las relatividades convenientes del intercambio de archivos
DESCRIPTION
ÂTRANSCRIPT
Las Relatividades Convenientes del Intercambio de Archivos
entre móviles y PC
Para
ROBERTO MÉNDEZ STINGL
UNIVERSIDAD OBERTA DE CATALUNYA
presentado por
FELIPE CARDONA
@fluipe
Introducción
La carga política de un dispositivo como un teléfono inteligente hoy, que en apariencia nos
da tantas y tan variadas opciones de configuración, o tantas de otorgarle múltiples funcio-
nes a través de cientos de miles de aplicaciones, queda hoy más que nunca en entredicho
cuando se trata del intercambio de datos entre dispositivos.
Casi suena a noticia vieja cuando se recuerda el candente debate entre usuarios produc-
tores o "Prosumidores" y los promotores de leyes represivas defensoras de copyright
como HADOPI, SOPA, PIPA o en Colombia #LEYLLERAS2 en los congresos nacionales
europeos y americanos.
Imágen parodiando al buscador de Google si estuviera regulado por la ley francesa HADOPI, consultado el
12 de Noviembre de 2012. http://www.lesmotsontunsens.com/files/hadopi-google.jpg
Grandes conglomerados mediáticos luchando con uñas y dientes, y hasta de manera des-
leal y ventajosa, contra el poder de los nuevos Prosumidores, pero por qué? De qué se
defienden con tanta vehemencia estos señores feudales del contenido? Qué tienen que
ver los móviles y los nuevos usos de estos en relación con el "social media" y esta cruza-
da arbitraria por los derechos de autor, que incluso busca criminalizar a quien comparta
un archivo mp3 o una película con un amigo, con penas similares o hasta mayores a la de
un violador o un ladrón?
Retomando lo dicho desde las teorías ANT (Actor-Network Theory) y SCOT (Social Cons-
truction of Technology) los determinismos tecnológicos y sociales hacen un tenso pulso
explicando qué influencia a qué, si la sociedad a la tecnología o a la inversa. De lo que si
se puede dar testimonio es que en caso de las políticas de intercambio de archivos asumi-
das por iOS y por el “resto” (Symbian, Android, Bada, Java...) el factor que influencia la fa-
cilidad o dificultad en esta actividad ciertamente está permeado por el problema de dere-
chos de autor ya citado. Es decir, claramente la influencia humana (si se quiere, un deter-
minismo social) hace virar con fuerza si se comparten los datos o no.
Content is King (And the Owner wants his money)
Todo el ruido levantado por la movilidad y más recientemente la comodidad de tener los
contenidos en la nube, no es más que por el contenido, en especial por quienes son sus
dueños. Hoy son los móviles, mañana cualquier otro dispositivo a partir del grafeno, lo que
importa es a donde va a parar el contenido, y si su intercambio produce un modelo de ne-
gocio, a dónde va la ganancia.
Y esto tiene todo que ver con la manera como los hoy empoderados Prosumidores com-
partimos nuestros datos, y más importante aún, se trata de como poco a poco grandes ju-
gadores tecnológicos como Apple o Google nos han llevado de la mano gentilmente a pa-
sar del compartir directo con tecnologías como el USB (1.0, 2.0 ahora 3.0, da igual) y el
Bluetooth a el uso extensivo y a veces unidireccional de las "nubes" informáticas que al-
macenan y procesan todo el contenido que producimos, haciendo una sutil pero conve-
niente intermediación. Intervención a la que se llega en la segunda década del siglo XXI
luego de extensas y desgastantes peleas legales que comienzan con Lars Ulrich en el
Congreso norteamericano denunciando a NAPSTER, y que hoy se concretan en una ma-
nera de ofrecer productos musicales y cinematográfico a través de los nuevos dispositi-
vos, en una única dirección: De los fabricantes a los usuarios.
Lars Ulrich, baterista del grupo “Metallica” en el año 2000 criticando el uso de NAPSTER como plataforma
de distribución musical. Consultado el 10 de noviembre de 2012. http://www.elpatas.net/wp-
content/uploads/2012/07/lars.jpeg
Y a pesar de ello, las peleas continúan, ahora entre Apple y Samsung, antes entre Apple y
Nokia, sobre temas nuevos y a la vez repetidos, sobre quién es dueño de qué, y quién
tomó sin permiso lo que pertenecía antes a otro. Desde la óptica de la teoría ANT, todos
los nodos de la red, humanos o artificiales, desempeñamos un papel e influenciamos el
flujo de información en la red, pero la pelea hoy en cuanto a intercambio de archivos la
quieren ganar a toda costa los estudios de hollywood y las casas disqueras, porque en
iOS hasta para compartir material con licencia Creative Commons hay lío, persiste su uni-
direccionalidad, y desde las redes sociales como Facebook o Twitter, hay más de un
usuarios que quiere simplemente compartir lo que ve o lo que crea, punto. Sin mayores
intermediaciones.
Porque los Prosumidores hoy, con nuestros móviles y nuestras redes sociales, hacemos
una franca competencia frente a los "mass media" del siglo XX. Tenemos el potencial de
cuestionarlos y señalarlos. Somos frente a estos como un León dormido al que toca tratar
con respeto, y al que en el siglo XX se le podía controlar pero que ahora no es tan fácil, y
que de a pocos va ganando estatus de domador ya que tiene un látigo que comienza a
aprender a usar.
A principios de este siglo, cuando despuntaba napster, el mp3 y el intercambio de archivos
p2p, la comunicacion entre servidores era abierta y espontánea, y entre usuarios, por
ejemplo en un Campus Party, se intercambiaba todo tipo de archivos, sin importar si eran
vídeos, música, documentos o software, usando el sistema operativo de un pc y los puer-
tos de red o USB.
Pantallazo del software de intercambio de archivos P2P “Limewire”, cerrado por una orden judicial en el
2012. Imágen consultada el 10 de noviembre de 2012. http://4.bp.blogspot.com/-
eMAyLekQhc0/UCAQSmiM-fI/AAAAAAAAAqI/c1AD7oVV0cI/s1600/limewire-pro.gif
Cuando aparecen los smartphones entre el 2003 y el 2004 con la capacidad de conectar-
se con un PC por USB, incluso a Internet por redes GPRS, el intercambio de archivos
ganó el lugar de práctica que dinamizaría todo: Práctica que le daría al prosumidor un
nuevo hábito, que entre sus características, podría ejercer en cualquier momento y lugar.
En aquellos Symbian como el Siemens SX1 o posteriormente el Nokia N90, N93 o N95, el
uso bidireccional del Bluetooth con todo tipo de archivo almacenado en el móvil le ofrecía
al usuario un panorama de intercambio de archivos ilimitado, creando redes inmediatas de
usuario a usuario cuando se necesitarán.
Imágen mostrando el modo “Mass Storage” en un Nokia N79, con Symbian 3a Edición, desde donde se po-
día enviar o recibir archivos, por USB o Bluetooth. Imágen consultada el 10 de noviembre de 2012.
http://symbian.smashpop.net/wp-content/uploads/2008/10/n79_hispeed_500_375.jpg
Hablando de intercambios entre actores a mayores distancias, redes de usuarios como
las apreciadas primitivamente en el ICQ de principios del siglo XXI, práctica que tras va-
rios años evolucionó en las polémicas plataformas Megaupload y The Pirate Bay (Por citar
las más visibles), en la que un archivo de extensión “torrent” rastreaba en los discos duros
de los miembros de una comunidad (creada alrededor de la iniciativa de compartir cierto
archivo de alta demanda) los fragmentos de un archivo y enviaba desde los ordenadores
de unos y otros cada pedazo hasta reconstruirlo todo en el computador de quien lo solici-
taba. Megaupload facilitaba la práctica aun más, dando el archivo (de cine o música) listo
para ser consumido (on demand, desde un proyector de flash) o descargado por quien lo
solicitara.
Pantallazo de resultado de búsqueda de “The Pirate Bay”, página proveedora de archivos .torrent para ras-
trear contenido. Imágen consultada el 11 de noviembre de 2012.
http://www.blogcdn.com/downloadsquad.switched.com/media/2009/08/tpb-index.jpg
Comodidad para los usuarios, ciertamente ilegal frente a la propiedad de productores fo-
nográficos y cinematográficos, dado que el usuario no pagaba nada por contenido que se
vendía en almacenes de discos y taquillas de cine. El problema se da cuando las medi-
das tomadas por gobiernos frente a este fenómeno social, abarcan el contenido producido
por los mismos usuarios, y de alguna manera lo restrictivo de las iniciativas SOPA o PIPA
debe abarcar todo tipo de obras cinematográficas o sonoras, sin importar quien las produ-
ce, esa es la naturaleza de las legislaciones nacionales inclusivas. Las respuestas a los
lobbys legales en congresos, de parte de los usuarios que quieren defender su derecho a
compartir y consumir libremente fueron las figuras legales Creative Commons, y de parte
de los creadores de tecnología de consumo como Apple y Google, el consumo racionado
de material Copyright en plataformas como iTunes o Google Play, en donde por momen-
tos se confunde material restrictivo con libre, creaciones de empresa privada con produc-
ción de prosumidores, en una práctica actual de intercambio, confortable por demás, que
consiste en subir a una “nube” el contenido, y bajarlo a un dispositivo.
Imágen del buscador de música con licencia Creative Commons “Jamendo”. Imágen consultada el 10 de
noviembre de 2012. http://www.wired.com/images_blogs/photos/uncategorized/2008/06/18/jamendo.jpg
Pantallazo del buscador de contenido de “Google Play”, la plataforma de google para distribuir aplicaciones
móviles, música, libros, etc. Imágen consultada el 10 de Noviembre de 2012. http://img.androidsis.com/wp-
content/uploads/google-play.jpg
Por cómodo, avanzado o ventajoso que parezca, no deja se ser un conveniente interven-
cionismo corporativo y político, una intermediación producto de los agitados cabildeos del
copyright en congresos nacionales del todo el mundo. Conveniente porque quienes quie-
ren ganar con la venta de música o cine reciben su dinero, pero complejo para el usuario
que libremente quiere compartir y recibir, porque no hay políticas claras de libre distribu-
ción y consumo, como se evidencia en el documental de RTVE “Copiad Malditos!”: Mil
trabas burocráticas para compartir libremente un producto audiovisual, mientras las dudas
frente a la gestión de entidades administradoras del copyright como SGAE salen a la luz
como malas prácticas y corrupción (Grueso, Stéphane M. “Copiad Malditos”. RTVE).
La Nube, un Intermediario
Cómo más se explica el hecho de que el iPhone, iPod e iPad no permitan de manera
transparente compartir su contenido almacenado, a menos que se haga pasando por un
iTunes o casi que exclusivamente por correo electrónico? Alguien que haya tratado de
compartir una canción o un video sabrá que las carpetas que tienen el contenido en iOS
tienen flujo en una sola dirección y es hacia el dispositivo, que el problema es cuando se
quiere un flujo de datos hacia afuera. Claramente Apple quiere que cuando queramos
compartir vayamos a iTunes Store y compremos contenido hecho por otros, hecho por gi-
gantes y tradicionales corporaciones como Disney, de la cual el propio Steve Jobs fue de
la junta directiva en vida. Ese es el negocio, el de la venta de contenido, punto, en cuanto
al intercambio de nuestro contenido, Apple tiene una postura diferente, permite el flujo a
otros, pero sacando al Bluetooth o al USB de la ecuación, reemplazándolos por el paso
por su nube llamada iCloud. Y cual es el beneficio para Apple? En apariencia, y en una
primera instancia, la fidelización de sus clientes, pero a futuro no se puede perder de vista
que todas fotos en streaming, documentos en iWorks o archivos en iDisk están en poder
de ellos, de Apple.
Google ya hace uso de el contenido de usuarios que muy amablemente tiene alojado en
sus gigantescas nubes. Lo analiza, extrae patrones con su eficiente algoritmo buscador, y
vende publicidad en millones de interfaces abiertas por sus usuarios en el mundo, que tie-
ne relación con los términos reiterados en dicha información. A esto le suman perfiles de
usuarios, historiales de navegación, información georeferenciada y demás datos de las re-
des personales de cada quien y "voilá", el resultado de las búsquedas que cada quien
hace hoy tiene es precisa para esa persona como nunca yahoo.com lo soñó a finales de
los 90. Como un "gran hermano", ese que denuncia como totalitario aquel anuncio de
Apple macintosh de 1984.
Lo paradógico del éxito de los dispositivos y el entorno iOS a pesar de su restricción com-
partiendo archivos, es que desvela una tendencia que venía de la libertad para compartir-
los que se experimentaba desde Symbian y Nokia, y es que compartir los archivos sin res-
tricción y en todas direcciones no era lo más importante. Apple puso en claro que consu-
mir contenido de calidad en una plataforma de fácil uso y a precios muy bajos, y con una
mayor oferta de contenido gratuito frente al pago, era lo que faltaba en esos primeros in-
tentos de sistema operativo móvil. Incluso en los PC, la dificultad para adquirir un softwa-
re de calidad queda atrás con la unificación de app store tanto en MacOSX como en iOS,
en donde a golpe de click se adquiere o un app para móvil o un software para PC. Apple
dinamizó la distribución de cine, música software en proporciones gigantescas, y el flujo
de información se blindó contra la piratería haciendo del intercambio de datos un camino
en una vía, condicionado para compartir no se volviera piratear. Al final, la piratería, y los
usos del P2P del 2007 hacia atrás (antes de la aparición del primer iPhone y de la iTunes
Store) le dieron todo un panorama de diagnóstico a Apple para suplir las necesidades que
de manera compleja el P2P suplía a usuarios avanzados, y lo llevo a todo tipo de usuario
con su iOS.
Sin embargo, Android sigue ofreciendo tanto la comodidad de consumo de contenido de
calidad con su tienda Google Play, como también un intercambio de datos abierto. Las
carpetas de cualquier dispositivo Android se pueden abrir y explorar, y se les puede añadir
o quitar contenido en toda dirección. Un requisito necesario para un usuario avanzado,
uno que quiere hacer lo que quiera con su PC o móvil, pero no imprescindible para un
usuario regular, uno que quiere consumir contenido de calidad sin alterar funcionalidades
escenciales de su dispositivo. Hoy, volviendo a la usanza de principios del siglo XXI, los
más avanzados le ofrecen a los inquietos y curiosos la posibilidad de hacer Jailbreak a los
dispositivos iOS, y hacer Root a los Android. En el primer caso se entiende, dadas las
restricciones, en el caso de Android tal vez para ir mucho más allá de las posibilidades de
la versión que se tenga (Ice Cream Sandwich, Jellybeam, Honeycomb), garantizando el
intercambio de archivos y la instalación o desinstalación de cualquier tipo de funcionali-
dad, sin importar que sea prohibida o restringida por Apple o Google. Lo que también se
presta para que vuelva a surgir la tentación de consumir contenido con copyright sin pa-
gar, como en el caso de la aplicación “Installous” que se consigue en el almacén de apli-
caciones “hackeadas”, paralelo a iTunes, llamado Cydia, y que permite instalar apps pa-
gas de iTunes sin pagar. Es por esto que los ciclos de actualización de iOS se han acele-
rado y son hoy más frecuentes, haciéndole difícil el camino a los desarrolladores de Jail-
break y Cydia (como su creador Jay Freeman también conocido como @saurik en twitter).
Pantalla inicial de “Cydia”, almacén de aplicaciones paralelo a App Store en iOS con Jailbreak. Imágen con-
sultada el 11 de noviembre de 2012. http://www.blogcdn.com/es.engadget.com/media/2011/01/cydia-2011-
01-21-300.jpg
Pareciera como si la búsqueda por alternativas frente a restricciones siempre estuviera a
la orden del día, a iTunes y a App Store le aparece un Cydia por ejemplo, pero tanto antes
como en el presente, la rebeldía de desarrolladores influye en los avances que los gran-
des jugadores de tecnología ofrecen después, como el centro de notificaciones de iOS 6,
que en iOS 5 no existía y los usuarios más inquietos obtenían en sus móviles con Jail-
break, desde Cydia. En este caso, la rebeldía des-institucionalizada precede al avance
institucional. Los primeros, los rebeldes como King Dotcom o Jay Freeman, son persegui-
dos, señalados e incluso criminalizados, los segundos (Apple, Google, Nokia o Microsoft)
cobran por el avance, y los usuarios menos avezados ni cuenta se dan.
Desde el entendimiento de los fenómenos sociales que se brinda desde las teorías ANT
(Actor-Network Theory) y SCOT (Social Construction of Technology), el acuerdo sobre el
análisis de un “actante” tecnológico o humano no solo como producto terminado sino
como proceso social de la ANT, o el principio de simetría en casos de tecnologías conven-
cionalizadas o descartadas por cualquier determinismo en el caso de SCOT, serían intere-
santes de abordar para comprender ese aparente retroceso en la forma como se compar-
tían datos en la primera década del siglo XXI y en la segunda. Es casi evidente la influen-
cia del cabildeo de los defensores de copyright en los congresos nacionales del mundo
como factor profundamente influyente en este cambio, impulsado por los grandes jugado-
res tecnológicos, contrariado por comunidades “supranacionales” (como acaso las podría
clasificar Saskia Sassen) seguidoras del P2P y el hackeo, en efecto, dicha influencia fuer-
te podría considerarse como un fenómeno digno del más puro determinismo social. No sé
si de la magnitud del acontecido durante la segunda guerra mundial, cuando por el conflic-
to europeo se interrumpe parcialmente el desarrollo de la Televisión Electrónica de Vladi-
mir Zworykin y Walter Bruch, entre la mitad de los 30 y la mitad de los 40, pero sí con un
efecto de retroceso notable. Es difícil saber si es exagerado comparar la segunda guerra
con las peleas por el copyright de inicios del XXI como factores determinantes. Al final es
una cuestión de confianza entre usuarios con mayores y recientes poderes y gobiernos o
empresa privada cuidando creaciones (aparentemente de todos) culturales con uñas y
dientes.
Conclusión: Retro futurismo (optimismo al final)
Cómo es posible que hoy, con una mejor tecnología no podamos grabar canciones de la
radio ni programas de TV para ver o escuchar después? Otros dirán que a una lista de
lectura se le puede añadir de todo, siempre que estemos conectados a Internet, pero
siempre pasando por la mirada vigilante de los grandes servidores, esos que nos miden,
analizan y clasifican. Y no toda la responsabilidad se le puede achacar a la aparición del
iTunes app store. Muchos usuarios curiosos ya visitaban mosh.nokia.com entre el 2005 y
el 2008 para bajar aplicaciones de extensión .sis para los Nokia con sistema operativo
Symbian, y si se quería algo más se podía recurrir a www.getjar.com para bajar aplicacio-
nes de extensión .jar en lenguaje Java.
Imágen de la página mosh.nokia.com, en donde se ofrecía contenido multimedia y aplicaciones para Sym-
bian. Imágen consultada el 11 de noviembre de 2012. http://fonearena.com/blog/wp-
content/uploads/mosh_nokia.jpg?9d7bd4
Pantalla inicial de “Getjar”, plataforma de distribución de aplicaciones en lenguaje java (.jar y .jad) para mó-
viles Symbian y Java OS. Imágen consultada el 12 de noviembre de 2012.
http://4.bp.blogspot.com/_TyKuWEDUgRE/TH_MgH9SLLI/AAAAAAAAAE4/oFjv45gg-9k/s1600/getjar.bmp
Los fenómenos sociales y tecnológicos tienen siempre un antecedente, sin importar si re-
presentaron una ruptura en los hábitos de un grupo social. Volviendo al tema del inter-
cambio de datos, habrá vida posible hoy para alguien que quiera consumir contenido me-
diático "fuera de línea"? Hace hoy falta la flexibilidad y versatilidad del VHS y del casete
de cinta, esa tecnología sencilla que nos permitía consumir contenido cuando queríamos
sin estar conectados a redes vigilantes.
El determinismo tecnológico que nos llevó al uso de nubes hoy, dejando atrás tecnologías
de micro redes com el Bluetooth, o el boicot sutil al intercambio por USB o redes P2P, tie-
ne más que ver con las ideas de Paul A. David que con las de Roberto Heilbroner. La lógi-
ca de un mercado multimillonario y las presiones de quienes poseen el contenido por no
perder ni un solo centavo, han determinado el rumbo del intercambio de archivos que ve-
mos hoy. Qué determinismo explica mejor el fenómeno del intercambio de archivos en la
segunda década del XXI, el de la teoría ANT o SCOT, es complejo de establecer, ambas
se complementan y a ratos difieren, al final no es más que una diferencia de enfoques,
una defensa por determinismos, en donde unos consideran que la tecnología determina
los cambios sociales, y otros lo contrario. En el caso del intercambio de archivos plantea-
do por iOS, es cierto que la nueva forma de intercambiar contenido ha devenido en unos
usuarios más respetuosos por lo que no les pertenece, un freno a la piratería, y en una
segmentación entre usuarios inquietos por la naturaleza del dispositivo y su OS, y los que
solo quieren una plataforma cómoda y estable para ejercer su rol de prosumidores. Antes
de la aparición de iOS, el Nokia N95 era el móvil más avanzado del mercado, pero sus
múltiples funcionalidades no fueron suficientes frente a la pantalla multitouch del iPhone,
tendencia que terminaría imponiéndose, dejando atrás la “necesidad” de modificar el móvil
al antojo o intercambiar archivos con libertad.
El avance tecnológico actual ciertamente es consecuencia de avances anteriores, pero en
ocasiones se dan pasos hacia atrás, hacia convenientes oscurantismos unidireccionales.
Por fortuna los poderes de influencia son hoy más repartidos que durante el siglo anterior.
Hoy los usuarios pueden abogar por figuras legales internacionales como el Creative Co-
mmons frente a la ley de copyright de sus países de origen, o acogerse a nichos como el
de los usuarios de Linux, y por una razón fundamental: Porque los nuevos pensamientos
y tendencias se dan a conocer con mayor facilidad, porque no dependemos del conoci-
miento impartido por los entes educativos estatales o medios de comunicacion de cada
país. Internet crea redes supranacionales que ponen en jaque los intereses territoriales de
legislaciones arbitrarias y exóticas, o la información amañada de grupos económicos. Al fi-
nal, el debate que se libra hoy, el de compartir o vender, el de poseer o distribuir libremen-
te, es el que realmente dará forma al mundo futuro, en el que poderes de gobiernos, cor-
poraciones y población estén en equilibrio. Un mundo en el que los comunicadores de
verdad deberán ser "sociales", en el que las democracias representativas se entiendan
por fin como un albur, y comencemos a rumiar con propiedad formas de reales democra-
cias directas.
Bibliografía
Álvarez Meléndez, Miguel Ángel. 2001. "El capitalismo,en el siglo XXI en el mundo desde
la perspectiva de Robert Heilbroner". División de Ciencias Sociales y Humanidades, De-
partamento de economía. Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztalapap. México.
Pp. 5-12.
Chavarro, Luis Alfonso. 2004. "El Debate sobre el Determinismo Tecnológico: De Impac-
to a Influencia Mutua". Sistemas y Telemática, Universidad ICESI, Cali. Colombia. Pp. 4-
8.
David, Paul .A. 1985. “Clio and the Economics of QWERTY”. The American Economic Re-
view Vol. 75, No. 2, Papers and Proceedings of the Ninety-Seventh Annual Meeting of the
American Economic Association (May), pp. 332-337.
Grueso, Stéphane M. “Copiad Malditos”. Documental consultado el 10 de Noviembre de
2012 http://www.rtve.es/television/documentales/copiad_malditos/ Licencia Creative Com-
mons
Latour, B. 2005. “Reassembling the Social: An Introduction to Actor-Network-Theory”. Ox-
ford University Press. Great Clarendon Street, Oxford (UK)
Pinch, Trevor F. y Bijker Wieber E. 1984. “The Social Construction of Facts and Artifacts:
Or How the Sociology of Science and the Sociology of Technology Might Benefit Each
Other”. Social Studies of Science, August 1984.
Video de juegos olímpicos de Berlin de 1936. Consultado el 19 de Octubre de 2012. http://
www.frequency.com/video/walter-bruch-olympiakanone/35766638/-/5-6850404