leopoldo alas - la desheredada

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"La Desheredada" - Leopoldo Alas (Clarín)

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1

ndicePgs.

Benito Prez GaldsGloria. Primera parte

7

3857 63

Segiinda parte Marianela

La familia de Len Roch. Primera parte Segunda parte La desheredada. Primera parte Segunda parte Tormento Lo prohibido Una carta y muchas digresiones Miau,

75 8795 105115

135 148

164185 195

El teatro... de

lejos.

Las tentativas de Prez,

Galds Realidad

Ms sobre

realidadel

203

La loca de la casa, en ngel GuerraTristana

Teatro

23124125

Torquemada en la cruz Torquemada en el purgatorio Torquemada y San PedroNazarn

253 262271

HalmaEl Abuelo Ms sobre El Abuelo.

277 285291

301

1

366

NDICE

Los Episodios Nacionales Mendizbal

307 3i9 325

Luchana

La campaa del Maestrazgo La estafeta romnticaVergara Montes de Oca Los Ayacuchos Bodas reales

329335 34

347

353,

359

LA DESHEREDADAPRIMERA PARTE

Despus de la revolucin de 1868 han aparecido en Espaa algunas figuras literarias de excepcional valor: Echegaray, Prez Galds, son dos ingenios que en las respectivas esferas en que se mueven representan la revolucin de la literatura y renen las grandes cualidades que para tal representacin son necesarias. Si la gloria de Echegaray, ms disputada, es tambin ms ruidosa, dbese en parte que los triunfos del teatro tienen ms aparatosa solemnidad, ms resonancia; pero, en cambio, los lmites de la escena encierran Echegaray en estrecho crculo, que le impide influir ms directamente y con ms fuerza en las transformaciones prudentes, pero ciertas de nes tra literatura; transformaciones que son ley de su vida, y que son necesariamente, en un sentido determinado por leyes comunes todos los elementos de la civilizacin. Prez Galds, espritu noble y fuerte, serio, prudente, concienzudo, sin apariencias de una formalidad puramente exterior, puede y sabe y quiere trabajar con lentos, pero firmes

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LEOPOLDO ALAS (cLARn)

esfuerzos, en la obra saludable del progreso artstico.

Pero cabe este progreso?

S,

relativa-

mente. En cuanto cada tiempo necesita una manera propia, suya, exclusiva de literatura, es progreso el movimiento de las letras que las hace adaptarle las nuevas ideas, costumbres, gustos y necesidades; es estarxamiento y ruina y podredumbre el prurito del tradicionalismo irreflexivo, que invocando un patriotismo esttico absurdo, se obstina en cerrar el espritu nacional toda influencia de las nuevas corrientes y de los pases ms adelantados. En absoluto, no hay progreso en literatura, si en cada tiempo se ha cultivado la propia de entonces; pero si hay progreso cuando una poca las formas de escribir que usa le vienen estrechas, no le bastan, no expresan todo el fondo de su vida. En la novela, que es la forma literaria ms propia de nuestro tiempo, es donde puede mejor el ingenio grande y decidido influir para transformar una literatura que se va llenando de herrumbre, que al repetir maquinalmente formas anticuadas, va convirtindose en juego balad, al que no pueden dar gran importancia los espritus serios; Galds,, sin afiliarse escuela determinada, sin seguir las exageraciones de la moda, sin tomar de la literatura extraa, bulto y sin seleccin, formas, teoras, esttica, procedimientos, tendencias, estudia con atencin y desapasionado juicio la

marcha de la vida artstica en la parte del mundo civilizado que ms entiende de estas cosas, y da la nor la actividad intelectual de los pueblos.

ma

GALDS

97

Existe hoy en la literatura una tendencia quelucha con las escuelas viejas y con los enemigos peores: los amigos apasionados, irreflexivos; pero

que llevando, como lleva, en su fondo, grandes elementos de adelanto, grandes verdades, va ganando terreno, y llegar triunfar, no de la manera absoluta que sus apstoles quieren, no sin modificar algn sus formas en su roce con los obstculos tradicionales; esa tendencia es lo que se llama, con nom.bre ms vago de lo que fuera bien, el na-, turalismo. Corresponde similares tendencias, que existen y van predominando en filosofa, en economa, en poltica, en la vida entera. Es muyfcil

declararse ardentsimo partidario del natura-

lismo, por vivir la

moda; pero

es

ms

fcil toda-

va condenarlo y hacer burla de sus doctrinas y de sus corifeos, publicando milsimas ediciones

de los chistes idealistas de Valbert, de Brunetiere de Fierre Veron contra Zola y sus libros. Sin seguir las exageraciongs tericas, y menos las prcticas de este autor, Galds ha estudiado imparcialmente la cuestin y ha decidido, para bien de las letras espaolas, seguir en gran parte los procedimientos y atender los propsitos de ese naturalismo tan calumniado como mal comprendido y ligeramente examinado. Exige tan poco trabajo el citar cuatro cinco aforismos de estti ca dogmtica, trasnochada, con los que apriori, y como en nombre de Roma, se condena el naturalismo y todas sus producciones! Pero estudiando la vida de nuestros das, las tendencias del gusto,la diferenciaCiiARn.

del arte actual, las necesidades delTomoI.

7

98

LEOPOLDO ALAS (CLARn)

moderno, se llega transigir con la nueva si no con sus exageraciones; y sin renegar del glorioso pasado, se llega comprender que hoy la literatura, para no estancarse, para no hacerse juego pueril, necesita seguir nuevos rumbos, aspirar algo ms de lo que cumpli hasta ahora. Cunto se reirn de esto los eternos escoliastas de Virgilio y Horacio, que ponen comentarios los viejos comentarios, que es como poner miel sobre hojuelas! SHo se puede comparar lo que se reirn de nosotros lo que nosotros nos reimos de ellos! En los Episodios nacionales apaespritu

escuela,

rece ya, quiz all menos reflexiva, la tendencia presente de Galds; pero en Gloria, en Doa Perfecta, en Marianela y en Len Roch^ en Glo-

ria y en Marianela sobre todo, nuestro novelista sigue distinto camino y parece que vuelve la novela idealista, filosfica, que crea tipos, aunque verosmiles y naturales, simblicos, con una ac,

cin determinada tambin por un

una

tesis.

fin que responde Nadie ha aplaudido ms que yo esas

novelas de Galds. Gloria, la ms idealista, la ms popular, es para m, como composicin de ese

gnero, un dechado; pero se puede admitir belleza en una manera de arte y preferir otra; as, porejemplo, para m Los Miserables sonbiblia del siglo XIX;

amoel

virtud,

como

se

ama

como una se ama la hogar honrado, como seese libro

como

ama

conciencia pura; pero reconozco que otros son los caminos que la novela del da convienen. Por esto considero que debe ser bendito y alabadolael

cambio que ha sufrido Galds en su ltima no-

GALDSvela

99

La Desheredada, cuya primera parte acabo de leer, y me ha hecho ver bien claro que muchas de las doctrinas del naturalismo las ha tenido por buenas el autor y ha escrito segn ellas y segn los ejemplos de los naturalistas. Una de las cosasde que ms se han redo muchos crticos franceses, y despus algunos revisteros espaoles (tan conocedores del naturalismo como de las doctrinas secretas de Pitgoras), es la sencillez de la accin en la novela naturalista. Falta de invencin, se ha gritado, sin ver que acusaban en esto de falta de invencin al autor de Cceur simple^ y lo que an es ms grave, al autor de Elgeme Grandet. Esa sencillez, que algunos autores han llevado al extremo, por ejemplo: Len Hennique, en Devoue; Huysmans, en Soetirs Vatard y otras novelas; Paul Alexis^ en Les Femmes du PreLefvre. Journal de M. Mure; el italiano Capuana,

en varias novelitas publicadas recientemente;

esa sencillez es, en rigor, clsica, y en vez de burlas merece aplausos cuando no acusa pobreza

de ingenio, sino profundidad de observacin yacierto en el asunto, que en forma breve, de nada

complicadas apariencias, es expresin de mucha vida. La primera parte de La Desheredada, que llena 252 pginas de mucha lectura, es un ejemplo nuevo de esa sencillez tan sin motivo censurada: todo se reduce que Isidora Rufete, que se cree hija da Virginia de Aransis, pretende que su estado civil sea reconocido y con l se le entreguen las propiedades del marquesado de Aransis. Conesto le basta al autor para estudiar los estragos del

100

LEOPOLDO ALAS (cLARn)

orgullo aguijoneado por la miseria y por las sugestiones de una fantasa exaltada.

de abnegacin; como Eugenie Grandet no es ms que la historia de un avaro y su vctima; como Madame Bovary no es ms que la historia de la concupiscencia de una mujer que suea desde un rincn de una provincia; como la Ctir^e no es ms que los estragos de la molicie en el espritu de una mujer que naci burguesa y se ve convertida en corteas la primera parte de La Deshererada sana.. no es m.s que la historia del orgullo de una joven pobre, soadora, que lucha por el pan de cada da y ambiciona palacios encantados; que se cree nacida para lucir lujosos trenes y pisa el lodo de las calles con botas desvencijadas y rotas: Galds ha llevado la accin de su novela la vida de las clases bajas de nuestro pueblo, y en esto tambin ha procedido como los autores naturalistas El pueblo que se pinta en La Desheredada no es aquel pueblo inverosmil, de guardarropa, de las novelas cursis, que tanto tiempo hicieron estragos en parte del pblico: es claro que eso no poda ser; pero tampoco es el pueblo idealizado de las novelas socialistas de Su; en stas, y en las de otros autores que siguieron tan notable escritor, las clases ltimas (ya que as se llama) aparecen en fantsticas proporcione-i; all el dolor que sufren est desfigurado; all sus virtudes transformadas en hiperblicas alabanzas; son hroes de herosmo fabuloso; se cree que, para que tenga el pueblo que suCceicrla historia

Como

simple no es ms que

un

espritu nacido para el sacrificio

y

la

,

GALDSfre

10

1

derecho una reparacin, se necesita exagerar

sus penas y exagerar sus buenas cualidades; el naturalismo lo ha entendido de otro modo, y Galds,

en este punto, le sigue fielmente y con admirable acierto. El pueblo del segundo imperio para Zola, especialmente el pueblo de Pars, no puede ser aquel bonachn, heroico, virtuossimo populacho de los melodramas y de las novelas de bandidos; para Galds, el pueblo bajo de nuestra capital tam-

poco es

el

que

los Escrich

y otros autoresZola, la

as fin-

gieron; para Galds,seria del pueblo,

como para

mayor mi-

de la plebe, para que nos entendamos, es su podredumbre moral, y lo primero que hay que atender es salvar sa espritu. Para esto no hay mejor medio que pintar su estado moral tal como es: junto la miseria del cuerpo, la del alma; junto los harapos del vestido, junto los miasmas de la pocilga que sirve de vivienda, los andrajos de los vicios, las emanaciones de esa concupiscencia especial del tugurio, que parece una peste que nace en cuanto hay un montn de seres humanos que se codean en la miseria; Galds, observador atento y exactsimo en la expresin de lo que observa, nos lleva en La Desheredada las miserables guaridas de ese pueblo que tanto tiempo se crey indigno de figurar en obra artstica alguna. Lo que no hace Galds en la pintura rigorosamente verdadera de estos lugares tristes, de estos personajes tan dignos de estudio y de lstima, es manchar las pginas de su libro con palabras indecorosas; fuera de esto, se atreve todo, y por ello merece mil plcemes.

102

LEOPOLDO ALAS (CLARn)

la primera vez que un novelista de los buenos habla de este Madrid pobre, ftido, hambriento y humillado, que por una parte toca en la barbarie y

Es

en todas sus aberraciones y por otra en la decadencia pestilencial de los pueblos viejos, cansados, de refinada cultura. Ese Madrid que en Laresto de

Desheredada se nos presenta veces, por un una raza africana, llena de pasionestes, feroces, es,

lado,

fuer-

por otro lado, ese basurero que

necesita toda gran capital

moderna

Y Galds,

con

gran habilidad y con oportunsimo propsito, nos pinta esa degradacin, esa miseria en donde msrepugna, en donde ms triste espectculo ofrece,., en la infancia, Pecado,