leyendas y tradiciones quiteÑas - oswaldo rivera villavicencio

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OSWALDO RIVERA VILLAVICENCIO

LEYENDAS Y TRADICIONES QUITEAS

QUITO-ECUADORLeyendas y Tradiciones Quiteas Oswaldo Rivera Villavicencio Derechos de Autor: 008542 ISBN9978-975-04

Concepto Editorial Sur Editores Edicin de texto: Henrry Bedoya Portada y diagramacin interior: Henrry Bedoya [email protected] Produccin Grfica: Quito Ecuador Octubre 2008 Edicin General: Gustavo Garcs MolinerosSur Editores Equinoccio N16-77 y Vicente Solano (Quito) Telfonos: 2523687 2550599 [email protected]

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NOTA DEL EDITORSentados alrededor de ovalada mesa de comedor, o de la mesita primorosa, redonda y antigua "la de la abuela", "la herencia", casi siempre despus de haber degustado el frugal alimento o la leche caliente con pan negro, esa leche que haba que hacer crecer con agua para que alcanzara a las siete bocas y a veces ms... con la llegada de los primos "de la capital", en esa poca de las familias, de la edad que tienen las familias, cuando el ms grande no cruza la lnea de la adolescencia, y el ms chico ya sabe escuchar y comprender; sentados, esperando la noche y el silencio, cuando la voz maternal se converta en la portadora de las vibrantes historias, leyendas y tradiciones que estremeceran a su infantil auditorio; como buena quitea conoca y saba relatar, un da una leyenda, otro una tradicin, para dejar en la memoria de "su pblico", por siempre, grabadas las Leyendas y Tradiciones. As el libro que ahora publicamos, quiere acompaar en la mesa a todas las familias, quiere servir de tertulia, quiere ser sobremesa, para que su contenido crezca en nuestro recuerdo y cobre vida. Agradecemos a Oswaldo Rivera Villavicencio el compromiso adquirido con la historia y la memoria de nuestro pueblo al estregarnos hoy el libro Leyendas y Tradiciones Quiteas

Gustavo Garcs Molineros Editor

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INTRODUCCINNuestra ciudad capital es rica en acontecimientos histricos, leyendas tradiciones, historietas y hechos populares, surgidos de la entraa social en diferentes pocas. Estas variaciones dan la oportunidad de recuperar las narraciones de los antepasados y revivir subjetiva y objetivamente diversos aspectos y la amable forzosidad con que los temas se anuncian unos a otros con obsesionante inquietud espiritual para conseguir la lectura, estimular la capacidad, ampliar el horizonte ideal y provocar la curiosidad intelectual. Los hechos dan una direccin determinada, el esfuerzo se empea hacia la contienda desconocida, la historia sirve de gua y la ilacin de la realidad con la expresin idiomtica, ofrecen impulsos dinmicos a travs del tiempo y el espacio. Aspectos reales acompaan a las leyendas y tradiciones, las cuales interpretan el secreto de la naturaleza, el mundo interior y exterior desde donde surge el pliegue de lo ideal de acuerdo con las disposiciones colectivas y los vnculos espirituales de las agrupaciones humanas; por esto, los exmenes histricos advierten que las condiciones intrnsecas se exteriorizan en cada etapa cultural. Los mitos y las creencias tienen su encantamiento y consenso de las colectividades poseedoras del secreto de la naturaleza y el enigma de la conciencia. La leyenda narra y relaciona sucesos maravillosos ms que verdaderos. Las tradiciones transmiten noticias y costumbres que pasan de generacin en generacin entre los pueblos y estn acompaadas de fragmentos de la realidad y las experiencias. Mitos, leyendas, tradiciones y creencias entregan materiales para el conocimiento histrico. La historia orienta, desentraa y comprueba los hechos de la ciudad de Quito, duea de diversos acontecimientos culturales y artsticos, unidos a una cosmovisin amplia. La historia aclara y justifica el surgimiento de obras conservadas entre las ms grandes ciudades latinoamericanas. Tradiciones y leyendas disciernen los criterios y las disposiciones psicolgicas producidas en el tiempo, el lugar, las variaciones, las energas naturales, los estados de nimo, los matices de la vida ntima, el medio ambiente, la conjuncin del hecho material y el motivo ideal que

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permite coordinar las experiencias que definen actitudes y la manera de apreciarlas. La obra es corta y de lenguaje sugerente, cuyos escenarios invitan a la reconstruccin y animacin de los hechos pasados y evocativos. La propia energa de voluntad y mente es conducta propulsora y expansiva de la vida misma y tambin la fuente de los sucesos y entretenimiento de nuestras circunstancias. Tradiciones y leyendas quiteas guardan su esencia y el entresijo de materia, vida y espritu. Nexos y creencias, vnculos y smbolos de las capas sociales, mantienen en sus contornos plsticos, la realidad inseparable y subjetiva que late de manera espontnea y natural en su trasmundo y nunca se pierde el contacto. Obra de historia, costumbres, fantasmas, aparecidos, casas solitarias, episodios abrazados de cortes abstractos, alusiones de sabor indgena y espaol, hechos pasados de patriotismo, lneas populares, testimonios clebres de precursores y hroes, casos anecdticos y tradicionales del pretrito, se hallan acoplados al presente porque persisten en la imaginacin. La historia de Quito, Patrimonio de la Humanidad, se manifiesta en el objetivo, en sus valores espirituales; es decir, en el modo de desarrollar la cultura, enriquecer y cuidar las aportaciones y potencialidades, relacionando los principios anmicos, las facultades de interaccin social y de participacin para dimensionar la sabidura, el arte, el civismo, las leyendas y tradiciones de quitus, incas y espaoles, sus callejuelas, quebradas, iglesias centenarias y el prestigio de los grandes hombres y mujeres. Cultura e historia consolidan el desarrollo y el perfeccionamiento gradual, junto al pasado y sus manifestaciones, adecundolas al presente para reconocer las sorprendentes creaciones destacadas. Este peregrinaje de leyendas y tradiciones quiteas contribuyen a una mejor integracin que confiere unidad bsica a toda estructura de los sentimientos y de la inteligencia de los pueblos. (ORV).

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LOS KITWAS EN LAS FALDAS DEL PICHINCHALa tradicin afirma que el Viejo y Guagua Pichincha, a travs de miles y miles de aos, entre azules cielos, sol brillante, bosques, ros y valles, nos entregan espacios para largas travesas. En sus faldas tantas civilizaciones y sucesos se han inmortalizado frente a la nieve, al rigor del esfuerzo, a la historia y a las antorchas iluminadas de ocasos y auroras. Los habitantes quiteos recuerdan episodios de consolidacin indgena, mestiza y blanca, mediante rasgos sencillos y acciones prcticas de bienestar y erradicaciones de los despotismos. As los pueblos mantienen sus vivencias, relaciones mgicas y bosques acariciadores del agua y del sitio exacto de la lnea ecuatorial. Pichincha significa dos nevados: Viejo y Guagua o lugar bueno para hacer llorar el agua; as mismo, dos volcanes de "chincha, volcn y xincha, dos". Estn entre valles, cerros y colinas, cerca al Cundorguachana o Nido de Cndores y la depresin del Ungi y Cruzloma o Puerta de los vientos, ros y bosques. La leyenda habla de Kitwa (Quito), pueblo predilecto del sol, ubicado en las faldas del Pichincha, smbolo de u n i n y d solidaridad azul y roja. Ah se eleva el Yavirac, templo al sol y otro el Hanaccauri para venerar a Mama Quilla, la luna. Los Kitwas, sabios y laboriosos, son raz y altura, sensibles al verdor del maz rumoroso abrindose en cada puerta, envuelto en terrestres resplandores. Curiosas tradiciones conservadas por el tiempo, indican que el Jefe Kitwa ascendi al viejo Pichincha y regres con su Escudo sagrado cado del sol. Revel que haban cuatro elementos fundamentales de vida: Illa, el fuego; Tixe, tierra; Vira o Huaira, aire; y, cocha, agua vaporosa. Una honda sensacin se produjo en el alma del pueblo que supo aprovechar y enriquecer esos principios cada da, esperando mejorar el presente y propiciar el futuro. En tiempos de siembras y cosechas, sus rituales aromaban los campos verdes, sus fortalezas, templos, volcanes y lagunas en honor a la ciudad en la cual se senta la fuerza solar y la raza csmica andina.

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Viejo y Guagua Pichincha: piedra y prpura de historia y tradiciones, se filtran por los ros y las fuentes. La soledad sentada sonre a nios, jvenes y viejos. Las aves pulsan msicas y nuevas geografas de sueos. El maz y los bosques esconden la presencia de los nidos apegados a los rboles y a las viejas vasijas fundadoras de pueblos. En estas entraas, al pie del Pichincha, crece el fulgor nuevo junto al maz y aquellas tradiciones milenarias de encantamiento, amor y unidad frrea que interpretan diariamente los colores en medio del eterno verdor y el trabajo de la ciudad agitada de cndores y colibres, de prosperidad celeste, intrincados bosques y el sol en las colinas que escucha el lenguaje del Viejo y el Guagua Pichincha. Los Kitwas vieron extenderse el arco iris bajo los fogones sonrosados de alimentos y rebelda. Actualmente, tambin, sus habitantes de antao y hogao, impulsadores de templos coloniales, dimensionan a las nuevas civilizaciones y metrpolis de sienes delirantes divulgadoras de arte y ciencia, cuyos zumos conturban los arcanos.

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GUANGOPOLO Y YACUHace muchos aos, tiempo en el que no llegaban todava los blancos. Al oriente donde vivan los Quitus, lugar en el que se levanta el Hal: all en sus faldas, haba una pequea poblacin denominada Guangopolo. La gente adoraba al sol, cultivaba maz, modelaba el barro y regaba sus plantas con el agua de sus manantiales. Por ese tiempo el dios Pachacmag, orden a su hijo Jichay, cuide y ayude a su gente. La compaera de Jichay se llamaba Yacu, tena el cuerpo fresco, el rostro moreno y en su belleza se reflejaba la luz. De la fuente de agua surga su belleza; era toda dulzura y su corazn daba consuelo. El pueblo viva feliz trabajando la tierra y aumentando los frutos que alimentaban a sus habitantes. Un da enferm Yacu y los campos se volvieron tristes y plidos. Los rboles y ms plantas poco conversaban con ella. Jichay reuni a los sabios, mientras el verano azotaba fuertemente. Los sabios alzaron los ojos al sol, a las nubes, a las estrellas. Luego deslizaron sus manos por el cuerpo de Yacu y acariciaron su corazn. La delgadez de su rostro pareca fuente seca e iba envejeciendo. Jichay apenado contemplaba alma adentro a su amada Yacu. Su alma dolorida caa como piedra sobre el campo y las hierbas. La gente angustiada observaba a Yacu y a la tierra desolada. El amor por ella tena la sensacin de ruego y por las hendiduras, el aire hecho splica mostraba su sonrisa dolorida. May Yachag, el sabio, cuando cay la noche estuvo solo con Jichay y Yacu, oy en el pequeo estanque una ruidosa carcajada y tanto dur aquella que ascendi culebreando por las peas. Era Tutapurig, el enemigo del da, el ladrn que perjudica durante la noche. De pronto, en medio de escandalosas carcajadas descendi alrededor de Yacu y arrastrndose con una cola enorme se perdi en el horizonte nocturno.

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Arriba en los peascos la sombra de Tutapurig retumbaba...Abajo, en la planicie reinaba la inquietud y el sobresalto de la gente, sobre 11 todo de May Yachag y Jichay. Hasta la soledad enferma saludaba con el viento nocturno y con el maizal que parpadeaba triste. El sabio iluminado con los ojos de Yacu, dijo: "Jichay traed todas las vasijas y las llevaremos al pen". El sabio orden, adems, trasladar lea e hizo arder las vasijas. Cuando apareci nuevamente Tutapurig, quem su rostro con agua hirviendo. "Llegar el amanecer y las auroras curarn a Yacu, aadi May Yachag, el sabio." As sucedi. Pasaron los das y la gente feliz se dedic a cultivar la tierra porque el agua regres rauda a fecundar los campos. Transcurrieron los aos, Jichay y Yacu, amados por la gente del pueblo eran felices. Yacu como fuente azul daba vida a los campos y Jichay regaba las sementeras y las cuidaba con amor y sacrificio. Yacu, todos los das derramaba el agua sobre los prados que cubran los declives. Mientras esto suceda, lleg un da el mensajero del dios Pachacmag, Era Ku, ser sagrado, quien enfermo requera del cuidado de Jichay y Yacu. Ku, a veces, centellaba un instante, revoloteaba aturdido, tornbase azul y gris. El fro enfermaba su cuerpo. As pasaron los das y Ku se sentaba triste dispuesto a sufrir. Yacu le consolaba invitndole a preparar la tierra para la siembra. "Nada le parece bien deca Jichay. Debemos llamar al sabio". Por las tardes Ku miraba a lo lejos...El ro le pareca oscuro y solo escuchaba el sonido del viento entre los rboles. A veces, se alegraba cuando el sol caa fuertemente en los arroyos. May Yachiag, habl con Yacu y Jichay: "Hay que encender el fuego. Traeremos la lea olvidada en el peasco y la depositaremos en la planicie".

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Ku necesitaba liberarse.... Al da siguiente, luego de la consulta al sabio, Jichay llev a Ku al arroyo y le ba. Despus Ku estuvo tan cansado que se qued dormido. Entre sueos y voces sinti Ku que Yacu le ofreca de beber. Calm su sed pero volvi a entristecerse. Mientras tanto el sabio encendi el fuego cerca del arroyo. Yacu le alumbr con su mirada y acarici a la flor roja del cacto. Sus hojas se retorcan hasta convertirse en fuego. Yacu las solt en el agua de la fuente y las aguas manchronse de rojo. Del rostro de Yacu cayeron lgrimas mientras Ku se alegraba al mirar la laguna encantada que herva. En ella se bao varias veces... la delgada silueta de Ku se reflejaba en la fuente de agua pura que herva. El agua medicinal le haba curado. Ku alz la cabeza con sonrisa de felicidad y todos quedaron maravillados Las personas mayores del pueblo iban delante preparando el camino para que pase Ku. Los nios le seguan hacindole fiesta. Junto a l iba Yacu, Jichay y el sabio, oyendo el sonido de la fuente. De vez en cuando regresaban a mirar el agua que reverberaba por los rayos del sol. Ku al ver el Hal sinti que alguien le llamaba. , Y desde entonces, al pie del Hal existe todava Guangopolo que significa fuente sagrada de agua pura que hierve y cura las enfermedades. Dicen los campesinos que se han multiplicado las fuentes de agua caliente y Ku, Yacu y Jichay, cuidan eternamente las aguas; y a veces, cantan desde el lugar donde crece la flor roja del cacto escondido en las quebradas.*******

GLOSARIO:Jichay: regador, el que suelta la semilla, el que riega, el que derrama agua. May Yachaq: sabio. Pachacmaq: el creador, el Dios supremo. Tutapuriq: que anda por la noche, el ladrn. Ku: ser sagrado.

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Guangopolo: Poblacin al pie del Hal que significa fuente sagrada de agua pura que hierve. De Pwava: fuente de agua pura; Kir Dios sagrado y pulum ti: hervir.

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QUITUMBE: FUNDADOR DE QUITOQuitumbe vino del sur o tal vez vivi siempre entre montaas, tierras verdes, agua fresca, contornos predilectos del Pichincha y los horizontes quiteos donde construy fortalezas y templos para adorar al Sol, a la Luna y aclarar y comprender las leyes csmicas y los designios de los dioses. Cuentan los antepasados y los viejos sacerdotes de varias pocas acerca de su vida, de sus caminos y oscuros matorrales, de su brazo esculpidor de peascos, a fin de que sea ms brillante el Sol y los valles tengan agua cristalina y brote el maz para los suyos, se ensanchen los corazones entre las flores y las frutas hasta cuando sonra el misterio mgico de la Luna. El rostro de Quitumbe pareca la corteza de los rboles viejos. Se agradeca al Sol por darles alimentos. En el Yavirac palpitaban los astros, danzaban las mujeres brindadoras de chicha en cntaros rojos y los danzantes coronados de plumas amarillentas, ofrecan la msica de los pingullos y levantaban las lanzas. El Yavirac consagrado al Sol conmovase en medio de equinoccios y solsticios. El rostro de Quitumbe adelgazbase con el fro y el reflejo del fuego absorba la majestad del cerro y los cabuyos. Las chucas rastreaban las sonrisas de las quebradas acariciadas por las fuentes de sus alrededores alegradas por colibres, patillos, quillicos y cndores. Quitumbe recordaba a su esposa Ylira y entre los rboles surga un aire de tristeza, su alma se retorca y enrojecida segua adelante trabajando por los suyos. Continuamente los cndores entre las montaas le confortaban cuando atravesaban las cumbres. En armona con los regmenes csmicos ensea a sembrar en septiembre (quilla raymi), observa el brote de las hojas, su crecimiento, floracin y la mazorca tierna, primer alimento. El jbilo se siente en la madurez del maz y la cosecha. Los rostros agradecen a la Luna, al Sol y a la Madre Tierra con danzas, comidas y bebidas. El amor trasciende entre las familias reales y la poblacin.

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Pasaron muchos aos y Quitumbe miraba a las cordilleras andinas que relumbraban intensamente, la luz atraa a los sbditos en hileras solemnes, entonces sinti satisfaccin por haber enseado a cultivar la tierra: terrazas, sistemas de riego, la ciencia de los astros, los tallados en piedra y barro, la explotacin de los recursos naturales, la organizacin econmica y social, fueron fundamentos esenciales. Ylira, su fiel esposa, esperaba a Quitumbe, en compaa de su hijo llamado Guayanay (golondrina), quien ayudaba a su madre. Era fuerte e inteligente. Cuenta la leyenda que Ylira envejecida y desesperada decidi quitarse la vida, se llen de arrebatos, de rojizos ocasos y los dioses la cubrieron de rosas silvestres, las aves con rumor de aguas y el latir de las montaas se unan en las caadas. Se expandi al fin, como aurora resplandeciente en las llanuras; y, el sol andino en melanclico silencio, esparca la luz al filo de los barrancos. Guayanay en cambio fue salvado por un cndor que le dej en una isla. Sufri espantosos aos de soledad y hambre en medio de los trpicos, hasta que conoci a Ciguar, hija de un jefe isleo de belicosos habitantes quienes apresaron al joven. La doncella burl a los guardias y entreg a Guayanay una hacha de plata con la cual luch y alcanz la libertad. Desde entonces, Ciguar y Guayanay, luego de largas travesas llegaron a la tierra del maz, se alimentaron de frutos tiernos y cultivaron plantas de hermosas hojas, largas y verdes. El rey Quitumbe, tuvo a su hijo Tome nacido en Quito y ya doblegado por la edad, muri recordando a Ylira y su hijo Guayanay. Su sabidura laboriosa se eleva por las cumbres andinas y sus verdes valles. Quitumbe, fundador de Quito, arrull montaas, irrig los suelos, defendi los bosques y sus ros, tuvo muy cerca los cndores, colibres y gorriones, inquietos en el zumo vegetal. Construy pucars sobre los cerros y montes, escrut la escultura csmica del Yavirac, se refresc en el aroma de las hierbas medicinales, acarici a los pastores cubiertos de ponchos rojizos buscando las leas de los montes. Abrazndose a los ltimos rincones, dej antorchas que trazaron sobre las aguas el nombre de Quitumbe.

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El perfil de Quitumbe eleva la ciudad de piedra fortalecida junto a las nubes y a sus nobles guerreros. La luz del maz es el signo de concordia y rito entre los dioses, su rostro hierve en los arroyos, ros; y, las auroras no se desprenden al mirarlo. En las faldas del Pichincha, Quitumbe representa el alma de los Quitus difundindose por las puertas ms anchas de los Andes.

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LA LAGUNA DE IAQUITOLos primitivos Kitwas o Quitus, segn la leyenda, recibieron consejos de Quitumbe y sus sacerdotes iniciados en el culto al Sol, a fin de cultivar la tierra, construir viviendas, intercambiar productos, fabricar canales, conchas, adornos para sus mujeres, aprovechando la madera y fibras de sus rboles, los productos de ros y mares. La alegra se demostraba en las danzas femeninas frente a los soberanos que se servan chicha de maz. Los templos destinados a la adoracin, las cumbres y estribaciones andinas les brindaban paz y libertad para que el trabajo produzca mejor con amor, sea bueno y til para sus vidas porque el creador los dispensaba todo con verbo csmico. Cuando llegaron los incas, los Quitus decidieron luchar, no queran ser sometidos, defendieron su tierra hasta morir. Transcurridos miles de aos, se encontraron riquezas histricas y arqueolgicas localizadas en Cotocollao (1500-500 a.C.) y vinculadas con sus habitantes que vivieron en una extensin de 26 hectreas, en nmero de 700 u 800 personas dedicadas a la agricultura. Las habitaciones median 8 metros por 5 y estuvieron ubicadas por grupos de 7 y 8 casas lo cual sugiere unidad frrea. Los Cotocollaos y Quitus de otras zonas se enriquecieron con su trabajo y tuvieron alimentos, leas, tejidos, joyas. De este modo, se extendieron desde Pambamarca hasta Malchingu y Cochasqu donde actuaba el famoso guerrero Nazacota Puento, oriundo de Cayambe y una mujer llamada Quillacu dedicada al culto de la luna y esposa del Sol. Ellos enfrentaron a los invasores cusqueos. La usta Quillacu con intenso valor sacrific al emisario inca que fue en busca de paz, pero ella orden empalizarlo y amarrarlo por las continuas mentiras hechas en Tiocajas, igual destino tuvieron los soldados de la escolta inca. Pasados los tiempos se encontr otra riqueza arqueolgica ubicada en la actual Avenida Occidental y Mariana de Jess. Son vestigios de nuestra cultura que tiene una extensin de 45 hectreas que datan de

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1800 aos a.C., perteneciente a la civilizacin Quito-Cara, consistente en viviendas, armas, acueductos, cermica, etc. Posiblemente est ciudad fue "sepultada por la ceniza volcnica del Pululahua". A este sector se denomina "ciudad Metrpoli: Patrimonio Arqueolgico". Ah se encuentran "vestigios del primer Quito aborigen, situado en la quebrada del ro Rumipamba", por ello, se logr protegerlo adecuadamente. Quito, pueblo antiguo am la paz, fue contemplativo y espiritual. Eran sabios y creativos, no queran la guerra, al contrario, se relacionaban con la naturaleza, la conocan para amndola extraer sus alimentos y vivir aplicando la inteligencia y el amor. Cuenta la leyenda que la esposa Ylira y su hijo Guayanay, haban quedado lejos, mientras Quitumbe consolidaba el reino de los Quitus, situado en las laderas del Pichincha. Ylira, cansada de esperarlo se quit la vida, en medio de gran tristeza cubierta de azules reflejos andinos. Ms tarde muri Quitumbe y fue honrado por los quiteos al pie de una enorme piedra, smbolo del pueblo donde se levant el santuario consagrado a Ylira. Despus de siglos, la imagen de Ylira se extiende por los valles como gota de esencia deshacindose en el cielo y se pierde a puro dar aroma. Es visin para unos, para otros es Ylira. Su semblante entre nubes y montaas es alma que los Quitus la veneran. Aade la leyenda que Ylira es energa percibida con emocin entre los Kitwas. El Pichincha enjuga la humedad del valle de Iaquito (agua del hondn) en donde la laguna iba secndose. Los sabios imploraron a sus dioses pero vean que la laguna desapareca poco a poco. Ylira con aleteos de pjaros, junto al sitio sec la laguna, la converta en pradera cara al cielo. La leyenda todava se escucha hecha misterio por las colinas sagradas del Pichincha y del valle de Iaquito. La imagen de Ylira siempre aparece entre nubes y lluvias, su envoltura blanca deambula entre las constelaciones, fuegos vegetales, bosques,

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plumajes rojos, comarcas escondidas y en el orden celeste dispuesto por el tiempo.

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EL TAMBORQuito, la nueva capital incaica gobernada por Huayna Cpac, prosper con obras viales, agrcolas, construccin de caminos, templos, acueductos, plantaciones de hierbas medicinales, cdigos morales, creacin de postas o correos llamadas Chasquis y ceremonias especiales en las siembras y cosechas. La comunicacin se efectuaba a travs de los quipos y Huayna Cpac restaur las calzadas de Quito e invent relojes agrcolas de piedra. El espritu del inca se engrandeci con las tierras verdes, bosques, rboles, frutas y el esplendor del cielo lmpido de Quito. Pero los Shyris, guerreros del norte, incursionaban en los territorios ocupados por los incas; entonces, Huayna Cpac, abri numerosas campaas dirigidas por los mejores generales. El soberano iba adelante "con una placa de oro cncava concentradora de los rayos del sol sobre la mota de algodn que haca arder la hierba seca". Atac a los caranqus, cayambs y otavalos, persigui a los capitanes Pntac, Cantoe y Nasacota Puento. Muchos indgenas murieron entre los juncos del lago Yahuarcocha que se ti de sangre. Pintac logr continuar su lucha mediante las guerrillas, contra los invasores, hasta rendirse. Huayna Cpac, con inaudita crueldad, orden degollar a Pintac e hizo con su piel un tambor. Siembras y pequeas luces atesoraban porfiadamente los cercos y las masas de piedra y de fuego de sus adversarios. Los rasgos de Pintac traspasaban horizontes y las mazorcas de maz absorban los tibios lienzos del ocaso. Cuenta la tradicin que se escuchaba la voz de su amada Quilago, princesa que con su amor anim a Pintac hacia la lucha contra los incas. Batallas crepitantes desfilaban junto al espectro adormecido y la leyenda vibra por las montaas andinas con la aurora a cuestas, alargando las races vitales.

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Afirman los historiadores que la leyenda del tambor se extendi y atravesaba colinas y pueblos destrozando las estacas de oro que el inca haba dispuesto como lmites. Huayna Cpac en Caranqu al disfrutar la paz, tena continuos insomnios y pesadillas al escuchar el sonido del tambor hecho con la piel de Pintac. El inca de espritu vehemente, a fin de retirar de su mente la figura de Pintac, hizo tratos con Viracocha, todo fue imposible, ni los grandes sabios o amautas, ni las hierbas medicinales lograron detectar el mal. Las sensaciones ocupaban su alma y la voluntad disminua. En momentos beba chicha de maz blanco y mezclaba con canela e ishpingo en vaso de oro para desprender la imagen de Pintac. En medio de esas tensiones, Huayna Cpac, atac y destruy los sitios de Cochasqu donde las mujeres quiteas ayudaban en la fabricacin de armas extradas de los ros. Se devastaron las fortalezas de Guanchal y Chngala, pero del espritu del inca, nunca se desprendi el rostro de Pintac.

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EL LTIMO OBSEQUIO DE ATAHUALPAAtahualpa, creador de nuestra nacionalidad, hijo de Huayna Cpac en una princesa caranqu, desarroll su educacin junto a su padre y sus maestros Rumiahui, Quisquiz, Soposopangui y otros sacerdotes y amautas. Perfeccion sus conocimientos administrativos y militares logrando prosperidad del Reino de Quito. Fuerte y disciplinado, gil guerrero, "sabio y discreto" fue reconocido por jefes y soldados. Por su rostro varonil, belleza marcial e inteligencia escudriante, flua gentileza y respeto, cuando se congregaban todos los sbditos en el Yavirac para los ofertorios en tiempos de siembras y cosechas. Transcurrido los tiempos afront las guerras urdidas por su hermano Huscar, soberano del Cusco. Atahualpa lo venci y fue dueo del Tahuantinsuyo. En su reino realiz obras sociales, agrcolas y viales, polticamente propici unin y bienestar del reino. Constantemente reciba avisos sobre los blancos que haban llegado a Tumbes y Piura con Francisco Pizarra y varios espaoles. Atahualpa en Cajamarca los recibi amistosamente admirando sus caballos, corazas y vestiduras relucientes de sus soldados. El emisario de Pizarra dialog con Atahualpa y se comprometi recibirles al da siguiente. El inca les ofreci chicha aromtica en vasos de oro y envi al jefe espaol por intermedio de Hernando de Soto, presentes valiosos. A Pizarra le preocupaba el plan trazado para apoderarse de Atahualpa y sus tesoros en Cajamarca. Atahualpa ingres el 16 de noviembre de 1532, majestuoso en medio de sus vasallos, acomodado en ondas de oro, custodiado por prncipes, generales y sbditos, mientras los espaoles ocultos esperaban la seal de ataque, despus que el padre Valverde dialogara con Atahualpa y escuchara acerca del Emperador Carlos I, dueo de las tierras y que deban adorar a la cruz, someterse a la Biblia, a Dios y al Papa Alejandro VI.

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Fastidiado Atahualpa respondi que el Dios cristiano no deba permitir la muerte de su hijo divino en la cruz, nosotros no podemos matar al sol. Llev la Biblia al odo y la arroj al suelo porque nada oa. En cuanto a las tierras nuestras, el Rey vuestro no puede quitrnoslas ya que no son de l. De inmediato los espaoles atacaron a los indgenas desarmados producindose la terrible matanza sin piedad. Los indgenas fieles al soberano formaban murallas humanas, pero Atahualpa fue apresado y enjuiciado por ser hijo bastardo, por asesinar a Huscar, atacar a la religin cristiana, no respetar a los reyes y a los representantes de la iglesia. Transcurridos los meses, Francisco Pizarro, decidi dialogar con Atahualpa sobre el contenido del rescate que se enviara al rey espaol y que Atahualpa quera mejores das para su reino dado "el falso culto como para negociar con Espaa algunas tcnicas o materiales que le parecan apetecibles". Por esto se recuerda el pensamiento de Atahualpa "sobre los dogmas tradicionales como aquel que atribua al oro y la plata de origen divino" y "reaccion para desnudar su imperio de aquellos metales y desaparecer su culto de raz" y que "poda cambiarlos esos metales con productos nuevos y otros adelantos comerciales". La leyenda dice que al dialogar Atahualpa, escuchaba que algo tintineaba cerca a la pared y pareca una boca de agua que le invitaba a recordar al Reino de Quito, relacionndola con acueductos ocultos que bajaban de las montaas del Pichincha, canales llamados "vircus" fabricados por su padre y adornados con planchas de oro. Atahualpa asociaba las cosas ocultas con animales apodados "urcas". En cambio, Francisco Pizarro, escudri el interior de su habitacin y sinti que su delirio por el oro se haba convertido en planchas que crecan y las apretaba sobre su pecho, las absorba esforzndose por calmar su conciencia, pero una cosa deforme le trastornaba y apareca una mueca misteriosa de dolor.

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Terminado el dilogo, el inca le dio el ltimo obsequio: eran las "urcas" de oro que l mantena en secreto y las llevaba mientras se baaba en Cajamarca. Aceptadas por Pizarro, ellas aumentaban en el interior del espaol y ni al deshacerse del objeto pudo salvarse porque continuaba el contacto fsico con alguna entidad esotrica o enigmtica que hubo de acompaarla toda la vida. De la misma manera persisti el acto macabro del suplicio a la horca en contra de Atahualpa hasta cuando Pizarro muere atravesado por las espadas conquistadoras, en su propio palacio el 26 de junio de 1541.

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LOS AHLLAHUASISLos Ahllahuasis eran casas o residencias de las vrgenes o vestales del Sol, mansin de doncellas segregadas para el servicio sagrado de los incas. Despus de la fundacin de Quito, se propici el mestizaje y tanto en las ustas como en las dems del incario hubo discriminaciones y vejmenes; no obstante, existi una viva curiosidad de tratar a los hombres blancos. Las indgenas colaboraron con los conquistadores: ora concubinas y ora mujeres nobles llegando hasta el matrimonio. Las vrgenes del Sol y otras mujeres al iniciarse la traicin de Cajamarca contra Atahualpa, fueron liberadas por Hernando de Soto y se las entreg a los soldados espaoles. Juan Jos Vega en su obra "La Guerra de las Viracochas", participa de las humillaciones y engaos que sufrieron al ser destrozados los ahllahuasis. Las casas de las Vrgenes del Sol en Quito se ubicaron en Chillogallo y otros lugares, segn testimonio de Alonso Borregn (1545) y eran atendidas por atractivas Pallas por orden de Gonzalo Pizarro. Los Ahllahuasis quiteos estuvieron rodeados de montes, unos cncavos y otros convexos, segn el ngulo de luz. Casas de piedra entre rboles, nubes resbaladizas y abundantes arroyos, alegraban a los espaoles dueos de brillantes aceros. Las ustas quiteas consagradas al Inti, perdieron sus adoratorios, en cambio escuchaban los sonidos de las botas negras de campaa. Alrededor de los fogones quedaron los torsos desnudos de las vrgenes y sus ojos rojizos de ira. La tradicin recuerda las mansiones indgenas adornadas de vasijas de oro, de pieles de oveja, suelo tapizado y colgantes telas. No faltaron las botijas conservadoras del agua fresca. Todo fue destruido menos el oro. Varias indgenas nobles recibidas en matrimonio se destacaron. La hija de Huayna Cpac, Francisca Coya, fue casada con el espaol Diego de Sandoval. Se pondera de su alta jerarqua: "Sala de su casa a la iglesia, la acompaaban seoras hijas de caciques que le echaban mantas por el camino donde haba de pasar para que no pusiese los pies al suelo y al

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irse fuera de la ciudad la llevaban en andas acompaada de los seores caciques que haban en la tierra". Se recuerda la progenie mestiza de Sebastin de Benalczar que nunca se cas como otros espaoles, pero procre en indgenas quiteas que fueron legitimadas por monarcas peninsulares. Entre ollas figuran: Catalina, Mara y Magdalena. En contraste con estos episodios, ha pasado de labio en labio la disparidad conocida por Atahualpa antes de su muerte acerca del mancillamiento a las vrgenes del Sol, quienes le confesaron haber sido violadas por los hombres blancos y una de ellas se haba lanzado al abismo. Atahualpa entristecido, dijo: "Nunca huarmis, el odio y la violencia os han atacado, la mentira os ha mordido, la brutalidad os ha vencido. No importa, vuestro corazn sigue siendo leal. El amor de la mujer es noble e invencible". Una de las ustas holladas a traicin llamada Jizilla guard su importancia, trabaj los campos y se sacrific por los suyos. Entre ritos ceremoniales recordaba a los Ahllahuasis y sus calles polvorientas, telares, aposentos y la cada de las hojas en medio del vuelo de colibres y gorriones escoltados por los cndores. La tradicin recuerda a Jizilla rebozante y con un retazo rojo en la memoria, recorra sembros abrazada del curiquingue sagrado. Arrinconaba su dolor y emigraba haca mgicos sueos por las faldas de su pueblo dormido en la montaa. Y Jizilla aprendi a hablar con los antepasados, explicaba la razn de los relmpagos, lea los signos del sol y de la luna, descifraba los colores de los frutos, interpretaba los sueos, predeca el porvenir de los suyos. La tradicin relata que ella habita en las mesetas alimentndose diariamente de maz, junto a sus vasijas de barro. Dicen los antepasados que su silueta se expande por las colinas del Ande.

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SACRIFICIO DE LA LLAMA SAGRADAHuayna Cpac, inca quiteo reverenciaba al Sol como principio que vivifica la tierra. Su estirpe sagrada ordenaba la marcha del mundo material, moral, poltico, social y econmico. Puso los cimientos indiscutibles del incario y reuni numerosos pueblos bajo su dominio. Amautas, sumos sacerdotes, Huillac-Umus, entre consagraciones rituales dialogaban con sabidura y prudencia; pero algo presenta el soberano en sus sueos. El sentimiento del deber, las intuiciones y dolencias eran curadas con hierbas frescas. Decida en bien del incario frente a las Pallas o vrgenes de los menesteres sagrados. Pero lo que ms le consolaba era el amor de su esposa quitea, elevada a la calidad suprema de Coya de estirpe divina, hija de Cacha y que ms tarde seria la madre de Atahualpa. En medio de angustias, tuvo noticias de que en algn momento llegaran a su territorio hombres blancos desconocidos que ultrajaran a su imperio. De inmediato pregunt a sus amautas y sacerdotes, ellos le indicaron la direccin por donde ingresaran sugiriendo que debemos prepararnos porque tenemos sbditos fuertes para utilizar las lanzas, piernas giles igual a la de los venados y corazones valerosos y leales. Ellos defendern las tierras con inteligencia y corazn. Conocidas las opiniones, orden Huayna Cpac, realizar un solemne "sacrificio de una llama sagrada" en las cumbres del Panecillo o Collado del Sol para saber si se cumpla la profeca de Viracocha. Pasaron los das y el inca en sueos vea rostros blancos con armas y penachos de colores en los sombreros. Creca la afliccin en la mente del inca, nubes de humo le adormecan. Los sbditos no se desprendan, mientras Coya sufra llena de tristeza. De todas las partes acudan a cuidarlo y las Pallas soplaban en su rostro hojas aromticas.

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Otras predicciones escuch el inca de parte del astrlogo quiteo Chaic-chasqu, inquieto y misterioso recin llegado, quien entreg un cofre hermtico, en nombre de Pachacmac, pidindole lo abriese. As lo hizo el soberano y del interior salieron nubes de moscas que desaparecan por el aire. Al interpretar este acontecimiento, esos insectos haban causado calamidades y se aproximaba la muerte del inca. La invasin de los hombres blancos sucedi ms tarde y la leyenda del solemne sacrificio de la llama sagrada se expandi convertida en fuego de volcanes y rayos que quemaron las extraas de los blancos. La leyenda cuenta que al pasar por las colinas donde se sacrific la llama, un oficial espaol fue "fulminado por un rayo y convertido en piedra calcinada". Pasados los das y los meses Huayna Cpac, orden que su corazn "fuese enterrado en Quito en un vaso de oro por el amor que tuvo a su reino".

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CHILLOGALLOEl pueblo de montaas azules y quebradas, ubicado en las faldas del Pichincha, se llam Kitwa (Quito) y sus habitantes adoraban al sol, a la luna y al Dios Kon, creador de los elementos fundamentales de la vida: fuego, tierra, aire y agua. Los seores del gobierno eran los Shyris, hacedores de leyes csmicas, hablaban el shilli panu o urapanu. Vivan adentrados en la naturaleza, en los conocimientos y pacficas convivencias asimilando las "energas crticas llamadas "mana" o espritu. El quiteo Huachi (saeta) descendiente de los Kitwas reinaba pacficamente, en vez de la guerra prefera la paz. Atenda los requerimientos de su pueblo. Pidi al Dios Kon le favoreciese subir al cielo (Jahuapacha) para embellecer la vida de la tierra llamada Chillogallo, sin codicia ni ambicin. Desde entonces trabaj con las comunidades satisfaciendo las necesidades tanto en la poca del brote de las hojas, la floracin, la poca de la mazorca tierna y madura del maz como el tiempo de las cosechas. No falt el agradecimiento a los dioses con fiestas, abundantes bebidas y danzas. La celebracin del Intiraymi se efectuaba en la cumbre del Yavirac, en homenaje a los varones y el culto a la luna lo hacan las mujeres en la colina de San Juan, denominada Hanacauri o cordero manso. En medio de rboles, arroyos y siembras, meditaba Huachi, dispuesto a cuidar de sus sbditos. La luz del Jahuapacha (cielo), acerc a una mensajera de alas plateadas quien le llev donde la Luna para que purificase su corazn. Pas el tiempo y a su regreso mir detenidamente la llanura de Chillogallo que significa "envoltura de cielo" por su fertilidad en la altura. Chilli Huayllu o Chillogallo viene de Chilly: fro y Huayllu, hondonada. Huachi se admir del progreso alcanzando y observando a los suyos dedicados al trabajo, con su luz propia se envolvi en los resplandores.

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Aconsej a los sbditos defiendan la tierra con inteligencia y corazn para que no sean vencidos ni desdichados. Todos pensaron en Pachacmag que les daba luz, vida y les invitaba a purificarse en medio de cantos, danzas, vasijas y maizales picoteados por los colibres y otras aves. La leyenda cuenta que el nombre Chillogallo: hondonada fra de Quito o tierra negra muy alta, se relaciona tambin con el Mariscal Antonio Jos de Sucre, quien escuch el canto de un gallo anunciador del triunfo de Pichincha. Por esta circunstancia qued el nombre de Chillogallo. Tanto el trabajo de Huachi, shyri quiteo, como el acontecimiento de la independencia alcanzada por el Mariscal Sucre, retiene la luz y clarinada del Pichincha. Conservarlas en el corazn y en la mente, contribuye a reconocer el origen de los nombres nacidos de la libertad, de nuevos caminos y del trabajo que enaltece a la ciudad.

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SUMAG: PRINCESA DEL ITCHIMBIAEl Centro Cultural Itchimba, hermoso mirador de la capital, a dos mil metros de altura, es hoy Palacio de Cristal, cuya imagen proyectada se debe a los vidrios de diez milmetros colocados en paredes y ventanas. Refleja soolientos espacios por los cuales se observan los rincones de Quito, armonizndose el pasado y el presente. Abarca escenarios para actos culturales de teatro, danza, conferencias, presentaciones artsticas, eventos acadmicos, nmeros folklricos; incluyndose parqueaderos y otros servicios. Permite disfrutar los contrastes de la ciudad, los caminos del sol, sus picas laderas, sus piedras y las colinas, autnticos recados de los Andes. Desde pocas remotas los Quitus dominaron las alturas. Eran sabios y astrnomos, cultivadores del maz y conservadores de mitos y aves atractivas como el cndor y el colibr y de variadas hierbas medicinales para vencer las enfermedades. El sol era parte de la fisonoma de la ciudad y sus habitantes legaron la energa csmica o quinta esencia "de la gran alma denominada "mana" que acariciaba las brechas de los Andes sobre un fondo de estrellas fluyentes por las vrtebras de luz en busca de cristalinas esperanzas. El Centro Itchimba, rodeado del Panecillo o Yavirac, El Placer, el huanacauri (San Juan) y otras colinas que desde el fondo azul y el camino del sol, permiten recordar a los grandes seoros que salvaguardan sus tierras, congregndose en medio de vasijas, armas de piedra, bronce y del maz tostado a fuego lento. Sus casas eran sencillas y acogedoras. Itchimba, significa neblina del camino de altura y cuenta la leyenda que una princesa india, llamada Sumag, a pesar de ser resguardada por los sbditos, perdi su sendero, trasformado en nubes espesas. La angustia aumentaba cuando el cielo oscuro era ascua de ceniza. Cargada su fardo suspiraba y gema. Su boca era fruta temblando frente a las vasijas, a los nidos abandonados y arbustos acariciadores de pequeas fuentes. Sumag, era una liebre acurrucada.

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Entre voces y bsquedas se aclar el horizonte, el rostro de la princesa del Itchimba con esplendor imprevisto, ascenda junto a los pequeos rboles y los cntaros de oro que su morada reflejaba. Al fondo de los patios las nubes como anmales de lana se perdan en el infinito. Los sbditos en medio de representaciones alegricas agradecan al sol por el aparecimiento de la princesa. Desde entonces, en el pas de la Mitad del Mundo y de neblina del Itchimba, las personas se comunicaban con el Yavirac, el Huanacauri y los observatorios astronmicos o aras equinocciales para que mejoren los tiempos de siembras y de cosechas. Aade la leyenda que cuando Sumag pasaba coloreaban los frutos y una pequea colina aumentaba su altura, se incrementaban los cereales, los arbustos y el maz. Hasta ahora, aparece el rostro de Sumag en los horizontes absorbiendo las nubes y la savia vegetal. Su rostro es un lienzo con lluvia y el suelo seco un corazn de tierra y adobe coronados de colibres. En la colina memorable el sol marca su rostro y la leyenda se extiende con el viento consumiendo la hojarasca y el temblor del nido de pjaros. Cuanta riqueza oculta la civilizacin andina. Nuestro Itchimba con su semblante csmico sonre a la ciudad de Quito, afirmando su azul desparramado y asombroso.

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LA PRIMERA CASA QUITEA DE HURFANASLa altiplanicie andina, centro de la civilizacin indgena, atrajo a diversos pueblos por la lnea equinoccial o camino del Sol, donde encontraron lugares ms favorables para la existencia humana. En la zona ecuatorial se entrecruz y se form una raza csmica. Con el transcurso de los tiempos se sorprendieron los Quitus, luego los incas y espaoles, con sus formas de vida; y, se unieron entre serios problemas econmicos, sociales y religiosos. Luchas intensas sacrificaron a distintos grupos conquistadores obedeciendo a impulsos hegemnicos. En el caso de la conquista de los incas, los Quitus estuvieron desalentados y naci Cacha "enviado en forma de centella o luz" para la familia Duchicela. Cacha demor la defensa contra Huayna Cpac, | ubicndose en Cochasqu hasta su muerte. Le reemplaz Hualcopo junto a Nazacota y Pintac. Todo fue en vano en las fuerzas quiteas y solamente hubo cierta paz con el matrimonio de Paccha y Huayna Cpac. De esta descendencia quitea surge Mara Duchicela en poca de la Colonia. Mujer de extraordinaria belleza y reflexin: pensaba en el camino del sol, en la luz del cielo. Jess habitaba su mente y corazn. A travs del xtasis hablaba con Dios purificndose con la elevacin de propsitos cristianos.

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Mara Duchicela, recordaba a los reyes indgenas, sus tradiciones y costumbres, entre las cuales sobresalan las formas de enterrar a los muertos en sepulcros construidos con piedras y tierra de figura piramidal que pareca una tola. La puerta ubicada al oriente y cerrada con pared doble, solo era abierta cuando mora un rey. Sus cuerpos embalsamados llevaban insignias reales y tesoros. El nicho contena piedrecillas de diversos tamaos y colores que indicaban la edad y los aos del reinado. Estos acontecimientos llevaban a Mara a la cristiandad y al amor por los dems desprendindose de lujos. Reciba el torrente de luz de Jesucristo unida a la amistad de Mariana de Jess, dotada de santidad

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inmarcesible. Sacrificadas las dos de ideales superiores se dedicaron a servir a Jess. Mara Duchicela purificaba su alma con sinceridad, piedad y abnegacin. Cada da aumentaba su esfuerzo para no apartarse del camino de Dios. Mariana de Jess contribuy para resolver un litigio que Mara Duchicela mantena con los yaruques sobre los cacicazgos. Mara Duchicela guardaba en su sangre la costumbre de sus antepasados indgenas, relacionadas con los oficios y los corpahuasis o refugios nocturnos donde se enseaban formas de vida y a cocer los alimentos. Estas operaciones unidas a las costumbres espaolas ampliaban el mundo de la fe enriqueciendo el alma de Mara Duchicela. Sus prcticas cristianas se hicieron tradicin para beneficiar al prjimo. Mara llev una vida de santa. Con su propio dinero fund una casa para hurfanas, la primera en la historia ecuatoriana, prueba de generosidad cristiana, cualidad inseparable de la fe y de los mandatos de Jesucristo para bien de los dems.

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ACCIN HUMANITARIA DE ESPEJOLos antepasados de la Colonia, recuerdan al quiteo Eugenio de Santacruz y Espejo (1747-1795): mdico, jurisconsulto, precursor de la independencia, escritor rebelde, periodista y administrador del Hospital San Juan de Dios o de la Misericordia, creado en 1565 por el presidente de la Real Audiencia, Fernando de Santilln. Espejo, visionario por una patria liberada, fustig a los regmenes polticos de la Colonia con sus panfletos de dramtica intensidad. Su vida patentiza una desvelada consagracin por la libertad e influy en la conciencia americana. Habitantes de pocas pretritas que le conocieron y le trataron en los barrios del centro de Quito, recuerdan su andar pausado y firme, su tratamiento humanitario y el espritu gallardo y mirada penetrante frente a las autoridades espaolas. Su rostro al sol conjug las mejores esencias de las auroras. Gui sus pasos por las polvorientas calles difundiendo su evangelio de Libertad. Puso especial ternura en el tratamiento de los enfermos y sabidura mdica al analizar las condiciones psicolgicas y fisiolgicas del enfermo. Examin las inclinaciones con vehemencia generosa, as como la evolucin de las buenas tendencias demostrando serias investigaciones y sutil sensibilidad. Era mdico consagrado, a pesar de los obstculos presentados por ciertos profesionales de ese tiempo. El ao 1781 fue encarcelado por sus ideas de libertad. Su hermana Manuela realiz las gestiones en el despacho de su defensor el Dr. Juan Boniche. Ella conoca a los centinelas, a los espas y el calabozo hmedo donde lo encarcelaron. Pocos das despus hubo la orden del presidente de la Real Audiencia para que se trasladara a atender a una enferma grave descendiente del espaol Alonso Pretel, llamada Mara de la nobleza real. Algunos soldados controlaban al mdico Espejo que iba a su casa del Mesn, con el fin de retirar los instrumentos y atender a la enferma. Los vecinos del barrio, compungidos y contritos miraban a los soldados con

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aire de protesta exteriorizando sentimientos de indignacin, mientras Espejo curaba a la joven. A los pocos meses, Espejo qued libre, la joven Mara se cur totalmente. Los padres agradecieron al galeno, quien encarnaba solidaridad limpia de clculos polticos y sociales. El pueblo admiraba la personalidad y la fama por la insobornable probidad y sus luchas contra la administracin espaola cargada de desigualdades. Su espritu precursor imprimi valiosas reformas sociales y cientficas a travs de su accin combativa. Cuenta la tradicin que la joven Mara Pretel decidi perennizar la figura del mdico Espejo, no solo con la piedad ferviente de religiosidad, sino con una accin secreta y sencilla, la cual prevaleci muchsimos aos en el espritu de los quiteos. Mara se traslad al Hospital San Juan de Dios donde laboraba el Dr. Espejo, ahora calle Rocafuerte y Garca Moreno. En el exterior del edificio norte, parte alta y al pie de una ventana rectangular, adornada con pequeas divisiones de madera llamadas bastidores que todava existen, dej una canasta diminuta de mimbre en cuyo interior la tarjeta deca: "Al Dr. Espejo con eterna gratitud". Dicho reconocimiento y testimonio escrito dur mucho tiempo hasta cuando en los arreglos exteriores del hospital se confundieron la canasta y la tarjeta. Las huellas se constatan al pie de la ventana y el especial distintivo de cada uno de los bastidores. Estos recuerdos hechos tradicin exigen sumo miramiento al mdico precursor de la independencia e iluminado de grandes proyecciones de libertad, justicia e imperecedera fuerza de redencin de nuestros pueblos.

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EL CORCOVADORodrigo de Salazar, espaol de Toledo, lleg a Quito desde el Per, casado con la indgena Ana Palla y sus dos hijos Mara y Armando. Vino ilusionado de los tesoros y encomiendas que luego los consigui, al recibir los solares de tierras, incluidos sirvientes indgenas, gracias a las valiosas recomendaciones de Pedro La Gasea. Transcurrido mucho tiempo, un domingo 29 de mayo de 1547, Rodrigo de Salazar y sus conjurados dieron muerte a Pedro Puelles, poniendo la ciudad bajo las rdenes de La Gasea. Afirma la historia que Rodrigo de Salazar el Corcovado por su deformidad, insinu a su hijo Armando, sacerdote franciscano, la construccin de una capilla en la iglesia de San Francisco, llamada Santa Marta, localizada al lado izquierdo del Altar Mayor para reparar el crimen cometido contra Pedro de Puelles. Este espaol ocup importantes puestos en la administracin colonial: fue capitn y Alcalde en reemplazo de Francisco Marmolejo, adquiri casas en la Plaza Mayor y encomiendas en Otavalo. Tuvo problemas por establecer tachas a los jueces, luego fue nombrado Capitn General de Quito y jur fidelidad al Rey. Adems, fue comisionado para controlar a los indgenas que se apropiaban de los terrenos en Uyumbicho. En 1551 vuelve a la funcin de Alcalde, retirndose luego a sus trabajos particulares de Quito y Otavalo. Hombre polmico y misterioso, su deformidad le volvi autoritario, humillador a dbiles y arbitrario en la posesin de bienes materiales. Era calculador y escurridizo, busc poder, explot a los indgenas, su ambicin tenda puentes para preparar su retirada. Ms tarde, revel extraos comportamientos, cada noche al acostarse la ansiedad le atenazaba y fuerzas desconocidas perturbaban sus quehaceres. Uno de sus allegados mir los objetos que le rodeaban y llevado por la intuicin le pregunt si la mscara de su cuarto le haca dao. Salazar le contest que no. Preocupado por su estado de salud decidi deshacerse de la mscara y la vendi. Por conversaciones se supo que algo similar haba sucedido

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en la casa del comprador. Sin embargo, en la habitacin de Rodrigo de Salazar, resonaban golpes, se oan estallidos luminosos y de vez en cuando algunas telas fueron misteriosamente rasgadas. Esta historia hecha leyenda indica que la mscara fue nuevamente vendida a una seora delicada de salud y empeor. En conocimiento de la siniestra fama de la mscara, volvi a ser vendida. Contaban los vecinos de Quito y Otavalo, con mueca escptica que la mscara acarreaba cosas raras y decidieron colocar flores al pie de la mscara para apaciguar los maleficios. Rodrigo de Salazar vivi angustiado, le atacaron pesadillas espantosas: la puerta de su casa se entreabra y l despertaba sobresaltado. Se traslad a Otavalo, lugar de sus extensas propiedades. En sus recorridos lleg a una casa adornada de plantas y atrado llam a la puerta, se abri de par en par y saludaron unos ancianos amablemente. Ellos explicaron que mantenan la casa porque los arrendatarios siempre la abandonaban en razn de que oan llamar a la puerta y nadie apareca. Los ancianos aseguraban que ellos tambin observaban una silueta de un hombre que entraba y desapareca, no demostraba agresividad alguna. Por esto, mi esposa y yo hemos decidido no arrendar la casa y vivir hasta cuando podamos. La leyenda aade que el Corcovado con su mscara hechizaba la casa, sorprendindose, a veces, que se iban las pesadillas y se recuperaba. Empero, invocaba ardientemente a sus hijos y al acostarse oa ruidos extraos y baado de sudor jadeaba cada vez ms fuerte. Pocos meses despus, Rodrigo de Salazar, ya anciano, convers a los indgenas que le servan acerca de los sueos extraos: se vea caminando por una carretera y en el horizonte un desconocido pareca esperarle. A los pocos das la muerte no haba faltado a la cita, lejos de toda premonicin.

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LA SANTAEn este Quito heroico de calles estrechas, iglesias y tradiciones, se eleva la ciudad de piedra y barro, abrazada de intensos soles, aguas frescas y seres santos y profanos. Historias y leyendas conjganse en los telares del tiempo, henchidas de aliento eterno. Entre surcos benditos surge la vida delicada de Mariana de Jess, Azucena de Quito (1618-1645) con hechos sorprendentes. Su vocacin cristiana cubre al corazn contemplativo. Su ternura y sus rezos coronados de rosas y espinas, respiran plegarias. La personalidad orientada a Dios y a sus maestros, sorprenda. La eucarista era elemento destinado a su vida fsica y su espritu acariciaba al cielo iluminador de azucenas. El don proftico y las obras caritativas y prodigiosas conmovieron. Su alma se entreabra y su presencia afloraba entre trinos y oraciones. Se afirma que en su presencia un negro pretendi victimar a su mujer, intervino Mariana y todo cambi al vitalizar la paz conyugal; as mismo, "volvi a la vida a una indgena ahorcada por su marido". Mariana de Jess tena una mirada lmpida, dulce y fraternal. En estos dos casos, su tranquilidad confiere sacrificio y alta eleccin espiritual. Su formacin cristiana demuestra equilibrio fsico, mental, deslumbramiento y concentracin psquica para con la fe en Cristo, apaciguar la vida introducindose en casos sorprendentes. Su santidad estremeci en el ambiente social y religioso por la tenualidad doliente de su alma. Decidi ser ermitaa del volcn Pichincha. Al comps de su guitarra ense a los nios la doctrina cristiana. Sus ayunos y penitencias asombraron a las familias quiteas y de otras ciudades. Cuando la ciudad padeci enfermedades, plagas, flagelos y terremotos, Mariana de Jess, se ofreci frente al pueblo como mrtir para salvarlo. Los temblores cesaron enrojecindose la esquina de su corazn, al pie de la capilla de la Virgen de Loreto. Mariana desconcertada por la mala administracin de los gobernantes y la serie de movimientos militares que alteraban la paz ciudadana,

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profetiz que la patria se acabara por los malos gobiernos: sentencia que todava se escucha en los apremiantes problemas del pas. Aseguran que los pobres le pedan algo de comer y un da se constat, dicen los antepasados, que Mariana sali con su canasta pequea llena de pan blanco y ste aumentaba sin medida. El hambre disminua a travs de la msica de sus ojos, la sonrisa celeste de sus labios y el temblor de sus manos alojadas en los delantales panaderos. Mariana de Jess fue beatificada el ao 1850. Posteriormente declarada Santa por Po XII. En1946 la Convencin Ecuatoriana la concedi el ttulo de Herona Nacional. Ms tarde, el 19 de octubre del ao 2005, fue inaugurada la obra escultrica de Mariana de Jess por el Santo Padre Benedicto XVI y trabajada por el escultor Mario Tapia de Cotopaxi-Ecuador y la asistencia de autoridades eclesisticas y civiles del Vaticano y Ecuador. La obra tiene 5.85 metros de alto y un peso de 30 toneladas. El escultor Mario Tapia estudi en la Academia de Bellas Artes de Carrara (Toscana). La obra se eterniza en el Vaticano en calidad de brillante triunfo internacional conseguido por el escultor ecuatoriano.

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LOS AJUSTICIADOS DE SAN BLASLa parroquia de San Blas, placeta llamadas Cuchipamba del Quito colonial, se origin con el fin de bautizar y cristianizar a los indgenas, en una explanada pequea de tierras secas. Durante mucho tiempo indgenas, mestizos y blancos, vivan de las labores comerciales, rodeados de lomas al oriente y occidente. Los habitantes humildes bordeaban las calles cargados de esperanzas debajo de las hiedras negruzcas. La tradicin recuerda a Diego Figueroa, quiteo, alcalde de indios, quien construy la iglesia de San Blas, fund las parroquias de Chillogallo y la Magdalena. Esfuerzo y visin expandidos por las calles, acaso un cdice antiguo que describe las frondosidades llevando cortejos de alegras y nuevos sucesos abrindose al progreso orlado por perfiles de luz. Con los aos San Blas se transform en sector comercial. Se observaban diariamente las consignaciones de frutas tradas de Perucho, Pullaro, Guayllabamba, Zmbiza y ms lugares. Se vendan naranjas, limas, guabas, aguacates, legumbres. Despus se construyeron casas espaolas, viviendas indgenas y mestizas, escuchndose el ruido de las carretas, las caballeras, pero tambin creca la pobreza compacta de los braseros y ollas de barro bajo los aleros. La tradicin sostiene que en San Blas, vivan familias adineradas: Luisa Ortiz en 1526, duea de una casa en la calle principal; Mara Vergara en 1676, Joaquina Vivas y Francisca Barco Nolivos. Ms tarde se levant la primera Plaza de Toros en 1894. Actualmente se leen los nombres de la Avenida Pichincha, la calle Briceo, Pedro Ferman Cevallos, la calle Oriente, el Vergel y se recuerdan las fruteras de San Blas. El barrio de San Blas intervino patriticamente en los levantamientos de las Alcabalas, Los Estancos, la Revolucin del 10 de Agosto de 1809 y

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del 2 de Agosto de 1810, junto a los prceres que lucharon por la independencia. El barrio demostr extremos de heroicidad en villas y circunscripciones vecinas. San Blas, continu trabajando a pulso de las fruteras y travesuras de nios y jvenes, al asistir a la ria de gallos, a recoger las manzanas, buscar gorriones en los tejados y escuchar oraciones y cantos en las iglesias. Cuenta la tradicin que un da los vecinos de San Blas o llamada tambin Cachipamba (sembrado de sal), en movimientos inusitados observaron un hecho trgico efectuado por los espaoles en esta plaza donde solan poner la horca para los malhechores. Ah se vio el ajusticiamiento a tres inocentes, entre ellos un sacerdote que peda justicia y en prueba de su inocencia grit: "Se secar este lugar y jams crecer la hierba". "Somos inocentes". El acontecimiento todava camina hecho recuerdo. La inocencia asciende por horizontes grises y circula cada maana rememorando a aquellos ajusticiados que trabajaron por San Blas y Quito dejando sudores de redencin.

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EL RBOL CASPI-CARACHALa ciudad de Quito y otras del Ecuador, son dueas de importantes hierbas medicinales y rboles de los cuales se extraen blsamos, resinas, aceites, medicamentos, gomas, sahumerios y tantas maravillas. En este respecto, se recuerda el rbol frondoso poco conocido de color verde claro, llamado molle que ofrece frutos pequeos y pegajosos de color rojo y negro. Los indgenas lo siembran en los caminos de la serrana por ser ornamentales o porque su resina cura enfermedades y con la pimienta se hacen ms fuertes las bebidas. rboles y arbustos crecen en estas tierras y son sus frutos apetecidos; as: la guaba verde, larga y angosta de corteza dura y meollo blanco semejante al algodn y cubierta de almendra negra y fragante. Otras frutas, como hemos indicado, curan las enfermedades o sirven de alimentos: achira, nabo, rbano, esprragos, etc. Se reconoce las lecciones perdurables de la naturaleza y en todas las pocas se registran casos de dolor y sensaciones extraas que se calman en las maanas limpias de sol y cuando regresa ese dolor, solo es tolerable la esperanza. Cuentan los mayores que Jorge Santy, quiteo de sepa, enferm gravemente, nada ni nadie aliviaba su enfermedad. Su nimo antes alegre disminuy, su cuerpo sangraba, largo tiempo pasaba en cama. Era atendido con pinchazos, ocasionalmente sala a recibir el sol y el aire para refrescar sus pstulas diseminadas por el cuerpo o sarna emperrada. Como hemos dicho, el enfermo sala de vez en cuando en camilla rodante, los mdicos le atendan, su color cobrizo y la cabeza pelada indicaban la sonrisa lvida. Absorba los sudores de los enfermos y abrumado por el peso de su situacin orgnica replegbase angustiado con el gesto breve y el silencio punzante. Jorge Santy, difcilmente toleraba su estado de salud y descifraba enigmas. Los insomnios y la soledad demostraban la mansedumbre de su voz. Un amigo de hace tiempos lo visit y le cont una breve historia a manera de crnica o anecdotario lo cual atenu su impaciencia y dolor.

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Al poner sus pensamientos en orden, Juan Montero que as se llamaba, relat a su amigo que existe un rbol denominado caspi-caracha (caspi: cosa dura y caracha: sarna) causante de las sarnas, ataca a los humanos que pasan por debajo de ellos o sencillamente toman sombra producindose la sarna incurable con hinchazn del cuerpo. Le indic Juan Montero que la enfermedad se cura con el humo del rbol cortado o quemado y de cualquier cosa que tambin se queme. "Deca, se da al paciente un poco de agua, en que se haya puesto la ceniza de la hoja o palo del mismo rbol que le caus el mal". Poco tiempo despus, Jorge Santy se mejor. El rbol caspi-caracha cur el mal, por esto se afirma: "Lo cierto es que todo lo extraordinario se hace a los principios increbles y parece maravilla o porque es raro o porque todava no se descifra su arcano natural".

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El VALLE DE CARAPUNGOQuito, ciudad de contrastes, espacios verdes, secos y amarillos, hermanada de libertad interior india, mestiza y blanca, sorprende por su historia, optimismo y rebelda. La inquieta fruicin de sus pueblos es susceptible de vivencias, ideales, aspiraciones abiertas en lnea directa de trabajo frente a la naturaleza frtil y seca pero agitada en germinacin y florecimientos. Nos referimos a la parroquia Caldern o Carapungo, unida actualmente a Quito, con ms de cien mil habitantes. Planicie progresista que recibe el sol tibio al comps de una palpitacin cordial de esfuerzos y aspiraciones parecidas a las burbujas de luz, entre artesanas y variadas especies de maz. Extensin fresca y seca, hace sonrer a las crudas realidades amables y emprendedoras. De aquello que percibimos con sabor ntimo, absorbemos las fortalezas, sintetizamos conjuntos tradicionales, desmenuzamos sensaciones, contemplamos matices, orgenes, arraigadas costumbres, esenciales alimentos que llegan del ambiente y del alma. Carapungo, significa puerta o entrada grande o tambin valle de los seores (cara: seor y pungo: valle); es decir, puerta de entrada a la realidad o al sueo, a la tierra y al trabajo para abrir caminos orientados a las siembras y a las cosechas. El seor del Valle de la estirpe de los Quitus, tena fuerza poderosa nacida del sol con el propsito de cultivar el maz, la quinua y otros granos que constituan comida, bebida y medicamentos. El Seor del Valle enriqueci el sector pidiendo agua junto a los Amautas que sugeran cultivar la tierra con inteligencia y corazn. La puerta del Gran Seor se abri para todos acompasndose el desvelo y la visin del trabajo, la alegra y el gozo con vibracin de sol que pasebase por los caminos. Soaba regar sus tierras secas ardiendo entre las trenzas oscuras de los rboles, mientras en su corazn quedaba un sedimento melanclico.

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En sus sueos escuchaba el ruido del agua deslizarse por los suelos y esa fortaleza siempre estuvo en pie. Su empeo misterioso tambaleaba al igual que las races agonizantes. El afn del alma serena sube acompaado del viento y de las plumas ceremoniales polvorientas. La leyenda dice que una tarde primaveral, los Amautas pensaron en la palma aguashi que atraa al agua que recorra lejos o cerca en calidad de ojo de agua o arroyo. Esta palma creca donde haba el lquido vital y al secarse alguna fuente se sembraban palmas y volva a correr el agua en sitios altos y bajos y al recogerla siempre era dulce y exquisita. Desde entonces, en Carapungo se siente la aspiracin del Gran Seor de la Puerta Grande que aparece como surtidor y el viento acaricia su rostro, se alborota su nimo secreto y la luz blanca y amarilla se baa en el remanso.

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TULIPE: VALLE SAGRADOAntiguos Pobladores relatan sobre la existencia de un pueblo misterioso llamado Tulipe, dueo de restos arqueolgicos y pertenecientes a los indgenas yumbos. Se encuentra al noroccidente de Quito, cerca de Nanegalito y de clima subtropical donde se asent una civilizacin milenaria encerrada por centros ceremoniales, en los cuales se honraba a los dioses. Tulipe, viene de "tul o tol: tolas y pe: agua, es decir, "agua que baja de las tolas". La lnea equinoccial o camino del sol, inspir al pueblo Tulipe a disfrutar del clima y de los dones terrestres en medio de ros y cascadas. Ah, se abren las praderas en resoplidos verdes y los encantamientos parpadean de lquidas sustancias reventndose en el hondo de la tierra y el viento. Solo les perturban el vuelo de las aves y la escarcha nocturna resonante en las distancias. Los investigadores explican que se "Construyeron siete estructuras hundidas, dos semicirculares, dos rectangulares, una cuadrada, otra poligonal y circular. A estas estructuras llegaba el agua a travs de una red planificada de acueductos". La "funcin de estos espejos naturales, segn se cree, era astronmica y religiosa. Desde este centro, los shamanes, los yachajs o sabios observaban el escenario estelar y celebraban ritos de purificacin, sanacin, iniciacin, fertilidad y agradecimiento". Adems, "las construcciones piramidales circundaban al centro ceremonial". Los indgenas eran reflejo de creencias, trabajo, paz y demostraban vivir vinculados a la naturaleza. Tulipe, es delirio orogrfico, valle misterioso y sagrado, custodiado de ros y frutos del subtrpico. La vegetacin cubre con un manto verde a las hierbas medicinales, al agua fresca y a las piedras de las entraas de los cerros. La cascada del ro Tiniche es como una sonrisa que se extiende y se afirma con la luz del cielo. La leyenda revela e invita a pensar en las rampas de acceso y sus graderos por los cuales se efectuaban rituales que entusiasmaban la imaginacin de los sacerdotes para alcanzar la eterna lumbre, acompaados de arbustos, botijas, pjaros amarillos, siembras de maz,46

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adems, pectorales y otras insignias deslumbrantes que resplandecan en las alturas del Pichincha. La leyenda aade que la cascada que forma La Chorrera del Guardin, perteneciente al ro Tiniche, es "piedra con forma humana; si el guardin sonre, el cuerpo se purifica, pero si est enojado la persona que se mete al agua cae enferma". La leyenda entre encantamientos ensancha las meditaciones porque el valle secreto se eleva entre el sol y el amor, engendradores de todo consuelo. El agua da vida y las sombras indican el motivo del temor y del regocijo. Actualmente, los pobladores viven alegres en el valle sagrado. Trabajan en la produccin agrcola, ganadera y el turismo. Tulipe, paraso natural, invita a la recreacin, a la pesca deportiva. Ofrece platos tpicos de la zona y productos de las fincas. El turista aprovecha la diafanidad del aire y de todo cuanto alienta el dominio de la serenidad y la facultad de visin. Tradiciones y leyendas fusionadas con la naturaleza, ruinas arqueolgicas, las vasijas de barro, el imperio vegetal y las actuales primicias de sus habitantes de diversas extracciones sociales, demuestran laboriosidad y encauzan ideales y realidades para esparcir semillas y cosechas, al ritmo de la sencillez del labriego. Tulipe, valle mgico, morada de secretos, nubes y agua, hace que la luz mire a la piedra, al rbol, al calor del maz y a los colibres enlazados csmicamente dentro del tiempo y el espacio cada da.

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LA TRADICIN DEL MAZImpresiona escuchar a viejos habitantes de Sangolqu, breves historias, leyendas y cuentos de sus sectores rodeados de ros y barrancos. Los recuerdos fluyen reconociendo imgenes y valores de antao y hogao a ritmo de cultivos de guabas, races venosas de la tierra, variedad de frutas, siembras y cosechas del maz y ms cereales, junto a la vasija y a los cuadros costumbristas. Actualmente, impactan los grandes centros comerciales y casas solariegas parpadeantes de intensas lluvias, soles abrasadores, jardines y rboles que sueltan largos suspiros acariciando el vuelo de colibres y pjaros. Todava se enciende el paisaje de un colorido preponderante que mueve la existencia diaria de sus entornos. Los viejos habitantes todava tienen olor a campo, amables y risueos estn hechos al humo y al tabaco. Abarcan pensamientos y colores diluidos sobre los maizales. Alegra y entusiasmo gotea en el ambiente entre verdes y rubias matas alumbradas de maz blanco para ser preparadas en comidas y bebidas. Quito, desde edades inmemorables cultiv el maz a nivel ritual constituyndose en tradicin milenaria que aliment a los conquistadores en sus diversas formas: mazorcas tiernas o maduras, tortillas, tamales, humitas, chicha, etc. Se ponder al maz como grano sagrado de Amrica, hallado por Coln en la isla Fernandina y conjugados en templos, palacios, residencias y decoraciones en calidad de testimonios prehispnicos. En Sangolqu y sus alrededores predomin el maz robusto y el pequeo. Sangolqu significa sitio de mucho maz de la tribu, viene de ja: mucho y de sumo y am: maz y de gol: tribu y ki: sitio. Grano sagrado extendido en las llanuras al contacto del cielo azul y las atalayas antiguas desde donde se cuidaba la sementera llena de smbolos, magia y vientos atareados por sostener las mazorcas con agua abundante. Cuenta la tradicin que frecuentemente, con motivo del deshoje de las mazorcas de maz acudan autoridades y campesinos a recoger el grano48

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de oro. Jbilos y fiestas, comidas y bebidas alegraban las sementeras. Haba alabanzas, chicha, priostazgo, algunas mujeres amamantaban sus hijos y los pjaros volaban rozando los labios del aire con picotazos suaves adheridos a las cosas que se aman, crecen y se cosechan. De pronto los jvenes encuentran mishas de maz con hijuelos; es decir, otras mazorcas pequeas unidas a la mazorca grande, lo cual estimula al deshoje y hasta significa suerte cuando canta el gallo y el sol reluce cual bronce puro. Es una casualidad favorable, ventura estremecida a manera de plegarias. El jbilo brilla en los nimos y se apura el chugchi, o sea el volver a recoger las mazorcas enterradas u otras que han quedado para los chugchidores despreocupados. El chugchi se une a la suerte de haber hallado la misha. Esta accin hasta ahora desempea funciones especiales secretas que subsisten hechas tradiciones. Los milenarios maces parecen suspendidos junto al sol y a la lluvia. La suerte de las jvenes de Sangolqu, continan en las races despiertas sobre la tierra. La tradicin dice que por segunda vez lleg la suerte a las doncellas, cuando en otro deshoje del maz, al remover las mazorcas enterradas encontraron una porcin de oro en la vasija. Los viejos habitantes del cantn cuentan y miran el peso de las auroras y el viejo matiz de los sueos. El ro de recuerdos salta y se ilumina con las mazorcas guardadas hace tiempo en redomas doradas de los Andes.

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PEDRO TOAPANTA Y LOS CABALLOSLos caballos de la conquista espaola y de otros pases europeos, representan valor esencial porque aportan positivamente en la civilizacin americana; as se explican las duras realidades que sufrieron los primeros caballos en pantanos del litoral y en las breas de los Andes, cuando fueron trados por los conquistadores: Pizarra, Almagro, Benalczar, Alvarado y otros peninsulares. La historia afirma sobre el temor de los indgenas frente a los caballos. Su presencia al comienzo de la conquista ocasion terror y supersticin; en cambio, a los espaoles victorias, llegndose a sentir los "huesos cansados de los corceles que blanquearon los caminos de los conquistadores" en medio de grandes fortunas, escenarios nuevos, hazaas, fundaciones, ros, valles y conjuntos de formas geolgicas erguidas entre piedras y montaas. Los peninsulares al mirar la reaccin de los indgenas quiteos frente al caballo, idearon trucos para mantener latente el miedo. Muertos los corceles de inmediato eran enterrados, a fin de que conserven el miedo y sus creencias. Con esta idea, los espaoles tenan la seguridad de que el indgena descuidara su rebelda y aprovecharan para someterlos a los excesivos trabajos y a las ms duras condiciones. Transcurridos los tiempos, los indgenas vencieron el miedo al caballo, los atacaron y los vieron caer y morir. Les cortaban las cabezas y las patas envindolas a sus pueblos como trofeos y animaron a sus compaeros para que se percaten que los caballos moran. Los indgenas quiteos en las guerras preparan trampas u hoyos cubiertos de hierbas y malezas con el objeto de hacer caer a los caballos e inutilizarles. Los destrozaban y confeccionaban con la cola y las crines estandartes para la guerra. Ms tarde, se familiarizaron con especial admiracin y cario. Cuenta la leyenda que el espaol Diego Mndez, tena una encomienda al norte de Quito con sembros de maz y era aficionado a los caballos cuidados por un indgena hurfano, quien le serva desde50

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nio como su brazo derecho, saba leer y escribir. Pero, a veces, los hijos de Diego Mndez le envidiaban porque Pedro Toapanta que as se llamaba, impeda el maltrato a los caballos. Diego Mndez, hubo de armonizar los puntos de vista y, discretamente, Pedro puso en conocimiento las ideas que haba escrito sobre cmo atender a los caballos y los jvenes con murmullo de admiracin reconocieron el trabajo de Pedro. A la hora indicada, todos escucharon a Pedro acerca de la forma de tratar y cuidar a los caballos, refirindose a los jinetes y a quienes utilizaban los carruajes. Daba a conocer las formas de evitar el dolor producido por las mordazas, el mal uso de los frenos, de las riendas de cabezada, el uso exasperante del ltigo. Aclaraba sobre las cabezadas de las riendas cortas que lastiman las partes bajas de las orejas dando muestras del malestar del animal al levantar la cabeza y ser castigado a correazos. La tradicin relata que diego Mndez consolid las indicaciones y sugerencias de Pedro Toapanta. Los dos posteriormente dieron a conocer mediante escritos accesibles al lector y con dibujos ilustrativos las formas de tratar a los caballos, logrndose la aceptacin en Quito y en los pases vecinos de Colombia y Per. Sus nombres trascendieron y tambin el cario demostrado para con los caballos.

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LOS SECRETOS DEL PULULAGUACuentan los antiguos pobladores del sector del Pululagua que en pocas remotas hubo fuertes movimientos de tierras. Corrase la voz y los recuerdos se regaban entre los habitantes. Iban y venan los comentarios incrustndose en las arrugas cordilleranas llenas de aves pequeas; y, a veces, el raudo y majestuoso vuelo del cndor perdido en el azul infinito. Pululagua, es una poblacin alegre, pintoresca y tranquila rodeada de prados y colinas. En estos tiempos, los habitantes tuvieron la impresin de que temblaba la tierra, mientras inauguraban los hornos de cal, la reserva ecolgica administrada por el Ministerio del Medio Ambiente, festejaban tambin la siembra de papas y chochos. De inmediato, Francisco Jaya explic que el Pululagua era volcn inactivo. Algunos propietarios rezaban y tranquilizndose luego se arrebujaban en sus frazadas debido a la nubosidad del sector. El Pululagua est situado al norte del Monumento Mitad del Mundo, es hermoso rincn cientfico, agrcola y turstico cercano a Quito. Ah vivieron los Quitus, los incas y despus (1825) se establecieron los monjes dominicos para buscar tesoros, cristianizar y cultivar las tierras. Francisco Jaya, recuerda la historia de la conquista espaola, sealando que los realistas se desviaban de los caminos por la espesa nubosidad; pues difcilmente encontraban a los patriotas. Aada Jaya que el Pululagua est cargado de extraas energas y un gran poder de atraccin que mantiene y los ahuyenta. Para algunos investigadores, Pululagua viene del Kichwa que quiere decir "humo del agua"; otros afirman que significa "roca que echa espumajos" de pulu ti: hervir, ri: el y pocanchi a waj: roca. Dndose a entender que la roca vierte agua evaporada. Bosques, arbustos, follajes verdes, senderos nublados, gorriones y colibres descifran las hierbas. Impactan a los visitantes las orqudeas, las fuentes termales, los escapes del gas del cerro Pandaa, la variedad de mariposas del monte Moraspungo y San Isidro.52

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En Lulubamba hay huellas de asentamientos humanos: hoyas e instrumentos cermicos, semejantes a los de Rumicucho. En el cerro Chivo crecen orqudeas, bromelas, musgos, helechos. Se observan en varias partes lobos de pramo, osos de anteojos, conejos, venados, etc. Relata Francisco Jaya que los monjes dominicos y algunos shamanes visitantes de otros tiempos oan rumores al mirar objetos voladores y energas de los espritus religiosos, junto a los arroyos transparentes y secretos extraos en las rutas inciertas y en los ojos del agua que cubran a las hojas cadas. Todava perdura la leyenda de las ruinas del antiguo monasterio y de los cerros llenos de nubes y objetos voladores. Los pobladores rezan, se persignan y hacen rogativas. Sus vibraciones son energas despertadoras de zonas interiores del ser humano, cuya voluntad es fuente generadora de poder a nivel subconsciente. Las leyendas guardan imgenes envueltas en velos que fijan luces, sombras, destellos interiores receptivos y creativos capaces de ofrecer concentraciones, dado el lenguaje mgico con soporte de ciertos conocimientos. Todava vibran los espritus en el viejo monasterio dominico.

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EL ARTE DEL LIBERTADOR BOLVAREl Libertador Bolvar es una de sus estadas en Quito, conoci y trat al pueblo de la ciudad y a familias importantes y recibi apotesicas manifestaciones por su obra redentora. Corra el ao 1826. Cumplidos informes y trmites administrativos fue invitado a una cena. Entre significativos ofrecimientos de los anfitriones, Bolvar pensaba en Manuelita Senz que estuvo lejos. Alegre y fluido en la conversacin hizo derroche de arte dancstico con gallarda, seduccin, plasticidad y ritmo demostrando deleite interior y vlvula de liberacin. La casa solariega estuvo situada en la calle Miraflores y Concepcin, actualmente Garca Moreno entre Meja y Olmedo. En estos tiempos es dueo el doctor Simn Bonilla Corts y tiene el nmero N7-34, antes 1334. Residencia en la que bail Bolvar evidenciando dominio auditivo y visual en diferentes formas de baile europeo y americano con carga simblica y expresiva. El doctor Simn Bonilla Corts, guarda celosamente el recuerdo histrico de la suntuosa fiesta realizada en honor a Bolvar. El epgrafe o inscripcin, expresa: "En esta casa bail Bolvar". "Estudios histricos del Centro Cultural Antena, 1987". Acontecimiento social en el que se resume el valor del baile y las caractersticas del Libertador como quehacer esttico satisfactorio. El secreto de esa voluntad estuvo en la raz de la personalidad por la cual brotaba una amplia gama de matices y cambios de estados emocionales. Los investigadores sobre esta faceta del Libertador determinan la seguridad de los movimientos y el dominio expresivo, fluyente y comunicativo. Para Bolvar el baile tena don recreativo, educativo y creativo, reveladores de la capacidad de adentrarse en el ritmo musical, en los sonidos graves, agudos y las escalas cromticas simples y la sucesin de arpegios. Resaltaba el estado de nimo de la pareja y los movimientos apropiados.

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La demostracin artstica del Libertador fue excepcional por la flexibilidad, elegancia rtmica que adverta acentuadas tendencias hacia lo cerebral, lo lrico, intimista y las secuencias perceptivas. Terminada la fiesta, el Libertador agradeci con refinada cultura. Los pocos asistentes que quedaron comentaban junto al anfitrin acerca de la amenidad social, la admiracin a Bolvar convertido en la esperanza de los pueblos. Ya en la intimidad, una pareja repasaba los pasos demostrados por Bolvar, sucedindose un hecho que ha quedado como tradicin entre los quiteos. La exaltacin de los movimientos impuls a una dama repetirlos, ocasionndose la cada y ruptura de los huesos de la pierna: gritos, dolores y la presencia del mdico pusieron la nota final de la fiesta. En sntesis, qued la importante tradicin histrica del baile del Libertador Bolvar, con lneas ondulantes, mixtas y zigzagueantes, cuya produccin esttica surga intensamente como actividad recreativa o un refugio expansivo que ayudaba a sobrellevar los momentos montonos, preocupantes y amargos en su vida de patriota y estadista. Este pasaje cultural qued como cifra tradicional e histrica, junto a la inolvidable presencia del Libertador Bolvar en la ciudad de Quito.

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DIANA EN LOS CAMPOS AGRCOLAS DE SUCREHistorias y tradiciones reconocen el valor continental de Antonio Jos de Sucre (1795-1830) venezolano, hroe que independizara a nuestros pueblos en las batallas de Pichincha, Ayacucho, Tarqui, Panusla y en otros movimientos sofocados con su espada en calidad de estratega, poltico, estadista y gobernante. Sus victorias las puso al servicio de la libertad, los derechos humanos y la justicia. Am a Quito con inalterable pasin y vive perdurable en nuestros pueblos, ciudades, montaas, instituciones educativas y riscos andinos. Cas con Mariana Carceln y Larrea, Marquesa de Solanda, quitea que llen el corazn del Mariscal e impresion por su belleza. La conoci en Latacunga y despus del triunfo de Pichincha en Quito. El amor de Mariana le dio fuerzas, cerca o lejos, alent en la labor independentista. La tradicin indica que Sucre luego de tantos servicios militares en varios pases, resolvi hacer vida de hogar. Las propiedades de su esposa no estuvieron administradas adecuadamente. El Mariscal busc la paz en los sectores de Machachi y los Chillos, trabaja en las haciendas de Chisinche, Turubamba, Conocoto y en otros bienes menores de Santa Ana y Chillogallo. El Mariscal asciende y desciende por valles y montaas, despliega actividad agrcola en medio de los contrastes de la vegetacin junto a los habitantes y se acenta la paz en la vida matrimonial. Los campesinos se enorgullecen al mirarlo tenaz en las siembras y cosechas: papas, trigo, cebada, maz, ganadera, son atendidos a fines del ao 1828 y principios de 1929. Solamente le entristeca las ambiciones de poder que anhelaban la disolucin de la Grancolombia por los propios militares que lucharon junto a l. Los agricultores de ese tiempo y sus descendientes ponderan de los conocimientos de Sucre sobre el cultivo de tierras, la preparacin de suelos segn los declives, los grados de erosin, la humedad destinada a las fertilizaciones, las precipitaciones atmosfricas y sus cambios. 56

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El Mariscal Sucre realiz proyectos para Machachi porque algunos sitios eran secos ganadera. Construy acueductos que hasta manteniendo verdes los campos. La tradicin estmulos ofrecidos para el mejoramiento de diversos sistemas de cultivos.

aprovechar el agua de y quera perfeccionar la ahora sirven a la regin seala sus labores y los la produccin, aplicando

El 20 de octubre de 1829, Sucre recibe la visita de Bolvar, ambos recorren las propiedades. Le felicita el Libertador por sus trabajos de campo. En cambio Sucre se da cuenta de la "bilis negra" que afectaba a Bolvar. El Libertador toca el tema de la Grancolombia que se deshaca en medio de apetencias polticas; pues, el general Crdova habase levantado en armas. Bolvar le solicita asistir al Congreso Admirable de Bogot en enero prximo. El Mariscal sale de Quito el 12 de noviembre de 1829 para afrontar la descomposicin de los pueblos. A pesar de rechazos militares, Sucre es nombrado Presidente del Congreso y por mandato se traslada a Venezuela y encuentra tenaz oposicin, se lo prohbe ingresar porque piensan los militares venezolanos que la presencia de Sucre producira trastornos polticos. Los tinglados urdidos con anterioridad por sus enemigos, canes y sicarios, se efectan. El Mariscal es asesinado, al regreso a Quito, el 4 de junio de 1830 en Barruecos. Amrica se indigna y tambin el Libertador al expresar con lgrimas: "Colombia entera y la mitad de Amrica deben a tan heroico bienhechor. "As termin su vida ejemplar de diamante y acero, juntndose al nimbo del guerrero, a la fe del hroe y la virtud del justo". La nobleza, la lealtad, la dignidad y el espritu humanitario permanecen hechos cumbres de libertad. Su virtud se enguirnalda y es infinita vibracin entre dianas y campanas de victoria frente a las sombras de canes y sicarios. Sus acciones realizadas en Quito, suenan hechas tradiciones. Todava se escuchan entre los habitantes del campo y en sus descendientes la grandeza del Mariscal: Sucre asumi la voz campesina de amor y paz por

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la tierra perennizando la labranza, el olor a hierba, el ritmo de surco en veneros de alborada.

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PANTEN DE LOS PROTESTANTESEn tiempos de duendecillos y discrepancias religiosas, sucedi algo que conmovi a los quiteos. Se trataba de una mujer joven que atenda y serva al coronel Phincas Stauton, Vicecanciller de la Universidad de Ingham, Nueva York, naturalista y dibujante grfico de la expedicin cientfica, presidida por James Orton, F.S. Williams, P.V. Myers y A. Bushnell, el ao 1867. La joven Sofa, por su atractivo llamaba la atencin de los vecinos, era bondadosa y cumpla su deber sin remilgos para el cientfico Stauton. Pasaron los meses y el coronel enferm gravemente. La joven se preocup por el estado de salud. Los mdicos poco podan realizar para su mejora. La casa ventilada, con fuente de agua y jardines, se vea triste. Sofa angustiada, de vez en cuando sala a la plaza, miraba los pequeos edificios con expresin tensa. El coronel agonizaba. La historia relata que los indgenas enterraban a sus muertos en un sitio llamado Ayazamana. Ms tarde, los espaoles tenan sus cementerios junto a las iglesias donde se enterraban a las autoridades espaolas. Se recuerda que se erigi una capilla en la esquina de la Virgen de Santa Prisca. Ah fue enterrado el cadver del Virrey Nez de Vela, un 19 de enero de 1546 y los dems cadveres cados en la Batalla de Iaquito. Posteriormente se enterraban a los indgenas, mestizos, negros en el sitio denominado Ullaguangahuaico, frente al Panecillo (Hijuelo Sentado) y detrs del Hospital de la Misericordia. Antes el mdico Eugenio Espejo prohibi que los muertos sean enterrados en las iglesias. Siguiendo con nuestro relato, Sofa y los cientficos buscaron un espacio para sepultar al coronel. Ella entraba y sala, dbase vueltas y se sentaba apoyando la cabeza en las manos y levantaba sus ojos para fijarse en el difunto. Los cientficos y Sofa fueron al cementerio de El Tejar, pero de repente oyeron con sorpresa voces airadas por las calles y protestas de los sacerdotes cristianos: "Aqu no pueden sepultar a perros59

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protestantes". Uno de los cientficos, James Orton, hombre de recia personalidad, junto a otros amigos de