laclau - la razon populista - el pueblo y la producción discursiva del vacío

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fragmento tp populismos

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Traducci6n de

SOLEDAD LACLAUE RN ESTO LA CLA U

LA RAZON PO PU LIST A

FONDO DE CULTURA ECONOMICA

MEXlCO - ARGENTINA - BR1ISIL - CHILE - COLOMB[A - ESI 'A flA

EsTADOS UNTDOS DE AMERICA - GUATEMALA - PERU - VENEZUELA

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4. EL PUEBLO Y LAPRODUCCION

DISCURSIVADEL vxcto

ALGUNOS ATISBOS ONTOL()GICOS

Rerornernos, por un memento, al final del primer capitulo. AUf su-

gerimos que una de las posibles formas de abordar el populisrno seria

tornar en su sentido literal algunos de los calificativos peyorativos

que se Ie han asignado y mostrar que ellos solo pueden mantenerse si

uno acepta como punto de partida del anilisis una serie de supuestos

altamente cuest ionables. Los dos presupuestos peyorativos a los cua-les nos referimos son: (1) que el populismo es vago e indeterminado

tanto en el publico al que se dirige y en su discurso, como en sus

postulados politicos; (2) que el populismo es mera retorica. Frente a

esto opusimos una posibil idad diferente: (1) que la vaguedad y la

indeterrninacion no constituyen defectos de un discurso sabre la rea-

lidad social , s ino que, en ciertas circunstancias, estan inscriptas en la

realidad social como tal; (2) que la rerorica no es algo epifenornenico

respecto de una estructura conceptual autodefinida, ya que ninguna

estructura conceptual encuentra su cohesi6n interna sin apelar a· re-

cursos reroricos, Si esto fuera asi, la conclusion seria que elpopulismo

esla via real para comprender algo relative ala constitucion ontologica

de 10 politico como tal. Esto es 1 0 que trataremos de pro bar en este

capitulo. Sin embargo, primero es necesario hacer explicitos algunos

supuesros onto16gicos generales que guiarin el analis is, En otros tra-

bajos hemos explorado estes aspectos de manera prel irninar , l por 1 0

I.E. Laclau y Ch. Monffe, Hegemonia y e s tr a te g i a s o c ia l ism , Buenos Aires, res,

2004, cap. 3; E. Laclau, "New reflections on (he revolution of OUf time", en ellibro

del rnismo tftulo, Londres, Verso, 1990 [trad. esp.: "Nuevas reflexiones sobrc la

revolucion de nuestro riernpo", en N ue va s r ef le xi on es s ab re L a reuolucion d e n u es tr o

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92 LACONSTRUCC16N DEL PUEBLOEL PUEBLO YURODUCc r6N DlSCURSIVA DEL vxcro 93

que aqui s610 resurnirernos las conclusiones principales y s610en tan-

to sean relevanres para la argumentac ion de es te libra .tal. Sin embargo, dada la central idad de la nocion de extensionalidad

en la teo r ia de los conjuntos, la categorfa de relacion so]o puede ju-

gar, en el mejor de los casos, un rol marginal. Pew rarnbien en diver-

50S enfoques hol isticos hallamos algo incompat ible en ultima instan-

cia con nuest ra perspectiva, El funcionalismo, por ejemplo, tiene una

concepcion relacional de la totalidad social, pero aqui las relaciones

estan subordinadas a la funcion y, de esta manera, reintegradas

releologicamente a un todo estructural que const ituye algo necesaria-

mente previo y mas que 10 dado en las ar ticulaciones diferenciales,

Incluso en la perspectiva estructuralista clasica, comola de Levi-Strauss

-de la cual la teleologia esta sin duda ausente-, el todo alcanza su

unidad en algo distinto del juego de las diferencias, es decir, en las

categodas basicas de la mente humans, que reducen toda variacion a

una cornbinatoria de elementos dominada por un conjunto subya-

cente de oposiciones, En nuestra perspectiva no existe un mas alia de l

juego de las diferencias , n ingun fundamento que pr iv ilegie a pr ior i

algunos elementos del todo por encima de los otros. Cualquiera que

sea la centralidad adquir ida por un clemente, debe ser explicada por

el juego de las diferencias como tal. La manera como sea explicada

nos conduce al segundo conjunto de categor ias.

2 . S ig n if ic a nt e s u a cl o sy hegemonia . Voy a presentar estas categorias

de la manera mas sornera, ya que tendremos que volver sobre ellas

varias veces en este capitulo. Una version mas detallada del argumen-

to teorico puede hallarse en rn i ar ticulo "<Por que los significantes

vados son irnportantes para la politica?" , 2 N uestra doble tarea es la

siguiente: (a) dado que estamos tratando con identidades puramente

diferenciales, debernos , en cier ta forma, deter rninar el todo dentro

del cual esas ident idades, como diferentes, se const ituyen Celproble-

ma, obviarnente, no surg ir ia si es tuvieramos tratando con identida-

des posit ivas, solo relacionadas exrernamente); (b) C01110 no estamos

postulando ningun centro estructura l necesario, dorado de una capa-

cidad a prior i de "determinacion en ultima instancia" , cua lesquiera

Existen tres conjuntos de categorias que son centrales para nuestro

enfoque teorico:

1. Discurso . EI discurso constimye el terrene primario de consti tu-

cion de la objetividad como tal. Por discurso no entendemos algo

esencialrnente restringido a las areas del habla y la escritura, como

hemos aclarado varias veces, sino un complejo de elementos en el

cual las relaciones juegan un roJ constirurivo, Esro significa qLIeesos

elementos no son preexistentes al complejo telaeional, sino que se

constituyen a traves de d. POt 10tanto , "re lac ion" y "objetividad" son

sinonirnos. Saussure afirma que en ellenguaje no existen ter rninos

positives, s ino 5610 diferencias: algo es 10 que es solo a traves de sus

re lac iones diferenciales con algo diferenre, Y 10 que es cier ro del len-

guaje concebido en sentido estricto, tambien es cierto de eualquier

elemento significativo (es decir, objetivo): una accion es 10 que es

solo a naves de sus diferencias con otras aceiones posibles y con orros

elementos significativos -palabras 0 acciones- que pueden ser sucesi-

vos 0 simulraneos. Los tipos de relaci6n que pueden existir entre es-

tos elementos significativos son 5610dos: la cornbinacion y la sustitu-

cion . Una vez que las escuelas de Copenhague y Praga radicalizaron

el formalismo lingufsrico, fue posible ir mas alIa de la restriccion

saussuriana a las sustancias f6nica y conceptual, y desarrollar la rota-

lidad de las implicancias onro logicas que se der ivan de este progresofundamental: toda referencia lingiifstica puramente regional fue, en

gran rnedida, abandonada.

Dada la centra lidad que recibe la categoria de "relacion" en nues-

t ro analisis, queda claro que nuest ro horizonte teorico difiere de otros

enfoques contemporaneos Por ejernplo, Alain Badiou concibe a la

teorfa de los conjuntos como e] terreno de una onto[og(a fundamen-

tiernpo, Buenos Aire s, Nueva Vision, 2000]; E. Laclau, Emancipa t ion( s ) , Londres,

Verso, 1990.2 E n E . L a cl au , Em a n ci pa ti o nt s) , o p . c i t. , pp. 36-46.

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94LACONSTRUCCION DEL PUEBLO

ELPUEBLO YLA PRODUCClON D1SCURSIVA DEL VACfo 95

que sean los efectos "centralizadores" que logren constituir un hori-

zonte totalizador precario, deben pro ceder a partir de la inreraccion

de las propias direrencias, ~Como es esto posible? En el articulo men-

cionado antes presente un argurnenro estructurado en varies pasos.

Prirnero, si tenemos un conjunto purarnenre diferencial , la total idad

debe estar presente en cada acto individual de significaci on; por 1 0

tanto, la toralidad es la condici6n de la significacion como tal. Pero

en segundo lugar, para aprehender conceptual mente esa totalidad,

debernos aprehender sus lfmites, es decir, debernos distinguirIa de

algo diferente de sf rnisma. Esto diferente, sin embargo, solo puede

ser otra diferencia, y como estarnos trarando con una totalidad que

abarca t o da s l a s diferencias, esta o tra diferencia -que provee e I exte-

rior que nos perrnite constituir la totalidad- seria imerna y no exrer-

na a esta ultima, par 1 0 tanto, no serla apta para e l trabajo totalizador.

Entonces, en tercer lugar, la unica posibilidad de tener un verdadero

exterior seria que el exterior no fuera simplemente un elernento mas,

neutral, sino el resultado de una exc lu s ion , de alga que la totalidad

expele de S 1 misma a fin de consti tuirse (para dar un ejemplo poli tico:

es ~ediante la demonizacion de un sector de la poblacion que una

sociedad alcanza un sentido de su propia cohesion). Sin embargo,

esto crea un nuevo problema: con respecto al elernenro excluido, to-

das las otras diferencias son equivalentes entre sf+equivalenres en su

rechaza comun a la identidad excluida-. (Como vimos, esta es una

de las posibilidades de la rormacion del grupo que plantea Freud: d

rasgo cormin que hace posible la mutua identil icacion entre los miern-

bros es la hosti lidad corrnin hacia alga 0 alguien.) Pero la equivalen-

~ia csprecisamenre 1 0 que subvierte la diferencia, de manera que toda

Idenudad es construida dentro de esta tension entre Ia logica de la

diferencia y la logica de 1aequivalencia. Cuarto, esto signif ica que en

el lo cus de la totalidad hallarnos tan solo esta tension. Lo que tene-

mas, en ultima instancia, es una totalidad fallida, el sitio de una p1e-

nirud malcanzable. La totalidad constituye un objeto que es a la vez

imposible y necesario. Imposible porque la tension entre equivalen-

cia y diferencia es, en ultima instancia, insuperable; necesario porque

sin algun tipo de cierre, pOl'mas precario que fuera, no habria ningu-

na significacion ni identidad. Sin embargo, en quinto lugar, 1 0 que

hemos mostrado essolo que no existen medios conceptuales para apre-

hender rotalmente a ese objeto. Pero la represenracion es mas amplia

que la comprension conceptual. Lo que permanece es la necesidad de

este objeto imposible de acceder de alguna manera al campo de la

representacion, No obstante, la representacion tiene, como sus uni-

cos medias posibles, las diferencias particulates. El argumento que he

desarrollado es que, en este punto, existe la posibilidad de que una

diferencia, sin dejar de ser part i cu lar , asuma la representaci6n de

una totalidad inconmensurable. De esta rnanera, su cuerpo esta divi-

dido entre la particularidad que ella aun es y la significacion mas

universal de 1aque es portadora. Esta operacion por 1aque una parti-

cu1aridad asume una significacion universal inconmensurable consi-

go misma es 1 0 que denominarnos hegemon ia . Y dado que esra rotal i-

dad 0universalidad encarnada es, como hemos visto, un objeto irn-

posible, la identidad hegemonica pasa a ser algo del orden del

significante vacio, transformando a su propia particularidad en el

cuerpo que encarna una totalidad inalcanzable. Can esto deberla

quedar claro que 1a categorfa de totalidad no puede ser erradicada,

pero que, como una totalidad fallida, constituye un horizonte y no

un fundamento. Si la sociedad estuviera unificada por un contenido

ontico deterrninado -determinaci6n en ultima instancia por 1aeco-

nornla, el espiritu del pueblo, 1a coherencia sisrernica, etcerera-, la

tota1idad podrla ser directamente representada en un nivel estricta-

mente conceptual. Como este no es el caso, una totalizacion hege-

monica requiere una investidura radical-es decir, no determinable a

priori- y esto implica involucrarse en juegos de significaci6n muy

diferentes de la aprehension conceptual pura. Aquf, como verernos,

la dimension afectiva juega un rol central.

3. Retorica. Existe un desplazamiento retorico siempre que un ter-

mino literal es susti tuido par otro figurativo. Comencemos sefialan-

do un aspecto de la retorica que es muy relevante para nuestra discu-

sion previa. Ciceron, al reflexionar sobre el origen de los desplaza-

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LACONSTRUCCION DEL PUEBLO ELPUEBLO YLA PRODUCCrON DISCURSIVA DEL vxcro 97

mientos retoricos," imagine un estado primitive de la sociedad en el

que habfa mas cosas para ser nornbradas que las palabras disponibles

en ellenguaje, de modo que era necesario utilizar palabras en mas de

un sentido, desviandolas de su senrido literal , pr imordial . Esta esca-

sez de palabras representaba para el , por supuesto, una carencia pura-

mente empfrica. Imaginemos, no obstante, que esta carencia no es

empfrica, que esra vinculada con un bloqueo constitutive dellcnguaje

que requiere nombrar algo que es esencialmente innornbrable como

condicion de su propio funcionamiento. En ese caso, ellenguaje ori-

ginal no seria literal, sino figurativo, ya que sin dar nombres a 10

innombrable no habria lenguaje alguno. En la retorica clasica, un

terrnino figurativo que no puede ser susrituido por otro literal se de-

nomina catacresis (por ejemplo, cuando hablamos de "la pata de una

si lla"). Este argumemo puede ser generalizado si aceptamos el hecho

de que cualquier disrorsion del sentido procede, en su raiz, de la ne-

cesidad de expresar algo que el terrnino literal sirnplernente no trans-

rnit irfa. En ese sentido, la catacresis es algo mas que una figura part i-

cular: es el denominador COml1l1 de 1 a retoricidad como tal. Este es el

punta en el cual podemos vincular este argumento con nuestras ob-

servaciories previas sobre hegemonia y significantes vados: si el

significante vado surge de la necesidad de nornbrar un objeto que es

a la vez imposible y necesario -de ese punta cera de la significaci6n

que es, sin embargo, la precondicion de cualquier proceso signif ican-

te-, en ese caso, la operacion hegem6nica sed necesariamente

catacretica, Como verernos mas adelante, la construccion politica del

pueblo es, por esta razon, esencialmente catacretica.

Aunque mas adelante sera necesario decir mas sobre la retorica

para rnostrar los recursos discursivos que inrervienen en la produc-

cion discursiva del "pueblo", podernos, por el momento, dejar elasunto

aqui. Hay, sin embargo, un ultimo punta al que debemos referirnos.

Hemos afirmado que, en una relaci6n hegem6nica, una diferencia

particular asume la representacion de una totalidad que la excede.

Esto otorga una clara centralidad a una figura particular dentro del

arsenal de la ret6rica clasica: la sinecdoque (la parte que representa a l

todo) , Y esto tarnbien sugiere que la sinecdoque no es solo un recurso

retorico mas, que simplemente es agregado a la taxonomia junto a

otras figuras como la metafora 0 la rnetonimia, sino que cumple una

funcion ontologica diferente. Aqul no podemos entrar en la discu-

si6n de este asunto que, al pertenecer a los fundarnentos generales de

la clasificacion retorica, excede en gran rnedida el tema de este libro.

Mencionemos simplernente al pasar que las clasif icaciones de la rero-

rica han sido ancillares para las categodas de la ontologia clasica, y

que el cuestionarniento de esta ultima no puede dejar de tener irn-

ponames consecuencias para los principios de las primeras.

Con esto tenemos la mayor parte de las precondiciones necesarias

para empezar nuestra discusiori sabre pcpulismo.

DEMANDAS E IDENTTDADES POPULARES

J Vease Patricia Parker, "Metaphor and catachresis", en] . Bender y D. E. WcllbClY

(comps.), T h e E nd s o fR h et ol 'i c: H i st or y, T h eo ry , P r ac ti ce , Stanford, Stanford University

Press, 1990.

Debemos tamar aqui una primera decision: ~cual va a ser nuestra

unidad de anal isis minima? Todo gira en torno de la respuesta que

demos a esta pregunta. Podernos decidir tamar como unidad mini-

ma al grupo como tal, en cuyo caso vamos concebir al populisrno

como la ideologia 0 el t ipo de movil izacion de un grupo ya constitui-

do -es decir, como la expresion (e] epifen6meno) de una realidad

social diferente de esa expresion-; 0 podemos concebir al populismo

como una de las formas de constituir la propia unidad del grupo. Si

optamos par la primera alternativa, nos entrentamos de inmediato

con todas las dif icultades que describirnos en nuestro primer capitu-

lo. Si elegimos, como pienso que debernos, lasegunda, debernos tam-

bien aceptar sus implicaciones: "el pueblo" no constituye una expre-

sian ideologies, s ino una relaci6n real entre agentes sociales . En otros

terrninos, es una forma de constituir la unidad del grupo. No es,

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98 LACONSTRUCCION DEL PUEBLO ELPUEBLO YUPRODUCCION DISCURSIVADELVACfo 99

obviameme, la unica forma de hacerlo; hay otras logicas que operan

dentro de 1 0 social y que hacen posibles t ipos de idemidad diierentes

de la populista. Por consiguiente, si queremos determinar Ia especifi-

cidad de una practica articulatoria populista, debemos identificar

unidades mas pequefias que el grupo para establecer el tipo de uni-

dad al que el populismo da lugar.

La unidad mas pequefia por la cual comenzaremos corresponde a

la categorfa de "demanda social". Como senale en otra parte," en in-

gles el terrnino d emand es ambiguo: puede signiflcar una pericion,

pero tarnbien puede significar tener un reclamo (como en "deman-

dar una explicaci6n [ de m a nd in g a n e xp la n at io n] ) . Sin embargo, esra

ambigLiedad en el significado es uti] para nuestros propositos, ya que

es en la transicion de la peticion al reclamo donde vamos a hallar uno

de los primeros rasgos definitorios del populismo.

Veamos un ejemplo de como surgen demandas aisladas y como co-

mienzan su proceso de articulacion. El ejemplo, aunque imaginario, se

corresponde en buena medida con una si tuacion ampliamente experi-

mentada en paises del Tercer Mundo. Pensemos en una gran masa de

migrantes agrario$ que se ha establecido en las villas miseria ubicadas

en las afueras de una ciudad industrial en desarrollo. 5urgen problemas

de vivienda, y el grupo de personas afectadas pide a las autoridades

locales algun tipo de solucion, Aquf tenemos una d emanda que, ini-

cialmente tal vez sea solo una peticion. 5i la demanda es satisfecha, alI i

termina el problema; pero si no 1 0 es, la gente puede comenzar a

percibir que los vecinos tienen otras demandas igualmente insarisfe-

chas -problemas de agua, salud, educacion, ercetera-. 5i la siruacionpermanece igual por un determinado tiernpo, habra. una acumulacion

de demandas insatisfechas y una creciente incapacidad del sistema ins-

titucional para absorberlas de un modo diftrencial (cada una de

manera separada de las orras) y esro establece entre el las una relacion

equ iva lenc iaL El resulrado facilmente podrfa ser, si no es interrumpido

por factores externos, el surgimiento de un abismo cada vez mayor que

separe al sistema institucional de la poblacion.

Aquf tendriamos, por 1 0 tanto, la forrnacion de una fromera in-

terna, de una dicotornizaciori del espectro politico local a traves del

surgimiento de una cadena equivalencial de demandas insatisfechas.

Las peticiones se van convirtiendo en rec lamos. A una demanda que,

satisfecha 0 no, permanece aislada, la denominaremos d em an da d e-

mocrdtica.t A la pluralidad de demandas que, a traves de su articula-

cion equivalencial, const ituyen una subjerividad social mas amplia ,

las denominaremos d ema nd a s p o pu la t es : comienzan asi, en un nivel

muy incipiente, a constituir al "pueblo" como actor historico po-

tencial. Aquf tenemos, en estado embrionario, una configuracion

populis ta. Ya tenemos dos claras precondiciones del populismo: (1)

la formaci6n de una Frontera interna antagonica separando el "pue-

blo" del poder; (2) una articulaciori equivalencial de demandas que

hace posible el surgimiento del "pueblo". Existe una rercera

precondicion que no surge realmeme hasta que la movilizaciori

polltica ha alcanzado un nivel mas alto: la unificacion de estas di-

versas demandas -cuya equivalencia, hasta ese pumo, no habfa ido

mas alla de un vago sentimienro de solidaridad- en un sistema esta-

ble de significacion.

5i permanecemos momentaneamente en el nivellocal, podemos

vel' daramente como las equivalencias -sin las cuales no puede existir

el populismo- solo pueden consolidarse cuando se avanza unos pa-

50S, tanto mediante la expansion de las cadenas equivalenciales como

mediante su unificacion simbolica, Tomemos como ejernplo las

movilizaciones preindustriales ligadas a los reclamos alirnentarios

descriptas por George Rude." En el nivel mas elemental, esla "fuerza

del ejemplo" -que se corresponde con el "contagio" de los teoricos de

4 E. Laclau, "Popu lism: Wha t i s i n t he Name?", en F . Pani zza (co rnp .) , Popul ism

a nd th e S ha do w o f D e m oc ra cy , Londres, Verso, 2004.

, Con respec(O al componeme "democratico" de la nocion de "demands demo-

cratica", yeast el apendice de eSIC capitulo.

r. G. Rude, T he C ro wd in H is to ry . A S tu dy o f P o pu la r D is tu rb an ces e n F ra nc e a nd

E n g la n d ( J 7 3 0 -1 84 8 ), Nueva York- Londres-Sydney , John Wiley and SonsInc, 1964

[rrad. csp.: La multitud enfa historia, Madrid, Siglo XXI, 1989l.

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100 LACONSTRUCCION DEL PUEBLO EL PUEBLO YLAPRODUCCrON DISCURsrVA DEL VA JO 10 1

masas-lo que puede establecer una equivalencia efimera. Por ejern-

pia, los motines del trigo en la region de Paris en 1775:

res, pew ya no tendran nunca el mismo grado de espon taneidad e inn-

cencia polfti ca.8

lejos de ser una erupci6n sirnultanea que toc6 algun punto central en

control, [los disturbios] constituyeron una serie de explosiones rnenores,

que estallaron no s610como respuesta a la iniciativa local, sino a la fuerza

del ejernplo [.. . J . En Magny, por ejemplo, seinform6 que lagente habia

sido "excirada por la revuelta de Pontoise" (a 17 millas de distancia): en

Villemornble, al sur de Gonesse, se adujo, en apoyo de los precios mas

bajos ofrecidos por los compradorcs, "que el precio del pan se h ab fa f ij a-

do en 2 sous en Paris y el trigo en 12 francos en Gonesse"; y podrian

citarse otros casos.'

Esto nos rnuestra un doble modulo: por un lado, cuantO mas exten-

dida es la cadena equivalencial, mas mixta sera la naturaleza de los

vinculos que entran en su composicion, "La multitud puede amoti-

narse porque esta hambrienta 0 teme estarlo, porque sufre un pro-

fundo agravio social, porque busca una reforma inrnediata 0el milenio,

a porque quiere desrruir a un enemigo a aclamar a un 'heroe': pera

rara vez par alguna de estas razones por sf sola. "9 Par otro lado, si la

confronracion va a ser algo mas que puramente episodica, las fuerzas

implicadas en ella deben atribuir a algunos de los componentes

equivalenciales un rol de anclaje que los distinga del resto. Desde esta

perspectiva, Rude establece una distincion entre los motives ostensivos

de un amotinamiento y "los motivos subyacentes y los mites y creen-

cias rradicionales -10 que los psicologos de masas y cientistas sociales

han denorninado creencias 'fundamentales ' a 'general izadas '- que ju-

garan un papel nada despreciable en tales disturbios" .10 Rude discute

el insrinro "nivelador", la antipat la hacia la innovacion capitalista, la

identificacion de la "justicia" con el rey como protector 0 "padre" de

su pueblo, asf como una serie de temas religiosos a milenarios recu-

rrentes. Todos estes temas mu estran un modelo claramente

discernible: t ienen un ral diferente de los contenidos materiales rea-

les de las demandas en juego -de otra manera no podrian fundamen-

tar 0 dar consistencia a las ulrimas-. Par ejemplo, sabre el "instinto

nivelador", Rude afirma:

La [alta de exito de estes primeras disturbios, si los comparamos can

los que tuvieran lugar durante la Revoluci6n, se explica, par un lado,

porque sus cadenas equivalenciales no se extendieran a las demandasde otros sectores sociales; par otro, porque no habia disponibles dis-

curses nacionales anti statu quo en los que los campesinos pudieran

inscribir sus demandas como un vinculo equivalencial mas. Rude es

bien explicito en este sentido:

[Su fracaso] se debio al aislarniento de estes prirneros amotinados, quie-

nes sehallaron enfrentados [... J ala oposicion combinada del Ejercito, la

Iglesia, el gobierno, la burguesia urbana y los propietarios agrarios [... J .

Nuevamente -y esto esde gran importancia-las nuevas ideas de "liber-

tad" y soberanta popular, y los derechos del hombre, que luego aliarian a

las clasesmedias y bajas contra un enemigo cornun, aun no habfan co-

rnenzado a circular entre lospobres urbanos y rurales [... J . El unico blanco

era c! hacendado 0 campesino prospero, el comerciante de cereales, el

molinero 0 el panadero [... J . No se planteaba el derrocarniento del go-

bierno 0 del orden establecido, ni se planteaban nuevas soluciones, ni

siquiera se buscaba una cornpensacion por los agravios mediante la ac-

ci6n pohtica. Este era el motin por los alimentos del siglo XVTll en su

forma mas pura. Bajo la Revolucion van a aparecer movimienros sirnila-

cxiste el tradicional "instinto nivelador" [...J que impulsa a los pobres a

buscar cierto grade de justicia social elemental a expensas de los ricos, le s

grands , y aquelJos con autoridad, sin irnportar si son funcionarios del

gobierno, senores feudales, capitalistas 0lideres revolucionarios de la cla-

7 Ibid. , p. 29 .

s ibid., p. 31.

9 Ibid., p. 217.

Jil Ibid., P: 224.

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[0 2 LACONSTROCCrON DEL PUEBLO ELPUEBLO Y LAPRO DUCCION DISCURSrVADEL vxcro !(I,I

se media. Es el terreno cornun sobre eI cual, mas alia de los lernas de las

partes enfrentadas, el rnilitanre s a n s- c ul o tt e s e asimila al arnorinado de "la

Iglesia y el Rey" 0 al carnpesino en busca del milenio. [... J El instinro

"nivelador" de Ia multitud puede ser facilmente utilizado tanto para una

causa antirradical, como para una radical. II

nal, ya que estara basado en la operaci6n de dos supuestos simplifi a-

dores, heuristicamente necesarios. Estes dos supuestos seran sucesi-

vamente eliminados en el capitulo 5. S610 despues estaremos en si-

ruacion de presentar un concepto de populisrno completamente de-

sarrollado.

Los otros ejemplos que menciona son igualmente conrundentes: du-

rante los Motines de Gordon, las multitudes atacaron a catolicos ri -

c o s , mas que a catolicos en general; durante los disturbios de "la Igle-

sia y el Rey", la gente en Napoles ataco a los jacobinos no s6lo porque

eran aliados de los franceses ateos, s ino tarnbien y principalrnente

porque circulaban en carruajes; y durante la Vendee, si los campesi-

nos se rebelaron contra los revolucionarios de Paris , fue porque odia-

ban mas a la ciudad rica que al propietario local. La conclusi6n es

inequfvoca: si el "instinto nivelador" puede aplicarse a los contenidos

sociales mas diferentes, no puede, el misrno, poseer un contenidopropio. Esto significa que esas imagenes, palabras, etcetera, mediante

las cuales se 10reconoce, que otorgan a sucesivos contenidos concre-

tos un sentido de continuidad temporal, funcionan exactarnente como

10que antes hemos denominado significantes vacios,

Esto nos brinda un buen punto de partida para aproximarnos al

populisrno. Todas las dimensiones estructurales que son necesarias

para elaborar el concepto desarrollado estan conrenidas, in nuce, en

las movilizaciones locales a las que acabamos de referirnos. Estas di-

mensiones son tres: la unificaci6n de una pluralidad de demandas en

una cadena equivalencial, la consti tucion de una frontera interna quedivide a la sociedad en dos campos; la consolidacion de la cadena

equivalencial mediante la construcci6n de una idenridad popular que

es cualitativamente algo mas que la simple suma de los lazos

equivalenciales, EI resto de este capitulo estara dedicado a la discu-

si6n sucesiva de estos rres aspectos. Sin embargo, el concepto de

populismo al cual Uegaremos al f inal de esa indagaci6n sed. provisio-

LAS AVENTURAS DE LAS EQUIVAl.ENCIAS

11 Ibid., pp. 224-225.s

Cuando pasamos de los motines localizados al populismo, debemos

necesariamente ampliar las dimensiories de nuestro analisis, EI

populismo, en sus formas clasicas, presupone una comunidad mayor,

por 10que las logicas equivalenciales van a atravesar grupos sociales

nuevas y mas heterogeneos, Esta ampliaci6n, sin embargo, va a rnos-

trar mas clararnenre algunos rasgos pertenecientes a esas 16gicas que

las movilizaciones mas restringidas tendian a ocultar.

Volvarnos ala distinci6n establecida previarnente entre demandas

dernocraricas y populares, Ya sabemos algo acerca de las ultimas: elias

presuponen, para su consti tucion, la equivalencia de una pluralidad

de demandas. Pero sobre las demandas dernocraticas hemos hablado

muy poco: 1 0 unico que sabemos es que permanecen aisladas, Sin

embargo, ~aisladas de que? S610con respecto al proceso equivalencial.

Pero este no es un aislamiento monadico, ya que sabemos que si una

demanda no entra en una relaci6n equivalencial con otras demandas,

es porque es una demanda satisf icha (en eI pr6ximo capitulo vamos a

discutir un tipo difereme de aislamiento, vinculado al estatus de los

significantes flotantes). Ahora bien, una demanda que se satisface no

perrnanece aislada; se inscribe en una totalidad institucionalldiferen-

cial, Por 10tanto, tenemos dos formas de construccion de 10social : 0

bien mediante la afirmacion de la particularidad -en nuestro caso,

un particularisrno de las demandas-, cuyos rinicos lazos con otras

particularidades son de una naturaleza diterencial (como hemos vis-

ta: sin terrninos positives, solo diferencias), 0bien mediante una clau-

dicacion parcial de la particularidad, destacando 10que todas las par-

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104 LACONSTRUCCION DEL PUEBLO ELPUEBLO Y LAPRO'DUCCION DISCURSoIVA DEL VACJO 105

ticularidades tienen, equivalentemente, en cornun. La segunda rna-

nera de construccion de 1 0 social implica el trazado de una Frontera

antagonica; la primera, no. A la primera manera de construccion de

1 0 socialla hemos denominado l og ic a d e f a d if er e nc ia , y a la segunda,

! 6 gi ca d e L a equ iv a len c ia . Aparentemente, podriamos llegar a la con-

clusion de que una de las precondiciones para el surgimiento del

populismo es la expansion de la logica de la equivalencia a expensas

de la logica de la diferencia. En muchos aspectos, esto es cierro, pero

dejar e I asunto alli seria ganar el argumento muy facilmente, ya que

presupondda que la equivalencia y la diferencia estan en una relacion

mutua de exclusion. Las cosas son mucho mas complejas.

En este puntO podemos volver a nuestra discusi6n sobre totalizacion

discursiva. Hemos visto que no hay totalizacion sin exclusion, y que

dicha exclusion presupone la escisiori de toda identidad entre su na-

turaleza diferencial, que la vincula/separa de las otras identidades, y

su lazo equivalencial con todas las otras respecto al elemenro exclui-

do. La totalizacion parcial que el vinculo hegemonico logra crear no

elimina la escision sino que, por el contrario, debe operar a partir de

las posibi lidades estructurales que se derivan de ella . De esta manera,

la diferencia y la equivalencia deb en reflejarse entre S 1 . ~De que rna-

nera? Veamos dos ejemplos opuestos para derivar luego, a partir de

eUos, una conclusion reorica,

En una sociedad que postula el Estado benefactor como su hori-

ZOI)teUltimo, solo la logica de la diferencia serla aceptada como un

modo legitimo de construcci6n de 1 0 social. En esta sociedad, conce-

bida como un sistema en constante expansion, cualquier necesidad

social seria satisfecha diferencialmente; y no habria ninguna base para

crear una Frontera interna. Como seria incapaz de diferenciarse a s f

misma de cualquier otra cosa, esa sociedad no podda totalizarse, no

podrla crear un "pueblo". Lo que realrnente ocurre, sin embargo, es

que los obstaculos que se encuentran en el establecimiento de esa

sociedad -codicia de los empresarios privados, intereses que sele opo-

nen, etcetera- fuerzan a sus mismos proponentes a identif icar enerni-

gos y a reintroducir un discurso de la division social basado en logicas

equivalenciales. De esa manera pueden surgir sujetos colectivos cons-

tiruidos en torno a la detensa del Estado benefactor. La misrno puede

decirse acerca del neoliberalismo: el tambien.se presenta:a S 1 rnismo

como panacea para lograr una sociedad sin fisuras, con la diferencia

de que, en este caso, las soluciories sedan aportadas por el mercado y

no por el Estado. El resultado es el mismo: en algun punto Thatcher

hallo "obstaculos", cornenzo a denunciar a los parasitos de la seguri-

dad social y a otras, y culmina con uno de los discursos de division

social mas agresiyos de la historia britanica conternporanea.

Pero dellado de las logicas equivalenciales, la siruacion es similar.

Las equivalencias pueden debili tar, pero no dornesticar las diferen-

cias, En primer lugar, esta claro que la equivalencia no intenta elirni-

nar las diferencias. En nuestro ejemplo inicial, la equivalencia fue

establecida, en primer lugar, porque una serie de demandas sociales

part iculates se frustraron; si la particularidad de esas demandas des-

aparece tampoco hay fundarnenro para la equivalencia. Par 1 0 tanto,

ladiferencia continua operando denrro de la equivalencia, tanto como

su fundamento como en una relaci6n de tension con ella. Veamos un

ejernplo. En el curso de la Revolucion Francesa, y especialmente du-

rante el perfodo jacobino, el pueblo, como sabemos, constituyo una

construccion equivalencial , y la total idad de la dinarnica politica del

periodo seria ininteligible si no la entendierarnos en terrninos de la

tension existente entre la universalidad de la cadena equivalencial y la

particularidad de las demandas decada uno de sus eslabones. Consi-

deremos e l caso de las dernandas de los trabajadores en esa cadena. l2

Todo el periodo revolucionario esta marcado por la tension -entre

otras- entre las dernandas de los trabajadores y e l discurso equivalencial

de la dernocracia popular radical. Por un lado, las demandas de los

trabajadores, que pertenedan al campo revolucionario, se reflejaban

de manera contradictoria en e l discurso revolucionario oficial: este

no podia sirnplemente ignorarlas, 1 0 que condujo a un movirniento

zigzagueante de reconocimiento parcial y de represion parcial. Par

11 Ibid., cap. 8.

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J06 LACONSTRUCCION DEL PUEBLOEL PUEBLO YLAPRODUCCrON DISCURSN A DEL VACiO ]0 7

lJD. Guerin, L a f ut te d e c la ss es s o u> f a premiere Rfpublique (i793-1797), 2 vols.,

Paris, Callimard, 1946 [rrad, esp.: L a lu cha d e cla se s e n e l a po geo d e fa R ro olu cio n

Francesa , Madrid, Alianza, 1974].

necesarias para la construccion de 1 0 social. Lo social no es otra cosa

que el focus de esta tension insoluble. ~Que ocurre en ese caso con el

populismo? 5i finalmente no hay separacion posible entre las dos 16-

gicas, ~en que sentido seria especif ico del.populismo el hecho de pri-

vilegiar el memento equivalencial? Y especialmente, ~que significaria

"privilegiar" en este contexte? Consideremos cuidadosamente estacuestion. Lo que hemos dicho antes acerca de la total izaci6n, la hege-

monia y el significance vado nos brinda la clave para resolver este

enigma. Por un lado, tenemos que toda identidad social (es decir ,

discursiva) es constituida en e l punto de encuenrro de la diferencia y

laequivalencia, del mismo modo que las idenridades Iingulsricas cons-

t ituyen la sede de relaciones sintagmaticas de combinaci6n y de rela-

ciones paradigrnaticas de sustitucio n. Sin embargo, pOl' otro lado,

existe un desnivel esencial en 10 social ya que, como hemos visto, la

totalizaci6n requiere que un elemento diferencial asuma la represen-

taci6n de una totalidad imposible, Asl, una determinada identidadprocedente del campo total de las diferencias encarna esta funci6n

totalizadora. Esro -para responder a nuestra pregunta previa- es exac-

tamente 1 0 que significa privilegiar. Resucitando una antigua catego-

ria fenomenol6gica, podriamos afirrnar que esta funci6n consiste en

establecer elhorizonte de 1 0 social, el limite de 1 0 que es representable

dentro de el (ya hemos discutido la relaci6n entre l imite y total idad).

La diferencia entre una totalizaci6n populista y una institucionalista

debe buscarse en el nivel de estos significantes privilegiados,

hegem6nicos, que esrructuran, como puntos nodales, el conjunto de

la formaci6n discursiva. La diferencia y la equivalencia estan presen-res en ambos cases, pero un discurso institucionalisra es 'aquel que

intenta hacer coincidir los ifrnites de la formaci6n discursiva con los

limites de la comunidad. Por 1 0 tanto, el principio universal de la

"diferencialidad" se convertirfa en la equivalencia dominance dentro

de un espacio comunitario hornogeneo (pensemos, par ejernplo, en

ellema "una naci6n" de Disraeli). En eJcaso del populismo ocurre 10

opuesto: una Frontera de exclusion divide ala sociedad en des cam-

pos. EJ "pueblo", en ese caso, es algo menos que la totalidad de los

otro lado, tam bien pueden observarse algunas vacilaciones en las accio-

nes de los trabajadores. Mientras los sans-cuiottescontrolaron -mediante

Herbert y sus asociaciones-la Com una de Paris, hubo un reconoci-

miento politico de amplio alcance de las demandas sociales de los

trabajadores; pero luego de su derrocamienro en abril de 1794 y de la

clausura de las "sociedades populates" de los sans-culottes, tuvo lugar

la disoluci6n de las incipientes organizaciones de trabajadores. Mas

tarde, ese mismo afio, los movimientos de protesta de los trabajado-

res resurgieron como resultado de la publicaci6n de la ley del Maxi-

mo General, que estableda los nuevos Indices salariales en Pads, y

fueron un elemento importance en la caida de Robespierre, y luego

de la Comuna, cuyos concejales fueron llevados al sitio de la ejecu-

ci6n rodeados por una masa hostil de trabajadores que les gritaban

mientras pasaban: ';-Foutu maximum!". Pero luego, los nuevos gober-

nantes dejaron operar a las leyes del mercado, 1 0 cual condujo a una

rapida inflaci6n y al deterioro de los salarios. Esta vez, en medio de

una crisis de desempleo, la protesta social adopt6 la forma de los

rnotines alimentarios mas tradicionales. Lo que nos muestra esta com-

pleja historia es que la tension equivalencia/diferencia no se rornpio

en rea1idad en ningun momento durante el perfodo revolucionario.

Aquellos que conrrolaban el Estado no se rindieron a las demandas

de los trabajadores, pero tampoco pudieron ignorarlas; y los trabaja-

dores, por su parte, en ningun momento intentaron afirmar su auto-

nomia al punto de abandonar el campo revolucionario. En ningun

momenta se plante6, como nuevo capitulo, la iniciaci6n de una lu-

cha de clases independiente, como 1 0 SOStllVO Daniel Guerin en un

libro actualmenre desacreditado."

Ahora bien, ~d6nde nos deja todo esto? Lo que hemos demostrado

es que la equivalencia y la diferencia son finalmente incompatibles

entre si ; sin embargo, se necesitan la una a la otra como condiciones

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108 LA CONSTRUCCI6N DEL PUEBLO EL PUEBLO Y LAPRODUCCI6N DISCURSIVA DEL vxcio 109

miernbros de la comunidad: es un componente parcial que aspira,

sin embargo, a ser concebido como [a unica totalidad legitima. La

terminologia tradicional-que ha sido traducida allenguaje comun-

ya aclara esta diferencia: el pueblo puede ser concebido como populus

-el cuerpo de todos los ciudadanos-, 0 como plebs-los menos privi-

legiados-. Sin embargo, ni siquiera esta distincion capta aquello a 1 0

que estamos apuntando. Ya que la distincion podria facilmente ser

vista como una que es juridicarnente reconocida, en cuyo caso seria

simplernente una diferenciacion dentro de un espacio hornogeneo

que otorga una legitimidad universal a todas sus partes componentes

-es decir, la relacion entre sus dos terrninos no seria una relaci6n

antagonica-. A fin de concebir al "pueblo" del populismo necesita-

mos algo mas: necesitarnos una plebs que reclame ser el unico populus

legitimo -es decir, una parcialidad que qui era funcionar como la to-

talidad de la comunidad ("Todo el poder a los Soviets", 0 su equiva-

lente en otros discursos, seria un reclamo estrictamente populis ta)-.

En el caso de un discurso institucionalista, hemos visto que la dite-

rencial idad reclama ser concebida como el unico equivalente legit i-

mo: todas las diferencias son consideradas igualmente validas dentro

de una totalidad mas amplia. En el caso del populismo, esta simetrfa

se qu iebra: hay una parte que se identifica con el todo. De este modo,

como ya sabemos, va a tener lugar una exclusion radical dentro del

espacio cornunitar io. En el primer caso, el principia de diferencial i-

dad puede constituirse en la unica equivalencia dominante; en el se-

gundo caso, esto no es suficiente: el rechazo de un poder realmente

act ivo en la comunidad requiere la identificaci6n de todos los eslabo-

nes de la cadena popular con un principio de identidad que permita

la cristalizacion de las diferentes demandas en torno a un cornun

denominador -y este requiere, desde [uego, una e x pr e si on s im b o li ca

positiva-. Esta es la transici6n de 1 0 que hernos llamado demandas

democrd t icas a demandas populares. Las prirneras pueden ser incorpo-

radas a una formaci on hegemonica en expansion; las segundas repre-

sentan un desafio ala forrnacion hegernonica como tal. En Mexico,

durante el periodo de hegemonia del Part ido Revolucionario Inst itu-

cional ( P R J ) , 1 a jerga polit ica solia distinguir entre las demandas preci-

sas, que podian set absorbidas par el sistema de un modo trans jormis-

ta (para urilizar eI terrnino gramsciano), y 1 0 que era denominado el

paquete, es decir, un gran conjumo de dernandas simultaneas presen-

tad as como un todo unificado. Era solo can estas ultirnas que el n~gi-

men no estaba preparado para negociar -generalmente respondia a

e!las con una despiadada represiori-.

En este punto podemos volver, por un rnornento, a nuestra discu-

si6n sobre Freud. Su nocion de un grupo tal que, mediante [a organi-

zaci6n, hubiera asumido todas las funciones del individuo y hubiera

eliminado la necesidad de un lider se corresponde, casi punto por

punto, can una sociedad total mente gobernada pOl' 1 0 que hemos

denominado logica de la diferencia, Sabemos que una sociedad as! es

una imposibilidad y, como vimos antes, existen buenos fundamentos

para pensar que Freud tambien 1 0 percibi6 como un coricepto limite

y no como una alternativa realmente viable. Pero su antlpoda, un

grupo duradero cuyo unico law libidinal es el amor por el lider, es

igualmente irnposible, La dimension de particularidad diferencial que,

como hernos vista , continua operando bajo la relacion equivalencial

sehubiera desvanecido en un caso como esey la equivalencia hubiera

pasado a ser simple identidad, yen ese caso ya no habria grupo. Con-

sidero que Freud se apresura demasiado en pasar de apuntar al amor

por ellider como condici6n central para la consolidacion del vinculo

social, a la afirmaciori de que e J consti tuye el origen de ese vinculo.

Los unicos ejernplos que Freud puede proveer sabre grupos basados

tan solo en el amor hacia ellider se refieren a situaciones pasajeras,

como e J contagia de un acceso de histeria en un grupo de muchachas

porque una de ellas ha recibido una carta decepcionante de un aman-

.te; 0, en un segundo ejemplo, otro grupo de rnuchachas enamoradas

de un cantante 0 un pianista -yen estes casos Ia identificacion seria

solo una forma de veneer la envidia 0 los celos-. Pero en cuanto pasa-

rnos a cualquiera de los otros grupos que el analiza, esta explicacion

esclaramente insuficiente. Los soldados no ingresan al ejerci to a c au -

sa de su amor par el cornandante en jefe -por importante que ese

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110 LA CONSTRUCClON DEL PUEBLO EL PUEBLO Y LAPRODUCCl6N DlSCURSIVA DEL VACfO 111

amor se vuelva despues para consolidar la unidad del grupo-. Sin

embargo, si complementamos este analisis can las propias referencias

de Freud a una graduacion en el interior del yo, que ya hemos discu-

tido, nos encontramos con un cuadro muy diferente, que de heche

concuerda, en todos los aspectos sustanciales , con nuestro analis is de

la articulacion necesaria entre equivalencia y diferencia,Hemos avanzado un paso =solo uno- en nuestra aproximacion a

lanocion de populisrno. Hasta elmomenta, sabernos que elpopulismo

requiere la division dicorornica de la sociedad en dos ca~pos -uno

que se presenta a sf mismo como parte que reclama ser el todo-, que

esta dicotomia implica ladivision antagonica del campo social , y que

el campo popular presupone, como condicion de su constitucion, la

construccion de una identidad global a partir de la equivalencia de

una pluralidad de demandas sociales. Sin embargo, elsignificado exac-

to de esras conclusiones permanece necesariamente indeterminado

hasta tanto se establezca con mayor precision que es 1 0 que estainvolucrado en la construccion discursiva, tanto de una Frontera an-

tagonica como de esa articulaci6n particular de equivalencia y dife-

rencia que denominamos "identidad popular" .

ANTAGONISMO, DIFERENC1A Y REPRESENTAC16N

ceprual. Ocurre 1 0 mismo que con el dictum lacaniano, segun el cual

"[a relacion sexual no existe": esta afirmaci6n no significa, obviarnen-

te , que las personas no tienen relaciones sexuales; 1 0 que significa es

que las dos partes no pueden ser subsumidas bajo una formula unica

de sexuacion." Lo mismo ocurre can el antagonismo: el mornenro

estricto del corte -el momento antag6nico en cuanto tal- escapa alaaprehension conceptual. Veamos un simple ejemplo. Imaginemos

una explicaci6n historica que proceda de acuerdo con la siguiente

secuencia: (1) existe en el mercado mundial una expansion de la de-

manda que hace subir los precios del trigo; (2)' de esre modo, los

productores de trigo del pats X tienen un incentivo para incr mentar

la producci6n; (3) como resultado, comienzan a oeupar nuevas tie-

rras y para ello deben expropiar comunidades campesinas tradiciona-

les; (4) por 1 0 tanto, los campesinos no tienen otra alternativa que

resist ir esta expropiacion, etcetera. Existe una clara interrupcion en la

explicacio n: los primeros tres puntos sesiguen naturalmente uno delotro como parte de una secuencia objetiva; pero e l cuarto es de una

naturaleza completamente diferenre: esunllamado a nuestro sentido

comun 0a nuestro conocimiento de la "naturaleza humana" a afiadir

un eslabon en la secuencia que la explicaci6n objetiva es incapaz de

proveer. Tenemos un discurso que de hecho incorpora ese eslabon,

pero esa incorporaciori no tiene lugar a traves de la aprehension con-

ceptual.

No resulta dificil detecrar el significado de esa interrupcion con-

ceptual. Si fueramos cap aces de recoristituir la serie completa de even-

tos utilizando rnedios puramente conceptuales, el corte antag6nicono podrla ser constitutive. El memento confl ict ivo serfa la expresion

epifenornenica de un proceso subyacente totalmente racional, como

en la astucia de la razon de Hegel. Entre la forma en que la genre

"vive" sus relaciones anragonicas y el "verdadero significado" de estas

~Que es 1 0 que requiere nuestra noci6n de Frontera anragonica para

cumplir e l rol que le hernos asignado, a saber: concebir a la sociedad

como dos campos irreductibles estructurados alrededor de dos cade-nas equivalenciales incompatibles? Evidentemente, no podemos rno-

vernos de un campo a otro en terrninos de ninguna continuidad dife-

rencial;" Si a traves de la logica interna de un determinado campo

logriramos pasar al otro, estariamos enfrentados a una relacion dife-

rencial y el corte que separa ambos campos no seria verdaderamente

radical . La radicalidad del corte irnplica su irrepresentabilidad con-

14 Vease E. Ladau y Ch. Mouffe, l ip. cit., cap. 3,

I, Este argumento es desarrollado de rnanera convincence par Joan Copjee en

"Sex and the Euthanasia of Reason", en Read my Desire, Cambridge (ssuui-Loc-

dres, MIT Press. 1995, pp. 201-236.

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112 LA CONSTRUCCIDN DEL PUEBLO ELPUEBLO YLAPRO DUCCrON DISCURSJVADEL vxcro 11 3

ultirnas habria una brecha insalvable. Por este motive, la "contradic-

cion" en su senti do dialectico es totalmente incapaz de capturar 1 0

que esta en juego en un antagonismo social. B puede ser =dialectica-

mente-la negaci6n de A, pero s610 puedo moverme hacia B median-

te el desarrollo de algo que ya estaba contenido, desde su mismocomienzo, en A. Y cuando A y B son Aufbehoben en C, podemos

ver aun mas clararnente que la coritradiccion es parte de una se-

cuencia dialectica que es cornpletamente determinable por medios

conceptuales. Si el antagonismo es, por el contrario, estrtctarnente

consti tut ive, la fuerza anragonica muestra una exterioridad que pue-

de ser , cier tamente, vencida, pero que no puede ser dialect icarnente

recuperada.

Tal vez podrfa argurnentarse que esto ocurre solo pOl'que hemos iden-

tificado Iaobjetividad can aquello que esconceptualrnente aprehensible

en un todo coherente, mientras que otras nociones de un terreno obje-

tivo unificado -por ejernplo, las distincicnes semiologicas- no estan

expuesras al misrno tipo de critica, Las diferencias de Saussure, por

ejernplo, no presuponen conexiones logicas entre el ias. Esto es cier to,

pero es irrelevante para la cuesti6n que estamos planteando. No esta-

mos cuestionando la universalidad del terreno lOgico, sino de la obj ri-

vidad como tal . Las diferencias saussureanas aun presuponen un espa-

cio continuo dentro del eual son constituidas como tales. La noci6n de

un antagonismo consti tutive, de una Frontera radical requiere, por el

contrario, un espacio f racturado. Debemos analizar las diferentes di-

mensiones de esra fractura y sus consecueneias para el surgimiento de

identidades populates.

Discutiremos aqui tan solo las dimensiones inherentes ala fractu-

ra como tal, y dejaremos para la proxima seccion la cuestion relativa

ala construcci6n discursiva del "pueblo". Volvamos ahara a nuestro

escenario inicial: la frustracion de una serie de demandas sociales hace

posible el pasaje de las dernandas dernocraticas aisladas a las deman-

das populares equivalenciales. Una primera dimension de la fractura

es que, en su ralz, se da la experiencia de una foLta, una brecha que ha

surgido en Ia continuidad arrnoniosa de 10social . Hay una plenirud

de la comunidad que esta ausenre, Esto es decisive: la construccion

del "pueblo" va a ser el intento de dar un nombre a esa plenitud

ausente. Sin esta ruptura inicial de algo en el orden social -por mas

pequefia que esa ruptura haya sido inicialmente-, no hay posibi lidad

de antagonismo, de Frontera 0, en ultima instancia, de "pueblo". Sinembargo, esta experiencia inicial no es solo una experiencia de falta.

La falta, como hemos visto, esta vinculada a una demanda no satiste-

cha" Pero esto implica introducir en el cuadro la instancia que no

ha satisfecho la demanda. Una demanda siernpre esta dirigida a al-

guien. POl' 10cual nos enfrentamos desde el comienzo con una divi-

sion dicotomica entre demandas sociales insatisfechas, por un lado, y

un poder insensible a ellas, par el otro. Aqui cornenzamos a com-

prender por que la pLebs se percibe a sf misma como el populus, la

parte como el todo: como la plenitud de la comunidad es precisa-

mente el reverso imaginario de una situacion vivida como s e r de fi -ciente, aquellos responsables de esta situacion no pueden ser una par-

te Iegfrima de la comunidad; la brecha con ellos es insalvable.

Esto nos conduce a nuestra segunda dimension. Como hemos vis-

ta, el pasaje de las demandas dernocrat icas a las populares presupone

una plural idad de posiciones subjet ivas: las demandas surgen, aisla-

das al comienzo, en diferentes puntos del tej ido social , y la transici6n

hacia una subjetividad popular consiste en el establecimienco de un

vinculo equivalencial entre ellas. Sin embargo, estas luchas populares

nos enfrentan con un nuevo problema, que no afrontamos al rratar

con demandas dernocraricas precisas. El signif icado de estas ult irnas

esta dado en gran medida por sus posiciones diferenciales dentro del

marco simbolico de la sociedad, y 5610 su frustraci6n las presenta

bajo una nueva luz, Pero si hay una gran cantidad de demandas socia-

les no satisfechas, ese mismo marco sirnboiico comienza a

desintegrarse. En ese caso, sin embargo, las demandas populares es-

16 Seamos claros: s6lo estamos hablando de una posit iuacion de la falra, que es

posible porquE esci basada en una fal ra mas pr imar ia, que p recede cualqu ier r ipo de

subjetivaci6n.

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11 4 LACONSTRUCCION DEL PUEBLOELPUEBLO YlAPRODUCCION DISCURSIVADEL vxcro 115

ran cada vez menos sostenidas por un marco diferencial preexistence:

deben, en gran medida, construir uno nuevo. Y por la misma raz6n,

la identidad del enemigo tambien depende cada vez mas de un pro-

ceso de construccion politi ca. Puedo estar relativarnente seguro de

quien esel enemigo cuando, en luchas limitadas, estoy luchando contra

el concejo municipal, las autoridades sanirarias 0 las auroridades uni-versitarias. Pero una lucha popular implica la equivalencia entre to-

das esas luchas parciales, yen ese caso el enemigo global a ser identi-

ficado pasa a ser mucho menos evidente. La consecuencia es que la

frontera pollt ica interna se volvera mucho menos determinada, y que

las equivalencias que intervienen en esa determinacion pueden ope-

rar en muchas direcciones diferentes.

Las verdaderas dimensiones de esta indeterrninacion pueden en-

tenderse mejor sitornarnos en cuenta la siguiente consideracion. Como

hernos visto, ningun contenido particular tiene inscripto, en su espe-

cificidad 6ntica, su significado en elsene de una formaci6n discursiva,todo depende del. sistema de articulaciories diferenciales y

equivalenciales dentro del cual esta situado, Un significante como

"trabajadores", por ejemplo, puede, en ciertas configuraciones

discursivas, agotarse en un significado parricularista, sectorial, mien-

rras que en otros discursos -el peronista seria un ejemplo- puede

convertirse en la denominaci6n p a r e x ce ll en c e del "pueblo". Lo que

debe destacarse es que esta movilidad tambien irnplica otra posibi li -

dad que tiene una irnportancia central para entender el modo como

operan las variaciones populis tas. Sabemos, par nuestro analis is pre-

vio, que el populismo sup one la divisi6n del escenario social en doscampos. Esta division presupone (como veremos con mayor detalle

mas adelante) la presencia de algunos significantes privilegiados que

condensan en torno de S 1 mismos la significaci6n de todo un campo

antag6nico (el "regimen", la "oligarquia", los "grupos dorninantes",

1 . 1 " bl" I" .,,, 1 " "1tcetera, para e enellllgo; e puc 0, a nacion , a mayona SI en-

ciosa", etcetera, para los oprirnidos -cuiles de estos signif icantes van

a adquirir ese rol articulador va a depender, obviarnente, de una his-

toria contextual-). En este proceso de condensaci6n debemos dife-

renciar, sin embargo, dos aspectos: el rol onto16gico de la construe-

ci6n discursiva de la divisi6n social, y el contenido ontico que, en

cierras circunstancias, juega ese rol. El puma importante es que, a

cierta altura, el contenido ontico puede agotar su capacidad para ju-

gar tal rol, en tanto que permanece, sin embargo, la necesidad del rol

como tal, y que -dada la indeterminaci6n de la relacion entre COnte-

nido ontico y funcion onto16gica- la funci6n puede ser desernperia-

da par significances de signa politico completamente opuesto. Esta

es la razon por la cua] entre el populismo de izquierda yel de derecha

existe una nebulosa tierra de nadie que puede ser cruzada -y ha side

cruzada- en rnuchas direcciones.

Veamos un ejemplo. Tradicionalmente ha habido en Francia un

voro de protesta de izquierda, principalmente encauzado a craves del

Partido Comunista. Este cumplfa 1 0 que Georges Lavau ha denorni-

nado una "funcion tribunicia", 17 ser la voz de los excluidos del siste-

ma. Se daba asl, daramente, el intenro de crear un "p eup le d e g au che ' ~basado en la construcci6n de una Frontera politica. Con el colapso

del comunismo y la formaci6n de un es tab l i shmen t de centro en el

cual el Partido Socialista y sus asociados eran poco diferentes de los

gaullis tas, la division entre izquierda y derecha se desdibuj6 cada vez

mas. Sin embargo, la necesidad de un veto radical de protesta perrna-

neci6, y como los significantes de la izquierda habian abandonado el

campo de la division social , este campo fue ocupado por significantes

de la derecha. La necesidad ontologica de expresar Ia divisi6n social

fue mas fuerte que su adhesi6n 6ntica a un discurso de izquierda.

Esto se tradujo en un movimienro considerable de quienes fueranvotantes comunisras hacia e 1 Frente Nacional . En palabras de Merryy Surel:

En el caso del Frente Nacional Frances, muchos trabajos han intentado

rnosrrar que la rranslerencia de votos a favor del partido de la extrema

derecha ha seguido logicas profundamente atipicas. Asi, las nociones de

17 Vcase George Lavau, A qua i s e r t I ep , f , Pads, Fayard, 1981.

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116 LA CONSTRUCCI6N DEL PUEBLOE1,PUEBLOYLAPRODUCCI6N DISCURSIVADEL VAClo 117

"lepenisrno de izqu ierda" (gaucho-lepenisme) y "Iepenismo, obrero."

touor iero-lepeni smet se derivan de comprobar que una proporclOn cons i-

derable de los votes del Frenre Nacional provienen de vorantes que "per-

tenecieron" an tes a l e1ecto rado de la izqu ierda clasica, especialmenre del

Partido Cornunista."

eorporeidad que de otra manera no tendda: deja de ser una ocurrencia

fugaz, transitoria, y se convierte en parte de 1 0 que Gramsci denomin6

una "guerra de posicion", esdecir, un conjunto discursivo-institucional

que asegura su superviveneia en ellargo plazo. Por otro lado, el "pue-

blo" (la cadena equivalencial) posee sus propias leyes estrategicas de

movimiento, y nada garantiza gue estas ultimas no conduzcan a sacri-

ficar, a al menos comprometer sustancialmente, los contenidos impli-

cados en algunas de las demandas dernocraticas particulates. Esta posi-

bil idad es aun mas real porgue cada una de estas demandas esta ligada

a las otras 5 6 1 0 a traves de la cadena equivalencial, la eual resulta de una

eonstrueei6n discursiva contingente y no de una convergeneia impues-

ta a priori. Las demandas democrat icas son, en sus relaciones mutuas,

como los puercoespines de Schopenhauer a los que serefiere Freud:" si

estrin dernasiado alejados, sienren fr io; si se acercan demasiado con el

fin de calentarse, se last iman con sus puas, Sin embargo, no essolo eso:

el terreno dentro del cual t iene lugar esta inc6moda alternancia entre

frio y calor -es decir, el "pueblo"- no es simplemente un terreno neu-

tral que actua como una camara de compensaci6n para las demand as

individuales, ya que en la mayoria de los casos se torna una hipostasis

que comienza a tenet demandas propias. Volveremos luego a algunas

de las posibles variaciones politicas de este juego inconcluso -e inter-

minable- de articulaciones diferenciales yequivalenciales. No obstan-

te, nos referiremos ahara s610a una de ellas, que constituye una posibi-

l idad real aunque extrema, porgue implica la disoluci6n del pueblo: a

saber, la absorcion de cada una de las demandas individuales, como

diferencial idad pura, dentro del sistema dominante -can su resultado

concomitance, que es la disolucion de sus vinculos equivalenciales con

otras demandas-. As!, e] destine del populismo esta ligado estricta-

mente al destino de la Frontera polltica: si esta ultima desaparece, el

"pueblo" como actor hist6rico se desintegra.

Vamos a tomar como ejernplo el analisis de la desintegraci6n del

cartismo britanico real izado por Gareth Stedman Jones en un trabajo

Pienso que el actual resurgimiento del populismo de derecha en El~-

ropa occidental puede explicarse en gran medida si~uiendo lineas S1-

rnilares." Dado que nos estamos refiriendo al populismo, hemos pre-

sentado esta asimetria entre la funci6n ontologica y su satisfacci6n

6ntica en relaci6n con los discursos de cambia radical , pero tambien

puede hallarse en otras configuraciones discursiva~. Como he ~rgu-

mentado en otro trabajo,20 cuando la gente se enlrenta a una situa-

ci6n de anomia radical, la necesidad de a lg u na c la se de orden se vuel-

ve mas importante que el orden ontico que perrnita superarla. El

universo hobbesiano constituye laversion extrema de este vado: como

la sociedad se enfrenta a una si tuaci6n de desorden total (el estado de

naturaleza), cualquier cosa que haga el Leviatan es legit ima -sin im-

portar su contenido+, siernpre que el orden sea su resultad~:

Existe una ultima dimension importante en la construccion de las

fronteras pollticas que requiere nuestra atenci6n. Tiene que ver con la .

tension que hernos detectado entre la diferencia y la equivalencia den-

tro de un complejo de demandas que se han vuelto "populates" a traves

de Sli articulacion. Para cualquier dernanda dernocratica, su inscrip-

cion dentro de una cadena equivalencial constituye un arma de doble

fila. Por un lado, esa inscripci6n sin duda otorga a la dernanda una

'" Y . Merry eY. Surd, Pa r l e p eu pl e, p ou r fa p eu pl e. L e p op tt li sm e e t l es dfmocnuies,

Paris, Fayard, 2000, p. 230. Los autores se refieren a las inveSt~.gacioncs de N~nna

Mayer t L e s Franrais q u i votent FN , Paris, Flammanon, 1999). En 1988, el61 V a de

l os rr abajado res vot aron por Mitt er rand en la p rimera vuel ra y el 70% en l a segunda,

luego en 1997, cl 30% VOIO por Le Pen, contra e118% tres afios ames.. ..

19 Vease Ch. Mouffe, "The end of politics and the challenge of rignt-wing

popul ism" , en F. Pan izza (comp.), en p rensa.

,{ I En "Why do empty s ign it ler s . .. " , op . c it .21 En G r ou p P s yc ho lo g y, o p . c it ., p. 101.

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118 LACONSTROCCrON DEL PUEBLO EL PUEBLO Y LA PRODUCCrON DISCURSIVA DEiL vxcro 119

Si fue posible socializar la tierra, liquidar la deuda nacional, y abolir el

control del monopolio de banqueros sobre las reservas de dinero, ello se

debi6 a que todas esras formas de propiedad compart fan Jacaracrerist ica

cornun de no ser producto deJ t rabajo . Fue por esta razon que e1 rasgo mas

fuerternenre resaltado de la clase dirigenre fue SLl ociosidad y parasitismo."

sicion era en primer lugar moral y politica, y las lineas divisorias po-

dian rrazarse mas dentro de las clases que entre ellas.'?" Los temas

dominantes en la den uncia del enemigo fueron la consolidaci6n del

poder de los terratenientes a traves de una secuencia historica cuyas

etapas fueron la ocupacion norrnanda, la perdida del derecho de su-

fragio durante la epoca medieval, la disolucion de los monasterios y

los cercamientos del siglo XVlII; el aumento de la deuda naciorial du-

rante las guerras francesas y eI retorno al g o ld s ta n d ar d despues de

elias , etcetera. Aunque despues de 1832 hubo, como sefiala Stedman

Jones, una creciente identificaciori del "pueblo" con las clases trabaja-

doras y tambien una extension de la nocion de "antigua corrupcion"

a los mismos capital is tas, elcaracter poli tico y moral de la den uncia y

las esperanzas de recuperar a las clases medias nunca se abandonaron.

Existieron en esta saga dos momentos cruciales para la cuestion teo-

rica que esramos considerando. El primero fue la ola de reformas admi-

nistrativas centralizadoras que tuvo lugar en la decada de 1830, En un

breve periodo de tiernpo hubo una sucesi6n de medidas que rornpie-

ron todas las estructuras de poder local heredadas del siglo ),_'V[[!, Esta

centralizacion autori taria se enfrento a una violenta reaccion, y e l dis-

curso anriestatista del cartisrno aparentememe hubiera sido ideal para

galvanizar y amalgamar la protesta social. Sin embargo, esto no ocu-

rrio. Elmotivo es que la fractura en el campo popular despues de 1832

se volvio insalvable. Las clases medias prefirieron buscar alternativas

dentro del marco institucional existente antes que arriesgar una alianza

con fuerzas que percibian como una amenaza creciente."

pionero ya c1asico,22Su punto de partida es una crltica a la version

dorninanre del cartismo como movimiento social, que habda respon-

dido a las dislocaciones resultantes de la Revolucion Industrial. Segun

Stedman Jones, 1 0 que esta imagen del cartisrno no toma en cuenta es

su discurso (lenguaje, utilizando sus palabras) especifico, que 1 0 situa

dentro de la principal corriente del radical ismo bri tanico. Esta tradi-cion, que tiene sus rakes en laoposici6n tory en el siglo XVl][ ala oligar-

quia whig, experimento un giro hacia e l radicalismo politico en la epo-

ca de la Revolucion Francesa y las guerras napoleonicas. Su lei tmotiv

dominante consist io en situar los males de lasociedad no en algo inhe-

rente al sistema economico, sino, al contrario, en el abuso de poder de

los grupos parasitarios y especulativos que detentaban el control del

poder politico, "vieja corrupcion", en palabras de Cobbet,

Como este era el discurso dominance que dividia ala sociedad en dos

campos, las demandas de los trabajadores solo podian ser un eslabon

mas en la cadena equivalencial, aunque la secuencia de evenros les

dada una importancia creciente, De toda maneras, 1 0 que es caracte-

ristico de ese discurso es que no constitula un discurso sectorial de la

clase rrabajadora, sino un discurso popula r dirigido, en principio, a

todos los productores contra los" ociosos". "La distincion no era prin-

cipalmente entre las clases dirigentes y las clases explotadas en un

sentido econornico, sino mas bien entre los beneficiarios y las victi-

mas de la corrupcion y elmonopolio del poder politico. La yuxtapo-

22 G. Stedman Jones, "Rethinking Chartism", en L an gu ag es a fC la ss . S tu di es i n

W o rl ew g C la ss H is to ry / 83 2- 19 02 , Cambridge (Inglarerra), Cambridge University

Press, 1983 [trad. esp,: L e ng u a je J d e c l as e ,Madrid, Siglu XXI, 1989].

»uu. p. 157.

24 Ibid., p. 169.

25 "No haola ninguna necesidad de que eldescoritenro de la clase media tomara

una forma cartista, Gena porcion de la op inion de clase media cxpreso su disenso

respecro de la polfrica docrrinaria de los whigs en la decada de 1830 vorando a los

conservadores en Ia elcccion de 1841, Pero el ternor y disgusto por eI extrernisrno del

gobierno fue coritrarrestado par una iriquierud con respecto al caracrer amenazador

y potencialmente insurreccional del descontento cartisra. Por 1 0 tanto, cl elecrorado

voro por un gob ierno fuert e que p rornet ia mantener y proreger las inscituciones

existenres" uu«, p. 176).

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120 LACONSTRUCCION DEL PUEIlLOELPUEBLO YLAPRODUCcrON DISCURSIVA DELVACfo 121

Si la re tor ica car rista era idea lrnente adecuada para organ izar la oposic ion a

las medidas whig de 1830, por la misma razon estaba mal preparada paramodificar su posicion en respuesca alcaracrer diferente de la actividad estatal

de la decada de 1840. La critica carrista alEstado y a laopresion de clase que

este habla engendrado era una crftica totalizadora. No seadecuaba a la discri-

minacion entre una rnedida legislariva y otra, ya que esto hubiera significado

conceder que no todas las medidas apl iradas por e l Estado tenlan proposiros

de claseobviamente malignos y que las reformas beneficiosas podian ser apro-

badas por una legislatura egolsta en un sistema no reformado."

Podemos percibir, a partir de esta ultima cita, donde se encuentra el

patron de desintegraci6n del "pueblo". No s610 en el hecho de que 1 0

poli tico (la instancia del Estado) dejo de desernpefiar su rol totaliza-

dor como personificaci6n discursiva del enemigo, sino tambien en el

hecho de que ninguna otra instancia podia desernpefiar el mismo rol.

La crisis popular fue algo mas que un simple fracaso del Estado parafuncionar como eje que mantenia unido un sistema de dominaci6n.

Fue mas bien una crisis en la capacidad del "pueblo" para totalizar, ya

fuera la identidad del enemigo 0 su propia identidad "global". La

creciente separacion entre la econornia y [a intervenciori estatal no

era en s i rnisma un obstaculo insalvable para la construcci6n de una

frontera polfrica y un pueblo: era 5610 cuestion de otorgar rnenos

peso a los "OCiOS05"y a los "especuladores" y mas a los capitalistas

como tales ~una transicion que el discurso cartisra de todos modos ya

habia comenzadc--. Sin embargo, esto hubiera presupuesto que la

situaciori estructural del "pueblo" dentro de la oposiciori nosotros/ellos hubiera sobrevivido a la progresiva sustitucion de sus conteni-

dos concretos. Y esto esexactamente 10que no ocurrio, Como hemos

sefialado, la brecha entre las clases medias y los trabajadores sevolvio

mas profunda, varias medidas estatales lograron satisfacer demandas

sociales individuales, y =esto es central- esta ruptura de los lazos

equivalenciales tuvo repercusiones de largo plazo en la identidad de

la misma clase obrera. Este es elverdadero significado de la transicion

hacia d liberalismo del periodo medic victoriano: la politica sevolvio

men os una cuesti6n de confroritacion entre dos bloques antagonicos

y mas una cuestion de negociaci6n de demandas diferenciales dentrode un Estado social en expansion. Cuando las organizaciones de la

clase obrera resurgieron con los sindicatos modernos, descubrieron

que sus demandas especi f icas podrian progresar mas ventajosamente

mediante la negociaci6n con el Estado que a traves de una confronta-

ci6n directa con d. Esto, por supuesto, no excluyo momentos de

explosiones violentas, pero aun asi no podlan ocultar su caracter sec-

torial. Y aunque la construcci6n de una hegemonla burguesa en la

segunda mitad del siglo XIX. constituyo cualquier cosa menos un pro-

Sin embargo, 10 que ocurri6 luego fue aun mas revelador. La po-

l lt ica estatal de confrontaci6n de la decada de 1830 fue interrumpida

en la decada siguiente. Por un lado, hubo unalegislaci6nde tipo mas

humano ocup indose de temas tales como la vivienda, la salud y la

educacion: por el otro, hubo un creciente reconocimiento de que el

poder poli tico no deberla interfer ir en el funcionamientoefectivo delas fuerzas de mercado. Esto socavo las dos bases del discurso polit ico

cartista. Los acto res sociales deb fan ahora discriminar entre un tipo

de medida legislativa y otra. Esto significa, en nuesrros terrninos, que

habia cada vez menos una confrontaci6n con un enemigo global, en

tanto las demandas aisladas fenian mas posibilidad de prosperar en

sus negociaciones con un poder que ya no era inequfvocamente anta-

gonico. Sabemos exactamente 10que esto significa: el relajamiento de

los lazos equivalenciales y la disgregaci6n de las demandas populates

en una plural idad de demandas democniticas. Pero ocurrio algo mas:

la oposicion entre los productores y los parasites, que habfa side elfundamento del discurso equivalencial cartista, perdi6 sentido una

vez que el Estado relajo su control sobre la economfa =de una. manera

no completamente diferente de la que habian defendido los cartistas~

y ya no podia ser presentado como la fuente de todos los males eco-

nornicos. Aqui tenemos, como ha serialado Stedman Jones, el co-

mienzo de esa separacion entre Estado y econornia que se convert irfa

en la marca caracteristica delliberalismo del periodo medic victoriano.

2(, Ibid, p. 177.

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122 LA CONSTRUCCIQN DEL PUEBLO ELPUEBLO YLAPRODUCC1QN DISCURSIVA DEL vxcro [ 2 3

ceso pacffico, el desarrollo de largo plazo es inequfvoco: la primada

de la Iogica de la diferencia par sabre las rupturas equivalenciales,

L A ESTRUCTURACTQN [NTERNA DEL "PUEBLO"

propiedad impropia con el principia exclusive de lacomunidad e identi-

f ica su nombre -el nombre de la rnasa indistinta de los hombres sin nin-

guna posicion- con eI nombre mismo de la comunidad. [Ell pueblo se

apropia de la cualidad cornun como si leperteneciera. La que apona a la

comunidad es, estricramente hablando, el litigio."

Hemos explicado dos de las dimensiones sine qua non del populismo:

el vinculo equivalencial y la necesidad de una Frontera interna (de he-

cho, arnbas estan estr ictamente correlacionadas), Lo que debemos ex-

plicar ahora esel precipitado en elque consiste larelacion equivalencial:

la identidad popular como tal. Antes dijimos que las relaciones

equivalenciales no irian mas alla de un vago sentimiento de solidaridad

si no cristalizaran en una cierta idemidad discursiva que ya no repre-

senta demandas dernocraticas como equivalentes sino ellazo equivalencial

como tal. Es solo ese momento de crisralizacion el que consrituye al

"pueblo" del populismo. La que era simplemente una mediacion entredernandas adquiere ahora una consistencia propia. Aunque ellazo esta-

ba originalmente subordinado a las demandas, ahara reacciona sobre

ellas y, mediante una inversion de la relacion, comienza a comportarse

como su fundamento. Sin esta operacion de inversion no habria

populismo. (Es alga similar a 1 0 que describe Marx en H capital como

la transici6n de la forma general . del valor a la forma de dinero.)

Explorernos ahora los diferentes mementos de esta construccion

del "pueblo" como cristalizacion de una cadena de equivalencias en la

cualla instancia cristalizadora pesa, en su autonornia, tanto como la

cadena infraestructural de demandas que hizo posible su surgimien-to. Un buen punto de partida podria ser nuestra referencia previa a

una brecha en la conrinuidad del espacio cornunitario resulranre de

que la plebs se presenta a sf misma como la totalidad del populus. Esta

asimetria esencial que hallamos en la rafz de la accion popular tam-

bien es destacada por Jacques Ranciere, en terrninos sirni lares:

Sin embargo, ,que significa esta aspiracion de una parcialidad a ser

concebida como la total idad social? ~D6nde descansa su posibil idad

ontologies? Para que la totalidad tenga el estatus de una aspiracion,

debe diferenciarse a sf misma, para comenzar, del conjunto de relacio-

nes sociales factualmente dado. Ya sabemos por que esto es asl: porque

el momenta de ruptura antagonica es irreductible. No puede ser con-

ducido a una positividad mas profunda que 1 0 t ransformaria en la ex-

presion epiienomenica de algo diferente de S 1 mismo. Esto significa

que ninguna total idad insti tucional puede inscribir en sfmisma, como

momentos positives, al conjunto de demandas sociales. Es par esto

que las demandas insatisfechas, no inscribibles, tendrlan, como hernos

visto, un ser def icien te . A I mismo tiernpo, sin embargo, la plenitud del

ser comunitar io est i presente para el las como aquello que esta ausente;

como aquello que, bajo el orden social posit ive existente, debe perma-

necer insatisfecho. Por 1 0 tanto, el populus como 1 0 dado -como el

conjunto de relaciones sociales tal como ellas factual mente son- se

revela a sfmisrno como una faIsa total idad, como una parcialidad que

es Fuente de opresi6n. Por otro lado, la plebs, cuyas demandas parciales

se inscriben en elhorizonte de una total idad plena -una sociedad justa

que solo existe idealmente~ puede aspirar a constituir un popu lu sves-

daderamente universal que es negado par la si tuaciori realmente exis-

tente. Es a causa de que estas dos visiones del populus son estrictarnente

inconrnensurables, que una cierta particularidad, la plebs, puede iden-

tificarse con el populus concebido como toralidad ideal.

~Que implica esta identificacioni Ya hemos descripto como opera

la transicion de las demandas individuales a las populares =es decir, a

EI d emo s se atribuye a sfmismo como parte la igualdad que percenece a

todos los ciudadanos. Al bacerlo, esta parte que no es una identifies su27 Jacques Rancierc, Di,.agreement, Politic: an d Ph il o so p hy , Minneapolis, University

of Minnesota Press, 1999, pp. 8-9.

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124 LA CONSTRUCCION DEL PUEBLO EL PUEBLO YLA PRODUCCrON DISCURSrVA DEL VACfO 125

rraves de la construccion de vinculos equivalenciales-. Ahora debe-

mos explicar como esta plural idad de vinculos se torna una singulari-

dad a traves de su condensacion alrededor de una identidad popular.

<Cuaies son, en primer lugar, las marerias primas que intervienen en

ese praceso de condensaci6n? Obviamenre, 5610las demandas indivi-

duales en su particularismo. Pero si se va a establecer entre ellas unvinculo equivalencial, entonces debe encontrarse algLL11ipo de deno-

minador comun que encarne la totalidad de la serie. Como este de-

nominador cormin debe provenir de la misma serie, solo puede ser

una demanda individual que, pOl'una serie de razones circunstanciales,

adquiere cierta centralidad. Esta es la operaciori hegernonica que ya

describimos. No hay hegemonia sin la construccion de una identi-

dad popular a partir de una pluralidad de demandas dernocraticas,

Por 1 0 tanto, vamos a situar la identidad popular dentro del. complejo

relacional que explica las condiciones tanto de su surgimiento como

de su disoluciori.Exisren dos aspectos en la consti tucion de las identidades popula-

res que son irnportantes para nosotros. En primer lugar, la demanda

que cristaliza la identidad popular esta internamente dividida: por

un lado, es una demanda particular; por el otro, su propia particula-

ridad comienza a signif icar algo muy diferente de S 1 misma: la cadena

total de demandas equivalenciales. Aunque continua siendo una de-

manda part icular, pasa a ser tarnbien el significante de una universa-

lidad mas amplia que aquella. (Durante un tiernpo breve despues de

1989, por ejemplo, el "rnercado" signific6, en Europa del Este, rnu-

cho mas que un orden puramente econornico: abarcaba, a traves devinculos equivalenciales, contenidos tales como el fin del gobierno

burocratico, las liberrades civiles, ponerse a la altura de Occidente,

etcetera.) Pero esta significacion mas universal esnecesariamente trans-

rnitida a los otros eslabones de la cadena, que de esta manera se divi-

den tarnbien entre el particularisrno de sus propias demandas y la

significaci6n popular dada por su inscripcion dentro de la cadena.

Aqui se produce una tension: cuanto mas debil es una demanda, mas

depende para su rormulacion de su inscripcion popular; inversamen-

te, cuanto mas autonorna se vuelve discursiva e inst itucionalmente,

mas tenue sera su dependencia de una articulacion equivalencial. La

ruptura de esta dependencia puede conducir, como hemos visto en el

caso del cartismo, a una desintegracion casi completa del campo po-

pular-equivalencial,

En segundo lugar, nuestro argumento debe adecuarse en este pun-to a 1 0 que hemos dicho antes acerca de la produccion de "significantes

vacios". Cualquier identidad popular requiere ser eondensada, como

sabemos, en torno a algunos signif icantes (palabras, imageries) que se

refieren a la cadena equivalencial como totalidad. Cuanto mas exten-

dida es la cadena, menos ligados van a estar estes significantes a sus

dernandas particulares originales. Es decir , la hincion de representar

la "universalidad" relativa de la cadena va a prevaleeer sobre la de

expresar el reclamo particular qLIeconsti tuye el material que sostiene

esa funcion, En otras palabras: [a identidad popular se vuelve cad a

vez mas plena desde un punta de vista extensiuo, ya que representauna cadena siempre mayor de demandas; pero se vuelve intensiva-

mente mas pobre, porque debe despojarse de contenidos particulares

a fin de abarcar demandas sociales que son totalmenre heterogeneas

entre S 1. Esto es:una identidad popular funciona como un significan-

te tendencialmente vado.

Sin embargo, 1 0 que reviste crucial importancia es no confundir

vacuidadcon abstraccidn, es decir, no concebir al cornun denomina-

dar expresado por el sfmbolo popular como un rasgo positive com-

partido en ultima instancia por todos los eslabones de la cadena. Si

esro ultimo fuera asi, no habrlamos trascendido la logica de la dife-rencia. Estariamos tratando con una diferencia abstracta, que sin

embargo perteneceria a1orden diferencial y serla, como tal , concep-

tualmente aprehensible. Pero en una relacion equivalencial, las de-

mandas no comparten nada positive, solo el heche de que todas ellas

permanecen insatisfechas, Por 1 0 tanto, existe una negatividad espe-

cifica inherente al lazo equiva1encial.

~Como se introduce este momenta de negatividad en la coristi-

tucion de una identidad popular? Regresemos por un momento al

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126 LA CONSTRuccrON DEL PUEBLO ELPUEBLO YLil. PRODUCCrON DISCURSIVA DEL VACtO 127

punto que hemos discutido antes: en una situacion de desorden

radical, la demanda es por algun tipo de orden, y el orden social

concreto que va a satistacer ese reclamo es una consideraci6n secun-

daria (lo mismo puede decirse de terrninos sirnilares como "justi-

cia", "igualdad", "libertad", etcetera). Seria una perdida de tiempo

intentar dar una definicion posit iva de "orden", 0"justicia" -es decir,asignarles un contenido conceptual, por minimo que fuera-. EI rol

sernantico de esros terrninos no es expresar algun contenido positi-

vo, sino, como hem os visto, funcionar como denominaciones de

una plenitud que esta consti tut ivamente ausente. Es porque no existe

ninguna situacion humana en la cual no ocurra algun tipo de injus-

ticia, que "justicia", como terrnino, tiene sentido. En tanto nornbra

una plenitud indiferenciada no riene ningun contenido conceptual

en absoluto: no constituye un terrnino abstracto sino, en el sentido

mas estricto, vacio. Una discusi6n sobre la cuestion de si una socie-

dad justa sed. provista por un orden fascista 0socialista no procedecomo una deducci6n l6gica a partir de un concepto de "justicia"

aceptado por ambas partes, sino mediante una investidura radical

cuyos pasos discursivos no son conexiories logico-conceptuales, sino

atributivo-pertorrnativas. Si me reflew a un conjunto de agravios

sociales , ala injusricia general , y atribuyo su causa ala" oligarquia",

por ejernplo, estoy efectuando dos operaciones interrelacioriadas:

por un lado, estoy constituyendo al pueblo al encontrar la identi-

dad cormin de un coojunto de reclamos sociales en su oposicion a

la oligarquia; por el otro, el enemigo deja de ser puramente circuns-

tancial y adquiere dimensiones mas globales. Es por esto que unacadena equivalencial debe ser expresada mediante la catexia de un

elemento singular: porque no estamos tratando con una operacion

conceptual de encontrar un rasgo cornun abstracto subyacente en

todos los agravios sociales, sino con una operaciori performativa

que constituye la cadena como tal. Es como el proceso de coriden-

sacion en los suefios: una imagen no expresa su pro pia paniculari-

dad, sino una pluralidad de corrientes muy disimiles del pensamiento

inconsciente que hallan su expresion en esa unica imagen. Es bien

conocido como util izaba Althusser" esta nocion de condensaci6n

para analizar la Revolucion Rusa: todos los antagonismos de 1 a 50-

ciedad rusa se condensaban en una unidad ruptural alrededor de las

demandas de "pan, paz y tierra". El momento de vacuidad es deci-

sivo aquf: sin terminos vados como "just icia", "l ibertad", etcetera,

invest idos dentro de las tres dernandas, esras hubieran perrnaneci-

do cerradas dentro de su particularisrno; pero a causa del caracter

radical de esta investidura, algo de la vacuidad de la "justicia" y la

"libertad" fue transmitida a las demandas, que se convirtieron en-

tonces en los nombres de una universalidad que trasciende sus con-

tenidos particulares reales. Sin embargo, el part icularisrno no se eli-

mina: como en todas las formaciones hegemonicas, las identidades

populates constituyen siempre los puntos de tensi6n/negociaci6n

entre universalidad y particularidad. A esta altura deberfa estar cla-

ro por que estamos habIando de "vacuidad" y no de "abstraccion":

paz, pan y tierra no son el cornun denominador conceptual de todas

las demandas sociales rusas en 1917. Como en todos los procesos

de sobredeterminacion, agravios que no ternan nada que ver con

esas tres demandas se expresaban, sin embargo, a craves de ellas.

Podemos ahora analizar dos aspectos del populismo a los cuales se

refiere frecuentemente la literatura sabre el tema, pero sobre los cua-

les, como ya hemos visto, no sehan ofrecido explicaciones satisfacto-

rias. El primero tiene que ver con la denorninada "imprecision" y "va-

guedad" de los simbolos populistas . Este generalmente ha sido -como

seve claramente por lo s auto res cuyos trabajos hemos citado- el paso

precedents a su desest imacion, Sin embargo, si la cuestion se abordadesde la perspectiva que hemos esbozado, referida a la produccion

social de significantes vados, las conclusiones son totalmente dife-

rentes. El caracrer vacio de los signif icances que dan unidad 0 cohe-

rencia al campo popular no esresultado de ningun sub desarrol lo ideo-

28 Louis Althusser, "Contradiction and ovcrdcrcrmination", en Fo r M a r x, Lon-

d res, Penguin Books, 1969, pp. 49-86 [trad. esp.: "Conrrad.ccion y sobredererrni-

nacion", en La reuolucum teorica de Marx, Mexico, Siglo XXI, 1967].

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128 L.ACONSTRUCCrGN DEL PUEBLO

logico 0 politico; sirnplemenre expresa el hecho de que toda unifica-

cion populista tiene lugaren un terreno social radicalmente hetero-

geneo. Esta heterogeneidad no tiende, a partir de su propio caracter

diferencial, a confluir alrededor de una unidad que resultarla de su

mero desarrollo interno, pOl' 10 que cualquier tipo de unidad va a

proceder de una inscripcion, y la superficie de esta inscripcion (los

sfrnbolos populares) sera irreduccible a los contenidos que estan

inscriptos en ella. Los sfrnbolos populares son, sin duda, la expresion

de las dernandas dernocrat icas que ellos reunen: pero el medio expre-

sivo no puede ser reducido a 10 que el expresa: no es un media t ran spa-

rente. Volvamos a nuestro ejernplo anterior: af irmar que la oligarquia

esresponsable de la frustracion de demandas sociales no esafirrnar algo

que puede ser cornprendido a partir de las rnisrnas demandas sociales ,

sino que es provisto desde fuera de estas demandas sociales por un

discurso en el cual pueden ser inscriptas. Este discurso, por supuesto,

va a incremental ' la eficacia y coherencia de las luchas que se derivan de

d. Pero cuanto mas heterogeneas sean esas demandas sociales, e l dis-

curso que lesprovee una superficie de inscripcion va a ser menos capaz

de apelar al marco diferencial cornun de una situacion local concreta.

Como ya mencionarnos, en una lucha local, puedo estar relativamente

segura tanto de la naturaleza de mis demandas como de la fuerza con-

tra la cual estoy luchando. Pero cuando estoy intentando constiruir

una identidad popular mas amplia y un enemigo mas global mediante

la articulacion de demandas sectoriales , la identidad tanto de las fuer-

zas populates como del enemigo sevuelve mas difici l de determinar . Es

aqui donde necesariarnente surge el memento de la vacuidad, que si-

gue al establecimiento de los vinculos equivalenciales. Ergo, hay "va-

guedad" e "imprecision", pem que no resultan de ningun ripo de situa-

cion marginal 0 prirnit iva, ya que se inscriben en la naturaleza misma

de la politica. 5 1 se necesita una prueba, pensemos en el estallido de

rnovilizaciones populistas que tienen lugar periodicarnente en e I cora-

zori de sociedades altamente desarrolladas.

Un segundo problema no completamente resuelto en la lireratura

sobre populismo riene que ver con la centralidad del lider. ~Como

EL . PUEBLO Yu.. PRODUCCrGN DISCURSIVA DEL VACCO 129

e.x,pJ~,carla?Los dos tipos mas usuales de explicacion son la "suges-

non -una categoria tornada de los teoricos de la psicologia de las

masas- y la "rnanipulacion" -0, can bastante frecuencia, una cornbi-

nacion de ambas (una cornbinacion que no presenta mayores proble-

mas ya .que.~ada una se transforma facilmente en la otra)-. Este tipo

de expllcacJOI1 es, desde nuestro punto de vista, inuril, ya que aun si

aceprararnos el argumento reference a la "rnanipulacion", 10 un1CO

que s~ explicarta serla la intenci6n subjet iva del lfder, pero seguirta-

mos sm saber por que la rnanipulacion es exitosa, es decir , no sabrla-

mos nada ace rca del tipo de relaci6n al que se aplica la etiqueta de

"rnanipulacion". Par tanto, siguiendo nuestro rnetodo, varnos a adop-

tar un enfoque estructural y a preguntarnos S1no existe algo en el

vinculo equivalencial que ya preanuncia aspectos clave de la funcion

del liderazgo. Ya sabemos que cuanto mas extendido es el lazo

equivalencial, mas vado sera el signif icante que unifica la cadena (es

decir, el particularisrno especifico del simbolo 0 la identidad popular

va a estar mas subordinado a la funci6n "universal" de significaci6n

de la cadena como totalidad). Pero tam bien sabemos algo mas: que

los simbolos 0 identidades populates, en tanto son una superficie de

inscripciori, no expresan pasivamen te 1 0 que esta inscripto en ella, sino

que, de heche, constituyen 10 que expresan a rraves del proceso rnis-

mo de su expresion. En otras palabras: la posicion del sujeto popular

no expresa simplemente una unidad de demandas constituidas fuera

y antes de S 1 mismo, sino que es el memento decisive en el estableci-

rniento de esa unidad. Es por eso que dijimos que ese elernento uni-

ficador no es un medio neutral 0 transparence. 5i 10 fuera, cualquiera

que fuese la unidad que tuviera la formacion discursiva/hegemonica,

ella hubiera precedido almomenta de nombrarla (esdecir, el nombre

seria Ul~ asunto de total indiferencia) . Pero si -dada la hererogenei-

dad radical de los vinculos que intervienen en la cadena equivalencial-

la unica Fuente de su articulacion coherente es la cadena Como tal, y si

la cadena s610 existe en tanto uno de sus vinculos juega un rol de

condensacion de rodos los otros, en ese caso la unidad de la forma-

cion discursiva es transfer ida desde el orden conceptual (logica de la

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130 l.A CONSTRUCCrON DEL PUEBLO

diferencia) hacia e l orden nominal. Esto, obviarnente, ocurre con mas

frecuencia en aquellas siruaciones en las cuales se produce una rllptu-

fa 0 una rerirada de la logica diferenciall insti tucional. En esos cases,

el nornbre se convierte en e l fundamento de la cosa. Un conjunto de

elementos heterogeneos mantenidos equivalencialmenre unidos solo

mediante un nombre es, sin embargo, necesariarnente una singufari-

dad . Una sociedad, cuanto menos se mantiene unida por mecanis-

mos diferenciales inmanentes, mas depende, para su coherencia, de

este momento trascendente, singular. Pero la forma extrema de sin-

gularidad es una individualidad. De esta manera casi imperceptible,

la logica de la equivalencia conduce ala singularidad, y esta ala iden-

tificacion de la unidad del grupo con el nornbre dellider. Estamos,

hasta cierto punto, en una situacion comparable a la del soberano de

Hobbes: en principio no hay ninguna razon por la cualun cuerpo

colectivo no pueda desernpefiar las funciones del Leviadn; pero su

misma pluralidad rnuestra que esta refi ido con la naturaleza indivisi-

ble de la soberania. POf 10 que e l unico soberano natural, segun

Hobbes, 5610podria ser un individuo. La diferencia entre esa situa-

cion y la que estamos discutiendo es que Hobbes esta hablando de un

gobierno efectivo, rnientras que nosotros estamos hablando de lacons-

tituci6n de una totalidad significante, y esta no conduce mecanica-

mente a aquel. El rol de Nelson Mandela como sfmbolo de la naci6n

fue compatible con un amplio pluralismo dentro de su movimiento.

Sin embargo, la unificacion sirnbolica del grupo en torno a una indi-

vidualidad -yaqui estarnos de acuerdo con Freud- es inherenre ala

forrnacion de un pueblo.

La oposicion entre el "nornbrar" y la "determinacion conceptual"

se ha introducido sigilosamente, casi subrepticiamente, en nuestro

argumento. Es esta oposicion 1a que debemos aclarar ahora, ya que

varias cuestiones de gran importancia para nuestro terna dependen

de ella.