las estrellas, la simpa y el zorro(leyenda aymara)

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Las Estrellas, La Simpa Y El Zorro http://www.ciap.org Tradición oral recogida por VICTOR OCHOA Antiguamente, en los tiempos de Yus Awki (Dios Padre) o Apu Qullan Awki (dios Padre Divino), por el poder que les había concedido, dice que las estrellas del cielo bajaban a la tierra, a fin de pasear o ver lo que pasaba en este mundo. Cierta vez, en tiempos de chacra, dice que bajaron del cielo dos estrellas, con sus vestimentas, llenas de perlas. Brillaban bastante; por eso vemos brillar a las estrellas del cielo. Estas dos estrellas se convirtieron en dos buenas doncellas y fueron a ver la chacra de un Aymara que vigilaba su chacra de papas en una musiña (cabaña para pasar la noche). Las estrellas jóvenes, al ver que el dueño de la chacra dormía profundamente, empezaron a escarbar las papas, luego se fueron. Al día siguiente, cuando el dueño empezó a rodear la chacra, se sorprendió al ver que había sido escarbada una buena cantidad de matas. Al ver esto, empezó a cuidar mucho más. El agricultor no dormía hasta altas horas de la noche. Sin embargo, una vez que el joven dormía, nuevamente regresaron las jóvenes y, como vieron que el dueño ya dormía, empezaron a arrancar otras matas llevándose las papas. Cuando en la madrugada el joven despertó y fue a ver la chacra, se sorprendió nuevamente porque las papas habían sido arrancadas. Ante esta situación, tuvo que vigilar celosamente. No dormía hasta las horas de la madrugada. Pero las estrellas aprovechaban la hora que dormía; así tuvieron que esperar hasta la madrugada para arrancar las matas de las papas. Viendo que, a pesar del cuidado minucioso, al día siguiente resultaban arrancadas las matas de papas, el dueño optó por suplicar a otras personas que lo acompañen. Tuvieron que turnarse dos a dos con el fin de dar con el ladrón. A eso de las dos de la mañana, vieron que las dos hermosas jóvenes, vestidas con bellos ropajes de oro y plata que brillaban bastante, se acercaban a la chacra y empezaban a sustraer las matas de papas. Entonces, inmediatamente sin perder tiempo, los vigilantes corrieron hacia ellas; pero lograron capturar solamente a una de ellas, mientras la otra, a pesar de la velocidad y el número mayor de los hombres, alcanzó a fugar al cielo. Como quiera que la joven era hermosa y no había manera de recuperar las papas, el dueño de la chacra optó por llevarla a su casa. Ella tuvo que ir por miedo y vergüenza. Ahi intimaron a la joven proponiéndole matrimonio. Pero la estrella no quiso. Al fin, ante La exigencia del dueño y de sus ruegos, tuvo que quedarse en aquella casa. Posteriormente le cambiaron de ropa. Es decir, la ropa de perlas, oro y plata que brillaba tuvo que ser cambiada por la ropa común que usaba aquella gente. * * * Con el tiempo tuvieron dos hijos. Pero la estrella seguía pensando en irse, y rogaba constantemente a su esposo para irse al cielo. Ante esta situación el hombre tuvo que reprimirla y hasta la pegaba. La joven se lamentaba y lloraba, porque no podía fugar al no poseer su ropa, que se encontraba en un baúl enterrado en el suelo. El lugar sólo lo conocía el hombre. Pasó mucho tiempo en este trance: la mujer desesperada por irse; el hombre, pegaba y regañaba a su mujer. Cuando el niño mayor creció veía todos estos acontecimientos. El esposo, para evitar que se malogre la ropa en el interior de la tierra, solía sacarla con el fin de hacerla solear. Esta operación la realizaba en ausencia de su esposa. Este secreto

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(Tradición oral recogida por VICTOR OCHOA) Victor Ochoa Villanueva Aymara del lado peruano (Illiqa, Puno, 1947). Tiene el titulo de norma-lista. Ha ejercido como profesor rural en varias escuelas del departamento de Puno y también como teleprofesor radiofónico en el Instituto Nacional de Telecomunicación de Puno y como coordinador de un programa de edu-cación de adultos en la especialidad de educación bilingue. En 1974 ingresó en el Instituto de Estudios Aymaras (IDEA) de Chucuito, donde el y su esposa, Brindis Mamani, han dirigido los cursos de Aymara. Ha sido también el principal escritor Aymara en la serie popular paralela Boletín ocasional (en castellano) y Aymar yatiyawi (en Aymara) publicada por el mismo Instituto. En ella ha sido el autor de unos 50 títulos en que se describen aspectos variados de la vida Aymara contemporánea en Illiqa y otras partes de la región puneña. Ha contado para ello con el apoyo de otros Aymaras selec-cionados de las principales regiones y sobre todo con los conocimientos de su abuelo, yatiri o «maestro» (sacerdote y especialista ritual) en su comunidad. Fuente: Raíces de América: El Mundo Aymara Compilación de Xavier Albó UNESCO-ALIANZA AMERICA 1988 Etnilumidad S.A. www.etnilumidad.com

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Las Estrellas, La Simpa Y El Zorro

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Tradición oral recogida por VICTOR OCHOA

Antiguamente, en los tiempos de Yus Awki (Dios Padre) o Apu Qullan Awki (dios Padre Divino), por el poder que les había concedido, dice que las estrellas del cielo bajaban a la tierra, a fin de pasear o ver lo que pasaba en este mundo. Cierta vez, en tiempos de chacra, dice que bajaron del cielo dos estrellas, con sus vestimentas, llenas de perlas. Brillaban bastante; por eso vemos brillar a las estrellas del cielo. Estas dos estrellas se convirtieron en dos buenas doncellas y fueron a ver la chacra de un Aymara que vigilaba su chacra de papas en una musiña (cabaña para pasar la noche). Las estrellas jóvenes, al ver que el dueño de la chacra dormía profundamente, empezaron a escarbar las papas, luego se fueron. Al día siguiente, cuando el dueño empezó a rodear la chacra, se sorprendió al ver que había sido escarbada una buena cantidad de matas. Al ver esto, empezó a cuidar mucho más. El agricultor no dormía hasta altas horas de la noche. Sin embargo, una vez que el joven dormía, nuevamente regresaron las jóvenes y, como vieron que el dueño ya dormía, empezaron a arrancar otras matas llevándose las papas. Cuando en la madrugada el joven despertó y fue a ver la chacra, se sorprendió nuevamente porque las papas habían sido arrancadas. Ante esta situación, tuvo que vigilar celosamente. No dormía hasta las horas de la madrugada. Pero las estrellas aprovechaban la hora que dormía; así tuvieron que esperar hasta la madrugada para arrancar las matas de las papas. Viendo que, a pesar del cuidado minucioso, al día siguiente resultaban arrancadas las matas de papas, el dueño optó por suplicar a otras personas que lo acompañen. Tuvieron que turnarse dos a dos con el fin de dar con el ladrón. A eso de las dos de la mañana, vieron que las dos hermosas jóvenes, vestidas con bellos ropajes de oro y plata que brillaban bastante, se acercaban a la chacra y empezaban a sustraer las matas de papas. Entonces, inmediatamente sin perder tiempo, los vigilantes corrieron hacia ellas; pero lograron capturar solamente a una de ellas, mientras la otra, a pesar de la velocidad y el número mayor de los hombres, alcanzó a fugar al cielo. Como quiera que la joven era hermosa y no había manera de recuperar las papas, el dueño de la chacra optó por llevarla a su casa. Ella tuvo que ir por miedo y vergüenza. Ahi intimaron a la joven proponiéndole matrimonio. Pero la estrella no quiso. Al fin, ante La exigencia del dueño y de sus ruegos, tuvo que quedarse en aquella casa. Posteriormente le cambiaron de ropa. Es decir, la ropa de perlas, oro y plata que brillaba tuvo que ser cambiada por la ropa común que usaba aquella gente.

* * * Con el tiempo tuvieron dos hijos. Pero la estrella seguía pensando en irse, y rogaba constantemente a su esposo para irse al cielo. Ante esta situación el hombre tuvo que reprimirla y hasta la pegaba. La joven se lamentaba y lloraba, porque no podía fugar al no poseer su ropa, que se encontraba en un baúl enterrado en el suelo. El lugar sólo lo conocía el hombre. Pasó mucho tiempo en este trance: la mujer desesperada por irse; el hombre, pegaba y regañaba a su mujer. Cuando el niño mayor creció veía todos estos acontecimientos. El esposo, para evitar que se malogre la ropa en el interior de la tierra, solía sacarla con el fin de hacerla solear. Esta operación la realizaba en ausencia de su esposa. Este secreto

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fue visto solamente por su hijo, pero como aun era pequeño no podía comunicarlo a su madre. Cierto día, cuando su padre estaba ausente, el niño preguntó a su madre: "¿Mamá, por que lloras tanto y por que pelean con mi papá?" La madre tuvo que contestar la verdad: "Hijito, tu papá me hizo quedar a la fuerza. Yo, no soy de esta tierra. Mi lugar está en el cielo. Cuando vine a curiosear a esta tierra, tu padre me encontró y me despojó de mi ropa. Entonces, por falta de ella, no puedo ir al cielo". Ante la tristeza y el llanto de la madre el hijo dijo: "Mamita, tu ropa está guardada debajo de la misa gala (piedra sagrada), enterrada en la tierra..." Al escuchar a su hijo, la estrella se alegró mucho. Desenterró la ropa. Preparó comida para los hijos. Les aconsejó. Y cambiándose de ropa, se fue al cielo. Cuando el padre llegó del viaje, no encontró a su esposa. El hijo tuvo que avisarle sobre el viaje de su mamá al cielo. El padre inmediatamente buscó la ropa, pero no la encontró e interrogó a su hijo "¿Quien avisó sobre el escondite de la ropa de tu madre?". El hijo dijo: "Le avisé porque estaba llorando". El padre regañó al hijo. Pero, al ver que no había más alternativa, tuvo que ir a averiguar cómo en-contrar a su esposa.

* * * Después de cierto tiempo, el hombre encontró a un yatiri (sabio). Este, mirando la coca, le aconsejó diciendo: "Tu esposa está en el cielo. Nadie sube allá, solamente va tata Lurinsu (antes fue ave grande; hoy en día es picaflor)". Entonces tienes que ir a suplicar al Lurinsitu, para que te cargue hasta allá. Para ello tienes que vestirte de k'usillu (mono o personaje jocoso de los carnavales). Cuando hayas llegado al cielo, te diriges hacia el templo del Dios Padre, en donde se lleva a cabo una ceremonia grande, y te pararás en la puerta de aquel templo hasta que todos hayan salido. De allí saldrán hombres, mujeres, niños, ancianos; tu no hablarás ni molestarás a la gente, ni preguntarás por tu esposa, porque todas las estrellas tienen el mismo ropaje y es muy difícil reconocerlas. Esperarás que alguna mujer te diga: "Aquí también había sabido haber k'usillu no?" Entonces la cogerás a ella. Esa será tu esposa. Así podrás rescatar a tu esposa". Con esta consulta del yatiri, el hombre suplicó a tata Lurinsu para que le lleve al cielo. Consiguió también la ropa de k'usillu. Después de que el Lurinsu había aceptado llevarlo, se fueron al cielo. Cuando llegaron, el templo de Dios Padre había estado lleno, porque se realizaba una Gran Ceremonia. El hombre vistiéndose de k'usillu se fue a la puerta del templo, mientras el Lurinsu bajó hacia la tierra. Al término de la Ceremonia la gente salía del templo, pero nadie le decía nada al k'usillu. El hombre miraba cada vez al interior del templo de donde paulatinamente se retiraban los asistentes. Al ver que

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ya estaba vacío el templo, el hombre se desesperó. Pero al fin, como de la nada salieron dos jóvenes mujeres vestidas de perlas resplandecientes, y una de ellas, al ver al k'usillu dijo: Akanx k'usillux utjarakiritaynasa. Acá también había sabido haber k'usillu, no? Entonces desesperadamente el hombre se lanzó sobre la mujer que dijo aquella frase, y la cogió para traerla a la tierra. Mas ella no quiso. Ante esta negativa, fueron donde el Supremo Dios Padre, a fin de ser juzgados, y, delante del Señor, se aclararon las partes. El veredicto dio el resultado de que la mujer iba a quedarse, mientras el hombre tenía que regresar solo a la tierra. Esto ocurrió porque el hombre había sido culpable por el mal trato que había dado a la mujer estando en la tierra. Después del fallo de Dios Padre, el hombre no encontró ningún medio para regresar a la tierra, ya que don Lurinsu se habia regresado. Ante esta situación recurrió nuevamente a Dios Padre. Viendo la preocupación, Yus Awki le dio una marqa (brazada, gavilla) de ramos y le encargó que hiciera una soga grande hasta que alcance a la tierra. El hombre empezó la phalaña (operación de torcer con la mano). Después de cada jornada el hombre arrojaba hacia la tierra la soga que había hecho, pero no llegaba. Se dice que la marqa de ramos se había terminado varias veces, y hasta la palma de la mano se había hecho ampolla. Pero todavía no conseguía su objetivo. Aun así el hombre, con paciencia, hacia sanar la palma de su mano y trabajaba nuevamente. Mientras tanto, el alojamiento como la comida fueron proporcionados por su propia ex-esposa y por los del cielo. Después de mucha faena, en la ultima botada de la soga que hizo el hombre, por fin alcanzó la tierra. Se alegró y a un costado del templo puso una estaca. Allí amarró fuerte la soga que tenia la forma de una escalera. Luego avisó a Dios Padre, quien echó una bendición y la denominó: Esta será la simpa (especie de escalera colgante). Con la licencia de Dios Padre y la de su esposa, el hombre bajó a la tierra por medio de la simpa.

* * * Por la existencia de la simpa, que ya parecia una escalera, todos los seres de la tierra viajaban hacia el cielo; ya sea para participar en la Gran Ceremonia que se llevaba allí en el cielo, como para otros quehaceres o compromisos. Cierta vez, en uno de los tantos viajes que había realizado, el zorro fue al cielo para participar de uno de sus compromisos. Después de cumplir con su cometido, el animal regresaba. Cuando estaba ya por la mitad del camino, los k'allatla (loros de color verde) estaban cruzando en manada por un costado de la simpa. El zorro en actitud burlesca les dijo: K'allallanaka, nas k'umu k'ul'allanaka taqi taqi kun lurir suma awkimaw jutaskta simparak t'uruqitasma. Loros, loros narizotas. Tu buen padre el que ha hecho todas las cosas está viniendo. Cuidado con cortarme la simpa.

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Frente a esta frase, los loros no hicieron caso. Pero el zorro seguía provocándoles hasta por tres veces con la misma versión. Entonces lo loros regresaron y le advirtieron diciendo: Janiw kuns arxayaskitatati, ukataraki simp t'uruqapxirista. Cuidado, no vas a decirnos nada. Cuidado que podemos cortar la simpa Pero el zorro no les hizo caso y los loros picotearon la simpa. El zorro al ver que la simpa estaba cortada, se cayó a la tierra desde medio cielo gritando: Uraqinkirinaka! Taqi kun lurir suma awkimaw jutaski! Qumpichus jant'akupxma!! !Gente de la tierra! !Tu buen Padre, el que ha hecho todas las cosas está viniendo! !Tiendan frazadas! Mientras gritaba estas frases, el zorro caía aparatosamente del cie-lo, y su cuerpo daba vueltas y vueltas. Cuando cayó al suelo su cuerpo penetró tres brazadas dentro del suelo. Entonces, desde ese día, todos los seres de la tierra, perdieron la simpa, que servia de camino para ir al cielo, con ello también se terminó la comunicación con el cielo. Esta simpa, dicen que todavía existe en medio del cielo. Los seres humanos, después de su muerte, solamente suben hasta la mitad del cielo. Luego viajan tranquilamente por la simpa hacia el cielo. Cuando llegue el fin del mundo, todos los hombres también podremos irnos por la simpa. Según unos, cuando el zorro cayó al suelo, su cuerpo penetró tres brazadas bajo tierra. Otros dicen que al caer reventó todo su cuerpo. Su barriga se hizo trizas y por todas partes se desparramó lo que había comido en el cielo. Desde entonces por el Altiplano empezó a brotar quinua y qañiwa. Los abuelos cuentan esta historia con gran fervor religioso y recomiendan que, por eso, no hay que ser malos ni traviesos como el hombre y el zorro, sino hay que ser honestos y buenos a fin de conseguir lo que otros y el Dios Padre nos ofrecen1. ------------------ 1. En Folklore Americano (Lima, N. 13-14, 1965-6, pp.127-140) se publicó otra versión Quechua del mismo mito, recopilado por Jorge A. Lira, probablemente de labios de Carmen Taripa, en Maranganí (Canchis, Cuzco). Va acompañada de una traducción castellana de Lira y José María Arguedas. Las variantes con relación a la presente versión de Víctor Ochoa merecen un análisis detallado. (Nota del Editor)

Victor Ochoa Villanueva Aymara del lado peruano (Illiqa, Puno, 1947). Tiene el titulo de norma-lista. Ha ejercido como profesor rural en varias escuelas del departamento de Puno y también como teleprofesor radiofónico en el Instituto Nacional de Telecomunicación de Puno y como coordinador de un programa de edu-cación de adultos en la especialidad de educación bilingue. En 1974 ingresó en el Instituto de Estudios Aymaras (IDEA) de Chucuito, donde el y su esposa, Brindis Mamani, han dirigido los cursos de Aymara. Ha sido también el principal escritor Aymara en la serie popular paralela Boletín

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ocasional (en castellano) y Aymar yatiyawi (en Aymara) publicada por el mismo Instituto. En ella ha sido el autor de unos 50 títulos en que se describen aspectos variados de la vida Aymara contemporánea en Illiqa y otras partes de la región puneña. Ha contado para ello con el apoyo de otros Aymaras selec-cionados de las principales regiones y sobre todo con los conocimientos de su abuelo, yatiri o «maestro» (sacerdote y especialista ritual) en su comunidad.

Fuente: Raíces de América: El Mundo Aymara Compilación de Xavier Albó UNESCO-ALIANZA AMERICA 1988