libertad y gracia en san agustín de hipona

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  • 7/24/2019 Libertad y Gracia en San Agustn de Hipona

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    LIBERTAD Y GRACIA EN SAN AGUSTN DE HIPONA

    Alfredo Alonso GarcaUniversidad de Cantabria

    El pensamiento de San Agustn de Hipona (354-430) no puede ser olvida-do si pretendemos abarcar con profundidad la cuestin sobre la libertad delhombre. Sus enseanzas, cimentadas sobre slidos principios metafsicos,sostienen que para la perfeccin de la libertad humana es preciso el concursode la gracia divina. As pues, presento algunas de sus reflexiones sobre larelacin entre la libertad y la gracia, las cuales respondieron con brillantez aideologas que cuestionan la natural imbricacin entre el libero arbitrio y lagracia divina, como la maniquea, que duda de la bondad intrnseca de la li-

    bertad, y la pelagiana, que discute el valor que la gracia divina posee para laobtencin de la felicidad y la salvacin del hombre.

    1. Libre arbitrio y libertad

    El problema de la libertad es tan antiguo como el hombre mismo, por loque preguntarse por ella es detenerse a considerar algo que afecta a la inti-midad de la naturaleza del ser humano. As, la libertad nace de su condicinespiritual como signo de la imagen de Dios en el hombre. El hombre alabstraer el conocimiento de lo material lo transciende y lo entiende como algodistinto de su yo. Gracias a esta capacidad la voluntad usa de la libertad

    para elegir lo ms conveniente para plenamente alcanzar su fin como hombre,que es su Bien. Ahora bien, la libertad recibe una doble influencia para elegirlos medios para la realizacin de su vocacin humana: una, que implica serlibre-de condicionamientos (fsicos, polticos, sociales, etc.) queobstaculicen conseguir el objetivo propuesto, y otra, ser libre-para disponerde s mismo para la realizacin de los autnticos valores humanos.

    El concepto fundamental sobre la libertad para San Agustn es el de fin,porque la libertad no es un valor absoluto sino un medio para alcanzar elfin propio del hombre que es el Bien Supremo (Dios). Para entender como

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    lograrlo, diferenciamos dos niveles de libertad en el hombre: 1) La voluntaddel hombre de modo natural se inclina a buscar el Bien que le permita vivirfelizmente, y lo consigue al usar un primer grado de libertad, conocido comolibre albedro, que debemos entender como la capacidad de eleccin. Estahumana libertad es natural y necesaria porque el hombre no puede dejar dequerer ser feliz. Y, 2) la voluntad del hombre no se contenta con la felicidadsi, adems, puede optar por la plenitud de la vida: el sumo Bien. As el hom-

    bre tendr que ejercitar una verdadera libertad, y que no es otra cosa si-guiendo al filsofo africano que la liberacin de la inclinacin de la natu-raleza humana por el pecado mediante la gracia de Cristo. La libertad es im-

    portante para todo hombre []. La libertad de algn modo est ligada con la

    dialctica entre el hombre y Dios, que ha querido comunicar y dialogar conlos hombres libres. Por eso, el pensador [San Agustn] que primero vio laHistoria como un proceso de la tensin entre lo natural y lo sobrenatural, estsituado estratgicamente para hablarnos de la libertad. Ms an, San Agustnestuvo interesado en ensear no slo el significado de la libertad, sino enmostrar cmo se puede personificar la libertad1. As, la libertad es per-feccin y plenitud del libre albedro porque en ambos niveles de libertadhay voluntad para adquirir el fin del hombre. En el libre albedro esta vo-luntad es dinamismo del espritu orientado naturalmente al Bien; mientras quela voluntad de la libertad es plena, en tanto que est auxiliada por la graciadivina2.

    Llegados a este punto, una breve consideracin. Si el hombre puede elegirentre el acierto y el error; y si la Ley, como norma racional para alcanzar elBien, indica lo correcto, acaso nos excluye la Ley de la posibilidad de noelegir el Bien (es decir, lo incorrecto), siendo as una limitacin de la libertadhumana? El obispo de Hipona respondera que la libertad es la facultad paraobtener el Bien y que la Ley seala cmo conseguirlo, por lo que la Leynecesariamente ser una aliada de la voluntad para lograr su fin propio, esdecir, su Bien. As, pues, la verdadera libertad no est contra la Ley sinopara la Ley y, adems, tratar de librarse de los obstculos que la impidencumplir la Ley, que para San Agustn sern el mal moral, el pecado y elegosmo. Porque el hombre sufre una dramtica situacin personal: la Ley le

    1 M. T. CLARK, San Agustn, filsofo de la libertad. Estudio de filosofa comparada , Augus-tinus, Madrid, 1961, p. 11. Y cfr. E. GILSON, Introduction letude du Saint Augustin, Vrin,Paris, 1949, pp. 185-216.

    2 Cfr. J. PEGUEROLES, San Agustn. Un platonismo cristiano, PPU, Barcelona, 1985, pp. 233-235. Cfr. tambin R. GARCA, El concepto de libre albedro en san Agustn, Ediuns, BahaBlanca (Argentina), 2003.

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    manda amar el Bien, pero el hombre, dominado por su amor propio (su or-gullo) le impide cumplir la Ley. Por ello, es preciso que el hombre sea libe-rado. Para la Teologa cristiana, el Salvador del hombre es Jesucristo, que li-

    bera a su voluntad de su incapacidad de amar y cumplir la Ley que le mandaalcanzar su fin como hombre: la vida feliz amando al sumo Bien (Dios)3.

    2. Necesidad de la gracia

    San Agustn tuvo claro desde su profunda conversin4que slo la graciaes el principio integrador de la vida del hombre. Con otras palabras, lo quehace que el hombre encuentre la clave de su existir no es otra cosa que la gra-cia divina, que posee un evidente carcter medicinal y/o de auxilio (ayuda)5.Ser en su obraDe natura et gratiadonde presente magistralmente esta ideaen el que el hombre necesita de la gracia de Cristo para restaurar sunaturaleza herida, pero al tiempo nos dice que al recordar estas verdades nodestruimos el libre albedro []. Pues a quin aprovechan estas cosas sino alque quiere humildemente y no se engre de las fuerzas de la propia voluntadcomo suficientes por s solas para alcanzar la perfeccin de la justicia?6. Laverdadera naturaleza de la voluntad ha sido captada de una maneraincomparable por San Agustn. l toca la verdadera naturaleza de la libertaddel hombre al acentuar en De libero arbitrioque la voluntad es un don tan

    precioso que basta desearla en orden a tenerla presente []. Ella est ennuestro poder inmediato. Su carcter nico es claramente revelado, porque su

    salida inmediata de nuestro centro espiritual es el nico caso de un fiat ennuestra existencia humana7. El hombre en la gracia encuentra la capacidad

    para vencer al pecado, fuente de todos los males. El hombre, en el ejerciciode su autntica libertad (es decir, cuando est iluminada por la gracia), est

    persuadido del atractivo del sumo Bien. Esto no supone que la libertad seaaniquilada, sino todo lo contrario: es conducida a su fin autntico8, porque al

    3 Ibid., pp. 236-238.4 Cfr. SANAGUSTN, ConfesionesVIII, pp. 7-12.

    5 Cfr. P. FRANSEN, Desarrollo histrico de la doctrina de la gracia, enMysterium salutisIV/II,Madrid, 1984, pp. 618-619. H. CAROL, Gracia y libertad en san Agustn, Agustinvs 40(1995), pp. 105-10.

    6 SANAGUSTN,De natura et gratiaXXXII, p. 36.7 D. VONHILDEBRAND,tica cristiana, Herder, Barcelona, 1962, p. 224.8 Cfr. J. A. SAYS,La gracia de Cristo, BAC, Madrid, 1993, pp. 36-38.

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    defender la gracia de Dios no es necesario negar la libertad, ni cuando sedefiende el libre albedro no es preciso negar el auxilio de la gracia9.

    La necesidad de hablar sobre el papel de la gracia en la vida del hombresiempre estuvo en el tintero de nuestro prolfico filsofo, actividad intensifi-cada a causa de los errores doctrinales pelagianos. As lo testimonian susnumerosas obras sobre el tema: El libre albedro(388-395), El espritu y dela letra,Los mritos y la remisin de los pecados(412),La naturaleza y de la

    gracia(415),La perfecta justicia del hombre(415),La gracia de Jesucristo ydel pecado original (418), Las nupcias y la concupiscencia, Contra las doscartas de los pelagianos (420), Contra Juliano (421), La gracia y del librealbedro, La correccin y de la gracia (426-427), La predestinacin de los

    santos(428) yEl don de perseverancia(428-429).

    3. El libre albedro y la gracia

    La relativa dificultad existente para ordenar la doctrina agustiniana sobrela libertad del hombre10puede residir en que el mismo San Agustn no siste-matiz su pensamiento sobre esta cuestin, hecho ms que justificado si

    pensamos que, adems de sus tareas pastorales, estuvo absorbido en lacorreccin de los errores doctrinales del pelagianismo, entre otras ideologascomo el maniquesmo o docetismo. Por ello, se hace preciso extraer de susobras las enseanzas fundamentales cuando habla del libre arbitrio, que son:1) la gracia es necesaria para no errar ni pecar, 2) es imposible en el orden dela salvacin avanzar plenamente sin ayuda de la gracia11y 3) la autntica li-

    bertad slo es alcanzada por el auxilio de la gracia divina, que asegura alhombre la libertad sobre el pecado y la seguridad de hacer el bien, aunque

    puede darse el caso del hombre orgulloso que se atribuye a s mismo la causade su felicidad, sin considerar la ayuda de la gracia divina. Por eso, SanAgustn nos advierte que para bien obrar, no fiarnos del hombre [] ni que

    9 SANAGUSTN,De gratia et de libero arbitrioI, p. 1.10 Cfr. C. GARDEAZABAL, Libre albedro y libertas en san Agustn, en Saga. Revista de estu-

    diantes de filosofa 1 (1999), pp. 21-31; P. L. LANDSBERG, La libertad y la gracia en sanAgustn, en Renuevos de Cruz y Raya, 9, Cruz del Sur, Santiago de Chile Madrid, 1963,pp. 75-113; J. LEBOURLIER, Grce et libert chez S. Augustin, en Augustinus Magister 2(1954), pp. 789-793; J. BAIL, Libre arbitre et libert dans S. Augustin, enAnne thologique6 (1945), pp. 368-382. En el mismo lugar, cfr. H. DE LUBAC, Notes sur Saint Augustin Delibero arbitrioIII 20, 56, pp. 276-286.

    11 Cfr. M. FLICKy Z. ALSZEGHY,El evangelio de la gracia. Salamanca, 1965, p. 110.

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    nuestro corazn de Dios se aparte, sino ms bien al Seor decirle: S misocorro, no me rechaces ni me abandones(Sal26, 9)12.

    Ahora bien, la necesidad de la gracia para obtener la felicidad (la libe-racin del pecado) no supone la negacin del libre albedro en el hombre y sucapacidad de eleccin. El filsofo africano nos recomienda que no defen-damos la gracia de tal modo que parezca que suprimimos el libre albedro;

    pero no defendamos el libre albedro de tal modo que por nuestra soberbiapodamos ser juzgados ingratos a la gracia divina13. Agustn afirma lainequvoca existencia de la libertad humana al justificar que se nos revel elSeor por sus santas Escrituras que el hombre posee un libre albedro 14. []

    porque los mismos preceptos divinos de nada serviran al hombre si no tu-

    viera libertad para cumplirlos, y as llegar al premio prometido. Con ese fin sedieron, para que el hombre por ignorancia no se excusara15.

    Sin la gracia de Dios nada bueno puede hacer el hombre, dice Agustn16,pero la victoria sobre pecado es don de Dios que ayuda a la libre voluntad enese combate17. Parafraseando al apstol san Pablo, el Doctor de la Graciaafirma que por la gracia de Dios soy lo que soy. Y para poner en claro el

    papel del libre albedro aadi: Pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo(1Co15, 9-10). Mas si Dios diese la gracia a los hombres por sus solos m-ritos continua ya no sera autntica gracia que libere al hombre. As lagracia de Dios no se nos confiere segn nuestros mritos. [] Pero cuandonos es dada, ya comienzan nuestros mritos a ser buenos por su virtud; por-

    que si llegare a faltar [la gracia], cae el hombre, no sostenido, sino precipitadopor su libre albedro18.

    Por ello, San Agustn se atreve a recomendarnos que no escojamos malalguno con nuestro libre albedro y que practiquemos el bien: esto es lo man-dado por la Ley natural, la cual llevamos inscrita en nuestro corazn: Haz el

    bien y evita el mal. Cuantos viven con slo la ayuda de la Ley y sin elauxilio de la gracia, confiando en s mismos, son movidos por su espritu, yno son hijos de Dios. [] No porque sea mala la Ley, sino porque bajo ella

    12 SANAGUSTN,De gratia et de libero arbitrioIV, p. 6.13 SANAGUSTN,De spiritu et littera, XVIII, p. 28.

    14 l fue quien al principio hizo al hombre, y le dej en manos de su propio albedro (Eclo,pp. 15, 14).15 SANAGUSTN,De gratia et libero arbitrioII, p. 2.16 Ibid. IV, p. 7.17 Ibid. IV, p. 8.18 Ibid. VI, p. 13.

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    viven los que son hechos reos por el mandato y no por el auxilio, puesto quela gracia ayuda para que cada uno sea cumplidor de la Ley19y no su esclavo.La gracia nos hace amantes de la Ley, y la Ley sin gracia, [en] prevari-cadores, lo que consta por las palabras de Cristo: No me habis elegidovosotros a mi, sino que yo os he elegido a vosotros(Jn15, 16)20. As pues,nuestra eleccin no supone mrito alguno si no se elige sin la gracia de Dios.

    San Agustn se preocup por la cuestin del mal. Le dedic la obra Delibero arbitriopara intentar acotar su naturaleza. Para ello lo primero que tu-vo que aprender, dejando atrs sus convicciones maniqueas, fue que el mal noexiste en s mismo y que no es un principio absoluto, sino privacin de un

    bien debido. Para superar su dualismo maniqueo admiti que la criatura es

    libre de obrar el bien y el mal. Claramente, Agustn afirma que depende delhombre el aceptar o rechazar la gracia: no se te imputa como culpa el que nopuedas dar tu salud a tus miembros heridos, sino que desprecies a quienquiere y puede curarte. Estos son tus propios pecados21. Dios obra en noso-tros la gracia, pero respeta nuestro libre albedro porque deja libre la eleccinde creer o no: En todo nos previene su misericordia, pero consentir o no lallamada de Dios es efecto de la propia voluntad22. Si le preguntsemos a SanAgustn si Dios es el responsable del mal, l lo negara dndonos cuatrorespuestas23: 1) La libertad del hombre lleva consigo la posibilidad de pecar yde apartarse del Bien, porque como ha sido creado ex nihiloes por ello mu-dable, y no posee la estabilidad en el Bien, lo que es slo propio de Dios 24. 2)La libertad es un bien, es mejor ser libres que no serlo25. Es verdad que lalibertad humana no es un bien supremo, pero quin dir que no es un bienslo porque no es un bien absoluto? 3) Dios podra preservar de pecar a todavoluntad libre, pero no lo hace porque parece que no est contemplado en suvoluntad, respetando as nuestro libre albedro. Y 4) Dios no es el autor delmal, el cual procede nicamente de la voluntad del hombre, pero, a pesar deello, Dios del mal obtiene bienes26.

    19 Ibid. XII, p. 24.20 Ibid.XVIII, p. 38.

    21 SAN

    AGUSTN

    ,De libero arbitrioIII, p. 19.22 SANAGUSTN,De spiritu et litteraXXIV, p. 60.23 Cfr. PEGUEROLES, San Agustn, pp. 241-242.24 Cfr. SANAGUSTN,Contra Iuianum opus imperfectumV, p. 39.25 SANAGUSTN,De diversis Quaestibus83 q. 2.26 SANAGUSTN,Epistolae114, p. 4.

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    Encontramos en San Agustn un rastro de oscuridad en lo que se refiere asu doctrina que atisba la predestinacin, ya que en sus obras De diversisquaestionibus 83 y De diversis quaestionibus ad Simplicianum expone lacada de todos los hombres en virtud del pecado original y la existencia de lahumanidad como humanidad condenada27, cuando dice que slo unos pocoshombres se salvan de esta situacin en la que la humanidad est sumida acausa del pecado, y que todos los que no estn librados por la justicia de Diosestn condenados al infierno28. Estas duras afirmaciones agustinianas oscure-cen en cierto modo la doctrina del libre albedro y, al mismo tiempo, la tesisde la eficacia de la gracia. De todos modos, el hecho de que el sistema de SanAgustn no est perfectamente acabado y mantenga alguna insuficiencia no

    basta para echar por tierra lo que en l es un dato inequvoco y absolutamenteafirmado: la existencia del libre albedro en el hombre, capaz de aceptar o re-chazar la gracia. Aunque su sistema no est perfectamente acabado, l mismocon vehemencia nos solicita a todos los que leyesen sus escritos que no mi-ren al que err, sino al que fue progresando en el conocimiento de la ver-dad29: nada ms justo que el reconocimiento que es de hombres errar y denecios perseverar en el error30.

    Conclusin

    En resumen, el libre albedro es la voluntad del hombre que de modonatural se inclina a buscar los medios para ser feliz. Pero adems una autn-

    tica libertad humana, la libertas, busca su sumo Bien que, de acuerdo con lasenseanzas de San Agustn, lo obtendr gracias a la ayuda de la gracia divina,elemento integrador de la existencia del hombre. Adems, esta necesidad dela gracia no supone la negacin de la libertad del hombre ni de su capacidadde eleccin.

    Para finalizar quiero rescatar una recomendacin que el santo Doctorrealiza para tratar esta cuestin sobre la relacin entre la libertad y la graciaque dice as: Leed con asiduidad este libro [se refiere al De gratia et liberoarbitrio], y si lo entendis, dad gracias a Dios; si no, orad para entenderlo.Dios, el Seor, os dar entendimiento. Acordaos que est escrito: Si alguno

    27 Cfr. SAYS,La gracia de Cristo, pp. 81-85.28 Cfr. SANAGUSTN,De diversis quaestionibus ad SimplicianumI, 2, p. 16.29 SANAGUSTN,RetratationesI. Prlogo.30 Cfr. V. CAPNAGA, OAR. Introduccin, SANAGUSTN, El libre albedro. BAC, Madrid,

    19825, p. 207.

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    de vosotros se halla falto se sabidura, pdala a Dios, que a todos da larga-mente y sin reproche, y le ser otorgada(St1, 5)31.

    31 SANAGUSTN,De gratia et libero arbitrioXXIV, p. 46.