lenguaje y vida cotidiana

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1 La vida cotidiana como termómetro de la ciudadanía ¿CUÁNTO LE VAN A QUITAR ESTA VEZ? Luis Felipe Ulloa Jinotepe, Carazo, Nicaragua, 2009. ---- Las palabras son poderosas. De cómo el lenguaje en la vida cotidiana nos deja saber el sentido que va tomando la vida en una sociedad. Podemos mirar o no mirar detrás de los simples enunciados, que no lo son tanto. ---- “Me van a quitar unos buenos pesos”, dice el pasajero de la banca de adelante a su compañero. No los va a pagar, no se los va a merecer la otra persona, el asunto no los vale sino que se los van a quitar. Esta es una manera muy significativa para describir lo que debe dar a cambio por tantas cosas: un pasaje, un producto un servicio o también un impuesto o una mordida. Parece claro: A usted ese dinero se lo van a quitar que es lo mismo que arrebatar, birlar, escamotear, robar, hurtar, arrancar, o los términos de menor rango extraer, tomar o coger. Usted – por supuesto- no tiene ganas de que le hagan eso, de lo contrario hablaría de recompensar, compensar, reconocer, pagar, dar a cambio o algo similar… Pero no es así. Claro uno podría pensar de esa manera cuando compra una docena de mangos en el mercado y ya sabe que le meterán 2-3 unidades dañadas; cuando paga un impuesto y está convencido que el Estado no lo usará para beneficio de la población; cuando paga a regañadientes una tasa extra para apoyar la guerra, o una agrupación a la que no respalda; cuando deposita el dinero de la cita en el consulado del país del Norte porque necesita acompañar a un hijo gravemente enfermo… y sabe que posiblemente no será escuchado; cuando aborda el bus interlocal y este se queda a medio camino por que no habían revisado los neumáticos; cuando paga la energía y esta se interrumpe en varias ocasiones; cuando entrega un equipo para que lo reparen y está seguro de que le suplantarán algunas piezas; cuando le insinúa alguna autoridad que le pase dinero para agilizar las cosas, etcétera y etcétera. Allí me están arrancando dinero. “Me van a arrancar 5, 10, 100, 500 o más”. Es que detrás del uso de las palabras siempre hay una historia que las explica… Cuando usted afirma que le están quitando dinero, ya esas palabras implican que a usted no le parece justo. Usted siente que está perdiendo. De alguna manera es una queja…

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El lenguaje cotidiano muestra tendencias de la vida cotidiana. La practica del rebusque reflejada en un par de frases y sus implicaciones.

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1

La vida cotidiana como termómetro de la ciudadanía

¿CUÁNTO LE VAN A QUITAR ESTA VEZ?

Luis Felipe Ulloa

Jinotepe, Carazo, Nicaragua, 2009.

----

Las palabras son poderosas. De cómo el lenguaje en la vida cotidiana nos deja saber el sentido que

va tomando la vida en una sociedad. Podemos mirar o no mirar detrás de los simples enunciados,

que no lo son tanto.

----

“Me van a quitar unos buenos pesos”, dice el

pasajero de la banca de adelante a su

compañero. No los va a pagar, no se los va a

merecer la otra persona, el asunto no los vale

sino que se los van a quitar.

Esta es una manera muy significativa para

describir lo que debe dar a cambio por tantas

cosas: un pasaje, un producto un servicio o

también un impuesto o una mordida. Parece

claro: A usted ese dinero se lo van a quitar que

es lo mismo que arrebatar, birlar, escamotear,

robar, hurtar, arrancar, o los términos de

menor rango extraer, tomar o coger. Usted –

por supuesto- no tiene ganas de que le hagan

eso, de lo contrario hablaría de recompensar,

compensar, reconocer, pagar, dar a cambio o

algo similar… Pero no es así.

Claro uno podría pensar de esa manera cuando

compra una docena de mangos en el mercado y

ya sabe que le meterán 2-3 unidades dañadas;

cuando paga un impuesto y está convencido

que el Estado no lo usará para beneficio de la

población; cuando paga a regañadientes una

tasa extra para apoyar la guerra, o una

agrupación a la que no respalda; cuando

deposita el dinero de la cita en el consulado del

país del Norte porque necesita acompañar a un

hijo gravemente enfermo… y sabe que

posiblemente no será escuchado; cuando

aborda el bus interlocal y este se queda a medio

camino por que no habían revisado los

neumáticos; cuando paga la energía y esta se

interrumpe en varias ocasiones; cuando entrega

un equipo para que lo reparen y está seguro de

que le suplantarán algunas piezas; cuando le

insinúa alguna autoridad que le pase dinero

para agilizar las cosas, etcétera y etcétera. Allí

me están arrancando dinero. “Me van a

arrancar 5, 10, 100, 500 o más”. Es que detrás

del uso de las palabras siempre hay una

historia que las explica…

Cuando usted afirma que le están quitando

dinero, ya esas palabras implican que a usted

no le parece justo. Usted siente que está

perdiendo. De alguna manera es una queja…

2

pero lamentablemente inocua. Pero hay algo

más grave: al declararlo de esa manera ya nos

está informando dice que usted ni asume su

parte de responsabilidad ni va a hacer nada

más allá de lamentarse bajito. Usted de una vez

evidencia su posición de perdedor irredimible,

usted no siente que tiene el derecho a recibir

algo equivalente o suficientemente bueno a

cambio. Así son las cosas y lo acepta. Usted no

se está portando como sujeto de derecho.

Usted está deshumanizándose y con ello

contribuyendo a que se deshumanicen quienes

están a su alrededor. Usted no está

funcionando con dignidad ni con espíritu

ciudadano… ¡Igual que yo! ¡o que su vecino!

Es una frase corriente. Cuando el uso de una

afirmación es generalizado y permanece por

mucho tiempo, el asunto puede asumirse como

inserto en la cultura. Entonces podemos

concluir que el imaginario ha legitimado la

situación de que “nos quiten” y de paso

también la de que “quitemos a otros” y eso es

grave. Sabemos que no es correcto ni que nos

quiten ni que tengamos la percepción de que

nos están quitando. Sabemos que esa situación

es mejor cambiarla, pero como somos

providenciales lo dejamos en mano de las altas

esferas celestiales, estatales, o en las siguientes

generaciones.

Cambiar, para quienes aún quieren asumir su

vida, como sujetos, pasa por usar otras

palabras. Más “empoderantes”, dice los

manuales, y es cierto: las palabras son

poderosas… y además es sano usar términos

positivos, políticamente correctos o como

quiera llamarlos. En este sentido yo solo

propongo empezar por decir “Me dejé quitar

100 pesos”. Un pequeño cambio en las

afirmaciones que consiste en por lo menos

asumir mi responsabilidad, poniéndome yo en

la mira y por lo tanto con la posibilidad de

intervenir la situación. Pero además de

cambiar las palabras hay que actuar. Hay que

empezar a no dejar que nos “quiten” esas

sumas. Buscar que lo que obtengamos a cambio

sea suficiente y sea limpio. Es el momento de

protestar, de exigir donde corresponda y eso

incluye los espacios cotidianos. De eso se trata.

Estamos hablando de construir un espíritu

cívico y ciudadano. Estamos hablando de

protagonismo.

El mundo está entrando en una nueva época y

los pequeños actos aislados contribuyen a

definir cómo va a ser ella, pero sobre todo si se

integran a dinámicas más globales de cambios o

si dan lugar a ellas. Desde el aula, universitaria

y escolar, propongo que re-miremos nuestra

vida cotidiana, nuestros haceres, nuestro

entorno, nuestras definiciones previas con ojos

críticos y hagamos futureo, pensando cómo

sería mejor. A la par, es una medida necesaria

que descubramos y ayudemos a descubrir a

nuestro alrededor y en nosotros mismos los

“gérmenes de cambio”. En esa búsqueda se

enmarcan estas reflexiones… nos quedan las

acciones.

---

Luis Felipe Ulloa: Docente de las maestrías “Gerencia de lo Social” y “Políticas Sociales, Protagonismo y Derechos de Niños, Niñas y

Adolescentes” en la Universidad Centroamericana de Managua (UCA).