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7/24/2019 Lionel Robbins http://slidepdf.com/reader/full/lionel-robbins 1/14 LIONEL ROBBINS Economista británico contemporáneo, Profesor y Director de la Escuela de Economía de Londres. Su obra "Naturaleza y Significación de la Ciencia Económica" es clásica en la materia de definir el objeto y método de la Economía. De ideología liberal ha escrito incontables ensayos sobre política, economía política; sobre la libertad, la democracia y el orden y otros temas similares.

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LIONEL ROBBINS

Economista británico contemporáneo, Profesor y Director de la Escuela de

Economía de Londres. Su obra "Naturaleza y Significación de la Ciencia

Económica" es clásica en la materia de definir el objeto y método de la Economía.

De ideología liberal ha escrito incontables ensayos sobre política, economía

política; sobre la libertad, la democracia y el orden y otros temas similares.

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CAPITULO II

FINES Y MEDIOS

Ç1. Tenemos ya una definición práctica del objeto de estudio de laEconomía. El segundo paso consiste en examinar sus consecuencias. En estecapítulo nos referiremos a la naturaleza de los fines y medios según los

consideran la teoría y la historia económica. En el siguiente trataremos de lainterpretación de diversas "magnitudes" económicas.

Ç2. Examinemos primero la condición de los fines.1 

A la Ciencia Económica, como hemos visto, le concierne el aspecto de laconducta que proviene de la escasez de medios para lograr determinados fines.Se deduce que la economía es enteramente neutral frente a los fines y que laconsecución de un fin cualquiera, en la medida en que dependa de la limitaciónde medios, es una cuestión que interesa al economista. Los fines como tales nointeresan a la Economía. Supone que los seres humanos los tienen en el sentidode que tienen tendencias que pueden definirse y comprenderse de modo que sepregunta cómo la escasez de medios condiciona el progreso hacia sus objetivos,

cómo la disposición de medios escasos depende de estas valoraciones finales.

Debe ser claro, pues, que es del todo equívoco hablar de cualquier fincomo "económico" en sí mismo. La costumbre de ciertos grupos de economistasde hablar de "satisfacciones económicas" es ajena al propósito central del análisiseconómico. Una satisfacción debe ser concebida como un producto final de laactividad. Ella misma no forma parte de la actividad que estudiamos. Sería irmuy lejos sostener la imposibilidad de concebir "satisfacciones económicas", puestal vez pueda describirse así la que depende de la disponibilidad de mediosescasos, considerándola en forma distinta de una satisfacción que dependeenteramente de factores subjetivos: la satisfacción de unas vacaciones veraniegas,por ejemplo, comparada con la satisfacción de recordarlas. Esta concepción, sinembargo, no es útil, puesto que, como ya hemos visto, la limitación de medios estan general que influye de algún modo en casi todos los tipos de conducta.Probablemente lo mejor será desecharla del todo, puesto que manifiestamente noestá en armonía con las principales inferencias de nuestra definición.

Se deduce, además, que es hija de una equivocación la creencia,dominante entre ciertos críticos de la Ciencia Económica, de que la preocupacióndel economista es un tipo peculiarmente bajo de conducta. Al economista no leinteresan los fines mismos, sino la forma en que el logro de ellos es limitado. Losfines pueden ser nobles o bajos, "materiales" o "inmateriales", si pudiera hablarsede ellos en esa forma. Pero si la consecución de un conjunto de fines supone elsacrificio de otros, entonces esa actividad tiene un aspecto económico.

Todo esto resulta obvio con sólo considerar la esfera real en que se aplicael análisis económico, en lugar de aceptar las afirmaciones de quienes no sabenqué es el análisis económico. Supongamos, por ejemplo, una comunidad desibaritas, sus placeres sensuales y groseros y sus actividades intelectuales

1  Las siguientes secciones se dedican a esclarecer algunasinferencias que se obtienen de considerar a la Economía comociencia positiva. Para la cuestión de si la Economía debeaspirar a una condición normativa, ver capítulo VI, Ç4.

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encaminadas a lo "puramente material". Es evidente que el análisis económicopuede establecer categorías para describir las relaciones entre estos fines y losmedios disponibles para lograrlos. Pero no es exacto, como Ruskin y Carlyle yotros críticos parecidos han afirmado, que se limite a esta clase de cosas.Imaginemos que esta reprobable comunidad recibe la visita de un Savonarola.Sus antiguos fines les repugnarán ahora; los placeres de los sentidos quedan

proscritos; los sibaritas se convierten en ascetas. Sin duda que el análisis decambiar las categorías que nos han servido para explicarlos. Todo lo que habrásucedido es que la curva de la demanda ha cambiado. Algunas cosas seránrelativamente menos escasas y otras más. La renta de los viñedos baja y sube lade las canteras de piedra para construcciones eclesiásticas. Eso es todo. Ladistribución del tiempo entre oraciones y obras piadosas tiene su aspectoeconómico del mismo modo que su distribución entre las orgías y el sueño. La"filosofía porcina" - para usar el desdeñoso epíteto de Carlyle- resulta abarcarlotodo.

Debe admitirse, para ser sinceros, que éste es un caso en el que hay queculpar en cierta medida a los economistas de sus propios reveses. Su actitud hasido más o menos intachable, según hemos visto ya; pero sus definiciones han

sido equívocas y de excusa innecesaria su actitud frente a la crítica. Aun se diceque algunos economistas de los más modernos, quienes han sido convencidos dela importancia de la Economía y de la preocupación de ella por el "aspecto másmaterial del bienestar humano", se han limitado a comenzar sus explicaciones deTeoría Económica general con la excusa, un tanto pusilánime, de que, después detodo, el pan y la mantequilla son necesarios aun para la vida de los artistas y delos santos. Esto parece innecesario en sí mismo y, al propio tiempo, expuesto aprovocar un error en quienes son propensos a considerar insignificante lomeramente material. Sin embargo, si Carlyle y Ruskin hubieran estado dispuestoa hacer el esfuerzo intelectual necesario para asimilar el cuerpo central delanálisis legado por los grandes hombres a quienes criticaron tan injustamente,habrían admitido su profunda significación para interpretar la conducta engeneral, aun si no hubieran podido mejorar la descripción de sus autores. Peronunca lo hicieron, según se percibe con tanta claridad de sus críticas. No querían:era mucho más fácil y más agradable desfigurar a quienes lo hicieron. Y no habíaque ir muy lejos para encontrar ocasión de desfigurar una ciencia que apenas eraconsciente de sus últimas inferencias.

Pero si no hay ya excusa alguna para que los detractores de la Economía laacusen de que se preocupa de fines particularmente bajos de la conducta,tampoco la hay para que los economistas adopten una actitud de superioridadpor lo que toca a los temas que pueden manejar. Ya hicimos notar la actitud untanto paradójica del profesor Cannan frente a la economía política de guerra. Y,en términos generales, ¿no tenemos razón de afirmar que desde este punto devista, el profesor Cannan no es el más indicado para que, imitando a San Pedro,

pueda decir: "no, Señor, pues nada vulgar ni sucio ha entrado jamás por mi boca"? En el primer capítulo de Wealth 2 el profesor Cannan, abandonando untanto su posición, afirma que "el criterio para comprar y vender arrastra variascosas dentro de la Economía que comúnmente no son motivo de su estudio ni esconveniente que lo sean. Ha existido desde que nació la historia un tráficoimportante para proporcionar ciertas satisfacciones de un carácter sensual quenunca se consideran como bienes económicos. Las indulgencias para purgar lo

2 1a ed., 15.

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que de otro modo sería pecado contra la religión o la moral se han vendidoalgunas veces abiertamente y en todo los tiempos apenas con un tenue disfraz:ninguno las ha considerado como bienes económicos". No hay duda de que estoes muy discutible. Los economistas, al igual que otros seres humanos, puedenconsiderar los servicios de las prostitutas como una cosa no "buena" en elverdadero sentido ético último de la palabra; pero negar que semejantes servicios

son escasos en el sentido en que usamos el término, y que, por consiguiente, hayun aspecto económico del amor alquilado, susceptible de ser tratado con lasmismas categorías del análisis general que nos permiten explicar lasfluctuaciones del precio de la retórica pagada, no parece estar de acuerdo con loshechos. Por lo que toca a la venta de indulgencias, en la historia económica lanaturaleza de estas agradables transacciones no es objeto, seguramente, de unaseria discusión. ¿Esa venta afectará o no la distribución de los ingresos, lamagnitud de los gastos en otras mercancías, la dirección de la producción? Nodebemos evitar las consecuencias de la conclusión de que toda conducta que sehalla bajo la influencia de la escasez tiene su aspecto económico.

Ç3. Un ejemplo muy interesante de las dificultades que pueden surgir sidescuidamos las consecuencias que hemos venido procurando esclarecer, lo

tenemos en un trabajo de Sir Josiah Stamp sobre la Estética como factoreconómico.3  Dicho autor, como la mayoría de los hombres de imaginación, seempeña en conservar intactos la campiña y los viejos monumentos. (El motivo deese escrito fue la decisión de su empresa ferrocarrilera de no destruir un edificiodel siglo XVI, Stratford House, en Birmingham y dejar un espacio libre paraacomodar una vía secundaria.) Al mismo tiempo, estima que la Economía seocupa del estudio del bienestar material.4  Se ve obligado, por consiguiente, aafirmar que "la indiferencia por la estética, a la larga, reduce la produccióneconómica y que la atención del aspecto estético incrementará el bienestareconómico". 5 Es decir, que si nosotros hacemos por que impere el reinado de la belleza, el bienestar material se nos dará por añadidura. Y Sir Josiah Stamp hapuesto todo el peso de su sólida autoridad al servicio de la tarea de hacer creeren esa verdad al mundo de los negocios.

Es fácil simpatizar con la intención del razonamiento, aunque difícilaceptar que su lógica sea muy convincente. Puede ser perfectamente cierto, comopretende Sir Josiah, que los amplios intereses que fomenta el estudio de losmonumentos antiguos y la contemplación de bellos objetos, sean, al mismotiempo que estimulante de la inteligencia, sedante para el sistema nervioso, yque, en esa medida, una comunidad que ofrece semejantes oportunidades adichos intereses puede ganar en otras ventajas "más materiales". Pero suponerque esto tendrá que suceder necesariamente es quizá un optimismo que no justifica la experiencia ni una probabilidad a priori. Debemos reconocer que elhecho de rechazar el confort material en favor de valores estéticos o éticos no traeconsigo necesariamente una compensación material. Hay casos en que la

disyuntiva es tener una pan o una azucena. La elección de uno importa el3 Some Economic Factors in Modern Life, 1-25.

4" ... Uso el término Economía como una palabra que abarcatodo lo que se endereza a la obtención del bienestarmaterial" (op.cit.,3)

5 Ibid., 4.

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sacrificio de la otra, y aunque podamos estar satisfechos de la nuestra, nopodemos engañarnos de que eso fue realmente una elección, y que tendremosmás pan después. No es verdad que todas las cosas operen conjuntamente parael bien material de quienes aman a Dios. La Economía, lejos de sostener queexiste una armonía de fines en este sentido, nos hace ver en toda su amplitud eseconflicto de elección, característica permanente de la existencia humana. El

economista es un trágico de verdad.

Lo que ha sucedido es, por supuesto, que la definición "materialista" a laque se adhiere ha impedido que Sir Josiah Stamp reconozca con claridad que laEconomía y la estética no están in parí materia.6  A la estética concierne ciertaclase de fines. Lo bello es uno que se ofrece para elección, en competencia, por asídecirlo, con otras cosas. A la Economía no le interesa en modo alguno ningún fincomo tal. Se ocupa de los fines en la medida en que afectan la disposición demedios, los toma como proyectados en una escala de valoraciones relativas einvestiga qué consecuencias se producen respecto de ciertos aspectos de laconducta.

Sin embargo, puede arguirse: ¿no es posible considerar el procurarse

dinero como algo que compite con otros fines, y, si ello es así, no podemos hablarlegítimamente de un fin "económico" de la conducta? Esto hace surgir problemasde gran importancia. El supuesto de que el lucro es el único motivo que nosimpulsa a obrar lo examinaremos con amplitud en un capítulo posterior conobjeto de determinar la parte que desempeña en el análisis económico. Mas, porel momento, puede replicarse que la objeción se apoya en una interpretaciónequivocada del significado del dinero. Ganar dinero, en el sentido normal de estaexpresión, es una mera etapa intermedia entre una venta y una compra.Procurarse una cantidad de dinero mediante la venta de los servicios de uno odel alquiler de lo que nos pertenece no es un fin per se. El dinero es,evidentemente, un medio para una compra final. No se le busca por sí mismo,sino por las cosas en que puede gastarse, ya sean elementos constitutivos delingreso real de ahora o del ingreso real del futuro. En este sentido ganar dinerosignifica obtener los medios para lograr todos esos fines que pueden lograrsemediante mercancías susceptibles de compra. Es obvio que el dinero en sí mismoes tan sólo un medio: un medio de cambio, un instrumento de cálculo. Laexistencia de una mayor o menor cantidad de dinero es indiferente para lasociedad desde el punto de vista estático; para el individuo sólo tieneimportancia en la medida en que sirva sus objetivos últimos. Sólo el avaro, esamonstruosidad psicológica, desea la acumulación infinita de dinero. En efecto,fuera de este caso excepcional, lejos de considerar la demanda de dinero paraacumulación como indefinidamente grande, tenemos la costumbre de suponerque se le desea sólo para traspasarlo. En lugar de suponer que la curva de lademanda de dinero para ese fin es una línea recta paralela al eje y, loseconomistas acostumbran suponer, como primera aproximación, que adopta la

forma de una hipérbole rectangular.7

 6 Es justo decir que existen pasajes en el mismo trabajo queparecen dictados por esta consideración, especialmente lasobservaciones de las páginas 14 a 16, sobre el equilibrio enel consumo.

7 Ver para estos problemas The Commonsense of PoliticalEconomy, de Wicksteed, 155-157. No se niega que laadquisición de la facultad para procurarse un ingreso real

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Ç4. La Economía, por consiguiente, no puede concebirse como la Etica o laEstética, es decir, como disciplinas que estudian los fines en sí mismos. Tambiénes importante que el objeto de su estudio se distinga tajantemente del de lastécnicas de producción, es decir, del modo de usar determinados medios. Esto dalugar a problemas de una complejidad considerable que conviene examinar con

alguna amplitud.

La relación entre la Economía y las técnicas de producción ha presentadosiempre grandes dificultades para los economistas que pensaban que el objeto desu estudio es la causa del bienestar material. Es claro que el bienestar materialimporta a esas técnicas. No obstante, la distinción entre técnica y ciencia noparece agotar la diferencia, porque mucho del conocimiento científico que estáíntimamente ligado a ellas es extraño a la Ciencia Económica. ¿Cuál será, pues, lalínea divisoria? Sir William Beveridge ha aclarado bastante esta dificultad en suconferencia sobre la Economía como educación liberal. "La definición deEconomía como ciencia del aspecto material del bienestar humano es demasiadoamplia. Una cosa contribuye al bienestar humano y es material; pero si alconstruirla se suscita la cuestión de si el techo debe hacerse de papel o de otro

material, el problema no tiene que ver con la Economía y sí con la técnica deconstrucción."8 No se sortea la dificultad al intercalar la palabra "generales" en"causas del bienestar material". La Economía no es la suma de las tecnologías.Tampoco intenta elegir de cada una elementos comunes a varios. El estudio delmovimiento, por ejemplo, puede ofrecer generalizaciones aplicables a más deuna ocupación; pero nada tiene que ver con la Economía. Y tampoco es capaz dereemplazarla, a pesar de las esperanzas de ciertos psicólogos industriales. Laconexión entre la Economía y las artes técnicas de la producción seráirremisiblemente obscura mientras nos movamos dentro del ámbito de unadefinición del objeto de la Economía en función de las causas del bienestarmaterial.

Pero queda perfectamente definida desde el punto de vista de ladefinición que hemos adoptado. Las técnicas de producción deben agruparsesimplemente entre determinados factores que incluyen en la escasez relativa de

pueda llegar a ser un objetivo en sí mismo, o, que si lo es,el sistema económico no se verá afectado de varias maneras.Todo lo que se discute es que calificar cualquiera de estosfines de "económicos" implica un concepto equivocado de loque por fuerza cae bajo el dominio del análisis económico.La Economía considera como supuestos todos los fines, loscuales se "manifiestan" en las escalas de coloraciones

relativas que suponen las proposiciones del análisiseconómico moderno.

8  Económica, I, 3. Por supuesto que la cuestión de si eltecho debe de ser de pizarra o de teja, por ejemplo, puededepender muy bien de los precios relativos de estosmateriales y, en consecuencia, tener un aspecto económico.La técnica tan sólo señala ciertos límites dentro de loscuales puede hacerse la elección. Ver p. 61.

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diferentes bienes económicos.9 La técnica misma de la manufactura del algodónno es parte del objeto de la Economía; pera la existencia de una determinadatécnica de diversas posibilidades, junto con otros factores que influyen en laoferta, condiciona la posible respuesta a toda valoración de los artículos dealgodón y, en consecuencia, influye en las adaptaciones que constituyen el objetode estudio de la Economía.

Hasta aquí las cosas son sumamente simples; pero ahora es necesario evitaralgunas malas interpretaciones posibles. A primera vista pudiera parecer que elconcepto que adoptamos corre el peligro de vaciar la tina con todo y niño.Considerando la técnica como mera información ¿no corremos el riesgo deexcluir del objeto de la Economía los asuntos en que el análisis económico sesiente más a sus anchas? ¿Acaso la producción no es un problema de técnica? ¿Yno es la teoría de la producción una de las grandes preocupaciones del análisiseconómico?

La objeción parece fundada, aunque, en realidad, arranca de un graveerror que importa disipar para siempre. La actitud que adoptamos frente a lastécnicas de producción no elimina la conveniencia de una teoría económica de la

producción,10  pues las influencias que determinan la estructura de ésta no sonpor su naturaleza puramente técnicas. La técnica, sin duda, es muy importante;pero no es todo. Uno de los méritos del análisis moderno consiste en que nospermite poner a la técnica en el lugar que le corresponde, hecho que merece unamayor explicación. No es exagerado decir que hoy día uno de los principalespeligros de la civilización nace de la incapacidad de las personas adiestradas enlas ciencias naturales para percibir la diferencia entre lo económico y lo técnico.

Consideremos la conducta de un hombre aislado que dispone de una solamercancía escasa;11  por ejemplo, la conducta de Robinson Crusoe frente a unacantidad de madera estrictamente limitada. Robinson no tiene suficiente maderapara todos los propósitos que desea satisfacer. En ese momento su acervo demadera es irremplazable. ¿Cuáles son las influencias que determinarán el usoque haga de ella?

Ahora bien, si la madera sólo puede usarse en un solo momento y para unsolo propósito, o si sólo se le necesita en un momento y para un propósito, y si

9  El profesor Knight, en un artículo reciente ("Economicscience in recent Discussion", American Economic Review,XXIV, 225 ss.), se queja de que no aclaro que la técnica conrespecto a la Economía es simplemente una serie de datos. Nopuedo dejar de pensar que el pasaje anterior ha escapado ala atención del profesor Knight. Desde luego, concuerdo consus opiniones a este respecto, aunque no acierto cómo podría

expresarlo con mayor vigor del que ya he puesto.10 Es otra cuestión - de la que trataremos después: CapítuloIII, ç6- la de si esta teoría ha de concebirse - como lo hasido a veces en otros tiempos- como interesada en sumas deriqueza.

11  Cp. Oswalt, Vortrage uber wirtschaftliche Grundbegriffe,20-41.

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suponemos que Robinson tiene tiempo bastante para utilizarla, resultaperfectamente cierto que su conocimiento de las técnicas de produccióncorrespondientes dictará completamente la economía que haga de ella. Si lanecesita sólo para hacer una fogata de ciertas dimensiones, y si sólo dispone deuna cantidad de madera limitada, entonces su conocimiento de la técnica dehacer fogatas determinará sus actividades. Sus actividades a este respecto son

puramente técnicas.

Pero si la necesita para más de un propósito, si además de requerirla parahacer la fogata, la necesita para cercar su cabaña y para mantener la cerca en buenas condiciones, entonces, inevitablemente, se enfrenta a un problema nuevo:el problema de cuánta madera usará para el fuego y cuánta para cercar. En estascircunstancias las técnicas de hacer fogatas y levantar cercas siguen siendoimportantes, pero el problema ha dejado de ser un mero problema de técnica.12. En otras palabras las consideraciones que determinan el uso de la madera no sonya puramente de orden técnico. La conducta es la resultante de tironespsicológicos en conflicto que obran dentro de un ambiente de posibilidadestécnicas y materiales dadas. El problema de técnica y el problema de economíason fundamentalmente diferentes. El primero, para usar la forma tan elegante

con que el profesor Mayer expresa la diferencia, surge cuando hay un fin y unamultiplicidad de medios; el segundo, cuando tanto los fines como los medios sonmúltiples.13 

Ahora bien, como ya lo hemos visto, una de las características del mundoen que vivimos es que nuestros fines son varios y que la mayoría de los mediosescasos de que disponemos son susceptibles de una aplicación optativa. Esto nosólo se aplica a los productos escasos, sino más aún a los factores últimos de laproducción las diversas clases de recursos naturales y mano de obra puedenusarse en una variedad casi infinita de propósitos. La resolución de abstenerse deconsumir en el presente permite usar los factores primarios en más de una clasede procesos indirectos. Y por esta razón el mero conocimiento de la técnicaexistente no nos permite determinar el "conjunto" del aparato de la producción.Necesitamos conocer también las valoraciones finales de los productores yconsumidores conectados con él. Los aspectos de la conducta que el economistaestudia quedan determinados fuera del juego mutuo de los sistemas dados defines, por una parte, y de las potencialidades materiales y técnicas, por la otra.Las consideraciones técnicas serían las determinantes únicas de la satisfacción delos fines dados sólo en un mundo en que todos los bienes fueran gratuitos; pero,en semejante mundo, el problema económico habría dejado de existir pordefinición.

Todo esto parece muy abstracto; mas, en realidad, sólo expresa, con ungrado de generalidad propia de las cuestiones fundamentales que examinamos,hechos qué nos son perfectamente conocidos. Si preguntamos concretamente por

qué la producción de un artículo determinado en un lugar también determinado12 Todo esto puede aclararse mucho usando unas cuantas curvasparetianas. Conocemos las posibilidades técnicas si se nosdan las curvas del costo de sustitución, pero el problema nose habrá resuelto a menos que conozcamos también las curvasde indiferencia del consumo.

13 Ver Hans Mayer, op. cit., 5 y 6.

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es la que es y no otra, nuestra respuesta no se expresa en términos que de prontotengan un sentido técnico; la expresamos en función de precios y costos y, comotodos los estudiantes de primer año lo saben, unos y otros son un reflejo devaloraciones relativas y no de condiciones meramente técnicas. Todos conocemosartículos que, desde un punto de vista técnico, podrán producirse bienfácilmente.14 No obstante, no es lucrativo por el momento hacerlo así. ¿Por qué?

Porque dado el precio probable, los costos son demasiado elevados. ¿Y por quélo son tanto? ¿Acaso porque la técnica no ha progresado suficientemente? Estosólo es cierto en un sentido histórico; pero no resuelve la cuestión fundamentalde por qué, dentro de una técnica dada, los costos son demasiado altos. Y larespuesta sólo puede expresarse en términos económicos. Depende por esenciadel precio necesario para pagar los factores de la producción requeridos,comparado con el precio probable del producto. Y eso puede depender de unadiversidad de consideraciones. En condiciones de competencia dependerá de lasvaloraciones que los consumidores hagan de las mercancías que puedenproducirse con esos factores. Y si los costos son demasiado elevados, eso significaque los factores de producción pueden emplearse para producir otras mercancíasque se estiman más. Si la oferta de un factor determinando está monopolizada,entonces los costos elevados pueden explicarse meramente porque quienes

dominan el monopolio siguen una política que conduce a que alguno de losfactores que dominan quede por una temporada sin ocupación. Pero, de todosmodos, el proceso de la explicación última principia justamente donde termina ladescripción de las condiciones técnicas.

Esto nos trae, aunque con mayor conocimiento de sus consecuencias, a laproposición de la que partimos. Los economistas no están interesados en latécnica misma. Su interés por ella se explica simplemente porque es una de lasinfluencias determinantes de la escasez relativa. Las condiciones de la técnica se"manifiestan" en las funciones de productividad del mismo modo que lascondiciones del gusto se "manifiestan" en las escalas de las valoraciones relativas;pero ahí cesa la conexión. La economía es un estudio de la disposición demercancías escasas. Las técnicas de la producción estudian las propiedades"intrínsecas" de los objetos o de los seres humanos.

C5. De los argumentos expuesto en las secciones anteriores se concluyeque el objeto de la Economía es, esencialmente, una serie de relaciones; por unaparte, entre los fines concebidos como objetivos posibles de la conducta, y, porotra, el ambiente técnico y social. Los fines mismos no forman parte de ese objeto,como tampoco el ambiente técnico y social. Son las relaciones mutuas entre ellos,y no ellos mismos, lo que importa al economista.

Si se aceptara este punto de vista, es posible una explicación de muchoalcance de la naturaleza de la historia económica y de lo que a veces se llamaeconomía descriptiva, explicación que clarifica la relación mutua entre estas

ramas del estudio y la economía teórica y suprime todos los posibles motivos deconflicto entre ellas. La naturaleza de la teoría económica es clara: es el estudiode las consecuencias formales de estas relaciones entre fines y medios sobrevarios supuestos relativos a la naturaleza de los datos reales. La naturaleza de lahistoria económica no debiera ser menos evidente. Es el estudio de los ejemplosmás importar es en que esas relaciones se manifiestan a través del tiempo. Es la

14 Los aceites combustibles producidos de carbón son un casodel que se habla mucho.

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explicación de las manifestaciones históricas de la "escasez". La teoría económicadescribe las formas, la historia económica la sustancia.

Así pues, tanto por lo que se refiere a la historia como a la teoríaeconómicas, no podemos ya clasificar los fenómenos en grupos y decir: éstos sonla materia de tu rama de conocimiento y éstos no. El dominio de la historia

económica, lo mismo que el de la teoría, no puede restringirse a una partecualquiera de la corriente de acontecimientos sin hacer violencia a sus propósitosinternos; pero no pretende describir comprensivamente esa corriente deacontecimientos, como no lo pretende ninguna otra clase de historia.15  Seconcentra en la descripción de un cierto aspecto de ella: una red cambiante derelaciones económicas, 16 el efecto sobre los valores, en el sentido económico, delos cambios en los fines y en las oportunidades técnicas y sociales de lograrlos. 17 Si el economista teórico, manipulando su ábaco espectral de formas y relacionesinevitables, puede consolarse con la reflexión de que todo esto puede caer dentrode sus; categorías, el economista historiador, libre de la subordinación de otras

15  Acerca de la imposibilidad de una historia sin unprincipio selectivo, ver Rickert, Kulturwissenschaft und

Naturwissenschaft, 28-60.

16  Cp. Cunninham: "La historia económica no es tanto elestudio de una clase especial de hechos como el estudio detodos los hechos desde un punto de vista especial (Growth ofEnglish Industry and Commerce, I, 8).

17  Por lo que se refiere a la relación entre Teoría eHistoria Económicas, ver Heckscher, "A Plea for Theory inEconomic History" (Economic History, I, 525-35); Clapham,The Study of Economic History, passim; Mises, "Soziologieund Geschichte (Archiv fur Socialwissenschaft undSozialpolitik, 61, 465-512). Puede decirse que ladescripción que se hace arriba acerca de la naturaleza de laHistoria Económica presenta un cuadro muy idealista de loque se encuentra en la generalidad de los tratados deHistoria Económica. Puede admitirse, además que en el pasadola Historia Económica, lo mismo que la teoría, no siempre halogrado sus propósitos de depurarse de elementosadventicios. En particular, es innegable que la influenciade la escuela histórica alemana fue la causa de la intrusiónde toda clase de elementos éticos y sociológicos que nopueden entrar, ni tomando las palabras en su más ampliosentido, dentro de la Historia económica. También es verdadque ha habido una considerable confusión entre la Historia

Económica y la interpretación económica de otros aspectos dela historia -en el sentido que más arriba se ha dado a lapalabra "económico"- y entre la Historia Económica y lainterpretación económica de la historia en el sentido de lainterpretación materialista de la historia (ver ç6 de estecapítulo). Pero me aventuro a sugerir que la corrienteprincipal de la historia económica desde Fleetwood y AdamSmith hasta el profesor Clapham, admite la interpretacióndada aquí más consistentemente que ninguna otra.

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ramas de la historia, puede tener la certeza de que no hay ningún segmento de latrama policroma de acontecimientos que pueda carecer de interés para susinvestigaciones.

Unos cuantos ejemplos debieran aclarar este asunto. Tomemos ese vastosolevantamiento que llamamos abreviadamente la Reforma. Para el historiador

de la religión tiene importancia por su influencia sobre la doctrina y laorganización eclesiásticas. Desde el punto de vista del historiador político, suinterés reside en los cambios en la organización política: en las nuevas relacionesde gobernantes y gobernados y en el nacimiento de los estados nacionales a quedio lugar. Para el historiador de la cultura, lo tiene por los trascendentalescambios registrados en la forma y en el objeto del arte, así como por la liberacióndel espíritu para la investigación científica moderna. Pero para el historiadoreconomista significa, sobre todo, cambios en la distribución de la propiedad, enlas vías del comercio, en la demanda de pescado, en la concesión de indulgencias,en la incidencia de los impuestos. El historiador economista no está interesado enlos cambios, en los fines y en los medios mismos. Le interesan en la medida enque afectan las series de relaciones mutuas entre medios y fines, su verdaderafunción de estudio.

Examinemos ahora un cambio en el proceso técnico de producción: lainvención de la máquina de vapor o el descubrimiento del transporte porferrocarril. Acontecimientos de esta clase, a semejanza de los cambios en losfines, presentan una variedad inagotable casi de aspectos. Tienen importanciapara la historia de la técnica, para la historia de las costumbres, para la historiade las artes, y así ad infinitum. Mas para el historiador economista todos estosaspectos carecen de importancia excepto su suponen una acción y una reacciónen su esfera de interés. La forma exacta de la primitiva máquina de vapor y losprincipios físicos en que descansaba no le concierne como historiadoreconomista, aun cuando el antiguo ha hecho gala a veces de un interésdesordenado por semejantes asuntos. Para él tiene importancia porque afectó laoferta y la demanda de ciertos artículos y de algunos factores de la producción,porque afectó las estructuras de precios e ingresos de las comunidades en que fueadoptada.

Así, también, en el campo de la "economía descriptiva" --la historiaeconómica del presente- el principal objeto es siempre la explicación dedeterminadas "relaciones de escasez" aun cuando la consecución de este objeto amenudo supone, necesariamente, investigaciones muy especializadas. En elestudio de los fenómenos monetarios, por ejemplo, con frecuencia nos vemosobligados a embarcarnos en investigaciones de gran carácter técnico o legal: laforma de conceder los sobregiros, las leyes relativas a la emisión de papelmoneda. Estos casos son el foco de atención para el banquero y el abogado; peropara el economista, aunque un conocimiento exacto de ellas pueda ser esencial

para su propósito, la adquisición de ese conocimiento está subordinada poresencia a su propósito principal de explica, en situaciones particulares, laspotencialidades de los cambios de la oferta del medio de cambio. Lo técnico y lolegal sólo interesan al economista en la medida en que tienen este aspecto.18 

18  Consideraciones de esta clase señalan los peligros muyreales de un afán exagerado de seccionar los estudioseconómicos. El campo de ellos se ha dividido en los últimosaños en gran número de sectores. Tenemos institutos deeconomía agrícola, de economía de transportes, de economía

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C6. Veamos, por último, la relación que esto tiene con la célebreinterpretación materialista o "económica" de la historia, pues desde el punto devista que hemos adoptado pueden discernirse ciertas distinciones que no siemprese admiten con claridad.

Ya hemos visto que, aunque en el pasado se ha dado a la Economía lo quepudiéramos llamar una definición "materialista", su contenido no tiene en modoalguno semejante carácter. El cambio de definición que proponemos, lejos denecesitar un cambio del contenido, sirve tan sólo para hacer más comprensible elcontenido presente. El "materialismo" de la economía era un pseudo-materialismo. En realidad, no era materialista.

minera, etc. Es indudable que esto es conveniente hastacierto punto. Alguna división del trabajo es esencial en eldominio de la economía aplicada y, como veremos mas tarde,la teoría no puede aplicarse con ventaja a la interpretación

de situaciones concretas a menos que esté informada a laperfección de los cambios que se operan en industriasdeterminadas; pero como la experiencia demuestra, lasinvestigaciones seccionales que se conducenindependientemente están expuestas a peligros muy graves:tienden a la sustitución gradual de los intereses económicospor los tecnológicos si no se ejerce una vigilanciacontinua. El foco de atención se desplaza y una serie degeneralizaciones que sólo tienen una significación técnica,se disfrazan de economía, lo cual es fatal, pues dado que laescasez de los medios rige para todos los fines, se concluyeque una visión adecuada de las influencias que gobiernan lasrelaciones sociales en sus aspectos económicos sólo puedelograrse considerando el sistema económico como un todo. Las"industrias" no existen para sí mismas en el sistemaeconómico. Su razón de ser es la existencia de otras, demanera que su suerte sólo puede comprenderse en relación conla red toda de las relaciones económicas. En consecuencia,los estudios consagrados exclusivamente a una industria uocupación se exponen enseguida a perder contacto con loesencial. Puede suponerse que su atención se halla enfocadaal estudio de los precios y costos, pero continuamentetienden a degenerar en una tecnología de amateur o en merosdatos contables. La existencia de este peligro, sin embargo,no quiere decir que dejen de hacerse esta clase de

investigaciones; pero es muy importante reconocer con todaclaridad su existencia. Aquí, como en todas partes, loimportante es mantener un equilibrio propio. Nuestroconocimiento sería muchísimo más pobre si no fuera por laexistencia de diversos institutos especializados en algunasinvestigaciones concretas; pero muchos graves errorespodrían haberse evitado si los que las realizan hubierantenido presente el concepto de qué es importanteeconómicamente hablando.

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Podría pensarse que una situación similar prevalece respecto de lainterpretación "económica" o materialista de la historia, que un mero cambio demarbete de esta doctrina sería suficiente para hacerla consecuente con laconcepción moderna del análisis económico. Pero no es así. La llamadainterpretación "económica" de la historia no sólo es "materialista" en el nombre;lo es en todos sus aspectos, en la sustancia. Sostiene que todos los

acontecimientos de la historia o, por lo menos, los fundamentales, son atribuiblesa cambios "materiales", no en el sentido filosófico de que estos acontecimientosson parte del mundo material, ni tampoco en el psicológico de que lasdisposiciones psíquicas son meros epifenómenos de los cambios psicológicos -aunque Marx, por supuesto, habría aceptado estas posiciones -, sino en el sentidode que la técnica material de la producción condiciona la forma de todas lasinstituciones sociales y de que todos los cambios en las instituciones sociales sonel resultado de los cambios en la técnica de la producción. La historia es elepifenómeno de los cambios técnicos. La historia de las herramientas es lahistoria de la humanidad.19 

Ahora bien, correcta o equivocada, esta doctrina es ciertamentematerialista y, sin duda, no se deriva de la Ciencia Económica que conocemos.

Sostiene muy definitivamente que no sólo los cambios técnicos provocanmodificaciones en las relaciones de escasez y en las instituciones sociales engeneral, proposición ésta que sería armónica con el análisis económico moderno,sino también que todos los cambios en las relaciones sociales se deben a cambiostécnicos, proposición de carácter sociológico ajena del todo al alcance de lasgeneralizaciones económicas. Supone decididamente que todos los cambios defines, de valoraciones relativas, están condicionados por cambios en laspotencialidades técnicas de la producción; es decir, supone que las valoracionesúltimas son tan sólo un subproducto de las condiciones técnicas. Si éstas sealteran, los gustos y todo lo demás se altera. Si no cambian, entonces los gustos ytodo lo demás no se modifican. No hay cambios autónomos en el aspecto de lademanda. Los que ocurran deben atribuirse, en último análisis, a los cambios delmecanismo técnico de la oferta. No existe un aspecto "psicológico" (o, para el caso"fisiológico") independiente de la escasez. Los hombres, sin miramiento de suscaracterísticas fundamentales, innatas o adquiridas, cuando se desenvuelven enambientes técnicos similares, poseen hábitos e instituciones similares. Esto puedeser correcto o equivocado, palabrería hegeliana o visión productiva de cosas que,

19  Las distinciones que empleo en lo que sigue son muysemejantes a las usadas por el Dr. Strigl (op.cit., 158-161). La diferencia de énfasis puede atribuirse al propósitodiverso de exposición. El Dr. Strigl trata de exhibir lainterpretación materialista como una teoría primitiva de loque el llama Datenanderung. Por consiguiente, tiende amenospreciar su deficiencia al no querer tomar en cuenta los

cambios en las valoraciones últimas, excepto en una formaderivativa de los cambios de la oferta. Por mi parte, deseodemostrar la distinción fundamental entre cualquierexplicación de la historia que resulte del análisiseconómico que conocemos y la explicación que presenta lainterpretación materialista. Por consiguiente, saco a luzeste punto particular. No creo que el Dr. Strigl ponga enduda la lógica de mis distinciones, como tampoco objetaríayo el interés de su analogía.

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por el momento, no son susceptibles de análisis científico, pero lo cierto es queeso no se puede deducir de ninguna ley de la teoría económica. Es unadeclaración de carácter general acerca de los motivos de la conducta humanaque, desde el punto de vista de la Ciencia Económica, es del todo gratuita. Elmarbete de "materialista" encaja perfectamente en la doctrina; no así el de"económica". La Economía puede bien proporcionar un instrumento valioso para

la explicación de la historia; pero nada hay en el análisis económico que nosautorice a afirmar que toda la historia puede explicarse en términos"económicos", si "económico" se usa como equivalente de lo técnicamentematerial. La interpretación materialista de la historia se ha llegado a llamarinterpretación económica porque se creyó que el objeto de la Economía era el deestudiar las "causas del bienestar material". Una vez que se admita que ese no esel caso, la interpretación materialista debe sostenerse o rechazarse como tal. LaCiencia Económica no presta ningún punto de apoyo a sus doctrinas, ni suponelas conexiones que aquélla establece. Los cambios en las valoraciones relativasson datos desde el punto de vista de la Ciencia Económica.20

 

20  Es verdad que puede sostenerse que una completacomprensión del análisis económico conduce a presuncionescontra la interpretación materialista. Una vez que seentiende cómo los cambios de la técnica influyendirectamente sobre el volumen de la demanda, esextraordinariamente difícil postular cualquier conexión

necesaria entre los cambio técnicos y los cambios autónomosde la demanda. Semejante actitud de escepticismo frente a lateoría marxista no supone la negación del materialismometafísico, aunque tampoco supone su aceptación. Supone tansólo rechazar la creencia de que las causas que influyen elgusto y otras cosas son técnicas por naturaleza. El másintransigente behaviorista encontraría inobjetable lacreencia de que en este sentido el materialismo técnico esuna verdad a medias muy equívoca.