las redes invisibles adelanto

7/25/2019 Las Redes Invisibles Adelanto

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Desde el accidente, cada vez estaba ms solo.Hospitales, mdicos, intervenciones. Cuandohablaba con mis hijos, no me respondan. Ome decan ya vas a salir, como si no pasaranada. Despus, uno de los mdicos mencionel virus. Le pregunt si me iba a morir. l medijo que lo mo era grave y no quiso entrar en

detalles. Quera acordarme de mi vida, hacerun balance, pero durante la mayor parte deltiempo estaba asustado o no recordaba nada.Una tarde me encontr con Frederic en mihabitacin. Tena una computadora sobre elregazo. Pens que era un cura, pero me dijoque era un agente de Tod y me explic de quse trataba.

No tengo nada para contar, dije. Perol volvi al da siguiente. Me ley los chats.Frederic es un hombre educado y clido, quenunca pierde de vista sus objetivos. Sonremientras le dicto estas palabras, pero no deja

de tipear. Cuando le pido una opinin se niegacon amabilidad, pero se alegra cuando alguienme responde. Su misin es que yo olvide suexistencia y me conecte con los dems. Porejemplo, con Antonio1944, que est internadoen una Unidad Coronaria de Buenos Aires.

O con Rachel1985, que tiene leucemia, enToronto. Si estoy angustiado, entro en la salaSocial. En las salas Religiones y Esoterismo nospreguntamos por el ms all. Pero no siemprehablamos de la muerte. Cuando estoy de buen

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nimo, le pido a Frederic que me lea las salasde Encuentros, donde buscamos pareja. En lasltimas semanas intercambi mensajes con dosmujeres, Liz1975 y Mabel1961. Liz me confessu amor en un mensaje que me pareci dirigidoa otra persona, pero llevaba mi nombre en elencabezado. Fue la ltima vez que se conect.

Con Mabel estamos bien. Hacemos de cuentaque tenemos un pasado juntos porque sabemosque lo nuestro no va a durar. La nica duda esquin de los dos va a desaparecer primero.

Octavio1960, usuario registrado el 13 de enero

de 2012, fallecido el 5 de junio de ese mismo aosegn registros del hospital Jos Enrique Rod deMontevideo, Uruguay.

Hans Ludwig Siebel, creador de Tod

Promocionada en sus comienzos como laltima red social, Tod fue creada por HansLudwig Siebel, un artista conceptual alemnde la zona de Nordrhein-Westfalen que setransform en los ltimos aos en uno de losempresarios ms poderosos, excntricos yambiguos de la web. La imagen de Siebel enterapia intensiva recorri las portadas de losprincipales medios del mundo, alentandoconjeturas, rechazos y acaloradas discusiones.

Todes la palabra alemana que designa a la

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muerte. En latn, exitus, que etimolgicamenteproviene de salida. Aqu no hay nada articial.No generamos contenidos para ngir quenuestros usuarios siguen vivos, como hacenotras redes sociales. La muerte mereca suespacio en la web, declara en una de susactualizaciones de estado, pocas semanas antes

de su propio fallecimiento.La red social Tod est rodeada de polmicadesde sus inicios. Tanto su moral como susestrategias de negocios han sido cuestionadas.Pero a esta polmica inicial sigui otra, msimpactante, el da en que Siebel anuncisu propia muerte en Tod. Desde entoncesse ha escrito mucho al respecto. Fue HansLudwig Siebel un farsante o una vctima? Aqu se debi su enigmtico nal, que poneen cuestin la naturaleza misma de las redessociales, y parece borrar fronteras entre la viday la muerte?

Una red social de moribundos

Si deseamos comprender el destino de Siebel,es necesario antes leer con atencin a Tod.Para empezar, se trata de una red social que no

permite el acceso desde domicilios particulares,excepto en casos especiales y previa visita de unmdico designado por la empresa que conrmeel estado agnico del usuario. De ser necesario,bajo estricta condencialidad, se enva a un

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agente para que transcriba y lea al enfermo losmensajes y chats. Los grandes clientes de Todson empresas de medicina prepaga, hospitales,geritricos y centros asistenciales en general.

En sus primeros meses online, Tod sloaceptaba usuarios cuyo pronstico de vida nose extendiera ms all de los seis meses. Con el

correr del tiempo, esta regla fue exibilizndosedebido a que algunas enfermedades terminalesempezaron a ser detectadas con ms tiempode anticipacin. En la actualidad se aceptanusuarios con un pronstico de hasta dosaos de vida. A causa de los avances en lasinvestigaciones en torno al genoma humano, esde esperar que en un futuro cercano cualquierpersona se transforme en potencial usuario deTod. Sus acciones en la bolsa se encuentran, poreste motivo, en alza permanente, y el extraonal de Siebel les dio un impulso an mayor.

A partir de qu momento es obligatorio

aceptar usuarios? Cundo se declara lamuerte? Esta discusin an persiste entrelas empresas de medicina prepaga y Tod.Siebel tambin se explay al respecto en susactualizaciones de estado:

Todos, desde que nacemos, estamos

condenados a muerte. Cualquiera es usuariopotencial de Tod. Pero nosotros no hacemosbenecencia. No tengo nada en contra dela lantropa, de hecho somos uno de losbenefactores ms grandes a nivel mundial

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de la Liga de Lucha Contra el Cncer deMamas. La Fundacin Tod sustenta todo tipode investigaciones cientcas tendientes aprolongar y mejorar la calidad de vida de laspersonas. Sin embargo, en lo que respecta alacceso a la red social, debemos ser restrictivospara preservar su esencia: es por eso que slo

aceptamos usuarios con los das contados. Yen este sentido, el lmite es una convencin.Seguramente ser ampliado en el futuro.

Si bien es cierto que Siebel se preocup pordar seales de libertad creativa en cada unade sus apariciones pblicas, no faltan quienessostienen que la limitacin de acceso esproducto de una presin llevada a cabo por lasempresas de medicina prepaga, que se vieronobligadas a ofrecer el servicio de Tod por la altademanda que generaba entre sus clientes. En lamayora de los pases desarrollados un seguromdicopremiumexige, para ser considerado de

tal categora, la suscripcin a Tod si el cliente lademanda, y la oferta se derrama cada vez msa los servicios bsicos de cobertura mdica.

Si voy a morir, que sea en Tod, dijo eltenista Klaus Mahler, tres veces ganador deRoland Garros, cuando le fue detectado el

cncer de pncreas que lo llev a la tumba.ntimo amigo de Siebel, su desembarco en Todsupuso la consagracin denitiva de la redsocial, que alcanz un pico de popularidadal momento de su entierro, transmitido por

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streamingen forma exclusiva para la comunidadde usuarios. A Mahler le sigui el comediantecanadiense Rodney Silvereld, que al momentode su deceso contaba con ciento ochenta y sieteactualizaciones de estado.

Siebel describe su creacin:Imaginemos una carrera de Frmula Uno.

Conducimos un automvil del que sabemostodo: los siglos de evolucin humana lo hicieronperfecto. Atravesamos carreteras en ptimoestado, pero hacemos bien si no olvidamos elazar y la aventura del Rally. En ambos casos, elnal es el mismo: incierto, desprolijo y violento.La muerte es, por denicin, un hecho cruel. Elautomvil se estrella siempre.

Esto se aprecia con especial nitidez en laweb, donde la muerte es la exhibicin de lacarne daada. El paradigma Auschwitz: cad-veres en el suelo, expuestos en hilera. Existeuna mejor representacin grca de la muerte?

Y luego las masacres subsidiarias, cada una consu caracterstica particular de desmesura, comoen Jonestown. Las fotos de autopsias y cuerposdesmembrados, decapitados. Los soldados nor-teamericanos torturando iraques, el asesinatode Khadaf, las decapitaciones de los rabes, las

ejecuciones de los narcos mexicanos. Una muer-te pacca, entregada a la reexin, no tena lu-gar en la web. Hasta que lleg Tod.

No existen acreditaciones de prensa paraingresar en Tod. Sin embargo, adems de la

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clebre cadena de mensajes de Siebel, con susorprendente vuelta de tuerca al nal, hantrascendido numerosas actualizaciones deestado de sus usuarios, que permiten adivinaralgo del tono con el cual se llevan a cabo losintercambios en la red social. Alfonso1954, deAsturias, escriba:

Una maana de enero, al salir de la ducha,encontr un bulto en mi espalda. Me dije:lleg la hora. Desde entonces, todo ha sidoconfuso: mdicos, familia, llantos. Gracias a lareexin en Tod, me he percatado de una cosa:estoy viviendo mi muerte. Por lo menos puedocompartirla con alguien que est atravesandolo mismo que yo.

Josena1971, desde la sala de terapiaintensiva del hospital Raymundo Fuentes, deGuayaquil, comenta:

No vi la cuneta. Vena a ciento cuarentakilmetros por hora, y no la vi. Me pregunto

por qu aceler tanto, tendra que haberprevisto que eso no poda salir bien. Ese dahaba discutido con Roberto. Nos dijimoscosas horribles. No era la primera vez, pero yoestaba cansada. Sera injusto, igual, culparlode todo a l. Charito tambin fue responsable,

con sus respuestas groseras y sus desplantesadolescentes.En el geritrico Los aos felices de Olivos,

provincia de Buenos Aires, Esteban1929,escribe:

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En la poca de mi padre no se hablaba dela muerte. La gente haca de cuenta que nopasaba nada. Los alemanes somos as. Mi toPeter, de Adrogu, vomitaba negro y temblaba.El moribundo era un paria. Me pongo en loszapatos de mi padre cuando los mdicos nosdijeron que tena cncer de prstata. Por qu

me miran distinto?, preguntaba el viejo. Hacepoco not esa mirada en una de las enfermeras,y entend. Uno se siente muy solo.

Cuando Siebel anunci al mundo sudiagnstico de linfoma y la apertura, enconsecuencia, de su propia cuenta de usuarioen Tod, lo primero que se dijo algo quean se repite en ciertos crculos, despus delimpactante desenlace fue que se trataba deuna perversa estrategia publicitaria. Otroshablaban de un innovador emprendimientoartstico, mientras que unos pocos seanimaban a sostener que su nal realmente

haba llegado. Todos, en cierto nivel, tenanrazn.

Retrato del artista cachorro

La primera juventud de Hans Ludwig Siebel

transcurri durante los aos del milagro alemnde posguerra. Dsseldorf, mediados de lossesenta. Siebel era hijo de un radioacionado.Era la poca de las dos Alemanias, divididaspor la cortina de hierro.

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Mi padre, que haba sido telegrasta

en la Marina durante la guerra, pasaba lasnoches intentando establecer contacto conradioacionados de Alemania oriental. Lasoledad de los radioacionados consistaen armar sus equipos, pasar las noches enuna buhardilla de la casa, sondear el ruido

blanco. Ese era el tipo de cosas sobre las queconversaban cuando establecan contacto:dnde haban conseguido las partes de losequipos de radiotransmisin, cunto les habancostado y, cuando entraban en conanza,tambin hablaban de la tensin que generabaen sus familias el hecho de que pasaran tantotiempo solos. Buscaban un igual, y paraencontrarlo se volvan diferentes.

Aunque era difcil, a veces se produca elcontacto.

Se llamaba Jrgen, era de Weimar. A mi padrele fascinaba contarnos de sus conversaciones

con l. Mientras que los ossies en general solanquejarse del modo de vida sovitico y de lodifcil que era el acceso a la tecnologa para unradioacionado, Jrgen se mostraba orgullosode vivir en Weimar. Esta es la capital de lacultura, deca, los rusos la respetan, y nosotros

la cuidaremos hasta que Alemania vuelva a seruna sola. Al fondo, a travs del ruido de lnea,se escuchaban los nocturnos de Chopin.

Cuando a mi padre le diagnosticaron unlinfoma, Jrgen fue el primero en enterarse.

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No imagino cmo puede haber sido esaconversacin pero en la siguiente, durante laque estuve presente, Jrgen estaba hablandodel movimiento Die Brcke y las pelculas delos estudios de la UFA en la dcada de 1920.

Mi padre, que nunca haba tenido sensibili-dad para el arte, consigui un proyector. Todas

las noches, por la pared blanca de su dormito-rio, deslaban las imgenes de Wiene, Pabst, elprimer Fritz Lang. Cada vez ms dbil, subaa la buhardilla para comentar las pelculas conJrgen. Mientras tanto, la enfermedad se acele-raba. Su ltima pelcula fue La caja de Pandora.Al da siguiente lo tuvimos que internar.

Yo tena entonces nueve aos. Era tmido.Me gustaba leer. Hasta ese momento no habacredo posible la muerte de mi padre. Ahoraque todo haba quedado atrs, cuando noestaba llorando, una voz extraamente adultame anticipaba que a partir de ese da las cosas

iban a ser diferentes. Como en los libros,cuando cambian de captulo. Pero para darvuelta la pgina, todava faltaba algo.

Una noche sub a la buhardilla. Haba vistoa mi padre accionar el radiotransmisor cientosde veces, pero nunca lo haba hecho por mi

cuenta. Me result fcil. Las vlvulas sisearonbajo el tubo de luz, el ruido blanco sali por elparlante, igual que siempre. Esa noche recorrtodas las frecuencias, sin resultados. Pasarondos o tres semanas antes de que, una noche de

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fro y viento especialmente fuerte, reconoc lasnotas de Chopin a travs del parlante.

Soy el hijo de Klaus Siebel, dije y lo sentliberador. Jrgen emiti un murmullo. Mipadre ha m. Me interrumpi: Lo imaginaba.Fue un alivio no tener que decirlo. Yo tambinme estoy muriendo, dijo. Me cont que a l

tambin le haban diagnosticado cncer, ms omenos al mismo tiempo que a mi padre. Nuncase lo haba confesado porque consider quecon un moribundo ya era suciente. Despusde una pausa, agreg: Me haca bien hablarcon l. Obligarlo a cambiar de tema, comosi le estuviera haciendo un favor, cuando enrealidad era yo el que lo necesitaba.

Fue una revelacin. El desinteresado, nobleJrgen, que cultivaba a mi padre en la oscuridadcreativa del expresionismo alemn, era en reali-dad otro moribundo, que comparta con l susobsesiones. Creo que ese da, en algn lugar de

mi cabeza, empez a germinar la idea de Tod.Durante aos, Siebel pas noches enteras

frente al radiotransmisor. Se realizaron algunasreuniones de radioacionados. La primera ala que asisti tuvo lugar en Bonn en 1974. Ahconoci a Moritz Bieberlach, un anciano que lo

invit a tomar cerveza en memoria de su padre.Se cruz con Wolfgang Schramm, un oscuropersonaje que transmita msica tpica y lea lasaga de los Nibelungos desde Esslingen, en lasafueras de Stuttgart.

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La ltima reunin a la que Siebel asistise celebr en Mainz en 1985, donde entablamistad con Lutz Gehle, quien muchos aosdespus sera su pareja y socio fundador deTod. Era hijo de Horst Gehle, un conocidoradioacionado de la zona del Bodensee.

El futuro est en la informtica, armaba

Gehle con conviccin.Siebel, que en aquel entonces comenzaba aexplorar las posibilidades creativas del video,confes en Tod que esas primeras palabras nolo haban impactado.

Todo el mundo hablaba de la informtica,era un lugar comn decir que iba a revolucio-narlo todo. Pero las computadoras domsticas,entonces, eran demasiado elementales y su de-sarrollo tardaba en llegar.

La ltima noche, Siebel se acost con l. Erala primera vez que se acostaba con un hombre.En aquel entonces, eso fue todo. Al despedirse

intercambiaron nmeros telefnicos y direccio-nes postales. Por un tiempo no se volvieron aver.

Volvi a tener noticias de Gehle en 1989, cuadorecibi una carta donde Gehle le contaba queestaba trabajando en el desarrollo de Fidonet,

una red de mensajera por computadora. Eranlos das de la cada del muro. Por entoncesSiebel iniciaba su convivencia con Stefe, unaestudiante de medicina holandesa que habaconocido haca un mes, motivo por el cual la

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aparicin le result doblemente inoportuna. EnBerln, en las calles, por televisin, en el mundoentero, no se hablaba de otra cosa que no fuerala reunicacin de Alemania.

Cuando cay el muro quedaron al desnudodos formas de vida diferentes. Y de repente,para algunos, no estaba tan claro que una fuera

mejor que la otra. El oeste cedi parte de su lujoy confort, lo que gener malestar. Los ossies,por su parte, no se cansaban de recordar queese lujo y confort haban sido posibles a susexpensas, y gracias al respirador articial de lasgrandes potencias. La mente de los alemanes,segn esta visin, se haba mercantilizado.El sueo de Alemania, una sola era eso: unsueo, un grato recuerdo. Seguan habiendodos Alemanias: una que aspiraba a la totalidad,y otra que aspiraba a hacer buenos negocios.

Viaj un n de semana a Weimar. Queraver la ciudad de Goethe y de Schiller con mis

propios ojos. As, al menos, lo justiqu anteStefe. Recordaba la promesa de Jrgen a mipadre: `nosotros les cuidamos Weimar. Yera cierto, en gran medida lo haban hecho.Las mansiones, los museos, las estatuas, lascosas seguan en los lugares de siempre. Pero

el verdn y la desidia haban avanzado sobreellos. Los edicios de departamentos al estilosovitico completaban el paisaje.

Al segundo da, en la biblioteca, busquel nombre de Jrgen Strassert en una gua

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telefnica de los aos setenta. Su direccinquedaba cerca del hotel donde me hospedaba,as que fui. Me recibi la hija. La calidez noes un rasgo que caracterice al pueblo alemn,y menos an lo era durante aquellos aos enWeimar. Sin embargo, Herta Strassert me hizopasar a su casa. Conversamos en una cocina

precaria. En el dormitorio contiguo dormansus cuatro hijos varones. No se vean porninguna parte indicios de la existencia deun marido, y ella tampoco lo mencion en laconversacin.

Me dijo que su padre los haba arruinado.Jrgen haba muerto dos aos atrs, acosadopor las deudas con el Estado y con diversaspandillas del barrio. Cont que era unestafador. Un mentiroso patolgico, dijo.La Stasilo tena en la mira. Mi madre murienferma por su culpa. Para qu? Paraquedarse encerrado durante horas con su

aparato, inventndoles historias a los deloeste. Como si eso fuera a resolver su vida, ola nuestra. Si por lo menos las hubiera escritopodra haber ganado algn dinero, pero nole interesaba. Lleg a los noventa y nueveaos. Muri el da en que se rompi la ltima

vlvula del equipo de radio; estaba demasiadodbil como para salir a comprar otra, y nadiequiso hacerlo por l.

Herta me cont historias de Jrgen mientrascaa la tarde: Haca personajes. A veces era

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un especialista en Schiller de la UniversidadKarl Marx. Otras veces, un pescador deHamburgo que haba combatido en la guerra.Los modicaba de acuerdo al interlocutor quele hubiera tocado. Durante la cena nos contabay se rea en voz alta, como un chico.

Le pregunt si recordaba que su padre le

hubiera hablado de un empleado bancario deDsseldorf a mediados de los aos setenta. Sequed pensando. El que muri de cncer?,dijo al nal.

Segn su hija, Jrgen no vea problemas enllevar las historias hasta el extremo. Como susinterlocutores provenan, en gran mayora, deAlemania occidental, no exista en el panoramala posibilidad de verse las caras y chequear quetal o cual cosa fuera cierta. Todo quedaba enel aire. Recuerdo las palabras exactas de Herta:`Lo que se transmite, vuelve a uno. Eso deca.Estaba loco. Al no haber forma de distinguir

qu era mentira y qu era verdad, todo lepareca real y falso a la vez.

Me fui de la casa desolado pero con unacerteza, como suele suceder cuando unodescubre que vivi una mentira: haba cerradouna etapa, que hasta ese da ni siquiera saba

que segua abierta. Cuando regres a Berln,termin la relacin con Stefe y me puse encontacto con Lutz Gehle.

Lo que sigui, adems de un romance quese prolongara hasta la muerte de Siebel, fue

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la serie de emprendimientos vinculados a lacomunicacin informtica que les dieron famay fortuna, y los condujeron a Tod.

El provocador

Al momento en que hizo pblico su linfoma,

Siebel ya haba recorrido el arco completo desu carrera en el arte conceptual. En la mayorade los casos, haba sido un pionero. Desde losBBS temticos, vinculados entre s por una redamateur al estilo Fidonet, que funcion duranteunos meses como medio de comunicacin parael gremio de los fontaneros en la cuenca delRuhr, hasta las experiencias con MIRC, ICQ y lasaventuras grcas en la lnea de LucasArts, conescenarios tomados del expresionismo alemn,los proyectos de Siebel y Gehle ocuparon cadavez ms espacio en los medios tradicionales decomunicacin. Como muchos de ellos tenan

nes de lucro, Siebel sufri en sus comienzosel desprecio de la comunidad artstica. Es unmercenario, sostuvo, sin ms, Georg Werner-Ranicki, la voz ms autorizada de Alemaniaen materia de crtica de arte. Siebel lo invita debatir en numerosas oportunidades, todas

rechazadas por Werner-Ranicki, al punto enque su rivalidad se transform en un clsicoen el mundo alemn del arte: populistas versusconservadores de izquierda y de derecha.Pero as como tuvo y tiene detractores,

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Siebel tambin cuenta con enfervorizadosadmiradores, ms que nada entre los jvenes,un grupo que se expandi por la web y quelleg, en los ltimos aos, a alimentar papersacadmicos tanto en Alemania como en el restodel mundo.

En su ensayo El nuevo mundo (Die neue

Welt), publicado recientemente por la editorialSuhrkamp, Michael Anders, de la UniversidadHumboldt de Berln, escribi:

De raz netamente protestante, la obra deSiebel se caracteriza como la de Heine, Novalisy los grandes poetas del romanticismo porla bsqueda de la unidad perdida. El ltimoGoethe, clasicista, la hubiera rechazado. Pero esal Wertherdonde hay que mirar para situar unprimer antecedente en la bsqueda artstica deHans Ludwig Siebel. Una obra profundamentealemana, algo atpico para la web, donde lasnacionalidades tienden a disolverse. Su red

social Deutschland era una investigacin, a lavez que un maniesto, acerca de los orgenesy el futuro del concepto alemn de nacin.El acceso era restringido y dependa de lasrespuestas brindadas a un formulario quetomaba en cuenta variables tan disimiles

como los grados de irritabilidad e irona, ylos ingredientes de la cerveza y el Lebkuchen.Sus crticos, de mala fe, obviaron mencionarlo evidente: ya no exista ms, en el conceptode alemanidad propuesto por la red social, el

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factor de la sangre o los orgenes familiares.Deutschland interpelaba a turcos, alemanes yjudos por igual, pero lo cierto es que la webnecesita el escndalo, y en este sentido Siebelhay que reconocerlo era un provocador.

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En el caso de usuarios con cncer, el requisitofundamental para que una solicitud de accesoa Tod sea aprobada es que se haya conrmadola existencia de metstasis. En el caso deSiebel en particular esta exigencia estaba, almenos en apariencia, ampliamente satisfecha.La tomografa suministrada al pblico porel departamento de prensa de Tod no dejabadudas al respecto. Las fuentes mdicas msoptimistas coincidan en que la sobrevida, a laluz de las imgenes tomadas, no superara loscuatro meses, un plazo que se cumpli casi con

exactitud: segn registros mdicos del hospitalWaldemar Schlenker de Berlin, donde estuvointernado, Hans Ludwig Siebel falleci a las20:36 hs. del 22 de diciembre de 2013, a la edadde 54 aos. De acuerdo con su perl de Tod, suingreso en la red social haba tenido lugar el 22

de agosto de ese mismo ao, a las 21:14 hs.La coincidencia no llam la atencin hastaunas horas ms tarde, cuando el portal de laFrankfurter Allgemeine Zeitung difundi laltima actualizacin de estado de Siebel. Haba

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sido publicada a las 21:15 hs. de ese da, enuso de la funcin publicacin pstuma, quepermite programar actualizaciones para elmomento en que Tod recibe la informacin dela muerte del usuario. Algo que, en el caso delos pacientes hospitalizados, ocurre a los pocosminutos del hecho.

Mucho se discuti acerca de Siebel desdeentonces. Hay voces que se levantan encontra de la existencia de Tod en la web, yano por razones ideolgicas o ticas, sino decarcter mstico. Si bien las ltimas palabrasde Siebel han sido conrmadas tanto porsu equipo mdico como por su pareja LutzGehle, y tambin por peritos de la justiciaalemana, no ha surgido an una explicacinque pueda enmarcarlas. La vida sigue siendoun factor analgico, y no existe algoritmo deprogramacin capaz de ejercer por s mismo unefecto sobre ella. Esa matriz de pensamiento

hegemnico, como la llamaba Siebel, tal vezhaya quedado obsoleta, y es por este motivoque Tod permanece online.

Siebel no se equivoca opina el profesorWalter Farley, especialista en medios decomunicacin de la Universidad de Boston. Las

redes sociales modican nuestras conductashasta niveles que slo podemos sospechar.Es casi de sentido comn. Si un elemento enel diseo grco es capaz de repercutir sobrenuestros hbitos de consumo, cmo no nos va

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a afectar un asiduo intercambio de mensajeracon personas en una situacin clnica grave,igual a la nuestra? De ah a que Tod provoqueo precipite de algn modo la muerte de sususuarios, sin embargo, existe un largo trecho.

Estaba como posedo, arma AugustBauer, un estudiante de Comunicacin de

veinticuatro aos que actu como agente deTod en los ltimos das de Siebel, cuando yaera incapaz de leer o tipear. Nunca perdael hilo de lo que estaba dictando. S que eraconsciente de la repercusin que tenan suspalabras sobre los otros miembros de la redsocial, porque yo le lea sus comentarios, perotambin saba que lo suyo iba a trascender lasfronteras de Tod.

El da en que me dict su mensaje pstumofue tambin la ltima vez que lo vi con vida.Los mdicos me haban dicho que le quedabanunas horas. Estaba dolorido porque hasta ese

momento no haba permitido que le suminis-traran morna ms que en dosis mnimas, paraconservar la lucidez al menos durante algunashoras del da. Yo levant la vista varias veces,pero l hablaba con los ojos cerrados. Cuandoterminamos, los abri. `Buen trabajo, dijo. Le

estrech la mano. Estaba rme a pesar de la de-bilidad. El que temblaba era yo.

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El ltimo estado

No me busquen online. Mientras le dicto estaspalabras a August, pienso en cuantas vecesfui testigo de este momento. Era lgico queme tocara a m tambin. Lo que no imagines que fuera a ser tan pronto. Cmo?, se

preguntarn ustedes. Si hace cuatro mesesanunci su cncer terminal. Es cierto, perocuando lo hice no crea que me hubiera llegadola hora, porque en aquel entonces en realidadmi cuerpo no estaba enfermo.

Durante mucho tiempo me preguntcmo destruir Tod. La idea me asalt mientrascrebamos la red social, mano a mano con misocio Lutz Gehle, quien me apoy en todas ycada una de las decisiones que tom al respecto.Una red social de moribundos, un lugar demuerte en la web.

A pesar de las crticas que recib estos aos,

siempre conceb mi labor como la de un artista.No soportaba la idea de que Tod se transformaraen un enorme negocio. Rpidamente me dicuenta de que para destruir el monstruo que yomismo haba creado era necesario que la vidatriunfara. Sigo pensando de la misma manera.

Hasta el momento en que abr mi cuenta,todos los miembros de la red social que habancumplido su tiempo pronosticado de sobrevidahaban muerto. Esto se deba, pensbamos, alestricto control de acceso que implementamos.

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La nica manera de violentar Tod era saltearesos controles.

Asumo toda la responsabilidad, tantodesde el punto de vista legal como de cualquierotra ndole. El diagnstico de linfoma fue unarplica del que recibi mi padre treinta aosatrs. En aquel entonces, la ciencia estaba

menos desarrollada y la expectativa de vidaera menor. Cuatro meses me pareca un tiempopropicio para conocer Tod desde adentro,sobrevivir y despus contarlo y terminar deuna vez por todas con esto. Pero algo salimal.

Durante las primeras semanas disfrut losintercambios, y al mismo tiempo me angusti.En ningn momento cre que fuera a salirmegratis, pero tampoco cre que el precio a pagarpudiera ser tan alto. La inmortalidad del artees un valor abstracto, pero esto slo se vuelveclaro cuando uno est del otro lado.

Vena perdiendo peso, con vmitos ydolores de cabeza, pero lo atribu al cansancioy a la sugestin. No me pareci posible otracosa, por eso cuando lleg el diagnstico real,idntico al que habamos fraguado, pens quealguien me estaba jugando una broma muy

pesada. Recorr cinco hospitales, los mejoresmdicos del mundo, antes de convencermede que todo era verdad. Aunque la respuestaestuvo clara desde el principio, me pregunt:Por qu a m?.

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Pens que escriba una novela, pero enrealidad escribo mi autobiografa. Falta pocopara el nal. Fui soberbio, necio. Ahora no sa dnde vamos. No tengo ms que agregarexcepto una cosa, que aprend en estos aos:vivir no es amar, reproducirse, ser admirado,odiado o querido. No es, ni siquiera, elaborar

la trama de una historia.Es lo nico que s. Vivir es emitir sealesde vida.

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