las cronicas del mono pepa
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Historia de un loco inteligente y su acordeon imaginario.TRANSCRIPT
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Derechos de autor 2015 Eder Noriega.
Registrado en la Direccin Nacional del Derecho de Autor Repblica de Colombia
Titulo original: Las Crnicas del Mono Pepa Diseo de portada y edicin: Eder Noriega
Todos los derechos reservados. Queda rigurosamente prohibida sin la autorizacin escrita del titular del Copyright bajo las sanciones establecidas por la ley, la reproduccin parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografa
y el tratamiento informtico.
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Las Crnicas del Mono Pepa
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Las Crnicas del Mono Pepa
La historia de un loco inteligente y su acorden imaginario
Eder Noriega
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En memoria de mi
pueblo La Paz
Esta crnica es una corta novela basada en hechos reales
y quiero relatarla tal como la viv y me la contaron pero con un poco de
Pepa Imaginaria a ver si de pronto descubro en m
el Mono Pepa que llevo dentro.
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Agradecimientos
A Dios
A mi madre y hermanos
A Jos Garca Dangond y Wilmer Lpez Lpez por sus homenajes
A todos y cada uno de los pacficos que hicieron posible esta obra, en especial a:
Jos Elas Mrquez Chala
Ramoncito Castil la Osmando Mrquez
Agustn Cotes Aroca
A las familias: Ortega Zuleta y Noriega Jaime
A todos los profesores que contribuyeron con sus aportes
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ndice Quin fue el Mono Pepa 8 Prlogo 13 El inicio 24 El advenimiento tecnolgico 29 La inspiracin 31 El tifus de Robles 34 El grupo flechero 36 El Soplo divino 41 De Joaqun a Mono Pepa 45 El aguijn de la carne 54 La llegada del televisor 57 Su segundo hogar 61 El pescador flechador 66 La tienda del Dido 70 De casa de barro a casa de concreto 73 Salvado del fuego 76 Juanbi 79 El encuentro con Jtiva 82 El da que me dio su mano 85 Las tres pepas de jabilla 88 El cascajo de ladrillo 90 El charco del dolor 94 Un sueo esperanzador 97 Valledupar, el nuevo mundo 99 La Goyi 103 Rumbo a Valledupar 105 Patillal 110 Presagios 113 El ideal que siempre so 115 Dos grandes homenajes 119 Resea histrica de La Paz 122 Biografa del Mono Pepa 124 Acerca del autor 125
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Quin fue el Mono Pepa?
Antes de comenzar me gustara explicarles quien fue el
Mono Pepa. Fue mi t o por parte de madre y con el cual compart
muchas experiencias, algunas buenas y otras desafortunadas, el
resto pref iero que lo digan las otras personas que tuvieron el
privi legio de escuchar su acorden.
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Fue uno de los personajes ms interesantes de la historia del
municipio de La Paz por su innovacin en el arte de la msica y
concretamente por su acorden imaginario, el cual tena teclas
invisibles y a cada una le tena su propio nombre
Juan Carlos Olivella
Licenciado en espaol. Historiador.
Fue un personaje imprescindiblemente imaginativo
Juan Bautista Oate Castro
Licenciado en fsica y matemtica.
Fue el hombre que con la boca escalaba de manera
impresionante todas las notas musicales al mismo t iempo, desde
las ms graves hasta las ms agudas
Osmando Jos Marquez
Amigo y compaero de trabajo del Mono Pepa
Un loco inteligente que se atrevi tocar el acorden Veinte
Letras
Evelis Noriega. Sobrina.
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Fue el loco ms cuerdo que tuvimos en nuestro pueblo, viva en
un mundo fantasioso tan real que con la meloda de su acorden
imaginario hacia parecer la vida muy agradable y l levadera . A
pesar de su problema era un personaje servicial con mucho
talento y juicio y su meloda para l era cosa nica y lo haca
especialese era el Mono Pepa para mi
Riquelmen Gutirrez Acosta
Fue un caminante como muchos, pero un caminante diferente
quien cerr las puertas de su mente a la hipocresa del mundo y
se invent uno para s mismo, uno donde bri l l el folclor
imaginario y en dnde sonaban notas sensibles de un acorden
que nadie vea excepto lEse era el Mono Pepa
Graciela Mara Morillo
El Mono fue un personaje de La Paz, que representaba la
idiosincrasia del hombre de la regin: Celoso, msico y con un
arma en la cintura
Rafael Toms Zuleta Daz
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Fue un personaje amado y valorado por una comunidad a quien
nos alegraba con sus notas de acorden imaginario. Un cono
representativo y referente de aquellos que recordaremos siempre
en nuestro pueblo
Andrea Ovalle
Del Mono Pepa recuerdo que aunque le tena miedo, en
ocasiones peda dinero para drselo a l a f in de que me tocara
su acorden
Carlos Manotas
Fue un personaje inolvidable, que nos diverta con su talento y
nos alegraba la vida con su acorden imaginario
Gustavo Pallares Gutirrez
Fue un personaje inteligente, nico en su gnero, folclorista,
definit ivamente inolvidable
Josefina Espinosa Caldern
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Fue un loco cuerdo, feliz e incomprendido, porque hay que ser
bien loco para poder sobrevivir en esta sociedad
Gennys Ester Zuleta Ojeda
l deca que para ser loco haba que ser inteligente, o sea, a mi
modo de ver, el loco no era tan loco. Me pareci una persona
tranquila que hizo parte de la historia de nuestro pueblo La Paz
recorriendo sus calles
Sandra Caldern
Fue un caminante de la vida buscando lo que para l era la
lgica
Oscar Cantillo
Fue un loco intel igente
Jos Elas Mrquez Chala
Fue un loco intel igente y trabajador
Agustn Cotes Aroca Tin
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Prlogo
El Veinte Letras
Si les dijera que siempre
escuch con mis propios odos ese
tal Veinte Letras pero nunca lo vi, no
estara mint iendo.
Quin sabe que es un Veinte Letras? El ms versado en
esta tierra puede tener una vaga idea de lo que es o
estrictamente puede suponer que es un abecedario encogido,
veinte consonantes en un crucigrama, un juego de nios, que se
yo, para serles sincero, fue un acorden que muchos
escuchamos muy cerca de Valledupar, en la t ierra de la
almojbana, el pueblo de La Paz, costa norte de Colombia. Lo
curioso del caso es que nunca lo vimos, nunca supimos su color,
su textura, si era viejo o si era nuevo, ni siquiera lo logramos
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tocar. De la dinasta de los Olivas fue su propio eje cutante. Su
verdadero apodo: El Mono Pepa o sencil lamente Mono Pepa.
As que si les dijera que l colgaba ese acorden del suelo y que
siempre escuch con mis propios odos ese tal Veinte Letras pero
nunca lo vi, no estara mint iendo. Lo ms seguro es que alguien
me diga que estoy loco, que me patina el coco, pero eso no me
importa, al f in y al cabo hay una pequea locura en cada uno de
nosotros. Creo que algunos son locos ciegos que solo sirven para
destruir las virtudes y el buen test imonio de cualquier persona,
otros son locos sabios capaces de transformar un pueblo o una
nacin, y dentro de esta misma lnea obligatoriamente tengo que
incluir a los locos de verdad, a los que son dementes, a esos que
sufren delirios y se les llenan sus cabezas de disparates que
aparentemente no tienen sentido, pero que en el complejo
acert i jo de la vida se encuentra entretejida la lucha por un sueo
que se puede alcanzar en medio del juicio de la locura.
Precisamente de eso se trata esta crnica, de ese tal Veinte
Letras y su bri l lante ejecutor.
El Veinte Letras fue un acorden fuera de lo comn,
primero porque cada botn tena su propia letra y segundo
porque no era de cuatro o cinco letras como los que se venden
comercialmente, sino de veinte; de l podan salir todas las
tonalidades al mismo tiempo. Ese tal Veinte Letras fue el
instrumento musical de mi t o Joaqun Francisco Oliva Torres y
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con el cual no solo se volvi un juglar y rey de la Dinasta de los
Olivas en el pueblo de La Paz, sino que adems se invent un
gnero sin precedentes que dejara una huella imborrable en la
t ierra de los dioses que inspiraron el folclor imaginario.
Cuanto no diera en este preciso momento que estoy
pescando, tocar con mis propias manos ese instrumento. Es
imposible no escuchar sus notas. As como yo estoy ahora,
pescando con arco y f lecha desde un barranco y sobre una
piedra, cierto da mi to Mono Pepa estaba casi que en la misma
posicin pescando con arco y f lecha en sta misma piedra.
Era primero de octubre de 1976 y yo apenas tena seis aos. Las
aguas del ro Mocho bajaban tranquilas, algo turbias y traan
palos que arrimaban por toda la rivera. El paraje estaba repleto
de maleza y rboles gigantes. La cada y la quietud de la tarde
en contraste con los bejucos chirriantes que venan de
gigantescos rboles, asombraban por su ttr ico misterio y no
eran menos que la insondable y aparente enemistad e ntre su
locura y su cordura. Mono Pepa era un excelente pescador pero
su acto era incomprensible. Lo raro del caso es que le gustaba
hacerlo desde aquel barranco. Ese sit io le l lamaban Pozo del Tin.
Con los das de mis aos supe de una legendaria tradicin de
que ah sala una Mano Pela y asustaba a quien la vea, pero
eso era mentira para l, pues nunca se comi esa idea inventada
por la gente de nuestro pueblo.
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En el Pozo del Tin y solo, el Mono Pepa aprendi las
mayores lecciones concernientes al arte de la pesca. Su fortaleza
era su arco, su palabra era su f lecha, su puntera era su verdad,
los peces eran las personas, el ro el mundo en que nadamos y
su nica locura la msica. Hablo de un pescador de grandes
sueos? De un pescador de ideales al que le patinaba el coco
sin ningn tipo de prejuicio? Creo que s, pero tambin hablo de
uno que se puede identif icar con l. De uno que est pasando por
el crisol del fuego y tristemente se retira a lugares solitarios para
convivir con la soledad porque nadie cree en l, nadie cree en
sus ideas y lo peor del caso, se cree que las pginas de su vida
solo son letra muerta con un f inal sin algo que valga la pena.
Aquel da un silencio desazonado lo sorprendi. No saba a
quin atribuir le la culpa, quiz era por las burlas y las piedras
que la gente le lanzaba, o por el t iroteo pirotcnico de las f iestas
patronales que se estaban celebrando.
El precedente invernal en toda la provincia costea era normal en
esa poca del ao, pero nunca jams como la de ese da, la del
primero de octubre de 1976. Fue quizs la primera vez que mi to
se int imid con la idea de una tragedia en su propia vida hasta el
punto de pref igurar su orgullo de acordeonista derribado en el
polvo de la humil lacin y la prueba. Sin embargo, era consciente
que en medio de la lucha que le sobrevendra, l esponjara su
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pecho, quedara tranquilo, se dara unos toquecitos con su dedo
ndice derecho en la s ien y lo dira otra vez:
Ju! Loco! Pa se loco hay que ten mucho juicio . Loco? Pa
freg a unos pocos.
Cuando mir hacia el oriente el viento se meti en su pecho y
luego sali electrizante por la punta de sus escasos cabellos y
all estaba erguida, hermosa, imponente, sobria, t irndosela de
holgazn, pero que va, cualquiera se podra engaar con ella.
Ah estaba la Serrana del Peri j adueada de su terreno pero
estremecida por una tempestad. En esa situacin a ella no le
preguntara Y yo que soy tuyo? Y yo que soy tuyo? Tal vez la
dejara que siguiera mecindose como una hamaca en lo ms
alto del campanario de una iglesia y simplemente huira a una
f inca muy cercana porque lo que se vena no era bueno. Y as
fue. March con una mochila l lena de pescados de aquel paraje y
al adelantarse unos diez metros por el camino acostumbrado mir
hacia atrs y con tr isteza tuvo que decir lo otra vez:
Ju! Pa se loco hay que ten mucho juicio.
Se le notaba un latente deseo de que all se quedara enterrada la
cordura de aquellos que fermentan el deseo de ser grande, de
aquellos que son egostas, envidiosos y no dejan avanzar porque
se convierten en una piedra de tropiezo.
Para darse nimo intent tocar una meloda pero no le sala
como l quera. Era extrao. Sus manos no respondan y sus
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labios apenas ti tubeaban. Haba una lucha interior entre su
cordura y su locura.
El cielo se oscureci un poco y una espeluznante tormenta
envolvi la regin. La intransigencia del t iempo se ensa sin
piedad contra los animales y las extensas cosechas de yuca,
maz, tomate y patil la. Los rboles frutales se desgajaban
segundo a segundo, sus ramas se confundan y se irr i taban. El
angosto ro Mocho aumentaba poco a poco su caudal Crees que
no puedo ser como el Amazonas? Parec a preguntar. Los techos
de las casas crujan e irremediablemente se desprendan y de
sbito volaban y desaparecan sin misericordia.
No se poda evitar que el agua se metiera por debajo de las
puertas. No haba ni una persona que estuviera en la ociosa
indiferencia y ni siquiera una familia pacf ica que no rezara por
escapar de semejante juicio. Se vean afanadsimas dejando la
suerte en los montculos de los patios.
Qu paranoia! Una suerte en el suelo en forma de cruz, formada
por un par de cuchil los o por un par de cucharas con la
esperanza de amansar la tormenta. Empero, haba una casa, solo
unaincreblemente una y era de bahareque, intacta aunque no
tuviera la cruz de cuchara. All bril laba un mechn con petrleo,
acorralado por una cuadril la de insectos. La casa era original e
inslita. A la luz del juicio coterrneo: inconexa en todo detalle. A
la luz del juicio de Mono Pepa, su propio dueo: hi lo tras hi lo
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material izando la urdimbre ms compleja que pueda coexist ir en
la mente de un luntico.
Al tanteo, la casa era de siete por cuatro metros, con piso
en parte de barro y en parte de tablas, el techo de tejas cortas.
Esa casa viva sostenida por siete vigas de guayacn, una de
ellas, la ms gruesa, estaba dignamente emplazada en toda la
mitad y de ella pendan varios machetes, f lechas, t iras largas de
cabuya y de caucho. En el cuarto tambin haba un interesante
bal de guayacn y una hamaca sucia pendida de dos ganchos
de hierro. El mundo aqu era un embutido de puerco bien y mal
entendido, al iado con un cerro de basura que por poco tapona la
puerta de la calle. La escasa luz dejaba entrever en una de las
vigas la sombra de un reptil y los ojos tremulantes de un perro
negro debajo de una mesa, con la jeta hundida y desplomada
sobre las patas, suspirando por escapar de aquella noche
irrel igiosa, cruel y t irana, a la expectativa. Con los ojos negros
bien abiertos, esperando a que su dueo llegara.
La augusta mirada roja de aquellos dos perros era de guila
y sus bocas como de brasas. Eran animales negros, muy
macizos, como osos de guerra, con cuellos llenos d e pas
metlicas, perseguan a Mono Pepa para matarlo. Lo tenan
huyendo como un miserable mojigato bajo el rugido y el peso
desmesurado de la tempestad. No haba esperanza de pedir una
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tregua o levantar bandera blanca como se hace en medio de una
guerra.
Tengo que dej este carro lo deca hasta por los codos
mientras se mova como pez en el agua, dejando rastros de
sangre en la vegetacin. Sus piernas fueron perdiendo fuerza y
no tuvo ms remedio que tirarse de pecho contra el suelo y
camuflarse como sea y donde sea. Su fe en algo le funcion y
por milagro los perros criminales pasaron de largo pero aun as
no se confi. Volte el cuerpo agotado hasta quedar de espaldas
contra el suelo y ms tieso que un palo, excepto sus pies que
an no cesaban de temblar; resultaba incomprensible el modo en
que una asti l la de madera se le hunda en el tobil lo derecho y
aterraba ver tanta callosidad en sus dedos agrietados desti lando
sangre. Traa bien puestas sus chancletas de llanta de carro; se
notaba que las uas de esos hediondos pies no progresaban y
cualquiera dira que se las coma, pero no, su elast icidad no
llegaba hasta al l. Esas uas mantenan costra de barro y en
ellas sobrevivan unas niguas tan astutas como las pulgas;
ignoraba lo que ocurra con esos aguijones pero lo cierto es que
nunca se largaban. Esas apestosas alimaas siempre salan de
ah para dejar secuelas muy marcadas en su vida, y aun as con
su atrevimiento, nunca lograron destruir le el acorde armnico de
su razn y el comps de todas sus virtudes: su dignidad.
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El pantaln que l levaba aquel da era un ndigo viejo
f lecado en las botas, atiborrado de hojas pegajosas, con rotos
casi a la altura de las rodillas. La hebil la de su cinturn de cuero
era una herradura de caballo oxidada. En las muecas de las
manos traa puesto un revolti l lo de manillas de caucho con
alambre dulce. Por sus brazos largos y f lacos se vea un hilo
grueso de venas que terminaban bifurcndose en las manos
como ros desesperados. La camisa era de cuadritos blancos y
azules, semitransparente, desabotonada, desabrida. Dejaba
entrever algunas ronchas en su estmago de mico y pecho de
martil lo. An conservaba sus bigotes espesos y la barba larga
desaliada, los labios resecos, los pmulos f lacuchentos y
embetunados por la mugre de los sinsabores de los aos y una
blanca carnosidad iniciando una futura ceguera en el ojo
derecho.
Se retorci ms que una lombriz de tierra. Se mordi la
lengua. La mirada se le torn incontrolable. La lluvia punzante
tortur su alma hasta el punto de hacerlo verter hi los de sangre
por su protuberante calva. La noche tenebrosa de aquel primero
de octubre fue la nica testigo de aquel sufrimiento que toc la
mdula de la vida y el paroxismo del dolor humano.
El Mono Pepa yaca all entre el barrizal y la l luvia como un
monigote por causa de la insensibil idad humana de uno de los
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ganaderos ms ricos de la regin. La voz de su conciencia le
martil l en ese momento: -T no estai loco! - Eso reson como
un eco en el espacio y lo hizo volver en s. Cada f ibra, cada
tendn y cada hueso de los dedos de sus manos se fueron
agitando muy despacio, muy lento, entretanto que obedeca a los
impulsos del juicio de su locura.
Tetetendepete petende susurr.
Hundi el dedo ndice de su mano derecha igual como si
presionara una tecla. Y s, la sint i. En verdad sint i la nota
armnica de su mundo real, luego toc un acorde y despus otro.
Como por inst into llev las manos al pecho y en su hora ms
negra cobr vida su acorden Veinte Letras irrumpiendo con una
extraordinaria meloda provinciana. Estir y encogi sus brazos
al son de la tormenta.
Hmmm JuHmmm JuTa!, ta ta taaaaa pronunci con su
boca de manera fuerte, y fue como un DO alto y grave despus.
Beeeeta taaataaaaaa eso son como un DO normal y
luego un FA normal y luego otra nota muy grave que se sali del
crculo armnico para meterse en el Crculo de un SI sostenido
doble.
Traaa tra ta ta ta ta ta ta te te te teeeee aqu fue donde
sonaron las veinte tonalidades al mismo tiempo y sin darse
cuenta se fue de ah con su mente a donde la msica lo l levara.
Tan lejos se fue que pareca endrogado por la msica. De
repenteEse acorden invisible se esfum. Se levant
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hermtico, imponente, como si nada hubiera pasado. Traspas
lentamente el umbral de la noche con su mirada y mucho ms
arriba vio bril lar su acorden Vein te Letras.
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1. El inicio.
El da en que la t ierra de los
dioses inspir el folclor imaginario , la
cordura se bes con la locura y la
locura encontr su verdadero juicio,
juicio que sirvi para pescar el ideal
ms deseado de todos los t iempos.
Los dioses de aquellas tierras que inspiraron el folclor
imaginario quedaron tan impresionados por su toque magistral
que lo premiaron como el nico rey de la Dinasta de los Olivas.
Esto sucedi en un punto del planeta tierra l lamado La Paz, el
lugar pico donde El Cerrito es amaril lo cuando f lorece, los
robles suean, la serpiente canta y la almojbana baila. A sus
habitantes se les dice pacf icos, parece un semillero de apodos y
tiene unas locuras inslitas que sobrepasan la imaginacin del
hombre. Lo cierto es que no existe un pueblo en este mundo sin
algo de locura y no existe una locura si no hay un pueblo.
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All, mucho tiempo atrs cuando a La Paz le l lamaban Robles y al
casero de palmas La Humar, con la luna llena como testigo,
naci un nio pelando las nalgas. La partera que atendi este
caso no sala de su asombro y pens que era un fenmeno de
dos cabezas. El nio se vea vigoroso, blanco, con cabellos
rubios que parecan hilos de oro. Sin embargo hubo algo que
cautiv poderosamente la atencin de la partera y de sus padres;
el beb comenz a agitar fuertemente sus brazos de un lado para
otro y en ese momento emergi de las profundidades del ro
Mocho la serpiente Doroy emit iendo un extrao sonido que
repercuti por los confines de la provincia. Eran los dioses
anunciando la l legada del gran rey acordeonista.
Juana! Escuchaste ese sonido? Peroun gallo cantando a
esta hora? pregunt Dionisio Se notaba muy desconcertado.
No es un gallo. La DoroyLa Doroy ha cantado.
La partera lo tom en sus brazos, lo levant y predijo:
Rey sers y tu corona vendr desde la copa de un rbol. El
juicio de la locura ser tu collar. La luna bril lar en todo su
esplendor y al f inal tu nombre se perpetuar de generacin en
generacin.
Se l lamar Joaqun Francisco expres Dionisio.
Que bello. Estoy feliz. Gracias por regalarme este hijo di jo
Juana su madre.
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Era el ao 1928 cuando naci ese increble nio de l inaje
espaol. Cuando cumpli los tres aos de edad le sobrevino una
meningitis por muchos das y su vida qued afectada por una
demencia extraa e inslita. El nio creci pero hablaba poco, no
jugaba con nadie, le gustaba recoger piedras de la calle y
arrinconarlas en el patio de su casa. Tena un comportamiento
muy celoso y no dejaba que le tocaran sus piedras. Se e nfureca
cuando vea que su propia madre le coga aquellas piedras.
En su juventud ese raro desequil ibrio se volvi folclrico .
Parece mentira pero as fue. Joaqun Francisco so una vez
atrapando con sus propias manos un arcoris. Cuando le cont el
sueo a su madre, ella se puso furiosa quien no slo lo rega
sino que le dio un cocotazo porque l le di jo a el la que poda
atraparlo y aun as con semejante advertencia el joven no le hizo
caso. Ese da por la noche so con acordeones l lorando que se
desintegraban como partculas f inas de ladril lo y en el aire se
unan formando f iguras de instrumentos de tortura. En completo
silencio tom una manta gruesa espaola que conservaba de sus
abuelos y sal i a pies descalzo al patio en plena oscuridad con el
convencimiento de que algo malo le iba a suceder a su hijo
Joaqun. Encendi el fogn de t res piedras que se encontraba en
la cocina de barro y se puso a fumar tabaco con la candela hacia
adentro. Su cabeza pareca un reciente cadver envuelto en
hojas de pltano, preocupada por el peso de aquel sueo que le
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haca sacar una sonrisa amari l lenta y pobre de espritu. Nadie
creera que detrs de aquel rostro de linaje espaol estuviese
escondida la que pariera a un rey musical . El desvelo fue largo y
la noche lenta como para ref lexionar del mal comportamiento que
tuvo al tratar de arrancarle a su propio hijo el destino que la vida
le tena preparado. Juana se fue de ah preocupada, con una
antorcha y una t inaja hacia el Pozo del Laurel a recoger agua.
Era casi ya de madrugada y las otras mujeres pronto l legaran a
llenar sus tinajas y lavar la ropa de sus familias, de modo que
esta vez no quera ser vista por nadie ni hablar el asunto del
sueo ni siquiera con Dionisio. El paisaje era espeso en
vegetacin y el suelo hmedo tena rastros de cal porque del otro
lado fabricaban enormes ladril los y explotaban la piedra caliza de
forma artesanal. Cruz una leve l lovizna con algo de viento fro
que oblig a Juana meterse debajo de un laurel . El f irmamento
tron dejando un sabor amargo pero ese sabor se torn en dulce
cuando unos rayos luminosos atravesaron las nubes negras y
aquel lugar qued entre claro y oscuro.
Ki ki ri ki
Qu? No lo puedo creer. La serpiente Doroy di jo Juana
con la respiracin entrecortada y se tir al suelo detrs de un
matorral. Asomaba la cabeza de vez en cuando con los ojos
desorbitantes para tratar de capturarla con su mirada pero no
sali. Esper en silencio y quince minutos despus la escuch
otra vez y la vio surgir del fondo del ro. Era el la la tan famosa
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serpiente con cresta de gallo que tena intr igada a la poblacin.
A los pocos segundos la Doroy se hundi sin dejar el menor
rastro.
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2. El advenimiento tecnolgico.
El progreso se hizo notar y
junto a l nuevas tecnologas
asombrosas fueron apareciendo,
entre el las sobresalieron la radio y la
nevera de petrleo.
Ocho aos despus de su nacimiento sucedi algo
espectacular en una rst ica elemental estacin de gasolina
situada en el centro de aquel pueblo. Se trataba de la l legada de
un aparato rodante que daba miedo: un carro Ford modelo 1936.
La noticia fue tan explosiva que en solo pocos minutos todo el
mundo abandon sus casas, reunindose ese da en la pequea
estacin. Cuando la noticia l leg a Juana, ella inmediatamente lo
comunic a su marido. Dionisio tom por la mano a Joaqun
Francisco, salieron corriendo y cruzaron el Pozo del Laurel.
Cuando llegaron presenciaron tanta gente que no caba ni una
aguja. Todo el mundo estaba con la boca abierta, algunos
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perturbados porque les pareca algo de otro planeta, otros hasta
pensaron que poda comer pasto como los asnos ; un rumor que
se gener en cuestin de segundos. La espantosa mquina se
prendi y comenz a rodar muy despacio. Tena cuatro patas
redondas, dos ojos grandes bril lantes, una trompa que pareca de
cerdo ms el resto del cuerpo era como una casa. Al ver que la
temible mquina no atacaba ni se volva furiosa y al notar dos
personas en su interior sanas y salvas, se fueron acercando con
gran expectat iva hasta que por f in le tomaron confianza al tal
aparato. Rato despus dej de funcionar y la empujaron poco a
poco hasta l levarla a otro pueblo l lamado Manaure.
La llegada de este Ford signif ic pocos das despus un buen
presagio para el futuro del pueblo. El progreso se hizo notar y
junto a l nuevas tecnologas asombrosas fueron apareciendo,
entre ellas sobresalieron la radio y la nevera de petrleo. La
primera radio que l leg era como una caja de fsforo con dos
botones y un tablero que indicaba la frecuencia. La nevera de
petrleo, por su parte, se convirt i en un tema peligroso porque
mat a muchas personas.
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3. La inspiracin.
El da en que la t ierra de los
dioses inspir el folclor imaginario, la
cordura se bes con la locura y la
locura encontr su verdadero juicio.
Juicio que sirvi para pescar el ideal
ms deseado de todos los t iempos.
Alrededor del 1945 cuando Joaqun Francisco tena sus
diecisiete cumplidos, comenz a descubrir que la vida tena
sentido para l y que vala la pena luchar por el sueo frustrado
por sus propios padres. Eran las dos de la tarde y estaba
pescando dentro del ro Mocho. No usaba redes o anzuelo como
lo hacan otros pescadores comunes sino f lechas que l mismo
fabricaba rsticamente. Sin saberlo, aquel da se producira una
conversin radical en su personalidad y un cambio
aparentemente doloroso que sera la nueva escuela formadora de
su ms anhelada ilusin. Una suave l lovizna empez a caer y los
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rayos solares formaron un espectro multicolor cual nunca sus
ojos haban visto. Se sali del agua y agarr su mochila l lena de
pescados. En ese momento sinti un pesar porque l quera
capturar aquel arcoris pero la mochila estaba pesada y le
impeda correr.
El arcoris o los pescados!
Por un momento vacil en su decisin y no perdi t iempo en
escoger la mejor. Pref iri cambiar los pescados por el arcoris.
Sus chancletas calz, su cinturn apret, su honda de cazar y su
f lecha asegur y su carro imaginario prendi y puso el cambio en
primera con su mano derecha y con su mano izquierda comenz
a timonear. Se fue corriendo tras el arcoris y cuando crea que
lo tena cerca, ms lejano e inalcanzable lo vea. Ahora la vida le
ofreca una nueva razn para luchar, un camino por recorrer y un
ideal por alcanzar. Ese da la cordura y la locura se enfrentaron
cara a cara y se besaron. Se abrazaron con lazos de afectos
indisolubles. La locura encontr su verdadero juicio y cordura.
Ahora era necesario perder para ganar.
Ahora s me hicite cog rabia, Jum!, Ya es que te voy a
agarr. Ya es que te voy a zamp un hondazo.
Muy lentamente sac una piedra del bolsi l lo de su pantaln y una
honda del otro bolsil lo del pantaln. Con su magistral puntera
lanz la piedra, le peg en la cabeza y le hizo un tremendo
chichn. Le tir la f lecha y lo ensart. Lo agarr, lo meti en su
mochila, se lo l lev para la casa y lo amarr de su rbol de
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mamn sin decirles nada a sus padres ya que no estara
dispuesto a seguir soportando los cocotazos de Juana.
Nunca se le haba visto tan contento como ahora que haba
pescado su mayor ideal. Al deslumbrar el alba cada da tomaba
caf y se inspiraba en ese arcoris. Nunca lo solt. Nunca lo dej
escapar y ni siquiera Juana se lo logr quitar. Antes por el
contrario, las primeras notas de su acorden resonaron en la
copa de aquel rbol de mamn un tanto descoordinadas.
Diariamente ensayaba en aquella escuela natural y en ese tiempo
no se atrevi a explotar ese talento ante los dems no porque
sint iera miedo, sino porque su conviccin le aseguraba una falta
de experiencia y por eso guard el asunto hasta que la vida le
ofreciese la maravillosa oportunidad de dar a conocer lo que por
mucho tiempo permaneci latente en su corazn.
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4. El tifus de Robles.
La constante prctica de las
labores cotidianas con sus manos lo
capacit para tocar su acorden de
una manera increble.
El Dr. Ferreira analiza la cabeza del joven de dieciocho
aos y se preocupa porque le encuentra algunos piojos. Le toma
la temperatura y la f iebre es cada vez ms alta, el cuerpo tiene
escalofro con un intenso dolor en el estmago.
Crtele todo el cabello y le lava la cabeza con vinagre para
evitar que se siga infectando. Dele este antibitico al menos una
semana le orden a Juana.
Cmo se pondr?
Estar bien. Por suerte trajo rpido al muchacho.
El siguiente paciente era una seora de cincuenta y dos aos con
escalofros, migraa, deshidratada, f iebre de cuarenta y cuatro
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grados, retorcida por un dolor abdominal y escupiendo sangre.
Cuando el doctor le fue a aplicar un suero, muri. Era el ao
1946 cuando el Mono se afect en parte por la epidemia del
Tifus. Tena dieciocho cumplidos y su estado de salud mejor
despus del tratamiento que le recet el Dr. Ferreira pero
tristemente le toc presenciar la muerte de aproximadamente
cuarenta personas.
Poco tiempo despus de su mejora y progreso f sico, el Mono
comenz a trabajar con Santo Sierra en la fabricacin de tejas de
cemento, ayudante en carga de ladri l lo y material de arrastre. Se
aprendi de memoria todas las partes mecnicas de los carros,
realiz labores tcnicas sencil las que le dieron la destreza y la
f irmeza necesaria en sus dedos que ms adelante le servira para
ejecutar su acorden imaginario. En ese devenir conoci al nio
Agustn Cotes Aroca Tin quien vivi para contarlo.
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5. El grupo flechero Las mejores lecciones
concernientes a la pesca las
aprendi en el grupo flechero.
El grupo f lechero fue una comunidad de siete jvenes
pescadores que adquiri fama a f inales de la dcada de los
cuarenta en el casero de Robles. El primero era Ramoncito
Castil la, el mejor de todos. El segundo era diestro en redes y su
nombre fue Leno Araujo, el tercero fue Juan Toms Caldern
experto en f lechas, el cuarto fue Chema Zuleta experto en
anzuelos, el quinto fue Too Castro experto en explosivos, el
sexto fue Jos Elas Mrquez Chala experto en coordinar y el
lt imo y ms joven fue Joaqun Francisco El Mono experto en
abrir y escamar pescados. Todos los das se iban a pescar al ro
Mocho y en otras ocasiones aprovechaban las pocas de
cosechas pesqueras del ro Cesar.
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Cierto da estaban exhaustos y agobiados, los agarr la tarde
solamente con una sardina de bocachico.
Qu vamos a hacer, no hemos pescado sino uno solo y esto
no alcanzar para llenar una sola barriga? Dijo Leno
preocupado ya son como las dos de la tarde. Qu haremos?
Hoy no hemos tenido suerte, que dir la gente cuando pasemos
por la cal le y vean nuestras manos vacas dijo Chala.
Es verdad respondi Ramoncito debemos hacer algo o
inventarnos algo, de lo contrario dirn que somos unos malos
pescadores.
Yo tengo la solucin sugir i Chema con las manos en su
cabeza porque no esperamos que caiga la tarde y ponemos la
atarraya en el Pozo de La Race.
Es un peligro Chema respondi Ramoncito no quiero
quedar muerto por la mano pela en esa cueva. Qu tal que
se aparezca y se l leve a alguno de nosotros?
Es verdad respondi Too a m me dijeron que varias
personas se han desaparecido, es mejor dejar las cosas as.
Mejor nos vamos dijo Ramoncito hoy no fue nuestro da
de suerte. Qu la gente diga lo que diga. No me importa.
Pero que dir mi mam cuando lleguemos sin nada, nos van a
castigar respondi Chema.
Recojamos todo di jo Ramoncito con una honda preocupacin
en su rostro creo que el t iempo de la escases ha llegado y
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tendremos que acostumbrarnos. Las cosas ya no sern lo mismo
que antes.
Vamos a pesc ms abajo? Pregunt el Mono.
Qu has dicho? respondi Ramoncito.
Qu vamos a pesc ms abajo. Aqu no hay nada, no hemos
tenido suerte, entonces vamos ms abajo. Quiz nos vaya bien.
Ms abajo? Ms abajo a dnde? Pregunt Chala.
Mi mam me dijo que por al l lejos queda Corral ito.
Yo no conozco eso para all di jo Too.
El Mono tiene razn dijo Ramoncito es la f inca de
Cayetano Oate y yo tambin he odo que algunos han pescado
all. La idea del Mono es genial . Yo propongo que deberamos ir.
Nada vamos a perder. Qu les parece?
Con gran entusiasmo los siete pescadores se reanimaron unos a
otros y marcharon expectantes rio abajo. Vivieron la aventura
ms interesante de toda su vida, conocieron iguanas ms
grandes, se tropezaron con un oso hormiguero, un puerco espn y
una serpiente de coral. Las peas del ro eran gigantescas y en
ciertas partes se podan pasar de una oril la a la otra. La travesa
no duro mucho, solamente como media hora pero fue interesante.
Luego l legaron a un lindero de alambre pa y pasaron una
entrada que deca Corral ito y f inalmente llegaron al Pozo de
Corrrali to. Es aqu di jo Ramoncito.
Un momento dijo Chalia nadie se meta al agua. Acabo de
ver bri l lar algo al l en la otra oril la.
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All arriba! Dijo Chema lanzando una migaja de carne.
El Mono tena la razn di jo Ramoncito. Chala y yo nos
meteremos con la atarraya mientras ustedes t iran las migajas de
carne para atraer a los peces y poco a poco los vamos
encerrando y tu Mono qudate afuera por si necesitamos algo
ms.
Como de costumbre el Mono se qued en silencio sentado en una
piedra analizando minuciosamente cada detal le de la pesca.
Todas estas act ividades combinadas con su aguda visin, fue la
piedra fundamental que lo convirt i no solo en el mejor f lechador
de aquellos t iempos, sino tambin en el gran pescador del folclor
imaginario.
Voy a ensuciar dijo.
Se escondi detrs de un rbol bajndose los pantalones con
dif icultad ya que tena una doble vuelta de cabuya como cinturn.
Sinti la frescura del pasto en sus nalgas sin dejar de pensar en
Juana y la paliza que iba a recibir por desobed iente. Luego se
puso a golpear el rbol con una piedra sin caer en cuenta que
haba alborotado un nido de avispas negras y lo atacaron . Sali
corriendo con picaduras en sus labios, gritando fuertemente y
con un dolor insoportable que lo hizo llorar. Cuando se quit las
manos de su cara frente a sus amigos tena los labios, la nariz y
los ojos rojos, de modo que le l lenaron la cara de barro mezclado
con orn con la esperanza de que este remedio natural lo aliviara,
sin embargo el t iempo pas y cuando llegaron al casero de
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Robles y Juana lo vio, pareca un monstruo desjarretado desde la
frente hasta la mandbula con labios de mojarra.
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6. El soplo divino. La escuela que lo capacit
fsica y mentalmente en su juventud
para enfrentar la vida fue llamada El
Soplo divino.
En la juventud del Mono Pepa, exactamente cuando tena
sus veintin aos de edad, se recrudeci la violencia en
Colombia. El presidente de la repblica de turno era Luis Mariano
Ospina Prez (1946 1950). Este gobierno vivi en carne propia
el famoso Bogotazo el 9 de abri l de 1948 y por la pugna entre los
partidos polt icos liberales y conservadores se produjo como
resultado la muerte del caudillo l iberal Jorge Elicer Gaitn. Para
restablecer el orden pblico, este gobierno invent el macabro
plan de las tan nombradas Chulavitas o Polica Chulavita, un
grupo armado instigado por campesinos conservadores de la
Vereda Chulavita del municipio de Boavita, departamento de
Boyac. Posteriormente los Chulavitas se fortalecieron en el pas
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y se lleg al punto en que era prohibido decir Soy l iberal, quien
lo haca lo encarcelaban o lo mataban.
El Mono Pepa vio con tristeza la manera como estos mismos
Chulavitas, aprovechando que estaban apoyados por un gobierno
intolerante y perseguidor, quemaron casi medio pueblo
comenzando por la Cantina La Tuna. Aquel da el problema se
inici porque la Polica Chulavita no dej entrar a la cantina a
dos jvenes menores de edad. Las personas que estaban
ingiriendo l icor tomaron represalias contra los policas y se
enfrentaron a puetazos. El resultado de esta contienda fue la
muerte de dos personas y posteriormente los Chulavitas
comenzaron a echarle candela a todas las casas.
Poco tiempo despus de este macabro episodio el Mono
Pepa vio cmo se levantaron los primeros colegios of iciales tales
como San Jos y Urbana de Varones. Cada da l pasaba frente
al Hotel Amrica y su famoso teatro, a veces se quedaba en
horas de la noche en la cantina El Pramo, al lado de dicho hotel
y dedicaba parte de su t iempo conversando con los hermanos
Avelino y Chepe Romero, uno era dueo de una de las primeras
empresas de transporte pblico de la provincia y la ruta principal
era entre los departamentos del Atlntico, Magdalena y Cesar y
el otro era dueo del Hotel Amrica . A mediados de la dcada de
los cincuenta, el carro que el Mono Pepa le gustaba montar no
eran los de Chepe Romero, ni mucho menos El Monarca y la
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Golondrina que venan de La Guajira, sino aquel que por
cuestiones sensacionales fue llamado El Soplo divino. Este
carro modelo 54, marca Dodge, con cabina de madera y
carrocera de carga, era uno de los nicos que suba a la altura
del municipio de Manaure con ladri l lo adquirido en los hornos de
Clemencia Cotes y Gilma Mrquez. Tambin llevaba material de
arrastre como arena y gravi l la que sacaban del ro Cesar. El
dueo fue Osmando Mrquez Pino y su hi jo Osmando Jos
Mrquez le ayudaba en esta tarea diaria, pero De dnde
apareci ese nombre de Soplo d ivino? Cul es su verdadero
origen? Cada vez que Osmando iba a recoger los materiales de
construccin pasaba por el centro del pueblo por si acaso vea al
Mono Pepa y si lo vea, entonces se lo l levaba a trabajar y a
cambio le daba frutas, verduras y algunos alimentos no
perecederos.
Con el carro l leno de materiales Osmando suba a Manaure y
regresaba l leno de estudiantes a unos noventa kilmetros por
hora. Al cruzar un resalto del puente por una zona llamada La
Tomita, la gente senta en todo su cuerpo, por un segundo, una
increble sensacin combinada con un poco de susto que los
pona a volar. Esta sensacin fue la causa para que el carro de
Osmando se hiciera famoso en el pueblo con el nombre del
Soplo d ivino.
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El compaero de confianza del Mono Pepa en el Soplo
divino fue precisamente Jos, el hijo de Osmando. A l le
preguntaba a cada rato:
Y t que eres mo?
Mono. Yo soy primo tuyo responda Jos con un poco de
temor yo soy familia. Tu y yo somos familia.
En la medida en que pasaba el t iempo fue adquiriendo
mucha fuerza en los pulmones, tanto as que pareca pecho de
gallo y cintura de mico. Adquiri un sentido de responsabil idad
consigo mismo y aprendi el principio de la honradez. Sin
saberlo, el Soplo divino se constituy para el Mono Pepa en
aquella escuela que lo capacit f sica y mentalmente para ser el
mejor estudiante de los mejores soplos guturales que muy pronto
bri l laran en la t ierra de los dioses que inspiraron su folclor
imaginario. Los mejores tiempos estaban por venir.
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7. De Joaqun a Mono Pepa.
Cualquiera dira que la palabra
Pepa se refiere a semilla pero mucho
ms que eso significa juicio,
intel igencia, pepa sencillamente
signif ica talento.
Los aos juveniles de Joaqun Francisco marcaron un ri tmo
de simpata colorida en tres aspectos principales: su fsico, su
temperamento y su nombre. En su fsico se efectu una
transformacin sumamente interesante, especialmente de la
cintura hacia arriba por la forma como l se apretaba dursimo el
cinturn que en sus primeros inicios no era ms que unas tiras
de cabuya de envolver cajas. Luego la cabuya fue reemplazada
por el cuero con una hebilla estrafalaria de hierro que obtuvo en
sus andanzas de acordeonista. Esta hebil la era una herradura de
caballo rst ica pero luca bien, aunque se converta en un
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problema porque le magullaba el estmago y le dejaba
estampado una marca coagulada de sangre. Estos apretones
fueron reduciendo su estmago y ampliando su caja torcica,
dando la impresin de un mico amarrado con pecho de gallo. Su
cara se fue poblando de bigotes espesos con barbas largas
desaliadas, el cabello un poco lacio, dbil y con sntomas de
alopecia. El ojo derecho con una pequea carnosidad sin que
todava se lo afectara completamente. Muchas manil las de
alambre dulce y de caucho en las muecas de sus manos y lo
mejor de todo, un acorden imaginario que tocaba todos los da s
de norte a sur y de este a oeste y que l mismo denomin Veinte
Letras. Lo cierto es que antes del Veinte Letras el tocaba uno
que era Negro as le deca . Despus vino el Guacamayo
y por lt imo la versin mejorada: el Veinte Letras. As que antes
de ser l lamado Mono Pepa ya ms o menos tena idea de cmo
se tocaba el acorden. Por aquel entonces fueron asentndose
nuevos colonizadores en la vil la pacf ica que edif icaron casas,
montaron negocios y prosperaron en actividades de pesca,
pastoreo de ganado, cult ivos de yuca y maz, venta de carbn
madera y mucho empleo por las cosechas algodoneras; muchas
mujeres subsistieron cosiendo sacos de algodn , entre el las
Mara Luisa Torres, la hermana del Mono Pepa . Una de las
fuentes primarias econmicas lo constituy el negocio de la
almojbana hecha en hornos de barro. El exquisito pan subsiste
hasta el da de hoy como un smbolo cultural en honor a la mujer
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trabajadora. Una de las vas ms pedregosas y extensas era la
calle Central o Ancha y una vez al ao se realizaban carreras de
caballo. Estaba adornada en toda la mitad por un imponente
rbol de higuito cuyo follaje era como un escudo casi
impenetrable por la luz del sol. Ah, abrigada por la refrescante
sombra de la una de la tarde, se encontraba a Genoveva,
delirando en el fondo del mgico mundo de la poesa. Fue
apodada Abejn Conchajn porque tena un t imbre de voz tan
resonante que se propagaba por el aire como e l zumbido de una
abeja. Peas grandes y medianas sobresalan como cascos de
proteccin alrededor de los rboles y servan de asiento.
Fsicamente era de buena presencia y posea una inteligencia
que sobrepasaba su edad. Con notable perseverancia y fantasa
ilusoria, pesc un ideal jams alcanzado en aquellas t ierras, a
saber, ser la mejor poeta de la poca. Era capaz de recitar como
veinte hermosos poemas sin parar y ninguno de ellos aburra al
oyente. Muy poco se dejaba tocar, excepto por las hermanitas
Bustamante Gonzlez, que se la pasaban sacndole sus primeras
canas, una por una.
Los tiempos que se van no vuelven y si vuelven no son
iguales esto deca para ensear que hay que aprender a
valorar toda buena oportunidad que se nos presente.
Los cambios en su rea temperamental no fueron ajenos a
cada una de las transformaciones fsicas que se operaron en l.
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Entre ms calvo se pona ms pepa y talento adquira. Entre
ms fuerza en sus brazos ms pepa y puntera y entre ms
agil idad en los dedos de las manos ms pepa y acordeonista
se volva. De modo que exhiba un comportamiento dual en todas
las circunstancias; cuando lo trataban bien actuaba con sus cinco
sentidos bien puestos y cuando lo trataban mal, lo rechazaban, le
negaban algo de comida, se burlaban y le t iraban piedra
entonces se desquiciaba, se enfureca, duraba varios das sin
baarse y sin afeitarse. Lo bonito e interesante de este caso
psicolgico era el desahogo como pescador con f lecha, como
conductor, como acordeonista imaginario, tanto as que no solo
ejecutaba su acorden con un realismo increble, tambin lo
guardaba, lo l impiaba, se lo l levaba al vecino para que se lo
arreglara y una vez lo dej tirando en un charco por culpa de un
golpe recibido en su pie derecho. Dentro de este tipo de locura
sobresala una que le haca dao, era una crisis sper depresiva
que slo poda ser superada comiendo el polvo del cascajo de
ladril lo.
Despus de la muerte de sus padres , el Mono encontr
refugio no slo en sus hermanos Dionisio Alfonso, Carmen y
Mara Luisa Torres sino tambin en la amistad de Carlos Noriega
su vecino y su nueva casa de barro sostenida por columnas,
tablas y varas de madera. Esta casa de Bahareque construida
por Celso Ramrez y Edan Ramrez signif icaba mucho para l;
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nueva vida, otro rbol de mamn ms grande y ms frondoso ,
nuevas i lusiones y nuevos motivos para seguir luchando por ese
sueo de convertirse algn da en el gran acordeonista del
pueblo del antiguo Robles y ahora l lamado La Paz. Este nuevo
hogar era de siete por cuatro metros, con piso en parte de barro
y en parte de tablas, sostenido por vigas de guayacn y de ellas
pendan varios machetes, f lechas, t iras largas de cabuya y de
caucho. Y en un rincn oscuro, un rinconcito muy particular,
bri l laba un bal de madera con un secreto inestimable de gran
valor.
Eran las 4:30 de la maana. El Mono estaba sentado y sin
camisa al lado de su propio fogn haciendo caf en un pote de
aluminio. De repente el viento se llev el humo mezclado con las
hojas del Mamn. Por unos segundos se cruzaron por su mente
terribles escenas de una casa de ladri l lo destruida y convert ida
en polvo y ceniza. El rbol de mamn comenz a disparar hojas
que parecan proyecti les que cortaban. Se arrastr por el suelo
preso del pnico; intentaba arrancar su rostro de la angustia y
golpeaba la t ierra con sus puos. Se llen de valor cuando vio a
pocos metros de distancia una luz que sala por la puerta del
patio de su casa, corri hacia ella y la puerta se cerr. En ese
momento despert del sueo. Lo sobrecogi el temor. Se qued
quieto, cabizbajo, pensativo sin bajar los pies de la hamaca.
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Lentamente dirigi su mirada al r incn de donde proceda la luz y
descans.
Jumm! Estai ah susurr.
Ah estaba su secreto. El mayor tesoro de toda su vida bri l lando
ms que nunca en medio de la oscuridad. Aquella luz lo excitaba,
lo inspiraba, era su fuente guiadora y su f iel confidente. Puso las
manos sobre aquel bal, le quit el candado y lo abri. Qu
momento de esplendor y alegra se ref lej en su rostro! Ah
estaba el casi intocable acorden Veinte Letras. Y Ay! Ay de
aquel que se atreviera tocarlo.
Ese mismo da, siendo ya como las seis de la maana, lo primero
que hizo fue colgarse su acorden en la espalda. Prepar su caf
en un fogn de tres piedras, debajo del rbol de mamn. Su
rostro estaba un poco sucio, el cabello despeinado y tena tres
das que no se baaba. Se puso unas manil las de alambre dulce
en las muecas de sus manos, se amarr un cinturn de cabuya
y con el mismo cinturn un chopo, es decir una pistola de palo
indefensa, que no mataba ni una paloma y la que l mismo
dise con marca propia: Miti Hueso, segn l, para matar a los
policas.
Carlos Noriega, esposo de Lida Jaime y hermano de mi padre
Danilo Noriega, fue un acordeonista y tcnico experto en arreglar
acordeones. Por su casa desfi laron hombres y mujeres de
renombre musical, compositores de la poca; su fama se
extendi en toda la costa norte de Colombia y entrar a su casa
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era un espectculo. Lo que nunca se imagin este hombre fue
tener de vecino al futuro rey de la dinasta de los Olivas y el
Mono jams pens que sera amigo del ms deseado entre todos
los tcnicos del acorden.
Hola Casli to, buen da. Tengo problema ah con mi acorden.
Hola Mono. Ya vas para el mercado?
No, voy a recoger la plata donde Eufemia.
Le pas algo al Veinte Letras? Porque tu entras ahora a mi
casa es cuando se te daa el acorden.
Unos pitos ah que estn es mal. No suenan bien. Y ese de
quien es!
Este? Este acorden es de mi compadre Alfonso Gutirrez.
Sintate Mono. Esprame un momento mientras termino aqu con
este fuelle que se rompi
Ese es el fuelle?
Si Mono. Esta parte que se est ira se llama fuelle. Eeerda si ya
se te olvid! Ya yo te lo haba explicado. Ahhh! Por ah escuch
que mi compadre Gutirrez te copio unos pases.
Me rob?
No Mono. T eres loco?
Loco? Pafreg unos pocos. Se necesita es talento y muchos
papeles.
Digamos que tom prestado unos pases tuyos.
Jumm! Cmo as? Y cundo me los devuelve? Y cundo
me los devuelve?
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l te los va a devolver. Pero tranquilzate que yo te voy a
seguir enseando los ritmos del son y la puya.
Escucha ste! Escucha ste! Taaa ta taaaa.
Tremendo Mono. Ya termin con ste. Qu son tan vacano!
Tata taa. Taaa
No, as no es. Ven y te ense bien.
Dame el acorden a ver qu es lo que tiene porque yo lo siento
un poco desafinao.
Desafinao?
S. Mira, t iene la correa f loja. Los pitos no son, es el fuelle.
Y ahora?
Nada. Ya est pero no te lo voy a entreg.
Ju! Qu!
And a baate primero y te lo entrego.
Voy a hac las compras de Eufemia.
Mono, como se te ocurre, tu eres un hombre pepa. Tu teni
mucha pepa en la cabeza. Tu eres muy intel igente. Y vas a ir
as para dnde Eufemia?
Tengo pepa?
S. Mucha pepa e intel igenc ia. And a baate.
Ya vengo.
Bueno, te espero.
Despus de quince minutos se apareci l impio, aseado, oloroso,
sin barbas, sin el Mit i Hueso y manejando carro. Carlos poco a
poco se daba cuenta de la gran inf luencia posit iva que sus
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palabras ejercan sobre la vida de este personaje del que de
ahora en adelante sera llamado Mono Pepa.
No se cambiaba por nadie y no era solo porque Carlos le haba
dicho que tena pepa en la cabeza s ino que su acorden qued
de maravil la. Estaba imbuido de grandeza y con ese mismo
sentimiento se fue hacia la casa de enfrente donde viva la
seora Ana. Se meti por el patio, tom caf, prendi su carro y
se fue a trabajar porque se le estaba haciendo tarde.
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8. El aguijn de la carne. El que diga que no tiene un
aguijn en su vida no es humano.
Si no tienes a nadie con quien compartir lo que sabes , no
eres nada. As de sencillo; es una ley de la vida que funciona en
cualquier lugar del mundo. Bien lo saba el Mono Pepa al no
aferrarse en esconder su talento y demostrarlo aunque lo
crit icaran. Si l se hubiese dejado guiar por el qu dirn, nunca
jams hubiera logrado lo que l logr. Y por qu lo recordamos
hasta el da de hoy? Porque fue un verdadero ejemplo de lo que
signif ica luchar contra aquellos que se burlan, intentan pisotear
nuestros sueos e incluso sienten tanta envidia en vernos
progresar que eso les produce dolor de estmago y hasta
migraas.
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Cuando Carlos Noriega le puso el nuevo nombre de Mono
Pepa, a l no le disgust la idea, al contrario, le encant tanto
que lo proclamaba a viva voz cada vez que tena la oportunidad y
lo haca siempre colocando su dedo ndice derecho en su frente.
El t iempo pas y con los das af lor la conviccin de ser alguien
destacado en su pueblo y su acorden era la estrategia ideal.
Para lograrlo segua al pie de la letra todos los cursos de Carlos
Noriega. Lo que mucha gente no supo fue que l antes de salir a
tocar siempre se ubicaba debajo de su rbol de mamn a
pract icar y no sala hasta que se senta bien preparado. Gracias
a esta constancia y dedicacin diaria el Mono Pepa logr adquiri r
una destreza inigualable, nica en el mundo. Pero no todo es
color de rosa y su vida no fue la excepcin. Hubo algo tan
particular que quiso destruir las notas claves binarias de su
paciencia por causa del desaseo, a saber, la nigua. El problema
era que l mantena costras de barro en las uas de los pies y en
ellas sobrevivan unas niguas tan astutas como las pulgas;
ignoraba lo que ocurra con esos aguijones pero lo cierto es que
nunca se largaban. Esas apestosas alimaas siempre salan de
ah para dejar secuelas muy marcadas en su vida, y aun as con
su atrevimiento, nunca lograron destruir le el acorde armnico de
su razn y el comps de todas sus virtudes: su dignidad.
Carajo! Otra vez me aguijone deca rascndose con furia y
producindose lesiones que dejaban en su piel cicatrices dif ci les
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de borrar. No era extrao que cuando alguien preguntara
Cul es tu peor pesadil la? el confesara con amargura:
Ju!, la nigua, la nigua.
Eso fue motivo para que lo apodaran adems de Mono Pepa y
Tubito, Nigua y Pigua. Grandes personalidades nunca pudieron
entender el famoso aguijn en la carne de l Mono Pepa.
Por qu ser que dice eso? Qu querr decir con me
aguijone se indagaban.
Entonces l, quitndose uno de sus calzados y con la agil idad de
un gimnasta, levantaba un pie para arrancarse de las f isuras de
sus dedos una nigua, luego la mostraba diciendo:
Si vei esto? Esto es el aguijn. Y t tambin las teni metas
en la cabeza. Tu estai ms loco que yo. Y yo que soy tuyo? Y
yo que soy tuyo?
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9. La llegada del televisor. Los televisores en blanco y
negro y las famosas pantallas
mgicas a color fue la sensacin del
momento. Pantallas de doce, nueve y
siete franjas de colores.
Cuan memorables, frescos y anti solidarios fueron esos
tiempos de las famosas niguas de l Mono Pepa. Era la poca
cuando lleg por primera vez la televisin en blanco y negro. El
semejante aparato pareca un burrito de palo, puesto que vena
incrustado en una caja de madera y sostenido por cuatro patas
muy delgadas. Para muchos, era inconcebible y un misterio la
idea de ver a alguien hablando y movindose en una caja de
madera. Es ms!, se acercaban al aparato y buscaban por
detrs de l, por si acaso vean a las personas. Uno de los
primeros en adquirir esta tecnologa sper moderna fue el seor
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Ramn Pinto y no haban pasado ms de media hora de instalado
cuando tena la casa l lena de gente e inclusive muchachos
colgndose por las ventanas. De manera inesperada se les
apareci el Mono Pepa tocando su acorden imaginario. Hubo
uno que grit muy fuerte:
Heeeyyyy! Mono Pepa! Mono Pepa! Mono Pepa!
Todos huyeron aterrados y el alegre toque qued rezagado ese
da sentado sobre una gran piedra ubicada en la terraza de
Ramn Pinto. Algo pas en su interior que lo hizo ref lexionar al
ver correr el gento como caballos sin control. Fue en ese
instante cuando comenz a contemplar su porvenir rodeado de
incertidumbre, temor y rechazo. Vio a las personas esconderse
detrs de algunos rboles y en su juicioso conocimiento pudo
comprender que esas mismas personas estaban escondidas
detrs de su propia locura, una locura sin sentido que los
protega de su presencia, una locura simplemente agradable
porque se sentan seguros. Descubri que el ser humano siempre
se ha escondido y se seguir escondiendo detrs de la locura
que ms le agrade.
Sus delgados labios parecan cosidos con hi los de cabuya y brot
de su pecho un quejido que lo hizo llorar. Todo, absolutamente
todo lo que le rodeaba era apenas una minscula evidencia de la
indiferencia humana. Se llen de valor y di jo entre s:
Yo no estoy loco.
Se arm de valor y entr donde Ramn Pinto.
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Mono, ya almorzaste?
No.
Tcate un pase bueno.
Se da.
Qu se va a daar. Puro cuento tuyo. Tcate algo. No le
prestes atencin a esos muchachos que ellos estn locos que yo.
Y yo que soy tuyo? Y yo que soy tuyo?
Tu amigo. Toma un poco de almuerzo. Te estas poniendo muy
f laco.
Eso qu es, cmo se meti ah?
Mono, eso se l lama televisor.
Varios meses despus casi todo el mundo tena en su hogar
la misteriosa caja y l leg por esos das un Cachaco de la
capital del pas, prometiendo dar color a los televisores con unas
pantallas mgicas. Explicaba que el blanco y negro ya haba
pasado de moda y haba que modernizarse colocando en los
aparatos pantallas mgicas de colores transparentes; segn l,
importadas del Japn y la sensacin del momento. Venan en
presentaciones de doce, nueve y siete franjas verticales. La de
doce, era la ms costosa, por consiguiente, un privi legio que
lleg a tener solamente la clase aristocrt ica. En cambio, la clase
social baja tuvo que conformarse con ver televisin en siete
colores. La increble propuesta no tard en ser aceptada y este
cachaco hizo plata como arroz en menos de una semana y se
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larg enseguida. La pantalla de doce franjas las vendi a cinco
pesos, aproximadamente unos ciento veinte mil pesos hoy en da.
La de nueve colores a mitad de precio y la de siete colores, a la
mitad de la mitad del precio real. De esta manera fue como lleg
la televisin a color en el pueblo de La paz.
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10. Su segundo hogar.
La pericia del Mono Pepa en el
arte de pelar yuca, su gusto por el
trabajo que desecharon los vagos y
su inslita locura musical
conquistaron rpidamente el corazn
de los dueos del hotel cinco
estrellas de aquellos viejos t iempos.
Comenzaban a salir los primeros rayos del sol con una
actividad sumamente agitada en el mercado municipal
precisamente por el tema de la carne de res . Era increble
escuchar los gritos, ver las peleas que se formaban cuando
entraban y compraban, ya que la carne no era suficiente para
satisfacer a toda la poblacin. De repente apareci el Mono Pepa
con un tabaco en la boca y su ojo izquierdo avizorando entre
aquella mult itud la locura y el desorden de la algaraba. Su
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presencia acall toda voz y su singular toque comenz a sonar y
l lamar la atencin.
Tubito! Tubito! Paaaa! Gritaron varios hombres al mismo
tiempo y le golpearon la cabeza con una piedra.
Mono Pepa se enfureci y grit:
Jum! Loco. .Juuuu, Pafreg a unos pocos oite.
La gente huy pero antes de que l se descontrolara y se pusiera
peor, dos vendedores lograron sujetarlo por las manos y sentarlo
en el suelo. Le dieron un cigarri l lo, un poco de caf y
almojbana. Eso lo tranquiliz. En ese momento se le salieron
algunas lgrimas por culpa de la locura de aquellos que lo
molestaban, se burlaban y apedreaban. l tena bien claro que el
prejuicio de la gente era un perjuicio y una locura. Y La locura
una cordura sin ningn t ipo de prejuicios.
Ju! Yo no estoy loco oiteMs loco estai tu- Susurraba
mirando el suelo.
Cinco minutos despus compr carne y un bulto de yuca en una
tienda cercana al mercado. Sali con la carreti l la l lena de
compras hacia el Restaurante de Eufemia, una cuadra ms abajo
del mercado, va al pueblo de San Diego.
Eufemia fue una seora bien pujante y trabajadora. De tez
morena, cabello pintado de negro, contextura gruesa y su voz
bastante fuerte. Tuvo nueve hijos con el Mono Zuleta. Muy
querida y famosa en el pueblo por su Restaurante -Hotel cuya
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mejor cl ientela eran cachacos y santandereanos dedicados al
comercio de cigarril los, bebidas de todo tipo, electrodomsticos,
vveres, calzados, ropas de marcas extranjeras y comercio en
general de contrabando procedente de la ciudad de Maicao
Guajira. En ese restaurante, que ha propsito fue el mejor de la
poca, la comida era exquisita, especialmente los platos de
carne asada y la sopa de mondongo. A diario venda ms de cien
libras de carne. Viva lleno todos los das y el hotel ubicado en el
patio fue el cinco estrellas de aquellos viejos t iempos.
Cmo no recordarla? Cmo no agradecerle su atencin
incondicional? Cmo no recordar su solcita entereza de esa
mujer pujante y trabajadora, cordial y algo muy importante que se
convirt i en reproche: emple al Mono Pepa, aquel que era
rechazado por algunas personas en el pueblo por ser loco. Le
brind la posibi l idad de sentirse ti l y ganarse el pan de cada
da, le dio esperanzas y nimo para seguir luchando y
persiguiendo sus sueos. La crt ica y la lengua fueron enormes
cuando decidi meter a Mono Pepa en su restaurante. Algunos
sostenan que ella estaba ms loca que el mismo Mono Pepa y su
presencia en aquel lugar no sera ms que un completo fracaso.
Cmo era posible que Eufemia ayudara a este t ipo? Cmo era
posible tener en el hotel cinco estrellas de la poca a un lo co
capaz de soltar la piedra en cualquier momento? Cuando muchos
solo vean fracaso en el negocio, ella vaticin un futuro
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promisorio y all , con todo lo que era, sucio, loco, andrajoso,
hediondo o como le quieran llamar, solo al l fue donde Mono
Pepa encontr su segundo hogar.
Cuando el Mono Pepa lleg al restaurante entr
indiscretamente por el portn. En silencio y sin decir nada a
nadie se fue a su lugar de trabajo, al l donde haba un grifo con
agua. Esa era su of icina y la cuchilla era su herramienta. Eufemia
le pidi los vueltos y l se los entreg de manera correcta.
Tambin le orden que le entregara la carne a su otro empleado,
el negrito Flix pero siempre era un tremendo lo esta situacin.
Mono Pepa era muy celoso y no gustaba de este Guabino. As le
l lamaba a Flix: Guabino porque era muy negro.
Mono Pepa comenz a pelar la yuca y su pensamiento nad en el
ro de la paradoja. Por un instante apareci en el suelo del cielo
y luego se traslad al manicomio San Camilo en la ciudad de
Bucaramanga. Le ordenaron l lenar con agua un tanque sin fondo
y contest:
Yo no voy a llen eso. Ustedes estn locos. Yo lo l leno si
ustedes lo l lenan primero.
Volvi en s y para asombro de muchos, en menos de dos horas
ya tena un quintal entero listo para la olla ; nadie lo poda creer
excepto Eufemia quien no se equivoc al asignarle este puesto
de trabajo. Ahora ya tena algo de dinero , un buen plato de carne
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asada, comida para el resto del da y nuevas fuerzas para ofrecer
sus conciertos musicales.
Su pericia en el arte de pelar yuca , su gusto por el trabajo
que desecharon los vagos y su inslita locura musical
conquistaron rpidamente el corazn de todos los hijos de
Eufemia y el de su esposo. Leila y Gizela, hijas de Eufemia , se
convirt ieron en sus esti l istas profesionales de confianza y cuando
l lo permita se dejaba cortar el cabello y las barbas. A
diferencia de lo que muchos crean, su cl ientela aument y junto
con su familia prosperaron econmicamente. No haba un da
donde Mono Pepa no ofreciera un concierto musical en el
restaurante. Los comerciantes le daban dinero y su fama
comenz a extenderse en Valledupar y poco a poco en toda la
regin. Personas de lugares lejanos venan tan solo para
disfrutar y comprobar su afamado renombre. Quien lo vea sea
personalmente o sea desde un vehculo , no poda sino aceptar y
decir ah va caminando el juicio de la locura material izada.
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11. El pescador flechador.
Hablo de un pescador de
grandes sueos? De un pescador
de ideales al que le patinaba el coco
sin ningn t ipo de prejuicio? Creo
que s, pero tambin hablo de uno
que se puede identif icar fci lmente
con l.
Para ser un pescador f lechador integral en este mundo, con
caractersticas semejantes a las del Mono Pepa, como mnimo se
necesita cumplir con las 4P, es decir, los cuatro elementos
esenciales para una gran pesca.
1. Puntera.
A diferencia de otros pescadores que atrapaban los peces
con anzuelo o atarrayas, el Mono Pepa prefera hacerlo con
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f lechas que l mismo fabricaba. Este tipo de f lecha no era
una f lecha comn y en su t iempo no exista una tecnologa
desarrol lada tal como l la desarrol l. Su diseo consista
en una vara de 175 centmetros (69 pulgadas
aproximadamente), gruesa, de peso cmodo y una parte de
ella recubierta varias veces con una piola o cuerda que
serva para tensionar la punta y a la vez permit ir un buen
agarre. La punta era una hojil la de acero, en parte de
aluminio y con forma de rombo dentado.
Las pescas del Mono Pepa en el ro Mocho y ro
Cesar eran abundantes precisamente por la puntera que l
tena. Esta destreza no fue producto del azar sino de una
constante y ferviente discipl ina an en medio de
situaciones adversas. Cuando se dio cuenta que su
puntera era efect iva ese da entendi que las mejores
pescas de los bocachicos, comelones, coroncoros, mojarras
y bagres que le ofreca la vida no consisten en la cantidad
sino en la cal idad.
2. Persistencia.
Un dicho sabio af irma que la perseverancia logra lo que la
dicha no alcanza y esto no era ajeno al temperamento del
Mono Pepa. Muchas veces las pescas no eran tan
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animadas como lo esperaba y duraba horas sin ningn xito
hasta que por f in l legaba el tan anhelado pescado.
3. Pasin.
Adems de tocar acorden, el arte de pescar se convirt i
en una pasin extremadamente fuerte. Lo interesante del
caso es que a su pasin le sumaba el sabor de su acorden
imaginario.
4. Pepa.
Este es el lt imo y ms importante requ isito para llegar a
ser un gran pescador como el Mono Pepa. Tener pepa
signif ica poseer coraje, talento, inteligencia y juicio en
medio de la locura.
El lugar predilecto del Mono Pepa era el Pozo del Tin.
Haban otros como el Pozo del Laurel, Pozo de Arribita, Pozo del
Diablo y Pozo de la Rice. Las aguas del ro Mocho bajaban
tranquilas, algo turbias y traan palos que arrimaban por toda la
rivera. El paraje estaba repleto de maleza y rboles gigantes. La
cada y la quietud de la tarde en contraste con los bejucos
chirr iantes que venan de gigantescos rboles, asombraban por
su ttr ico misterio y no eran menos que la insondable y aparente
enemistad entre su locura y su cordura. Mono Pepa era un
excelente pescador pero su acto era incomprensible. Lo rar o del
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caso es que le gustaba hacerlo desde aquel barranco. Ese sit io
le l lamaban Pozo del Tin. Con los das de mis aos supe de una
legendaria tradicin de que ah sala una Mano Pela y
asustaba a quien la vea, pero eso era mentira para l, pues
nunca se comi esa idea inventada por la gente de nuestro
pueblo.
En el Pozo del Tin y solo, el Mono Pepa aprendi las
mayores lecciones concernientes al arte de la pesca. Su fortaleza
era su arco, su palabra era su f lecha, su puntera era su verdad,
los peces eran las personas, el ro el mundo en que nadamos y
su nica locura la msica. Hablo de un pescador de grandes
sueos? De un pescador de ideales al que le patinaba el coco
sin ningn tipo de prejuicio? Creo que s, pero tambin hablo de
uno que se puede identif icar con l. De uno que est pasando por
el crisol del fuego y tristemente se retira a lugares solitarios para
convivir con la soledad porque nadie cree en l, nadie cree en
sus ideas y lo peor del caso, se cree que las pginas de su vida
solo son letra muerta con un f inal sin algo que valga la pena.
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12. La tienda del Dido.
Los Hermanos Quintero Luquez
fueron uno de los primeros que
llevaron las buenas nuevas a la
Guajira para anunciar que en las
calles de La Paz camina un
acordeonista imaginario que se la
pasa diciendo que para ser loco hay
que tener mucho juicio.
A inicios de los aos setenta, cuando el comercio
contrabandista de Maicao Guajira estaba en su mayor apogeo,
exista una pequea tienda de vveres y abarrotes en el barrio
Las Delicias, frente al potrero de Manuel Aroca, reconocida como
La Tienda del Dido. Los vecinos ms cercanos eran Carmen
Zuleta, duea de una f lota de camiones ganaderos y la familia
Bustamante con su sastrera La Regla de Oro . El barrio Seis de
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Enero no exista y el matadero municipal an conservaba su
aspecto rst ico y elemental sin las menores condiciones de
salubridad. Todos los das vespert inos, frente a aquella t ienda,
ms de cuarenta muchachos se reunan para jugar trompo,
boliche, el pote, la l leva, la peregrina, l ibertad, ftbol, echar
chistes y cuentos. Antes de caer la noche y en horas cuando
tenan t iempo, se pona de acuerdo y realizaban competencias de
natacin en el Pozo del Diablo, El Tin y La Rice. Algunas
mujeres de ese sector ten an por costumbre lavar la ropa en el
Pozo de Mireya.
Alcides Ortega Aroca El Dido es una persona de mediana
estatura y con buena barriga, de un temperamento fuerte y noble
a la vez. Un hombre de paciencia para la t ienda y respetuoso de
los locos del pueblo. Casi todos los das era una lucha
incansable con el Mono Pepa porque siempre lo vea con una
carreti l la l lena de desperdicios y cenizas de carbn y lo s echaba
al frente de su t ienda, es decir, en el potrero de Manuel Aroca .
As que el Dido para no tener problemas comenz a regalarle pan
y gaseosa y con esos cariitos se lo fue ganando con el pasar de
los das hasta que termin botando la basura no solo la de la
seora Eufemia sino tambin la de l en unos montes muy cerca
del ro Mocho. El Mono Pepa se ceb como un pez con su
carnada en aquella t ienda porque el Dido lo trataba con respeto y
siempre le daba algo para comer sin imaginarse que muy pronto
su tienda se hara famosa por causa de aquel hombre del cual
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brotaban destel los de acordes imag inarios. La fama de aquella
t ienda se extendi porque el Mono Pepa ejecut su acorden all ,
tanto as que la familia Quintero Luquez de Vil lanueva Guajira,
especialmente los hermanos Chiche Quintero y el ee Quintero,
enviaban recados para que se lo dieran a Ricardo Ortega El
Mee y a su vez el Mee les avisara en pocas de vacaciones
como junio y diciembre, el da en que el Mono Pepa iba a tocar
su acorden. Ellos viajaban exclusivamente en bicicleta de
Vil lanueva hasta La Paz con el nico inters de deleitarse en sus
melodas inslitas. Todas las canciones que los Hermanos
Quintero les peda que tocara, esas mismas el Mono Pepa se las
ejecutaba. El destino y la fama del acordeonista se estaba
escribiendo con msica imaginaria y los Hermanos Quintero
Luquez fueron uno de los primeros que llevaron las buenas
nuevas a la Guajira para anunciar que en las calles de La Paz
camina un acordeonista imaginario que se la pasa diciendo que
para ser loco hay que tener mucho juicio.
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13. De casa de barro a casa de concreto.
Cuando el Mono Pepa eligi las
piedras de canto rodado, jams se
imagin que esas mismas piedras
serviran como cimiento para su
nueva casa de concreto.
A la luz del juicio coterrneo, la casa del Mono Pepa era
inconexa en todo detalle. A la luz del juicio de l Mono Pepa era un
hilo tras hilo material izando la urdimbre ms compleja que pueda
coexistir en la mente de un luntico. Esta casa de bahareque con
el t iempo se volvi una bodega de basura y era insoportabl e
entrar porque se senta un olor penetrante a cucaracha, madera
vieja y de ratn. A esto se sumaban las temibles niguas que se
adheran y hacan estragos en su piel dejando heridas
desagradables cuando se las arrancaba. Esta situacin lo estaba
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enfermando y su hermana Mara Luisa le pidi a su esposo
Danilo que le ayudara a construir una nueva casa.
El nuevo hogar del Mono Pepa ahora sera un cuarto
de concreto cuyos cimientos se construiran gracias al arrume de
piedras que haba en el patio. Eran como como diez toneladas y
lo ms interesante, no eran cualquier t ipo de piedras. El t ipo que
l eligi eran de canto rodado y cualquier ingeniero civi l se
quedara estupefacto y le parecera increble que un loco
acumulara tantas piedras con estas caracterst icas. De hecho,
son las mejores para construir cimientos de casas.
Cuando la casa se construy, se adecu con una cama
cmoda, elegante, bonita, un escaparate para la ropa y un rincn
especial para poner el bal con el acorden y se le mostr, se
sorprendi y di jo:
Yo no estoy loco.
Esta noticia lo deprimi y se encerr con candados y hubo la
necesidad de romper la puerta y sacarlo a la fuerza entre seis
personas porque se puso muy violento.
Lo nico que se traste de lugar fue su bal porque sabamos
que el guardaba al l acorden y el resto, con dolor en el alma, lo
vio demoler. Al poco tiempo se acostumbr a su nuevo hogar y
nuevamente comenz a llenarlo de basura sin pensar que estaba
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cavando su propia tumba. Una nueva tragedia marcara por
siempre el destino que la vida le haba trazado.
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14. Salvado del fuego.
A estas alturas de la vida el
Mono Pepa ya haba pasado de los
cincuenta y tena su cara
embetunada por la mugre de los
sinsabores de los aos Aun as
haba una vocecita en su interior que
le deca recuerda de donde saliste,
t ienes linaje de acordeonista.
La nueva casa del Mono Pepa era una mansin en
comparacin a la anterior. No se senta muy a gusto pero tena
que conformarse y de vez en cuando se le vea n ostlgico
aorando su vieja casita de barro, por all pas su adolescencia,
su juventud y madurez. Ahora le sobrevendran nuevos retos
personales y deba actuar con cautela para no perder el
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horizonte de cumplir con el verdadero sueo de descubrir el
nuevo mundo y convert irse en el rey de la Dinasta de los Olivas.
Haber descubierto que haba nacido para ser acordeonista lo
l lenaba de ms fuerza y nuevos compromisos, pero a la vuelta de
la esquina no tard en ser visitado por la candela viva. No tard
la vida en hacerlo tocar nuevamente durante unos minutos
eternos, el borde de la muerte. No tard en aprender que los
aos acaban con todo, que no hay piel que no se arrugue ni
arruga que venga sola, que no hay pelo que no se caiga ni ua
que no se rompa, que la muerte siempre est al acecho, que el
momento cumbre y glorioso de cualquier persona, es cuando ms
debe actuar con cautela y suprema vigilancia.
A estas alturas de la vida el Mono Pepa ya haba pasado de
los cincuenta y tena su cara embetunada por l a mugre de los
sinsabores de los aos. Estaba ms f laco y las venas en sus
brazos eran muy visibles. El terigio del ojo derecho segua
avanzando y poco a poco perda ms cabello. Fumaba y beba
licor con ms frecuencia pero aun as haba una vocecita en su
interior que le deca recuerda de donde saliste, t ienes linaje de
acordeonista.
Eran como las tres de la madrugada y mi hermano Rafael se
despert asustado. Sinti gritos de angustia cual nunca haba
escuchado en su vida.
Dios mo! Grit desesperado Es el Mono.
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Sali corriendo por la puerta del patio y observ una
impresionante humareda y grandes llamas saliendo por la
ventana del cuarto donde viva el Mono Pepa. En cuestin de
segundos hizo un tapaboca con su camisa. Como pudo, brinc a
travs de ella, abri a la fuerza la puerta y logr sacar a su to de
las garras del fuego abrasador. Al l , en un abrir y cerrar de ojos,
todas sus pertenencias quedaron incineradas, sus rique zas se
convirt ieron en cenizas excepto el bal donde guardaba el
acorden Veinte Letras.
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15. Juanbi.
La corta lucidez del Mono Pepa
no le alcanzaba para mucho tiempo
porque despus de reflexionar lo
repeta una y otra vez:
Ju! Loco? Yo no estoy loco! Pa
se loco hay que ten mucho juicio.
El Ciro Pupo Martnez es un colegio del municipio de La
Paz que posee un registro histrico invaluable. Fue creado por la
Sociedad Amigos de Robles SADER con el nombre Miguel
Aroca Oate frente al Parquecito. Mediante Ordenanza No.030
del mes de Noviembre de 1.968, se reforma la institucin, cambia
de ubicacin fsica y adquiere el nombre Ciro Pupo Martnez.
Era 1.970, poca en que estaba de rector el l i cenciado Wilfrido
Ocampo Prez y uno de los tantos estudiantes que cursaba
primero de bachil lerato era Juan B. Oate Castro, conocido
popularmente como JuanB o Juanbi. Juanbi tena 13 aos, era
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delgado, estudioso y viva con su abuela Carmen Castro frente al
colegio Urbana de Nias. Insospechadamente sucedi algo muy
particular cierto da que sali del colegio y se dir iga para su
casa por una calle ancha y pedregosa. En el camino se tropez
con un grupo de amigos y compaeros del colegio que estaban
molestando al Mono Pepa con burlas y piedras imaginarias. De
repente l se agach y se arm de piedras y a todos los hizo
correr del susto. El Juanbi tambin huy y el Mono Pepa tras l
gritndole: Te voy a agarr! La carrera se hizo interminable y
en el momento en que iba cruzar la esquina del seor Too
Zuleta, en ese momento el Juanbi no pudo ms, se arm de
valor, volte totalmente su cuerpo y lo vio a unos cuantos pasos.
l tambin se detuvo, lo reconoci y vino a su memoria el
recuerdo fresco de la abuela de Juanbi. Bri l laron aquellos
momentos bebiendo chicha de arroz, comiendo refresco
congelado y de vez en cuando una tacita con caf.
Jummmm.Ahhhhhh, no saba que eras t di jo soltando las
piedras. A l no le pregunt Y yo que soy tuyo? Y t que eres
mo? Sencil lamente lo reconoci y se sint i impotente, aturdido,
con algo de debil idad en su cuerpo y descans por un rato al
lado de una seal de trnsito que exista en aquel lugar.
El encuentro inesperado con el Juanbi fue por as decirlo un
momento crucial aparentemente sin importancia, pero si
escudriamos un poco ms profundo y cavamos mucho ms al l
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en el juicio de la locura, descubriremos que este joven
prct icamente fue un smbolo de aquellos que empatizaron con el
Mono Pepa y le tenan respeto y temor; a diferencia de aquellos
que solo servan para tomarlo como objeto de burla y rechazo.
Cuando el Mono Pepa se encontraba en otras situaciones
similares a esta, no importa si era con un joven o con un adulto,
cuando su locura se enfrentaba cara a cara con tra la cordura,
algo extrao e incomprensible suceda en su cerebro y como
resultado en su comportamiento exterior. Sus pensamientos de
demencia quedaban bloqueados, sus manos desarmadas y
pareca que los dioses de la lucidez ahora conspiraban contra l
para convertir lo en un hombre cien por ciento cuerdo. l mismo
se preguntaba: Y yo estoy loco?
Esta corta lucidez no le alcanzaba para mucho t iempo
porque despus de ref lexionar nuevamente se paraba como un
general, levantaba su pecho como gallo, se apretaba su cinturn
con mucha fuerza y de manera violenta, se terciaba su acorden
y ponindose el dedo ndice de su mano derecha en su frente lo
repeta una y otra vez:
Ju! Loco? Pa se loco hay que ten mucho juicio.
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16. El encuentro con Jtiva.
En homenaje a la mujer
trabajadora del pueblo pacfico que
vio bri l lar la locura musical del Mono
Pepa.
La Paz no era tan pequea. Nuevos barrios como La
Florida, el 6 de Enero y los Enanos o Jos Mara Oate, la
ensancharon. Se fortaleci un puesto de control anti -contrabando
en la sal ida del pueblo, va a la Guajira. La bomba de gasolina
ubicada en el centro desapareci y se construy el famoso
parque de los almojabaneros Adalinda Sierra. Fue el profesor
Jtiva, amigo del pueblo, de nacionalidad veneco-ecuatoriano y
f iel seguidor del l ibertador Simn Bolvar, quien intervino para
que la Escuela de Bellas Artes de Ocaa Santander donara el
monumento blanco de una mujer sosteniendo con una mano un
platn encima de su cabeza y con la otra mano un pote de
aluminio parecido a una alcanca. Este smbolo dedicado a la
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mujer trabajadora del municipio de La Paz representa el esfuerzo
de una humilde y tradicional labor que por muchos aos ha sido
la fuente de ingresos de muchas familias, especialmente las del
barrio Fray Joaqun de Orihuela.
El profesor Jtiva acababa de salir del mercado. Traa en
su mano una bolsa llena de mondongo y lomo f ino de res. Se
detuvo un corto tiempo en el parque para conversar acerca del
monumento a la mujer trabajadora con el alcalde Juan Carlos
Olivel la, nombrado no por voto popular sino por decreto, siendo
en ese entonces el Dr. Pepe Castro gobernador de turno.
Mono Pepa vena tocando su acorden desde el
Restaurante de Eufemia y se diriga un poco ms all de la
aduana. De pronto reconoce al alcalde, se le acerc y le
pregunt a Jtiva:
Y yo que soy tuyo? Y t qu eres mo?
El profesor,