laclau y alemán-¿por qué los significantes vacíos son importantes para la política?

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    Por qu los significantes vacos son importantes para la poltica?Mesa Redonda en la EOL - 22/07/03 [*]

    parJORGE ALEMN, ERNESTO LACLAU

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    Er n e s t o L a c l a u es Licenciado en Historia de la Universidad de Buenos Aires-Argentina , obtuvo un PhD en la Universidad de

    Essex-Inglaterra, donde es profesor de Teora Poltica.

    Jo r g e A l em nes AME (Analista Miembro de la Escuela), miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanlisis del Campo Freudiano

    (ELP), miembro de la Escuela de la Orientacin Lacaniana (EOL) y miembro de la Asociacin mundial de Psicoanlisis (AMP).

    ERNESTO LACLAU:

    Lo que voy a presentar hoy es el argumento central acerca de los significantes vacos que se encuentra en mi ensayo "Por qu

    los significantes vacos son importantes para la poltica?", que est incluido en el libro que se llama Emancipacin y diferencia en

    espaol y Emancipations en el original ingls.

    Al mismo tiempo, voy a tratar de decir algo acerca de la forma en que la dimensin retrica se presenta como estructurante de la

    objetividad, siguiendo algunos de los argumentos que he desarrollado con mi colega Joan Copjec en el programa que tenemos en

    Buffalo, que es sobre retrica, psicoanlisis y poltica.

    Comencemos entonces planteando la cuestin de los significantes vacos. Qu sera un significante vaco en el sentido ms literal

    del trmino? Sera un significante al cual no le correspondera ningn significado. Pero un significante sin relacin con el proceso

    de significacin, no pertenecera en absoluto al orden significante, sera simplemente una secuencia de sonidos.

    De modo que si tenemos algo que podemos llamar un significante vaco, deberemos descubrir otra cosa: de qu modo dentro del

    proceso mismo de la significacin, un vaco que es inherente al acto significante mismo, puede llegar a ser positivo. Y en ese

    sentido, el significante vaco es el significante de la vacuidad, no es un significante que carezca de relacin con el proceso de

    significacin.

    Cmo plantear la emergencia posible de un significante vaco?

    En primer lugar permtanme recordarles algunas afirmaciones muy elementales que todos ustedes conocen de la teora

    saussuriana del lenguaje, segn la cual el lenguaje es un sistema de diferencias. Es decir, que en el lenguaje no hay trminos

    positivos sino slo diferencias. Para entender lo que significa el trminopadre yo necesito entender lo que significa el trmino

    madre, hijo, etc. Y como todos los trminos del lenguaje se relacionan diferencialmente unos con los otros, la totalidad del

    lenguaje est involucrada en cada acto singular de significacin.

    Esto nos crea un primer problema terico, ya que si la significacin va a tener lugar a partir de esta distincin diferencial, la

    totalidad del mundo significante tendra que ser una totalidad cerrada. De lo contrario, lo que ocurrira es que la significacin se

    esparcira en una pluralidad de direcciones y, siendo el lenguaje esencialmente diferencial, ningn acto significante sera posible

    en lo utilitario.

    Ahora bien, si nosotros vamos a definir el conjunto del universo significante como una cierta totalidad, como una cierta

    universalidad y aqu comienzo utilizando un trmino que va a ser recurrente en nuestra discusin, si esta totalidad va a ser una

    totalidad autosuficiente definida en torno a s misma, en ese caso lo que tengo que hacer es definir los lmites de sta totalidad

    significante.

    Hegel deca y no hay motivo para estar en desacuerdo con l en ste punto que la nica forma de definir los lmites de algo es

    ver lo que est ms all de esos lmites. Si yo no viera lo que est ms all de un lmite, no podra ver tampoco el lmite.

    Pero esto inmediatamente plantea el siguiente problema: que si lo que est ms all de los lmites es una diferencia ms, y lo

    que estamos tratando de definir es el sistema de la totalidad de las diferencias, esa diferencia ms tendra que ser interna y no

    externa respecto al sistema.

    O sea, que la cuestin de lo interno y lo externo con respecto al proceso de la significacin nos presenta un problema que

    aparentemente no tiene solucin. Lo que tendramos sera un sistema de diferencias, que se definen unas respecto a las otras,

    enmarcadas por un lmite. Pero tambin tiene que existir algo externo al lmite.

    Cmo solucionar este problema de que lo externo al lmite no sea una diferencia ms?

    La nica solucin posible es si esto pertenece, por su naturaleza, a una exclusin; es decir, que este elemento ms, que est ms

    all de este lmite, no sea otra diferencia sino aquello que niega a todo el sistema de diferencias.

    He utilizado en un ensayo un ejemplo de Saint-Just, el revolucionario jacobino de la Revolucin Francesa, donde l deca: "La

    dignidad de la repblica es solamente la destruccin de aquello que se opone a ella. Sin destruccin del complot aristocrtico de

    este momento de la exclusin radical, nosotros no tendramos ninguna unidad del campo republicano".

    Aparentemente, con esto hemos solucionado nuestra dificultad: si bien sobre la base de una exclusin, la objetividad es posible

    como sistema diferencial.

    Pero esto nos plantea un problema que todava es ms difcil que el anterior, que es el siguiente. Respecto al elemento excluido,

    los elementos que pertenecen al campo positivo de lo diferencial son equivalentes unos respecto a los otros en lo que respecta a

    su relacin con el que existe en un momento exterior.

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    representacin de algo que constantemente lo excede.

    Aqu hay varias categoras que son importantes desde el punto de vista del anlisis poltico, pero tambin del anlisis filosfico.

    En primer lugar, toda relacin retrica es finalmente una relacin catacrtica. Una catacresis es un tipo de figura respecto de la

    cual no existe un trmino literal de designacin; por ejemplo, si yo hablo del "bostezo de la montaa", eso no es una catacresis,

    es una metfora, porque en lugar de eso puedo decir caverna. Pero si yo digo "las alas de un edificio", all el trmino alas es

    figural, porque el edificio no tiene alas obviamente, pero por otro lado no existe un trmino literal que lo reemplace.

    Lo que esto significa es que la catacresis y ste es uno de los puntos fundamentales que hemos tratado de desarrollar en varios

    trabajos de anlisis retricos no es una figura particular del lenguaje, sino que es una dimensin de lo figural en general. Como

    lo figural es constitutivo del lenguaje, y como el lenguaje es constitutivo de lo social, lo catacrtico define la dimensin ontolgica

    fundamental a travs de lo cual la significacin se estructura.En trminos que son ms familiares para ustedes, sera el tipo de relacin entre lo real y lo simblico que nunca consigue

    resolverse en un dominio final de lo simblico sobre lo real. Lo real va a estar siempre produciendo este efecto necesario de

    reestructuracin.

    Para terminar y a modo de telegrama porque no hay tiempo para explicarlo de una manera ms apropiada me voy a referir a

    una serie de efectos que me parecen de una importancia capital, y ciertamente lo son para el anlisis poltico y para el anlisis

    filosfico tambin.

    En primer lugar, si nosotros tenemos una universalidad que slo se construye a travs de la operacin de una particularidad,

    entre el orden de la conceptualizacin y el orden de la nominacin va a haber siempre un equilibrio ms o menos inestable.

    En ciertas discusiones que han tenido su influencia en la teora lacaniana como la teora del proceso de nominacin de Saul

    Kripke ustedes encuentran exactamente el desarrollo de esta intuicin.

    A principios de siglo, Bertrand Russell sostena que los nombres se referan a la realidad a travs de una serie de rasgosdescriptivos conceptuales, por consiguiente que un objeto presentaba, y entonces el objeto era absorbido por el concepto.

    Lo que Kripke comienza a mostrar y lo que la escuela antidescriptivista ha mostrado es que los nombres nunca se refieren a lo

    real a travs de una mediacin de tipo conceptual. Y creo que en toda la significacin del psicoanlisis, en cierta medida, est

    incluida esta intuicin.

    En segundo lugar, dir algo respecto de las varias figuras del lenguaje.

    Para empezar, estn las relaciones metafricas y las relaciones metonmicas. Creo que ste es un punto en el cual la discusin en

    la teora lacaniana es un tanto estril. No porque nada de lo que haya dicho Lacan acerca de esto deba ser puesto en cuestin,

    sino simplemente porque me parece que entre la metfora y la metonimia no hay el tipo de relacin de oposicin que cierta

    teora psicoanaltica ha pretendido afirmar. Lo que hay es un pasaje, casi insensible, de lo metonmico a lo metafrico.

    Les doy un ejemplo poltico muy simple. Supongamos que en una cierta localidad hay violencia racista y la nica fuerza que

    puede oponerse a la violencia racista son los sindicatos. La funcin normal de un sindicato no es luchar contra el racismo, sinodefender el nivel de vida de los obreros, pero por el hecho de que es la nica fuerza localizada all, ellos toman esta tarea en sus

    manos.

    Entonces, sta es una relacin del tipo claramente metonmico, porque la relacin no es de analoga sino que es de contigidad.

    Pero si pasa un cierto tiempo y la gente empieza a vivir como normal que los sindicatos se opongan al racismo, la relacin pasa a

    ser de carcter analgico. Entonces lo que era al comienzo una metonimia se transforma en una metfora.

    Finalmente, tambin est la relacin sinecdtica; es decir, que la parte representa al todo, algo que es inherente a la funcin

    hegemnica misma.

    Este es un ejemplo un tanto simplificado porque he supuesto que esta relacin de frontera no es alterada en ningn momento. Si

    esta relacin de frontera es alterada, obviamente cadenas de equivalencia de tipo distinto van a conseguir ser constituidas.

    Entonces lo que vamos a tener ya no son significantes vacos sino significantes flotantes.

    Creo que en la prctica los significantes vacos y lo significantes flotantes coinciden, porque no hay nunca una situacin en queuna frontera sea totalmente estable, como si solamente tuviramos significantes vacos. Y nunca hay una situacin en la cual no

    hay ninguna frontera, como si os significantes fueran significantes flotantes, en el sentido absoluto del trmino.

    Pero en trminos de entender cmo se estructuran las operaciones hegemnicas, estas dos dimensiones significante vaco y

    significante flotante tienen que ser diferenciadas analticamente.

    Adems hay otro elemento que, por ejemplo, para el anlisis psicoanaltico de lo real me parece absolutamente central. Es el

    hecho de que yo he supuesto aqu que todas las demandas anti-sistema se pueden integrar a esta cadena de equivalencias.

    Pero la simplificacin que este argumento implica est dada por el hecho de que este momento de particularidad de la relacin de

    equivalencia, aunque es debilitada por esta misma relacin, no desaparece totalmente. Y en muchos casos, el particularismo

    residual de estas demandas constituye un elemento que bloquea la expansin de la cadena de equivalencias. Es lo que se puede

    ver, por ejemplo, en casos de fin del siglo XIX, en los Estados Unidos, donde se da el movimiento populista contra el sistema

    bipartidista, contra los bancos, contra el sistema ferroviario, etc. All surgen las demandas de los farmers negros y las demandasde los farmers blancos, que son prcticamente indiferenciables unas de otras, pero los farmers blancos nunca van a aceptar

    forma parte de un movimiento unificado con los farmers negros.

    O sea, que el particularismo de ciertas situaciones a veces constituye un elemento de una heterogeneidad radical que no puede

    insertarse dentro del sistema.

    Por ejemplo, cuando Hegel hablaba de "pueblo sin historia", a lo que se estaba refiriendo era a algo que estaba excluido de todo

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    contexto de historicidad. Y cuando el marxismo hablaba del lumpen proletariado deca algo de carcter fundamentalmente

    similar. Cuando Franz Fanon, por el contrario, dice que el lumpen proletariado por su propia exterioridad respecto al sistema es

    lo nico que puede ponerlo en cuestin, a lo que se est refiriendo no es simplemente a una expansin de esta cadena de

    equivalencias, sino a una transformacin de todos los elementos y los datos del sistema poltico.

    Esta cuestin de la heterogeneidad social me parece que es fundamental.

    Por ejemplo, la dialctica hegeliana fue una dialctica en la cual la relacin de exclusin era al mismo tiempo una relacin

    inclusiva, porque yo solo defina mi identidad sobre la base de excluir algo distinto. Entonces el momento de exclusin era

    tambin un momento inclusivo.

    En este otro tipo de heterogeneidad social ms radical tenemos una exclusin que no es inclusiva, y ah yo creo que tenemos

    elementos que pueden conceptualizarse en trminos de lo real, que es mucho ms difcil de ser dominado por una matrizsimblica determinada.

    Muchas gracias.

    JORGE ALEMN:

    Dado que evidentemente es un honor compartir esta mesa con Ernesto Laclau y su presencia probablemente tenga una

    significacin histrica para la Escuela de la Orientacin Lacaniana y tambin para el Departamento de Psicoanlisis y Filosofa del

    CICBA, ms que presentar la intervencin que tena preparada, voy a tratar de improvisar algunas cuestiones que han surgido

    mientras escuchaba su desarrollo.

    Por supuesto, estas cuestiones las quiero matizar aprovechando que estoy en Buenos Aires y que est Ernesto aqu, que

    tambin ustedes estn aqu con algunas impresiones ms personales.

    Como hace dos das que estoy en Buenos Aires, no tuve la oportunidad de tomar contacto con la obra de Laclau, pero un amigo

    me acerc su ltimo libro, que tiene ahora una gran resonancia en la ciudad: Contingencia, hegemona, universalidad. Dilogos

    contemporneos en la izquierda.

    Entonces, en primer lugar, creo que sera una pregunta interesante para los propios psicoanalistas de orientacin lacaniana

    reflexionar acerca de por qu uno de los destinos posibles de Lacan parece ser precisamente la renovacin del pensamiento de la

    izquierda, sobre todo teniendo en cuenta que la procedencia misma de Lacan no era exactamente esa.

    La otra cuestin que sera interesante tambin matizar es el hecho de que mirando este libro no hay ninguna huella bibliogrfica

    de autores hispano-parlantes; es decir, despus de muchos aos de transmisin de la enseanza de Lacan en nuestra lengua,

    una lengua que tuvo, como se sabe, una hospitalidad privilegiada con dicha enseanza, sin embargo, el rgimen de circulacin

    del saber universal no parece acoger a los autores hispano-parlantes, ya que uno puede presenciar en este libro un debate muy

    apasionante y muy interesante entre Judith Butler, Zizek y Laclau, y ver como el mismo se agota en las referencias mayormente

    en ingls y en francs. Esto, para los que estamos preocupados por las polticas de la recepcin, es algo a meditar; es decir, hay

    que pensar si finalmente el lacanismo hispano-parlante es algo ms que un dato antropolgico o si se trata de una inconsistencia

    epistmica en la propia produccin de los lacanianos hispano-parlantes (pero desde qu tribunal universal se podra decidir y

    argumentar sobre dicha inconsistencia?), o si algo de lo concebido en nuestra lengua es rechazado por el lugar desde donde se

    enuncia.

    A su vez, es nuestra obligacin dado que ahora parece que Lacan toma este lugar tan relevante dentro del campo de la filosofa

    poltica, insistir en la significacin poltica que puede llegar a tener la desaparicin de la especificidad del psicoanlisis y de sus

    escuelas en el horizonte histrico actual.

    Me refiero a algo que los psicoanalistas conocen muy bien: al progresivo condicionamiento de la prctica psicoanaltica por

    distintas corporaciones profesionales, estatales, etc. Eso no es un mero asunto profesional, eso debera formar parte de los

    dilogos contemporneos de la izquierda. El hecho de que el psicoanlisis en sus postulaciones iniciales e inaugurales de Freud y

    Lacan est cada vez ms asediado, debera poder ser traducido, tambin, en su dimensin poltica.

    Luego de estas impresiones personales, paso a compartir con ustedes dada la gran oportunidad que la exposicin de Ernesto

    ofrece algunas preguntas.

    Como deca antes, yo creo que es histrica su presencia porque considero que l ha puesto de manifiesto algo que es

    precisamente un inters especfico en el Departamento de Psicoanlisis y Filosofa: el hecho de que el psicoanlisis no es

    solamente una regin ms del saber contemporneo, sino una transformacin de todas las relaciones ontolgicas con la

    objetividad y, si bien es verdad que el psicoanlisis no est solo all en esa tarea, es un intento nuevo de pensar el problema de la

    representacin, el sujeto y lo social.

    Los problemas que a m me surgen son probablemente problemas de captacin, ya que la lgica argumental de Laclau es muy

    rigurosa, pero es a su vez muy problemtica. Podra empezar del siguiente modo.

    l ha mostrado muy bien cmo el terreno de lo poltico est constituido por la relacin hegemnica. Esta relacin hegemnica

    como hemos podido seguir perfectamente en el desarrollo que l ha establecido es una negociacin entre dos

    inconmensurables. La hegemona se establece con respecto a un objeto que es a su vez necesario e imposible. Se llama relacin

    hegemnica al modo en que una particularidad asume, de un modo fallido, no pleno, la representacin de un universal y el

    procedimiento a travs del cual se establece esta relacin hegemnica es aquello que Ernesto ha llamado el significante vaco. Es

    decir, ya se ha explicado cmo por un lado es necesario cerrar la totalidad del sistema, pero como el sistema no puede engendrar

    desde s mismo dicho cierre, el elemento que clausura esa totalidad no puede pertenecer al sistema, tiene que ser radicalmente

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    heterogneo al mismo.

    Creo que es una brillante implantacin de la teora del inconsciente lacaniano en el campo de la filosofa poltica; es decir, hasta

    aqu podramos iniciar un programa de trabajo entre lo que Lacan ha considerado el discurso del amo y la definicin de lo poltico

    que ha expuesto Ernesto.

    En ese programa de trabajo habra que evitar la costumbre (en otros casos legtima) de querer proteger filolgicamente el texto

    original lacaniano; se trata, ms bien, de vislumbrar todas las operaciones que podran establecerse entre, por ejemplo, el

    significante del Otro tachado en Lacan, el significante vaco de Laclau, el significante flotante de Levi-Strauss, la lgica modal

    lacaniana, en especial, la referida a la excepcin y el todo. En cualquier caso, evoquemos aqu, que no es difcil aceptar para los

    lacanianos, que lo que vuelve legible a un orden simblico incompleto e inconsistente es siempre un significante amo.

    Pero en fin, lo cierto es que la hegemona que vendra a deconstruir la relacin entre lo particular y lo universal, la relacinhegemnica que le hara obstculo a toda objetivacin plena de lo social, la hegemona que a la vez socavara todo tipo de

    identidad plena est constituida en esta relacin entre una cadena de equivalencias y, a la vez, una cadena de diferencias, en una

    negociacin frgil y precaria entre las mismas.

    Evidentemente, trabajando este imposible surge el primer digmoslo as "aire de familia" que tenemos con la teora de Laclau,

    a quien podramos hacerle decir junto a Lacan que, si la relacin sexual es imposible, tambin la sociedad como tal es imposible,

    en la medida en que es una frgil e inestable negociacin entre este momento en donde un significante heterogneo se tiene que

    hacer cargo de la totalidad del sistema cerrndolo, pero a la vez no perteneciendo al sistema.

    Si no hubiera esta operacin de hegemona, todos los lacanianos que estn aqu presentes saben que se producira ese efecto de

    deriva de la significacin propio de la psicosis o, incluso, no podramos explicar nunca por qu la lengua se transforma. Se

    producira una totalidad cerrada en s misma, autosuficiente, que no dara posibilidad a ningn tipo de proceso poltico, a ningn

    tipo de transformacin poltica. Hasta aqu se puede ver, entonces, cmo poltica e inconsciente se copertenecen, se sostienenmutuamente.

    Ahora bien, esta es una primera pregunta.

    Al pasar, Ernesto dice que probablemente hay lo comparto con l un primer antecedente en la tradicin moderna de lo real

    lacaniano.

    Tuve la oportunidad hace ya un tiempo, en Barcelona, de trabajar junto con Jacques-Alain Miller, en un seminario sobre Kant, la

    relacin entre la cosa en s kantiana y lo real lacaniano. Es verdad que el primer dato moderno que tenemos de esta operacin

    en donde un elemento sustrado del sistema es la condicin de posibilidad del sistema est en el propio Kant. All, la cosa en s

    es el elemento de sustraccin, el vaco que vuelve posible a las operaciones del entendimiento. Sin embargo sta es otra va de

    trabajo hay muchas cuestiones abiertas en la enseanza de Lacan que tratan de deconstruir esa vinculacin entre la cosa en s y

    lo real lacaniano . El punto de vista de Lacan no es solo mostrar cmo un vaco exterior e irreductible condiciona el edificio

    simblico, sino tambin cmo dicho vaco es colonizado por el cuerpo que goza. En este punto, en la lgica lacaniana no son lomismo las operaciones propias del significante metfora, metonimia, etc., que las pulsaciones temporales propias del goce y la

    pulsin.

    Sealo esto porque esta superposicin obtenida en la hegemona, en el significante vaco, entre la particularidad y lo que hace el

    semblante del universal, podemos explicarla dentro de las relaciones aporticas de la cadena significante. Otra cosa es introducir

    en el mismo nivel como una operacin perteneciente al mismo procedimiento lo real como aquello que se resiste a la

    simbolizacin. Las paradojas del significante, aunque condicionadas por lo real imposible, no se confunden con l.

    Yo vera mas bien lo real del lado de lo que Laclau llama el antagonismo y, especialmente no s si lo he entendido bien, una

    especie de dato primario del antagonismo, que es lo que l llama la dislocacin.

    Me refiero especialmente a cuando enumera las condiciones propias de la dislocacin y habla de la facticidad, en donde tal vez

    encontremos una coincidencia entre Lacan y Derrida. Ustedes recordarn el Lacan del ao 46, el del debate con Henry Ey,

    cuando explica que efectivamente el hecho de que un sujeto est determinado estructuralmente por aquello que lo antecede,jams borra el momento de su decisin.

    Estar determinado estructuralmente por algo que lo antecede simblicamente, en absoluto implica que exista una especie de

    sobredeterminacin al estilo althusseriano, en donde el sujeto estara agotado exhaustivamente por las determinaciones.

    En efecto, hay una decisin insondable que ninguna estructura puede eliminar. De este modo, la estructura juega siempre con el

    elemento de la dislocacin, y por ello la estructura se mantiene abierta, como algo indecidible, que el sujeto afrontar en su

    decisin. Es decir, el sujeto es alcanzado por una decisin que, por supuesto, no podemos confundir nunca con un acto

    deliberativo de la voluntad de un sujeto que se autoposiciona, suma los datos y elige que es lo que ms le conviene. Es una

    decisin que lo captura y lo constituye.

    Todo el tiempo hay en Ernesto una relacin de bisagra entre Derrida y Lacan. Si uno quisiera leer maliciosamente a Derrida, a

    travs de Laclau, tal vez se podra encontrar lo que los lacanianos creemos que Derrida le debe a Lacan. Por ejemplo, este sera

    un punto: cuando Ernesto define al sujeto como la distancia que habra entre lo indecidible y el momento de la decisin. Ladefinicin resulta de un sincretismo indudable entre Lacan y Derrida.

    Pero a los fines de lo que estoy argumentando, mi pregunta apunta a lo siguiente: yo creo que ese momento de dislocacin

    efectivamente tiene que ver con lo real; en cambio, para m al menos tal como se puede establecer en este juego de la

    enseanza de Lacan que ha propuesto Laclau el momento de sutura de la dislocacin que es la hegemona, la cuestin de la

    hegemona como sutura, como nominacin, como punto de anclaje incluso de la dislocacin, pertenecera a la lgica del

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    significante.

    Esto es relevante, ya que es en este punto donde probablemente haya que consignar las antinomias y tensiones entre el

    psicoanlisis y la poltica, y en especial, las llamadas polticas de emancipacin.

    Desde el punto de vista del desarrollo que ha hecho Ernesto, la vacuidad del significante entrega a la cadena de equivalencias a

    todos los movimientos tropolgicos: por ejemplo, lo que Ernesto ha descripto como catacresis. Es decir, dado que hay este vaco

    irreductible que por otro lado es el que garantiza la totalidad todas las cadenas se mueven tropolgicamente. Se puede discutir

    cmo esos movimientos tropolgicos son metafricos, metonmicos y las distintas pregnancias de todas estas operaciones, pero

    no es lo que aqu ms nos importa.

    Si se introduce lo real, no se podra decir que el espacio de lo poltico es el espacio de la retrica, porque lo real impregnara de

    tal modo los movimientos tropolgicos que entonces los mismos no podran ser reducidos a la meras operaciones del significante,sino que, por ejemplo, se debera tener en cuenta a la compulsin a la repeticin, ya vinculada a la pulsin de muerte, a las

    formaciones de goce propias del sntoma, a las prcticas de las que el propio Ernesto habla y que, incluso, siempre subyacen a la

    constitucin del sujeto. stas en absoluto mostraran ese movimiento en donde lo particular puede asumir a travs de la

    operacin de un significante vaco la cadena de equivalencias del universal. Son los casos donde lo real del goce altera los

    juegos del significante.

    Por el contrario, estas formaciones de goce seran antinmicas a lo que podemos llamar lo poltico, en un sentido emancipatorio,

    porque mostraran ms bien la presencia empecinada de determinado tipo de inercia inercia de goce en donde quedara

    demostrado que efectivamente lo real no es meramente la cosa en s exterior, sino una dimensin que penetra todo el espacio

    tropolgico, que lo afecta radicalmente y que lo lleva a cuestiones que hacen que para nosotros los psicoanalistas no sea lo

    mismo el inconsciente, que la operacin que pretende hacer algo con l: o sea, el psicoanlisis.

    El inconsciente es esta estructura donde efectivamente tambin hay una deconstruccin de lo particular y lo universal. Pero hayque ver qu se hace con el inconsciente, cmo se opera con el inconsciente y ah es necesario tener en cuenta el acto del

    analista, el deseo del analista y cmo problematizar esto a su vez: en especial, el modo en que lo real mismo participa de las

    operaciones de la constitucin del sujeto.

    Esta es la cuestin con la que termino, para darles la palabra a ustedes.

    Evidentemente, todo lo que es apasionante en la teora de Laclau es que se trata de un proyecto de izquierda. Si bien l ha

    deconstruido las teoras vamos a decir metafsicas de la emancipacin, si bien l ha tratado de distanciarse y separarse

    crticamente de las teoras amparadas en las contradicciones y en las oposiciones dialcticas, no se trata de abandonar el

    proyecto de la emancipacin. Que la emancipacin no sea plena, que la emancipacin absoluta sea un imposible, que la

    emancipacin no pueda jams borrar este momento inconmensurable entre la cadena diferencial y la cadena de equivalencias, no

    quiere decir que no se apueste por una cierta emancipacin.

    Si no entiendo mal, en el caso de Ernesto esta apuesta implicara que la tarea de la izquierda fuese la de tratar de generar cadavez ms cadenas de equivalencias, la de tratar que los particularismos pudieran hacer de semblantes, de figuras de esta

    universalidad. La izquierda impedira, o intentara impedir, que el particularismo solo se quedara en eso, en una pura mostracin

    de un goce idiosincrtico.

    Si esto fuera as, efectivamente la tarea poltica de la izquierda sera todo el tiempo empujar hacia esa universalidad, sabiendo

    que a la vez la universalidad es, como tal, un objeto necesario e imposible. A su vez, la tarea de la izquierda sera tratar de

    mostrar todo el tiempo lo inconmensurable de estos dos campos de lo diferencial y de la equivalencia.

    Entonces, cmo orientar lo que es propiamente constitutivo de lo poltico lo hegemnico hacia lo emancipatorio? Lo

    hegemnico describe muy bien a travs de esta lgica que Ernesto ha desarrollado el funcionamiento de lo poltico. Ahora bien,

    por qu lo poltico va hacia lo emancipatorio teniendo en cuenta que no es un ir teleolgico, teniendo en cuenta que no hay nada

    que asegure o garantice el paso de lo hegemnico siempre contingente pero inevitable a la emancipacin, de cuyo

    acontecimiento no estamos de entrada informados.Es decir, lo interesante aqu es que se ha deconstrudo la teleologa de la emancipacin, pero que, no obstante, no se la

    abandona.

    Entonces, por qu lo hegemnico va hacia lo emancipatorio es una cuestin que habra que resolver. Se resuelve esta cuestin

    por el hecho de que todo particularismo que es capaz de asumir la universalidad en la cadena de equivalencias ya sera

    potencialmente emancipatorio?

    Este es un punto que evidentemente no tengo claro. No lo tengo claro si especialmente se tiene en cuenta, como dije antes, la

    presencia de lo real y sus formaciones de goce en las cadenas tropolgicas.

    S que a Ernesto por lo que puedo vislumbrar de sus textos no parece haberle interesado la tesis de Lacan sobre el discurso

    capitalista.

    La recuerdo brevemente. Es una conjetura, no es solo lo que Lacan dice que rige lo social.

    Lacan nunca se retir de su teora de los cuatro discursos, pero s pens que, correlativamente a la propia existencia del discursodel amo que es la existencia del inconsciente, anloga a la definida por el propio Laclau en estas operaciones entre el

    significante vaco y las cadenas de equivalencias habra otro tipo de discurso que se caracteriza precisamente por anular esta

    negociacin inconmensurable entre la diferencia y la equivalencia, o al menos postergarla.

    El discurso capitalista se caracteriza por ser una apropiacin particular del goce, que socava lo universal aunque se sostenga

    como globalizacin. Por eso me permit en su momento comparar este discurso capitalista con lo que Heidegger llama "la

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    tcnica"; es decir, una voluntad que solo se quiere a s misma y a su realizacin, que no puede ya ser regulada por nada ni por

    nadie y que no encuentra ningn tipo de expresin comunitaria ni poltica. En el discurso capitalista, lo comn no puede con el

    circuito de goce, entendiendo aqu lo comn como lo equivalente a lo imposible de la relacin sexual, imposible que el discurso

    capitalista rechaza.

    Es verdad que este discurso capitalista se nos presenta de una manera tan compleja que concebir su salida se vuelve

    absolutamente problemtico, al menos si uno no quiere delirar. Pero evidentemente, tiene que dejarse consignado que todas las

    alternativas de izquierda que se presentan, se realizan en la mayora de los casos sobre el trasfondo, sobre el violento silencio, de

    que no se puede proponer una alternativa al capitalismo. De esta forma, parece como si se hubiera naturalizado su existencia.

    La prctica poltica, a la que Laclau remite, es la que aspira a tratar de establecer una barrera con respecto a los efectos

    perniciosos de la globalizacin, tratar de reintroducir la poltica en el campo de su desaparicin promovida por el estado neoliberaly tratar de construir nuevas relaciones hegemnicas. No es poco.

    Ahora bien, para que esto sea posible hay que ser optimistas: el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razn. Hay que

    tener el optimismo de imaginar que el capitalismo sigue permitiendo este juego entre las relaciones de diferencia y las relaciones

    de equivalencia. Es legtimo y sano para hacer poltica, pero efectivamente por ejemplo para quienes vivimos en lo que se llama

    la Unin Europea, es muy difcil hoy en da mostrar operaciones donde, a travs de estos procedimientos, se pueda percibir

    cmo esas demandas particulares accederan a su cadena de equivalencia universal desencadenando, entonces, un potencial

    emancipatorio.

    Personalmente, hace aos que no veo nada que haga signo de un potencial emancipatorio en lo que se llama la realidad poltica

    europea. Queda por ver si las demandas particulares son algo ms que asociaciones de vctimas, tambin queda por ver el

    alcance del movimiento antiglobalizacin y por ltimo verificar si la inmigracin, los exiliados y refugiados pueden dar curso a un

    nuevo tipo de subjetividad poltica.Ahora bien, por otro lado, me parece que hay algo que sera muy interesante para que los psicoanalistas aprendan de la teora de

    Laclau, sobre todo para que comiencen a entender desde cundo el psicoanlisis no me refiero tal vez a la ciudad de Buenos

    Aires dej de ser hegemnico.

    Bueno, aqu es donde finalizo por ahora.

    ERNESTO LACLAU:

    Muchsimas gracias, Jorge, por tu muy interesante intervencin. Quisiera referirme a algunos aspectos de lo que has planteado.

    En primer lugar, con un punto que planteaste al comienzo estoy completamente de acuerdo contigo: la significacin del

    psicoanlisis no es la de ser una teora regional. Es decir, el psicoanlisis tiene una dimensin ontolgica que simplemente

    modifica toda nuestra confeccin de la objetividad.

    Recuerdo que Althusser sola decir que toda ontologa se funda siempre en una cierta exploracin que tiene lugar al principio en

    un rea limitada, pero que luego la rebasa enteramente. Deca que detrs de la filosofa platnica est la matemtica griega,

    detrs del racionalismo del siglo XVII est la fsica de Galileo, detrs de Kant est Newton. Y bueno, nosotros estamos viviendo

    en el siglo siguiente al de Freud y estamos recin pensando filosficamente cules son todas las significaciones ontolgicas del

    descubrimiento freudiano. Es decir, que la relacin entre objetos que son concebibles a partir de la revolucin psicoanaltica tiene

    una dimensin filosfica absolutamente fundamental.

    Respecto a la cuestin de aquello que est fuera o dentro del esquema, ah es donde habra que explorar ms dos dimensiones.

    En primer lugar, est la cuestin de que algo tiene que estar fuera del sistema como condicin de que haya sistema en s mismo.

    Lo he tratado de describir con un modelo lingstico, pero se puede plantear de otras maneras tambin.

    Recuerdo el famoso artculo de Paul de Man sobre la serie numrica de Pascal, donde afirma que la nica forma de establecer la

    homologa entre el movimiento, el tiempo y el nmero, es buscar cierto tipo de unidades que tuvieran estas tres dimensiones,

    por ejemplo en el caso del movimiento es la [...] [1], en el caso del tiempo es el instante, en el caso del nmero es el cero.

    Todos conocen el trabajo de Jacques-Alain Miller sobre la sutura, en el cual utiliza las categoras de Frege, quien tambin a

    comienzo de siglo volvi al mismo descubrimiento de Pascal: es necesario algo fuera de la serie numrica para que haya una

    serie numrica.

    Bertrand Russell sostena que no puede construirse una serie numrica como una serie lgica a menos que uno comience por el

    cero y no por el uno. Pero comenzar con el cero y no con el uno es dar un nombre a aquello que es innombrable y, de alguna

    manera, este dar un nombre a lo innombrable es exactamente lo que nos lleva al punto que estaba tratando de profundizar con

    un modelo lingstico.

    Porqu traigo esto a colacin? Porque me parece que entre el momento de dislocacin y antagonismo y el momento de

    hegemona, hay un cierto tipo de relacin ms ntima que la que Jorge ha planteado.

    Es decir, yo he tratado de mostrar en mi trabajo que el antagonismo no puede reducirse a una relacin dialctica, que la relacin

    dialctica es una relacin conceptual, una relacin entre objetos como tales, mientras que la relacin antagnica es una relacin

    en la que se muestran los lmites de toda objetividad.

    Ahora bien, una vez que se han planteado los lmites de toda objetividad, uno est exactamente enfrentado con lo que en la

    teora lacaniana sera lo real: aquello que resiste a la simbolizacin. Dira precisamente que porque hay un real que resiste a la

    simbolizacin, el movimiento de la simbolizacin no tiene un ndice interno. Entonces, es ah donde veo que la dimensin de la

    hegemona y la dimensin del antagonismo y de lo real tienen que ser planteados conjuntamente.

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    A lo mejor t no ests muy de acuerdo con eso

    Es una cuestin de matices probablemente, pero me parece que lo que he tratado de hacer en mi trabajo es de mostrar la

    relacin interna entre estos dos momentos.

    Por ejemplo, ese es uno de los puntos en el que tenemos un cierto desacuerdo con Zlavoj Zizek. Al comienzo, l acept

    enteramente mi anlisis del antagonismo como lmite de la objetividad, cuando public en L'ne el peridico lacaniano en Pars

    una resea del libro nuestro en la cual l aceptaba enteramente este tipo de argumentos. Despus se ha movido hacia una

    posicin en la cual trata de rescatar esa dimensin de lo real ms dentro de una lgica estrictamente dialctica. Claro que es una

    lgica dialctica que est muy matizada en su caso, pero para m lleva a una crisis, a un compromiso inestable, entre el

    hegelianismo y el lacanismo, y que yo no creo que se resuelva de una manera enteramente satisfactoria.

    Estoy completamente de acuerdo con Jorge en lo que l ha dicho acerca de la cuestin de la decisin en el momento de lasobredeterminacin, no teniendo el carcter que tena en la teora althusseriana. Precisamente, lo que hemos trabajado ms

    recientemente con un grupo de gente, ha sido el momento de la decisin, que hemos tratado de ligar a la nocin lacaniana del

    acto, y este momento de la decisin es absolutamente inasimilable a cualquier determinacin objetiva de carcter a priori.

    Respecto a lo real y a la pulsin de muerte, en ningn momento he tratado de plantear que la movilidad en trminos de una

    cadena significante excluya esa dimensin. Creo que la pulsin de muerte da a travs de su operacin, poniendo lmites, una

    serie de tensiones en la misma cadena de significantes. No me parece que haya que entender la cadena significante como un

    simple movimiento de lenguaje librado a su propia fuerza. Si el inconsciente mismo est estructurado como un lenguaje, la

    dimensin del lenguaje incluye todas estas dimensiones. De modo que tendramos que explorar ms la totalidad del argumento,

    pero no veo que haya muchos puntos de desacuerdo all.

    Lo que quiero decir, finalmente, es que no creo que toda tendencia, que toda lgica hegemnica produzca una lgica

    emancipatoria. se es justamente el tipo de teleologa que he tratado siempre de combatir.Hay demandas sociales que pueden ser articuladas de formas totalmente distintas; por ejemplo, todo el discurso en Estados

    Unidos a fin del siglo XIX al que me refer antes el del hombre pequeo frente a la gran riqueza fue un discurso de izquierda.

    Es decir, no plasm grandes organizaciones de masa en esa poca, o las plasm, pero no tuvieron finalmente xito. Sin embargo,

    fue una serie de temas que penetraron todo lo que se llama el discurso de la Progressive age y despus fueron decisivas en la

    constitucin del New deal . Estas demandas fueron hegemonizadas por discursos de izquierda, pero despus de los aos 40 y 50

    se dio el proceso inverso, pues estas mismas demandas de carcter democrtico empezaron a ser dominadas por un discurso de

    derecha, por el discurso de la moral majority.

    Es decir, que el juego hegemnico una vez que est planteado significa que hay constitutivamente algo indefinible y que no

    hay nada que asegure a priori que va a haber una articulacin de tipo emancipatorio.

    El discurso emancipatorio plantea otro problema.

    No creo que el discurso emancipatorio tenga que ser concebido como un discurso separado del poder. Creo incluso que la msdemocrtica de las sociedades es la constitucin de un nuevo poder, no es la eliminacin radical del poder.

    En ese sentido, no puede haber una teleologa de la emancipacin que vaya a gobernar el conjunto de las acciones sociales. Lo

    que se va a dar son formaciones de equilibrios hegemnicos que constantemente pueden moverse en una u otra direccin.

    El desarrollo del discurso nazi al final de la repblica de Weimar se jug en movilizar una serie de demandas democrticas de las

    masas que fueron articuladas al discurso que inicialmente no tena nada de anticapitalista y fue un discurso autoritario.

    O sea, yo pienso que un proyecto emancipatorio tiene que definirse como proyecto hegemnico, pero no pienso que toda

    hegemona necesariamente conduzca en una direccin emancipatoria.

    JORGE ALEMN:

    Estoy de acuerdo en que en absoluto se puede desprender de la lgica hegemnica que has presentado que la hegemona

    conduzca necesariamente a lo emancipatorio; he insistido que ese anudamiento entre hegemona y emancipacin estaba disuelto.

    Pero la pregunta que yo intent hacer fue: en qu condiciones esta lgica hegemnica logra finalmente encontrarse con una

    voluntad poltica que la incluya en un proyecto emancipatorio? Esa voluntad es el resultado de la emergencia de la decisin en el

    horizonte de lo indecidible? Cmo obtiene entonces su orientacin? Pregunto esto teniendo en cuenta que efectivamente es un

    proyecto de poder y que no es en absoluto la otra emancipacin metafsica que ya ha quedado deconstruda.

    Es decir, me interesa apuntar lo siguiente: ese momento de la decisin, lo decidible, cmo queda orientado polticamente en el

    caso de que efectivamente la lgica hegemnica se encuentre con una voluntad de emancipacin? Cul es el actor o los actores

    que realizan esa articulacin para que lo que es lo hegemnico pueda efectivamente orientarse? Esta pregunta adquiere un realce

    especial cuando sabemos que actualmente todas las teoras emancipatorias se encuentran, despus del proletariado de Marx, con

    la dificultad de definir a las subjetividades polticas que intervendran en el acto emancipatorio.

    Como no se trata de un mero decisionismo, si estamos en ese nivel donde efectivamente acordamos en esto lo indecidible es

    ineliminable de toda decisin, queda entonces a su vez la orientacin tica de esta decisin.

    En efecto, es absolutamente cierto lo que has dicho antes: ninguna cuestin hegemnica al no ser una teleologa lleva

    necesariamente al proyecto de emancipacin. Pero en el caso de que fuera as, con qu actores es orientada la hegemona hacia

    el proyecto de emancipacin?

    ERNESTO LACLAU:

    Hay dos aspectos aqu.

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    En primer lugar, yo no creo que haya un agente nico de la emancipacin. En el socialismo clsico, que es una teora acerca de

    una voluntad colectiva absolutamente homognea, esa voluntad colectiva era la clase obrera como agente de una emancipacin

    universal. Esa idea de un agente que ontolgica y epistemolgicamente privilegiaba el acto emancipatorio se fundaba en una

    teora sociolgica muy precisa que era la simplificacin de la estructura social bajo el capitalismo.

    El marxismo pensaba que bajo el capitalismo se iban a disolver las clases medias y el campesinado y que, por consiguiente, el

    acto final de la historia iba a ser una confrontacin entre un proletariado homogneo y la burguesa.

    Ahora bien, esa teora de la emancipacin que supone un agente privilegiado de la misma se empieza a romper de muchas

    maneras.

    En primer lugar, se empieza a ver la teora leninista de la alianza de clases, que ya era una teora ms compleja acerca de

    voluntades en que distintos actores sociales tenan que confluir. La teora del desarrollo desigual combinado de los aos 30, talcomo la formula Trotsky, presupone que no hay un agente emancipatorio nico ligado a una clase social especfica. Y finalmente

    Gramsci saca las consecuencias de ese proceso cuando piensa que los actores emancipatorios no son ya las clases sociales en el

    sentido clsico, sino que son los que l llama voluntades colectivas; esas voluntades colectivas se dan a travs de la aglutinacin

    de una serie de reinvidicaciones, equivalentes a lo que hemos llamado cadenas de equivalencias, articulaciones de equivalencias

    y diferencias; y es as cmo un cierto acto emancipatorio puede llegar a ser constituido.

    El otro problema, que creo que Jorge tambin plantea, es cmo decidir acerca de cules son los objetivos emancipatorios.

    De nuevo all yo no creo que haya una decisin apriorstica y universal, porque estoy muy en contra de teoras ticas como las

    teoras habermasianas que presuponen que hay una cierta racionalidad ltima de los procesos histricos.

    Lo que pasa es que vivimos en sociedades en las cuales ya tenemos ciertas convicciones y cuando esas convicciones chocan con

    ciertos procesos que las ponen en cuestin, entonces hay una transformacin de los objetivos polticos.

    Pero aparte de este proceso que Richard Rorty llamara un proceso conversacional de construccin de voluntades colectivas nohay construccin de agente social emancipatorio, ni de ningn otro tipo. Claro que podramos discutir cmo se constituyen

    voluntades colectivas de carcter emancipatorio en la Argentina o en otros lugares pero yo no creo que se pueda hacer una teora

    general del acto emancipatorio ms all del anlisis de las coyunturas concretas.

    Desgrabacin: Viviana Cammilli y Daro Galante

    Establecimiento del texto: Viviana Cammilli y Alejandra Eidelberg

    Versin revisada por Jorge Alemn, no revisada por Ernesto Laclau

    N O T E S

    * A partir de una su gerencia de Diana Chorne y por iniciativa del Directorio de la EOL, Jorge Alemn acept compartir conErnesto Laclau esta noche de trabajo en la Escuela. La mesa redonda estuvo coordinada por Marita Salgado y se desarrollen el marco de la Biblioteca de la EOL y del Departamento de Psicoanlisis y Filosofa del CICBA.

    1- Los puntos suspensivos corresponden a un trmino no audible en la grabacin.