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  • Los dirigentes de las naciones se renen en Campo de Merrilor para apoyara Rand al Thor o frenar su plan de romper los sellos de la prisin delOscuro, algo que podra ser una seal de locura o la ltima esperanza de lahumanidad. Egwene, la Sede Amyrlin, se inclina por lo primero.

    En Andor, los trollocs invaden Caemlyn. En el Sueo del Lobo, Perrin Aybaracombate contra Verdugo. Mientras se aproxima a Ebou Dar, Mat Cauthonhace planes para visitar a su esposa, Tuon, ahora Fortuona, emperatriz deSeanchan. Toda la humanidad est en peligro, y el resultado se decidir enShayol Ghul. La Rueda gira, y la era actual llega a su fin. La ltima Batalladeterminar el destino del mundo.

  • Robert Jordan & Brandon Sanderson

    Un recuerdo de luzLa rueda del tiempo - 14

  • Para Harriet, la luz de la vida del seor Jordan, ypara Emily, la luz de la ma.

  • Y la Sombra se abati sobre la tierra, y el mundo se hendi piedra apiedra. Los ocanos se desvanecieron, las montaas fueron engullidas,y las naciones dispersadas hacia los ocho ngulos del mundo. La lunaera igual que la sangre y el sol como la ceniza. Los mares hervan, ylos vivos envidiaban a los muertos. Todo qued destrozado y todo seperdi excepto el recuerdo, y una memoria prevaleci sobre lasdems, la de aquel que atrajo la Sombra y el Desmembramiento delMundo. Y a aqul lo llamaron el Dragn.

    De Aleth nin Taerin alta Camora,El Desmembramiento del Mundo.

    Autor annimo, cuarta era

  • B

    PRLOGO

    POR LA GRACIA Y LOS ESTANDARTES CADOS

    ayrd apret la moneda entre el ndice y el pulgar. La sensacin de que el metalse aplastara resultaba por dems desagradable.

    Apart el pulgar. En la dura superficie del penique de cobre, donde sereflejaba el brillo de la antorcha, haba dejado impresa la huella del dedo. Unfro helador lo calaba hasta la mdula, como si hubiese pasado toda la noche enuna bodega.

    El estmago le son. Otra vez.Se levant viento del norte y las antorchas chisporrotearon. Bay rd se haba

    sentado con la espalda recostada en una roca grande, cerca del centro delcampamento de guerra. Los hombres, hambrientos, murmuraban mientras secalentaban las manos alrededor de los hoyos de las lumbres; haca tiempo que losvveres se haban echado a perder. Otros soldados que estaban cerca empezarona despojarse de todo el metal que llevaban encima espadas, hebillas dearmaduras, cotas y lo extendieron en el suelo como si pusieran a secar ropa.Tal vez tenan la esperanza de que cuando el sol saliera volveran a su estadonormal.

    La Luz nos valga rog Bay rd para sus adentros; redonde con los dedos lo

  • que antes haba sido una moneda e hizo una bola. Luz .Tras tirarla en la hierba, recogi las piedras con las que haba estado

    trabajando.Quiero saber qu ha pasado aqu, Karam barbot lord Jarid. Sus

    consejeros y l se encontraban cerca, delante de una mesa cubierta de mapas.Quiero saber cmo lograron acercarse tanto y quiero la cabeza de esa pueterareina Aes Sedai y Amiga Siniestra!

    Jarid golpe la mesa con el puo. En otro tiempo sus ojos no brillaban con unfervor tan demencial. La presin de todo lo que ocurra ltimamente como losvveres echados a perder o las cosas extraas que sucedan por la noche loestaba cambiando.

    Detrs de Jarid, la tienda de mando era un bulto informe cado en el suelo. Elcabello del noble que se haba dejado largo durante el exilio revoloteaba alviento en tanto que el rostro quedaba baado por la luz parpadeante de lasantorchas. Todava tena briznas de hierba seca enganchadas en la chaqueta decuando haba salido gateando de la tienda.

    Criados perplejos sostenan las estacas de hierro de la tienda, que al igualque todos los objetos metlicos del campamento se haban tornado blandas altacto. Las anillas de montaje se haban dilatado hasta partirse como cera caliente.

    La noche ola mal. A aire enrarecido de habitaciones en las que no se haentrado desde hace aos. En un claro del bosque no debera haber olido a polvoaejo. A Bay rd volvieron a sonarle las tripas. Luz, cmo le habra gustadoengaar al estmago con algo. Centr la atencin en el trabajo y golpe una delas piedras con la otra.

    Las sostena como su abuelo le haba enseado de pequeo. La sensacin depiedra golpeando piedra lo ayud a alejar el hambre y el fro. Menos mal quean quedaba algo inalterable en el mundo.

    Lord Jarid le ech una ojeada ceuda. Bay rd era uno de los diez hombres queel noble haba exigido que lo custodiaran esa noche.

    Conseguir la cabeza de Elayne, Karam dijo el noble mientras se volvahacia sus capitanes. Todo lo anmalo ocurrido esta noche es obra de sus brujas.

    La cabeza? son la voz escptica de Eri a un lado. Y cmo,exactamente, va a traeros alguien su cabeza?

    Lord Jarid se dio la vuelta, como tambin lo hicieron otros situados alrededorde la mesa alumbrada por la luz de unas antorchas. Eri contemplaba fijamente elcielo; en el hombro luca la insignia del jabal dorado cargando frente a una lanzaroja. Era la insignia de la guardia personal de lord Jarid, pero en la voz de Erihaba poco respeto.

    Y el que lo intente qu va a utilizar para cortarle la cabeza, Jarid? Losdientes?

    La frase, tan terriblemente insolente, hizo que el silencio se adueara del

  • campamento. Bay rd dej de golpear las piedras, turbado. S, se haba hablado delo trastornado que estaba lord Jarid, pero esto?

    Osas hablarme en ese tono? Uno de mis propios guardias? espet Jarid,que haba enrojecido de rabia.

    Eri sigui contemplando el cielo encapotado.Te ser descontada la paga de dos meses espet Jarid, aunque la voz le

    temblaba. Quedas degradado, y prestars servicio de letrinas hasta nuevaorden. Si vuelves a replicarme, te cortar la lengua.

    El viento fro hizo que Bay rd temblara. Eri era el mejor oficial que tenan enlo que quedaba de su ejrcito rebelde. Los otros guardias rebulleron, fija la vistaen el suelo.

    Eri se volvi hacia el noble y sonri. No pronunci una sola palabra; pero, dealgn modo, no hubo necesidad de que lo hiciera. Cortarle la lengua? Hasta elltimo fragmento de metal que haba en el campamento se haba vuelto blandocomo manteca de cerdo. El cuchillo de Jarid descansaba en la mesa, retorcido ydeformado, y a que se haba estirado cuando el noble lo sac de la funda de untirn. La chaqueta de Jarid se agit con el viento, abierta; antes tena botones deplata.

    Jarid empez a decir Karam. Era un joven de rostro enjuto y bocagrande, noble de una casa menor leal a la de Sarand. De verdad crees que?De verdad crees que esto ha sido obra de unas Aes Sedai? Todo el metal delcampamento?

    Por supuesto replic Jarid. Qu otra cosa podra ser? No irs adecirme que crees en esos cuentos de campamento. La ltima Batalla? Bah.

    Volvi de nuevo la mirada hacia la mesa, donde haba un mapa de Andordesenrollado y sujeto con guijarros pequeos en las esquinas.

    Bay rd reanud el trabajo con las piedras. Toc, toc, toc. Pizarra y granito. Nohaba sido fcil encontrar los fragmentos apropiados de cada una de ellas, pero elabuelo le haba enseado a distinguir todo tipo de minerales. El anciano se habasentido traicionado cuando el padre de Bay rd se march a la ciudad paratrabajar de carnicero, en lugar de seguir con el oficio familiar.

    Pizarra maleable, suave. Estriado y spero granito. S, algunas cosas delmundo an eran consistentes. Unas pocas. En la actualidad, uno no poda fiarsede casi nada. Los seores, antao inflexibles, ahora eran tan blandos comoBueno, tan blandos como el metal. En el cielo bulla la negrura, y hombresvalientes hombres a los que Bay rd haba admirado temblaban y geman porla noche.

    Estoy preocupado, Jarid manifest Davies. May or que los dems, lordDavies era lo ms parecido a un confidente que Jarid tena. No hemos visto anadie desde hace das. Ningn granjero, ningn soldado de la reina. Ocurre algo.Algo malo.

  • Ha evacuado a la gente gru Jarid. Se prepara para caer sobrenosotros.

    Creo que la trae sin cuidado nuestra presencia, Jarid intervino Karam,prendida la vista en el cielo. All arriba las nubes se agitaban. Bay rd tena lasensacin de que haca meses que no haba visto el cielo despejado. Por quiba a importarle? Nuestros hombres estn muertos de hambre. Las provisionessiguen estropendose. Las seales

    Intenta constreirnos con restricciones lo interrumpi Jarid, con los ojosdesorbitados por el fervor. Esto es obra de las Aes Sedai.

    El campamento se qued silencioso de repente. A excepcin de las piedras deBay rd. A ste nunca le haba gustado ser matarife, pero haba encontrado unhogar en la guardia de su seor. Acuchillar vacas o acuchillar hombres eraasombrosamente parecido. Lo incomodaba con qu facilidad haba pasado dehacer lo primero a lo segundo.

    Toc, toc, toc.Eri dio media vuelta. Jarid dirigi una mirada desconfiada al guardia, como si

    estuviera a punto de ordenar un castigo ms severo para l. Antes no era tan malo, verdad? pens Bay rd. Deseaba el trono para su

    esposa, pero qu noble no lo hara? . No era fcil pasar por alto el nombre deuna casa. La familia de Bay rd haba servido con reverencia a la familia Saranddurante generaciones.

    Eri se alej del puesto de mando.Adnde crees que vas? bram Jarid.Eri se llev la mano al hombro y arranc de un tirn la insignia de la guardia

    de la casa Sarand. Arrojndola a un lado, dej atrs la luz de las antorchas y seadentr en la noche, hacia el viento del norte.

    La may ora de los hombres no se haban ido a dormir. Permanecan sentadosalrededor de las lumbres, deseosos de estar cerca del calor y de la luz. Unoscuantos que tenan pucheros de barro cocan puados de hierbas cortadas, hojas otiras de cuero para tener algo que llevarse a la boca, lo que fuera.

    Se pusieron de pie para seguir con la mirada a Eri.Desertor escupi Jarid. Despus de todo lo que hemos pasado, ahora

    se marcha. Slo porque las cosas se han puesto difciles.Los hombres estn hambrientos, Jarid repiti Davies.Soy consciente de ello. Muchas gracias por recordarme los problemas

    cada dos por tres. Jarid se enjug la frente con la temblorosa mano y despusdescarg un palmetazo en el mapa. Tendremos que atacar una de las ciudades;se acab huir de ella, ahora que sabe dnde nos encontramos. Puente Blanco. Latomaremos y nos reabasteceremos. Sus Aes Sedai deben de estar debilitadas trasel esfuerzo de la maniobra de esta noche. En caso contrario, habran atacado.

    Bay rd ote la oscuridad con los ojos entrecerrados. Ms hombres se estaban

  • poniendo de pie y asan el bastn de combate o los garrotes. Algunos ni siquierallevaban armas; recogan los petates y cargaban al hombro bultos de ropa.Despus empezaron a salir en fila del campamento, en silencio, como si fueranfantasmas. Ni un tintineo de cotas o de hebillas de armaduras. No quedaba nadade metal. Haba sucumbido como si lo hubieran despojado de su esencia, de sualma.

    Elay ne no se atreve a lanzar un ataque en masa contra nosotros manifest Jarid, quiz para convencerse a s mismo. Debe de haber conflictosen Caemlyn. Por todos esos mercenarios que mencionabas en tu informe, Shiv.Tal vez haya incluso revueltas. Por supuesto, Elenia estar trabajando contraElayne. Puente Blanco. S, atacar Puente Blanco ser perfecto.

    Lo ocuparemos y dividiremos el reino en dos, comprendis? Allreclutaremos tropas, presionaremos a los hombres de Andor occidental para quese unan a nuestra bandera. Iremos a Cmo se llama ese sitio? Dos Ros. Alldeberamos encontrar gente disponible. Jarid resopl con desdn. He odoque no han visto a un seor hace dcadas. Dadme cuatro meses y habr reunidoun ejrcito digno de ser tenido en cuenta, lo suficiente para que no se atreva aatacarnos con sus brujas

    Bay rd alz la piedra hacia la luz de las antorchas. El truco para crear unabuena punta de lanza era trabajarla de fuera adentro. Haba dibujado la formaadecuada en la pizarra con una tiza, y despus haba trabajado hacia el centropara terminar de darle forma. A partir de ah, en lugar de golpear se pasaba a dartoquecitos para perfilar la punta sacando esquirlas ms pequeas.

    Antes haba acabado una de las caras; la otra estaba medio hecha. Casi podaor a su abuelo susurrndole. Somos de piedra, Bayrd. Diga lo que diga tu padre,somos de piedra. En lo ms hondo de nuestro ser, somos piedra.

    Ms soldados abandonaron el campamento. Lo extrao era que muy pocoshablaban. Por fin Jarid se dio cuenta, se puso de pie y asi una antorcha quesostuvo con el brazo en alto.

    Qu hacen? pregunt. Ir a cazar? Hace semanas que no vemosanimales en el campo. Tal vez van a poner trampas?

    Nadie contest.A lo mejor han visto algo murmur Jarid. O quiz creen haberlo visto.

    No permitir ms chismes sobre fantasmas y otras necedades; las brujas creanapariciones para ponernos nerviosos. Tiene que ser eso, s

    Cerca se oy un roce. Karam se estaba metiendo en su tienda cada, dedonde sac un bulto pequeo.

    Karam! dijo Jarid.El noble mir a lord Jarid; despus baj los ojos y empez a atar en el

    cinturn una bolsa de dinero. Con la lazada a medias se detuvo y solt unacarcajada, tras lo cual vaci la bolsa. Las monedas de oro que llevaba dentro se

  • haban fundido en una nica pieza, como orejas de cerdo conservadas en untarro. Karam se guard el amasijo. Meti la mano en la bolsita y sac un anillo.La gema engarzada en l, roja como sangre, no haba sufrido cambios.

    Es muy probable que no sirva ni para comprar una manzana hoy en da rezong.

    Exijo saber qu te propones hacer. Eres el responsable de esto? Jaridseal con la mano a los soldados que se marchaban. As que has organizadoun motn, verdad?

    No soy el responsable repuso Karam con expresin avergonzada. Ytampoco lo eres t, a decir verdad. Lo Lo siento.

    Karam se alej del crculo de luz dibujado por la antorcha. Bay rd se quedatnito. Lord Karam y lord Jarid haban sido amigos desde la infancia.

    A continuacin fue lord Davies quien corri en pos de Karam. Acaso ira trasel noble ms joven para traerlo de vuelta? Por el contrario, en lugar de ello sepuso a caminar a su paso. Desaparecieron en la oscuridad.

    Ordenar que se os persiga y se os arreste por esto! les grit Jarid convoz estridente. Estaba frentico. Ser rey consorte! Nadie os dar cobijo nisocorro a vosotros ni a ningn miembro de vuestras casas durante diezgeneraciones!

    Bay rd baj la vista hacia la piedra que tena en la mano. Slo quedaba unpaso: pulirla. El pulido era lo que haca que una punta de lanza fuera peligrosa.Bay rd sac la piedra de granito que haba recogido para tal propsito y empez afrotar con cuidado a lo largo del borde de la pizarra.

    Pues parece que recuerdo cmo hacer esto mejor de lo que esperaba , sedijo para sus adentros mientras lord Jarid continuaba con su diatriba.

    Haba algo poderoso en el hecho de fabricar una punta de lanza. El simpleacto pareca repeler la tenebrosidad de la noche. ltimamente haba habido una sombra sobre Bay rd y el resto del campamento, como si Como si no fueracapaz de estar en la luz por mucho que lo intentara. Todas las maanas sedespertaba con la sensacin de que alguien a quien amaba haba muerto el daanterior.

    Esa desesperanza poda hundir a cualquiera. Pero el mero acto de crear algo,cualquier cosa, era un modo de resistir. Un modo de desafiar a A aquel a quienninguno de ellos nombraba. El que todos saban responsable de lo que estabapasando, dijera lo que dijera lord Jarid.

    Bay rd se puso de pie. Ms tarde la pulira otro poco, pero desde luego la puntade lanza tena un aspecto estupendo. Levant el astil de madera la moharra sehaba soltado cuando el mal atac el campamento y sujet la nueva punta ensu sitio, exactamente como su abuelo le haba enseado a hacer tantos aos atrs.

    Los otros guardias lo estaban observando.Vamos a necesitar ms de sas dijo Morear. Si te parece bien, claro.

  • Bayrd asinti con la cabeza.De camino propuso luego, cuando partamos, pararemos junto a la

    ladera donde encontr este trozo de pizarra.Por fin Jarid dej de barbotar y los mir con los ojos desorbitados a la luz de

    la antorcha.No. Sois mi guardia personal. No me desafiaris!Jarid salt sobre Bay rd con una expresin asesina en los ojos, pero Morear y

    Rosse asieron al noble por detrs. Rosse pareca horrorizado por su acto derebelda; sin embargo, no solt al noble.

    Bay rd recogi otras pocas cosas que tena guardadas al lado del petate. Acontinuacin hizo un gesto de asentimiento a los otros, que se unieron a l ochohombres de la guardia personal de lord Jarid y llevaron casi a rastra al noble,que no dejaba de mascullar, a travs del desbaratado campamento. Dejaronatrs lumbres que ardan lentamente y tiendas cadas, abandonadas por hombresque se adentraban en la oscuridad, ahora en may or nmero, hacia el norte. Conel viento.

    Al borde del campamento, Bay rd seleccion un buen rbol de aspecto recio.Hizo un gesto a los otros y, con la cuerda que Bay rd haba cogido, ataron en l alord Jarid. ste no dej de soltar invectivas hasta que Morear lo amordaz con unpauelo.

    Bay rd se acerc y meti un odre de agua en el doblez del brazo del noble.No forcejeis demasiado o el odre se os caer, milord. No he apretado

    mucho la mordaza, y no tendra que costaros mucho esfuerzo quitrosla yempujar el odre hacia arriba para beber. Mirad, quitar el tapn.

    Jarid lo mir fijamente, furioso.No es por vos, milord aadi Bay rd. Siempre habis tratado bien a mi

    familia; pero, bueno, no podemos dejar que sigis con lo mismo y hacindonos lavida difcil. Hay algo que hemos de hacer, y vos nos lo estis impidiendo a todos.Tal vez alguien debera haber dicho algo antes. En fin, eso ya es agua pasada. Aveces se deja colgada la carne demasiado tiempo y luego se ha pasado el pernilentero.

    Hizo un gesto con la cabeza a los otros, que corrieron a recoger los petates.Seal a Rosse la direccin al afloramiento de pizarra, que no estaba lejos, y ledijo que buscara una piedra adecuada para una buena punta de lanza.

    Se volvi de nuevo hacia el noble, que no dejaba de forcejear.Esto no es culpa de las brujas, milord. No es culpa de Elayne Supongo

    que debera decir la reina . Curioso, relacionar el cargo de reina con unajovencita tan guapa. Habra preferido encontrarla en una posada y hacerlabrincar en mis rodillas en vez de tener que inclinarme ante ella con unareverencia, pero Andor necesitar una dirigente a la que seguir en la ltimaBatalla, y esa persona no es vuestra esposa. No podemos seguir luchando ms.

  • Lo siento.Jarid se derrumb en las ataduras, y la clera pareci abandonarlo. Ahora

    sollozaba. Qu cosa ms extraa, ver algo as.Avisar a la gente con la que nos crucemos, si es que nos cruzamos con

    alguien, de que estis aqu prometi Bay rd. Y que probablemente llevisalgunas joy as encima. Es posible que vengan a buscaros. Quiz lo hagan. Vacil. No deberais haberos interpuesto. Todo el mundo parece saber lo que seavecina, salvo vos. El Dragn ha renacido, los vnculos se han roto, los viejosjuramentos se han extinguido Que me ahorquen si permito que Andor marchea la ltima Batalla sin m.

    Bay rd se alej y se intern en la noche con su nueva lanza apoyada en elhombro. De todos modos, estoy comprometido con un juramento ms antiguoque el que tena con su familia. Un juramento que ni siquiera el propio Dragnpodra invalidar . Era un juramento con la tierra. Las piedras estaban en susangre, y su sangre en las piedras de este Andor.

    Reuni a los dems y partieron hacia el norte. Tras ellos, solo en la noche, suseor solloz cuando los fantasmas empezaron a moverse por el campamento.

    Talmanes tir de las riendas de Selfar, y como resultado el caballo brinc ysacudi la cabeza. El ruano pareca inquieto. Tal vez Selfar perciba el estado deansiedad de su amo.

    En la noche, el aire estaba cargado de humo. De humo y de gritos. Talmanesconduca a la Compaa por una calzada rebosante de refugiados pringados deholln. Se movan como restos flotantes de un naufragio en un ro turbio.

    Los hombres de la Compaa contemplaban a los refugiados conpreocupacin.

    Cuidado! les grit Talmanes. No podemos ir a galope todo el trechohasta Caemlyn. Cuidado!

    Conduca a los hombres tan rpido como era posible sin ser imprudente, casial trote. Las armaduras tintineaban. Elayne se haba llevado consigo la mitad dela Compaa a Campo de Merrilor, incluidos Estean y casi toda la caballera.Quizs haba previsto la posibilidad de tener que retirarse con rapidez.

    Como fuera, a Talmanes no le habra servido de mucho la caballera por lascalles, que sin duda estaran tan abarrotadas como esta calzada. Selfar resopl ysacudi la cabeza. Ya se encontraban cerca; justo delante, negras en la noche, sealzaban las murallas de la ciudad perfiladas por un intenso brillo, como si lorefrenaran. Daba la impresin de que la ciudad fuera el hoyo de una hoguera.

    Por la Gracia y los estandartes cados , pens el noble con un escalofro.Enormes columnas de humo flotaban sobre la urbe. La cosa estaba mal. Muchopeor que cuando los Aiel haban ido a Cairhien.

  • Por fin Talmanes afloj las riendas del ruano, y Selfar galop a lo largo delarcn de la calzada durante un tiempo; luego, de mala gana, el noble se abripaso para cruzarla haciendo caso omiso de las splicas de ayuda. El tiempo quehaba pasado con Mat haba hecho que ahora deseara tener algo ms que ofrecera esas gentes. Era realmente extrao el efecto que Matrim Cauthon ejerca enuna persona. Talmanes miraba ahora a los plebeyos con otros ojos. A lo mejorera porque an no saba si pensar en Mat como un noble o no.

    Desde el otro lado de la calzada, observ la ciudad en llamas mientrasesperaba que sus hombres lo alcanzaran. Podra haber ordenado que todos fueranmontados, porque, si bien no eran j inetes de caballera experimentados, todosellos disponan de caballos para viajar largas distancias. Esa noche no se atrevi ahacerlo. Con trollocs y Myrddraal al acecho por las calles, Talmanes necesitabaque sus hombres adoptaran de inmediato una formacin de combate. Losballesteros, con las armas cargadas, marchaban en los flancos de variascolumnas de piqueros. No dejara a sus hombres expuestos a una carga detrollocs por muy urgente que fuera su misin.

    Pero si perdan esos dragones Que la Luz nos ay ude , pens el noble. La ciudad pareca hervir con todo

    ese humo arremolinado por encima. Empero, algunas partes de la CiudadInterior que se elevaba imponente en la colina y era visible por encima de lasmurallas an no estaban en llamas. No haba fuego en el palacio. Estaranresistiendo los soldados all?

    No haban recibido respuesta de la reina y, por lo que Talmanes vea,tampoco haba llegado ay uda a la ciudad. La reina no deba de estar enterada delo que ocurra; mal asunto.

    Muy, muy malo.Un poco ms adelante, Talmanes divis a Sandip con algunos exploradores de

    la Compaa. El delgado hombre trataba de salir de entre un grupo de refugiados.Por favor, buen seor! gritaba una mujer. Mi pequea, mi hija, en el

    alto del lindero septentrionalTengo que llegar a mi tienda! vociferaba un hombre corpulento. Mis

    artculos de cristalMis buenas gentes empez Talmanes mientras se abra paso entre los

    refugiados, si en verdad queris que os ayudemos, tal vez podrais apartaros ydejarnos pasar para llegar a la puetera ciudad.

    La gente se apart de mala gana, y Sandip se lo agradeci a Talmanes con unasentimiento de cabeza. De piel curtida y pelo oscuro, Sandip otroraconsumado curandero itinerante era uno de los comandantes de la Compaa.Sin embargo, el afable hombre exhiba ese da una expresin sombra.

    Sandip, all le indic Talmanes al tiempo que sealaba.A corta distancia se hallaba reunido un nutrido grupo de hombres de armas

  • que contemplaban la ciudad.Mercenarios gru Sandip. Hemos pasado junto a varios grupos.

    Ninguno de ellos pareca inclinado a mover un dedo.Eso ya lo veremos respondi Talmanes.Por las puertas de la ciudad segua saliendo mucha gente que tosa y aferraba

    sus exiguas pertenencias sin soltar de la mano a los nios llorosos. Esa marea derefugiados an tardara en menguar. Caemly n estaba tan llena como una tabernaen da de mercado; los que tuvieran la suerte de escapar slo seran una pequeaparte en comparacin con los que an quedaran dentro.

    Talmanes, dentro de poco esta ciudad se va a convertir en una trampamortal dijo Sandip sin alzar la voz. No hay bastantes salidas. Si dejamos quela Compaa se quede atrapada dentro

    Lo s, peroEn las puertas, una repentina agitacin se propag entre la multitud de

    refugiados. Casi era una sensacin fsica, un estremecimiento. Los gritos sehicieron ms intensos. Talmanes mir hacia atrs y atisb unas figuras grandes ypesadas que se movan en las sombras de la puerta.

    Luz! exclam Sandip. Qu es eso?Trollocs contest Talmanes, que haba hecho dar la vuelta a Selfar.

    Luz! Intentan apoderarse de la puerta para impedir que salgan los refugiados.Haba cinco salidas de la ciudad; si los trollocs se hacan con todas ellas

    Aquello ya era una carnicera, pero si los trollocs lograban impedir que laaterrada multitud huy era, la situacin sera an ms peliaguda.

    Que los hombres se apresuren! grit Talmanes. Todos hacia la puertade la ciudad! Tacone a Selfar para ponerlo a galope.

    En cualquier otro lado, el edificio se habra considerado una posada, aunque Isamnunca haba visto a nadie dentro excepto las mujeres de mirada apagada quecuidaban los contados y deslucidos cuartos y preparaban comidas inspidas. A eselugar nadie iba buscando comodidad ni animacin. Isam se hallaba sentado enuna dura banqueta, junto a una mesa de pino tan desgastada por el paso deltiempo que a buen seguro y a era vieja antes de que l naciera. Procur no tocarmucho la superficie so riesgo de acabar con ms astillas en los dedos que lanzasen las manos de un Aiel.

    La abollada taza de estao de Isam estaba llena de un lquido oscuro, aunquel no haba bebido nada. Se encontraba junto a una pared, lo bastante cerca de lanica ventana de la posada para vigilar la calle de tierra que haba fuera, apenasiluminada en la noche por unos pocos farolillos colgados en la fachada de losedificios. Isam cuidaba mucho de no dejarse ver a travs del sucio cristal. Enningn momento mir directamente hacia el exterior. Siempre era mejor no

  • llamar la atencin en la Ciudad.se era el nico nombre que tena aquel lugar, si es que poda decirse que

    tuviera alguno. Los desvencijados edificios se haban levantado y reemplazadoincontables veces a lo largo de ms de dos mil aos. En la actualidad pareca unapoblacin de buen tamao, si uno miraba con los ojos entrecerrados. La may orade los edificios los haban construido prisioneros, quienes a menudo saban poco onada de ese oficio. Su trabajo haba estado supervisado por hombres tan ajenoscomo ellos a tales quehaceres. Un nmero considerable de casas parecansostenerse de pie gracias a las que tenan a ambos lados.

    El sudor resbal por la cara de Isam mientras l vigilaba subrepticiamente lacalle. Cul de ellos acudira a reunirse con l?

    A lo lejos apenas se distingua la silueta de una montaa que escinda el cielonocturno. Fuera, en alguna parte de la Ciudad, sonaba el golpeteo de metal contrametal como latidos acerados. En la calle se movieron unas figuras. Hombresencapuchados o envueltos en capas y con el rostro tapado hasta los ojos tras velosrojos como sangre.

    Isam tuvo cuidado de no demorar la mirada en ellos.Retumb un trueno. Las laderas de esa montaa estaban llenas de extraos

    rayos que se descargaban hacia arriba, en direccin a las omnipresentes nubesgrises. Pocos humanos conocan la existencia de esta Ciudad cercana al valle deThakandar, con Shayol Ghul cernido amenazadoramente sobre ella. Unos pocoshaban odo rumores. A Isam no le habra importado contarse entre losignorantes.

    Otros hombres pasaron. Velos rojos. Siempre los llevaban levantados. Bueno,casi siempre. Si veas que uno de ellos se lo bajaba, ms te vala matarlo. Porque,si no lo hacas, l te matara a ti. La mayora de los hombres de velo rojo noparecan tener otra razn para estar fuera que intercambiar miradas ceudasentre ellos y tal vez patear a los numerosos perros vagabundos asilvestrados yen los huesos cada vez que alguno se cruzaba en su camino. Las contadasmujeres que haban abandonado el refugio de sus casas corran apresuradas porel margen de la calle, gacha la mirada. No se vean nios y lo ms probable eraque hubiera muy pocos all. La Ciudad no era lugar para nios. Isam lo saba.Haba crecido all desde la infancia.

    Uno de los hombres que pasaba por la calle alz la vista hacia la ventana deIsam y se par. Isam se qued muy quieto. Los Samma NSei los Cegadoreshaban sido siempre quisquillosos y arrogantes. A decir verdad, el trmino quisquillosos no les haca justicia. Un simple arranque o un antojo arbitrariobastaban para que le clavaran un cuchillo a alguno de los Sin Talento. Por logeneral, era uno de los sirvientes el que pagaba el pato. Por lo general.

    El hombre del velo rojo sigui observndolo. Isam control el nerviosismo yevit hacer el alarde de sostenerle la mirada. El requerimiento para que acudiera

  • all era urgente y uno no pasaba por alto cosas as si quera seguir vivo. Contodo Si ese hombre daba un paso hacia el edificio, Isam se escabullira en elTelaranrhiod con la tranquilidad de saber que ni siquiera uno de los Elegidos loseguira desde all.

    El Samma NSei le dio la espalda a la ventana de forma repentina. En un vistoy no visto, se alej del edificio con rpidas zancadas. Isam sinti aflojarse latensin que lo haba atenazado, aunque en realidad nunca desaparecera del todo;no en ese lugar. Ese sitio no era su hogar, a pesar de que su infancia hubieratranscurrido all. Ese sitio era la muerte.

    Un movimiento. Isam ech un vistazo al final de la calle. Otro hombre alto,con chaqueta y capa negras y el rostro al descubierto, caminaba en su direccin.Increblemente, la calle se estaba quedando desierta porque los Samma NSeisalan de ella a toda velocidad por otras calles y callejas.

    De modo que era Moridin. Isam no haba presenciado lo ocurrido en laprimera visita del Elegido a la Ciudad. Los Samma NSei haban tomado aMoridin por uno de los Sin Talento hasta que el Elegido les demostr su error. Lasrestricciones que los coartaban a ellos no contaban para l.

    El nmero de Samma NSei muertos variaba segn las fuentes, pero nuncabajaba de una docena. Por lo que Isam haba visto, se poda dar crdito a lo quese contaba.

    Cuando Moridin lleg a la altura de la posada, la calle haba quedado desiertaa excepcin de los perros. Moridin sigui adelante e Isam lo observ mientraspasaba, pero sin que resultara obvio. Moridin no daba muestras de sentir interspor l ni por la posada, que era donde Isam deba esperar, segn las instruccionesrecibidas. Quizs el Elegido tena otros asuntos que tratar e Isam haba sido unaidea de ltimo momento.

    Cuando Moridin hubo pasado, Isam ech por fin un trago de la bebida oscuraque tena delante. Los que vivan all la llamaban fuego , sin ms. Estaba a laaltura del nombre. Se supona que guardaba relacin con algn tipo de bebida delYermo. Como todo lo dems en la Ciudad, era una versin corrupta del original.

    Cunto iba a hacerlo esperar Moridin? A Isam no le gustaba estar all. Lerecordaba demasiado su infancia. Pas una criada una mujer con un vestidotan rado que prcticamente era un guiapo y solt un plato en la mesa conbrusquedad. No intercambiaron una sola palabra.

    Isam mir la comida. Verduras en su mayora pimientos y cebollascortadas en rodajas finas y cocidas. Prob una y luego suspir y apart el plato.Las verduras estaban tan inspidas como unas gachas de mijo sin condimentar.No llevaban ni pizca de carne. A decir verdad, que no la hubiera le pareca bien;no le gustaba comer carne a menos que la hubiera matado y troceado l mismo.Lo cual era consecuencia de lo vivido en su infancia. Si uno no vea sacrificar alanimal, no saba qu era. No con seguridad. Caba la posibilidad de que fuera

  • algo cazado en el sur, pero quiz se trataba de un animal criado all, una vaca ouna cabra.

    O poda ser otra cosa. All, si la gente perda en un juego y no tena cmopagar, desapareca. A menudo, a los Samma NSei que no salan conforme a lasexpectativas los echaban de los entrenamientos. Los cuerpos desaparecan. Loscadveres rara vez duraban lo suficiente para ser enterrados.

    Maldito sea este sitio pens Isam, que tena el estmago revuelto. Ojalse .

    Alguien entr en la posada. Por desgracia, desde su posicin en la ventana nopoda ver en ambas direcciones la calle a la que daba la puerta del edificio. Erauna mujer bonita con ropas negras ribeteadas en rojo. Isam no identific lasilueta esbelta y el rostro delicado. Cada vez estaba ms convencido de ser capazde reconocer a todos los Elegidos, ya que los haba visto a menudo en el sueo.Ni que decir tiene que ellos no saban eso. Se crean los maestros y seores deaquel lugar, y algunos eran muy diestros.

    l era igualmente diestro, y tambin excepcionalmente bueno en pasarinadvertido.

    Es decir, que quienquiera que fuera la mujer, acuda disfrazada. Por qumolestarse en ocultarse all? En cualquier caso, tena que ser ella la que lo habaconvocado. Ninguna mujer recorra la Ciudad con una actitud tan imperiosa, consemejante confianza en s misma, como si esperase que las propias piedrasobedecieran si les ordenaba que saltaran. Isam hinc una rodilla en tierra, sindecir palabra.

    Ese movimiento despert el dolor en la zona del estmago donde habarecibido la herida. An no se haba recuperado de la lucha con el lobo. Sinti unaagitacin dentro de s: Luc odiaba a Aybara. Inslito. Luc tenda a ser el msacomodadizo, e Isam el despiadado. Bueno, as era como se vea a s mismo.

    Sea como fuere, en cuanto a ese lobo en particular los dos coincidan. Por unlado, Isam estaba excitado; como cazador nunca se haba enfrentado a un retocomo Aybara. Sin embargo, su odio era ms profundo. Algn da lo matara.

    Isam disimul el gesto de dolor e inclin la cabeza. La mujer lo dej derodillas y se sent a la mesa. Dio golpecitos con un dedo en la taza de estaodurante unos segundos mientras miraba el contenido, sin hablar.

    Isam sigui callado, sin moverse. Muchos de esos necios que se llamaban a smismos Amigos Siniestros se retorcan de impotencia cuando otro impona supoder sobre ellos. En realidad, admiti de mala gana, probablemente Luc hara lomismo.

    Isam era un cazador. Y no quera ser otra cosa. Si uno estaba conforme con loque era, no haba motivos para ofenderse cuando alguien lo pona en su sitio.

    Maldicin, cmo le dola el estmago.Quiero que muera dijo la mujer. Tena una voz suave, aunque intensa.

  • Isam no dijo nada.Lo quiero abierto en canal como una res, con las tripas desparramadas en

    el suelo, la sangre en un cazo para los cuervos, los huesos dejados al solblanquendose, luego agrisndose y despus quebrndose con el calor. Lo quieromuerto, cazador.

    A alThor.S. Hasta el momento has fracasado. Ahora la voz era heladora y le

    provoc un escalofro. Esta Elegida era dura. Igual que Moridin.En sus aos de servicio haba desarrollado un sentimiento de menosprecio por

    casi todos los Elegidos. Rean entre ellos como nios, por mucho poder y muchasabidura que supuestamente tuvieran. Esa mujer le daba que pensar, y sepregunt si realmente los habra espiado a todos. Ella era diferente.

    Y bien? inquiri la Elegida. Tienes algo que decir para justificar tusfracasos?

    Cada vez que uno de los otros me ha encomendado esa cacera, haaparecido otro que me ha retirado de la tarea y me ha encargado una distinta.

    En realidad, habra preferido continuar la cacera del lobo. Pero nodesobedecera rdenes; si eran rdenes directas de los Elegidos, no. Aparte deAybara, para l una cacera no se diferenciaba mucho de otra. Matara a eseDragn si era preciso.

    Eso no va a pasar esta vez dijo la Elegida, todava con la vista fija en lataza. No lo haba mirado a l ni le haba dado permiso para ponerse de pie, asque continu arrodillado. Todos los dems han renunciado a tus servicios. Amenos que el Gran Seor diga lo contrario, a menos que te emplace lpersonalmente, debes dedicarte a esta tarea. Mata a alThor.

    Un movimiento al otro lado de la ventana hizo que Isam mirara de reojohacia all. La Elegida no desvi los ojos mientras pasaba un grupo de figurasencapuchadas vestidas de negro. El viento no mova las capas de esas figuras.

    Con ellos iban unos carruajes; un acontecimiento inusual en la Ciudad. Loscarruajes se movan despacio, pero aun as se bamboleaban y saltaban con lasirregularidades de la calle. No era necesario que Isam viera tras las cortinas delas ventanas de los carruajes para saber que dentro viajaban trece mujeres,igualando el nmero de My rddraal. Ningn Samma NSei volvi a la calle. Solanevitar procesiones como sa. Por razones obvias, albergaban sentimientosintensos respecto a esas cosas.

    Los carruajes se alejaron calle adelante. Bien. Otro que haba cado. Isamhabra dado por hecho que esa prctica haba acabado puesto que la infeccin sehaba limpiado.

    Antes de que volviera la vista al suelo, capt algo ms incongruente. Un rostropequeo y sucio que observaba desde las sombras de un callejn, al otro lado dela calle, con los ojos muy abiertos, pero actitud furtiva. La presencia de Moridin

  • y la llegada de los grupos de trece haban alejado de la calle a los Samma NSei.Cuando ellos no estaban, los golfillos podan moverse con cierta seguridad. O no.

    Isam quera gritarle al pequeo que se fuera. Que echara a correr, que searriesgara a cruzar la Llaga. Que morir en el estmago de un Gusano era mejorque vivir all y sufrir lo que ese lugar le haca a uno.

    Vete! Huy e! Muere! . El instante pas fugaz; el golfillo retrocedi hacialas sombras. Isam an se recordaba a s mismo como ese cro. Cuntas cosashaba aprendido por entonces. Por ejemplo, a encontrar una comida quemereciera ms o menos confianza y que no la vomitaras cuando descubras loque haba dentro. Y a luchar con cuchillos. Y a evitar que te vieran o se fijaranen ti.

    Y cmo matar a un hombre, por supuesto. Cualquiera que sobreviva eltiempo suficiente en la Ciudad era porque haba aprendido esa leccin enparticular.

    La Elegida segua sin apartar la vista de la taza. Lo que miraba era su propioreflejo, comprendi Isam. Qu vera all?

    Necesitar ayuda dijo por fin Isam. El Dragn Renacido tiene guardiay rara vez entra en el sueo.

    Lo de la ayuda ya est arreglado contest ella en voz queda. Perotienes que encontrarlo, cazador. Se acab el jueguecito de antes, lo de intentaratraerlo hacia ti. Lews Therin percibira una trampa as. Adems, ahora no sedesviar de su causa. El tiempo apremia.

    La mujer habl de la desastrosa operacin en Dos Ros. Por entonces, Luchaba estado a cargo. Qu saba Isam de ciudades de verdad, de gente deverdad? Casi senta aoranza por esas cosas, aunque sospechaba que esaemocin, en realidad, provena de Luc. Isam slo era un cazador. La gente notena apenas inters para l, aparte de cules eran los mejores puntos para quepenetrara una flecha de manera que alcanzara el corazn.

    Esa operacin de Dos Ros, sin embargo apestaba como un cadverabandonado para que se pudriera. An no saba si en realidad el propsito habasido atraer a alThor, o haba sido mantener a Isam apartado de acontecimientosimportantes. Saba que sus habilidades fascinaban a los Elegidos, pues era capazde hacer algo que ellos no saban hacer. Oh, podan imitar la forma en queentraba en el sueo, pero para hacerlo necesitaban encauzar. Y accesos. Ytiempo.

    Estaba harto de ser un pen en sus juegos. Que dejaran de cambiar de presacada semana y lo dejaran cazar.

    Uno no les deca esas cosas a los Elegidos, de modo que se guard para s susobjeciones.

    Unas sombras oscurecieron el vano de la puerta y la mujer que atenda elsaln desapareci en la parte de atrs, con lo que Isam y la Elegida se quedaron

  • solos en la estancia.Puedes ponerte de pie dijo ella.Isam se incorpor con premura al tiempo que dos hombres entraban en el

    saln. Altos, musculosos y cubiertos con velos rojos. Vestan ropas de tonosmarrones como los Aiel, pero no llevaban lanzas ni arcos. Esos seres matabancon armas mucho ms mortferas. Haba pasado toda la vida evitando la miradade hombres como sos. Hizo un esfuerzo supremo para no ponerse a temblar alverlos dirigirse hacia la mesa con movimientos propios de predadores innatos.

    Los hombres se bajaron los velos y ensearon los dientes. Los llevabanlimados. As me abrase .

    A esos dos los haban sometido a la Trasmutacin. Se les notaba en los ojos,unos ojos que no eran del todo normales, que no eran del todo humanos.

    Isam estuvo a punto de huir en ese momento para entrar en el sueo. Noestaba a su alcance matar a esos dos hombres. Quedara reducido a cenizas antesde lograr abatir a uno de ellos. Haba visto cmo mataban los Samma NSei; amenudo lo hacan simplemente para descubrir otros modos de utilizar suspoderes.

    No atacaron. Saban que la mujer era una Elegida? Entonces, por qu sebajaban los velos? Los Samma NSei nunca se los bajaban excepto para matar, yslo para las muertes que anhelaban llevar a cabo.

    Ellos te acompaarn dijo la Elegida. Tambin contars con unpuado de los Sin Talento para que ayuden con los guardias de alThor. Sevolvi hacia l y, por primera vez, lo mir a los ojos. Pareca disgustada. Comosi el hecho de necesitar su ayuda le fuera aborrecible.

    Ellos te acompaarn , haba dicho, no Ellos estarn a tu servicio .Maldito hijo de perra. Este encargo iba a ser un trabajo odioso.

    Talmanes se lanz hacia un lado y esquiv el hacha del trolloc por muy poco. Elsuelo tembl cuando la cabeza del arma golpe los adoquines y los hizo pedazos;el noble se agach y clav la espada en el muslo de la criatura. El ser, que tenahocico de toro, ech la cabeza hacia atrs y bram.

    Maldicin, te apesta el aliento gru Talmanes mientras liberaba el armade un tirn y retroceda.

    El monstruo cay sobre una pierna, y Talmanes le cort de cuajo la manoque empuaba el hacha.

    Jadeante, el noble dio unos pasos hacia atrs al tiempo que sus doscompaeros alanceaban al ser en la espalda. Uno siempre prefera enfrentarseen grupo a los trollocs. En fin, uno siempre prefera enfrentarse en grupo acualquiera, pero con los trollocs era ms importante si se tena en cuenta eltamao y la fuerza de esas criaturas.

  • Bajo la noche, los cadveres yacan apilados como montones de basura.Talmanes se haba visto forzado a prender fuego a las torres de guardia de lapuerta de la ciudad para tener luz; de momento, los guardias que haban quedadomedia docena, ms o menos ya se haban sumado a los soldados de laCompaa.

    Semejando una marea negra, los trollocs empezaron a retirarse de la puerta.Se haban dispersado demasiado. O, ms bien, se haban visto obligados ahacerlo, ya que haba habido un Semihombre con esa partida de monstruos.Talmanes baj la mano hacia el costado herido. Estaba hmedo.

    El fuego de las torres de guardia arda con menos fuerza. Tendra que ordenarprender fuego a unos cuantos comercios. Se corra el riesgo de que el incendio sepropagara, pero la ciudad ya se poda dar por perdida. No tena sentido retrasarlo inevitable.

    Brynt! llam a voces. Prende fuego a ese establo!Sandip se acerc al noble al tiempo que Brynt pasaba corriendo con una

    antorcha.Volvern. Y ser pronto, probablemente.Talmanes asinti con la cabeza. Ahora que la lucha haba acabado, los

    vecinos empezaban a salir en tropel de callejones y escondrijos para dirigirsecon cautela hacia la puerta y se supona a la seguridad.

    No podemos quedarnos aqu y defender esta puerta dijo Sandip. Losdragones

    Lo s. Cuntos hombres hemos perdido?An no los he contado. Al menos un centenar. Luz, Mat me arrancar la piel cuando se entere . Mat detestaba perder

    tropas. En ese hombre alentaba una sensibilidad equiparable a su genialidad, unacombinacin extraa, pero inspiradora.

    Manda unos cuantos exploradores a vigilar las calles y avenidas cercanaspara dar la alarma si se aproximan Engendros de la Sombra. Amontonad estosrestos de trollocs para levantar barricadas. Servirn tan bien como cualquier otracosa. T, soldado!

    Uno de los fatigados hombres que pasaban cerca se detuvo de golpe. Lucalos colores de la reina.

    S, milord?Tenemos que hacer saber a la gente que esta puerta de salida de la ciudad

    es segura. Hay alguna llamada de cuerno que la plebe andorea sabraidentificar? Algo que los hiciera acudir aqu?

    Plebe repiti el hombre, pensativo. No pareca que la palabra le gustara.En Andor no la utilizaban a menudo. S, la Marcha de la Reina.

    SandipPondr a los chicos de la banda a ello, Talmanes contest el comandante.

  • Bien.El noble se agach sobre una rodilla para limpiar la espada con la camisa de

    un trolloc muerto; el costado le dola. La herida no era grave. En condicionesnormales, no. En realidad slo era un rasguo.

    La camisa estaba tan sucia que vacil antes de pasarla por el arma; pero lasangre de los trollocs era perjudicial para el acero de las hojas, as que frot laespada. Se puso de pie y, haciendo caso omiso del dolor del costado, se dirigihacia la puerta, donde tena atado a Selfar. No se haba atrevido a lanzar alcaballo contra los Engendros de la Sombra. Era un buen castrado, pero no unamontura entrenada en las Tierras Fronterizas.

    Ninguno de los hombres cuestion su decisin cuando subi a la silla e hizoque Selfar se volviera hacia el oeste y cruzara la puerta de la ciudad en direccina los mercenarios a los que haba observado antes. A Talmanes no lo sorprendiver que se haban acercado a la ciudad. La batalla atraa a los guerreros como elfuego a los viajeros en una noche de invierno.

    No se haban sumado a la lucha. Al acercarse con el caballo, un pequeogrupo de mercenarios salud al noble; eran seis hombres de brazos musculosos yprobablemente mollera dura. Los haban reconocido a l y a la Compaa.En la actualidad Mat era extraordinariamente famoso y, por asociacin, tambinlo era la Compaa. Sin duda repararon en las manchas de sangre de trollocs enlas ropas de Talmanes y en el vendaje del costado.

    Esa herida empezaba realmente a escocer con ganas. Talmanes tir de lasriendas de Selfar y despus, con paciencia, tante las alforjas. Guard algo detabaco aqu, en alguna parte .

    S? pregunt uno de los mercenarios.Era fcil identificar al cabecilla, pues llevaba la mejor armadura. A menudo

    un hombre acababa siendo el jefe de una banda como sa por el mero hecho deseguir vivo.

    Talmanes sac su segunda mejor pipa de la alforja. Dnde andara eltabaco? Nunca llevaba su mejor pipa a la batalla. Su padre le haba dichosiempre que hacerlo daba mala suerte.

    Ah , pens mientras sacaba la bolsita de tabaco. Meti un poco en lacazoleta, sac una pequea mecha y se inclin para acercarla a una antorchaque sostena un mercenario desconfiado.

    No vamos a luchar a menos que nos paguen dijo el cabecilla.Era un hombre corpulento que iba sorprendentemente limpio, aunque no le

    habra ido mal un arreglo en la barba.Talmanes encendi la pipa y expuls el humo. Detrs, los cuernos empezaron

    a tocar. La Marcha de la Reina result ser una meloda pegadiza. El sonido de loscuernos lleg acompaado por gritos, y Talmanes mir hacia atrs. Trollocs en lacalle principal, un grupo ms grande esta vez.

  • No vamos a empez de nuevo el hombre.Sabes qu es lo que estamos viviendo? lo interrumpi Talmanes con

    suavidad, sin quitarse la pipa de los labios. Es el principio del fin. Es la cada delas naciones y la unificacin de la humanidad. Es la ltima Batalla, pedazo denecio.

    Los hombres rebulleron, incmodos.Hablis hablis en nombre de la reina? pregunt el cabecilla, tratando

    de salvar las apariencias. Slo quiero saber que alguien se ocupa de mishombres.

    Si combats, te prometo una gran recompensa dijo Talmanes.El hombre esper que dijera algo ms.Te prometo que seguirs respirando aadi el noble mientras exhalaba

    humo.Es una amenaza, cairhienino?Talmanes ech otra bocanada de humo y luego se inclin en la silla para

    acercar la cara a la del cabecilla.Esta noche he matado a un Myrddraal, andoreo susurr con

    tranquilidad. Me dio un puntazo con una hoja forjada en Thakandar y la heridase ha puesto negra. Eso significa que me quedan unas pocas horas, como mucho,antes de que el veneno me abrase de dentro afuera y muera del modo msdoloroso que puede perecer un hombre. En consecuencia, amigo, te sugiero queme creas cuando te digo que en verdad no tengo nada que perder.

    El hombre parpade.Tenis dos opciones dijo Talmanes alzando la voz, e hizo dar la vuelta a

    su caballo para encararse a la tropa. Podis luchar como el resto de nosotrospara ayudar a que el mundo vea das nuevos, y tal vez ganaris algn dinero alfinal. Eso no os lo puedo prometer. La otra opcin que tenis es quedaros aqusentados, ver cmo masacran a la gente y deciros a vosotros mismos que notrabajis gratis. Si tenis suerte y los dems salvamos al mundo sin vuestracolaboracin, podris seguir respirando el tiempo suficiente para acabarlinchados con una soga al cuello, como unos cobardes.

    Silencio. Los cuernos sonaron desde la oscuridad que haba detrs.El jefe de los mercenarios mir a sus compaeros, que asintieron para

    mostrar que estaban de acuerdo.Id a defender esa puerta instruy Talmanes. Yo ir a reclutar a las

    otras bandas de mercenarios para que ayuden.

    Leilwin recorri con la mirada la multitud de campamentos que se extendan porel lugar conocido como Campo de Merrilor. De noche y con esas nubes en lo altoque ocultaban la luna y las estrellas, casi poda imaginar que las lumbres decocinar eran fanales de barcos en un puerto con mucho ajetreo por la noche.

  • Probablemente sa sera una escena que no volvera a ver nunca. Leilwin SinBarco no era capitana; no volvera a serlo. Desear lo contrario sera desafiar lapropia naturaleza de la persona en la que se haba convertido.

    Bay le le puso una mano en el hombro. Dedos gruesos, speros por losmuchos das de trabajo. La mujer alz la mano y la pos sobre la de l. Habasido sencillo escabullirse por uno de esos accesos que se haban estado abriendo aTar Valon. Bay le conoca bien la ciudad, aunque haba rezongado por estar all.

    Ese sitio me pone de punta el vello de los brazos haba dicho. Y tambin: Cmo he deseado no volver a caminar por estas calles. Vaya si lo he deseado.

    Pero aun as haba ido con ella. Un buen hombre, Bay le Domon. Tan buenocomo poda encontrarlo en esas tierras extraas, a despecho de esos borrones quetena en su pasado por realizar negocios sucios. Bay le haba dejado eso atrs. Sino comprenda el modo correcto de hacer las cosas, lo intentaba.

    Esto es una seal dijo l mientras recorra con la vista el tranquilo marde luces. Qu quieres hacer ahora?

    Encontrar a Nynaeve alMeara o a Elayne Trakand.Bay le se rasc el mentn barbudo; luca una barba al estilo illiano, con el

    labio superior afeitado. El cabello lo tena de diferentes longitudes, ya que habadejado de afeitarse una parte de la cabeza ahora que ella lo haba liberado.Leilwin lo haba hecho para poder casarse con l, por supuesto.

    Mejor as; llevar la cabeza afeitada habra llamado la atencin all. Desdeluego, haba cumplido muy bien como sojhin una vez que ciertos temashaban quedado resueltos. Al final, sin embargo, tuvo que admitir que Bay leDomon no estaba hecho para ser sojhin. Sus modales eran demasiado toscos; niel movimiento continuo de las mareas pulira esos rebordes cortantes. As eracomo ella lo quera, aunque nunca lo dira en voz alta.

    Debe de ser tarde, Leilwin dijo Bay le. Quiz deberamos esperarhasta maana por la maana.

    No. El silencio reinaba en los campamentos, cierto, pero no se trataba de laquietud del sueo. Era la quietud de barcos a la espera de que soplen los vientoscorrectos.

    No saba casi nada de lo que ocurra all; no se haba atrevido a abrir la bocaen Tar Valon para hacer preguntas, pues su acento la habra delatado comoseanchan. Una concurrencia de ese tamao no se daba sin que hubiera unaplanificacin bien calculada. La inmensidad de aquello la tena sorprendida;haba odo hablar sobre la reunin en ese lugar, una a la que casi todas las AesSedai haban acudido. Aquello superaba todo lo previsto.

    Ech a andar a travs del campo y Bay le la sigui; los dos se unieron al grupode sirvientes de Tar Valon que les haban permitido acompaarlos gracias alsoborno de Bay le. Sus mtodos no agradaban a Leilwin, pero a ella no se le habaocurrido otra solucin. Procuraba no pensar mucho en sus contactos originales en

  • Tar Valon. En fin, que si ella no poda volver a pisar un barco, entonces a Bay leno se le presentaran ms ocasiones de hacer contrabando. Lo cual era unpequeo consuelo.

    Eres capitana de barco. Eso es lo nico que sabes hacer, lo nico quequieres hacer. Y, ahora, tu nombre es Sin Barco . La sacudi un escalofro yapret los puos para no rodearse con los brazos. Pasar el resto de la vida en esastierras inalterables y montonas, sin poder desplazarse jams a una velocidadmayor que la que pudiera proporcionarle un caballo, sin volver a oler al aire dealta mar, sin volver a apuntar la proa hacia el horizonte, levar anclas, largar velasy simplemente

    Se oblig a salir de su ensimismamiento. Encontrar a Nynaeve y a Elay ne.Puede que ella fuera Sin Barco, pero no se dejara hundir en las profundidades yahogarse. Se marc el rumbo y ech a andar. Bay le iba un poco encorvado, conaire desconfiado, e intentaba vigilar todo en derredor al mismo tiempo. Tambinech varias ojeadas hacia ella, los labios apretados en una fina lnea. A estasalturas, ella ya saba qu significaba eso.

    Qu ocurre? pregunt.Leilwin, qu hacemos aqu?Ya te lo he dicho. Tenemos que encontrar aS, pero por qu? la interrumpi. Qu crees que puedes hacer? Son

    Aes Sedai. Vaya si lo son.Me trataron con respeto antes.Y por eso crees que nos darn cobijo?Quiz. Lo mir. Dilo ya, Bay le. Algo te ronda la cabeza.l suspir.Por qu necesitamos que nos cobijen, Leilwin? Podramos encontrar un

    barco para nosotros en alguna parte, en Arad Doman. Donde no hay a Aes Sedai.Ni seanchan.

    Yo no tripulara el tipo de barco que t prefieres.Bay le le dirigi una mirada inexpresiva.Que sepas que s llevar un negocio honrado, Leilwin. No sera unElla levant la mano para pedirle silencio y luego se la apoy en el hombro.Lo s, amor mo. Lo s. Estoy hablando por hablar, empujndonos en un

    curso que no lleva a ninguna parte.Por qu?La pregunta, escueta y directa, le escoci como una astilla clavada debajo de

    la ua. Por qu? Por qu haba hecho aquel largo viaje junto a Matrim Cauthony se haba puesto peligrosamente cerca de la Hija de las Nueve Lunas?

    Mis compatriotas, Bay le, tienen un concepto errneo del mundo, que esmuy peligroso y genera injusticia.

    Te depusieron, Leilwin. Te marginaron musit l. Ya no eres uno de

  • ellos.Siempre ser uno de ellos. Mi nombre fue revocado, pero no mi origen.Siento lo del insulto, s.Ella asinti con un brusco cabeceo.Sigo siendo leal a la emperatriz, as viva para siempre. Pero las damane

    Son el fundamento de su mandato y su poder. Son el medio por el que dicta susrdenes, por el que mantiene unido el imperio. Y las damane son una mentira.

    Las suldam podan encauzar. El Talento poda aprenderse. Ahora, mesesdespus de haber descubierto la verdad, su mente an era incapaz de abarcartodas las implicaciones de aquello. Tal vez otra persona habra estado msinteresada en la ventaja poltica que le dara ese conocimiento; quizs otrapersona habra regresado a Seanchan y habra hecho uso de ello para obtenerpoder. Leilwin casi deseaba haber hecho eso. Casi.

    Pero las splicas de las suldam, que se hicieron ms insistentes al conocer aesas Aes Sedai que no se parecan en nada a lo que le haban enseado queeran

    Haba que hacer algo. No obstante, si lo haca, no provocara eldesmoronamiento del imperio? Tena que pensar muy, muy bien susmovimientos, igual que en los ltimos movimientos del juego shal.

    En la oscuridad, los dos siguieron en pos de la hilera de sirvientes; a menudo,una Aes Sedai u otra mandaban de vuelta a criados en busca de algo que habandejado en la Torre Blanca, por lo que viajar ida y vuelta era algo normal ycorriente, lo cual constitua una suerte para Leilwin. Pasaron el permetro delcampamento de las Aes Sedai sin que surgieran objeciones a su presencia.

    Le pareca sorprendente lo fcil que estaba resultando hasta que vio a varioshombres situados a lo largo de camino. Era muy fcil que pasaran inadvertidos alos dems; haba algo en ellos que los haca mimetizarse con el entorno, sobretodo en la oscuridad. Slo repar en ellos cuando uno se movi para apartarse delos otros y echar a andar a corta distancia de Bay le y ella.

    En cuestin de segundos, result obvio que haba notado algo distinto en ellosque los diferenciaba de los dems. Quizs era la forma de caminar, decomportarse. Haban tenido cuidado de vestirse con sencillez, aunque la barba deBay le lo sealaba como illiano.

    Poniendo una mano en el brazo de Bay le, Leilwin se par y se volvi paraencararse con el hombre que les segua los pasos. Supona, por las descripcionesque tena, que era un Guardin.

    El Guardin sigui caminando en su direccin. An se encontraban cerca delpermetro del campamento, con las tiendas organizadas en crculos. Leilwinhaba advertido con malestar que algunas de las tiendas brillaban con una luzdemasiado estable para provenir de velas o faroles.

    Hola dijo Bay le al tiempo que levantaba una mano con gesto amistoso

  • hacia el Guardin. Venimos buscando a una Aes Sedai llamada Ny naevealMeara. Si ella no est aqu, quiz s lo est otra llamada Elay ne Trakand.

    Ninguna de las dos est acampada aqu repuso el Guardin.Era un hombre de brazos largos y porte gallardo. El cabello, largo y oscuro,

    enmarcaba un rostro de rasgos que parecan inacabados. Como tallados enroca por un escultor que hubiera perdido inters en un proy ecto a medioterminar.

    Ah, entonces nos hemos equivocado coment Bay le. Podrasdecirnos dnde estn acampadas? Es un asunto urgente, sabes? Habl consoltura, de forma relajada. Cuando era necesario, Bay le poda resultarencantador. Mucho ms que ella.

    Eso depende. Tu compaera tambin quiere encontrar a esas Aes Sedai?pregunt el Guardin.

    Claro queQuiero que lo diga ella lo interrumpi el otro hombre sin quitarle ojo a

    Leilwin.Pues y o te lo dir repuso Leilwin. Por mi vieja abuela! Esas mujeres

    prometieron pagarnos, y quiero cobrar, vay a. Las Aes Sedai no mienten. Todo elmundo sabe que eso es as. Si t no vas a llevarnos ante ellas, entoncesproporcinanos a alguien que s lo haga!

    El Guardin vacil mientras los ojos se le abran de par en par ante el aluvinde palabras. Luego afortunadamente asinti con la cabeza.

    Por aqu.Los condujo alejndose del centro del campamento, pero y a no pareca

    sospechar de ellos.Leilwin solt un suspiro quedo y ech a andar detrs del Guardin ajustando

    el paso al de Bay le. ste la mir con expresin enorgullecida y una sonrisa tanamplia que los habra delatado a ambos si el Guardin hubiera girado la cabeza ylos hubiera mirado. Sin embargo, ella no pudo evitar esbozar tambin un atisbo desonrisa.

    Le costaba imitar el acento illiano, pero los dos haban estado de acuerdo enque su deje seanchan era peligroso, sobre todo si viajaban con Aes Sedai. Bay leafirmaba que un illiano nativo no la tomara por uno de ellos, pero s lo imitaba lobastante bien para engaar a alguien que no fuera oriundo de Illian.

    Se sinti aliviada cuando se alejaron del campamento de las Aes Sedai y delas luces. Tener dos amigas porque lo eran, a despecho de los problemas entreellas que eran Aes Sedai no significaba que quisiera estar en un campamentorepleto de ellas. El Guardin las condujo a una zona despejada en el centro deCampo de Merrilor. All haba un campamento muy extenso con un gran nmerode tiendas.

    Aiel le dijo Bay le en voz baja. Pues vay a si hay decenas de miles de

  • tiendas suyas.Interesante. Sobre los Aiel se contaban cosas amedrentadoras, ley endas que

    costaba creer que fueran ciertas. Aun as, esas historias aunque exageradassugeran que eran los mejores guerreros a ese lado del ocano. Le habra gustadoentrenarse con uno o dos de ellos si la situacin hubiese sido otra. Toc con losdedos el fardo que llevaba; haba guardado el garrote en un largo bolsillo lateralque tena al alcance de la mano.

    Desde luego eran altos, esos Aiel. Pas cerca de algunos que estabanarrellanados junto a las fogatas de campamento, aparentemente relajados. Sinembargo, esos ojos los observaron con ms atencin de lo que lo haba hecho elGuardin. Gente peligrosa aquella, lista para matar incluso mientras se relajabajunto a la hoguera. La oscuridad de la noche no le permita distinguir losestandartes que ondeaban en ese campamento.

    Qu rey o reina manda en este campamento, Guardin? pregunt.El hombre se volvi hacia ella con los rasgos del rostro difuminados en las

    sombras de la noche.Tu rey, illiana dijo.A su lado, Bay le se puso tenso. Ay, no .El Dragn Renacido. Se sinti orgullosa de no perder el ritmo mientras

    caminaba, pero le falt poco. Un hombre con capacidad de encauzar. Era peor,mucho peor, que las Aes Sedai.

    El Guardin los condujo a una tienda prxima al centro del campamento.Estis de suerte. Tiene la luz encendida.No haba guardias a la entrada de la tienda, as que el hombre llam y recibi

    permiso para entrar. Retir el faldn de la puerta con un brazo y les hizo un gestocon la cabeza, si bien la otra mano la tena en la espada y su actitud era de alerta,presto para el combate.

    Leilwin detestaba la idea de dejar esa espada a su espalda, pero entr comoles haban ordenado. La tienda estaba iluminada por uno de esos globosanormales que irradiaban luz, y una mujer conocida, con un vestido verde, sehallaba sentada a un escritorio escribiendo una carta. Ny naeve alMeara era loque, all en Seanchan, uno llamara una telarti, una mujer con fuego en el alma.Segn tena entendido Leilwin, se supona que las Aes Sedai deban ser aguascalmas y plcidas. Bien pues, esa mujer quiz fuera alguna vez aguas tranquilas,pero de esas que uno encontraba a dos viradas de un violento remolino.

    Nynaeve sigui escribiendo cuando entraron. Ya no llevaba coleta; tena elcabello suelto sobre los hombros, una imagen tan rara como la de un barco sinvela.

    Te atender dentro de un instante, Sleete le dijo al Guardin. En serio,la forma en que t y tus compaeros estis revoloteando a mi alrededor

  • ltimamente me hace pensar en una gallina que ha perdido un huevo. VuestrasAes Sedai no tienen trabajo que daros?

    Lan es muy importante para muchos de nosotros, Ny naeve Sedai repusoel Guardin, Sleete, con voz grave, sosegada.

    Oh, y para m no lo es? En serio, me pregunto si no convendra mandarosa cortar lea o algo por el estilo. Si viene a verme un Guardin ms por sinecesito

    Alz la vista y por fin vio a Leilwin. De inmediato el rostro de Ny naeve setorno impvido. Fro. Helador. Y Leilwin se puso a sudar. Esa mujer tena su vidaen sus manos. Por qu no haba podido Sleete llevarlos hasta Elayne? Quiz nodeberan haber mencionado a Ny naeve.

    Estos dos queran veros explic Sleete, que tena la espada desenvainada;Leilwin no se haba fijado en ese detalle. Domon mascull entre dientes.Afirman que prometisteis pagarles dinero y que han venido por l. Sin embargo,no se identificaron en la Torre, y hallaron el modo de escabullirse a travs de unode los accesos. El hombre es de Illian. La mujer, de otra parte. Ha imitado elacento illiano.

    Bueno, a lo mejor no era tan buena con el acento como haba imaginado.Leilwin ech un vistazo a la espada del hombre. Si se tiraba hacia un lado yrodaba, probablemente l fallara un golpe, eso dando por hecho que arremeteracontra el pecho o el cuello. Ella podra sacar el garrote y

    Estaba cara a cara con una Aes Sedai. Lo ms seguro era que nunca selevantara del suelo. Estara inmovilizada por un tej ido del Poder nico. O algopeor.

    Los conozco, Sleete dijo Ny naeve con voz fra. Has hecho bien entrarmelos aqu. Gracias.

    El Guardin envain la espada de inmediato y Leilwin not un aire fro en elcuello cuando l sali de la tienda, tan silencioso como un susurro.

    Si habis venido buscando el perdn, habis acudido a la personaequivocada dijo Nynaeve. Casi estoy por entregaros a los Guardianes paraque os interroguen. Quiz puedan sacaros algo til sobre los seanchan de esatraicionera mente vuestra.

    Me alegro de volver a verte, Ny naeve habl Leilwin con frialdad.Bien, qu pas? demand Nynaeve.Qu pas? A qu se refera esa mujer?Lo intent respondi de pronto Bay le con expresin arrepentida.

    Luch con ellos, pero enseguida me redujeron. Podran haber prendido fuego ami barco, habernos hundido, haber matado a mis hombres.

    Mejor habra sido que t y todos cuantos estabais a bordo hubieseis muerto,illiano repuso Nynaeve. El terangreal acab en manos de una de lasRenegadas, Semirhage. Se ocultaba en Seanchan, fingiendo ser una especie de

  • juez. Una Palabra de la Verdad. Es as como se llaman?S confirm Leilwin en voz queda. Ahora lo entenda. Lamento haber

    roto mi juramento, peroQue lo lamentas, Egeanin? la interrumpi Ny naeve mientras se

    incorporaba con tanta violencia que volc la silla. Lamentarlo no es unapalabra que y o utilizara por poner en peligro al mismsimo mundo, porempujarnos al filo de la oscuridad y estar en un tris de arrojarnos por el borde!Hizo copias de ese artilugio, mujer. Una acab en el cuello del Dragn Renacido.El propio Dragn Renacido, controlado por una de los Renegados! Ny naeveagit las manos en el aire.

    Luz! Estuvimos a unos segundos del fin por tu culpa. El fin de todo. Dedesaparecer el Entramado, el mundo, y quedar la nada. Millones de vidaspodran haber desaparecido en un parpadeo por tu negligencia.

    YoDe repente sus fallos le parecieron monumentales a Leilwin. Su vida perdida.

    Su nombre perdido. Despojada de su barco por la mismsima Hija de las NueveLunas. Todo eso pareca carecer de importancia a la luz de aquello.

    Luch repiti Bay le con ms firmeza. Luch con cuanto estaba a mialcance.

    Al parecer tendra que haberme unido a ti dijo Leilwin.Intent explicrtelo adujo Bay le, sombro. Muchas veces, as me

    abrase, pero lo intent.Bah rezong Ny naeve, que se llev una mano a la frente. Qu haces

    aqu, Egeanin? Esperaba que estuvieras muerta. Si hubieses muerto paramantener tu juramento, entonces no habra podido culparte.

    Se lo entregu a Suroth yo misma pens Leilwin. Un precio pagado acambio de mi vida, la nica salida que tena .

    Y bien? Ny naeve le asest una mirada feroz. Sultalo de una vez,Egeanin.

    Ya no me llamo as. Leilwin se puso de rodillas. He sido despojada detodo, incluido mi honor, por lo que parece. Me entrego a ti en pago.

    Ny naeve resopl.Yo no tengo personas como si fueran animales, a diferencia de lo que

    vosotros hacis, seanchan.Leilwin sigui de rodillas. Bay le le puso la mano en el hombro, pero no hizo

    intencin de tirar para que se pusiera de pie. Entenda muy bien ahora por quhaca lo que haca. Faltaba poco para que fuera civilizado.

    De pie espet Ny naeve. Por la Luz, Egeanin. Te recuerdo lo bastantefuerte como para masticar rocas y escupirlas hechas arena.

    Es la fuerza lo que me obliga a hacer esto respondi mientras bajaba lavista al suelo.

  • Es que Ny naeve no entenda lo difcil que le resultaba aquello? Que seramucho ms sencillo para ella cortarse el cuello, slo que ya no le quedaba honorsuficiente para exigir un final tan fcil?

    Ponte de pie!Leilwin obedeci.Nynaeve recogi su capa de la cama y se la ech por los hombros.Vamos. Os conduciremos ante la Amyrlin. Quizs ella sepa qu hacer con

    vosotros.Nynaeve sali a la noche abrindose paso entre ellos. Leilwin fue tras ella;

    haba tomado una decisin. Slo haba un camino que tena sentido, un modo depreservar un resto de honor y, tal vez, ay udar a su pueblo a sobrevivir a lasmentiras que le haban estado diciendo durante tanto tiempo.

    Leilwin Sin Barco ahora era propiedad de la Torre Blanca. Dijeran lo quedijeran, intentaran lo que intentaran hacer con ella, ese hecho no cambiara. Erade su propiedad. Sera una dacovale de la tal Amy rlin y capeara ese temporalcomo un barco al que el viento ha desgarrado el velamen.

    A lo mejor, con el honor que le quedaba, podra ganarse la confianza de esamujer.

    Es parte de un remedio para el dolor que conoca un viejo fronterizo dijoMelten mientras le quitaba el vendaje del costado de Talmanes. La urticanaralentiza la infeccin dejada por el metal maldito.

    Melten era un hombre enjuto y greudo. Vesta como un leador andoreo,con camisa sencilla y capa, pero hablaba como un fronterizo. En la bolsa delcinturn llevaba un juego de bolas de colores con las que a veces hacamalabarismos para los otros miembros de la Compaa. En otra vida tena quehaber sido un juglar.

    Era un hombre que no pareca hecho para estar en la Compaa, aunque, deun modo u otro, se era el caso de todos.

    Ignoro cmo mitiga la ponzoa admiti Melten, pero lo hace. No es unveneno natural, oj ito. No se puede extraer chupndolo.

    Talmanes se apret el costado con la mano. El dolor abrasador era como siunos bejucos espinosos le serpentearan bajo la piel, extendindose y desgarrandola carne con cada movimiento. Senta claramente cmo se mova el veneno atravs de su cuerpo. Luz, y cmo dola.

    Cerca, los hombres de la Compaa combatan a travs de Caemly n endireccin al palacio. Haban entrado por la puerta meridional, tras dejar a lasbandas mercenarias al mando de Sandip defendiendo la puerta occidental.

    Si haba resistencia humana en algn punto de la ciudad sera en palacio. Pordesgracia, pelotones de trollocs deambulaban por el rea situada entre la posicin

  • de Talmanes y el palacio. No dejaban de topar con esos monstruos y se veanenzarzados en una lucha tras otra.

    Talmanes, claro estaba, no poda saber si haba resistencia arriba sin llegarhasta all. Lo cual significaba conducir a sus hombres hacia palacio luchando atodo lo largo del camino y exponerse a quedar aislados por detrs si uno de esosgrupos daba un rodeo por su retaguardia. Pero eso era algo que no se poda evitar.Tena que descubrir qu quedaba si es que quedaba algo de los defensores depalacio. Desde all, podra penetrar ms en la ciudad e intentar apoderarse de losdragones.

    El aire ola a humo y a sangre; durante una breve pausa en la lucha, habanapilado trollocs muertos contra el lateral derecho de la calle a fin de haceraccesible el paso a sus hombres.

    Tambin haba refugiados en ese barrio de la ciudad, aunque no una tromba.Una arroy ada, s; un chorreo continuo que sala de la oscuridad mientrasTalmanes y la Compaa se apoderaban de sectores de la va pblica queconduca a palacio. Esos refugiados no pedan que la Compaa protegiera susposesiones o rescatara sus hogares; sollozaban de alegra al encontrar resistenciahumana. Madwin estaba encargado de enviarlos hacia la libertad a lo largo delcorredor de seguridad que la Compaa haba abierto.

    Talmanes dirigi la mirada hacia el palacio que se alzaba en lo alto de lacolina, aunque era apenas visible de noche. Si bien casi toda la ciudad estaba enllamas, no ocurra lo mismo con el palacio; las blancas murallas parecan flotarcomo fantasmas en la oscuridad humeante. No se vea fuego. Eso era seal deresistencia, verdad? Los trollocs no tendran que haberlo atacado como uno desus primeros objetivos en la ciudad?

    Haba enviado exploradores calle arriba mientras les daba a sus hombres yse daba a s mismo un breve respiro.

    Melten acab de vendarle bien fuerte el emplasto sobre la herida.Gracias, Melten le dijo con un cabeceo. Ya noto el efecto del

    ungento. Dij iste que esto es parte de la cura para el dolor. Cul es la otra parte?Melten sac una petaca metlica que llevaba en el cinturn y se la tendi.Brandy shienariano, pura energa.No es una buena idea beber durante el combate, hombre.Tomadlo le dijo Melten con suavidad. Llevadlo con vos y bebed a

    discrecin, milord, o al siguiente toque de campana no estaris de pie.Talmanes vacil, pero despus se llev la petaca a los labios y ech un buen

    trago. Arda como la herida. Tosi y despus guard el brandy.Me parece que has confundido las botellas, Melten. Esto debe de ser algo

    que encontraste en una tina de curtir pieles.Melten resopl con guasa.Y luego dicen que no tenis sentido del humor, milord dijo.

  • Y no lo tengo contest Talmanes. Qudate cerca con esa espada quellevas.

    Melten asinti en silencio, la expresin de los ojos solemne.Azote de Fados susurr.Qu es eso? pregunt Talmanes.Un ttulo fronterizo. Habis matado a un My rddraal. Azote de Fados.Llevaba unas diecisiete flechas clavadas para cuando acab con l.No importa. Melten le apret el hombro. Azote de Fados. Cuando ya

    no podis soportar el dolor, apretad los puos y alzadlos hacia m. Me ocupar deacabar con el sufrimiento.

    Talmanes se puso de pie, aunque no pudo contener un gemido. Los dos sabanlo que le esperaba. Los fronterizos que tena la Compaa haban coincidido en loque opinaban: las heridas infligidas por una hoja forjada en Thakandar eranimpredecibles. Algunas se infectaban con rapidez, otras enfermaban a loshombres. Sin embargo, cuando una se pona negra, como la de Talmanes Eralo peor que poda pasar. Nada, aparte de encontrar a una Aes Sedai o a alguiensemejante en las prximas horas, podra salvarlo.

    Ves? rezong Talmanes, es bueno que no tenga sentido del humor o,de otro modo, pensara que el Entramado me est gastando una broma pesada.Dennel! Tienes un mapa a mano? Luz, cmo echaba de menos a Vanin.

    Milord. Dennel se acerc corriendo por la oscura calle con una antorchay un mapa dibujado a toda prisa. Era uno de los capitanes de dragones de laCompaa. Creo que he encontrado un camino ms rpido a travs de lascalles hasta donde Aludra tena almacenados los dragones.

    Antes iremos a combatir a palacio dijo Talmanes.Milord, si la Sombra se apodera de esos dragones Las palabras de

    Dennel sonaron ms suaves en sus grandes labios. Se daba tironcitos deluniforme, como si no le sentara bien.

    Soy muy consciente de ese peligro, Dennel, gracias. Con qu rapidezpodras moverlos, dando por hecho que llegaremos hasta ellos? Me preocupa quenos despleguemos demasiado, y esta ciudad se est quemando ms deprisa quelas cartas de amor empapadas de aceite de un Gran Seor a su querida. Quieroque nos hagamos con esas armas y que salgamos de la ciudad lo ms rpidoposible.

    Puedo arrasar un baluarte enemigo con uno o dos disparos, milord, pero losdragones no se mueven deprisa. Van unidos como una sola pieza a las cureas,esa especie de carros, as que eso ser una ayuda, pero no avanzarn a may orvelocidad que, digamos, una fila de carretas de suministros. Y se tardar encolocarlos como es debido y disparar.

    Entonces, seguimos hacia palacio decidi Talmanes.Pero

  • A palacio repiti, severo. Tal vez encontremos encauzadoras quepuedan abrirnos un acceso hasta el almacn de Aludra. Adems, si la guardia depalacio sigue luchando, sabremos que detrs tenemos a un amigo.Recuperaremos esos dragones, pero lo haremos con inteligencia.

    Vio a Ladwin y a Mar, que acudan corriendo de la parte alta.Hay trollocs all arriba! dijo Mar, que se dirigi deprisa hacia Talmanes

    . Un centenar al menos, apostados en la calle.En formacin, soldados! grit Talmanes. Marchamos hacia palacio!

    En la tienda de vapor se hizo un profundo silencio.Aviendha haba esperado que, tal vez, su informe despertara incredulidad. Y

    que diera pie a preguntas, por supuesto. Pero no ese embarazoso silencio.Aunque no haba previsto tal reaccin, lo entenda. Tambin ella se haba

    sentido as despus de haber tenido su visin de los Aiel perdiendo jietoh, poco apoco, en el futuro. Haba presenciado el aniquilamiento, el deshonor y laperdicin de su pueblo. Ahora al menos tena con quien compartir esa carga.

    Las piedras calientes emitan un suave siseo. Alguien debera echar msagua, pero ninguna de las seis ocupantes de la tienda lo hizo. Las otras cincoSabias al igual que Aviendha estaban desnudas, como se haca en las tiendasde vapor. Sorilea, Amys, Bair, Melaine y Kymer, esta ltima de los TomanelleAiel. Todas miraban al frente con fijeza, cada cual absorta en sus pensamientos.

    Una a una enderezaron la espalda y se sentaron derechas, como si aceptaranla nueva carga. El gesto de las otras mujeres confort a Aviendha; tampoco eraque hubiera esperado que las noticias las hicieran venirse abajo. Pero era buenoverlas endurecer el gesto para plantar cara al peligro, en lugar de mirar a otrolado.

    El Cegador de la Vista est ahora muy prximo al mundo comentMelaine. De algn modo se ha provocado una distorsin en el Entramado. Enel sueo an vemos muchas cosas que pueden llegar a ocurrir o no, pero haydemasiadas posibilidades; no podemos diferenciar unas de otras. La suerte denuestro pueblo no se muestra clara a las caminantes de sueos, al igual que no loes la suerte del Caracarn una vez que escupa al ojo del Cegador de la Vista enel ltimo Da. No sabemos qu hay de cierto en lo que Aviendha vio.

    Debemos comprobarlo dijo Sorilea, cuy os ojos semejaban piedras.Hemos de saberlo. Es que ahora se le muestra a cada mujer esta visin en lugarde la otra, o la de Aviendha ha sido una experiencia nica?

    Elenar de los Dary ne propuso Amys. Casi ha terminado suentrenamiento; ser la siguiente que visite Rhuidean. Podemos pedirles a Hay dey a Shanni que la motiven.

    Aviendha refren un escalofro. Saba muy bien hasta dnde llegaban las

  • Sabias para motivar a una aprendiza.Eso estara bien convino Bair mientras se echaba hacia adelante. Y

    no ser que ocurre esto cada vez que alguien pasa una segunda vez a travs de lascolumnas de cristal? Quiz sea sa la razn de que est prohibido.

    Ninguna de ellas mir a Aviendha, pero la joven percibi que estabanconsiderando su actuacin. Que lo que haba hecho estaba prohibido. Y quehablar de lo que suceda en Rhuidean tambin era tab.

    No habra reprimenda. Rhuidean no la haba matado, aquello era designio dela Rueda. Bair sigui mirando al vaco. El sudor resbalaba por la cara y los senosde Aviendha.

    No echo de menos darme un bao , se dijo para sus adentros. Ella no erauna pusilnime habitante de las tierras hmedas. Con todo, una tienda de vapor noera realmente necesaria a ese lado de las montaas. No haca un fro helador porla noche, as que el calor dentro de la tienda resultaba agobiante en lugar dereconfortante. Y haba agua de sobra para baarse No. Apret los dientes,resuelta.

    Puedo decir algo?No seas tonta, muchacha respondi Melaine. El vientre hinchado de la

    mujer revelaba que el embarazo estaba a punto de llegar a trmino. Ahoraeres una de nosotras, no tienes que pedir permiso.

    Muchacha? Les costara tiempo verla como una de ellas, pero al menoshacan un esfuerzo. Nadie le mandaba que preparara t o que echara agua alhervidor. Sin una aprendiza o un gaishain a mano, se turnaban para hacer esastareas.

    Me preocupa menos que la visin se repita que lo que me ha sido mostradodijo Aviendha. Llegar a suceder? Podemos impedirlo?

    Rhuidean muestra dos clases de visiones intervino Kymer. Era unamujer ms joven, quizs algo menos de una dcada mayor que Aviendha; elcabello, de un color rojo intenso, le enmarcaba la cara curtida y alargada. Laprimera visita es lo que podra ser. La segunda, a las columnas, lo que ha sido.

    Esa tercera visin podra ser cualquiera de las dos opin Amy s. Lascolumnas siempre muestran el pasado con exactitud. Por qu no iban a mostrarel futuro con igual precisin?

    El corazn le dio un vuelco a Aviendha.Pero por qu las columnas mostraran un futuro desolador que no se puede

    cambiar? objet Bair. No. Me niego a creer tal cosa. Rhuidean siempre nosha mostrado lo que necesitbamos ver. Para ayudarnos, no para destruirnos. Estavisin tambin ha de tener un propsito. Impulsarnos hacia un mayor honor?

    Carece de importancia manifest Sorilea con voz cortante.Pero empez Aviendha.Carece de importancia repiti la anciana Sabia. Si esa visin fuera

  • inmutable, si nuestro destino fuera extinguirnos, como nos has contado, algunade nosotras dejara de luchar para cambiarlo?

    La tienda se qued en silencio. Aviendha sacudi la cabeza.Debemos afrontarlo como si se pudiera cambiar aadi Sorilea. Es

    mejor que no hablemos ms de ello ni le demos ms vueltas a tu pregunta,Aviendha.

    Aviendha se encontr asintiendo con la cabeza.Yo S, s, tienes razn, Sabia.Y qu hacemos? insisti Ky mer. Qu cambiamos? De momento,

    hay que ganar la ltima Batalla.Casi querra que la visin fuera inmutable, porque al menos probara que

    salimos victoriosos de esta lucha manifest Amys.No probara nada la contradijo Sorilea. La victoria del Cegador de la

    Vista rompera el Entramado y, por lo tanto, ninguna visin del futuro sera de fiarni podra darse por cierta. Incluso con profecas de lo que podra acontecer eneras venideras, si el Cegador de la Vista gana esta batalla todo se convertir ennada.

    Esta visin que tuve est relacionada con lo que quiera que Rand planeahacer apunt Aviendha.

    Las otras se volvieron hacia ella.Por lo que me habis contado, maana piensa hacer una revelacin

    importante aadi.El Caracarn tiene aficin a hacer comparecencias sensacionales

    dijo Bair en tono carioso. Es como un crocobur que trabaja afanoso durantetoda la noche haciendo un nido para poder cantar por la maana alabanzas a suobra a todo aquel que quiera escucharlo.

    Aviendha se haba sorprendido al enterarse de la asamblea en Merrilor, cosaque haba descubierto porque haba utilizado su vnculo con Rand alThor paradeterminar dnde se hallaba. Al llegar all y encontrar a tanta gente junta,reunidas las fuerzas de las tierras hmedas, se pregunt si eso era parte de lo quehaba visto. Era esa concurrencia el comienzo de lo que llegara a ser su visin?

    Me siento como si supiera ms de lo que debera saber. Habl casi comosi fuera para s misma.

    Has tenido un atisbo insondable de lo que quiz nos guarda el futuro sentenci Kymer. Te cambiar, Aviendha.

    Maana es un da clave dijo la joven Sabia. Por su plan.Por lo que has dicho, da la impresin de que se propone no tener en cuenta

    a los Aiel, su propio pueblo. Por qu dara ventajas a todos los dems, pero no aquienes ms se lo merecen? Es que quiere insultarnos?

    No creo que sea sa la razn contest Aviendha. Creo que su intencines hacer requerimientos a quienes asisten a la asamblea, no concederles

  • prebendas.Mencion un precio apunt Bair. Un precio que los otros tenan que

    pagar. Nadie ha conseguido sonsacarle nada sobre ese precio.Viaj a Tear por un acceso a ltima hora de la tarde y regres con algo

    coment Melaine. Nos informaron las Doncellas. Ahora cumple su juramentode llevarlas con l. Cuando le preguntamos respecto a lo de su precio, dijo que esalgo por lo que los Aiel no deben preocuparse.

    Dices que est haciendo que los hombres le paguen para que haga lo quetodos sabemos que debe hacer? Aviendha frunci el entrecejo. Quizs hapasado demasiado tiempo con esa acompaante que le mandaron los Marinos.

    No, ah tiene razn dijo Amy s. Esa gente le exige mucho alCaracarn, as que est en su derecho de exigirles algo a ellos a cambio. Sonunos blandos; quiz su intencin es endurecerlos.

    As que nos deja fuera a nosotros porque sabe que y a somos duros musit Bair.

    El silencio se hizo de nuevo en la tienda. Amy s, con aire preocupado, mojun poco las piedras calientes. El agua sise a la par que sala vapor.

    Eso es convino Sorilea. No es que quiera insultarnos. A mi entender, loque intenta es darnos honor. Sacudi la cabeza. A estas alturas, debera tenermejor criterio en cuanto a su pueblo.

    A menudo el Caracarn ofende sin querer, como si fuera un nio. Somosfuertes, as que su requerimiento, sea cual sea, no importa. Si es un precio que losotros pueden pagar, tambin nosotros podemos.

    No cometera esos errores si hubiera sido instruido en nuestras costumbrescomo es debido murmur Sorilea.

    Aviendha les sostuvo la mirada con tranquilidad. No, ella no lo haba instruidotodo lo bien que podra haberlo hecho, pero saban que Rand alThor eraobstinado. Adems, ahora ella era su igual. No obstante, no le resultaba fcilsentirse as teniendo enfrente el rostro de Sorilea, con los labios apretados en ungesto de desaprobacin.

    Tal vez haba pasado demasiado tiempo con habitantes de las tierras hmedasElay ne, por ejemplo, pero de repente vio las cosas como Rand deba deverlas. Dar a los Aiel una exencin de su precio, si en realidad era sa suintencin, era un acto de honor. Si les hubiera hecho un requerimiento como a losdems, estas mismas Sabias podran haberse ofendido por meterlos en el mismosaco que a los habitantes de las tierras hmedas.

    Qu estaba planeando? Haba vislumbrado atisbos sobre eso en las visiones,pero cada vez estaba ms segura de que al da siguiente los Aiel iniciaran laandadura por el camino que los conducira a su perdicin.

    Tena que evitar que tal cosa ocurriera. sa era su primera tarea como Sabiay probablemente se tratara de la ms importante que le sera encomendada. No

  • fracasara.Su cometido no era slo instruirlo intervino Amy s. Lo que y o habra

    dado por saber que se encontraba a salvo bajo la vigilante mirada de una buenamujer. Mir a Aviendha con una expresin cargada de significado.

    Ser mo afirm Aviendha con firmeza. Pero no para ti, Amys, ni para nuestro pueblo . Fue una conmocin para

    ella ser consciente de la fuerza de ese sentimiento dentro de s. Era Aiel. Supueblo lo era todo para ella.

    Pero esa eleccin no era de ellos. Era suy a.Te prevengo, Aviendha dijo Bair mientras apoy aba una mano en su

    mueca. l ha cambiado en el tiempo que has estado ausente. Se ha hechoms fuerte.

    En qu sentido? quiso saber, fruncido el entrecejo.Ha abrazado a la muerte manifest Amy s en un tono enorgullecido.

    Puede que an lleve una espada y vista ropas de un habitante de las tierrashmedas, pero ahora es nuestro, por fin y realmente lo es.

    Eso tengo que verlo. Aviendha se puso de pie. Descubrir todo loposible respecto a sus planes.

    El tiempo apremia advirti Ky mer.Queda una noche respondi Aviendha. Ser suficiente.Las otras asintieron con la cabeza y ella empez a vestirse. De forma

    inesperada, las cinco se unieron a ella para vestirse tambin. Por lo vistoconsideraban sus noticias lo bastante importantes para ir a compartirlas con lasotras Sabias, en lugar de seguir sentadas conferenciando.

    Aviendha fue la primera en salir a la noche; el aire fro, tras el calorsofocante de la tienda de vapor, le produjo una sensacin agradable en la piel.Inhal hondo. Tena la mente cargada por la fatiga, pero dormir tendra queesperar.

    Los faldones de la entrada a la tienda susurraron al salir las otras Sabias;Melaine y Amys hablaban en voz queda entre ellas mientras se alejaban en lanoche. Ky mer se encamin con paso decidido hacia el sector Tomanelle delcampamento. Quizs hablara con su padre segundo, Han, el jefe Tomanelle.Quiz.

    Aviendha ech a andar tambin, pero una mano huesuda la sujet por elbrazo. Mir hacia atrs y vio a Bair, que estaba a su espalda, de nuevo vestidacon la blusa y la falda.

    Sabia dijo Aviendha, en una reaccin refleja.Sabia contest Bair con una sonrisa.Puedo ay udarte en?Voy a ir a Rhuidean anunci Bair con la vista alzada hacia el cielo. Te

    importara abrirme un acceso all?

  • Vas a pasar a travs de las columnas.Una de nosotras debe hacerlo. A pesar de lo que diga Amy s, Elenar no est

    preparada, sobre todo para ver algo de esa naturaleza. Esa chica se pasa lamitad del da graznando como un buitre sobre el ltimo despojo de un cadverputrefacto.

    PeroOh, no empieces t tambin. Ahora eres una de nosotras, Aviendha, pero

    todava soy lo bastante may or para haber cuidado de tu abuela cuando era unania. Bair sacudi la cabeza; el cabello blanco casi pareca brillar con la tenueluz de luna que llegaba hasta ellas. Soy la ms indicada para ir all continu. Las encauzadoras deben reservarse para la batalla inminente. No voy apermitir que una nia se meta ahora entre esas columnas. Lo har y o. Bien, qupasa con ese acceso? Me conceders lo que te pido o tendr que intimidar aAmy s para que lo haga?

    A Aviendha le habra gustado ver a cualquiera intimidar a Amys para forzarlaa hacer algo. A lo mejor Sorilea era capaz de conseguirlo. Sin embargo, no dijonada y cre el tej ido