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Las Mil y Una Noches JORNADAS INTERDISCIPLINARES “UN LIBRO, UNA NIÑA, UNA VIDA” Plan de Igualdad, Género y Trato en Educación

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Page 1: Las Mil y Una Noches · 2019. 10. 27. · mirada del rey. El soberano se alegró al ver la belleza de Sherezade y se celebraron las bodas. Pero acabada la ceremonia, Sherezade se

Las Mil y Una Noches

JORNADAS INTERDISCIPLINARES “UN LIBRO, UNA NIÑA, UNA VIDA”

Plan de Igualdad, Género y Trato en Educación

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1 Hace muchos años, en las lejanas tierras de Oriente, hubo un rey llamado Shariar, amado por todos los habitantes de su pueblo. Sucedió, sin embargo, que un día, habiendo salido a cazar, regresó a su pa lac io antes de lo prev isto y encontró a su esposa apasionadamente abrazada a uno de sus jóvenes esclavos.

2 -¡Ay! -sollozó el rey-. ¡Siento en mi corazón un fuego que quema!-. E inmediatamente ordenó que su esposa y el esclavo fueran degollados. La muerte de su esposa infiel no calmó el fuego que inflamaba el corazón del rey Shariar. Su rostro iba perdiendo el color de la vida y apenas se alimentaba. Ya lo dijo el poeta:

3 Amigo: ¡no te fíes de la mujer, ríete de sus promesas!¡No te confíes, amigo! ¡Es inútil!Y nunca digas: “Si me enamoro, evitaré las locuras del amor.” ¡No lo digas! ¡Sería un prodigio ver salir a un hombresano y salvo de la seducción de las mujeres!

4 Convocó entonces el rey a su visir y le mandó que cada día hiciera venir a su palacio a una joven doncella del reino. El rey se casaba con ellas pero, con las primeras luces del amanecer, recordaba la infidelidad de su esposa y una nube de odio y tristeza velaba su rostro. Entonces, hacía decapitar a las doncellas, ardiendo de odio contra todas las mujeres.

5 Así pasaron varios años, sin que el rey Shariar encontrara paz ni reposo o consuelo. Mientras, en el reino, todas las familias vivían sumidas en el horror y muchas huyeron del reino para evitar la muerte de sus jóvenes hijas. Cada vez quedaban menos mujeres y el rey dejó de ser amado por su pueblo.

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6 Un día, el rey mandó al visir que, como era ya costumbre, le trajese una joven. El visir, ‘or mas que buscó, no pudo encontrar a ninguna y regresó triste a su casa, con el alma llena de miedo por el furor del rey, creyendo que ordenaría su propia muerte. Pero el visir tenía dos hijas, la mayor, llamada Sherezade, y la menor, de nombre Doniazad.

7 Sherezade era una joven de delicadeza exquisita. Había leído innumerables libros, conocía las crónicas de reyes antiguos y las historias de épocas remotas. Sherezade guardaba en su memoria relatos de poetas y sabios. Era inteligente, prudente y astuta. Y tan elocuente que daba gusto oírla.

8 Al ver a su afligido padre, le habló así: “¿Por qué te veo soportando, padre, tantas aflicciones?” El visir contó a su hija cuánto había sucedido y entonces Sherezade le dijo: “¡Por Alah, padre, casarme con el rey! ¡Prometo salvar a todas ls hijas del reino o morir como el resto de mis hermanas!”

9 El visir se negó a ponerla en tal peligro, pero Sherezade insistió nuevamente en su ruego. Entonces, el visir hizo que preparasen el ajuar de su hija y marchó a comunicarle la noticia al rey. Mientras, Sherezade instruyó a su hermana pequeña Doniazad:

10 -Hermana, te mandaré llamar cuando esté en el palacio y en cuanto llegues y veas que el rey ha terminado de hablar conmigo, me dirás: “Hermana mía, cuenta alguna historia maravillosa que nos haga pasar la noche.” Así yo narraré cuentos que, si Alah quiere, serán la causa de la salvación de las hijas de este reino.

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11 Regresó poco después el visir y se dirigió con su hija mayor hacia la mirada del rey. El soberano se alegró al ver la belleza de Sherezade y se celebraron las bodas. Pero acabada la ceremonia, Sherezade se echó a llorar. El rey le preguntó por el motivo de su pena y Sherezade exclamó: “¡Oh, rey poderoso, tengo una hermana pequeña de la que quisiera despedirme!” El rey ordenó buscarla y traerla al palacio.

12 Doniazad llegó, abrazó a Sherezade, se acomodó a los pies del lecho y dijo: “Hermana, cuéntanos una historia que nos haga pasar la noche.” Sherezade respondió: “De buen gana y con todo respeto lo haría, si me lo permite tan generoso y amado rey.” El soberano, al oír estas palabras, accedió de buen grado a escuchar el relato.

13 Aquella primera noche, Sherezade empezó a contar la historia del mercader que, en uno de sus viajes por el desierto, cayó en manos de un efrit (genio) que quería cortarle la cabeza. El mercader, para salvar su vida, le contó al genio maligno tantos relatos maravillosos que llegó el amanecer sin que Sherezade hubiera terminado la historia. Entonces, la joven calló discretamente.

14 Doniazad exclamó: “¡Oh hermana! Cuán dulces son tus relatos.” Y Sherezade contestó: “Pues nada son comparados con los que podría contar, si el rey así lo permitiera.” Y el rey determinó no matar a Sherezade hasta haber escuchado el final de la historia. Por primera vez, en muchos años, el rey Shariar pudo dormir un sueño tranquilo.

15 Al despertar, el rey marchó a realizar sus tareas. Pasó la segunda noche con Sherezade y, de nuevo, Doniazad pidió a su hermana que concluyera la historia del mercader y el genio. Con el permiso del rey, Sherezade prosiguió el relato y lo hizo con tanta astucia que, al llegar la mañana, volvió a dejar la historia en lo más interesante.

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16 Doniazad exclamó: “¡Oh hermana! Qué sabrosas son tus historias.” Y Sherezade contestó: “Pues nada son comparadas con las que podría contar, si el rey así lo permitiera.” Y el rey, que sentía gran curiosidad, determinó no matar a Sherezade hasta haber escuchado la continuación de su relato, que le parecía asombroso.

17 Un día más, el rey descansó como nunca y al despertar, se reunió con su visir y sus oficiales. Juzgó, nombró, despachó sus asuntos hsta el final de la jornada. Después regresó a su alcoba para encontrarse con Sherezade quien, como las noches anteriores, supo interrumpir su narración en el mejor momento cuando llegaba el alba. El rey postergó nuevamente la muerte de su esposa.

18 La misma decisión tomó el rey Shariar en los sucesivos días. Sherezade anunciaba nuevas historias, las interrumpía sabiamente o las entrelazaba de tal modo que el personaje de un cuento contaba un cuento en el que un personaje relataba su propio cuento. Así, una historia llevaba a la otra en una narración sin fin, dando a la joven un día más de vida, una semana, un mes y un año tras otro.

19 Transcurridas quinientas treinta y seis noches, Sherezade empezó a narrar las célebres aventuras de Simbad el Marino. Y las hazañas de Simbad se enlazaron una con otra durante treinta noches llegando hasta nuestros oídos como bien sabéis. Después cautivó al rey con la prodigiosa historia de Alí Babá, las aventuras de Aladino, con relatos de China, la India y de Bagdad.

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20 A lo largo de tres años, noche tras noche, Sherezade contó al rey historias maravillosas y, mientras tanto, la joven le había dado al rey tres hermosos hijos varones. En la noche mil uno, Sherezade despidió a su hermana Doniazad, se presentó ante el rey y le dijo: “Esposo, llegó mil y una noches contándote historias de tiempos remotos. Solicito tu permiso ahora para expresarte un deseo.”

21 -Pide, Sherezade, -dijo el rey- y lo que pidas, te será concedido. Sherezade puso a sus hijos delante del rey y le dijo: “Oh, rey Shariar, esposo mío. Contempla a tus hijos. Te ruego que me permitas vivir para cuidar de ellos. Si me matas, estos niños se quedarán sin madre.

22 El rey Shariar sintió que su vista se nublaba a causa de sus lágrimas. Estrechó a sus hijos contra su pecho y le respondió con voz dulce a su esposa: “Sherezade, tus historias han hecho desvanecer el odio que ardía en mi corazón. Eres noble y sabia y digna madre de mis hijos. Alah es testigo de que yo te libro de cualquier mal.

23 La alegría se propagó por el palacio y después se difundió por todo el reino. -¡Noble visir! -dijo el rey -Alah te recompensará por haberme dado como esposa a tu hija. Ella es la causa de que me arrepienta de haber dado muerte a tantas mujeres del reino. Sus relatos serán recordados por muchas generaciones.

24 El rey colmó al visir de regalos. Ordenó engalanar la ciudad, perdonó a los súbditos el pago de impuestos. Recorrió los barrios más pobres entregando los más bellos regalos. El pueblo adornó sus casas, iluminó las calles y solo se escuchaba el alegre sonido de flautas y tambores.

25 Los habitantes, desde entonces, recibieron un trato más justo y fueron gobernados con paz y serenidad. Y Sherezade y Shariar vivieron una vida feliz y dichosa hasta el final de sus días y sus noches.