leserre la comprensión del lenguaje en kant

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1 DANIEL LESERRE LA COMPRENSIÓN DEL LENGUAJE EN LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA DE I. KANT Centro de Estudios Filosóficos Eugenio Pucciarelli 2008

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Page 1: Leserre La Comprensión Del Lenguaje en Kant

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DANIEL LESERRE

LA COMPRENSIÓN DEL LENGUAJE EN LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA

DE I. KANT

Centro de Estudios Filosóficos Eugenio Pucciarelli 2008

Page 2: Leserre La Comprensión Del Lenguaje en Kant

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CENTRO DE ESTUDIOS FILOSÓFICOS EUGENIO PUCCIARELLI Director: Dr. Roberto J. Walton Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires Avda. Alvear 1711, 3er- Piso - 1014 Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina http://www.ciencias.org.ar e-mail: [email protected]

La publicación de los trabajos de los académicos y disertantes invitados se realiza bajo el principio de libertad académica y no implica ningún grado de adhesión por parte de otros miembros de la Academia, ni de ésta como entidad colectiva, a las ideas o puntos de vista de los autores. Todos los derechos reservados Hecho el depósito que establece la Ley 11.723 IMPRESO EN ARGENTINA © Daniel Leserre correo-e: [email protected] ISBN: 978-987-537-070-8

Page 3: Leserre La Comprensión Del Lenguaje en Kant

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PRESENTACIÓN

La importancia de la reflexión sobre el lenguaje en la filosofía presente confiere gran significación

al examen del tema en los grandes filósofos. En el caso de Immanuel Kant, el problema es

particularmente arduo en razón del consenso que ha tenido la tesis de su silencio acerca del lenguaje. Por

otro lado, es posible sostener que ningún pensador ha tenido una influencia tan grande como la suya en la

filosofía del lenguaje. Ante esta compleja situación interpretativa, Daniel Leserre estima que en la

filosofía kantiana se encuentran razones que permiten impugnar la tesis del silencio. Sostiene que, sin ser

un tema central en las preocupaciones de Kant, el lenguaje forma parte del conjunto de cuestiones tratadas

en su obra. En particular muestra que, en la Analítica trascendental de la Crítica de la razón pura, es

posible identificar un concepto de lenguaje que puede ser reconstruido a través de las referencias

explícitas contenidas en los textos a nociones como las de lenguaje, signo, gramática y significado. Señala

que este concepto se ubica en una perspectiva fundada metódica y filosóficamente y que por ello es

necesario aproximarse a él tratando de seguir la terminología, los conceptos y el horizonte de

comprensión que son propios de la filosofía kantiana. Si bien no se encuentra en la Crítica de la razón

pura una reflexión sobre el lenguaje similar a la que aparece en Locke y en Leibniz, las indicaciones

explícitas de Kant permiten deslindar una comprensión del lenguaje que gira en torno del punto de vista

trascendental. La interpretación propuesta en la presente obra se basa en un minucioso análisis de los

pasajes que, en el marco de la obra crítica, se ocupan de las cuatro nociones mencionadas, y comprende

las posiciones previas, paralelas o posteriores en función de su posible contribución a la argumentación

sostenida en el marco crítico. De este modo el autor logra elaborar una significativa aportación que debe

ser recomendada por la claridad con que plantea los temas.

En primer lugar se ofrece un análisis de la recepción por parte de Kant de concepciones del signo y

del lenguaje en la tradición inmediatamente anterior y se destaca la aparición explícita, en la obra

Investigación acerca de la distinción de los principios de la teología natural y la moral de 1764, de

problemas como el uso del lenguaje y su relación con la posibilidad del conocimiento en filosofía. Se

trata de un texto en que Kant se refiere a la conexión entre la reflexión filosófica y los signos en que ella

se expresa, rechaza la posibilidad de un método único para la matemática y la filosofía, y remite la

diferencia entre ambos métodos al tipo de signos que emplea cada una de estas disciplinas. Asimismo, se

analizan las Lecciones de Lógica y de Antropología. Aquellas importan porque señalan un paralelismo y

una delimitación entre la lógica formal y una gramática universal igualmente formal, y estas porque

analizan el lenguaje como una facultad de designación que se caracteriza por el empleo de signos y opera

por medio de una imaginación regida por la asociación empírica de las representaciones. Estas obras

precríticas contribuyen a identificar el trasfondo sobre el cual se construye la reflexión crítica sobre el

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lenguaje. Leserre pone de relieve que ellas presentan indicaciones relativas al lenguaje y, en tanto no se

hallan delimitadas por los requisitos metódicos de la perspectiva crítica, desarrollan estas indicaciones

con mayor extensión y configuran un contexto a partir del cual se puede comprender la posterior reflexión

acerca del lenguaje.

Una vez que ha revelado la existencia de una concepción explícita del lenguaje en Kant, el autor

procede a establecer el modo en que ella queda incorporada a la perspectiva trascendental. Se detiene en

tres cuestiones fundamentales que ya se han anticipado en las obras no críticas. En primer lugar, analiza el

modo en que la distinción entre los métodos de la matemática y la filosofía es retomada en el terreno

trascendental, y pone de relieve la reiteración de temas referidos a los tipos de signos y a su empleo. La

segunda cuestión concierne a las consecuencias de la tabla de las categorías para la reflexión sobre el

lenguaje, y lleva a distinguir tres niveles gramaticales de consideración del lenguaje: el nivel material o

empírico que se vincula con la determinación de las reglas del uso real de las palabras en una lengua

dada; el nivel formal o universal en el que no se consideran las palabras sino la estructura formal de la

lengua; y el nivel trascendental que consiste en la indagación de los fundamentos del lenguaje en nuestro

entendimiento. En relación con esta posibilidad de una gramática trascendental –solamente sugerida por

Kant–, Leserre analiza las principales interpretaciones a fin de mostrar el carácter programático del

planteo kantiano y las dificultades que surgen en la tarea de determinar su alcance y sus límites. La

tercera cuestión fundamental atañe al enlace de las palabras y a la unidad de la conciencia, es decir, al

modo en que Kant inserta dentro del enfoque trascendental su anterior visión, presentada en las Lecciones

de Antropología, sobre la doble función inherente al lenguaje de designar por medio de palabras y operar

según la ley de la asociación. El enlace entre las palabras y las cosas no vale necesaria y universalmente

como la referencia de la multiplicidad de la intuición al yo puro, porque establece una unidad meramente

subjetiva. Así, el lenguaje es un ejemplo de las relaciones de asociación que se diferencian de las

relaciones de unidad universal y necesaria. La defensa de este punto de vista se basa en un certero examen

del pasaje A 100-102 de la Analítica trascendental en que Kant examina la posibilidad de que una palabra

acompañe distintas cosas o que la misma cosa sea acompañada por distintas palabras. La estabilidad de la

relación de denominación entre palabra y cosa depende de la asociación, esto es, de una síntesis empírica

de la reproducción, pero a su vez presupone que los fenómenos sean organizados de manera constante por

una necesaria unidad sintética. El autor señala que el pasaje pone de manifiesto la necesidad no solo de

reglas subyacentes a la síntesis empírica que garanticen la estabilidad de las denominaciones sino también

de formas necesarias de unificación para las reglas que ordenan las asociaciones del lenguaje.

Al plantear el problema del tipo de teoría del significado sustentado por Kant, Leserre considera tres

sentidos de significado en la Analítica trascendental: el sentido léxico, es decir, lo que quiere decir en el

marco de un sistema y uso lingüístico; el sentido lógico que se vincula con las condiciones formales

establecidas por la lógica general; y el sentido objetivo que es analizado desde la perspectiva

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trascendental porque concierne a la relación de las representaciones con un objeto posible. Mientras que

los dos primeros sentidos remiten al trasfondo histórico de la obra de Kant, el tercero se desenvuelve

dentro del propio horizonte de la filosofía crítica porque se desarrolla en conexión con la justificación del

posible empleo de los conceptos puros. El significado objetivo se construye por la conjunción de la

referencia a un objeto y el enlace necesario de las representaciones en un orden temporal. Por tanto, la

dimensión temporal del significado se convierte en una característica distintiva de la reflexión

trascendental sobre el lenguaje. El autor subraya el carácter peculiar de la comprensión kantiana del

significado, tal como puede ser identificada en la Analítica trascendental, en razón de que no puede ser

reducida a las formas habituales que se encuentran en las teorías posteriores elaboradas en la filosofía del

lenguaje como la teoría realista o la teoría del uso.

La obra contiene, en una límpida presentación de orientaciones, valiosas indicaciones sobre la

recepción y proyección de la filosofía crítica en la reflexión filosófica y científica sobre el lenguaje

durante los siglos XIX y XX. Referencias a la hermenéutica, la semiótica, la filosofía analítica y la

fenomenología se unen a la mención de cuestiones vinculadas con el llamado giro lingüístico en tanto

ampliación del giro copernicano, con la conexión de la concepción kantiana con teorías gramaticales

posteriores, o con las proyecciones o reformulaciones de la filosofía crítica como pragmática, semántica y

semiótica. La exposición de los temas, que refleja un exhaustivo examen de los textos kantianos y las

interpretaciones que la cuestión tratada ha suscitado, llega a la conclusión de que la Analítica

trascendental se relaciona con problemas centrales de la teoría lingüística y la filosofía del lenguaje

desarrolladas en estos dos siglos. Como análisis de las categorías, esa sección de la Crítica de la razón

pura se conecta con la cuestión del léxico y, como doctrina de la posible aplicación de las categorías, se

vincula con la cuestión del significado. Por tanto, no es posible hablar de un silencio de Kant respecto del

lenguaje. Sin embargo, puesto que es una forma empírica de conciencia en contraste con la unidad

objetiva de la conciencia, no hay razones por las cuales el lenguaje tenga que convertirse en tema de

consideración teórica en la perspectiva crítico-trascendental. De ahí que este apartamiento de Kant

respecto del lenguaje resulte de un enfoque metódico y no de un desconocimiento. Solo resta dejar

consignado que el eficaz esclarecimiento del carácter bilateral del silencio kantiano constituye un mérito

mayor de la obra.

Roberto J. Walton

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Abreviaturas de las obras de Kant empleadas

EA = Edición de la Academia

Kant's gesammelte Schriften, Real Academia de las Ciencias de Prusia y sus sucesores (Eds.), 29 vols.,

Berlín, W. de Gruyter, 1900 y ss.

Las notas manuscritas de Kant editadas póstumamente y las cartas se citan según la edición de la

Academia; las notas son identificadas por medio de R y las cartas de Kant por el destinatario y la fecha.

Investigación = Investigación sobre la distinción de los principios de la Teología y

de la Moral

Kant, Immanuel, Untersuchung über die Deutlichkeit der Grundsätze der natürlichen Theologie und der

Moral, EA II, 273-301.

CRP = Crítica de la razón pura

Kant, Immanuel, Kritik der reinen Vernunft, F. Meiner, Hamburgo, 1956.

Se cita según es usual la edición original de 1787 (B). Pasajes que sólo se hallan en la primera edición se

citan según la edición de 1781 (A).

Prolegómenos = Prolegómenos a toda metafísica futura que pueda presentarse como

ciencia

Kant, Immanuel, Prolegomena zu einer jeden künftigen Metaphysik die als Wissenschaft wird auftreten

können, EA IV, 255-383.

CFJ = Crítica de la facultad de juzgar

Kant, Immanuel, Kritik der Urteilkskraft, 2º ed (1799), Hamburgo, F. Meiner, 1974.

Antropología = Antropología en sentido pragmático

Kant, Immanuel, Anthropologie in pragmatischer Hinsicht, EA VII, 117-333.

Lógica = Lógica. Un manual de lecciones

I. Kants Logik. Ein Handbuch zu Vorlesungen, hg. v. G. B. Jäsche, EA IX, 1-1501

1 Cuando no se menciona el traductor, las versiones son propias. “[...]” indica una interpolación mía en el texto. La presente versión electrónica difiere del original en lo siguiente: reelaboración del cap 6, actualización de la bibliografia secundaria (puntos 8. 4 a 8. 9), agregado de un breve epílogo. Buenos Aires, Diciembre de 2013

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Contenido

1. La cuestión del lenguaje en Kant

1. 1. Presentación de las discusiones en torno al lenguaje en la filosofía crítica de Kant

1. 2. Propósito y enfoque del presente trabajo

2. El empleo de signos en metafísica

2. 1. La recepción de la tradición: signo y arte característica combinatoria

2. 2. La Investigación acerca de la distinción de los principios de la teología natural y la moral

2. 3. El método de la metafísica

2. 4. La certeza en metafísica

2. 5. Posibilidad de distinción y certeza en los fundamentos del conocimiento natural de Dios y de la

moral

2. 6. Conclusión

3. Facultad de designación y gramática

3. 1. Reglas lógicas y reglas gramaticales

3. 2. El lenguaje como facultad de designación

3. 3. El trasfondo de la reflexión crítica sobre el lenguaje

4. El lenguaje en la óptica trascendental

4. 1. Empleo de signos y método de la filosofía en la óptica trascendental

4. 2. Consecuencias de la tabla de categorías para la reflexión sobre el lenguaje

4. 2. 1. Las categorías como tópica sistemática: la posibilidad de un diccionario completo

4. 2. 2. Investigación de las categorías e investigación gramatical

4. 2. 3. Categorías y arte característica combinatoria

4. 3. Enlace de palabras y unidad de la conciencia

4. 3. 1. Síntesis de reproducción, asociación empírica y estabilidad en el uso de las palabras

4. 3. 2. Unidad de la conciencia y enlace de palabras

5. La acuñación del concepto de significado en la Analítica trascendental

5. 1. ¿Qué tipo de teoría del significado tenía Kant?

5. 2. Tres sentidos de “significado”

5. 3. El significado objetivo

5. 4. Conclusión

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6. Recepción y proyección de la filosofía crítica en la reflexión posterior sobre el lenguaje: una indicación

6. 1. Recepción y proyección en el siglo xix

6. 2. La Crítica de la razón pura y las bases de la filosofía del lenguaje

6. 3. La Crítica de la razón pura en obras fundamentales de la filosofía del lenguaje hacia 1920

6. 4. Conexiones con la filosofía crítica Kant en la reflexión sobre el lenguaje en la década de 1960

6. 5. Recepción y proyecciones crítico-trascendentales de la filosofía crítica de Kant

6. 6. La filosofía crítica de Kant y la filosofía del lenguaje: aspectos de la discusión en la actualidad

7. La comprensión del lenguaje según la Crítica de la razón pura

Epilogo: la filosofía del lenguaje en la Crítica de la razón pura

8. Bibliografía

8. 1. Obras de Kant

8. 2. Versiones en castellano

8. 3. Obras de consulta

8. 4. Historia de la lingüística y de la filosofía del lenguaje

8. 5. Kant: exposiciones de conjunto

8. 6. Trabajos varios sobre Kant consultados

8. 7. Aspectos de la filosofía crítica del conocimiento en la Crítica de la razón pura

8. 8. El lenguaje en Kant

8. 9. La filosofía crítica de Kant en relación con la reflexión posterior sobre el lenguaje

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1. La cuestión del lenguaje en Kant

1. 1. Presentación de las discusiones en torno al lenguaje en la filosofía crítica de Kant

La publicación de la Crítica de la razón pura inició una discusión acerca del lugar del

lenguaje en la filosofía crítica y del valor que debería asignársele para la reflexión filosófica. J. G.

Hamann y J. G. Herder sostuvieron una posición crítica frente a lo que entendieron como falencia de la

filosofía kantiana. Ambos opusieron al criticismo kantiano, centrado en la razón, una, según la expresión

de Hamann, “metacrítica”, basada en la reflexión sobre el lenguaje 2. Al afirmar “la razón es lenguaje” 3

plantearon ya desde entonces la pregunta acerca de “qué función le es reconocida al lenguaje como tal en

la filosofía crítica” 4.

El lenguaje como cuestión no aparece, o sólo aparece en forma marginal, en comentarios

clásicos de la filosofía crítica de Kant en tanto dan testimonio de ello obras como las de H. Vahinger

(Comentario de la “Crítica de la razón pura” de Kant, 1881), A. Riehl (El criticismo filosófico: historia

y sistema, 1908), H. Cohen (La teoría de la experiencia de Kant, 1918), o H. Paton (La metafísica de la

experiencia de Kant, 1936); lo mismo ocurre en léxicos clásicos como los de R. Eisler o H. Radtke 5. En

ese contexto, debe sin embargo señalarse como excepción la obra de N. Kemp Smith (Un Comentario de

la “Crítica de la razón pura” de Kant, 1923) que subraya el papel de la noción de significado (meaning)

para la interpretación en conjunto de la Crítica de la razón pura: “El problema de la Crítica, el análisis de

nuestra conciencia de significado [awareness of meaning] […], es un problema único e indivisible; las

discusiones en cada una de las tres secciones [estética, analítica y dialéctica trascendentales] están

destinadas a ser incompletas, salvo en la medida en que, por una feliz inconsistencia, Kant transgreda los

límites impuestos por su método de tratamiento.” 6. Hacia 1923 E. Cassirer da expresión a lo que, según

lo recién dicho, parecía ser un consenso de hecho en la interpretación de Kant, al señalar que en Kant “el

problema y el tema de una filosofía del lenguaje apenas si alguna vez aparecen mencionados” 7.

2 Johann G. Hamann, „Metaktirik über den Purismus der Vernunft” (1784), J. G. Hamann, Sämtliche Werke III, Viena, Herder, 1951, pp. 281-289. 3 Josef Simon, “Aspectos lingüístico-filosóficos de la historia de la filosofía moderna”, J. Simon (Ed.), Aspectos y problemas de la filosofía del lenguaje, Buenos Aires, Alfa, 1977, pp. 20-25. 4 Ibíd., p. 4. 5 Hermann Cohen, Kants Theorie der Erfahrung, Berlin, Dümmler, 3º ed., 1918; Rudolf Eisler, Kant Lexicon, Hildesheim (1930); Hildesheim-Zurich-Nueva York, reimpresión: Olms, 1984; Herbert J. Paton, Kant's Metaphysic of Experience, Londres-Nueva York, New York Humanities Press, 1936, 3º. ed., 1961; Heinrich Ratke, Systematisches Handlexicon zu Kants Kritik der reinen Vernunft, Hamburgo, F. Meiner, 1929; reimpresión 1965; Aloys Riehl, Der philosophische Kritizismus. Geschichte und System, tomo I, Leipzig, A. Kröner, 3º. ed., 1924; Hans Vaihinger, Commentar zu Kants Kritik der reinen Vernunft, Stuttgart, W. Spemann, 1881-1892, Nueva York-Londres, reimpresión Garland Publishing, 1976. 6 Norman Kemp Smith, Commentary to Kant’s “Critique of Pure Reason”, Londres, (1918) 2° ed. 1923; Nueva York, reimpresión New York Humanities Press, 1962, p. liii. 7 Ernst Cassirer, Geist und Leben. Schriften zu den Lebensordnungen von Natur und Kunst, Geschichte und Sprache, E. W. Orth (Ed.), Reclam, Leipzig 1993, p. 239.

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En el contexto de la filosofía orientada por el giro lingüístico se expuso la teoría crítica del

conocimiento “discutiendo los argumentos kantianos en términos del idioma filosófico moderno” 8. Desde

este punto de vista al equiparar “nuestros conceptos” a “lenguaje” se sostuvo que el análisis kantiano del

conocimiento “se sigue directamente de su enfoque de la importancia del lenguaje en nuestra experiencia” 9.

Tesis semejantes entre sí se suceden a partir de ello. a) La constatación de la ausencia de

desarrollos explícitos de relevancia acerca del lenguaje llevó a hablar del “silencio de Kant” (T. De

Mauro, 1966) 10. b) Si bien se expone con bastante detalle parte de lo que Kant expuso sobre el lenguaje,

se sostiene algo modificada la tesis anterior, afirmando que el discurso filosófico de Kant “se basa en una

desafortunada represión del lenguaje” (D. Markis, 1982) 11. c) Se vuelve a indicar que respecto del

lenguaje “en el sistema de Kant queda abierto un lugar para su posterior desarrollo, que, como tantos

otros lugares en él, Kant deja vacío” (G. Prauss, 1990) 12. d) Se renueva la cuestión, ahora en forma de

preguntas, acerca de la actitud de Kant respecto del lenguaje (D. Di Cesare, 1996 y K. Mosser, 2001) 13.

Aproximadamente durante el mismo período se produjo una reconsideración de la filosofía

crítica de Kant dirigida a proyectarla como filosofía del lenguaje desde un enfoque trascendental: a) J.

Simon, la filosofía trascendental como “metacrítica” de la filosofía lingüística (1971) 14; b) K-O. Apel

„transformación de la filosofía” orientada por la reflexión sobre el lenguaje, constituida a partir de la

filosofía trascendental de Kant (1973) 15; c) W. Hogrebe postula la idea de una “semántica trascendental”

(1974) 16; d) G. Schönrich, la filosofía trascendental como “semiótica trascendental” (1981) 17; e)

reelaboración de la idea de una “semántica: trascendental”, Z. Loparic (2000) 18.

La proyección y discusión de la recepción de la filosofía del conocimiento de Kant en la

teoría y filosofía del lenguaje ha dado lugar a considerar su relación con la “tradición semántica” (J. A.

Coffa, 1991), la lingüística (T. C. Williams, 1993 y P. Perconti, 1999), la filosofía analítica (R. Hanna,

8 Graham Bird, Kant's Theory of Knowledge, Londres - Nueva York, Routledge and Kegan Paul, 1962, p. ix. 9 Ibíd., p. 133. 10 La expresión ha sido empleada por T. de Mauro para referirse precisamente a la actitud de Kant respecto del lenguaje; Tullio de Mauro, Introduzione alla semantica, Bari, Einaudi, 1966, pp. 63-66. 11 Dieter Markis, „Das Problem der Sprache bei Kant”, Briggite Scheer - G. Wohlfart (Eds.), Dimensionen der Sprache in der Philosophie des Deutschen Idealismus, Wurzburgo, Königshausen & Neumann, 1982, p. 111. 12 Gerold Prauss, Die Welt und wir (Band I/1: Sprache - Subjekt - Zeit), Stuttgart, J. B. Metzler, 1990, p. 66. 13 Donatella Di Cesare, “Hat Kant über die Sprache geschwiegen?”, D. Gambarar (Ed.), Language Philosophies and the Language Sciences. A Historical Perspective in Honour of L. Formigari, Münster, Nodus, 1996, pp. 181-200; y Kurt Mosser, “Why Doesn’t Kant Care About Natural Language?”, Dialogue, Nº 40, 2001, pp. 25-51. 14 Josef Simon, Philosophie und linguistische Theorie, Berlín-Nueva York, W. de Gruyter, 1971. 15 Kart Otto Apel, Transformation der Philosophie, (I: Sprachanalytik, Semiotik, Hermeneutik; II: Das Apriori der Kommunikationsgemeinschaft), Francfort del Meno, Suhrkamp, (1973) 1976. 16 Wolfram Hogrebe, Kant und das problem einer transzendentaler Semantik, Friburgo, K. Alber, 1974; y Wolfram Hogrebe, „Semantische Archäologie. Perspektiven der Transzendentalphilosophie”, Zeitschrift für philosophische Forschung, 32, 1978, pp. 195-210. 17 Gerhard Schönrich, Kategorien und transzendentale Argumentation. Kant und die Idee einer transzendentalen Semiotik, Francfort del Meno, Suhrkamp, 1981. 18 Zeljko Loparic, A Semântica transcendental de Kant, Campinas SP, UNICAMP (2000), 3º ed. 2005.

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2001) y la actual filosofía del lenguaje (W. Lütterfelds, 2003) 19. Una interpretación de conjunto de la

filosofía de Kant en conexión con el “lenguaje de la filosofía” ha sido presentada por J. Simon (2003) 20.

Del conjunto de estas discusiones, solamente indicadas, con la finalidad de determinar el tema

y alcance en el cual se ubica el presente trabajo identificamos las siguientes cuestiones:

a) La investigación respecto de lo que Kant efectivamente elaboró y expuso acerca del lenguaje y

conceptos directamente vinculados como los de signo, gramática y significado. Este trabajo se centra en

esta cuestión. Parece claro que lo que se logre establecer respecto de esta cuestión repercute en el análisis

e interpretación de las cuestiones identificadas a continuación en c), d) y e);

b) En conexión con ello, la investigación de las fuentes y motivos referidos a tales conceptos que o bien

Kant reasume, evalúa (como en el caso del arte característica combinatoria), o se hallan presentes en su

obra de diversos modos 21. El presente trabajo se circunscribe a las referencias que respecto de dichas

fuentes se hallan explícitamente en la obra de Kant;

c) El lugar que se le asigna al lenguaje y la valoración que de él se hace en el contexto de la filosofía

crítica de Kant. Este trabajo se refiere a esta cuestión, en general, en las conclusiones de cada capítulo y

en el capítulo final;

d) La influencia, recepción y relaciones de la filosofía crítica con la reflexión posterior sobre el lenguaje,

que incluye, en términos actuales: lingüística, filosofía del lenguaje, fenomenología, hermenéutica y

filosofía analítica. Aspectos de estas vinculaciones estimadas como particularmente relevantes para la

cuestión señalada en a) se consideran en el capítulo seis de este trabajo;

e) La reinterpretación o proyección de la filosofía critica de Kant como reflexión sobre el lenguaje. Podría

ser considerado como parte del punto anterior y se indica aquí también en dicho capítulo. El presente

trabajo no se ocupa de los desarrollos teóricos propios, referentes al lenguaje, en conexión con la filosofía

de Kant, como p. ej. la teoría general del lenguaje de W. von Humboldt, la filosofía de las formas

simbólicas de E. Cassirer, la reinterpretación de la filosofa crítica como análisis de los “límites del

19 Respectivamente: Juan Alberto Coffa, The Semantic Tradition from Kant to Carnap—To the Vienna Station, Linda Wessels (Ed.), Londres - Nueva York, Cambridge University Press, 1991; Terence Charles Williams, Kant’s Philosophy of Language, Chomskyan Linguistics and Its Kantian Roots, USA, E. Mellen Press, 1993 y Pietro Perconti, Kantian Linguistics. Theories of Mental Representation and the Linguistic Transformation of Kantism, Munster, Nodus, 1999; Robert Hanna, Kant and the Foundations of Analytic Philosophy, Oxford, Clarendon - Oxford University Press, 2001; Wilhelm Lütterfelds, „Kant in der gegenwärtigen Sprachphilosophie”, D. Heidemann – Kristina Engelhard (Eds.), Warum Kant heute?, Berlín - Nueva York, W. de Gruyter, 2003, pp.150-176. 20 Josef Simon, Kant. Die fremde Vernunft und die Sprache der Philosophie, Berlín - Nueva York, W. de Gruyter, 2003. 21 Un ejemplo de ello es Ada Lamacchia, „Sprachphilosophische Erwägungen zur Funktion von Signum und Symbolum in Kants kritischer Philosophie”, L.W. Beck (Ed.), Proceedings of the Third International Kant-Congress, Dordrecht, Reidel, 1972, 376-394 y Ada Lamacchia, “La ‚Cognitio Symbolica’: un problema de la hermenéutica kantiana”, Cuadernos de filosofía, 20, 1973, pp. 371-411. Este enfoque ha sido muy desarrollado respecto de la lógica formal en la filosofía crítica. Algunos trabajos representativos de ello: Thomas Pinder, „Kants Begriff der Logik”, Archiv für Geschichte der Philosophie, 61, 1979, pp. 309-36; Giorgio Tonelli, “Analysis and Synthesis in XVIIIth. Century Philosophy Prior to Kant”, Archiv für Begriffgeschichte, 20, 1976, pp. 178-213; Giorgio Tonelli, “Critique and Related Terms Prior to Kant: A Historical Survey”, Kant-Studien, 69, 1978, pp. 119-148; y María Jesús V.ázquez Lobeiras, “Estudio preliminar”, I. Kant Lógica. Un manual de lecciones, Madrid, Akal, 2000, pp. 13-67.

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sentido” de P. Strawson, o la “transformación de la filosofía” de K-O. Apel como una nueva filosofía

trascendental como tal.

1. 2. Propósito y enfoque del presente trabajo

En el comentario e interpretación de la cuestión del lenguaje en Kant la referencia a los

escasos desarrollos o incluso menciones al lenguaje en sus obras es ya un lugar común que puede servir

como punto de partida del examen aquí propuesto. Ello puede ser precisado, en un primer momento, con

relación al contexto filosófico previo a Kant, recordando que en las obras de Kant no se encuentran

elaboraciones acerca del lenguaje, para mencionar ejemplos claramente contrastables, como las que son

dable hallar en J. Locke o G. W. Leibniz 22. Decir esto, sin embargo, no cierra la cuestión del lenguaje en

Kant; particularmente si se toma en cuenta la influencia que tuvo la filosofía crítica en la posterior

reflexión sobre el lenguaje. Una de las recientes evaluaciones respecto de la relación de Kant con la

filosofía del lenguaje sostiene que la cuestión del lenguaje en Kant oscila entre un polo, donde se verifica

que Kant prácticamente no ha hablado del lenguaje y que en sus obras no se halla una filosofía del

lenguaje elaborada y articulada explícitamente, y otro, donde se puede constatar que “a pesar de ello

ningún filósofo de la época moderna ha tenido una influencia en la filosofía del lenguaje tan grande como

la suya” 23. Sin necesidad de sostener la tesis de que ninguna otra influencia sería tan grande como la de

Kant, queda en pie la importancia de esta influencia, así como el que ésta reobra como motivo de

indagación de la obra misma de Kant.

Con ello queda indicado el tema en general del presente trabajo. Su propósito, asimismo,

radica en identificar, caracterizar y evaluar la posición de Kant respecto del lenguaje en el marco de su

filosofía critica. O también, en presentar una interpretación de la cuestión del lenguaje en dicho marco.

Esta interpretación se orienta por la posición identificable respecto del lenguaje en un capítulo de la

filosofía crítica: la Analítica trascendental de la Crítica de la razón pura. Ello no quiere decir que el

presente trabajo se circunscriba al examen de tal capítulo. Por el contrario, sigue la noción de lenguaje en

varios momentos de la obra de Kant si bien inscribe los resultados de los análisis de tales momentos en

dicha posición articulada por el punto de vista metódico trascendental tal como es plasmado en la Crítica

de la razón pura.

Qué pueda entenderse por “lenguaje”, particularmente en conexión con la filosofía de Kant

como en este caso, forma parte de la cuestión a examinar. En el contexto de las ciencias del lenguaje

actuales la cantidad y variedad de caracterizaciones de qué pueda entenderse por lenguaje ha llevado a

22 J. Locke expone su concepción del lenguaje en el tercer libro y el último capítulo del libro cuarto de An Essay concerning Human Understanding (1690). En Nouveaux essais sur l'entendement humain, escrito en 1703, pero publicado póstumo en 1765, G. W. Leibniz discute la concepción de Locke expuesta en la obra recién mencionada. 23 Josef Simon, „Immanuel Kant”, T. Borsche (Ed.), Klassiker der Sprachphilosophie, Munich, C.H. Beck, 1996, p. 233.

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sugerir directamente la conveniencia de evitar dar una definición 24. En este trabajo tomaremos como guía

la idea de que lenguaje, en consonancia con la identificación por parte de Kant del lenguaje como

“facultad de designación” 25, se refiere a la capacidad humana de producir sonidos articulados con

sentido. Asimismo, para responder a la cuestión del lenguaje en el contexto señalado, examinaremos las

nociones, directamente emparentadas con lenguaje, de signo, gramática y significado.

El propósito de este trabajo consiste, pues, en mostrar que en la Analítica trascendental de la

Crítica de la razón pura es posible identificar un concepto de lenguaje como resultado de una

argumentación que puede ser reconstruida siguiendo las referencias explícitas en los textos de Kant a

nociones como las de lenguaje (Sprache), signo (Zeichen), gramática (Grammatik) y significado

(Bedeutung). También intenta mostrar que dicho concepto se ubica en una perspectiva fundada metódica

y filosóficamente y que por ello es conveniente aproximarse a él tratando de seguir la propia

terminología, conceptos y, en ese sentido, horizonte de comprensión, característicos de la filosofía crítica.

Si ello es posible, y en el caso de serlo hasta qué punto, es una discusión de múltiples

aspectos. Una de las dificultades implicadas en ella se relaciona directamente con la identificación misma

de los textos a interpretar. En un destacado examen de la deducción trascendental de las categorías se ha

sostenido: “Aún hoy no sabemos como deben ser interpretados los textos filosóficos” 26. Sirva esto sólo

para indicar el problema e introducir el enfoque adoptado en el presente trabajo. Según lo dicho, parece

pues conveniente proceder de la siguiente manera. Dado que prácticamente desde la publicación de la

Crítica de la razón pura hasta la actualidad la tesis del “silencio” de Kant respecto del lenguaje (y

formulaciones semejantes) ha tenido un significativo consenso, parece valer la pena examinar con

detenimiento los textos de Kant. Se sostiene en este trabajo que, dada la ausencia de consideraciones

explícitas del lenguaje de cierta envergadura, la presentación de aquellos pasajes donde Kant se refiere al

mismo cobran un particular valor como parte de la argumentación que se trata de sostener. Acorde a ello,

el procedimiento en este trabajo consiste en la presentación de los textos en los cuales Kant se refiere

explícitamente al lenguaje y a las nociones directamente vinculadas con él (signo, gramática, significado).

El procedimiento seguido aquí es pues el de examinar las indicaciones presentadas por Kant con la

finalidad de comprender y evaluar las argumentaciones que puedan estar contenidas en ellas.

Este procedimiento se diferencia de otros enfoques llevados a cabo. Se diferencia, en primer

lugar, de aquellos enfoques que asumen como punto de partida y eventualmente clave de interpretación

una perspectiva basada en un desarrollo teórico posterior. Valga como ejemplo el ya mencionado de G.

Bird según el cual al discutir “los argumentos kantianos en términos del idioma filosófico moderno” 27

24 The Cambridge Encyclopedia of Language D. Cristal (Ed.), Cambridge, Cambridge University Press, 2º ed. 1997, p. 400. 25 Cf. Aquí 3. 2. 26 Dieter Henrich, Identität und Objektivität, Heidelberg, C. Winter Univesitätsverlag, 1976, p. 9. 27 Graham Bird, Kant's Theory of Knowledge, Londres - Nueva York, Routledge and Kegan Paul, 1962, p. ix.

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sería posible equiparar “nuestros conceptos” a “lenguaje” 28. Si bien este enfoque también puede

contribuir a la comprensión de la posición de la filosofía crítica de Kant respecto del lenguaje, resulta

difícil ver cómo se puede mantener la identidad de ésta que, en sus propios términos, precisamente

distingue, para decirlo simplificadamente, entre lenguaje y concepto. Se distingue también del enfoque

adoptado por M. Riedel, para quien el lenguaje tiene en Kant un rango teórico especial, es un “concepto

operativo”, un concepto que Kant emplearía pero al cual no se referiría explícitamente. Es decir, según

Riedel, es un concepto que “concierne directamente a la cuestión de la crítica de la razón y precisamente

por ello jamás llega a ser tematizado” 29. La pregunta que inmediatamente se plantea es qué ocurre con lo

que Kant sí dice explícitamente respecto del lenguaje, y en ese sentido al menos considera temáticamente.

¿Cómo se compatibilizan este tipo de enunciados con las posiciones o enunciados operativos? Sirva esto

sólo de indicación para lo que debería ser una discusión más detallada, pero a la cual conviene arribar

luego del desarrollo de la argumentación sostenida aquí, la cual se orienta justamente en una dirección

inversa a ambos enfoques, la que lleva a determinar los límites conceptuales de la posición explícita de

Kant respecto del lenguaje. Frente a ambos enfoques, pues, este trabajo tiene como propósito una

reconstrucción a lo que efectivamente fue la posición de Kant en los términos propios de sus

formulaciones.

La presente interpretación se halla estructurada sobre pasajes explícitos referidos al lenguaje,

el signo, la gramática y el significado en el marco de la obra crítica. Lo previo, paralelo o incluso

posterior en la obra de Kant a ésta se comprende en función de su posible contribución a la

argumentación sostenida en el marco crítico. Esta argumentación prácticamente implica la trama

conceptual de la filosofía crítica en su conjunto, sin embargo, lo único que se analiza y discute de dicho

contexto como tal son las cuatro nociones mencionadas: lenguaje, signo, gramática y significado.

28 Ibíd., p. 133. 29 Mamfred Riedel, „Kritik der reinen Vernunft und Sprache. Zum Kategorienproblem bei Kant”, Allgemeine Zeitschrift für Philosophie, 3, 1982, p. 5.

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2. El empleo de signos en metafísica

2. 1. La recepción de la tradición: signo y arte característica combinatoria

La recepción por parte de Kant de concepciones del signo y del lenguaje provenientes de la

tradición inmediata se halla en el contexto y en función de su análisis de cuestiones metafísicas. Entre los

exámenes vinculados al lenguaje disponibles para Kant en el contexto filosófico inmediato se encontraban

los siguientes. J. Locke expone su concepción del lenguaje en el tercer libro y el último capítulo del libro

cuarto de An Essay concerning Human Understanding (Ensayo sobre el entendimiento humano) (1690).

Esta obra que influyó decisivamente en la reflexión sobre el lenguaje en el siglo xviii, fue conocida en el

contexto germano parlante a través de sus versiones francesa (1700) y latina (1701). En Königsberg

Martin Knutzen, profesor de Kant, recomendaba la lectura de los escritos de Locke a sus estudiantes. A su

vez, en Halle, G. F. Meier, cuyo texto de lógica Kant empleaba en sus lecciones, dictó lecciones sobre

Locke que incluían su filosofía del conocimiento y del lenguaje 30. La concepción del lenguaje de Locke

fue analizada y discutida por J. H. Lambert, Ch. Wolff y G. W. Leibniz, que influyen en la lógica y

metodología kantianas, p. ej. en relación con la noción de signo 31. G. W. Leibniz discute la concepción

de Locke en Nouveaux essais sur l'entendement humain, escrito en 1703, pero publicado póstumo en

1765. En relación a ello G. Martin indica que la lógica analítica de Leibniz sirve de base al Kant

precrítico 32. A su vez, A. G. Baumgarten, Ch. A. Crusius, G. F. Meier, J. H. Lambert y J. Ch. Wolff

constituyen, junto a Leibniz, las fuentes racionalistas en las cuales se apoya Kant para establecer sus

nociones de signo y símbolo 33.

La investigación metafísica se halla ligada a una reflexión acerca de su método y forma parte

de esta reflexión el considerar los signos en los cuales se formula, ello puede verse ya en 1755 en Nueva

dilucidación de los primeros principios del conocimiento metafísico donde Kant evalúa el “arte

característica combinatoria” de manera explícita en los siguientes términos:

“He aquí un ejemplo de poca importancia, pero no del todo desdeñable, en el arte característica

combinatoria; en efecto, los términos simplísimos de que nos valemos para explicar estos principios no

difieren en casi nada de los caracteres. Con respecto a este arte, tan ponderado por Leibnitz, como todos

30 Reinhardt Brandt - Heinrich Klemme, “John Locke”, T. Borsche (Ed.), Klassiker der Sprachphilosophie, Munich, C. H. Beck, 1996, p. 134. Respecto de la reflexión 398 donde se habla de la “disputa de palabras” comenta la edición de la Academia: “Probablemente piensa Kant aquí en An Essay concerning Human Understanding, Libro III, Cap 2 §§, 2, 3 y 8; Cap 9 § 4 ss, especialmente § 8; Cap. 10 § 22 de J. Locke; pasajes donde J. Locke dice que las palabras sólo son signos sensibles de las ideas y que ello de ningún modo implica que el hablante y el oyente al valerse de las mismas palabras también opinen lo mismo.” Reflexionen zur Anthropologíe, EA, XV, 160 (R 398). 31 Reinhardt Brandt - Heinrich Klemme, loc. cit., p. 144. 32 Cf. Gottfried Martin, Leibniz. Logik und Metaphysik, Berlin- New York, Berlín – Nueva York, W. de Gruyter, (2° ed.) 1967, pp. 212 y 221. 33 Al respecto los ya mencionados trabajos de Ada Lamacchia, aquí en la nota 20.

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los eruditos se han quejado de que a su muerte ha sido sepultada en el mismo túmulo con tan grande

varón, en esta ocasión voy a decir lo que pienso al respecto. Confieso que en las palabras del gran filósofo

creo advertir una semejanza con el testamento de aquel padre de Esopo que en el momento de morir

advirtió a sus hijos que había escondido un tesoro en cierto lugar de sus tierras y como exhalara el último

suspiro antes de precisar el punto exacto, dio con ello a sus hijos ocasión para remover con afán todo el

campo y trabajar incesantemente el terreno hasta que, perdida la ilusión de encontrar el tesoro, vieron que

la fecundidad de la tierra recompensaba con creces sus esfuerzos. Y estimo en verdad que este único fruto

debe esperarse de la indagación de su renombrada disciplina, si hay quienes sostienen que se debe

seguirla hasta el presente. Pero si se me permite decir abiertamente mi opinión, mucho me temo que le

suceda al sabio incomparable lo mismo que señala en la Química el sabio Boerhaave con respecto a los

más grandes artífices de los alquimistas; porque después de descubrir muchos y extraordinarios secretos

llegaron a pensar que todo lo podrían conseguir con tal que se aplicaran a ello y con cierta velocidad de

previsión dieran por hechas las cosas que podían suceder. No cabe duda de que cuando nos referimos a

los principios absolutamente primeros está bien valerse del arte característica en las ocasiones en que

deban usarse nociones y aun términos o signos muy simples; pero cuando hay que expresar el

conocimiento compuesto con la ayuda de los caracteres, toda la perspicacia del ingenio se queda de

pronto atascada como en una roca y se ve impedida por inextricable dificultad.” 34.

Sirva esto como primer indicio de una actitud expresa por parte de Kant respecto del posible

valor del empleo de esta forma de designación con respecto a la complejidad del conocimiento en

cuestiones metafísicas.

A su vez, el editor de las lecciones de lógica, G. B. Jäsche, indica que Kant había adoptado en

1765 y usado de manera continua desde entonces como guía para sus lecciones de lógica el manual de

Meier 35. En él se halla la caracterización del concepto de signo que sintetiza la tradición que sirve de

base a la elaboración de la perspectiva de Kant:

“Un signo [Zeichen] (signum, symbolum) es un medio a través de cuyo uso puede ser conocida la realidad

de otra cosa; la cual se denomina la cosa designada [bezeichnete Sache] o el significado [Bedeutung]

(signatum, significatus). Una expresión [Ausdruck] (terminus) es un signo del conocimiento, las

expresiones que normalmente residen en la voz humana se denominan palabras [Worte] (vocabulum). El

34 Immanuel Kant, Nueva dilucidación de los primeros principios del conocimiento metafísico (Trad. B. Maas de Zagalasky), Cuadernos de filosofía, 20, 1973, p. 450. 35 Lógica, AA, IX 3. Jäsche se refiere a Georg Friederich Meier Auszug aus der Vernunftlehre, Halle bei Gebauer 1752, esta obra constituye una versión abreviada de la Doctrina de la razón. Ambas versiones fueron publicadas simultáneamente, el extracto parece pensado para servir como manual, según observa María Jesús V.ázquez Lobeiras, op. cit. p. 33 (nota 98); Cf. Ibíd., pp. 32-35.

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conocimiento [Erkenntnis] designado a través de expresiones y palabras es denominado el significado del

mismo (significatus vocabuli et termini).” (EA, XVI, 815).

Esta formulación presenta en general la comprensión del signo que veremos en la

Investigación y sirve de guía tanto al desarrollo de la concepción kantiana de la lógica formal en la

Lógica como a la identificación del lenguaje como facultad de designación a partir de la Antropología.

Una reflexión explicita respecto del empleo de signos en filosofía en general, especialmente en

metafísica, y el uso de una concepción de signo reasumida de la tradición identifican, ya desde estos

momentos iniciales, la reflexión kantiana del lenguaje.

2. 2. La Investigación acerca de la distinción de los principios de la teología natural y la moral

El uso del lenguaje y su relación con la posibilidad del conocimiento en filosofía,

especialmente en metafísica, aparecen explícitamente como problema para la reflexión filosófica en

Investigación acerca de la distinción de los principios de la teología natural y la moral de 1764, donde

Kant responde a la cuestión planteada por la Academia de Ciencias de Berlín acerca del grado de

evidencia de las verdades de la metafísica. La importancia de este escrito para el tema que nos ocupa es

decisiva, ya que este texto indica la conexión establecida por Kant entre la reflexión filosófica y los

signos en que ésta se expresa y formula. En él se confirma tanto la diferenciación respecto del arte

característica combinatoria leibniziana como la asunción por parte de Kant de la concepción del signo y

del lenguaje heredada de la tradición, sintetizada en la caracterización de Meier. En este escrito Kant

rechaza la posibilidad de un método único para matemática y filosofía. Precisamente, el tipo de signos

que cada una emplea y su uso en ellas tienen un papel central en el establecimiento de la diferenciación

entre ambos métodos.

La resolución de la cuestión planteada respecto del grado de certeza posible de alcanzar en

metafísica le aparecía a Kant como condición para una nueva configuración de la metafísica que superara

la continua diversidad de opiniones y posiciones que la caracterizaba. La respuesta a la cuestión no podía

entonces ser, a su vez, planteada como metafísica, ya que ello implicaba repetir las mismas dificultades

que se buscaba superar. Por ello, en vez de ofrecer una respuesta más en el contexto inmediato de esta

disciplina, Kant se propone como tarea central establecer las bases de un método que le posibilitara a la

metafísica lograr “la más alta certeza” (Investigación, EA II, 275) y permitiera superar así la diversidad

de opiniones. Dicha respuesta no podía basarse, entonces, según Kant, ni en las doctrinas ya establecidas,

cuya falta de evidencia precisamente había dado lugar a la cuestión planteada, ni en el establecimiento de

definiciones como punto de partida de la investigación, procedimiento que filosofía debía evitar La guía

para la unificación de los esfuerzos teóricos en filosofía debía ser buscada en el método y era ofrecida por

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el método aplicado por Newton en la ciencias de la naturaleza. Tal como Newton había establecido un

método seguro, sustentado en la “experiencia y la geometría” (Investigación, EA II, 275), superando con

ello los intentos de obtener conocimiento a través de dudosas hipótesis, también la experiencia debía ser

el fundamento para el método filosófico; pero, en filosofía, a diferencia de la ciencia natural, ésta, en vez

de la experiencia externa, debía ser una “experiencia interna segura” (Investigación, EA II, 286). En este

sentido el empleo del lenguaje es confrontado con la evidencia que debía ofrecer la “forma de

conocimiento” (Investigación, EA II, 275) propia de la metafísica. Acorde a ello la metafísica debía

proceder por medio de la experiencia y buscar en una “conciencia intuitiva inmediata” (Investigación,

EA II, 286) las notas propias que pueden hallarse como ciertas en un concepto. Frente a esta necesidad de

distinción conceptual y a la exigencia de evidencia en el conocimiento e! empleo del lenguaje aparece

como factor de posible confusión e incertidumbre que contribuye al error.

El empleo del lenguaje es considerado explícitamente en relación con el método de la

metafísica de una doble manera. En primer término, al examinar las consecuencias que trae para el

método de la metafísica el que sus signos sean palabras. A ello se refiere Kant en el desarrollo de las tres

primeras secciones de las cuatro que componen el escrito (Cf. Investigación, EA II, 278-79, 284 y 291-

92). En segundo lugar, al enunciar la primera regla del método de la metafísica, una de las dos que

estipula, la cual niega a la metafísica la posibilidad del empleo de definiciones al comienzo de la

investigación, ya que éstas, en ese caso, sólo serían definiciones nominales (Cf. Investigación, EA II,

285). Esta doble consideración explícita muestra los aspectos más salientes de una reflexión que, al

evaluar el empleo del lenguaje en relación al método que debía seguir metafísica, indica aspectos

centrales de la vinculación entre el lenguaje y la naturaleza de la metafísica. Dicha reflexión comienza

con una comparación entre las maneras de lograr certeza en matemática y en filosofía, luego propone el

nuevo método para acceder a la certeza metafísica y caracteriza la naturaleza específica de ésta.

Finalmente, analiza la distinción y la certeza en el saber acerca de Dios y de la moral.

2. 3. Certeza y empleo de signos en matemática y filosofía

La comparación entre las maneras de lograr certeza (Gewißheit) en el “conocimiento

matemático” y el “conocimiento filosófico” (Investigación, EA II, 276) establece cuatro diferencias

centrales.

a) Las definiciones en matemática se obtienen sintéticamente, en filosofía, analíticamente. Las formas de

arribar a un concepto universal son dos: el enlace arbitrario (willkürlich), convencional, de conceptos o la

separación que por medio del análisis clarifica un conocimiento complejo dado. La matemática procede

de la primera manera. En ella el concepto definido surge por medio de la definición, no preexiste a ésta.

Con las definiciones en filosofía ocurre algo enteramente distinto, aquí “el concepto de la cosa ya está

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dado, pero de manera confusa o insuficientemente determinado” (Investigación, EA, II, 276). En este caso

el concepto debe ser analizado, se debe separar las notas (Merkmale) que lo componen, compararlas en

todos los casos, y precisar detalladamente y determinar el pensamiento abstracto 36. Por ejemplo, si se

quiere definir el concepto de tiempo, se debe partir de la idea común que se tiene y considerarla en todas

sus relaciones posibles para descubrir sus notas por medio del análisis, conectar las distintas notas

abstraídas, para ver si pueden brindar un concepto suficiente, si son coherentes entre sí y si una no está ya

incluida en otra. Si se quisiera proceder sintéticamente en este caso, sólo el azar haría que tal definición

expresara el concepto dado. A la posible objeción de que los filósofos, de hecho, proceden también de

manera sintética, cuando, p. ej. definen a una substancia dotada de razón como espíritu, responde Kant

que “tales determinaciones del significado de una palabra (Wortbedeutung) no son definiciones

filosóficas, sino, en el caso de que se las quiera llamar definiciones, serían meramente definiciones

gramaticales. Pues para decir con qué nombre (Name) se quiere acompañar un concepto establecido por

convención no hace falta la filosofía.” (Investigación, EA II, 277). El ejemplo de Kant es el de mónada,

según él, un concepto inventado, pero no dado.

b) La matemática considera la universalidad en los signos in concreto, la filosofía por medio de signos in

abstracto. En la aritmética se reemplazan las “cosas” (Sachen) por signos (Zeichen), empleando

designaciones (Bezeichnungen) específicas para el aumento o disminución, y, en general, para las

relaciones entre números. Se procede siguiendo reglas sencillas de reemplazo, asociación o pasaje de

términos. De este modo “la cosa designada es completamente dejada fuera del pensamiento, hasta que,

finalmente, con el resultado se descifra el significado (Bedeutung) de la consecuencia simbólica

(symbolischen Folgerung).” (Investigación, EA II, 278). Asimismo, en geometría, en un círculo cortado

por una línea, se puede conocer in concreto, las propiedades universales referidas al mismo. Comparado

con ello el procedimiento en filosofía es enteramente diferente ya que:

“Los signos de la reflexión filosófica jamás son otra cosa que palabras (Worte), que, en su composición,

no informan acerca de los conceptos parciales en los cuales consiste la idea total indicada (andeutet) por

la palabra, ni tampoco son aptos, en sus combinaciones, para designar (bezeichnen) las relaciones de los

pensamientos filosóficos. De allí que en este género de conocimiento en todo examen se deba tener ante

los ojos la cosa misma y resulte necesario representarse lo universal in abstracto sin poder hacer uso de la

importante facilidad de proceder con signos particulares en vez del concepto universal de la cosa misma.”

(Investigación, EA II, 278-79).

36 En la Lógica Kant caracteriza “nota” del modo siguiente: “Una nota [Merkmal] es aquello en una cosa que constituye una parte del conocimiento de la misma o, lo que es lo mismo, una representación parcial en la medida en que es considerada como fundamento de conocimiento de la representación total. Según esto todos nuestros conceptos son notas y todo pensar no es otra cosa que un representar por medio de notas.” Lógica, EA IX, 58.

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20

En el caso de que la filosofía quisiera explicar, por ejemplo, que todo cuerpo está compuesto de

sustancias simples, debe primero dejar en claro que éste es una totalidad compuesta de sustancias y

proseguir así precisando las condiciones requeridas para arribar a tal conclusión. Pero,

“Aquí ni figuras ni signos visibles (sichtbare Zeichen) pueden expresar (ausdrücken) los pensamientos así

como tampoco sus relaciones; tampoco se puede realizar una permutación de signos según reglas en lugar

de la consideración abstracta, de modo tal que con este proceder se substituya la representación de la cosa

misma con la representación más clara y más cómoda de los signos, sino que lo universal debe ser

examinado in abstracto.” (Investigación, EA II, 279).

c) En matemática los conceptos inanalizables y principios indemostrables son pocos, en filosofía

numerosos. Conceptos como los de cantidad, unidad o espacio son inanalizables, al menos en el sentido

de que su análisis y definición no pertenecen a la matemática como tal. En sentido estricto, ello no forma

parte de la matemática, pues la matemática jamás procede por descomposición de un concepto dado, sino,

como se dijera, por medio de un enlace entre conceptos por convención. En filosofía el análisis de los

conceptos es necesario, ya que de ello depende tanto la certeza que puede lograr el conocimiento como la

posibilidad del establecimiento de consecuencias seguras. Pero es igualmente claro que es inevitable

llegar a conceptos inanalizables (sea por ellos mismos o para nosotros), los cuales son numerosos en la

medida en que no es posible que conocimientos universales de la diversidad que se le ofrece a la filosofía

pueda ser el resultado de la composición de pocos conceptos fundamentales. De allí que son muchos

aquellos conceptos que, como el tiempo, el espacio, o la diversidad de sentimientos no pueden ser

descompuestos. Las definiciones de conceptos como los de deseo, placer o displacer jamás han sido, de

manera detallada y exhaustiva, completamente analizadas. De forma tal que con conceptos de clases tan

variadas se debe suponer como fundamento diferentes conceptos elementales. Con relación a los

principios indemostrables, en la matemática éstos son muy pocos, como p. ej. el todo es igual a las suma

de las partes o entre dos puntos sólo puede haber una recta, y, si bien ellos son susceptibles de

demostración, en esta disciplina son tenido como inmediatamente ciertos. Comparado con ello, en

filosofía sería sumamente valioso poseer un cuadro de los principios indemostrables. La búsqueda de

estas verdades fundamentales indemostrables es la tarea más importante de la filosofía y su

descubrimiento jamás tendría fin, pues cualquiera fuera el objeto, aquellas notas que el entendimiento

capta en él son los datos para otros varios principios indemostrables, los cuales constituyen el fundamento

a partir del cual las definiciones pueden ser establecidas. Por ejemplo, antes de poder definir qué es el

espacio se debe primero buscar por análisis aquellas notas que pueden ser pensadas en forma inmediata

en él. Es posible identificar, p. ej. que en él muchas cosas se dan unas junto a otras, que éstas pueden ser

substancias y que el espacio tiene tres dimensiones, Proposiciones como éstas pueden perfectamente ser

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aclaradas (erläutern) en tanto que siendo consideradas in concreto se puede conocerlas intuitivamente

“pero jamás pueden ser demostradas” (Investigación, EA II, 281); y no pueden serlo puesto que ellas

constituyen “los primeros y más simples pensamientos” (Gedanken) (Investigación, EA II, 281) que se

pueden tener del objeto cuando se comienza con su análisis. A su vez, en matemática los primeros

pensamientos que se pueden tener de lo que se va a conocer constituyen, precisamente, la definición,

porque el concepto del objeto recién se produce por medio de la definición y, por ello, sencillamente no

corresponde considerarlo como demostrable, puesto que precisamente la síntesis que lo posibilita como

tal es lo primero. Por su parte,

“En filosofía, donde el concepto que se debe definir me es dado, lo que primera e inmediatamente es

percibido en él debe servir como juicio fundante (Grundurtheil) indemostrable. Pues, puesto que aún no

tengo el concepto total distinto de la cosa, sino que, ante todo, lo busco, este juicio fundante no puede ser

demostrado a partir de dicho concepto, de modo tal que éste tiene, más bien, la función de producir el

conocimiento distinto y la definición. Por consiguiente, habré de tener juicios fundantes primeros antes de

toda definición filosófica de la cosa, si bien aquí puede producirse el error de que considere como una

nota primitiva (uranfängliches Merkmal), lo que en realidad es una nota derivada (abgeleitetes

Merkmal).” (Investigación, EA II, 281-2).

d) El objeto de la matemática es simple y sencillo, el de la filosofía complejo e intrincado. El

conocimiento matemático se basa en conocimientos fundamentales, claros y ciertos, referidos a la

cantidad, lo cual constituye la aritmética general. Algo muy semejante ocurre con respecto al espacio y a

la geometría. La relación de un trillón respecto de la unidad es entera y claramente comprensible, en

cambio de ningún modo lo es la relación del concepto de libertad respecto de sus presuntas “unidades”, es

decir de conceptos simples y conocidos que lo constituyeran. Los objetos de la filosofía son complejos,

están constituidos por cualidades “'infinitamente variadas” que para ser diferenciadas requieren de mucho

trabajo de análisis (Investigación, EA II, 282); de modo semejante es aún más difícil resolver los

conocimientos entrelazados por medio de la descomposición.

2. 3. El método de la metafísica

El balance de la comparación general arroja como resultado que las diferencias entre ambos

tipos de conocimiento son esenciales y que “nada ha sido más perjudicial para la filosofía que la

matemática, esto es, el pensar en imitar su método allí donde su aplicación es imposible” (Investigación,

EA II, 283). Dado que la metafísica “es una filosofía de los fundamentos primeros de nuestro

conocimiento” (Investigación, EA II, 283), a la diferenciación entre metafísica y matemática le cabe lo

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dicho acerca de la distinción entre filosofía y matemática. Según ello, la matemática tiene su punto de

partida en la definición de su objeto, mientras que la metafísica jamás debe comenzar de este modo, sino

que, antes bien, la definición en metafísica es “lo último” (Investigación, EA II, 283) que se conoce de

algo. En ella el concepto es dado pero de manera confusa y su la tarea consiste en aclararlo y examinarlo

para llegar a su determinación precisa. Refiriéndose al ejemplo clásico del tiempo, dice Kant que aquí la

investigación debe comenzar con una serie de operaciones a realizar entre sus notas características, como

la comparación, la subordinación y la delimitación, que abran la vía para una aclaración de la idea en

cuestión. Del tiempo, ejemplo arquetípico de la dificultad en el conocimiento metafísico,

“muchas cosas verdaderas y penetrantes han sido dichas, sin embargo su definición real (Realerklärung)

jamás ha sido dada. La definición nominal (Namenerklärung) por su parte nos ayuda poco o nada, pues

aún sin ella se comprende suficientemente esta palabra (Wort) como para no confundirla. Si tuviéramos

tantas definiciones correctas como las que aparecen en los libros bajo este nombre, con qué seguridad no

procederíamos y cuántas consecuencias podríamos derivar de ello. Pero la experiencia nos enseña lo

contrario.” (Investigación, EA II, 284).

Sin embargo, en metafísica es posible obtener conocimientos claros y ciertos de un objeto y, a partir de

ello, establecer consecuencias aún antes de llegar a dar la definición; en ella es posible llegar a conocer

con certeza ciertos predicados, aun cuando no sea posible dar “el concepto exhaustivamente determinado

de la cosa, es decir, la definición.” (Investigación, EA II, 284). Así p. ej. aun cuando no se sepa qué es el

deseo, puede decirse con certeza que todo deseo presupone una representación de lo deseado o que esta

representación se refiere al futuro, lo cual, sin embargo, no suprime el carácter provisorio de tal

conocimiento, que, por lo parcial, se mueve en un terreno incierto. Lo que se sabe en matemática, por el

contrario es completamente diferente.

“En la matemática el significado (Bedeutung) de los signos (Zeichen) es seguro, porque uno puede

volverse fácilmente conciente de cuál ha sido el que ha querido asignarle. En la filosofía en general y en

la metafísica en particular las palabras (Worte) tienen su significado (Bedeutung) por su uso en el habla

(Redegebrauch), a no ser que éste les sea más precisamente determinado a través de una precisión lógica.

Pero, puesto que a menudo se emplean las mismas palabras para conceptos que sin embargo contienen

escondida una diferencia notable, aquí, en la aplicación en cada caso del concepto (aun cuando su

denominación (Benennung) parezca apropiada para el uso en el habla), se debe prestar una precavida

atención a si realmente también es el mismo concepto el que ha sido enlazado con el mismo signo.”

(Investigación, EA II, 284-85).

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Bajo el mismo nombre puede haber, pues, dos conceptos. Así p. ej. se dice que una persona distingue el

oro del latón y que una animal distingue entre alimentos usando la misma palabra, aun cuando en el

primer caso “distinguir” sólo puede tener lugar si se juzga, lo cual no ocurre en el segundo. El análisis

realizado hasta aquí resulta en el establecimiento de las dos reglas del método según el cual se puede

alcanzar la mayor certeza posible en metafísica.

“La primera y principal regla es que no se comience con definiciones, ya que éstas serían sólo

definiciones nominales (Worterklärung) de lo que se busca, p. ej. necesario es aquello cuyo contradictorio

es imposible. Pero también aquí son muy pocos los casos en los cuales se puede, desde el mismo inicio,

establecer con firmeza el concepto claramente determinado. Se debe más bien primero buscar con

cuidado en el objeto aquello de lo que uno, en forma inmediata, está seguro, aun antes de poseer su

definición.” (Investigación, EA II, 285).

A partir de ello pueden establecerse conclusiones y realizar juicios ciertos del objeto sin tener

el dominio que brinda la definición, la cual nunca debía ser el producto de un examen o conclusión

apresurados, sino el resultado manifiesto que se ofrece con total distinción en el juicio. La segunda regla

es que en los juicios inmediatos del objeto se identifique lo que puede encontrarse en él con total certeza;

luego uno debe asegurarse de que un juicio no esté ya contenido en el otro, tal como se procede con los

axiomas de la geometría. Ambas reglas caracterizan al nuevo método de la metafísica que

fundamentalmente es el mismo que “Newton introdujo en las ciencias de la naturaleza” (Investigación EA

II, 286). Según éste se debe, a través de experiencias seguras, y con ayuda de la geometría, buscar las

reglas según las cuales tienen lugar los fenómenos de la naturaleza. Los acontecimientos de la naturaleza

se explican cuando se muestra claramente cómo éstos se hallan bajo reglas conocidas. Ello es posible,

aun cuando el fundamento primero de tales reglas no sea directamente perceptible en los cuerpos. De

manera semejante en la metafísica se debe buscar a través de una “experiencia interna segura” (sichere

innere Erfahrung) (Investigación, EA II, 286), es decir, de una “conciencia inmediata evidente”

(unmittelbares augenschainliches Bewußtsein) (Investigación EA II, 286) aquellas notas que se hallan con

certeza y, aun cuando no se conozca la esencia total de la cosa, uno puede igual valerse de dichas notas y

establecer consecuencias a partir de ellas. Por ello el método de la metafísica debe ser analítico, ya que la

tarea de la metafísica consiste en “resolver (auflösen) conocimientos confusos” (Investigación, EA II,

289). Ello se opone a la aplicación de la matemática a la filosofía. Cuando se procede así, los conceptos

más abstractos, “a los cuales arriba el entendimiento de manera natural al final” (Investigación, EA II,

289), son puestos al comienzo, porque se sigue el mismo plan de la matemática, a la que se quiere imitar.

De este modo se comienza con lo más difícil, p. ej. la posibilidad y la existencia en general, necesidad y

contingencia, todos conceptos abstractos que demandan gran atención, puesto que los signos que se

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emplean para designarlos sufren con su aplicación (Anwendung) muchas desviaciones que pasan sin ser

notadas. Según este punto de vista la metafísica podría proceder sintéticamente, definiendo al comienzo y

estableciendo consecuencias a partir de ello. Pero esta manera de ver no capta que en la metafísica se trata

de conceptos compuestos con los cuales sólo se puede proceder analíticamente. Por el contrario, si los

filósofos, a) emprenden el “camino natural de la sana razón” (Investigación, EA II, 289), b) buscan en

primer lugar aquello que se pueda saber con certeza del concepto abstraído de un objeto, sin pretender

por ello dar una definición, sacando conclusiones sólo de datos seguros, y si ellos c) en cada aplicación

modificada de un concepto prestan atención a si el concepto es el mismo y el empleo de los signos no ha

sufrido distorsiones, entonces es probable que no se repita la cantidad de puntos de vista como los que

usualmente ofrece la metafísica, pero “aquellos que se expongan tendrían un valor seguro” (Investigación,

EA II, 289). En metafísica no es posible, pues, proceder sintéticamente al modo de la matemática, en ella

se debe prestar atención en cada caso que se aplica un concepto si se le ha dado a éste el mismo

significado.

2. 4. La certeza en metafísica

Se está seguro, se está en lo cierto o se tiene certeza (Gewißheit) en la medida en que se sabe

que “es imposible que un conocimiento sea falso.” (Investigación, EA II, 290). El examen de la

naturaleza de la certeza en el conocimiento metafísico se da en dos pasos.

a) La certeza metafísica es de naturaleza diferente de la matemática. La certeza puede ser analizada desde

un punto de vista subjetivo u objetivo. El grado de la certeza, cuando es tomado objetivamente, depende

del carácter suficiente de las notas para el establecimiento necesario de una verdad. Considerado desde un

punto de vista subjetivo, el grado de la certeza es mayor en la medida en que “el conocimiento de esta

necesidad tiene más intuición (Anschauung).” (Investigación, EA II, 291). En las dos formas de

consideración la certeza matemática es de una clase diferente a la metafísica. La certeza desde el punto

de vista objetivo descansa en el establecimiento de una condición universal previa al conocimiento: “El

entendimiento humano, tal como toda otra fuerza de la naturaleza, está ligado a ciertas reglas.”

(Investigación, EA II, 291). Se cometen errores no porque el entendimiento enlace los conceptos sin

reglas, sino porque al no percibir una nota en una cosa se le niega y entonces se juzga que no está en la

cosa “aquello de lo que uno no es consciente” (Investigación, EA II, 291). La matemática llega a sus

conceptos de manera sintética y puede decir con entera seguridad lo que no ha querido representar en su

objeto por medio de su definición; ello, claramente, no está contenido en la definición.

“Pues el concepto de lo definido recién se produce por la definición y no tiene ningún significado

(Bedeutung) más que el que la definición (Definition) le da. Comparadas con ello, filosofía y metafísica

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son mucho más inciertas respecto de sus definiciones (Erklärungen), en el caso de que quieran

arriesgarse a dar alguna. Pues el concepto de lo que debe ser definido está dado. Si no se percibe alguna

nota, que pertenece a la diferenciación suficiente de lo que debe definirse, y se juzga que tal nota no falta

para la exposición exhaustiva del concepto, entonces la definición se vuelve falsa y engañosa.”

(Investigación, EA II, 291).

Desde el punto de vista subjetivo también es clara la diferencia en la manera en que matemática y

filosofía logran certeza. Tal como se dijo, en el desarrollo de las demostraciones y en el establecimiento

de las conclusiones la matemática considera el conocimiento universal en los signos in concreto, la

filosofía, por el contrario, junto a los signos in abstracto. En el caso de la matemática se puede estar

seguro de lo que se ve con los propios ojos “porque los signos (Zeichen) de la matemática son medios

sensibles de conocimiento (sinnliche Erkenntnißmittel)” (Investigación, EA II, 291). Entonces, así como

uno puede estar seguro de lo que ve por sí mismo, así puede también saber que no ha dejado fuera de

atención ningún concepto. De este modo la atención resulta aliviada por el hecho de que tiene que pensar

no en las cosas con relación a su representación universal, sino en los signos con relación a su

conocimiento particular, que, aquí, es sensible. En este sentido, la intuición que posee el conocimiento es

mayor en la matemática que en la metafísica, puesto que en la primera el objeto es considerado en signos

sensibles in concreto, en la segunda siempre sólo en conceptos generales abstraídos, cuya clara impresión

nunca puede ser como en la matemática; en la geometría, donde “además los signos tienen una semejanza

con las cosas designadas (bezeichneten Sachen), esta evidencia es por ello aún mayor, aun cuando en el

álgebra la certeza es igual de confiable.” (Investigación, EA II, 292). La metafísica no comparte con el

conocimiento matemático esta posibilidad de intuición:

“Por el contrario, las palabras (Worte), en tanto signos (Zeichen) del conocimiento filosófico, sólo ayudan

como recuerdo (Erinnerung) del concepto universal designado (bezeichneten). Uno debe tener todo el

tiempo su significado (Bedeutung) inmediatamente a la vista. El entendimiento puro debe ser mantenido

en tensión permanentemente y si, sin notarlo, no capta o se le pierde una nota de un concepto abstraído,

ya que nada sensible nos puede poner de manifiesto su omisión, entonces cosas diferentes son tenidas por

la misma y se producen conocimientos equivocados.” (Investigación, EA II, 291-92).

De modo tal que, tanto objetiva como subjetivamente, la certeza que se tiene de la imposibilidad de haber

errado en metafísica no puede ser equiparada a la que se posee en matemática.

b) La certeza en metafísica es de la misma clase que en todo otro conocimiento racional. La metafísica es

capaz lograr certeza suficiente como cualquier otro conocimiento racional, a excepción de la matemática.

Metafísica es “filosofía aplicada a la comprensión racional más general” (Investigación, EA II, 292), en

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ella, como acabamos de ver respecto de las definiciones, los errores surgen, particularmente, “no sólo

porque no se conoce ciertas cosas, sino porque se decide juzgar, aun cuando no se conoce todo lo que es

necesario para ello.” (Investigación, EA II, 292). Frente a ello, la metafísica debe circunscribirse a

aquellos predicados que se conocen con certeza. Ateniéndose a estos conocimientos ciertos y distintos y

evitando dar definiciones ella puede evitar el tipo de errores que la caracterizan e incluso establecer

conclusiones ciertas; puede p. ej. saber con certeza que el alma no es materia. Dentro de sus límites

propios, entonces, la certeza en metafísica es del mismo tipo del conocimiento filosófico en general.

Pero, más aún, sostiene Kant aquí que no es posible indicar fundamentos, ni materiales ni formales, que

permitieran sostener que la certeza que se puede lograr en metafísica pudiera ser de una clase diferente a

la de cualquier otro conocimiento. Tampoco está la metafísica más allá de la regulación formal de la

lógica. Tal el resultado de una discusión con la posición de Ch. Crusius. Según éste el conocimiento

metafísico debía ser reconfigurado, particularmente a través de la negación de la prevalencia del principio

de contradicción como principio supremo y universal de todo conocimiento. Según ello, otros principios

debían reglar el empleo del entendimiento, p. ej.: lo que no puedo pensar sino como verdadero, es

verdadero (Cf. Investigación, EA II, 294). La argumentación kantiana se contrapone a esta idea a través

de un análisis de los juicios verdaderos, tanto afirmativos como negativos. En el primer caso el

fundamento se halla en el principio de identidad, en el segundo en el de contradicción: “Ambos

constituyen en el entendimiento formal los principios más generales y supremos de la razón humana

total.” (Investigación, EA II, 294). La raíz del error de la posición a la que Kant se opone se hallaba en

que se le había adjudicado al principio de contradicción un rango de privilegio exclusivo frente al de

identidad, pero “toda proposición que sea inmediatamente pensada bajo cualquiera de ellos, y no pueda

ser pensada de otro modo, es indemostrable” (Investigación, EA II, 294). La postura de Kant es que

ambos principios son indemostrables, inmediatos, tienen el mismo rango y regulan el uso formal del

entendimiento como tal, que concierne a todo conocimiento. La metafísica no tiene, pues, ningún

fundamento formal de certeza distinto al de cualquier otro ámbito de conocimiento. La conclusión de esta

discusión es, entonces, en primer término, la validez de las reglas del uso formal del entendimiento para

las proposiciones de la metafísica. Pero además, si la metafísica está sometida como conocimiento a las

mismas reglas de todo conocimiento, una reflexión previa sobre el método se aplica también a ella.

Empleo de signos y procedimiento con las definiciones quedan, también, subsumidos bajo este doble

resultado. El empleo de signos debe ser de forma tal que permita establecer juicios ciertos por medio de la

identificación de predicados distintos, debe evitarse comenzar por definiciones y el contenido no puede

estar exceptuado de la regulación de la lógica. La metafísica puede alcanzar el mismo grado de certeza

que otras formas de conocimiento, diferenciándose, como hemos visto, sólo de la matemática.

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2. 5. Posibilidad de distinción y certeza en los fundamentos del conocimiento natural de Dios y de la

moral

De la aplicación del nuevo método de la metafísica a los fundamentos del conocimiento

natural de Dios y de la moral resulta que es posible la certeza en el primer caso, pero no en el segundo. En

ello queda comprendido el alcance y los límites del empleo de signos en metafísica.

Respecto de la posible certeza en el conocimiento natural de Dios, la argumentación parte de

que, en general, la identificación de algo es más fácil y clara cuando aquella cosa de la que se trata es la

única de su tipo. Sin embargo la mayor evidencia se produce cuando se llega a que “a una cosa le

conviene estos y ningún otro predicado. Ya que con determinaciones contingentes es difícil encontrar las

condiciones cambiantes de sus predicados.” (Investigación, EA II, 296). En el conocimiento filosófico de

Dios “El concepto principal que se le ofrece al metafísico es, directamente, la existencia necesaria de un

ser.” (Investigación, EA II, 296-97). Ello posibilita un conocimiento cierto con respecto Dios en tanto no

se relaciona con la contingencia. Pero, en el caso de que los juicios sean, por ejemplo, respecto de la

justicia, bondad o providencia divinas, “puesto que en los conceptos que tenemos en nosotros de estas

determinaciones hay mucho no desplegado (Unentwickeltes), en esta ciencia sólo podemos tener una

certeza por aproximación (Annäherung), o una certeza moral.” (Investigación, EA II, 297). Ello señala el

alcance al cual se enfrenta el análisis y los límites de la posible certeza en metafísica.

El límite de la posible certeza metafísica queda señalado en tanto los “fundamentos primeros

de la moral, de acuerdo a su estado presente, no son aptos para producir la evidencia necesaria”

(Investigación, EA II, 298). La justificación de esta posición implica la aplicación del método propuesto a

los principios de la moral. Ello se muestra en el análisis del concepto de obligación, central en la

formulación de tales principios. El concepto de obligación implica el de deber en tanto el concepto de

deber se desprende del hacer obligatorio, “Todo deber expresa la necesidad de una acción y puede tener

un doble significado (Bedeutung)” (Investigación, EA II, 298): como medio o como fin; el análisis del

concepto implica el deslinde entre ambos. En el primer caso se trata sólo de un precepto o una indicación

para la solución de un problema, el que se plantea respecto de cómo alcanzar el fin propuesto. Aquí no

hay obligatoriedad sino sólo la habilidad de hallar una solución, la cual puede ser de diversas maneras, ya

que “el uso de los medios no tiene ninguna otra necesidad que aquella que le conviene al fin”

(Investigación, EA II, 298). En este sentido, todas las acciones prescriptas por la moral “bajo las

condiciones de ciertos fines, son contingentes y no pueden significar ninguna obligación sino en tanto

ellas sean subordinadas a fines necesarios.” (Investigación, EA II, 298). Independientemente del

contenido específico que se establezca como fundamento en la filosofía práctica, la acción prescripta debe

ordenar inmediatamente en forma necesaria y no bajo la condición de otro fin, por ello dicha formulación

es primera e indemostrable. Así como hay conceptos inanalizables de lo verdadero en los objetos de

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conocimiento, así hay un sentimiento inanalizable del bien, el cual no va a poder ser encontrado

directamente en una cosa, sino sólo en relación con un ser que recibe, percibe y siente: “Es una tarea del

entendimiento el analizar y aclarar el concepto compuesto y confuso (verworrenen) del bien, mostrando

como este concepto surge de sensaciones simples del bien.” (Investigación, EA II, 299). Cuando el bien

al que se refiere es simple, el juicio “esto es bueno” es indemostrable. De manera semejante, una acción

formulada en un principio es considerada como buena inmediatamente, cuando no “contiene de manera

encubierta (versteckte Art) algo otro bueno que pueda ser conocido por análisis” (Investigación, EA II,

299), entonces, en este caso, “la necesidad de esta acción es un principio material indemostrable de la

obligación.” (Investigación, EA II, 300). Todo ello muestra que la filosofía práctica se halla distante de

brindar la necesaria distinción y seguridad requeridas para lograr la evidencia en sus conceptos y

principios fundamentales. En el caso de los principios de la moral debía ser establecido con seguridad si

es directamente la facultad de conocimiento o el sentimiento quien decide respecto de los primeros

principios. Lo dicho sirve para confirmar la doble intención, referida tanto a la filosofía teórica como

práctica, en la cual se inscribe el desarrollo del nuevo método.

2. 6. Conclusión

De acuerdo a lo visto, entonces, la reflexión de Kant respecto de la función del lenguaje en el

método de la filosofía debería ser tomada como algo más que una observación marginal. Ella se muestra

explícitamente como momento en una argumentación y como toma de posición respecto del valor del

lenguaje para la reflexión filosófica, lo cual, a modo de conclusión de este punto, se indica en el siguiente

desglose.

a) La característica explícita de dicha argumentación queda confirmada por la arquitectura del texto: el

lenguaje es considerado en los tres primeros (de los cuatro) capítulos y es tema, al formularse lo que debe

ser evitado, en la primera de las dos reglas del método. La articulación conceptual de esta argumentación

se construye a través de la recepción de la concepción tradicional de signo, sintetizada en la definición de

Meier y manifiesta en la constelación semántica que aparece en los pasajes citados: objeto (Objekt,

Gegenstand); concepto (Begriff); significado (Bedeutung) (de las palabras, de los signos y de los

conceptos); signo (Zeichen); nombre (Name); cosa designada (bezeichnete Sache). También mencionan

los pasajes algunas relaciones entre estos términos: p. e denominar (benennen), designar (bezeichnen),

indicar (andeuten). Con estos términos y relaciones cuenta, pues, la argumentación kantiana. Esta

constelación semántica se corresponde con la “semántica leibniziana”, establecida entre: conceptos,

signos y objetos 37. En ella también puede identificarse el empleo del término significado (Bedeutung), así

p. ej. el texto habla de: “significado de los signos” (Investigación, EA II, 284), “significado de las

37 Cf. Hans Burkhardt, Logik und Semiotik in der Philosophie von Leibniz, Munich, Philosophie Verlag, 1980, pp. 180-182.

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palabras” (Investigación, EA II, 288), “haber dado su significado al concepto” (Investigación, EA II,

290), “el significado de la conclusión simbólica” (Investigación, EA II, 278). Tal vez no esté de más

subrayar que la recepción por parte de Kant en este escrito de los conceptos de signo y significado es

activa. Aquí se caracteriza por el hecho de que si bien se emplea dicha concepción como tal, al hacerlo se

subraya el empleo que se hace de los signos. La diferencia entre los métodos de la filosofía y de la

matemática se halla no sólo en el tipo de signos sino también en el empleo que se hace de éstos y de su

resultado para el conocimiento.

b) Desde el punto de vista de la reflexión sobre el lenguaje la argumentación presentada puede ser

recapitulada del siguiente modo. Ella se centra en primer término en las dificultades que trae para la

metafísica el que dependa del empleo del lenguaje. La posible certeza a alcanzar en metafísica se enfrenta

en primer lugar ya con la carencia de certeza motivada por la diversidad de opiniones que se enlaza al uso

en el habla 38. Pero, además, en el empleo conjunto de palabras y conceptos se producen desviaciones en

tanto que la falta de un significado seguro y bien establecido lleva a aplicar mal el concepto al caso. En

los conceptos de la metafísica “sus signos sufren muchas desviaciones difíciles de notar en la aplicación”

(Investigación, EA II, 290). Los objetos de la metafísica suman a la complejidad del concepto su

designación por medio de palabras, cuya significado procede de su uso en el habla. A diferencia del

proceder de la matemática que puede dejar de atender al objeto del cual se trate en relación con su

concepto universal y concentrarse en la operatoria con los signos que lo representa, el método de la

metafísica debe permanecer atento al concepto y a las notas que componen su significado. Confusión e

inseguridad en la determinación y aplicación de las notas características del concepto son pues el

resultado que arroja el uso de las palabras, signos propios de la metafísica. En metafísica, pues, sea por lo

que debe superarse, la confusión y complejidad de los conceptos que le son dados, sea por aquello que

debe alcanzarse, la definición real, el lenguaje, en tanto éste es doblemente identificado según nuestro

texto como: a) palabras como signos empleados en función de conocimiento y b) diferenciación entre

definición nominal y definición real, es comparado con la posible evidencia total del concepto. Con

relación a lo primero entonces, el nuevo método de la metafísica debe proceder por análisis de

conocimientos complejos, sus conceptos le están dados pero de manera confusa y sin estar

suficientemente determinados. Por ello la filosofía debe analizar el concepto y comparar, en todos los

casos, las notas abstraídas con el concepto dado. Es decir, debe considerar el concepto en todos los

respectos para descubrir sus notas. Debe asimismo enlazar las distintas notas separadas para ver si dan un

concepto suficiente y pueden ser puestas conjuntamente. Sintetizando, la tarea de la filosofía es: analizar,

explicitar exhaustivamente y determinar los conceptos dados de manera confusa, para llevarlos a su

distinción, totalidad y determinación (Cf. Investigación, EA II, 278). El análisis procede pues desde su

38 Esta indicación respecto de la confusión de lenguas (Sprachverwirrung) será reiterada por Kant al comienzo de la metodología trascendental (Cf. CRP B 735).

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punto de partida, los conceptos del objeto dados en forma confusa, hacia su término de llegada, el

concepto plenamente determinado. Recién en este caso puede pensarse en la posibilidad de una definición

real, la cual es siempre, entonces, a lo sumo punto de llegada y nunca puede ser punto de partida. La

respuesta al problema planteado sería, entonces: respecto de las dificultades planteadas por el uso de los

conceptos en el habla lo que hay que tener en cuenta es el análisis conceptual. Lo segundo es evitar

definiciones que sean meramente nominales.

c) Esta concepción del método de la metafísica muestra, además, una consecuencia respecto de la posible

aplicación a las cuestiones metafísicas de la idea leibniziana del arte característica combinatoria. El

rechazo de la universalidad del método confirma la negación de la posibilidad de tal aplicación, ya que:

“ni figuras ni signos visibles pueden expresar los pensamientos así como tampoco sus relaciones;

tampoco se puede realizar una permutación de signos según reglas en lugar de la consideración abstracta

de modo tal que con este proceder se substituya la representación de la cosa misma con la

[representación] más clara y cómoda de los signos, sino que lo universal debe ser examinado in

abstracto.” (Investigación, EA II, 279).

d) Finalmente, el análisis de Kant del nuevo método que debía seguir la metafísica indica el valor que le

asigna a éste en función del posible conocimiento. El lenguaje es analizado respecto de la posible

evidencia a lograr en el conocimiento y con ello doblemente confrontado: con el concepto y la intuición.

El recurso a la intuición como justificación del conocimiento es un rasgo esencial del nuevo método de la

metafísica en este texto; el conocimiento debe basarse en “proposiciones de experiencia” (Investigación,

EA II, 275 y 278); la necesidad del conocimiento dependerá directamente de la intuición que pueda

brindarse en él (Cf. Investigación, EA II, 291). Las palabras sólo acompañan al concepto pero no ofrecen

intuición alguna. Mientras los signos de la matemática muestran el concepto en la intuición, las palabras

sólo representan el concepto sin poder garantizar la presencia de la intuición. De nodo tal que en el

contexto del nuevo método el empleo de signos es evaluado desde el punto de vista del conocimiento en

comparación con el concepto y la intuición 39. Las palabras como signos, comparados con el

conocimiento que pueden ofrecer, no son ni notas del concepto, ni presentaciones en la intuición, como

tales sólo sirven para recordar la universalidad del concepto pero no para exhibirla.

Al haberse planteado en este escrito el lenguaje como problema para la reflexión filosófica

simultáneamente se ha determinado un lugar teórico para el mismo que puede ser identificado por medio

de estos cuatro rasgos recién señalados: a) presencia de una constelación semántica filosófica referida al

lenguaje y conceptos directamente emparentados, surgida de la recepción de la tradición filosófica y su

39 En la Lógica Kant caracteriza ambas nociones: “La intuición [Anschauung] es una representación singular (repraesentatio singularis), el concepto [Begriff] una representación general (repraesentatio per notas communes) o representación por reflexión (repraesentatio discursiva).” Lógica, EA IX, 91.

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activa reapropiación por parte de Kant; b) inscripción de una argumentación expresa respecto del lenguaje

en el contexto de la reflexión sobre el método de la filosofía; c) distanciamiento respecto de la idea del

arte característica combinatoria como parte del método de la metafísica; y d) doble confrontación del

lenguaje con el concepto y la intuición en cuanto a su posible valor para el conocimiento. Todo ello

constituye una base constante sobre la que se desarrolla la posterior reflexión kantiana respecto del

lenguaje.

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3. Facultad de designación y gramática

Vista en su conjunto la obra de Kant ofrece múltiples aspectos que o bien son directa y

explícitamente relevantes para una reflexión filosófica sobre el lenguaje, o bien pueden serlo de acuerdo a

la interpretación de la misma. Si uno se concentra en lo primero puede verse que el lenguaje sin ser un

tema central de las preocupaciones de Kant, formaba parte sin embargo del vasto conjunto de cuestiones

contempladas en su obra. De ello dan testimonio, además de los textos de las obras publicadas, pasajes de

la correspondencia, lecciones y legado manuscrito. Así p. ej. en este conjunto aparecen reflexiones

directamente referidas al lenguaje:

“Nosotros necesitamos palabras no sólo para hacernos comprender por los otros sino para volvernos

comprensibles para nosotros mismos. Esta capacidad del uso de la palabra es el lenguaje; y los niños

aprenden a hablar (sprechen). Por el contrario la habilidad de hablar de manera concatenada acerca de un

objeto es la facultad del discurso (reden), la cual los niños no alcanzan y los sabios apenas.” (Kants

Handschriftlicher Nachlass (Band III) Logik, EA XVI, 840; R 3444).

A continuación, siguiendo la guía de dos de las lecciones dictadas por Kant, presentaremos y

analizaremos de dicho conjunto aquellas ideas que consideramos directamente relevantes para la

reconstrucción de la reflexión de Kant sobre el lenguaje en la Analítica trascendental de la Crítica de la

razón pura. Kant mismo evaluó la conexión entre la labor en las lecciones y la elaboración de su obra

crítica de la siguiente manera:

“Muchos años antes de haber iniciado una nueva carrera como escritor con la Crítica de la razón pura, en

mis lecciones de Lógica, Metafísica, Moral y Antropología, Física y Jurisprudencia no sólo he comentado

al autor que había elegido como hilo conductor, sino que he procurado ampliarlo y conducirlo bajo

principios que a mí me parecían mejores. De esta manera, mis lecciones fueron en parte creciendo

fragmentariamente y en parte mejorando, pero siempre en relación con un posible sistema entendido

como un todo subsistente por sí mismo al que los escritos aparecidos posteriormente (en su mayoría

después de 1781) parecen haber querido perfeccionarlo dándole sólo la forma sistemática.” 40.

Las lecciones de Lógica y de Antropología contribuyen a identificar el trasfondo sobre el cual

se construye la reflexión crítica respecto del lenguaje, mostrando la recepción por parte de Kant de las

concepciones previas de lenguaje, signo, significado y conceptos directamente relacionados con estos

40 Erklärung, wegen der Autorschaft der dem Hrn. v. Hippel seel. [zuerkannten Schriften] beygelegten Schriften, (Aclaración respecto de la autoría del señor von Hippel de los escritos que acompañan a ésta) EA XII, 360-361; (Trad. María Jesús Vázquez Loberías).

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conceptos. A continuación nos centraremos en las dos cuestiones siguientes: la concepción de la

gramática tal como se expone en la Lógica y la facultad de operar con signos, de la cual depende el

lenguaje y los tipos de signos, centralmente expuesta en la Antropología 41.

3. 1. Reglas lógicas y reglas gramaticales

De manera marginal, tal como ocurre con el lenguaje como facultad, sin embargo

explícitamente, Kant se refiere al lenguaje desde la perspectiva de la gramática en las lecciones de

Lógica. En la primera de las escasas referencias explícitas a la gramática en las obras publicadas por

Kant, la gramática es identificada en el conjunto de las ciencias en las cuales el uso es condición previa

para el desarrollo del método.

“En todas las ciencias, cuyos principios son dados intuitivamente, o por intuición sensual (experiencia), o

por intuición, ciertamente sensible, pero pura (conceptos de espacio, de tiempo y de número), es decir, en

la ciencia natural y en la matemática, el uso da el método, y así, una vez que la ciencia, por tentativas y

descubrimientos, ha llegado a una cierta amplitud y coherencia, aparecerá claro qué camino y proceso

debe seguir, para alcanzar la perfección, y para que, eliminadas las manchas de errores y confusas ideas,

resplandezca con mayor pureza; al modo como la gramática después de un más rico uso del lenguaje, y el

estilo, después de los ejemplos elegantes de los poemas y discursos, dieron pie a las reglas y a la

disciplina.” 42.

Si bien la Lógica acepta esta concepción normativa de la gramática desde el punto de vista del

juicio de gusto, introduce un aspecto diferente en tanto considera la gramática en paralelo con la lógica.

Ello permite identificar una reflexión sobre la gramática que va más allá de la normativa del gusto. En

primer lugar la gramática comparte con la lógica el no poder decir cómo producir ni como ampliar el

conocimiento (Cf. Lógica, EA IX, 13), ella “no es un organon, lo es tan poco como lo es la gramática

universal [allgemeine Grammatik].” (Lógica, EA IX, 15). La lógica es un canon en tanto “ciencia de las

leyes necesarias del pensar, sin las cuales no puede tener lugar ningún uso [Gebrauch] del entendimiento

ni de la razón.” (Lógica, EA IX, 13). La lógica entonces como ciencia a priori o canon para el uso del

41 En el primer caso la vinculación temática es con los pasajes de la Crítica de la razón pura B 109 y Prolegómenos, EA, IV, 322-23, en el segundo con Crítica de la razón pura A 101 y B 140. 42 Immanuel Kant, La “Dissertatio” de 1770 (Trad. R. Ceñal), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1961, p. 145 (§ 23). Esta idea se encuentra expresada también en otras notas manuscritas: Kants Handschriftlicer Nachlass Band III Logik, R 1581, EA, XVI, 24, R 1587, EA, XVI, 26 y R 1602, EA, XVI, 31-32. Esta concepción de la gramática como normativa será confirmado también en el contexto crítico: “Los modelos del gusto, en lo que se refiere a las artes de la palabra, deben estar concebidos en una lengua muerta y docta; lo primero para no tener que sufrir de los cambios que se dan inevitablemente en las lenguas vivientes, donde las expresiones nobles se vuelven adocenadas, las usuales envejecen y las nuevas circulan sólo poco tiempo; lo segundo, para tener una gramática que no esté sometida al caprichoso cambio de la moda sino que mantenga su regla invariable.” CFJ B 54, Nota.

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entendimiento y la razón se diferencia esencialmente de la crítica del gusto (Kritik des Geschmacks), la

cual no provee un canon o ley, sino solamente la norma, basada solamente en principios empíricos, que

sirve como modelo o criterio para una posible aceptación general. A diferencia de la estética, “La lógica

es más que mera crítica, es un canon que posteriormente sirve como crítica, es decir como principio de

enjuiciamiento [Beurtheilung] de todo uso del entendimiento en general, aun cuando sólo con relación a

la corrección respecto de la mera forma” (Lógica, EA IX, 15), ya que, como acabamos de señalar no es un

organon, así como no lo es la gramática. Pero con ello, entonces, la gramática, al ser analizada en paralelo

con la lógica formal es caracterizada por una normatividad que no se basa exclusivamente en principios

empíricos.

De este modo, al considerar la gramática en conexión con la lógica se abre una perspectiva

donde ella es concebida como un producto del entendimiento. Las palabras son la materia de una lengua,

la gramática su articulación formal. Las reglas gramaticales dejan de ser sólo una cuestión de gusto y

pasan a estar fundadas en la articulación formal del entendimiento. “Todo en la naturaleza, tanto en el

mundo animado como en el inanimado sucede conforme a reglas, aunque no siempre las conozcamos.”

(Lógica, EA IX, 11). “Regla”, por su parte, designa como tal la representación de una condición general

según la cual se ordena una diversidad dada (Cf. CRP A 113). La totalidad de la naturaleza es

interconexión de fenómenos conforme a reglas y cuando se cree que no las hay, “sólo podemos decir que

este caso las reglas nos son desconocidas.” (Lógica, EA IX, 11) Acorde a ello,

“También el ejercicio de nuestras capacidades tiene lugar según ciertas reglas que seguimos inconcientes

de las mismas al comienzo, hasta que progresivamente por medio de ensayos y un prolongado uso de

nuestras capacidades llegamos a su conocimiento; tal es así que finalmente nos resultan tan corrientes que

nos cuesta mucho esfuerzo pensarlas in abstracto. Así p. ej. la gramática universal [allgemeine

Grammatik] es la forma de una lengua en general. Pero también uno habla sin conocer la gramática; y

aquél que habla sin conocerla tiene realmente una gramática y habla según reglas, de las cuales sin

embargo no es consciente.” (Lógica, EA IX, 11).

El entendimiento (Verstand) no sólo sigue reglas sino que debe ser visto como “la fuente y la capacidad

de pensar reglas” (Lógica, EA IX, 11) en cuanto tal, pues, “así como la sensibilidad es la facultad de las

intuiciones, el entendimiento es la facultad de pensar, es decir, de ordenar según reglas las

representaciones de los sentidos.” (Lógica, EA IX, 11). Dado que “no podemos pensar o usar nuestro

entendimiento de otra manera que no sea según ciertas reglas.” (Lógica, EA IX, 12), la elucidación del

concepto de lógica exige determinar las reglas según las cuales el mismo entendimiento procede, las

cuales pueden ser analizadas en sí mismas de manera abstracta sin necesidad de recurrir a su empleo.

Tales reglas pueden ser necesarias o contingentes; las primeras posibilitan todo uso del entendimiento,

Page 35: Leserre La Comprensión Del Lenguaje en Kant

35

mientras que las segundas sólo ciertos usos determinados. En este caso dependen del conocimiento de los

objetos y de la multiplicidad que les es propia a éstos. La determinación de las reglas necesarias del

entendimiento permite establecer un resultado aplicable a la gramática.

“Si dejamos de lado todo el conocimiento que meramente debemos tomar prestado de los objetos y

reflexionamos directa y únicamente acerca del uso del entendimiento en general, entonces descubrimos

aquellas reglas del mismo que son necesarias por antonomasia para cualquier propósito y con

independencia de todos los objetos particulares del pensar, porque sin ellas no pensaríamos en absoluto.

De ahí que estas reglas pueden también ser comprendidas a priori es decir, independientemente de toda

experiencia, ya que contienen pura y simplemente las condiciones del uso del entendimiento en cuanto

tal, sea puro o empírico, sin distinción de los objetos. De lo que se sigue al mismo tiempo que las reglas

universales y necesarias del pensar en cuanto tal puedan concernir única y directamente a la forma y en

ningún caso a la materia del mismo. En virtud de lo cual la ciencia que contiene estas reglas universales y

necesarias es pura y simplemente una ciencia de la forma [Form] de nuestro conocimiento en el

entendimiento [unsers Verstandeserkenntnisses] o del pensamiento. Y podemos hacernos por

consiguiente la idea de la posibilidad de una gramática universal [allgemeine Grammatik], que no

contiene más que la pura y simple forma del lenguaje [Sprache] en cuanto tal, sin palabras que pertenecen

únicamente a la materia del lenguaje.” (Lógica, EA IX, 12-13).

Se debe subrayar la importancia de este pasaje en tanto señala claramente el paralelismo entre

la lógica formal y la gramática universal, igualmente formal. La gramática como conjunto de reglas

formales del lenguaje no se abstrae de los objetos de la experiencia. Otra versión precisa esta idea de la

siguiente forma: “Entre las reglas del pensamiento las hay universales, las cuales se refieren a objetos

singulares sin diferencia. Así también hay reglas universales del lenguaje. Una tal gramática no contiene

palabras, no copia vocabularum, sino sólo la forma de la lengua.” (Vorlesungen über Logik (Dohna-

Wundlacken), EA, XXIV, 693). La lógica es la “ciencia de las leyes necesarias del entendimiento y de la

razón en tanto tal o, lo que es lo mismo, de la pura y simple forma del pensar en tanto tal” (Lógica, EA

IX, 13). Así como la lógica al referirse a las reglas universales y necesarias es una ciencia de la forma en

la cual el conocimiento se articula en el entendimiento, la gramática en tanto considera los primeros

principios de las lenguas, es también una ciencia del entendimiento:

“La gramática consiste en infinitas reglas. Por ello algunos tuvieron al lenguaje por una inspiración

divina. Entretanto se ha llegado a saber tanto que todas las lenguas pueden, según sus primeros principios,

ser reunidas en una gramática. En general la gramática es ciertamente una doctrina del entendimiento.

Page 36: Leserre La Comprensión Del Lenguaje en Kant

36

Pues así como nuestra alma une conceptos, así deben ser unidas también las palabras.” (Vorlesungen

über Logik (Dohna-Wundlacken), EA XXIV, 790).

El paralelismo entre la lógica formal y la gramática formal incluye también al análisis que, en

cada caso, permite establecer sus reglas elementales: “una gramática es la resolución de la forma de un

lenguaje en sus reglas elementales” 43. Las lecciones de lógica señalan, conjuntamente con dicho

paralelismo, una delimitación específica del análisis lógico con respecto a la consideración gramatical.

“Juicios en los cuales está contenida simultáneamente una afirmación y una negación pero de manera

implícita, de modo que la afirmación tiene lugar claramente; pero la negación, encubiertamente, son

proposiciones [Sätze] exponibles.

Observación. En el juicio exponible, por ejemplo, pocos hombres son eruditos, se encuentra: 1) el juicio

negativo: muchos hombres no son eruditos, pero de manera encubierta, y 2) el afirmativo: algunos

hombres son eruditos. Puesto que la naturaleza de las proposiciones [Sätze] exponibles. depende

únicamente de condiciones del lenguaje [Sprache] según las cuales se pueden expresar precisamente dos

juicios de una sola vez, la observación de que en nuestro lenguaje podría haber juicios que tienen que ser

expuestos no forma parte de la lógica, sino de la gramática.” (Lógica, EA IX, 109).

Este pasaje ya muestra la percepción por parte de Kant de aspectos del lenguaje que no son

considerados o desarrollados por una razón metódica, en este caso el que tal análisis no forme parte de la

tarea de la lógica 44. El señalamiento del paralelismo entre lógica y gramática permite, pues, identificar un

aspecto en la concepción kantiana de la gramática donde ésta es vista como reglas producto del

entendimiento. Posibilita, asimismo, identificar los elementos de esta concepción que serán retomados en

el marco de la obra crítica.

3. 2. El lenguaje como facultad de designación

Kant identifica al lenguaje como facultad de designación en la Antropología en sentido

pragmático, obra que es el resultado de una serie de lecciones que corren paralelas a la elaboración de la

filosofía crítica. Estas lecciones tienen como punto de partida el dominio de la psicología empírica y de

43 El pasaje señala el paralelismo entre gramática, lógica y ontología: “En ella [ontología] no ha habido mucho progreso desde los tiempos de Aristóteles. Pues así como una gramática es la resolución de la forma de un lenguaje en sus reglas elementales, o como la lógica es una tal resolución de la forma del pensamiento, la ontología es la resolución del conocimiento en los conceptos que yacen a priori en el entendimiento y que tienen su uso en la experiencia.” Immanuel Kant, Los progresos de la metafísica, (Trad. M. Caimi), Buenos Aires, Eudeba, 1989, p.16; EA, XX, 260. A las relaciones entre lógica y gramática, entre otros pasajes que reiteran lo dicho hasta aquí, Kant se refiere también en Vorlesungen über Logik (Dohna-Wundlacken) EA XXIV, 694 y 695. 44 Valga la observación de que este tipo de juicios no aparece en la obra crítica.

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37

la metafísica especial del alma en el contexto de Ch, Wolff y A. Baumgarten. Para dictar sus lecciones de

antropología Kant empleaba la sección Psychologia empirica de la Metaphysica de A. Baumgarten, pero

el estudio del hombre que desarrolla Kant se diferencia del examen psicológico por su enfoque

pragmático. La primera lección autónoma sobre Antropología fue en el semestre de invierno 1772/73.

Kant dictó estas lecciones de manera regular veinticuatro veces, desde dicho semestre de 1772/73 hasta

el semestre de invierno de 1795/96 45. De modo tal que si bien la publicación de la Antropología como

obra autónoma es posterior a las obras críticas, su contenido, en tanto éste es tratado en las lecciones se

hallaba presente en la elaboración de las mismas. De modo tal, que de manera semejante a la concepción

de la gramática, la identificación del lenguaje como facultad de designación puede ser tenida como un

presupuesto de la obra crítica.

La Antropología en sentido pragmático, al exponer las facultades de conocimiento, identifica

al lenguaje como facultad de designación (Bezeichnungsvermögen). El lenguaje es una forma entre otras

del empleo de signos, el cual es, a su vez, una aplicación de la imaginación. La imaginación forma parte

de la sensibilidad; ésta, una de las dos facultades básicas de conocimiento, es la “facultad de

representaciones en la intuición” (Antropología, EA VII, 168). La sensibilidad comprende a su vez dos

conjuntos de facultades: sentidos e imaginación. A éstos les es común la representación en la intuición;

pero mientras los sentidos son capaces de intuir en presencia del objeto, la imaginación (facultas

imaginandi) también puede hacerlo “sin la presencia del mismo” (Antropología, EA VII, 168). La

facultad de designación, identificada como una forma de la imaginación, es caracterizada del siguiente

modo:

“La facultad del conocimiento de lo presente [Gegenwärtige], como medio del enlace de la representación

de lo previsto [Vorhergesehenen] con la de lo pasado [Vergangenen], es la facultad de designación

[Bezeichnungsvermögen]. La acción del espíritu de producir este enlace es la designación [Bezichnung]

(signatio), que también es denominada el señalar [Signalieren], cuyo grado más alto es la distinción

honorífica [Auszeichnung].” (Antropología, EA VII, 191).

Respecto de la facultad de designar como un enlace (Verknüpfung) entre pasado y futuro por

medio del presente dice el reciente comentario de la Academia que es “difícil comprender qué se quiere

decir aquí”, para indicar más algo más adelante que la facultad de designación “parece estar restringida en

su conjunto a relaciones temporales. Aquí no se explica la forma de este enlace, sin embargo este enlace

45 Cf. Rudolf Malter, „Anhang II“, Immanuel Kant, Anthropologie in pragmatischen Hinsicht, Hamburgo, F. Meiner, 1980, p. 315.

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no puede ser el que establece el entendimiento en el juicio” 46. Precisamente en esto que se presenta como

dificultad parece residir el núcleo de la perspectiva de Kant en tanto la facultad de operar con signos

radica en una conjunción entre imaginación y temporalidad Ello muestra cómo Kant asume la

concepción heredada de signo pero la reorienta en función de una nueva perspectiva teórica. 47. Es decir,

esta facultad de designación es la capacidad de operar con signos. A esta facultad se refiere también Kant

en otros pasajes, empleando la expresión de Baumgarten, como facultas characteristica:

“Facultas characteristica es un resultado que proviene de la fantasía, según la ley de la asociación los

signos ponen de manifiesto cosas y las cosas signos. Esta facultad es particularmente necesaria para la

designación de los conceptos abstractos; cuanto más abstractos son, son menos perceptibles en

sensaciones; tales conceptos y los signos renuevan estas sensaciones. Las palabras auxilian a la oscilante

capacidad del alma; ellas conservan la atención de cosas muy sutiles, p. ej. la posibilidad de la evocación

de algo en nuestra memoria. Las palabras pueden ser designadas con la escritura, las cuales son

simultáneamente percibidas con el tono. Escribir es entonces un designar mediato, designa voces

(palabras) y por medio de las palabras, cosas.” 48

La facultad de designación produce y opera con distintos tipos de signos. Éstos se clasifican

en tres clases: arbitrarios (willkürliche) o artificiales (Kunstzeichen), naturales (natürliche) y signos de

prodigios (Wunderzeichen). Esta clasificación y la descripción que contiene muestra no solamente la

ubicación del lenguaje entre los signos arbitrarios sino junto a cuáles otros signos es colocado, dando con

ello una indicación del contexto propio de la comprensión kantiana del lenguaje. El lenguaje (Sprache)

forma parte del conjunto de signos arbitrarios junto a “las letras que son signos de los sonidos”

(Antropología, EA VII, 192) y otros tales como los gestos mímicos (considerados en parte naturales), las

notas, las insignias honorarias, los signos de clase, los signos de servidumbre, los honoríficos y los

infamantes. En el segundo tipo de signos, los naturales, “la relación de los signos con las cosas

46 Cito el comentario de R Reinhardt Brandt Kritischer Kommentar zu Kants Anthropologie in pragmatischer Hinsicht (1798). (Band 25 der Kant-Ausgabe der Akademie der Wissenschaften Göttingen) 1997. Online-Version. http://www.uni-marburg.de /kant/ webseitn/kommentar/text180.html. 6-7-1999, según R. Brandt, EA, XXV y la página a la cual se refiere el comentario, aquí R. Brandt, EA, XXV, 191. 47 Una manera de comprender esto es ponerlo en paralelo con el tiempo según la elaboración crítica en el esquematismo. Nos referiremos a ello algo más abajo. 48 Vorlesungen ubre Methaphysik und Rationaltheologie (Herder), EA, XXVIII, 77. En su Metaphysica A. Baumgarten desarrolla esta noción en la sección XI, §§ 619-623. Cf. Erläuterungen zur Psychología empirica in A. G. Baumgartens Metaphysica EA, XV, 32-34; allí define dicha facultad del siguiente modo: „Signa cum signatis una percipio; ergo habeo facultatem signa cum signatis repraesentando coniugendi, quae facultas característica dici potest.” EA, XV, 32. En otra reflexión se menciona la acción de enlazar (Verknüpfung) como “facultas characteristica”, R 322 Immanuel Kant, Reflexionen zur Antropologie, EA, XV, 127. A esta capacidad Kant se refiere también en Reflexionen zur Anthropologie, EA, XV, 145-146. Con relación a la facultad de designación señala la edición de la Academia que Baumgarten no habla de una “facultas signatrix”, sino de una “facultas characteristica” (“Sectio XI”), pero que bajo esta denominación él trata “los mismos problemas que Kant trata aquí” R. Brandt, EA, XXV, 191.

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designadas (bezeichneten Sachen) es según el tiempo” (Antropología, EA VII, 193): demostrativa,

rememorativa, o pronóstica. El pulso indica la fiebre como el humo el fuego, monumentos recuerdan el

pasado y en los astros se leen anuncios de acontecimientos futuros. Finalmente, los signos portentosos se

refieren a circunstancias, como fenómenos celestes, en las cuales se “altera la naturaleza de las cosas”

(Antropología, EA VII, 194). La capacidad de operar con signos se ejerce de diferentes formas, el

lenguaje es una de ellas.

“Toda lengua [Sprache] es designación de los pensamientos [Gedanken] y, a la inversa, la forma más

eminente de designar pensamientos [Gedankenbezeichnung] es la del lenguaje [Sprache], este máximo

medio de entenderse a sí mismo y entender a los demás. Pensar [Denken] es hablar [Reden] consigo

mismo (los nativos de Otahayte llaman al pensar el lenguaje del vientre), por consiguiente, también oírse

interiormente (por medio de la imaginación reproductiva).” (Antropología, EA VII, 192).

Esta caracterización muestra de manera explícita y directa qué entendía Kant por lenguaje y el contexto

en el cuál éste se ubica 49. Pero, además, considerado respecto de su funcionamiento el lenguaje se halla

regulado, tal como la imaginación, por la ley de la asociación: “La ley de la asociación es: las

representaciones empíricas que se sucedieron reiteradamente, generan la costumbre en el espíritu, de que

cuando una es producida, se origina también la otra.” (Antropología., EA VII, 176). Ello se constata, por

ejemplo en un diálogo donde, debido a esta vecindad, la imaginación pasa de una cosa a otra a menudo

tan rápidamente, que parece que uno se salteara “ciertos eslabones intermedios en la cadena de las

representaciones [...] de modo que a menudo uno debe preguntarse a sí mismo: ¿dónde estaba?, ¿de dónde

había partido en mi diálogo y cómo he llegado a este punto?” (Antropología, EA VII, 176). De manera

análoga:

“En una conversación, el saltar de una materia a otra enteramente heterogénea, a lo que induce la

asociación empírica de las representaciones, cuyo fundamento es meramente subjetivo (es decir, en uno

están las representaciones asociadas de distinto modo que en otro); a lo que induce, digo, esta asociación,

es a una especie de absurdo según la forma que interrumpe y arruina toda conversación. Sólo cuando ha

sido agotada una materia y se produce una pequeña pausa, puede alguien poner en marcha otra que sea

interesante. La imaginación que yerra sin regla embrolla la cabeza con el cambio de las representaciones,

que no están objetivamente ligadas a nada, de tal modo, que quien sale de una reunión de este tipo se

siente como si hubiese soñado.” (Antropología, EA VII, 177).

49 Dice Brandt: “Aparte de ciertas disquisiciones etimológicas Kant nunca se interesó por el lenguaje, la razón de ello se halla en su realismo del concepto y de la idea. En él hay una instancia de certeza y de conocimiento, previa a las articulaciones lingüísticas, cambiantes de pueblo a pueblo; en ello Kant está contra el nominalismo y de acuerdo con Platón (cf. la satirización en el Cratilo), así como lo está con Aristoteles y J. Locke.” R. Brandt, EA, XXV, 192.

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40

La capacidad de operar con signos se halla pues incluida como uno de los casos de empleo de la

imaginación regida como ésta por la ley de asociación.

Conjuntamente con esta comprensión del signo (y sus tipos) y del lenguaje la Antropología

desarrolla un posible empleo de éstos, el simbólico 50. Si bien la noción de símbolo, y su diferencia

respecto de signo, tiene sentido estrictamente desde el punto de vista de la elaboración propiamente

crítica, su inclusión en este contexto sirve para identificar la orientación conceptual que se manifiesta en

estas lecciones y permite con ello sugerir la arquitectura de la comprensión kantiana del lenguaje. En

general, en el campo terminológico-conceptual de los usos de signos se puede identificar tres empleos

centrales: signo en general (considerado previamente a la clasificación en tipos recién vista), carácter (la

inscripción gráfica o sonora como tal) y símbolo, el cual muestra intuitivamente un objeto de manera

indirecta por medio de una analogía. La función general desempeñada por la facultad de designación lleva

a cabo su papel de este triple modo: mediante signos, caracteres y símbolos. “Signo” (Zeichen) se refiere

genéricamente al resultado de la facultad de designar, mientras que “caracteres” (Characterisma o

Charaktere) 51 y “símbolos” (Symbole) se diferencian de esta caracterización general; en ambos casos el

criterio común de ordenación es la posibilidad de intuición. Los caracteres, por el mero hecho de ser tales,

no son por ello ya símbolos, puesto que los caracteres: “pueden ser también meros signos mediatos

(indirectos) que no significan nada en sí” (Antropología, EA. VII, 191). Ellos no significan nada en sí

sino por su asociación con las intuiciones. Los caracteres conducen a los conceptos a través de su

asociación con intuiciones. Es decir, como tales (o sea sólo como caracteres) no nos ponen en la presencia

intuitiva del objeto, en cambio los símbolos sí. Ejemplos de caracteres son las palabras y los signos

numéricos. Las palabras son meros signos acompañantes, en las cuales el concepto debe estar siempre

presente puesto que no representan en lugar del concepto. En cambio el otro tipo de caracteres, los signos

algebraicos y las figuras representan el lugar del concepto, es decir, van en su lugar, de modo que se

procede con ellos como si se tuviera el concepto. El siguiente pasaje presenta estas relaciones en

conjunto:

“Formas [Gestalten] de las cosas (intuiciones), en la medida en que sólo sirven como medio de la

representación por conceptos, son símbolos [Symbole], y el conocimiento [Erkenntnis] por medio de éstos

se llama simbólico o figurado (speciosus). Los caracteres [Charaktere] no son todavía símbolos; pues

también pueden ser signos meramente mediatos (indirectos), que en sí no significan [bedeuten] nada, sino

que conducen a intuiciones sólo por asociación y a través de éstas a conceptos; de allí que el

conocimiento simbólico [symbolische Erkenntnis] no debe oponerse al intuitivo [intuitive], sino al

50 La determinación teórica de la concepción del símbolo se desarrolla desde la perspectiva crítica en la Crítica de la facultad de juzgar, Cf. CFJ B 257, § 59. 51 P. ej. “caracter” (Character): CRP B 272, B 273 y B 745.

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discursivo [diskursive], en el cual el signo (character) acompaña al concepto sólo como guardián

(custos), para reproducirle oportunamente. El conocimiento simbólico no se opone, pues, al intuitivo (por

intuición sensible), sino al intelectual [intellektuelle] (por conceptos). Símbolos son pura y directamente

un medio del entendimiento [Verstand], pero sólo indirectamente, a través de una analogía con ciertas

intuiciones, a las cuales puede aplicarse el concepto, para proporcionarle significado [Bedeutung] por

medio de la exhibición [Darstellung] de un objeto.” (Antropología, EA, VII, 191).

Esta distinción de formas de empleo de los signos es pues inseparable de la concepción

kantiana del conocimiento simbólico. Representar por medio de símbolos es entonces en este sentido una

forma de intuir. Todo símbolo es signo, pero no viceversa. El símbolo es un medio intuitivo de

conocimiento, el signo no. Los caracteres a su vez llevan a los conceptos a través de su asociación con

intuiciones. Los símbolos conforman el conocimiento simbólico y como tal integran el intuitivo; los

caracteres forman parte del discursivo. En el conocimiento discursivo el signo sólo acompaña al concepto

para reproducirlo oportunamente, mientras que el simbólico es, como se dijo, una forma de conocimiento

intuitivo. En esta distinción de formas de empleo de los signos, signo, símbolo, carácter son considerados,

pues, en relación con la posibilidad de intuición. El lenguaje queda comprendido en ello en el sentido que

es identificado como signo que no produce intuición ni indirectamente. En el siguiente pasaje se hace

expresa la conexión entre la facultad de producir signos, los símbolos y el lenguaje:

“De la facultad de simbolización o facultate characteristica debemos notar aún algo: una representación

que sirve como medio de reproducción a través de la asociación es un símbolo. La mayoría de las

representaciones simbólicas tienen lugar con respecto al conocimiento de Dios. Éstas son en su conjunto

per analogiam, es decir por medio de una correspondencia de la relación; p. ej. el sol era para los pueblos

de la antigüedad un símbolo, una representación de la perfección divina, en tanto que él, omnipresente en

el universo, da muchas cosas (luz y calor) sin recibir nada. Así, como símbolo de una república puede

servir el cuerpo humano, en el cual todos las partes integrantes constituyen un todo. Un conocimiento del

entendimiento, el cual es indirectamente intelectual y es conocido por medio del entendimiento pero es

producido por medio de una analogía del conocimiento sensible, es un conocimiento simbólico, que se

contrapone al conocimiento lógico así como el intuitivo al discursivo.[...] El símbolo es sólo un medio de

ayudar a la intelección, sólo sirve al conocimiento inmediato del entendimiento, pero debe desaparecer

con el tiempo. [...] En consecuencia, allí donde la intuición no nos está permitida inmediatamente,

debemos ayudarnos per analogiam con el conocimiento simbólico. También podemos decir: el

conocimiento es simbólico donde el objeto es conocido en el signo; pero en el conocimiento discursivo

los signos no son símbolos, en la medida en que en los signos no conozco el objeto, sino que el signo sólo

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me produce la representación del objeto, p. ej. la palabra mesa no es un símbolo, sino sólo un medio de

ocasionar la representación del entendimiento por asociación.” 52.

A ello debemos agregar que considerando en su conjunto a la obra kantiana esta

determinación teórica del concepto de símbolo no excluye completamente otro, tenido por Kant como

usual en la época. Kant también usa el término “simbólico” en el sentido “admitido por los lógicos

modernos”; según dicha óptica símbolos en este sentido, son “meros caracteres, es decir designaciones de

los conceptos por medio de notas sensibles que los acompañan, y que no contienen nada que pertenezca a

la intuición” (CFJ B 255). En este sentido hay un uso habitual del término p. ej.: “Exponemos los

números simbólicamente p. ej. 500 por medio de los signos 5 y 00 [...]” 53. Pero por otro lado, como

acabamos de ver, el símbolo es comprendido por Kant desde la perspectiva de la cognitio symbolica: “No

todo signo es un símbolo, sino que éste es un signo de signos. Intuición analógica: símbolo.” 54. De

forma tal que Kant reconoce el sentido lógico usual de símbolo, pero se centra en su propia concepción

del símbolo en la perspectiva de la cognitio symbolica.

El que las lecciones de antropología se hagan eco del análisis en perspectiva crítica del

conocimiento simbólico donde el lenguaje es precisamente considerado aun cuando indirectamente sirve

para sugerir que incluso este mismo análisis kantiano llevado a cabo en las lecciones se ubica en el marco

de su propia perspectiva filosófica. Aquí lenguaje y signos, como productos de la facultad de designación,

son puestos en el contexto de la acción orientada a fines de la vida humana. Ellos son concebidos desde

la perspectiva de su inscripción en la prosecución de la multiplicidad de fines cuya elucidación caracteriza

el enfoque pragmático. Este enfoque se verifica en relación con el lenguaje en tanto la capacidad de

expresarse confirma el carácter personal:

“El hecho de que el hombre pueda tener una representación de su yo le eleva infinitamente por sobre

todos los demás seres que viven sobre la tierra. Gracias a ello él es una persona, y por virtud de la unidad

de la conciencia en medio de todos los cambios que pueden afectarle es una y la misma persona, esto es,

un ser totalmente distinto, por su rango y dignidad, de las cosas, como son los animales irracionales, con

los que se puede hacer y deshacer a voluntad. Lo es, incluso cuando no es capaz todavía de hablar como

yo, porque, sin embargo, tiene al yo en el pensamiento; tal como tienen que pensarlo, en efecto, todas las

lenguas [Sprachen], cuando hablan en primera persona, aunque no expresen [ausdrücken] esta cualidad

de yo [Ichheit] por medio de una palabra [Wort] particular. Pues esta facultad (a saber, la de pensar) es el

entendimiento.

52 Vorlesungen über Metaphysik und Rationaltheologie (Herder), EA XXVIII, 238. 53 Vorlesungen über Metaphysik und Rationaltheologie (Herder), EA XXVIII, 77. 54 Vorlesungen über Logik (Pölitz), EA, XXIV, 601.

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Es notable, empero, que el niño, -quien ya puede hablar bastante acabadamente, sin embargo sólo

empieza bastante después (quizá un año más tarde) a decir yo-, hable de sí tanto tiempo en tercera persona

(Carlos quiere comer, andar, etc.), y es notable que cuando empieza a hablar diciendo yo parezca como

haberse encendido una luz para él: pues desde ese día ya no vuelve nunca a hablar de aquella manera.

Antes se sentía pura y simplemente a sí mismo, ahora se piensa a sí mismo.” (Antropología, EA VII,

127).

Con ello se indica la posibilidad de una reflexión sobre el lenguaje desde la perspectiva

pragmática de la antropología kantiana, la cual no es equivalente al estudio empírico de la psicología o de

la antropología como disciplina o conjunto de disciplinas particulares. La determinación de los signos y

del lenguaje como facultad de designación se ubica en el marco de una consideración pragmática que

ubica al ser humano en la perspectiva de “lo que él mismo, como ser que actúa libremente, hace, o puede

y debe hacer, de sí mismo.” (Antropología, EA VII, 119). En esta consideración antropológica se produce

una conjunción entre la observación de características empíricas del ser humano y la reflexión acerca de

los fines de la vida humana. Por ello, el uso de la facultad de lenguaje si bien depende de la posibilidad

física, la trasciende:

“Pero los que sí pueden hablar y oír no por ello siempre se entienden a sí mismos o a los otros, y se halla

en la falta de la facultad de los signos o en el uso equivocado de la misma (puesto que los signos son

tomados por cosas e inversamente), el que, especialmente en cuestiones de la razón, seres humanos, que

están unidos por el lenguaje, se encuentren en los conceptos distantes entre sí como el cielo de la tierra; lo

cual se pone de manifiesto sólo casualmente cuando uno cualquiera actúa según su concepto.”

(Antropología, EA VII, 245).

La Antropología presenta pues la consideración más detenida por parte de Kant del lenguaje y

del signo. En ella la facultad de designación, de la cual forma parte el lenguaje, es identificada por una

doble caracterización: ser una forma de imaginación y hallarse, como ésta, regida por la ley de la

asociación, la cual da cuenta de su funcionamiento. Esta facultad es la capacidad de producir signos y

operar con ellos. Los signos son clasificados por Kant en tres tipos: a) arbitrarios (artificiales); b)

naturales; c) signos de prodigios; el lenguaje se halla dentro de los primeros. La capacidad de operar con

signos puede ejercerse de diferentes formas; el lenguaje es una de ellas. El lenguaje se caracteriza

fundamentalmente por servir para designar el pensamiento y funcionar por asociación. En la relación

lenguaje pensamiento Kant se ubica en la tradición que parte de Aristóteles y en la época moderna

prosigue en G. W. Leibniz. Esta caracterización del lenguaje muestra, en primer lugar qué entendía Kant

por “lenguaje” de una manera explícita y directa. Pero al mismo tiempo indica, considerada en el

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conjunto de la Antropología, en segundo término, la perspectiva de la reflexión kantiana acerca del

lenguaje. Esta consideración del lenguaje se ubica en una reflexión filosófica que si bien no es crítica en

tanto tal es compatible con ésta y sirve de base a la perspectiva crítica respecto del lenguaje. Asimismo, al

ser la facultad de designación una forma de la imaginación el análisis que de ella se hace en esta obra

puede ser conectado con el papel de la imaginación desde el punto de vista crítico. También en la

presentación de los tipos de signos se puede percibir el papel de la temporalidad que se manifiesta en la

reflexión crítica en la concepción del esquematismo. Esta conexión se hace más manifiesta si se considera

la introducción en este contexto de la elaboración kantiana del simbolismo, concepto complementario del

esquematismo en el marco crítico. Todo ello, finalmente subraya el contexto pragmático según el cual la

articulación temporal en la cual se inserta el empleo de los signos y del lenguaje se orienta a la

realización de los fines que la vida humana persigue en su acción, con lo cual, a su vez se abre la

conexión de las nociones de signo y lenguaje con la filosofía práctica.

3. 3. El trasfondo de la reflexión crítica sobre el lenguaje

Según la idea sustentada en este trabajo el valor de las dos obras no críticas vistas, expresión

de las correspondientes lecciones, radica en que en ellas aparece el contexto o trasfondo de la

comprensión crítica del lenguaje. En ellas se muestran los aspectos de las concepciones que influyen en la

comprensión kantiana y la orientación o intención en la cual Kant inscribe su recepción de tales aspectos.

De modo tal que, en el contexto del propósito de este trabajo, el valor de estas obras no críticas radica en

que: a) muestran la continuidad de los temas considerados en la Investigación en relación con el empleo

del lenguaje en la filosofía; b) presentan indicaciones relativas al lenguaje y se ubican “entre” (en un

sentido argumentativo) estas obras no críticas y la reflexión crítica; y, c) en tanto no se hallan delimitadas

por los requisitos metódicos de la perspectiva crítica, desarrollan tales indicaciones con alguna mayor

extensión y configuran, de este modo, un contexto a partir del cual se puede comprender la reflexión

acerca del lenguaje en la obra crítica. De modo tal que lo visto en este capítulo permite sostener: a) hay

elementos en la obra kantiana como para poner en duda la tesis del “silencio de Kant” respecto del

lenguaje; b) tales elementos se hallan en conexión con concepciones previas del lenguaje, los signos y la

gramática; c) entre tales elementos es posible identificar aspectos que resultan particularmente relevantes

para la interpretación de las nociones de lenguaje y significado en la perspectiva crítica.

a) La identificación de temas y cuestiones relativas al lenguaje que hemos presentado hasta aquí pueden

resultar suficientes como para poner en duda tesis como la del “silencio de Kant”. Los temas que hemos

destacado en estas obras no críticas se agrupan en torno de las siguientes cuestiones: i) la concepción del

signo y la clasificación y usos de los tipos de signos; ii) en conexión con ello la identificación del

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45

lenguaje como facultad de designación; iii) la concepción de la gramática, particularmente en su

determinación a través del paralelismo con la lógica formal. Estos temas así agrupados muestran sólo

algunos aspectos, si bien centrales, entre otros posibles, como por ejemplo el desarrollo de la teoría

kantiana de la definición, que pueden contribuir a la identificación de la comprensión crítica del lenguaje

y el significado.

b) Estos temas, así identificados, permiten ver la relación de la reflexión de Kant sobre el lenguaje con

las concepciones previas. Habíamos visto que en la Investigación se reflejaba la influencia de la

“semántica leibniziana”. A ello puede agregarse ahora la identificación de la recepción de las

concepciones de Platón, Aristóteles y Locke. Así, con relación a la caracterización del lenguaje como

designación del pensamiento dice el comentario de la Academia: “Es decir, el lenguaje no designa

fenómenos de los sentidos externos y del sentido interno u otras cosas o entidades […] sino nuestros

pensamientos y representaciones de ellos. Así Platón y también Aristóteles en el primer capítulo del De

interpretatione, también J. Locke en general: el lenguaje se refiere a nuestras ideas.” 55. También puede

verse un eco de Locke en la función adjudicada por Kant al signo como aquello que puede servir para

recordar y de Platón en tanto el lenguaje es también visto como diálogo del alma consigo misma.

c) Los elementos vistos respecto de los signos, el lenguaje, el significado y la gramática, provenientes de

concepciones previas pueden, en consecuencia, ser reunidos en una imagen unitaria, cuyo núcleo se halla

en la ya vista caracterización de Meier, prosigue en las lecciones y hallará su justificación teórica desde la

perspectiva crítica. Mientras la Antropología muestra la operación de la facultad, la Lógica muestra tanto

las reglas que deben regular su uso como las ciencias que se constituyen como tales. Es decir, lo que

muestra la consideración conjunta de las lecciones es que se puede ofrecer una imagen concordante de las

actividades y las disciplinas. El análisis de la facultad de designación muestra que el lenguaje es

expresión del pensamiento. El análisis de la gramática a su vez muestra que respecto del lenguaje se

construye ésta como una disciplina que puede ser ubicada paralelamente a las disciplinas que, en un

sentido general, tienen por objeto al pensamiento. El paralelismo entre pensamiento y lenguaje y entre las

correspondientes ciencias brinda una perspectiva unitaria del lenguaje, en la cual es posible integrar las

observaciones acerca del lenguaje que se encuentran en las lecciones y reflexiones: “la forma del lenguaje

y la forma del pensamiento son paralelas entre sí y semejantes, porque pensamos en palabras y

comunicamos nuestros pensamientos a los otros por medio del lenguaje, de modo tal que también hay una

gramática del pensamiento.” 56. El paralelismo entre reglas lógicas y gramaticales en relación con las

actividades que regulan es presentado en conjunto en la siguiente reflexión

“Ustedes han pensado mucho, pero probablemente no reflexionado sobre su pensar.

55 R. Brandt, EA, XXV, 192. 56 Vorlesungen über philosophische Enzyklopädie und Logik, (Ed. G.Lehmann) Berlin 1961, p.55; cit. en EA XXIV, 1001.

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46

Del mismo modo han hablado algunos años, pero no han reflexionado acerca del lenguaje [Sprache].

Hablar [Sprechen]. Pensar en voz alta.

Sin embargo, al aprender una lengua [Sprache] muerta han encontrado que ella se halla sujeta a ciertas

reglas [Regeln] constantes, sin las cuales no podría ser una lengua, es decir, comunicación [Mittheilung]

de los pensamientos [Gedanken].

Por lo tanto ustedes han seguido las reglas de una lengua [Sprache] sin poder conocerlas por sí mismos

(Moliére - el burgués gentilhombre - hablar en prosa, hablar gramaticalmente).

El lenguaje [Sprache] es empero comunicación [Mittheilung] de los pensamientos [Gedanken]. Por lo

tanto en todos los seres humanos el pensamiento estará ligado a ciertas reglas. Las cuales uno tampoco

conoce sólo por haberlas seguido por mucho tiempo.

Pero es necesario conocer estas reglas cuando se quiere avanzar hacia el pensamiento técnico […] en las

ciencias; en la vida común sólo se necesita práctica. Caminar, bailar, hablar, perorar.

Una ciencia universal del pensamiento [allgemeine Gedankenlehre] […] es […] pues posible y de ella se

sigue también una ciencia universal del lenguaje [allgemeine Sprachlehre]. Grammatica universalis. De

este modo, a partir del ordenamiento fundamental de la gramática latina, se enseña la lengua [Sprache]

francesa, la alemana.

Esta ciencia universal del pensamiento es la lógica, ciencia de las reglas del pensamiento en tanto tal.

Las reglas universales son necesarias […], de modo que sin ellas el pensar como tal es imposible.” 57.

Este pasaje reitera lo dicho respecto del paralelismo entre la lógica formal y la gramática

universal pero subrayando su conexión con las respectivas actividades que se hallan en su origen y a las

cuales sus normas regulan, pensar y hablar. De modo tal que a dicho paralelismo subyace la conexión

entre pensamiento y lenguaje, indicada por Kant en el contexto no crítico particularmente en su examen

de la facultad de designación.

De este modo vemos que es posible identificar en la obra de Kant una imagen del lenguaje

que proviene de la tradición y abarca los conceptos de signo, lenguaje, significado y las disciplinas que se

ocupan de ellos, especialmente la gramática. Esta imagen constituye uno de los elementos que configuran

la reflexión respecto del lenguaje en Kant y se halla presupuesta en la filosofía crítica de modo análogo a

como la reasunción por parte de Kant de la concepción transmitida de la lógica formal sirve de base a

dicha filosofía crítica.

Además, las lecciones dan testimonio de la continuidad de un tema ya presente en la

Investigación: la importancia de las palabras como medio de expresión de la filosofía. Kant otorga

explícitamente importancia al empleo adecuado de las palabras en filosofía y a la determinación de su

significado, así, p. ej.: “La naturaleza de las palabras es un digno objeto de consideración de los filósofos.

57 Reflexionen zur Anthropologie (Handschriftlicher Nachlass), EA, XVI, 41-42; R 1620.

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El uso correcto es que ellas designen exactamente un pensamiento.” 58. De modo semejante: “Hablar

[sprechen] y discurrir [reden] son diferentes. Se habla para hacerse entender; se discurre para lograr un

fin. ¿Cómo debe ordenar el filósofo su lenguaje? En general el filósofo mira más el significado de las

palabras que el estilo. El principio aquí es: la expresión debe ser adecuada al concepto.” 59. Este análisis

del léxico filosófico desde el punto de vista de sus implicaciones conceptuales queda bien reflejado en el

siguiente pasaje:

“Acerca del significado [Bedeutung] formal y material de algunas palabras.

Hay muchas palabras que en el uso en singular tienen otro sentido que cuando se las emplea en plural;

ellas deben ser tomadas en singular en sentido [Bedeutung] formal; en plural, en sentido [Bedeutung]

material. Éstas son: unidad, perfección, verdad, posibilidad. Unidad en el uso en singular es cualitativa, en

el uso en plural cuantitativa. La unidad cualitativa debe ser considerada como el fundamento del todo, la

cuantitativa como una parte del todo. Así p. ej. no puede decirse: el calor consiste en calorías; no se

determina su cantidad según las partes que contiene, sino según los efectos que él produce, p. ej. que

expande los cuerpos, y no se puede por ello atribuirle una cantidad propia sino un grado; la unidad, que se

encuentra en él, es por lo tanto unidad cualitativa. Las unidades, en las cuales consisten las cantidades

discretas (números), son unidades cuantitativas.

Perfección (usada formaliter) de una cosa es la concordancia de las realidades de la misma con una idea;

perfecciones de una cosa (usada materialiter) son estas realidades.

Verdad en singular (usada formaliter y qualitative) es la concordancia de nuestro conocimiento de un

objeto con el mismo; verdades en plural (usada materialiter y quantitative) son proposiciones verdaderas.

Posibilidad de un objeto (usada formaliter y qualitative); posibilidades (usada materialiter y

quantitative) objetos, en la medida en que son posibles.” 60.

Esto es pues un claro ejemplo de análisis conceptual del uso lexical que se verá en la Crítica

de la razón pura. Esta atención por parte de Kant al lenguaje de la filosofía confirma que tesis como la

del “silencio” o la “represión” de Kant respecto del lenguaje no resultan aptas para tratar de establecer la

posición de Kant respecto del lenguaje en su articulación conceptual dentro de su obra. Por ello, al dirigir

la atención hacia las menciones al lenguaje en la obra crítica, más que aceptar el enfoque del “silencio de

Kant” o la “represión” del lenguaje en Kant, parece adecuado, tal como lo proponemos aquí, intentar la

reconstrucción de la argumentación kantiana siguiendo el análisis de las menciones explícitas acerca del

tema. 58 Vorlesungen über Logik (Blomberg) EA,XXIV, 294. En el mismo sentido, lugares paralelos: Vorlesungen über Logik (Philippi) EA, XXIV, 484-485. Vorlesungen über Logik (Dohna-Wundlacken) EA, XXIV, 780-781. 59 Vorlesungen über Logik (Busolt) EA, XXIV, 685. 60 Immanuel Kant, “Acerca de la significación formal y material de algunas palabras” en I. Kant Werke (Eds.) A. Buchenau, E. Cassirer, Band IV, Schriften von 1783 –1788, Berlin, B. Cassirer, 1913, pp. 527-28.

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4. El lenguaje en la óptica trascendental

Ya lo dicho en el capítulo anterior sirve para poner en duda la tesis del “silencio” de Kant

respecto del lenguaje, pero además cabe la pregunta de si no hay razones en la filosofía de Kant que

sustenten la impugnación de dicha tesis. La respuesta simple es sí. Es decir, lo que se percibe como

“ausencia”, “silencio” o “represión” del lenguaje obedece a razones intrínsecas a la filosofía crítica de

Kant. En tanto ésta se halla formulada en las obras, comienza con la primera edición de la Crítica de la

razón pura en 1781 y culmina con la publicación de la Crítica de la facultad de juzgar en 1790. La

Crítica de la razón pura es comprendida como “un tratado del método” (CRP B XXII) y la “tarea crítica”

que ella emprende es concebida como una empresa en conjunto por contraposición a la “tarea doctrinal”

(CFJ B X) que se proyecta a continuación de la Crítica de la facultad de juzgar. El método que

caracteriza a la filosofía crítica es establecido por Kant como trascendental y en la misma definición de

trascendental puede ya verse contenida una respuesta a la cuestión del lenguaje en la filosofía crítica.

“Trascendental” designa “todo conocimiento que se ocupa en general no tanto con objetos sino con

nuestro modo de conocimiento en tanto éste debe ser posible a priori” (CRP B 25); a su vez la Crítica de

la facultad de juzgar dice: “Un principio trascendental es aquel a través del cual es representada a priori

la condición universal bajo la cual exclusivamente las cosas pueden llegar a ser en general objetos de

nuestro conocimiento.” (CFJ B XXIX). Acorde a ello en este sentido kantiano del término,

“trascendental” debería ser aplicado, junto con las formas puras de la intuición, solamente a aquellos

conceptos bajo cuyos supuestos puede pensarse que las cosas, universalmente y en cuanto tal, pueden

llegar a ser objeto de conocimiento. Baste con señalar ahora que la comprensión del lenguaje como

facultad de designación, tal como hemos visto, no cumple con tal condición. Esta intención metódica que

anima la obra crítica puede verificarse a través del hecho de que allí donde podría resultar apropiado

proseguir el análisis en relación a aspectos relevantes al lenguaje, Kant señala expresamente tanto la

posibilidad como la renuncia a continuar tal examen. Al referirse a la analogía y a su funcionamiento en

el lenguaje, señala Kant precisamente que “Esta cuestión ha sido muy poco analizada hasta ahora, de

modo tal que merecería una investigación más profunda, pero éste no es lugar para detenerse en ella.”

(CFJ B 257). Con todo, una indagación de la Crítica de la razón pura desde el punto de vista de la

cuestión del lenguaje permite encontrar una serie de indicaciones donde se pueden identificar, desde la

perspectiva trascendental, las tres cuestiones centrales referidas al lenguaje que acabamos de ver en las

obras no criticas: 1 La reflexión sobre el método ofrece el contexto trascendental donde se inscriben

empleo de signos y método de la filosofía; 2. La tabla de categorías al establecer posibles aplicaciones

retoma lo expuesto respecto del lenguaje y la gramática; 3. La deducción trascendental muestra el enlace

entre palabra y cosa como conciencia empírica (facultad de designación). De forma tal que estas

menciones adquieren relevancia relacionadas con la descripción del lenguaje que acabamos de ver, ya que

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si con lo anterior constatamos que había una concepción explícita del lenguaje, a través de ellas resulta

posible identificar ahora la perspectiva trascendental respecto del mismo.

4. 1. Empleo de signos y método de la filosofía en la óptica trascendental.

La Crítica de la razón pura, tal como la Investigación, se refiere al lenguaje en el marco de la

reflexión sobre el método de la filosofía y lo hace desde el mismo inicio de este análisis en tanto “la

confusión de lenguas” (Sprachverwirrung) (CRP B 735) separa a quienes trabajan, como en “una torre

que debía llegar al cielo”, en la edificación de la “razón pura especulativa” (CRP B 735). Nuevamente el

lenguaje aparece como problema para la reflexión filosófica, pero ahora en el marco de la metodología de

la razón pura, donde la argumentación vista en la Investigación es retomada desde la óptica trascendental 61.

Si la formulación del método analítico en la Investigación se pone en relación con la Crítica

de la razón pura, entonces la reflexión sobre el método aparece como una vía para plantear también el

problema del lenguaje en el marco del criticismo. Se ha sostenido que la Investigación al asociar el

análisis a la metafísica y la síntesis a la matemática “abrió indirectamente una vía al criticismo” 62.

Asimismo al haber rechazado la idea de un método único que englobara matemática y metafísica, y al

haber establecido el análisis como el método propio de la filosofía, en la Investigación se habrían sentado

las bases del nuevo método crítico 63. La Investigación prepara la Crítica de la razón pura “en tanto que

el análisis en general es elevado al rango de la disciplina filosófica fundamental y las matemáticas son

totalmente separadas de él.” 64. Esta aproximación de ambas obras resulta de importancia para la

ubicación del lenguaje en el pensamiento de Kant ya que en la Investigación, en el marco de una reflexión

acerca de cuál debe ser el método de la metafísica, tal como vimos, Kant se refiere explícitamente al

lenguaje en tanto las palabras son los signos propios de la reflexión filosófica. Lo tratado en la

Investigación es retomado particularmente en el primer capítulo de la primera parte de la doctrina

trascendental del método (CRP B 740-766). Así se distingue entre matemática y filosofía (p. ej. CRP B

61 Lo que sigue es sólo una presentación de la cuestión para mostrar cómo las cuestiones de método del período precrítico son retomadas en la Crítica de la razón pura. La concepción de la matemática es diferente pero la constelación semántica empleada, la necesidad de distinguir método filosófico de método matemático y el que en ello se halla implicado un diferente tipo y uso de signos se mantienen como núcleo del argumento. 62 Rudolf Malter, „L’ analyse comme procédé de la Metaphysique”, Archives de Philosophie, 42, 1979, p. 589. Cf. al respecto: Ibíd., pp. 575-76 y 590-91. Sostiene Malter que, si bien la Crítica de la razón pura se halla en 1763 muy lejos, “en una retrospección se puede reconstruir una función de preparación propia en la Investigación”, Ibíd., p. 591. 63 La posición respecto del método sostenida en la Investigación constituiría una etapa en la formación del criticismo; de forma tal que el criticismo sería una transformación ulterior del dualismo del método adoptado en este escrito, Cf. Ibíd., p. 588. 64 Ibíd., p. 590.

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741), se reitera la diferencia de las consideraciones de signos in abstracto e in concreto (p. ej. B 742) y la

inutilidad para el conocimiento, de las definiciones nominales (CRP B 750) 65.

La distinción entre los métodos de la matemática y la filosofía es retomada en la Crítica de la

razón pura donde nuevamente se plantea si el método que permite llegar a la “certeza apodíctica” en la

matemática puede ser el mismo para la filosofía (Cf. CRP B 741). El análisis de esta cuestión, así como

de la diferenciación entre ambos métodos se lleva a cabo ahora, a diferencia de la Investigación, a partir

del establecimiento de la siguiente base: “El conocimiento filosófico es el conocimiento de la razón por

conceptos, el matemático por construcción de conceptos. Construir un concepto quiere decir: exhibir a

priori la intuición que le corresponde.” (CRP B 741). En la construcción del concepto en la intuición a

priori se considera lo universal en lo particular, p. ej. la figura concreta de un triángulo en tanto sirve para

presentar “la acción de la construcción” (CRP B 742). La filosofía, en cambio, “considera lo particular

sólo en lo universal” (CRP B 742). Nuestro propósito aquí es sólo considerar cómo en el contexto de esta

nueva elaboración crítica de la diferenciación entre matemática y filosofía, guiada por la idea de que la

matemática exhibe el concepto en la intuición a priori, se mantienen y enfocan las cuestiones referentes al

contraste entre filosofía y matemática desde el punto de vista del tipo y empleo de signos respectivos y las

consecuencias que ello tiene para el conocimiento en ambos casos. El tipo de signos es distinto, palabras

en el caso de la filosofía, números, caracteres algebraicos y signos de operaciones en el de la matemática.

Su uso es distinto en tanto por medio de ellos se establece una distinta relación entre la universalidad del

concepto y la particularidad del caso. Los procedimientos deben ser distintos, analítico en filosofía,

sintético en matemática, ya que si la filosofía procede sintéticamente sólo obtiene como resultado

explicaciones de palabras o definiciones nominales. El resultado respecto del conocimiento es distinto, las

demostraciones matemáticas logran certeza apodíctica, las pruebas filosóficas sólo una certeza que nunca

puede ser completa (Cf. CRP B 758). En todos estos casos, la filosofía se asocia al empleo de palabras. El

empleo de signos en matemática es caracterizado ahora como sigue.

“La matemática no sólo construye cantidades (quanta), como en la geometría, sino también la mera

cantidad (quantitas), como en el álgebra, donde se abstrae totalmente de la naturaleza del objeto que ha de

ser pensado según ese concepto de cantidad. Ella [álgebra] elige entonces una cierta designación

[Bezeichnung] para todas las construcciones de cantidades en general (números), como adición,

sustracción, extracción de raíces, etc., y, una vez que también ha designado [bezeichnet] el concepto

universal de las cantidades según las diversas relaciones de las mismas, exhibe en la intuición, de acuerdo

con ciertas reglas universales, toda operación producida y modificada por la cantidad. Cuando una

65 Esta reiteración de temas con relación a las consideraciones metodológicas se observa también en la Lógica. Así: la diferenciación entre filosofía y matemática (EA, IX, 22-23), la distinción entre una consideración in abstracto y otra in concreto (EA, IX, 30-31). Igualmente se retoman los temas de la definición (EA, IX, 217-220) y la diferencia entre definición nominal y real (EA, IX, 221-222).

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cantidad tiene que ser dividida por otra, ella [álgebra] combina los signos [Charaktere] de ambas según la

forma que designa [bezeichnend] la división, etc. y arriba por medio de una construcción simbólica

[symbolischen Construction], exactamente del mismo modo que lo hace la geometría por medio de una

construcción ostensiva o geométrica (de los objetos mismos), a lo que jamás podría llegar el

conocimiento discursivo [diskursive Erkenntnis] por medio de meros conceptos.” (CRP B 745).

En este pasaje vemos pues, el mismo proceder señalado en la Investigación (reemplazo de las

cosas por sus signos) y el mantenimiento de la comprensión del tipo y uso de signos, pero ahora en la

nueva perspectiva del enfoque crítico de la diferenciación entre proceder por conceptos o por

construcción de conceptos. El conocimiento racional por construcción del concepto permite fundar un

juicio sintético que no se sustente en la intuición empírica. En el caso del conocimiento empírico el

recurso al análisis del concepto del caso no ofrece conocimiento: “Así podría analizar mi concepto

empírico de oro sin ganar por medio de ello nada más que el poder enumerar todo lo que realmente pienso

con esta palabra (Wort); de este modo en mi conocimiento tiene lugar un perfeccionamiento lógico, pero

no se obtiene un incremento o ampliación.” (CRP B 749). El análisis de los conceptos empíricos tampoco

permite definiciones. Partiendo de que definir significa “exhibir [darstellen] el concepto detallado de una

cosa dentro de sus límites” (CRP B 755), en sentido estricto un concepto empírico no puede ser definido

sino solamente explicado.

“Pues, puesto que en él [concepto empírico] sólo tenemos algunas notas [Merkmale] de una

cierta especie de objetos de los sentidos, nunca es seguro si uno con la palabra [Wort], que designa

[bezeichnet] el mismo objeto, no piensa a veces más notas de tal objeto y a otras veces menos. Así, con el

concepto de oro uno puede pensar, además del peso, color, dureza, la propiedad de que no se oxida,

mientras que otro puede tal vez no saber nada de ésta. Nos servimos de ciertas notas [Merkmale] sólo en

la medida en que nos bastan para distinguir; nuevas observaciones eliminan algunas de ellas y añaden

otras, de modo tal que el concepto nunca está entre límites seguros. Además, ¿para qué serviría definir un

tal concepto, puesto que, por ejemplo cuando se trata del agua y sus propiedades, no nos detenemos en lo

que pensamos con la palabra [Wort] agua sino que procedemos a experimentar y la palabra, con las pocas

notas [Merkmale] que se le enlazan, constituye sólo una designación [Bezeichnung] y no un concepto de

la cosa, con lo cual la supuesta definición no es nada más que la determinación de una palabra

[Wortbestimmung].” (CRP B 755-756).

En sentido estricto tampoco pueden definirse los conceptos a priori dados, como, por ejemplo,

los conceptos de sustancia, causa o derecho, ya que sólo se puede estar seguro de que la representación de

un concepto dado ha sido detalladamente desarrollada, pero éste puede incluir representaciones oscuras.

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De modo tal que la exahustividad del análisis es sólo probable y nunca ofrece certeza apodíctica (Cf. CRP

B 756), en este caso no debería hablarse de definiciones sino sólo de exposiciones. A su vez de los

conceptos que son definidos arbitrariamente (willkürlich) (Cf. CRP B 757), sólo se puede aplicar el

concepto de definición a aquellos que contienen “una síntesis arbitraria que puede ser construida a priori”

(CRP B 757). De forma tal que sólo la matemática contiene definiciones, pues “ella exhibe a priori en la

intuición el objeto que piensa y éste, con toda certeza, contiene ni más ni menos que el concepto, ya que

este último ha sido dado originariamente por medio de la definición del objeto, sin derivar ésta de

ninguna otra parte.” (CRP B 758). La filosofía, por el contrario sólo puede ofrece exposiciones que se

originan analíticamente, por descomposición, y de cuyo carácter completo no se puede tener certeza

apodíctica. La matemática construye el concepto, la filosofía sólo lo explica (Cf. CRP B 758). Por ello la

filosofía no debe imitar a la matemática y comenzar con definiciones, ya que en filosofía las definiciones

son análisis de conceptos dados (Cf. CRP B 758).

También como en la Investigación, matemática y filosofía se diferencian aquí por sus

demostraciones. Una prueba apodíctica puede llamarse demostración “sólo en la medida que sea

intuitiva” (CRP B 762). La experiencia enseña lo que es pero no que ello no pueda ser de otra manera, de

forma tal que fundamentos empíricos jamás puedan brindar pruebas apodícticas. Por ello sólo la

matemática contiene demostraciones, “porque ella deriva su conocimiento no de conceptos, sino de la

construcción los mismos, es decir, de la intuición que puede serles correspondientemente dada a priori.”

(CRP B 762). También aquí, ahora desde la óptica trascendental de la posibilidad de construcción en la

intuición, se reitera lo mismo de la Investigación:

“Incluso el procedimiento del álgebra con sus ecuaciones, a partir de las cuales, por reducción, produce la

verdad conjuntamente con la prueba, aunque no es una construcción geométrica, es una construcción por

medio de caracteres [charakteristische Construction], en la cual se presentan en la intuición los conceptos

a través de signos [Zeichen], especialmente los que se refieren a relaciones de magnitud, y, sin considerar

ni una vez lo heurístico, este método asegura la ausencia de errores en todas las inferencias por el hecho

de que pone a la vista todas y cada una de ellas. Por el contrario el conocimiento filosófico debe renunciar

a esta ventaja en la medida en que siempre debe considerar lo universal (por medio de conceptos) in

abstracto, mientras que las matemáticas pueden considerar lo universal in concreto (en la intuición

particular) y ciertamente por medio de una representación a priori, con lo cual cualquier error se vuelve

visible. Por ello preferiría dar el nombre de pruebas acroamáticas (discursivas) a las filosóficas, ya que

sólo pueden llevarse a cabo mediante […] palabras [Worte] (el objeto en el pensamiento), más que

demostraciones, que, como ya indica la expresión [Ausdrück], se desarrollan por intuición del objeto.”

(CRP B 762-763).

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Todo esto muestra que la filosofía crítica retoma las cuestiones referidas a la diferencia de

método entre matemática y filosofía y con ello las cuestiones referidas a los tipos y empleo de signos en

cada caso. También muestra que la constelación léxica empleada para ello en la Investigación es

conservada. Finalmente también reencontramos aquí el planteo ya mencionado en la Investigación acerca

de la ubicación de la noción de lenguaje “entre” las nociones de concepto e intuición. La consideración

respecto del método muestra cómo la perspectiva en la cual es enfocado el lenguaje en el período

precrítico se mantiene en la Crítica de la razón pura. Esta consideración muestra entonces cómo el

lenguaje queda incluido en dicho marco, pero señala al mismo tiempo los límites de tal inclusión en tanto

ahora el método es determinado desde la perspectiva trascendental. Ello puede verse confirmado a través

de la relación entre analítica y analítica trascendental, que consideraremos a continuación.

Con relación a la reasunción de la analítica tradicional en la Investigación se ha señalado que

la idea de que el método debe proceder analíticamente por medio de la descomposición de conceptos es

un antecedente de la forma de reflexión trascendental 66 y que analítica lógica y analítica trascendental se

parecen en que ambas formas de análisis son “similares en tanto ellas descomponen un dato” 67.

Asimismo también se ha indicado que el análisis llega a conceptos elementales y ello constituiría una

anticipación de la doctrina de las categorías, “Anuncio lejano de la tabla de las categorías” 68. Se ha

afirmado, finalmente, que la analítica de las categorías se ha originado en el análisis de notas tal como es

expuesto en la Investigación 69.

La analítica como método es retomada en la Crítica de la razón pura, ya que “Una buena

parte, tal vez la mayor, de las tareas de nuestra razón consiste en el análisis de los conceptos que ya

poseemos de los objetos.” (CRP B 9). Desde la nueva óptica de la Crítica de la razón pura esta analítica

en el sentido tradicional, reasumida desde el punto de vista de la lógica formal, es identificada como el

“tratamiento lógico de los conceptos en la filosofía en general” (CRP B 90). La analítica en este sentido

se ocupa de las condiciones formales del pensar: “La analítica descubre por descomposición todas las

operaciones de la razón que, en general, ejercemos al pensar. Es por ello una analítica de la forma del

entendimiento y de la forma de la razón; también por ello se denomina justificadamente lógica de la

verdad, porque contiene las reglas necesarias de toda verdad (formal) [...]” (Lógica, EA IX, 16). En los

términos de la Critica de la razón pura la analítica consiste en “descomponer, según su contenido, y

clarificar los conceptos que se presentan” (CRP B 90). Este análisis como tal no amplía el conocimiento

sino que aclara y explica “lo que en nuestros conceptos, aun cuando de manera confusa ya ha sido

66 Rudolf Malter, loc. cit., p. 591. 67 Ibíd., p. 590. 68 Hermann. J. de Vleeschauwer, La déduction transcendentale dans l'oeuvre de Kant, París - La Haya, 1934-1937; Nueva York - Londres, reimpresión: Garland, 1976, p. 99. 69 Rudolf. Malter señala la reflexión 2967 (EA, XVI, p. 688) que testimonia que “Kant fue conducido a concebir el análisis de las categorías por reflexiones que tuvieron su origen en la cuestión del análisis de notas.”, Ibíd., p.591. Tal como hemos visto en la Investigación el problema con los que se enfrenta la filosofía consiste en llegar a elementos últimos, conceptos inanalizables y proposiciones indemostrables.

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pensado” (CRP B 9). Pero la analítica trascendental se diferencia del análisis lógico, del análisis en

sentido tradicional y precrítico. La tarea analítica como tal se orienta en una nueva dirección acorde a la

nueva perspectiva trascendental. El análisis, llevado a cabo como la “tarea propia de la filosofía

trascendental”, consiste ahora en “el, aún poco intentado, análisis de la facultad misma del

entendimiento” (CRP B 90). En el marco del método trascendental el análisis conduce a “los primeros

núcleos y disposiciones” (CRP B 91) de los conceptos puros con la finalidad de “investigar la posibilidad

de los conceptos a priori” (CRP B 91), lo cual marca una clara diferencia respecto del análisis tradicional

por notas, la analítica propia de la lógica formal Mientras el análisis en sentido tradicional hacía consistir

la tarea central del método en la determinación del concepto, la perspectiva trascendental se centra en la

determinación de aquellos conceptos nucleares, categorías, que constituyen la trama pura de la estructura

conceptual como tal. Dicho de otro modo, la analítica trascendental, comparada con la analítica en el

sentido tradicional o con la analítica en sentido formal, tiene un propósito propio, circunscripto y

definido: investigar el fundamento o condición del conocimiento en tanto éste sea posible a priori. Es

decir, el enfoque trascendental se orienta en una dirección que presupone el análisis formal pero tiene una

tarea propia no definida en él. Con todo ello queda, en primer término, confirmada la idea de que la

ausencia de una consideración explícita del lenguaje se basa en una razón metódica, propia del enfoque

trascendental. En segundo lugar, los problemas que el empleo del lenguaje planteaba para la

determinación del concepto, identificados en la Investigación, si bien como fondo de las cuestiones que

aparecen en primer plano son aún identificables, en tanto, p. ej., como indicaba el pasaje visto

recientemente, al enumerar lo que se piensa con una palabra, “tiene lugar un perfeccionamiento lógico”

(CRP B 749) pero ello no conlleva una ampliación del conocimiento (Cf. CRP B 749). La analítica

trascendental tiene por objeto los elementos del conocimiento puro en el entendimiento y los principios

sin los cuales “ningún objeto puede ser pensado” (CRP B 87). En la realización de su cometido propio,

establecer las condiciones de una “lógica de la verdad” (CRP B 87), es posible identificar ciertas

consecuencias, relevantes para la determinación de la perspectiva trascendental respecto del lenguaje, a

las que Kant se refiere explícita y directamente, pero sin desarrollar como tal.

4. 2. Consecuencias de la tabla de categorías para la reflexión sobre el lenguaje

Antes de comenzar con el tema específico de este punto, valga la siguiente indicación,

referida tanto a éste como al próximo (4. 3.). La reflexión kantiana acerca del lenguaje en la Analítica

trascendental se ubica dentro del desarrollo de la teoría de las categorías. El lenguaje en la analítica, visto

desde la función de unificación de la autoconciencia, es una forma de relacionar representaciones. En

tanto tal es comparado con las funciones unificadoras de los conceptos puros, los juicios y la apercepción

trascendental como tal. Kant sintetiza el desarrollo de la teoría de las categorías en una doble tarea

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identificada como deducción metafísica y deducción trascendental. La primera tiene por objeto exponer

“el origen a priori de las categorías” siguiendo su concordancia “con las funciones lógicas universales del

pensamiento” (CRP B 159); mientras que la segunda incluye como tarea central mostrar “la posibilidad

de las categorías como conocimientos a priori de objetos de una intuición en general.” (CRP B 159).

Precisamente en el marco de cada una de estas tareas capitales de la crítica kantiana se encuentran

indicaciones explícitas sobre el lenguaje que constituyen la base textual para la interpretación del lugar

del lenguaje en la perspectiva trascendental. En el primer caso (CRP B 108-9) en la Deducción metafísica

se sugiere una continuación y aplicación de los resultados del análisis del sistema de las categorías,

indicando el posible desarrollo de disciplinas acerca del lenguaje desde el punto de vista trascendental; en

el segundo (CRP B 140), en la Deducción trascendental, la forma de conciencia que resulta del lenguaje

como medio de designación es contrastada con la unidad objetiva de la autoconciencia. A continuación

propondremos, entonces, una reconstrucción de la argumentación kantiana siguiendo las indicaciones

explícitas sobre el lenguaje en la deducción metafísica y en la deducción trascendental de las categorías.

La idea de una identidad, sea ésta entendida como fuere, entre categorías del lenguaje y

categorías del pensamiento, es ajena a la filosofía crítica de Kant. Sin embargo la doctrina de los

conceptos puros es uno de los capítulos relevantes para la argumentación respecto del lenguaje que puede

ser reconstruida en ella en tanto indica: a) cómo las categorías al realizar su función de unificación fundan

a su vez la posibilidad de una forma de ordenamiento en el léxico: la tópica, y b) cómo, la determinación

de las categorías corre en paralelo con la determinación de la gramática de una lengua, con lo cual se

sugiere que a partir de la doctrina de las categorías se podría desarrollar una “gramática trascendental”.

4. 2. 1. Las categorías como tópica sistemática: la posibilidad de un diccionario completo

La doctrina kantiana de las categorías se basa en un análisis de los conceptos y de la facultad

que los produce; las categorías son conceptos puros y la guía metódica para su determinación se halla en

los juicios (Cf. CRP B 94). El análisis trascendental de la génesis de las categorías elimina todo lo

empírico y, en consecuencia, excluye cualquier posible contribución a dicha génesis que pudiera provenir

del lenguaje. Las categorías son el producto de la espontaneidad del pensar. Son conceptos, es decir,

representaciones de carácter universal por su naturaleza misma; en ellas el objeto es representado por

notas comunes (Lógica, EA IX, 91). Son conceptos puros primitivos que constituyen una unidad por sí

misma y que no requieren de ningún agregado exterior (CRP B 90). La reflexión trascendental establece

la serie de las categorías “según un principio” (CRP B 92). Éste radica en la actividad misma del

entendimiento caracterizado como la “facultad de juzgar” (CRP B 94). El juicio consiste en enlazar

representaciones. Este enlace se produce de distintas maneras que constituyen las formas diversas del

juzgar transmitidas por la lógica. Esta función del entendimiento se ejerce en una diversidad originada en

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la sensibilidad y unificada en la síntesis pura, la cual, si bien es un resultado de la imaginación, en tanto es

representada universalmente, es producida por el entendimiento puro (CRP B 104). En esta unidad

sintética, característica de la forma del entendimiento, se cumple el principio supremo de la unidad de la

conciencia. Las categorías son pues formas universales de enlace en las que opera la unidad sintética. De

aquí surgen tantas formas (conceptos puros) que se refieren a priori a los objetos de la intuición, cuantas

funciones lógicas de unificación de los juicios hay (CRP B 105). El resultado es la indicación del diseño

de todos los conceptos puros de las síntesis contenidas a priori en el entendimiento (Cf. B 106). Los

conceptos puros son los “verdaderos conceptos troncales (Stammbegriffe) del entendimiento puro” (CRP

B 107) que también tienen conceptos derivados puros, los cuales deberían ser expuestos en el “sistema de

la filosofía trascendental” (CRP B 107). Sin embargo, ya que el análisis que consideramos es meramente

un “ensayo crítico” (CRP B 107) tal exposición queda solamente indicada, tal como ocurre con la posible

aplicación de las definiciones de las categorías al ordenamiento del léxico.

“En este tratado me dispenso intencionalmente de dar las definiciones [Definitionen] de estas categorías,

aun cuando pudiera estar en posesión de ellas. En lo que sigue descompondré estos conceptos hasta donde

sea necesario en relación con la doctrina del método que estoy elaborando. En un sistema de la razón pura

me podrían ser exigidas con razón; pero aquí tales definiciones no harían más que desviar la atención

respecto del punto principal de la investigación, ya que despertarían dudas y ataques que muy bien

pueden remitirse a otro trabajo, sin sustraer nada a la intención esencial. De todos modos, se desprende

con claridad de lo poco que llevamos dicho, que un diccionario completo [vollständiges Wörterbuch], con

todas las explicaciones [Erklärungen] exigibles, no sólo sería posible, sino también fácil de hacer. Las

casillas [Fächer] ya están ahí, sólo hace falta llenarlas, y una tópica sistemática [systematische Topik]

como la presente hace que sea difícil no ubicar el lugar [Stelle] al cual pertenece cada concepto, a la vez

que hace notar con facilidad el lugar que todavía está vacío.” (CRP B 108-109).

La tabla de las categorías vale entonces como un conjunto de conceptos comunes que

posibilitan un sistema de ordenamiento en lugares vacíos, una tópica sistemática. Ésta, entendida como un

sistema conceptual último y no derivado radicado en los “primeros gérmenes [Keime] y disposiciones

[Anlage] del entendimiento humano” (CRP B 91), permite generar otros sistemas conceptuales. Las

categorías son vistas de este modo como núcleos generadores de ordenamientos conceptuales. Ellas

constituyen entonces, un modelo de sistema que puede tener distintas formas de aplicación en diferentes

órdenes conceptuales, uno de los cuales sería precisamente el léxico. La determinación de los conceptos

elementales permitiría según ello extraer de allí todas las explicaciones requeridas por tal diccionario. El

texto sugiere entonces que partiendo de la estructura conceptual básica, ofrecida por el sistema de las

categorías se podría ordenar la estructura léxica del lenguaje. Este pasaje es importante, entonces, porque

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a) abre de una manera explícita una vía de proyección de la teoría pura de las categorías a la estructura del

léxico por medio de la tópica, que suministra el entramado conceptual en el cual éste se construye, b)

implica el predominio de la estructura conceptual sobre la estructura léxica, en tanto el ordenamiento

conceptual de ésta depende, precisamente, del sistema conceptual primero y fundante, los conceptos

puros; c) muestra una autolimitación metódica, también expresamente indicada, basada en el propósito

propio de la crítica como método; autolimitación metódica referida a una posible continuación de un

resultado de un capítulo central de la analítica trascendental aplicada al lenguaje. La idea de una tópica

sistemática sugiere, pues, cómo la unidad de los conceptos puede articular la diversidad léxica.

4. 2. 2. Investigación de las categorías e investigación gramatical

De una manera indirecta Kant se refiere a las posibilidades que ofrece la tabla de las

categorías al establecer un paralelo entre la determinación de las categorías y la determinación de una

gramática. Para apreciar el posible alcance de esta sugerencia es conveniente examinar previamente lo

siguiente. Forma parte de la tesis sostenida en este trabajo que para comprender porqué la filosofía crítica

de Kant no consideró el lenguaje se debe subrayar su carácter metódico. La reflexión sobre la gramática

es un buen ejemplo de ello. En ella se muestra tanto cómo la idea de gramática aparece retomada de la

tradición ,así como las razones metódicas que llevan a dejarla sin consideración. Ello muestra tanto la

presencia activa de la tradición como los límites en el cual esta consideración es incluida. Hemos visto

que Kant re refiere a la gramática en el marco de su presentación de la lógica; pues bien, en la perspectiva

crítica la gramática como objeto temático de consideración explícita entra en consideración aun menos

que la lógica formal como tal. Las lecciones de lógica ilustran como la lógica general o formal sirve de

precondición para el desarrollo de la investigación trascendental. Según Kant la lógica, tal como la

encuentra, había sido escrita a partir de la Analítica de Aristóteles (Lógica, EA IX, 20). También sostiene

que la lógica es una ciencia bien fundada que desde Aristóteles nada había podido ganar desde el punto de

vista de su cientificidad (Lógica, EA IX, 7). La autoubicación de Kant en relación con el desarrollo de la

lógica puede sintetizarse en el siguiente juicio. Según él quienes desarrollaron la lógica general en la

época moderna fueron Leibniz y Wolff, habiendo resultado de ello que “La mejor lógica que se tiene es la

lógica general de Wolff”, luego “Baumgarten sintetizó la lógica de Wolff, y Meier la comentó a su vez a

través de Baumgarten” (Lógica, EA IX, 20). Con ello se ve cómo Kant reasume la tradición lógica para

ocuparse con lo propio de la lógica trascendental. De modo convergente se expresa el editor de dichas

lecciones. Éste señala que el gran “reformador” de la filosofía hubiera podido elaborar la lógica formal,

ya que los lineamientos esenciales están en la Crítica de la razón pura; pero que no llevó cabo tal tarea

porque su tema propio era “una fundamentación científica del sistema completo de la verdadera filosofía;

la filosofía de lo realmente verdadero y cierto” (Lógica, EA IX, 5). En este sentido introduce el editor una

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comparación con la matemática: “Así como el matemático en tanto matemático también puede el lógico

en tanto lógico proseguir su marcha tranquila y seguramente dentro del ámbito de su ciencia explicando y

demostrando, sin necesidad de preocuparse por la cuestión trascendental, propia del filósofo

trascendental, que se halla más allá de su esfera: cómo son posibles como ciencias la matemática o la

lógica puras” (Lógica, EA IX, 8). Vemos cómo el interés teórico de Kant se orienta específicamente a la

realización de la lógica trascendental, de modo tal que la lógica formal no es tomada por sí misma sino

como guía para la realización de aquélla.

Esta ubicación de la lógica formal respecto de la lógica trascendental permite inferir,

entonces, el lugar de la gramática, en tanto disciplina formal, en la investigación trascendental. La

investigación trascendental toma como punto de partida la lógica formal pero no atiende a ella como tal.

Pero, entonces, con igual razón se debe dejar fuera de consideración la gramática formal como tal en tanto

disciplina paralela a la lógica formal. Como, además, la consideración gramatical no entra en el dominio

de la lógica, la gramática formal tiene para la investigación trascendental una importancia menor que la

lógica formal. Dicho de otro modo, si la lógica formal queda como condición para el desarrollo de la idea

crítica, pero no como objeto de análisis y consideración explícita como tal, con más razón las

consideraciones respecto de la gramática, la cual es considerada en paralelo a la lógica formal, quedan

fuera, por razones metódicas, de la reflexión trascendental.

Dentro de este límite, Kant indica el posible paralelismo entre la investigación de las

categorías y la investigación gramatical. Así como la investigación de las categorías permite establecer

una posible aplicación al ámbito del léxico, así también es posible identificar posibles aplicaciones de la

teoría de las categorías en el dominio de la gramática a través del parentesco entre la investigación de las

categorías y la investigación gramatical. La investigación gramatical sirve para ilustrar la investigación de

las categorías. Así como la lógica es una resolución de la forma del pensamiento, “una gramática es la

resolución de la forma de un lenguaje en sus reglas elementales” 70. El paralelismo entre lógica y la

gramática es precisada en tanto se ilustra la tarea de establecer el sistema de las categorías, mediante una

comparación de esa tarea con la de establecer, por abstracción, las reglas que ordenan el uso de una

lengua. Pero mientras en los pasajes vistos anteriormente se señalaban dos posibles niveles de

consideración, el material y el formal, aquí el punto de vista crítico abre la posibilidad de un tercer nivel

de análisis.

“Extraer del conocimiento común los conceptos en cuyo fundamento no yace ninguna experiencia

particular, pero que a pesar de ello se presentan en todo conocimiento empírico, del cual constituyen, por

decirlo así, la mera forma [Form] de la conexión [Verknüpfung], no requería mayor reflexión ni más

inteligencia que las que requeriría el extraer de un lenguaje [Sprache] reglas del uso real de las palabras

70 Immanuel Kant, Los progresos de la metafísica, (Trad. M. Caimi), Buenos Aires, Eudeba, 1989, p. 16; EA, XX 260.

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[Wörter] en general y reunir así elementos para una gramática [Grammatik] (y en verdad ambas

investigaciones están muy estrechamente emparentadas), pero sin poder indicar la razón por la cual cada

lenguaje [Sprache] tiene precisamente esa constitución formal y no otra, y pudiendo menos aún dar razón

de que en general pueda encontrarse precisamente ese número de tales determinaciones formales del

lenguaje, y no más ni menos.” 71.

Si bien la idea central se refiere fundamentalmente a la tarea de la lógica y a la investigación

trascendental, resulta sin embargo posible identificar en esta comparación una indicación acerca de la

concepción de la tarea gramatical. Lo investigado aquí es el sistema de las categorías y el principio que

constituye su arquitectura. Análogamente la construcción de una gramática consistiría, en primer lugar, en

determinar en una lengua dada las reglas del “uso real de las palabras”. En la medida en que se trata sólo

de describir un uso efectivo y de recopilar una variedad del mismo, puede ser identificada como una tarea

o análisis empírico.

La comparación indica otras dos tareas que definirían a su vez dos diferentes posibilidades de

análisis. Luego de la primera recién indicada, la segunda tarea busca dar razón de la condición formal

determinada de una lengua particular, y a partir de ello la gramática tendría por objeto no las palabras que

constituyen la materia de una lengua sino su estructura formal; este carácter formal es precisamente

compartido por la gramática con la lógica formal. Tal como hemos visto el examen formal resulta en la

posibilidad de una gramática universal; tal como vimos en las lecciones. H. Scholz confirma la idea de

que en Kant se encuentra una gramática universal, pero de forma vaga con dos características: es

normativa respecto del uso del lenguaje y, en tanto universal, se extiende a todas las reglas del mismo 72.

En tercer lugar se procura indicar el fundamento del número exacto de categorías y,

análogamente, el número exacto de determinaciones formales de la lengua del caso. Según ello aquí ya no

alcanza con precisar la estructura formal del lenguaje sino que además resulta necesario, tal como con las

categorías, dar razón del número preciso de determinaciones formales. Hasta aquí la presentación de este

paralelismo o analogía. Ésta es la indicación explicita de Kant en las obras publicadas. A partir de aquí se

abren tanto otras escasas sugerencias indicadas en algunas lecciones, como las interpretaciones en cuanto

a la posibilidad de desarrollar la perspectiva trascendental, precisamente, como gramática trascendental.

En ello se ha visto uno de los legados de la filosofía de Kant, considerada en general. La consideración

trascendental mostraría el fundamento del lenguaje humano tal como éste se hallaría en nuestro

entendimiento. En este sentido el término “gramática trascendental” reflejaría la perspectiva kantiana

respecto de los fundamentos conceptuales del lenguaje considerado en general. Por lo mismo habría un

71 Immanuel Kant, Prolegómenos a toda metafísica futura que pueda presentarse como ciencia, (Trad. M. Caimi), Buenos Aires, 1984, pp. 93-94; EA, IV, 322-23. 72 Heinrich Scholz, „Logik, Grammatik, Metaphysik”, H. Scholz Mathesis Universalis, Basilea-Stuttgart, B. Schawe, 1961, p. 428.

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único sistema de categorías que valdría como la base de la “gramática trascendental” 73. Esta posibilidad

es expresamente indicada en una lección:

“La filosofía trascendental es la filosofía de los principios, de los elementos del conocimiento humano a

priori. Ello es a la vez el fundamento de cómo es posible una geometría a priori. Es necesario saber cómo

una ciencia puede ser producida a partir de nosotros mismos y cómo el entendimiento humano ha podido

producir algo así. […] Por ello si queremos saber cómo es posible un conocimiento a priori del ser

humano debemos distinguir e investigar todos los conocimientos a priori; luego podemos determinar los

límites del entendimiento humano, y todas las quimeras que en el caso contrario son posibles en la

metafísica, serán traídas bajo reglas y principios determinados. Pues bien, dividimos los principios del

conocimiento humano a priori en:

1) los principios de la sensibilidad a priori, esto es la estética trascendental, la cual comprende el

conocimiento y los conceptos a priori del espacio y del tiempo; y

2) los principios del conocimiento humano intelectual, esto es la lógica trascendental. Estos principios

del conocimiento humano a priori son las categorías del entendimiento; tal como se mostró anteriormente

éstas contienen completamente todo lo que el entendimiento a priori comprende, a partir de las cuales

luego pueden derivarse aún otros conceptos.

Si analizáramos de este modo los conceptos trascendentales, esto constituiría una gramática trascendental

[trasnzendentale Grammatik], que contendría el fundamento [Grund] del lenguaje humano; p. ej. cómo se

hallan en nuestro entendimiento el praesens, el perfectum, el plusquamperfectum, qué son los adverbia

etc. Si se reflexionara sobre esto se tendría una gramática trascendental. La lógica contendría el uso

formal del entendimiento. Luego podría seguir la filosofía trascendental, la ciencia de los conceptos

universales a priori.” 74.

La idea de una gramática trascendental, como el texto de Prolegómenos, han sido objeto de

interpretaciones que coinciden básicamente en señalar el carácter programático de la sugerencia kantiana

así como la dificultad de una determinación precisa de los límites y del cometido de la empresa. W.

Bröcker 75 sugiere entender el texto de Prolegómenos de manera literal, de modo tal que la tabla de los

juicios debería ser estrictamente interpretada como la “estructura a priori de todo lenguaje posible en

73 Lewis White Beck, „Was haben wir von Kant gelernt”, Kant-Studien, 72, 1981, p. 5. 74 Metaphysik (Pölitz) EA XXVIII, 1, 576-77 (1821 Nachdruck Darmstadt, 1964, p. 78). Hay otra mención de la gramática trascendental en comparación con una gramática metafísica: M. Heinze Vorlesungen Kants über Metaphysik, Berlin, 1894, 565-66. 75 Rspectivamente: Josef Simon, Sprachphilosophische Aspekte der Kategorienlehre, Francfort del Meno, Heiderhoff, 1971, p. 8; Walter Bröcker, Kant Über Metaphysik und Erfahrung, Frankfurt, 1970, V. Klostermann p. 45; Friederich Kaulbach, Das Prinzip Handlung in der Philosophie Kants, Berlín – Nueva York, W. de Gruyter, 1978, p. 12; Gerhard Schönrich, Kategorien und transzendentale Argumentation. Kant und die Idee einer transzendentalen Semiotik, Francfort del Meno, Suhrkamp, 1981, pp. 79-82; Wilhelm Lütterfelds, „Kant in der gegenwärtigen Sprachphilosophie”, en D. Heidemann – Kristina Engelhard (Eds.), Warum Kant heute?, Berlín - Nueva York, W. de Gruyter, 2003, pp. 153-57.

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cuanto tal”. J. Simon confirma la validez de la analogía entre ambos tipos de investigación. De manera

análoga a las reglas del lenguaje, las categorías o reglas del entendimiento se encuentran en el

entendimiento de una manera prelingüística. En el entendimiento debería suponerse entonces un sistema

de reglas universales, el entendimiento no sería precisamente sino la facultad de reglas universales que

subyacen al conocimiento común y constituyen el objeto propio de la investigación trascendental. La

gramática trascendental debería entonces entenderse como un conjunto de reglas “pre o supra”

lingüísticas que determinarían el uso de las palabras en cualquier lenguaje. F. Kaulbach por su parte

visualiza la indicación de Kant como un programa donde la gramática trascendental serviría para

interpretar las distinciones gramaticales de acuerdo con el hilo conductor de las estructuras de la actividad

del “yo pienso”. G. Schönrich distingue la gramática trascendental de la gramática universal en tanto esta

última tendría su origen en la “generalización de reglas fácticas del lenguaje”. Para él la gramática

trascendental funda la gramática universal en la medida en que la primera, tal como lo señala Kant,

estudia también el “fundamento del lenguaje humano”. Entiende, además, que en el marco de esta idea

kantiana puede ubicarse su propio programa de una “sintaxis trascendental” cuyas reglas serían

precisamente las funciones del juicio. Si bien estas interpretaciones ponen de manifiesto un núcleo

común, debe observarse también que difieren respecto de la ubicación y significado que se pueda

adjudicar a la posibilidad de la gramática trascendental. Desde el punto de vista de este trabajo importa

subrayar que la gramática trascendental implica un análisis de los conceptos puros en el cual se muestra

que en ellos se encuentra contenida una serie de notas o rasgos distintivos a partir de los cuales sería

posible obtener los conceptos elementales (formales) del lenguaje humano como tal. La gramática

trascendental muestra la derivación de las “formas puras” del lenguaje a partir del entendimiento puro, o

también, muestra el origen de las formas universales del lenguaje en el entendimiento puro. Si se prosigue

la analogía establecida en el señalado texto de Prolegómenos, la tarea de la gramática trascendental

consiste en mostrar cómo las categorías gramaticales básicas, formales y universales, se originan en

ciertas acciones elementales del entendimiento (p. ej. CRP B 151). La importancia teórica del texto

puede ser vista, además con W. Lütterfelds en tanto constituiría el núcleo de la proyección de la

perspectiva trascendental en la gramática (y el lenguaje) 76.

Si se consideran en conjunto todas las referencias a la gramática vistas hasta aquí, empleando

la terminología actual de “niveles” de análisis gramatical parece posible distinguir tres niveles

gramaticales de consideración del lenguaje: uno material o empírico, uno formal o universal y otro

“trascendental” 77. De acuerdo a los textos vistos puede, entonces, sostenerse una triple determinación de

76 Wilhelm Lütterfelds, loc. cit., 153-57. 77 Kant sugiere explícitamente una distinción semejante pero ubicando como tercer término no la explicación trascendental sino la ontológica: “En ella [ontología] no ha habido mucho progreso desde los tiempos de Aristóteles. Pues así como una gramática [Grammatik] es la resolución de la forma de un lenguaje [Sprache] en sus reglas elementales, o como la lógica es una tal resolución de la forma del pensamiento, la ontología es la resolución del conocimiento en los conceptos que yacen a priori en el

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la noción o nivel de gramática. En el empírico se consideran las reglas del “uso real de las palabras” esto

es, una serie de elementos reunidos según una generalización empírica. En el segundo se procede al

análisis del aspecto formal de un lenguaje y considerando el texto de Prolegómenos, en él se podría

indicar también la razón que lo constituye de esa manera precisa y determinada. Mientras la materialidad,

las palabras corre en forma conjunta con la multiplicidad empírica de las lenguas, la forma que establece

conexiones en la misma constituye una estructura universal. En tercer término, en el nivel trascendental,

el objeto de análisis son los conceptos trascendentales, aquellos que brindan el “fundamento del lenguaje

humano”; éste permitiría establecer el número exacto de determinaciones formales del lenguaje humano

en cuanto tal. De este modo: la consideración empírica da lugar a una ciencia empírica, la consideración

formal y universal da lugar a una ciencia formal (en paralelo con la lógica formal), la consideración

trascendental sugiere la posibilidad de la gramática trascendental.

La tarea de construir una gramática trascendental sería entonces análoga a la de descubrir el

sistema de conceptos puros del entendimiento, esto es, análoga a la tarea de construir el sistema de las

categorías, o sea: enumerar de una manera completa y sistemática todas las acciones básicas del

entendimiento (Cf. CRP A XIV). A la vez la gramática trascendental debe derivar de tales acciones

elementales del entendimiento las formas universales del lenguaje que son objeto de la gramática

universal. La gramática trascendental, en la medida que brinda el fundamento mismo del lenguaje

humano, permitiría establecer una serie de conceptos universales que valdrían para toda lengua fáctica. La

gramática trascendental, de manera semejante a la tópica, puede entonces ser ubicada como una posible

consecuencia de la analítica trascendental, tal como es expuesta en la Critica de la razón pura. De este

modo, la Analítica trascendental derivaría del entendimiento el fundamento contenido en él para

gramática y léxico, capítulos centrales de la teoría del lenguaje en la actualidad.

4. 2. 3. Categorías y arte característica combinatoria

Que la investigación trascendental de la cual resulta el sistema de las categorías podría ser

continuada en relación con el lenguaje queda confirmado con la indicación kantiana de una posible

aplicación de la tabla de las categorías al arte característica combinatoria. En su correspondencia con

Iohann Schulz al comentarle que cada una de categorías ubicadas en tercer lugar es un concepto derivado

(abgeleiteter) de los dos conceptos previamente establecidos, le dice Kant:

“Ésta y las otras propiedades, en parte ya mencionadas, de la tabla de los conceptos del entendimiento me

parecen contener aún material para una, tal vez importante, invención: la de poner en práctica un ars

entendimiento y que tienen su uso en la experiencia.” Immanuel Kant, Los progresos de la metafísica, (Trad. M. Caimi), Buenos Aires, Eudeba, 1989, p. 16; EA, XX, 260.

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characteristica combinatoria. [...] Tal vez su penetración intelectual, apoyada por la matemática, llegue a

lograr en esto una perspectiva más clara, de lo que yo, como escondido por la niebla, solo percibo

confusamente.” 78.

Vemos pues que, una vez lograda la determinación del sistema de las categorías por vía del método

propio, de éste es posible concluir aplicaciones. De manera semejante reiterará años más tarde, ahora a

Iacob Sigismund Beck:

[...] no abandono completamente la esperanza de que, aun cuando este estudio [de los escritos críticos] no

arroje nueva luz a la matemática, bien pueda ésta, inversamente, a través de la reflexión de sus métodos y

principios heurísticos, junto a sus correspondientes necesidades y aspiraciones, llegar a nuevas

ampliaciones para la crítica y determinación de la extensión de la razón pura e, incluso, pueda

proporcionar nuevos medios de exposición [Darstellungsmittel] para sus conceptos abstractos, algo

semejante al ars universalis characteristica combinatoria de Leibniz. Pues la tabla de las categorías […]

está, con respecto a todo posible uso de la razón por conceptos, determinada en la forma en que la

matemática puede exigirlo, como para intentar con ellos, cuando no ampliación, sí al menos traer a dicho

uso tanta claridad cuanta ella [matemática] pueda.” 79

La tabla de categorías incluye pues una respuesta abreviada al planteo del cual el arte

característica combinatoria se ofrece como vía de resolución. Es decir, el sistema de las categorías, sin ser

él mismo lenguaje, contiene la posibilidad de un ordenamiento universal del lenguaje y ello puede ser

visto como el contexto que brinda la fundamentación teórica respecto de porqué el lenguaje de la filosofía

debe expresar adecuadamente el concepto. La posición de Kant respecto de la característica considerada

en conjunto va del distanciamiento, señalado al comienzo en el texto de 1755, a la admisión de su

posibilidad, como acabamos de ver en la carta a Schulz 80.

4. 3. Enlace de palabras y unidad de la conciencia

En la deducción trascendental de las categorías hay dos referencias explícitas al lenguaje,

respectivamente una en cada versión, que convergen en una argumentación que fundamenta la

perspectiva trascendental respecto del lenguaje. Señalaremos cómo, a partir de este núcleo de la

perspectiva trascendental, de manera explícita, se muestra, si bien no en una consideración con cierto

78 Carta a Iohann Schultz del 26-8-1783; EA, X, 351. 79 Carta a Iacob Sigismund Beck 27. Sept. 1791. EA, XI, 290. 80 Esta posición es la sostenida por G. Martin en: Gottfried Martín, Arithmetik und Kombinatorik bei Kant, Berlin- Nueva York, (2° ed.) W. de Gruyter, 1972. (1972), pp. 74-103.

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detenimiento, sí, sin embargo, una determinación del concepto de lenguaje desde la perspectiva

trascendental con relación a la doble función de éste identificada en la Antropología: designar por medio

de palabras y funcionar según la ley de asociación.

En el orden de fundamentación trascendental la función de unificación dada en las categorías

presupone, una forma de unidad anterior en tanto que el concepto de enlace conlleva el de “unidad de la

diversidad” (CRP B 130). Esta unidad precede a todo enlace y no es la unidad en el sentido de la

categoría de unidad sino que “debe ser buscada más arriba” (CRP B 131), debe ser buscada en aquello

“que contiene el fundamento (Grund) de la unidad de diferentes conceptos en el juzgar, por lo tanto de la

posibilidad del entendimiento, incluso en su uso lógico.” (CRP B 131), debe ser buscada en la “originaria

unidad sintética de la apercepción” (CRP B 131).

La deducción trascendental de las categorías (Deducción de los conceptos puros del

entendimiento), en la cual Kant desarrolla la fundamentación última de su filosofía teórica, trata de la

posibilidad y legitimidad del uso de las categorías en el conocimiento y en la constitución de la

experiencia 81. Ha sido considerada como el núcleo mismo de la filosofía kantiana 82 puesto que en ella

se exhiben los fundamentos a partir de los cuales deriva el uso de los conceptos puros como predicados de

juicios a priori y se muestra que la exigencia de validez de estas proposiciones como conocimiento es

legítima, es decir, en ella se demuestra que el uso de conceptos a priori en el conocimiento está

restringido a aquellas proposiciones que pueden fundamentar las condiciones de la posibilidad de la

experiencia. Ello incluye tanto demostrar la validez objetiva de las categorías como hacer comprensible la

posibilidad de la relación del entendimiento con la sensibilidad (Cf. CRP B 159).

En este sentido la tarea de la deducción trascendental de las categorías consiste en justificar

las categorías como funciones de enlace entre representaciones diversas partiendo de la autoconciencia

como principio unificador. En la deducción trascendental las categorías son analizadas respecto de su

posible validez objetiva desde la perspectiva de la unidad necesaria producida por la autoconciencia. Pero

ello se hace explícito tan sólo en la segunda versión 83. Desde el punto de vista de la consideración del

lenguaje, la primera versión de la deducción trascendental muestra la raíz de éste en la imaginación y,

desde el punto de vista de la argumentación propuesta en este trabajo para esta cuestión específica, es

convergente con la desarrollada en la segunda versión.

En la formulación de la segunda edición se encuentra una justificación de la validez de las

categorías que es al mismo tiempo una explicación de la posibilidad de la relación de las categorías con la

sensibilidad. Según esta formulación, justificar la validez objetiva de las categorías quiere decir

simultáneamente mostrar una forma de unidad objetiva que, a partir de la aplicación de las formas del 81 Cf. Dieter Henrich, “The Identity of the Subject in the Trascendental Deduction”, Reading Kant. New Perspectives on Transcendetal Arguments and Critical Philosophy, Eva Schaper (Ed.) Oxford, Oxford University Press, 1989, p. 250. 82 Ibíd. 83 Con primera y segunda versión nos referimos como es usual a las formulaciones de la deducción según la primera y segunda edición de la Crítica de la razón pura respectivamente.

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entendimiento a la diversidad aportada por la sensibilidad, constituye el orden objetivo de los fenómenos,

es decir, el mundo en la experiencia. Esta forma de unidad objetiva tiene su fundamentación última en la

unificación que se halla en el principio supremo de todos los juicios sintéticos, en el establecimiento de la

síntesis bajo reglas a priori a partir de la identidad del sujeto. En este sentido la tarea de la deducción

trascendental consiste en justificar las categorías como funciones de enlace entre representaciones

diversas partiendo de la autoconciencia como principio. Es decir, en la deducción trascendental las

categorías son analizadas respecto de su posible validez objetiva desde la perspectiva de la unidad

necesaria producida por la autoconciencia 84.

4. 3. 1. Síntesis de reproducción, asociación empírica y estabilidad en el uso de las palabras

En el contexto de la Antropología hemos visto que el lenguaje, en tanto facultad de

designación, es parte de la facultad de la imaginación. En la mención del lenguaje en el pasaje que

analizaremos a continuación (CRP A 101) éste es visto desde la perspectiva de la unidad de la conciencia

como forma de asociación. Las relaciones de asociación, de las cuales el lenguaje es un ejemplo, se

contraponen a las relaciones de unidad universal y necesaria que aparecen en la afinidad y en la

apercepción vinculada a la imaginación trascendental.

Esta mención al lenguaje en la primera versión de la deducción trascendental constituye una

primera formulación de la argumentación que procuramos reconstruir. Aquí Kant se refiere al lenguaje

desde el punto de vista de los enlaces entre las palabras y las cosas y examina la posible constancia del

uso de las palabras en una argumentación que reposa sobre la base de la función trascendental de la

imaginación. Como tal la imaginación es “la facultad de representar un objeto en la intuición aun sin su

presencia.” (CRP B 151). En ella se distingue a su vez entre la imaginación reproductiva y la

imaginación productiva, única capaz de establecer condiciones para el conocimiento. La función

trascendental de la imaginación es propia entonces de la productiva, distinguiéndose de la imaginación

reproductiva “cuya síntesis se halla sujeta sólo a las leyes empíricas de la asociación” (CRP B 152) 85.

Según esta argumentación, la “síntesis reproductiva de la imaginación” pertenece a las “operaciones

trascendentales” (CRP A 102). La imaginación reproductiva rige las asociaciones de representaciones. Al

“fundamento subjetivo y empírico de la reproducción según reglas se lo denomina la asociación de las

representaciones.” (CRP A 121). En la asociación se produce “la síntesis empírica de la reproducción”

(CRP A 101). En la asociación “representaciones que se han seguido entre sí o acompañado unas a otras

terminan por emparentarse y por medio de ello enlazarse” (CRP A 100). Las representaciones se ordenan

84 Pero ello se vuelve explícito como tal tan sólo en la segunda versión de la deducción trascendental, la primera versión tiende, en relación a la cuestión que examinamos, hacia lo mismo pero centrándose en el concepto trascendental de imaginación. 85 Esta distinción terminológico-conceptual queda fijada en la segunda edición. En la primera la imaginación productiva y la reproductiva son vistas ambas como trascendentales y empíricas, p. ej. CRP A 94.

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66

de este modo “según una regla constante”, pero esta regla es solamente una “ley empírica” (CRP A 100)

o una “regla empírica” (CRP A 112). Las reglas de la asociación se hallan en la imaginación reproductiva

y “sólo pueden exhibir uniones casuales, no [uniones] objetivas.” (CRP B 795). Habíamos visto a su vez

que la asociación describía el funcionamiento del lenguaje; ahora, al considerarlo desde la perspectiva

trascendental, se examina la posible estabilidad de la relación entre palabra y cosa. Habíamos visto

también que la capacidad de operar con signos en general y el lenguaje son formas de la imaginación

reproductiva. De modo tal que la argumentación kantiana acerca del valor de la asociación sirve para

comprender las relaciones entre representaciones establecidas en tanto el lenguaje es medio de

designación. Por lo tanto las relaciones que se establecen en tanto las palabras designan las cosas

equivalen a la síntesis empírica de la reproducción (CRP A 101). En ella los ordenamientos que se

establecen podrían ser de otro modo; por ello debe haber una forma de unificación sintética necesaria que

a su vez posibilite, en general, esta “reproducción de los fenómenos” (CRP A 101). Esta forma sintética y

necesaria de unificación es presupuesta por las asociaciones establecidas en las relaciones de

denominación. La ley de la reproducción, en tanto empírica, presupone que los fenómenos se hallen ya

bajo una regla que los organice de manera constante. El pasaje que presenta esta argumentación kantiana

respecto de la estabilidad requerida a las denominaciones del lenguaje es el siguiente.

“Es una mera ley empírica la ley según la cual las representaciones que se han seguido o acompañado con

frecuencia terminan por asociarse y por establecer un enlace [Verknüpfung] entre ellas, según el cual, aún

sin la presencia del objeto, una de estas representaciones produce en la mente un tránsito a la otra según

una regla constante [beständige]. Pero esta ley de la reproducción supone que los fenómenos mismos

efectivamente están sometidos a esa regla y que en la diversidad de las representaciones de esos

fenómenos tiene lugar una cierta regla de acuerdo al acompañamiento [Begleitung] o sucesión [Folge],

pues, sin ello nuestra imaginación empírica jamás recibiría nada para hacer, que fuera adecuado a la

medida de su capacidad; de forma tal que permanecería oculta en el interior de nuestra mente, como una

facultad desconocida. Si el sulfuro de mercurio fuera de pronto rojo y de pronto negro, unas veces ligero

y otras pesado; si un hombre tomara unas veces esta configuración animal y otras otra; si en el día más

largo el campo estuviera unas veces cubierto de frutos y otras de hielo y nieve, entonces mi imaginación

empírica no tendría con la representación del color rojo ni siquiera una vez la oportunidad de recibir en el

pensamiento al pesado sulfuro de mercurio; o si una cierta palabra [Wort] acompañara de pronto a una

cosa [Ding] y de pronto otra, o también, si, precisamente, la misma cosa [Ding] fuera denominada

[benannt] de pronto de un modo y de pronto de otro, sin que rigiera una cierta regla a la cual se hallaran

subordinados los fenómenos ya por sí mismos, entonces no podría tener lugar ninguna síntesis empírica

de la reproducción.” (CRP A 100-101).

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67

Lo que aquí se dice de la relación entre palabra y cosa sirve como ilustración o ejemplo de un

caso posible. Si, como regla que pretendiera fundar la unidad y necesidad de la experiencia, a) la misma

palabra acompañara distintas cosas, o b) la misma cosa fuera denominada de diferentes maneras, entonces

no tendría lugar ninguna síntesis de reproducción. De ello parece poder desprenderse lo siguiente.

1) Si no hubiera alguna regla constante, ya que la imaginación “permanecería oculta en el interior de

nuestra mente, como una facultad desconocida”, no podría haber relación con algo distinto de ella;

aplicado a las denominaciones del lenguaje, no podría haber referencia a una cosa.

2) Si no hubiera alguna regla constante “a la cual se hallaran subordinados los fenómenos ya por sí

mismos”, “no podría tener lugar ninguna síntesis empírica de la reproducción”; aplicado al lenguaje, no se

podría establecer asociaciones empíricas. La consecuencia es que “Debe pues haber algo que hace posible

incluso esta reproducción de los fenómenos por el hecho de que esto es el fundamento a priori de una

necesaria unidad sintética de los mismos.” (CRP A 102) y con ello son comparadas los enlaces

establecidos por los signos lingüísticos. El pasaje muestra, pues, por un lado la necesidad de reglas

subyacentes a la síntesis empírica a través del ejemplo de la necesidad en la estabilidad de

denominaciones y, por otro, indica que las reglas que ordenan empíricamente las asociaciones del

lenguaje presuponen formas necesarias de unificación.

Reiteremos, para concluir, los puntos de la argumentación en esta primera formulación en la

deducción trascendental y así mostrar su conexión con la segunda formulación que será objeto de

consideración a continuación. La síntesis de la reproducción presupone una forma necesaria de

unificación. El lenguaje, en tanto tal síntesis, también la presupone. El lenguaje es ejemplo de la

imaginación reproductiva. Las palabras se asocian por el hecho de seguirse o acompañarse unas a otras.

Tales asociaciones se subordinan a la síntesis necesaria que regula los fenómenos. Esta suposición pone

de manifiesto que ella es posibilitada por una regla que no se funda en la asociación, por la “necesaria

unidad sintética a priori” (CRP A 101). Esta unidad es la que posibilita la unidad de la experiencia y está

constituida por la imaginación en su función trascendental. Las reglas empíricas de la imaginación, y

consecuentemente las lingüísticas, se fundan en reglas que brindan la “necesaria unidad sintética a priori”

de los fenómenos (CRP A 101), cuyo fundamento se halla en la “afinidad trascendental” (CRP A 114)

que posibilita la representación de condiciones universales necesarias, es decir, leyes (CRP A 115). Esta

fundamentación descansa, en última instancia, en la unidad de la apercepción (CRP A 118). Esta

argumentación que muestra la fundamentación del ordenamiento empírico del lenguaje en la unidad de la

conciencia es desarrollada, más allá de la guía que ofrece el concepto de imaginación trascendental, en la

segunda versión de la deducción trascendental.

4. 3. 2. Unidad de la conciencia y enlace de palabras

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68

Aquí los enlaces de palabras y cosas son vistos como una forma de unificación y

considerados desde la perspectiva de la unidad trascendental de la apercepción: la unidad formal del “yo

pienso”, la síntesis, según la cual “no podemos representarnos nada como unido en el objeto, sin haberlo

unido previamente nosotros mismos” (CRP B 130). El enlace (conjunctio) de la diversidad es un (acto de

la espontaneidad”, “una acción del entendimiento”: la síntesis (CRP B 130). El concepto de enlace lleva

consigo el concepto de la forma de unidad que precede a todo enlace y debe ser referida a la “originaria

unidad sintética de la apercepción” (CRP B 131). El principio que formula la unidad más originaria de la

apercepción afirma: “El yo pienso debe poder acompañar a todas mis representaciones” (CRP B 131).

Esta forma suprema de unificación posibilita la objetividad, es decir, la validez objetiva de las

representaciones unificadas (CRP B 137). La unidad trascendental de la apercepción unifica la diversidad

dada en una intuición y “por ello se llama objetiva” (CRP B 139), distinguiéndose de este modo de la

“unidad subjetiva de la conciencia” (CRP B 139). La unidad subjetiva se diferencia de la unidad objetiva

de la autoconciencia en tanto constituye una forma de unificación empírica por medio de la asociación de

representaciones (CRP B 140). La unificación de acuerdo con la ley de la asociación es meramente

subjetiva. Aquí el modo de unidad entre las representaciones es dependiente de condiciones particulares.

Los enlaces entre representaciones son producidos por asociación; y la conciencia sólo se representa

propiedades empíricas y estados de conciencia particulares. En cambio, la autoconciencia pura no

consiste en nada más que en la posibilidad de la conciencia del “yo pienso” 86. El lenguaje, en tanto es

identificado en esta argumentación en uno de sus núcleos, la relación entre la palabra y la cosa, es un

ejemplo de unidad empírica de la conciencia, la cual es confrontada con la unidad brindada por el

principio “supremo” de todo conocimiento humano (CRP B 135), la apercepción pura. Además, el

lenguaje, al ser una forma de enlace de representaciones por asociación no podría constituir la unidad

objetiva de la conciencia. El lenguaje confrontado con la unidad que posibilita la apercepción pura, es un

ejemplo de unidad empírica de la conciencia:

“La unidad trascendental de la apercepción es aquella que unifica en un concepto del objeto todo lo

múltiple dado en una intuición. Por ello se llama objetiva, y debe ser distinguida de la unidad subjetiva

de la conciencia, que es una determinación del sentido interno; por medio de la cual lo múltiple de la

intuición para tal enlace es dado empíricamente. El que yo pueda ser conciente empíricamente de lo

múltiple como simultáneo o como sucesivo depende de circunstancias o de condiciones empíricas; por

eso la unidad empírica de la conciencia por asociación de representaciones concierne a un fenómeno y es

totalmente contingente. Por el contrario, la forma pura de la intuición en el tiempo, pura y ya como

intuición en general que contiene lo múltiple dado, está bajo la unidad originaria de la conciencia sólo por

medio de la necesaria referencia [Beziehung] de la multiplicidad de la intuición a un yo pienso, por

86 Dieter Henrich, loc. cit., p. 259.

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medio, por tanto, de la síntesis pura del entendimiento, la cual subyace a priori a la síntesis empírica.

Sólo aquella unidad es objetivamente válida [gültig]. La unidad empírica de la apercepción, la cual no

consideramos aquí y la cual también sólo es derivada de la primera bajo ciertas condiciones dadas in

concreto, tiene sólo validez subjetiva [subjective Gültigkeit]. Alguien enlaza [verbindet] la representación

de una cierta palabra [Wort] con una cosa [Sache], el otro, con otra cosa; y la unidad [Einheit] de la

conciencia, en lo que es empírico, no vale necesaria ni universalmente con respecto a lo que es dado

[gegeben].” (CRP B 140).

Encontramos nuevamente, pero ahora directa y explícitamente, que la consideración del

lenguaje se establece en el plano de la relación entre la representación, la palabra y la cosa. El enlace

entre representaciones, propio de la asociación, es visto ahora desde el punto de vista de la unidad

objetiva de la conciencia. Acorde a ello el enlace entre representación, palabra y cosa “tiene sólo validez

subjetiva”; de ello resulta sólo una forma de conciencia empírica. La unidad de la conciencia establecida

por el lenguaje no es necesaria ni válida universalmente. Desde este punto de vista la facultad del

lenguaje es unidad empírica de conciencia. A través de esta contraposición entre posibles formas de

unidad de conciencia se muestra, entonces, el fundamento de la determinación conceptual del lenguaje, y

con ello el que apenas sea aludido desde el punto de vista trascendental. La doble determinación del

lenguaje presentada en la Antropología, designar y funcionar por asociación es comparada con la unidad

de conciencia de la apercepción trascendental y evaluada con respecto a su resultado, el tipo de enlace

que se establece entre las representaciones, las palabras y las cosas. Este enlace, como dijimos, sólo

constituye una unidad empírica de la conciencia de la cual resulta sólo validez subjetiva. De este modo

vemos que en el núcleo de la fundamentación de la filosofía teórica, Kant señala expresamente una

determinación del concepto de lenguaje al identificarlo como forma empírica de conciencia y que tal

identificación se basa tanto teórica como metódicamente en la perspectiva trascendental, ya que “en ésta

no deben entrar conceptos que contengan algo empírico” (CRP B 28). El desarrollo de la perspectiva

trascendental constituye el núcleo de la tarea crítica, todo aquello que no se halla en el centro del mismo

va siendo dejado de lado, ello ocurre con la cuestión del lenguaje. Con el análisis de la determinación del

concepto de lenguaje como forma empírica de conciencia, se muestra entonces cómo el lenguaje en tanto

es percibido al mismo tiempo queda sin considerar como tema de relevancia, pero ello fundamentalmente

por razones teóricas propias de la perspectiva trascendental. El concepto de unidad objetiva de la

autoconciencia brinda la fundamentación teórica sobre la cual puede basarse la perspectiva trascendental

del lenguaje. El análisis de esta indicación respecto del lenguaje muestra pues un resultado

fundamentalmente negativo. En la delimitación del lenguaje frente a la unidad objetiva de la conciencia, y

en su determinación como forma empírica de conciencia, sólo se muestra porqué el lenguaje no fue tema

de la consideración teórica en la perspectiva trascendental. Pero también de acuerdo a lo sostenido puede

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verse que, en el marco de dicha perspectiva, no tenía porqué serlo. No se trata entonces del “silencio” de

Kant respecto del lenguaje, en tanto esta expresión indique desconocimiento del mismo, o de la

“represión” del lenguaje, cuanto de una conducta metódica y teórica propia, sostenida en la perspectiva

crítico-trascendental, cuya fundamentación última puede encontrarse en una posición filosófica de Kant

respecto del valor del lenguaje para el conocimiento.

Frente a la relación subjetiva entre palabra y cosa, la forma lógica de todo juicio es objetiva,

pero lo es en la medida que la cópula “es” designa no relaciones contingentes sino la unidad necesaria de

la forma lógica de todo juicio que no es otra que la unidad objetiva de la apercepción. Ello queda

confirmado por el siguiente análisis de Kant, quien observa que la relación establecida entre dos

conceptos en un juicio, tal como era usualmente caracterizada por la lógica de su época como “palabra

relacionante”, es insuficiente en tanto “no se determina en qué consiste esta relación” (CRP B 141).

Desde el punto de la pertenencia del juicio al entendimiento en tanto en él se establece la relación entre

conocimientos dados la relación establecida por la palabra “es” “designa la relación de los mismos a la

apercepción originaria y la unidad necesaria” (CRP B 142). Entonces si se parte de un juicio como “los

cuerpos son pesados” la unidad expresada en la cópula puede basarse: (1) en las relaciones según leyes de

la imaginación reproductora (CRP B 141) que tienen solamente una validez subjetiva, o bien, (2) puede

expresar la relación entre las representaciones basada en la apercepción que expone una validez objetiva.

De este modo puede verse que la misma expresión lingüística, “Los cuerpos son pesados” puede asumir

diferentes valores tanto puede referirse a una relación objetivo o sólo a un enlace subjetivo. En el caso

(1) estrictamente la expresión que le correspondería o sería equivalente, según Kant, sería: “Cuando

sostengo un cuerpo siento la presión del peso”, expresión que sólo manifiesta una relación subjetiva;

mientras que en (2) se trataría de algo que “es” así “objetivamente” (Cf. B 142). El “es” puede tener

entonces dos valores: subjetivo y objetivo. Con este análisis de las expresiones de los juicios y de los

posibles valores de conocimiento de la cópula se abre la posibilidad de la consideración del concepto de

significado desde el punto de vista trascendental.

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5. La acuñación del concepto de significado en la Analítica trascendental

5. 1. ¿Qué tipo de teoría del significado tenía Kant?

En el contexto de una comparación entre los temas comunes a Kant y Husserl, con motivo de

considerar la regla, a la que se refiere Kant en CRP B 242, fundada en la “referencia a un objeto”,

sostiene J. N. Mohanty que “debemos preguntarnos qué tipo de teoría del significado tiene Kant” 87, para

dejarlo solamente indicada como una cuestión aún pendiente. En la filosofía crítica de Kant el

concepto de “significado” (Bedeutung) no es objeto de una consideración directa, en ella no hay una

teoría del significado como objeto temático explícito. Ello precisamente parece justificar el hecho de que

aún se plantee como cuestión. También ha sido el concepto de significado el que ha estado en el centro de

la discusión de la filosofía crítica en relación con la reflexión filosófica sobre el lenguaje y de su posible

proyección como semántica o semiótica trascendentales.

El presente capítulo se propone sólo presentar el diseño de una respuesta a esta pregunta,

centrando su examen en la Analítica trascendental 88. Nuevamente procederemos identificando las

referencias explícitas en el texto kantiano con el propósito de desarrollar una interpretación de la

concepción del significado en la perspectiva crítica de Kant en sus propios términos y dentro de su propio

horizonte terminológico y conceptual. En este sentido la interpretación toma como guía la puntualización,

explícita en el texto, respecto del concepto de significado en tanto se analiza el posible significado de los

conceptos puros.

La perspectiva crítica del significado, al igual que lo que vimos ocurría con los conceptos de

signo y lenguaje, puede ser identificada a partir de la reasunción de la tradición heredada. Esta

apropiación va de un empleo del concepto de significado, tal como es dable hallar en la tradición

inmediata, más directamente identificable en obras previas a la filosofía crítica y en las lecciones, hasta su

acuñación en función del enfoque trascendental. Según E. Adickes “significado” (Bedeutung) sería

prácticamente equivalente a “sentido” (Sinn), “uso” (Gebrauch), “validez objetiva” (objective Gültigkeit),

“contenido” (Inhalt) y “aplicabilidad” (Anwendbarkeit). Esta equivalencia puede servir como primera

indicación para señalar la relevancia y el alcance de la noción de significado en la Analítica trascendental

en tanto constituye un concepto central en la estructura teórica del pensamiento crítico 89.

87 Jitendra N. Mohanty, “Kant and Husserl”, Husserl Studies, 13, 1996, p. 29. 88 La complejidad de la misma es visible en tanto se entrelaza con las cuestiones centrales de Crítica de la razón pura en general y de la Analítica en particular. 89 Eric Adickes, Kant und das Ding an sich, Berlin, Pan Verlag (1924) 1964, p. 82. A su vez, según G. Schönrich Kant habría empleado implícitamente el concepto de significado como “concepto explicativo de la objetividad”; Gerhard Schönrich, Kategorien und transzendentale Argumentation. Kant und die Idee einer transzendentalen Semiotik, Francfort del Meno, Suhrkamp, 1981, p. 141.

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La reflexión sobre el significado corre a través de toda la Analítica trascendental. Una

primera observación del uso de “significado” como predicado en la Analítica trascendental, muestra que

el término se emplea para referirse a una característica, propiedad o predicado de: las palabras o términos,

los conceptos (p. ej. CRP B 116, B 300); los conceptos puros (CRP B 148-49, 178-79, 186, 305); los

conceptos matemáticos (CRP B 297-300); los juicios (CRP B 189); las representaciones (CRP B 242); los

conocimientos (CRP B 195) 90. A su vez, siguiendo la consideración temática explícita se pueden

establecer tres sentidos de “significado” que identificaremos como: léxico, lógico-formal y objetivo.

Atendiendo conjuntamente a ambos aspectos (de quienes se predica significado y el triple sentido recién

mencionado) resulta que: en el primer caso (nivel léxico), significado es un predicado de las palabras o

términos; en el segundo (nivel lógico formal), de los conceptos y de los juicios; en el tercero (nivel

objetivo), puede serlo de los conceptos, los juicios y los conocimientos (o de los conceptos y juicios desde

el punto de vista de su posible objetividad). En ello también puede percibirse precisamente la recepción y

reorientación de la tradición. Así, en consonancia con ella resulta que significado es un predicado de las

palabras, términos o concepto, mientras que, a diferencia de ella, aparece como centralmente

característico del enfoque trascendental el predicar “significado” no sólo de ellos sino de otros conceptos

como los recién mencionados, centrales en la perspectiva crítica. Así “significado” se predica de los

juicios o del conocimiento, p. ej. “Si un conocimiento [eine Erkenntnis] ha de poseer realidad objetiva, es

decir, referirse a un objeto y recibir de él significado [Bedeutung] y sentido [Sinn],[…]” (CRP B 194).

Esto ilustra la recepción activa del concepto tradicional de significado que, en el contexto de la Analítica

trascendental, se identifica a través de la triple distinción dicha.

5. 2. Tres sentidos de “significado”

El primer sentido del término, el léxico, se refiere a la caracterización de una palabra o

término. El significado en sentido léxico es lo que la palabra significa, lo que quiere decir en el marco de

un sistema y uso lingüístico. Kant se refiere a ello específicamente en relación a la importancia que el uso

apropiado de las palabras tiene para la filosofía. Con motivo de la introducción de la noción de idea, dice

“Simultáneamente con la gran riqueza de nuestras lenguas [Sprachen] el pensador se halla a menudo

perplejo a causa de la expresión [Ausdruck] que se adapte exactamente a su concepto [Begriff], y a falta

de la misma, ni puede hacerse entender adecuadamente por los otros ni siquiera tampoco por sí mismo.

Forjar nuevas palabras [Wörter] es una pretensión de legislar en los idiomas, que raras veces tiene éxito.

Antes de echar mano de este recurso extremo, es aconsejable examinar si no se halla ya tal concepto

90 Es de notar que también, en una serie de casos, Kant emplea la expresión “sentido y significado”, como p. ej. cuando se dice de un concepto “sin sentido, es decir, sin significado” (CRP B 299). Ver aquí más abajo, nota 98.

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juntamente con su expresión adecuada, en una lengua muerta docta. Y aun cuando el antiguo uso de la

expresión se hubiese vuelto algo fluctuante por descuido de sus creadores, es mejor asegurar el

significado [Bedeutung], que le era preferentemente propio (aunque permanezca la duda de si en ese

entonces se tenía en mente exactamente lo mismo), que echar a perder el propio trabajo por el hecho de

hacerse incomprensible.

Por eso, si, por ejemplo, a un cierto concepto [Begriff] se le encontrara sólo una única palabra

[Wort], que ya en el significado [Bedeutung] introducido se adapta exactamente a él, [concepto] cuya

diferenciación de otros conceptos emparentados es de la mayor importancia, entonces es aconsejable no

derrocharla, ni usarla como sinónimo en vez de otras meramente para cambiar, sino preservarle su

significado [Bedeutung] propio, puesto que, de lo contrario, ocurre con mucha facilidad que, después de

que la expresión [Ausdruck] no ocupe particularmente la atención, sino que se pierde en el montón de

otras [expresiones] de significado [Bedeutung] divergente, también se pierde el pensamiento [Gedanke],

que sólo esta expresión [Ausdruck] hubiera podido conservar.” (CRP B 368-69).

Este pasaje es relevante por varios motivos. Entre ellos se hace presente en él la cuestión ya

mencionada de la atención que la filosofía debe prestarle a la expresión, lo cual no es nuestro tema ahora.

En relación con el tema que nos ocupa, el texto es suficientemente explícito y detallado para permitir ver

que en este primer sentido, “significado” designa la caracterización de una palabra o expresión.

“Significado” en sentido léxico es, entonces, lo que la palabra significa 91. Pero, además, en segundo

lugar, el pasaje muestra el mantenimiento de los conceptos filosóficos que habíamos identificado en la

obra precrítica y en las lecciones: las lenguas (Sprachen), la palabra (Wort), la expresión (Ausdruck), el

significado (Bedeutung) y el concepto (Begriff). Finalmente, en tercer término el pasaje indica

expresamente lo que Kant propone y realiza como procedimiento para la determinación del lenguaje de la

filosofía.

La continuidad con la concepción transmitida se verifica también en relación con el segundo

sentido de significado. El significado en sentido lógico se refiere al empleo formal del entendimiento y a

las condiciones formales establecidas por la lógica general; aquí se hace abstracción de todo contenido del

conocimiento y sólo se tiene que ver con la “forma del pensar” (CRP B 78). La que sigue es una

indicación de que la noción de significado se aplica a los conceptos desde el punto de vista lógico:

“1. Los lógicos afirman, con razón, que cuando se emplean los juicios en los silogismos, los juicios

singulares pueden ser tratados como los juicios universales. Pues, precisamente porque los juicios

singulares no tienen extensión [Umfang], su predicado no puede referirse sólo a algo de lo que está

91 Este es un empleo reiterado, aquí en la Crítica de la razón pura entre varios lugares se puede mencionar B 103, B 260, B 309, B 311, B380-82, B 530.

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contenido en el concepto del sujeto y excluir algo. El predicado vale para ese concepto sin excepción,

igual que si fuese un concepto válido universalmente, que tuviera una extensión [Umfang] cuyo

significado [Bedeutung] total valiese para el predicado.” (CRP B 96) 92.

En la Crítica de la razón pura el análisis de este uso formal del entendimiento se lleva a cabo

en función de la perspectiva trascendental como tal. De forma tal que primero se establece la condición

general que se debe cumplir según dicho uso formal, cuyo cumplimiento es condición necesaria para el

uso del entendimiento aplicado a la experiencia posible. Esta condición general es establecida por el

principio de contradicción (Cf. B 189-190). El principio de contradicción establece una condición

universal y necesaria que regula la relación entre sí de notas, conceptos, juicios y conocimientos. Se trata

de un principio lógico y no trascendental. Establece en este sentido una condición meramente negativa

respecto del conocimiento, “puesto que un conocimiento, que se contradice, es por cierto falso, pero

cuando no se contradice, no por ello siempre verdadero” (Lógica, EA IX, 51), es decir éste es, siguiendo

la terminología contemporánea, “sólo consistente” 93. El sentido lógico de significado queda corroborado,

siempre dentro del marco del uso formal del entendimiento, por contraposición entre éste y el uso del

entendimiento aplicado a la experiencia posible. Valgan para ello los dos siguientes casos. En primer

lugar, con respecto a las categorías sostiene Kant: si se pretende prescindir de la restricción de usar las

categorías de acuerdo a las condiciones impuestas por la sensibilidad, éstas podrían supuestamente

ampliar su significado con independencia de todo esquema: “Es cierto que de hecho también después de

haber dejado de lado toda condición sensible, les queda a los conceptos puros del entendimiento un

significado [Bedeutung], pero sólo el [significado] lógico de la mera unidad de las representaciones; a las

cuales empero no les es dado ningún objeto, por eso tampoco un significado [Bedeutung] que pudiera

proporcionar un concepto del objeto.” (CRP B 186). Aquí no sólo se puede corroborar la identificación

del sentido lógico de significado y su caracterización como “mera unidad de representaciones”, sino

también su contraposición expresa a otro sentido de significado relacionado con un objeto posible. En

segundo término, los conceptos de la modalidad no agregan ninguna determinación al concepto del objeto

del que se trate en un juicio, sino que sólo indican la posible conexión que tal concepto puede tener con

respecto a la experiencia como tal:

“Precisamente en virtud de ello los principios de la modalidad no son más que explicaciones de los

conceptos de posibilidad, realidad y necesidad en su uso empírico, y con ello, simultáneamente,

restricciones de todas las categorías a no más que el uso empírico, sin permitir ni autorizar el uso

92 Este empleo de extensión en el sentido usual para la lógica heredada por Kant queda reflejado en las lecciones de lógica, Cf. Lógica, EA IX, 96. 93 Gerold Prauss, „Zum Wahrheitsproblem bei Kant”, en G. Prauss (Ed.), Kant. Zur Deutung seiner Theorie von Erkennen und Handeln, Colonia, Kiepenheuer - Witsch, 1973, p. 77.

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trascendental. Pues si no se quiere que éstas [categorías] posean un puro y simple significado lógico

[logische Bedeutung] y expresen [ausdrücken] analíticamente la forma del pensar, sino que conciernan a

las cosas y a su posibilidad, realidad y necesidad, entonces tienen que referirse a la experiencia posible y

a su unidad sintética, sólo en la cual son dados objetos de conocimiento.” (CRP B 266-267).

La consideración del significado en sentido lógico incluye, como acabamos de ver, su

contraposición a otra forma de significado en donde las representaciones son relacionadas con un objeto

posible. La determinación de este tercer sentido de “significado” requiere considerarlo desde la

perspectiva trascendental del conocimiento, que va más allá de la forma lógica: “Lo primero que se exige

de todo concepto es la forma lógica del concepto (pensar) en general. En segundo lugar, se le exige la

posibilidad de darle un objeto al que se refiera. Sin tal objeto no tiene sentido (Sinn) alguno y carece por

completo de contenido, por más que siga poseyendo la función lógica capaz de construir un concepto a

partir de datos posibles.” (CRP B 298). Con ello se plantea el problema de si las representaciones son

algo más que formas de ver “subjetivas”, y por lo tanto los conceptos deben ser justificados. La

concepción de este tercer sentido de significado, el significado objetivo, se desarrolla, entonces, en la

exposición kantiana de la justificación del posible empleo de los conceptos puros. De este modo la

comprensión kantiana del significado se halla entramada en la tarea de la deducción trascendental y se

inscribe en la elaboración general de la analítica trascendental. Valga esto como primera indicación donde

se muestra la posibilidad de consideración de este tercer sentido de significado del cual nos ocuparemos a

continuación.

5. 3. El significado objetivo

Señalaremos, entonces, a continuación, el esquema de la argumentación kantiana que permite

la identificación del tercer sentido de significado. Tal como indicamos, lo propio de la perspectiva

trascendental respecto del significado se halla en el desarrollo de este tercer sentido de significado como

significado objetivo. El desarrollo de este argumento comienza con la pregunta por el posible uso

significativo de los conceptos puros, establece la diferenciación entre significado trascendental y uso

trascendental de los conceptos puros, y concluye con la conexión del concepto de significado objetivo con

el de realidad objetiva.

Hemos visto que “significado” es una característica que, en general, pueden tener las

representaciones, los conceptos y, específicamente, los conceptos puros. Los conceptos son en tanto tales

productos de la espontaneidad y, en sus diversas formas, pueden ser empleados de diferentes modos. Con

ello se plantea el problema de si las representaciones, particularmente los conceptos, son algo más que

formas de ver subjetivas y pueden pretender alguna forma de objetividad. La posible justificación o

Page 76: Leserre La Comprensión Del Lenguaje en Kant

76

“demostración” parece ser inmediata en el caso de los conceptos empíricos, puesto que con ellos tenemos

“siempre a la mano la experiencia” que nos permite demostrar su “realidad objetiva” (CRP B 116):

“Al hablar de derechos y pretensiones, los juristas distinguen en un asunto legal la cuestión de derecho

(quid juris) de la cuestión de hecho (quid facti) y, al exigir una prueba de ambas, llaman la deducción a la

[prueba] que debería exponer el derecho o la demanda. Nosotros nos servimos de una cantidad de

conceptos empíricos sin la oposición de nadie y nos sentimos, incluso prescindiendo de toda deducción,

autorizados a asignarles un sentido [Sinn] y un significado [Bedeutung] imaginario [eingebildete] porque

siempre tenemos a mano la experiencia para demostrar su realidad objetiva [objective Realität].” (CRP B

116).

A continuación el texto hace aún más clara la sugerencia indicada en la expresión “nos

servimos ... de conceptos” al considerar otro caso, el de los “conceptos usurpados” (CRP B 117), como,

por ejemplo, los de felicidad o destino, de los cuales no se puede presentar ninguna justificación

suficiente de la legitimidad de su “uso [Gebrauch]” (CRP B 117). Con ello queda indicado que, desde

esta perspectiva, la cuestión del significado de los conceptos es la de su posible uso. De todos los

conceptos que constituyen el “tejido” del conocimiento humano solo algunos “están determinados para un

uso puro a priori” (CRP B 117) y son precisamente éstos los que necesitan de una justificación puesto

que la experiencia no puede darla. En esto consiste precisamente la tarea de la deducción trascendental;

ella es la “explicación de cómo conceptos a priori pueden referirse a los objetos” (CRP B 117). En este

tercer sentido, conectado a realidad objetiva o validez objetiva, “significado”, se refiere, entonces,

específicamente a la posibilidad de validez objetiva de los conceptos puros y su justificación. Planteado

como problema, la posibilidad de significado objetivo como tal se contrapone al significado subjetivo:

“Tenemos representaciones [Vorstellungen] en nosotros de las que podemos también llegar a ser

conscientes. Pero, por mucho que se amplíe esta conciencia o por muy exacta o precisa que sea, seguirán

siendo siempre solo representaciones, es decir, determinaciones internas de nuestra mente [Gemüt] en esta

o aquella relación temporal. ¿Cómo llegamos a asignarles un objeto o a adjudicarles, además de la

realidad subjetiva que poseen como modificaciones, no sé cuál [realidad] objetiva? El significado

objetivo [objective Bedeutung] no puede consistir en la referencia [Beziehung] a otra representación (de

aquello que se quiera nombrar [nennen] del objeto), ya que, de ser así, surge de nuevo la pregunta: ¿cómo

sale esta representación, a su vez, de sí misma y recibe significado objetivo [objective Bedeutung] además

del [significado] subjetivo que le es propio en cuanto determinación del estado de la mente?” (CRP B

242).

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77

Planteado así el problema para las representaciones consideraremos ahora el diseño de la

respuesta específicamente para los conceptos puros, ya que la aplicación de éstos en una experiencia

posible articula la argumentación del significado en la Analítica trascendental. Seguiremos el posible

significado objetivo de los conceptos puros o categorías. El significado de los conceptos depende de su

relación con la intuición. La posibilidad misma de objetividad les es conferida a las representaciones por

su relación con algo distinto de ellas que les sea dado (esto presupone el cumplimiento de la condición

lógico formal, que los conceptos no se contradigan). El tipo de intuición que es necesaria depende del tipo

de concepto de que se trate; así los conceptos empíricos se corresponden con ejemplos; los matemáticos,

con una construcción en la intuición; los puros, finalmente, con la posible referencia a un objeto, lo cual,

a su vez, requiere el cumplimiento de una condición propia de la perspectiva trascendental.

Mientras la lógica formal no tiene relación con contenido alguno, la lógica trascendental

“tiene la propiedad de que, además de la regla (o más bien de la condición universal para las reglas), que

es dada en el concepto puro del entendimiento, puede simultáneamente mostrar [anzeigen] a priori el caso

al cual ella [regla] debe aplicarse.” (CRP B 174-175). De modo tal que para tener significado los

conceptos deben “contener a priori [...] condiciones formales de la sensibilidad.” (CRP B 178). El

conjunto de estas condiciones formales de la sensibilidad son expuestas por los esquemas, productos del

esquematismo, cuyo análisis complementa los resultados de la deducción trascendental de las categorías.

La deducción trascendental de las categorías muestra (Cf. CRP B 178) que los conceptos puros del

entendimiento son de uso empírico, es decir, ellos “en cuanto condiciones de una experiencia posible, se

refieren a priori sólo a fenómenos” (CRP B 178). Con ello se excluye que estos conceptos puedan

constituir condiciones de la posibilidad de las cosas en general, es decir, “extenderse a objetos en sí

mismos (sin algunas restricciones a nuestra sensibilidad).” (CRP B 178). La restricción a “nuestra

sensibilidad” es pues, una condición del posible significado de los conceptos puros:

“Pues allí hemos visto [en la deducción de las categorías]: que los conceptos son absolutamente

imposibles y no pueden tener significado [Bedeutung] alguno, si no les es dado un objeto, o bien a ellos

directamente o, al menos, a los elementos de que constan; no pueden, en consecuencia, referirse a cosas

en sí (sin consideración de si y cómo nos son dadas), que el único modo según el cual pueden sernos

dados objetos es la modificación de nuestra sensibilidad, finalmente, que los conceptos puros a priori

deben contener a priori, además de la función realizada por el entendimiento en la categoría, condiciones

formales de la sensibilidad (sobre todo del sentido interno) que contengan la condición universal bajo la

cual exclusivamente la categoría puede ser aplicada a algún objeto. Llamaremos a esa condición formal y

pura de la sensibilidad, a la que se halla restringido el uso de los conceptos del entendimiento, esquema

de este concepto y [llamaremos] esquematismo del entendimiento puro al procedimiento del

entendimiento con estos esquemas.” (CRP B 178-79).

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78

De esta compleja complementación argumentativa entre la deducción trascendental y el

esquematismo un primer doble resultado puede precisarse con respecto al posible significado de los

conceptos puros. En primer lugar su posible referencia al objeto no es directa, sino mediada o articulada

por los esquemas. Con ello se muestra una característica distintiva del concepto de significado objetivo.

Mientras los conceptos empíricos tienen significado por su referencia al objeto dado, en el caso de los

conceptos puros entre el concepto y su referencia se establece la condición formal de la sensibilidad, de

modo tal que la referencia de los conceptos no es ya directamente a un objeto y el objeto de la referencia,

en tanto referido por un esquema, no es como tal sólo un objeto dado. En segundo término, en tanto las

categorías se aplican a posibles objetos en el juicio, el posible significado de los conceptos puros debe ser

referido a su empleo por medio de los juicios. Dicho de otro modo, al poner el significado de los

conceptos como posible predicado de un juicio se muestra que el significado es una posible propiedad del

uso de los conceptos puros, no de los conceptos como tales. Ellos adquieren significado en su uso y su

uso posible debe entrar en conexión con las condiciones formales de la sensibilidad, tal la función del

esquematismo:

“Los esquemas de los conceptos puros del entendimiento son, por lo tanto, las verdaderas y únicas

condiciones para procurarles a los conceptos puros del entendimiento una referencia [Beziehung] a

objetos y, con ello, significado [Bedeutung]; y de allí que, finalmente, las categorías no tienen, ningún

otro uso [Gebrauch] que un posible [uso] empírico, en la medida en que meramente sirven para

subordinar los fenómenos a reglas universales de síntesis mediante fundamentos de una unidad necesaria

a priori (a causa de la unión necesaria de toda conciencia en una apercepción originaria) y para, por medio

de ello, volver a los fenómenos aptos de un enlace de validez universal en una experiencia.” (CRP B 185).

Los esquemas son pues condiciones que posibilitan una referencia de los conceptos puros del

entendimiento a los objetos y por ello mismo, la condición de posibilidad de significado, en tanto “El

esquematismo de cada categoría es la clave de su uso” (CRP B 224). Existe pues una doble relación entre

esquema y categoría (Cf. CRP B 186). Por una parte los esquemas realizan las categorías, por otra parte

las restringen en la medida en que las circunscriben a las condiciones de la sensibilidad. Sin la

articulación del esquematismo, las categorías podrían tener un significado ampliado, pero de hecho esto

no sería sino el significado en un sentido lógico formal (o significado trascendental como veremos aquí

más abajo en relación con CRP B 305). Desde el punto de vista de conocimiento posible las categorías

ampliadas más allá de las condiciones impuestas por “nuestra intuición sensible” (CRP B 148) no son

sino “conceptos vacíos de objetos”, es decir, “simples formas del pensamiento sin realidad objetiva”

(CRP B 148), no tienen la posibilidad de referirse a un objeto, y por lo mismo carecen de significado en

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sentido objetivo. Por ejemplo, si en el concepto de “substancia” se dejara de lado la determinación

aportada por la sensibilidad pura al concepto puro, esto es, la idea de persistencia del fenómeno, el

concepto de substancia no significaría nada más que un “algo” indeterminado que puede ser pensado

como sujeto sin ser predicado de otra cosa. Para poder tener significado objetivo los conceptos deben

darse en consonancia con una posible intuición sensible correspondiente. Para ello se requiere que a los

conceptos les sean dados objetos empíricos o al menos elementos empíricos que los constituyan, ya que

“Los conceptos son imposibles [...] y no pueden tener significado [Bedeutung] alguno [...], allí donde a

ellos, o al menos a los elementos en los cuales consisten, no les dado un objeto” (CRP B 178). Para poder

tener significado objetivo las categorías deben limitarse a las condiciones de la sensibilidad “puesto que

si prescindimos de esas condiciones, deja de existir todo significado [Bedeutung], es decir, toda referencia

al objeto.” (CRP B 300). Pero esta posible referencia al objeto tiene, desde el punto de vista del análisis

trascendental, una característica distintiva identificable en el siguiente pasaje:

“Si examinamos qué nueva índole le confiere a nuestras representaciones la referencia [Beziehung] a un

objeto y cuál es la dignidad que adquieren por medio de ello, encontramos que ésta [referencia] no hace

más que volver necesario de una cierta manera el enlace [Verbindung] de las representaciones y,

subordinarlas a una regla; encontramos, inversamente, que sólo por medio de que un cierto orden en las

relaciones temporales de nuestras representaciones es necesario, les es conferida significado objetivo

[objective Bedeutung].” (CRP B 242-243).

El pasaje indica la respuesta a la cuestión planteada respecto de que el significado objetivo no

puede consistir meramente en la referencia a otra representación. El significado objetivo se construye por

la conjunción de una doble condición: la referencia a un objeto y el enlace necesario de las

representaciones en un orden temporal. En ello consiste el giro propio de la perspectiva trascendental

respecto de la referencia al objeto. La posible referencia al objeto, es decir la relación semántica básica

heredada de la tradición filosófica, es, como posible sustento del significado objetivo, comprendida

simultáneamente como una relación temporal.

El concepto de significado objetivo determina, entonces, el significado posible de los

conceptos puros, pero simultáneamente con ello también el límite de éstos en tanto que al establecerse el

significado de los conceptos como posible predicado de un juicio se muestra que el significado es una

posible propiedad, como dijimos, del uso de los conceptos puros y no de los conceptos como tales. La

condición de las formas sensibles de la intuición restringe la posible aplicación de los conceptos puros a

un empleo. Dos son los posibles empleos de los conceptos puros: trascendental o empírico. “El uso

trascendental de un concepto” es que “se refiera a cosas en general y en sí mismas”, mientras que el uso

empírico es cuando el concepto “es referido sólo a fenómenos, es decir, objetos de una experiencia

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posible.” (CRP B 298). Del primer caso resulta un “significado trascendental”. De este modo, señala

Kant,

“puede ser aconsejable, expresarse así: las categorías puras, sin las condiciones formales de la

sensibilidad, tienen sólo significado trascendental pero no son de ningún uso trascendental, puesto que

éste es imposible en sí mismo, en la medida en que se les quita las condiciones de cualquier uso (en

juicios), a saber, las condiciones formales de la subsunción de algún supuesto objeto bajo estos

conceptos.” (CRP B 305).

Para tener significado las categorías deben restringirse a un uso empírico, es decir, a un uso

donde los conceptos puros se refieren a una experiencia posible. El entendimiento no puede hacer ningún

otro uso de los conceptos y principios que el empírico (CRP B 297); en un uso especulativo los

conceptos, “pierden todo significado [Bedeutung]” (CRP B 663). Mientras “significado objetivo” se

refiere al significado posible de los conceptos puros, “significado trascendental” se refiere a un uso de los

conceptos puros sin las condiciones formales de la sensibilidad. La posibilidad de intuición abre y

restringe el ámbito posible de significado: “puesto que más allá del campo de la sensibilidad no hay

absolutamente ninguna intuición, aquellos conceptos puros carecen enteramente de significado

[Bedeutung]” 94. Más precisamente, esta intuición es “nuestra”: “Sólo nuestra intuición sensible y

empírica puede procurarles [a los conceptos puros] sentido [Sinn] y significado [Bedeutung].” (CRP B

149). El significado es una característica de un entendimiento finito:

“Si quisiera pensar un entendimiento que intuyera por sí mismo (como sería, por ejemplo, un

[entendimiento] divino que no se representara objetos dados, sino que por su representación los objetos

mismos simultáneamente fueran dados o producidos), entonces, con respecto a un tal conocimiento, las

categorías no tendrían ningún significado [Bedeutung].” (CRP B 145).

El entendimiento finito (ectípico) está necesariamente ligado a la intuición de la sensibilidad,

puesto que para poder conocer, algo debe poder serle dado 95. La teoría del significado en la Analítica

trascendental se edifica sobre la base de la distinción entre las dos “fuentes fundamentales de la mente”

(CRP B 74), productoras respectivamente de la intuición y del concepto, que abre y articula la teoría del

94 Immanuel Kant, Prolegómenos a toda metafísica futura que pueda presentarse como ciencia, (Trad. M. Caimi), Buenos Aires, 1984, p.84, EA, IV, 316. 95 Solo hay “significado”, entonces, para “nuestro” entendimiento. Para el concepto de finitud en este contexto, cf. Martin Heidegger, Kant und das Problem der Metaphysik, Francfort del Meno, 3º. ed., V. Klostermann, 1965, pp. 69-74; Francois Laruelle, “Reflexions sur le sens de la finitude dans la »Critique de la raison pure«”, Revue Internationale de Philosophie, 136-137, 1981, pp. 269-283; y Eugenio Pucciarelli, “Paradojas de la razón kantiana”, Cuadernos de filosofía, 20, 1973, pp. 263-296.

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conocimiento expuesta por la lógica trascendental. Sin la intuición sensible los conceptos puros del

entendimiento son “meras formas de pensamiento [Gedankenformen] sin realidad objetiva [objective

Realität]” (CRP B 148). Ésta es la forma de realidad que pueden alcanzar tales conceptos para nosotros

en la cual ellos adquieren significado (Cf. CRP B 149). La noción de realidad objetiva muestra, entonces,

el valor de realidad que se conecta con el significado objetivo:

“no podemos definir realmente ninguna de ellas [categorías], es decir, hacer inteligible la posibilidad de

su objeto, sin descender inmediatamente a las condiciones de la sensibilidad y, consiguientemente, a la

forma de los fenómenos, a los cuales, como sus únicos objetos, éstas [categorías] consiguientemente

deben ser limitadas; puesto que si prescindimos de esas condiciones, deja de existir todo significado

[Bedeutung], es decir, toda referencia [Beziehung] al objeto, y uno no puede captar por medio de ningún

ejemplo a qué cosa se refieren semejantes conceptos.” (CRP B 300).

El pasaje, que reitera el concepto de significado, muestra ahora, por medio de la caracterización de

“definición real”, la conexión de éste, en tanto significado objetivo, con la noción de realidad objetiva. En

la primera edición del texto Kant había escrito:

“Entiendo aquí por definición real no la que meramente agrega al nombre de una cosa otras y más

comprensibles palabras, sino aquella que contiene en sí una nota clara, en la cual el objeto (definitum), en

todo momento, puede ser conocido con seguridad, y la cual vuelve al concepto definido apto para su

aplicación. La definición real sería, pues, aquella que no sólo explica un concepto, sino, a la vez, la

realidad objetiva [objektive Realität] del mismo. Las definiciones matemáticas, que exhiben en la

intuición el objeto acorde al concepto, son de esta última clase.” (CRP A 242 nota 1).

Podríamos decir entonces que en la definición real se brinda el significado objetivo o que la

definición real se refiere al significado objetivo de un concepto puro. La noción de “significado objetivo”,

se muestra así como una concepción explícita del significado, guiada por el posible significado de los

conceptos puros, desde la perspectiva trascendental. Esta concepción se diseña en la Analítica

trascendental dentro del propio horizonte terminológico y conceptual de la filosofía crítica.

5. 4. Conclusión

La distinción de tres modalidades de significado y la determinación de la comprensión del

posible significado de los conceptos puros como “significado objetivo” pueden ser considerados,

entonces, como partes de una posible respuesta, centrada en la Analítica trascendental de la Crítica de la

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razón pura, a la pregunta que abriera este punto: ¿Qué tipo de teoría del significado tiene Kant? Lo

siguiente, puede a modo de recapitulación y conclusión, también contribuir a ello.

a) El concepto de significado aparece en la Analítica trascendental como un concepto proveniente del uso

lingüístico y lógico. Este sentido del concepto de significado se refleja en los dos primeros niveles

indicados: léxico y lógico. Pero el concepto de significado al mismo tiempo recibe una determinación

conceptual que va más allá de estos sentidos en la medida en que la noción de significado es considerada

como el posible significado de las categorías.

b) El uso lingüístico y lógico de la noción de significado es asumido por Kant a partir de un trasfondo

histórico, una de cuyas fuentes, inmediatas, puede ser identificada en la obra de G. F. Meier que Kant

empleara como guía en sus lecciones de lógica, donde, tal como lo señaláramos, el significado es lo

designado por una expresión 96. Este uso asumido sirve como base para la elaboración de la perspectiva

específicamente trascendental. De este modo, la noción de significado se articula sobre la base de las

relaciones entre concepto, referencia y objeto 97. Esta concepción recibida y reasumida por Kant se

mantiene vigente como trasfondo, pero es reelaborada y transformada por la reflexión trascendental.

c) En el marco de la Analítica trascendental la noción de significado es determinada conceptualmente

desde el punto de vista trascendental. La reelaboración del modelo semántico asumido a partir de la

tradición puede ser particularmente identificada en la tercera modalidad de significado señalada, la de

significado objetivo. El análisis indicado de éste desde el punto de vista trascendental, sugiere entonces la

posibilidad de hablar de un concepto intensional de significado en tanto se construye en una conjunción

de argumentos modales y temporales, de los cuales la doctrina del esquematismo brinda un ejemplo

paradigmático: sólo hay significado para los conceptos puros en tanto se articulen en la determinación o

“sintaxis” temporal expuesta por los esquemas trascendentales. La dimensión temporal del significado es,

pues, una característica que identifica la reflexión trascendental sobre el lenguaje. Ella, además, muestra

la reelaboración propia por parte de Kant frente a la tradición semántica recibida.

d) El concepto de “significado objetivo” sólo tiene sentido como término técnico de la perspectiva

trascendental. Él en particular y las distintas modalidades del concepto de significado muestran, además,

el proceder de Kant en cuanto a la recepción y acuñación de conceptos filosóficos centrales de la tradición

heredada. Ello es un ejemplo de la realización de la indicación dada por Kant en el pasaje visto más arriba 98: antes que forjar nuevas palabras para la expresión de los conceptos filosóficos, la reflexión filosófica

debería buscar “tal concepto juntamente con su expresión adecuada, en una lengua muerta docta” (CRP

96 Conviene recordar aquí como ejemplo de la base de la “semántica” kantiana la descripción ya mencionada tomada de G. F. Meier. Cf. Aquí 2. 1. 97 La tradición mencionada en la nota anterior puede ser identificada retrocediendo hacía influencias anteriores. Esta semántica de tres términos, que ya se halla, tal como vimos, en el período precrítico, se corresponde a su vez con la “semántica leibniziana”, establecida entre: conceptos, signos y objetos; Cf. Hans Burkhardt, Logik und Semiotik in der Philosophie von Leibniz, Munich, Philosophie Verlag, 1980, pp. 180-182. Cf. Aquí 2. 6. 98 CRP B 368-69, Cf. aquí 5. 2.

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B 369). Esto alcanza para indicar un procedimiento intencionalmente elegido para la elaboración del

lenguaje de la filosofía.

e) La comprensión kantiana del significado, tal como puede ser identificada en la Analítica trascendental,

no puede ser asimilada sin más a las concepciones posteriores de significado. Ella no puede ser reducida a

alguna de las formas estándar que han asumido las teorías posteriores en el marco de la filosofía del

lenguaje, como teorías realistas o del uso 99. Ello sugeriría por un lado la peculiaridad de la posición

kantiana desde un punto de vista filosófico-histórico y, por otro, el que haya dado lugar a lecturas que

reelaboran la perspectiva trascendental del significado desde distintas ópticas: p. ej. sintaxis, semántica o

pragmática trascendentales. Asimismo, la reconstrucción de la concepción del significado, tal como

hemos planteado en este capítulo, ofrece la posibilidad de una discusión ulterior con tales interpretaciones

y desarrollos.

99 Cf. Gerhard Schönrich, Kategorien und transzendentale Argumentation. Kant und die Idee einer transzendentalen Semiotik, Francfort del Meno, Suhrkamp, 1981, pp. 117-122. La posible aproximación, señalada por J. Nolan, entre los términos “significado” (Bedeutung) y “sentido” (Sinn) en relación con G. Frege resulta problemática. Cf. J. Nolan, “Kant on Meaning: Two Studies”, en Kant-Studien, 70, 1979, pp.113-130. Aun con ciertos matices significado y sentido pueden ser considerados en el contexto del uso de Kant como equivalentes. Kant los emplea frecuentemente como tales; como p. ej. Crítica de la razón pura B 149, B 194 y B 195, Prolegómenos EA, IV, 332 y Fundamentos metafísicos de la ciencia natural EA, IV, 478. Cabe además recordar que el mismo Kant los presenta como intercambiables en Crítica de la razón pura B 299.

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6. Recepción y proyección de la filosofía crítica en la reflexión posterior sobre el lenguaje: una indicación

La idea, reiterada de distintas maneras por diferentes autores, de que “Filosofía e historia de la

filosofía son una”, completada el siguiente modo “No se puede hacer la primera sin hacer la segunda.

Dicho de otro modo, para una comprensión adecuada de ciertos problemas, preguntas y cuestiones es

esencial que se los entienda genéticamente.” 100, parece particularmente apropiada para señalar el enfoque

de lo que a continuación trataremos en este capítulo. Ya es un lugar común el señalar la influencia de la

filosofía crítica de Kant en la reflexión filosófica posterior, en general y particularmente en áreas

filosóficas como p. ej. la teoría del conocimiento, la filosofía moral, o la metafísica. Una de las tantas

formas de ilustrar dicha influencia se halla en la afirmación de que “para bien o para mal, casi todo

desarrollo filosófico de significación desde 1800 ha sido una respuesta a Kant” 101.

Comparativamente, la recepción de la filosofía crítica en conexión con la reflexión filosófica

sobre el lenguaje ha sido menor. Con todo, esta influencia específica en la reflexión sobre el lenguaje ha

sido identificada de la siguiente manera: “El giro lingüístico de las últimas décadas es una ampliación del

giro copernicano. Ya sea que el centro gnoseológico sea una única semiótica y gramática trascendentales,

ya sea que haya reglas y sistemas lingüísticos alternativos, formas a priori de la experiencia del mundo

que se corresponden con las formas en las cuales esta experiencia es articulada y comunicada.” 102. Esta

perspectiva conduce a identificar la acción de la filosofía crítica en la configuración de la filosofía del

lenguaje como el establecimiento de un supuesto o condición básica de la misma. Así, el valor asignado

al lenguaje como motivo filosófico básico constituyó una orientación fundamental de la reflexión

filosófica en el siglo xx, de índole distinta de la de una distinción entre escuelas o posiciones, sirviendo de

base a la idea de que el lenguaje no es sólo el objeto particular de un conjunto de disciplinas igualmente

particulares, sino, un supuesto o condición determinante de la constitución misma de la “objetividad” y el

“mundo”.

Los más de doscientos años de reflexión sobre el lenguaje en diversos modos de conexión con

la filosofía crítica de Kant presentan un panorama rico y variado. A continuación, con la intención de

indicar cómo la filosofía crítica y su recepción contribuyen a la comprensión filosófica del lenguaje

acuñada en el siglo xx y a la variedad de enfoques, posiciones y discusiones filosóficas vinculadas con él,

presentaremos la siguiente serie de indicaciones respecto de aspectos de la influencia, recepción, y

proyección de la filosofía critica de Kant, vinculados, de diversas maneras, a la reflexión sobre el

lenguaje. En la mayor parte, nos centraremos en aspectos de la influencia de la Crítica de la razón pura

en la filosofía del lenguaje. Proponemos para ello una argumentación histórico-conceptual en la cual se

100 Charles Taylor, “Phlosophy and its History”, R. Rorty et al. (eds.), Philosophy in History, Cambridge, Cambridge University Press, 1984, p. 17. 101 Alberto Coffa, The Semantic Tradition from Kant to Carnap, Cambridge, Cambridge University Press, 1991, p.7. 102 Lewis White Beck, „Was haben wir von Kant gelernt” , Kant-Studien, 72, 1981, p.5.

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señalan conexiones explícitas entre la filosofía crítica de Kant y la reflexión sobre el lenguage en

momentos centrales de la configuración de la filosofía del lenguaje.

6. 1. Recepción y proyección en el siglo xix

Desde la afirmación de J. G. Hamann y J. G. Herder de la ausencia del lenguaje en la

reflexión crítica, temas centrales de la filosofía crítica de Kant han servido de impulso a la elaboración

tanto de reflexiones filosóficas sobre o en conexión con el lenguaje, como de teorías generales acerca de

éste. Algunos ejemplos de ello son los siguientes. J. G. Fichte en Von der Sprachfähigkeit und dem

Ursprung der Sprache (De la capacidad de hablar y del origen del lenguaje) (1795) desarrolló un

enfoque trascendental respecto del origen del lenguaje. Propone una “historia a priori del lenguaje” con

la finalidad de exponer no sólo cómo pudo surgir el lenguaje, sino también cómo debió haber sido

producido 103. Según esta genealogía en tanto la naturaleza racional del ser humano es de índole sensible,

los seres humanos tienden al intercambio y la comunicación. Acorde a ello, el sistema del lenguaje

deviene medio de la realización en el mundo sensible de la libertad originaria. Un enfoque de la

comprensión filosófica del lenguaje en conexión con la reflexión sobre la conciencia sostiene que G. W.

F. Hegel revolucionó a su vez la revolución copernicana de Kant, ya que en éste aún se mantendría en el

signo lingüístico la distinción entre un referente exterior y un significado interior 104. Según ello esta

nueva comprensión del lenguaje supera tanto la representación del mismo como imagen reproductora,

como dicha diferencia entre exterior e interior. Con ello los signos del lenguaje son comprendidos, más

allá de su posible ubicación en la lógica o la psicología, en su necesidad e interconexión en el sistema de

la acción del espíritu 105. En este sentido el lenguaje conserva la determinación griega del lógos como

palabra, en tanto el lenguaje es la “existencia pura del espíritu”, vuelta sobre sí misma en tanto es

percibida acústicamente 106. Con ello el lenguaje constituye el medio del espíritu, y cumple la función de

unificación y articulación entre la intuición y el pensamiento, “lo cual es una respuesta a Kant” 107.

Representantes de la reflexión sobre el lenguaje en el siglo xix, como F. Schlegel, F. D

Schleiermacher y, particularmente por su repercusión posterior aunque no sólo por ello, W. von

103 Thomas S. Höffmann, “G. W. F. Hegel”, en T. Borsche (Ed.), Klassiker der Sprachphilosophie, Munich, C. H. Beck, 1996, p.258. 104 Ibíd. Una investigación de la relación de la filosofía crítica de Kant con la filosofía de Hegel desde el punto de vista del lenguaje y la conciencia ha sido desarrollada por Bruno Liebrucks: Bruno Liebrucks Sprache und Bewuβtsein, Francfort del Meno, Akademische Verlagsgesellschaft, 1965-1979. Esta investigación, desplegada en siete volúmenes, parte de la contraposición entre “visiones no dialécticas” del lenguaje y la apertura del “movimiento dialéctico” en la comprensión del lenguaje desde la perspectiva de Hegel. El papel que le corresponde a la Crítica de la razón pura es identificado como, tal como rezan ya los títulos, la “primera revolución de la manera de pensar” mientras que la “segunda revolución de la manera de pensar” fue la introducida por la Fenomenología del espíritu de Hegel. 105 Cf. Thomas S. Höffmann, loc. cit., p. 269. 106 Georg. F. W. Hegel, Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie III, Werkausgabe 20, Francort del Meno, Suhrkamp, 1970, pp. 106s. Cf. T. S. Höffmann, loc. cit., 260. 107 Ibíd.

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Humboldt, sin ser kantianos en sentido estricto, proyectaron posiciones centrales de la filosofía crítica a la

comprensión del lenguaje. Así, p. ej. siguiendo el principio de que el conocimiento se constituye a partir

de la espontaneidad productora que configura lo dado, sustentaron la idea de que la producción del

lenguaje va más allá de la concepción del lenguaje como reproducción. Los “elementos kantianos”

configuran la arquitectura conceptual de la teoría del lenguaje de Humboldt 108. Humboldt continúa la

perspectiva de Kant, por ejemplo, en la medida en que pone a la subjetividad como principio constitutivo

del lenguaje. La naturaleza misma del lenguaje es ser un proceso activo de desarrollo bajo la influencia de

la energía espiritual de los hablantes. Así la síntesis como forma básica de enlace es proyectada a las

distintas formas de unificación en el lenguaje. La afinidad de la elaboración de Humboldt con temas

centrales de la filosofía crítica de Kant, como el ya mencionado de la espontaneidad productora del

espíritu, ha dado lugar para sostener que, respecto del lenguaje, “la realización de los planteos de

Humboldt llena el lugar que en el sistema de Kant queda abierto para su posterior desarrollo, pero que,

como tantos otros lugares en él, Kant deja vacío” 109.

Las ramificaciones de la filosofía crítica se verifican también en quienes llevaron a cabo una

“transformación lingüística del kantismo” 110. En este contexto resulta particularmente relevante la

vinculación establecida entre lenguaje y esquematismo. G. M. Roth ve la facultad de lenguaje como una

concreción del esquematismo. En su Antihermes (1795) distingue entre una teoría de la representación

(Vorstellung) y una teoría de la exhibición (Darstellung), diferenciando en ella tres tipos: imágenes,

música y lenguaje. Las representaciones son comunicadas por medio de las formas de exhibición. De este

modo la actividad exterior de simbolizar testimonia un proceso espiritual previo a la comunicación. Esta

perspectiva conduce a la tesis de la identidad especulativa entre pensamiento y lenguaje, siendo éste una

fuerza autónoma independiente tanto de estructuras biológicas como del medio 111. Según A. F. Bernhardi

(Sprachlehre) (Teoría del lenguaje) (1801/03) el lenguaje es exteriorización de la razón por medio del

entendimiento bajo la influencia de la imaginación y en la articulación material del sonido 112. También

K. L. Reinhold propone, en Das menschliche Erkenntnisvermögen (La facultad humana de conocimiento)

(1816), una interpretación lingüística del esquematismo y de la exhibición simbólica; aquí el estudio del

lenguaje es parte de la teoría de la conciencia y del conocimiento. Él ve la peculiaridad del espíritu

humano en la mediación operada por el lenguaje entre sensibilidad y pensamiento. Las imágenes

108Cf. Josef Simon, “Aspectos lingüístico-filosóficos de la historia de la filosofía moderna”, J. Simon (Ed.), Aspectos y problemas de la filosofía del lenguaje, Buenos Aires, Alfa, 1977, pp. 39-48 y Tillman Borsche, Sprachansichten. Der Begriff der menschlichen Rede in der Sprachphilosophie Wihelm von Humboldts, Stuttgart, Cotta, 1981, pp. 90-94. 109 Gerold Prauss, Die Welt und wir (Band I/1: Sprache - Subjekt - Zeit), Stuttgart, J. B. Metzler, 1990, p. 66. 110 Pietro Perconti, Kantian Linguistics. Theories of Mental Representation and the Linguistic Transformation of Kantism, Munster, Nodus, 1999. 111 Ibíd., pp. 67s y 71ss. 112 Ibíd., p. 90.

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empleadas en la vida cotidiana desempeñan el papel de los esquemas trascendentales. Cuatro formas de

exhibición son distinguidas: imitativa, simbólica, metafórica y trópica 113.

6. 2. La Crítica de la razón pura y las bases de la filosofía del lenguaje

En conexión con las bases de la reflexión sobre el lenguaje en el siglo xx la impronta de la

filosofía crítica de Kant es perceptible en la semiótica, la hermenéutica, la concepción de la interpretación

como desenmascaramiento de relaciones de poder, la filosofía analítica y la fenomenología en tanto las

obras de Ch. S. Peirce, W. Dilthey, F. Nietzsche, G. Frege y E. Husserl les sirven respectivamente de

base. Aún cuando el carácter de la relación pueda ser interpretado de diferente manera, p. ej. con respecto

a Frege dando lugar a la pregunta: ¿kantiano o neokantiano?, baste aquí con recordar que el alcance y

profundidad de esta conexión ha sido subrayada reiteradamente en cada uno de los casos. El siguiente

conjunto de trabajos que se conectan, de diversos modos pero explícitamente, a la filosofía crítica de Kant

sirve para identificar ésta como una plataforma común a las orientaciones básicas que configuran el

origen de la filosofía del lenguaje hacia, aproximadamente, el último tercio del siglo xix114. De estas

orientaciones surgen, a su vez, las varias ramificaciones que caracterizan posteriormente a la filosofía del

lenguaje en el siglo xx.

De una nueva lista de categorías (On a New List of Categories) (1867) muestra el resultado

del trabajo de Ch. S. Peirce por reelaborar la tabla de las categorías de Kant. La recepción y

transformación semiótica de la filosofía crítica de Kant por parte de Peirce, ha sido señalada por K-O.

Apel y, desde otro enfoque, por T. L. Short115. Según Apel de esta elaboración semiótica de la lógica

trascendental kantiana resulta una transformación de la crítica de la razón en una crítica del sentido que

provee una base semiótica para la justificación normativa de la investigación científica y presenta una

teoría del significado que va más allá de la constatación y descripción del empleo de signos; teoría que no

recurre al empleo fáctico de los mismos sino a experimentos mentales en los cuales “se manifestarían las

coordinaciones condicionales de acciones y experiencias posibles en las que se haría presente el

significado, normativamente correcto, de un signo.”116. A su vez, la teoría de los signos de Peirce,

desarrollada con la vista puesta en la teoría del conocimiento y de la mente, tiene, según Short, su origen

en la teoría del conocimiento de Kant117. De acuerdo a este enfoque, la semiótica de Peirce es el resultado

113 Ibíd., pp. 134 y 142ss. 114 “Filosofía del lenguaje” en un sentido histórico-conceptual amplio, tal como es explicado en: Sylvain Auroux, La philosophie du langage, Paris, PUF, 1996 y Tillman Borsche, “Einleitung” , T. Borsche (Ed.), Klassiker der Sprachphilosophie, Munich, C.H. Beck, 1996, pp. 7-13. 115 Respecto de la discusión en torno a cómo interpretar el alcance de esta relación y transformación, con referencias ulteriores: Zachary Gartenberg, “Intelligibility and Subjectivity in Peirce: A Reading on His ‘New List of Categories’”, Journal of the History of Philosophy, 50, 2012, pp. 581– 610. 116 Karl–Otto Apel, El camino del pensamiento de Charles S. Peirce, Madrid, Visor, 1997, p.15. 117 Cf. T. L. Short, Peirce’s Theory of Signs, Cambridge, Cambridge University Press, 2007, pp. 27-66.

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de una progresiva separación de la concepción idealista implicada en la primera recepción. Este

distanciamiento del idealismo habría sido el motor que impulsó el subsecuente desarrollo de la filosofía

de Peirce, incluyendo su semiótica: “El pragmatismo nació de esta lucha y contribuyó a producir los

cambios en su teoría de los signos que él llevó a cabo entre 1881 y 1907”118. Este movimiento de

separación de la posición kantiana inicial que es al mismo tiempo la construcción de la propia semiótica

de Peirce se desarrolla simultáneamente con una profundización de temas kantianos. Así, la reelaboración

semiótica de las categorías de De una nueva lista de categorías se incribe en 1902 en un ordenamiento de

las ciencias guiado por la idea kantiana de “arquitectónica”, de modo tal que las ciencias tienen un orden

interno propio que no es impuesto exteriormente.

En la Einleitung in die Geisteswissenschaften (Introducción a las ciencias del espíritu) (1883)

W. Dilthey propuso la reelaboración de la idea de la crítica de la razón pura como “crítica de la razón

histórica”119. La crítica de la razón histórica propone ampliar el alcance de la crítica de la razón pura

examinando las condiciones de posibilidad de las ciencias humanas, las cuales buscan comprender las

estructuras fundamentales de la vida histórica que se dan en la experiencia vivida, cuya interconexión se

halla articulada por relaciones de sentido. La crítica de la razón histórica implica la doble afirmación de

que la razón es histórica y de que la autocomprensión de la razón como ahistórica debe ser sometida a la

crítica. La realidad histórica consiste en el acontecer del mundo humano y de la totalidad de lo conectado

con éste. La vida humana histórica acontece siempre como una totalidad interconectada, de la cual da

cuenta la categoría fundamental de significado (Bedeutung): “la conexión del transcurso de la vida es

sólo comprensible por medio de la categoría de significado en relación con el comprender la totalidad [...]

significado es la categoría más amplia bajo la cual es comprensible la vida”120. La construcción y empleo

del lenguaje sirve como guía en la elaboración de esta categoría central, que sin perder su cualidad

lingüística se proyecta en la comprensión de la vida individual e histórica: “Tal como las palabras tienen

significado (Bedeutung) a través del cual designan algo o las proposiciones tienen un sentido que

construimos, asi puede, a partir del significado determinado o indeterminado de las partes de la vida,

construirse conexión de estas partes. Significado (Bedeutung) es la forma particular de relación que,

dentro de la vida, sus partes tienen respecto del todo.”121. La introducción de las categorías de la vida

propone ir más allá de la idea de categorías del entendimiento. Las categorías de la vida antes que formas

de pensar objetos son maneras en las cuales la vida misma existe; es decir en ellas se expresan las formas

estructurales de la vida en su transcurso temporal. A ello se anuda el interés por la comprensión de las

personas singulares y de las conexiones históricas. Las configuraciones de la conciencia individual y

118 Ibid., p.28. 119 Wilhelm Dilthey, Einleitung in die Geisteswisenschaften, Gesammelte Schriften 1, Leipzig-Stuttgart-Göttingen, B.G. Teubner - Vandenhoeck und Ruprecht, 1914-2006, p.IX. 120 Wilhelm Dilthey, Die Kategorien des Lebens. Gesammelte Schriften 2. Leipzig-Stuttgart-Göttingen, B.G. Teubner - Vandenhoeck und Ruprecht, 1914-2006, p.232. 121 Ibid., pp. 233s.

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colectiva se vuelven objeto de investigación, constituyéndose con ello la forma metodológica de la

hermenéutica como el comprender que se refiere a las relaciones de significado. En el contexto de la

“crítica de la razón histórica” el concepto de significado tiene, pues, este doble carácter, se refiere tanto a

la configuración estructural de la vida individual e histórica en su acontecer temporal como a la

comprensión de éstas. Con ello la propuesta ampliación de la crítica de la razón pura implicaría tanto la

realidad histórica como su enfoque metodológico.

El examen genealógico de Nietzsche en Zur Genealogie der Moral (La genealogía de la

moral) (1887) reconduce la idea de “bueno” al pathos de la distancia que caracteriza la conducta noble

de los señores en la cual puede hallarse el origen del lenguaje: “el derecho de los señores de poner

nombres llega tan lejos que uno debería permitirse concebir el mismo origen del lenguaje como una

expresión de poder de quienes dominan: dicen esto es esto o esto otro, sellan las cosas o acontecimientos

con un sonido y, al hacerlo, toman posesión de ello.”122. Este enfoque genealógico, en el sentido que este

término adquiere en este contexto, es, en buena medida resultado de, y se inscribe en, la transformación

de la crítica de la razón en una crítica del lenguaje. El fragmento denominado Vom Ursprung der Sprache

(Del origen del lenguaje), perteneciente a los trabajos previos de las Lecciones de gramática latina del

semestre de invierno 1869/70 anuda la cuestión del origen del lenguaje al enfoque de Kant según el cual

“Una gran parte, y quizá la mayor, de la tarea de nuestra razón consiste en la descomposición de los

conceptos que ya poseemos de los objetos.”123. En consonancia con ello subraya Nietzsche que “Los

conocimientos filosóficos más profundos se hallan ya previamente elaborados en el lenguaje.”124. El

análisis y la respuesta a la cuestión del origen del lenguaje, en tanto el lenguaje conforma y prefigura la

actividad racional, se vuelven así una genealogía de la razón. El origen del lenguaje se halla en el instinto,

el cual se caracteriza por su orientación hacia fines que no son el resultado de la reflexión consciente. En

su estructura se halla lo que el artista utiliza con fines estéticos, la metáfora: el lenguaje es esencialmente

metafórico, su misma constitución obedece a una serie de metáforas125. Primera metáfora: un estímulo

nervioso es transpuesto y traducido en una imagen. Segunda metáfora: esta imagen es subsecuentemente

retransformada en sonido, produciéndose en ambos casos un pasaje entre órdenes enteramente diferentes.

Estas transposiciones, translaciones o metáforas generan el lenguaje y nos inducen a creer erróneamente

que hablamos efectivamente de las cosas cuando en realidad no tenemos de las mismas sino metáforas.

Luego de su traducción en imagen y sonido la cosa en tanto tal permanece como una “x” desconocida.

122 Friederich Nietzsche, Zur Genealogie der Moral. Werke in drei Bänden 2, Munich, K. Schlechta, 1977, p.771. 123 Friederich Nietzsche, Vom Ursprung der Sprache, Gesammelte Werke 5, Munich, Musarion, 1922, p.467. El texto (KrV, B 9), está ubicado, orientando el argumento, al inicio del fragmento. 124 Ibíd. 125 Nietzsche desarrolla esta argumentación en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873). Los escritos tempranos de Nietzsche son de una particular importancia para su filosofía del lenguaje. Ellos muestran un decurso progresivo de su pensamiento desde 1869 hasta 1873 en el cual se origina Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. En este período Nietzsche recorre la reflexión sobre el lenguaje en, entre otros: Herder, Kant, Schelling, Schopenhauer y E. von Hartmann. Nietzsche, Friederich: Über Wahrheit und Lüge im außermoralischen Sinn. Werke in drei Bänden 3, Munich, K. Schlechta, 1977, pp.309-322.

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Esta genealogía del lenguaje se anuda a la crítica a la metafísica “sin el lenguaje [los pueblos] no pueden

pensar ni al mundo, ni a los dioses ni a los hombres.”126

Las conexiones entre la filosofía crítica de Kant y la filosofía de Frege corren a través de

temas y discusiones característicos de –sin excluir otros dominios- la lógica, la filosofía del lenguaje y la

filosofía de la matemática. Ya con anterioridad a la discusión en torno a la ubicación histórica de Frege

con respecto a Kant 127, había señalado H. Scholz que dos son los accesos a Frege: Leibniz y Kant 128.

Indicó, además, que para la creación de su cálculo lógico Frege no fue movido por el estudio de Leibniz

sino por “una pregunta filosófica decisiva: ‘¿es la aritmética de los números naturales derivable o no de la

lógica?’” 129. Esta pregunta, parte de la pregunta más abarcadora acerca de la posibilidad de derivación de

la matemática de la lógica, fue planteada “con esta agudeza” por primera vez por Kant 130, quien, además

la habría “negado categóricamente” 131. Un reciente examen analiza las siguientes cuestiones: verdad

necesaria, Kant como el iniciador del antipsicologismo en la fundamentación de la lógica, la crítica de

Frege al “yo pienso” como expresión de idealismo, analiticidad, síntesis a priori, el “intuicionismo” de

Frege y el carácter sintético a priori de la geometría 132. Estudios sobre aspectos de posible conexiones

entre Frege y Kant, como p. ej. acerca de la comparación entre las maneras de concebir las nociones de

significado (Bedeutung) y sentido (Sinn), se reiteran continuadamente 133. En Sinn und Bedeutung

(Sentido y referencia) (1892) 134 G. Frege introduce la distinción entre los conceptos de sentido (Sinn) y

referencia (Bedeutung) 135 a partir del análisis de la igualdad y del posible valor de conocimiento de

proposiciones de la forma “a = b”, que no siempre pueden ser justificadas a priori. Éstas se diferencian de

una proposición de la forma “a = a” que vale a priori y “acorde con Kant debe ser llamada analítica” 136.

La introducción de la diferencia entre sentido (Sinn) y referencia (Bedeutung) posibilita mantener el

mismo valor de verdad (referencia) de la proposición, pero también que el sentido de “b” sea distinto del

de “a”, de modo tal que “a = b” es diferente de “a = a”. Precisamente en ello consiste el desarrollo

argumentativo del texto que comienza con dicha distinción y concluye con el resultado de ésta que

126 Friederich Nietzsche, Vom Ursprung der Sprache, Gesammelte Werke 5, Munich, Musarion, 1922, p., 469. 127 Cf. Gottfried Gabriel, „Frege als Neukantianer”, Kant-Studien, 77, 1986, pp. 85-101; y Volker Peckhaus, „Kantianer oder Neukantianer? über die Schwierigkeiten, Frege der Philosophie seiner Zeit zuzuordnen”, en G. Gabriel – U. Dathe (Eds.), Gottlob Frege — Werk und Wirkung. Mit den unveröffentlichten Vorschlägen für ein Wahlgesetz von Gottlob Frege, Padeborn, Mentis, 2000, pp. 191–209. 128 En su artículo de 1941: Heinrich Scholz, “Frege”, en H. Scholz Mathesis Universalis, Basilea-Stuttgart, B. Schawe, 1961, p. 268. A su vez en (1943-44) su “Einführung in die Kantische Philosophie”, en op. cit. pp. 152-218 también desarrolla una presentación y evaluación de la filosofía crítica en el marco de la concepción de Frege. 129 Heinrich Scholz, “Frege” en H. Scholz Mathesis Universalis, Basilea-Stuttgart, B. Schawe, 1961, p. 271. 130 Ibíd. 131 Ibíd., p. 272. 132 Robert Hanna, Kant and the Foundations of Analytic Philosophy, Oxford, Clarendon - Oxford University Press, 2001, respectivamente pp. 6-9, 72-74, 95-97, 159-65 y 184-91, 227-232, 264-66. 133 J. Nolan, “Kant on Meaning: Two Studies”, Kant-Studien, 70, 1979, pp.113-130. 134 Gottlob Frege, “Sinn und Bedeutung”, Patzig, Günther (compilador): Funktion, Begriff, Bedeutung. Göttingen, Vandenhoeck & Ruprecht , 1966, pp.38-63. 135 Siguiendo la forma más usual de traducir en el contexto de Frege Bedeuung por referencia. 136 Frege, op. cit., 38.

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permite sostener el diferente “valor de conocimiento” (Erkenntniswert) 137 entre ambos tipos de

proposiciones. Si, acorde a ello, se interpreta que la teoría del sentido y la referencia de Frege “pertenece

a la tradición epistemológica de la filosofía moderna que resulta de Kant” 138, la distinción configuradora

de la filosofía del lenguage originada en Frege, se construye, entonces, a partir de su base en Kant.

Al asumir Husserl “trascendental” como caracterización de la fenomenología pone de relieve

el parentesco entre ésta y la filosofía crítica de Kant. El desarrollo de una gramática pura por parte de

Husserl en las Logische Untersuchungen (Investigaciones lógicas) (1900-1) muestra cómo la perspectiva

trascendental kantiana es trasladada y aplicada al examen del lenguaje. La gramática lógica pura tiene

como finalidad comprender la constitución formal del dominio del significado (Bedeutung). Husserl

establece una conexión explícita con la investigación de Kant, al señalar que la idea de una gramática

lógica pura se ubica en la tradición de una gramática universal que concibiera el racionalismo de los

siglos xvii y xviii y que él mismo emplea la expresión “gramática pura”, como “nombre pensado y

expresamente señalado como análogo a la ‘ciencia pura de la naturaleza’ de Kant.”139. La “gramática

pura”140 determina las leyes a priori que regulan el enlace entre significados según su forma y tienen la

función de separar el sentido del sinsentido. Estas leyes son previas a las leyes lógicas en sentido estricto,

constituyen el conjunto de las “leyes gramaticales en sentido lógico puro”141 y su función teórica

específica radica en proveer a la lógica formas posibles de significado, es decir formas a priori de

significados complejos unitarios con sentido. Recién una vez que estos significados complejos unitarios

se hallan constituidos son, a su vez, regulados por las leyes lógicas en sentido estricto respecto de su

verdad formal y posible objetividad; leyes de las formas posibles de significado excluyen el sinsentido,

mientras que las leyes lógicas, el contrasentido. La gramática pura lógica se circunscribe estrictamente a

una estructura a priori, a lo “gramático” como tal, y en este sentido “investiga las primitivas estructuras de

significado, los primitivos tipos de enlace y articulación, así como las leyes de operación de la

complexión y de la modificación del significado, fundadas en ellas”142. Con esta concepción de la

gramática pura Husserl aplica la investigación a priori al lenguaje y al desarrollar esta idea se aproxima,

sin referirse específicamente a ella, a la posibilidad sólo sugerida por Kant de una “gramática

trascendental”.

6. 3. La Crítica de la razón pura en obras fundamentales de la filosofía del lenguaje hacia 1920

137 Ibid., p.63. 138 Wolfgang Carl, Frege’s Theory of Sense and Reference. Cambridge, Cambridge University Press, 1994, p.vii. 139 Edmund Husserl, Logische Untersuchungen II/1, Hamburg, Meiner, 1992, p.348. 140 Ibíd., p.301. 141 Ibíd. 142 Ibíd., p.344.

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En la década de 1920 se publica un conjunto de obras centrales para, si bien no de forma

excluyente, la reflexión sobre el lenguaje. Cada una de ellas se vincula de modo propio, a las bases

establecidas por Frege, Husserl o ambos, pero todas se refieren a la Crítica de la razón pura.

La afirmación de L. Wittgenstein de que él había concebido la investigación llevada a cabo en

el Tractatus (1921) “no dirigida a los fenómenos” sino a “las ‘posibilidades’ de los fenómenos”143 puede

ser tomada como una muestra de la legitimidad de las discusiones en torno a la relación entre la filosofía

critica de Kant y la reflexión de Wittgenstein. Así p. ej. se señaló la semejanza entre el planteo indicado

por esta afirmación y el enfoque básico de la filosofía trascendental, sosteniendo que Wittgenstein habría

trasladado, transformándolo, “el idealismo trascendental de Kant del plano de la razón al plano del

lenguaje”144 o que Wittgenstein podía ser identificado como “filósofo kantiano” 145. Esta semejanza entre

ambos enfoques ha sido reiteradamente señalada, así p. ej. con respecto a la filosofía de Wittgenstein se

ha sostenido que “La caracterización general más simple de su filosofía es que es crítica en el sentido

kantiano. Kant ofreció una crítica del pensamiento y Wittgenstein ofrece una crítica de la expresión del

pensamiento en el lenguaje.”146. Esta conexión constituye un continuado motivo de reelaboración147.

Pero a su vez, precisamente el sentido de esta conexión del Tractatus con la filosofía crítica de Kant

constituye también la orientación del curso posterior de la filosofía analítica: “El Tractatus, del cual se

puede sostener que es el texto más importante en el auge de la filosofía analítica, le propone a la filosofía

la tarea kantiana de trazar ‘el límite del pensamiento’, más que la de agregar algo a nuestro conocimiento

del mundo. Schlick y Carnap aceptaron la división del trabajo sugerida por Wittgenstein probablemente

porque estaban basados en ideas neokantianas a través de su formación filosófica en Alemania. Solo un

paso separa la tesis de la escuela de Marburgo de que la filosofía es metateoría de la ciencia del lema de

Carnap de que filosofía es la ‘lógica de la ciencia’. Ese paso es el giro lingüístico del Tractatus, según el

cual los límites del pensamiento deben ser trazados en lenguaje. Por consiguiente, la corriente principal de

la filosofía analítica de Frege a Quine no sólo está configurda decisivamente por problemas kantianos,

sino que también incluye importantes hilos argumentales.” 148.

La Crítica de la razón pura como base de la Philosophie der symbolischen Formen (Filosofía

de las formas simbólicas) (1923-299) es explícitamente señalada por E. Cassirer: “todo mi trabajo en el

dominio de la filosofía teórica presupone la fundamentación metódica que Kant ha establecido en la

143 Ludwig Wittgenstein, Philosophische Untersuchungen. Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1960 § 90. 144 Wolfgang Stegmüller, Haupströmungen der Gegenwartsphilosophie. Stuttgart. 1978, Kröner, (6º .ed.) p.555. 145 Tal como reza el título del capítulo XI: “Wittgenstein como un filósofo kantiano” de: Eric Stenius, Wittgenstein’s Tractatus. Oxford. Blackwell, 1960, pp.214-226. Respecto de la relación de Wittgenstein con Kant, Hans-Johann, Glock, ‘‘Kant and Wittgenstein: Philosophy, Necessity, and Representation’’, International Journal of Philosophical Studies, 5, 1997, pp.285–305, con referencias ulteriores, y del mismo autor: “Was Wittgenstein an Analytic Philosopher?“, Metaphilosophy, 35, 2004, pp.419-444. 146 David Pears, The False Prision. A Study of the Development of Wittgenstein’s Philosophy, Oxford. Oxford University Press, 1987, p.3. 147 Ilhamr Dilman, Wittgenstein's Copernican Revolution: The Question of Linguistic Idealism. USA, Palgrave, 2002. 148 Hans-Johann Glock, “Strawson and Analytic Kantianism”, Glock, Hans-Johann (compilador): Strawson and Kant. Oxford, Oxford University Press, 2003, p.16.

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Crítica de la razón pura.”149. Con esta guía metódica Cassirer enfoca el lenguaje en tanto forma

simbólica, subrayando que el punto en el cual gira “el desarrollo de la idea de lenguaje” es Kant 150.

Sobre esta base en Kant asume y retoma las elaboraciones sobre el lenguaje de Herder y Humboldt; la

obra sobre el Kawi de Humboldt allana el “camino hacia la verdadera apreciación del lenguaje”151 como

tal y posibilita la prosecución y desarrollo de la Crítica de la razón pura con una teoría no instrumental

del lenguaje que enlaza la experiencia con la producción espontánea del pensamiento. Como síntesis entre

Kant y Humboldt, Cassirer puntualiza que el lenguaje es la actividad productora que realiza el

pensamiento, objetiva las impresiones sensibles y con ello determina la estructura categorial del objeto.

Ésta es la consecuencia para la filosofía del lenguaje, que, según Cassirer, se extrae con Humboldt de la

doctrina crítica de Kant: el objeto, en tanto objeto en el fenómeno no se contrapone como algo exterior,

“sino que recién por medio de sus propias categorías el conocimiento es posibilitado, determinado y

constituido. Del mismo modo, la subjetividad del lenguaje ya no aparece como un límite que nos separa

de la captación del ser de los objetos, sino como un medio para la conformación de la objetivación de las

impresiones sensibles.”152. Este enfoque es ampliado por Cassirer en la idea de una filosofía de las

formas simbólicas que “En vez de simplemente investigar los presupuestos universales del conocimiento

científico del mundo, conciba las diferentes formas básicas de comprender (Verstehen) el mundo153.

Siguiendo la concepción de Humboldt del lenguaje como actividad (enérgeia) Cassirer sostiene que por

forma simbólica “se debe comprender la energía del espíritu por medio de la cual el contenido de

significado (Bedeutungsgehalt) se enlaza con un signo sensible concreto, de modo tal que este signo

resulta animado interiormente.”154. De este modo, de la crítica de la razón pura resulta la filosofía de las

formas simbólicas.

Si bien la recepción por parte de M. Heidegger de la filosofía crítica de Kant se desarrolla

como tal centralmente en Kant und das Problem der Metaphysik (Kant y el problema de la metafísica)

(1929), en relación con la reflexión sobre el lenguaje resulta central la conexión establecida en Sein und

Zeit (Ser y tiempo) (1927). La base metódica de la obra se anuda de manera expresa al enfoque

trascendental en tanto se entiende que la “apertura” del ser en tanto éste trasciende todo ente es

“conocimiento trascendental”155. A su vez, de manera análoga a como en la doctrina kantiana del

149 Ernst Cassirer, “Was ist Subjektivismus”? En Bast, Rainer (compilador): Erkenntnis, Begriff, Kultur. Hamburg, Meiner, 1993, p.201. 150 Ernst Cassirer, Philosophie der symbolischen Formen I. Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1953, p.55, Nota 1. 151 Ernst Cassirer, “Die Kantischen Elemente in Wilhelm von Humboldts Sprachphilosophie” , Orth, Ernst Wolfgang (compilador): Geist und Leben. Schriften zu den Lebensordnungen von Natur und Kunst, Geschichte und Sprache. Leipzig, Reclam, 1993, p.252. 152 Ernst Cassirer, Philosophie der symbolischen Formen I, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1953, p.102. 153 Ibid., V. 154 Ernst Cassirer,“Der Begriff der symbolischen Form im Aufbau der Geisteswissenschaften” , Cassirer, Ernst Wesen und Wirkung des Symbolbegriffs, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1983, p.175. 155 Martin Heidegger, Sein und Zeit, Tübingen, M. Niemeyer, 1953, p.38.

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esquematismo “se ha vislumbrado por primera vez con cierta explicitud la conexión entre ser y

tiempo”156, el análisis del lenguaje por parte de Heidegger en Ser y tiempo conduce, en último término, a

la indicación de su fundamentación en la temporalidad. En la medida que hablar se funda en la “unidad

extática de la temporalidad”157 la articulación entre sentido (Sinn) y significado (Bedeutung) es “temporal

en sí misma”158, por ello “Únicamente partiendo de la temporalidad del habla, es decir del ser-ahí

(Dasein) en general, puede aclararse el ‘surgimiento’ del significado (Bedeutung)” 159. Con ello la

configuración temporal del sentido y el significado tiene lugar a partir de la interpretación del tiempo

como el horizonte de la comprensión de ser. El análisis de tal configuración temporal del sentido y el

significado se orienta por la idea directriz de la, planeada pero no publicada, tercera sección de Ser y

tiempo, guiada por el desarrollo de la pregunta por el sentido de ser a la luz de los esquemas

temporales160.

Der logische Aufbau der Welt (La estructura lógica del mundo) (1928) constituye un

momento intermedio entre la impronta del neokantismo en la obra inicial de R. Carnap y la Logische

Syntax der Sprache (Sintaxis lógica del lenguaje) (1934). Esta incial impronta identificable en su

disertación de 1922 Der Raum. Ein Beitrag zur Wissenschaftslehre (El espacio. Una contribución a

teoría de la ciencia) es reconcida por Carnap en los siguientes términos: “Estudié la filosofía de Kant con

Bruno Bauch en Jena. En su seminario se discutió en detalle durante un año la Crítica de la razón pura.

Me impresionó fuertemente la concepción de Kant de que la estructura geométrica del espacio está

determinada por nuestras formas de intuición. Los efectos posteriores de esta influencia fueron aún

notables posteriormente en el capítulo sobre la intuición del espacio en mi disertación El espacio. [...] En

esa época consideraba el conocimiento del espacio intuitivo bajo la influencia de Kant y los neokantianos,

especialmente Natorp y Cassirer, como basado en la íntuición pura’”161. También las otras dos obras

mencionadas de Carnap se destacan en un trasfondo kantiano. Una línea entre ambas indica que a partir

de la idea de que la lógica determina la estructura del mundo se sostiene que la estructura (Aufbau) lógica

del mundo puede, en última instancia, reflejarse directamente en la sintaxis lógica del lenguaje. El Aufbau

aplicó las técnicas de los Principia Mathematica de Russell al problema del análisis de la realidad, es

decir de lo real a lo dado, en lo cual consiste la “teoría de la constitución”. A su vez, en la Logische

Syntax, Carnap pasa del enfoque neokaniano de su proyecto inicial a uno convencionalista y lingüístico,

156 Alberto Rosales, Siete ensayos sobre Kant, Mérida, Universidad de Los Andes - Consejo de Publicaciones, 1993, p. 227. 157 Heidegger, op.cit., p.349. 158 Ibíd. 159 Ibíd. 160 Cf. Dietmar Köhler, Martin Heidegger. Die Schematisierung des Seinssinnes als Thematik des dritten Abschnitts von Sein und Zeit. Bonn, Bouvier, 1993. 161 Rudolf Carnap, “Intellectual Autobiography”, Schilpp, Paul Arthur (compilador), The philosophy of Rudolf Carnap. La salle, Illinois, Open Court, 1963, p.12.

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95

próximo al Tractatus de Wittgenstein. Considerado en su conjunto se ha sostenido162, entonces, que el

resultado general de este trayecto de Carnap es que el “giro trascendental” kantiano del mundo

fenoménico a las estructuras a priori es reemplazado por un “giro lingüístico” del mundo de los

fenómenos a un conjunto de estructuras del mundo articuladas por la sintaxis y semántica de las lenguas

naturales y los lenguajes lógicos.

6. 4. Conexiones con la filosofía crítica Kant en la reflexión sobre el lenguaje en la década de 1960

Una recepción directa y explícita, centrada en el análisis del sentido común y el juicio de

gusto, de la filosofía crítica de Kant se halla en la elaboración hermenéutica del lenguaje de H-G.

Gadamer. En Wahrheit und Methode (Verdad y método) (1960) Gadamer recibe, asume y desarrolla

desde su perspectiva hermenéutica la concepción kantiana del simbolismo. El examen de la

“subjetivización de la estética” por la crítica de Kant163, culmina con la consideración de la noción de

símbolo. Allí Gadamer caracteriza al “análisis lógico del concepto de símbolo”, llevado a cabo en el §

59 de la Crítica de la facultad de juzgar, como “uno de los más brillantes del pensamiento kantiano”164.

La concepción del simbolismo desarrollada por Kant en esta obra complementa la teoría del

esquematismo desarrollada en la Crítica de la razón pura. Con posterioridad, en general sostuvo

Gadamer que el giro de la filosofía de Kant, en tanto conciencia crítica de los límites de nuestra razón, se

halla como motivo central, siempre presente, en la hermenéutica165.

R. Rorty ha sostenido que la filosofía analítica sería una versión de la filosofía kantiana,

variante cuyas características serían pensar la representación no como fenómeno mental sino como

fenómeno lingüístico y desplazar, en el orden de las disciplinas, el peso de la crítica y la psicología

trascendentales a la filosofía del lenguaje166. Asimismo, de la relación de la filosofía analítica con Kant se

ha afirmado que “apenas si es una exageración decir que el drama interno de la filosofía analítica de

Frege a Quine y más allá es la relación de amor y odio que corre por más de un siglo con la filosofía

teórica de Kant” 167 y, específicamente , que “la historia de la filosofía analítica, de Frege a Quine, es la

historia del auge y caída del concepto de analiciticidad, cuyos orígenes y parámetros se hallan en la

primera Crítica de Kant.”168. En este contexto, The Bounds of Sense (Los límites del sentido) (1966) de

P. Strawson si bien no examina la filosofía crítica de Kant en relación con el lenguaje en sentido literal, la

interpreta como análisis de los “límites del sentido”. Con relación al lenguaje como tal observa que todo

162 Robert Hanna, “Kant in the Twentieth Century”, Morgan, Dermot (compilador): The Routledge Companion to Twentieth Century Philosophy, London - New York, Routledge, 2008, p.173. 163 Cf. Hans –Georg Gadamer, Wahrheit und Methode, Tübingen, J. C. B. Mohr, 1972, pp.39-77. 164 Ibíd., 71. 165 Hans –Georg Gadamer,“Kant und die philosophische Hermeneutik”, Kant-Studien, 66, 1975, pp.395-403. 166 Richard Rorty, Philosophy and the Mirror of Nature, Princeton New Jersey, Princeton University Press, 1979, p.8. 167 Robert Hanna, Kant and the Foundations of Analytic Philosophy, Oxford, Clarendon - Oxford University Press, 2001, p.11. 168 Ibíd. 121.

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96

el tratamiento que Kant realiza de la objetividad está llevado a cabo bajo una considerable limitación en la

medida en que “Él nunca se basa en, ni siquiera se refiere a, el carácter social de nuestros conceptos, a los

lazos entre pensamiento y habla, habla y comunicación, comunicación y comunidades sociales.”169. Sin

embargo, por otra parte, el análisis de Strawson de la filosofía crítica implica ya desde su mismo planteo,

el entrelazamiento con aspectos del lenguaje, en tanto, p. ej. distingue en el marco del “principio de

significatividad”, como punto de partida para la comprensión de la posición de Kant, entre el carácter

gramatical de la descripción de un tipo posible de experiencia y la inteligibilidad real de la misma170.

En Les mots et les choses (Las palabras y las cosas) (1966) M. Foucault plantea la

arqueología de las formas discursivas como un análisis de las condiciones de aparición de las ciencias

humanas; arqueología que se comprende como un desplazamiento del sujeto del papel central dominante

desde Kant171. Este desplazamiento está marcado para Foucault por una doble característica: a) se debe

pensar al ser humano, o más bien la desaparición de esta idea, y a ésta como base de la posibilidad de

todas las ciencias del hombre en correlación con la indagación sobre el lenguaje y, en segundo término,

en este análisis la filosofía, siguiendo el enfoque genealógico de Nietzsche, deviene filología172: “todo

Nietzsche es una exégesis de algunas palabras griegas [...] La filología como análisis de lo que se dice en

la profundidad del discurso se ha convertido en la forma moderna de la crítica. Allí donde, a fines del

siglo xviii, se trataba de fijar los límites del conocimiento, se tratará ahora de devolver las palabras al lado

de todo aquello que se dice a través de ellas y a pesar de ellas. Dios es quizá menos un más allá del saber

que un cierto más acá de nuestras frases; y si el hombre occidental es inseparable de él, no es por una

propensión invencible a traspasar las fronteras de la experiencia, sino porque su lenguaje lo fomenta sin

cesar en la sombra de sus leyes”173. Allí remite a continuación Foucault a la idea del Ocaso de los ídolos

de que que no nos liberaramos de Dios en la medida que creamos en la gramática. Aquí se percibe,

entonces, una prosecución de la transformación de la crítica de la razón en crítica del lenguaje llevada a

cabo por Nietzsche.

La conexión de la filosofía crítica de Kant con la concepción del lenguaje y la teoría de la

gramática de N. Chomsky parece tan significativa como indirecta. En Cartesian Linguistics (Lingüística

cartesiana) (1966) tal conexión es claramente identificable en la recepción de la herencia kantiana en la

actualización e interpretación de las ideas lingüísticas de Humboldt en el marco de la tradición

racionalista en lingüística. En dicho marco la afirmación de Chomsky “Ciertas figuras principales -Kant,

169 Peter Strawson, The Bounds of Sense. An Essay on Kant's Critique of Pure Reason, London, Routledge, 1966, p.151. 170 Ibíd., pp.16-18. 171 Cf. Mariapaola Fimiani, Foucault et Kant. Paris, L’Harmattan, 1997, pp. 95-115. 172 Esta posición tiene un correlato explícitamente dedicado a Kant en la introducción a la versión francesa de la Antropología en sentido pragmático de Kant, preparada para su primera edición en 1964. Allí Foucault analiza la reflexión sobre el lenguaje en dicho texto y conecta en la conclusión la pregunta por el ser humano, propia de la antropología clásica, con la idea de Niezsche de la muerte de Dios: Michel Foucault, “Introduction à l’ Anthropologie”, Kant, Emmanuel Anthropologie d un point de vue pragmatique, Paris, Vrin, 2008, pp.11-79. 173 Michel Foucault, Les Mots et les Choses (Une archéologie des sciences humaines), Paris, Gallimard, 1966. p. 311.

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por ejemplo- no han sido mencionadas o incluso han tratadas de manera inadecuada.” 174, parece

confirmar la impresión recién dicha. Sin embargo aun cuando Chomsky no se ocupó prácticamente de la

filosofa crítica se ha sostenido la conexión estructural entre las formulaciones de la teoría gramatical de

Chomsky -generativa, transformacional, universal- y la síntesis filosófica lograda en la Crítica de la

razón pura 175. A su vez, la influencia posterior de la teoría gramatical de Chomsky en las ciencias

cognitivas tuvo su repercusión tanto en la ubicación de la filosofía crítica de Kant dentro de dicha

orientación, como en renovadas interpretaciones de la misma desde dicha perspectiva. En este sentido se

ha sostenido que en la medida en que las ciencias cognitivas reflexionan sobre la naturaleza de la mente

humana la concepción de Chomsky respalda la opinión de que la “innovación metodológica central de

Kant, el método de la argumentación trascendental, ha llegado a ser un método importante, quizás el más

importante de la ciencia cognitiva.” 176.

6. 5. Recepción y proyecciones crítico-trascendentales de la filosofía crítica de Kant

La repercusión del giro lingüístico ha sido uno de los motivos que diera lugar a una

reconsideración de la filosofía crítica de Kant en conexión con la orientación hacia el lenguaje

identificable en la reflexión filosófica del siglo xx. Esta reconsideración se dirigió, centralmente, no ya a

analizar de modo circunscripto cuestiones como el “problema del lenguaje en Kant”, sino a relacionar la

filosofía crítica con aspectos o corrientes centrales de dicha orientación hacia el lenguaje y proyectarla

como filosofías del lenguaje desde un enfoque trascendental. Valgan los siguientes tres programas como

ejemplo de ello: a) responder desde la filosofía crítica a la filosofía orientada por el giro lingüístico con

una nueva “metacrítica” respecto de dicha orientación, pero ahora desde la reflexión trascendental (J.

Simon); b) “transformar” la filosofía crítica a partir de la filosofía orientada por el giro lingüístico (K-O.

Apel); y c) reelaborar aspectos de la filosofía crítica como respuesta, en buena medida ya contenida en

ella, a las nuevas demandas teóricas planteadas por el giro lingüístico (W. Hogrebe y G. Schönrich).

La constatación de que la reflexión acerca del lenguaje había adquirido el “carácter de una

disciplina filosófica fundamental” 177 es el punto de partida de “una discusión entre filosofía trascendental

y lingüística” 178 que revisa, desde el punto de vista de la filosofía crítica de Kant, conceptos centrales de

la filosofía del lenguaje y de la lingüística, como p. ej. oración, forma lógica, lenguaje objeto y

174 Noam Chomsky, Cartesian Linguistics, Harper and Row, New York, 1966, p.73. 175 Tal el punto de vista sostenido por T. C. Williams; Terence C. Williams, Kant’s Philosophy of Language, Chomskyan Linguistics and Its Kantian Roots, Mellen, USA. 1993. Más recientemente se ha llegado a evaluar la conexión entre ambos de modo de plantear el siguiente interrogante: Bruce W. Fraser, “Noam Chomsky’s linguistic Revolution. Cartesian or Kantian?”, Malpas, Jeff (compilador): From Kant to Davidson: Philosophy and the Idea of the Transcendental, Routledge, London - New York. 2003, pp.184-196. 176 Andrew Brook, Kant and the Mind, Cambridge Cambridge University Press, 1994, 12. 177 Josef Simon, Philosophie und linguistische Theorie, Berlín-Nueva York, W. de Gruyter, 1971, p. 1. 178 Ibíd., p. vi.

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metalenguaje. Aspectos de la filosofía crítica son actualizados desde el punto de vista de la acción en

tanto, frente a la imagen objetiva del lenguaje que identificarían tanto a la lingüística como a la filosofía

del lenguaje, un concepto filosófico del mismo debería poner en el centro su realización efectiva, lo cual

implica considerarlo desde el punto de vista de la libertad de los hablantes. Este punto de vista filosófico,

sintetizado en la expresión “la alternativa de Humboldt” resulta de la conjunción de la filosofía práctica

de Kant y la concepción del lenguaje de Humboldt 179. Frente a la “gramática trascendental” o a la “forma

universal”, que se hallaría más allá de toda lengua, afirma Simon la “individualidad” del lenguaje que se

pone de manifiesto en la actividad concreta, momentánea y transitoria del habla.

El programa de una “transformación de la filosofía” orientada por la reflexión sobre el

lenguaje se constituye a partir de la filosofía trascendental de Kant 180. Los casi dos siglos de reflexión

filosófica que cubren los temas y autores incluidos en la obra se cuentan, precisamente, a partir de la

filosofía crítica de Kant. Si la filosofía crítica de Kant es el núcleo de este programa, Peirce, Heidegger y

Wittgenstein en tanto representan para Apel semiótica, hermenéutica y filosofía analítica del lenguaje,

constituyen los modos fundamentales de transformar la filosofía de Kant en una renovada filosofía

trascendental, producto de la confrontación de la filosofía de Kant con estas tres orientaciones. De ello

resulta una reflexión constituida por una referencia múltiple entre las mencionadas orientaciones

articulada en la idea central, retomada de Peirce 181, de una comunidad de comunicación; idea que funda

todo quehacer teórico incluyendo la filosofía, por lo cual, ésta ya no podría ser más vista como la

“cosmovisión de una persona individual” 182. Desde este punto de vista la filosofía consiste en una

reflexión acerca de las condiciones de posibilidad, mediadas en el lenguaje, tanto del conocimiento como

de la acción. Puesto que la comunidad de comunicación, como la conciencia para Kant, es previa a toda

experiencia y es trascendental en tanto condición de posibilidad de la experiencia, Apel sigue

comprendiendo la filosofía como trascendental, pero precisamente, a partir del lugar central que pasa a

ocupar la comunidad de comunicación, ella deviene “pragmática trascendental”. Ésta radicaliza la

filosofía crítica en tanto que al ir más allá de la perspectiva estrictamente kantiana vuelve tema las

condiciones de posibilidad de la argumentación discursiva como tal, las cuales se ponen de manifiesto en

el desarrollo de una concepción “trascendental-hermenéutica” del lenguaje 183. Afirma Apel que con ello

se reformula la tarea misma de la filosofía, la que ya no consistiría en la investigación de la “esencia” de

las cosas o en la reflexión acerca de las “representaciones” de la conciencia sino en “la reflexión sobre el

179 Ibíd., pp. 108-122. 180 Karl-Otto Apel, Transformation der Philosophie, (I: Sprachanalytik, Semiotik, Hermeneutik; II: Das Apriori der Kommunikationsgemeinschaft), Francfort del Meno, Suhrkamp, (1973) 1976. También: Günter Figal „Karl-Otto Apel“ en A. Hugli. – P. Lubcke (Eds.) Philosophie im 20. Jahrhundert. Band 1: Phänomenologie, Hermeneutik, Existenzphilosophie und Kritische Theorie, Hamburg, Rowohl, pp. 384-394 181 Karl-Otto Apel, Transformation der Philosophie, (I: Sprachanalytik, Semiotik, Hermeneutik; II: Das Apriori der Kommunikationsgemeinschaft), Francfort del Meno, Suhrkamp, (1973) 1976, pp. II, 157-177. 182 Ibíd., p. I, 12, 183 Karl-Otto Apel, „Sprechakttheorie und transzendentale Sprachpragmatik zur Frage ethischer Normen”, K-O. Apel (Ed.) Sprachpragmatik und Philosophie, Francfort del Meno, Suhrkamp, 1976, p. 16.

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‘significado’ o ‘sentido’ de las expresiones lingüísticas (análisis del lenguaje)” 184. La función de la

filosofía con respecto al conocimiento y la acción es reinterpretada desde esta perspectiva: “con el

lenguaje se trata de una dimensión trascendental, en el sentido de Kant, dicho más exactamente, con el

lenguaje se trata de una condición de posibilidad y de validez de la comprensión y de la autocomprensión,

y con ello simultáneamente del pensamiento conceptual, del conocimiento objetivo y del actuar pleno de

sentido.” 185. El lugar de fundamentación que tenía la conciencia en la filosofía crítica debe ser

reemplazado con el a priori de la comunidad de comunicación:

“Lo importante y decisivo en una reconstrucción consecuente de la filosofía trascendental a la luz del

concepto trascendental-hermenéutico del lenguaje, se halla en el reemplazo del ‘punto más alto’ de la

teoría kantiana del conocimiento de la síntesis de la apercepción en tanto unidad de la conciencia de

objeto, por la síntesis trascendental de la interpretación lingüísticamente mediada en tanto unidad de la

comprensión acerca de algo en una comunidad de comunicación, síntesis que constituye la validez

pública del conocimiento. Con esto, en lugar de la conciencia universal, metafísicamente supuesta por

Kant, que garantiza siempre la validez intersubjetiva del conocimiento, aparece el principio regulativo de

la formación crítica de consenso en una comunidad ideal de comunicación.” 186.

Esta reinterpretación de la filosofía trascendental de Kant tiene acorde a todo ello al menos un

doble resultado. En primer lugar, reobra sobre la comprensión de la misma impugnando la posible

legitimidad para el presente de conceptos centrales de ésta como los de conciencia o cosa en sí 187. En

segundo término, fundándose en el principio de la idea de comunidad de comunicación y por medio de la

reconstrucción de la concepción “trascendental-hermenéutica” del lenguaje, propone una fundamentación

trascendental de la filosofía.

También con la intención de presentar una posible actualización de la filosofía crítica de Kant,

W. Hogrebe discute su posible contribución a una elaboración de cuestiones fundamentales en

epistemología y filosofía del lenguaje, particularmente en lo referente a la teoría del significado,

postulándola como “semántica trascendental” 188, la cual se desarrolla bajo la guía del concepto de

constitución. Ello implica en primer término determinar la objetividad propia vuelta tema en una teoría

184 Karl-Otto Apel, Transformation der Philosophie, 2 Bände, (Bd. I: Sprachanalytik, Semiotik, Hermeneutik; Bd. II: Das Apriori der Kommunikationsgemeinschaft), Francfort del Meno, Suhrkamp, (1973) 1976, p. II, 333. 185 Ibíd. 186 Ibíd., p. 355. 187 Para Apel no hay una „cosa en sí” que pudiera actuar sobre la conciencia y poner en marcha el proceso de conocimiento, de una posible cosa en sí sólo se sabe en la medida en que se habla y en tanto es posible formular por medio del lenguaje una idea tal. El conocimiento es válido sólo bajo las condiciones establecidas en la comunidad de comunicación, el proceso de conocer no es sino el proceso de una construcción de hipótesis mediada por el lenguaje. Cf. Ibíd., 355-56. 188 Wolfram Hogrebe, Kant und das problem einer transzendentaler Semantik, Friburgo, K. Alber, 1974; y Wolfram Hogrebe, „Semantische Archäologie. Perspektiven der Transzendentalphilosophie”, Zeitschrift für philosophische Forschung, 32, 1978, pp. 195-210.

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científica referida a un dominio particular de la realidad y, en segundo lugar, la consideración de tal

objetividad en la medida en que analiza la determinación de los fenómenos comprendidos en dicho

ámbito. La semántica trascendental representaría entonces una propuesta de solución al problema de la

constitución de la objetividad y con ello del significado de las proposiciones, particularmente las

proposiciones científicas. Ello implica no solo una actualización de la posición kantiana sino también el

acceso a un reinterpretación sistemática de Kant. Puesto que el problema filosófico del significado se

plantea como el problema de la posible referencia a la “realidad externa”, la elaboración de la concepción

trascendental del significado requiere pasar de un concepto puramente lógico de significado a uno

empírico. En ello radica el problema semántico central y nada se ganaría con remitir el mismo a una

consideración pragmática. Según Hogrebe, entendiendo por “significatividad” (Bedeutsamkeit) la

característica que convierte a algo en signo, el problema semántico fundamental de la posible

significatividad de algo como algo es previo al de cómo algo puede ser signo para otro. ¿Qué condiciones

deben darse para que algo (indeterminado) pueda ser determinado y considerado como signo? Tal la

pregunta que caracteriza la cuestión fundamental de la semántica trascendental. Esto implica que: “La

pregunta por la forma de significado de aquello que puede llegar a ser signo como tal, es,

simultáneamente, la pregunta por la forma de significado de aquello en lo cual, finalmente, pueden

emplearse signos por extensión. Con ello se interroga la forma del significado de lo que puede ser tanto

signo como designado.” 189. Es el entendimiento quien posibilita entender algo como ese algo; en este

sentido debe ser comprendida la afirmación “Lo universal debe ser dado en lo particular. A través de ello

tiene significado.” 190. Sobre la base de esta interpretación de la filosofía crítica como semántica

trascendental, Hogrebe propone una “arqueología semántica” que constituye una reflexión acerca de las

condiciones de posibilidad de universalidad de las proposiciones, particularmente las científicas,

centrándose en el análisis de las acciones y operaciones mentales requeridas en toda acción significante

con pretensión de universalidad. De este modo la caracterización clásica de trascendental 191 es

reinterpretada del siguiente modo: “‘Trascendental’ significa todo conocimiento que se ocupa no tanto

con los resultados de una acción susceptible de universalidad, cuanto antes bien, con las condiciones de

esta posibilidad de universalidad en la medida que conciernen a las cualificaciones de universos de la

acción susceptible de universalidad.” 192. Desde esta perspectiva la reflexión trascendental sobre el

significado es tanto confrontada con otras posiciones en filosofía del lenguaje, p. ej. el programa de una

crítica del lenguaje de P. Lorenzen, o en epistemología, p. ej. K. Popper 193, como postulada como

fundamento para una praxis racionalmente orientada 194.

189 Wolfram Hogrebe, Kant und das problem einer transzendentaler Semantik, Friburgo, K. Alber, 1974, p. 83. 190 Ibíd., p. 1. 191 Dada por Kant en CRP B 25. 192 Wolfram Hogrebe, loc. cit., p. 204. 193 Wolfram Hogrebe, op. cit., respectivamente pp. 39-54 y 54-68. 194 Wolfram Hogrebe, loc. cit., pp. 165-179.

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El principio sostenido por Kant, expresado por él de diversas maneras y formulado por G.

Schönrich: “Uno entiende solamente aquello que puede hacer por sí mismo según una regla” 195 sirve

como guía de una investigación cuya tesis central sostiene la posibilidad de desarrollar de manera

consistente y legitimable para el presente el programa kantiano de la filosofía trascendental como

“semiótica trascendental”, acorde a la cual la filosofía trascendental vale como “una teoría de las

condiciones de posibilidad del uso de los signos como tal.” 196. La semiótica trascendental desarrolla la

doctrina de las categorías por medio del análisis de su origen y del de la función que desempeñan en tanto

tipo específico de reglas. Tal análisis comprende la investigación de la lógica formal como una “sintaxis

trascendental” y de la lógica trascendental como una “semántica trascendental”. La semiótica

trascendental busca evitar la “caída en el mentalismo, donde el signo lingüístico fuera simplemente una

construcción de segundo grado derivada del pensamiento” 197. La reconstrucción del concepto como

momento reglado en el uso de los signos y la posible sustitución sistemática de la noción de

representación (Vorstellung) aparecen reivindicadas en la medida en que Kant buscaría delimitar la lógica

formal frente a la concepción de una gramática como de inventario de reglas de lenguaje. Afirma por ello

Schönrich la indisoluble relación establecida entre uso de la razón y uso de signos, aun cuando ambos no

coincidan empíricamente, puesto que Kant vio la dificultad de comprensión, y consecuentemente la

obtención de consenso, precisamente en el uso del lenguaje. Sería por ello que Kant, en virtud de su

interés en una teoría “crítica del signo” evitaría hacer coincidir sin más pensamiento y lenguaje 198. La

posible sustitución sistemática de la noción de representación implica a su vez criticar las bases del

mentalismo. Una teoría mentalista del signo descansa en la suposición de una propensión a la

intersubjetividad asegurada en la designación de los pensamientos por medio de las palabras, es decir, el

supuesto de la posible universalidad del signo y de objetividad de lo designado. Frente a ello, según

Schönrich, la filosofía trascendental debe subrayar que desde el punto de vista crítico la intersubjetividad

es remitida al uso de signos. El oyente no tiene del hablante sino signos. En la medida en que el oyente

debe no sólo reaccionar al comportamiento lingüístico sino que también debe entender el signo como tal,

él debe poder entender la serie de signos lingüísticos como signos reglados, es decir, como una serie

comprensible. Por ello éste debe poder saber a priori de tal regularidad, es decir, debe poder haber pasado

de los signos a la comprensibilidad transmitida por ellos en virtud de su regularidad. Pero ello implica a la

vez que el oyente puede saber que tanto él como el hablante utilizan los mismos signos. El pensamiento,

comprendido de esta manera operativa, sería lo que garantizaría en cuanto tal la posibilidad de

universalidad de los signos, posibilidad previa a toda aplicación empírica de los mismos. Esta posibilidad,

aun cuando no debe ser identificada con el nivel de la representación mental, es prelingüística, y permite 195 Gerhard Schönrich, Kategorien und transzendentale Argumentation. Kant und die Idee einer transzendentalen Semiotik, Francfort del Meno, Suhrkamp, 1981, p.8. 196 Ibíd., p. 80. 197 Ibíd., p. 81. 198 Ibíd., p. 82.

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concebir la posibilidad del uso de los signos con valor universal: “La afirmación de una designación de

las representaciones por medio de signos lingüísticos es reemplazada por la tesis de la mediación a través

de signos y por el concepto de comprensión de reglas” 199. El concepto de regla deja de este modo de ser

entendido en el marco teórico del “mentalismo” para ubicarse en una perspectiva semiótica y

trascendental: “Las reglas sintáctico-trascendentales producen la comprensibilidad del empleo de signos,

que ya está supuesto en todo uso concreto de los mismos [...]. Ellas pertenecen al concepto del

entendimiento como el conjunto de posibilidad de universalidad de todo uso de signos. “ 200.

Consideradas en conjunto las tres últimas posiciones presentan una reelaboración de la

filosofía crítica que retoma la concepción clásica de la teoría del signo y del lenguaje en el siglo xx y la

presentan como: sintaxis (Schönrich, 1981), semántica (Hogrebe, 1974), pragmática (Apel 1973) y

semiótica (Schönrich, 1981) trascendentales.

6. 6. La filosofía crítica de Kant y la filosofía del lenguaje: aspectos de la discusión en la actualidad

Con posterioridad a lo indicado, hacia el fin del siglo xx, han proseguido los exámenes de la

relación de la filosofía crítica en la reflexión sobre el lenguaje y disciplinas relativas a él. Éstos se han

referido a la historia de la filosofía del lenguaje (Simon, 1996), la historia de la semántica filosófica

(Coffa, 1991), la lingüística (Di Cesare, 1996; Perconti, 1999), la gramática generativa (Williams, 1993)

y las ciencias de la mente (Brook, 1994). También se ha examinado nuevamente con detenimiento la

relación de la filosofía crítica con la filosofía analítica 201. Acorde a esta perspectiva si bien el surgimiento

de la filosofía analítica marcó el fin del predominio de la filosofía kantiana en Europa, al mismo tiempo la

tradición de la filosofía analítica surgió de la filosofía crítica de Kant, en el sentido de que los miembros

de esta tradición definieron y legitimaron sus ideas a través de un profundo compromiso con la filosofía

crítica y un rechazo parcial o total de sus ideas centrales.

En Kommunikatives Handeln und detranszendentalisierte Vernunft (Acción comunicativa y

razón destranscendentalizada)202, también sobre una base kantiana, propone J. Habermas, discutiendo

con la filosofía analítica, la actualización de su pragmática, ya fundamentada en la teoría de la acción

comunicativa. Considerando el contexto de surgimiento de la concepción de la razón comunicativa

identifica los presupuestos idealizantes que tienen lugar de modo performativo en la acción comunicativa

y propone una genealogía de tales presuposiciones en conceptos kantianos identificando los siguientes

parentescos entre203: a) la idea cosmológica de la unidad del mundo (o de la totalidad de las condiciones

en el mundo sensible) y la suposición pragmática de un mundo común objetivo; b) la idea de libertad 199 Ibíd., p. 78. 200 Ibíd., p. 89. 201 Robert Hanna, Kant and the Foundations of Analytic Philosophy, Oxford, Clarendon - Oxford University Press, 2001. 202 Jürgen Habermas, Kommunikatives Handeln und detranszendentalisierte Vernunft, Stuttgart, Reclam, 2001. 203 Ibíd., 7-49.

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103

como postulado de la razón práctica y la suposición pragmática de la racionalidad de actores susceptibles

de imputación; c) el movimiento totalizador de la razón, que como facultad de las ideas trasciende todo lo

condicionado en virtud de algo incondicionado y la incondicionalidad de las demandas de validez

sostenidas en la acción comunicativa; y d) la razón como la facultad de los principios, la cual adopta el

papel de un tribunal supremo para todo derecho o pretensión y el discurso racional como el foro último de

toda posible legitimación. A la luz de esta conexión genealógica se puede identificar las intersecciones en

las cuales la filosofía analítica del lenguaje hace fructificar la herencia de la razón kantiana. Estas

intersecciones se muestran, según Habermas, en la crítica al psicologismo de Frege, en el principio de

caridad de Davidson, en la recepción crítica de Wittgenstein por parte de Dummett y en la concepción de

Brandom del acuerdo como un intercambio discursivo de razones o fundamentos. En todos estos casos se

arriba a descripciones normativas de la praxis lingüística, semejantes a las que se obtienen en la

pragmática formal de raigambre kantiana del propio Habermas.

Un despliegue de las posibilidades ínsitas de la filosofía de Kant para la reflexión sobre el

lenguaje es llevado a cabo por J. Simon 204. Con la finalidad de actualizar la idea kantiana de razón

Simon sostiene que para abrir y volver accesible “para nuestro tiempo” la dimensión crítica del concepto

de razón 205 es necesario superar la visión transmitida que plantea una dicotomía entre filosofía teórica y

práctica y “comprender y exponer la obra de Kant como un todo entrelazado” 206. Acorde a ello Simon

revisa el conjunto de indicaciones kantianas respecto del lenguaje en el contexto del examen de cuáles

son las implicaciones del concepto crítico de razón para el lenguaje de la filosofía. En este sentido el

pensamiento crítico consuma la “inversión” 207 del modo de pensar ontológico tradicional previo y se

expresa en proposiciones transcendentales que no pueden ser comprendidas “en modo alguno como

enunciados de ser (Seinsaussage)” 208. Desde esta perspectiva a través del “es” en el juicio se enlazan los

“objetos” de la reflexión filosófica previos a la filosofía crítica y el lenguaje de la filosofía en una unidad

tal que sólo puede ser separada si uno desea ubicarse fuera del horizonte crítico.

El análisis de W. Lütterfelds si bien se orienta a ubicar a la filosofía crítica en la filosofía del

lenguaje contemporánea también examina nuevamente hasta qué punto puede hablarse de una filosofía

del lenguaje en la obra de Kant. También él caracteriza la comprensión kantiana del lenguaje como

“mentalista” 209, aun cuando subraya las posibilidades de una opción al mismo, contenidas ya en la idea

misma de la “gramática trascendental” señalada por Kant 210. Esta misma sugerencia representa ya un

núcleo de ideas, propios de la reflexión trascendental, que pueden ser desarrolladas en consonancia con la

204 Josef Simon, Kant. Die fremde Vernunft und die Sprache der Philosophie, Berlín - Nueva York, W. de Gruyter, 2003. 205 Ibíd., p. vi. 206 Ibíd., p. vii. 207 Ibíd., p. 15. 208 Ibíd., p. 533. 209 Wilhelm Lütterfelds, „Kant in der gegenwärtigen Sprachphilosophie”, en D. Heidemann – Kristina Engelhard (Eds.), Warum Kant heute?, Berlín - Nueva York, W. de Gruyter, 2003, p. 151. 210 Ibíd., pp.153-157.

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104

posterior filosofía del lenguaje; p. ej. el concepto de “proposición trascendental” es reinterpretado en

consonancia con la noción de “proposición gramatical” de Wittgenstein. Asimismo el debate en torno al

problema del realismo, tal como puede ser identificado en H. Putnam, J. Searle y J. McDowell, que

plantea en general la relación entre pensamiento o lenguaje y mundo, sería una manera de reencontrar el

idealismo trascendental kantiano.

La influencia general de Kant, conjuntamente con el “giro lingüístico” y su correlativo

alcance de las posibles interpretaciones de la expresión “lenguaje”, hizo que se multiplicaran las

discusiones y temas que por distintos motivos son o pueden ser vinculados a la filosofía crítica de Kant, p.

ej.: la crítica al concepto de representación, la posibilidad de la argumentación trascendental, la discusión

sintético-analítico o la existencia como predicado. En este sentido, se podría, hablar de “temas kantianos”

en relación con la filosofía del lenguaje, en tanto ésta se interconecta con cuestiones de metafísica,

epistemología o filosofía práctica, para señalar sólo algunas posibilidades 211. Valga lo siguiente como un

ejemplo de estos temas: “Pocas distinciones hechas por filósofos han tenido tanta influencia en el

posterior desarrollo de la filosofía como la distinción entre enunciados analíticos, sintéticos y sintéticos a

priori. Pocos argumentos en la filosofía occidental han servido tanto para reorientar la investigación

filosófica como el de Kant que resulta en la tesis de la posibilidad de la síntesis a priori.” 212.

De este modo, las relaciones mostradas hasta aquí, entre la filosofía de Kant y la posterior

reflexión sobre el lenguaje muestran, más que una influencia en términos usuales, conexiones

conceptuales cuyo sentido filosófico puede ser reconstruido en una forma de argumentación histórico-

conceptual.

211 En un sentido paralelo a como se ha hablado de “temas kantianos en la filosofía de la lógica”; tal el subtítulo de; Jaakko Hintikka, Logic, Language-Games and Information, Oxford, Oxford University Press, 1975. 212 Gian C. Rota, “Kant's Synthesis A Priori and Husserl's Phenomenology of Fulfillment”, Proceedings of the Eight International Kant Congress, Memphis 1995, I., H. Robinson (Ed.) Milwaukee, Marquette University Press, 1995, p. 1037.

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105

7. La comprensión del lenguaje según la Crítica de la razón pura

La recepción y proyección de la filosofía crítica en la reflexión sobre el lenguaje, al poner en

relación la filosofía de Kant con más de dos siglos de reflexión filosófica y científica sobre el lenguaje,

amplía entonces, no sólo por una obvia razón cuantitativa, el horizonte de interrogación respecto de la

cuestión del lugar del lenguaje en la filosofía crítica de Kant y del valor que debería asignársele para la

reflexión filosófica. Ello lleva a que se renueven cuestiones que se plantearon ya prácticamente desde la

publicación de la Crítica de la razón pura y se multipliquen las preguntas de acuerdo a los contextos del

caso. De este modo, la cuestión central que hemos considerado en este trabajo puede ser identificada a

través de dos de estas preguntas más recientes: ¿calló Kant sobre el lenguaje? (Di Cesare, 1996) y ¿qué

clase de teoría del significado tuvo Kant? (Mohanty, 1996). Sin detenernos a analizar el contexto de cada

una de estas preguntas como tales, veremos a modo de conclusión cómo lo presentado hasta aquí puede

contribuir a responderlas.

Según la perspectiva crítica “la reflexión (reflexio) no se ocupa con los objetos mismos” (CRP

B 316) sino que se refiere a “las condiciones subjetivas bajo las cuales podemos obtener conceptos”, ella

es “la conciencia de la relación que existe entre representaciones dadas y nuestras diferentes fuentes de

conocimiento” (CRP B 316). Los pasajes señalados en la Analítica trascendental de la Crítica de la razón

pura se refieren incidentalmente al lenguaje desde la perspectiva crítica, pero no se ocupan de éste

temáticamente como de un objeto. Sin embargo ellos ofrecen indicios para sostener que es posible

identificar una comprensión del lenguaje en y a partir del enfoque teórico expuesto en dicha sección de la

obra. A ello contribuyen las menciones presentadas de otras secciones de la misma y de las otras obras no

críticas. Una breve enumeración de lo presentado hasta aquí nos recuerda que el lenguaje, a partir de la

recepción de una concepción transmitida de signo y lenguaje, fue examinado por Kant en relación al

empleo de signos en filosofía, identificado como facultad de designación y considerado en tanto la

gramática es puesta en paralelo con la lógica formal. En el contexto de la crítica es enfocado en la óptica

trascendental. En este contexto, en primer término, es nuevamente ubicado en la reflexión sobre el

método. En segundo lugar, el núcleo de la argumentación sostenida en este trabajo muestra: las

consecuencias para la reflexión sobre el lenguaje derivadas de la tabla de las categorías, la contraposición

entre unidad de la conciencia y enlace de palabras, la acuñación del concepto de significado desde la

perspectiva trascendental y ejemplos de la repercusión de la reflexión crítica en la reflexión posterior

sobre el lenguaje. Con ello, la reflexión trascendental del lenguaje en la Analítica trascendental: a)

muestra el lugar del lenguaje como facultad de designación, como forma empírica de conciencia, b)

sugiere la posible aplicación de la tabla de las categorías al examen del lenguaje y c) brinda una teoría

trascendental del significado como posible propiedad de los conceptos puros. Es decir recorre un trayecto

que va desde el empleo de signos al posible uso con significado objetivo de los conceptos puros. De

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106

modo tal que la Analítica trascendental incluye una indicación explícita respecto de las cuestiones

centrales de la teoría lingüística y de la filosofía del lenguaje (ambas entendidas en el sentido más general

posible) desarrolladas en los siglos xix y xx: léxico y gramática. El léxico como resultado del análisis de

las categorías y la teoría del significado como doctrina de la posible aplicación o uso de las mismas. Tesis

como las de “ausencia” (Hamann, 1784), “silencio” (De Mauro, 1966), y “represión” (Markis, 1982)

respecto del lenguaje en Kant, entonces como mínimo, impiden intentar una interpretación de tal

indicación explícita. A su vez, señalar que las observaciones de Kant respecto del lenguaje, no siempre

son “coherentes” (Lütterfelds, 2003) lleva inmediatamente a la pregunta de desde cuál perspectiva se

muestra esta presunta falta de coherencia y puede también implicar el reto de indagar la posible unidad de

las indicaciones de Kant.

El presente trabajo sostiene que si bien en la Crítica de la razón pura no se halla una reflexión

sobre el lenguaje desarrollada, tal como se dijo en el sentido en que es dable hallar p. ej. en Locke y

Leibniz, las indicaciones explícitas de la Analítica trascendental permiten sí identificar una comprensión

del lenguaje, cuya unidad puede ser referida al punto de vista metódico del enfoque trascendental

desarrollado por la crítica de la razón pura como enfoque teórico. Con posterioridad a la Crítica de la

razón pura Kant caracterizó a la empresa crítica del siguiente modo: “la capacidad de conocimiento a

partir de principios a priori puede ser denominada la razón pura, y la investigación de la posibilidad y

límites de la misma como tal crítica de la razón pura;” (CFJ B III). Esta investigación fue concebida

como una tarea cuya formulación como texto publicado comienza con la primera edición de la Crítica de

la razón pura en 1781 y culmina con la Crítica de la facultad de juzgar en 1790, en cuyo prólogo dice

Kant: “Con esto concluyo mi tarea crítica” (CFJ B X). El enfoque o método trascendental que sigue el

desarrollo de esta tarea impone, en primer lugar, una limitación de hecho: cuando el desarrollo de la

argumentación conduce a una reflexión sobre el lenguaje ésta no se prosigue y, en ocasiones

explícitamente, queda sólo señalada. Así p. ej. en el pasaje considerado del diccionario (Cf. CRP B 108-9)

donde se limita la posible prosecución del examen de la definición de las categorías y la, en conexión con

ello, igualmente posible repercusión de ésta en la investigación sobre el lenguaje. También al referirse a

la analogía y a su funcionamiento en el lenguaje, señala Kant precisamente que “Esta cuestión ha sido

muy poco analizada hasta ahora, de modo tal que merecería una investigación más profunda, pero éste no

es lugar para detenerse en ella.” (CFJ B 257) 213. El desarrollo de la perspectiva trascendental constituye

la articulación metódica de la tarea crítica, todo aquello que no se halla en el centro de la misma va siendo

dejado de lado. La perspectiva trascendental se orienta a determinar un conjunto de enunciados 214

respecto de la posibilidad del conocimiento en tanto tal y deja abierta e indeterminada las distintas formas

de conocimientos particulares, referidas a su vez a objetos particulares. La obra crítica define

213 Tal como ya señaláramos aquí en el punto 4. 214 Cf. Heinrich Scholz „Einführung in die Kantische Philosophie”, H. Scholz, Mathesis Universalis, Basilea-Stuttgart, B. Schawe, 1961, pp. 171-73.

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107

expresamente este principio metódico. “Trascendental” designa, los conceptos puros en la medida en que

se refieren no a objetos particulares sino al objeto como tal en tanto éste puede ser pensado a priori y del

cual se abstrae en consecuencia todo rasgo que pudiera caracterizarlo particularmente. En este sentido el

planteo trascendental no se ocupa (ni debería hacerlo) con “objetos”, y, desde este punto de vista de vista,

el lenguaje sería uno de tales posibles “objetos”. Al ser comprendido como forma empírica de establecer

relaciones entre representaciones debe quedar fuera del examen trascendental en la medida en que en la

filosofía trascendental no hay nada de empírico (Cf. CRP B 28).

Esta razón metódica tiene, además su justificación teórica explícita, tal como hemos visto, en

tanto los enlaces establecidos por las palabras con confrontados con la unidad de la conciencia. En CRP

B 140 el lenguaje es comparado con la posible unidad de la conciencia, es decir, con la unidad objetiva

basada en la apercepción. Aquí, tal como vimos, el lenguaje aparece expresamente como un caso de

unidad empírica de la conciencia. Recordemos el núcleo del argumento contenido en la indicación.

Mientras que la referencia (Beziehung) de la multiplicidad de la intuición al yo pienso es universal y

necesaria, la unidad entre palabra y cosa no vale ni necesaria ni universalmente. La cuestión es la unidad

de la conciencia que se produce a nivel empírico, o en este sentido, la unidad de la conciencia empírica.

Pero ello con vistas a lo dado, es decir a lo que es base constituyente para el posible conocimiento. Al

comparar la descripción del funcionamiento de la facultad de designación con la conciencia del enlace

entre las palabras y las cosas, que sólo es posible por la unidad trascendental de la conciencia, este enlace

sólo establece una unidad meramente subjetiva que se halla regida por la ley de la asociación. Lo que

tiene unidad de hecho, es decir, unidad empírica, no puede servir de fundamento a la unidad de la

experiencia y a fortiori el lenguaje, no puede tampoco suministrar ese fundamento. El significado

objetivo, por el contrario, corresponde a la unidad de la conciencia necesaria y universal. De este modo, el

significado objetivo sería al enlace de signos que produce el lenguaje como facultad de designación,

como la unidad objetiva de la apercepción trascendental es a la unidad subjetiva de la conciencia por

asociación. El lenguaje dice qué signo (palabra) asociamos con qué conceptos o enlazamos con qué cosas,

el significado objetivo es resultado de lo que vale necesaria y universalmente (para nosotros), expresado

p. ej. en el juicio objetivo: “El cuerpo es pesado” (Cf. CRP B 142). Pero, entonces, si bien en la

delimitación del lenguaje frente a la unidad objetiva de la conciencia, y en su determinación como forma

empírica de conciencia, básicamente se muestra porqué el lenguaje no fue tema de la consideración

teórica en la perspectiva trascendental, también se pone de manifiesto que, en el marco de dicha

perspectiva, no tenía porqué serlo. No se trata entonces del “silencio” de Kant respecto del lenguaje, en

tanto esta expresión indique desconocimiento del mismo, sino de la realización efectiva de un enfoque

metódico y teórico.

En el enfoque y la posición sustentada en el presente trabajo se halla la posibilidad de analizar

aspectos de las tesis, posiciones y proyecciones respecto del lenguaje en la filosofía crítica de Kant. Con

Page 108: Leserre La Comprensión Del Lenguaje en Kant

108

el propósito de precisar dicha posición, las siguientes observaciones pueden servir para indicar aspectos

diferenciales en relación a aquéllas. El señalamiento de la ausencia del lenguaje en la filosofía crítica de

Kant, ya iniciada por Hamann y Herder, no parece reconocer la posibilidad de desarrollar una filosofía

sin construirla a partir o en torno del lenguaje como concepto filosófico central. Tal como se dijo hay un

sentido el cual las tesis del “silencio” (De Mauro, 1966) o de la “represión” (Markis, 1982) respecto del

lenguaje parecen innegables: la filosofía crítica de Kant no ofrece desarrollos explícitos temáticos del

lenguaje como los que sí se hallan en, por ejemplo, Locke y Leibniz. Cuando va más allá de ello, sin

embargo, esta posición tiende a evaluar la filosofía crítica sin reconocer las indicaciones explicitas

referidas al lenguaje que pueden ser identificadas en ella, ni explorar la posibilidad de una reconstrucción

de las argumentaciones implicadas en ellas. Por su parte, al proponer comprender el lenguaje en el marco

crítico como “concepto operativo”, Riedel desarrolla la posibilidad de construcción de una interpretación

referida al lenguaje en dicho marco (Riedel 1982), pero con ello mismo parece aceptar tácitamente la tesis

del silencio.

Los desarrollos de la filosofía crítica en relación con la filosofía del lenguaje contribuyen por

cierto a la comprensión del “problema del lenguaje en Kant” en tanto, por ejemplo, ponen en cuestión, la

tesis del “silencio de Kant” y ayudan a explorarlo de diversos modos, como se ha indicado. Ahora bien,

las proyecciones o reformulaciones de la filosofía crítica como pragmática (Apel, 1973), semántica

(Hogrebe, 1974) y semiótica (Schönrich, 1981) trascendentales parecen dar por supuesto que en la

filosofía crítica hay una falencia teórica que debe ser subsanada. Pero con tal actitud prácticamente se

deja de lado (cuando no directamente se impugna como en el caso de Apel) desde un comienzo el que

pueda haber en ella una posición sustentada teóricamente acerca del lenguaje. En estas reformulaciones

puntos de vista filosóficamente relevantes de Kant respecto del lenguaje y del significado no aparecen o

aparecen de manera relegada; valga ejemplo la relación con “otra” mente en la comprensión del

significado y la conexión de éste con el concepto de finitud. En tales reformulaciones se produce un

cambio de lenguaje que implica una modificación del horizonte conceptual específico y una dislocación

de los problemas tal como fueron planteados por Kant, la recién mencionada noción de significado es

también ejemplo de ello 215. Vista en su conjunto esta observación no pretende cuestionar la legitimidad

de estas posiciones como desarrollos filosóficos propios, ni tampoco referirse a ellos como tales. Ella sólo

se circunscribe a llamar la atención acerca de sus implicaciones como juicio respecto de la posición

históricamente sostenida por Kant. Uno de los rasgos de esta posición, tal como vimos, es el

procedimiento metódico del análisis trascendental. Tal enfoque metódico parece sugerir la posibilidad de

una diferenciación entre los enunciados no críticos y críticos en el contexto de la “filosofía de Kant”. Si se

toma la “filosofía de Kant” como un todo (Simon, 2003) esta diferenciación parece no desempeñar

ningún papel. Ella sin embargo resulta importante para establecer, respecto de nuestro tema, conceptos

215 Cf. Aquí 5. 3. p. 128.

Page 109: Leserre La Comprensión Del Lenguaje en Kant

109

como los de empleo de signos, empírico, y “significado objetivo”. Centrar la identificación de la posición

de Kant respecto del lenguaje en el “mentalismo” (Schönrich, 1981 y Lütterfelds, 2003) parece ser otra de

las consecuencias de no reconocer suficientemente el punto de vista metódico del cual resultan los

enunciados trascendentales establecido en la filosofía crítica y quedarse sólo, por así decir, con la

“psicología” (en nuestro caso la facultad de designación) a partir de la cual se desarrolla como reflexión

trascendental. En este contexto el presente trabajo sostiene, como hemos dicho, la conveniencia de

enfocar la cuestión del lenguaje en la filosofía crítica de Kant como una cuestión histórica en el sentido

de identificar e interpretar lo que constituyó el lenguaje para ella en su propio contexto terminológico y

horizonte conceptual. Ello implica también tratar de precisar la dimensión filosófica propia que tal

cuestión tuvo en la filosofía crítica por las razones metódicas y teóricas que esta filosofía desarrolló

como tal.

Como dijimos, el conjunto de enunciados de la Analítica trascendental se refiere, como lógica

trascendental, a las condiciones del conocimiento posible en general. Con ello, si bien parte de las

condiciones formales establecidas en la lógica formal, va más allá de ellas. Los tres sentidos de

significado identificados pueden pues ser puestos en correspondencia con este diseño central de la

analítica trascendental del siguiente modo: el sentido léxico de significado se refiere a condiciones

previas de tales enunciados que estrictamente no entran como tal en la perspectiva de la analítica; el

sentido formal se refiere, como se dijo, a las condiciones formales. “Significado objetivo” se refiere a las

condiciones de conocimiento posible, designa una propiedad o predicado del posible valor 216 de

conocimiento que pueden tener los conceptos puros y enunciados que los contengan. Desde el punto de

vista de la argumentación sobre el lenguaje la diferenciación entre definición nominal y real, en tanto la

definición conecta signo y significado, muestra el posible valor de conocimiento que tiene el empleo del

lenguaje y cómo este empleo debe ser complementado con las condiciones desde el punto de vista

trascendental que brindan significado objetivo a los conceptos puros. Mientras la definición nominal es

sólo una forma de designación, la definición real debe presentar la realidad objetiva del concepto. De este

modo, si se consideran en forma conjunta el análisis de la unidad empírica en los enlaces de palabras y la

unidad de la conciencia y la elaboración referida al significado objetivo 217 se puede sugerir que en la

Analítica trascendental se recorre una argumentación que va de la identificación del signo lingüístico en

tanto éste designa al concepto a través de la imaginación reproductiva a la determinación del concepto de

significado de los conceptos puros según el cual el significado objetivo de éstos se incluye en lo que es la

realidad para nosotros.

A través de la determinación del concepto de significado como significado objetivo, así como

por medio de la diferenciación entre definición real y nominal arribamos al mismo resultado. En ambos

216 En un sentido semejante al que este término adquiere en la lingüística estructural como resultado de un sistema de relaciones u oposiciones. 217 Cf. Aquí 4. 3. 2.

Page 110: Leserre La Comprensión Del Lenguaje en Kant

110

casos el lenguaje en tanto forma de enlace empírica, subjetiva, que solamente designa, se contrapone al

significado como unidad objetiva y como aspecto constitutivo de la realidad objetiva (o también de la

validez objetiva) del concepto (Cf. CRP A 246). Sintetizando: el lenguaje como facultad de designación y

el significado objetivo se contraponen como lo subjetivo y lo objetivo. La objetividad de la cual se trata se

halla afectada por este “importante resultado” (CRP B 303) de la analítica trascendental: el entendimiento

no debe sobrepasar “los límites de la sensibilidad dentro de los cuales, excluyentemente, nos pueden ser

dados objetos” (CRP B 303). De modo tal que el “orgulloso nombre de una ontología [...] debe dar lugar

al más modesto de una mera analítica del entendimiento puro.” (CRP B 303). Semejante es la

determinación del concepto de significado: tal como la analítica en la cual se halla entretejido: su posible

objetividad es la del fenómeno.

La Analítica trascendental de la Crítica de la razón pura muestra pues, dentro de los límites

indicados, una comprensión del lenguaje fundada en la perspectiva trascendental. Las lecciones de lógica

ubican, dentro de un ordenamiento del conocimiento objetivo en siete grados cuyo nivel más bajo es la

representación en general, en quinto lugar a los conceptos como el producto de la facultad de entender. En

el grado inmediato superior se halla el entender pero por medio de la razón. El último es el comprender,

del cual dice Kant: “El séptimo finalmente: comprender algo (comprehendere), es decir, conocer algo

mediante la razón o a priori en el grado que resulte suficiente para nuestro propósito. Puesto que todo

nuestro comprender es sólo relativo, es decir, suficiente para un cierto propósito, no comprendemos nada

absolutamente.” (Lógica, EA IX, 65). Con ello se propone, entonces, que la reflexión teórica se orienta

por fines. La crítica de la razón se incluiría pues dentro de esta determinación. En su horizonte de

comprensión no se halla el lenguaje en primer plano, no sólo, entonces, por las razones de método que

viéramos, sino también por su propia orientación filosófica. La Analítica trascendental de la Crítica de la

razón pura es un caso ejemplar para mostrar la comprensión del lenguaje en la filosofía crítica de Kant, la

cual se halla orientada, precisamente, por el concepto de fin o finalidad (Zweck). El decurso de la

reflexión trascendental así lo pone de relieve, ya desde la Dialéctica trascendental. Ya en ella se

puntualiza que la razón, en tanto su ámbito es el “orden de los fines” (CRP B 425), se plantea las “tareas

inevitables” de “Dios, libertad e inmortalidad” (CRP B 7). Son estas tareas inevitables de la “razón pura”

(CRP B 7) las que orientan la reflexión filosófica crítica, le imprimen su carácter y en las cuales se

inscribe la comprensión del lenguaje analizada.

A partir del análisis del concepto de significado también se pone de manifiesto uno de los

fundamentos centrales de la influencia de la filosofía crítica de Kant en la filosofía del lenguaje, pues aquí

se hace claro como por medio del giro trascendental se produce la condición histórico-conceptual del giro

hacia el lenguaje que ha marcado la reflexión filosófica del siglo veinte. Aún más, el concepto de

significado puede servir como un ejemplo paradigmático del giro trascendental.

Dicho de manera resumida y simplificada:

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111

1) En la reflexión filosófica precedente a la Crítica de la razón pura desde Aristóteles el lenguaje fue

contrapuesto a la realidad como el signo a la cosa. Esta comprensión se halla presente en Kant, ya que él

se refiere al lenguaje como designación sin asumir éste una función específicamente trascendental.

2) En la Analítica trascendental de la Crítica de la razón pura el lenguaje, en tanto concepto empírico, se

contrapone al significado objetivo. Desde el punto de vista de la Analítica trascendental en general la

referencia ya no concierne simplemente a la cosa como tal, sino a la cosa para nosotros, es decir, al

fenómeno. Pero con ello, desde un punto de vista trascendental, el concepto de significado en tanto

posible significado objetivo toma el lugar de la “cosa”, mientras que hasta ese momento tenía solamente

un sentido lingüístico. También desde este punto de vista, concomitantemente, la analítica toma el lugar

de la ontología.

3) Con ello se establecen las bases para que el concepto de significado asuma el papel central que le

adjudica la reflexión filosófica en el siglo xx. “Significado” desde el punto de vista trascendental se

muestra como un concepto central en una reflexión filosófica sobre el lenguaje; concepto “intermedio”

entre el denominado “paradigma ontológico” y el “paradigma lingüístico” 218. Es en el marco de este

último en el cual, p. ej. según una perspectiva relativamente generalizada el lenguaje llega a ser nuestra

realidad, o según la ya mencionada formulación de Strawson, una tarea básica de la filosofía debería ser

la de determinar los límites del sentido.

Al inscribir Kant el significado objetivo como realidad objetiva, introdujo la posible

equivalencia entre realidad objetiva y significado. A partir de ello el idealismo trascendental sería, de este

modo, trasladado de la relación sujeto-objeto a la relación lenguaje-mundo. La crítica de la razón, al

abarcar la experiencia en su conjunto como totalidad, determina, en relación con ella, la realidad objetiva

como significado. De este modo, la crítica de la razón estableció las condiciones histórico-conceptuales

para que se desarrolle la idea del carácter trascendental del lenguaje y dejó abierto el camino a la

reflexión filosófica ulterior para comprender al mundo como significado, es decir, como “lenguaje”,

empleando ahora esta expresión en un sentido actual.

218 Cf. Herbert Schnädelbach en E. Martens - H. Schnädelbach (Eds.) Philosophie, Hamburg, Rororo, 1986, pp. 37-76.

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Epilogo: la filosofía del lenguaje en la Crítica de la razón pura

El enfoque de investigación del trabajo llevado a cabo aquí se halla en consonancia con la

interpretación de la Crítica de la razón pura desarrollada por O. Höffe como “interpretación inmanente

de la obra”219. Este enfoque de investigación se enfrenta con el texto luego de la influencia y efecto

desde su misma publicación y de su recepción. Se halla, pues, frente a la obra en conjunción con su

interpretación posterior. De modo convergente, otra interpretación en conjunto de la obra propuso

considerar la Crítica de la razón pura desde un “punto de vista nuevo que al mismo tiempo sea el propio

de Kant”220; lo cual require, a su vez, “evitar centrarse en la proyección de la propia perspectiva del

intérprete”221. El enfoque de investigación del trabajo llevado a cabo, referido específicamente al tema y

problema de una filosofía del lenguaje en Kant, se contrapuso a la tesis del “silencio de Kant” respecto

del lenguaje. Frente a la limitación de esta tesis se ha desarrollado una perspectiva diferente que, desde

distintos enfoques, coincide sin embargo en cuestionarla, en explorar lo que puede hallarse efectivamente

en relación con el lenguaje en la filosofía de Kant, y, a partir de ello, en elaborar la reconstrucción de una

reflexión sobre el lenguaje en la misma filosofía de Kant. En esta línea, p. ej. C. LaRocca222 plantea el

examen de la cuestión del lenguaje en Kant como condición necesaria para el análisis del juicio y la

existencia, examinando las relaciones entre lógica y gramática e incluyendo en tal examen el

señalamiento de la posibilidad de una gramática trascendental en correlato con la lógica trascendental223.

Esta nueva perspectiva respecto de la cuestión del lugar del lenguaje en la filosofía de Kant y, a partir de

ello, de su relación con la filosofía del lenguaje, se halla claramente presentada y sintetizada en la tesis

sostenida por P. Natterer: “Frente a difundidos prejuicios la teoría kantiana tematiza la dimensión del

lenguaje, reflexiona acerca de ella y ofrece, en virtud de mayores posibilidades de diferenciación,

comprensión y confirmación interdisciplinaria, un marco más productivo y eficaz que las posiciones

lingualistas.”224. Precisamente O. Höffe ha señalado que: “El potencial de la Crítica para una filosofía del

lenguaje es notable”225, comprendiendo la analítica de los conceptos y su esquematismo en conjunto

como una “gramática trascendental”226. Siguiendo, entonces, la idea de una interpretación inmanente de

la obra la afirmación del potencial de la Crítica de la razón pura para la filosofía del lenguaje permite

indicar el diseño de una perspectiva que busca reconstruir y proyectar la filosofía del lenguaje en la obra

de Kant. Desde esta perspectiva el presente trabajo sostuvo que la identificación de aquellos pasajes de la

obra kantiana sobre, o directamente relacionados con, el lenguaje y su inscripción argumentativa en el

219 Otfried Höffe, Kants Kritik der reinen Vernunft. Die Grundlegung der modernen Philosophie, Munich, Beck, 2004, p. 11. 220 Peter Baumanns, Kants Philosophie der Erkenntnis, Wurzburgo, Königshausen & Neumann, 1997, p. 5. 221 Ibíd., p. 11. 222 Claudio LaRocca, Esistenza e giudizio. Linguaggio e ontologia in Kant, Pisa ETS, 1999. 223 Ibíd., pp. 31-63. 224 Paul Natterer, Systematischer Kommentar zur Kritik der reinen Vernunft, Berlin - New York, W. de Gruyter, 2003. p. 439. 225 Höffe, op. cit., pp. 68s. 226 Ibíd., pp. 117-167.

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contexto de la teoría trascendental en su propia terminología y conceptuación constituye un paso previo

necesario para la evaluación del lugar y valor del lenguaje en la filosofía de Kant, para la discusión de las

interpretaciones de la filosofía crítica como semántíca, semiótica o pragmática trascendentales, para la

comparación de la filosofía de Kant con la posterior filosofía del lenguaje y para sostener la posibilidad

de una filosofía del lenguaje ya en la Crítica de la razón pura.

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114

8. Bibliografía

8. 1. Obras de Kant

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