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DIPLOMADO EN INTELIGENCIA EMOCIONAL LECTURAS DE PROFUNDIZACIÓN MÓDULO III - 3.3 ÍNDICE LAS RAÍCES DE LA EMPATÍA GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. (26 ED.). MÉXICO: VERGARA. LA EMPATÍA CAPÉRSICO, L. (2003). INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: LIBSA.MÉXICO EMPATÍA WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: GESTIÓN. SEA EMPÁTICO SEGAL, J. (1997). SU INTELIGENCIA EMOCIONAL. BARCELONA: GRIJALBO. LA HABILIDAD DE TRATO TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: OCÉANO.

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Lecturas de Profundización. Tema 3.4 Empatia

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Page 1: Lecturas

DIPLOMADO EN INTELIGENCIA EMOCIONAL

LECTURAS DE PROFUNDIZACIÓN MÓDULO III - 3.3

ÍNDICE

LAS RAÍCES DE LA EMPATÍA

GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. (26 ED.).

MÉXICO: VERGARA.

LA EMPATÍA

CAPÉRSICO, L. (2003). INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: LIBSA.MÉXICO

EMPATÍA

WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL.

ESPAÑA: GESTIÓN.

SEA EMPÁTICO

SEGAL, J. (1997). SU INTELIGENCIA EMOCIONAL. BARCELONA: GRIJALBO.

LA HABILIDAD DE TRATO

TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: OCÉANO.

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LAS RAÍCES DE LA EMPATÍA GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. MÉXICO: VERGARA.

(PÁGINAS 123 A 133)

LAS RAÍCES DE LA EMPATÍA

Volvamos a Gary, el brillante pero alexitímico cirujano que tanto perturbó a su

novia Ellen al mostrarse tan inconsciente no sólo de sus propios sentimientos sino

también de los de ella. Al igual que la mayoría de los alexitímicos, carecía de

empatía así como de comprensión. Si Ellen decía que se sentía decaída, Gary no la

comprendía; si ella hablaba de amor, él cambiaba de tema. Gary formulaba críticas

"útiles" de las cosas que Ellen hacía, sin darse cuenta que esas críticas lograban

que ella se sintiera agredida en lugar de ayudada.

La empatía se construye sobre la conciencia de uno mismo; cuanto más

abiertos estamos a nuestras propias emociones, más hábiles seremos para

interpretar los sentimientos. Los alexitímicos como Gary, que no tienen idea de sus

propios sentimientos, se sienten totalmente perdidos cuando se trata de saber lo

que siente alguien que está con ellos. Son emocionalmente sordos. Las notas y

acordes emocionales que se deslizan en las palabras y las acciones de las

personas -el revelador tono de voz o el cambio de postura, el elocuente silencio o el

revelador temblor- pasan inadvertidas.

Confundidos con respecto a sus propios sentimientos, los alexitímicos se

sienten igualmente desconcertados cuando otras personas les expresan los suyos.

Esta imposibilidad de registrar los sentimientos de otro es un déficit importante de la

inteligencia emocional, y un trágico fracaso en lo que significa ser humano. Porque

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

toda compenetración, la raíz del interés por alguien, surge de la sintonía emocional,

de la capacidad de empatía.

Esa capacidad -la habilidad de saber lo que siente otro- entra en juego en una

amplia gama de situaciones de la vida, desde las ventas y la administración hasta el

idilio y la paternidad, pasando por la compasión y la actividad política. La ausencia

de empatía también es reveladora. Existe en psicópatas criminales, raptores y

abusadores de niños.

Las emociones de la gente rara vez se expresan en palabras; con mucha

mayor frecuencia se manifiestan a través de otras señales. La clave para intuir los

sentimientos de otro está en la habilidad para interpretar los canales no verbales: el

tono de voz, los ademanes, la expresión facial y cosas por el estilo. Tal vez la

investigación más profunda con respecto a la capacidad de la gente para interpretar

estos mensajes no verbales es la que llevó a cabo Robert Rosenthal, un psicólogo

de Harvard, y sus alumnos. Rosenthal ideó un test de empatía, el PONS (Perfil de

Sensibilidad No Verbal), una serie de videos en los que aparecía una joven

expresando sentimientos diversos, desde desprecio hasta amor maternal. Las

escenas abarcan el espectro que va desde un ataque de celos hasta pedir perdón,

desde una muestra de gratitud hasta una seducción. El video ha sido editado de

manera tal que en cada imagen, uno o más canales de comunicación no verbal

quedan sistemáticamente anulados; además de hacer que las palabras queden

tapadas, por ejemplo, en algunas escenas quedan bloqueadas todas las otras

pistas salvo la expresión facial. En otras sólo se muestra el movimiento del cuerpo, a

través de los principales canales de comunicación no verbal, de modo que los

espectadores deben detectar la emoción a partir de una u otra pista específica no

verbal.

En pruebas llevadas a cabo con más de siete mil personas en Estados

Unidos y en otros 18 países, los beneficios de ser capaz de interpretar los

sentimientos a partir de pistas no verbales incluían el estar mejor adaptado

emocionalmente, ser más popular, más sociable y -tal vez lo más sorprendente-

más sensible. Las personas cuyo desempeño mejoró en el curso del test de

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

cuarenta y cinco minutos —una señal de que tienen talento para incorporar la

habilidad de la empatía— también tenían mejores relaciones con el sexo opuesto.

Así como la mente racional se expresa a través de palabras, la expresión de

las emociones es no verbal. En efecto, cuando las palabras de una persona

discrepan con lo que se manifiesta a través del tono de voz, los ademanes u otros

canales no verbales, la verdad emocional está en la forma en que la persona dice

algo en lugar de aquello

Cómo se desarrolla la empatía

que dice. Una regla empírica utilizada en la investigación de

las comunicaciones es que el 90% o más de un mensaje emocional es no verbal. Y

estos mensajes -la ansiedad en el tono de voz de alguien, la irritación en la

brusquedad de un ademán- casi siempre se perciben inconscientemente, sin

prestar atención específica a la naturaleza del mensaje, pero recibiéndola y

respondiendo tácitamente. Las habilidades que nos permiten hacer esto bien o mal

también son, en su mayor parte, aprendidas en forma tácita.

Cuando Hope, de sólo nueve meses de edad, vio que otro bebé se caía, se le

llenaron los ojos de lágrimas y gateó hasta su madre para que ella lo consolara,

como si fuera él quien se había lastimado. Y Michael, de quince meses de edad, fue

a buscar su osito de peluche para dárselo a su amigo Paul, que estaba llorando;

como Paul siguió llorando, Michael lo tapó con la manta. Estos dos sencillos actos

de solidaridad y cuidado fueron observados por madres entrenadas para registrar

tales episodios de empatía en acción. Los resultados del estudio indican que las

raíces de la empatía pueden rastrearse hasta la infancia. Prácticamente desde el

día en que nacen, los niños se sienten perturbados cuando oyen llorar a otro bebé,

respuesta que algunos consideran un temprano precursor de la empatía.

Los psicólogos del desarrollo han descubierto que los bebés sienten una

preocupación solidaria incluso antes de darse cuenta plenamente de que existen

como seres separados de los demás. Incluso pocos meses después del nacimiento,

los bebés reaccionan ante la perturbación de quienes los rodean como si esa

perturbación fuera algo propio, llorando cuando ven las lágrimas de otro niño.

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

Cuando llegan al año, aproximadamente, empiezan a darse cuenta de que la

congoja no es la de ellos sino la de otra persona, aunque aún parecen confundidos

y no saben qué hacer al respecto. En una investigación llevada a cabo por Martin L.

Hoffman, de la Universidad de Nueva York, por ejemplo, un niño de un año hizo que

su propia madre consolara a un amigo que lloraba haciendo caso omiso de la madre

del niño, que también estaba en esa habitación. Esta confusión también se ve

cuando los niños de un año imitan la aflicción de otra persona, tal vez para

comprender mejor lo que sienten; por ejemplo, si otro bebé se lastima los dedos, un

niño de un año podría llevarse los dedos a la boca para comprobar si a él también le

duelen. Al ver llorar a su madre, un bebé se secó los ojos, aunque él no había

llorado.

Esta mimetización motriz, como se suele llamar, es el sentido técnico original

de la palabra "empatía", tal como fue utilizada por primera vez en los años veinte por

E. B. Titchener, un psicólogo norteamericano. Este sentido es ligeramente diferente

de su introducción original en el idioma inglés a partir de la palabra

griega empatheia, "sentir dentro", término utilizado en un principio por los teóricos

de la estética para designar la capacidad de percibir la experiencia subjetiva de otra

persona. La teoría de Titchener afirmaba que la empatía surgía de una especie de

imitación física de la aflicción de otro, que evoca entonces los mismos sentimientos

en uno mismo. Buscaba una palabra distinta de simpatía, que puede

experimentarse por la situación crítica de otra persona sin compartir nada de lo que

la otra persona siente.

El mimetismo motriz desaparece del repertorio de los niños

aproximadamente a partir de los dos años y medio, momento en que se dan cuenta

de que el dolor de los demás es diferente del de ellos, y son más capaces de

consolarlos. Un episodio típico, extraído del diario de una madre, es el siguiente:

Un bebé vecino llora... y Jenny se acerca e intenta darle unas galletitas. Lo

sigue y también ella empieza a lloriquear. Entonces intenta acariciarle el pelo, pero

él se aparta... Se serena, pero Jenny aún parece preocupada. Sigue dándole

juguetes y palmeándole la cabeza y los hombros.

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

El niño con buena sintonía

En este momento de su desarrollo, los niños empiezan a diferenciarse en su

sensibilidad general ante las aflicciones emocionales de otras personas; algunos,

como Jenny, son profundamente conscientes y otros se desentienden. Una serie de

estudios efectuados por Marian Radke-Yarrow y Carolyn Zahn-Waxler en el

National Institute of Mental Health mostraron que una gran parte de esta diferencia

con respecto a la empatía tenía que ver con la disciplina que los padres imponían a

sus hijos. Descubrieron que los chicos eran más empáticos cuando la disciplina

incluía notorias llamadas de atención sobre la aflicción que su mala conducta

provocaba en alguna otra persona: "mira lo triste que la has puesto", en lugar de

"eso fue horrible". También descubrieron que la empatía de los niños se modela al

ver cómo reaccionan los demás cuando alguien está afligido; al imitar lo que ven, los

niños desarrollan un repertorio de respuestas empáticas, sobre todo ayudando a

otras personas que están afligidas.

Sarah tenía veinticinco años cuando dio a luz mellizos, Mark y Fred. Tenía la

impresión de que Mark se parecía más a ella y Fred a su padre. Esa impresión debió

de ser la semilla de una reveladora aunque sutil diferencia en la forma de tratar a

cada niño. Cuando estos alcanzaron los tres meses de edad, a menudo Sarah

intentaba mirar a los ojos a Fred, y cuando él apartaba la cara ella volvía a intentarlo;

Fred respondía apartando la mirada con mayor énfasis. Cuando ella miraba hacia

otro lado, Fred se volvía para mirarla, y el circuito de búsqueda y rechazo volvía a

comenzar y a menudo Fred acababa llorando. Pero a Mark ella nunca intentaba

imponerle un contacto visual, como hacía con Fred. Mark podía interrumpir el

contacto visual cada vez que quería, y ella no lo obligaba.

Un acto insignificante, pero revelador. Un año más tarde, Fred era

notablemente más temeroso y dependiente que Mark; una forma en que mostraba

su temor era interrumpiendo el contacto visual con otras personas, como había

hecho con su madre a los tres meses de edad, bajando la vista o apartándola. Mark,

por su parte, miraba a la gente directamente a los ojos; cuando quería interrumpir el

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contacto, movía la cabeza ligeramente hacia arriba y al costado, con una

encantadora sonrisa.

Los mellizos y su madre fueron observados de cerca cuando tomaron parte

en una investigación llevada a cabo por Daniel Stern, un psiquiatra que en ese

momento trabajaba en la Cornell University School of Medicine. Stern está

fascinado por los pequeños y repetidos intercambios que tienen lugar entre padres e

hijos. Piensa que las lecciones básicas de la vida emocional se asientan en esos

momentos de intimidad. De todos los momentos, los más críticos son aquellos que

hacen que el niño sepa que sus emociones son recibidas con empatía, aceptadas y

correspondidas, en un proceso que Stern llama sintonía. La madre de los mellizos

tenía buena sintonía con Mark, pero no sintonizaba en nada con Fred. Stern afirma

que los momentos de sintonía o falta de sintonía que se repiten interminablemente

entre padres e hijos modelan las expectativas emocionales que los adultos ponen

en sus relaciones íntimas, tal vez mucho más que los más dramáticos

acontecimientos de la infancia.

La sintonía se produce de forma tácita, como parte del ritmo de la relación.

Stern la ha estudiado con precisión microscópica en horas de grabaciones en las

que aparecen madres con sus hijos. Considera que mediante la sintonía las madres

hacen saber a sus hijos que tienen idea de lo que ellos sienten. El bebé grita con

deleite, por ejemplo, y la madre confirma ese deleite dándole al niño un suave

golpecito, arrullándolo o emitiendo un sonido parecido al grito del bebé. O el bebé

agita su sonajero, y ella emite una rápida vibración. En una interacción de este tipo,

el mensaje de afirmación está en el hecho de que la madre iguale más o menos el

nivel de excitación del bebé. Estas pequeñas sintonías le proporcionan al bebé la

tranquilizadora sensación de que está emocionalmente comunicado, un mensaje

que, según Stern, las madres emiten aproximadamente una vez por minuto cuando

interactúan con sus bebés.

La sintonía es muy distinta de la simple imitación. "Si uno se limita a imitar al

bebé", me comentó Stern, "eso sólo muestra que uno sabe lo que él hizo, y no lo que

sintió. Para hacerle saber que uno percibe lo que él siente, tiene que representar los

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

sentimientos más íntimos de él de otra forma. Entonces el bebé sabe que lo

comprenden."

Los costos de la falta de sintonía

Stern afirma que a partir de las repetidas sintonías, el niño empieza a

desarrollar la noción de que otras personas pueden compartir y compartirán sus

sentimientos. Esta noción parece surgir alrededor de los ocho meses, cuando el

chico empieza a darse cuenta de que es una persona separada de los demás, y

continúa tomando forma a través de las relaciones íntimas a lo largo de la vida. Que

los padres no tengan sintonía con el niño resulta profundamente perturbador. En un

experimento, Stern hizo que las madres deliberadamente dieran una respuesta

excesiva o deficiente a sus hijos, en lugar de hacerlo de una manera armónica; los

niños respondieron de inmediato con desesperación y perturbación.

La ausencia prolongada de sintonía entre padres e hijos supone un enorme

perjuicio emocional para estos últimos. Cuando un padre sistemáticamente deja de

mostrar empatía en un aspecto especial de las emociones del niño —alegrías,

llantos, necesidad de mimos—, este empieza a dejar de expresar, y tal vez incluso

sentir, esas emociones. Se supone que de esta forma pueden quedar anuladas

diversas emociones del repertorio de relaciones íntimas, sobre todo si a lo largo de

la infancia esas emociones siguen siendo oculta o abiertamente desalentadas.

Del mismo modo, los niños pueden llegar a favorecer una desafortunada

serie de emociones, según el estado de ánimo en que son correspondidos. Incluso

los más pequeños "captan" los estados de ánimo: los bebés de tres meses de

madres deprimidas, por ejemplo, reflejaban el estado de ánimo de sus madres

mientras jugaban con ellas, mostrando más sentimientos de ira y tristeza, y

curiosidad e interés mucho menos espontáneos, comparados con los niños cuyas

madres no estaban deprimidas.

El costo emocional por la falta de sintonía en la infancia puede ser elevado, y

no sólo para el niño. Un estudio de delincuentes que cometieron los crímenes más

crueles y violentos descubrió que la única característica de sus primeros años de

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

vida que los diferenciaba de otros criminales era que habían pasado de un hogar

adoptivo a otro, o habían crecido en orfanatos... historias de vida que muestran una

negligencia emocional y pocas oportunidades de sintonía.

La neurología de la empatía

Como suele ocurrir en neurología, los informes de casos extravagantes y

extraños estaban entre las primeras pistas de la base cerebral de la empatía. Un

informe de 1975, por ejemplo, revisaba varios casos en los que los pacientes con

determinadas lesiones en la zona derecha de los lóbulos frontales presentaban un

curioso déficit: eran incapaces de comprender el mensaje emocional en el tono de

voz de la persona, aunque eran perfectamente capaces de comprender sus

palabras. Un "Gracias" expresado con sarcasmo, otro con gratitud y un tercero con

ira tenían para ellos el mismo significado neutro. En contraste, un informe de 1979

hablaba de pacientes con lesiones en zonas distintas al hemisferio derecho, que

tenían una brecha muy distinta en su percepción emocional. Estos pacientes eran

incapaces de expresar sus propias emociones a través de su tono de voz o de sus

gestos. Sabían lo que sentían, pero simplemente no podían expresarlo. Todas estas

regiones cerebrales corticales, señalaron los diversos autores, tenían fuertes

conexiones con el sistema límbico.

Las regiones mismas de la corteza donde se concentran las neuronas

específicas de las emociones también son, según señala Brothers, las que tienen

conexión más directa con la amígdala; la interpretación de las emociones incluye el

circuito amígdalo-cortical, que juega un papel clave en la orquestación de las

respuestas adecuadas.

Una base fisiológica similar para la empatía en los humanos aparece

sugerida en la investigación llevada a cabo por Robert Levenson, psicólogo de la

Universidad de California de Berkeley, que ha estudiado a parejas casadas que

intentaban averiguar lo que sentía su pareja durante una discusión acalorada. Su

método es sencillo: la pareja es grabada en video y sus respuestas fisiológicas

medidas mientras hablan acerca de algún tema conflictivo de su matrimonio, cómo

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

disciplinar a los chicos, los hábitos de gastos, y cosas por el estilo. Cada miembro

de la pareja ve la grabación y explica lo que estaba sintiendo en cada instante.

Después vuelve a verla intentando interpretar los sentimientos del otro.

La exactitud más enfática fue la que mostraron aquellos esposos y

esposas cuya propia fisiología seguía la del cónyuge al que observaban. Es decir,

cuando su pareja respondía con una sudoración elevada, a ellos les ocurría lo

mismo; cuando disminuía el ritmo cardíaco de su pareja, también disminuía el de

ellos. En resumen, su cuerpo imitaba las sutiles e instantáneas reacciones físicas de

su cónyuge. Si las pautas fisiológicas del observador simplemente repetían las de

ellos mismos durante la interacción original, eran muy ineficaces para imaginar lo

que su pareja estaba sintiendo. Sólo cuando su cuerpo estaba en sintonía, había

empatía.

Empatía y ética: las raíces del altruismo

Esto sugiere que cuando el cerebro emocional envía al cuerpo una reacción

intensa -por ejemplo, el acaloramiento de la ira- puede haber poca empatía o

ninguna. La empatía exige suficiente calma y sensibilidad para que las señales

sutiles de los sentimientos de otra persona puedan ser recibidas e imitadas por el

propio cerebro emocional.

Una de las más famosas frases de la literatura inglesa dice: "No preguntes

por quién doblan las campanas; están doblando por ti". El sentimiento de John

Donne expresa el núcleo del vínculo que existe entre empatía y preocupación: el

dolor del otro en carne propia. Sentir lo mismo que otro es preocuparse. En este

sentido, lo opuesto de empatía es antipatía. La actitud empática interviene una y

otra vez en los juicios morales, porque los dilemas morales implican víctimas en

potencia: ¿Mentiría usted para no herir los sentimientos de un amigo? ¿Cumpliría la

promesa de visitar a un amigo enfermo, o en lugar de eso aceptaría una invitación

de último momento para ir a cenar? ¿Cuándo un sistema de conservación de la vida

debería seguir aplicándose a alguien que, de otro modo, moriría?

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

Estas cuestiones morales están planteadas por Martin Hoffman, investigador

de la empatía, que afirma que las raíces de la moralidad deben encontrarse en

aquella, ya que es el hecho de empatizar con las víctimas en potencia -alguien que

sufre un dolor, un peligro o una privación, por ejemplo- y de compartir su aflicción lo

que mueve a la gente a actuar para ayudarlas. Más allá de este vínculo inmediato

entre empatía y altruismo en los encuentros personales, Hoffman propone que la

misma capacidad para el afecto empático, para ponerse uno mismo en el lugar de

otro, lleva a la gente a seguir determinados principios morales. Hoffman ve una

progresión natural en la empatía, desde la infancia en adelante. Como hemos visto,

al año de edad el niño siente aflicción cuando ve que otro cae y empieza a llorar; su

compenetración es tan fuerte e inmediata que se lleva el pulgar a la boca y hunde la

cabeza en el regazo de su madre, como si fuera él el que se ha hecho daño.

Después del primer año, cuando los niños tienen más conciencia de que son

distintos de los demás, intentan activamente consolar a otro niño que llora, por

ejemplo ofreciéndoles su osito de peluche. Ya a los dos años los niños empiezan a

darse cuenta de que los sentimientos de otra persona son distintos de los de ellos, y

así se vuelven más sensibles a los indicios que revelan lo que en realidad siente otra

persona; en este punto pueden, por ejemplo, reconocer que el orgullo de otro chico

podría significar que la mejor manera de ayudarlo cuando llora es no llamar

indebidamente la atención sobre él.

En la etapa final de la infancia aparece el nivel más avanzado de empatía, a

medida que los chicos son capaces de comprender la aflicción más allá de la

situación inmediata, y de ver que la condición de alguien en la vida puede ser una

fuente de aflicción crónica. En este punto, pueden compadecerse del aprieto que

sufre todo un grupo, como los pobres, los oprimidos o los marginados. En la

adolescencia, esa comprensión puede reforzar convicciones morales centradas en

el deseo de aliviar los infortunios y la injusticia.

La empatía es algo subyacente a diversas facetas del juicio y la acción

morales. Una de estas facetas es la "ira empática", que John Stuart Mill describió

como "el sentimiento natural de la represalia... reflejado por el intelecto y la simpatía

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

aplicable a... aquellas heridas que nos lastiman al lastimar a otros". Mill llamó a esto

el "guardián de la justicia". Otro ejemplo en el que la empatía conduce a la acción

moral se presenta cuando un transeúnte decide intervenir en ayuda de una víctima;

la investigación muestra que cuanta más empatía siente el transeúnte por la víctima,

más probabilidades existen de que intervenga. Algunas pruebas demuestran que el

nivel de empatía que sienten las personas también matiza sus juicios morales.

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LA EMPATÍA PÉRSICO, L. (2003). INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: LIBSA.

(PÁGINAS 111 A 116)

LA EMPATÍA

El medio en que nos movemos es, ante todo, un medio social. A excepción

de unas pocas personas que viven aisladas y teniendo muy poco contacto con el

resto de la gente, nuestra vida transcurre en estrecho contacto con otros seres

humanos. En la familia, en el colegio, en la universidad y posteriormente en el

medio laboral, estamos rodeados de personas que tienen, al igual que nosotros,

formas propias de ver la vida, opiniones, emociones, sentimientos y deseos que, a

menudo, son diametralmente opuestos a los nuestros.

Detectar en cada momento y de forma natural qué es lo que sienten los

demás, qué es lo que esperan de nosotros y cómo nuestras palabras o acciones

mueven sus sentimientos, es todo un arte. ¿Cuántas veces hacemos daño sin

darnos cuenta con una palabra de más, con un comentario casual o con una

broma? ¿Cuántas veces nos sentimos engañados, estafados, porque no hemos

llegado a comprender a tiempo las intenciones de los demás?

En nuestra sociedad no es demasiado frecuente que se expresen

verbalmente las emociones sino que, por el contrario, se considera de buen gusto

el callar los sentimientos desagradables, sobre todo los negativos, ante toda

persona con la que no se tenga una cierta intimidad. Uno puede hablar de la

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INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.

tristeza que experimenta ante una pérdida con un amigo o con un familiar, pero

difícilmente se la transmitirá a su jefe o a la persona que le vende el pan.

Al hablar de lo que sentimos dejamos al descubierto nuestros miedos y

necesidades, nuestros deseos y nuestras esperanzas. Si lo hiciéramos ante

desconocidos, nos sentiríamos vulnerables ante quien nos está escuchando

porque es como si le diéramos la llave de nuestra fortaleza interior y probablemente

no confiaríamos plenamente en que sabría darle un uso correcto. De la misma

manera, nos mostramos discretos y hacemos pocas o ninguna pregunta a

personas que no son de nuestra mayor confianza para no provocarles inquietud,

para no invadir su intimidad. Hay una suerte de acuerdo tácito de no inmiscuirnos

en aquellas cosas que podrían hacerle sentir vulnerable ante nosotros.

Pero no sólo se exteriorizan las emociones verbalmente; también se

transmiten por medio de gestos, tonos de voz, detenciones en el discurso,

expresión facial, etc. El investigador Charles Darwin (1872-1965) propuso que para

expresar facialmente una emoción cada especie utiliza una serie de gestos innatos

que realiza a través del movimiento de los músculos faciales. En el año 1961, los

investigadores Ekman y Friesen estudiaron la capacidad que

mostraban los habitantes de una tribu aislada de Nueva Guinea para reconocer las

diferentes emociones que se expresaban a través de fotografías de individuos

occidentales. Los habitantes de esta tribu no sólo no tuvieron ningún problema en

atribuir a cada gesto la emoción correcta sino que, además, los occidentales no

mostraron tampoco ninguna dificultad en reconocer las expresiones faciales de los

moradores de esta tribu.

La primera conclusión que Ekman y Friesen sacaron de esta experiencia, fue

que las expresiones eran conductas no aprendidas sino congénitas. En cambio, las

palabras con que en cada idioma se designan las emociones, que son sumamente

variadas según la lengua y la cultura, sí son aprendidas.

Lo que aún no se ha determinado es si los demás medios por los cuales se

comunican las emociones como posición del cuerpo, tonos de voz, detenciones en

Page 15: Lecturas

INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.

el discurso, posición de las manos, etc. surgen a partir del aprendizaje o, por el

contrario, son parcialmente innatos.

Percepción y expresión de las emociones

Las investigaciones que se han hecho con respecto a la comunicación, han

revelado que el 90% de los mensajes emocionales son de naturaleza no verbal. La

mayoría de ellos son captados inconscientemente, de modo que el interlocutor ni

siquiera se da cuenta de ellos. Las personas empáticas, tienen una predisposición

marcada a reaccionar emocionalmente ante estas señales, entrando en clara

sintonía con la persona con la que se están relacionando.

Empatía, sí; compasión, no

Es típico de las madres, por ejemplo, el decir a sus hijos: «No me engañes,

tú estás preocupado por algo; ¿qué te ocurre?» Más aún: en muchas ocasiones,

cuando perciben emociones perturbadoras en ellos, adoptan el tono y gesto

adecuados para fomentar en sus hijos la confianza y la búsqueda de consuelo.

Ellas no prestan tanta atención a todo lo que el hijo hace o dice disimulando su

inquietud, sino que perciben intuitivamente esos mensajes no verbales con que se

transmiten las emociones.

Desde la infancia todos pasamos por momentos de ira y frustración, de

miedo, de amor o de tristeza y el recuerdo de estas emociones, tanto de las

positivas como de las negativas, está almacenado en nuestra mente emocional; las

reconocemos y, de alguna manera, hemos aprendido a desechar o manejar las que

nos duelen y a disfrutar de las que nos proveen bienestar.

Las personas altamente empáticas sintonizan con las emociones de los

demás, las comparten y, en cierta forma, las viven. Saben ponerse en el lugar del

que ven sufrir y recordar, en cierta manera, lo mal que han podido sentirse ellos

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INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.

mismos ante la emoción que ven experimentar. Eso les lleva a compartir la

emoción, comprenderla en el otro e intentar ayudar.

Hay una gran diferencia entre compartir las emociones ajenas y sentir

lástima por quien las está viviendo. Compartir un sentimiento no nos pone

jerárquicamente hablando en una posición superior ni inferior; nos hace iguales, ya

que reconocemos el sentimiento ajeno como algo que también está, aunque no sea

más que como recuerdo, en nosotros mismos. Compadecerse de alguien, sentir

lástima, por el contrario, nos coloca en una posición de superioridad; es como si

dijéramos «a mí no me ocurre, lo siento por ti».

Así como la empatía es un sentimiento saludable y curativo, la compasión es

peyorativa y denigrante; coloca siempre a quien la recibe en una posición de

inferioridad que le puede llevar a sentirse aún más desgraciado.

¿Se puede desarrollar la empatía?

Las personas que rehúsan el contacto con sus propias emociones, que

evitan a toda costa conmoverse, tienen una mayor predisposición a sentir

compasión de los demás. No es que pretendan sentirse superiores; sencillamente

son incapaces de revivir en sí mismos los sentimientos negativos porque no saben

cómo desembarazarse luego de ellos.

La empatía es una capacidad que, al parecer, se desarrolla muy

tempranamente. Si contemplamos durante un rato el nido de una maternidad,

podremos observar que en cuanto un niño se echa a llorar inmediatamente otros

rompen en llanto. También se puede comprobar que se muestran más inquietos o

molestos cuando su madre tiene algún problema. Esta conducta también se

observa en niños mayores. En las guarderías, por ejemplo, el llanto de uno de los

niños puede desencadenar en otras actitudes de perplejidad, miedo, confusión o

bien de solidaridad.

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INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.

Algunos niños muestran una gran capacidad para percibir las emociones de

los demás en tanto que otros permanecen ante ellas más bien indiferentes. Se ha

constatado que si al niño se le enseña a captar el dolor que pueda producir en

otros, la empatía que finalmente desarrollará será considerablemente mayor.

También es importante la manera en que se trate al niño cuando manifiesta

emociones perturbadoras, ya que nuestros gestos le permitirán aprender y

desarrollar una buena cantidad de respuestas empáticas.

Cómo detectar las emociones ajenas

Cuando nuestras propias emociones nos embargan, nos perturban, es

prácticamente imposible acompañar a otros en sus sentimientos, porque toda la

atención disponible está dirigida básicamente hacia nosotros mismos. Las

personas con un alto grado de inteligencia emocional, desarrollan también un alto

grado de empatía. El oír una desgracia ajena, por ejemplo, no despierta en ellos

sentimientos angustiosos e indomables, sino el suave recuerdo de haber vivido esa

emoción y la comprensión del sufrimiento ajeno.

Las palabras no lo dicen todo; incluso una misma frase, expresada en un

tono o en otro, puede tener significados totalmente opuestos. Lo que enriquece y

completa la comunicación verbal son los gestos y actitudes, ya que estos nos

hablan de la emoción que está viviendo nuestro interlocutor.

Si bien la empatía se desarrolla fundamentalmente en la infancia y guarda

una estrecha relación en la forma en que los padres han sabido reconocer las

emociones del niño, también es cierto que se puede aprender a detectar ciertas

señales en los gestos, ciertos matices de voz o movimientos corporales, que

puedan darnos pistas acerca de lo que sienten los demás.

Si tenemos una actitud de extrema concentración en las palabras, si a

medida que nos están hablando vamos preparando en nuestra cabeza las

respuestas que daremos a continuación, es difícil que percibamos la carga

emocional que acompaña el discurso de nuestro interlocutor. Otro tanto ocurre

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INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.

cuando nos preocupamos demasiado por dar una buena impresión, porque

estamos mucho más pendientes de nosotros mismos observándonos «desde

afuera» que de la persona con quien intentamos comunicarnos.

¿Por qué no reaccionan como esperamos?

Para poder detectar los movimientos emocionales de los demás debemos,

ante todo, interesarnos en ellos como personas; mostrarnos abiertos,

comprensivos y permeables. Si nos encerramos en un muro de prejuicios y miedos,

no sólo no vamos a poder entender en toda su amplitud lo que nos quieren

transmitir, sino que tampoco podremos comunicar certeramente nuestros propios

puntos de vista, porque éstos no son sólo pensamientos puramente racionales,

conceptos fríos, sino que siempre están teñidos por las emociones que nos

despiertan.

Es bastante frecuente que las personas reaccionen de una forma totalmente

imprevista ante nuestras acciones o comentarios.

Gracias a la empatía podemos saber lo que otros necesitan. Sin esta

cualidad, es realmente difícil poder desarrollar una solidaridad correctamente

enfocada.

Para algunas profesiones la empatía es fundamental; un buen vendedor

sabe qué fibras tocar en su cliente para despertar la confianza; a medida que habla

percibe las emociones que van suscitando sus palabras y altera su discurso en

función de los efectos que producen.

Quienes dirigen equipos de trabajo o los directores de empresa, por ejemplo,

necesitan mantener un contacto emocional con sus empleados porque sólo así

podrán motivarlos y entusiasmarlos. Otro tanto ocurre con los educadores.

Hay individuos que carecen totalmente de empatía: son los sociópatas;

personas que pueden inflingir daños atroces a sus víctimas sin sentir ningún tipo de

emoción. Un ejemplo de ello lo vemos en la película El Silencio de los

Page 19: Lecturas

INTELIGENCIA EMOCIONAL PÉRSICO, L.

Inocentes. El protagonista, Hannibal Lecter, podía matar a sus víctimas de la

manera más espantosa y, mientras lo hacía, su corazón no superaba las ochenta

pulsaciones por minuto. Esa es la frialdad y calma que muestran muchas de las

personas que han sido convictas por asesinato. Algunos, inclusive, se vanaglorian

de los actos atroces que han cometido sin mostrar el menor signo de empatía hacia

las víctimas.

Hoy, en algunas cárceles de Estados Unidos, se imparten tratamientos

psicológicos destinados a despertar la empatía de los reclusos que han cometido

violaciones o abusos a menores. Consisten en leer narraciones o ver videos en los

cuales las víctimas cuentan desesperadas la experiencia que han vivido. En un

paso posterior se les obliga a relatar lo sucedido pero poniéndole esta vez en el

lugar de la víctima.

La proporción de violadores que después de pasar por este tratamiento

reincidían, era la mitad que entre los que no lo habían recibido.

Page 20: Lecturas

EMPATÍA WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA

EMOCIONAL. ESPAÑA: GESTIÓN.

(PÁGINAS 115 A 129)

EMPATÍA

Captar el mensaje: creer en sus sentidos

La empatía es la capacidad de entrar en la mente y personalidad de alguien, y

con esto disponer de una experiencia imaginativa de los sentimientos subjetivos de

la persona o sus emociones internas. Incluye la capacidad de aplicar esas

habilidades y atributos a niveles de grupo y organizacionales, así como de persona

a persona. La empatía es el significado, por tanto, por el cual percibimos señales

implícitas, o «pistas emocionales», que podrían no ser detectadas de otra forma. En

efecto, es un sistema altamente sofisticado, nuestra «antena social».

Recogemos señales encubiertas de otras personas a través de observar su

comportamiento: las cosas que dicen y no dicen, cuándo hablan y cuándo

permanecen en silencio, a quién hablan y cómo, con quién se asocian y a quién

ignoran, sus gestos y movimientos de los ojos (todo lo que llamamos «lenguaje

corporal»), y los cambios sutiles en el humor en el tiempo y en diferentes contextos.

De hecho, una alta proporción de los mensajes emocionales que recibimos son

no-verbales, es por lo que subrayamos su importancia como un elemento de la

conciencia de uno mismo. Muy a menudo, es la rabia en el tono de voz de una

persona, la mirada de sus ojos y el movimiento de los dedos, lo que nos dice cómo

se están sintiendo verdaderamente, en lugar de lo que realmente están diciendo.

Page 21: Lecturas

PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

Podrían haberse controlado mejor, pero su comportamiento ha revelado

información importante sobre cómo se está sintiendo.

Usted podría decir que contamos con otras personas para que se revelen

ellas mismas a través de una muestra imprudente de emoción, pero hay más

empatía que la que distinguen nuestros cinco sentidos. La parte intuitiva de nuestras

mentes -nuestra percepción extrasensorial o «sexto sentido»- recoge cosas que

nuestros otros sentidos fallan al reconocer. Algunas veces usted simplemente

«sabe» algo sin necesariamente saber cómo o por qué. Usted sabe que esto y

aquello le llevará a las lágrimas, o que otra persona dará una excusa y saldrá de la

sala. Durante la mayor parte del tiempo parece que no hacemos un esfuerzo

consciente, salvo prestar atención o tratar de dar sentido a la cantidad de datos que

estamos asimilando. Es como si, simplemente, estuviéramos actuando de esponja,

chupándolo todo y almacenándolo profundamente bajo la superficie con un

propósito no aparente, en lugar de para una futura referencia que pudiera surgir. En

efecto, usted lo sabe, pero no sabe que lo sabe.

Dicho esto, nuestras mentes tienen el hábito de trabajar a un nivel

subconsciente -incluso cuando estamos durmiendo- y al hacer esto a menudo crea

fragmentos al azar y aparentemente desconectados de información verbal y no

verbal. Entonces, como por casualidad, algo que hace o dice una persona actúa

como un catalizador y las piezas del rompecabezas empiezan a colocarse en su

sitio; ese sentido que teníamos de que algo estaba mal, pero que no sabíamos qué,

de repente cristaliza y se vuelve aparente. Armado con esta nueva perspectiva

emocional, podemos empezar a hacer sutiles ajustes a nuestro comportamiento

para acomodarlo, un proceso conocido como «sensibilización».

Lo que significa es esto. Si hemos de comportarnos de una manera

emocionalmente inteligente, la empatía necesita operar a tres niveles

interdependientes. El más bajo es el principal contacto con las señales que emite la

gente, las cuales nos proporcionan pistas de sus emociones internas. Estas señales

nos permiten discernir, sin que nos lo digan, el trasfondo sociopolítico que existe en

grupos y organizaciones: quiénes son los «líderes de opinión», quién toma

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PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

realmente las decisiones, quiénes son los «amigos» y los «enemigos», y qué es lo

tácito, valores y creencias no declaradas. Si, por cualquier razón, somos insensibles

a esas señales y fracasamos al reconocerlas -si nuestra «antena social» no

funciona- estamos privados de las «pistas emocionales» que necesitamos facilitar a

nuestro comportamiento.

Aspectos de la empatía

Las consecuencias de malinterpretar a la gente no deberían ser descartadas

a la ligera. Después de todo, les estaremos comunicando algo sobre nosotros

mismos -sobre nuestra empatía o la falta de ella- y a cambio nos empezarán a

colocar etiquetas basadas en cómo perciben nuestra personalidad y

comportamiento.

La empatía se divide en cuatro aspectos clave:

• ser sensible y comprender a los demás;

• hacer de las necesidades e intereses de otros su punto de referencia;

• seguir el desarrollo de otra gente;

• estar entonado social y políticamente.

Ser sensible y comprender a los demás. Los individuos con empatía son

sensibles respecto a los demás y están prestos para hacer un esfuerzo por entender

su comportamiento. Esto significa que no sólo son buenos al sentir las emociones

internas de otras personas (por ejemplo, recogiendo pistas sensoriales y

extrasensoriales acerca de cómo otros están sintiendo), sino que se toman tiempo

para tratar de comprender sus puntos de vista. No asumen simplemente que la otra

persona siente de la misma forma que ellos y comparten su perspectiva; reconocen

que su propio punto de vista personal no es el único válido de consideración.

Considere, por ejemplo, al orador en una conferencia internacional en la cual

los delegados (y el orador) estaban recibiendo traducciones simultáneas de los

procedimientos en el idioma de su elección. Al final de la presentación, los

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PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

miembros de la audiencia fueron invitados a expresar sus propios puntos de vista en

los temas bajo consideración y hacer preguntas al orador. Cuando habló uno de los

delegados, lo hizo con una obvia pasión que contrastó con los cuidadosos tonos

modulados que el orador principal oyó cuando el traductor resumió lo que estaba

diciendo. En lugar de responder a la pregunta expuesta por el delegado, el orador

optó por lidiar primero con las emociones, las cuales habían sido evidentes en el

tono de voz, expresiones faciales y ademanes que estaba aplicando mientras

hablaba y los movimientos de cabeza de aquellos que estaban a su alrededor.

Por tanto, el orador respondió diciendo que había oído lo que se había dicho a

través del traductor, pero que también le había impresionado la fuerza de las ideas

que se habían expresado. Siguió sugiriendo que los sentimientos que sustentaban

las cosas que se habían dicho parecían ser muy importantes para dejarlos

simplemente de lado; deberían ser el punto de partida de la discusión. Esto inició un

diálogo constructivo entre los presentes en el que fueron clarificadas diferentes

posiciones de valores, fue explorada la base común y el tema fue examinado en

considerable profundidad. Lo que podría haber sido una discusión confrontativa se

convirtió, en cambio, en una sincera reunión de corazones y mentes.

La empatía, por tanto, no acaba con leer los sentimientos de otras personas y

tratando de entender sus puntos de vista; involucra utilizar esas perspectivas de

forma que le sean de ayuda así como de apoyo de los individuos, grupos y

organizaciones con las que esté involucrado.

Hacer de las necesidades e intereses de los otros su punto de referencia. La gente que sobresale en este aspecto de la empatía no sólo es buena

en percibir los sentimientos emocionales y necesidades de los demás, sino que está

deseosa de hacer el esfuerzo de ver las acciones, eventos y situaciones desde

puntos de vista diferentes de los suyos y actuar de acuerdo con ello. Por tanto, no

asumen que la otra gente automáticamente comparte sus perspectivas, sino que

reconocen que en una situación determinada, existe más de un punto de vista que

necesita ser considerado. La gente que no comparte esta amplitud de visión y

apertura a alternativas está expuesta a encontrar problemas de una naturaleza

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PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

emocional a múltiples niveles, que van desde relaciones personales a través de sus

interacciones sociales con otras personas, hasta incluir a aquellos con quienes

trabaja.

El error en ver cosas desde el punto de vista de la otra persona, a menudo

lleva a dificultades en relaciones personales con la familia y amigos. Si sus

pensamientos y sentimientos internos no son tomados en consideración cuando se

están adoptando las decisiones, lo que puede empezar como una pequeña irritación

puede desbordarse hasta el punto en el cual contribuye a romper la relación. Tal

comportamiento puede perdonarse si se da aisladamente donde normalmente

existe respeto por los sentimientos de cada uno y puntos de vista. Sin embargo, si

se da repetidamente de forma poco considerada, es probable que se convierta en

una fuente de profundo resentimiento, especialmente si el comportamiento es

acompañado por un total descuido por los efectos que está teniendo en la otra

persona en la relación.

Seguir el desarrollo de otra gente. Los individuos con fortaleza en este

aspecto de la empatía son de crucial importancia en todo tipo de situaciones,

notablemente donde los niños de todas las edades están siendo cuidados y

enseñados, y donde la gente está siendo entrenada y educada. Entonces está el

lugar de trabajo, donde el aprendizaje basado en el trabajo es cada vez más visto

como la clave de la mejora continuada de los artículos y servicios que proporcionan

las organizaciones. En este contexto, por tanto, la empatía tiene un papel clave en el

progreso del aprendizaje de la vida.

Está claro que usted no puede llegar lejos ayudando a los demás si le falta

conciencia de cómo la confusión emocional interna puede influir en el desarrollo de

los individuos y grupos. El hecho de que hablemos sobre «las sacudidas», «examen

de nervios» y «estado de sobresaltos», indica que somos conscientes de la forma

en que esa confusión puede afectar a la manera en que nos desenvolvemos, tanto

si es en un examen de conducir, un examen, un «gran juego» (aunque sea en el

centro de ocio local), o el primer día en un nuevo trabajo. La relación entre nuestros

sentimientos internos y la calidad de nuestro desempeño no está clara. En algunas

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PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

circunstancias, un cierto grado de nervios -estando «dispuesto»- es probablemente

beneficioso, siempre y cuando se mantenga bajo control. Por otro lado, como todos

sabemos por experiencia, un exceso de ansiedad puede tener un impacto adverso

en cómo nos desempeñemos, especialmente cuando vemos que hay mucho en

juego.

Estar entonado social y políticamente. Regrese a un momento en el que

empezó un nuevo trabajo, o a su primer trabajo. En el instante en que puso un pie en

el edificio, no tuvo duda de que sería juzgado por un baremo de características

-quizá la ropa que llevaba la gente, el grado de formalidad de las interacciones entre

la gente, la amabilidad de la recepcionista y la gente de seguridad, el mobiliario de la

oficina, el uso del color, la cantidad y naturaleza de la literatura disponible de la

empresa, etc.- Estas y numerosas otras características le proporcionaron una serie

de pistas de cómo estaba operando la empresa, qué enfoques funcionaban allí y

cuáles eran probables que no funcionaran. Lo que estaba consiguiendo eran sus

primeras percepciones de las reglas no escritas y no habladas operando en esa

organización, aquellas reglas que la «vieja guardia» da por sentadas, pero las

cuales debe aprender y aplicar si tiene que sobrevivir y prosperar. Es este aspecto

de la empatía del que estamos hablando; estar entonado social y políticamente en

las situaciones en las que se encuentra.

Estar al corriente es ser capaz de detectar las estructuras sociales informales

y las relaciones de poder escondidas que se encuentran entre los grupos y

organizaciones. Debajo de lo que podría parecer una superficie en calma, existen

poderosas corrientes y contracorrientes que pueden ser extremadamente

peligrosas para el incauto; esto es, aquellos con falta de atención social y política.

¿Dónde están las alianzas no documentadas, los grupos de amistades, camarillas y

bases de poder? El verdadero empleado sabe exactamente dónde residen el poder

y la influencia y cómo son ejercidos -quién se supone que está a cargo y quién

manda realmente y toma las decisiones clave-. También saben quiénes son los

«líderes de opinión» aquellas personas a las que se necesita convencer en primer

Page 26: Lecturas

PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

lugar sobre la eficacia de una acción en particular si tienen alguna oportunidad de

persuadir al resto.

Page 27: Lecturas

SEA EMPÁTICO SEGAL, J. (1997). SU INTELIGENCIA EMOCIONAL.

BARCELONA: GRIJALBO.

(PÁGINAS 129 A 148)

SEA EMPÁTICO

Cuando puede permanecer conectado con su modo de sentir en todo

momento, la empatía -la intuición certera de cómo se sienten los demás- viene de

forma natural. Luego es cuestión de dar un salto para equilibrar sus necesidades

con las de los demás a satisfacción de todos. Otro salto, se ve reflejado en la

formación de relaciones duraderas y mutuamente respetuosas.

Por qué el conocimiento de nuestros sentimientos puede hacernos tan

competentes en la comprensión del idioma emocional de los demás no está del todo

claro. Atribúyalo a la biología que compartimos y a la atracción irresistible de la

compañía de los demás.

Daniel Goleman denominó a la empatía «la habilidad fundamental de las

personas» en su libro Inteligencia emocional. «Las personas con empatía -afirma

Goleman- son líderes naturales que saben expresar el sentimiento colectivo no

expresado y articularlo para guiar a un grupo hacia sus objetivos.» Como muestran

los tests realizados con más de 7.000 personas en Estados Unidos y otros 18

países, los beneficios de ser empático incluyen el estar mejor adaptados

emocionalmente, ser más populares, más extrovertidos y tener más éxito en el

terreno sentimental. Según los investigadores de la inteligencia emocional Thomas

Page 28: Lecturas

SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J. Hatch y Howard Gardner, la empatía es el ingrediente necesario para tener encanto,

éxito social e incluso carisma.

Ábrase a la empatía

Superar el primer obstáculo: una educación no empática

Conozco a una niña de dos años cuya madre la encontró meciendo la cuna

de su hermanito en mitad de la noche. Cuando la madre de la niña le preguntó

«¿Qué haces», la niña respondió: «Bebé llora».

Conozco a una niña de seis años cuya hermana menor cogió un miedo atroz

a los gusanos después de encontrar medio gusano en la manzana que se estaba

comiendo. Los días de lluvia, la más pequeña tenía miedo de ir andando al jardín de

niños porque la lluvia hacía salir los gusanos a la acera. Esos días, su hermana de

seis años llevaba en brazos a la de cinco, que abultaba casi tanto como ella, hasta el

colegio y de vuelta a casa.

También sé de un niño de tres años al que le gustaban mucho los animales y

se negaba a comer carne porque, como él decía: «Yo no me como a mis amigos».

Nacemos para ser empáticos. En realidad, expertos en psicología del

desarrollo consideran que la incapacidad de experimentar los sentimientos de los

demás en los primeros años de vida es una causa definitiva para preocuparse. Una

vez descartados los defectos fisiológicos, estos científicos empezarán a examinar

cómo se ha tratado al niño. Los niños tratados con empatía tienen más

probabilidades de tratar así a los demás.

¿Su madre sabía cuándo estaba usted triste sin que usted le dijera nada?

¿Recuerda a su padre sonriendo cuando estaba muerto de cansancio porque

encontraba contagiosa la alegría de usted? En este caso, puede que sea usted

empático de forma natural. ¿O sus miedos eran apartados y despreciadas sus

desilusiones? ¿Sus padres ahondaban para solucionar las cosas cuando usted

estaba realmente preocupado... o sus preocupaciones acababan inquietándoles

tanto que al final era usted quien les consolaba a ellos?

Page 29: Lecturas

SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J. Superar el segundo obstáculo: rechazar los mitos culturales acerca de la empatía.

Mito no. 1: la empatía es demasiado arriesgada: No puedo sumergirme

en los sentimientos de otro. La verdad: empatía no es simpatía

Mito n° 2: la empatía me impedirá hacer lo mejor para mí. La verdad: el

corazón humano es infinitamente extensible.

Mito n° 3: la empatía es debilidad. La verdad: la empatía otorga poder.

Superar el tercer obstáculo: las ideas preconcebidas

Mito n° 4: si me dejo conmover por el problema personal de alguien,

tendré que solucionarlo. La verdad: la gente quiere comprensión, no

necesariamente ayuda.

Las ideas preconcebidas influyen en los encuentros con los demás,

impidiendo la conducta empática. Las ideas preconcebidas pueden ser más

obstinadas y más peligrosas cuando se aplican a otras personas.

Aprenda a equilibrar sus necesidades con las de los demás

Como siempre, comprender el origen del problema constituye la mitad de la

solución. Cuando nos encontremos con personas que de las cuales tenemos

prejuicios, ideas preconcebidas, impresiones subjetivas, etc., tome conciencia,

revise el origen y ábrase poco a poco a la empatía por las personas a las que hasta

entonces juzgaba con aspereza.

La conciencia activa es como poner dos ordenadores a funcionar en un

problema en lugar de uno. La empatía es como tener una red entera de ordenadores

a su disposición. Mientras la conciencia activa comunica sus decisiones a corto y a

largo plazo respecto a qué le conviene a usted, la empatía comunica cualquier

decisión que afecta a otras personas. Cuando usted utiliza la agudeza emocional

así como los demás sentidos para escuchar, la comunicación se vuelve productiva y

eficiente.

Page 30: Lecturas

SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J.

Incluso cuando no puede reaccionar instantáneamente, la empatía le motiva

para que rectifique un problema porque su cuerpo le incita a responder al mensaje

de que algo va mal.

Lo que la mayoría de personas pide realmente es que tratemos de reconocer

lo que están sintiendo y aceptemos que es tan importante para ellos como nuestros

sentimientos lo son para nosotros. La empatía lo hace posible.

La empatía no sólo nos libra de etiquetar a una persona como correcta y a la

otra como errónea, sino que nos permite estar en desacuerdo sin mostrarnos

desagradables. La empatía es contagiosa. La empatía posee el poder de abrir el

corazón de los demás.

La clave consiste en escuchar con el cien por ciento de atención. Eso no

significa exhibir una expresión conmovedora mientras compone mentalmente una

respuesta llena de piedad. Mantenga el cuerpo receptivo a cualquier mensaje que

pueda venir mientras usted centra todos sus sentidos en la persona que tiene ante

sí. Si le parece difícil, recuerde que no tiene que desviar energía mental hacia esta

tarea. Al contrario, tiene que impedir que su mente interfiera con las señales

emocionales. Si es necesario, como siempre, respire plena y profundamente,

relájese y concéntrese para sintonizar su cuerpo con los sentimientos de la otra

persona.

Asimismo, recuerde que los demás sólo son responsables de sus propios

sentimientos. No puede usted esperar adivinar los sentimientos de una persona

absolutamente incomunicativa. La empatía no le convertirá en adivino, en vidente o

en brujo. Simplemente le asegura que percibirá cualquier señal enviada a través del

habla, los gestos, la expresión facial y el lenguaje del cuerpo. Con el tiempo, las

señales que llegue a comprender constituirán una importante sabiduría. Gestos que

nadie más observará pueden causar una señal física en usted, en especial cuando

el emisor sea alguien muy próximo a usted. Puede incluso aficionarse a anticipar

cómo sentirán ciertas personas en determinadas circunstancias, pero confíe

siempre en la reacción del momento. Las personas cambian con el tiempo y no hay

que encasillarlas.

Page 31: Lecturas

SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J. ¿Cuánto es dar demasiado?

Es posible que a algunas personas les resulte más difícil escuchar de forma

empática que a otras.

¿Qué hace cuando alguien por quien siente un profundo afecto quiere más de

lo que usted puede dar? ¿Debería visitar a sus padres ancianos cada fin de semana

como ellos quieren? ¿Debería pasar una hora leyendo a su hija antes de

acostarse cada noche? ¿Debería acudir a las reuniones del comité de beneficencia

como acordó, ahora que sus responsabilidades laborales se han duplicado?

La conciencia activa y la empatía pueden evitar que se vea asfixiado por

necesidades opuestas.

De la empatía a la compasión

Reconocerá que ha encontrado el equilibrio correcto cuando lo que

haga por los demás también le haga sentirse bien a usted.

Si existe una consecuencia que vaya unida a la empatía es que la empatía

abre los ojos al sufrimiento de los demás. Una vez que sintonizamos con sus

sentimientos, es muy difícil hacer caso omiso a una persona sin hogar, a un padre

que ha perdido a un hijo en un tiroteo en la ciudad o a un joven que muere de sida.

La relación entre empatía y afecto es obvia. Cuando experimentamos el

sufrimiento de los demás, nos preocupamos y queremos actuar. Daniel Goleman

menciona que el investigador Martin Hoffman afirma que las raíces de la moralidad

hay que encontrarlas en la empatía, ya que al compartir la congoja de otro nos

sentimos movidos a ayudar. La empatía no sólo nos hace padres, amigos,

miembros de la familia y compañeros de trabajo más comprensivos, amorosos y

afectuosos, sino mejor ciudadanos del mundo. Personas a las que no conocemos

-completos extraños- empiezan a importar porque cuando vemos u oímos hablar de

su sufrimiento, sentimos que queremos responder de alguna manera.

La empatía nos llama la atención sobre temas de necesidad e injusticia social

que requieren que actuemos. Los problemas sociales se convierten

Page 32: Lecturas

SU INTELIGENCIA EMOCIONAL SEGAL, J. en nuestros problemas, porque con la empatía realmente sentimos que formamos

parte de la sociedad.

Page 33: Lecturas

LA HABILIDAD DE TRATO TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA

EMOCIONAL. ESPAÑA: OCÉANO.

(PÁGINAS 183 A 193)

LA HABILIDAD DE TRATO

Si quieres hallar en cualquier lado amistad, dulzura y poesía, llévalas

contigo.

GEORGE DUHAMEL.

Cómo son las personas con habilidad de trato

Algunas personas viven seguras y cómodas, en el papel de ser ellas mismas.

Pueden expresar cómo se sienten sin dejar que las emociones tomen las riendas de la

situación. Esta habilidad de trato es un arte. Analizando a quienes tienen una especial

habilidad para ello, podemos aprender a mejorar.

Tienen un alto concepto de sí mismas

Son empáticas, se conectan con los demás

Se sienten protagonistas de sus vidas

Tienen poder de convicción

Page 34: Lecturas

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

Estar seguro de sí mismo

Un concepto sano de uno mismo implica sentirse valioso, competente y muy

seguro. Este sistema de actitudes es aprendido.

La importancia del concepto que se tiene de uno mismo estriba en que éste es el

sistema que tenemos para interpretar lo que nos pasa.

La seguridad en uno mismo tiene un efecto acumulativo: creciendo y reforzándose

cuando es alta, y rebajándose cuando es deficitaria.

Por ejemplo: «Fui tan tonto que llegué tarde» = confirmo que soy tonto; «Fueron

tan tontos que no me esperaron» =

Las personas con bajo autoconcepto

confirmo que los tontos son los demás.

Los investigadores de los conceptos que tenemos de nosotros mismos han visto

que las personas con un bajo concepto adolecen de unos rasgos que ayudan a

identificarlos:

Son muy sensibles a las críticas, pues validan su inferioridad.

Dan más importancia a las valoraciones hechas por los demás que a las hechas

por sí mismos.

Tienden a ver sus fallos como logros de los demás, proyectando en ello las culpas.

Valoran excesivamente la adulación, a la cual se amarran.

Las personas con alto autoconcepto

Tienden a apartarse de los demás, a ser tímidos y a rehuir las competencias.

Los signos que denotan quién tiene un buen concepto de sí mismo son:

Abiertos a cambiar, a la luz de la experiencia.

No se preocupan por el pasado ni por el futuro.

Page 35: Lecturas

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

Confianza en que podrán hacer frente a los problemas a pesar de sus fallos

ocasionales.

Creen que tienen un valor equivalente al de los demás, al margen de ciertos

atributos específicos.

Son sensibles a las necesidades de otros.

Diferentes estudios han demostrado que la gente que tiene un alto concepto

de sí misma, en comparación con los demás, tiende a:

Olvidar antes sus experiencias de fracaso.

Evaluar los resultados similares como más favorables para ellos.

A no gustar de las personas que no los valoran de forma positiva.

La autoconfianza

Además, en sus interacciones sociales, las personas con alto concepto de sí

mismas son menos influenciables, siendo más resistentes al poder de sugestión de los

medios de comunicación y preservando su independencia mental.

Se suelen distinguir dos formas de «alto concepto de uno mismo».

Un perfil que llamamos genuino, propio de quienes dan poca importancia a sus

fallos y a los rechazos sociales, llegando a relativizarlos.

Un segundo perfil sería el defensivo,

¿Cómo se forma el concepto de uno mismo?

propio de quienes evitan y niegan reconocer

sus fallos y los rechazos sociales.

Sabemos que no es algo innato, sino aprendido y por tanto susceptible de ser

mejorado. Aprendemos el concepto de nosotros mismos a partir de las valoraciones que

recibimos de los demás. Estas valoraciones nos influyen más cuanto:

Page 36: Lecturas

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

Más creíble, sincero, atento e interesado sea el opinante (para un niño las

personas más creíbles son sus padres).

Más perseverante y frecuente sea la valoración.

¿QUÉ ES LA EMPATÍA?

La empatía es la capacidad para comprender las emociones de los demás (captar)

y expresar las emociones propias (emitir). Numerosos estudios han investigado la

relación entre ambas habilidades y se ha encontrado que existe una alta correlación, en

especial dentro de una misma emoción específica.

Constantemente emitimos información sin percatarnos, a nivel no verbal, por tres

canales básicos:

1. La expresión facial

2. Los gestos y la postura corporal

3. El tono de voz

Si el mensaje emitido por estos tres canales es coherente se capta como auténtico.

Empatía como capacidad de comprender emociones (captar)

La gente que tiene el deseo y la capacidad de expresar sus emociones de forma

genuina, inspira confianza en los otros, ya que los mensajes que emite gozan de

coherencia.

Las presonas que tienen una alta capacidad de «captar» cómo se sienten los

demás, basándose en las pistas audio y vídeo no verbales que éstos muestran, son más

aceptados y atractivos, más populares. Además, están más dotados para: «ser cálidos,

comprender a los demás, comprender situaciones sociales, entender tonos de voz, captar

adecuadamente una postura y una cara».

Page 37: Lecturas

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

Empatía como capacidad de expresar emociones (emitir)

Protagonismo

Las personas que tienden a reprimir sus reacciones emocionales, guardarse sus

sentimientos, representan estímulos más pobres para los demás que los extravertidos

(Buck). Los emisores ineficaces tienden a quedarse solos y a ser más pasivos, tímidos y

contenidos.

Las personas con habilidad de trato saben que tienen un papel principal en sus

vidas, que son ellos quienes deciden. Esta sensación de dominio la transmiten a los

demás. Así, su manera de hablar denota un control sobre sus sentimientos,

pensamientos y acciones. Se ponen a ellos mismos como sujetos de sus:

Sentimientos: Por ejemplo, no dirían: «Eres el colmo», sino: «Ya estoy

harto» (el sujeto soy yo).

Pensamientos: Por ejemplo, no dirían: «Por favor, tendrías que hacer este

informe en cuanto puedas» (el sujeto eres tú), sino: «Por favor, quiero que

hagas este informe pronto» (el sujeto soy yo).

Sus acciones: Por ejemplo, no dirían: «Se ha roto la tapa del casete» (el

sujeto es el casete), sino: «Al sacar la cinta, me quedé con la tapa en la

mano».

Otra característica que los hace protagonistas es la habilidad de abrirse a

los demás de forma adecuada, revelando información personal, cosa que

les permite:

Definirse a sí mismos ante los demás, así son entendidos antes y es más

difícil que les olviden.

Autoconocerse, pues al hablar de ellos mismos se dan cuenta del tipo de

personas que son.

Page 38: Lecturas

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

Contactar más, dado que al dar información sobre cosas muy personales,

rompen las distancias e invitan al otro a sincerarse también.

Fomentar el desarrollo de la intimidad, pues dan una profundidad mayor a la

relación. Favorecen la confianza y aclaran los malos entendidos.

Convicción

Esta capacidad para expresarse a nivel personal entraña un riesgo; es importante

tener en cuenta las intenciones del interlocutor, el contexto, la sensibilidad, el tema. A

pesar de todo, si se realiza de una forma adecuada, ofrece altas recompensas.

Las personas carismáticas tienen un estilo comunicativo dominante: son los

demás los que responden a ellos y no al revés.

Estas personas pueden motivar a los demás porque comprenden cómo se sienten

y perciben sus necesidades, y así disponen de un poderoso refuerzo para condicionar o

persuadir.

Se ha definido la persuasión como la capacidad de poner en consonancia las

normas de los demás con las tuyas propias. Requiere reconocer cuál es el enfoque de la

realidad o “ángulo de visión” que posee la otra persona, para poder enfocarlo hacia el

nuestro.

Cómo puedes mejorar tu habilidad de trato

La convicción radica en el arte de comprender qué es lo que el otro más desea. Al

practicar tu habilidad de trato, reconoces mejor cómo se sienten los demás y dispones,

así, de más ascendiente sobre ellos.

He aquí algunas estrategias:

Grábate en un vídeo y analiza luego la coherencia de tus mensajes, la expresión,

la postura, el tono de voz... Así comprobarás si tus mensajes realmente resultan

claros y fieles a lo que tú quieres transmitir.

Page 39: Lecturas

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

Mientras escuchas música sentado, con los ojos cerrados, imagina tu propia

imagen espontánea y libre, en distintos contextos fantaseados, expresando a los

demás tus deseos.

Formúlate razonamientos que te pongan como piloto de tus pensamientos,

sentimientos y acciones.

Anima a los otros a hablar a nivel personal, mediante una escucha atenta.

Intenta pensar qué necesitan los demás.

Atiende a las razones genuinas que mueven a los demás.

1.

Decálogo para mejorar tu habilidad de trato

2.

Tu habilidad de trato depende, en gran medida, de cómo decidas tratar a los

demás.

3.

Ejercita la conciencia de ti mismo (meditación, visualización, etc.).

4.

Escúchate a ti mismo: lo que te es cómodo, lo que te hiere y lo que realmente

deseas.

5.

Sé tú mismo, sin restricciones.

6.

Sé consciente del mensaje que emites siendo como eres (grábate, pregunta,

analiza tus gestos, voz, indumentaria, etc.).

7.

Participa en un grupo para la comunicación o asesórate por un conocido de

confianza.

8.

Escucha de verdad a los demás, sin prisas y con sincero interés, hasta sentir cómo

se sienten ellos.

9.

Pon atención en las necesidades concretas de los demás.

10.

Recuerda siempre que, en la tarea de ser tú mismo, eres insuperable.

Piensa que practicar tu habilidad de trato implica desarrollar tu IE, porque implica

comprender cómo te sientes y cómo se sienten quienes te rodean.