las anónitnas lolines -...

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Las anónitnas Lolines '-'Cuando doña Lolín empezaba en la trastienda de su come y vete a sofreír las especias, aquel olor inconfundible a cilantrillo y culantro del monte in- .¡adía el espacio cual saetal0 seductora de narices en vilo. A eso de las nueve daba inicio al sacrificio de las yerbas sobre un tablón curado de espantos y su diestra mano en esos menesteres hacía tremendo picadillo con pimientos, _ajíes dutrces, cebollas, jamón de cocinar, culantro, cilantrillo y hasta orégano iyesco, sin necesidad ¡oh artefactos de la era espacial! de un food-processor... lada miércoles me descolgaba inevitablemente por allí cuando iba de paso a peinarme al salón que quedaba justo al lado de la fonda de urbanización 'que doña Lolín atendía con su marido sesentón, dechado de autoritarismo nalhumorado. Yo me asomaba por encima del mostrador que daba a la parte :rasera y muy cortésmente la saludaba, disimulando mi curiosidad (por no lecir averiguamiento) que consistía nada más y nada menos que en palpar :on la mirada los guisos del día... Porque han de saber que en todo aquel predio urbanístico 13 fama de guisadora exquisita de doña Lolín cundía y casi estoy segura de que sobrepasaba las fronteras trujillanas i ¡ : Descubrí todo ese mundillo de la trastienda del come y rrtIe, gracias a mi :einadora, quien en una ocasión, en un arranque de sublime éxtasis, sorbió el vientecillo que entraba por la recién abierta pu_ert4 del-salón y gritójubilo- sa: "¡Ahh... divino, divino... hoyhizo salsa de carne con spaguettis...!" ¿Cómo a tal distancia podía ella distinguir con asombrosa pre-git-p..1g11ll319"l día? Así que, incrédula, le exigí pruebas de su par4-sicologismo culin4glq y ella, castigándome con su más compasiva mirada ánte mi crasa ignorancia, respondió sin vacilaciónes: "Pero, chica, ¿no hueles la albahaca?" Mi sapien- :ia yerbística (¡ojo, no se malinterpréte, yerbas culinarias, s'il vous plait!) quedó humillada a tal grado que metió el rabo entre las patas y fu'e a asentar- se en el más tímido de los silencios. Pero, en el ínterin, como qüien no quiere ,a cosa, mi herido ego se dio a la tarea de husmear la brisilla portadora de albahaqueros aromas y, como sabueso que, detenido en medio del bosque, ntenta olfatear el rastro de Ia plateada zorua escurridiza, así mis narices se zambulleron en busca de las aromáticas oleadas de la albahaca perdida... Ps ra co rn p!'end e*t¡,.,¡ &. Explica cómo se relaciona el título del ensayo con la cocinera de Ia que se habla. K" Contesta: r ¿Por qué la autora aclara ¡ojo, no se malinterprete, yerbas cul i narias, s' il vous plait!? 1e saeta: arma arrojadiza con una punta afilada en uno de sus extremos y, en el opuesto, algunas piumas cortas que sirven para que mantenga Ia dirección al ser disparada.

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Las anónitnas Lolines'-'Cuando doña Lolín empezaba en la trastienda de su come y vete a sofreírlas especias, aquel olor inconfundible a cilantrillo y culantro del monte in-.¡adía el espacio cual saetal0 seductora de narices en vilo. A eso de las nueve

daba inicio al sacrificio de las yerbas sobre un tablón curado de espantos ysu diestra mano en esos menesteres hacía tremendo picadillo con pimientos,

_ajíes dutrces, cebollas, jamón de cocinar, culantro, cilantrillo y hasta orégano

iyesco, sin necesidad ¡oh artefactos de la era espacial! de un food-processor...

lada miércoles me descolgaba inevitablemente por allí cuando iba de paso

a peinarme al salón que quedaba justo al lado de la fonda de urbanización

'que doña Lolín atendía con su marido sesentón, dechado de autoritarismonalhumorado. Yo me asomaba por encima del mostrador que daba a la parte

:rasera y muy cortésmente la saludaba, disimulando mi curiosidad (por no

lecir averiguamiento) que consistía nada más y nada menos que en palpar

:on la mirada los guisos del día... Porque han de saber que en todo aquelpredio urbanístico 13 fama de guisadora exquisita de doña Lolín cundía y casi

estoy segura de que sobrepasaba las fronteras trujillanas i ¡ :Descubrí todo ese mundillo de la trastienda del come y rrtIe, gracias a mi

:einadora, quien en una ocasión, en un arranque de sublime éxtasis, sorbióel vientecillo que entraba por la recién abierta pu_ert4 del-salón y gritójubilo-sa: "¡Ahh... divino, divino... hoyhizo salsa de carne con spaguettis...!" ¿Cómoa tal distancia podía ella distinguir con asombrosa pre-git-p..1g11ll319"ldía? Así que, incrédula, le exigí pruebas de su par4-sicologismo culin4glq yella, castigándome con su más compasiva mirada ánte mi crasa ignorancia,respondió sin vacilaciónes: "Pero, chica, ¿no hueles la albahaca?" Mi sapien-

:ia yerbística (¡ojo, no se malinterpréte, yerbas culinarias, s'il vous plait!)quedó humillada a tal grado que metió el rabo entre las patas y fu'e a asentar-

se en el más tímido de los silencios. Pero, en el ínterin, como qüien no quiere

,a cosa, mi herido ego se dio a la tarea de husmear la brisilla portadora de

albahaqueros aromas y, como sabueso que, detenido en medio del bosque,

ntenta olfatear el rastro de Ia plateada zorua escurridiza, así mis narices se

zambulleron en busca de las aromáticas oleadas de la albahaca perdida...

Ps ra co rn p!'end e*t¡,.,¡

&. Explica cómo se relacionael título del ensayo conla cocinera de Ia que se

habla.

K" Contesta:

r ¿Por qué la autora aclara

¡ojo, no se malinterprete,yerbas cul i narias, s' ilvous plait!?

1e saeta: arma arrojadiza conuna punta afilada en uno desus extremos y, en el opuesto,algunas piumas cortas quesirven para que mantenga Ia

dirección al ser disparada.

ttPara'corn

A. Define según el contexto:

L enguayaberados

2. casualote

3. grandullón

B. Contesta:

- 1. ¿Por qué crees quéla autora admira perotambién compadece

la "genial cocinerapuertorriqueña,, que esdoña Lolín?

2. ¿Por qué se indigna laautora cuando el maridode doña Lolín afirma:"aquí todo lo que hace_mos es bueno,,?

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A partir de ese dia, y, guiada por las acertadas profecías d.e Rosalina, meentrené en las artes olfativas, poJtadoras d.e tarrg*r"I11:kq&pgias, nuñá.o1r1,o_m,, J,;.-*" -il"rryffi,

"-oigüedad. fcua .oaigo odorífe_ro debÍa descifrar ese miércorás? ¿l;feh;¡tanza der cirantrillo con er oré_gano brujo o el maridaje de ajos con perejir y pimienta? ¡Ah, los secretostrtbirtdg-egus]-laseerakq.r¡re*plfltrr:r_1Tyl4rí"pr"rdi"ñño.ñ'""ia compadecerla, siempre detrás delGón?; g"r-ff"tr"rd.a, yendo y vinien_do, igual que el número sesenta y nu eve para ar.ribay para abájo, org-pj.c,.?\-do,ora sazonando, ora meneando las en[4g4gde lqq gl,lones miÁntras el refun_f uI:, ñ- derü.

ry g p: I a sr itáb" hrZ rd",rl ó;á;b, "Eñ;rk¿na;t", .

sí, porque a eso dá]li 11:30 se iorr.rrb" tremenda barahúndall: de todotipo de carros se precipitaba una humanidad hambrienta que portaba ta-mañas fiaplrerlg,qgg doña Lorín debía colmar. señoras eregantemente ves-tidas, tac i"U"" p"r:;;"itr"*.r",,fonda para indagar con el tono de voz.másmerifluo: "¿y qué tiene hoy doñaLolín?" ¡Ah los suspiros emborronado, .r"rrü" ,"rpi"rL contenía los pra-tillos preferidos: piñón, mechada o gandinga! y ni se diga de los maridosenguayaberados que empujaban sus fiambreritas, diciend.o en tono casualo-te: "Guárdeme del mondongo er sábado". y mientras tanto, la impertérritadoña Lolín, más seria que un chavo prieto, cucharón en mano, {_iq_tgft_u! adiestra yl3r-e:-trasu-o-!g!Lqq¡!{a_s9"tsl-epl-qmo y

"t roro¡ri)¡rrde un direc_

tor de orquesta de cámara fi""t" d -rr ;;lg"nte p,ibrico en Carnegie Hall.Me encandilaba, sin embargo, ver ar grandullón del marido, dando esporá-

dicamente un paso aquí y otro en Meri¡a, más ufano q"" ií;;:e al termi-nar un concierto, cuando abrí ara caja registradora para cobiar, orcindo cuarhipopótamo ahíro12 de'agua cadavezque alguien aiababa d "r;".;;i;"i; !.Liy él aseguraba que "aquí tod.o lo que haqlno€ gs bueno,,. ¡Ah, qué ,"arg"".rl" ,,. r.me sacudía al ver aquelr"

"prffitó" tr"grr agravada der trabajo de gourme-tería criolla de una rúp9rj9:usle,:.-ég:g.sg:.1{tl.r:p*úp,"rpetraba :., , -

con tan indecente d?sparpajol "*;-**:*-:-=:*--:- - *'Quizás de allí nació er obsesivo rito que repetiría cad,a vez que visitaba

restaurantes, fondas o friquitines de comida criolra y que estribaba en miincursión furtiva a ra trastienda, a aquella sagrad.a capiila en donde estabasegura de encontrar anónimas Lolines, esas guisander4splofeShlt3lg-s quenuncarecibenpropina,peSeaser1asest,ellas=ffi7ffiio.Siemprerecuerdo d prlfue'ar", q.r" lo hice "" "; ";;;;;;'ü;;ffi Barranqui-tas: asomé mi cabecita por la puerta der vedado tempro y ñ.,y efusivamentealalé el.lgqrqa h!-i-c-tr-r¿913g-{rescas que acabábamos de fahdear. La sa-cerdotisa me miró un tanto

""ir"itea; ¿caprichos sa";""""rr, ¿" r"*;;turistas? Pero fue tanta mi sinceridad que finalmente ra maga d.esechó sudesconfianza y hasta me reveró su secreto: cantid.ades industriares de ciran_trillo y culantro del monte le daban aq*gllgq-}e difeiente, ,iri;o,; eq,r"fdivino matrimonio portador de tanta f.*ñ*;i&aa* -*-1"::*-***'

Cuando *" *.,r¿ ái-i;;;;;-;'b;ñ;, en donde doña Lolín im-peraba' sentí por adelantado la nostalgia de la cual habría de ser víctima.Atrevidilla, antes de partir, re espeté ras tres preguntas que carcomían mimateria gris: "¿Le gusta su propia sazón doña Lolín?, ¿Cuándo ," .ó;;;vacacioncitas?, ¿No se cansa nunca?,,Ella, más S¿necI que Séneca, encogiólos hombro s y comenzó a picar trerrrenda gandinga atesad.a. Erocuente res-puesta, me dije, ni Kat-he-t!,4g \{ansfield_,e*l-§3¿§,r+§iore-s,_tie.¡upss_la_hubieraideado

\#"#/

aocsEtIl@

--sí fue como terminó mi úrtimo monórogo con ra superguisandera: siem-::: la recordaría, no solo por haberme hecho crea, corrciÁcia de ra caridad:: su trabajo desvalorizado, sino también, (seamos sinceros), porque echaba-: menos sus guisos, sobre todo, un domingo de esos .r"rdt usted, harta:: io doméstico, decide salir en busca de un pollo o de una pizza salvad,ora.--:, si doña Lolín abriese los domingos!, rumiaba egoístamente ar traspa-'- Ios umbrales delapizzería... ¿sería por efecto d.e ra rumiadura que e1

=rbo se hizo presencia? créanlo, frente a mí, Ia cararargade doña Lolín se:-:iinó para decirm e un: "¡Vaya, tanto tiempo, ya no se deja ver por allá...!,, Ni- ::reherazada después de las novecientas noventa y nueve noches de mal:--¡mir hubiese parpadeado tanto como yo ro hice: ¿espejismos domingue-: - '?, pensé, porque me era inimaginable que la reina de la gastronomía criolla=;-uviera en aquel antro pizzero... Atónita, solo acerté a decir torpemente:?:ro, y ¿qué hace usted aquí.. .? "¡Lo mismo que tú, mija, cogiendo fresco!,,y se.ró a reír con tanto gusto que su euforia me contagió y terminé no solo con

:=menda pavera,'sino que acto seguido ra agarré por er brazo y ra obrigué aj::rtarse mientras le gritaba al mozo con alegría: "¡[Jna combinación mediana

;.ts cervezas de barril!".

Pare rornprender. .

& Explica cómo la autora,ante el encuentro con doñaLolín, pasó del asombro y lavergüenza a la alegría.

Carmen Lugo Filippiuertorriqueña-tu<grE

/lVo

:iH1ti' 3,::i t.'i.=*6r'