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CAPÍTULO 1 SOCIEDAD Y EDUCACIÓN EN EL ANTIGUO EGIPTO De Egipto proceden los testimonios más antiguos y quizás más ricos acerca de todos los aspectos de la civilización, y en particular sobre la educación; y si bien la investigación arqueológica va descubriendo testimonios de otras civilizaciones más antiguas, sin embargo para los pueblos que reconocen su propia ascendencia histórica en la antigüedad clásica greco- romana y en sus versiones cristianas tardías, que han integrado tantos motivos del próximo Oriente., Egip- to es el principio de su historia. Por otra parte, esta primacía le era reconocida incluso en la antigüedad, ya sea por parte de los pueblos del próximo Oriente, ya sea por parte de los mismos griegos, que después fueron los educadores de los romanos. Por ejemplo, a principios del primer milenio, a.C., el príncipe de Biblos en Fenicia decla- raba al egipcio Venamun: "Amón ha fundado todos los países, después de haber fundado en primer lugar Egipto. El arte ha venido de allá, de donde vienes, hasta aquí donde yo estoy, y la educación nos ha venido de allá hasta donde yo estoy." Y no sólo Fenicia, sino también Mesopotamia pa- rece reconocer en Egipto el origen de su propia cultura, si hemos de creer en la opinión que se ha conservado de un escritor griego mucho más recien- [15]

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CAPÍTULO 1

SOCIEDAD Y EDUCACIÓN EN EL ANTIGUOEGIPTO

De Egipto proceden los testimonios más antiguos yquizás más ricos acerca de todos los aspectos de lacivilización, y en particular sobre la educación; y sibien la investigación arqueológica va descubriendotestimonios de otras civilizaciones más antiguas, sinembargo para los pueblos que reconocen su propiaascendencia histórica en la antigüedad clásica greco-romana y en sus versiones cristianas tardías, que hanintegrado tantos motivos del próximo Oriente., Egip-to es el principio de su historia.

Por otra parte, esta primacía le era reconocidaincluso en la antigüedad, ya sea por parte de lospueblos del próximo Oriente, ya sea por parte de losmismos griegos, que después fueron los educadoresde los romanos. Por ejemplo, a principios del primermilenio, a.C., el príncipe de Biblos en Fenicia decla-raba al egipcio Venamun: "Amón ha fundado todoslos países, después de haber fundado en primer lugarEgipto. El arte ha venido de allá, de donde tú vienes,hasta aquí donde yo estoy, y la educación nos havenido de allá hasta donde yo estoy."

Y no sólo Fenicia, sino también Mesopotamia pa-rece reconocer en Egipto el origen de su propiacultura, si hemos de creer en la opinión que se haconservado de un escritor griego mucho más recien-

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te, Diodoro Sículo, que en el siglo i d.C. escribía ensu Bibliotheca histórica'.

Entre otras cosas se dice que en Babilonia los caldeoseran antiguos colonos egipcios, expertos en astrología,por haberla aprendido de los sacerdotes egipcios [/, 3].

Por otra parte, incluso Platón, expresando unaopinión común entre los escritores griegos, manifes-taba su admiración por la antigua sabiduría egip-cia, cuando reconocía en el dios egipcio Thoth "alinventor de los números, del cálculo, de la geome-tría y de la astronomía, por no hablar del juego delos dados, y finalmente de las letras del alfabeto"[Pedro 274 c; Filebo 18 b-d\; atribuyéndole toda ac-tividad intelectual de todas las gentes.

Parece pues legítimo empezar por Egipto, unáni-memente reconocido como cuna común de la cul-tura y de la instrucción. En el cuarto milenio estáya en la madurez: ¿qué infancia y qué adolescenciahistórica se esconde detrás de esta madurez?

Se puede pensar que un pueblo establecido a lolargo de las orillas de un gran río y con una agricul-tura avanzada hubiese acumulado y transmitido des-de tiempos muy antiguos nociones de alto nivel nosolamente sobre la agricultura y agrimensura, sinotambién sobre las ciencias que constituyen su base:la geometría, para medir los terrenos; la astronomía,para conocer las estaciones; y sobre todo bs matemá-ticas, que son el instrumento de una y otra. Se puedepensar también que la división del trabajo, propiade una civilización desarrollada, articulada en mu-chos sectores productivos con una jerarquía interna(agricultura, construcción, canteras, cerámica, vesti-do3 medicina, etc.), presupone una transmisión orga-

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nizada de las habilidades prácticas y de las nocionescientíficas relativas a cada actividad. Pensamos enencontrar en seguida escuelas "intelectuales" de ma*-temáticas, geometría, astronomía, y de ciencias toda-vía más esotéricas y sagradas (ieré grámmata), asícomo escuelas prácticas de los diversos oficios; locual quiere decir, en las épocas antiguas, unas escue-las de sacerdotes y otras de aprendizaje artesanal (alas que cabe añadir el tirocinio de los guerreros).

En realidad, sobre estos dos aspectos fundamenta-les de la formación intelectual y profesional, que seorganizarán después como escuela y aprendizaje, nosfaltan, para los tiempos más antiguos, testimoniosdirectos, aunque en lo qué respecta al aprendizajedel trabajo agrícola o artesanal contamos con testi-monios figurativos que nos llegan a sugerir algo.

La casi totalidad de los testimonios, en definitiva,no se refiere ni a la escuela intelectual, entendidaen primer lugar como aprendizaje de las técnicas,culturales o de los aspectos formales e instrumentalesde la instrucción, definidos en la lectura, escritura ycálculos, ni al aprendizaje profesional, entendido co-mo adquisición de habilidades manuales parcialesy de nociones teóricas de cada oficio en particular.En cambio ha quedado testimonio del proceso de in-culturación reservado a las clases dominantes, o seade la escuela de formación para la vida política, omejor para el ejercicio del poder. Sin embargo, auncuando dicha formación, comprenda obviamente mu-chos elementos de la instrucción formal o instrumen-tal, los antiguos documentos no hablan de ello, nide su didáctica, sino sólo de una introducción a lasconductas y a la moral del dominio.

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1. EL REINO ANTIGUO: LA LITERATURA SAPIENCIALCOMO "iNSTITUTIO ORATORIA"

j corno se sabe, toda una literatura sapiencial,constituida por "enseñanzas" morales y conductivas,que es común a otras culturas del Oriente medio:baste pensar en la literatura de los pueblos de Me-sopotamia y en la Biblia. Dicha literatura presuponela existencia de una verdadera y propia escuela devida, reservada a los grupos dominantes.

Las "enseñanzas" más antiguas se remontan al pe-riodo arcaico, anterior al antiguo reino menfita, sies cierto que el primero de ellos data de la tercera di-nastía (siglo xxvii a.C.). Éstas contienen preceptosmorales y de conducta rigurosamente integrados conlas estructuras y las conveniencias sociales, o másdirectamente con el modo de vida propio de los gru-pos dominantes. Siempre se expresan en forma deconsejos dirigidos por el padre al hijo (pero3 cuandose trata de enseñantes de profesión, o escríbas3 eltérmino "hijo" se usa para indicar al discípulo, setrate o no de un hijo carnal), e insisten en la inin-terrumpida continuidad de la transmisión educativade generación en generación. Inalterabilidad y auto-ridad de les adultos son las características fundamen-tales. Los autores de estas primeras enseñanzas, yafueran príncipes o escribas funcionarios, constitu-yeron una tradición, convirtiéndose en los clásicospor excelencia de la literatura egipcia, encontrán-dose dichos escritos en muchas antologías escolásti-cas más recientes. Citemos por ejemplo a Kares,Hergedef (Gedefor), Khety, Neferty, Ptahemgiehuti,Khakheper-ra-seneb, Ptahhotep e Imhotep, del queno se ha conservado nada : son "los sabios que prede-cían el futuro", ya que "lo que salía de su boca se

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realizaba y ha quedado como un proverbio"; o sea,son los autores de una literatura que podríamos lla-mar profética y sapiencial, como podemos encon-trar a menudo en la Biblia.

En los textos que han llegado hasta nosotros., lasenseñanzas están encabezadas por un título-sumarioy concluyen a menudo con una especie de marco na-rrativo, que, al proporcionarnos la ocasión y lascircunstancias en las que aquella enseñanza fue im-partida, nos da testimonio, además de sus contenidosy fines, de la relación pedagógica entre docente ydiscípulo.

El primero en el orden cronológico es la Enseñan-za para Kaghemni, escrita por el padre, visir del reyUni, de la 3a. dinastía, entre 2654 y 2600 a.G.; noaparece el nombre de este padre, pero quizás se tratade aquel Kares que las antologías escolásticas másrecientes citan entre los sabios antiguos. En ella en-contramos una descripción de la situación y el des-arrollo concreto de esta escuela: el visir ha puestopreviamente por escrito sus enseñanzas, y se disponea transmitirlas a los hijos. "Entonces el visir hizollamar a sus hijos... Y al final les dijo: todo loque está escrito en este libro, escúchenlo tal como leshe dicho. No olviden nada de lo que ha sido orde-nado. Entonces ellos se postraron con el vientre enel suelo y lo recitaron en voz alta como estaba escri-to, y aquello fue más hermoso para su corazón quecualquier otra cosa en el mundo" [Bresdani, 30].

He aquí, por así decir, la fotografía de una rela-ción pedagógica en una educación mnemónica, re-petitiva, fundada en la escritura y transmitida auto-ritariamente del padre a los hijos. Sin embargo nose puede saber si el aprendizaje del medio técnico,formal, de la escritura y de la lectura de lo que fue

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escrito, sea parte integrante de este proceso, o si lopreceda o quede fuera; el visir escribió, pero estotambién podría significar que dictó a un escriba; loshijos lo recitan, pero esto también se puede producirno a través de la lectura directa, sino a través de larepetición de una lectura hecha por otros. Si bien esprobable que los notables supieran leer y escribir,todavía es más probable que los expertos de estastécnicas, en aquel tiempo muy complicadas, fueranotros, que las ejercían profesionalmente. En cuantoa los contenidos, nos presentan como modalidad pe-culiar una variedad de conductas, similar por suestructura lógica a la que es propia de los antiguostextos legislativos, no sólo egipcios sino también deotros pueblos. No hay preceptos generales, sino sólopreceptos de conducta respecto a una infinidad decasos particulares: el "sí" y el "cuando" son losestilemas típicos de estas variaciones de una conductasustancialmente uniforme. Y esto corresponde a lamentalidad antigua, con su preferencia por la yuxta-posición acumulativa de casos particulares, no orde-nados según criterios generales. Todo lo más, unasentencia de carácter universal puede cerrar o sellaruna serie de casos: "Si te sientas con un goloso,come cuando su deseo haya pasado. Si bebes con unborracho, bebe cuando su corazón se haya sacia-do..." o más adelante: "No te enorgullezcas de tufuerza cuando estés entre tus compañeros. Procurano ser desconfiado, . ."y finalmente la moraleja decarácter general: "No se sabe lo que puede suceder,no se sabe lo que hace Dios cuando castiga" [Bres-ciani, 31], Como se ve, se trata de consejos de sabi-duría práctica, vinculados a particulares situaciones,en infinitas variaciones, y que podemos encontrar enmuchísimas otras enseñanzas.

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Similar a la mencionada es la Enseñanza de Her-gedef (Gedefor), un príncipe real, hijo del rey KeopsII de la 4a. dinastía (2600-2480 a.G.). También estaenseñanza tiene su título sumario: "Principio de laenseñanza hecha por el príncipe Hergedef, hijo delrey, para su propio hijo que él educa, de nombreAuibra" [Bresciani, 28], al cual siguen los acostum-brados consejos ético-conductivos: "Enmiéndate antetus ojos. Procura que no te enmiende otro... Fun-da un hogar: cásate con una mujer fuerte, te naceráun hijo varón. Construye una casa para tu hijo.. .Ten una sepultura digna. Intenta adquirir una pro-piedad de tierras que reciban la inundación..."[ibid.].

Más que a la conciencia interior3 la moralidad pa-rece dirigida hacía las relaciones interpersonales; elenmendarse ante los propios ojos parece dependerde la oportunidad de no hacerse enmendar por otros.La universalidad de la enseñanza moral parece con-dicionada por el hecho de dirigirse a un grupo par-ticular de individuos, sufriendo el condicionamientosocial correspondiente.

Más amplia, y más ceñida a su marco, es la Ense-ñanza de Ptahkotep, visir del rey Isesi de la 4a. di-nastía (ca. 2450 a.G.), que nos ha llegado a travésde tres papiros y una tablilla medio milenio másrecientes. El marco es de por sí una especie de mo-raleja novelada: Ptahhotep se siente viejo, tiene yaciento diez años, y, una vez descritos sarcásticamentelos males de la vejez ("Lo que hace la vejez delhombre es algo malo del todo"), se dirige al faraónpara pedirle, según la etiqueta cortesana, que le or-dene hablar para dejar una enseñanza al hijo; y paraobtener su gracia y agradecérselo, añade: (t ¡ Ah!

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¡Que pueda hacerse a semejanza tuya y se aleje delas preocupaciones del pueblo!" [Bresciani, 32].

Así, la enseñanza privada, de sabiduría ético-con-ductiva para un hijo, se asemeja al consejo políticopara el faraón. Y efectivamente, como veremos, enesta identidad entre privado y político reside la ca-racterística principal de estas enseñanzas, que estánprecisamente dirigidas a la formación del hombrepolítico. La respuesta con la que el faraón impartela orden solicitada contiene un elemento ulteriorque nos ilumina acerca de las finalidades políticasde la instrucción, haciéndonos entender mejor el sen-tido de los consejos de conducta que seguirán; "Dijoentonces la Majestad de este Dios: Enséñale puesantes que todo a hablar, de tal forma que pueda serejemplo para los hijos de los nobles. Entre en él laobediencia a toda directriz de quien le habla. Nadieha nacido sabio" [Bresciani, 34}.

La educación para hablar, en primer lugar, des-pués la obediencia y finalmente el valor de la edu-cación con relación a la naturaleza y dirigida a laformación de la personalidad, son los temas pedagó-gicos fundamentales señalados en estas antiquísimaspalabras atribuidas al faraón. Pero lo esencial es elhablar bien, lo cual se retoma después de este mar-co narrativo, a título de verdadera y propia ense-ñanza: "Empiezan los preceptos del bien hablar,que el noble Ptahhotep pronunció, instruyendo alignorante en el saber, para hablar bien" [ibtd.]; y aeste respecto se insiste especialmente en una largaenseñanza: "Si su boca procede con palabras inno-blesj debes domarlo, en cuanto a su boca, completa-mente ... La palabra es más difícil que cualquierotro trabajo, y su conocedor es aquel que sabe usarlaa propósito. Son artistas aquellos que hablan en el

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consejo. . . Vean todos que son ellos los que aplacana la multitud, y no se obtienen riquezas sin ellos. . ,3 '[Bresciani, 37y 41, 46}.

Contenido y fin de la enseñanza es pues el ha-blar bien. Pero, ¿ qué significa propiamente este hablarbien? Creo que sería del todo equivocado conside-rarlo en clave estético-literaria; y, sin temor de for-zar el texto, se puede aquí afirmar que, por primeravez en la historia, nos encontramos ante la defini-ción de oratoria como arte político del poder, o,anticipando los términos que usará Quintiliano, anteuna verdadera y propia institutio oratoria^ educacióndel orador u hombre político. Más de dos mileniosy medio separan a Ptahhotep de Quintiliano, másque entre Quintiliano y nosotros, y la civilizaciónegipcia es muy distinta de la reforma; sm embargocreo que se puede señalar legítimamente esta continui-dad de principio en la formación de los grupos diri-gentes en las sociedades antiguas, y no solamente enaquéllas. Iremos confirmando esto a medida que siga-mos adelante, aunque es necesario precisar que la con-tinuidad y la afinidad no van más allá de este fin men-cionado, que es la formación del orador o político, yque la inspiración y los contenidos, la técnica y la si-tuación serán profundamente distintos de una so-ciedad a otra.

Cabe señalar que esta enseñanza del antiguo Ptah-hotep se dirige propiamente al bien hablar y de nin-guna manera al bien escribir, si bien la escritura eraya un instrumento esencial de cultura y estaba yapresente en el fondo de la enseñanza para Kaghemni.Esto tiene su explicación: la escritura es una técnicamaterial, instrumento de registro de actos oficiales,usado por expertos no necesariamente gobernantes,mientras que el hablar se identifica con el arte de

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gobierno, que consiste, como nos ha dicho Ptahhotep,en intervenir en los consejos restringidos del podery en arengar a las multitudes para aplacarlas. Sinllegar a forzar el texto, esta distinción parece anti-cipar las distinciones de la oratoria greco-latina, cla-sificada según sé hablase "en el consejo" (in senatti)o "a la multitud" (ad populum).

No hay duda que Ptahhotep está educando al fu-turo político o, sí se quiere, en la situación del antiguoreino egipcio, al hombre de palacio. Que después enesta educación, además del arte de la palabra, entretambién la obediencia, ya lo sabemos, pero sería banalaislar esta obediencia del contexto social: el obede-cer está indiscutiblemente unido al mandar, dos tér-minos que se reencuentran infinitas veces, repro-puestos significativamente en toda reflexión sobreeducación y sociedad. Así surge la obediencia: "Sieres un hombre de cualidad, forma" un hijo que pue-da estar a favor del rey... Inclina la espalda antetu superior y tu intendente en el palacio real... Esmalo para quien se opone a su superior... Es útilescuchar para un hijo que escucha, y quien escuchase convierte en un hombre obediente... Educa entu hijo a un hombre obediente. Un hijo obediente esun servidor de Horo, el faraón... Sé absolutamenteescrupuloso hacia tu superior... Actúa de maneraque su superior diga: Qué bueno es aquel a quiensu padre ha instruido" [Bresciani, 37, 42, 44-47].

En un reino autocrático, el arte de mandar estambién y antes que todo un arte de la obediencia:la subordinación es una de las constantes milenariasde esta inculturación, siendo parte integrante de lamisma el castigo y el rigor: "Castiga duramente yeduca duramente" \Brescianiy 43] y, con el rigor,el conservadurismo, el perpetuarse inmutable de esta

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educación de padre a hijo: "Todo hombre que hasido instruido debe hablar a sus hijos renovando laenseñanza de su padre" [Brescian^ 4€\ lo cual com-porta una ulterior recomendación de ser escrupulosorespecto a la palabra; al final de su texto, en efecto,Ptahhotep advierte una vez más: "No se debe qui-tar o añadir palabra. No se debe poner una en ellugar de otra" [ibid.]; como en la vida política, tam-bién en la formación para ella es esencial el másabsoluto respeto a la palabra.

En cuanto a los contenidos, concretos de esta ense-ñanza, además de la práctica inmediata de la polí-tica, consistente en mandar y obedecer, éstos nosreproponen aquella sabiduría de conducta que hemosya escuchado en Kares y en Hergedef, expresada conla acostumbrada casuística. Son los temas sobre "fun-dar un hogar", amar la mujer "como conviene" yde nuevo los relativos a la conducta con los extraños.He aquí el consejo sobre cómo comportarse "con uninterlocutor en su momento de cólera". Ptahhotepdistingue tres posibles interlocutores: el que "dirigesu corazón como si fuera alguien más valiente quetú", el qué es "tu similar y vale lo mismo que tú", yfinalmente aquel que "es un hombre de poco pesoy no ciertamente tu igual". En los distintos maticesde conducta con diversas personas, la constante estáen el dominio del propio corazón, o sea de las pa-siones. Y, como en las enseñanzas precedentes, pue-de haber dos casos: que el alumno pueda ser un"hombre de calidad", o uno que "desde pequeño hasido grande". Esto deja suponer que dicha incultura-ción se refiera esencialmente a "los hijos del rey"y a los nobles de la corte, asimilados a ellos porqueen general estaban emparentados con el rey, aunqueno se excluían personas de otra extracción, admi-

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tiendo una cierta movilidad social. También puedeconsiderarse como un aspecto de esta movilidad, oal menos como una prueba de una primera toma deconciencia de las diferencias sociales, el parangónque se hace entre el experto de la palabra, o sea delmando, y el experto en otras actividades o artes. Lapalabra es también un "arte", y el que habla en elconsejo es un "artista", dice Ptahhotep, establecien-do asi entre las diversas actividades productivas ylas de mando un parangón que tendrá una largacontinuidad en la historia y volveremos a encon-trar de manera significativa en las llamadas sátiras delos oficios de la literatura egipcia más reciente y deotras literaturas. Este tema de la relación dorninio-producción, cultura-trabajo, que se convertirá despuésen relación entre grupos dominantes y grupos domina-dos, poseedores exclusivos los primeros de las técnicasde dominio, los otros de las técnicas de producción,aparece ya en estos textos antiquísimos, y tiene en elcampo de la formación del hombre una de sus ma-nifestaciones más inequívocas. Lo volveremos a en-contrar bien pronto en otras enseñanzas.

Estos documentos de la edad arcaica y del reinoantiguo nos han proporcionado pues informacionesde gran importancia sobre la educación en sus rela-ciones con la sociedad. Si prestamos atención no sóloa los temas genéricos de la obediencia y del confor-mismo; si vamos más al fondo para ver el obedecervinculado al mandar, y el conformismo y el rigoren su nexo con las relaciones sociales; si además noentendemos el arte de hablar como un arte de litera-tos y estetas, sino como la técnica esencial del domi-nio, entonces surge con claridad el significado socialde esta primera formación del hombre político deque la historia nos ha dejado testimonio inequívoco.

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LA EDAD FEUDAL 27

No se trata de la instrucción intelectual de los sacer-dotes y de los escribas, ni del aprendizaje profesionalde los alineados en la producción material, sino deuna inculturación a la moralidad y a la conducta delos grandes, y junto a la inculturación, el adiestra-miento en una técnica, la del dominio, que debe po-seer quien pertenece a los grupos dominantes: lapalabra que persuade. Deberíamos hablar tambiénde las armas que constriñen, pero sobre ellas no con-tamos todavía con documentación.

¿. LA EDAD FEUDAL: LOS NUEVOS HABLADORES

El primer período intermedio, o edad feudal, con suscuatro dinastías (de la 7a. a la 10a., del 2190 al 2040a.C.) también nos ha dejado autobiografías y ense-ñanzas, que demuestran ya sea la continuidad, ya seaalgunas novedades particulares en el campo de laeducación. Los señores locales aparecen ahora másindependientes respecto al poder real y los faraonesmás preocupados por la disminución de la discipli-na social.

Un elemento de la educación, que hemos señaladoen la introducción, y que es fundamental para laformación de los grupos dominantes, el tirocinio gím-nico-militar, aparece ahora documentado por prime-ra vez. La Autobiografía de Khety, gobernador deAssiut en la época heracleopolitana, entre la 9a. y10a. dinastía (2130-2040 a.C.), entre otras cosasnos informa de que el rey lo había convertido en se-ñor desde que era un niño de poca estatura, y lohabía puesto después al frente de los jóvenes. Estohace pensar de nuevo en una cierta movilidad so-cial, aunque sea según el arbitrio del poder, y en

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una educación de alguna manera institucionalizada,en la que los jóvenes son confiados a una personaprofesionalmente dedicada a ellos. Pero sobre todoesta autobiografía nos informa sobre la educaciónfísica: el rey, se dice "lo hizo aprender a nadarjunto con los hijos del rey ... y lo educó como a unhijo" \Bresciani, 61].

La natación es precisamente uno de los ejerciciosfundamentales de aquella educación física que, re-servada a los poderosos, se lleva a cabo a través deun proceso sistemáticamente organizado. Además.,aparece de nuevo que junto con los hijos del rey soneducados otros jóvenes, escogidos por el rey, los cua-les acaban siendo también considerados "hijos delrey", como son llamados efectivamente. Por lo tantotenemos ya una forma institucionalizada de educa-ción ya sea intelectual (hablar bien), ya física (na-tación), que tiene su centro en la corte o palacio, yestá reservada a los príncipes reales y a otros jóvenesnobles o de alguna manera asimilados a la nobleza.Es de suponer que también los potentados locales,en cuanto emanaciones del poder del faraón^ o encuanto centros relativamente autónomos, contarancon algo similar a esta escuela regia.

Además, para los que no eran nobles o no estabandestinados a los cargos políticos, existía en palaciouna escuela especial, el "kap" o buhardilla; algunosdocumentos nos hablan del "kap" o de los "hijosdel kap".

El modelo de estas escuelas sigue siendo de todosmodos la escuela de palacio: "El Alto y el Bajo Egip-to decían: Es como aquellos que son instruidos porel rey" [ibid.], podemos leer en la misma Autobio-grafía de Khety.

Pero en lo que respecta a los detalles, ya sea de la

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LA EDAD FEUDAL 29

educación física, ya sea de las otras escuelas quepodían existir cerca del palacio, hemos de esperardocumentos más recientes.

A esta época pertenece otra enseñanza que, por laevidencia de los señalamientos al carácter político ysocial de esta educación, podemos recordar junto ala de Ptahhotep, Se trata de la Enseñanza para Me-ñkara, hijo del faraón Khety II, de la 10a. dinastía(2000 a.C.). Se trata de una desconsolada constatacióndel desorden social entonces existente, que se expresaa través de la nostalgia por la antigua sabiduría "delpadre y de los predecesores", o sea por el antiguoorden que había entrado en crisis. La decadenciadel arte de la palabra que, como sabemos, significael arte de la política, está descrita con amargura, ysu usurpación por parte de los demagogos es con-denada enérgicamente: "Es Iodo el hablador (me-duti): apártalo, mátalo, olvida su nombre" [Eres-ciant, 84].

Aquí hay una condenación explícita de la apro-piación del arte de la palabra, o arte política, porparte de los nuevos grupos sociales; una condenaciónque encontraremos a menudo a lo largo de la histo-ria. El "hablador" no es, evidentemente, un habla-dor rudo y sin gusto literario, sino el demagogo, elcual, al no pertenecer al grupo dominante, intentaconquistar el poder con un mal uso de este arte. Aeste desprecio por los nuevos oradores o políticos seañade el aviso dado por el faraón al hijo, a fin deque recupere para sí mismo este.arte del dominio:"Sé un artista (hemme) de la palabra, de modo queseas poderoso. La lengua es la espada del hombre.. . Es más fuerte un discurso que cualquier otraarma" [Bresciani, 84]; y después de exaltar a los pre-decesores, cuyas palabras, conservadas en los escritos,

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se tienen que leer constantemente, he aquí de nuevoel aviso que reconfirma el carácter técnico de estearte: "Se tiene un artista cuando uno es instruido"[Bresciant, 85]. Se expresa aquí una vez más la con-cepción de la política como un arte o una técnica,que exige un aprendizaje, aunque exclusivo de lospoderosos y opuesto a todas las artes materialmenteproductivas. Se trata de una oposición que tendráen seguida algunos interesantes desarrollos literarios.

De todos modos, el señor Khety y el príncipe Meri-kara tienen a sus espaldas una tradición literaria yaantigua, lo que no era el caso de Kaghemni, Herge-def o Ptahhotep, los cuales, en todo caso, pensabanen el destino futuro de sus escritos que intentarontransmitir inalterados, y no en los anteriores a unatradición que estaban ellos fundando.

El constituirse de una tradición, junto a la sistema-ticidad (hemos hablado de "institucionalización") delas enseñanzas, nos autoriza ya a hablar propiamentede escuela. No por casualidad, en esta enseñanzapara Merikara, el padre Khety le ordena proveerdirectamente a la instrucción de los hombres de sucorte: "Instruye a tu corte sobre la estera: un reysabio es una escuela para los nobles" [Bfescianij 84].La parentela (los "hijos") y la devoción ya no bas-tan, es necesario fundamentarse en una formacióndel hombre político más sistemática, a fin de que noocupe su lugar cualquier orador del pueblo, unmeduti,

Esta escuela, de la cual habíamos solamente entre-visto en las antiguas enseñanzas el ceremonial y ladidáctica, consistente en el texto escrito y en elaprendizaje memorístico, se nos presenta ahora visi-blemente mejor definida: se desarrollaba con elmaestro sentado sobre una estera, y con los alumnos

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LA EDAD FEUDAL 31

a su alrededor. No contamos, en toda la riquísimaiconografía egipcia; representaciones que se refie-ran directamente a la escuela; ni tan sólo tenemosrestos de edificios escolares; pero la tradición poste-rior de todo el Oriente hasta hoy día, documentadapor numerosas representaciones, nos presenta siem-pre al maestro sentado sobre una estera, dentro deun edificio o a veces bajo la sombra de una higue-ra, con los alumnos sentados a su alrededor. Podemosimaginarnos así la escuela de Merikara, dado quepor la Autobiografía de Khety sabemos que en lacorte del faraón había una persona delegada como"jefe de los jóvenes", para su formación.

Por lo demás, esta misma enseñanza nos da otrotestimonio sobre la existencia de esta escuela de pala-cio, cuando, después del preámbulo, al desarrollarlos contenidos concretos de esta instrucción, el padrehace esta advertencia: "No mates a un hombre dequien conoces la excelencia, junto al cual tú has leídoen alta voz los escritos" [Bresáani, 86], Tenemos aquíotra indicación respecto a los modos didácticos, quenos recuerda y precisa mejor lo que ya sabíamos, conbase en la enseñanza para Kaghemni, sobre el repetirde memoria: los alumnos solían canturrear juntoslos textos que tenían que aprender; una costumbredestinada a perpetuarse por milenios.

Pero es necesario añadir que este denso documen-to, que había empezado deplorando a los cthabla-dores" y seguido con el elogio de los verdaderos "ar-tistas de la palabra", concluye con una indicación deapertura social, que podemos comprender por tra-tarse de una época de profundos cambios, en la quese intenta buscar en todos los estratos de la sociedada los colaboradores del poder real que se quiere res-taurar: "No hagas diferencia entre el hijo de un

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noble y un plebeyo, pero eleva hasta ti al hombre acausa de sus acciones" [Brescuuá, 87].

Sin embargo, estos pequeños que se convierten engrandes ya no son unos asociados a un poder dinás-tico-familiar, sino sólo funcionarios subordinados aun poder burocratizado. En su formación vemos con-solidarse aquellas estructuras o momentos educativosque hemos visto surgir poco a poco: el proceso sis-temático, la existencia de un encargado de la forma-ción de los jóvenes, el uso del texto escrito,, el apren-dizaje mnemotécnico de este texto, canturreado acoro por los jóvenes alumnos3 etc. Poco a poco nosencontramos ante la consolidación de una tradiciónque tiene en la escritura su primer instrumento. Esteinstrumento de la escritura, que ya estaba al serviciode los objetivos de la memoria histórica y de la ad-ministración civil, viene a ser cada vez más el ins-trumento de la formación para el poder, para la cualhabía bastado hasta entonces el dominio de la pa-labra hablada. Así pues, el escriba, o sea el técnicocapaz de escribir, tiende a convertirse, además defuncionario de la administración, también, si nosobre toüo,, en enseñante de los grandes (por naci-miento o por avance social) y especialmente de los"hijos del rey" y de los hijos de los otros grandes.

3. EL REINO MEDIO: EL ESCRIBA Y LOS OTROSOFICIOS

En las épocas posteriores, el uso del libro de texto,como se puede ya llamar, es cada vez más frecuentey generalizado. Pertenece a principios del reino me-dio, o periodo tebano (lia. y 12a. dinastía, 2040-1786 a.G.)5 el texto clásico de la enseñanza sapien-

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cial usado en las escuelas, la Kemit o Summa. Es eltexto de un escriba que educa a un escriba; aunquepuede tratarse de un padre que educa a su propiohijo, lo cual nos confirma que la instrucción era ori-ginalmente un hecho interno a la familia, como porcualquier otra actividad profesional, o bien de unescriba que se consigue un alumno, siempre consi-derado como un hijo: "Oh, escriba, debes conse-guirte un hijo, que sea educado de arriba abajo enlas letras útiles. También yo fui educado por mí pa-dre en las letras útiles, que le habían sido transmiti-das ... Después me he visto alabado por ello, despuésde haberme convertido en sabio... Así pues, tambiéntú debes hacerte de un hijo que sea educado en lasletra" [Brunner, 10].

Como en otros documentos, después de los testi-monios sobre una escuela que, si no era pública, almenos era colectiva, tenemos ahora el testimoniosobre una relación educativa privada, de padre ahijo, o de escriba a discípulo, que renueva la rela-ción de las enseñanzas más antiguas. Sin embargo,aquí el acceso a la profesión de escriba se abre antelos muchachos de una manera más marcada que an-tes, en una perspectiva de ascenso social. Aquí tene-mos letras en lugar de palabras, y, como para laspalabras, también con respecto a las letras convendrápreguntarse qué son en realidad.

Las letras útiles no son tampoco las buenas letras,la literatura, sino la preparación, o incluso el ejer-cicio directo del poder, ciertamente en el marco delas tareas administrativas del gobierno. En las ins-cripciones de este periodo encontramos de una ma-nera definida una gran variedad de estas tareas: es-criba es el que lee en las escrituras antiguas, el queescribe rollos de papiro en la casa del rey, el que,

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instruido por el rey, instruye a sus compañeros yguía a quien está sobre él, o bien es el maestro delos niños y maestro de los hijos del rey, el que co-noce el ceremonial del palacio y es iniciado en !adoctrina de la majestad del faraón. Y esto sin con-tar las especializaciones del escriba legal de los jero-glíficos, del escriba de la "casa de los escritos", de la"casa de la vida"; etc. Como para cualquier profe-sional que posea una técnica o arte, su tarea es ense-ñar también esta técnica o arte a algún "hijo" paraperpetuar el conocimiento y el uso; tal vez esta tareade enseñanza llega a ser exclusiva, convirtiéndose enoficio o profesión del escriba, que es entonces esen-cialmente un maestro.

Ahora el escriba no es tanto uno que se opone a lasmultitudes para aplacarlas, como el noble de Ptahho-tep, o que se opone al demagogo para derrotarlo,como el príncipe Merikara, sino más bien uno quese distingue de todos los profesionales de las otrasartes, afirmando la superioridad de la propia; locual podremos constatar en aquel género literario es-pecial llamado "sátiras de los oficios". Su especía-lización como maestro es confirmada por numero-sas inscripciones fúnebres de este período, en lasque podemos leer por ejemplo: "Yo fui uno que elrey conoció. Como verdaderamente apreciado, fuinombrado maestro de los hijos del rey, ya que co-nocía el ceremonial de palacio" [Brunner, 13]

La progresiva transformación de la sabiduría encultura, o sea en conocimiento erudito y en asimi-lación de la tradición con sus rituales, y el correla-tivo constituirse de la escuela con sus materiales di-dácticos, o sea los libros (entonces rollos de papiro),ha sido confirmado, además que por las inscripcionesfúnebres, también por textos literarios, especialmen-

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te por una fábula, perteneciente al reino medio,contenida en el papiro Westcar, de la cual es prota-gonista precisamente aquel antiquísimo príncipe Her-gedefj hijo de Keops II, de la 4a. dinastía, que he-mos encontrado como autor de una de las primerasenseñanzas que han llegado hasta nosotros.

Se narra cómo Hergedef, enviado por el faraónpara invitar a palacio al sabio Gedi, lo encuentra enmedio de sus discípulos, recibiendo esta respuesta:"Proporcióname una barca que me transporte a mí,a mis hijos y mis libros" [Bfunner, 18],

Por lo tanto, si no fue en la edad del mítico Gedi,o de Hergedef, al menos en la época en que fue re-dactada esta fábula, los libros eran ya el bagaje deun sabio y de su escuela. La escuela aparece ya comouna institución bien consolidada.

Otras inscripciones del reino medio, como tambiéndel reino nuevo, recuerdan muchos momentos de lavida de maestros y discípulos. Leemos asi de unoque fue "maestro para los niños, gracias a su ha-blar calmado y a su paciencia", de otro que "fuesabio para los ignorantes", de "uno que instruyó alhombre sobre lo que le era útil", de otro que "ins-truyó a sus congéneres", de uno que "instruyó alrey en sus pasos", de otro que "instruyó a sus com-pañeros con gusto", de alguien que pudo guiar in-cluso a aquellos "que estaban por encima de él"; enotra parte, se habla de uno "que comprendió lo queera más importante en la enseñanza de su señor y enla de su padre", de uno "celoso en el pedir, pacienteen el escuchar", de "un niño crecido a los pies de suseñor como alumno de Horo, el señor del palacio",y también de "un discípulo del templo de Ammón,cuando estaba todavía en edad escolar", y así mu-chos más ejemplos. Contamos con numerosos docu-

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mentos que nos confirman lo que ya sabíamos sobrela existencia de la escuela del palacio (o tambiéndel templo), sobre la instrucción privada, sobre larelación maestros-discípulos.

A esta época pertenece el documento quizás másimportante por la riqueza de la documentación ypor el vigor poético: la llamada "sátira de los ofi-cios'* o enseñanza de otro Khety (que no se ha deconfundir con el autor de la Autobiografía, que he-mos mencionado perteneciente al siglo xxi a.C.); esel más sugestivo, después del de Ptahhotep, y cier-tamente uno de los más leídos, junto con la Kemit,en las escuelas de los siglos posteriores.

También esta enseñanza, que tiene un largo título-sumario, se presenta con su marco narrativo, en elcual se nos presenta a Khety instruyendo al hijoPepi mientras se dirigen en barca a la residenciareal (el escenario es pues parte del de la fábula delpapiro Westcar), los cuales frecuentarán la escueladel palacio. Además de los acostumbrados motivossapienciales y de las más recientes exaltaciones de lascondiciones del escriba, esta enseñanza nos presentauna explícita y motivada confrontación, hasta ahorainédita., entre la profesión de escriba y todos los otrosoficios, y nos ofrece así un rasgo de fuerte originali-dad respecto a todas las otras enseñanzas hasta aho-ra vistas. Leámoslo: "Principio de la enseñanza queha compuesto un pasajero de cabina [?], de nombreKhety, hijo de Duauf, para su hijo, de nombre Pepi:él se dirigía hacia el sur, a la residencia, para lle-varlo a la escuela de los escribas, entre los hijos delos grandes, como uno que está al frente de la resi-dencia, y mientras tanto le decía: Yo he conocidofatigas, pero tú debes dedicarte a escribir, porquehe comprobado que así uno es libre de su trabajo:

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he aquí pues que nada es más útil que los libros..."[Bresciani, 151].

En esta contraposición entre la pobreza inicial yel bienestar adquirido vemos como un eco de la en-señanza de Ptahhotep, un nuevo señalamiento de lamovilidad social. En la parte positiva de la enseñan-za, el modelOj de acuerdo con toda la tradición yespecialmente con Ptahhotep, es la Kemit, explíci-tamente citada3 en la cual se repite, entre otras co-sas., el motivo de la condición del escriba como libe-ración de la necesidad: "Lee pues las palabras fina-les de la Kemit y encontrarás esta frase que dice:En cuanto al escriba, cualquiera que sea su lugar enla residencia, no estará nunca necesitado, no dejaráel bienestar" [Bresciani, 251-2].

La fortuna social del escriba, igual que su sabidu-ría, reside en los libros: y esta sabiduría es cultura,conocimiento, literatura, erudición: "Haré que túames los libros más que a tu madre" [ibid., 153]; yla escuela es el lugar donde se estudia en los librospara convertirse en escriba: "Es útil para ti un díade escuela: dura para la eternidad su trabajo, comouna montaña" [ibid., 156].

Siguen a continuación, entre muchos consejos re-lativos a la tradición, avisos especiales para la vidade la escuela: "Se sale de la escuela después que sete ha indicado que es mediodía, y caminas desde eledificio, sin detenerte hasta que llegues a tu destino.No durará el nombre de quien deja la escuela congritos de alegría" [ibid.].

El horario escolar, la conducta de los muchachosque van y vienen de la escuela, son motivos nuevos,entre los cuales se muestran algunas vertientes cu-riosas. Alrededor de esta conducta, se desarrolla, unavez más, el motivo de la obediencia: "Se ve en se-

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guida quién es el escriba que obedece; el que obe-dece se hace bueno" [ibid» 757]. Precisamente la obe-diencia y el estudio aparecen cada vez más como el ca-mino hacia la ventajosa vida de escriba, o sea haciael espejismo de la promoción social: "He aquí quees muy bueno que seas enviado a menudo [con men-sajes]; así puedes escuchar las palabras de los fun-cionarioSj de manera que asumas los modos de lagente importante" [ibid.]. El arte del bien hablar seconvierte aquí, más explícitamente que nunca, enarte político, reducido sin embargo, en un imperioburocratizado, a la técnica de los funcionarios. Y éstees el oficio ante el cual todos los otros quedan desca-lificados: "Te mostraré toda su belleza: es de ver-dad más grande que cualquier otra profesión, noexiste otra igual en este país" [ibid» 153],

La relación de los otros oficios se desarrolla, a par-tir de esta afirmación, con progresiva vivacidad, enel estilo sarcástico de una sátira con énfasis festivo:"No he visto a un zapatero que sea enviado comomensajero; tampoco se envía a un orfebre. Pero he vis-to al herrero en su trabajo junto a la fragua: apestamás que los huevos de pescado" [ibid» 154\. Sigue unarelación de numerosos oficios, una de las más com-pletas que han llegado hasta nosotros (aparte la delos tardíos Onomástica): carpintero, cantero, barbe-ro, pastor, alfarero, albañil, jardinero, campesino,tejedor, fabricante de flechas, mensajero, recolectorde estiércol o cañas, zapatero, lavandero, cazadorde pájaros, pescador. No nos corresponde a nosotroscomentar estas vivísimas páginas, pero nos interesasu conclusión: "Pues bien, no existe un oficio sinque alguien dé órdenes, excepto el de escriba, por-que es él quien da órdenes. Si sabes escribir, estarás

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mejor que en todos los oficios que te he menciona-do" [ibid., 156].

Este oficio, por lo que se ve; consiste esencialmen-te en dar órdenes, así como en ser enviado comomensajero, que a menudo quiere decir transmitirórdenes: una función de evidente prestigio y autori-dad., que presupone la adquisición de competenciasa través de la asistencia a una verdadera y propiaescuela, lo cual no existe para los otros oficios. Enefecto, fuera de la escuela no se puede adquirir elconocimiento técnico del bien hablar, de la palabrade los funcionarios que permite referir las cosas exac-tamente, sin añadir ni olvidar nada, hablando el len-guaje de los grandes. Para estas tareas, para las queuno "no se viste con ropas de trabajo", la prepara-ción no consiste en un aprendizaje en el que se ob-serve y se imite, en un proceso espontáneo, a losadultos que los entrenan, como se hace en los otrosoficios^ sino en un proceso institucionalizado que sedesarrolla en un lugar separado, donde los niños noimitan directamente a los adultos que trabajan, sinoque aprenden a imitarlos; éste es el lugar que llama-mos escuela: "Es útil para ti un día de escuela.. ."[ibid., 156].

Llegados a este punto, la primera parte de la en-señanza de Khety, con la confrontación entre prepa-ración del escriba y ejercicio de las otras profesiones,ha concluido, y Khety señala el inicio de una segun-da parte: "Te diré también otras cosas para ins-truirte ..." • esta parte es más directamente sapien-cial y sus consejos ético-conductuales nos hacen pen-sar sobre todo en la Kemit y en Ptahhotep. Una vezmás, se definen aquí de manera inequívoca las fina-lidades de esta formación del hombre político: "a finde que sepas comportarte allá donde se combate, y

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sepas acercarte al lugar donde se discute" \ibid., 156].Aquí, junto a la capacidad de hablar en los con-

sejos y al pueblo, que ya conocemos desde la ense-ñanza de Ptahhotep, y de referir mensajes, se nos pro-pone otro aspecto de las técnicas de dominio, quehasta ahora sólo se había insinuado en el aprendi-zaje de la natación en la Autobiografía del otroKhety, a finales del tercer milenio: se trata preci-samente de la educación física, que prepara a com-portarse "allá donde se combate". Si bien no se vamás allá de una simple señal, que corre el riesgo deparecer impropia en un contexto más bien librescoy en boca de un escriba (pronto encontraremos alescriba militar, en un nivel que hoy podríamos lla-mar de servicios, más que en los niveles estratégicoo táctico), se establece algo importante en la forma-ción del gobernante.

En su conjunto, esta estupenda enseñanza, una pá-gina de sabia y proporcionada poesía, equilibrada ensus dos partes, satírica y parenética, refinada al re-tomar y reflejar una y otra, aunque se repiten losmodos y los contenidos del antiguo Ptahhotep y dela reciente Kemit, es sin embargo original en !aparte satírica.

Si es cierto que los antiguos aprendizajes presupo-nen un orden social dado e inmutable, esto formulaimplícitamente un juicio sobre el orden social. Enrealidad, al satirizar la triste vida de los diversosartesanos, reconoce implícitamente que no todo esbueno en el mejor de los mundos posibles, y nos dejaun testimonio vivo por escrito sobre la opresión y laexplotación del trabajo. Por lo demás, varias vecesel destino de los grupos subalternos es mostrarse so-bre el escenario de la historia como objeto negativode la sátira y de la violencia ejercida sobre ellos por

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los grupos dominantes y por sus ideólogos (encon-traremos otros ejemplos en otros pueblos) y no dejanmás que tenues y lábiles huellas de la maduración desus capacidades.

4. EL SEGUNDO PERIODO INTERMEDIO Y EL TIROCINIO

DEL GUERRERO

En el segundo período intermedio., la edad de loshicsos, de la 13a. a la 17a. dinastía (ca. 1785-1580a.C.), otros documentos nos testimonian la conserva-ción de la tradición educativa así como la apariciónde motivos nuevos.

Aparece cada vez más neto el paso de la sabiduríaa la cultura o a la instrucción: ahora se es sabio noporque se posea experiencia e inteligencia, y porello se está en una posición dominante, sino porquese conoce la tradición en los libros, se adquiere unacultura y se hace propia la sabiduría de los antiguos.De aquí la importancia cada vez mayor de los Iibros3

y con ellos, de la biblioteca o "casa de los escritos",y de la escuela o "casa de la vida". En las Estelasde Neferhotep, por ejemplo, aparece el faraón (13a.dinastía) que, dirigiéndose a los nobles, a los secre-tarios y a los escribas reales de jeroglíficos, declara:"Mi corazón desea ver las antiguas escrituras deAtum" [Bresciani, 205], y entra en la casa de los es-critos y abre los rollos de papiro. Y la inscripcióninsiste sobre el hecho de que es precisamente el fa-raón en persona quien los lee. Existe toda la inten-ción de valorizar la tradición representada por lasantiguas escrituras, y de exaltar el mérito del fa-raón en restaurarlas., en un momento en que la in-

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vasión de los hicsos induce a apelar a todos losrecursos de la identidad nacional egipcia.

También son de esta época otras enseñanzas ricasde elementos nuevos., como la Enseñanza de Any alhijo Konsuhotep (13a. dinastía). El autor es un es-criba, y después de su enseñanza sigue un intercam-bio de cartas con el hijo; en el que se desarrolla unaespecie de debate sobre el principio educativo: si laeducación debe ser severa o permisiva, fundamentadasobre la autoridad del adulto o respondiendo a lasdotes naturales y a los intereses del joven: primerejemplo de una batalla ideal que se representará demanera diversa durante milenios^ hasta convertirseen centro del debate pedagógico moderno. Konsuho-tep escribe al padre: "Oh, si pudiese ser sabio co-mo tú, del mismo modo. Podría poner en prácticatus enseñanzas, hasta que el hijo se ponga en lugardel padre. Pero cada uno sigue su propia naturale-za..." [Bresciani; 294]. Y el padre Any responde:"...Guárdate de lo que haces contigo mismo. Tusgritos están equivocados, según mi opinión3 y poresto te amaestraré ... El toro de combate, encerra-do en el establo, vence su naturaleza y confirma suadiestramiento, y es como un buey. El león salvajeabandona su ferocidad... El caballo se somete alyugo... Este perro que escucha las palabras de suamo y lo sigue... Se enseña a los nubios la lenguade la gente de Egipto... Debes decir pues: harécomo todos los animales..." \ibid.3 295]. Y el hijocontesta: "...Tus palabras son excelentes, pero suejecución deben decidirla los espíritus..." [z'&i'<£].Y el padre: "El tronco torcido... se lo lleva el arte-sano, lo endereza y lo convierte en látigo de un granpersonaje. El tronco derecho lo convierte en bas-tón..." [ibid.].

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Aparte de esta disputa pedagógica contenida enel intercambio epistolar entre padre e hijo, la ense-ñanza se caracteriza por la valorización cada vez ma-yor del libro como instrumento de instrucción: "Sehace todo lo que dices cuando uno se instruye en loslibros. Penetra en los libros, mételos en tu corazón:todo lo que dirás será excelente. Si un escriba estádestinado a cierta función, consulta los escritos"[ibid., 291],

De nuevo la sabiduría consolidada por la tradi-ción, por encima de la sabiduría personal. Y juntoa ello, la exaltación de la técnica de la instrucción,cada vez más definida y generalizada en esta época:"Se considera funcionario un escriba práctico de sumano y de su oficio" [ibid.]; donde el elemento téc-nico, la manuabilidad de la escritura se pone en pri-mer plano. Para los sabios antiguos, no era cierta-mente la mano hábil, sino el bien hablar la prerro-gativa de su poder: la figura humana y social delnuevo sabio es distinta, precisamente porque estáanclada idealmente en la antigüedad, mientras quesu técnica se define como una habilidad manual nodistinta de la de los otros oficios.

De gran interés en esta enseñanza es la importan-cia dada a la educación en la primera infancia, conlas atenciones maternas que ella comporta, la pro-longada lactancia y la atención del infante en susnecesidades naturales: "Dobla el pan que te ha dadotu madre. Llévala como ella te ha llevado a ti: tecargó y no te dejó. Guando naciste, después de tusmeses- [de gestación], te puso junto a su cuello, metiósus tetas en tu boca durante tres años. Aun siendofuerte el olor de sus excrementos, no demostró dis-gusto diciendo: ¿Qué haré?" [ífrtrf., 292].

Sigue después la separación del niño de su madre

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para asistir a la escuela, que aparece cada vez másclaramente como una institución pública,, separadade la familia: "Te llevó a la escuela, cuando debíasser instruido en las letras, y te esperaba cada día, conpan y bebida de la casa" [ibid.].

Al final de este periodo, y al inicio del periodoposterior del reino nuevo (época ramsaica o segun-do imperio tebano, 18a.-20a. dinastía, alrededor de1552-1069 a.C.), algunos documentos nos informanmejor sobre aquel segundo aspecto de la formaciónde los dirigentes, la preparación física en vistas a laguerra, que hasta ahora apenas se había entrevisto.Estamos en la época posterior a la invasión de losmisteriosos hicsos (y de los igualmente misteriososhabiruj que quizás eran los hebreos), en la épocade su expulsión y éxodo, que evidentemente exigióun especial esfuerzo militar. En esta misma épocaEgipto moderniza, a ejemplo de los asiáticos y enespecial de los mesopotamios, sus medios técnicos deguerra (carro y caballo, arco compuesto, coraza einstrumentos metálicos), y gozan de gran prestigiolas virtudes militares, de las cuales naturalmente elfaraón es la expresión suprema.

Que para los nobles, y sobre todo junto al palaciodel faraón, existiera también una educación física,especialmente la natación, ya lo hemos visto antes:otros documentos, sobre todo figurativos, nos dantestimonio de otras actividades gímnico-deportivas omilitares: tiro con arco, carreras, cacería de fieras(sobre todo la del león, reservada al faraón) y lapesca, practicada y concebida como "cacería acuáti-ca". Su conjunto constituía el llamado "dogma real".En un bajorrelieve actualmente perdido, pero del quese ha conservado la reproducción gráfica por obrade su descubridor, el futuro Amenofis II está repre-

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EL SEGUNDO PERtODO INTERMEDIO 45

sentado mientras es instruido por parte del príncipeMin a tender el arco, y así se comenta dicha repre-sentación: "El príncipe Amenofis goza aprendiendoel tiro con arco en la sala del faraón, por obra deThis... El príncipe This da instrucciones sobre eltiro con arco y dice: Tiende el arco hasta tus ore-jas." La estela de la momia de este mismo faraón,por otro lado, lo exalta precisamente por estas vir-tudes militares: "Conocía la equitación, y no habíaotro igual a él en aquel numeroso ejército. No habíauno solo que pudiera superar su arco, y no podíaser alcanzado en la carrera... Superó tres mil durosarcos, por comparación con el trabajo de sus cons-tructores, por distinguir un experto de un artesanoignorante... Él hizo esto: entró en su pabellón nortey vio que se habían preparado para él cuatro lanzasde cobre asiático, de un palmo de espesor, y veintecodos separaban un palo del siguiente. Su Majestadapareció sobre el caballo como Montu en todo supoder, tomó su arco, empuñó cuatro flechas al mis-mo tiempo, después avanzó tirando como Montu consu arma; sus flechas cruzaron de parte a parte. Repi-tió la operación con otro palo. Fue una hazaña quenadie había hecho y que nunca se había oído: tiraruna flecha contra una lanza de cobre, que la pene-trase y la tirara al suelo; y ésta la hizo el rey fuertey potente, que Ammón hizo victorioso, el rey delalto y bajo Egipto, valeroso como Montu. He aquí,cuando todavía era joven., amaba sus caballos y segozaba en ellos: su corazón era feliz al tratar conellos, porque conocía su naturaleza y era hábil ensu adiestramiento..."

La estela nos presenta pues un récord deportivo,que presupone un largo entrenamiento, como el quenos muestra el bajorrelieve perdido. De otros farao-

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nes, como de Thutmosis III o de Ramsés II, se cele-bran las empresas militares y batallas. Por ejemplo,Sesostrisj en la narración de Sinuhé, es exaltado por lafuerza de su brazo, la velocidad de su pie, la noble-za de su corazón. Sin embargo, fuera de la estela deAmenofis, pocos documentos nos hablan explícita-mente de una escuela o de una educación físico-de-portiva, en vistas al ejercicio de la guerra.

La educación física es en efecto una preparaciónpara la guerra y una prerrogativa de los grupos do-minantes, igual que la educación "oratoria"; se llevaa cabo también ésta, obviamente, en un lugar sepa-rado de donde se ejerce efectivamente el arte apren-dido, distinguiéndose en esto del aprendizaje de unoficio, que se identifica totalmente con la prácticadel oficio y se lleva a cabo en el ámbito del trabajo,donde conviven adultos y adolescenes. Convivir en elámbito de la guerra implicaría el riesgo de morir;por ello el tirocinio de los guerreros se lleva a caboen una escuela, o sea en un lugar separado para losadolescentes.

Como sucederá también en otras literaturas, lasprimeras empresas son atribuidas a los dioses: untexto de la 20a. dinastía tiene como protagonistas dosdivinidades, Horo y Seth, que se enfrentan en un due-lo; su principal Ínteres está en el hecho de presentar-se como una competición deportiva, con espectado-res y jueces. Otro texto de la 19a. dinastía, de conte-nido mitológico, nos habla del hijo de la Verdad, que"fue mandado a la escuela y aprendió perfectamentea escribir, y cumplió todos los ejercicios de lucha, ysuperó a todos sus compañeros más grandes que él,que estaban en la escuela con él".

A través de otras noticias transmitidas por un es-critor griego tardío, Diodoro Sículo, se nos dice que

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EL SEGUNDO PERIODO INTERMEDIO 47

el padre de Sesostris reunió a todos los jóvenes egip-cios nacidos el mismo día que su hijo y los confió ainstructores y custodios, para que tuvieran todos lamisma educación e instrucción. No se les permitíatomar ningún alimento por la mañana antes de habercubierto una carrera de 180 estadios; se trata puesde una educación también gimnástica, que prefiguraya la educación griega. Pero el testimonio nos lle-ga a través de un griego, el cual nos explica deuna manera griega cómo iban creciendo, en cuantoal cuerpo, como gallardos atletas y, en cuanto al es-píritu, como hombres capaces de mandar, porquehabían sido educados de la mejor manera y a travésde las actividades más adecuadas [Bibl. hist., I, 53-54].

Diodoro añade después que los grupos populares nose adiestran en la palestra y en la música, sostenien-do que el ejercicio cotidiano de la palestra conllevapara la mayoría de jóvenes no salud, sino sólo unafuerza de breve duración, llegando a ser inclusopeligroso. Esto viene a confirmar que la escuela delhijo de Verdad y la de Sesostris son escuelas de cul-tura y de educación física para nobles. Sigue en elaire la pregunta sobre si los egipcios practicaban laeducación física como deporte. Para ello nos ayudan,pero también nos confunden un poco las ideas, Hero-doto y Diodoro Sículo. Uno y otro, a cuatro siglosde distancia, nos cuentan acerca de una embajadaenviada por los ciudadanos de Elida, capital de lasOlimpiadas, ante los egipcios, en tiempos de Psamé-tico II, para recibir consejos sobre la mejor manerade organizar los juegos; lo cual hace suponer, comoen muchas otras cosas, una primacía en el tiempopor parte de los egipcios. La respuesta se limita asugerir que el anfitrión y director de los juegos nodebe competir (conducta deportiva entendida actual-

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mente al revés, ya que parece que el anfitrión debevencer). Parece confirmar esta hipótesis de un hábito"deportivo" de los egipcios otra narración de Hero-doto, que asistió en la ciudad egipcia de Quemnisa carreras atléticas, aunque ní el programa de lascarreras ni la asignación de premios eran cosas muytípicas de los egipcios.

Platón, por su lado, nos da testimonio de la anti-güedad y continuidad de la danza entre los egip-cios [Leyes, 655 d3 657 b, 799 a]. También ésta seconsideraba educación física.

5. EL REINO NUEVO: LA ESCUELA GENERALIZADA Y

CONSOLIDADA

Además de los testimonios sobre la educación gím-nico-militar, contamos con muchísimas más acer-ca de la instrucción intelectual en el nuevo reino.Esta época se nos presenta como la de la difusiónde la escuela, aportándonos una considerable cantidadde las llamadas antologías escolares, o sea, textos ycuadernos de ejercicios, conteniendo himnos, oracio-nes, moralidades, sátiras de oficios así como exalta-ciones de los antiguos escribas y del oficio de escriba.La tradición literaria aparece como el gran patrimo-nio a heredar y con el que identificarse, y los autorescomo- el modelo perpetuo a reproducir. Como siem-pre sucederá en la historia, después de la creatividadviene la erudición. He aquí algunas páginas de unaantología escolar: "Los escribas llenos de sabiduría,del tiempo posterior al de los dioses... han conver-tido en sus herederos los libros y enseñanzas que noshan dejado. Hicieron del rollo de papiro un sacer-dote; de la paleta de escuela su hijo querido. Las

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enseñanzas son sus pirámides, el cálamo es su hijo,la tablilla de piedra su esposa; del más grande al máschico todos se han procurado hijos... Y su nombreha perdurado por los libros que han escrito...

"Sé escriba, póntelo en tu corazón, a fin de que tunombre exista de la misma manera: un libro es me-jor que una estela inscrita, mejor que un muro cons-truido sólidamente. Un libro es mejor que una casaconstruida, mejor que una tumba en occidente. ¿ Exis-te aquí un hombre mejor que Hergedef? ¿Hay al-guien similar a Imhotep? No existió en nuestro tiem-po un hombre como Neferty. Te recuerdo el nombrede Ptah-emgiehuti y el de Khakheper-ra-seneb. ¿Hayalguien igual a Ptahhotep o a Kares? Los sabios quepredecían el futuro, lo que salía de su boca se rea-lizaba y ha quedado como proverbio y está escritoen sus libros. Los hijos de los otros se les dan a elloscomo herederos, como si fueran sus propios hijos.Aun después de su desaparición, su potencia mágicapertenece a todos y es leída como enseñanza..."[Bresciani, 301].

También en muchos otros textos, más fragmenta-rios y de menor amplitud, se pueden entresacar di-versos temas de reflexión pedagógica. He aquí, porejemplo, exaltado el valor de la enseñanza, graciasal cual el hombre puede mejorar la propia natura-leza, que parece un tema ya tratado en la enseñanzade Any al hijo Konsuhotep; "Guárdate de decir: Ca-da hombre es según su naturaleza, ignorante o sabio,de una sola manera... La enseñanza es buena y nocansa" [Bresciani, 304].

Aparecen de nuevo los motivos de la sátira de losoficios: "Sé escriba: te salva de la fatiga y te protegede toda clase de^.tr^ajo. Te mantiene alejado de laazada o del/l^ailtmo^^de conducir un carruaje. Te

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mantiene alejado de manejar el remo y te preservade los tormentos, ya que no estás bajo numerosospatrones o numerosos superiores'* [Bresciani, 307];"El hombre sale del seno de su madre y corre haciasu patrón. Pero el escriba está a la cabeza de todaslas clases de trabajo en este mundo" [ibid,].

El mismo motivo vuelve en otro de estos textos:"Observa con tus propios ojos: los oficios están anteti" [Brescianij 318]., y siguen, nombrados y descritosde una manera parecida a la sátira de Khety, losoficios antiguos, como el lavandero, el alfarero, elzapatero, el carpintero... y los oficios nuevos, igno-rados o no tomados en consideración por Khety, co-mo el notario (¿escriba?), los mercaderes y los tri-pulantes de las naves para el tráfico de ultramar.Frente a estos oficios, la profesión de escriba aparece,de manera característica, destinada a aquellos cuyofísico es débil (como será después el destino de PublioEscipión, hijo del Africano; y aplicando el mismocriterio, en nuestras familias campesinas, o nobles,así se destinaban los hijos al sacerdocio): "Sé escri-ba, que tu cuerpo pueda ser liso y que tus manos secansen pronto (?), no te quemes como la lámpara,ya que tu físico es débil, desde el momento en queno hay huesos de hombre en ti. Eres alto y esbelto; sicargaras pero para levantarlo, te caería. Aplícate enser escriba, es una bella profesión adecuada a ti"[Bresciani, 319].

Muchas de estas nuevas enseñanzas están en formade carta enviada por un escriba, evidentemente másanciano y por tanto más sabios a otro escriba más jo-ven y todavía aprendiz, que viene presentado comorecalcitrante respecto al estudio: "Mahru, escribadel arsenal del faraón, dice al escriba Panhem: Estacarta se te ha enviado con este objetivo: para que

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no seas una persona insensata y sin educación. Mepaso el día enseñándote y la noche instruyéndote,pero tú no escuchas ninguna enseñanza y actúas atu manera" [Bresciani, 305].

En estos documentos se hace cada vez más fre-cuente, de acuerdo con esta hipótesis del estudianteindolente, la práctica de los castigos corporales: "laletra con sangre entra" en definitiva, o bien verbaverberibus: "No pases un día de ocio, o serás golpea-do. La oreja del muchacho está sobre su espalda;escucha cuando es golpeado" [Bresciani, 309],

Encontramos el mismo motivo en otros textos: "Mehan dicho que has abandonado la escritura y que tevas de paseo. Has dejado la escritura y has puestoen tus pies cascos de caballo... Tu oreja es sorda,como la de un asno que es castigado" [Bresciam,311],

El irse de paseo, el entregarse a los placeres —cer-veza, canciones, mujeres— es motivo recurrente, enestos textos, de corrección; y a menudo el joven in-dolente es comparado con los animales correosos quese han de domesticar con golpes: 'Tero yo haré quedejes de pasear por las calles3 cuando seas golpeadocon correas de hipopótamo" [Brescianif 314]3 y conlos golpes, aparecen también la reclusión y los cepos:"Guando tenía tu edada me pasaba el tiempo en loscepos; ellos domesticaron mi cuerpo, estuvieron con-migo tres meses" [ibid.].

Además de esta cuestión de los castigos, que en-contramos también en los testimonios iconográficos,otro motivo recurrente en estas antologías escolareses, como ya hemos visto, la relevancia del aspectotécnico del oficio de escriba, que se expresa en laadquisición de la habilidad de las manos, más aúnde los dedos, para escribir, y de la boca para leer.

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Cabe señalar que se lee con la boca, y no como deci-mos nosotros con los ojos, dado que se aprende a leerlos textos propuestos canturreando en alta voz juntocon los compañeros; la lectura silenciosa será unaexcepción durante milenios: "Tu corazón entiende,tus dedos son hábiles, tu boca es capaz de leer"[Bresciani, 317].

La habilidad adquirida de la mano es un indiciode instrucción madura: "Me dejarán ir cuando mimano sea hábil" [Bresciani, 314]; y viceversa: "¿Nopiensas en los que no tienen habilidad en su mano?"[Bresciani, 319]: éste estará obligado a trabajos pesa-dos, que se ahorrará el escriba.

Entre estas antologías, una nos ofrece en vivo unadescripción de momentos de la vida escolar: la Jor-nada del escolar diligente: "Ven, te describiré laconducta del escriba cuando se dice: ¡Pronto! ¡A tulugar! Tus compañeros tienen ya el libro ante susojos: ¡no seas perezoso! Ahora dicen: tres más tres.Ahora lee diligentemente el rollo de papiro. Ahoradebes hacer los cálculos en silencio; que no se oiga lavoz de tu boca. Escribe con la mano y lee con laboca: sigue este consejo. No seas negligente, no pasesel día en el ocio; si no, ay de tu cuerpo. Sigue losmétodos de tu maestro, escucha sus enseñanzas. Sé unescriba: ¡Aquí estoy!, dirás cada vez que te llamen.Cuídate de no decir: ¡Bah!" [Bresciani, 314],

Sin embargo., en la época ramsaica el documentomás original y el más rico en informaciones es laCarta polémica del escriba Hori al escriba Amene-mope (papiro Anastasi I): un ejemplo de retóricade la escuela por la escuela, que merecería un análi-sis especial precisamente por el significado que elantiguo arte del bien hablar ha tenido en la tradi-ción egipcia, pero que también es interesante por las

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informaciones que da sobre el contenido de la ins-trucción de un escriba. En realidad se trata de unode los poquísimos textos, quizás tres en total, quenos informan sobre la enseñanza de las matemáticasen el antiguo Egipto.

El escriba Hori, después de haberse desfogado se-gún sus propias capacidades estilísticas; provoca aladversario para que responda preguntas de matemá-ticas, geometría, geografía, proyectos de ingenieríay otras cosas. Tenemos así en vivo un ejemplo de lacultura técnica, y ya no sapiencial como hasta ahora,que debía poseer un escriba. Las preguntas son to-das muy concretas: cálculo de las raciones para lossoldados, de los ladrillos para la construcción de unarampa, de la mano de obra para levantar un obeliscoo para vaciar un almacén, de los avituallamientos ne-cesarios para una expedición a Siria, y finalmentenoticias sobre numerosas ciudades extranjeras.

En cuanto a la enseñanza de las matemáticas y dela geometría, además del papiro Anastasi I, conta-mos, como hemos señalado, con otros dos: el pri-mero, seguramente de uso escolar, es el papiro deMoscú; el otro, no destinado a la escuela, el papiroRhind. Encontramos en estos papiros tareas prácti-cas propias de la función del escriba, o más bien delos escribas según su múltiple especialización, com-prendiendo el cálculo de superficies de terrenos,volúmenes de almacenes y de edificios, instalacionespara el pan, silos para la cerveza, cálculo de impues-tos de los subditos, etc. El papiro de Moscú registraproblemas relativos al cálculo de fracciones y de volú-menes; y finalmente se registra la evaluación delmaestro: "Lo has resuelto exactamente."

En cuanto al método, se prescindía de toda indi-cación sobre presupuestos teóricos, y se limitaba a

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proporcionar algoritmos, o sea ejemplos de procedi-mientos prácticos con números simples, que se repe-tían hasta que eran aprendidos de memoria y aplica-dos a los casos más complicados: "Procede de estaforma en cualquier caso, como te ha sido propuestoen este ejemplo."

Sin embargo, aun cuando se refieren siempre acasos concretos de la vida cotidiana, en realidad losejemplos tenían características de arbitrariedad y deabsurdidad, que se conservarán por milenios en losejercicios escolares, como cuando se pide dividir unpan entre cinco personas, de manera que los primerostres tengan siete veces más cantidad de pan que los dosúltimos. Lo importante era asimilar, de maneraautomática3 el algoritmo de la operación: el ejem-plo fungía como fórmula. Todo razonamiento, todateoría, toda justificación lógica, estaban reservadosa los grados superiores de estudio.

No pueden ayudar a ver más claro en esta sabidu-ría del escriba, que le permitía controlar una com-plicada administración estatal, los llamados Ono-mástica, antiquísimos predecesores de nuestros voca-bularios, o más bien de nuestras enciclopedias.

Encontramos Onomástica en Egipto y también enMesopotamia; en Egipto cabe mencionar el de Ram-sés, perteneciente al 1750 a.G., y el de Amenope,"escriba de libros sagrados en la Casa de la vida",de alrededor de 1100 a.G.

La introducción expresa grandes ambiciones cul-turales y educativas, prometiendo un compendio detodo el saber: "Principio de la enseñanza para ilu-minar las mentes, para la instrucción del ignoran-te y para enseñar todas las cosas que existen: lo quePtah ha creado, lo que Thoth ha recopiado, el cieloy sus elementos, la tierra y lo que hay en ella, lo que

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las montañas expelen, lo que es regado por la inun-dación, todas las cosas en las que el Rey se ha desta-cado, todo lo que ha crecido sobre la faz de la tierra,transcrito todo ello por el escriba de las sagradas es-crituras en la Gasa de la vida, Amenope hijo de Ame-nope" [Berl 10495].

Lo que sigue demuestra que este saber universalse funda en una concepción del universo de las cosasdominada por las exigencias prácticas de la vida decorte, y por ello se trata de algo muy distinto de lasmodernas clasificaciones de las ciencias (aunque di-chas clasificaciones se han intentado numerosas vecesy siempre se van renovando). Se trata de un elenco depalabras, indicando cada una de ellas una realidad:seiscientas en total, las que se han conservado, quizásmenos de una tercera parte del texto original. Éste,según Gardner, puede subdividirse en varios ru-bros: 1] Introducción. 2] Cielo, agua y tierra. 3] Per-sonas: la corte, oficios, profesiones. 4] Clases, tribus,tipos de seres humanos. 5] Las ciudades de Egipto.6] Edificios y sus partes, tipos de tierra. 7] Terrenosagrícolas, cereales y sus productos. 8] Bebidas. 9] Par-tes del ganado y tipos de carne.

Éste no es el único elenco de palábras-cosas. Exis-ten otras misceláneas con listas de diversos produc-tos, naturales, minerales, vegetales, peces. No se sabemuy bien para qué estaban destinadas; podría tratarsede ejercicios de compilación o elencos de tributos.El interés no es tanto filológico como de contenido;se trata de elencos de cosas y no de palabras, como ennuestros vocabularios.

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6. LA ÉPOCA DEMOCRÁTICA: TESTIMONIOS EGIPCIOSY GRIEGOS

En la época democrática (1069-333 a.G.) encontra-mos otros documentos ricos de noticias relevantes:se trata de las enseñanzas acostumbradas y de piezasarqueológicas que constituyen el material concretode la enseñanza: tablas y papiros.

La Enseñanza de Ámenemope (se trata de otroAmenemope), aun repitiendo inevitablemente los an-tiguos esquemas, se caracteriza por algunas peculia-ridades. Ya su mismo título-sumario: "Principio dela enseñanza de vida, del aprendizaje de salud...",define, de manera un tanto diversa respecto al an-tiguo Ptahhotep, el objeto de la enseñanza, que yano es el hablar bien, o sea la oratoria política ejer-cida activamente en los consejos y asambleas, sino"todas las reglas de alternar con los grandes y lasnormas de los cortesanos" [Brescianí, 491], Se tratapropiamente no tanto de un libro del "político" sinode un libro del "cortesano", para uso y consumo deun joven que, procedente de grupos subalternos, debeadecuarse a las costumbres de los grandes y prepa-rarse para la subordinación. Mientras que las ense-ñanzas anteriores ensalzaban las ventajas de la profe-sión de escriba, que parece centrarse en la reco-mendación, ahora se ensalza de manera despropor-cionada la obediencia y la sumisión. En las treintaestrofas en que se subdivide la enseñanza dicho mo-tivo es recurrente de manera obsesiva: "Cuando apa-rezcas culpable ante tu superior, confundido en tusdiscursos, tus adulaciones se cambiarán por contu-melias y tus reverencias por golpes [11~\. Di la verdadante el noble, que no se apodere de tu cabeza [15].No comas pan delante de un grande [25]. No escu-

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ches los discursos de un grande en su casa, y no losrepitas a otro [24]. No ultrajes a quien es más gran-de que tú.. . Deja que te golpee, con la mano sobretu pecho; deja que te ultraje, mientras tú callas; simañana te presentas ante él, te dará pan generosa-mente. El pan y el perro de su patrón tenga quiense lo da" [27]...

Dicha insistencia es nueva, al menos en parte; omás bien se trata de una exageración de algo antiguo.

El otro elemento presente es la honestidad escru-pulosa en el ejercicio de la propia profesión: bajolas alas del dios Thothj en forma de ibis o babuino:"No empuñes el cálamo para hacer daño. La narizdel Ibis es el dedo del escriba. Procura no ofenderlo.El Babuino está sentado en Hermópolís, pero su ojoalcanza ambas orillas. Observa al que yerra con susdedos, a quien tira su alimento al río" [15]. Ya sabía-mos sobre esta insistencia reciente en la técnica de lamano, más aún de los dedos, del escriba, y ya la hemoscomentado: es lo que marca el carácter profesionaldel escriba, y, en contraste con el antiguo arte delhablar en los consejos o para aplacar a las multitu-des, pone en evidencia una vez más el carácter nosapiencial, sino escolástico y libresco de su culturay de su formación.

A las informaciones procedentes de las fuentesegipcias, podemos añadir lo que nos transmite másadelante Platón.

Platón, en las Leyes., auspicia que los griegos apren-dan aritmética y geometría "ya que en Egipto inclu-so la enorme masa de niños lo aprende conjunta-mente con los primeros rudimentos de la escritura"[VII, 819 b]', y se refiere sobre todo a los problemasde la conmensurabilidad o inconmensurabilidad delas magnitudes. Pero sobre todo insiste en la meto-

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dología de la enseñanza egipcia, refiriéndonos unacosa que, a decir verdad, no se deduce de las fuen-tes originarias, tan ricas en testimonios sobre el ca-rácter opresivo de la didáctica y de la relación pe-dagógica en general; o sea que "se han encontradopara los niños, incluso para los más pequeños, en loque respecta al cálculo aritmético, unas nocionespara aprender a través del juego y la diversión; sub-divisiones de manzanas y de flores entre un númeromás o menos grande de escolares, aplicando siemprelos mismos números, o bien distribuyendo por turnoy sucesivamente, según su orden habitual, el papelde luchador o de púgil dispuesto para el combate ocomo reserva. Otros, después de haber mezclado uncierto número de copas de oro, de plata, de broncey de otras materias similares, las van distribuyendotodas, como he dicho antes, de una manera u otra,adaptando el juego a algunas aplicaciones útiles delos números necesarios, y así prestan ayuda a losniños que aprenden, preparándolos para organizarun campamento, guiar los escuadrones en marcha3

conducir una expedición, administrar una casa, ha-ciendo a los hombres más útiles y más diestros entodos los terrenos. Después, con las mediciones, enrelación con las longitudes, amplitudes y profun-didades, los liberan de una cierta ignorancia muy di-fundida entre los hombres, ridicula y al mismo tiempovergonzosa por naturaleza, precisamente con rela-ción a las cosas mencionadas" [VII, 819 b-d\.

Hemos citado este largo pasaje de Platón, el cualcontinúa después mostrando los casos de inconmen-surabilidad de longitudes, amplitudes y profundi-dades hasta entonces desconocidos para los griegos,y conocidos en cambio por los egipcios, porque datoda la impresión de referirse a cosas vistas por otras

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personas u oídas de testimonios bien informados. Nosdice cosas nuevas y aceptables en cuanto a conteni-dos, pero imprevisibles en cuanto a la didácticapuerocéntrica y lúdica; también hay cosas dudosasen cuanto a los fines de esta instrucción, dirigida ahacer de la enorme masa de niños egipcios guerrerosen condiciones no sólo de obedecer3 sino también demandar en una situación de guerra; lo cual corres-ponde más bien al uso de la instrucción en unapolis griega.

Sin embargo, podemos decir algo acerca del juegoinfantil: el antiguo Egipto nos ha legado, entre suspiezas arqueológicas, ya sean juguetes, ya representa-ciones de juegos; los cuales, junto con las fuentesliterarias usadas hasta ahora, y junto con los testi-monios iconográficos, pueden constituir una preciosafuente de información sobre aspectos concretos dela educación.

Quedaría pendiente la cuestión sobre la difusiónmediana de la instrucción en la sociedad egipcia, te-niendo en cuenta las inevitables oscilaciones en eltiempo. Algunas cosas nos las ha dicho Platón, comola difusión masiva del alfabeto; otras nos llegarána través de Diodoro Sículo, que registrará cuidado-samente este tipo de noticias.

Que la formación sobre la que hemos hablado^ si-guiendo los testimonios conservados, fuera exclusivade los grupos dominantes de nobles o de funcio-narios, es muy obvio y ampliamente documentado.Se trata, como hemos visto., o de una inculturaciónético-conductiva del hombre cualificado, o de la ins-trucción profesional del administrador del estado.Además de esta inculturación y de esta instrucción,debía existir un centro de elaboración de la sabidu-ría y de la cultura, a un nivel más profundo y desin-

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teresado de lo que aparece a nivel práctico-empíri-co. Pero la teoría que subyace a dicha práctica, ela-borada quizás en los templos de la casta sacerdotal,se nos escapa completamente. No sabemos cómo fue- ?ron elaboradas las bases teóricas, o práctico-gene- ,rales, de los conocimientos matemáticos, geométri- *eos, astronómicos. Sin embargo, Diodoro Sículo nosofrece una rápida visión al respecto, cuando escribeque "los sacerdotes instruyen a los hijos en las le-tras sagradas y en otras cosas que conciernen a losconocimientos comunes, sobre todo en lo referenteal estudio de la geometría y de la aritmética" \I3 3, 1].

Según este testimonio, que no tiene referenciascronológicas y por esto unifica más de lo debido lacontinuidad de la historia egipcia, existió pues una Aeducación propia de la casta de los sacerdotes, la Icual se transmite también de padres a hijos y con- jsiste precisamente en las "letras sagradas" (iera grdm- ¡mata), las cuales no están mejor definidas que los |"conocimientos comunes", no exclusivos de los sacer- Jdotes y difundidos entre los laicos, consistentes esen- jcialmente en enseñanzas científico-prácticas. Si la Idistinción entre letras sagradas y conocimientos co-munes es netas los conocimientos comunes no ten-drían por qué depender teóricamente de un centrode elaboración en los templos. Sin embargo, cabeconsiderar que en los grupos dominantes se confiabaa la juventud la tarea de la guerra, a la vejez la *tarea del culto y de la cultura; y si la distinción en- •tre hombres de armas y hombres de la palabra noera neta o de casta, dentro de los grupos dominantesla distinción era una cuestión de edad, y por lo tantose debe atribuir a dichos grupos, en sus respectivassedes, laicas o religiosas, la elaboración de toda cul-

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tura, sacra o común. Pero la verdad es que sabemosmuy poco acerca de ello.

También a través de Diodoro nos llega la noticiarespecto a la instrucción de las masas populares, lacual merece bastante atención, aunque carezca detoda indicación cronológica, y podemos asociarla a Insque nos transmitió Platón. Nos dice que "La multi-tud restante de los egipcios aprende desde la edadinfantil de sus padres y parientes los oficios queejercerá en su vida. Les enseñan a leer y a escribirun poco, no a todos, sino a los que se dedican a unarte" [I, 3, 16}. Y, sin duda, se trata de una noticiacon muchas implicaciones. Pero antes que todo cabeseñalar que la "multitud restante" comprende en rea-lidad no la totalidad del pueblo, sino sólo aquellosque ejercen una actividad o arte. Existía, en efecto,otra "multitud" de individuos, aquellos que se podríadecir que no tienen arte ni parte, para los que ob-viamente no hay ninguna transmisión educativa, nide técnicas propiamente cul turales, ni de técnicasinmediatamente productivas. Ésta será una constantede la historia de todos los pueblos. Sólo la "multitud"de aquellos que ejercen un arte, de aquellos que he-mos conocido a través de las sátiras de los oficios ode los Onomástica, recibe una instrucción intelec-tual, o sea un poco de lectura y de escritura, y unapreparación profesional, relativa al oficio tradicio-nalmente ejercido en la familia. Y es precisamenteel ejercicio del oficio, manual, inmediatamente pro-ductivo, el que exige bien pronto un mínimo de co-nocimientos a través de la instrucción formal, indis-pensable ya sea para la transmisión de conocimientoscientífico-técnicos parciales y especializados, ya seapara las relaciones sociales que implica el oficio, co-

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mo la adquisición de materias primas y la venta delproducto.

En cuanto a los modos de organización del tiroci-nio profesional, podemos encontrar documentaciónno tanto en los textos literarios, sino más bien en lostestimonios iconográficos, los cuales nos muestrana los niños trabajando junto con los adultos y apren-diendo de ellos las habilidades del oficio. Este pro-ceso lo encontraremos descrito con gran claridad porPlatón.

También resulta obvio y documentado que, juntoa esta instrucción intelectual y profesional, la multi-tud intermedia de los productores especializados (dis-tinta del simple peonaje) recibía también de parte delos grupos dominantes una inculturación (o más bienac u 1 tu ración., dado que procedía del exterior de sugrupo) ético-conductiva, como derivada en cadenade la privilegiada. También es obvio que dicha acul-turación se ejerció cada vez de una manera más de-gradada, incluso sobre la multitud de los excluidos.En toda sociedad dividida en clases, cada grupo tie-ne sus costumbres particulares, y al misino tiemposufre inevitablemente este proceso de aculturaciónpor parte de los dominantes: el grupo dominante essiempre un demiurgo que configura a su propia ima-gen y semejanza a la sociedad entera.

La tradición de las "enseñanzas" continúa inclusodespués de la conquista griega y después que Egiptose convierte en el gran centro de la cultura helenís-tica. Por lo demás, sabemos que al gimnasio, comocentro de la vida cultural de los griegos en todo elOriente conquistado por Alejandro Magno, se con-trapone en Egipto la "casa de la vida", como centrode la tradición y símbolo de la cultura egipcia.