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Hazlo como digo, no como yo lo hago Lloyd, Kenneth (Universidad de Waitako) The Behavior Analyst, 1994, 17, 1, 131-139 El grado de acuerdo entre las respuestas a los cuestionarios de actitudes y las respuestas a las situaciones en las cuales el contenido de los cuestionarios es relevante, se examina para el estudio de las actitudes en general y para el estudio de las actitudes ambientales en particular. Las bajas correlaciones positivas observadas entre actitudes y conductas sugiere que la noción de que primero es necesario cambiar las actitudes antes de que uno pueda cambiar las conductas, debe reevaluarse. Una revisión de la literatura reciente sobre la correspondencia entre decir y hacer se sigue con una comparación de los estudios entre actitudes y conductas con estudios de la correspondencia entre decir y hacer. Se requiere un enfoque más empírico en la investigación ambiental futura, la cual ofrece una campo único para estudiar la congruencia entre actitud y conducta. ‘’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’ Mi título implica un reconocimiento al sentido común, la baja, si no ausente correlación entre lo que una persona dice sobre lo que haría y lo que realmente hace posteriormente. El signo y tamaño de esta correlación es importante para los psicólogos ,al considerar sí una respuesta a una proposición verbal (como en una entrevista clínica, un test de personalidad o una escala de actitudes) es un indicador de como el sujeto actuará en una situación real que involucre el contenido descrito en dicho item . La 1

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Hazlo como digo, no como yo lo hago

Lloyd, Kenneth(Universidad de Waitako)

The Behavior Analyst, 1994, 17, 1, 131-139

El grado de acuerdo entre las respuestas a los cuestionarios de actitudes y las respuestas a las situaciones en las cuales el contenido de los cuestionarios es relevante, se examina para el estudio de las actitudes en general y para el estudio de las actitudes ambientales en particular. Las bajas correlaciones positivas observadas entre actitudes y conductas sugiere que la noción de que primero es necesario cambiar las actitudes antes de que uno pueda cambiar las conductas, debe reevaluarse. Una revisión de la literatura reciente sobre la correspondencia entre decir y hacer se sigue con una comparación de los estudios entre actitudes y conductas con estudios de la correspondencia entre decir y hacer. Se requiere un enfoque más empírico en la investigación ambiental futura, la cual ofrece una campo único para estudiar la congruencia entre actitud y conducta.

‘’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’

Mi título implica un reconocimiento al sentido común, la baja, si no ausente

correlación entre lo que una persona dice sobre lo que haría y lo que realmente

hace posteriormente. El signo y tamaño de esta correlación es importante para los

psicólogos ,al considerar sí una respuesta a una proposición verbal (como en una

entrevista clínica, un test de personalidad o una escala de actitudes) es un

indicador de como el sujeto actuará en una situación real que involucre el

contenido descrito en dicho item . La frecuencia con la cual los psicólogos utilizan

los reportes verbales, en vez de la observación directa de la conducta criterio,

sugiere menos escepticismo respecto a la teoría psicológica que en el sentido

común, dada la dirección y magnitud de esta correlación. Mientras que la

conclusión del lego sobre la correlación puede basarse en el numero de

experiencias encontradas en su memoria, la conclusión del psicólogo se basa

presumiblemente en los datos disponibles. Pero desde las primeras

investigaciones (La Piere, 1934) hasta las revisiones recientes (O¨Riordon, 1976)

los datos soportan al menos una baja correlación positiva cuando los

planteamientos verbales de la actitud se correlacionan con las medidas de la

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conducta real presente ante el objeto actitudinal. Este trabajo discute ejemplos del

problema de la congruencia actitud-conducta considerando la literatura y

específicamente dentro de la psicología ambiental. Un análisis más general del

problema incluye ejemplos de investigaciones recientes (Risley & Hart, 1968) así

como los planteamientos acerca de cómo los artículos sobre la correspondencia

puede relacionarse con la literatura sobre la actitud.

CONGRUENCIA ACTITUD-CONDUCTA

Viajando por los Estados Unidos con una pareja de chinos La Pierre (1934)

anotó los 250 restaurantes y moteles que los alojaron y atendieron . En respuesta

a una carta de solicitud posterior, cerca del 90% de los 128 propietarios que

respondieron indicaron que no podían recibir chinos, aún después de haberlo

hecho. En un estudio posterior, dos jóvenes mujeres blancas entraron a 11

restaurantes en comunidades suburbanas, pidiendo una mesa para tres (Kutner,

Wilkins & Yarrow, 1952). Después que las dos mujeres blancas se sentaron , el

tercer experimentador, una mujer negra , entró e informó al encargado que tenía

una reunión con la pareja que se encontraba sentada. La experimentadora de

color se sentó y fue atendida en todos los 11 restaurantes. Dos semanas más

tarde a cada restaurant se le envió una carta pidiendo una reservación para un

grupo de amigos, uno de los cuales era negro. Despues de siete días un

experimentador telefoneó a cada restaurant repitiendo los contenidos de la

carta .Todos los 11 restaurantes rechazaron las reservaciones. Diez de los once

restaurantes aceptaron la solicitud en una segunda llamada, en la cual no se

mencionaba el color.

Estos ejemplos no son únicos. En una revisión de 31 estudios, Wicker

(1969), concluyó que “tomado como un todo - es considerablemente más probable

que las actitudes no estén relacionadas, o sólo levemente relacionadas, con las

conductas manifiestas que estén estrechamente relacionadas con las acciones”

(p 5). Las correlaciones entre los puntajes de las escalas de actitudes y las

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medidas conductuales raramente estuvieron por encima de + 0.30 y a menudo

cerca de cero y fueron negativas en cuatro estudios.

La congruencia entre actitudes y conductas tal como las miden los

psicólogos parecen ser positivas en signo y bajas en su magnitud. La gravedad de

este bajo grado de congruencia es más evidente cuando reconocemos la amplia

aceptación del principio - entre los legos y los psicólogos- que si uno va a cambiar

conductas, debe modificar primero las actitudes. Este principio de cambiar la

actitud luego la conducta, parece basarse en una correlación alta y positiva entre

actitud y conducta .

CONGRUENCIA DE LAS ACTITUDES AMBIENTALES Y LA CONDUCTA

Las actitudes ambientales han sido seleccionadas para un análisis más

detallado de la congruencia debido a que la psicología ambiental está involucrada

primariamente con los temas de interés social como densidad de población, uso

de espacio, polución,. consumo de energía, reciclaje y organización de la

comunidad en pequeña escala (Bell, Fisher & Loomins, 1978; Tuso & Geller,

1976). Si los gobiernos y otras agencias sociales consideran lo que los psicólogos

tienen que decir sobre esos tópicos entonces la validez de nuestros

planteamientos es importante. Aunque una gran cantidad de datos ambientales se

basa sólo en los reportes verbales a los cuestionarios de actitudes (Ver Ambiente

y Conducta para ejemplos), la investigación en ésta área varían ampliamente en

cuanto a la metodología. La investigación ambiental seleccionada muestra esta

variación.

Maloney, Ward y Braucht (1975) plantean claramente el principio de

cambiar la actitud y luego la conducta: “Debemos determinar qué sabe la

población, piensa, siente y hace respecto a la ecología y la polución.- Estas son

etapas antecedentes necesarias que se deben cubrir antes de intentar modificar

conductas críticamente relevantes.” (Maloney et al., 1975, p. 787). Maloney et al

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(1975) administraron una escala de actitudes ambientales a miembros del Club

Sierra(Una organización privada de los Estados Unidos dedicada a la preservación

del ambiente) a estudiantes universitarios en tres cursos iniciales de psicología o

adultos con menos de 13 años de educación formal. Se obtuvieron F significativas

entre las respuestas de los tres grupos de sujetos a la escala. Los autores

publicaron su escala sin demostración del cambio entre actitudes o conductas.

Tratando de determinar cuan involucrado está el público respecto a los

temas ambientales, Tognacci, Weigel, Widden y Vernon (1972) administraron una

escala ecológica a una muestra de residentes en una ciudad media de los Estados

Unidos (Boulder, Colorado) localizada en una región adyacente a un ambiente

físicamente atractivo. Las correlaciones entre los puntajes en las escalas con

varias características demográficas indicaron una relación positiva entre las

actitudes favorables al ambiente y los sujetos que eran más liberales, más jóvenes

y mejor educados. Los autores son pesimistas respecto a la involucración

universal con los tópicos ambientales.

Hass, Bagley y Rogers (1975) intentaron cambiar las actitudes en cuatro

grupos de estudiantes universitarios a quienes se les pidió leer ensayos respecto

al consumo futuro de energía. Los ensayos diferían en su descripción de lo nocivo

(alto o bajo) de una crisis energética y de la probabilidad (alta o baja) de que la

crisis es inminente. Después de leer los ensayos correspondientes al grupo, los

sujetos indicaron su acuerdo con los items de un cuestionario de opinión. Dos item

trataban sobre lo nocivo del problema energético; dos items dedicados a la

probabilidad de una crisis energética; dos le pedían a los sujetos evaluar la validez

de la información en los ensayos; y cuatro items pedían a los sujetos plantear sus

intenciones por hacer algo sobre la situación energética. Los efectos principales

del análisis de varianza fueron estadísticamente significativos. La media de los

puntajes de la escala de los sujetos que leyeron ensayos en la condición

altamente nociva y aquellos con lectura de ensayos de alta probabilidad, era

mayor que la media de los puntajes de los sujetos que leyeron ensayos con baja

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nocividad y baja probabilidad ; y la media de los puntajes de los sujetos que

leyeron ensayos con nocividad alta fueron mayores que las medias de los sujetos

con nocividad baja en los cuatro items relativos a las intenciones de reducir el

consumo de energía .No se encontró interacción significativa. Aunque la media de

los puntajes en una escala de opinión de 10 puntos difería del valor absoluto de

las diferencias de medias varían entre 1.0 y 2.2 puntos. No obtuvo una medida de

la conducta real.

Un problema potencial con el diseño experimental empleado a menudo en

los estudios sobre la congruencia actitud conducta ha sido que los items de

opinión a menudo son generales en su contenido mientras que las situaciones de

la conducta real tienden a ser muy específicas. Esto es ,las medidas actitudinales

frecuentemente evalúan actitudes salientes muy generales y filosóficas, mientras

que las medidas conductuales tratan con actitudes específicas y personalmente

inmediatas . O´Riordon (1976) argumenta que la baja correlación entre actitudes y

conductas puede ser el resultado de diferentes grupos de sub atitudes salientes en

las pruebas y en las situaciones conductuales. Weifedlm Verno, y Tognaci (1974)

examinan esta confusión de las medidas generales y especificas con la

congruencia actitud-conducta variando tanto el grado de especifidad de los items

del cuestionario y del numero de componentes de respuestas diferentes a un

criterio conductual debe hacer el sujeto hacia una exigencia real. Tres escalas de

actitudes comprenden items de especificidad alta. media y baja respecto a un

tópico . Las respuestas componentes, a fin de incrementar la aproximación a la

conducta terminal., consistía de respondientes (1) firmar una hoja de

consentimiento indicando su voluntad de que su nombre se adscriba al Club Sierra

local. (2) su acuerdo posterior a tener un encuentro o reunión con un miembro del

Club Sierra. (3) La escritura posterior de una carta apoyando el club o donando

dinero; y (4) su trabajo actual en un proyecto de un club o participar en el Club

Sierra. De los 141 sujetos, 80 aceptaron dar sus nombres al club. Durante un

período de intervención de cinco meses, el experimentador entrenó a 10

miembros del club Sierra en entrevistas. Estos entrevistadores contactaron a 52

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de los 80 sujetos que se habían adscrito. El experimentador correlacionó los

puntajes de los sujetos en cada una de tres escalas de actitudes con sus puntajes

en el cuarto componente de respuestas. Las correlaciones resultantes fueron altas

(cerca de +0.60) con la escala de actitud más específica; en la mitad (cerca de

+0.30) con la escala de actitud media y la menor (+0.10) con la escala de actitud

más general. Los autores argumentan que las actitudes pueden ser “precursoras

de conductas”o “determinantes de cómo una persona actuará realmente en vida

diaria “si la medida de la actitud y la media de la conducta real son

suficientemente específicas”. Sugieren que si el objeto de la actitud que se estudia

es general entonces “el criterio conductual debe ser igualmente general o

comprehensivo” (Weigel et al., 1974, p. 728). Este planteamiento es

desconcertante debido a que resulta difícil tener una medida comprehensiva de la

conducta real. La conducta verbal puede ser general o específica, pero la

conducta real rápidamente se hace específica una vez que el investigador trata de

obtener una medida confiable inter-observador.

Bickman (1972) estudió un ejemplo de una relación actitud conducta. Dos

latas vacías de soda se colocaron en el suelo cerca de un recipiente de basura en

un campus. A medida que cada una de 20 personas se aproximaba a la primera

lata de soda y a la cesta de basura , un colaborador del experimentador pateaba

la lata. Un segundo colaborador del experimentador recogía la lata y la colocaba

en la cesta. Cada uno de los 20 sujetos se exponía a un episodio prohibido, un

episodio correctivo y a una segunda lata de soda en el piso. Ninguna de las 20

personas pateó o recogió la segunda lata de soda. Este ejemplo contiene sólo la

conducta real no un componente actitudinal. En un segundo experimento se

añadió un segundo componente actitudinal. Un periódico arrugado se colocó en el

piso en la ruta de los sujetos hacia una biblioteca o una tienda privada dentro de

la universidad. Una cesta de basura estaba cerca. Tres metros en frente de la

basura , a cada quinto transeúnte se le aproximaba un experimentador que decía

“ cada quien debería tener la responsabilidad de recoger la basura cuando la ve o

buscar a la persona responsable de recogerla·” (Bickman,1972,p. 323). De 409

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estudiantes y 97 no estudiantes, que pasaron por el lugar donde estaba la basura ,

94% dijo que era responsabilidad de cada quien recogerla o no y 1.4% (5

estudiantes y 3 no estudiantes) recogieron los periódicos. Bickman (1972, p. 324)

concluyeron que los problemas ambientales no se resolverían “simplemente

influenciando verbalmente la actitud”. En el estudio final que revisaremos,

Seligman y Darley (1977) midieron la consecuencia de la conducta real .La

variable dependiente fueron los kilovatios hora de electricidad que (kwh)

consumieron cada 24 horas en cada una de 40 unidades de vivienda familiar.

Jefes de hogar cuyo medidores de electricidad se leyeron diariamente, se

asignaron al azar a grupos control y feedback. Durante la fase experimental pre-

tratamiento, la media de KWH/día no fue significativamente diferente (68.33

KWH/día para el grupo con feedback vs 69.14 kwh/día para el control). Durante

una fase de tratamiento experimental, cada jefe de hogar en el grupo de feedback

se le dio información sobre el consumo diario de electricidad en las 24 horas

anteriores. En el grupo control se mantuvo la condición de pre-tratamiento. En la

fase del tratamiento, las medias de KWH/d , las medias de los grupos fueron

significativamente diferentes (48.56 kwh/d para Feedback vs 54.25 kwh/d para el

control). Ambos grupos disminuyeron el consumo durante la fase experimental., el

grupo con feedback sin embargo, disminuyó la media de consumo en una mayor

cantidad (19.77 kwh/d) que el grupo control (14.89 kwh/d). El resultado es

consistente con alguno de otros 18 estudios en los cuales más de 200 jefes de

familia indicaron ahorrar en el consumo de kwh/d entre 10% y 30% (Lloyd, 1980).

Ahorros de esta magnitud, son importantes financiera y socialmente en términos

de los programas conservacionistas. La importancia de estos estudios es que se

obtiene una disminución socialmente significativa en el consumo después que

realizaron dicho consumo. No se midieron cambios en las actitudes. Seguramente,

el hecho de que los investigadores no obtuvieron medidas de las respuestas a un

cuestionario de actitud no indica que estos cambios no hayan tenido lugar.

Finalmente, Seligman y Darley (1977) sugieren respecto a su estudio: “ ...actitudes

favorables a la conservación probablemente se desarrollan y ayudan a sostener la

motivación a conservar el ambiente”. El estudio de Seligman y Darleyt nos lleva a

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los estudios iniciales en los cuales sólo se observaban respuestas a cuestionarios

y la conducta real se daba por supuesta (Maloney et al., 12975: Tognacci et

al., ,1972) en este último estudio sólo se observa la consecuencia conductual y la

actitudes se infiere...!

Una revisión reciente sobre la congruencia actitud-conducta en el campo

de la psicología ambiental concluye que “ en vista de la información

proporcionada ...parece deseable que las técnicas de cuestionarios deberían ser

re-evaluadas cuidadosamente” (O´ Riordon, 19767, p,22). Esta conclusión semeja

la cita anterior de Wicker (1969, p.65). Ante este pesimismo, es prudente,

repensar el principio cambio - actitud - luego conducta.

Seligman y Darley (1977) proporcionan la base para otro análisis. Su diseño

no sólo cambia el énfasis en la investigación ambiental para cambiar las actitudes

para luego cambiar la conducta sino también cambia la relación temporal entre la

variable independiente critica y la conducta criterio. La variable feedback se

introdujo al final de cada período de 24 horas; el informaba a los jefes de hogar

sobre su consumo pasado inmediato. Haciendo esto, cambiaba la conducta en el

próximo período de 24 horas. Este procedimiento de feedback debe ser

distinguido de un procedimiento puntual en el cual el experimentador le presenta

a los jefes de familia información, inducción y/o amenazas indicándole cómo

deben actuar. En una revisión de 11 estudios empleando sugerencias (Lloyd,

1980) sólo dos estudios reportan un efecto significativo en el consumo de energía

subsecuente. Efectos positivos ocurrieron cuando fuertes sugerencias o llamados

(slogans o mensajes cortos) se presentaron diariamente a los jefes de familia e

inadvertidamente seguían a alguna conducta (Palmer, Lloyd & Lloyd, 1977) . En

los nueve estudios que no reportan efectos, se asemejan a aquellos empleados

frecuentemente por gobernantes, padres, maestros y experimentadores cuando

intentan cambiar actitudes (ej Hass et al, 1975). La distinción entre feedback y

sugerencia es importante porque el feeback es mucho más probable que altere la

conducta criterio que las sugerencias.

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HACER - DECIR Y DECIR - HACER

Está bien establecido que el feedback sobre tanto la conducta verbal como

la no verbal puede alterar la ocurrencia futura de estas conductas. Más aún, si el

contenido de la conducta verbal que se cambia es similar al contenido de la

conducta no verbal (o real) observada, tendremos un paradigma similar al de

congruencia actitud conducta. La diferencia es que no hay implicación de que una

cause o influya sobre la otra. La conducta verbal y la conducta no verbal pueden

ser vistas como clases separadas de respuestas cuyo desarrollo puede ser o no

independiente.

La investigación sobre la correspondencia entre hacer y decir es

relativamente reciente. En un estudio inicial dos grupos de niños entre 4 y 5 años

inscritos en un prescolar, se observaron durante media hora en un período de

juego libre y durante un período de merienda 1.5 horas posterior (Risley & Hart,

1968). Durante el juego libre, estaban disponibles, una variedad de juguetes

incluyendo pinturas y bloques. El profesor registró el tiempo en el cual cada niño

comenzó y terminó de jugar con un determinado material durante el juego libre.

Durante la merienda, el maestro pasó una cesta con comida a cada uno de los

niños sentados en la alfombra. Dos observadores registraron todas las

verbalizaciones de los niños durante la merienda. En una condición de línea base

de 15 dias, el maestro estimuló a los niños a hablar, diciéndoles “ Qué hicieron de

bueno hoy en día?”, luego pasaba la cesta con alimento a los niños, al levantar la

mano para hablar. En una condición de refuerzo por contenido de 25 días “...el

profesor en el Grupo A reforzó con comida y elogios , cada expresión que tuviera

las palabras “yo” y “bloques” o cualquier forma del verbo “construir”; el maestro en

el grupo B, reforzó todas las expresiones positivas que contienen tanto “yo” como

cualquier forma de “pintar” utilizado como verbo o nombre (Risley & Hart , 1968, p.

269). El maestro nunca reforzó diferencialmente la exactitud de cualquiera de los

comentarios de los niños.

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En una condición de reforzamiento por correspondencia en 27 días, al niño

se le entregaba la comida sólo si decía “Yo pinté”, “construí una casa y si había

pintado realmente o utilizado los bloques durante el período de juego libre de la

mañana. El maestro respondía “Realmente lo hiciste” o “No lo hiciste realmente” o

“no lo hiciste” dependiendo de la precisión de la expresión del niño.

El acuerdo entre observadores en todas las respuestas de los niños en

ambos períodos excedieron el 95%. En el grupo A de línea base, ambos jugaron

con bloques y ambos afirmaron haber jugado; esto es, hacer y decir coincidieron

en el sentido de que ambos ocurrieron con una frecuencia cercana a cero. En la

condición reforzamiento por contenido, 100% (mediana) de los niños afirmó haber

utilizado bloques: 0% (mediana) utilizó bloques. En la condición de reforzamiento

por el contenido, 100% (mediana) de los niños afirmó haberlos utilizado y 100%

(medina) habían utilizado bloques; esto es, se alcanzó la correspondencia

incrementando el hacerlo al nivel de decirlo. En la línea base en el Grupo B, 0%

(mediana) de los niños dijeron que habían pintado aunque 20% (mediana) lo había

hecho realmente. En la condición refuerzo por contenido, 100% (mediana) de los

niños afirmó haber pintado, respecto a 33% (mediana) que lo había hecho. En la

condición refuerzo por correspondencia, 40% (mediana) de los niños

respondieron haber pintado, 25% realmente, esto es, se obtuvo alguna

correspondencia disminuyendo el decir a un nivel cercano al hacer.

En un segundo experimento las tres condiciones del primer experimento

(línea base, contenido y correspondencia) se repitió exitosamente para cada una

de cinco actividades de juego libre. La correspondencia se obtuvo más

rápidamente con cada nueva actividad exitosa. Aparentemente, decir eventualmente conduce a hacer. En la condición de contenido, los niños

comenzaron a hacer más a menudo, a medida que el decir se incrementaba.

Esto condujo a un reforzamiento inadvertido de la correspondencia, en la cual se

aceleró todo el proceso. Los resultados de este estudio ha sido replicado por

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otros investigadores en niños (Israel & Brown, 1977; Israel & O ‘ Leary, 1973), con

pacientes psiquiátricos crónicos (Tracy, Briddell & Wiolson, 1974), con estudiantes

universitarios (Sowers, Lloyd & Lloyd, 1977), y con respuestas de hacer distintas al

juego , el compartir y alabar (Rogers-Waren & Baer, 1976) o estudiar (Sowers et

al., 1977).

CONGRUENCIA Y CORRESPONDENCIA

Aunque estas investigaciones no se relacionaban ni con la congruencia actitud-

conducta ni con el consumo de energía y aunque sus resultados ni explican ni

eliminan el problema de la congruencia actitud conducta, un análisis de las

semejanzas y diferencias de las dos áreas de investigación serán heurísticas. Los

estudios decir-hacer han sido diseñados para observar dos clases de respuestas

repetidas por un pequeño numero de sujetos sobre un gran número de días ( ej.,

12 niños en 146 días en el estudio de Risley y Hart, 1968), mientras que los

estudios de actitudes han sido diseñados para observar una clase de respuesta

emitida una vez por un gran número de sujetos en un corto período de tiempo (ej

60 estudiantes leyendo dos ensayos cortos y llenando un cuestionario de 21

iitems durante una clase de 590 minutos en una universidad como en Hass et al.,

1975). Medidas de la conducta real también han sido obtenidas en una sola

oportunidad y de corta duración (ej. una comida en un restaurant en Kutner et al,

1952, o algunos minutos en la calle como en Bickman, 1972). El examen de los

datos día a día de ambas clases de respuesta (ej Risley & Harrt, 1968, Fig. 1, p.

270) sugiere que si un experimentador debe muestrear dos clases de respuestas

en sólo un día (como en los estudios de actitudes-conductas) entonces las

conclusiones sobre la correspondencia deberían variar de 0 a 100% dependiendo

de cuales días se han muestreado. Variaciones día a día en la forma cómo los

individuos llenan un cuestionario de actitudes o como los individuos actúan en una

situación conductual real, raramente aparece en la literatura. ¿Cómo responden

los dueños de restaurantes después de la sexta o décima vez? ¿Cómo los

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mismos propietarios responden la sexta o décima vez que se aproximan a una

persona negra?

Tales datos pueden no haberse recopilado debido a que los estimados

estadísticos de la confiabilidad de las escalas suponen que con un numero

suficientemente grande de sujetos, las variaciones por día se promedian. Los

supuestos estadísticos: medidas repetidas de la misma persona, pueden indicar

realmente una variabilidad día a día no considerada en la congruencia actitud

conducta.

Los estudios actitud conducta han sido diseñados para probar alguna

hipótesis o teoría más que para observar directamente la correspondencia en el

tiempo. La posibilidad de preferencias de cambios en el tiempo , no se ha

considerado , aunque los estudios de autocontrol han demostrado claramente que

las escogencias iniciales pueden variar como una función de la longitud de la

demora entre la escogencia y el reforzamiento subsecuente (Ainslie, 1974; Deluty,

1978; Rachlin & Green, 1972; Scown, 1977). Un cambio en la preferencia en el

tiempo podría ser un ingrediente potencial que contribuye a la congruencia actitud

conducta. Esto es, una persona podría preferir una expresión favorable actitudinal

hacia los negros en un momento y preferir una conducta menos favorable real

hacia los negros en un momento t+u .

La investigación decir-hacer está limitada al uso de reforzadores positivos

para incrementar la conducta verbal o su correspondencia con la conducta real.

Presumiblemente los procedimientos de castigo podrían ser empleados para

disminuir una alta frecuencia de conducta verbal para corresponder a una baja

frecuencia en el hacer. Los agentes sociales algunas veces castigan la conducta

verbal que no corresponde con conductas no verbales socialmente deseables.

Hacer esto “... produce correspondencia, suprimiendo el reporte de la conducta

socialmente deseable al nivel de ocurrencia de la conducta deseable en sì

misma... Más beneficiosa para la sociedad puede ser, la producción de

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correspondencia por el incremento de conductas socialmente deseables al nivel

del reporte de la conducta verbal” (Risley & Hart, 1968, p. 267)

A pesar de los argumentos en contra, la hipótesis de cambiar la actitud

luego la conducta tiene un gran atractivo. Está muy lejos de lo simple el intentar

moldear la conducta verbal que coincida con la conducta real en alguna situación

real. Fué más simple para Hass et al. (1975), por ejemplo, presentar a 60

estudiantes dos ensayos para leer y un cuestionario de 21 items para completar ,

que para Seligman y Darley (1977) al leer los medidores de electricidad en

kolowatios horas de 40 jefes de hogar durante 36 días de pre-tratamiento y 23

días de tratamiento. Finalmente, el agente de cambio puede sólo tener acceso a

la conducta verbal y nunca tener acceso a la conducta criterio como, digamos, en

el caso de los candidatos políticos que pueden hablar a sus seguidores antes del

día de la elección pero está prohibido o prescrito entrar a contar junto con ellos. En

resumen relativamente simple entrar en una conversación con alguien y podría ser

más agradable si la conversación podría garantizar la ocurrencia subsecuente de

alguna conducta real.

Un problema con la hipótesis parece ser el vínculo causal implicado entre

actitudes y conductas . La aceptación de un nexo causal esencialmente demanda

una correlación positiva alta positiva entre la actitud y la conducta. Frente a las

bajas correlaciones obtenidas empíricamente, los autores consideran formas de

racionalizar la discrepancia. Tal racionalización abunda en Wicker (1969) y en O’

Riordon (1976). El problema es que la explicación de las correlaciones por un

autor son tan buenas como las del otro y los dos difieren. A menudo las

“explicaciones· incluyen referencias a entidades inobservables (fuerzas sociales,

valores, cogniciones como en O’Riordon, 1976, p. 27). Tal llamado parece explicar

el fenómeno, pero hace irresoluble cualquier explicación de los eventos

inobservables en si mismos.

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La posibilidad de un vínculo inverso, es decir, el principio “cambiar la

conducta luego la actitud” , ha sido reconocido para las actitudes en general (Bem,

1972) y para los temas ambientales en particular (O”Riordon, 1976). Wicker (1969)

sugiere que las correlaciones que predicen las actitudes a partir de la conducta

manifiesta parece ser mayor que lo inverso. Una comparación directa de la

secuencia hacer-decir (hacer: niños jugaron por 20 minutos y 40 minutos,

después “decir” que habían jugado) con la secuencia decir-hacer (niños dicen que

ellos jugarían y 40 minutos después jugaron por 20 minutos) indican mayor

correspondencia que la secuencia decir- hacer (Israel & O’Leary, 1973).

Estudiantes universitarios en línea base ,reportan 14 horas reales de estudio , lo

cual correspondía previamente más con el estudio , que su línea base planificada

con 6 horas de estudio reales posteriores. (Sower et al.,1977; tambien ver Israel,

1978).

Aún aproximándonos al problema sin sesgos causales lleva a indecisión

respecto a cual conducta verbal medir y cual conducta real medir. Para una gran

variedad de clases de respuestas, verbal (V) y conductual ( c ) , que el individuo

puede emitir, el experimentador puede observar una baja correlación entre el

decir, V1 y B6 ,cuando en efecto la observación de V2 y B2 podría haber

producido una alta correlación. Deben haber más variaciones posibles en las

clases de respuestas verbales que describen una conducta real que las posibles

variaciones en las respuestas reales. Por ejemplo, hay un número relativamente

limitado de formas en las cuales yo puedo colocar un bloque sobre otro en

comparación con el número de formas en las cuales yo puedo decir cómo pienso

apilarlas. Yo puedo decir que la voy a apilar por la base y así sucesivamente.

Puedo decir que las apilaré por las aristas y que seré capaz de hacerlo. Yo puedo

decir que creo en la conservación de la energía y que guiaré mi auto más

moderadamente, y podría hacerlo realmente . Podría expresar otras tantas

afirmaciones sobre conservación de energía, que disminuiré el consumo de

gasolina conduciendo más lentamente. Esta mayor flexibilidad de la conducta

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Page 15: Lloyd, Kenneth - psicoexperimental Web viewDespues de siete días un experimentador telefoneó a cada ... encima de + 0.30 y a menudo cerca de cero y fueron ... de cinco meses, el

verbal sobre la no verbal puede contribuir en una forma desconocida a la

congruencia actitud conducta.

CONCLUSIONEste trabajo ha recordado al lector la baja correlación observada-menor

que la esperada -entre actitud y conducta y ha señalado reservas serias sobre el

principio del cambio de actitud luego cambio en la conducta. La literatura sobre la

correspondencia entre decir y hacer representa un enfoque más empírico a la

cuestión del grado de acuerdo entre diferentes clases de respuestas.

Los psicólogos sociales han seleccionado para estudiar las actitudes temas

socialmente importantes (ej. grupos étnicos, sexo, guerra). Haciendo esto,

incrementan la dificultad para obtener una medida criterio conductual

concomitante. La literatura en psicología ambiental podría ofrecer un área

fructífera en la cual estudiar variables relacionadas a la congruencia actitud

conducta. El tópico es importante tanto emocional como socialmente (similar a las

relaciones entre los grupos étnicos) y las medidas de las variables dependientes

tanto para las actitudes como para las conductas son fácilmente accesibles. Items

de cuestionarios sobre ambiente, sexo o guerra puede ser construidos con igual

facilidad, pero medir los cambios reales en kilovatios de electricidad o litros de

gasolina consumidos, parece ser más accesible que los cambios conductuales en

la intimidad con la pareja o en el campo de batalla. Un esfuerzo de investigación

sobre la correspondencia decir hacer en el campo de consumo de energía puede

proporcionar algunos insights en un tema persistente en la psicología social así

como sugerir algunos procedimientos que puedan inducir al incremento en la

congruencia entre decir y hacer respecto al consumo de energía.

REFERENCIASVER COPIA

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