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Destinado desde su nacimiento a gobernar y dirigir a su pueblo, Msa ibnMsa toma su nombre del gran conquistador de la Pennsula, que variasgeneraciones antes haba alcanzado el valle del Ebro para someter aclientela a Casio, el conde visigodo que dominaba la zona. Susdescendientes, los Ban Qas, ya convertidos al Islam, estn llamados adesempear un papel ms que relevante en la agitada regin de la MarcaSuperior durante el siglo IX de nuestra era.En la apasionante trama concurren personajes histricos de excepcionalrelevancia, cuyas trayectorias se entrecruzan no solo por motivos polticos,sino tambin por lazos familiares. Junto al caudillo rabe, dos de suscoetneos comparten el protagonismo: por una parte, igo Arista, hermanode madre de Musa, que en esta poca ha de convertirse en el primer rey dePamplona. Por otra, el emir de Crdoba, Abd al Rahman II, gran artfice delesplendor poltico y cultural de Al ndalus en este perodo.En un escenario caracterizado por el enfrentamiento entre las dos grandesformas de contemplar el mundo entonces conocido, el Islam y elCristianismo, Musa e igo tratan de mantener en la frontera, entre el Ebroy los Pirineos, la soberana y la independencia de sus pueblos colocando suslazos familiares y la fuerza de la sangre por delante de sus diferencias decredo. Sometidos a los vaivenes de la Historia, no son conscientes de queambos se convertirn, tambin, en sus protagonistas.Ban Qas combina el crudo relato de la guerra, las intrigas y las rebelionescon la descripcin de la vida en Al Andalus hace ms de mil aos. Susinolvidables personajes se nos revelan en toda su complejidad y la riquezade detalles es fruto de una investigacin minuciosa. En suma, un relatobasado en hechos histricos que logra enganchar al lector, permitindoleacceder a un mundo casi desconocido que resulta fascinante.

Carlos AurensanzBan Qas. Los hijos de Casio

Ban Qas - 1

A mis padres, cuyo esfuerzo de toda una vida ha hecho posible que estelibro pudiera ser escrito. A mi esposa y a nuestros hijos, por su

paciencia y por soportar mis ausencias. A todos los que creyeron queesto era posible y en especial a la gente de Ediciones B, a quienes y a

considero mis amigos.

Ao 186 de la hgira (802 de la era cristiana).En este ao el emir Al Hakam design a su hechura a Amrs ben Yusuf,conocido como el mulad , como gobernador de la Marca Superior, y lo envicontra los disidentes con hombres y disponibilidad de fondos.

se apoder del pas de los Ban Qas, e hizo del monte de Tudela una ciudadfortificada en la que acogi a los musulmanes contra el peligro que corran, lacual creci y se convirti en espina en las fauces del enemigo

IBN HAYYAN, Al MuqtabisCrnica de los emires Alhakam I y Abderrahman II,

entre los aos 796 y 847.

ut se a suis tertium regem in Spania appellare precepit.[mand a los suyos llamarle el Tercer Rey de Espaa.]

Crnica de Alfonso III, Ad Sebastianum. Siglo IX.

Dramatis personae

Abulfath Nasr: Eunuco que alcanz gran influencia y poder en la corte deAbd al Rahman II.

Abd al Karim ibn Mugit: Hay ib de Al Hakam I, general de prestigio yhombre de confianza del emir.

Abd al Rahman I: Primer emir de Crdoba (756-788).Abd al Rahman II: Cuarto emir de Crdoba (822-852).Abd al Wahid al Iskandaran: General del emir Abd al Rahman II.Abd Allah ibn Abd al Rahman: Hermano del emir Hisham I, que luch contra

l junto a Sulayman, el primognito.Abd Allah ibn Kulayb: General y gobernador con Abd al Rahman II.Abd Allah ibn Yahya: Gobernador de Zaragoza con Muhammad I.Ahmed ibn Q as: Personaje ficticio. Familiar de Zahir que reside en

Zaragoza.Aisha: Supuesta hija de Fortn, que algunas fuentes consideran hija de Msa.Al Hakam I: Tercer emir cordobs (796-822).Al Harran: Famoso mdico cordobs en la corte de Abd al Rahman II.Al Walid ibn Al Hakam: Hermano del emir Abd al Rahman II.Alfonso II: Rey de Asturias (791-842). Aparece como Alfuns en las

crnicas rabes.Almugirah ibn Al Hakam: Hermano del emir Abd al Rahman II.lvaro de Crdoba: Monje cordobs, amigo y bigrafo de Eulogio de

Crdoba.Amir ibn Kulayb: General de Abd al Rahman II, hermano de Abd Allah ibn

Kulayb.Amrs ibn Yusuf: General oscense de origen mulad, gobernador de Talavera,

ms tarde de Toledo y posteriormente de la Marca Superior. FortificTudela en 802, y por ello se le considera fundador de la ciudad.

Assona iguez: Hija de igo Arista, y esposa de Msa ibn Msa.Auriya ibn Msa: Hija mayor de Msa ibn Msa. El nombre rabe se

corresponde al Oria de las crnicas cristianas.Ayab: Personaje ficticio. Esposa de Lubb, antigua esclava en Crdoba.

Aznar Galindo: Conde aragons enfrentado a los vascones y a los Ban Qas.Bahlul ibn Marzuq: Rebelde oscense enfrentado con los Ban Salama, que

lleg a hacerse con el control de Zaragoza en 799.Balask al Yalaski: Velasco el Gascn, personaje pamplons partidario del

dominio carolingio, que intervendr en la vida de la ciudad durantedcadas.

Carlomagno: Rey de los francos (768-814) que en 778 acude a Zaragoza. Asu regreso, tras destruir Pamplona, la retaguardia de su ejrcito esdiezmada en la Batalla de Roncesvalles. Creador de la Marca Hispnica,en el ao 800 se hizo coronar emperador por el papa Len III.

Cntulo Aznrez: Hijo del conde Aznar Galindo.Conde Casio: Conde visigodo que dominaba las tierras del Ebro a la llegada

de los musulmanes en 714. Adopt la fe de los conquistadores y seconvirti en maula del califa de Damasco, conservando as el gobierno desus tierras. Sus descendientes, los Ban Qas, mantendran este poderdurante generaciones.

Conde Eblo: Conde de Gascua, enviado por Ludovico contra Pamplona.Conde Gastn: Hermano de Ordoo I, general del ejrcito cristiano.Enneco iguez: Conocido como igo Arista, primer rey pamplons,

hermano de sangre de Msa ibn Msa.Enneco Jimeno: Caudillo vascn, primer esposo de Onneca, padre de Enneco

Arista y Fortuo.Eulogio de Crdoba: Religioso cordobs, impulsor de la respuesta mozrabe

ante el emir.Fortuo: Personaje ficticio. Abad del Monasterio de Ley re.Fortn Garcs: Hijo primognito de Garca iguez.Fortn ibn Msa: Hermano may or de Msa ibn Msa, hijo de Msa ibn

Fortn y Onneca. Jefe de los Ban Qas hasta su muerte en Zaragoza.Fortn ibn Msa: Cuarto hijo de Msa ibn Msa.Fortn ibn Q as: Hijo del conde Casio, padre de Msa ibn Fortn y de Zahir

ibn Fortn.Fortuo iguez: Hermano de Enneco Arista, hijo de Enneco Jimeno y

Onneca.Galindo Aznrez: Hijo del conde Aznar Galindo.Galindo Belascotenes: Padre de Garca el Malo, seor de la Cerretania hasta

su desalojo del poder por Aznar Galindo.Galindo Garcs: Personaje ficticio. Hijo de Garca el Malo y Nunila.Galindo iguez: Personaje ficticio. Supuesto hermano adoptivo de Garca

iguez.Garca el Malo: Caudillo aragons, enfrentado a Aznar Galindo, que cas

con Nunila, hija de Enneco. Tambin conocido como Garca de Sirtaniy a.

Garca Garcs: Caballero vascn, esposo de Auriy a y y erno de Msa.Hakam ibn Atihah: Gobernador de Toledo.Harith ibn Bazi: General del emir Abd al Rahman II y gobernador de

Zaragoza.Hisham I: Segundo emir de Crdoba, entre 788 y 796.Ibn Firns: Poeta cordobs en la corte de Abd al Rahman II.Ismail ibn Msa: Hijo menor de Msa ibn Msa.Izraq ibn Mantil: Gobernador de Guadalajara, esposo de Aisha.Jazar ibn Mumin: Alto oficial del ejrcito cordobs enfrentado con Msa.Leodegundia: Hija de Ordoo I de Asturias, segunda esposa de Garca

iguez, rey de Pamplona.Lubb ibn Msa: Segundo hijo de Msa ibn Msa.Ludovico Po: Hijo de Carlomagno. Emperador y rey de los francos desde

814 a 840.Ludriq: Caballero asturiano al que Fortn ibn Msa se enfrenta en su primera

campaa. Corresponde al nombre de Rodrigo.Matrona: Hija de Aznar Galindo, primera esposa de Garca el Malo.Matruh ibn Sulayman: Jefe de los yemenes de Zaragoza, desalojado del

poder y muerto en 791.Muhagir ibn Alqatil: Cabecilla de los rebeldes de Toledo.Muhammad I: Quinto emir de Crdoba (852-886).Muhammad ibn Rustum: General del emir Abd al Rahman Mujtar: Personaje

ficticio. Sahib al suq de Tudela.Msa ibn Fortn: Padre de Msa ibn Msa y hermano de Zahir. Muerto en

Zaragoza en el ao 788 antes del nacimiento de su hijo Msa.Msa ibn Msa: Protagonista de la novela, nacido en 788. Hijo de Msa ibn

Fortn y de Onneca.Msa ibn Nusayr: Conquistador de la Pennsula Ibrica a partir de 711.Mutarrif ibn Msa: Tercer hijo de Msa ibn Msa.Mutarrif ibn Msa: Hermano may or de Msa ibn Msa, hijo de Msa ibn

Fortn y Onneca. Gobernador de Pamplona en 799.Onneca: Esposa de Msa ibn Fortn y madre de Mutarrif, Fortn y Msa ibn

Msa. Casada en primeras nupcias con igo Jimeno, de quien tuvo a susdos primeros hijos: igo iguez (igo Arista) y Fortn iguez.

Ordoo I: Rey de Asturias (850-866). Aparece como Urdn en lascrnicas rabes.

Perfecto: Sacerdote cristiano de Crdoba.Q alam: Esclava, cantante y mujer polifactica de origen vascn trasladada a

Medina y de all a la corte de Abd al Rahman II.Rab ben Teodulfo: Qumis cordobs de origen cristiano que lleg a controlar

las finanzas del emirato durante el reinado de Al Hakam I.

Ramiro I: Rey de Asturias (842-850).Recafredo: Obispo metropolitano de Crdoba en tiempo de Muhammad I.Sadun al Ruayn: Zado. Gobernador de Barcelona hasta la conquista por los

francos en 801.Sabrit: Mulad oscense emparentado con Amrs ibn Yusuf, origen de la

familia de los Ban Sabrit.Sadun: Funcionario de alto rango en la corte de Abd al Rahman II, sustituto

del eunuco Nasr.Said al Husayn: Protagonista de la rebelin contra el emir en Zaragoza en

788.Sancho Garcs: Segundo hijo de Garca iguez.Sebastin: Personaje ficticio. Supuesto nombre del monje que auxili a Msa

tras la batalla de Clavijo.Sulaaf ibn Hazim: Personaje ficticio. Jefe militar de la guarnicin de Tudela.Sulayman ibn Abd al Rahman: Primognito del primer emir que luch por la

sucesin contra su hermano Hisham I.Tariq ibn Ziyad: Lugarteniente de Msa ibn Nusay r, conquistador de la

Pennsula Ibrica a partir de 711.Tarub: Esposa de Abd al Rahman, madre de su hijo Abd Allah.Toda: Esposa de igo Arista, madre de Garca iguez, Assona y Nunila.Ubayd Allah: General cordobs protagonista de gran nmero de aceifas

contra las tierras cristianas del norte.Urraca de Gascua: Primera esposa de Garca iguez, madre de Fortn

Garcs.Willesindo: Obispo de Pamplona.Yusuf ibn Amrs: Hijo de Amrs ibn Yusuf. Gobernador de Tudela.Zahir ibn Fortn: Hermano de Msa Ibn Fortn, to y tutor de Msa ibn Msa.Ziryab: Msico, literato y polifactico miembro de la corte cordobesa,

procedente de la corte del califa de Bagdad.Ziyab ibn Hub: Personaje ficticio. Amigo de Msa ibn Msa desde la infancia

que le acompaar durante toda su tray ectoria.

Ao 788, 171 de la hgira

1

Onneca respiraba fatigosamente, aferrada a ambos bordes del lecho demadera, mientras la qabila se inclinaba sobre ella para hablarle con voz tranquilapero enrgica. Sus manos, ocultas bajo los pliegues de una tosca sbana de lino,dejaban adivinar movimientos decididos y precisos: no en vano se haba dadoaviso a la partera ms experimentada de la comarca. Cada pocos minutos, lacara de la parturienta se contraa en una mueca de dolor, y sus nudillos setornaban blancos al sentir las contracciones. La comadrona haba mandadodisponer junto al lecho una mesa con dos jofainas de agua limpia y caliente yvarios paos. Ella misma se haba protegido con un mandil que la cubra hasta lospies. Cada cierto tiempo introduca sus dedos en un recipiente cilndrico de barroque contena una sustancia oscura y aceitosa, y continuaba sus maniobras.Entretanto, dos criadas se esforzaban por cumplir sus rdenes, tratando de ocultarsu temor y su nerviosismo. Haban intentado caldear la alcoba con dos braserosmetlicos que sustituan peridicamente, pero el viento se colaba entre losespesos cortinajes que velaban la vista desde el patio central de la vivienda, en laalcazaba de Arnit.

Zahir ibn Fortn aguardaba impaciente. La mujer que se encontraba a puntode alumbrar en la habitacin contigua era la viuda de su hermano, muerto tresmeses atrs en Saraqusta. Aunque trataba de apartar de su mente el momentotrgico en que les fue comunicada la noticia, el recuerdo pugnaba por volver, yuna conocida sensacin de angustia le encoga el estmago. Su hermano, Msaibn Fortn, haba sido llamado a Saraqusta para sofocar la rebelin que habasurgido en la ciudad tras el ascenso al trono de Qurtuba del emir Hisham I,protagonizada por Said al Husayn. Msa consigui dominar la revuelta trasdeshacerse del cabecilla, y tom el control de la ciudad, aunque debipermanecer en ella para garantizar la estabilidad. El peligro pareca haber sidosuperado, y Saraqusta volvi a la calma. Pero pasadas tres semanas, un libertodel rebelde Said asalt a Msa a la salida de la mezquita tras la oracin delviernes y atraves su corazn con una daga, sin que su guardia pudiera hacer

nada por impedirlo.En ese mismo momento, Zahir era incapaz de apartar la imagen de su

hermano sin vida, porque en la habitacin contigua llegaba al mundo, hurfano,el ltimo hijo de Msa.

Onneca era una mujer fuerte, como todas las de su raza vascona, originariade los valles pirenaicos. Haba casado con Msa en segundas nupcias, tras elfallecimiento de su primer esposo, el caudillo vascn Enneco Jimeno, con quienhaba tenido a sus dos primeros hijos: Enneco y Fortuo, que ya contabandieciocho y diecisiete aos. Tras la muerte de Jimeno, Onneca se traslad a Arnitcon su nuevo esposo, pero sus hijos quedaron en su valle natal, para crecer encontacto con el pueblo al que un da estaban destinados a dirigir. Aunque laseparacin result dolorosa para Onneca, era consciente del papel relevante quelos hombres de su estirpe desempeaban entre los vascones desde hacageneraciones.

Al escuchar los sonidos procedentes de la habitacin contigua, lospensamientos de Zahir regresaron a Onneca, viuda por segunda vez y en eltrance de alumbrar a un hijo que no conocera a su padre. Las voces de la qabilase volvieron imperiosas, confundidas con los gemidos de la madre.

Durante un momento se hizo el silencio, roto al fin por el llanto de un nio. Lapartera haba cortado el cordn umbilical y haba abierto con sus dedos losorificios de la criatura. Luego empez a lavarlo, mientras la madre observabadesde el lecho. La qabila era una mujer experimentada, y saba que aquellamirada ausente era producida por el agotamiento del parto. Pero en el caso deOnneca se adivinaba algo ms: una tristeza que surga desde lo ms profundo.

La partera tom largas tiras de lienzo que haba mandado cortar a las criadas,y comenz a envolver el pequeo cuerpo, fajndolo hasta que quedprcticamente inmovilizado. Despus alz al recin nacido en brazos y lo acercal lecho, invitando a la madre a acogerlo en su regazo. Por un momento Onnecapareci no entender, pero al fin extendi sus manos y acomod al nio junto a supecho.

Un nio precioso, fuerte, sano y bien formado dijo la qabila.Como su padre respondi Onneca con un hilo de voz.La partera simul no percibir las lgrimas que resbalaban por el rostro de la

madre, y continu con voz animada:Ahora voy a acabar contigo, limpiaremos todo esto y te dejaremos

descansar. He escogido una nodriza de confianza que estar al llegar y se harcargo del pequeo.

Onneca asinti pausadamente y dej hacer a la mujer, que tom al nio denuevo y lo deposit con cuidado en una pequea cuna de mimbre preparadajunto al lecho.

Una vez finalizado su trabajo, permiti que las dos criadas, ya ms tranquilas,se ocuparan de retirar las ropas de cama.

Es la cuna que han utilizado todos mis hijos dijo Onneca en un susurro alas muchachas, esbozando una sonrisa.

Zahir se levant como un resorte cuando se abri la puerta de la estanciacontigua. No tena experiencia como padre, porque su nico matrimonio no habasido bendecido con la llegada de los hijos. Su esposa haba muerto aos atrs, yno haba tomado otra, as que el nacimiento al que acababa de asistir era lo msparecido a la paternidad que haba vivido.

La partera, que abandonaba la casa, le inform: haba sido un varn, y tantola madre como el hijo se encontraban bien. l volvi la cabeza en direccin a laQibla y dio gracias a Allah.

La madre quiere veros, y yo debo despedirme. No dudis en mandarrecado si surge algn contratiempo.

No dudaremos repuso, al tiempo que depositaba una pequea bolsa decuero en su mano. Agradecemos el trabajo que has realizado.

Zahir penetr en la alcoba, y contempl a la mujer de su hermano, que abrilos ojos cuando sinti su presencia. El hombre se acerc al lecho, y Onneca letom la mano.

Es un nio, entero y sano anunci.Lo s, Onneca. Al menos esto ha salido de acuerdo con tus deseos.Onneca afirm suavemente con la cabeza, aunque sus ojos se haban

arrasado de nuevo.Ahora que el nio est aqu, debes poner en prctica todo lo que hemos

planeado juntos. Mis hijosDescansa ahora la interrumpi Zahir. Tiempo habr de ocuparse de

ello cuando te recuperes.Solo una cosa: he pensado en el nombre que voy a dar al nio. Se llamar

Msa, como su padre: Msa, hijo de Msa.Suena bien, Msa ibn MsaSabes? Tengo un buen presentimiento le confi. Estoy segura de que

va a hacer grandes cosas. No me resulta fcil explicarlo, pero es como si ennuestras vidas se hubiera apagado una estrella y con l se encendiera otra.

Zahir asinti con una sonrisa y, sentado al borde del lecho, apret la mano de

la mujer hasta que percibi que su respiracin se haca regular y pausada.Entonces se levant con cuidado y abandon la alcoba.

Entr en la estancia donde esperaba Mutarrif y encontr al muchachosentado sobre la bancada de piedra cercana al fuego, con la mirada perdida enlas llamas que caldeaban la habitacin. Al notar la presencia de su to le dirigiuna mirada interrogante, pero consigui mantener firme la postura, en unesfuerzo por ocultar la zozobra que senta.

Zahir percibi la preocupacin en sus ojos, demasiado brillantes, y sonripara tranquilizarle antes de hablar:

Todo ha ido bien, Mutarrif. Tenis un nuevo hermano, un varn. Tumadre se encuentra bien, aunque muy cansada.

El muchacho asinti con la cabeza y esboz una sonrisa, pero se mantuvo ensilencio. Su to se sent junto a l. En el banco de la pared opuesta, el pequeoFortn dorma profundamente, a juzgar por su respiracin acompasada. Alldorman habitualmente los dos hermanos, sobre ligeros colchones rellenos depaja que durante el da servan como asiento.

Tu madre descansa ahora, pero maana podris verlos a los dos.Gracias.Zahir se inclin para apoyar los codos sobre sus rodillas, y se llev las manos

al rostro mientras reprima un ligero bostezo. El da haba sido largo y agotador.Mutarrif dijo incorporndose, quiero que sepas que he estado hablando

con tu madre Los ltimos meses han sido muy duros para ti y para tushermanos, lo s. La muerte de tu padre nos ha afectado mucho a todos. Hizouna pausa para respirar profundamente, calculando cmo continuar: Tienescatorce aos y a, Mutarrif, eres casi un hombre, y ahora tenemos que afrontar elfuturo. Allah Todopoderoso ha permitido la muerte de mi hermano, pero en sumisericordia solo ha querido que sucediera cuando Fortn y t habis dejado deser nios.

El muchacho esboz un gesto que indicaba que aquello no le consolabademasiado.

He prometido a tu madre prosigui Zahir que me ocupar de vosotrosmientras sea necesario. No solo en cuanto a vuestro mantenimiento, que por laposicin que ocupamos tenemos asegurado, Allah sea loado! Lo que ms nosdebe preocupar a partir de ahora es vuestra formacin. Como s que mihermano tena pensado, debis dedicar todo el esfuerzo al estudio y a laformacin en la milicia.

Mi padre y a haba hablado de ello conmigo. Quera que empezara aacompaarle en algunas de sus expediciones. Solo tena que esperar a cumplir losquince aos.

Zahir not el esfuerzo que haca el muchacho por mantener la voz firme.S, lo supongo, Mutarrif. Sin embargo, tendremos que modificar algo esos

planes. Conozco tu gusto por la milicia, y he concretado con los oficiales de laguarnicin tu traslado a sus dependencias. Convivirs con ellos mientras te iniciasen el uso de las armas y en las artes militares.

Por un momento se ilumin el rostro de Mutarrif.Pero no debes descuidar tu aprendizaje en la escuela de la mezquita con los

otros muchachos de tu edad. No pretendo asustarte, pero el imm est dispuesto aemplearse a fondo contigo dijo en tono despreocupado, tratando de romper latensin.

Tengo que aprender a montar bien. Mi padre dijo que para ser un buengeneral del ejrcito hay que saber manejar las armas a caballo.

Ah, creo que en eso podr serte de ayuda, es mi especialidad repuso convivacidad.

Esta vez Mutarrif mir a su to y esboz una sonrisa. Un momento despus sehaban fundido en un abrazo.

No te preocupes, muchacho, todo va a ir bien consigui decir Zahir.Nos vamos a entender.

Ao 799, 183 de la hgira

2

La inestabilidad en Saraqusta se prolong tras la muerte de Msa ibn Fortn.Las revueltas y los intentos de toma de poder por parte de distintas faccionesrabes se sucedan, y el emir de Qurtuba, Hisham I, se vea obligado a enviar susejrcitos para sofocar las algaradas en la que se consideraba la plaza msimportante del Udi Ibru.

Sin embargo, no era el de Saraqusta el nico problema que mantena ocupadoal emir Hisham I. Desde su ascenso al trono cordobs, haba tenido que enfrentarrebeliones dentro de la propia Al ndalus, adems de las sucesivas campaascontra los territorios fronterizos del norte.

Su padre, Abd al Rahman I, el primer emir de Qurtuba, haba tenido treshijos, pero no haba designado a su primognito, Sulay man, para sucederle, sinoal segundo de ellos, Hisham. En el momento de la muerte del emir, Hisham, quese encontraba en Marida, se apresur a volver a Qurtuba para tomar posesin deltrono, pero cuando Sulayman tuvo noticia de la proclamacin de su hermano, selevant en armas y parti a la conquista de Qurtuba. El tercer hermano, AbdAllah, que no haba visto con buenos ojos la elevacin de Hisham al emirato, seuni al primognito.

As pues, una de las primeras tareas del emir fue luchar por el trono contrasus dos hermanos. Tuvo que movilizar al ejrcito para repeler el ataque deSulay man y poner cerco a Tulay tula. Tras un ao de conflicto, los dos hermanosofrecieron la sumisin a Hisham y, despus de recibir de este setenta mil dinaresde oro, partieron hacia el exilio en el Magreb.

El apoyo prestado por la familia de los Ban Qas al emir en Saraqusta, quehaba costado la vida a Msa ibn Fortn, no cay en el olvido. Mutarrif acababade cumplir veintin aos cuando fue llamado a la capital por el gobernador de laMarca. Desde la muerte de su padre, el muchacho, junto a su hermano Fortn,haba dedicado cada minuto de su tiempo a prepararse para asumir el liderazgode la familia que algn da le correspondera, bajo el control y con el apoyo desu to Zahir. Cuando Mutarrif parti de Arnit en direccin a Saraqusta, siguiendola ruta que bordeaba el curso del ro, poco se imaginaba el motivo de la llamada.

Ochenta aos atrs, cuando los musulmanes alcanzaron las tierras del Ibru almando de Tariq, estas se hallaban bajo el dominio del bisabuelo de Mutarrif, el

conde visigodo Casio, que no dud en firmar un pacto con los recin llegados yconvertirse en maula del califa de Damasco. Pero los caudillos de Banbaluna,igual que en muchas otras ciudades visigodas, optaron por una relacin diferente:mantuvieron su dominio de la zona a cambio de un tributo anual para las arcas deQurtuba.

El impago de dicho tributo era motivo frecuente de intervencin armada delemir, como haba ocurrido precisamente en Banbaluna, que estaba bajo controlde los baskunish, cuyos cabecillas dominaban la zona del Pirineo occidental. Unnuevo intento de desligarse del compromiso contrado haba obligado algobernador de la Marca a intervenir, y para garantizar la continuidad en el pagodel tributo, decidi dejar al frente de la guarnicin un wl en representacin delpoder de Qurtuba.

La entrevista en Saraqusta fue breve, pues el gobernador no era hombre demuchas palabras. Intercambi los saludos protocolarios correspondientes conMutarrif y elogi el papel de su padre. Precisamente en reconocimiento a estepapel de los Ban Qas, dijo, haba decidido llamar al joven mulad a supresencia: l sera el nuevo val de Banbaluna. Deba desplazarse a la ciudad sinprdida de tiempo y asumir sus nuevas funciones. Tras ser informado por un altooficial de los pormenores de la situacin en la tierra de los vascones, y despusde recibir las instrucciones oportunas, Mutarrif abandon Saraqusta al frente deuna nutrida comitiva.

Desde entonces haban pasado ya cuatro aos en los que las cosas habancambiado mucho para los Ban Qas. Tras la partida de Mutarrif, Fortn se habaconvertido en un joven fuerte y orgulloso que haba sabido ganarse el respeto yla consideracin de sus compaeros de armas en la guarnicin de Arnit. Deforma paulatina haba visto cmo todos los habitantes de la zona reconocan sucondicin de lder natural, tal como haba sucedido con su padre y antes con suabuelo.

Mutarrif llevaba un ao al frente del gobierno de Banbaluna cuando lleg lanoticia de la prematura muerte Hisham I en Qurtuba, al que haba sucedido en eltrono su hijo Al Hakam I, que contaba solo veintisis aos.

Desde que Mutarrif llegara a la ciudad, se haban estrechado las relacionescon sus hermanos por parte de madre, Enneco y Fortuo, que continuaban en sustierras del valle pirenaico de Salazar, a dos jornadas de viaje.

En varias ocasiones Zahir haba acompaado a Onneca hasta all para visitar

a sus hijos mayores. El pequeo Msa viajaba entusiasmado, ansioso por ver denuevo a sus hermanastros, a los que profesaba una admiracin sin lmites.Durante los primeros aos de vida de Msa las estancias en Isaba, donde Ennecotena su residencia, eran ms bien cortas, y se limitaban a la poca de verano,cuando el buen tiempo permita al muchacho disfrutar del juego en las verdes einacabables praderas, darse baos en las aguas heladas del ro, espantar a lasovejas y ordear a las vacas. Sin embargo, con los aos, las visitas seprolongaron, y Msa comenz a pasar algunas temporadas al cuidado de sushermanos, en especial del primognito, que se diverta con el carcter despiertoy espontneo del pequeo y le permita compartir con l algunas de susactividades. Durante aquellos veranos Enneco se convirti en el padre que Msanunca haba conocido.

Muchas fueron tambin las ocasiones en que Fortn, desde Arnit, acudi avisitar a su hermano Mutarrif en Banbaluna. Zahir asista con satisfaccin a esasentrevistas, y se senta orgulloso de aquellos dos jvenes de poco ms de veinteaos que, quiz forzados por las circunstancias, actuaban con una madurez casiimpropia de su edad. En tales encuentros trataban de la situacin poltica en lazona, fundamentalmente en Saraqusta, donde nuevamente reinaba lainestabilidad.

Pero tampoco en Banbaluna la situacin era tranquila: un numeroso grupo depamploneses, encabezados por Balask al Yalaski, se opona a la autoridad del emirsobre la ciudad, y haban surgido algunos conatos de enfrentamiento. HastaMutarrif llegaban noticias de que Balask y sus seguidores eran partidarios deentablar relaciones con Carlomagno, el monarca carolingio cuyo inmensoterritorio se extenda ms all de los Pirineos.

Los dos hermanos saban que el papel de liderazgo de su familia en las tierrasdel Udi Ibru, tras el parntesis impuesto por la muerte de su padre, les llevaratarde o temprano a intervenir en los acontecimientos que se estabandesarrollando en la Marca, fundamentalmente en Saraqusta. Por ello, de acuerdocon Zahir, ambos decidieron dejar Arnit y trasladarse con el grueso de laguarnicin militar hasta Tutila, situada a menor distancia de Saraqusta y mejorcomunicada.

Tutila era entonces una pequea poblacin situada en la confluencia del UdiQalash con el Udi Ibru, al pie de una elevacin coronada por una modestafortaleza defensiva. La existencia de un puente sobre el caudaloso cauce hacadel enclave un punto estratgico en las comunicaciones a lo largo del valle.Muchos de sus habitantes an relataban a los ms jvenes el paso por la ciudad,veinte aos atrs, del imponente ejrcito de Carlomagno a su regreso deSaraqusta, camino de Roncesvalles.

Un pequeo muro, con ms pretensin de lindero que de defensa, marcabalos lmites de la ciudad, y dentro del recinto se arracimaban las modestas

viviendas construidas, en su may ora, a base de adobes y provistas de techos decaa, barro y paja. Las calles eran estrechas e intrincadas, muchas de ellas sinsalida, al modo musulmn, que ya dejaba ver su impronta. Una pequeamezquita se alzaba en el centro, junto a la nica zona con cierta amplitud de laciudad, donde semanalmente se instalaba el suq que permita a los habitantes deTutila abastecerse de todos los productos necesarios para la vida diaria. Lamayor parte de la poblacin se dedicaba a la cra de ganado y al cultivo de latierra, algunos como pequeos propietarios de su fundo, y la may ora, enrgimen de aparcera.

La residencia de los Ban Qas se alzaba al pie de la muralla defensiva yduplicaba en tamao al resto, pero no poda competir en espacio ni en comodidadcon la que acababan de dejar en Arnit.

Msa era entonces un muchacho de once aos, todava ajeno a laspreocupaciones de sus may ores. Tras su llegada a Tutila, no tuvo ningunadificultad para adaptarse a la nueva situacin, y pronto se le vio recorriendo losalrededores de la ciudad en compaa de un numeroso grupo de muchachos desu edad. Su carcter inquieto y extrovertido le granje pronto la simpata de losdems. Aunque se vio sometido a las pruebas de rigor que deban superar todoslos recin llegados, acostumbrado a la convivencia entre los hombres de laguarnicin de Arnit junto a su hermano Fortn y a las largas temporadas conEnneco en las montaas del Pirineo, no solo se coloc a la altura de sus msosados compaeros, sino que pronto les puso en dificultades y se convirti en unreto para ellos. Las reticencias iniciales dieron paso a la camaradera, y, pocoms tarde, a la admiracin.

Onneca vea crecer a su hijo menor sano y activo, y sonrea cuando al caerla tarde, antes de la ltima llamada del muecn a la oracin desde el alminar dela mezquita, Msa regresaba a casa exhausto y hambriento.

Zahir pronto estableci los contactos necesarios para proseguir con laformacin del muchacho. El imm de la mezquita lo acogi entre sus alumnos, yMsa retom la prctica de la lectura, la escritura, la aritmtica y el Corn. Sepreguntaba por qu muchos de sus amigos no asistan a la escuela. De hecho,despus de la enseanza ms elemental, solo continuaban sus estudios los hijos delas familias ms prsperas o relevantes de la ciudad: los comerciantes yartesanos acomodados, alfaques y otros funcionarios, y algunos propietarios detierras. El resto salan al campo con sus padres en cuanto su edad se lo permita, otrabajaban como aprendices en los talleres de los artesanos.

Con sus amigos Msa sola hablar en lengua romance, la habitual entre una

poblacin may oritariamente mulad y mozrabe. Pero en la escuela todos debanexpresarse en rabe, la lengua utilizada en la enseanza del Corn y en lasrelaciones entre las familias ms acomodadas. Msa, adems, tena contacto conla lengua de los vascones, que, aunque no dominaba, haba aprendido a travs desu madre. Sus estancias en el valle de Salazar con sus hermanos le habanay udado a afianzarla durante su infancia, y era la que utilizaba cuando acuda aIsaba. Fue la nica condicin que Enneco le impuso cuando quiso quedarse apasar su primer verano con l: se trataba de la lengua de su pueblo, y uno de susdeberes era conservarla. En los valles pirenaicos su uso era generalizado, pero noas en las tierras llanas del Udi Ibru, sometidas a una fuerte romanizacin.

Adems del tiempo dedicado a la escuela, Fortn se encargaba de laformacin de Msa en la milicia. El muchacho asista a la mezquita conregularidad, y su actitud era la correcta ante sus maestros, pero rebosabaentusiasmo en el momento de acudir junto a su hermano. Se presentaba a la citaantes de tiempo, y le tiraba impaciente de las ropas si se entretena hablando conalguno de los hombres de la guardia. El entrenamiento en el manejo de las armasse realizaba dentro del recinto de la alcazaba, en presencia de los soldados yoficiales de la guarnicin, y con armas apropiadas para la prctica, hasta que porsu edad y preparacin eran considerados capaces de utilizar y disponer de unarma propia.

Cada vez que tena ocasin, Msa se colaba entre los oficiales, atento a susconversaciones sobre tcticas, procedimientos de combate, sistemas de asedio oformas de defensa para evitar ser heridos, y no perda la oportunidad deasaltar a Fortn o a su to Zahir con continuas preguntas, hasta que estos lomandaban entre risas a jugar con los dems.

La equitacin era una parte fundamental del aprendizaje: no solo se lesenseaba a cabalgar, sino que deban conocer todo lo relativo a los cuidados delas monturas, arreos, alimentacin, herrado y la forma de solucionar losproblemas ms frecuentes.

Aguas arriba de Tutila, a poco ms de una milla de distancia, un meandro delro haba acabado formando una extensa pennsula rodeada de agua y cubiertadurante casi todo el ao por un abundante pasto. Cerrada por un fuerte vallado, enella pastaban y se reproducan cientos de yeguas. Los sementales haban sidoelegidos entre los mejores ejemplares de raza rabe que llegaban desde Qurtubacon las caravanas de comerciantes.

Tambin en los montes de Al Bardi los caballos se reproducan en libertad, ylas cras eran recogidas anualmente para ser trasladadas a recintos cercados,despus de ser marcadas con el hierro del emir. Casi a diario, los mozos alcuidado de las caballerizas trasladaban a los animales al gran descampado

existente fuera del muro de la ciudad, la musara, donde se trabajaba en su domay se practicaba el arte ecuestre.

Mutarrif haba prometido a Msa llevarlo con l a Banbaluna para entrenarseen el uso de las armas, pero le puso una condicin: antes deba dominar la monta.El manejo de las armas a caballo exiga una gran destreza por parte del j inete,y a que en ocasiones deba controlar la cabalgadura sin usar las manos ni lasriendas. Por eso el muchacho se afanaba cada da cuando los soldados llevabanlos animales hasta la almozara para que alguno de ellos le permitiera montar. Nocesaba en su intento hasta que sonaba el canto vespertino de llamada a la oracin,y entonces acuda en busca de su hermano para acercarse a la mezquita.

Aquel ao, debido a la inestabilidad en Saraqusta, Zahir y Fortn decidieronque la familia pasara el verano en Tutila. Las temperaturas eran mucho mselevadas que en el valle de Salazar, donde haban pasado los meses mscalurosos durante los ltimos aos, as que Msa y sus amigos combatan lashoras de la cancula bandose en una gran alberca para riego que se habaconstruido en la ribera del Udi Qalash. En ocasiones nadaban tambin en laorilla del Ibru, aunque tenan prohibido hacerlo solos, por el peligro que suponanlas corrientes.

Msa cabalgaba ya aceptablemente, pero no estaba satisfecho con susprogresos. No tena un caballo propio, y en las sesiones de entrenamiento en laalmozara no poda montar todo lo que hubiera deseado.

Una clida noche del mes de Rajab, Msa aguard en su lecho atento a lossonidos de la casa. Cuando estuvo seguro de que todos dorman, se puso en pie yavanz con cuidado hasta alcanzar el zagun, levant el pesado cerrojo de lapuerta y sali a la calle. Haba elegido una noche clara, y se desliz entre lassombras de las paredes bordeando el monte al pie de la alcazaba. Cuando lleg almuro en el extremo norte de la ciudad, trep sin esfuerzo y de un salto cay allado opuesto, entre los arbustos que crecan apoy ados en la obra. Se entretuvo uninstante dando pequeos pasos en crculo hasta encontrar lo que buscaba: un toscosaco de tela que se ech sobre el hombro.

A la luz de la luna baj a grandes zancadas la ladera del monte hasta elcamino que discurra junto al ro y lo sigui remontando la corriente durante unbuen trecho. Habra andado media hora cuando lleg a un bosquecillo, tras elcual se extenda un amplio soto cubierto de vegetacin, en una zona que lascrecidas del ro inundaban cada ao. En un pequeo cercado de madera, varioscaballos se removan inquietos. Msa abri la portezuela sujeta solo con unaatadura, dej el saco en el suelo y extrajo su contenido. Con la vieja cabezada decuero se aproxim a uno de los animales, tranquilizndolo con la voz, tal comoZahir le haba enseado. El caballo cabece inquieto y se apart de Msa. El

muchacho le acarici el cuello, acercndose poco a poco hasta que, esta vez s, elanimal se dej colocar el arreo. Hizo lo mismo con una rudimentaria silla y, trassujetar firmemente la cincha, condujo a su montura hasta el exterior de la cerca.

Se encaram a la silla con facilidad aun sin estribo. Con las riendas en lamano, el corazn le palpitaba con fuerza. La escapada, la noche, una monturaque no iba a compartir con nadie, nunca haba experimentado una sensacinas. Se puso en marcha con cuidado hasta que lleg de nuevo al camino, dondecomenz a trotar mientras adquira confianza y ambos se acostumbraban a lapenumbra.

Msa no habra podido asegurar el tiempo que pas a lomos del animal. Agalope bajo la luz de la luna, le invadi una sensacin de euforia desconocidahasta entonces. Avanz por el camino de la ribera hasta vislumbrar una lejana luzque supuso deba pertenecer a Al Far, situada a solo diez millas aguas arriba deTutila.

Era consciente del riesgo que corra, pues los asaltos en los caminos no eraninfrecuentes. Adems, una cada podra dejarle malherido sin que nadieconociera su paradero, a merced de un jabal o incluso de un oso. Tir de lasriendas y emprendi el regreso, esta vez con un ritmo ms sosegado para noagotar al animal. No tuvo dificultades para localizar el cercado, donde, cansado ysatisfecho, retir los aparejos de su montura. Esta vez ocult el saco en unenorme zarzal junto al camino y emprendi el regreso a pie.

Esperaba que nadie hubiera descubierto su ausencia, pero cuando seacercaba a la ciudad no pudo evitar un estremecimiento al pensar en un posibleencuentro con la guardia. Intent elaborar una excusa para justificar su presenciaen la calle antes del amanecer, pero todas se le antojaban ridculas. Alaproximarse al muro extrem la precaucin, trat de no hacer ningn ruido ycomprob que todo estaba tranquilo antes de trepar por l. La puerta de la casano poda abrirse desde fuera, as que tuvo que rodearla hasta la parte trasera,donde la edificacin se apoy aba en la muralla. Aprovech el ngulo queformaban ambos muros y los salientes entre las enormes piedras para elevarsesobre la tapia y, conteniendo la respiracin, se descolg dentro del pequeo patio.En unos segundos se haba desvestido y descansaba sobre su ligero colchn. Nohabra podido asegurar si escuch o so que escuchaba la primera llamada a laoracin, antes de la salida del sol.

Estas salidas nocturnas se repitieron durante semanas, aunque tuvo queespaciarlas cuando el imn se quej a su to Zahir por la falta de atencin delmuchacho durante las explicaciones en la mezquita. Durante aquellos meses deverano, fue un secreto que no comparti con nadie. A punto estuvo cuando algunode los muchachos trataba de presumir ante los dems de sus pequeas hazaas,

pero saba que de hacerlo sus escapadas tendran que acabar. Cuando Fortnalababa los progresos que haca montando a caballo, Msa no poda sino ocultaruna sonrisa.

A mediados del verano, Msa not un cambio en la actitud de su hermano ysu to. Se les vea ms preocupados y mantenan frecuentes conversaciones conexpresin grave. En el plazo de una semana, convocaron a los notables y jefesmilitares de la ciudad en dos ocasiones, y permanecieron encerrados en uno delos salones de la alcazaba durante varias horas. Sin embargo, cuando Msa sealejaba para reunirse con sus amigos, estos relmpagos de inquietuddesaparecan al instante.

Una de aquellas noches, cuando regresaba a casa, escuch voces en la salaque se abra hacia el pequeo patio interior de la vivienda, donde habitualmentese reciba a las visitas. Encontr a su madre en la reducida cocina quecomunicaba con el mismo patio, inclinada sobre el hornillo de barro preparandola cena. Onneca sonri al ver a su hijo, que regresaba sucio y sudoroso.

Anda, lvate y ven a comer algo. Debes de estar hambriento.Lo estoy, madre respondi el muchacho. Quines son?Tu to y tu hermano se han reunido con los oficiales de la guardia. Ha

llegado un pariente de Zahir con noticias de Saraqusta.Ha ocurrido algo?No s, hijo, no me han dicho nada.Msa se sent y en un instante dio buena cuenta del plato de legumbres y

verduras que su madre haba preparado, junto con un delicioso trozo deempanada de carne de pichn.

Onneca dispuso con esmero dos grandes fuentes con diversas viandas, ycuando estuvo satisfecha de su aspecto las llev a la sala donde se hallaban loshombres.

A su regreso, se sent a comer.Parece que la reunin se va a alargar, Msa. Han comenzado a cenar

ahora, y supongo que luego tratarn de los asuntos que les han trado aqu. Porqu no vas ya a descansar?

S, lo har, madre, estoy cansado reconoci.No olvides recitar tus oraciones.La noche era muy calurosa. Normalmente tras la ltima llamada a la oracin

la temperatura descenda, y una ligera brisa refrescaba el ambiente, pero aquelda la calma era absoluta, y el calor no ceda. Msa se desvisti y se tumb en sulecho, atento a las atenuadas voces que llegaban a su alcoba a travs del patio,mezcladas con el canto de los grillos en el exterior. Tras la cena, Zahir debipedir a Onneca que dejara abierta la puerta de la sala para refrescarla, lo que

permiti a Msa escuchar gran parte de la conversacin.Te ruego que empieces el relato por el principio, Ahmed oy decir a

Fortn.Y no descuides los detalles, pueden ser importantes insisti Zahir.Bien, es una historia larga, pero tienes razn, os ayudar a comprender.

Ser mejor que nos pongamos cmodos.Adelante urgi Zahir.Recordaris que hace unos aos Uasqa estaba dominada por miembros de

la familia de los Ban Salama, tristemente conocidos por la crueldad de sugobierno y la iniquidad de sus acciones. An permanecen frescos en la memoriade sus habitantes episodios horribles como el del halcn, que supongo que y aconoceris.

Alguna noticia lleg, pero muy deformada y falta de detalle dijo Zahir. Qu sucedi exactamente?

S, ocurri en la musara de la ciudad, ante docenas de testigos. Uno de losmiembros del clan practicaba la caza con halcn en la explanada; sus esclavoslanzaban gallinas al aire y la rapaz alzaba el vuelo para lanzarse contra ellas en elsuelo. Pues bien, en uno de los lances, el halcn se apart de la gallina y fue aposarse sobre un nio al que una mujer daba el pecho. La madre intent apartara su hijo, pero el wl se lo impidi y dej que el halcn devorara al nio.

Los Ban Salama cometieron en pblico muchas atrocidades como esta, eimponan a los habitantes de sus pueblos duros trabajos y toda clase deobligaciones. Las gentes, horrorizadas, acudieron a solicitar la ayuda de uncaudillo de la Barbitaniy a llamado Marzuq ibn Uskara. Este Marzuq tena treintahijos varones y viva en el castillo de Qasr Muns, prcticamente inexpugnable.

Enterados los Ban Salama de la amenaza, se propusieron capturar aMarzuq y se dirigieron al castillo. Marzuq se extra de su hostilidad y, comogaranta de que no deban temer nada de ellos, entreg varios rehenes, entre losque se encontraba Bahlul, el ms apuesto de sus hijos.

El inicio del relato capto la atencin de Msa, que se levant del lecho y bajlas estrechas escaleras situadas en una de las esquinas del patio. Se apost junto ala jamba de la puerta, con la espalda apoyada en la pared: no estaba dispuesto aperderse un detalle.

Una esclava del harn de Ibn Salama acudi a la celda donde se hallabaencerrado Bahlul, y cautivada por su belleza, le hizo la promesa de sacarlo delalczar. l se mostr conforme, y huyeron de noche llevndose abundantesriquezas de Ibn Salama.

Cuando echaron de menos a la esclava, su seor corri a ver a Bahlul ydescubri que este tambin haba desaparecido. Mont a toda prisa y lleg denoche a Qasr Muns, donde se encontraba el padre de Bahlul. No sabemos nadade l desde que lo dejamos en vuestro poder como rehn, le contestaron all. Ibn

Salama no se conform hasta que obtuvo su juramento. Cuando el wl reemprendi el camino de regreso, Bahlul entr en el

castillo en compaa de la muchacha y pidi a su padre que los protegiera, peroeste le dijo: Si no te vas de mi lado te entregar al que te anda buscando."

Bahlul huy entonces con la muchacha y lleg a tierras de Barsaluna,donde vivi algn tiempo, hasta que, hastiado de aquel lugar, parti de regreso ala Barbitaniya, al pueblo donde vivan su hermana y su cuado, a quien el amiltambin someta a excesos y arbitrariedades. Enterado de la presencia de Bahlul,el marido de su hermana dej el trabajo para ponerse al corriente de losacontecimientos. Pero un criado del 'amil lleg con la orden tajante de queregresara, sin atenerse a otros razonamientos. Bahlul arremeti con su espadacontra el criado y le dio muerte. Consider lo que acababa de hacer, y por miedoa perderse, se dirigi al amil y lo mat tambin.

Los hombres del pueblo dieron su apoyo a Bahlul, y cuarenta de ellos leprestaron juramento de lealtad. Se dirigieron al castillo de Robres, refugio segurode los Ban Salama. Los vales de Uasqa tomaron los hombres disponibles yacamparon junto al castillo, donde trabaron con Bahlul un violento combate.Cuando los soldados, en plena cancula, aflojaron la lucha a mitad del da paradescansar, dejaron desatendida la proteccin del wl, cuya tienda se alzaba alfondo del campamento. Arengados los hombres, se precipitaron contra la tienda,lo encontraron acostado y lo asesinaron.

Las tropas se echaron a temblar, pero Bahlul les habl: Nada tenis quetemer de m. Si me he levantado ha sido contra la iniquidad de estas gentes, queviolan vuestras cosas ms ntimas y os utilizan como juguetes a vosotros y avuestros hijos." A continuacin les relat el suceso del halcn y el nio, y lesconcedi el aman. Todos ellos le prestaron acatamiento.

Dieron muerte a los Ban Salama que se encontraban entre las tropas, yBahlul se adue de sus bienes y monturas. Se dirigi entonces a Uasqa y se hizocon el poder de la ciudad.

Ahmed hizo una pausa.Hasta aqu el relato de lo sucedido, aunque no os oculto que esta es la

versin referida por los partidarios de Bahlul que nos lleg a Saraqusta aclar.Y qu relacin tiene con los acontecimientos actuales? inquiri Fortn.Es Bahlul ibn Marzuq quien ha entrado en Saraqusta este verano con sus

tropas y se ha declarado en rebelda.Y con qu apoyos cuenta en la ciudad?No lo sabemos, pero la situacin de Saraqusta no tiene nada que ver con la

que se viva en Uasqa con los Ban Salama. Saraqusta es una ciudad prspera ysus habitantes agradecen al emir la estabilidad que les ha procurado.

Y no hay noticias de Qurtuba? intervino Zahir.S, parece que se encuentra en camino Amrs ibn Yusuf, el mismo que

desaloj de Saraqusta a Matruh hace diez aos. Si es as, se trata de un generalimplacable. Llega despus de apaciguar Tulay tula, en cuya toma se vivieronsucesos terribles, segn me relataron testigos presenciales.

Tenemos nosotros alguna oportunidad de intervenir en la situacin? pregunt uno de los invitados.

Yo recomendara esperar acontecimientos repuso Ahmed. De sercierta la informacin, Amrs ibn Yusuf debe de estar a punto de llegar. A vecesno es bueno arrancar la fruta, sino esperar a que est madura para que nos caigaen las manos.

Es lo que haremos, Ahmed concluy Zahir. Solo te pedimos que nosmantengas al tanto de cualquier cambio en la situacin de Saraqusta. Aunquetenemos informadores all, tu opinin nos es de gran utilidad.

Continuaron largo rato tratando de diversos asuntos y, ya de madrugada,Zahir y Fortn acompaaron hasta el zagun al resto de los hombres ydespidieron a Ahmed, que parta al da siguiente. Msa haba desaparecidoescaleras arriba en cuanto intuy que la reunin tocaba a su fin.

Aquel verano estaba resultando el mejor de la vida de Msa. Disfrutabacolndose con Fortn en la alcazaba, en medio de la soldadesca, se diverta consus amigos y, pensando en la prxima escapada nocturna, los das se le pasabanen un suspiro.

Su relacin con el resto de los muchachos haba ido cambiando. Todos sabanya quin era Msa, y muchos se acercaban a l con cierta admiracin. Lepreguntaban por su hermano Mutarrif, wl de una ciudad importante comoBanbaluna, y por sus hermanastros vascones, y Msa no escatimaba en detallessobre sus estancias all y en Isaba, a veces aderezados con una buena dosis defantasa. Sin embargo, la posicin de su familia tambin le proporcion algunosdisgustos, en especial con un pequeo grupo de chicos que vivan en la parte msalejada de la ciudad, junto a la puerta de Qalat al Hajar. Estos, desde el primermomento, se haban mantenido al margen del grupo principal, con el que habaido creciendo una cierta rivalidad, que se traduca en frecuentes batallas con susarcos de madera, o con las piedras del ro. Nunca tales refriegas se habansaldado con resultados ms graves que alguna pequea brecha en la frente.

El cabecilla de este grupo era un muchacho de la edad de Msa llamadoEssam, que desde el principio pareca buscar el enfrentamiento con Msa,haciendo comentarios hirientes sobre su familia. De las palabras pasaron a loshechos una tarde en la que los muchachos se disponan a iniciar uno de suscombates con arcos y cerbatanas en un soto junto al ro. Essam se dirigi a sugrupo y en tono melifluo dijo:

Ya sabis, mucho cuidado con Msa, no vayis a hacerle dao.

Msa se volvi sorprendido, y se encontr con la sonrisa de Essam. El restode los chicos rean disimuladamente.

Qu quieres decir con eso?Que si te roza alguna flecha irs corriendo a ver a tu hermano para que nos

encierre en la alcazaba.Las risas fueron en aumento, y Msa sinti cmo la sangre se le agolpaba en

la cabeza, pero prefiri no responder a la provocacin. Sin embargo, Essam nohaba terminado:

Nos estbamos preguntando, Msa, duermes con sbanas de lino, oson de seda?

Esta vez provoc un estruendo de carcajadas.Msa se abalanz sobre Essam, y juntos rodaron por el suelo. Todos los

muchachos les rodearon para animar a uno o al otro. Msa dej escapar su rabiaa travs de los puetazos que asestaba en el rostro y en el pecho de Essam, peroel rival era un muchacho fuerte y corpulento, que adems esperaba la reaccinde Msa. Rodaron por el suelo entre golpes hasta que dos de los chicos mayoresdecidieron intervenir y separarlos.

Se miraron de frente mientras eran retenidos por los brazos, respirando condificultad por el esfuerzo y la tensin. Essam sangraba por la nariz y tena unabrecha profunda en la ceja derecha. Msa solo presentaba un corte en el labiosuperior, pero senta todo su cuerpo dolorido. Con un movimiento brusco, seliber de los brazos que lo sujetaban, dio media vuelta y sali en direccin a lapuerta de la ciudad, mientras con la cabeza vuelta mantena la mirada de su rival.La mayor parte de los muchachos lo siguieron.

Aquel incidente pareci haber liberado la tensin, porque en los dassiguientes no surgi ningn otro problema. Ambos se ignoraron al verse a lasalida de la escuela, y no hubo ningn gesto cuando Msa y Zahir coincidieroncon Essam y su padre a la entrada de la mezquita. Pocos das despus habanolvidado la pelea, e incluso pasaron una tarde juntos nadando y refrescndosecon los dems en la alberca.

Sucedi el ltimo da del mes de Rajab.[1] Aquella maana, los almadieroshaban estado trabando troncos para transportarlos hasta Saraqusta, y todos loschicos, tras la salat al zuhr, la segunda llamada a la oracin, se acercaron a laorilla del ro para contemplar la partida. Salieron por la Puerta del Puente, ycruzaron la imponente construccin de madera que salvaba los ms deseiscientos codos[2] del cauce. Alcanzaron la orilla opuesta, donde los hombres

se afanaban aireando a las mulas que tiraban de los gruesos troncos y dandordenes a varios esclavos que, con el agua hasta la cintura, los empujaban paramantenerlos unidos mientras eran amarrados con fuertes sogas de esparto.

Una vez finalizada la tarea, los capataces dieron las rdenes oportunas, yvarios de los almadieros, junto a los esclavos y las mulas, tomaron de nuevo elcamino en direccin a los montes de Al Bardi, de donde se extraa la madera. Elresto, sin duda los ms experimentados, saltaron a las improvisadasembarcaciones provistos de largas varas de acacia y las empujaron hacia lacorriente.

Los muchachos siguieron las almadas ro abajo durante un buen trecho,saludando y haciendo gestos entre risas a los hombres que trataban demantenerlas en el centro de la corriente. Casi una milla ms adelante una zona deespesa vegetacin con abundantes zarzas les impidi continuar avanzando, yvieron cmo el cargamento de madera desapareca de su vista al describir unaamplia curva en el cauce.

Se disponan a desandar el camino para cruzar de nuevo el puente y volver asus casas cuando uno de los chicos de may or edad coment en voz alta:

Os imaginis poder cruzar ahora el ro de un salto? Estaramos en casa enun momento.

De un salto no, pero se puede cruzar. Mi hermano mayor lo cruz a nado elverano pasado explic otro.

Es peligroso dijo Msa. Mi to dice que hay muchas corrientes yremolinos. Ni siquiera a mi hermano le han permitido hacerlo.

T siempre haces lo que te dice tu to?Msa se volvi hacia quien hablaba, y se encontr frente a frente con Essam,

que le miraba con gesto serio, provocador, y con un extrao brillo en los ojos.Quin se atreve? continu Essam. Yo voy a cruzar.Muchas miradas se dirigieron al suelo. Todos saban que se trataba de un reto,

que quien lo aceptara ganara la consideracin de los dems, y quien lorechazara la perdera.

Voy a cruzar, pero pongo una condicin prosigui Essam.Todos los ojos estaban centrados en l, todos aguardaban con impaciencia lo

que iba a decir a continuacin, aunque la mayora lo saba.Quiero que Msa cruce conmigo. Ya lo ha dicho pens Msa. Ya lo han odo todos. Las palabras de

Essam le hicieron sentir un calambre en el estmago, se estremeci su pecho ypalideci.

No lo hagas, Msa dijo el primer muchacho. No es necesario.Vmonos de aqu aadi otro tirndole de la manga, solo quiere

provocarte.Ahora todas las miradas estaban fijas en l. Essam esperaba su respuesta con

una sonrisa en los labios, y alz las cejas en seal de interrogacin.En aquel instante, Msa decidi aceptar el desafo y, sin darse tiempo para

recapacitar, lo expres en voz alta:Lo har.Alguien ms? inquiri Essam, y barri con la mirada a todo el grupo.Yo cruzo dijo uno de los chicos que solan acompaarle.Bien por Ismail. Solo tres valientes alarde Essam. Vamos, cuanto

antes mejor, se va a hacer tarde.Los tres muchachos se quitaron toda la ropa, salvo los sarauil, sujetos a la

cintura con un cordn.Llevad las ropas al otro lado, nos veremos all dijo Essam mientras se

acercaban a la orilla.Preparados?Desde aquel punto la distancia no pareca excesiva, aunque el ro bajaba

bastante turbio, posiblemente por alguna tormenta aguas arriba. Los tres entraronen el ro hasta que los calzones quedaron mojados. Essam se lanz al agua ycomenz a nadar, y los otros le imitaron.

Msa no estaba seguro de sus fuerzas, nunca haba nadado una distanciacomo esa, as que brace despacio para no agotarse demasiado pronto. Essam lesacaba ya varios codos de ventaja y, mientras avanzaban, el agua empez aarrastrarlos ro abajo. Entraron en la zona de mayor corriente, y Msa avanzabacon dificultad. Perciba la fuerza del agua a su alrededor, que tiraba de susmiembros en todas las direcciones. El braceo enrgico de Essam iba perdiendofuerza, pero Ismail nadaba al lmite tratando de darle alcance.

Msa empez a sentir miedo cuando una zona de remolinos hizo que apenaspudiera avanzar a pesar del fuerte movimiento de sus piernas. Lo mismo debasucederles a los otros, porque haban dejado de nadar y solo trataban demantenerse a flote. Msa entr en uno de los remolinos, se sinti arrastrado haciael fondo y por unos segundos permaneci bajo el agua. Essam ahora luchabacontra la corriente, y a Msa le pareci escuchar un grito de ayuda. Ismail habadesaparecido de su vista. Se sinti angustiado. Se estaba quedando sin fuerzas, yla orilla opuesta no se acercaba. Essam estaba gritando, lo oa claramente. Lacorriente los arrastraba y los zarandeaba. Msa dej de moverse para recuperarel aliento, pero el agua le cubri la cara. Con dos patadas subi a la superficie denuevo. Estaba extenuado, y saba que no iba a aguantar mucho ms. Se hundi denuevo, esta vez sin aire apenas en los pulmones. No vea nada debajo del agua yperdi la orientacin zarandeado por las corrientes. No saba dnde estaba lasuperficie. Sinti un tirn, y sus pulmones se llenaron de nuevo. Uno de losmuchachos que haban permanecido en tierra tiraba de l de regreso a la orilla.La corriente los segua empujando aguas abajo. Msa intentaba colaborar, peroestaba desfallecido y los calambres inmovilizaban sus piernas. Ambos tragaban

agua en su esfuerzo por llevar aire a los pulmones.La misma curva del ro por la que haban desaparecido las almadas les salv

la vida. Al entrar en ella, la corriente les introdujo en una zona de remanso,donde al menos podan mantenerse a flote. Sin embargo, no habran alcanzado laorilla si varios de los chicos no se hubieran lanzado al agua para sacarlos a losdos. Los arrastraron hasta la hierba, donde quedaron tendidos. Msa vomitviolentamente y perdi el conocimiento.

Recobr la conciencia an tumbado en la hierba y envuelto en una toscamanta de lana. Junto a l se encontraba Fortn, con una expresin de angustia ypreocupacin como nunca le haba visto.

Habra preferido seguir inconsciente para no tener que enfrentarse a latragedia que tema.

Los han sacado? consigui articular.Su hermano neg con la cabeza. Tena los ojos arrasados en lgrimas.Msa se volvi y vio al muchacho que lo haba salvado, con el rostro

descompuesto y una palidez de cadver. Intent esbozar una sonrisa, pero soloconsigui componer una mueca grotesca. Era uno de los muchachos del grupo deEssam. Ni siquiera saba su nombre. Intent preguntrselo, pero no pudo. Fue suhermano quien lo hizo, quizs adivinando su intencin.

Ziyab ibn Hub repuso con voz casi inaudible.Eres hijo del carpintero? pregunt Fortn.El muchacho asinti con la cabeza.En ese momento, un hombre de unos cuarenta aos lleg corriendo a toda la

velocidad que le permitan sus piernas, con los ojos a punto de saltar de susrbitas, y preguntando a gritos por su hijo. Fortn le hizo una sea con el brazo, yel hombre se abalanz sobre Ziy ab. Le cubri el cabello de besos mientras lesujetaba la cabeza entre sus manos y pronunciaba frases ininteligibles. Ziyab seabraz a su padre llorando desconsoladamente. An permanecieron all un buenrato, hasta que alguien hizo traer una carreta y colocaron en ella a los dosmuchachos, que emprendieron as el camino de regreso a casa. Msa tuvo queatravesar el puente con los ojos fuertemente cerrados, sin valor para mirar denuevo aquellas aguas en cuyo seno deban encontrarse los cuerpos de Essam yde Ismail.

La bsqueda se prolong durante el resto del da, y toda la ciudad se volc enella. Al caer la noche se encendieron docenas de antorchas con las que serastrearon palmo a palmo ambas orillas del ro. El albytar inform a losresponsables de la bsqueda de que, en caso de muerte de una bestia por

ahogamiento, el cuerpo permanece hundido hasta que los gases intestinalesempiezan a hincharlo y sale a flote, generalmente al cabo de un da, sobre todo siel tiempo es caluroso.

Las mujeres acudieron a las casas de los dos muchachos desaparecidos paratratar de consolar a las madres destrozadas. Nadie durmi en Tutila aquellanoche. Los hombres se turnaron en la bsqueda a pesar de la oscuridad, exceptolos familiares de los dos chicos, que recorran el ro por ambas mrgenes, hastallegar varias millas aguas abajo, sin tregua para el reposo. Con las primeras lucesdel alba, todos se lanzaron de nuevo hacia las orillas. Tronzaban las ramas de losrboles que caan sobre el ro y tanteaban con largas varas las zonas de remanso.Se lanzaron al agua las barcas utilizadas para cruzar el cauce cuando las avenidasarruinaban el puente, y las que algunos hombres utilizaban para lanzar sus redes.

No fue hasta bien entrado el da, con el sol a punto de alcanzar su cnit,cuando las voces alertaron de la aparicin de un cuerpo. Haban encontrado aIsmail en una zona en la que el ro se ensanchaba y la profundidad era menor, ams de dos millas del punto donde haba desaparecido. Los gritos desgarrados desu padre atravesaron el aire clido y en calma de aquel desgraciado da definales de verano.

En vano son en el alminar la llamada a la oracin de la tarde, pues todos loshombres disponibles rastreaban el ro, y la mayor parte de las mujeresacompaaban a las dos familias. Poco antes de la puesta del sol, entraron por lapuerta de Saraqusta los hombres que portaban el cuerpo de Essam.

Las horas transcurridas desde el accidente haban sido terribles para Msa.Cuando lo llevaron a la casa, empezaba a ser consciente de la tragedia que seviva a su alrededor y, al ver la cara asustada de su madre frente a l, toda latensin acumulada se liber de golpe. Mientras Fortn le relataba lo que habaocurrido en el ro, Onneca mantena fuertemente abrazado el cuerpo ansemidesnudo de su hijo menor, sacudido por incontenibles accesos de llanto ycontinuas convulsiones producidas por el hipo.

Recostaron al muchacho en su cama y cambiaron sus ropas an mojadas.Fortn se qued junto a l para tratar de tranquilizarlo, mientras su madre sediriga a la cocina.

Onneca puso agua a calentar y extrajo de la alacena varios saquetes de telaencerada. Se los acerc uno a uno a la nariz para identificar las hierbas quecontenan, y eligi dos de ellos. Cogi un pellizco del primero, que contenavaleriana, lo verti en el agua, y a continuacin aadi una cantidad similar detila del segundo envoltorio. Sin embargo, no estaba segura de que el remedio

fuera suficiente para tranquilizar al muchacho, cuyos sollozos se habanconvertido en autnticos gemidos que atravesaban el patio y llegaban hasta lacocina. Abri un nuevo saquete, y aadi a la infusin una pequea cantidad deaquel polvo de amapola que adormecera al muchacho y le permitira descansar.Verti el contenido del recipiente en un tazn junto con un cacito de miel yregres a la estancia donde se encontraba Msa.

Hall al muchacho hipando, apoy ado sobre el cuerpo de Fortn, que pasabalos dedos entre su cabello para tratar de calmarlo. Una inmensa lstima seapoder de Onneca e hizo que las lgrimas le inundaran los ojos, pero trat desobreponerse y disimular el temblor de su voz.

Hijo, debes tomar esto, te har bien.Con una mirada de su madre, Fortn comprendi. Cogi el tazn, lo acerc a

los labios de Msa y, a pequeos sorbos, consigui que tomara gran parte de sucontenido.

Buen chico. Fortn forz una sonrisa.Ahora tindete sobre el colchn, vida ma susurr Onneca al tiempo que

pasaba su brazo por el cuello del chico, pronto te sentirs mucho mejor.Apoy la cabeza de Msa sobre la almohada de lana y estir sus piernas

sobre el lecho. Con un leve gesto seal a Fortn la cortina que separaba laalcoba del corredor, y este sali dejando la estancia en semipenumbra.

Onneca permaneci junto a su hijo, susurrndole palabras de consuelomientras acariciaba su frente, hasta que la bebida hizo efecto y el muchachocomenz a relajarse y se sumi en un profundo sueo.

La vida en Tutila se detuvo durante los das siguientes. Una vez recuperadoslos cuerpos, dieron comienzo los actos de duelo y los preparativos para lasexequias. Aunque la tradicin estableca que los familiares ms prximos,varones en este caso, deban preparar los cadveres, los padres de ambosmuchachos fueron incapaces de enfrentarse a la visin de los cuerpos de sushijos sin vida. Los parientes de Ismail recurrieron a Zahir como hombre de edad,notable de la comunidad y conocedor de los usos establecidos.

Cuando lleg a la humilde vivienda de la familia, comenzaba a anochecer. Unnutrido grupo de hombres ocupaba el centro de la calle y rodeaba al padre delmuchacho, que se encontraba sentado en una bancada de obra junto a la puerta.Su imagen era la de un ser humano derrotado, con la cabeza hacia atrs apoy adaen la pared encalada, los ojos cerrados y los brazos colgando sin fuerza a amboslados del cuerpo. El crculo se abri al paso de Zahir, que se detuvo ante aquelhombre superado por el dolor. Haba indagado su nombre, y supo que se llamabaHakim. Con evidente esfuerzo se haba puesto en pie, y tendi las manos hacia elhombre que iba a amortajar a su primognito. Zahir lo atrajo hacia s, tratando

de transmitir con su abrazo la pesadumbre que se senta incapaz de expresar conpalabras. Hakim lloraba con un lamento sordo que Zahir solo perciba por losmovimientos irregulares y convulsos contra su pecho.

Cuando se separaron, Hakim pareci recomponer el gesto y condujo a suvisitante hasta el interior de la vivienda. Se trataba de una nica estanciarectangular, de no ms de ocho codos de longitud, casi desprovista de mobiliario.Zahir supuso que haban desalojado sus pocas pertenencias para dejar espacio alas mujeres, que no dejaban de proferir lamentos desgarrados.

La estancia se hallaba iluminada por varios velones y algunos candiles degrasa. El muchacho descansaba sobre una tosca mesa de madera cubierta por untej ido impregnado de cera, de tamao apenas suficiente para acoger la totalidaddel cuerpo tapado, cuyos pies sobresalan por un extremo. La madre, de luto, erasostenida por dos mujeres que sumaban sus voces al coro de lamentaciones. Dosnios pequeos, seguramente los hermanos de Ismail, miraban a su alrededorasustados por unos acontecimientos que no comprendan, pero que sin dudaadivinaban terribles, a juzgar por la expresin de sus rostros.

Hakim se aproxim al improvisado catafalco y las mujeres comenzaron adesfilar hacia la calle con las cabezas veladas e inclinadas. Zahir supuso que setrasladaran a una casa vecina mientras, en presencia de los hombres msallegados, se proceda a la preparacin del cadver. Una de ellas indic a Zahiruna pequea mesita donde se encontraban los materiales necesarios para laceremonia. Cuando todas las mujeres hubieron abandonado la casa, comenzarona entrar los familiares varones ms cercanos y se dispusieron en un lado de lahabitacin.

Zahir inici el ritual lavando sus manos con agua limpia, en seal depurificacin, antes de tocar el cadver. Se coloc frente al muchacho y retir elpao que lo cubra.

El color amoratado y la hinchazn desfiguraban el pequeo cuerpo, y lecausaron una viva impresin. Por un momento asalt su mente la imagen de susobrino Msa colocado sobre una mesa como aquella. Trat de sobreponerse a lazozobra y se concentr en el trabajo sistemtico que le esperaba. El primer pasoera quizs el ms desagradable, ya que consista en retirar las impurezasadheridas a la piel y presionar vientre y pulmones para evacuar cualquier lquidoque pudiera corromper la mortaja. Una vez eliminados los restos impuros,procedi al primer lavado con agua de alhnna. Comenz por la cabeza, siguipor el costado derecho y termin con el izquierdo. A continuacin tom otrorecipiente y procedi al segundo lavado, esta vez con alcanfor diluido en el agua.Tuvo buen cuidado de asegurar que cada parte del cuerpo recibiera las sucesivasaguas, y finaliz con un tercer lavado en el que utiliz solo agua pura.

El padre aguant en pie hasta ese momento, pero al concluir abandon lavivienda precipitadamente. Un to del muchacho se adelant para ayudar en la

colocacin de la mortaja. Las tres piezas de tela de algodn blanco estabancuidadosamente dobladas en un borde de la mesa, y Zahir tom la primera, unafaja con la que envolvieron el cuerpo desde el ombligo hasta las rodillas. Lasegunda pieza era una qamis que sirvi para cubrirlo desde el cuello hasta lospies, y finalmente colocaron el sudario, que acab de ceir el cuerpo porcompleto, incluida la cabeza. El improvisado ayudante tom asiento de nuevo ydej que Zahir prosiguiera. Este ungi el cuerpo con una crema alcanforada,especialmente en las partes que tocaban el suelo durante la oracin: la frente, laspalmas de las manos, las rodillas y los dedos de los pies. Finalizado el ritual, Zahirvolvi a purificarse antes de retirarse.

Afuera era ya noche cerrada, y algunos vecinos haban acudido conhachones y antorchas que conseguan disipar la oscuridad en torno a la puerta dela casa de Hakim. Sin embargo, las llamas aportaban a la escena que se ofreci alos ojos de Zahir un aspecto irreal, casi fantasmal. Solo pudo intercambiar unaspalabras con los hombres all reunidos, porque de inmediato asom por la puertael cuerpo amortajado sobre unas sencillas parihuelas, llevadas a hombros por dosfamiliares. El silencio en la calle era inusual, un silencio que se haca evidente alos odos, alterado tan solo por los lamentos de las mujeres.

Poco a poco, todos los presentes se dispusieron a ambos lados de la calle yformaron una comitiva encabezada por el cadver, sus padres y los familiaresms cercanos, que se dirigi calle abajo hacia la mezquita. Cada cierta distancia,alguien haba colocado nuevas antorchas encendidas que permitan avanzar sincontratiempos por aquellas calles oscuras y de piso irregular.

Junto a la mezquita, en la plazuela que se abra a sus puertas, se congregabaya una autntica muchedumbre, de la que extraamente solo surga un ligeromurmullo. A medida que el cortejo se aproximaba, un pasillo se iba abriendoante l, hasta que los hombres que portaban las parihuelas se detuvieron ante elportn de madera. Durante un momento quedaron all inmviles, como si nosupieran qu hacer a continuacin. Zahir, que haba seguido a los familiares aescasa distancia, se adelant y entr en la mezquita, para dar aviso de la llegadade la comitiva fnebre.

El imm, un hombre enjuto de edad avanzada, se encontraba en el interioracompaando a los familiares de Essam, cuyo cuerpo haba sido depositado y afrente al mihrb. Al percibir la presencia de Zahir, buen amigo suyo, se apresurhacia la salida, donde ambos intercambiaron unas palabras. Poco despus, elcuerpo de Ismail era depositado en el suelo de la mezquita junto a su amigo, y losasistentes ocuparon sus lugares para asistir a la preceptiva plegaria fnebre.

Pese a que la mezquita no era un edificio demasiado espacioso, de ordinariolos otros dos pequeos oratorios dentro del recinto de la ciudad suplan esacarencia. Sin embargo, en esta ocasin, todos los habitantes haban acudido enmasa para asistir a la plegaria, de modo que el edificio resultaba a todas luces

insuficiente. Los hombres se haban situado en la parte delantera y las mujeresocupaban la zona posterior. Algo llam la atencin a Zahir: a pesar de laaglomeracin, quedaba desocupado un reducido espacio en uno de los laterales.

Descubri el motivo al ver entrar desde la parte posterior a un grupo demuchachos acompaados por el sahib al suq, un hombre pulcramente vestido ytocado con turbante blanco. Msa se encontraba entre ellos, cabizbajo y abatido.Zahir adivin lo ocurrido: tras el grave suceso del da anterior, el almotacn habaintervenido y, reunidas las familias de los muchachos implicados, habrandecidido obligar a todos ellos a asistir a los actos fnebres, para que pudierancomprobar en primera persona las dramticas consecuencias de sus acciones.Los muchachos fueron conducidos al hueco reservado para ellos, desde dondepodan contemplar perfectamente no solo a sus compaeros sin vida, sino a susfamilias destrozadas por la prdida.

El imm se situ frente a los dos cuerpos amortajados, dando la espalda a losasistentes. Explic en voz alta a la congregacin la manera de llevar a cabo laplegaria, y recit la llamada de apertura a la oracin:

Allahu Akbar![3] Elev sus manos con las palmas abiertas a la altura desus odos.

Bismillah Rahmni Rahim[4] recitaron todos el pasaje de la apertura delCorn.

El oficiante sigui con la plegaria mientras Zahir observaba a su sobrino, querepeta mecnicamente el texto rabe, con la mirada fija en el suelo. En unapausa de la oracin, volvi la vista hacia la parte posterior y entre la multituddistingui la cabeza de Onneca, que con gesto preocupado trataba de alcanzar asu hijo con la mirada.

Cuando lleg el momento en que cada participante deba realizar para s unasplica por los difuntos, Zahir se esforz en concentrarse y recit en voz baja: Seor Nuestro, ten misericordia de ellos y perdnalos, slvalos del castigo de latumba. Perdnales sus pecados y multiplica sus buenas obras. Indltalos y haz desu tumba un refugio feliz. Ingrsalos en Tu divino paraso. Seor, consuela a suspadres, recompnsales y haz de sus hijos sus intercesores ante Ti.

Finalizada la ceremonia, la mayor parte de los fieles fueron abandonando lamezquita, excepto los familiares ms allegados, que se turnaran hasta el dasiguiente para velar los cuerpos antes de su enterramiento.

Zahir apenas haba tenido tiempo de estar con Msa, pues tras las tareas debsqueda haba sido requerido para embalsamar el cadver de Ismail. Esanoche, reunida la familia en la sala de la parte baja, junto al patio, el chicocontinuaba muy afectado, y an no haba podido probar un solo bocado, excepto

los tazones de leche con miel que su madre casi le haba obligado a tomar.Onneca le confirm la visita, la tarde anterior, del sahib al suq, quien habainterrogado al chico a solas, aunque antes de despedirse le haba asegurado queno deban preocuparse, porque las causas del accidente estaban claras. Tras casidos das de extrema tensin, toda la familia, incluido Msa, se retir extenuada adescansar.

Al da siguiente tuvo lugar el entierro de los dos muchachos. Un nuevo cortejolos traslad en direccin al cementerio, ubicado en la parte exterior de lamuralla. Pocos eran los que observaban el paso de los cadveres desde fuera dela comitiva, y daban gracias a Allah por permanecer con vida a la vez querogaban por los difuntos.

Zahir se coloc junto a la familia de Essam para ofrecerles su apoyo, comola noche anterior haba hecho con la de Ismail. Una vez salvada la Puerta deTarasuna, las piedras labradas que sealaban los sepulcros se extendan desde elmuro hacia el sur, a la izquierda del camino. Avanzaron unos cien codos hastallegar a dos profundas fosas recin abiertas en el suelo, en sentido transversal a laQibla.

Cada una de las familias se coloc junto a una de las tumbas. Los muchachosa los que el sahib al suq haba convocado se encontraban entre ellos, vigilados porsu atenta mirada. Quienes portaban el cuerpo de Essam hicieron tres pausas paradescender el cadver, y en la tercera lo introdujeron en la fosa, donde seencontraba uno de los familiares, que lo coloc en posicin correcta, tumbadosobre un lado y de frente a la Qibla. Afloj las ataduras de la mortaja yacomod su cabeza en una especie de almohada de tierra, mientras recitaba unabreve oracin. Despus, el hombre sali de la tumba y comenzaron a cubrirla,hasta formar un pequeo montculo sobre el terreno, de no ms de un palmo dealtura.

Finalizadas las exequias, ambas familias se colocaron al borde del caminopara recibir el psame y las palabras de consuelo de quienes regresaban a laciudad. Zahir tom por los hombros a Msa, y se incorpor con l a la fila.

Todo est predestinado, entereza y sosiego dijo cuando lleg junto alpadre de Essam.

El hombre hizo un gesto de asentimiento, y entonces dirigi su mirada haciaMsa. Este no saba qu esperar. Despus de todo su hijo haba muerto cuandocompeta contra l. El padre de su rival dobl las rodillas y coloc su cara a laaltura del chico, levant las manos y sostuvo su cabeza entre ellas. En la miradade aquel hombre, Msa vio reflejada toda la tristeza que albergaba su corazn.Tom al muchacho por el cuello, lo atrajo hacia s y se fundi con l en unabrazo mientras ambos rompan a llorar en silencio.

Dios ha querido llevarse a mi hijo cuando comenzaba a vivir, y haquerido dejarte a ti con vida. Si es cierto que todo est predestinado, como Zahiracaba de decir, tu destino debe de ser grato a los ojos de Allah. Alcanza tudestino, Msa, y no te culpes por lo sucedido Yo no lo hago.

Despus de aquellas palabras, Msa pareci recuperar la tranquilidad deespritu que, solo dos das atrs, haba credo perdida para siempre, y esa nocheconsigui por fin conciliar el sueo.

El viernes siguiente, Zahir decidi invitar a la casa tras la oracin de la tarde aZiyab ibn Hub, el muchacho que haba arriesgado su vida para salvar a Msa. Supadre era un carpintero modesto que tena un pequeo taller en la parte suroestede la ciudad, junto a la Puerta de Qalat al Hajar. Ziy ab era su nico hijo, pues suesposa haba fallecido en el parto al dar a luz a su segunda hija, que tambinmuri unas horas despus. Ambos llegaron poco antes de la puesta del sol. Zahirlos recibi con efusividad y los condujo hasta la habitacin donde habitualmentereciban a las visitas, para disfrutar de la principal comida del da.

Al principio padre e hijo dieron muestras de sentirse algo intimidados, pues noestaban acostumbrados a compartir mesa con una familia tan influyente comolos Ban Qas. Fortn tambin se encontraba all, junto a dos compaeros de laguarnicin, y su presencia pareca causar una viva impresin a Ziyab, que noquitaba la vista de sus ropas militares y, sobre todo, del hermoso sable quecolgaba de su cinto. Onneca se haba ocupado de preparar los platos que iban adegustar, y se encontraba ultimndolos en la cocina. Haba convenido con Zahirque la velada sera sobria y evitaran cualquier signo de celebracin o de alegra,pues solo haban transcurrido unos das desde la desgracia y el luto an semantena en todas las casas de Tutila. Dado el motivo de la visita, Msa y Ziy abfueron invitados a compartir la mesa con los may ores, y se sentaron juntos enuno de los extremos.

Onneca dispuso varios platos con salazones de carne y pescados enescabeche, frutos secos y otros entremeses, de los que pronto dieron cuenta entretodos. Una vez roto el hielo, la conversacin se fue animando, y Zahir acabencargando al carpintero unos escabeles de madera tallada para la casa. Trasdegustar un aromtico guiso de cordero con especias, la conversacin derivhacia los sucesos de la semana anterior.

Zahir tom la palabra, y adopt un tono solemne:Como tutor de Msa, quiero expresaros en nombre de la familia nuestro

profundo agradecimiento por la accin que sin duda le salv la vida. Se dirigihacia Ziy ab, que, avergonzado y ufano a la vez, no saba dnde colocar lasmanos: Onneca y y o queremos que sepas que, a partir de aquel funesto da,nos sentimos obligados hacia ti y hacia tu padre, y te puedes considerar un

miembro ms de esta familia.Ziyab se haba ruborizado, y los ojos enrojecidos de su padre demostraban la

emocin y el orgullo que senta. Msa miraba a su amigo con una sonrisa y, alver su apuro, trat de acortar el momento pidiendo permiso para levantarse.

Tomad antes unos dulces que he preparado especialmente para hoy dijoOnneca. Son de almendras, harina y miel.

Los chicos se llenaron los puos de dulces, salieron al patio, se sentaron juntoal brocal del pequeo pozo y all, sin pronunciar palabra, dieron buena cuenta deellos. Msa meti en su boca la ltima porcin y trag varias veces comopreparndose para hablar. Cuando se decidi, dijo simplemente:

Ziy ab, gracias.Ziyab se haba dado cuenta del trabajo que le costaba y sonri.No tienes que drmelas, estoy seguro de que habras hecho lo mismo. Lo

nico que lamento es no haber podido hacer tambin algo por Essam e Ismail.Adems, tenemos que olvidar ya lo que pas, Msa.

No es nada fcil, no me los quito de la cabeza.Pues tendremos que hacer un esfuerzo.Siguieron hablando durante un buen rato, hasta que se oy eron movimientos en

el interior y los mayores salieron al patio, donde comenzaron a despedirse.Nos vemos maana en la placeta de la mezquita? pregunt Msa.Despus de la escuela. All estar.

El verano tocaba ya a su fin, y los das iban siendo ms cortos. El grupo demuchachos haba vuelto a reunirse, aunque sus juegos y a no eran los mismos, yla anterior agresividad haba desaparecido por completo. Era frecuente verlossentados en las eras donde se aventaba el trigo, o en lo alto de un muro junto aalguna de las puertas, donde preguntaban a quienes las atravesaban por suprocedencia y por las mercancas que cargaban sus mulas.

A Msa le gustaba especialmente pasar las tardes en el taller del padre deZiyab. Su amigo y a trabajaba all como aprendiz, y l le acompaaba ayudandoen lo que poda o jugueteando con las pequeas piezas de madera que el artesanodesechaba. El olor de la resina le fascinaba y, muchas veces a lo largo de su vida,aspirar el aroma de la madera recin cortada le hara revivir esos das de suinfancia.

Los dos muchachos acabaron por hacerse buenos amigos, y compartan lasmaanas en la escuela, los ratos en el taller de carpintera y gran parte de sushoras de juego. La may ora de los chicos de su edad abandonaban la escuelapara incorporarse como aprendices a los talleres de sus familiares o paratrabajar en el campo. Sin embargo, el maestro que enseaba en la mezquitahaba acudido al taller de carpintera para hablar con el padre de Ziyab y haba

insistido en que su hijo era un muchacho inteligente, despierto y perfectamentecapaz de avanzar en sus estudios al menos unos aos ms. El carpintero no podaprescindir de dos nuevas manos, que llevaba aos esperando, pero ante laperseverancia del maestro decidieron que ira a la mezquita por la maana ydespus trabajara en el taller.

Una tarde de otoo, Msa y Ziy ab estaban sentados junto al puente del UdiIbru, sobre un pequeo muro de adobe, lanzando piedras al ro mientras suspiernas se balanceaban sobre el talud de la orilla.

Cuntame algo sobre tus hermanos mayores, Msa. Es verdad queEnneco estuvo en la batalla de Roncesvalles?

No rio Msa. Sera muy pequeo entonces. Fueron otros jefesvascones quienes dirigieron a sus hombres en la emboscada. Enneco me cont lahistoria el verano pasado, cuando estuve con l en Isaba.

La conozco. Antes de que llegarais aqu, un qass congreg a la multitudjunto a la muralla y represent la derrota de Carlomagno entre grandesaspavientos. No haba visto un espectculo igual en mi vida, puedes creerlo. Todala ciudad acudi a verlo, y repiti su actuacin durante varios das.

Y t asististe a todas se burl Msa.Sin dejarme ni una rio Ziy ab. Y ahora resulta que la madre de mi

mejor amigo era la esposa de uno de aquellos hombres.Creo que el padre de Enneco haba muerto y a entonces, pero fue un jefe

muy importante. Algo parecido ocurre ahora con Enneco: es el cabecilla detodos los vascones de los valles del Pirineo.

Parecido a un rey ?Creo que s minti Msa, orgulloso de sus lazos familiares.Lanz varias piedras al paso de una pequea rama que flotaba ro abajo, pero

fue Ziyab quien acert con la suya a la primera.Debe de ser estupendo tener un hermano casi rey, y otro wl de

Banbaluna. Cunto me gustara poder conocerlos!Pues si conoces a Enneco quiz te lleves una decepcin. Sus vestiduras

parecen ms las de un soldado que las de un rey. Aunque su fuerza y suenvergadura te asombraran.

Un pequeo squito cruzaba el puente de madera hacia ellos. Lo encabezabaun hombre a caballo de edad y a avanzada a quien seguan dos ms jvenes que,a juzgar por su aspecto, deban de ser sus hijos. Tras ellos seis mulas cargadas defardos eran conducidas por otros tantos esclavos de piel oscura.

Por sus vestiduras debe tratarse de un comerciante muy rico dijo Ziy ab.Y fjate en las cabalgaduras. No haba visto nunca unas sillas tan ricamente

adornadas. Se arriesgan mucho viajando as por los caminos: estn infestados de

salteadores.Parece que vienen de Banbaluna. Seguramente habrn viajado con algn

destacamento militar y a la vista de Tutila se han adelantado.Me gustara visitar de nuevo Banbaluna. Mi hermano Mutarrif ha

prometido llevarme con l cuando vuelva el buen tiempo, si he aprendido amontar bien a caballo.

Pero t ya montas bien! Mucho mejor que yo, y eso que hemospracticado lo mismo. No s cmo lo has hecho.

Bueno, tiene su explicacin.Msa se mora de ganas de contar a su amigo sus escapadas nocturnas, pero

tena miedo. De todas maneras, si no poda confiar su secreto a Ziyab, no podracontrselo a nadie. Para qu serva pues un amigo?

Conoces la finca de Abd al Aziz, ro arriba? se decidi.La del comerciante de ganado?Msa asinti.Ziy ab se qued mirando a su amigo con los ojos abiertos en cuanto

comprendi el significado de su sonrisa.Quieres decir?Por las noches, este veranoT solo?Msa asinti de nuevo. Rio al ver la cara de estupefaccin de su amigo.Bueno, ya te lo he dicho. Ahora tendrs que acompaarme, no?Sorprendido, Ziy ab valor mentalmente los riesgosY cmo sales de la ciudad por la noche? Y la guardia? Y los bandidos en

el camino? Y cmo ensillas los caballos? recit con tono de incredulidad.Y salir de casa sin que te oigan y los lobos y la oscuridad, no te he dicho

que no hay a riesgos.Adems, las noches son fras ya.Pero ms largas sonri Msa.Cundo?Los dos muchachos chocaron sus manos.Hace falta luna, y que la noche sea despejada.

Esperaron ansiosos durante varios das en que el cielo se mantuvo encapotadopor el viento del sur que arrastraba las primeras borrascas del otoo. El viernesanterior al inicio del mes de Ramadn el tiempo cambi, y un viento del nortemucho ms fresco se llev las nubes. Los dos chicos se vieron en la mezquitadurante la oracin, y Msa mir hacia lo alto en un gesto que Ziy ab comprendide inmediato. Esa noche, fueron dos las sombras que se deslizaron sobre el murocamino del ro. Y fueron dos los j inetes que cabalgaron por la ribera bajo la luna

creciente, lanzando gritos y disfrutando de una libertad ahora compartida.Durante las semanas siguientes repitieron su aventura, practicando a solas los

ejercicios que en la musara les proponan junto al resto de los muchachos.Intentaban recoger un fardo del suelo al trote, utilizaban palos a modo de lanzasque arrojaban al galope contra el tronco de un rbol, trataban de dominar alcaballo con las piernas mientras sostenan un arco imaginario. Se rean de susfallos, se admiraban de sus dianas y en alguna ocasin acabaron en el suelo tandoloridos como satisfechos.

En las sesiones de la musara con el resto de los muchachos, el progreso deMsa no pas desapercibido, e incluso fue elegido varias veces para demostrar asus compaeros la forma correcta de realizar un ejercicio. Uno de aquellos dasde instruccin, a principios del mes de Shawal, cuando se dejaban sentir losprimeros fros, dos oficiales de la guarnicin que supervisaban el entrenamientode los futuros j inetes se acercaron a l para felicitarle con una palmada en elhombro.

No desmereces de tu padre, muchacho dijo uno de ellos. Cuando loconoc era poco mayor que t, y ya manejaba las armas a caballo como unautntico zanti.

Conociste a mi padre?Y tuve ocasin de luchar con l en Saraqusta, poco antes de su muerte. Un

hombre valeroso, y un gran lder. Habras estado orgulloso de l, chico.Lo estoy asegur Msa, y baj los ojos.El oficial se dio cuenta de que la mencin de su padre haba entristecido al

muchacho.Si continas as vas a superarlo dijo sonriente.Esta vez Msa levant la mirada y sonri tambin.Puedes decir a tu hermano y a tu to Zahir que las prcticas a caballo las

tienes superadas.Montas mejor que algunos veteranos rio el otro.Gracias, se lo dir repuso Msa, emocionado por el elogio.Ya tardas, corre!Los dos oficiales contemplaron entre risas cmo el chico atravesaba el puente

sobre el pequeo Udi Qalash y entraba en la ciudad por la Puerta de Saraqusta.Msa estaba exultante. Atraves las callejuelas hasta llegar a la mezquita, y

descendi hacia el pequeo arroy o que discurra por la falda del monte. Lasubida por el camino empedrado y la excitacin le hicieron alcanzar la puerta dela alcazaba cubierto de sudor. Cruz el patio a zancadas sin reparar en la inusualpresencia de algunas mujeres en el recinto.

Fortn! llam. Fortn!

Entr en la sala central del edificio despus de empujar prcticamente a unode los guardias apostados junto a la puerta y se detuvo mientras sus ojos seadaptaban a la penumbra. A pesar de la falta de luz, pudo distinguir a su madrederrumbada sobre un banco, junto a su to Zahir. Cuando Fortn se dio cuenta dela presencia del muchacho, se dirigi a grandes pasos h