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LIBRO DE VISITAS

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Escritos realizados en el Taller "El arte contemporáneo no es un misterio", coordinado por Andrea Fernández, en el marco de la muestra "Contemporáneos" realizada en abril de 2015 en el Museo Provincial de Bellas Artes "Timoteo Navarro". San Miguel de Tucumán

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LIBRO DE VISITAS

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Compilado de escritos producidos en el taller “El arte contemporáneo no es un misterio”, coordinado por Andrea Fernández.

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Contemporáneos Museo Provincial de Bellas Artes “Timoteo Navarro”

Abril 2015. San Miguel de Tucumán

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“La imagen creada por el artista es algo completamente diferente a un simple corte practicado en el mundo de los aspectos visibles. Es una huella, un surco, un coletazo visual del tiempo que ella quiso tocar, aunque también de aquel-los tiempos suplementarios –fatalmente anacrónicos, heterogéneos– que ella no puede, en tanto que arte de la memoria, dejar de aglutinar. Es la ceniza mezclada, más o menos cálida, de una multitud de hogueras. Pues en este sentido la imagen quema. Quema como lo real, a lo que por un instante se ha aproximado […] Quema con el deseo que la anima, con la intencionalidad que la estructura, con la enunciación, incluso con la urgencia que manifiesta (como cuando se dice ‘ardo de deseo’ o ‘ardo de impaciencia’). Quema con la destruc-ción, por el incendio que estuvo a punto de pulverizarla, ese del que escapó y del cual, por eso mismo, es capaz hoy de ofrecer aún el archivo y la posibilidad de imaginarlo. Quema con el brillo, es decir, la posibilidad visual abierta por su misma consumación: verdad preciosa pero pasajera, destinada a extinguirse (como la vela, que nos ilumina y al hacerlo se consume a sí misma). Quema con su movimiento intempestivo, incapaz como es de detenerse en el camino (como cuando se dice ‘quemar etapas’), capaz como es de bifurcarse siempre, de irse bruscamente a otra parte (como cuando se dice ‘arder de inquietud’). Quema con su audacia, cuando vuelve imposible todo retroceso, toda reti-rada (como cuando se dice ‘quemar los puentes’ o ‘quemar las naves’). Quema por el dolor del que ha surgido y que ella a su vez produce a quien se tome el tiempo de involucrarse. Finalmente, la imagen quema por la memoria, es decir, quema aunque no sea sino ceniza: es una manera de declarar su esen-cial vocación por la supervivencia, por el a pesar de todo” (Didi-Huberman, 2008:51-52)

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(…) Cuando llegué al museo, observé que “El tratamiento físico” se destacaba por su atractivo colorido y llamaba la atención por lo reconoci-ble de aquellas figuras plasmadas en el lienzo. Al estar frente a ella, la obra inmediatamente me invita a hacer una lectura de los objetos diseminados y a una búsqueda de sentido. Me propone quizás, un juego que ronda entre lo denotativo y connotativo. Sobre una base de atractivos colores cálidos se superponen obje-tos desparramados, amontonados, desordenados; entre ellos, tijeras, clips, autitos de juguetes, blísteres con pastillas, una aguja hipodérmica, cinta adhesiva, un cuchillo, etcétera. Esta reunión de objetos, a simple vista, no tienen nada en común: no todos son juguetes, ni utensilios, ni medicamentos. Pero ¿Qué los une? ¿Cuál es el punto en común? ¿Quién los ha dispuesto de aquella manera y no de otra? ¿Quién los ha utilizado? Algo que evoca esta obra, me recuerda a aquellos momentos del colegio, cuando analizaba los elementos del predicado buscando el sujeto, éste no aparecía explicitado, pero, estaban todos los elementos que me permitían inferir que el sujeto de la oración era un sujeto tácito. Es obvio que en esta obra hay un sujeto, pero no está allí, está representado por aquellos elementos de uso diario. El trabajo de Diego Figueroa, muestra cómo ese conjunto de obje-tos variados, que forman parte de la vida cotidiana de una persona, en el contexto del arte, cuentan un relato, arman un discurso, nos hablan sobre la costumbres o hábitos de esta persona, o sea, dan un perfil del sujeto a quién pertenecen. La obra, de esta manera, es una “ventana” que permite develar la intimidad de aquel sujeto tácito. Escenifica la psicología de esa persona: ¿Cómo es esa persona? ¿Quién es? ¿Se parecerá al artista o es él mismo? Una escena de la vida cotidiana, como es el desorden y el amon-tonamiento de cosas, resulta inmediatamente reconocible y hasta puede parecer poco importante. Pero el artista, al trasladar esta cotidianeidad a categoría de obra de arte, lo invita al espectador a asomarse a esa “ven-tana” para que reflexione y devele los sentidos que allí se ocultan.

Agostina Bellotti

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Lufthansa es la aerolínea más grande de Europa. Fue la primera línea aérea en exhibir películas durante el vuelo para sus pasajeros. Y fue la que cooperó con el régimen nazi. Durante la Segunda Guerra Mundial, además de reparar los avi-ones de la fuerza aérea (Luftwaffe) y al igual que la mayoría de las empresas alemanas, empleó mano de obra forzosa. Su flota está compuesta por doscientos ochenta y cinco aviones (o un número cercano a este).En 2010, fue galardonada con el premio a la Mejor Aerolínea de Europa en los ‘World Airline Award’. Durante este año va a “estrenar” tres nuevas rutas.

Hace siete meses alguien utilizó uno de los vuelos de la com-pañía y al desembarcar decidió llevarse consigo la frazada que muy amablemente la empresa le había proporcionado para que no le hiciera frío, porque se le ocurrió que le sería muy útil en el lugar al que iba. El color no le convencía demasiado (le parecía un poco aburrido), pero pensar en los numerosos usos que podría darle terminó de persuadirlo. La posibilidad que más lo sedujo fue la de utilizarla para tapar el sillón cuando renovara la pintura del living.

Unode losavionesde laLuftwaffe se estrelló el 16demarzode 1944 enCrimea. […]Losnativos tártarospodían evitar lamuerteporcongelamiento[…][…]envolvieroncongrasayfieltro.Encualqui-er caso, ambos elementos, objetos de naturaleza pobre y efímera,apareceránconstantementeensuobra.

El término ar te póvera significa “ar te pobre”, que hace referencia a los materiales utilizados por los ar tistas, que eran de muy fácil obten-ción, deshechos o materiales sustraídos directamente de la naturaleza como hojas, madera o piedras, o sustraídos directamente desde la ar ti-ficialidad en su mayor exponente, como frazadas, por lo tanto, carentes de valor y sin significación cultural alguna. Se trata de un ar te objetual […]. El ar te póvera rechaza esa frialdad profundizando en la energía que desprenden los materiales, energía calórica, por ejemplo. Sus obras parten de una acción, como modelar, estrujar, do-

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blar… ¿por qué no, cor tar y confeccionar?, una transformación natural o ar tificial del material. El término se usó por primera vez una exposición veneciana en el año 1967. Y aún no ha sido utilizado por última vez.

22 de Agosto de 2013. Según la ONG Médicos del Mundo son más de 15.000 las personas que viven en la calle.

El artista povera asumía una nueva actitud, donde tomaba posesión de una realidad que es el verdadero sentido de su ser, o de un objeto que, como en este caso, no le pertenecía originalmente (pero fue persuadido por la cantidad de nuevos usos que podía conferirle).

Sus obras aunque no convencionales tienen una gran ar-monía y estilo únicos, dado por los materiales no comunes con los que se trabaja, como es el caso de esta obra de Esteban Álvarez (“Traje”) que, como puede apreciarse, es la única en toda la sala que está hecha de un género gris oscuro con lunares de un gris más claro.

Y al llegar a este punto […] me seduce más pensar en la fuerza transformadora del deseo totalmente fuera de control. […] y en la necesi-dad irremediable de sortear con altura un aparente obstáculo.

Rocío Valdivieso

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El arte que produce Cynthia Kampelmacher se convierte en algo que se vuelve casi imposible de comprender o captar quizás por ser de-masiado sutil, en las transformaciones y permutaciones que pasarían casi desapercibidas si un artista no se empecinara en poner entre paréntesis el vértigo de lo cotidiano para señalarlas. Le interesa la huella de un es-tadio anterior, el fantasma de lo que fué, la evolución de un momento a otro, de la cosa a su registro, la copia del registro a su sombra o a su nueva versión. Se pregunta acerca de la imposibilidad de ver, de nombrar y su metodología es desmantelar, oscurecer, re-armar y volver a iluminar, es decir, construye una poética de la incertidumbre. Esta poética la vemos plasmada en la trama abigarrada del bosque panameño, donde la artista estuvo un tiempo durante una resi-dencia artística, fue el punto de partida para una serie de dibujos y foto-grafías intervenidas que desarrolló durante los últimos tres años. Transforma un rincón de la galería en un espacio negro que ab-sorbe la luz y en donde un típico ropero/placard (heredado de un amigo, y a la vez éste de un familiar), que Kampelmacher ha desarmado y ahora existe como una pila de placas de madera, presencia minimalista con res-abios de lo cotidiano, en sus palabras “lo que siempre está ahí al alcance de la mano que uno guarda, oculta o protege”. Un dibujo laborioso en gran tamaño de cuatro metros de largo, donde trazos de lápiz arman una trama que se reconoce como la repro-ducción de una foto de una selva. A pesar de la presencia y el magnetis-mo de esta obra, en un gesto que la define como artista, Kampelmacher le tiene preparado otro destino: la abolla. El producto -bello- de largas horas de trabajo es ahora una escultura que contiene la huella de haber sido dibujo y se ha enriquecido por un procedimiento conceptual que se centra en el misterio de lo que no se ve. Ella escribe: “...el trabajo inútil e invisible, las horas y horas de dibujar y transcribir el gesto. Ver para ver que no hay nada que ver, la obra está en otra parte... Lo no posible es el sentido, el intento de reconstruír el todo, la fé, la llave, un deber creer para que acontezca (hay arte allí donde es nombrado porque se cree en él).”

Eugenia Beatriz Brander

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La obra llama mi atención a la distancia, colores intensos, cáli-dos y el juego de luz y sombras. Objetos desparramados en una superficie que a una cierta dis-tancia parecen figuras planas enfocadas sobre un lienzo, al acercarme descubro que esta pintura tiene cuerpo, materia en relieve, lo que re-salta la presencia de aquellos objetos pero pierden la nitidez en la cer-canía. Estos están dispersos, ninguno tiene más importancia que otro, no hay nada central, como si hubiera dado vuelta un viejo baúl y este tiene acumulado no solo simples “cacharros”, sino, recuerdos e histo-rias...trastos tirados del tiempo, que sin tener un orden, me trasladan en la obra de un extremo a otro, buscando el hilo de la historia que pudieran contar. Me imagino que Diego trata de representar una pequeña his-toria de su vida en la niñez y adolescencia, o tal vez simplemente no pudo desprenderse de los significados que le trae cada uno de los tras-tos desparramados. A mí me hace entrar en un juego, como trazar un camino puedo guiar de principio a fin, que pudo o no tener que ver en nuestras vidas.

Sebastian Spamer

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“El tratamiento físico’’ de Diego Figueroa, a simple vista es una mesa con objetos donde se ven diversos materiales, objetos: sogas, tijeras, juguetes, pastillas, etcétera. Son residuos de actos diarios de la vida cotidiana. Quizás también lo instantáneo, lo actual, lo que ocurre en el momento; es lo que representa el arte contemporáneo, es el presente, concentrado en el pensamiento, en la visión e intención del artista. ¿Qué es lo que quiere transmitir esa pintura? En este caso la obra ya realizada nos transmite las acciones -o residuos de ac-ciones- ya sean de hace años de hace días de hace horas, o quizás actividades diarias. Esta obra fue realizada sobre lienzo y pintura acrílica, con muchos colores, muy suelta y con un excelente planteo de objetos, que se pueden encontrar en cualquier mesa o en un cuarto para re-alizar las obras. Me sentí identificada con un par de objetos que se encuentran a simple vista en la mesita donde pongo mis pinturas y estoy realizando mis obras. También puede haber sido una mesa intervenida por todos estos objetos.

El arte contemporáneo nos plantea diversos dilemas, quizás a veces plantean la realidad de un modo extraño, como está expuesta y como se dispone o propone como obra. (…)

Esta pintura me llamó mucho la atención por sus colores y cómo el artista planteó la idea. Muy libre, por cierto, demostrando que las reglas las ponemos nosotros y que podemos crear lo que se nos venga a la mente.

Romina Torres

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La muestra “Contemporáneos” del Museo Provincial de Bellas Artes “Timoteo Navarro” propone al espectador un recorrido que en primera instancia impacta, puesto que a lo lejos, pero igualmente im-ponente se destaca una enorme pintura, su autora es Catalina León y su nombre es “Fuente”. El espacio ahí se bifurca y se puede elegir un modo de transitar, un “modo de ver”. En esa instancia, casi intuitivamente ob-sesiva viré hacia la izquierda y fui recorriendo todas las piezas imponién-dome un orden. Rodeada de tanta variedad de conceptos y técnicas exterioriza-dos en las obras, casi al final del “ordenado” recorrido que me había plant-eado, fui captada por la imagen compuesta de tres fotografías: “El lugar donde las piedras vuelan” del fotógrafo Emanuel Díaz Morales. Como primera impresión me topé con una imagen que presen-taba una realidad casi onírica, donde un cuerpo como la piedra, que le-jos de ser liviano tiene como gran enemigo la gravedad, de algún modo está levitando. No solo suspendido, sino en movimiento. Es paralizado el tiempo y luego activado en el siguiente fotograma de forma consecutiva, de manera que narra la sucesión de un dinamismo que deja huellas, solo posibles de ser divisadas a través de la cámara fotográfica. Cuando veo el paisaje, de contraste azulino grisáceo, veo un lugar argentino, y hasta me parece que en ese lugar las piedras mágicamente pueden volar, o por qué no: orbitar, como esa idea abstracta que nos in-ventamos para entender como están los planetas dispuestos en la galaxia. La fotografía de Díaz Morales habla de un imposible/posible, que tiene como medio de ser factible a través del ARTE. ¿Es acaso imposible no pensar en términos de contemporaneidad cuando la tecnología nos sor-prende con la posibilidad de hacer cosas tan maravillosas como detener el tiempo aunque sea solo como una abstracción? Díaz Morales supo, no solo sintetizar en una imagen diversos conceptos sino también construir visualmente una idea de lo sublime en nuestra mente, aun cuando no lo comprendamos ni lo entendamos.

Noelia J. Soria

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(...) A la invitación de la muestra, Greco asistió con un traje de diplomático y un sombrero. Dibujaba el contorno de las personas en grandes telas (un lustrabotas fue contratado en la calle para participar del vivo-dito). El espacio quedó pequeño por la cantidad de gente que asistió, entonces se encaminaron a la plaza. Alguien comento “que lástima que usted qué es tan buen pintor, se dedique a todas estas pavadas tan intras-cendentes como el vivo-dito!” . A lo que el Greco respondió: Sí, pero de lo que hablan es de mis pavadas y no de mis cuadros. Lo que le importa a la gente son mis pavadas. ¿Serán entonces pavadas? Cuando veo la obra “Traje” de Esteban Alvarez, esta anécdota me hace ruido, quizás para distraer mi mente del aluvión de Joseph Beuys en su cita de traje gris y la irreverencia de los casi imperceptibles lunares. Una metáfora directa, una cita necesaria. Un traje como lo epidérmico, como la superficie de la obra de Beuys.

Margarita Vera

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(...) Al entrar al salón principal del museo y al dirigirme ha-cia el centro, noté algo con el rabillo del ojo, que llamó inmediata-mente mi atención: era el llamativo color rojo, perteneciente a una pieza de Esteban Álvarez, llamada El traje. Se trata de una obra mezcla de arte póvera, un arte reciclado, y un readymade. Es una obra en la que el montaje juega un papel casi tan importante como la obra misma, y es -lo que considero como- una de las características del arte contemporáneo. El traje, es una obra que desborda nostalgia, es como una huella, una marca del pasado que permanece en la memoria, habla de una ausencia aun presente en el objeto. Al acercarse y leer el epí-grafe, es imposible no reparar en la palabra alemana Lufthansa, que alude a la aerolínea, cuyas mantas sirvieron como material. Esta obra que me hizo sentir nostalgia, no sobre algo en particular, sino como la nostalgia en general. Como un dejo de tristeza.

Entiendo que en el arte contemporáneo no existe un ideal de belleza, que la belleza puede hasta encontrarse en la fealdad, y es lo que sucede en la obra de Débora Pierpaoli. Se trata de una mesa (raramente triangular) en la que se colocaron piezas de cerámica esmaltada. Una es un perro marrón, con mirada rabiosa mostran-do dientes y mordiendo. La otra pieza es un florero con flores de cerámica también, pero tirados sobre la mesa. Esta obra es un claro ejemplo de la dicotomía entre lo frágil y lo fuerte. Ambas piezas denotan violencia, una violencia disfrazada en la delicadeza del ma-terial. Es una obra, que puede no gustar, pero seguramente no pasa desapercibida. Puedo decir que estas piezas no me “gustaron”, pero sin embargo no me pude despegar de la imagen. Me hizo pensar en algo violento, pero escondido.

Por último, en una exposición de arte contemporáneo, no pu-ede faltar una instalación, sobresale la de la artista Marcela Cabutti (...)La misma, está montada en una esquina del salón, donde jue-gan las formas geométricas y las ilusiones creadas por el excelente

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manejo del material. Las piezas que forman la instalación, aluden a papeles, como cartulina, dobladas y manipuladas, acomodadas sobre el piso, dialogando con una esfera de vidrio soplado, suspen-dido al mismo nivel. La instalación da la sensación de fragilidad, de una tensión entre el vidrio suspendido, y los papeles que no son papeles. Me remite a un orden antes de un caos, a una calma próxima a romperse. Esta obra me dio calma, no me cansé de mirarla, sentí calma, pero me di cuenta que al mismo tiempo estaba esperando que pase algo, me imaginaba la esfera de vidrio explotando en el medio de las piezas de chapa o aluminio.

Andrea Dall’ Agata

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Esta obra de la artista Marcela Cabutti, nombrada “Gota gruesa sobre montaña de papel”, realizada con materiales como cristal soplado y chapas pintadas, me lleva a pensar que estos el-ementos, que simulan ser papeles arrugados de distintos tamaños, unos pequeños, otros más grandes, de distintos colores (negro, blanco y gris), algunos superpuestos uno encima de otro, estaban cumpliendo una función. Quizás la función que cumplían estas chapas que simulan ser papeles arrugados era de envolver algo, de contener algo. Cu-ando lo vi a esos papeles se me vino a la cabeza que ese “algo” que estaba envuelto por estos papeles había sido extraído, estaba aus-ente, estaba faltante. Al ver el jarrón de vidrio, pensé que cada uno de esos pape-les podía haber contenido distintos jarrones de distintos tamaños, y formas, como ese jarrón que estaba allí en la esquina de esta in-stalación. Viendo la obra más fijamente y buscando que me quería decir a mí puedo decir que solo queda la envoltura, y sacaron o se ausenta algo importante. Lo relacioné con que te den un regalo de cumpleaños y lo único que te quede sea el papel de regalo. Esta obra me refleja tristeza y posiblemente huellas de algún dolor. Hay un dolor que permanece en la obra a pesar de su ausen-cia (...), ¡que paradójico! Me remite a un verso de Callejeros que dice “quedamos en presencia de la ausencia del dolor”. Así permanec-emos frente a esta obra.

Jorge Alejandro Perera

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Traje de tela gris, con caída y lunares blancos, semejante a un

pijama o disfraz que despierta mi humor, atención e imaginación.

Los lunares me recuerdan a la artista japonesa Yayoi Kusama,

a su muestra “Obsesión Infinita”.

Creo que el autor a través de su obra, refleja la mirada de “la

gente” sobre el ARTISTA, un SER SOÑADOR, PARTICULAR Y

ALGO NEURÓTICO.

Pamela Ríos Rivero

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Diego Figueroa nació en 1975 en Buenos Aires y reside en Resistencia, Chaco. Su obra recorrió el país y recibió numerosos pre-mios. En “Contemporáneos” se expone una de sus pinturas, reali-zada en acrílico sobre tela: “El tratamiento físico”. Quise escribir sobre esta pintura porque me llamó mucho la atención al verla desde lejos, su colorido y los objetos que se ven perfectamente detallados a la distancia, pero al acercarme las for-mas se pierden y lo q cobra importacia es la materia, porque tiene cuerpo y espesor. Verla me llevó a la infancia, por el desorden de los juguetes, porque aparecen utensilios y cosas que siempre se guardan en al-gún cajón o caja por si en algún momento los necesitamos.

Gabriela Sanz

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Luego de recorrer la muestra hice un análisis y repaso de cada una de las piezas. En ese proceso mis ojos y mi cabeza volvían en forma per-manente a una en particular (...), en primer lugar por su montaje, y final-mente por cada una de sus partes. No recuerdo el nombre de el/la artista ni el de la obra, sí muy bien recuerdo que son cuadros superpuestos sobre el piso, acumulados, apoyados en la pared. Me pareció una pieza muy atractiva visualmente, que mas allá de que pueda provocar al espectador cierta admiración y detenimiento, también puede provocar una gran confusión -por lo que pude escuchar ya que en la Historia del Arte el artista de caballete exponía sus obras de forma convencional colgada en la pared, y no así en el arte contemporá-neo donde inclusive el piso juega un papel muy importante-. El espacio, tanto para una instalación como para una pintura en otro soporte, forma parte de la pieza y del mensaje que quiera comunicar el artista mediante la misma. En el caso particular de esta obra realizada con distintos retazos de madera, al parecer laminada, pintados con látex negro haciendo luego una extracción de algún film por un lado simulando una especie de blow up, término usado en la fotografía para definir el zoom en una parte de un algo, en un bosque a contraluz con ramas iluminadas de un particu-lar naranja, dado por el color real del soporte. Por otro lado el uso de la técnica del drippin popularizada por Jackson Pollock, solo que está usada con otros materiales y en negativo, haciendo sustracción del “chorreado”, conectando así con mi interés personal.

Guadalupe Zapatiel Locascio

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Entre todas las obras que se encontraban expuestas en la mues-tra “Contemporáneos”, la que me produjo un acercamiento instantáneo fue: “Gota gruesa sobre montaña de papel” de la artista Marcela Cabutti, realizada en el 2011 y concebida primeramente bajo la denominación de “Deseos mutantes”. Esta instalación, que con una primera mirada para el ojo inexperto en este tipo de arte es algo dificil de comprender, se vuelve totalmente interpretable al leer la reseña ubicada en la pared sobre la autora donde, de forma breve, nos narra su biografía y nos facilita el entender de dónde provienen éstas formas cuidadosamente ubicadas en una de las esquinas de la sala del Museo. Al observar mejor este trabajo, empiezan a surgir numerosos sentidos sobre él y la pintura que lo enmarca ya no parece tan ingenua y azarosa. Creo que el secreto para esta y las diferentes obras expuestas en esta ocasión, lo que se llama Arte Contemporáneo, es mirarlas con curiosi-dad y detenernos a leer qué dicen los epígrafes que puedan ayudarnos a una mejor comprensión; así, cuando menos nos demos cuenta, estaremos disfrutando de una pieza con la cual tal vez nunca pensamos poder sentir algo y mucho menos entenderla; es decir, sentir una experiencia estética frente a ellas.

Jéssica Gómez Leccese

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Placas de madera, juegan como planos en el aire, el bosque se divisa se arma y se desarma, libremente frente a nuestros ojos… el negro impoluto de la laca, el ámbar de la madera, madera que se deja entrever fugaz. Se adivina, se precisa, se construye y deconstruye. Se continuan, líneas discontinuas que emergen. Emergen desde la tierra que las vio nac-er, se erigen en el aire, se obsesionan por mostrarse y levantar la mirada en el horizonte. Sin copa sin alas sin tumulto ni murmullo de hojas. Solo el alma, solo el viento y las ramas cortándolo…escudo…espinas. Es un no-espacio, un sin tiempo, negación, representación biton-al, bidimensional, siniestro. Todo igual es semejante. Bosque infinito. Yuxtapuesto. Inequívo-co…real. Árbol que creciste frondoso robusto hoy sos el capricho de un velo de laca… una piel de tu piel…un residuo. Todo círculo es perfecto, y así la madera que fue una vez árbol… vuelve a ser árbol. Se supone el origen, el deceso, el final, una nueva mirada. Va o viene…es o dejó de ser. Cuesta arriba o cuesta abajo, crece o muere… es o no es… Nunca se sabe.

Cindy MartinezA partir de “Nunca se sabe” de Cynthia Kampelmacher

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En este recorrido a la exposición luego de ver a todos los artis-tas me llamó la atención la obra de la silla de Diego Bianchi, expuesta en la sala principal. La misma es de madera con una mezcla de cemento, sobre ella unas botellas de vidrio se encuentran introducidas en dicha mezcla. Lo primero que percibo y reconozco son los elementos utilizados que constituyen a la obra; mezcla de materiales de la vida cotidiana que hacen pensar al espectador. En una entrevista, este artista habla sobre su obra y dice: Me inte-resa de alguna forma representar y “diseñar” con estricto control la furia, el salvajismo y lo irracional. Creo que el observador puede tener una sensación de sospecha, reconocer los fenómenos a los que se alude en el trabajo, reconocer una mirada, sentirse un poco cerca, contagiarse y extender esta visión sobre muchas otras cosas.

Verónica Ibraim

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Entre varias obras que llamaron mi atención, logré ‘’decidirme’’ por escribir sobre la de Raul Veroni, su billete de dos pesos. Desde cierta distancia y sin haberlo visto de cerca el billete de dos pesos ampliado es una copia fiel de los que usamos cotidiana-mente. Hasta se llegan a apreciar las líneas entrecortadas que suelen tener estos cuando ya viajaron y pasaron por varias manos durante un buen tiempo, esas marcas de papel quebrado, doblado y sobredoblado, con su color desgastado y llegando al tono terroso y sucio que adoptan con el pasar del tiempo. Al acercarme, de a poco, voy notando que esas líneas que yo pensé eran las de un billete usado, son en realidad dibujos realizados por el artista. Me hace pensar que esos dibujos son el fruto de seguir esas líneas, que se generan en los billetes, otorgándoles formas y al-gún significado, ya que forman nubes y otros objetos. Me sorprendió realmente la fidelidad del billete ampliado al original, con sus bordes despeluzados, algo tan real en gran escala que sorprende.

Maria Florencia Gonzalez

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“Contemporáneos”, exposición de nuevas adquisiones de la colección del Museo Provincial de Bellas Artes “Timoteo Navarro”, que fueron posibles gra-cias al Programa Nacional de Adquisiciones de Arte Contemporáneo Igualdad Cultural. La muestra está compuesta por obras de: Débora Pierpaoli, Marcela Cabutti, Diego Bianchi, Diego Figueroa, Cynthia Kapelmacher, Valeria Maculan, Raúl Veroni, Catalina León, Esteban Álvarez, Emanuel Díaz Morales; más las obras seleccionadas de los artistas tucumanos para otros museos del país: San-dro Pereira, Pablo Guiot, Enrique Salvatierra, Marcos Figueroa y Roberto Koch.

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