literatura popular religiosa en el siglo xvi

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  • Literatura popular religiosa en el sigloXVI: los sermones impresos de San

    Vicente Ferrer

    Mara Isabel Toro PascuaUniversidad de Salamanca

    En enero de 1411 San Vicente Ferrer comienza su andadura por tierras castellanas1.De esta campaa, que habra de prolongarse hasta el mes de abril del ao siguiente,conservamos algunas colecciones de reportationes y de sermones ms o menoselaborados: el manuscrito custodiado en el Colegio del Corpus Christi de Valencia (CC);el cdice conservado en tiempos en la Biblioteca Provincial de Cceres y redescubiertoltimamente en la Real Academia Espaola (RAE 294)2, y el manuscrito 444 de laBiblioteca Universitaria de Oviedo (Ov), donde se recoge la Relacin a Fernando deAntequera3. Pero adems de estos testimonios contamos con una serie de sermones yfragmentos publicados reiteradamente en la segunda mitad del siglo XVI bajo el ttuloSermones de sant Vicente Ferrer en los quales avisa contra los engaos de los dos

    1 Sobre la campaa castellana de San Vicente Ferrer vase H. D. Fags, O. P., Histoire de Saint

    Vincent Ferrer. Apotre de l'Europe, Pars, Maison de la Bonne Presse, s. f. [1894], vol. 1, pp. 305-334; M.-M. Gorce, Vie de Saint Vincent Ferrer, Pars, 1935, y la compilacin bibliogrfica, Les bases de Vtudehistorique de Saint Vincent Ferrer, Pars, s. f. [1923], pp. 33-35; S. Brettle, O. M. C , San Vicente Ferrerund sein Hterarischer Nachlass, Mnster in Westf., Aschendorffschen Verlagsbuchhandlung, 1924, pp. 57-58. Los estudios ms recientes y completos sobre este tema son los de P. M. Ctedra, La predicacincastellana de San Vicente Ferrer, Boletn de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 39, 1983-1984, pp. 235-309 y, con nuevas e interesantes aportaciones, Sermn, sociedad y literatura en la EdadMedia. San Vicente de Ferrer en Castilla (1411-1412), Salamanca, Junta de Castilla y Len, 1994.

    2 Real Academia Espaola, ms. 294. Fue publicado en parte por L. Carbonero y Sol, Sermones de

    San Vicente Ferrer, La Cruz, 2, 1873, pp. 398-412. Ahora contamos con la edicin completa del cdice yun estudio detenido del mismo en P. M. Ctedra, Sermn, op. cit.

    3 Editada y estudiada detenidamente por P. M. Ctedra en La predicacin castellana, art. cit., y

    Sermn, op. cit.

    Studia urea. Actas del III Congreso de la AISO, III, Toulouse-Pamplona, 1996AISO. Actas III (1993). Mara Isabel TORO PASCUA. Literatura popular religiosa e...

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    Antechristos y amonesta a todos los fieles chrstianos que estn aparejados para elJuycio Final; once son las ediciones que han llegado hasta nosotros, adems de diversasnoticias sobre la existencia de al menos cuatro ms hoy en paradero desconocido4, todasellas salidas a la luz en un breve perodo de tiempo: entre 1550 y 1612.

    Tal vitalidad editorial en tan corto espacio de tiempo nos habla, desde luego, de laamplia difusin de estos textos; sin embargo, la crtica vicentina ha mantenido unsilencio casi absoluto en torno a ellos. Ya desde el siglo XVI la autora de talessermones fue cuestionada de manera bastante significativa por el primero de losbigrafos histricos del santo, Vicente Justiniano Antist, el cual, en La vida y historiadel apostlico predicador Sant Vincente Ferrer, publicada en 1575, refirindose sin duda anuestros impresos afirma que:

    unos seis o siete que unos aos antes haba imprimido no s quien, no los tengo porsuyos, por algunas buenas razones que no hay para qu escribirlas aqu5.

    La opinin de Antist en fecha tan temprana parece marcar la suerte de estas edicionescastellanas, puesto que ninguno de los bigrafos posteriores de San Vicente, en sumayora de la orden de Predicadores, menciona estos textos entre los vicentinos6; an enel siglo XVIII, en el amplio apartado que la compilacin Scriptores ordinispraedicatorum recensitf dedica a San Vicente Ferrer, se ignoran estos impresoscastellanos. Habr que esperar hasta 1924 para que Sigismund Brettle incluya esta obraentre los escritos del valenciano8.

    Pese a esta postura mantenida casi de forma unnime por la crtica, el simple cotejoentre las versiones admitidas sin reserva alguna por los revisionistas del santo y nuestrosimpresos nos muestra que las piezas sobre el Anticristo recogidas en estas ediciones,exceptuando la primera de ellas, remontan sin duda alguna a sermones predicados por

    4 Las ediciones vicentinas castellanas publicadas en el siglo XVI son las siguientes: Toledo, Miguel

    Ferrer, 1561; Valencia, Juan Navarro, 1566; Valencia, Juan Navarro, 1567; Valladolid, Diego Fernndezde Crdoba, 1572; Toledo, Francisco de Guzmn, 1576; Burgos, Felipe de Junta, 1577; Valencia, JuanNavarro, 1578; Zaragoza, Lorenzo y Diego Robles, 1583; Alcal de Henares, Sebastin Martnez, 1588;Sevilla, Alonso de la Barrera, 1588; Sevilla, Matas Clavijo, 1612. Las ediciones de las que tenemos algunanoticia son: Valencia, s. e., 1550; Valencia, Juan Navarro, 1563; Valencia, Juan Navarro, 1573; Valencia,Alvaro Franco, 1605. El catlogo completo con la descripcin bibliogrfica de las ediciones conservadaspuede consultarse en M. I. Toro Pascua, Los sermones apcrifos de san Vicente Ferrer sobre elAnticristo. Edicin crtica, Tesis de Licenciatura, Universidad de Salamanca, 1992.

    5 La vida y historia del apostlico predicador Sant Vincente Ferrer valenciano, de la orden de Sancto

    Domingo: compilada por F. Vincente Justiniano Antist, lector de Theologa en la universidad de Luchente,de la misma orden, Valencia, Pedro de Huete, 1575, apud Fr. J. M. de Garganta O. P. y Fr. V. Forcada, O.P., Biografa y escritos de San Vicente Ferrer, Madrid, Catlica, 1956 (la cita en p. 128).

    6 Sobre los bigrafos del santo puede verse ibid., pp. 89-90.

    7 J. F. Quetif, Scriptores ordinis praedicatorum recensiti, Paris, J. B. Christophe Ballard-Nicolaum

    Simart, vol. I, 1719, pp. 763a-767b; vol. II, 1721, pp. 822b-338a. Existe una edicin facsmil publicada enTormo, Bottega d'Erasmo, 1961.

    8 S. Brettle, O. M. C , San Vicente Ferrer und sein literarischer Nachlass, op. cit., p. 78. Incluye las

    ediciones de Valencia, 1563-1566; Valencia, 1569; Valencia, 1573; Alcal de Henares, 1588. Cfr. supranota 4.

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    San Vicente Ferrer durante su campaa castellana de 1411-12. Los impresos recogen dossermones completos, el apcrifo Ecce hic positus est in ruinam9 y otro indudablementevicentino (Quedam mulier de turba), adems de otros cuatro elaborados a partir de unaserie de fragmentos extrados de al menos cuatro sermones que deban ser muysemejantes a otros tantos que cuentan con redaccin extensa en el manuscrito de laAcademia. Las diferencias entre la coleccin acadmica y las versiones impresas serefieren nicamente a aspectos textuales diferente redaccin en la mayor parte de loscasos pero en ningn momento a la doctrina expresa en cada una de las series.

    Todo apunta a que nos encontramos ante el resto de una antologa distinta de lasconocidas, aunque parecida a RAE 294, y no ante versiones apcrifas, como queraAntist. Esta coleccin debi circular a lo largo de todo el siglo XV como consecuenciade la campaa castellana; aunque no conocemos ediciones anteriores a 1550 quedemuestren esta difusin, el estudio textual de acuerdo con los ms estrictos criteriosecdoticos nos demuestra que la fijacin escrita de estos textos debi producirse conbastante antelacin a la primera de las ediciones conservadas10.

    Las semejanzas entre ambas series, RAE 294 y los impresos del XVI, se ponen demanifiesto tambin al considerar su mbito de difusin. En este sentido, sabemos quelas colecciones vicentinas en general responden a diferentes tipologas de acuerdo con lafinalidad perseguida en la elaboracin de cada una de ellas. As, CC es un conjunto dereportationes latinas elaboradas por copistas profesionales (quiz de la compaa delsanto) y destinadas a los crculos religiosos. La Relacin a Fernando de Antequera es unresumen de la predicacin de San Vicente en Toledo, probablemente elaborada por unprofesional (tal vez notario) de acuerdo con los intereses polticos del destinatario. Frentea ellas RAE 294 y los impresos presentan los textos en redacciones mucho msextensas fruto de una elaboracin y un tratamiento sujetos al nuevo marco de sudifusin, el mbito laico. En estos casos el eje conformador de la antologa no es elcronolgico o el litrgico, sino que los textos se tratan y seleccionan de acuerdo concriterios diversos11. En nuestro caso la coleccin impresa reiteradamente a partir de lasegunda mitad del XVI se conforma de acuerdo nicamente con el eje temtico enrespuesta a determinadas necesidades espirituales del momento. Todos los textosrecogidos, sin excepcin, son sermones dedicados al fin del mundo y la llegada delAnticristo.

    Sabemos, en efecto, que San Vicente Ferrer predic de fine mundi varias veces aprincipios del siglo XV, llegando incluso a escribir desde Alcaiz, el 27 de julio de1412, una carta a Benedicto XIII que constituye un autntico tratado sobre el

    9 Este sermn aparece reiteradamente en las colecciones conservadas de sermones castellanos de

    San Vicente Ferrer (citamos el thema tal y como aparece en las ediciones castellanas del siglo XVI). Sobrela autora del texto y los diferentes testimonios que han llegado hasta nosotros vase P. M. Ctedra, Sermn,op. cit., pp. 79-81, y la bibliografa ah citada.

    10 Vase el estudio crtico incluido en M. I. Toro Pascua, Los sermones apcrifos de san Vicente

    Ferrer sobre el Anticristo, op. cit.11

    En torno a la tipologa de las diferentes colecciones y la relacin entre ellas vase P. M. Ctedra,Sermn, op. cit., pp. 83-107.

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    Anticristo12. Sin embargo, un siglo despus la situacin era aun ms favorable a estetipo de temas13, la proliferacin de escritos sobre este asunto haca que no siempre semantuviesen bajo el control de la Iglesia, hasta el extremo de que el 19 de diciembre de1516 el V Concilio de Letrn se ve en la necesidad de prohibir las predicaciones sobre elfin del mundo14.

    En Espaa, la tradicin apocalptica del santo se ve continuada en el ambiente de lareforma franciscana impulsada por Cisneros. Es aqu precisamente donde se encuentra elgermen de ciertos grupos favorables a una espiritualidad visionaria y contemplativa quealcanzaba los lmites de la ortodoxia15. Toda una serie de textos espirituales en lenguaromance cuya impresin fue promovida por el mismo Cisneros sirven de alimento a estenuevo tipo de devocin popular, entre ellos, el Tractado de la vida espiritual (1510), deSan Vicente Ferrer, del que se eliminan precisamente los captulos en los que el santoavisaba contra los falsos arrebatos msticos16. Poco a poco se va abonando el terrenopara el nacimiento del alumbradismo, que cae de lleno en la heterodoxia17.

    De sobras es sabido que los alumbrados del reino de Toledo, primer ncleo delalumbradismo espaol, germinaron en ambientes muy prximos al del franciscanismoreformado18. Tal como nos indican las citas de los procesos inquisitoriales, las denunciasy las cartas y memoriales de los reos, este grupo alimentaba su nueva espiritualidad

    12 Vase, entre otros, H. D. Fags, O. P., Notes et documents de l'histoire de Saint Vincent Ferrier,

    Lovaina-Pats, Uystpruyst-Picard, 1905, 2 vols., pp. 213-224.13

    La bibliografa en torno a este asunto es amplia; pueden verse, entre otros: M. Bataillon, Erasmo yEspaa, Mxico-Madrid-Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 1966, 2a ed.; J. Caro Baroja, Lasformas complejas de la vida religiosa, Madrid, Akal, 1978; J. Delumeau, El miedo en Occidente, Madrid,Taurus, 1989.

    14 J. Delumeau, op. cit., p. 334.

    15 Vase M. Bataillon, op. cit., pp. 1-72 y E. Asensio, El erasmismo y las corrientes espirituales

    afines, Revista de Filologa Espaola, 36, 1952, pp. 31-99.16

    M. Bataillon, op. cit., p. 49 y Fr. J. M. de Garganta O. P. y Fr. V. Forcada, O. P., op. cit., pp. 471-472.

    17 En este sentido cabe recordar que el primer libro publicado bajo la proteccin del cardenal, aparte

    de los libros litrgicos, es la Viola animae, impreso en 1500 por Pedro Hagenbach en Toledo, adaptacin dela Theologia Naturalis de Raimundo Sabunde incluida en el ndice de libros prohibidos de Pablo IV en 1559.El cauce ms importante para la difusin de las ideas de Sabunde en Espaa es el Libro llamado Lumbre delAlma, del franciscano y capelln de Cisneros Juan de Cazalla, que conoce dos ediciones: Valladolid,Nicols Tierry, 1528, y Sevilla, Juan Cromberger, 1542; la primera de ellas es, seguramente, la obraimpresa en Valladolid en 1528, en romance, que prohibi el ndice de Valds; el libro, desde luego, circulen los ambientes alumbrados. Vase Juan de Cazalla, Lumbre del alma, estudio y edicin de J. Martnez deBujanda, Madrid, Universidad Pontificia de Salamanca-Fundacin Universitaria Espaola, 1974.

    18 La bibliografa es amplia. A. Mrquez seala las relaciones de los primeros dogmatizadores de la

    secta con los conventos franciscanos de la provincia; Isabel de la Cruz fue terciaria franciscana, el mismoJuan de Cazalla fue obispo franciscano y capelln de Cisneros (Los alumbrados del reino de Toledo.Orgenes y filosofa (1525-1559), Madrid, Taurus, 1980, p. 62 y ss.). M. Andrs Martn menciona el captuloprovincial de los franciscanos de Toledo (22 de mayo de 1524) presidido por Francisco de Quiones,ministro general de la Orden, en el que se afirma la existencia de una va espiritual que escandaliza a losfrailes por razn de sus grupos cerrados [...] a la cual pertenecen algunos franciscanos de la provinciareligiosa toledana, (Nueva visin de los alumbrados de 1525, Madrid, Fundacin Universitaria Espaola,1973, p. 11).

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    mediante un repertorio de obras cuidadosamente seleccionado para sus propsitos; no setrataba de libros sospechosos de hereja, sino de autores catlicos entendidos torpe otorcidamente19, muchas veces salidos a la luz bajo el patrocinio de Cisneros20.

    Pese a la publicacin del Edicto de Toledo en 1525, el alumbradismo estaba lejos dedesaparecer. Hacia mediados del siglo XVI surgen nuevos brotes de la secta enExtremadura. En 1570 comienzan las denuncias de Fray Alonso de la Fuente queculminaran, tras las pesquisas inquisitoriales, en el Edicto de 1578 contra losalumbrados; sin embargo, la hereja se haba extendido ya hasta Crdoba, Jan y an sedejara sentir en Sevilla a comienzos del siglo XVII21. En este contexto muchos maestrosfomentaron la lectura de libros piadosos en romance que, en palabras de Vicente Beltrnde Heredia, prescindiendo de lo que pudieran tener de bueno o de malo esos escritos, enaquellas circunstancias no convena su difusin22. La desconfianza ante este tipo delecturas se pone de manifiesto en ocasiones en los documentos inquisitoriales; es elcaso, por ejemplo, de la informacin contra Mara Hernndez incluida en la relacin de lavisita del licenciado Antonio Matos a Jan, en 1571, donde se seala que tena ms decincuenta libros en que lea, aunque dicen los testigos que no eran prohibidos23.

    Comprendemos ahora las razones esgrimidas por Antist en contra de nuestrossermones, autntico best-seller durante el siglo XVI. Se basan en la desconfianza anteeste tipo de textos que servan para difundir la nueva espiritualidad y que consiguicolocar incluso a los msticos ortodoxos bajo la sospecha de alumbradismo. Tan es asque en el ndice de 1559 las prohibiciones se extienden hasta Juan de vila, Luis deGranada, o incluso las poesas devotas de Jorge de Montemayor24. En ltimo trminouna de las razones de prohibir los libros en romance, fue por creer que eran causa dealumbramientos25.

    Por si esto fuera poco, la carta annima que aparece al frente de nuestros sermones amodo de prlogo parece defender algunos principios del nuevo alumbradismo. Por una

    19 Vase A. Mrquez, op. cit., pp. 109-122, (la cita en p. 111).

    20 M. Andrs Martn indica que la relacin de Isabel de la Cruz con el mbito de la reforma

    franciscana nos lleva de la mano a los libros de espiritualidad publicados a fines del siglo XV y a principiosdel siglo XVI, particularmente a los editados por Cisneros para alimento de los observantes y recogidosfranciscanos (op. cit., pp. 24-25). Alcaraz, por ejemplo, cita a San Agustn y San Jernimo, autores queacababan de salir de las prensas de Alcal, Toledo y Zaragoza, (A. Mrquez, op. cit., p. 126).

    21 Vase , fundamenta lmente , A. Huerga , Historia de los alumbrados, I. Los alumbrados de

    Extremadura (1570-1582), II. Los alumbrados de la Alta Andaluca (1575-1590), Madrid, Fundac inUniversitaria Espaola, 1978.

    22 Los alumbrados de la dicesis de Jan, Revista Espaola de Teologa, 9, 1949, pp . 161-222 y

    445-488 (la cita en p. 170). En este mismo sentido seala el mismo autor que la reaccin provocada enalgunos telogos y calificadores del Santo Oficio por la publicacin de las obras de Santa Teresa, ante eltemor de que con ello se exacerbase ms la fiebre de visiones, xtasis y profecas, tena sin dudafundamento harto ms slido del que hoy, en otro ambiente y con otras preocupaciones, pudiera suponerse.[...] no podan menos de reprobar que se pusiera indist intamente en manos de todos libros de unsobrenaturalismo excepcional, (op. cit., p. 161).

    23 Archivo Histrico Nacional, Madrid (AHN), Inq., leg. 1856.

    24 M. Bataillon, op. cit., p. 718.

    25 E. Colunga, Intelectualistas y msticos en la teologa espaola en el siglo XVI, La Ciencia Tomista,

    11, 1915, p. 242.

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    parte, la alusin al fin del mundo en un contexto visionario exacerbado como el quehaba arraigado en la Universidad de Baeza, sobre la que pesaron las sospechasinquisitoriales:

    Pues el amor y caridad, a que todos somos obligados, de hazer mal y ofender no nos aparta,razn es que nos refrene y aparte el temor y espanto de las penas y castigos. Que segn lasseales y castigos que de pocos aos ac hemos visto, tengo [por] muy averiguado quemuy presto havr fin tanta desorden26.

    Si bien es cierto que el grupo de Toledo nunca particip de la corriente mesinicamilenarista, contraria, por lo dems, al platonismo mstico que propugnaba27, nomenos lo es que las nuevas corrientes alumbradas se caracterizaron por su carcterapocalptico, amn de una serie de prcticas opuestas a las normas establecidas. En estesentido cabe recordar cmo el inquisidor Alonso Lpez, en la carta que enva al Consejotras investigar el caso del alumbrado Bernardino Carleval, primer graduado y primerrector de la Universidad de Baeza, le presenta como propagandista de esta espiritualidadapocalptica exagerada y alude a sus relaciones con una beata granadina de nombre ManaMexa la cual le haba dicho que la mujer que llaman del Manto Blanco habaprofetizado la llegada del Anticristo y el fin del mundo28, quiz tras el aprendizaje envolmenes como el de San Vicente Ferrer o en los libros sobre el Anticristo quecircularon desde fines del siglo XV, como la edicin de Martnez de Ampies29.

    Tambin las actividades catequsticas del laico Francisco Hernndez, discpulo deCarleval, inquietaron al Consejo. En esta misma carta el inquisidor Lpez seala,refirindose a l, que ha dicho [...] que de Navidad en adelante ha de haber muchostrabajos y mrtires, y que el antecristo era ya de veinte aos. [...] Y que en cierto lugarde Ubeda haba muchos demonios recogidos, que si nuestro Seor les diera licencia,hicieran mucho mal30.

    Pero, sobre todo, resulta determinante en nuestra carta el prrafo en el que se critica alos detractores de la frecuente comunin, costumbre por entonces no libre de sospechas,sobre todo si tenemos en cuenta que en el ndice de 1559 (recordemos que la primera de

    2 6 Todas las citas del texto corresponden a mi tesis de licenciatura (Universidad de Salamanca,

    1992).2 7

    A. Mrquez atribuye la inclusin de la proposicin que la fin del mundo ava de ser de aqu endoce aos en el Edicto de Toledo a la adicin de elementos diversos (viejos erasmistas, incipientesluteranos y franciscanos milenaristas) a la doctrina del ncleo inicial de los alumbrados; vase op. cit., pp.95-108 y 210-213.

    2 8 Carta de Alonso Lpez al Consejo, beda, 13 de diciembre de 1574, AHN, Inq. leg. 2329/1, vase

    A. Huerga, Historia de los alumbrados, II. Los alumbrados de la Alta Andaluca, op. cit., pp. 150-152 y V.Bertrn de Heredia, art. cit., pp. 188-191.

    2 9 El Libro del Anticristo, en el que se recoge el sermn apcrifo de San Vicente Ferrer Ecce hic

    positus est in ruinam, conoci varias ediciones desde finales del siglo XV hasta 1530. Vase P. M. Ctedra,La predicacin castellana, art. cit., pp. 261-262 y Sermn, op. cit., pp. 80-81.

    3 0 Vase n. 28.

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    nuestras ediciones conservadas es de 1561) se haban prohibido ciertos manuales quedefendan tal prctica31. La cita de la carta, aunque extensa, no tiene desperdicio:

    Si alguno quiere bivir bien o hazer alguna buena obra (entre [muchas] quiero una sealarcomo una de las mejores que el christiano puede hazer, que por ser tal ay tantos que lacontradizen), si alguno frecuenta la sanctssima comunin como uno de los ms altosremedios para la salud de su nima (a quien aviamos todos de favorescer y animar a que msla frequentasse, aparejarnos a ymitarle en tan alta y sancta obra de donde nuestro Seorrescibe tantos servicios, los defunctos tanto consuelo, nuestras nimas y cuerpos tantobien y contentamiento), ay mil murmuradores y detractores, y aun travajan de estorvarlescomo hombres ya obstinados en los vicios.

    En numerosos documentos inquisitoriales posteriores a la prohibicin de 1559 laprctica frecuente de la comunin se recoge como una de las bases de la secta de losalumbrados.

    As, en la ya mencionada carta del inquisidor Alonso Lpez se cita, entre lasprofecas de la mujer del Manto Blanco, la siguiente: que la gente rica que confesaba ycomulgaba a menudo les haban de dar fuerza para padecer y ser mrtires32. En 1579,fecha en la que tuvo lugar el acto pblico de fe contra los alumbrados de Llerena, leemosen los informes oficiales de la Inquisicin sobre el cabecilla Hernando lvarez que conlas Beatas, sus hijas de confesin (comulgndolas muy a menudo), tena deshonestidadesgraves de besos y abracos y tocamientos torpes33.

    Tambin en una Lista de las proposiciones o doctrinas de los alumbrados de Llerenaconservada en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid, encontramos lossiguientes puntos:

    21. Que tienen ellas [las beatas] grande rabia y ansia por comulgar a menudo y sientengrande pena y trabajo, que no las quieren comulgar, y as ellos, quando en algo lesdesobedecen, por el mayor castigo que les pueden dar, les mandan que no comulguenaquellos das.22. Comlganlas a menudo llamndolas para ello y alguna vez sin tener ellas propsitodello sin que se confiesen primero, aviendo pasado los dichos actos deshonestos.23. Dndoles la comunin, les dan dos o tres formas o las formas mayores34.

    Las citas en este sentido se multiplican35. Todava en 1623, en las Instrucciones delInquisidor General, Andrs Pacheco sobre los alumbrados de Sevilla, se escribe: 31.

    31 Y, en general, la reiteracin de algunos sacramentos; vase M. Bataillon, op. cit., p . 718 .

    32 Vase n. 29.

    33 AHN, Madrid, Inq., leg. 1988, apud B. Llorca, La Inquisicin espaola y los alumbrados (1509-

    1667), Salamanca, Universidad Pontificia, 1980, p . 107.34

    Biblioteca Nacional, Madrid (BN), Ms. 2440, ff. 143 y ss., recogido en ibid., p . 114.35

    Por ejemplo, en las testificaciones contra Gaspar Lucas y las beatas de Jan incluidas en losregistros inquisitoriales encontramos numerosas alusiones a la frecuente comunin, prctica relacionada demodo directo con los arrebatos msticos. Vase V. Beltrn de Heredia, art. cit., pp. 445-478.

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    Que la gente que comulga con ms formas es ms perfecta36; y un ao despus, en larelacin del auto de fe del 30 de noviembre, consta que Fray Francisco Mndez, tenacasa de recogimiento de mujeres, donde deca misa y las comulgaba todos los das, y alas ms allegadas con muchas formas37.

    Desde luego, parece evidente que la defensa de esta prctica en nuestra carta, queaparece en todas las ediciones conservadas, nos coloca esta coleccin en un mbito mscercano al del alumbradismo que al de la ms pura ortodoxia de entonces. Extraa, sinembargo, la no inclusin de esta obra en ninguno de los ndices de libros prohibidos.

    Estas circunstancias que hemos sealado: la recurrencia al tema apocalptico y suvinculacin a una espiritualidad popular como fue la de los grupos alumbrados de lasegunda mitad del siglo XVI, explican no slo las reticencias de Antist, sino quetambin nos aclaran, por un lado, que estos, los del Anticristo, fueran los primerossermones de San Vicente en lengua romance que se difundieron de forma impresa38; porotro, el gran xito editorial de los mismos: entre 1550 y 1612 se publican, al menos,veinte ediciones, puesto que aparte de las once conservadas y las noticias sobre otrascuatro, hoy en paradero desconocido, el estudio ecdtico de los testimonios nos asegurala existencia de, como mnimo, cinco ediciones ms.

    Pero adems, la propia factura y lgica difusin de estos impresos nos lleva a loscrculos de la lectura popular y aun masiva. Tipolgicamente, su formato (en cuarto yen octavo) es el habitual en los pliegos, vidas de santos, relaciones y relatos decaballeras; por otra parte, la transmisin del texto se hace muchas veces a plana yrengln y los grabados se copian de unos impresos a otros; la mayora de las edicionespresentan tipos gticos, bastante gastados y deteriorados, que, como sabemos, desdemediados de siglo se utilizaron casi nicamente en impresos de carcter popular odifusin masiva, como los pliegos sueltos o las cartillas; adems encontramos erratasbastante absurdas slo explicables si pensamos en que el impresor, o el aprendiz,trabajaba con cajas viejas y desordenadas.

    Tambin el elenco de impresores nos ofrece datos de inters: casi todos ellos seespecializan en la impresin de relatos de corte popular, como la Historia del condeFernn Gonzlez, la Poncella de Francia, la Crnica del Cid, la Historia del EmperadorCarlomagno o la Historia de la reina Sebilla y otras obras de gran difusin39.

    36 AHN, Madrid, Inq., lib. 592, f. 533 y ss.

    37 Apud Cartas de don Juan de la Sal, ed. A. de Castro, en Curiosidades bibliogrficas, Madrid,

    Rivadeneyra, 1855, p . 539a.38

    Las ediciones de sermones vicentinos en lengua latina comienzan en el siglo XV; habr queesperar hasta el siglo XIX para encontrar las primeras ediciones de sermones catalanes, ms l igados alestudio literario que al doctrinal.

    39 Centrndonos en lo que se ha l lamado relatos de caballeras populares (vase V . Infantes y N .

    Baranda, Littrature chevaleresque populaire, Gazette du livre medieval, 19, 1991, p . 53), recurdeseque Miguel Ferrer saca a la luz la Historia del conde Fernn Gonzlez (1566); Felipe de Junta publica laPoncella de Francia (1557) y la Crnica del Cid (1568); Sebastin Martnez la Historia del EmperadorCarlomagno (1570), la Crnica del Cid (1580), la Poncella de Francia (1585) y Xa. Historia de la reinaSebilla (1585); Alonso de la Barrera edita la Crnica del Cid (1587), etc. Sera necesario extender estacomparacin a otros gneros de la literatura popular, como son vidas de santos, relaciones o pliegospoticos; vase J. Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid, Istmo, 1990.

    AISO. Actas III (1993). Mara Isabel TORO PASCUA. Literatura popular religiosa e...

  • LITERATURA POPULAR RELIGIOSA... 529

    En fin, parece que desde los primeros aos del siglo XVI, gracias al impulso deCisneros y la reforma franciscana, empieza a crearse un corpus de literatura religiosapopular. A lo largo del siglo se recurri en numerosas ocasiones a la autoridad de SanVicente Ferrer para la elaboracin de textos que servan de uno u otro modo a lascorrientes espirituales reformadoras, es el caso, por ejemplo de los Dilogos espiritualesde Baltasar Cataln, donde se vierten algunos de los sermones vicentinos en un gneroliterario ms acorde con su nuevo mbito de difusin40. Sin embargo, la utilizacin quese hizo de los escritos del santo valenciano no siempre respondi a los fines msestrictamente catequsticos de la Iglesia. Ejemplo claro parece ser el de estos impresossobre el Anticristo ampliamente difundidos durante la segunda mitad del siglo XVI, ycuya vinculacin con los crculos alumbrados de la poca hemos querido sealar en estaexposicin.

    El ambiente religioso a lo largo del siglo XVI lleg a ser tal que en 1601 FrayAlonso Girn, de la Orden de Predicadores, peda la prohibicin de todas aquellas obrasque expusieran en romance los asuntos teolgicos y de ciertas colecciones de sermonesque haban gozado de xito en los aos anteriores41, y entre las que seguramentedeban encontrarse nuestras ediciones.

    40 Vase P. M. Ctedra, Paradigma doctrinal y transferencia genrica en la literatura espiritual del

    siglo XVI (Los Dilogos espirituales de Baltasar Cataln), en Hommage Roben Jananes, Francis Cerdan,ed., Toulouse, Presses Universitaires Le Mirail, 1994, pp. 173-190. Tras la exposicin de esta ponencia, laprofesora Ma Cruz Garca de Enterra me comunic la existencia de dos pliegos sueltos tardos en los quese utiliza el nombre de San Vicente Ferrer para autorizar una serie de asuntos profticos y escatolgicos,ambos catalogados en su Catlogo de los pliegos poticos espaoles del s. XVII en el British Museum deLondres (Pisa, 1977) con los nmeros LXH y CCXX; puede verse tambin P. M. Ctedra y C. Vafllo, Lospliegos poticos espaoles del siglo XVI en la Biblioteca Universitaria de Barcelona, en El libro antiguoespaol, I, Salamanca, Universidad-Biblioteca Nacional de Madrid-Sociedad Espaola de Historia delLibro, 1988, pp. 73-118.

    41 M. Bataillon, op. cit., p. 750.

    AISO. Actas III (1993). Mara Isabel TORO PASCUA. Literatura popular religiosa e...