticos de Ferro, en la editorial de Secretaria de Educación Pública (SEP) de México.2 Cfr. KIRK, G.S y J.E Raven: Los filósofos presocráticos, tr. Jesús García, 2ª ed, edit. GREDOS: Madrid, 1987. 266-270 pp.3 Fr. 4. 4 Fr. 95 Fr.13

Page 2: Lo Mismo

permanezca; en el caso del agua limpia o sucia, o de la paja y el oro, nada tienen de permanente, son diversas, respecto a que se digan. Así, nada permanece, nada es constante.

b) La doctrina de los ciclos y la lucha de los opuestos

Una de las principales aportaciones de Heráclito a la filosofía posterior es su doctrina de los opuestos, y de los ciclos. Para Heráclito el origen de todo se da en la lucha de los opuestos, la cual también funge de una manera circular. Por tanto, los ciclos nos dan noción de la realidad. Todo lo que se nos presenta, se nos presenta de una manera por demás cambiante, por tanto no podemos decir que A es A, porque matamos la misma realidad, detenemos su constante fluir.

Tenemos diversos fragmentos a este respecto, donde Heráclito deja ver la realidad cambiante, usando distintas figuras, la más famosa, quizá, sea la del río:

Para los que se sumergen en los mismos ríos, fluyen aguas siempre distintas6.Bajamos y no bajamos a los mismos ríos, nosotros mismos somos y no somos7.No es posible bajar dos veces al mismo río8.

En los fragmentos anteriores, vemos la incesante figura del río, aquél que nunca vuelve a ser el mismo, por tanto, ningún hombre puede estar dos veces en el mismo. Esta proposición, llevada al extremo, nos hace ver que al mismo tiempo que el hombre está en el río, ese río ya cambio, y expresar con las palabras que se está bañando en el río, implican detener la realidad, y el río, por tanto, nunca es el mismo. Por tanto en el fragmento 49, dice “nosotros mismos somos y no somos”, este eterno fluir, nunca deja nada que permanezca. Así, dentro de la doctrina de Heráclito, el principio de identidad, del que antes habíamos dicho, no tiene sentido; A=A, es un sin-sentido, la realidad eternamente cambiante no puede ser legislada por este principio. En Heráclito se plantea por primera vez (en sentido estricto), el abismo que existe entre el ser (eternamente cambiante), y el pensar (inmutable).

Pero, para Heráclito, si existe algo que gobierna todo, lo que el expresa con el nombre de que en él, es una especie de razón divina. Para el hombre, la realidad se presenta como una lucha de opuestos, para la divinidad, todo se presenta de una manera ordenada:

Para la divinidad todas las cosas son bellas, buenas y justas. Al contrario, para los hombres, algunas son justas y otras injustas9.

Así, lo que para el hombre es pugna entre los opuestos, para la divinidad, es ordenado, sigue pautas. La percepción sensible en el hombre es engañosa:

Los ojos y los oídos son malos testimonios para los que tienen alma de bárbaros10.

6 Fr. 127 Fr. 498 Fr. 919 Fr. 10210 Fr. 107

Page 3: Lo Mismo

La nota importante del fragmento anterior, se encuentra en el “...para los que tienen alma de bárbaros”. Para Heráclito, existe un orden en la realidad, pero la simple percepción de la misma es engañosa. Así, la lucha de los opuestos tiene sentido:

La enfermedad hace buena y agradable la salud, el hambre la saciedad, la fatiga el descanso11.

Otra de las genialidades de Heráclito es su interpretación, de la armonía de los opuestos, relacionándola de manera cíclica. Aquí su doctrina de los ciclos, que después se retomará por muchos otros pensadores:

El fuego vive la muerte de la tierra y el aire vive la muerte del fuego; el aire vive la muerte del fuego; el agua vive la muerte del aire y la tierra la muerte del agua12.

“El ciclo se podría describir entonces de esta manera: Fuego-aire-agua-tierra-agua-aire-fuego. Los cambios entre los tres componentes (fuego, mar y tierra) siguen realizándose simultáneamente de modo que la cantidad de tierra se disuelve en mar, otra de mar se condensa en tierra y otra de mar en fuego. Heráclito desarrolla con mayor amplitud el concepto de la alternación de los elementos que ya existía en Anaximandro: el equilibrio del universo se mantiene por la correspondencia de los cambios. La lucha entre opuestos se desarrolla sin cesar, porque de no ser así, el mundo se volvería uniforme y, en cuanto tal, se destruiría; sin embargo, pueden existir situaciones de estabilidad transitoria en un determinado elemento, siempre y cuando existan en ambos lados de los opuestos”13.

Al igual que en el tema ético de la felicidad, Heráclito retoma aquello que anteriormente explicamos, a saber, que una misma cosa de distintos aspectos es muy distinta, simultáneamente14:

El camino hacia lo bajo y el camino hacia lo alto es uno y el mismo15.El mar es el agua más pura y más impura: buena y potable para los peces, mala y nociva para los hombres16.

Por último, Heráclito, como en fragmentos anteriores ya menciono, habla de un orden. Pero el orden que el piensa, lo sitúa en lo divino. Los fragmentos posteriores, nos hablan de ese , o razón que rige el mundo; que además es una razón que se encuentra en el fondo, oculta en la realidad, que es fruto de engaños:

La sabiduría implica únicamente una cosa: comprender a la razón que lo gobierna todo17, yLa armonía oculta es mejor que la manifiesta18.11 Fr. 11112 Fr. 7613 FERRO, Federico: Los filósofos presocráticos, edit. SEP (col. Cien del mundo), p.80 (en nota a pie)14 A éste respecto, Aristóteles refuta a Heráclito en el libro IV de la Metafísica, ya que respecto a este punto, Heráclito niega el Principio de no-contradicción que Aristóteles postula.15 Fr. 6016 Fr. 6117 Fr. 4118 Fr. 54

Page 4: Lo Mismo

Por último, encontramos uno de los fragmentos más bellos de toda la doctrina de Heráclito, que muestra que esa razón divina no es manifiesta en la realidad sensible, sino, está oculta, se deja ver con signos, no tal cual:

El señor, cuyo oráculo está en Delfos, no se expresa ni se oculta, sino que se manifiesta mediante indicios19.

II. PARMÉNIDES

Dentro del marco de la filosofía presocrática, Heráclito encuentra su opositor principal en Parménides, el cual a diferencia de la realidad mutable, opone su doctrina del “ser”. Su doctrina del “ser”, se opone a la mutabilidad, planteando que realmente algo permanece, la doctrina de Heráclito proponía que algo nunca era lo “mismo”, donde la “mismidad”, no tenía sentido, ya que no había un sustrato permanente en la realidad. Parménides piensa lo contrario, existe un sustrato permanente, con el cual tengo contacto, en primera instancia por la inmutabilidad de las ideas, pero ante todo con la idea que es la base de toda otra: la del “ser”, con la cuál pienso todo aquello que “es”. A través de la idea de “ser”, conozco las demás ideas; y en última instancia conozco, a través de los sentidos, un mundo de individuos todos distintos, cambiantes y perecederos.

Las características del “ser” que postula Parménides las veremos a continuación. Pero antes se encuentra la famosa doctrina que equipara el ser y el pensar, en primera instancia, Parménides postula dos vías del pensamiento; una de las cuales es imposible, por tanto, para Parménides sólo existe la primera:

Ahora bien, yo te diré y tú escúchalo atentamente cuáles caminos posibles hay para el pensamiento: uno que dice que es y que no es posible que no sea, es el camino de la persuasión, desde el momento que va en pos de la verdad; y otro que dice que no es y que no es posible que no sea, y éste, así lo afirmó, es un camino del todo impracticable para la investigación, pues no puedes pensar ni expresar al no ser20.

Ahora, Parménides equipara el ser y el pensar, puesto que todo aquello que puedes pensar puede ser, de todo lo que puedes hablar, puede ser, y es necesario que sea. Dirigir la investigación filosófica hacia el no-ser, es imposible, ya que no puedes pensar ni expresar el no-ser; por eso Parménides dice:

Es, en efecto, una misma cosa el pensar y el ser21.

Pero, en efecto, parecería que esta idea de ser debe tener limites, porque donde algo es ilimitado no cabe nada más. Pero, no puede ser limitado por el ser, pues nada se limita consigo mismo. Pero tampoco puede ser limitado por el no-ser, ya que el no-ser, como vimos en uno de los fragmentos anteriores, no es, y es necesario que no sea, además es impensable e inexpresable. Entonces surge la primera característica del “ser” de Parménides, a saber, es ILIMITADO. Pero, si no tiene limites, se sigue que es INFINITO, 19 Fr. 9320 Fr. 221 Fr. 3

Page 5: Lo Mismo

pues no limita con nada. Si es a su vez, INFINITO, debe ser UNO, ya que no hay lugar para otro. Además debe ser ETERNO, pues lo que no es eterno, algo le sigue o antecede, pero al “ser”, ¿qué le puede seguir?, ¿qué le puede anteceder?. Y la última característica que se sigue es la INMUTABILIDAD, ya que lo que es mutable, viene de algo, o va a algo; pero al “ser”, ¿de dónde vendría?, o ¿a dónde iría?. Por tanto, para Parménides, el “ser”, es UNO, INFINITO, ETERNO, INMUTABLE; este es el Dios de Parménides, del que fuera de él no hay nada, ni puede haber nada22.

Por último, la doctrina de Parménides cae en un total panteísmo. Toda la realidad se vuelve una manifestación de una y la misma substancia, el “ser”. Por tanto, nos encontramos con afirmaciones como la siguiente:

Para mí es lo mismo empezar por cualquier parte. En donde empiezo ahí regresaré23.

22 Cfr. Fr. 823 Fr. 5