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Lengua Española y su Gramática I Profesor José Néstor Mevorás 2013 JNML 1 Las palabras: qué son y cómo se forman Aunque la presencia de los holandeses en América fue pasajera en términos políticos, su legado lingüístico es enorme. Desde que ambos grupos entraron en contac- to por vez primera, los americanos se apropiaron sin cesar de términos holandeses. Algunos ejemplos particularmente precoces serían los de blunderbuss («trabuco», literalmente «pistola de trueno»), que data de 1654; s«w(«lanchón, alijador»), en 1660; y sleigh («trineo») en 1703. A mediados del siglo xvm se produjo un auténtico aluvión de términos holandeses hacia el inglés americano: stoop («andar encorvado»), span(«palmo, lapso; abarcar»), co/es/aw(«ensalada de col»), 6oss(«jefe»), pft (en el sentido de hueso de una fruta), bedpan («chata, silleta»), bedspread («cubrecama», que anteriormente había sido counterpane), cookie(«galleta»), watf/e(«paja, palabrería»), n/fw/f(«memo», del holandés coloquial Ik niet weet, que significa «no lo sé»), la interrogativa típica del inglés americano, how come? («cómo es que...», una traducción literal del holandés hoekom), poppycock («majadería», de pappekak, estiércol blando), dunderhead («zopenco»), y probablemente, también caboodle («lote»), en kitand caboodle («iodo el lote», literalmente «el juego y el lote»), Dos americanismos particularmente persistentes proceden, asimismo, del holandés: Sania Claus (que deriva de Sinter Klaas, una forma familiar de San Nicolás), atestiguado por primera vez en 1773, y yankee (que deriva de Janke, un diminutivo de Juan equivalente al inglés Johnny, o bien de Jan Kaas, literalmente «Juan Queso», que en origen era un insulto no demasiado ofensivo). Bryson (1994) Hacia 1900, en Nuevo Berlín, Ohio, un dependiente llamado J. Murray Spangler inventó una máquina que denominó escoba succionadora eléctrica. Con el tiempo esta máquina llegó a hacerse muy popular y pudo haber sido conocida como una espangler. La gente podría haber terminado espangleando sus alfombras y visillos. El uso del término podría haberse extendido hasta llegar a designar a las personas que típicamente hablan con una voz monótona, como runruneando, de manera que a este tipo de personas se las hubiera conocido como espangleristas y a su forma de comportarse, como espanglerismo. Sin embargo, no sucedió nada de esto. Lo que ocurrió fue que Spangler vendió su invento a un hombre de negocios de la época llamado William H. Hoover, cuya Hoover Suction Sweeper Company produjo la primera «Hoover» (el nombre por el que se conoce familiarmente a la aspiradora en el ámbito anglosajón). Con el tiempo, no sólo la palabra hoover (con minúscula inicial) terminó volviéndose tan habitual como vacuum cleaner (un sinónimo de aspiradora que significa literalmente «limpiadora a vacío»), sino que en Inglaterra, en particular, la gente todavía dice que está hoovering «pasando la aspiradora» (y no spanglering) sus alfombras. Sin embargo, lo relevante de esta anécdota es que, aunque nunca antes hubiésemos oído hablar de Spangler, no hemos tenido ninguna dificultad en entender términos nuevos como espangler, espanglear. espangleando, espanglerista o espanglerismo. Es decir, somos capaces de entender rápidamente cualquier palabra nueva que se incorpora a nuestra lengua (un neologismo) y de aceptar sin mayores objeciones el uso de formas diferentes derivadas a partir de dicha palabra. Esta capacidad se debe, en parte, al hecho de que los procesos de formación de palabras en nuestra lengua son particularmente regulares. En este capítulo trataremos de analizar algunos de los procesos básicos que permiten crear nuevos términos. Etimología El estudio del origen y de la historia de las palabras se conoce como etimología. El término etimología, al igual que numerosos tecnicismos, deriva del latín, aunque su origen es griego (étymon «forma original» + logia «estudio de»), y no debe confundirse con entomología, que también proviene del griego (éntomon significa «insecto»). Cuando se examina la etimología de palabras que no son tecnicismos, se advierte rápidamente que es posible incorporar nuevas palabras a una determinada lengua de diversas maneras. Debemos tener presente que estos procesos se han estado dando en la lengua durante mucho tiempo y que buena parte de las palabras usadas en la actualidad en una lengua cualquiera fueron consideradas en algún momento barbarismos. Así, hoy en día nos resulta difícil entender que a principios del siglo diecinueve se considerase una «innovación de mal gusto» con respecto a la lengua inglesa una palabra como handbook («manual», literalmente «libro de mano»), o el horror que manifestaba un periódico de Londres en 1909 ante la utilización de una palabra recién acuñada como aviation («aviación»). Todavía hoy muchos de los términos que se han incorporado recientemente a una lengua cualquiera suelen dar lugar a protestas por parte de mucha gente. No obstante, y en lugar de criticarlo como si se tratase de una degradación del idioma, deberíamos considerar el proceso constante de incorporación de nuevos términos al mismo y de aparición de nuevos significados de éstos últimos como un signo reconfortante de la vitalidad y de la creatividad con los que cualquier idioma se va remodelando en función de las necesidades, en constante evolución, de sus hablantes. Veamos algunos de estos procesos.

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Las palabras, qué son y como se forman

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Lengua Española y su Gramática I Profesor José Néstor Mevorás 2013

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Las palabras: qué son y cómo se forman Aunque la presencia de los holandeses en América fue pasajera en términos políticos, su legado lingüístico es enorme. Desde que ambos grupos entraron en contac-to por vez primera, los americanos se apropiaron sin cesar de términos holandeses. Algunos ejemplos particularmente precoces serían los de blunderbuss («trabuco», literalmente «pistola de trueno»), que data de 1654; s«w(«lanchón, alijador»), en 1660; y sleigh («trineo») en 1703. A mediados del siglo xvm se produjo un auténtico aluvión de términos holandeses hacia el inglés americano: stoop («andar encorvado»), span(«palmo, lapso; abarcar»), co/es/aw(«ensalada de col»), 6oss(«jefe»), pft (en el sentido de hueso de una fruta), bedpan («chata, silleta»), bedspread («cubrecama», que anteriormente había sido counterpane), cookie(«galleta»), watf/e(«paja, palabrería»), n/fw/f(«memo», del holandés coloquial Ik niet weet, que significa «no lo sé»), la interrogativa típica del inglés americano, how come? («cómo es que...», una traducción literal del holandés hoekom), poppycock («majadería», de pappekak, estiércol blando), dunderhead («zopenco»), y probablemente, también caboodle («lote»), en kitand caboodle («iodo el lote», literalmente «el juego y el lote»), Dos americanismos particularmente persistentes proceden, asimismo, del holandés: Sania Claus (que deriva de Sinter Klaas, una forma familiar de San Nicolás), atestiguado por primera vez en 1773, y yankee (que deriva de Janke, un diminutivo de Juan equivalente al inglés Johnny, o bien de Jan Kaas, literalmente «Juan Queso», que en origen era un insulto no demasiado ofensivo).

Bryson (1994) Hacia 1900, en Nuevo Berlín, Ohio, un dependiente llamado J. Murray Spangler inventó una máquina que denominó escoba succionadora eléctrica. Con el tiempo esta máquina llegó a hacerse muy popular y pudo haber sido conocida como una espangler. La gente podría haber terminado espangleando sus alfombras y visillos. El uso del término podría haberse extendido hasta llegar a designar a las personas que típicamente hablan con una voz monótona, como runruneando, de manera que a este tipo de personas se las hubiera conocido como espangleristas y a su forma de comportarse, como espanglerismo. Sin embargo, no sucedió nada de esto. Lo que ocurrió fue que Spangler vendió su invento a un hombre de negocios de la época llamado William H. Hoover, cuya Hoover Suction Sweeper Company produjo la primera «Hoover» (el nombre por el que se conoce familiarmente a la aspiradora en el ámbito anglosajón). Con el tiempo, no sólo la palabra hoover (con minúscula inicial) terminó volviéndose tan habitual como vacuum cleaner (un sinónimo de aspiradora que significa literalmente «limpiadora a vacío»), sino que en Inglaterra, en particular, la gente todavía dice que está hoovering «pasando la aspiradora» (y no spanglering) sus alfombras. Sin embargo, lo relevante de esta anécdota es que, aunque nunca antes hubiésemos oído hablar de Spangler, no hemos tenido ninguna dificultad en entender términos nuevos como espangler, espanglear. espangleando, espanglerista o espanglerismo. Es decir, somos capaces de entender rápidamente cualquier palabra nueva que se incorpora a nuestra lengua (un neologismo) y de aceptar sin mayores objeciones el uso de formas diferentes derivadas a partir de dicha palabra. Esta capacidad se debe, en parte, al hecho de que los procesos de formación de palabras en nuestra lengua son particularmente regulares. En este capítulo trataremos de analizar algunos de los procesos básicos que permiten crear nuevos términos. Etimología El estudio del origen y de la historia de las palabras se conoce como etimología. El término etimología, al igual que numerosos tecnicismos, deriva del latín, aunque su origen es griego (étymon «forma original» + logia «estudio de»), y no debe confundirse con entomología, que también proviene del griego (éntomon significa «insecto»). Cuando se examina la etimología de palabras que no son tecnicismos, se advierte rápidamente que es posible incorporar nuevas palabras a una determinada lengua de diversas maneras. Debemos tener presente que estos procesos se han estado dando en la lengua durante mucho tiempo y que buena parte de las palabras usadas en la actualidad en una lengua cualquiera fueron consideradas en algún momento barbarismos. Así, hoy en día nos resulta difícil entender que a principios del siglo diecinueve se considerase una «innovación de mal gusto» con respecto a la lengua inglesa una palabra como handbook («manual», literalmente «libro de mano»), o el horror que manifestaba un periódico de Londres en 1909 ante la utilización de una palabra recién acuñada como aviation («aviación»). Todavía hoy muchos de los términos que se han incorporado recientemente a una lengua cualquiera suelen dar lugar a protestas por parte de mucha gente. No obstante, y en lugar de criticarlo como si se tratase de una degradación del idioma, deberíamos considerar el proceso constante de incorporación de nuevos términos al mismo y de aparición de nuevos significados de éstos últimos como un signo reconfortante de la vitalidad y de la creatividad con los que cualquier idioma se va remodelando en función de las necesidades, en constante evolución, de sus hablantes. Veamos algunos de estos procesos.

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Acuñación Uno de los procesos menos frecuentes a la hora de formar nuevas palabras es el de la acuñación, es decir, la invención de términos totalmente nuevos. En general, se suele tratar de nombres de marcas comerciales creados ex profeso para un determinado producto, pero que con el tiempo terminan convirtiéndose en términos de uso general (de ahí que acaben escribiéndose con minúscula inicial) que designan cualquier versión de dicho producto. Algunos ejemplos son aspirina, vaselina o nailon; otros más recientes son rímel, kleenex o teflón. Puede darse el caso de que el origen técnico de algunos de estos términos inventados no sea muy evidente (es el caso, por ejemplo, del te [tra]-fl[uor]-ón), pero poco después de acuñarse acabaron siendo palabras de uso cotidiano en la lengua. Las palabras de nueva creación que derivan del nombre de una persona o de un lugar se denominan epónimos. Cuando en el primer apartado de este capítulo hacíamos referencia a una hoover (o incluso a una espangler) estábamos haciendo uso de un epónimo. Otros epónimos de uso frecuente son sandwich (que deriva del Conde de Sandwich, quien, en el siglo XVIII. fue el primero en pedir que se le sirviera el pan y la carne conjuntamente mientras jugaba a las cartas) o jeans (que proviene del topónimo Genova, la ciudad italiana donde se fabricó por vez primera este tipo de tejido). Algunos epónimos corresponden a tecnicismos y se basan en los nombres de los descubridores o los inventores de las cosas que designan, como sucede con fahrenheit (del científico alemán Gabriel Fahrenheit), voltio (del investigador italiano Alessandro Volta) o vatio (del inventor escocés James Watt). Préstamo Como señalaba Bill Bryson en la cita que encabeza este capítulo, una de las formas más comunes de introducir nuevas palabras en una determinada lengua es el proceso llamado, simplemente, préstamo, que consiste en tomar prestadas palabras de otras lenguas. A lo largo de su historia el castellano, como sucede también con el inglés, ha adoptado un gran número de palabras procedentes de otros idiomas diferentes. Entre otras pueden enumerarse las siguientes: alcohol (del árabe), cruasán (del francés), bistec (del inglés), sable (del alemán), lila (del persa), piano (del italiano), tatuaje (del tahitiano). robot (del checo), yogurt (del turco) o cebra (del bantú). Es evidente que a su vez otras lenguas han tomado prestadas distintas palabras del castellano, como es el caso de cigarro, que ha pasado al francés (cigare), al italiano (sigam) o al inglés (cigar). To cross the sierra («atravesar la sierra») o to have a siesta («echarse una siesta») son también expresiones de uso común en inglés actual que incluyen términos tomados en préstamo del español. Por razones evidentes, son muy numerosas las lenguas que han tomado prestadas palabras del inglés. Como curiosidad pueden citarse las palabras japonesas suupaa o suupaa-maakefto «supermercado» (de snperinarket) y taipuraitaa «máquina de escribir» (de typewriter), o los términos húngaros klub («club») y futbal («fútbol»). Un tipo especial de préstamo es el préstamo en traducción o calco en el que se traduce de forma literal los elementos de una palabra de una determinada lengua a la lengua que la toma prestada. Un ejemplo interesante es el de rascacielos, que es un calco del inglés skyscraper (literalmente «arañador del cielo»), como también lo son el francés gratteciel, que se traduce literalmente por «rasca el cielo», el holandés wolkenkrabber («rascanubes») o el alemán Wolkenkratzer («arañanubes»). El castellano superhombre es un calco de la palabra inglesa superman, que a su vez, parece ser un calco del alemán Ubermensch. De hecho, la propia expresión que se utiliza en inglés para referirse a este tipo de palabras, loan words (literalmente «palabras préstamo») parece que es un calco del alemán Lehnwort. Hoy en día. los hablantes de castellano comen perritos calientes, los de inglés, hot dogs. El concepto americano de boyfriend («novio», literalmente, «chico amigo») pasó como un préstamo, con algunas modificaciones fonéticas, al japonés, boyifurendo, pero como un calco al chino. nan pengyu («macho amigo»). Composición En algunos de los ejemplos que acabamos de analizar anteriormente se han unido dos palabras separadas para producir una forma única. Así, en inglés, boy («chico») y friend («amigo») se combinan para producir boyfriend («novio»). Este proceso mediante el cual se combinan dos o más palabras para dar lugar a una tercera, que es nueva, se conoce técnicamente como composición y es particularmente común en lenguas como el inglés o el alemán, aunque mucho menos frecuente en otras como el castellano o el francés. No obstante, podemos encontrar fácilmente algunos ejemplos en español, como sacacorchos, lavaplatos, abrelatas, quitanieves, lanzallamas, guardarropa o pisapapeles. Aunque la mayor parte de las palabras compuestas son sustantivos, mediante el recurso de la composición también es posible crear otros tipos de palabras, como pueden ser los adjetivos, bien mediante la composición de dos adjetivos, como sucede en albiceleste o blanquiverde, o bien mediante la composición de un adjetivo y un nombre, como ocurre en verdemar. Del mismo modo, un sustantivo puede unirse a un adjetivo para dar lugar a un sustantivo compuesto, como sucede en aguamarina. Esta forma de generar nuevos términos, que tan bien atestiguada está en los casos del inglés o del alemán, también aparece en lenguas totalmente distintas, como el hmong, que se habla en el Sureste asiático. En esta lengua se combina hwj («olla») y kais («caño») para producir hwjkais («tetera»). Las formas pajkws (de paj «flor» + kws «maíz»

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= «palomitas») y hnabrauntawv (hnab «bolsa» + ran «poner» + ntawv «papel» o «libro» = «maleta escolar») son de creación reciente. Mezcla Esta combinación de dos formas independientes para producir un nuevo término es también la base del proceso llamado mezcla. Sin embargo, y a diferencia de lo que sucede en la composición, en la mezcla se suele tomar únicamente el principio de una palabra y el final de otra. En algunas zonas de Estados Unidos, en lugar de la gasolina se emplea un producto que está hecho de alcohol, de ahí que el término «mezclado» que se utiliza para hacer referencia a él sea gasohol. Otro ejemplo, en este caso directamente del inglés, sería el que se emplea para denotar los efectos combinados del «humo» smoke y de la «niebla»_fog. y que no es otro que smog. En los lugares donde este fenómeno es particularmente frecuente o abundante se suele bromear distinguiendo entre smog, smaze (que resulta de la mezcla de smoke y haze, «neblina») y smurk (que es el resultado de la mezcla de smoke y murk, «oscuridad»). Otros ejemplos más comunes son bit (de binary «binario» y digit «dígito»), brunch (de breakfast «desayuno» y lunch «almuerzo»), telecast (de televisión «televisión» y broadcast «programa»), motel (de «motor» y «hotel») y el Chunnel (de ckannel, «canal» y tunnel, «túnel»), que conecta Inglaterra y Francia. La manera de conseguir dinero en diversos programas de televisión que adopta un formato maratoniano se denomina típicamente telethon (o telemaratón, en español), de televisión y marathón. Infotainment (de information «información» y entertainment «diversión») y simulcast (simultaneós y broadcast, «emisión simultánea») son también ejemplos recientes de las mezclas que se dan en el medio televisivo. Para describir la mezcla de lenguas encontramos términos como el franglais (francés/inglés) y el spanglish (español/inglés). En algunas mezclas se combinan los comienzos de las dos palabras que intervienen en la misma, como sucede con numerosos términos que se refieren a la tecnología de las comunicaciones. Así, para enviar información rápidamente podemos utilizar un télex (del inglés teleprinter «impresora a distancia» /exchange «intercambio») o en el caso de los ordenadores, un módem (de modulator «modulador»/demodulator «desmodulador»), claro que también podemos enviar un fax, aunque en este caso no se trataría de una mezcla, sino de un ejemplo de proceso que describiremos a continuación. Apócope La reducción de formas, que es evidente en las mezclas, es incluso más obvia en el proceso que llamamos apócope. Ocurre cuando una palabra formada por más de una sílaba (como facsímil) se reduce a una forma más corta (fax), lo que inicialmente sucede de forma habitual en el contexto de las conversaciones coloquiales. Aunque todavía se emplea, el término fotografía es mucho menos habitual que foto, su forma reducida. Otros ejemplos muy frecuentes son fan (de fanático), tele (de televisión), colé (de colegio), moto (de motocicleta), cine (de cinematógrafo) o bici (de bicicleta). También es usual recortar los nombres propios, como sucede en Toni (de Antonio), Eli (de Elisa), Mari (de María) o Cris (de Cristina). Algo hay en el entorno escolar que invita al apócope, porque casi todas las palabras relacionadas con este ámbito se reducen: mates, profe, natu, lite, boli... Un tipo especial de reducción da lugar a las palabras que se conocen técnicamente como hipocorísticos, que son formas diminutivas, abreviadas o infantiles que se usan como designación cariñosa, familiar o eufemística. Son hipocorísticos las formas apocopadas de los nombres propios que se han puesto como ejemplos anteriormente. La obtención de un hipocorístico puede seguir unas reglas particularmente precisas, como sucede en inglés británico o australiano, donde la palabra se reduce a una única sílaba y recibe la terminación -y o —ie. De esta manera se han creado palabras como movie («película», de moving pictures, literalmente «imágenes en movimiento») o telly («televisión», de televisión), así como Aussie («australiano»), barbie («barbacoa», de barbecue), bookie («corredor de apuestas», de book-maker), brekky («desayuno», de breakfast) y hankie («pañuelo», de handkerchief). Retroformación Un tipo muy especializado de reducción es el que se conoce como retroformación. El caso típico es aquel en el que una palabra de una determinada clase (normalmente un nombre) se reduce para dar lugar a una palabra de otra clase diferente (normalmente un verbo). Un buen ejemplo de retroformación es el proceso por el que el nombre televisión, que fue el primero en utilizarse, dio lugar al verbo televisar. Otros ejemplos de palabras creadas por retroformación son los términos ingleses dónate («donar», de donation «donación»), opt («optar», de option «opción»), emote («emocionar», de emotion, «emoción»), enthuse («entusiasmar), de enthusiasm «entusiasmo»), liaise («enlazar», de liaison «enlace») y babysit («cuidar de un niño», de babysitter «niñera ocasional»). De hecho, cuando en inglés se alude a este proceso empleando el verbo backform («retroformar»), como ocurre en Did yon know that «opt» was backformed from «option»? («¿Sabes que en inglés «opt» se retroformó a partir de "option"»?, estamos llevando a cabo una retroformación. Otra fuente bastante regular de verbos retroformados en inglés consiste en la utilización del patrón worker «trabajador» -work «trabajar». La hipótesis parece consistir en que si hay un nombre acabado en -er (o algo parecido a

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este sonido), entonces se puede crear a partir de dicho término un verbo por retroformación que designa la actividad desempeñada por el nombre -er. Por tanto un editor, debe edit («editar»), un sculptor debe sculpt («esculpir»), y los burglars («ladrones»), peddlers («vendedores») y swindlers («estafadores») deben burgle («robar»), peddle («vender») y swindle («estafar»). Conversión Un cambio en la función de una palabra, como, por ejemplo, el hecho de que un nombre comience a utilizarse como un verbo (sin que tenga lugar ninguna reducción o retroformación), es lo que se conoce normalmente como conversión. Otras maneras de designar este proceso tan habitual son «cambio de categoría» y «cambio funcional». En inglés existen diversos nombres, tales como chair («silla»), butter («mantequilla»), bottle («botella») o vacation («vacación»), que gracias al proceso de conversión pueden utilizarse como verbos, como muestran las siguientes frases: Someone has to chair lite meeting («Alguien tiene que presidir la reunión»); Have you buttered the toast? («¿Has untado de mantequilla la tostada?»); We bottled the homebrew last night («Embotellamos la cerveza casera anoche»); They're vacationing in Frunce («Están de vacaciones en Francia»). Las conversiones en castellano no son muy frecuentes, aunque existen algunos ejemplos, como el del sustantivo conciencia, que se suele usar habitualmente como verbo (ligeramente modificado), concienciarse) (realmente es el único ejemplo conocido en castellano de un verbo creado a partir de un sustantivo terminado en -encía). El proceso de conversión es particularmente productivo en inglés moderno, donde continuamente aparecen nuevos usos de las palabras. La conversión puede afectar a verbos, que se convierten en nombres, como es el caso de guess («suponer»), must («deber») y spy («espiar»), que han dado lugar, respectivamente, a a guess («una suposición»), a must («una imposición») y a spy («un espía»). Los verbos con partícula o frasales, como to print out («imprimir») o to take over («tomar posesión»), también se pueden convertir en nombres: a printout («una impresión») o a take over («una toma de posesión»). Una combinación de verbos compleja (want to be, «querer ser») cuenta con su correspondiente sustantivo, que además se utiliza frecuentemente: He isn't in the group, he's just a wannabe («Él no es del grupo, sólo es un quiero ser»). Los verbos (como see through, «atravesar con la vista»; stand up, «estar de pie») también se pueden convertir en adjetivos, como sucede en see-through material («un material traslúcido», literalmente «que se ve a través») o a stand-up comedian («un humorista de sala», literalmente «que permanece de pie [durante la actuación]»). Del mismo modo, algunos adjetivos, como dirty («sucio»), empty («vacío»), crazy («loco») o nasty («antipático»), pueden convertirse en verbos, como to dirty («ensuciar»), to empty («vaciar»); o en nombres, como a crazy («un loco») y a nasty («un antipático»). Algunos nombres compuestos han asumido funciones adjetivas o verbales, como puede ser el caso de una expresión como ball park («estadio de béisbol» y por extensión «área» o «campo» muy amplio), que puede funcionar como un adjetivo, en una expresión como a ball-park figure («cifra aproximada»), o como un verbo, cuando forma parte de las construcciones que se emplean para preguntar a alguien: to ball-park an estímate of the cost («dar un valor aproximado del coste»). Otros nombres de este tipo son carpool («viaje en coche compartido»), mastermind («cerebro de una operación»), microwave («microondas») y quarterback («lanzador de fútbol americano»), que también, y de forma regular, se usan como verbos. Otras formas, como up («arriba») y down («abajo»), también pueden usarse como verbos, como sucede en They're going to up the price of oil («Van a subir el precio del petróleo») o We downed a few beers at the Chimes («Bajamos unas cuantas cervezas en Chimes»). Es importante tener en cuenta que algunas de estas formas convertidas pueden variar substancialmente de significado cuando cambian de categoría como consecuencia del proceso de conversión. Así, el verbo to doctor tiene a menudo un sentido negativo, «falsificar», que se asocia normalmente al nombre de donde procede, a doctor («un médico»). Un tipo similar de cambio de significado es el que está teniendo lugar con respecto al nombre total («el total de una operación aritmética») y el verbo run around («dar la vuelta»), que como tales no tienen sentido negativo. Sin embargo, una vez convertidos en otras categorías, si uno total his car (donde total es ahora un verbo) significa que uno ha destrozado completamente su coche y si su compañía de seguros le da además un runaround (ahora un sustantivo), entonces uno sabe que ésta le ha engañado, con lo cual el sentido negativo es doble. Acrónimos Algunas palabras nuevas, conocidas como acrónimos, se forman a partir de las letras iniciales (siglas) de un grupo de palabras. En algunos casos, para pronunciar algunos acrónimos se suele recurrir a pronunciar cada una de las siglas que los componen, como sucede en CD (compact dixk, «disco compacto») o VCR (video cassette recorder. «grabadora de vídeo»). En el caso de otros acrónimos, se opta por pronunciarlos como palabras únicas, como es el caso de OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), RENFE (Red Nacional de Ferrocarriles Españoles) o UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization «Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura»). En estos ejemplos se han mantenido las letras mayúsculas, pero otros muchos acrónimos se han transformado en términos habituales, que se escriben en minúscula, como sucede en el caso de láser

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(que proviene de light amplification by stimulated emisión of radiation, «amplificación de la luz por emisión estimulada de radiación»), o radar (de radio detecting and ranging, «detección y localización por radio»). Los nombres de las organizaciones a menudo se eligen de manera que su acrónimo constituya una palabra apropiada, como sucede en el caso de MADD (mothers against drunk driving «madres contra los conductores borrachos», cuyo acrónimo se pronuncia igual que mad «loco»), o WAR (women against rape «mujeres contra la violación», cuyo acrónimo es idéntico a la palabra war «guerra»). Algunos acrónimos de nueva creación se vuelven corrientes con tal rapidez, que muchos hablantes no tiene presente, de hecho, su naturaleza de acrónimo, ni en consecuencia, las partes de que están compuestos. Es lo que sucede, por ejemplo, con pin (del inglés personal identification number, «número de identificación personal»), como demuestra el hecho de que se usen habitualmente repitiendo uno de los elementos que lo constituyen, como sucede en una expresión como he olvidado mi número pin (el concepto «número» aparece por duplicado). Derivación En esta enumeración de los procesos que permiten la formación de nuevas palabras, no hemos mencionado hasta ahora el que, con mucho, es el más común de todos en lenguas como el castellano o el inglés. Dicho proceso se denomina derivación y se consigue haciendo uso de un gran número de pequeños «trozos» de la lengua en cuestión, que normalmente no figuran en los diccionarios como palabras independientes. Son los llamados afijos y unos pocos ejemplos particularmente familiares son los elementos anti-. des-, pre-, -ción o -ero, que aparecen en palabras como antisocial, desagradecido, prejuzgar, luxación o cartero. Prefijos y sufijos Si se examinan con mayor detenimiento los ejemplos anteriores, puede advertirse que algunos afijos han de añadirse al principio de una palabra (es el caso, por ejemplo, de des-). Este tipo de afijos se denominan prefijos. En cambio, otros han de añadirse al final de la palabra en cuestión (un ejemplo sería -ción) y se conocen como sufijos. Todas las palabras formadas mediante el proceso de derivación cuentan con prefijos, con sufijos o con ambos tipos de afijos. Así desprender tiene un prefijo, des-; regional cuenta con un sufijo, -al; mientras que desnacionalizar posee un prefijo, des-, y dos sufijos, -al e -izar. Infijos Hay un tercer tipo de afijos, muy común en algunas lenguas, llamados infijos y que, como el propio término sugiere, se incorporan dentro de las palabras. En castellano no son particularmente abundantes, aunque pueden citarse algunos ejemplos como -ad-, en panadero, o -ic-, en carnicero. En inglés tampoco son muy frecuentes, aunque es posible entender el principio general de funcionamiento de los infijos en ciertas expresiones que emplean eventualmente hablantes emocionalmente alterados en circunstancias fortuitas, como Hallebloodylujah! («¡Alemalditaluya!») y Unfuckingbelivable! («¡Injodidocreíble!»). En la película Wish You Were Here, el protagonista expresa su irritación (con otro de los personajes, que intenta ponerse en contacto con él) gritando: Tell him I've gone to Singabloodypore! («¡Dile que me he ido a Singamalditapur!»). Podríamos considerar estas formas «insertadas» como una suerte de infijos del inglés. Sin embargo, otras lenguas pueden proporcionar ejemplos mucho mejores, como es el caso del kamhmu, un idioma que se habla en el Sureste asiático. Los siguientes ejemplos proceden de Merrifield et al. (1962): Verbo Nombre («taladrar») see srnee («un taladro») («cincelar») toh trnoh («un cincel») («comer con cuchara») hiip hrniip («una cuchara») («atar») boom hrnoom («una cosa con la que atar») Si analizamos los ejemplos anteriores, es posible advertir la existencia de un patrón regular, que implica la adición del infijo -rn a los verbos para formar los correspondientes sustantivos. Si aceptamos que este patrón es universalmente válido en esta lengua y sabemos que la forma krnap es un sustantivo en kamhmu que significa «tenazas», entonces no debería resultar complicado deducir la forma del verbo correspondiente, que tendría el significado «coger con tenazas». Según Merrifield et al. (1962) sería kap. Procesos múltiples Aunque hemos analizado cada uno de los procesos de formación de palabras por separado, lo cierto es que en muchos casos es posible encontrar evidencias de que han actuado dos o más de ellos de forma simultánea en el proceso de creación de una determinada palabra. Por ejemplo, el término (deli es una palabra que se usa con una frecuencia cada vez mayor en inglés americano. Inicialmente se trató de un préstamo del término alemán delicatessen. pero

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Lengua Española y su Gramática I Profesor José Néstor Mevorás 2013

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posteriormente dicho préstamo sufrió un apócope, que lo redujo a su extensión actual. De la misma manera, si alguien se queja de que los problems with the project have snowballed, es decir, que «los problemas con el proyecto han ido creciendo como una bola de nieve», sería posible rastrear el origen del último término de la oración de la siguiente forma: inicialmente se formó una nueva palabra, snowball («bola de nieve») por composición, mediante la unión de snow («nieve») y ball («bola»); este nuevo término compuesto sufrió posteriormente una conversión, de forma que acabó usándose como verbo. Un último caso lo constituyen algunas formas que primero empiezan siendo acrónimos, pero que posteriormente terminan sufriendo otros procesos, como sucede con el verbo lasear, que, en tanto que verbo, es el resultado de una retroformación a partir del sustantivo láser. En una expresión como waspish attitudes («comportamiento de wasp»), la forma WASP(Whiie Anglo-Saxon Protestan), «protestante anglosajón blanco») ha perdido sus mayúsculas y ha ganado un sufijo -ish) en un proceso que ha de caracterizarse como de derivación. Un acrónimo que nunca parece haberse escrito con letras mayúsculas es el que se ha originado a partir de la expresión young urban profexsional («joven profesional urbano») a la que se añadió el sufijo -ie, como es característico en la formación de los hipocorísticos. El resultado fue la palabra yuppie (atestiguada por primera vez en 1984). La formación de esta nueva palabra, sin embargo, se vio favorecida por otro proceso bastante diferente, que se conoce como analogía, según el cual las palabras nuevas tienden a formarse de manera que terminen pareciéndose a otras palabras ya existentes. Yuppie se creó por analogía con otras dos palabras anteriores: hippie y yippie (esta última de mucha menor duración). El término yippie también tiene su origen en un acrónimo (Youth International Party, esto es «Partido Internacional de la Juventud»), pero se usaba normalmente para designar a los estudiantes que protestaban contra la guerra de Vietnam en los Estados Unidos. Un chiste hizo que yippies diera lugar a yuppies. Y el proceso con-tinúa. Por analogía con la palabra yap («aullar»), se ha creado la palabra yappies, que designa a los jóvenes profesionales particularmente ruidosos. Muchas de estas formas pueden, desde luego, tener una vida muy breve. Quizás la prueba más aceptada, en términos generales, de que una palabra nueva «ha entrado» con éxito en la lengua es que aparezca en un diccionario. Sin embargo, este hecho puede provocar protestas, como le sucedió a Noah Webster cuando publicó su primer diccionario en 1806, el cual fue criticado por recoger el uso de palabras como advócate («abogar») y test («comprobar») como verbos, y por incluir palabras tan «vulgares» como advisory («consultivo») y presidential («presidencial»). Parece que Noah tenía un sentido crítico más exacto que sus coetáneos para determinar qué palabras de nueva creación iban a perdurar en la lengua y cuáles no.