la vida autosuficiente - vol.2 - revivir con la naturaleza - alain saury

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Construir su propia casa, hacerse el pan, dar a luz la madre a su hijo: he ahí gestos esenciales olvidados por una humanidad caída. Guarecerse es una necesidad vital para todos los animales. Quien tiene su madriguera, su guarida, su nido, su antro... o su dormitorio a una altura de veinte pisos. Pues está claro que hay que poder reposar con toda tranquilidad y abrigo y hay que dejar que los pequeños se hagan mayores. En el caso del hombre, se añaden las posibilidades de la reflexión y de la creatividad artística o artesanal. Casi seguro que los árboles fueron los primeros abrigos naturales donde debimosaprender poco a poco a utilizar todos los materiales que nos sirvieron para construir un habitat cada vez más funcional. «Estos árboles —como diceMaeterlinck—, que dan al paseante el modelo de todos los grandes movimientos de resistencia necesaria, de coraje apacible, de expansión, de gravedad, de victoriasilenciosa y de perseverancia.» Después llegaron las cavernas: determinadas rocas ya horadadas por la erosión de las aguas podían ampliarse fácilmente. Después la vivienda hecha con carretales. A las ideas de cosecha, de cultivo y luego de caza, se añadirían las de pesca y llegarían las construcciones sobre estacas a la orilla de lagos llenos de peces.De la casa aislada hasta el caserío y la aldea, nuestras moradas conservaron durante siglos un carácter amable donde fue posible vivir en contacto con la naturaleza y el ritmo de las estaciones, mucho más capaces de invitar a la reflexión que los conocimientos puramente librescos. El gran libro de la Naturaleza se ha vuelto ilegible para la mayoría de la humanidad, apilada en las ciudades monstruosas,podrida como las manzanas, según la expresión de Mirabeau.Que podamos hallar de nuevo este gozo primordial de crear nuestra propia vivienda con nuestras propias manos, utilizando los materiales no transformadosde una tierra que también nos nutre.

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Page 1: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

LA VIDA AUTOSUEOENTE

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Alain Saury

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Page 2: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

LA VIDA AUTOSUFI

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BLUME SA

EDITORIAL BLUME Milanesat, 21-23. 08017 Barcelona

Page 3: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

Título original: Le manuel de la vie sauvage Traducción: A. Martínez

Edición: Isidro Sánchez Director de producción: Ramón Sureda

Primera edición, 1987 © 1981 Editions Dangles, St. Jean de Braye, Francia © 1987 Editorial Blume, S. A., Barcelona

ISBN: 84-7031-576-5 (obra completa) ISBN: 84-7031-578-1 (tomo II) Depósito legal: B-903-87 Impreso en España por T. G. Soler, Esplugues de Llobregat

Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproduc­ción total o parcial de este libro por cualquier medio mecáni­co, fotomecánico o electrónico, sin la debida autorización por escrito del editor.

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contenido

volumen 2

habitar

*-l:

El habitat natural

Construcciones de tipo rústico 1. Herramientas básicas para la construcción.... 2. Trazar un plan y hacer una maqueta 3. Derribo 4. Amarre 5. Espigas y mortajas 6. Clavijas y machihembrado 7. Varillas fileteadas 8. Diferentes familias de construcciones rústicas.

a) Ensamblaje de tres varas en triángulo b) Ensamblaje en pirámide de tres troncos reuni­

dos en su extremo por un nudo de trípode . c) Ensamblaje de rectángulos con espigas . . . . d) Ensamblaje en rectángulos triangulados . . . e) Ensamblaje de ramas flexibles

9. Construcciones con materiales recuperados . . .

Tipos de viviendas sencillas 1. El iglú o la cabana esquimal

a) Técnica b) Modelo funcional de iglú c) Pokake d) Abrigo natural e) Iglú en tierra

2. El tipi a) Estructura b) Montaje

3. La casa arbórea 4. Cabana mongol 5. La cabana gala 6. Escondrijo en terreno inclinado ". Una gruta profunda y su disposición >. Dos tiendas individuales 9 La cúpula

I1. Vanos

258

258 259 260 260 260 261 261 262 262 262

262 263 263 264 264

265 265 265 266 266 266 266 266 266 267 267 268 268 269 269 270 270 271

9-3: Técnicas y materiales contemporáneos 273 1. Herramientas de albañil 273 2. Argamasas 274

a) Yeso 274 b) Cemento y cal hidráulica 274 c) Mortero 274

3. Materiales de mampostería 274 a) Carretales 274 b) Ladrillos 274 c) Bloques celulares o perpiaños 275

4. Hormigón 275 a) Proporciones y dosificaciones 275 b) Amasado a mano 275 c) Amasado con la hormigonera 275 d) Encofrado de un muro de hormigón 275

5. Hormigonera sin motor 276 6. Construcción de fundamentos 276 7. Encofrado de la base de un pilar 277 8. Revestimiento del suelo 277

a) Tierra de adobe 277 b) Cemento 277

9. Tipos de armazones primitivos 277 a) Refugio nómada anglosajón 277 b) Vivienda circular de tierra con pilares 277 c) Casa con estructura de varas (Japón) 277 d) Estructura de varas para .tejado de bálago . 278 e) Estructura primera de ranuras (Inglaterra) . 278 f) Casa polaca fechada en 700 años a.J.C. . . . 278

10. Tipos de techumbres 278 a) Bálago 278 b) Tejas 278

11. Simples construcciones de tierra 279 a) El adobe 279 b) Bloques compactos 279 c) Tapial 279 d) Entramado 279 e) Tapiado de adobe 279

Violencia y squatting 281 Bibliografía 282

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contenido

fabricar

Fuegos artificiales 284

10-1: Vestirse 285 1. Costura 285

a) Materiales 285 b) Punto de hilván 285 c) Punto hacia atrás 285 d) Pespunte 285 e) Dobladillos 285 f) Punto escapulario 285 g) Ojales 286 h) Punto de festón 286 i) Remiendo 286 j) Punto de cruz 286

2. El punto 287 a) Materiales 287 b) Montaje de los puntos 287 c) Puntos básicos 288 d) Otros puntos 289 e) Los aumentos 289 0 Los menguados 289 g) El orillo 289 h) Terminar el trabajo 290

3. El ganchillo 290 a) Cadeneta 290 b) Punto bajo 290 c) Aumentos 291 d) Menguados 291 e) Orillos 291 f) El ganchillo con los dedos 291

4. El tejido 292 a) El telar 292 b) Construcción de un telar al aire libre - 292 c) Un modelo sencillo de telar 292 d) La urdidura 293 e) Fijación de hebras al primer enjullo 293 0 El peine 293 g) Las viaderas 293 h) Montaje del peine y de las viaderas 293 i) Fijación de hebras al segundo enjullo 293 j) El tejido 293

5. La lana 294 a) Estudio de la lana del cordero 294 b) El esquileo 294 c) Selección de la lana 294 d) Lavado de lana 294 e) Desengrasado 295 f) Blanqueo 295 g) Cardado 295 h) Hilado 295

6. Otras fibras de origen animal y vegetal 296 7. Tratamiento del lino y del cáñamo 296

a) Enriado 296 b) Agramado 296

8. La seda y el gusano de seda 296 9. Los tintes vegetales 297

a) Recolección de las plantas 297 b) Secado de las plantas 297 c) Preparación de las plantas para el tinte . . . . 297 d) ¿Qué se puede teñir con tintes vegetales? .. 297 e) Diferentes fases del proceso del tinte vegetal 297 f) Teñido específico de la lana 298 g) Calendario de colores y plantas 298

10. Vestidos sencillos v sanos 298

a) La toga 299 b) El sari 299 c) El sarong 299 d) El pareo 299 e) El taparrabo 299 0 La túnica 299 g) La chilaba 299

10-2: La alfarería 301 1. Definición 301 2. Formación y composición de las arcillas 301 3. Preparación de la arcilla 301 4. Elaboración 302

a) Técnica de la espiral 302 b) Torneado 302 c) Pulido 303 d) Elaboración con losetas 303 e) Moldeado 303 0 Secado 303

5. Esmaltado 304 a) Vasijas comunes, loza 304 b) Gres y porcelana 304 c) Principales materias primas que entran en la

composición de los esmaltes 304 d) Los colorantes 305 e) Aplicación del esmalte 305 0 Fórmulas básicas de esmalte 305

6. Cocción y hornos 305 a) Cocción sin horno 305 b) Hornos antiguos de tiro ascendente 306 c) Hornos orientales 306 d) Horno-zanja de leña 307 e) Pequeño horno rudimentario 307

7. Combustibles 307 8. Control de la temperatura 307 9. Múltiples aplicaciones de la cerámica 308

10-3: Otras artesanías 308 1. Macramé 308

a) Materiales 309 b) Preparación de los hilos para el macramé.. 309 c) Montaje de los hilos 309 d) Principales nudos 309 e) Acabado 310 0 Una hamaca de macramé 310

2. Cestería 311 a) Materiales 311 b) Herramientas del cestero 311 c) La cesta 311

3. Curtido 312 a) Curtido sobre piel fresca 312 b) Curtido sobre piel seca 312 c) Otro método a base de tanino 312

4. El vidrio 313 a) Historia y composición .- 313 b) Utensilios y fabricación a la antigua 313 c) Enfriamiento 313 d) Herramientas de soplador 313 e) La vidriera 314

5. Labra de piedras 314 a) Herramientas 314 b) Materiales 314 c) Trabajar la piedra 315

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contenido _~: Carpin lena

\>err¿¿c ce! tronco

i Maderas blandas r Macierai juras . Maueras exóticas ;- Maderas normalizadas y aglomeradas r< Productos de protección Instrumentos de carpintero a Instrumentos de trazado b ¡ Instrumentos básicos :i Cepillos di Sierras e) Berbiquíes fi Formones y gubias Afilado de herramientas a) Formones y cepillos bl Plana c) Sierras d) Triscado Ensambladuras a) Construcción de espigas y mortajas b) Ensambladura de cola de milano c) Ensambladura en machihembrado d) Ensambladura con espigas y mortajas obli­cuas Para colocar las herramientas a) Herramental b) Armario para herramientas Banco de carpintero Fabricación de dos cosas útiles a) El tonel b) La escala

10-5: Trabajo del metal.

El herrero Herramientas El yunque Fragua rural Carbón Instalación de la fragua . La fragua y el fuego Fuego y hierro La fundición Acero

10-6: Construcción de otros objetos. 1. La cama

317 317 317 318 318 318 318 318 318 318 318 318 318 319 319 320 320 320 320 321 321 322 322 323 324 325

326 326 326 326 326 328 328 328

329 329 329 331 331 332 332 332 332 332 332

335 335

El papel 335 La vela 335 a) Materiales 335 b) Remojo 336 Lámpara de aceite 336 Los cristales de la ventana 336 La escoba y el cepillo 336 Los zuecos 337 Agujas y botones 337 Agua caliente y manga de riego 337 Almáciga 337 La cuerda de cardo 337 Los W.C. biológicos 337 Una ducha rústica 338 Las aguas y su evacuación 338 Nudos 33? a) As de guía 338 b) Nudo llano 338 c) Nudo de escota doble 339 d) Nudo doble o lasca 339 e) Nudo de amarre simple 339 0 Nudo de rappel doble 339 g) Nudo de escalera 339 h) Nudos de amarre para un puente del mono 340 i) Nudo de amarre doble 340 Un motor eólico con una vieja bicicleta 340 Una pequeña central eléctrica 342 Barreras 342 a) Seto vivo 342 b) Muro de piedras secas 342 c) Cercado 343 d) Barrera 343 e) Portón de cierre 3~43 El aceite y su extracción 343 Resinación 343 Una carreta tirada por un solo animal 344 Instrumentos de música 345 a) Vasos musicales 345 b) Castañuelas 343 c) Triángulos 345 d) Platillos 345 e) Shakers indios 345 Chalecos salvavidas 345 a) Materiales 345 b) Confección 345 Gafas de corteza de abedul 346 Polipasto 346 Betún 346 Trenzas 346

Bibliografía 349

16. 17.

19. 20. 21. 22.

23.

24. 25. 26. 27.

replantar Panteísmo 352

11-1: Agricultura biológica 353

1. El suelo y el cultivo biológico 353 2. El compost 353

a) Composición 353 b) Impregnación 353 c) Disposición 353

d) Función 353 e) Últimos datos 353 Otros fertilizantes naturales 354 a) Estiércol 354 b) Purín 354 c) Turba 354 d) Arena calcárea (maérl) y lithothamnion... . 354 Malas hierbas 354

Page 7: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

contenido 5. Gusanos de tierra 354 6. Herramientas básicas del buen jardinero 355 7. Arado 356

a) Descripción 356 b) Maniobra 356 c) Arado no reversible 356 c) Arado reversible 356

8. Plano tipo de una huerta familiar 357 9. Camas y cajoneras 358

a) Definiciones 358 b) Construcción de una cama 358 c) Construcción de una cajonera 358 d) Instalación 358

10. El invernadero 358 a) Invernadero con calefacción 358 b) Invernadero sin calefacción 359 c) Ejemplos de cultivo en invernadero 359

11. La siembra 359 a) Principios generales 359 b) Riego 359 c) Trasplante 360 d) Bina y escarda 360

12. Asociaciones hortícolas favorables o desfavo­rables 360

13. Rotación de cultivos 360 a) Necesidad de la rotación 360 b) Ejemplos de rotación 361 c) Cultivos intercalados 361

14. Cultivo del trigo 361 a) Tierras 361 b) Sementera 361 c) Mantenimiento 361 d) Cosecha 361

15. Cultivo de la remolacha 361

11-2:

a) La planta 361 b) Preparación de la tierra 361 c) Recolección 361

Repoblación forestal 363 1. Utilidad de los setos 363

a) El viento 363 b) Sus efectos 363

2. Mejora de los setos ya existentes 363 a) Grandes árboles 363 b) Árboles desmochados 363 c) Setos bajos 363 d) Monte tallar y monte joven 363

3. Replantación de setos 364 a) ¿Dónde replantarlos? 364 b) Elección de especies 364 c) Precauciones que hay que tomar 364 d) ¿Qué y cuándo hay que plantar? 364

4. Cuidado y mantenimiento de los setos 364 5. Repoblación 365

a) Un medio sano 365 b) Dónde hay que repoblar 365 c) Trabajos preliminares 365 d) Selección de especies para plantar 366 e) Tamaño de las plantas 367 0 Manipulación de las plantas 367 g) Conservación de los plantones 367 h) ¿Cuánto plantar? 367 i) ¿Cómo poner los plantones? 367 j) Sembrar o plantar 367

6. Injertos y esquejes 367 ANEXO: Construir una charca 368 Bibliografía 368

¡m asistir y salvar

12-1:

El buen samaritano

Principales accidentes 1. Heridas

a) Heridas leves b) Heridas graves c) Heridas especiales

2. Quemaduras a) Quemadura por un producto químico b) Quemadura térmica

3. Congelaciones 4. Hemorragias

a) Curas de urgencia b) Puntos de compresión c) Torniquete d) Hemorragia interna

5. Esguinces y luxaciones 6. Fracturas 7. Asfixia

a) Intoxicación por óxido de carbono . . . b) Electrocución c) Ventilación atificial d) Masaje cardíaco

8. Mordeduras de serpientes

370

371 371 371 371 371 371 371 371 372 372 372 372 372 373 373 374 375 375 375 375 376 377

9. Picaduras de animales e insectos 377 10. Sección accidental de un miembro 377 11. Envenenamientos 377 12. Pérdidas de conciencia 378

a) En la mayoría de los casos, no se para la res­piración 378

b) Si la pérdida de conocimiento es total 378 13. Parto imprevisto 378 14. Blenorragia 379 15. La obligación jurídica de prestar socorro 379 ANEXO: Láminas anatómicas 379

12-2: Auxilios 389 1. La camilla y el transporte de heridos 389 2. Transporte a brazos de heridos 390

a) Un solo portador 390 b) Dos portadores 391

3. Inyecciones 392 a) Inyección subcutánea 392 b) Inyección intramuscular 392 c) Inyección intravenosa 392

4. Botiquín de urgencia 392 5. La col, medicina del pobre 393

a) Indicaciones para uso interno 393

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Page 8: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

contenido bi Empleo 393 ci La hoja de col. Uso externo 393 Incendios en casa 394 a i Cuatro grupos 394 ': * Intervención 394 Fuego en el bosque 394 a i Diversos tipos 394

b) Prevención y extinción 395 8. Salvar del ahogamiento 395 9. Hundimiento 395

10. Accidentes, enfermedades, azar y medicinas dulces 395

Las doce leyes cósmicas 397 Bibliografía 398

v*1 nutrirse sutilmente

13-1: Abstinencia y sensibilidad 401 1. Nuestras necesidades 401 2. Armonía, vitalidad y ayuno 401 3. Hibernación, recepción y emisión 402 4. Efecto y causa de la sabiduría 403 5. La única cuestión: «Ser o no ser» 403 6. Nuestros sentidos debilitados y amenazados .. 404

a) El tacto 404 b) El olfato 404 c) El gusto ^ 404 d) La vista 404 e) El oído 404 f) Sentido de la palabra 404 g) El sentido del pensamiento 404 h) El sentido de la vida 404 i) El sentido del movimiento 404 j) El sentido del equilibrio 404 k) El sentido del calor 404 1) El sentido del yo de los demás 404

13-2: El aire 405 1. Definición 405 2. Respiración profunda 406

a) Definición 406 b) Un despertar agradable 406 c) Explicaciones preliminares 406 d) Movimientos preparatorios 406 e) Primer ejercicio 406 f) Segundo ejercicio 407 g) Tercer ejercicio 407 h) Cuarto ejercicio 407 i) Quinto ejercicio 408 j) La postura del cadáver 408 k) La postura de la humildad 408

3. La vibración sonora 410 a) Sonido, timbre y ruidos 410 b) El oído, la palabra y el canto 410 c) Las vocalizaciones y el canto 414 d) El canto gregoriano 414

4. La plegaria en voz alta — 415

5. Los olores

13-3: La luz 1. Definición

a) La radiación solar b) Las radiaciones invisibles c) Variaciones en la radiación solar

2. Efectos generales a) Sobre las bacterias b) Sobre los vegetales c) Sobre los animales

3. La exposición al sol y el hombre a) Vitamina D b) Otras indicaciones helioterapéuticas c) Insolación, energía y radiovitalidad

4. Formas, volúmenes y colores 5. La oscuridad, el reposo, el sueño y la muerte .

13-4: La creatividad 1. El poeta y el artista 2. Creación y vocación 3. Las necesidades creadoras

13-5: El amor 1. Las dos mitades de la naranja 2. Eros, lo temporal 3. La concepción 4. La gestación 5. Eugenesia prenatal

a) Constitución carbónica b) Constitución fosfórica c) Constitución fluórica

6. El parto sin dolor 7. El nacimiento sin violencia 8. Lactancia 9. La educación

10. Agapé, la eternidad a) Cantar de los cantares de Salomón b) Cántico espiritual de san Juan de la Cruz..

Bibliografía

416

419 419 419 419 419 419 419 419 419 420 420 420 420 420 425

427 427 427 428

429 429 430 432 432 432 432 432 432 433 434 434 434 435 435 435 437

%

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V

El habitat natural

9-1: Construcciones de tipo rústico

Herramientas básicas para la construcción - Trazar un plan y hacer una maqueta - Derribo - Amarre - Espigas y mortajas - Clavijas y machihembrado - Varillas fileteadas - Diferentes familias de construcciones rústicas -Construcciones con materiales recuperados.

9-2: Tipos de viviendas sencillas El iglú o la cabana esquimal - Eltipi - La casa arbórea - Cabana mongol - La cabana gala - Escondrijo en terreno inclinado - Una gruta profunda y su disposición - Dos tiendas individuales - La cúpula - Varios.

9-3: Técnicas y materiales contemporáneos

Herramientas de albañil - Argamasas - Materiales de manipostería - Hormigón - Hormigonera sin motor - Cons­trucción de fundamentos - Encofrado de la base de un pilar - Revestimientos del suelo - Tipos de armazones primiti­vos - Tipos de techumbres - Simples construcciones de tierra.

Violencia y squatting

Bibliografía

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El habitat natural

Construir su propia casa, hacerse el pan, dar a luz la madre a su hijo: he ahí gestos esenciales olvidados por una humanidad caída. Guarecerse es una nece­sidad vital para todos los animales. Quien tiene su madriguera, su guarida, su ni­do, su antro... o su dormitorio a una altura de veinte pisos. Pues está claro que hay que poder reposar con toda tranquilidad y abrigo y hay que dejar que los pe­queños se hagan mayores. En el caso del hombre, se añaden las posibilidades de la reflexión y de la creatividad artística o artesanal.

Casi seguro que los árboles fueron los primeros abrigos naturales donde de­bimos aprender poco a poco a utilizar todos los materiales que nos sirvieron para construir un habitat cada vez más funcional. «Estos árboles —como dice Maeterlinck—, que dan al paseante el modelo de todos los grandes movimientos de resistencia necesaria, de coraje apacible, de expansión, de gravedad, de victoria silenciosa y de perseverancia.» Después llegaron las cavernas: determinadas rocas ya horadadas por la erosión de las aguas podían ampliarse fácilmente. Después la vivienda hecha con carretales. A las ideas de cosecha, de cultivo y luego de caza, se añadirían las de pesca y llegarían las construcciones sobre estacas a la orilla de lagos llenos de peces.

De la casa aislada hasta el caserío y la aldea, nuestras moradas conservaron durante siglos un carácter amable donde fue posible vivir en contacto con la natu­raleza y el ritmo de las estaciones, mucho más capaces de invitar a la reflexión que los conocimientos puramente librescos. El gran libro de la Naturaleza se ha vuelto ilegible para la mayoría de la humanidad, apilada en las ciudades monstruosas, podrida como las manzanas, según la expresión de Mirabeau.

Que podamos hallar de nuevo este gozo primordial de crear nuestra propia vivienda con nuestras propias manos, utilizando los materiales no transformados de una tierra que también nos nutre.

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A. » ' * •

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Construcciones de tipo rústico

1. Herramientas básicas para la construcción

1 - sierra de podar 2 - podadera 3 - lima 4 - sierra para metal 5 - escofina 6 - serrucho 7 - llave de tubo (para los taladros) 8 - taladros 9 - sierra para leños

10 - martillo de carpintero 11 - escoplo

12 - berbiquí 13 - plana 14 - alicates universales 15 - tijeras 16 - destornillador 17 - punzón 18 - sacabocados múltiple 19 - sacabocados

20 - berbiquí 21 - rastrillo 22 - llave inglesa 23 - cincel tridente 24 - lezna 25 - mazo 26 - barrena 27 - cuchillo

259

Page 12: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

habitar 28 - pala de zapador 29 - hacha 30 - lápiz de carpintero 31 - doble metro y un buen número de cuerdas de un dedo de grosor.

2. Trazar un plan y hacer una maqueta

Para construir correctamente el objeto que se desea hacer, es absolutamente necesario trazar un plan a una escala sufi­cientemente grande que permita anotar con claridad los de­talles (10 cm por 1 m). Se puede proseguir este primer trabajo con la realización de una pequeña maqueta hecha con mate­riales bien simples (balso, ramitas, bramante, cartón, cola, chinchetas...).

3. Derribo Las varas rectas son un material fundamental para la cons­

trucción. Podemos procurárnoslas en cualquier bosquecillo; aprovechar las ramas bajas de los árboles grandes o las de los troncos caídos.

Se sierran y luego se derraman de arriba abajo.

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CORTAR LOS ARBUSTOS CON LA SIERRA, LO MÁS

fev BAJO POSIBLE

RECTIFICAR LOS ZOQUETES CON LA SIERRA

ZOQUETE SIN RECTIFICAR

ZOQUETE IGUALADO

DESRAMAR DE ABAJO ARRIBA

Para el derribo y el aserrado de troncos de árbol, véase el apartado 3-2 del capítulo Calentarse.

4. Amarre Es la ligadura que se hace con cuerdas en torno a dos varas

yuxtapuestas; este procedimiento reemplaza con ventaja el cla­vado o el atornillado. Se desgastan antes las varas (en senti­do plano) para que no giren.

N.B.: con este sistema se pueden construir cabanas real­mente sólidas.

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COMENZAR POR UN NUDO DE BARQUERO 0 BALLESTRINQUE

260

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construcciones de tipo rústico

VUELTAS NO DEBEN SUPERPONERSE

PASAR LUEGO LA CUERDA POR SOBRE LA VARA HORIZONTAL Y POR DEBAJO, DE LA VARA , VERTICAL..

i 0-'£ HACER TRES VUELTAS ASI, TIRANDO FUERTE, Y TERMINANDO CON OTRO NUDO DE BARQUERO...

Una aplicación práctica de amarre: la mesa de «Robín de los bosques» (Scouts de Francia).

CANDIL

REDONDEAR LUEGO LA ESPIGA DEBE LOS ÁNGULOS CON SER LIGERAMENTE LA PLANA CÓNICA; EN CUELLO

DE BOTELLA

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* APLANAR EL BORDE ANTES DE INTRODUCIR LA ESPIGA EN LA MORTAJA (AGUJERO CON LA BARRENA DE 24)

CON «ESPIGAS Y MORTAJAS»: EN EL CAMPO LO PRIMERO ES LA MESA PORTAHERRAMIENTAS

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SOPC="S =i = i - - - « ^

5. Espigas y mortajas Se corta el extremo de una de las estacas en punta para que

sirva de espiga y pueda ajustarse a un hueco practicado en la otra estaca. Para consolidar la fijación de la espiga y la mor­taja, clavar una cuña. Emplear como herramientas: taladros, barrenas grandes, hachuela, plana, escofina.

DIBUJAR CON EL LÁPIZ LA SECCIÓNCIRCULAR CORRESPONDIENTE A LA MORTAJ,"

SE LLEGA A UNA SECCIÓN CIRCULAR

ESCUADRAR CON LA HACHUELA

6. Clavijas y machihembrado Se cortan las clavijas del corazón de una rama de al menos

2 cm de diámetro. Servirán para fijar las varas juntadas en ángulo recto, previamente cortadas en machihembrado. He­rramientas que se requieren: lápiz de carpintero, sierra an­cha para madera, maza, taladros, barrenas, serrucho.

MARCAR CON EL LÁPIZ DE CARPINTERO

261

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habitar DOS SEÑALES

DE SIERRA

ENREJADO

PERFORAR CON EL TALADRO Y COLOCAR UNA CLAVIJA

MACHIHEMBRADO

Armazón de una mesa (Scouts)

7. Varillas fileteadas

Es otro método de fijación de varas que puede usarse cuan­do éstas tienen cierto diámetro (5 cm). Presentan la ventaja de que pueden desmontarse con mucha facilidad. Las vari­llas fileteadas se venden en la actualidad por metros en los establecimientos de ferretería, y la dimensión requerida para el uso que nosotros hacemos de ellas es del orden de los 4 mm. Se las coloca en las varas entalladas planas, empleando las siguientes herramientas: llave inglea de rosca, sierra para me­tales, lima para metales, taladro o berbiquí.

ENSAMBLAJE CON VARILLA FILETEADA

Después de haber visto diversos sistemas de ensamblaje, he aquí algunas aplicaciones de tipo práctico.

8. Diferentes familias de construcciones rústicas

a) Ensamblaje de tres varas en triángulo

b) Ensamblaje en pirámide de tres troncos reunidos en su extremo por un nudo de trípode

Haces un nudo de ballestrinque sobre el tronco del medio, [21 Pasas por debajo del tronco 3, vienes luego por encima do los tres Después, por debajo del 1, cor • encima del 2, por ' debaio del 3; y lo contrario a la vuelta

Cómo unir tres troncos para formar un trípode

262

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construcciones de tipo rústico

RECUBRIR CON UN ENREJADO

CABANA DOBLE PIRAMIDAL

CABANA INDIA RECUBRIR CON RAMAS PEQUEÑAS EL «T lp l» D E L CONSEJO.. - MATAS DE HELÉCHOS...)

c) Ensamblaje de rectángulos con espigas

SILLA BAJA

VESA BAJA

UN BANCO

d) Ensamblaje en rectángulos triangulados

Muy útil si sólo se dispone de varas delgadas

UN QUIOSCO PARA CARTELES (CLAVAR MADEROS EN LAS CUATRO CARAS)

CUANDO SÓLO SE TIENEN VARAS PEQUEÑAS..

i RECTÁNGULOS Y 2 MADEROS: 1 MESA CON CABALLETES

UNA BARRERA, UNA PARED PARA EXPONER

263

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habitar

e) Ensamblaje de ramas flexibles Muy útil cuando sólo se tienen a mano pequeños leños de

haya o monte bajo, o pequeñas ramas de nogal, de castaño, juncos o retama... No olvidemos que hay casas que han sido construidas enteramente según la técnica de la cestería.

9. Construcciones con materiales recuperados

LADRILLOS 6 x 11 x 22

PLANCHA COLOCADA^ SOBRE TRES TABLONES

MADEROS ASERRADOS

/ PERPIAÑOS

PERPIAÑOS BALAS DE PAJA

'X-tjí--

264

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1. El iglú o la cabana esquimal

Está hecho de bloques de nieve cortados con el cuchillo, una pala o el piolet. Para que resulte eficaz contra el frío, su espesor debe ser, por lo menos, de 50 cm. Su forma se parece algo a una borie (cabana gala). Los esquimales pueden alo­jar dos familias en un iglú de 3,75 m de diámetro.

a) Técnica Se forma por una espiral, que va ascendiendo, compuesta

por bloques de nieve puestos en círculo sobre el campo e in­clinados hacia el interior de la cúpula.

Trazar un círculo de 2,50 m de diámetro, apretar cuidado­samente la nieve en el emplazamiento elegido. Debe planear­se bien la espiral de la base para que el muro se vaya elevando regularmente con bloques de nieve de 60 x 50 x 40 cm. Nie­ves buenas: heladas, esponjosas, de nevero o descompuesta (en este caso, bien apisonada). Malas: nieves superficiales poco espesas, nieves en polvo heladas. Hay que elevar esta cúpula hasta un máximo de 1,75 m, recortando cada bloque, en el momento de colocarlo, para que quede bien unido a los res­tantes; aumentar sensiblemente la pendiente a cada vuelta a fin de mantener una inclinación. Rellenar poco a poco con nieve eliminando las asperezas que pueden constituirse du­rante la obra. Colocar el bloque troncocónico que hace de cla­ve de bóveda. Practicar una abertura a nivel más bajo que el suelo del iglú. Cerrarla con un bloque de nieve, o una tela, pero nunca completamente para evitar la asfixia. Aislarse del suelo con una lona circular.

N.B.: también se puede excavar un agujero en la nieve es­pesa (2,50 m) y emplear los esquís como armazón para colo­car encima losas de nieve.

Construcción de un iglú

265

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habitar b) Modelo funcional de iglú

Con sus dos agujeros de aireación y la fosa para el frío.

AGUJEROS DE AIRE

c) Pokake El iglú puede vaciarse en la misma nieve, que ha de tener

en este caso un espesor de 2 a 2,5 metros. Se cierra con una tapadera de nieve.

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d) Abrigo natural Este abrigo provisional fácil de construir ha salvado la vi­

da a más de una persona con ocasión de una tempestad o de una niebla espesa en plena montaña. Se escoge una anfrac­tuosidad de la roca, donde no sea difícil sentarse, y se cierra con bloques de nieve.

e) Iglú en tierra Hemos hallado su descripción en la excelente obra Habi­

ta ts, (Éd. Alternative et Paralléles):

« Un iglú hecho con terrones es una buena solución al pro­blema de la vivienda en un país frío. Este tipo de abrigo une la utilización de técnicas tradicionales con la de las técnicas

más actuales. En pocas líneas, un iglú hecho con terrones es una estructura mitad enterrada que se construye con raras ligeras o con maderos burdamente tallados con ios que se re­cubre un armazón sólido hecho con troncos, que a su vez se recubre de una hoja de polietileno, de tierra, musgo y, a ve-ees, nieve. La parte que queda bajo el nivel de tierra y el te­rraplén actúan a modo de lampón térmico... La tierra del terraplén no alcanza nunca la temperatura exterior (la tierra desprende calor) y, al cabo de una semana de calefacción, el terraplén se habrá calentado considerablemente. El calor que irradia el interior se almacena durante el día y se desprende durante la noche, lo cual regulariza la temperatura durante las 24 horas de un día (cualquiera que haya dormido en una cabana de leños y ha encontrado helada el agua de la taza que está junto a su cama puede apreciar este fenómeno).»

2. El tipi

Esta vivienda pertenece a la familia de las pirámides que hemos definido en nuestro apartado Construcciones de tipo rústico. Su construcción y montaje es simple y cómodo y re­sulta útil tanto a nómadas como a sedentarios. Hecho con lo­nas impermeables, tiene bastante peso: 15 kg, pero hecho con tela de paracaídas plegada en dos no sobrepasa el kilo. Se pue­de hacer en su interior fuego para cocinar, gracias a la aber­tura de la parte superior que procura un buen tiro de aire.

a) Estructura — Colocar dos telas impermeables de 4,30x4,30 m jun­

tas, procurando que una sobrepase a la otra en 10 cm. — Hacer un corte en semicírculo; coserlas por la parte que

una recubre a otra, dejando un espacio por el que se podrá introducir una vara.

— De los recortes, cortas 3 piezas (A, A' y B) de 100 x 6 cm. — Plegar y coser una esquina de las tres piezas A y A', y

coser al cuerpo de la tienda A, A' y B. — Fijar cuatro cordones en el borde exterior de la pieza B. — Plegar la tela en dos. En cuarto de círculo, a 30 cm del

borde, en correspondencia con los cordones de la pieza B, co­ser cuatro anillos o grandes botones.

— Disponer en la parte baja de la tienda una abertura que pueda plegarse y cerrarse mediante tiras de cuero: la puerta.

— Cortar una decena de varas bien rectas, más largas que la altura del tipi (tener en cuenta la inclinación y la parte que excede del caballete).

— Se precisan 10 bramantes de cuerda sólida de 45 cm de largo para atar el tipi a las varas, así como una cuerda de 7,5 m y una veintena de estacas.

— Prever en los bajos del tipi los correspondientes aguje­ros en que se colocarán las estacas.

PLEGAR Y COSER ESTAS ESQUINAS .... .

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Hacer un dobladillo a la costura intermedia

266

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tipos de viviendas sencillas

b) Montaje Hay varias clases:

— Tipi sedentario: plantar las tres varas que se habrán en­samblado con un amarre y juntar a ellas de cinco a ocho va­ras más formando un haz.

— Tipi con vara lateral: deslizar una vara de 2,20 m por la costura del tipi y plantar el conjunto. Atar con una cuerda la vara al tipi por el extremo de su cono. Atar una cuerda a este punto de fijación y tensar para formar un ángulo de 60 ° desde el suelo. Fijar esta cuerda a una rama de árbol.

— Tipi sin armazón: atar una cuerda gruesa a la cimera del tipi, pasarla alrededor de una rama de árbol, tensarla y anudarla en torno al tronco del mismo árbol.

N.B.: no nos olvidemos de cavar una zanja alrededor del refugio.

3. La casa arbórea «...Siento que deben ser mi verdadera familia. Pronto ol­

vidaré la otra. Estos árboles me adoptarán poco a poco y, para merecerlo, aprendo lo que me hace falta saber:

»Sé ya contemplar las nubes que pasan. »Sé también quedarme en mi sitio. » Y sé casi callarme.»

Así concluye Jules Renard en sus Historias naturales, y para aquellos que, como él, sienten la extraordinaria atracción de los arboles y de su fortaleza generosa y tranquila, no hay cier­tamente morada más agradable.

Se escoge un árbol sólido y alto con copa extendida, y se construyen en él plataformas de madera dura, que no habrá que fijar en el árbol, para no dañarlo y permitir que se mue­va libremente, lo cual evitará, por lo demás, que la construc­ción se resienta por el movimiento. Se adpotará, pues, corno modo de fijación el amarre (véanse nuestros apartados Nudos y Carpintería), o bien la fijación mediante grandes tablones de madera o por cuerdas de nilón o alambres de espino bien tensados para lograr un enrejado firme (casa de Hugh Brown, en una playa del Caribe), que neutralice los efectos ondula­torios del viento.

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habitar

Unas buenas varas aseguran el armazón de los muros y el maderamen del techo, que puede ser de caña, de ramaje o de follaje rellenado con tierra o musgo.

Si la enramada del árbol no permite construir una pieza grande, es aconsejable construir entonces varias habitacio­nes pequeñas, a distintos niveles, uniéndolas entre sí por es­caleras de cuerda o madera. No hay que extrañarse luego de las frecuentes visitas que pueda hacer toda la pequeña fauna animal a la que el árbol ofrece a menudo su amparo: aves, ardillas, lagartos...

¡Quién no se acuerda ahora de las maravillosas cabanas ar­bóreas descritas por Daniel de Foe, en su Robinsón Crusoe, y de la cabana construida por el padre de Tarzánl:

«...Clayton escogió cuatro árboles que configuraban un cuadrado de casi dos metros y medio de lado. Cortó después unos troncos de otros árboles y los fijó muy sólidamente a los cuatro anteriores, a casi tres metros del suelo, con la ayu­da de unas cuerdas que le había dejado Miguel el Negro. So­bre este cuadrado puso después unas ramas más pequeñas, bastante juntas. Luego cubrió esta plataforma rudimentaria con unas grandes hojas de begonia, que por allíproliferaba. Por último, cubrió todo con una gran tela doblada varias ve­ces. Algo menos de dos metros más arriba construyó por el mismo método una segunda plataforma, más ligera que la an­terior, que debía servir de techo. Suspendió, por los lados de la segunda plataforma, el resto de las telas. Caían a modo de un muro... Las últimas horas del día las dedicaron a la cons­trucción de una escalera rústica.»

4. Cabana mongol Es un habitáculo realmente adaptado a la vida nómada.

Tres hombres pueden plantarlo en una media hora y, no obs­tante, tiene una solidez a toda prueba. De Mongolia pasó al

268

Tibet, donde las utilizaron también las poblaciones sedenta­rias y sirvió igual como casa de pobres y como palacio de em­peradores.

Su elemento básico es una especie de enrejado desplegable: listones de madera claveteados o atados a intervalos regula­res y en diagonales opuestas que tienen la elasticidad de un acordeón. Estos muros están destinados a unirse formando un conjunto en círculo que contiene un marco de puerta. La parte alta del muro alzado va a quedar tirante por una cuer­da que lo tensa. Unas varas unen el muro con un pequeño círculo central, interno y superior al otro, constituyendo así el armazón del techo (sostenido, a veces, por uno o dos pos­tes), que se recubrirá, igual que las paredes, de telas o pieles. Una abertura dejada en el centro del círculo superior central sirve como chimenea.

5. La cabana gala La cabana gala, o borie, es un tipo de vivienda construida

totalmente en piedra seca, del tipo que a menudo puede ob­servarse en tierras de Haute-Provence.

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tipos de viviendas sencillas 6. Escondrijo en terreno inclinado

ZANJA

Refugio de construcción simple y disimulada, recomenda­do por las instrucciones para sobrevivir dadas a los prisione­ros evadidos del ejército francés.

PIEDRAS PLANAS, TEJAS, PAPELES ALQUITRANADOS, CHAPAS

MURO DE PIEDRAS

SALIDA DE AGUA

7. Una gruta profunda y su disposición Tipo de refugio sencillo y bien concebido por los scouts de Francia.

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habitar

8. Dos tiendas individuales

Pueden ser de tela o de plástico, y su concepción práctica (se debe, igual que aquella del iglú y del rainshel (véase An­dar y orientarse) a Survival Scrapbook I, Unicorn Bookshop.

9. La cúpula

Se enumera ciertamente entre los primeros tipos de vivien­da que se ha construido el hombre, puesto que su fabricación no necesita obligadamente el uso de instrumentos de hierro, como lo exige, en cambio, la tala de leños y el tallado de pie­dras. Puede consistir en un simple ensamblaje de ramas fle­xibles o de troncos verdes entrecruzados con el fin de crear un espacio hemisférico con base circular, mientras que la co­bertura puede ser de cañas.

En el transcurso de los siglos, los principios han permane­cido inalterados, pero han ido cambiando los elementos con­cretos: cúpulas de ladrillos, de piedras talladas, de cemento (a partir de los romanos).

En 1922, se construyó en Alemania la primera cúpula ico-saedra de ligeros montantes de acero y con un revestimiento muy ligero de cemento, cuyo espesor estaba en función de la misma relación de una cascara de huevo con su diámetro. Des­de entonces, la técnica de la cúpula no ha parado de evolu­

cionar, porque se trata de una vivienda totalmente funcional que goza de una moda cada vez mayor en EE.UU. En la ac­tualidad, entran los materiales más diversos para la construc­ción de su cobertura: contraplacado, papel alquitranado, chapas de automóviles cortadas con un hacha, paneles de vi-nilo, aluminio, cañas, bambú, telas impermeables...

Su concepción más simple es la inicial: cobertura de cañas sobre varas de madera (véase la familia de rectángulos y su cabana bantú, en nuestro párrafo Construcciones de tipo rustico),

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Diversos tipos de juntas para la construcción de una cúpula:

270

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tipos de viviendas sencillas

En la familia de las cúpulas también se hallan antiguas es--.ructuras de viviendas hechas principalmente de ramas y va­ras, recubiertas con hierbas, paja, cañas, etc.

ESTRUCTURA DE UNA SAUNA PEYOTE

10. Varios

Un poncho, una chilaba, una capa deps;:.- -'-pueden ofrecernos un buen abrigo pro\:s:or.¿! Í: i.:.t~ : es excesivamente húmedo o riguroso. Basta prcr;~. : - -un soporte a cierta distancia del suelo con ayuda ; = _: . ras dispuestas en haz, o de una cuerda tendida entre a. • .:•• boles. El vivac (simple refugio bajo un saliente de rocaí e-bien conocido por alpinistas y escaladores. Nosotros mismo-, con mi esposa y mi hijo y los gatos, hemos vivido durante mucho tiempo en el tan hermoso bosque de Fontainebleau: un Citroen 15 caballos dispuesto como habitación de dormir nos permitía largas y confortables permanencias bajo e! abrigo de los árboles y los peñascos; lo instalamos todo funcional-mente: biblioteca, lámparas de cabecera (conectadas a la ba­tería), cama con dos colchones, con sábanas y edredón, nevera, pequeña hamaca para el niño, hornillo de gas, depó­sito de agua, calefacción complementaria... Nada de esto im­pedía a nuestro Citroen rodar tranquilamente, pese a sus años. Tuvimos ocasión de ver una barca, una embarcación, un vie­jo autobús y un no menos viejo camión (que ya no ronda­ban) dispuestos como vhiemdas confortables y duraderas.

Una vivienda temporal y urgente Tepes de hierba: en un terreno con buen césped, cortar

«adobes>' de 10 cm de espesor, que contengan las raíces que constituyen la argamasa. Apilarlos a discreción, sin proceder previamente a un secado o a una preparación (Ar-chi de Terre, Éditions Parenthéses).

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habitar

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Técnicas y materiales contemporáneos

1. Herramientas de albañil

Metro simple y doble (de metal) - Nivel de líquido - Plomada - Cuerdas - Tizas - Llana - Fratás - Clavijas - Cepillos de metal y de grama - Cubo de 10 litros - Artesa de goma de 50 litros - Serruchos de mano y de bastidor - Martillos simples y sacaclavos - Tenazas - Buril - Escoplo - Punzón -Destornillador grande - Lima triangular - Bote de grasa -Trapos - Alambre galvanizado.

Además: — Para replantear y trazar: Maza - Cinta métrica arrollable

- Piquetes metálicos - Jalones - Nivel de anteojo o de tubo. — Para encofrar: Cárcel - Sacaclavos - Mazo - Lápiz de

carpintero. — Para derribar: Pico - Pala - Palanca - Carretilla. — Para mampostear: Martellina - Martillo de cantero -

Reglas - Escuadra metálica - Llanas especializadas - Escoda - Llana para juntas.

— Para reparar un revoque enyesado: Piocha - Esparavel - Llana de yesero - Lima encorvada (o cuchillo de revoque).

NIVEL DE BURBUJA

PALETA CUADRADA

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habitar

CARRETILLA METÁLICA DE 75 L

N.B.: todas las herramientas empleadas en albañilería se lavan inmediatamente con agua y luego se engrasan.

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2. Argamasas

Permiten el ensamblaje entre los materiales de albañilería, proporcionando una hilada exactamente acomodada a su for­ma y los hace así muy estables, logrando una exacta reparti­ción de su peso.

a) Yeso

Es el resultado de la cocción (a — de 200°) del yeso. Se em­plea pulverizado y, para un empleo inmediato, se amasa con un 80 o 90% de agua. Se utiliza para el sellado, el revoque, el enlucido...

b) Cemento y cal hidráulica Se les llama argamasas hidráulicas: mezclados con conglo­

merados y agua, dan hormigón o mortero según la naturale­za de los conglomerados.

Los conglomerados se dividen en tres categorías: — Arenas pequeñas o medianas (4 mm máximo). — Grava fina (entre 5 y 20 mm). — Grava gruesa (de 20 a 70 mm). El cemento es un material cuya base es el silicato y alumi-

nato de cal, de fraguado muy rápido, se altera muy rápida­mente, se endurece y se vuelve entonces inutilizable. Se emplea también para sellar.

c) Mortero Es una mezcla de cemento o de cal, de arena y agua, en unas

proporciones que varían según el destino. Los morteros de cal son más pastosos y se trabajan con mayor facilidad que los de cemento, pero son menos resistentes, menos impermea­bles y secan más lentamente. Los morteros bastardos, mez­cla de cemento y cal, aunan las cualidades de uno y otra. El mortero sirve de unión entre los materiales de albañilería y para llevar a cabo los revoques que hacen impermeable la manipostería.

3. Materiales de manipostería

a) Carretales Son las piedras que entran en la construcción de los mu­

ros. Provienen con frecuencia de canteras (caliza, gres, gra­nito, pedernal...).

b) Ladrillos Son los bloques de tierra cocida que sirven para levantar

muros (nunca bajo nivel de tierra, por causa de su porosidad). Es importante ponerlos en remojo antes de usarlos de modo que no absorban el agua del mortero. Se emplean macizos (for­mato normalizado: 5 x 14 x 29 cm) o huecos (9,5 x 14 x 29 cm). Se alzan desde una base de hormigón enterrado.

— Corte de ladrillos macizos: colocados en los extremos de un muro o formando el cuadro de una puerta, hay que cor­tarlos una de cada dos veces para que las hileras mantengan la verticalidad. Dibujar una línea de corte en torno al ladri­llo. Marcar un surco siguiendo la línea con un cincel de alba-ñil, dando con la maceta unos golpes suaves y precisos, con el filo bien apoyado antes del golpe. Repasar el surco con la punta de la martellina y romper el ladrillo de un golpe, que será tanto más limpio cuanto mejor hecha esté la entalladura.

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técnicas y materiales — Corte de ladrillos huecos: es más problemático, porque

el ladrillo es más frágil. Marcar la línea de corte por todo el contorno del ladrillo. Con ayuda de una martellina, comen­zar a romper el ladrillo por sus cuatro caras. Luego entallar por las nervadura y las aristas. Dar un golpe seco, por últi­mo, con el filo de la paleta de bordes planos.

c) Bloques celulares o perpiaños Son bloques moldeados de hormigón de gravilla. Pueden

ser también macizos o huecos y se utilizan igual que los ladri­llos. Su formato normal es de 10 o 15 o 20x20x40 cm.

4. Hormigón

Es una mezcla de cemento, arena, grava o guijarros y agua. Puede ser echado en moldes y se presta para múltiples usos: fundamentos, muros de sótanos, revestimiento de suelos, ele­mentos resistentes con acero (vigas, pisos, cimientos, arcos, losas, postes, puentes...). He aquí las proporciones de algu­nas de sus dosificaciones (carretilla de 50 litros).

a) Proporciones y dosificaciones — Cimientos para una casa sin piso superior: 2 carretillas

de grava fina o gruesa, 1 de arena, 25 kg de cemento. — Muros de sótanos, basamentos, construcciones: 2 carre­

tillas de grava fina o gruesa, 1 de arena, 40 kg de cemento. — Suelos: 2 carretillas de grava fina purgada, 1 de arena

purgada, 25 a 40 kg de cemento. — Hormigón armado: 2 carretillas de gravilla purgada,

1 de arena purgada, 50 kg de cemento Portland 250/315. En general, no se emplea más de 180 a 200 litros de agua

para obtener 1 m3 de hormigón: encoge como la ropa, y cuanto más se moja, más corre peligro de resquebrajarse. Para una buena mezcla, puede ser necesaria una hormigonera, pe­ro también se puede mezclar manualmente, a condición, sin embargo, de no necesitar más de 10 m3 en un día.

b) Amasado a mano «La mezcla debe hacerse sobre una superficie plana, dura

y bien limpia, suficientemente grande para actuar con co­modidad.

»1) Tirar en un extremo de la superficie la arena necesaria para un amasijo. Para medir las cantidades, se echara mano de una carretilla de 50 litros o de una caja de un volumen co­nocido, que llenaremos en el área de amasado. Extender con la pala una capa de una decena de centímetros de espesor.

»2) Tirar sobre la arena la cantidad de argamasa suficien­te repartiéndola por toda la superficie de la arena.

»3) Coger la mezcla con la pala y hacer un montón en el otro extremo de la superficie de amasado.

»4) Desplazar este montón, con sucesivos golpes de pala, al menos dos veces, hasta que esta mezcla adquiera un color gris uniforme.

»Sólo para el hormigón: ^Extender de nuevo el montón en una capa de unos diez

centímetros de espesor. »Extender sobre esta capa la grava y las piedras machaca­

das y empezar de nuevo como en 3 y 4. »5) Hacer un montón de unos 20 centímetros de altura so­

lamente. »6) Practicar un cráter en el centro, donde se echará la can­

tidad de agua conveniente.

» 7) Con la pala, ir tirando los bordes del cráter dentro del agua, dando vueltas alrededor del montón de modo que la corona se achique de una forma bien regular, evitando que se escape el agua. Mezclar bien.

»Será conveniente, al principio, no tirar toda el agua nece­saria de una sola vez. Después de una primera mezcla con la mitad del agua, por ejemplo, se hará de nuevo el montón con su cráter y se comenzará otra vez la operación.

»— Cuando se mezcla el hormigón entre dos, es preferible hacer un montón de poca altura, con mezcla más bien seca, muy homogénea y, mientras que uno de los dos moja poco a poco con un cubo o, mejor, una regadera, el otro mezcla a discreción con la pala.

••— Cuando sólo se necesita una pequeña cantidad de mor­tero, es preferible amasar con la paleta en el cuezo para el mortero, procediendo de igual manera.»

(Extracto de Les Chantiers, Scouts de Francia.)

c) Amasado con la hormigonera Orden de introducción de los componentes: una parte de

conglomerado más una parte de agua: hacer girar el cemen­to, la arena, el resto de agua. Hacer girar el resto de conglo­merado por orden creciente de grosor.

d) Encofrado de un muro de hormigón 1 - tabla de encofrado 10,5 x2,7 cm: clavos 25 55 2 - tirantes 10,5 x2,7 cm; clavos 28/60 3 - tensores horizontales o traviesas: 2 veces 10,5 x 2,7 cm

o cabrio 10x 10 cm: clavos 28/60 4 - riostras 10,5x2,7 cm: clavos 31/70 5 - codales 5x2,7 cm: clavos 25/55 6 - calzos 2,5 x2,7 cm: clavos 2 o 3 veces 28/60 7 - jabalones 10,5 x 2,7 cm: clavos 2 veces 31/70 8 - tensores de alambre de 04 mm, cada 80, 90 cm. Sobre el hormigón no demasiado duro, se clavan dos ma­

deros de pino (16,5 x 6,5) o dos tablones (23 x 8 cm) para co­menzar el muro.

Así se logra automáticamente la separación de la base y no habrá problemas de escurrimientos sobre el encofrado y el enlosado.

ENCOFRADO DE MURO A LA IZQUIERDA. UNTAL FIJO EN TIERRA A LA DERECHA, UNTAL FIJO SOBRE ENLOSADO

275

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habitar

5. Hormigonera sin motor

Se trata de una simple cuba montada entre dos varales a la manera de un rodillo, casi toda fabricada en madera con tablas de 22 mm de espesor.

— Construir dos tableros de 40 x 30 y otros dos de 60 x 60; cruzando las juntas para asegurar mejor la ensambladura, cla­var los tableros pequeños en el centro de los grandes con ayu­da de clavos de gran diámetro, cuya punta excedente será rebatida después de haber clavado.

— Cortar los tableros de 60 x 60 en discos de 60 cm de diámetro.

— Clavar las tablas de tres lados de un cajón (70 a 80 cm de largo) sobre el campo de los tableros pequeños de 40 x 30; de esta suerte se obtiene un cofre sin tapadera, fijado sobre dos ruedas.

— Para facilitar el amasado del mortero, fijar en el inte­rior seis tablas (de la misma longitud que el cofre por su inte­rior y clavadas a la pared) que funcionarán como palas; dos de ellas se clavarán oblicuamente en los ángulos, enmarcan­do la puerta para ayudar en el momento del vaciado, dos más perpendicularmente sobre la pared opuesta a la puerta, mien­tras que las dos restantes se clavarán sobre las otras paredes con una ligera inclinación para no retener el mortero.

— Construir el montante de la puerta (20 x 30 cm); hacer un renvalso con calzos clavados planos sobre tres costados; fijar la puerta con dos charnelas fuertes y colocar cerraduras al estilo de caja de municiones.

— Los varales se componen de dos tables de 8 cm de an­cho en las que se practica un agujero en cada extremo para poderlas montar, unidos por un lado por un travesano redon­do y, por el otro, por un perno que servirá de eje. El perno (cabeza en el interior) atraviesa el disco y un cuadrado de ma­dera que sirve de intermedio, y el varal se coloca sobre la tuerca rematada por una contratuerca.

— Reunir los varales por tablas clavadas en diagonal. — El amasado se realiza con un movimiento de vaivén. — La descarga se efectúa después de hacer subir la hormi­

gonera por un plano inclinado (maderos, travesanos de vía de tren...), abriendo la puerta hacia abajo.

N.B.: aunque el cofre no sea completamente estanco, con el uso, el hormigón se encargará de tapar rápidamente todas las fisuras, así como de impedir que las tablas se muevan.

6. Construcción de fundamentos La circulación de aire bajo una casa implica un buen aisla­

miento y una buena situación saludable. En consecuencia, los sótanos, igual que los graneros, tienen otras finalidades ade­más de la de conservar los alimentos tal como explicamos en el capítulo Conservar. Y no importa que la vivienda sea de madera, de tierra, de piedra, o de hormigón; si se renuncia a los sótanos, es mejor elevar la planta baja al menos 30 cm, practicando algunas aberturas en la pared de esta alza. En consecuencia se alzarán los pilares de aguante. Tanto si son de hormigón como si se construyen de madera, se comienzan a colocar los de los ángulos después de haber trazado el perí­metro de la vivienda; si conviene, añádanse otros cada 1,40 me­tro más o menos (que es la longitud inflexible de una vigueta de madera dura de 10x20 cm). Estas viguetas constituirán la armadura del piso.

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7. Encofrado de la base de un pilar

8. Revestimiento del suelo

Si el suelo de la vivienda es de tierra batida, puede hallarse el aislamiento recubriendo con follaje seco, piedras planas, o bien con tierra de adobe o cemento.

a) Tierra de adobe Igualar el suelo quitando cantos y piedras que podrían de­

formarlo. Mezclar tierra y agua como se hace en la prepara­ción de ladrillos de adobe (§ 10). Echar una capa de 8 cm de espesor; la superficie debe quedar perfectamente lisa, hú­meda y a igual nivel; echarla de una sola vez si se desea uni­forme; nivelar con un fratás. Dejar secar durante diez días. Tapar con adobe las grietas que hayan podido formarse du­rante el secado; dejar secar cuatro días más y dar una mano de aceite de linaza hervido mezclado con un cuarto de tremen­tina. Pasar luego varias capas de cera.

b) Cemento Ésta es la mezcla que se emplea para un suelo: 1 parte de ce­

mento, 2 de arena, 4 de grava; su espesor varía de 7 a 10 cm; si el terreno no es muy estable, hay que darle un armazón de enrejado. Para hacer un suelo de cemento se necesita, evidentemente, un encofrado que se llenará de una tirada, ni­velando poco a poco. Se alza el enrejado con un gancho de hierro para evitar que se deslice y para que se mantenga en el medio de la capa de cemento. Se enrasa la superficie de ma­nera uniforme con ayuda de un escantillón. Se apisona con un marco de acero (75 x 115 cm) al que se ha soldado una re­ja metálica. Se acaba con la paleta y se alisa con la llana me­tálica y el fratás.

9. Tipos de armazones primitivos

He aquí unos dibujos muy claros tomados de la excelente obra Habitáis, y reproducidos aquí con la amable autoriza­ción de ediciones Alternative et Paralléles - 38, rué des Bour-donnais - París I.

técnicas y materiales a) Refugio nómada anglosajón

b) Vivienda circular de tierra con pilares

c) Casa con estructura de varas (Japón)

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habitar

d) Estructura de varas para tejado de bálago N.B.: los extremos enterrados (unos 30 a 50 cm) de los ca­

brios se han endurecido previamente al fuego y se sientan so­bre una superficie endurecida (tierra apisonada, mortero, piedras...), luego se empiezan los cimientos.

e) Estructura primera de ranuras (Inglaterra)

f) Casa polaca fechada en 700 años a. J.C.

10. Tipos de techumbres a) Bálago

Fue el material de techumbre más empleado en el mundo. Sus elementos son fáciles de hallar: paja, hierba alta, juncos, cañas, tallos de heléchos, hojas de palmera... En los países muy húmedos, se solía sobreponer, con mucha frecuencia, una capa de tierra bajo el bálago para obtener un mejor ais­lamiento.

Existen muchos métodos de colocación del bálago, todos ellos bastante complejos que requieren, además de una bue­na técnica, una pendiente bastante acentuada de la armadu­ra del techo; hay que consultar una obra especializada o, mejor aún, hay que acudir a un buen artesano experto en esta mate­ria. Indicamos aquí tres que pueden suscitar la curiosidad del lector:

— Por costura: se cose la placa a los puntos de apoyo.

— Sobre varillas: igual método que el anterior, pero las pla­cas no se cosen, sino que se anudan.

— En gavillas: técnica adecuada sobre todo para cañas.

b) Tejas Sin duda alguna es el procedimiento de techumbre más her-,

mético que puede calificarse como plumas de ave, porque sví disposición es similar y permite que el agua se escurra con so­ma facilidad. /

Los materiales de que se dispone son bátante numere/sos: — La teja propiamente dicha, placa de tierra cociaa al

horno. — La tablilla, teja de madera vaciada en un tronco de un

viejo árbol y clavada sobre los calzos. — La piedra, perforada y fijada a las estructuras del techo. — La pizarra, placa sacada de la piedra del mismo nombre. El cartón alquitranado, las planchas metálicas o de fibro-

cemento son también buenos revestimientos.

N.B.: atención a la inclinación de los techos, que debe va­riar según los materiales empleados y los diversos climas.

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técnicas y materiales

11. Simples construcciones de tierra a) El adobe

Es un modo de construir (muros, techos o bóvedas) que uti­liza únicamente ladrillos de barro seco. Se rellena con barro húmedo un molde de madera (40 x 30 x 10 cm); se apisona o pisotea y se saca del molde un poco después; se deja secar en su sitio durante tres días y luego se amontonan y no se utili­zan hasta un mes más tarde. Al amasar la tierra se puede aña­dir paja, cal o emulsiones de asfalto que la consoliden. El mortero que se utiliza para montar los ladrillos tiene igual composición. Es un tipo de construcción propio de la arqui­tectura rural. Esta técnica, realmente antigua, está todavía muy expandida en el Oriente Medio y en América del Sur.

^

MOLDE PARA LADRILLOS DE ADOBE

b) Bloques compactos Esta manera de construir utiliza el mismo método de la fa­

bricación de ladrillos de adobe, pero la tierra se apisona por presión manual o hidráulica.

c) Tapial Este método permite construir muros monolíticos con tie­

rra compacta apisonada en un encofrado por medio de un pi­són. Este pequeño encofrado se desplaza a lo largo y a lo ancho de los muros a medida que se van edificando; estos muros no tienen nunca menos de 50 cm de espesor, lo que hace que el apisonamiento resulte fácil.

Una buena mezcla de la tierra de un tapial es la siguiente: grava, 0 a 15%; arena, 40 a 65%; limo, 10 a 45%; arcilla, 15 a 25 %. El porcentaje de arcilla es importante y hay que controlarlo; la cantidad de agua de una buena mezcla debe ser del orden del 11%.

N.B.: los tapiales se rellenan según capas de 10 a 25 cm, que se apisonan inmediatamente.

Etapas de construcción de un tapial (dibujos tomados de Aren: ele Terre, Éditions Parenthéses)

d) Entramado Se aplica tierra húmeda sobre una estructura de madera que

formará así una especie de tabique armado para los muros de la vivienda.

Técnica del entramado {Archi de Terre, Éditions Parenthéses)

e) Tapiado de adobe Sobre un armazón de madera, trenzado o enrejado de

mas, se aplica barro mezclado con un «estabilizador ar, do» (paja cortada, ramillas, bostas) a sus dos caras ( mano o con el esparavel).

Se puede utilizar también un doble armazón (2 tabiques madera), con lo que aumenta el espesor y la solidez del mu (Tomado de Archi de Terre, Éd. Parenthéses.)

ron

de ro.

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habitar

Tapiado de adobe

Dos armazones

Estructura clásica de una casa de emigrantes en Estados Unidos en el siglo xvn, con una gran chimenea central que irradiaba calor a todo el edificio. Su arquitectura maciza, bien equilibrada y resistente explica que todavía subsistan algu­nos ejemplares en la actualidad.

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habitar

Violencia y squatting

El verbo inglés to squat significa «establecerse sin título» y de ahí deriva, por justi­cia lingüística, el nombre de squatters que se dio a los colonos.

Hace unos años, vagabundos ingleses con sus familias matizaron con un nuevo sen­tido estas palabras ocupando casas o apartamentos vacíos sin consentimiento de sus due­ños. Hay que decir que es un fenómeno no raro en los países de este occidente abusivo que crea objetos que luego sólo utiliza accidentalmente, gracias por lo demás a los squattings llevados a cabo, durante largos siglos, en el tercer mundo al que ha condenado al hambre, al sufrimiento, a la enfermedad y a la muerte. Este boomerang que nos devuelve, por justi­cia dei destino, esos locales desocupados —que en su mayor pane son inversiones de dinero—, va a permitirnos colonizar a nuestros propios vecinos incoherentes cuando lleguen las pró­ximas catástrofes, si es el caso, con sus exigencias de éxodo.

Entonces será la ocasión de utilizarlos igual como se hace con ¡os refugios de monta­ña que uno deja más limpios al salir que al entrar.

Pero para penetrar en ellos, la violencia será necesaria, por desgracia, pues, igual que las iglesias, estos lugares están cerrados a cal y canto.

Esta técnica hasta entonces reservada a los ladrones no es evidentemente asunto nues­tro, puesto que, lejos de querer desposeer a los demás de sus bienes, hemos mas bien renun­ciado a los nuestros para no quedarles sometidos. Sin embargo, si la necesidad nos obligara (y no excluyamos en este asunto el humor), sin saber nada de esto, ¿cómo podríamos pene­trar en un refugio cerrado sin dañarlo con la finalidad de protegernos y de darle sentido poniendo vida en él?

Las aberturas (puertas y ventanas), por lo general, están bien atracadas. Nos viene ahora a la memoria el robo con infracción perpetrado por los protagonistas de Georges Arnaud, en su novela Les Oreilles sur le dos, que, renunciando a abrir las puertas blinda­das, utilizan un tractor con el que echan abajo los tabiques de ladrillos. Y, ¿cómo no recor­dar las argucias tan sutiles de los detectives privados americanos de la serie negra cuando tienen que abrir una cerradura?

En las casas rurales, las ventanas de los cuchitriles o de los lavabos no tienen, por lo común, postigos o bien están simplemente protegidas por barras. Una sierra para meta­les pone fin a la protección en unos instantes y es suficiente con romper un cristal, reempla­zándolo después, por supuesto... trabajo siempre más fácil que rehacer una puerta que se ha desfondado con la espalda, o con un madero, o que se ha forzado con la palanqueta.

Otro camino fácil es, sin duda, el techo. Basta con tener una cuerda (y algunas no­ciones de alpinismo) que se atará en torno a una chimenea, o bien disponer de una escalera grande o de cómplices que aguanten una escalera pequeña. En efecto, la mayoría de techos se levantan con facilidad y lo peor que puede suceder será verse en la obligación de romper una placa de fibrocemento. Después, desde arriba, se cae desde el cielo al refugio.

En cuanto a los pisos de la ciudad, el mejor medio de llegar a ellos nos parece toda­vía la escalera, cuyas ventanas son un buen acceso a las de los apartamentos de las que nos separa sólo un cristal. Basta llegar a ellas por un canalón o un borde de fachada.

La ley del squatting es la ley de estos refugios: el primer ocupante la habita y él reci­be a quien quiere; pero su deber, cuando deje el refugio, es dejarlo mejor de lo que lo en­contró al llegar, pues ya es hora de que sepamos, quizá, que no estamos solos en el mundo.

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habitar

Bibliografía Archi de ierre (Éd. Parenthéses - 13360 Roquevaire). Arnaud Georges: Les Oreilles sur le dos (Éd. du Scorpion). Burrough Edgar Rice: Tarzan (Denoél). Chandler Raymond: Sur un air de navaja (Serie noire, Gallimard). Chiche cap dac (Scouts de France - 23, rué Lignier, Paris XX). De Foe Daniel: Robinson Crusoe (Gallimard). Dome Builder's handbook (Running Press, J. Prennis, Filadelfia, Pensylvania). Graham B.: Echappés des camps nazis (Éd. Princesse). Habitáis (Alterntive et Paralléles - 38, rué des Bourdonnais - Paris 1). Le Corbusier: Maniere de penser l'urbanisme (Méditations, Gonthier). Longin Pierre: Les Chantiers (Scouts de France). Maconnerie (Systéme D - Sté parisienne d'édition). Politzer Michel: Cabane des Champs (Kinkajou - Gallimard). Renard Jules: Histories naturelles (J'ai lu). Shelter (Shelter publications - PO Box 279 - Bolinas - California - U.S.A.). Shelter (Survival Scrapbook 1 - Unicorn Bookshop - Brighton - Seatle - England). Survie pour les prisonniers evades (Dossiers de l'Armée francaise). Trainard C: Ski de montagne (Arthaud).

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s

Fuegos artificiales

10-1: Vestirse

Costura - El punto - El ganchillo - El tejido - La lana - Otras fibras de origen animal y vegetal - Tratamiento del lino y del cáñamo - La seda y el gusano de seda - Los tintes vegetales - Vestidos sencillos y sanos.

10-2: La alfarería Definición - Formación y composición de las arcillas - Preparación de la arcilla - Elaboración - Es~a;:ado - Cocción y hornos - Combustibles - Control de la temperatura - Múltiples aplicaciones de la cerámica.

10-3: Otras artesanías

Macramé - Cestería - Curtido - El vidrio - Labra de piedras.

10-4: Carpintería Partes de un árbol - Aserrado de un tronco - El árbol - Tipos de madera corrientes - instrumentos de carpintero - Afilado de herramientas - Ensambladuras - Para colocar las herramientas - Banco de carpintero - Fabricación de dos cosas útiles.

10-5: Trabajo del metal

El herrero - Herramientas - El yunque - Fragua rural - Carbón - Instalación de la fragua - La fragua y el fuego - Fuego y hierro - La fundición - Acero.

10-6: Construcción de otros objetos

La cama - El papel - La vela - Lámpara de aceite - Los cristales de la ventana - La escoba y el cepillo - Los zuecos - Agujas y botones - Agua caliente y manga de riego - Almáciga - La cuerda de cardo - Los W.C. biológicos - Una ducha rústica - Las aguas y su evacuación - Nudos - Un motor eólico con una vieja bicicleta - Una pequeña central eléctrica - Barreras - El aceite y su extracción - Resinación - Una carreta tirada por un solo animal - Instrumentos de música - Chaleco salvavidas - Gafas de corteza de abedul - Polipasto - Betún - Trenzas.

Bibliografía

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Fuegos artificiales «Ningún espejo reflejará mejor tu imagen que la obra salida de tus dedos. El agua de la creación debe correr, intemporal, por las orillas de los surcos de tus manos prestas a acoger lo que nadie parece querer: Las noches sin sueño, los días sin ensueños. Y el leño caliente de savia, la arcilla fría de agua, la lana tibia de vida alzarán en la tierra refugios que todos aprenderemos a construir y nadie osará destruir

Porque los supo hacer: como su canto, el pájaro como su oscuro armazón, la raíz de la hierba.

¡Oh conciencia!, mi conciencia, Hierba frágil hierba arraigada, tierra nuestra recobrada.»

Bianca Saury

El labrador me ha dicho en sueños: «Haz tu propio pan. Yo ya no te alimento más, ara la tierra y siembra.» El tejedor me ha dicho: «Hazte tus propios vestidos.» Y el albañil me ha dicho: «Coge la trulla con tus manos.»

Sully Prudhome

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Vestirse

1. Costura

a) Materiales

— Una aguja, pequeña varilla de acero con un extremo pun­tiagudo y el otro agujereado con una hendidura llamada ojo, por la aue se pasa el hilo (hay que hacer siempre un nudo en el extremo del hilo para que se detenga en la tela).

— Un dedal: pequeño estuche cilindrico de metal puntea­do (madera hueca o bellota vacía) destinado a proteger el ex-:remo del dedo (el dedo corazón, por lo general) que empuja ia aguja.

— Tijeras, instrumento de acero provisto de dos láminas cortantes, para cortar el hilo y la tela.

— Hilo de coser.

d) Pespunte La técnica es la misma que para el punto hacia atrás, pero

en este caso los puntos deben quedar unidos.

B

b) Punto de hilván

Clavar la aguja en la tela (que se sostiene con la mano iz­quierda), sacarla 0,5 cm más lejos, tirar de la aguja para que el hilo se deslice en el tejido y estirar; volver a empezar hasta terminar la labor; el hilo debe estar siempre detrás de la aguja.

c) Punto hacia atrás

Clavar la aguja, sacarla 1 cm más lejos; cuando se vuelve a meter 0,5 cm más atrás.el hilo debe preceder a la aguja; ios puntos quedan separados.

e) Dobladillos El punto de dobladillo se hace siempre por el revés del teji­

do; para ello hay que pasar el hilo por el grueso del revés de la tela, que está doblada, y coger sólo un hilo por el derecho de la tela.

f) Punto escapulario

Al revés de los otros puntos, éste se hace de izquierda a de­recha. Introducir la aguja 0,5 cm por encima del pliegue del dobladillo y hacer un punto adelante 1 cm hacia la derecha, coger un hilo del derecho del tejido y volver a hacer un punto adelante por debajo, 1 cm a la derecha. Los puntos se cruzan en diagonal.

A . ^ E y . D

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fabricar g) Ojales h) Punto de festón

Cortar la tela en el lugar que se desea. Con un hilo resis­tente hacer punto adelante a un milímetro o dos del borde, después bordear todo el corte con punto de festón apretado. Los extremos del ojal pueden hacerse de dos formas:

— redondeando en un extremo con una presilla al otro lado; — con presillas a ambos lados.

Se hace de izquierda a derecha. Clavar la aguja unos milí­metros por encima del futuro borde del festón y sacarla per-pendicularmente a la línea del borde del festón, manteniendo el hilo por debajo de la punta de la aguja para formar un nu­do. Mantener este nudo sobre el borde del festón y hacer el siguiente punto justo al lado del que se acaba de hacer.

festón recto

i) Remiendo Antes de poner una pieza nueva, siempre es preferible zur­

cir siguiendo la técnica que se usa para tejer: coser hilos a tra­vés del roto, pasando alternativamente la aguja por encima y por debajo de cada uno de ellos, y clavándola en cada vuel­ta en el tejido como si fuera punto de hilván; o bien, cortar un trozo de tela de dimensiones algo mayores que el zurcido, coserlo con punto de dobladillo, haciendo un pliegue a lo largo de todo su perímetro.

j) Punto de cruz Muy útil para unir dos pedazos colocados uno junto a otro

a todo lo largo o superpuestos. Se hace mediante dos puntos oblicuos que se cruzan, el primero hacia abajo y de izquierda a derecha, el segundo hacia arriba y de derecha a izquierda.

Ojal bordado

:só

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2. El punto Su práctica resulta difícil de explicar y se transmite gene­

ralmente de madre a hija.

a) Materiales Se utilizan dos agujas largas con punta atenuada, prefe­

rentemente de acero, cuya longitud varía entre 20 y 50 cm; uno de sus extremos acaba en punta mientras que el otro sue­le llevar un tope de plástico para que el hilo no se escape. En el lenguaje del punto, la aguja indica también todos los pun-:os de una sola vuelta.

b) Montaje de los puntos El primer punto se monta a una cierta distancia del extre­

mo del hilo, correspondiente a tres veces la medida que ten­drá que tener el total de puntos con que se desee hacer el trabajo.

— Hacer un nudo corredizo.

— Pasar el hilo que está suelto por encima del pulgar iz­quierdo. El hilo que procede del ovillo pasa sobre el índice .zquierdo: tirar de este hilo y sujetarlo haciéndolo pasar so­bre el dedo corazón y luego sobre el anular y meñique de la — ano izquierda.

vestirse — Girar hacia el interior de la mano izquierda de modo

que se obtenga un cruce del hilo que rodea el pulgar izquier­do para fomar una segunda asa. Introducir la aguja en esta asa y con ella tirar del hilo que está sobre el índice a través de esta asa. Así se forma un nuevo punto. Separar el hilo del dedo pulgar.

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fabricar — Pasar nuevamente el dedo pulgar de la mano izquierda

sobre el hilo.

Repetir estas operaciones sucesivamente. Una vez están montados los puntos, se puede empezar la

labor; darle la vuelta y coger la otra aguja con la mano dere­cha. Vamos a describir los dos tipos de punto que se pueden combinar a voluntad.

c) Puntos básicos

— Punto al derecho: colocar los puntos en la punta de la aguja para poder trabajar mejor.

I i

Meter la aguja derecha en el primer punto, en el mismo sen­tido que la aguja izquierda; pasar el hilo del ovillo en torno a la aguja. Hacer que este hilo se deslice suavemente por en­cima de la aguja al mismo tiempo que se hace retroceder lige­ramente la aguja derecha; quitar un punto de la aguja izquierda.

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— Punto al revés: meter la aguja derecha en un punto, en sentido contrario a la aguja izquierda; pasar el hilo en torno a la aguja. Hacer que este hilo se deslice suavemente por en­cima de la aguja al mismo tiempo que se hace retroceder lige­ramente la aguja derecha. Quitar un punto de la aguja izquierda.

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vestirse e) Los aumentos

Hacer un punto sin dejarlo caer y volver a hacer el mismo punto cogiendo el hilo por detrás (si era un punto al derecho seguirá un punto al revés, y viceversa); volver a colocar ense­guida el hilo detrás de la labor.

d) Otros puntos — Punto elástico: se obtiene alternando uno o varios pun­

tos al derecho con uno o varios puntos al revés. Cuando se da la vuelta a la labor, se tejen los puntos tal como se presen­tan: al derecho los que están al derecho y al revés los que es­tán al revés.

Aumento interno sencillo a la derecha

f) Los menguados Para menguar, hacer dos puntos y cerrar el primero sobre

el segundo con la ayuda de la agu.ia izquierda; para hacer va­rias disminuciones hay que hacer un nuevo punto y cerrar el anterior por encima.

— Punto bobo: se compone solamente de puntos al derecho.

Menguado sencillo sobre el derecho (inclinación a la izquierda)

g) El orillo Vamos a dar algunas recomendaciones para que el punto

quede suelto y regular: coger el primer punto de cada vuelta al derecho y dejarlo sin hacer; hacer siempre al derecho el úl­timo punto (cualquiera que sea la vuelta).

— El punto de jersey se compone de filas alternadas de pun-:os al derecho y puntos al revés.

Orillo bien acabado simple y orillo bien acaba- ;

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fabricar

h) Terminar el trabajo Cerrar los puntos: hacer todos los puntos de la vuelta co­

mo si fuera un menguado.

Remate a la francesa al derecho

3. El ganchillo

Es una aguja de unos 15 cm con la punta curvada.

a) Cadeneta Es una sucesión de mallas al aire. — Punto al aire: se sostiene el ganchillo con la mano dere­

cha y se coloca el hilo sobre el índice de la mano izquierda; se hace un nudo corredizo y se aprieta en torno al ganchillo haciéndolo deslizar ligeramente.

— Hacer una basta: pasar una vez el ganchillo de izquier­da a derecha por debajo del hilo.

— Sacar un bucle: tirar de la basta con el ganchillo y ha­cerlo pasar a través de la malla del nudo corredizo.

Así se obtiene un punto al aire; continuar hasta formar una

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cadeneta; una vez que se haya alcanzado la longitud desea­da, se da la vuelta a la labor.

b) Punto bajo Todos los puntos de ganchillo se basan en el punto bajo;

la única diferencia estriba en el número de veces que se toma el hilo sobre el ganchillo y el número de asas que se cierran; por otra parte, uno mismo puede determinar este número ha­ciendo unas muestras y eligiendo el punto deseado.

— En una cadeneta de punto al aire, se mete el ganchillo en el segundo punto.

— Se recoge el hilo sobre el ganchillo y se retira a través de la primera asa (se trata de conducir el ganchillo con el hilo a través del punto en el que se ha metido el ganchillo); tene­mos, pues, dos asas sobre el ganchillo.

— Se coge de nuevo el hilo y se cierra el punto a través de las dos asas. Continuar del mismo modo.

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vestirse c) Aumentos

— Aumento de una malla: hacer dos mallas sobre una mis­ma malla de base.

Aumento de una malla

— Aumento de varias mallas: hacer un número de cadene­tas sueltas igual al número de aumentos deseados.

Aumento de dos o tres mallas

d) Menguados — Menguado de una malla: dejar de trabajar un punto de

?ase.

— Menguado de varias mallas: cerrar el mismo número de puntos que se desea disminuir.

e) Orillos

Serán rectos y sueltos si seguimos algunas reglas: — Al final de cada vuelta, hacer el último punto metiendo

el ganchillo por debajo de la primera malla de la vuelta an­terior.

— Sustituir el primer punto de cada vuelta por uno o más puntos al aire; el número de puntos al aire varía según el tipo de punto utilizado; para el punto alto, por ejemplo, hay que hacer dos al principio de cada vuelta.

f) El ganchillo con los dedos — Cadeneta: hacer un nudo corredizo, meter en él el índi­

ce derecho sosteniendo el hilo con la mano izquierda; pasar el índice derecho por debajo de este hilo y sacarlo a través del lazo del nudo corredizo, de manera que se forme una se­gunda asa; proseguir hasta completar la cadeneta.

— Punto alto: una vez hecha la cadeneta, volver la labor, pasar el dedo índice, que está dentro de la malla, por debajo del hilo e introducir en la malla siguiente, a continuación vol­ver a pasarlo por debajo del hilo que, esta vez, se mete en la malla anterior. Entonces se tienen tres hilos sobre el dedo; pasar el índice por debajo del hilo de hacer ganchillo y sacar­lo a través de las tres asas.

Menguado de más de dos mallas

291

Page 44: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

fabricar 4. El tejido

a) El telar Para tejer se utilizan sobre todo la lana y la seda, pero tam­

bién otras fibras: — de origen animal: pelo de cabra, de conejo, de perro; — de origen vegetal: fibra de yute, de retama, de ortiga y

de cáñamo; pero solamente las fibras animales tienen valor calorífico.

El telar generalmente está hecho de madera; puede ser más o menos grande y más o menos perfeccionado, pero existen unas normas básicas que vamos a describir.

El telar más simple está formado por un bastidor en el que se clavan unos clavos, regularmente espaciados. Se tensa la lana en sentido longitudinal; el conjunto forma entonces la urdimbre. Pasar otra lana en sentido horinzontal, primera­mente por encima y por debajo de los hilos de la urdimbre, después en sentido inverso. De este modo quedan diferencia­dos los hilos pares e impares de la urdimbre. Este entrelaza­do de hilos horizontales formará la trama.

b) Construcción de un telar al aire libre Coger dos troncos de leña de 80 cm de longitud y colocar­

los paralelamente. Cada uno de estos troncos, o enjullos, se atará a un árbol de modo que se mantenga en posición hori­zontal. La distancia entre los dos árboles variará según la en­vergadura de la obra. Elegir, por ejemplo, dos árboles separados por una distancia de 1,80 cm, entre estos dos enju­llos tensar dos cuerdas en sentido longitudinal; para mante­ner este telar en posición horizontal, hay que atar un tronco (que se coloca en el suelo) con unas cuerdas al enjullo de­lantero.

Esquema tomado de Albert Boekholt, Premiers Tissages Vie Active 20, rué de Guersant, París XVII .

Vemos que basta tirar de F1 hacia abajo, con una sola mano, para accionar F2 hacia arriba al mismo tiempo (y a la inversa, en el siguiente movimiento).

c) Un modelo sencillo de telar Sobre cuatro soportes, montar 2 largueros laterales (A) que

sostendrán, en su extremo, los dos rodillos (B y C) sobre los cuales se enrolla la lana de la urdimbre.

El batiente (D) que contiene el peine (P) se articula con la base de los pies delanteros (en 1) y debe poder moverse hacia adelante y hacia atrás (véase la flecha).

Se colocan dos barras (E) móviles sobre 2 ménsulas (F) que permiten dos posiciones (alta y baja) y que están fijadas a los montantes laterales. Estas barras hacen las veces de bastidor y se levantan alternativamente para dejar paso a la lanzadera.

Funcionamiento: — Cortar, del ovillo de lana, 2 trozos que unirán los rodi­

llos B y C, atravesando el peine P, y que delimitarán la an­chura de nuestro tejido. Estos dos anillos son fijos, están medianamente tensados y se centran en relación con la an­chura del telar. Los dos nudos que cierran estos dos bucles se colocan sobre el rodillo delantero (B).

— Unir a continuación el cabo del ovillo al nudo del pri­mer anillo, atravesar el peine P, dar la vuelta al rodillo C, volver por debajo del telar hasta el rodillo B, volver a pasar a la púa siguiente, etc., hasta obtener una trama de la anchu­ra deseada, es decir, que llegue al 2? anillo fijo. Unir el extre­mo del hilo al nudo de este último anillo.

— Atar un hilo de cada dos a una de las barras E (E1 a E2)

B

2 1 2 1 2 1 por medio de unas pequeñas lazadas de hilo de lino, cerradas con un nudo de rizo (esquema 3).

— Al levantar de un modo alterno cada una de las dos ba­rras E hasta la posición alta de la ménsula, se levanta uno de

cada dos hilos de la urdimbre y por ese espacio se pasa la lan­zadera en un sentido; después, cuando la otra barra E está levantada, la lanzadera pasa en el otro sentido (vuelta). La lanzadera pasa entre el peine y el rodillo delantero.

— A cada ida y vuelta de la lanzadera, hay que acercar el peine hacia uno mismo (rodillo B), para comprimir las ma­llas del tejido.

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vestirse d) La urdidura

Es la acción de ordenar los hilos de la urdimbre de modo que queden paralelos, en el mismo orden que ocuparán en la tela y en un número igual al que tendrá la tela según su anchura.

Para saber las medidas, hay que hacer un cálculo rápido que permita determinar la longitud exacta del hilo sobre el telar. Tomar, por ejemplo, una urdimbre de 30 cm de ancho; si obtenemos dos hilos por centímetro, la urdimbre tendrá 60 hilos. Si deseamos un tejido de 1,50 m de largo (longitud de la tela a la que hay que añadir 20 cm en previsión de desper­dicios, fijación de hebras, etc.) hay que multiplicar esta lon­gitud por el número de hilos; el resultado es 90 m de lana.

Desmadejar esta lana alrededor de cuatro palillos coloca­dos a pares. Si queremos que la urdimbre tenga varios colo­res, hay que calcular antes la importancia que tendrán en la urdimbre y alternarlos en los palillos en el orden deseado. Una • ez preparados los hilos, hay que quitarlos de los palillos des­lizando el brazo por el primer cruce.

e) Fijación de hebras al primer enjullo Una vez se ha quitado la lana de los palillos, ésta presenta

dos cruces (un ocho con un bucle más). Cortar, pues, el pri­mer bucle de los hilos de la urdimbre, que se dividen así en dos, y atarlos por pares en torno al primer enjullo.

A continuación, deslizar transversalmente unos listones de madera a cada lado del cruce (los hilos pares aparecen sobre ei primer listón, los impares sobre el segundo).

N.B.: la manera de atar el primer enjullo del telar al aire libre es muy importante, ya que éste debe enrollar el tejido hecho y, por tanto, debe poder deslizarse a lo largo de las cuer­das que lo atan al árbol; el segundo enjullo debe mantener tenso el tejido y requiere también un anudado especial.

f) El peine Su uso depende de la calidad del tejido; nos permite apre­

tar los hilos de la trama a lo largo de la urdimbre; sus púas se deslizan a cada intervalo.

El peine está constituido por cuatro listones que se unen para formar un bastidor, a través de los cuales se tienden ver-::cálmente unos bramantes bastante apretados; su número de­be ser, por lo menos, igual a la mitad de los hilos de la urdimbre.

g) Las viaderas Las viaderas permiten abrir la urdimbre, separar los hilos

pares de los impares para introducir, de una sola pasada, los hilos de la trama. También están formadas por un bastidor de madera; a través de este bastidor se montan verticalmente los lizos (especie de cuerdecillas que tienen un mallón u ojal en medio).

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D . . _ H

h) Montaje del peine y de las viaderas Cortar el segundo bucle de los hilos de la urdimbre y pa­

sarlos uno por uno por las púas del peine, después por los li­zos y sus ojales intermedios; el hilo par se colocará por el ojal del lizo, el hilo impar entre los lizos y así sucesivamente, has­ta la última hebra. En caso de que haya dobles lizos, los hilos pares pasarán entonces por los espacios intermedios de la se­gunda viadera y los hilos impares por los lizos. Cuando se levante el bastidor, éste arrastrará los hilos pares sujetos a los lizos, mientras que los hilos impares permanecerán hori­zontales; el espacio que queda se llama calada y a través de él se pasan los hilos de la trama; cuando baje el bastidor, su propio peso arrastrará de nuevo los hilos pares, creando un nuevo espacio con los hilos impares horizontales.

N.B.: en el caso del telar al aire libre, se pueden atar los bastidores de las viaderas a una cuerda tendida entre los dos árboles, por encima del telar.

i) Fijación de hebras al segundo enjullo Atar las hebras de dos en dos al segundo enjullo.

El número de lizos será la mitad del número de hilos de la urdimbre. También se puede poner un juego de dobles lizos que facilitará la partición de las dos capas pares e impares.

j) El tejido Enrollar una cantidad de lana bastante considerable en una

vara de madera con los extremos en punta; el hilo se sujeta haciendo una muesca. El paso de esta lanzadera a través de las caladas se hace mejor en sentido oblicuo. Después de ca­da pasada del hilo de la trama a través del ancho del tejido, hay que modificar la posición de los lizos y apretar los hilos con las púas del peine.

N.B.: durante la última guerra mundial, los alemanes no vacilaron en recuperar no sólo los dientes o la piel de los pri­sioneros, sino también sus cabellos con los que fabricaron jer­sey s y calcetines. Anotemos aquí que esta explotación total del hombre, considerado como bestia, hecha por otros hom­bres, que se creían dioses, es un buen desquite para todos es­tos pobres animales domésticos, e incluso salvajes, cuya evolución hemos detenido o bien hemos asesinado y tortura­do por placer o afán de lucro.

La frase «Mientras haya mataderos, habrá campos de ba­talla», de Tolstoi, y la experiencia que acabamos de citar no parecen haber servido de mucho, ya que la vivisección, la cría masificada y la caza aumentan de día en día.

Sería hora de meditar y actuar de acuerdo con esta refle­xión del gran Kant:

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fabricar «Debemos considerar siempre

a los demás seres como fines que se fustifican por sí mismos, como algo que halla en sí su propio objetivo, y no considerar jamás a un ser vivo como medio para satisfacer nuestros deseos. Debemos respetar el valor intrínseco de todos los demás seres y nunca sacrificarlos a nuestros fines personales. Pero es esto, precisamente, lo que hacemos cuando matamos animales. Violamos las leyes de la más alta moral.»

Dicho esto, podríamos utilizar perfectamente pieles de ani­males muertos de vejez para fabricar vestidos, así como la lana de las ovejas y cabellos humanos sin que debamos hacer ningún daño ni a unos ni a otros.

5. La lana a) Estudio de la lana del cordero

La lana es el producto piloso de los óvidos, especialmente del cordero y de otros mamíferos. Desgraciadamente la ma­yor parte de los ganaderos se preocupan mucho más de la car­ne que pueden dar sus animales que de su pelaje, y como los animales no pueden darlo todo, la calidad de la lana se re­siente.

La lana es, por tanto, el pelo del cordero; cuando se exa­mina un pelo, se distinguen en él un cuerpo y dos extremida­des, una en punta y la otra con un abultamiento: el bulbo, inserto en la piel. Este bulbo contiene un músculo que, al con­traerse, conduce la sangre a través de los vasos que lo irrigan y de este modo refuerzan el pelo. La alimentación del animal es, por consiguiente, muy importante de cara a la calidad del vellón. Contrariamente a lo que sucede con la mayoría de los pelos, la lana tiene un filamento desprovisto de canal central, y esto es lo que le proporciona toda su suavidad. La hebra de lana vista al microscopio parece un cuerpo escamado; es­tas escamas, al erizarse, se pegan unas a otras, lo que da a la lana la propiedad de formar vedijas y poder ser hilada. El vellón del cordero crece continuamente y el pelo, que no cae nunca, dobla su longitud si no se esquila.

N.B.: existen en el cordero unos pelos especiales: la «lana churra», que tiene las propiedades del pelo común y crece con­tinuamente como la lana. Es un grave defecto del vellón que el pastor se esforzará por quitar.

b) El esquileo

— La época El esquileo se hace en una época bien concreta del año, ni

demasiado temprano, de modo que las ovejas no tengan frío, ni demasiado tarde, para que la lana haya tenido tiempo de crecer cuando las ovejas suban a los pastos, a inicios de vera­no , durmiendo a veces al raso. Así pues, el esquileo se practi­ca en cuanto comienza el buen tiempo, en primavera. En otro tiempo, esta operación estaba encomendada a un equipo de esquiladores, formado por antiguos pastores, que dejaban su trabajo para ir de ganadería en ganadería a recoger la lana. ¡Qué bien se hacía entonces este trabajo! Actualmente, cada pastor debe esquilar él mismo sus animales.

— Material Antiguamente se utilizaban tundidoras de mano, una es­

pecie de tijeras cuyas dos hojas estaban unidas por un semi­círculo de acero. Su manejo exigía usar las dos manos, por lo que el cordero debía ser sujetado enérgicamente entre las piernas del esquilador. Actualmente se utilizan para comple­tar el esquileo.

El pastor también tiene a su disposición esquiladoras me­cánicas (constituidas por cuchillas que manejan unas cardas que se deslizan unas sobre otras). El pastor conserva una ma­no libre, ya que su uso exige menos fuerza; estas máquinas ejecutan también el trabajo de un modo más regular.

— Un método de esquileo El esquileo no es una operación nada fácil; hay que tener

cuidado de no herir al animal. En caso de que se produzca una herida, hay que desinfectarla con unos toques de tintura de yodo. Existen muchos métodos de esquileo, unos comien­zan por las extremidades posteriores, otros por la cabeza.

En primer lugar, hay que atar las patas del cordero de dos en dos (primero las dos patas izquierdas, después las dos pa­tas derechas); la esquiladora debe aplicarse lo más cerca po­sible de lá piel. Comenzar por el hocico, los carrillos, las orejas, la frente y, a continuación, el cuello.

Sentar el cordero sobre su trasero, con la cabeza entre las piernas del esquilador, y esquilar todo el pecho empezando por el costado izquierdo.

Acostar después el animal sobre la izquierda y esquilar hasta las ijadas; dar la vuelta al cordero y hacer todo el costado, la pata y el muslo izquierdo.

Darle la vuelta de nuevo y esquilar la pata y el muslo derechos.

Estas maniobras sucesivas permiten que la lana caiga de una sola pieza sobre el flanco derecho.

Esquilar las caras interiores de las patas traseras, después las delanteras y el vientre, desatar las patas y colocar las de­lanteras detrás de la nuca, terminar por las patas traseras; el cordero ya está esquilado.

Una vez quitada la lana, se enrolla sobre sí misma colo­cando en el interior las patas y el vientre, y se ata con una cuerda. Los vellones se guardan en un lugar que no sea de­masiado seco ni demasiado húmedo. Después serán someti­dos a una serie de operaciones que les harán perder entre ur 25 % y un 75 % de su peso inicial.

c) Selección de la lana

Extender la lana sobre una mesa y quitar las impurezas coi la mano; en primer lugar, las que proceden del exterior (briz ñas de paja, excrementos, etc.), a continuación las proceden tes del cuerpo del animal: el churre, que está compuesti principalmente de grasa. Esta limpieza a mano se hace rápi damente ya que será sobre todo el agua la que devuelva a 1 lana su blancura natural. Hay que saber que el vellón tien diversas calidades de lana, que hay que separar cuidadoss mente. El cuello y el vientre, por ejemplo, tienen la lana má corta; las mejores partes para hilar son la espalda, los coste dos y los codillos.

d) Lavado de la lana Se hace con agua clara, fría; el agua de lluvia es la más apn

ciada; a veces el lavado puede hacerse antes del esquileo; < conduce al rebaño cerca de un arroyo donde se cepilla a 1; ovejas echándoles agua en abundancia. Después del esquileí se sumerge la lana en agua clara y fría, una parte de la gra: se disuelve en el agua. Después de este primer lavado puedí darse dos situaciones:

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vestirse — La lana se hila inmediatamente: conserva aún parte de

materia grasa y el hilado es más fácil. Extenderla a la som­bra, hilarla, hacer ovillos y lavarla a fondo.

— La lana se almacena antes de ser hilada: en este caso, para poder almacenarla, hace falta una tercera operación: el desengrasado. En efecto, la grasa que aún permanece en la lana podría atraer algunos parásitos.

e) Desengrasado Para esta operación se puede recurrir a muchas recetas de

tavado casero: I. Agua: 30 litros. Carbonato de amoníaco: 150 g. Tener

en remojo 1/4 de hora a 30°. II. Agua: 30 litros. Jabón basto: 120 g. 1 hora a 30°. Después de haber lavado la lana en una de estas disolucio­

nes, se extiende a la sombra, como en el caso anterior, para que se seque. A continuación se guarda en sacos de tela con lavanda, para preservarla de la polilla.

f) Blanqueo A pesar de haberla lavado, la lana conserva un color ama­

rillento; para quitarle este color podemos: — Colgarla de unas vigas encima de un baño de vapor de

azufre. — Sumergirla en pequeñas cantidades en un baño de agua

oxigenada de 12 volúmenes; dejarla en este baño unas horas, después enjuagarla, enjugarla y secarla a la sombra.

g) Cardado En primer lugar, coger cada vedija de lana entre las manos

y estirarla de manera que caigan las impurezas que pudiera haber entre las hebras; esta operación debe hacerse siempre en el mismo sentido para que las hebras de lana se manten­gan paralelas.

Cuando resulta difícil estirar la lana, coger cardas (especie -e palas rectangulares, provistas de púas metálicas en una de 5us caras), colocar algunos copos de lana bruta sobre una de ellas y cepillar suavemente 5 o 6 veces; volver a comenzar la operación colocando la lana sobre la otra carda y separar la ?orra con la mano; a continuación, enrollarla sobre una su­perficie plana. Una vez está cardada la lana, es preferible hi-.arla enseguida para evitar tener que amontonarla.

Cardadoras

N.B.: el cardado sólo debe hacerse si las hebras de lana son :ortas y apelmazadas; si son largas y sueltas, el cardado po­dría cortarlas.

h) Hilado

Es la transformación de las fibras textiles en hilos; para es-:a operación se utiliza el huso o el torno de hilar.

— El huso: tiene forma de peonza alargada y está provisto de un dispositivo en la parte superior que permite fijar la lana.

Para hilar, se coge una mecha de lana y se ata al extremo del huso que asimismo puede estar atado a una madeja. Con la mano derecha se separa la lana y con la izquierda se hace girar el huso en el sentido de las manecillas del reloj, procu­rando evitar que se detenga o que gire en sentido contrario. ya que se rompería la lana. Cuando el huso está lleno, se reti­ra la lana y se coloca una nueva hebra.

En caso de que se rompa la hebra, hay que unirla tirando de los dos pedazos y colocándolos uno sobre otro; entonces se les hace descender sobre el huso en torsión y no se sueltan hasta que hayan bajado del todo.

— La rueca (bastón de 50 cm de largo que presenta en su extremo superior el rocadero donde se enreda el copo) sólo es necesaria para hilar lino.

n n r—~

Ruecas

— Torno de hilar (rueca o rueda). Las principales piezas son una gran rueda, o volante, accionada por un pedal o una manivela, y una rueda pequeña, a su izquierda. Una barra de hierro, la broca, atraviesa la rueda pequeña. La broca tie­ne una abertura: el ojo. Sobre la broca, y de delante hacia atrás, se ensartan una bobina y una horquilla.

Torno de hilar Walfard en madera de arce

La horquilla está firmemente fijada y gira al mismo tiem­po que la broca, mientras que la bobina es móvil. En el brazo izquierdo de la horquilla hay 10 ganchitos (el alfilero) que sirven para que la lana vaya perpendicular a la bobina. En el brazo derecho, por el otro lado, aparece la misma serie de ganchitos. Las dos ruedas están unidas por una correa y una segunda pasa por la rueda grande y la garganta de la bobina. Todo el conjunto está fijo sobre un armazón de forma va­riable.

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fabricar

Horquilla de polea

Se coge una hebra de lana de 20 cm, y se coloca en el hueco de la broca de modo que salga por el ojo, a continuación se pasa por encima de los ganchitos y se ata fuertemente a la bobina. Entonces se puede comenzar a pedalear mientras se sostiene la lana entre los dedos (la broca y la bobina son in­dependientes). Cuando se ha hilado ya un poco de lana, se coloca sobre el alfilerero para que se enrolle sobre la bobina. Cuando la bobina está llena, se separa de la correa y se hacen madejas u ovillos.

El manejo del torno de hilar es mucho más difícil que el del huso. Su dominio requiere muchos ensayos que, al prin­cipio, pueden provocar desánimo. Pero una vez que se domi­na la técnica, el rendimiento es mucho más satisfactorio. La uniformidad de la lana depende de la habilidad del hilande­ro, aunque la lana hilada con irregularidades también con­serva cierta calidad.

6. Otras fibras de origen animal y vegetal Se pueden hilar otras fibras, además de la lana: — De origen animal: pelo de cabra, de conejo y de algu­

nos perros. — De origen vegetal: fibras de yute, retama, lino, cáñamo

y ortiga (ramio). El ramio es una ortiga de origen tropical (Boehmeria ni­

vea), la más usada y apreciada para hilar y tejer. Se recoge cuatro veces al año. Sus fibras proceden del tallo. Hace poco se ha descubierto un procedimiento que permite un tratamien­to industrial. Esta planta posee numerosas cualidades, una de las cuales es la facilidad con que acepta el tinte.

7. Tratamiento del lino y del cáñamo a) Enriado

Los tallos de lino y cáñamo se extienden sobre la hierba y se golpean los manojos para desgargolarlos; luego se amon­tonan formando hacinas: «entejados». Estas hacinas se su­mergen en el agua del río 4 o 6 días si se trata de cáñamo (está a punto cuando la corteza se separa con facilidad) y de 3 a 6 semanas en el caso del lino. Estos remojados tienen por ob­jeto quitar la goma resinosa que une la corteza al tallo. Para el secado, se extienden sobre la hierba y se ponen luego en el horno a una temperatura no superior a 50 o 60 grados.

b) Agramado

Para esta operación se utiliza una especie de maza de man­go largo, con la que se pulveriza y se elimina la corteza de los tallos. Tras efectuar estas dos operaciones, el lino y el cá­ñamo se cardan y se hilan. Las hebras, que son más secas y

rígidas que la lana, resultan de torsión más difícil; por lo tan­to, habrá que humedecerlas constantemente con agua.

c) Blanqueo Estas dos fibras textiles se blanquean después de tejerlas.

El blanqueo se hace poniéndolas al sol y rociándolas con agua. Pero cualquier blanqueo comporta un principio de deterio­ro, por tanto es preferible llevarlo a cabo durante los lavados.

8. La seda y el gusano de seda La seda es una sustancia filiforme, segregada por ciertos

lepidópteros, que consta básicamente de dos proteínas (seri-cina y fibroína). El hombre cría gusanos de seda o bómbices de morera (Bombyx o Sericaria morí) para obtener el precia­do hilo. Estos insectos se alimentan de hojas de morera blan­ca (Morus alba). La morera blanca fue importada de China para alimentar las larvas de este insecto, que se encuentra so­bre sus hojas. La mejor época para procurarse huevos es a fi­nales de invierno y conviene tenerlos en un lugar fresco (+ 8 o •+• 9 CC). Se depositan en cajas corrientes donde van a experi­mentar una lenta elevación de temperatura; la temperatura ópti­ma es de 22 °C. Después de 10 días de incubación, nace una gran cantidad de orugas, de 2,5 mm de longitud, que se depo­sitan en unas rejillas. Durante un mes hay que alimentarlas con hojas de morera trinchadas. Estas orugas comen tanto que su piel no puede contenerlas y tienen que cambiarla cuatro veces. Cuando nacieron apenas ocupaban unos decímetros cuadra­dos; ahora ocupan los cien metros cuadrados del criadero (lo­cal donde se crían los gusanos de seda).

Cada día hay que limpiar el lugar donde están los gusanos, retirar los excrementos y vigilar la temperatura y humedad ambientales (la temperatura ambiente óptima es de 22 °C). Durante los 32 días de su vida de larva, los gusanos de seda consumen diariamente de 13 a 15 gramos de hojas trincha­das. Al trigésimo tercer día, después de la última muda, los gusanos rechazan todo alimento. Entonces se clavan en las rejillas pequeñas ramitas y los gusanos, prisioneros, busca­rán un emplazamiento para ponerse a hilar.

Cada gusano dispone de una pequeña casilla, lo cual ase­gura un calibrado perfecto del tamaño del capullo. Empie­zan atando los hilos de forma desordenada, pero al cabo de un tiempo la forma del capullo se define. La cabeza describe un movimiento en forma de 8 y el hilo se va depositando, en sucesivas capas, sobre toda la superficie interior del capullo. El hilo puede alcanzar una longitud de 800 a 1200 m, pero sólo hay 300 a 500 m utilizables. Después el gusano se entu­mece y disminuye de volumen, se prepara la quinta muda que le convertirá en ninfa o crisálida. Inmediatamente se colocan los capullos en hornos de aire caliente, a fin de matar las cri­sálidas que contienen. Si se deja que la crisálida se convierta en mariposa, el insecto, en sus esfuerzos por salir, rompería el capullo. En este caso resultaría muy difícil desenredar los hilos que constituyen un auténtico ovillo. Inmediatamente se procede al devanado; se tira del hilo enrollándolo en una bo­bina mientras el capullo queda suelto. Muchas veces el hilo es tan delgado, que hay que devanar de 3 a 10 capullos a la vez para obtener el grosor deseado. La seda es un material vivo y su uso requiere mucha paciencia y cuidado. Es impu­trescible, posee un elevado poder de absorción y, por tanto, es excelente para el tinte. Protege igualmente de la humedad exterior y de la transpiración, se electriza al menor roce en un ambiente seco y constituye un preciado aislante.

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Gusano de seda (larva) Capullo de gusano de seda y su crisálida

N.B. 1: algunas veces sucede que dos gusanos de seda tra­bajan uno al lado del otro y forman capullos dobles. Estos capullos nos proporcionan la seda llamada ocal, irregular, pe­ro más gruesa y resistente que la seda cruda.

N.B. 2: actualmente, la morera blanca está en vías de de­saparición en Europa, porque sus excelentes frutos ya no se venden para alimentación y porque la seda artificial ha susti­tuido a la seda natural.

9. Los t intes vegetales

a) Recolección de las plantas Su recolección debe hacerse con muchas precauciones. La

naturaleza, por muy generosa que sea, tiene cada vez más di­ficultades para la reproducción, debido a la poca considera­ción de los que utilizan las plantas. He aquí un pensamiento de Goethe:

«Para conocer y describir una cosa viva, Hay que captar, primero, su espíritu, En nuestras manos tenemos las partes Pero ¡ay! ¡falta el espíritu que las una!»

¿Cuándo y cómo hay que coger las plantas? La primera regla que debemos observar es dejar siempre, en el lugar de donde las cogemos, una planta de la misma especie que ase­gure su reproducción en el futuro.

Las bayas y los frutos se recogen cuando comienzan a ma­durar, en el buen tiempo. Las raíces se recogen en otoño, al final del día; las cortezas de los árboles frutales y resinosos, en primavera, la de los latifolios, en otoño e invierno; los li­qúenes, al final del invierno, tras un período de lluvias; las flores y hojas de diversas plantas se recogen al principio de .a floración, las plantas enteras y los ramos, antes de la flo­ración.

bl Secado de las plantas Después de la recolección, hay que guardar las plantas en

.n lugar seco, ventilado y oscuro para poder conservarlas más ::empo. Colgar las plantas en ramilletes, invertidas. Las cor­tezas y la leña se pueden extender al sol. Una vez secas, las plantas se guardan envueltas en papel seco y conservan su pro­piedad de teñir durante 1 o 2 años

c) Preparación de las plantas para el tinte Las flores se ponen completamente en remojo y las hojas

;• !as plantas enteras se cortan finamente, las raíces y los tron­zos leñosos se trituran con la mano de mortero directamente er. el baño de tinte; los liqúenes se pulverizan (una vez secos, se deshacen con facilidad entre las manos). Los polvos vege­tales que venden en las tiendas se remojan con un poco de agua para que se hinchen.

vestirse Estas operaciones se hacen para facilitar la extracción de

colorantes de diversas plantas.

d) ¿Qué se puede teñir con los tintes vegetales? Los tintes vegetales son muy eficaces para las fibras na­

turales: — de origen animal: lana, seda; — de origen vegetal: algodón, lino, cáñamo. Estas fibras son más resistentes al tinte pues están compues­

tas de celulosas rodeadas por ácidos grasos y cera impermea­ble al agua. Para facilitar el teñido es preciso hervirlas varias veces añadiendo diversos productos.

e) Diferentes fases del proceso del tinte vegetal — Preparación de las fibras: puede ir desde un simple la­

vado con jabón (lana) hasta el hervido con cristales de sosa o amoníaco (lino, algodón).

— Aplicación del mordiente: esta operación permite fijar los colores. Hervir las fibras en agua que contenga mordien­tes (productos que abren la fibra y la hacen más sensible a las coloraciones vegetales).

Se puede utilizar alumbre (sulfato doble de aluminio y de potasio), sulfato de hierro o de cobre, crémor tártaro e inclu­so orina que se habrá dejado fermentar en un recipiente. Al­gunas cortezas contienen tanino, que también se utiliza como mordiente. Las agallas de nogal también contienen mordien­te (la agalla es una excrecencia en forma de cereza, provoca­da por la picadura de un insecto, que se encuentra en las hojas y el tronco del roble).

El mordiente se puede aplicar antes, durante o después del teñido.

— Teñido: cortar en trozos pequeños las plantas tintóreas y dejarlas en maceración en agua fría (12 litros para 500 g de madejas), hervir durante una hora o más, según el tipo de plantas utilizadas. A continuación se puede filtrar, aunque esta operación es facultativa. Se sumergen las fibras (a las que ya se ha aplicado el mordiente, pues nosotros preferimos ha­cerlo antes del tinte) en un baño de agua tibia y se va calen­tando despacio dándole vueltas hasta llegar a la temperatura máxima aconsejada para cada fibra (50 °C para la seda, 90 °C para la lana, algodón y lino). Las fibras deben permanecer siempre cubiertas totalmente por el líquido. El color obteni­do debe ser más fuerte que el que se pretendía, ya que al acla­rar y secar disminuye la intensidad del color. Se tapa el recipiente.

El tinte se puede aplicar directamente a las madejas. Para hacer una madeja se va enrollando la lana o cualquier otra fibra entre el codo y la mano, después se ata con unos cabos de algodón que se cruzan sobre la madeja en forma de 8.

Para el teñido, se utiliza un recipiente de chapa esmaltada (esmalte neutro). Después de cada uso se limpia bien con ja­bón y un estropajo de fibra de vidrio. Para remover es con­veniente utilizar bastones completamente lisos que se cambian cada vez que estén impregnados de tinte.

Una vez que las fibras estén suficientemente teñidas, se pue­den dejar enfriar en el mismo líquido, o bien ponerlas en re­mojo en agua la misma temperatura.

— Aclarado: la lana se aclara primero con agua tibia y des­pués fría; la seda con agua tibia y las fibras vegetales con agua fría.

— Secado: se hace en un lugar seco y ventilado, a la som­bra. Las fibras o las madejas se aprietan ligeramente para es­currirlas, pero sin llegar a retorcerlas.

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fabricar N.B.: la uniformidad del tinte no puede ser nunca absolu­

ta, ya que dos baños de idéntico color no pueden dar el mis­mo resultado; en esto consiste el interés del tinte vegetal. Los diversos preparados se hacen con fibras naturales, cuyas pro­piedades no conocemos totalmente y por eso algunas veces nos sorprendemos agradablemente al descubrir en algunas fi­bras una coloración algo desconcertante. ¡Son cosas de la na­turaleza y de la vida!

f) Teñido específico de la lana (Tomar madejas de lana que no hayan sido blanqueadas

y que no pesen más de 100 g.) Algunas bayas y cortezas pro­ducen tintes sin necesidad de emplear mordientes, pero la ma­yoría de tintes vegetales necesitan un producto suplementario para poder penetrar mejor en las fibras.

Cogemos el alumbre como ejemplo de mordiente: — disolver 115 g de alumbre y 30 g de crémor tártaro en

agua templada; — echar esta mezcla en 15 1 de agua fría, calentar lenta­

mente mientras se remueve; cuando el agua está tibia, se po­nen 500 g de lana, ya húmeda;

— no hay que sobrepasar nunca los 90° de temperatura, la lana no debe hervir; por lo tanto se debe mantener un fue­go regular durante una hora;

— apagar el fuego y dejar enfriar, escurrir sin aclarar. Pa­ra obtener una buena calidad de tinte, hay que envolver la lana húmeda en toallas viejas, humedeciéndola con mordientes durante varios días, y después secarla.

También se puede teñir de la siguiente manera: — Preparar un baño de tinte (tal como se ha indicado an­

tes). La cantidad de plantas tintóreas que se utilizan varía se­gún la intensidad del color que se desee. Sumergir en este baño tibio 500 g de lana y calentar por espacio de media hora a una hora.

— Una vez obtenido el color —recordemos que éste siem­pre es menos intenso después del aclarado— dejar que las ma­dejas se enfríen dentro del líquido. De este modo la lana no sufre cambios bruscos de temperatura.

Si se quieren obtener colores matizados, se retiran algunas madejas durante el tinte y se meten en agua clara a la misma temperatura.

N.B.: el mordiente se puede aplicar después o al mismo tiempo que el tinte. No obstante, los colores más intensos y sólidos se consiguen con el método que acabamos de descri­bir (el mordiente antes del tinte).

— Aclarar con agua tibia y ligeramente jabonosa y después con agua corriente, a la que se añaden unas cucharadas de vinagre, hasta que no pierda color.

— Apretar las madejas y extenderlas en un lugar ventila­do y oscuro.

g) Calendario de colores y plantas

ñ

í | & i i . ¥ ' í » ^

Primavera

Verano

Otoño

Invierno

Rojo

Liqúenes

Galio Orcaneta

Granza

Naranja

Pie de león

Enebro Corazoncillo

Morera Clavel de las Indias

Clavel de las Indias

Dalia Zinnia

Caléndula

Cebolla

Amarillo

Aulaga Árbol de

Judea Abedul

Fumaria Retama Geranio Álamo

Manzano

Brezo Manzanilla Zanahoria Perifollo

Quenopodio Galio

Serratilla Tanaceto

Vara de oro silvestre

Agracejo Hierba de Santiago Zumaque

Fustete Aladierna

Verde

Aulaga Higuera Helécho Fresno Saúco

Zanahoria Perifollo

Quenopodio Morera

Serrátula Tanaceto

Fresno Aladierna

Murajas Brezo

Primavera

Verano

Otoño

Invierno

Azul

Endrino

Violeta

Arándano

Zarza Saúco

Aliso

Gris

Zarza

Madroño Hiedra Alheña

Viña loca

Aliso Orcaneta

Marrón

Cerezo silvestre

Manzano Endrino

Enebro

Abedul Castaño

Roble-Haya

Castaño de Indias

Zumaque

Aliso Alerce Nogal Pino

Abeto

10. Vestidos sencillos y sanos

El cuerpo humano necesita aire y luz. Encerrarlo en tubos, en los que no penetran ni el uno ni la otra es un castigo espan­toso, por lo menos para quien lo sufre por primera vez; en cambio, los hombres que se llaman civilizados no parecen su­frir demasiado por causa de esto. Decimos que no parecen, ya que toda transgresión a las leyes de la vida forzosamente se ha de pagar. La ausencia de aire y de luz son sinónimo; de malas secreciones, olores insulsos o nauseabundos, enfer medades, degeneración de la raza y tristeza de vivir. El oloi sui generis de un cuerpo bien alimentado con alimentos fres eos, vivos y puros procedentes de los campos, es absoluta mente delicioso y embriagador. La persona huele a lo qu< come: frutas, hierbas, flores... si su piel respira y no está as fixiada por pantalones y chaquetas.

:9s

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vestirse Existen vestidos sencillos que obedecen a las reglas de la

uda. Por supuesto, hay que confeccionarlos con materiales no­

bles: seda, lana, algodón, lino, ramio...

a) La toga Se trata de una pieza de tela con la que se envolvían los ro­

manos y cuyo extremo superior descansaba sobre el brazo, lo cual les otorgaba un porte noble.

b) El sari

Es una pieza de tela muy larga con la que se envuelven tra-dicionalmente las mujeres de la India y que se colocan de mil maneras distintas.

Empiezan envolviéndose las caderas y las piernas que el sari cubre completamente con uno o varios dobleces.

El resto de la tela se coloca en torno a los hombros, el tor­so y los brazos.

c) Elsarong Drapeado con el que los habitantes de Malasia se envuel-

•• en desde la cintura hasta las piernas; el torso permanece desnudo.

d) El pareo Es un cuadrado de tela bastante grande que los polinesios

anudan debajo del brazo o encima del pecho y que llega has­ta media pierna.

e) El taparrabo Son simples tiras de tela colgadas de una correa en torno

a la cintura. Sólo cubren el sexo y la raya de las nalgas.

f) La túnica Se trata de una camisa que llega hasta media pierna, atada

con un cinturón. La llevan casi exclusivamente las bailarinas.

g) La chilaba Es originaria del norte de África. Se puede usar tanto en

las estaciones frías como en las calurosas. Generalmente está confeccionada en lana. En verano se puede llevar de hilo o algodón. Se lleva sobre la misma piel y cubre el cuerpo desde los hombros al antebrazo y hasta las pantorrillas. Su confec­ción es muy sencilla.

Se coge una pieza de tela de un tamaño tal que, una vez doblada por la mitad, pueda cubrir el cuerpo desde los hom­bros hasta las pantorrillas (o tobillos). La anchura de esta te­la debe ser igual a la distancia que separa los antebrazos, si ponemos los brazos en cruz. Se cortan juntas las dos mitades de la tela, que debe continuar doblada, según la longitud pre­viamente fijada y dibujada con un lápiz. Se corta por el cen­tro y el extremo de uno de los lados una abertura triangular: la abertura de la cabeza. Se cosen los bordes dejando una aber­tura para cada brazo y se hace un dobladillo en las tres aberturas.

Se trata de una vestidura amplia y muy agradable. Permite efectuar cómodamente cualquier gesto. Si hay que trabajar con el cuerpo inclinado hacia adelante, se puede poner una simple cuerda o un cinturón para evitar que los pliegues que cuelgan entorpezcan nuestros movimientos.

N.B.: no sabemos de dónde procede la idea de que los ves­tidos son incómodos para trabajar; los monjes medievales efectuaban todas sus faenas (incluso las guerreras) sin qui­tarse la ropa, y lo mismo siguen haciendo las mujeres des­pués de varios milenios.

TOGA CHILABA

299

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fabricar

300

Page 53: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

*

1. Definición

-La alfarería utiliza materias primas que se encuentran en . j superficie del suelo. El hombre más débil y solo puede ex-:raerlas, trabajarlas inmediatamente e incluso, sin instrumen-:os ni conocimientos, darles la forma y la dureza que son recesarías para atender a sus necesidades. Los productos de estos materiales, tan simples y tan abundantes en todas par-íes, tan fáciles de hallar y trabajar, pueden adquirir todas las cualidades del uso, todas las comodidades de la forma, todas . JÍ bellezas del lujo. Pueden convertirse en ricos objetos de zdorno, de colores variados y brillantes, sólidos y duraderos, ¿orno ningún metal puede proporcionar ni ninguna piedra, por hermosa que sea, puede dar con tanta facilidad y va-r:edad.»

Alex Brongniart

2. Formación y composición de las arcillas

La arcilla procede, en su mayor parte, de la descomposi­ción de rocas feldespáticas, fenómeno que viene producién­dose desde hace millones de años. Dado que el feldespato y la sílice constituyen el 75 % de la corteza terrestre, es fácil de­ducir la abundancia de arcilla. Son muy pocas las regiones ¿el mundo donde no se encuentra.

La acción erosiva del agua sobre estas rocas es la causa más importante. En principio, actúa mecánicamente arrastrando partículas cada vez más finas, a veces lejos de su lugar de od­ien, lo que hace que otros minerales se mezclen con las arci­llas en proporción variable.

El óxido de hierro, el más abundante, da al barro cocido este color que va del ocre amarillo claro al rojo. La arcilla es un silicato de aluminio hidratado y hay que notar que con­tiene los principales elementos que componen la corteza te­rrestre y, además, casi en las mismas proporciones:

Si0 2 : 57,02 MgO: 3,08 K-O: 2,03 A1203 : 19,15 C a O : 4,26 H ; 0 : 3,45 Fe 2 0 3 : 6,70 N a 2 0 : 2,38 Tib 2 : 0,91

3. Preparación de la arcilla

La arcilla que se utiliza en alfarería presenta un aspecto de piedra compacta pero fácil de desmenuzar (si está bien seca), es suave al tacto y su color inicial siempre es distinto al de la arcilla cocida. Las arcillas de cocción blanca son grises, ex-

La alfarería*

cepto el caolín, que es blanco o amarillento y tiene una com­posición y utilización específicas: es la materia prima de la porcelana.

Las otras arcillas, las mas abundantes, se colorean siem­pre con óxidos de hierro para que adopten el color amarillo, marrón, azulado o verde.

— Antes de emprender la fabricación de un objeto deter­minado, hay que asegurarse de que la arcilla no contenga pie­dras calizas de una dimensión superior a unas décimas de milímetro. La caliza, al cocerse, se transformaría en cal viva y se hincharía al absorber la humedad del aire, hasta provo­car agujeros en la pieza, aunque estuviera esmaltada.

— Algunas arcillas se pueden utilizar simplemente añadién­doles agua hasta obtener una pasta modelable.

— Si la arcilla contiene piedras o restos vegetales, habrá que eliminarlos añadiendo gran cantidad de agua a la arcilla (barbotina o engobe) y cribándola después, o bien por decan­tación: las piedras más pesadas se depositan en el fondo de los recipientes. Este barro líquido deberá adquirir de nuevo una consistencia más firme, hasta que pueda mantener la for­ma que le den las manos.

Para eliminar este exceso de agua se utilizan procedimien­tos distintos según las cantidades. El secado al aire libre es muy lento, a no ser que haga un sol muy fuerte. Si se coloca la barbotina sobre una manipostería porosa, el endurecimiento será rápido.

Los soportes más eficaces son láminas gruesas o recipien­tes de yeso, pero habrá que evitar que se mezclen fragmentos de yeso con la arcilla.

El barro cocido no esmaltado (tejas, ladrillos...) también puede servir.

— La pasta obtenida se amasará cuidadosamente antes de ser torneada, para obtener una materia de consistencia ho­mogénea y sin burbujas de aire.

Otro procedimiento, también muy eficaz, consiste en to­mar en una y otra mano dos pedazos de arcilla de unos 500 g y arrojarlos con fuerza uno sobre otro. Repetir la operación unas diez veces.

— Todas las arcillas, al secar, disminuyen de volumen de­bido a la evaporación del agua (aproximadamente el 30%). Esta contracción la provocan las moléculas de arcilla que se juntan ocupando el lugar del agua que se evapora.

La contracción se sitúa entre un 5 y un 10 %. Si sobrepasa­ra el 10%, el secado resultaría delicado, ya que se podrían producir muchas deformaciones, especialmente en piezas de gran tamaño. Una arcilla demasiado grasa (con una contrac-

* Por Bernard Soleil, ceramista.

301

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fabricar ción importante) puede modificarse mezclándola con arcilla seca, o arena no caliza o chamota (arcilla cocida y pulve­rizada).

Esta chamota se prepara sin triturador; simplemente se cue­ce la arcilla seca y triturada. La chamota es muy útil para la confección de piezas de gran tamaño y esculturas, cuyo gro­sor excesivo las hace quebradizas durante el secado o la coc­ción. El tamaño de los granos de chamota es proporcional al espesor de las piezas que se quiera realizar, y puede llegar hasta varios milímetros. Proporciona un aspecto rugoso y bonito.

4. Elaboración

a) Técnica de la espiral Consiste en montar la pared de una vasija a base de colo­

car adujas o rollos de arcilla una sobre otra. La forma de la vasija va evolucionando a medida que se añaden adujas y, una vez que la pieza está terminada, es imposible modificar­la. Cada aduja debe quedar soldada con la anterior doblan­do un poco de arcilla. La pared interior se va alisando a medida que se hace, y la pared exterior se rasca y alisa según el acabado que se desee. Una vez seca, se puede pulimentar con tela abrasiva.

N.B.: antes de que se inventara el torno de alfarero, todos los objetos se fabricaban en espiral, o bien por moldeado so­bre moldes de barro cocido o de cestería. Muchas vasijas de la época neolítica tienen huellas de cestería, lo que permite suponer que se utilizaron moldes de mimbre a los que se apli­có la arcilla.

b) Torneado El torno de alfarero, inventado 2000 años a. J.C. en Oriente

Medio, continúa siendo el medio más utilizado para dar for­ma a toda clase de objetos de barro. Se han inventado diver­sos sistemas mecánicos para poner en marcha el torno. El más notable es el torno de pie, utilizado desde hace mucho tiem­po, que se acciona con el pie impulsando una rueda grande (prolongando su movimiento inicial). Esta rueda de madera está atravesada por un eje en cuyo extremo se fija la mesa, disco giratorio o plato, donde el alfarero hace girar la arci­lla. En el Extremo Oriente, el alfarero dispone, por lo gene­ral, de un dispositivo que acciona el torno, diseñado de otro modo para este fin.

Torno de alfarero A: disco giratorio de hierro que se coloca algo por encima del asiento B y D: fijaciones del eje metálico C: rueda de madera que se puede recargar con planchas de plomo

302

qi|Mi niiW4w<ni

Mueble para fijar el torno de alfarero

Desde la aparición del torno eléctrico, la tarea del tornerc se ha aligerado, aunque el trabajo con las manos sigue sien­do idéntico, sea cual fuere el sistema que mueve el torno. Er cualquier caso, el trabajo consiste en hacer girar una plata­forma circular de 20 a 30 cm de diámetro (disco giratorio' a una velocidad que varía entre 0 y 200 vueltas por minuto según el volumen de las piezas. Las piezas pequeñas se pue­den hacer a gran velocidad, pero ésta debe reducirse en rela­ción a la importancia de la pieza que se tornea, ya que la fuerze centrífuga tiene siempre tendencia a desplazar la masa de ar cilla del eje del torno.

Dominar el trabajo del torno requiere muchos meses e in­cluso años de práctica. Hay que desarrollar fundamentalmente un sentido táctil, parecido al que exige la práctica de un ins trumento musical.

Es indispensable que la arcilla que se quiera tornear est< correctamente preparada, bastante blanda para las piezas pe quenas, más consistente para las piezas voluminosas, perc siempre con una consistencia homogénea (véase el apartado Preparación de la arcilla). El barro se dispone en bolas bier redondas. Se lanza con fuerza la bola en el centro del discc giratorio para que se adhiera bien. Durante el torneo, hay qu< mojar con frecuencia la arcilla para que las manos no se pe guen; para esto se coloca un recipiente con agua, bastante an cho, al lado del plato. Se pone en marcha el torno a bastantt velocidad, se moja bien el barro y se comprime, efectuando la misma presión con ambas manos. Las manos se colocar una frente a otra adaptadas a la forma de bola. Se continú; ejerciendo esta presión lateral hasta que la bola adquiera for ma cónica.

Se hace descender la bola presionando verticalmente al mis mo tiempo que se aguantan los costados para que permanez ca en el centro. Se hace ascender y descender la bola hastí que esté perfectamente centrada. Se hunden los pulgares pa ra formar la cavidad dejando para el fondo el grosor desea do. Después, con la mano izquierda (o con ambas manos s se trata de una bola grande), se va ensanchando el hueco ti

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la alfarería

rando hacia uno mismo. A partir de este momento, las ma­nos deben estar una frente a otra: la mano izquierda en el interior y la derecha presionando de cara al exterior. El ba­rro, comprimido entre ambas manos, se ve obligado a subir. Si se trata de una bola pequeña, se puede coger con un dedo de cada mano. En la mano derecha se ejerce mejor la presión con el índice doblado. Si se trata de una pieza grande, hay que utilizar la palma para empezar a subir y afinar la pared. A menos que se quiera hacer vasijas muy abiertas, siempre hay que montar primero un cilindro y después darle la forma deseada.

El diámetro de la base de la pieza debe determinarse antes de empezar a montarla. La presión debe efectuarse de abajo arriba y de forma muy regular para que la pieza no quede des­centrada. Si se quieren eliminar las marcas de los dedos, se pasa sobre la pieza una placa de madera o de metal (esteque).

Esteques

Sacar el agua acumulada en el fondo, ya que podría pro­vocar grietas en el secado. Separar la pieza de la plataforma circular con un alambre delgado de hierro o de acero, des­pués quitarla del torno con las manos secas o pasando una espátula por debajo.

Las piezas de gran tamaño (que resultan difíciles de sacar del torno sin estropearlas) se tornean sobre una plataforma de contraplacado ó de yeso sobre el que se dejan secar.

c) Pulido

Se pueden volver a trabajar las piezas torneadas para reto­car la base y ahuecarlas por debajo, una vez que han adquiri­do la consistencia del cuero. La pieza se vuelve a centrar y a fijar mediante unos trocitos de barro. También se pueden fijar a la mesa giratoria mojando el borde. Con una rascadu­ra se quita el grosor de barro deseado, que sale en forma de pequeñas virutas.

Rascadoras

d) Elaboración con losetas Se pueden realizar piezas sencillas (platos, baldosas...) a

base de losetas de barro. El grosor de la loseta viene dado por dos listones de madera. Sobre una mesa espolvoreada con are­na fina o talco se extiende el barro con un rodillo, hasta que los extremos toquen los listones. Se pueden juntar losetas de tamaño bastante grande si se preparan con un día o dos de antelación para que el barro esté más duro. Las junturas se hacen con barbotina.

e) Moldeado El barro se puede moldear con formas de madera, terraco­

ta o yeso (este último es el que ofrece más posibilidades). Se puede aplicar el barro en losetas o en bolitas. Si el molde tie­ne un dibujo grabado, aparecerá una pieza con una decora­ción en relieve.

Otra técnica de moldeado consiste en llenar un molde grueso de yeso con barbotina o engobe, al que se añade una pequeña cantidad de carbonato y silicato de sosa. Al quedar parte del agua absorbida por el yeso, queda sobre las paredes del mol­de una capa de barro sólido.

f) Secado Las piezas pequeñas se pueden secar rápidamente sin que

se estropeen cerca de una fuente de calor, o bien al sol. Pero cuanto más grandes sean las piezas, más lentamente debe efec­tuarse el secado, de manera que se eviten las deformaciones y grietas que serían difícilmente reparables. Lo que más per­judica una pieza es una corriente de aire que seque más de­prisa un costado que el otro. Las piezas nunca se ponen a cocer hasta que estén completamente secas, para evitar el peligro de que revienten.

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fabricar

5. Esmaltado En un plano puramente práctico, no haría falta esmaltar

el gres y la porcelana, puesto que han perdido porosidad (su pasta ya ha sido vitrificada por una temperatura elevada de cocción). En efecto, una de las funciones del esmalte consis­te en proporcionar estanqueidad a las piezas y hacerlas aptas para contener líquidos, gracias a la película vitrificada con que cubre la pieza. Pero también añade a la forma abundan­cia de materias y colores que los alfareros saben usar con acierto.

Algunas vasijas no esmaltadas pueden hacerse impermea­bles mediante gomas y resinas vegetales. Una cocción muy reductora, hecha con leñas (con exceso de humo en el horno) hace que el carbono tape los poros de la pasta y la vuelve im­permeable, al tiempo que adquiere un color oscuro, que pue­de llegar al negro. Si el esmalte contiene plomo, es comparable al vidrio o al cristal; en todo caso siempre es silicato. La sílice es su principal componente y, aunque existen algunos esmal­tes sin sílice, la toman de la que contiene la arcilla; es el caso del gres esmaltado a la sal, que se consigue echando sal en el fuego al final de la cocción. El sodio se combina con la síli­ce del barro y forma una capa de silicato de sodio. Para vola­tilizarla, hay que poner el horno a una temperatura de 1200 grados, por lo menos.

Los esmaltes más antiguos que conocemos (los del Anti­guo Egipto) estaban compuestos de arena y nitro (sal natural de sodio), una pequeña cantidad de óxido de cobre les daba un color turquesa intenso. Cocidos a temperatura relativa­mente baja, se descomponían con facilidad en una atmósfe­ra húmeda.

Con el uso del plomo, material que se encuentra en abun­dancia en muchas regiones en forma de galena (sulfuro de plo­mo), fue posible conseguir esmaltes que presentaban una buena resistencia a la intemperie, al desgaste y permitían una extensa gama de colores. Los esmaltes de plomo tienen la ven­taja de adherirse bien al casco y dan esmaltes que cuecen a una temperatura de hasta 1 200 °C; más allá de esta tempe­ratura, el plomo se volatiliza en el horno.

El plomo puede ser tóxico si las vasijas no están suficiente­mente cocidas, o bien si se añade en una cantidad excesiva. Los productos lácteos y otros líquidos ácidos ayudan a libe­rar del esmalte una pequeña cantidad de plomo. Para hacer un esmalte de plomo más duro, inatacable a los ácidos y apto para usos culinarios, basta añadirle otros óxidos, como la cal (creta), boro (ácido bórico y bórax), alúmina (la que se en­cuentra en la arcilla, el caolín, los feldespatos).

a) Vasijas comunes, loza Un esmalte muy sencillo (que funde entre 900 y 1000 °C)

puede componerse de dos partes de plomo, una de arena fi­na, o sílice, y una de arcilla. La arcilla aporta la alúmina que favorece la fusión del plomo y de la sílice, manteniendo una viscosidad que impide que el esmalte resbale. Este esmalte será bastante brillante, transparente, de color amarillo claro y ti­rando a rojo, si la arcilla del tiesto o del esmalte contiene mu­cho hierro.

Para obtener un esmalte transparente e incoloro, hay que sustituir una buena cantidad de plomo por bórax o ácido bó­rico. Este polvo se puede colorear con uno o varios óxidos metálicos y se vuelve opaco por la acción del estaño o del cir­conio (que no se disuelven en el esmalte).

Para conseguir un esmalte mate hay que disminuir la can­tidad de fundente (plomo, bórax, sosa) o bien añadir sílice. Ciertos óxidos facilitan la obtención de un aspecto mate o sa­

tinado sin disminuir por ello el grado de fusión y la finura del esmalte. Estos óxidos son principalmente el titanio y el bario, el cinc, la cal y la alúmina que, en pequeñas cantida­des, actúan como fundentes y que, en cantidades mayores, producen el efecto inverso.

b) Gres y porcelana Los hornos de llama invertida, de origen chino, permitie­

ron una concentración mayor del calor en el horno, con lo que se alcanzaron temperaturas de 1 200 a 1 300 °C, para el gres, y hasta de 1400 °C para la porcelana.

A temperaturas tan altas, las fórmulas pueden ser más sen­cillas. El feldespato, que funde a 1250 °C, se convierte por sí solo en esmalte. Los esmaltes más hermosos sobre gres chi­no son simples combinaciones de tres materiales minerales co­munes: feldespato, cal, sílice. El modo de efectuar la cocción es esencial para conseguir el éxito en las cocciones con leña.

Las cenizas de leña y de paja también son materias primas muy interesantes para los esmaltes de gres. Contienen sílice, sosa, potasa, alúmina, cal y más o menos hierro, en propor­ción variable según su origen.

El esmalte para porcelana difiere poco de la propia pasta, que está compuesta de caolín, sílice, feldespato y un poco de arcilla (para dar plasticidad). Si añadimos un 20 % de feldes­pato y un 10 % de blanco de España (carbonato calcico), ob­tendremos un esmalte.

c) Principales materias primas que entran en la composición de los esmaltes

—Sílice (SÍO2): utilizado e imprescindible en todos los es­maltes, cualquiera que sea la temperatura de cocción. Los otros componentes sólo sirven para bajar el punto de fusión (la sílice pura funde a 1 750 °C).

— Alúmina (Al2Oi): desempeña un papel importante en la adhesión del esmalte a la vasija. Hace más viscoso el vidria­do de fusión y, en cierta medida, impide que se escurra. Hace más duros los esmaltes.

— Oxido de sodio (Na2Ü): fundente muy potente. Los vi­driados que contienen mucho y que se cuecen a baja tempe­ratura tienen un coeficiente de dilatación muy elevado que provoca el agrietamiento (resquebrajaduras). Son blandos, se rayan con facilidad y se degradan (son ligeramente solu­bles en agua y ácidos). El óxido de sodio se encuentra, como la potasa, en forma insoluble en los feldespatos. Para tempe­raturas bajas (menos de 1 200 °C), sólo se puede utilizar en forma de frita, operación que consiste en hacer fundir en un crisol una mezcla de sílice, sosa o potasa. Esta especie de vi­drio se tritura luego finamente y sirve de base a numerosos esmaltes.

— Óxido de potasio (K20): las mismas propiedades, ven­tajas e inconvenientes que el sodio.

— Oxido de plomo (PbO): es el fundente más empleado para temperaturas bajas y medias. Revela bien el color de los óxidos colorantes. Como su coeficiente de dilatación es bas­tante bajo, va bien con la mayorías de barros. Los vidriados hechos con plomo pueden presentar una gran variedad de as­pectos (brillantes o mates, transparentes y opacos) si les aña­dimos otros óxidos. Es muy tóxico, por lo tanto no debemos aspirarlo ni ingerirlo. Este inconveniente desaparece si se uti­liza en forma de frita (véase Óxido de sodio). Algunos esmal­tes que contengan mucno plomo pueden ser tóxicos si no están suficientemente cocidos. Un esmalte de plomo, al que se le añada un poco de cal y alumina y que esté cocido a 950ÜC

304

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por lo menos, nos dará un vidrio perfectamente estable, muy ¿uro e insoluble.

— Óxido de calcio (CaO): actúa como fundente a cualquier :emperatura (aunque su punto de fusión es muy elevado: Z5~2°C). Hace más duros e insolubles los vidriados a baja .emperatura, los que contienen mucho plomo. Si se aplica en cantidad excesiva, el vidriado será mate y rugoso.

El vidriado de algunos metales de gres (celadones) requie-:Q una cantidad importante de calcio.

— Óxido de bario (BaO): su función es parecida a la del ;alcio y tiene más capacidad para ofrecer una superficie sa­inada.

— Óxido de magnesio (MgO): solamente se utiliza a altas :emperaturas y como fundente. Es interesante por su capaci­dad de modificar la coloración de ciertos óxidos.

— Óxido de cinc (ZnO): poco usado como fundente por cebajo de 1 100 °C; modifica mucho el color de los óxidos.

— Óxido bórico (B2O3): utilizado frecuentemente en com-binación con el plomo como fundente a bajas temperaturas. Intensifica los efectos de los óxidos colorantes y disminuye e; aarietamiento.

d) Los colorantes Una vez se ha ultimado el esmalte de base para una tempe­

ratura determinada (puede ser transparente, opaco, brillan-:e. mate), todos los óxidos metálicos que se añaden a este esmalte aportan una gran variedad de colores: hierro, cobre, cobalto, cromo, manganeso, níquel, vanadio, rutilo (que con­viene titanio y hierro), ilmenita (análogo al rutilo), uranio, cadmio y selenio.

e) Aplicación del esmalte Hay que tamizar la mezcla de polvo y agua para que los

componentes del esmalte se mezclen bien y se facilite la apli­cación, sobre todo si se hace con pincel.

La densidad de la mezcla esmalte-agua se determina en fun­ción del espesor de la capa de esmalte que vamos a aplicar ' una media de 0,5 a 1,5 mm).

Se puede aplicar el esmalte sobre barro todavía húmedo y, por lo tanto, hacer una sola cocción. Si aplicamos el esmalte sobre el barro seco, al absorber el agua la pieza terminará rom­piéndose.

Hay que ensayar con piezas pequeñas de diferente grosor hasta poder determinar si es posible aplicar el esmalte sobre el barro seco.

Siempre es preferible hacer una primera cocción a tempe­ratura baja; facilita además la manipulación de las piezas que, cuando están secas, son siempre muy frágiles.

El esmaltado se hace sumergiendo totalmente la pieza y es-:o exige la preparación de una gran cantidad de esmalte. El esmaltado con pincel permite esmaltar sólo una parte de la pieza y también hacer dibujos. Como el barro absorbe el agua muy deprisa, conviene añadir gomas o colas y conseguir un esmalte bastante espeso, a fin de que el secado se haga más despacio.

La pistola de pintar de aire comprimido permite lograr efec-:os interesantes, como poner varios esmaltes encima de otros, pero hay que evitar respirar polvo de esmalte, porque resulta nocivo. Es casi indispensable disponer de una cabina espe­cial que absorba este polvo.

la alfarería f) Fórmulas básicas de esmalte

840 a PbO

945 0,7

KNaO: 0 ZnO CaO

945 a PbO

0 — 0 —

°C. Vidriados con pl — 1,0 - 0,3 0,1 0,2

orno

A120 Si02:

1110 °C. Vidriados con plomo 0,7

KNaO: 0 ZnO CaO

945 a PbO-

0 — 0 —

— 1,0 - 0,3 0,2 0,3

ANO Si02:

1050°C. Vidriados alcalinos 0 — 0,5

KNaO: 0,4 — 0.8 CaO ZnO

945 a PbO

0 — O -

0,3 - 0 , 2

ANO SiÓ2:

1050"C. Plomo-Colemanita 0,2

KNaO: 0, CaO. ZnO: BaO:

1135 PbO. CaO ZnO:

0,3 0,1 0 —

— 0,60 1 — 0,25 - 0,60 — 0,25 0,15

a 1180°C. Vidriados con 0.4 0,1 0 -

KNaO: 0.

1135 CaO: ZnO: BaO:

— 0,60 — 0,40 0.25 — 0.25

a 1180°C. Colemanita 0,2 0,1 0,1 -

KNaO: 0,

1135 PbO:

- 0.50 - 0.25 - 0.25

— 0.25

a 1180 °C. Vidriados con 0,2

KNaO: 0,; CaO: ZnO:

1225

0,35 0 —

- 0 , 3 — 0,3

— 0,5 0,1

a 1350°C. Vidriados para KNaO: 0,1 CaO: MgO ZnO: BaO:

0,4 -0 — 0 — 0 —

— 0,40 - 0 , 7 0

0,35 0,30 0,30

Al 20 B 2 0, Si02:

plomo

ANO SiÓ ::

ANO B<N: SiO ::

: 0,05 1 — 1

: 0,1 -1,5 —

: 0,05 1,5 —

: 0,15 0,15 -1,5 —

: 0,2 -2 — 3

: 0.2 -0,3 -2 — 3

— 0,2 ,5

- 0,25 2

— 0,25 2,5

— 0,2 - 0 , 6 2,5

- 0,28

- 0.28 0.6

plomo borosilicatado AN0 3

B263: SiOz:

: 0,25 0,2 -2,5 -

— 0,35 0,6 3,5

gres 0 porcelana

A120, B,0 3 : SiQ2:

: 0,3 -0,1 — 3 — 5

- 0,5 0,3

6. Cocción y hornos

Los objetos de arcilla deben estar completamente secos an­tes de comenzar la cocción, de lo contrario se romperán al comienzo de la misma. Iodos los tipos de arcilla empiezan a cocer a partir del rojo oscuro (500 °C), pero a esta tempera­tura resultan muy frágiles. Se necesita un mínimo de 800 a 1 000 °C para obtener un buen grado de solidez. El máximo de calor que puede tolerar la arcilla depende de su composi­ción. Hay arcillas que empiezan a deformarse y a fundir en­tre 1100 y 1200°C. Solamente ciertas arcillas de gres (que contienen poco óxido de hierro y sobre todo de cal) pueden cocer a 1 300 °C y más; vitrifican con su propia masa y expe­rimentan una deformación mínima.

a) Cocción sin horno Algunos poblados de América del Sur y de África negra

aún cuecen sus vasijas en una simple fosa de 30 a 50 cm de profundidad. Las vasijas se colocan sobre un lecho de rami-tas o hierbas secas; las tortas de boñiga también son un exce­lente combustible para este tipo de cocción. Se empieza

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fabricar haciendo una pequeña hoguera a la que se añade muy poco combustible para que las piezas no estallen. Cuando la tem­peratura empieza a subir, se añade más leña hasta que todas las piezas estén rodeadas de brasas. Con este sistema de coc­ción es imposible sobrepasar los 700 y 800 °C. Las vasijas no se esmaltan ya que, al estar apiladas unas sobre otras, se mez­clarían los colores durante el proceso de fusión del esmalte. Algunas veces se pintan con arcillas de diversos colores y el contacto con las brasas les da un bonito aspecto. Algunas va­sijas, que han sido cocidas con leñas que despiden mucho hu­mo, adquieren un hermoso color negro brillante y pierden su porosidad (el carbono ha tapado todos los poros).

b) Hornos antiguos de tiro ascendente Los hornos griegos y los romanos difieren poco de algu­

nos hornos de tiro ascendente que todavía se usan hoy en día. Estaban construidos con ladrillos de adobe (mezcla de ar­

cilla y paja) o ladrillos cocidos. Constaban de un hogar, por encima del cual una solera perforada permitía el paso de las llamas. En la cámara de cocción, llena de vasijas, la tempe­ratura podía alcanzar los 1050°C.

Antiguo horno griego 1: pedazo de ánfora que se utilizaba como registro. 2: paredes de adobe. 3: solera perforada. 4: pilar que sostenía la solera. 5: cámara de combustión. 6: hogar. 7: hogar suplementario. 8: cámara de cocción.

c) Hornos orientales Los antiguos hornos japoneses, que se excavaban en suelo

arenoso que contenía arcilla, ya podían alcanzar altas tem­peraturas. Muy aislados por el propio espesor de los hornos, concentraban bien el calor y, debido a su forma e inclinación, las llamas salían más despacio por la chimenea.

El horno chino se basa en el mismo principio, mejorado por una circulación más sinuosa del fuego y por el uso de ma­teriales muy refractarios, abundantes en China (talque y cao­lín). Podían alcanzar de 1300 a 1400 °C para la cocción de porcelana.

Horno subterráneo japonés 1: talud de tierra. 2: conducto de humos. 3: hogar.

Horno chino

Los hornos con cámaras múltiples obligan a la llama a des­cender antes de penetrar en la segunda cámara. De este

7^* rt?ii

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la alfarería modo se consigue igualar el calor en todas las partes del hor­no. Puede llegar a haber hasta ocho cámaras de cocción, de \ arios metros cúbicos cada una. Constan de un hogar princi­pal y unas aberturas en cada cámara por las que se hecha la iefta. Cuando la primera cámara alcanza la temperatura de­seada, se detiene el fuego del hogar y se echa leña en la segun­da cámara, y así sucesivamente hasta llegar a la última.

d) Horno-zanja de leña Plano de un pequeño horno-zanja de leña que está inspira­

do en el horno inclinado oriental. Consta de un hogar princi­pal y unos agujeros de alimentación que permiten repartir mejor el calor:

cotas en metros Horno-zanja de madera

e) Pequeño horno rudimentario De leña y tiro ascendente. Muy fácil de construir.

:: tubo de la chimenea es de - erro galvanizado, de 30 cm :e diámetro.

7. Combustibles — La leña tiene que estar bien seca y cortada en astillas

de pocos centímetros de grosor, si se quiere obtener una tem­peratura elevada. Son preferibles los resinosos y el abedul, que arden con largas llamas claras. Las leñas duras (roble, haya, carpe...) producen más grasas y menos llamas. Hay que evitar usar el álamo y el castaño, ya que son leñas general­mente húmedas.

— El carbón se utilizó con éxito. Requiere hogares espe­ciales provistos de una parrilla de fundición.

— Los hornos eléctricos, de manejo muy fácil, no tienen las cualidades características de la cocción a llama viva. Son útiles para la cocción de azulejos a baja temperatura.

— Los hornos de gas propano o gas natural funcionan ca­si igual que los hornos de leña de llama larga. Su gran venta­ja consiste en la comodidad de pasar de una atmósfera oxidante a una atmósfera reductora, mediante la regulación de la entrada de aire en los quemadores.

8. Control de la temperatura Actualmente la mayoría de los hornos están equipados con

un pirómetro que nos señala constantemente la temperatura interior. Se trata de un aparato bastante caro y en absoluto indispensable. Los «conos» que se colocan en el horno, a la

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fabricar vista, nos señalan con precisión la temperatura del final de la cocción, la única que realmente necesitamos conocer. Es­tos «conos» tienen una composición calculada para fundir a un grado determinado (con un margen de error de 20 °C en­tre los 600 y los 1 500 °C). Con experiencia, se puede calcu­lar el punto de cocción observando el color del horno. Antes de que existieran los conos, se colocaban en el horno piezas pequeñas que se retiraban, una vez finalizada la cocción, con ayuda de una barra de hierro.

9. Múltiples aplicaciones de la cerámica El barro cocido se ha utilizado desde los tiempos más anti­

guos para fabricar toda clase de recipientes destinados a reci­bir y conservar alimentos sólidos y líquidos. Las grandes

jarras, que encontramos hoy entre los restos de un naufra­gio, constituían en la antigüedad una importante industria; se utilizaban para transportar aceite, cereales, vino... Vasi­jas de todas formas y tamaños, por lo general magníficamente decoradas, así como las estatuillas, tenían más bien una fun­ción ritual que utilitaria.

Los objetos de uso cotidiano más extendidos son los de uso culinario: ollas, bandejas, platos, cuencos, tazas, cubiletes, teteras, vasos... Podemos también mencionar los jarrones, objetos artísticos, toda clase de recipientes posibles e imagi­nables (jaboneras, candelabros, cajas...)

Los ladrillos y las tejas se utilizaban en construcción. Si se esmaltan, pueden usarse en decoraciones suntuosas.

Los revestimientos de cerámica pueden usarse como bajo­rrelieves. Se hacen relojes de sol muy hermosos.

No olvidemos tampoco tantos tipos de baldosas, conduc­ciones de chimeneas, canalizaciones en gres, aislantes eléctri­cos, prótesis dentales de porcelana, entre otros.

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Otras artesanías

1. Macramé

El macramé es una técnica que permite realizar diversas la­bores con hilos anudados o trenzados.

a> Materiales Se pueden utilizar toda clase de fibras: lana, lino, cordel,

i-godón. Para montar los hilos basta con disponer de un pa­je colgado a cierta altura.

k» Preparación de los hilos para el macramé Existen dos clases de hilos: los hilos «activos», que se tuer­

cen a lo largo del trabajo, y los hilos «guía», que no se mue-'«er.. Un hilo puede pasar alternativamente de ser activo a ser r - . j .

La longitud de las hebras que vamos a utilizar debe ser cua-~: o cinco veces mayor que la longitud del trabajo que que­remos realizar. Los hilos son, por lo tanto, bastante largos, icemás cada hebra se dobla por la mitad. Para manejarlos con más facilidad, se marca la mitad del hilo con un nudo :"o;o y se acortan los extremos doblándolos con los dedos para formar un papillote.

Para no tener que medir los hilos de uno en uno, se cons-~_>e una urdidera. Consiste en un bastidor de madera con mas clavijas distantes entre sí un metro, de lado a lado. De £s:e modo se pueden cortar rápidamente hilos de varios me-r :¿. El número de hilos que se monta depende de la anchura seseada, teniendo en cuenta que los hilos apenas deben

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7 clavijas a cada lado para preparar la urdimbre !k

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c) Montaje de los hilos — Nudo de montaje al derecho: coger entre las manos un

hilo doble con un nudo en el centro y cortado por sus extre­mos, deshacer el nudo, poner el bucle formado por el plega­do del nudo sobre un hilo de montaje (éste puede ser un listón colocado horizontalmente a lo largo de una pared, por ejem­plo), pasar los dos extremos del hilo por debajo del hilo de montaje y después por dentro del bucle.

— Nudo de montaje invertido: para este nudo se pone el bucle debajo del hilo de montaje, se pasan los dos cabos por encima del hilo y, después, por dentro del bucle.

d) Principales nudos La técnica del macramé está basada en cuatro nudos fun­

damentales.

— Nudo sencillo: tomar un hilo, hacer un bucle a lo largo del mismo y pasar uno de sus extremos por dentro del bucle formado de esta manera.

Urdidera tí 3 clavijas para separar los hilos pares e impares

— Nudo plano: montar dos hilos dobles (4 hebra-* do un nudo de montaje, coger la hebra de la derecha por encima de las hebras del centro y por debajo di-hebra. Coger la cuarta hebra, pasarla por deba;; bras del centro y ponerla por encima del buce :: hebra, etcétera.

Las dos hebras realizan el mismo tra>e.: : r.arr mente de su posición.

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Otras artesanías

1. Macramé

El macramé es una técnica que permite realizar diversas la­bores con hilos anudados o trenzados.

a) Materiales Se pueden utilizar toda clase de fibras: lana, lino, cordel,

algodón. Para montar los hilos basta con disponer de un pa­lo colgado a cierta altura.

b) Preparación de los hilos para el macramé Existen dos clases de hilos: los hilos «activos», que se tuer­

cen a lo largo del trabajo, y los hilos «guía», que no se mue­ven. Un hilo puede pasar alternativamente de ser activo a ser guía.

La longitud de las hebras que vamos a utilizar debe ser cua­tro o cinco veces mayor que la longitud del trabajo que que­remos realizar. Los hilos son, por lo tanto, bastante largos, además cada hebra se dobla por la mitad. Para manejarlos con más facilidad, se marca la mitad del hilo con un nudo flojo y se acortan los extremos doblándolos con los dedos para formar un papillote.

Para no tener que medir los hilos de uno en uno, se cons­truye una urdidera. Consiste en un bastidor de madera con unas clavijas distantes entre sí un metro, de lado a lado. De este modo se pueden cortar rápidamente hilos de varios me­tros. El número de hilos que se monta depende de la anchura deseada, teniendo en cuenta que los hilos apenas deben rozarse.

Urdidera 3 clavijas para separar los hilos pares e impares

c) Montaje de los hilos — Nudo de montaje al derecho: coger entre las manos un

hilo doble con un nudo en el centro y cortado por sus extre­mos, deshacer el nudo, poner el bucle formado por el plega­do del nudo sobre un hilo de montaje (éste puede ser un listón colocado horizontalmente a lo largo de una pared, por ejem­plo), pasar los dos extremos del hilo por debajo del hilo de montaje y después por dentro del bucle.

— Nudo de montaje invertido: para este nudo se pone el bucle debajo del hilo de montaje, se pasan los dos cabos por encima del hilo y, después, por dentro del bucle.

d) Principales nudos La técnica del macramé está basada en cuatro nudos fun­

damentales.

— Nudo sencillo: tomar un hilo, hacer un bucle a lo largo del mismo y pasar uno de sus extremos por dentro del bucle formado de esta manera.

— Nudo plano: montar dos hilos dobles (4 hebras) forman­do un nudo de montaje, coger la hebra de la derecha, pasarla por encima de las hebras del centro y por debajo de la cuarta hebra. Coger la cuarta hebra, pasarla por debajo de las he­bras del centro y ponerla por encima del bucle de la primera hebra, etcétera.

Las dos hebras realizan el mismo trayecto independiente­mente de su posición.

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fabricar

Nudo plano

Nudo plano alterno en trencilla

— Formación de ángulos (baquetas): montar tres hilos do­bles, o sea 6 hebras. Tomar la primera hebra y colocarla en ángulo recto sobre los otros hilos, hacer un nudo de festón doble alrededor de este hilo de montaje con cada una de las otras hebras. A continuación poner en ángulo la segunda he­bra y hacer lo mismo, acabando esta vez por la primera he­bra, etc.

Si se continúa así, el trabajo se desviará hacia la derecha. Para reconducirlo a la izquierda, hay que presentar ahora los hilos de la derecha (después de que el hilo n? 1 haya ocupado

UUU Formación de ángulos (baqueta sesgada a la izquierda)

Formación de ángulos (baqueta sesgada a la derecha)

de nuevo su lugar). Este nudo permite, pues, aumentar o re­gular el trabajo.

— Nudo de festón: montar un hilo doble, separar un hilo activo a la derecha y un hilo guía a la izquierda.

— Nudo de festón a la derecha: el hilo activo se anuda en torno al segundo.

— Nudo de festón a la izquierda: el hilo izquierdo se anu­da en torno a la hebra derecha.

La sucesión alternada de un nudo de festón a la derecha y un nudo de festón a la izquierda forma el nudo de cadena.

e) Acabado Atar muy fuerte los últimos nudos, después se pueden co­

ser sobre una cinta, o bien acabar con una serie de nudos sen­cillos de festón o de cadena.

f) Una hamaca de macramé — Preparar cuatro trenzas de montaje de 2,30 metros. — Montar 160 hilos dobles de 15 m (utilizar una urdidera)

en nudos de montaje o 320 hilos sencillos de 7,50 m; la ha­maca se hace a lo ancho.

— Hacer cinco hileras de nudos planos muy juntos a lo lar­go de esta trenza de 2 m (los 30 cm restantes se utilizan para fijarla a dos palos que se colocan perpendiculares a ella). De este modo se obtienen varias trenzas de cuatro hilos.

— En la 6? hilera, dejar dos hilos a la izquierda y trabajar a macramé los dos restantes, con dos hilos de la trenza siguien­te. Hacer cinco hileras sin cambiar de hilo.

— En la hilera 11?, trabajar a macramé los hilos de la mis­ma manera que en las 5 primeras hileras, empezar ahora poi los dos hilos que se han dejado a la izquierda. Estos nudo: se llaman nudos planos en trencilla.

— En la hilera 15?, extender la segunda trenza de monta je, fijar sus extremos a los palos y hacer una hilera de nudo en ángulo (baqueta) a lo largo de esta trenza (en esta ocasiói

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no se separará ningún hilo guía para ponerlos en ángulo recto). — Trabajar 15 hileras alternadas como en la primera parte. — Extender la tercera trenza de montaje y hacer otra hile­

ra de nudos en ángulo (baqueta). — Trabajar 15 hileras de nudos planos alternos cada cin­

co hileras. — Ligar la cuarta trenza. Para acabar, hacer una hilera de

nudos en ángulo (baquetas) y una segunda hilera muy apre­tada (esta vez se coge un hilo de montaje de entre los hilos guía), anudar los hilos en 8.

— Hacer cuatro agujeros en los palos y pasar por ellos las cuatro trenzas de montaje que se atan a un anillo, fijado a su vez a un árbol por medio de un cordón. El cordón se pue­de hacer a base de nudos de cadena. Para mayor seguridad, pasar por cada bastón un hilo que se ata a los nudos planos. La hamaca está lista.

2. Cestería

«Quisiera tejer mis versos como en la escondida aldea, Bajo el cobertizo húmedo, los viejos cesteros Mezclan los mimbres blancos y oscuros de sus cestas En simples dibujos sacados de sus azulejos.»

Emile Verhaeren

a) Materiales La cestería es una combinación de tejido y trenzado. Se­

gún el medio ambiente se utilizan distintas fibras vegetales: bejuco, mimbre, junco, paja de trigo o de centeno, varillas planas de castaño, de abedul o de fresno, largas hojas secas de lirio, bambú, rafia, zarzas, gramináceas variadas, hojas de caña de palmera...

Se pueden trenzar una gran variedad de objetos: colmenas, cestas, canastas, cañizos, cuévanos, capazos, ensaladeras, ma­letas, muebles... Algunas construcciones arquitectónicas han sido enteramente ejecutadas en cestería, como un gran res­taurante en la región de Bagdad, hecho de cañas gigantes pro­cedentes de los pantanos que bordean el Tigris y el Eufrates.

b) Herramientas del cestero Un hacha para cortar las varas, una podadera, una sierra

de mano para serrar varas, un aparato para pelar, un punzón (varilla de acero puntiaguda) recto y otro curvo, una tablilla, una maza, una rajadera de madera dura (boj), uno de cuyos extremos, acabado en aleta, sirve para rajar el material con el que se ha de trabajar, un taladro, unos alicates, una grapa-dora y una gran cubeta ovalada para poner en remojo las hebras.

Las técnicas de cestería son numerosas y resulta imposible estudiarlas todas. Presentamos solamente, a modo de ejem­plo, las diferentes fases de la fabricación de una cesta.

c) La cesta — Material: varillas (briznas, retoños) de sauce o de mim­

bre. Antes de usarlas hay que tenerlas en remojo.

— La cruz o base: se cortan ocho varillas cortas, pero fuer­tes, que servirán para hacer el armazón del fondo (la longi­tud depende del tamaño de la cesta). Con un cuchillo puntiagudo se rajan cuatro por la mitad, en los 2/3 de su gro­sor, para evitar que se abran completamente. Se introducen en los agujeros las cuatro varillas restantes, que no están ra­jadas, pero sí previamente biseladas.

otras artesanías

— Ligadura del fondo: coger una varilla flexible, doblarla sobre sí misma hasta obtener una U perfecta, a continuación rodea la rama D de la cruz (fig. 1).

Se pasa la varilla de encima (1) sobre el montante A, y la varilla 2 sobre el mismo montante A y después sobre el B (fig. 2).

Coger la varilla 2 y hacerla pasar por debajo de C, mien­tras que la varilla 1 pasará, en primer lugar, por debajo de B y después por encima de C (fig. 3).

Hacer pasar, sucesivamente, la varilla 1 por debajo de D y por encima de A, mientras que la varilla 2 pasará primero sobre D y después por debajo de A (fig. 4).

D ^

311

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fabricar

Repetir la misma operación de entretejido de las varillas 1 y 2 por encima de B, C y después de D. De este modo he­mos regresado al punto de partida.

Separar los radios por pares y trenzar hasta la quinta vuel­ta. Finalmente, separar cada varilla y continuar el entreteji­do asegurándose de que los radios estén perfectamente separados.

Detener el trenzado cuando se obtenga el diámetro desea­do. Meter hacia dentro los extremos y cortar las varillas de la cruz que sobresalgan.

— Confección del armazón: coger dos varas de grosor me­dio y de unos 50 cm de longitud, cortar la base en bisel e in­troducirlas a cada lado de un radio. Doblar 16 varillas en ángulo al fondo y atarlas juntas por su extremo.

— Enrejado (costados verticales de la cesta): empezar un «cordoncillo» de tres varillas que se cierran sobre sí mismas al acabar. Trenzar hasta la altura deseada para la cesta.

— Borde: cortar las varillas del armazón dejando solamente 10 cm, acabar con tres filas con las que se hace un remate do­blando las varillas.

— El asa: coger una varilla bastante gruesa, afilar las dos puntas e introducirlas a ambos lados de la cesta, trenzar tres varillas finas, pasarlas por debajo del borde (por un lado de la cesta) y entretejerlas alrededor del asa. Terminar introdu­ciéndolas profundamente en el borde.

3. Curtido

El curtido es la preparación de las pieles con diferentes pro­ductos para evitar que se pudran y poder convertirlas en cuero.

Cada artesano tiene su propia técnica, su secreto que se guarda mucho de divulgar. No obstante, exponemos, a titu­lóle experiencia, varios métodos de curtido. Ahora bien, aun­que estos procesos a los que sometemos las pieles las hacen imputrescibles, hay que tener en cuenta también que supo­nen para ellas una manipulación excesiva.

a) Curtido sobre piel fresca Despojar al animal de su piel abriéndolo en canal por el

vientre y separando ambos lados.

— Limpieza: en primer lugar, quitar las impurezas que pro­ceden del exterior (sangre, barro, paja, etc.) con la mano o con un trapo mojado con agua. Si hay que mojar la piel, es­polvorear a continuación con yeso y cepillar para que se se­que. Quitar las impurezas procedentes del cuerpo del animal, carne y grasa, con un rascador o un cuchillo.

— Desengrasado: para disolver la gelatina de la piel hay que sumergirla en un baño de agua tibia con un poco de lejía; aclarar con agua fría sin retorcer y volverla a sumergir en agua de lluvia fría durante 12 horas; después se puede seguir des­carnando.

Preparar otro recipiente que contenga agua de lluvia con 50 g de sal por 60 g de alumbre (el alumbre ordinario se saca del mineral de alúmina) y 5 g de bórax (borato de sodio). Ha­cer hervir esta disolución y dejar enfriar hasta 30 °C (aproxi­madamente), sumergir de nuevo la piel que debe quedar totalmente cubierta por el líquido, remover con un palo y de­jarla el tiempo necesario (si son más de tres días, hay que aumentar en un 10°7o los componentes de la disolución). A continuación sacar la piel, aclararla con agua fría y tenderla sobre una cuerda a la sombra. El tiempo que la piel debe es­tar en remojo depende de su naturaleza.

— Suavizado: cuando la piel comienza a secarse, hay que untar con un cuerpo graso (aceite o manteca de cerdo no sa­lada) la parte interior de la piel, se enrolla con el pelo hacia dentro. Con una tablilla y el canto de una mesa (la tablilla mantiene la piel aplastada), tirar de ella hacia el exterior fro­tándola contra la arista, a lo largo, a lo ancho y en diagonal. Esta operación tiene por objeto romper las fibras de la piel. Cuando se ha obtenido la suavidad deseada, se echa talco por el lado interior, se saca brillo al pelo con un paño mojado con gasolina y se cepilla con un cepillo metálico. Sólo falta peinarla.

b) Curtido sobre piel seca Proceder como en el caso anterior. Si no se desea una suavidad perfecta, se retira la piel des-,

pues del remojo en agua de lluvia, se clava en una tabla a la sombra, después de haberle quitado la carne y la grasa.

Después se mezclan con un poco de agua hirviendo 250 g de sal, la misma cantidad de alumbre y de harina, de modo que formen una pasta bastante fluida que se aplica con una espá­tula en el lado interior de la piel, formando una capa de 2 cm.

Se deja este producto cuatro días, después se le da flexibi­lidad a la piel y finalmente se cepilla

c) Otro método a base de tanino Para el curtido propiamente dicho, se utiliza la casca, que

es la corteza del roble pulverizada, o bien el tanino, que es

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otras artesanías un derivado de la casca. Se necesitan 500 kg de cortezas de roble para conseguir unos 50 kg de tanino. Con esta cantidad se pueden tratar 100 kg de pieles.

Hay otras plantas y árboles como la mimosa, el saúco, el abedul, el sauce, el abeto y el zumaque, que contienen tam­bién tanino.

Moler finamente las cortezas de roble, preparar una solu­ción de tanino en la que se sumergen las pieles. Pueden estar en remojo de 4 meses (las pieles pequeñas) hasta 12 meses (las grandes). A medida que van pasando los días, es conveniente transformar la solución en una mezcla cada vez más concen­trada, con el fin de obtener mejores resultados. Después de haber dejado las pieles durante un mes en esta solución, tam­bién se pueden poner en un agujero bajo tierra, separarlas co­locando entre medio cortezas de roble, cubrirlas con agua y esperar 6 meses.

4. El vidrio

a) Historia y composición Hace 5 000 años, unos comerciantes fenicios, a falta de pie­

dras, utilizaron panes de natrón (carbonato sódico, COjNa2) para sostener sus ollas encima de un fuego. Entonces obser­varon que la arena del río junto al que cocinaban, por acción del fuego y mezclada con nitro, se convertía en una materia fluida y viscosa que, al enfriarse, quedaba dura y transpa­rente: había nacido el vidrio.

Las recetas más antiguas de vidrio están constituidas por: caliza, arena y álcali. El al kali era una planta de Egipto que por ebullición, evaporación y decantación, daba una sal con un gran contenido de acrimonia. Después, los álcalis se ex­trajeron de la ceniza de la barrilla, del helécho, del abeto, del haya... El elemento vitrificante esencial del vidrio es la sílice, que se encuentra en abundancia en la arena, el sílex, el cuarzo.

El análisis de un vidrio encontrado en Pompeya nos reve­la: 69,5% de sílice; 17,2% de sosa; 7,4% decaí. La compo­sición del vidrio ordinario actual nos da aproximadamente los mismos porcentajes: 72% de sílice, 19% de sosa, 7,5% de cal y 0,5 % de impurezas.

b) Utensilios y fabricación a la antigua — Crisoles de barro refractario Tenían forma de cubo de 4 pies de alto, de 2 a 5 pies de

diámetro y 3 pulgadas de espesor. Se montaban en espirales en un molde de abeto ligeramente ensanchado. Se dejaban secar lentamente durante varios meses antes de ser cocidas, primero a fuego lento, después a fuego fuerte, a temperatura de rojo vivo, para que después no sufrieran alteraciones por la acción del vidrio fundido.

— Hornos de crisoles Eran cámaras abovedadas, circulares u ovoideas, hechas

con ladrillos refractarios. Se alimentaban con leña que intro­ducía un obrero llamado atizador. Se colocaban de seis a do­ce crisoles sobre una banqueta dispuesta a lo largo de las paredes interiores. Al pie de unos pequeños tragaluces o pi­queras, había unos abridores, cuya abertura se podía reducir mediante lunas que podían obturarse totalmente con unas ta­paderas. La materia vitrificable se echaba en el crisol más cer­cano al hogar a través de la piquera. En cuanto se había fundido y depurado, inmediatamente se transvasaba al cri­sol más alejado. Jean Charles Gateau nos describe estas ope­raciones en su hermoso libro El vidrio, Editorial R. Torres, Barcelona:

«En el horno, la mezcla pulverizada se licúa y, de viscosa e irregular al principio, se convierte en perfectamente líquida a los 1400 °C. Las burbujas de gas carbónico, producidas por la reacción de la sílice sobre los carbonatos, suben a la super­ficie y el producto "se afina". Antiguamente, se aceleraba este afinado por diversos procedimientos que acrecentaban el movimiento de la masa en fusión y la hacían más homogé­nea. A veces se revivía la mezcla con unas varillas de arcilla, y otras se arrojaba en la cubeta un fragmento de ácido arse­nioso que se hundía, se volatilizaba en la masa y oxidaba los sulfuros y los excedentes de carbono, pero que desprendía ar­sénico muy tóxico. Una antigua receta, la de la "patata", con­sistía en mantener en el fondo de la cubeta, con una barra de hierro, una patata o un leño húmedo; el vapor de agua re­sultante agitaba intensamente la masa. Por último, se oxida­ba y decoloraba el vidrio ferruginoso con la ayuda del "jabón de vidriero", o bióxido de manganeso, cuyo abuso confiere un tinte violáceo a ciertos vidrios antiguos.

"Cuanto más alejada de las llamas, menos caliente es la ma­sa obtenida. Hacia 1100 °C, la viscosidad del vidrio es sufi­ciente para que éste se adhiera a la barra; hacia los 700 °C, cesa de ser maleable. Es en este intervalo cuando el vidriero debe actuar.

»Se llama vidrio duro al metal que se trabaja entre 1100 y 800 °C, vidrio blando al trabajado a una temperatura más baja, y vidrio seco, por último, a aquel, ya sea duro o blan­do, cuyo intervalo de moldeo es más breve.».

N.B.: estos hornos podían alcanzar una temperatura de 1 700 °C. Hoy en día, en estos hornos artesanales, la leña ha sido sustituida por quemadores de fuel-oil, metano o propano.

c) Enfriamiento He aquí como nos lo describe Gateau en la misma obra:

«Sólo un lento enfriamiento permite que el vidrio se soli­difique armoniosamente en todo su espesor, con un equili­brio de tensión entre las capas periféricas y las capas centrales. Esta operación de recocido tiene lugar en una galería calen­tada por las temperaturas perdidas del horno, el horno se­cundario de recocido, o bien en un horno especial llamado carcaise. Se depositan en el horno las piezas terminadas, a unos 500 °C, sobre unos trenes de bandejas de plancha me­tálica a veces movidos por una cabria o sobre unas cintas sin fin, y así avanzan a ¡o largo del horno túnel, alejándose len­tamente de los focos de calor, para alcanzar, al cabo de unas seis horas, la temperatura del ambiente y la salida, donde las obreras las esperan para lavarlas y raspar las huellas de la ba­rra de hierro o pontil. Esta operación recibe el nombre de acabado.»

d) Herramientas de soplador Es importante saber que esta operación de soplado es un

trabajo de equipo.

— La caña: se trata de un tubo de hierro hueco, de 120 a 180 cm de longitud (según el tipo de trabajo) y de 1 cm de diámetro interior. Uno de los extremos se mete en el recipiente del vidrio en fusión, a través del abridor, y se saca una bolita de pasta. En el otro extremo, aplica la boca el maestro vidriero y soplando da a la pasta la forma que desea.

— El mármol: mesa de hierro colado sobre la que se hace rodar la bola de vidrio fundido para igualarla y redondearla (trabajo realizado por el muchacho [el aprendiz]).

— Moldecito o calibre: instrumento de madera cóncavo (de haya o peral), de formas muy diversas, que se sumerge de vez

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fabricar

HERRAMIENTAS DEL VIDRIERO

J — ^

Modelos de moldecitos de madera y paleta

Tijeras de recortar, pinzas para guiar, compás

Banco de vidriero

en cuando en un cubo de agua para que no se carbonice. Esta especie de molde sirve para dar forma redonda u ovalada a la bola de fuego que se enfría y que se vuelve a cubrir de vi­drio fundido (trabajo realizado por el oficial [el ayudante] sobre el banco de vidriero).

— Tijeras o tenazas: el ayudante utiliza estos instrumen­tos para afinar un gollete, adelgazar un cuello (que permitirá separar con facilidad la pieza de la caña), etc.

— Pontil: tubo de acero macizo, de la misma longitud que la caña, que sirve para colocar pastillas de vidrio en fusión sobre la pieza que hay que terminar.

N.B.: todas estas operaciones requieren, por lo general, vol­ver a calentar el vidrio para que siga siendo maleable.

e) La vidriera Este caos de luz por donde se mueve la idea es la herencia

de la Edad Media. El uso de cristales de colores emplomados aparece reseñado, por primera vez, en el siglo x, en Italia. El monje Teófilo da unas recetas: «Se utilizaban dos partes de cenizas de haya y de heléchos —que dan la potasa con la

que nuestras abuelas hacían la colada—, una parte de arena de río, bien lavada... Dejando cocer mucho tiempo la pasta de vidrio, se le daba un color púrpura bastante cálido, el to­no carne. Los colores se obtenían añadiendo óxidos metáli­cos mezclados con la pasta en fusión. Algunos procedían de minerales raros, lo cual hizo creer a Sugere, abad de Saint-Denis, que los minerales eran piedras preciosas...»

El az%! (tinte fundamental) se obtenía con carbonato de co­bre; el verde con óxido de manganeso; el amarillo con ses-quióxido de hierro añadido al bióxido de manganeso; el rojo con bióxido de cobre...

Agustín Cochin nos describe del siguiente modo la fabri­cación de un vidrio de vidriera:

« Un obrero se aproxima al horno con una caña hueca, co­ge un poco de vidrio fundido, lo retira bruscamente, lo ba­lancea, aproxima con rapidez el tubo a la boca y sopla hacia el interior de esta delicada sustancia. El aire, al calentarse, se dilata. El vidrio se hincha y el obrero, imprimiendo un rá­pido balanceo a este globo ardiente, lo alarga y lo transfor­ma en un manguito delgado y transparente. Después lo separa de la caña, lo corta con un hierro candente apenas se empieza a enfriar y otro obrero lo introduce en un segundo horno de temperatura más moderada, donde el manguito se abre, se alarga, se extiende y se plana. El vidrio está terminado.»

Muy pronto se aprendió a pintar sobre el cristal de vidrie­ras a base de esmaltes, hecho con polvos que se fundían en un nuevo proceso de calentamiento. Las vidrieras cada vez se parecían más a los cuadros y se abandonó el procedimien­to de ensamblar vidrios de colores con redes de plomo.

5. Labra de piedras a) Herramientas

— Una regla de acero; — una escuadra; — un cepillo para limpiar los detritus; — un nivel de alcohol. Sirve para comprobar la horizon-

tabilidad de un plano; — un mazo de madera; — una maceta, martillo de mango largo; — una piedra pómez; — papel esmeril; — un punzón, pedazo de acero afilado en un extremo; — un cincel de dientes; — un cincel plano; — un cincel de biselar con el extremo más estrecho. Las cabezas de estos cinceles son planas porque se emplean

con un mazo de madera. En cambio, las cabezas de los pun­zones tienen tendencia a mellarse porque se golpea sobre ellas con un martillo de acero.

b) Materiales Las piedras que proceden de rocas sedimentarias son las

de labra más fácil porque están estratificadas en el suelo en capas horizontales. La pizarra es una roca metamórfica, cu­ya estructura ha sido modificada por distintas presiones y tem­peraturas. Sus estratos originales han sido reemplazados por otros que, a menudo, se encuentran en ángulo recto con los primeros. Por lo general, la pizarra se hiende fácilmente a lo largo de estas líneas.

Se puede construir con mampuestos irregulares y rellenar los huecos con tierra o caliza, pero es preferible disponer de piedras rectangulares para umbrales de puertas, chimeneas, dinteles de puertas y ventanas.

314

Page 68: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

otras artesanías Las herramientas del cantero Las cabezas de los cinceles denta­dos y de los otros cinceles son mu, planas porque se utilizan con un ma­zo de madera. La cabeza de los pun­zones y cinceles de biselar tienen tendencia a mellarse debido a los golpes del martillo de acero.

Cepillo de limpiar los detritus Escuadra

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Regla de acero /—:—' \ l v ü.r\f.",''J-.!.f.'*,1 ',' •' ' !' ''r í"'''"'•' r ' * V'v\ i i.yT.i|i-i'ii,"pini.|!;| jiyiryf»ip|iTJ.H^T'r'T'yry':'''"'!'r''í riT""11'"—r^——• r B I M T n ! J '_ •» ! ' W !

Las herramientas del cantero (Lámina tomada de la obra de John Seymour, La vida en el campo. Ed. Blume, Barcelona 1979).

c) Trabajar la piedra — Punzonado (para quitar las protuberancias más grandes)

Mantenga el punzón inclinado y golpee con regularidad con un martillo de acero.

— Cincelado Para ayudarse a controlar el cincel durante el biselado, co­

loque el pulgar a su través. Golpee de forma regular mante­niendo la misma posición.

— Acabado de la superficie Coger un cincel dentado, dar un golpe seco con el mazo,

levantar el cincel y el mazo a la vez y volver a empezar.

— Cómo se parte un bloque de piedra (hendirlo en el sentido de las capas)

Se pone el bloque sobre planchas de madera y se coloca una barra de hierro debajo del lugar por donde se quiere cortar. Se marca la línea de corte, a los lados se hacen unas hendidu­ras profundas golpeando un punzón con un martillo e impri­miendo al mismo tiempo un ligero movimiento de rotación.

Se puede echar un poco de agua sobre la piedra para quitar los residuos y poder agujerear más fácilmente. Poner cuñas (instrumentos de hierro en forma de ángulo) en las hendidu­ras con ayuda del punzón. Para que el corte sea más regular, se pueden poner agujas de acero a cada lado del agujero y hundir la cuña en el centro. Cuando al golpear la piedra se produzca un ruido sordo, es señal de que está a punto de partirse.

— Labra de la piedra (obtener una superficie lisa) Hacer un punzonado, quitar las protuberancias más gran­

des, dentellar del borde hacia el interior, primero con un cin­cel dentado y después con uno liso. Se necesita quitar ya muy poca piedra. Humedecer la piedra, pasar la piedra pómez con un movimiento circular y finalmente pasar el papel esmeril, sobre todo si se trata de mármol o de granito.

Si el bloque de piedra es irregular, hay que trazar las líneas de nivel. Para ello hay que escoger un plano horizontal y cin­celar dos bandas paralelas a los bordes adyacentes del blo­que, de modo que formen un ángulo recto (el ángulo se hace cincelando con la ayuda de la escuadra). Formar un triángu-

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fabricar

Labra de la piedra Para conseguir una su­perficie suave y lisa a partir de una piedra sin labrar, hay que seguir cinco procesos dis­tintos.

Punzonado Usar los punzones para quitar las protuberan­cias grandes.

Dentellado Pasar el cincel dentado en diagonal separán­dose siempre de los bordes.

Cincelado Proceder con el cincel recto de la misma ma­nera que con el denta­do. Es ya muy poca la piedra que queda por quitar hasta obtener una superficie bastante lisa.

Uso de la piedra pómez Para suavizar las mar­cas del cincel, humede­cer la piedra y frotar la superficie con una pie­dra de grano duro, con un movimiento circular.

Esmerilado con papel húmedo y seco Si se trata de piedra caliza muy dura, már­mol o granito, se consi­gue un pulido mejor em­pleando papel de esme­ril húmedo y seco de di­ferentes grados. Echar agua de vez en cuando para evitar que se raye la piedra.

(Lámina tomada de la obra de John Seymour, La vida en el campo, Editorial Blume, Barcelona, 1979).

lo que se puede seguir dividiendo según el tamaño de la su­perficie que se desee nivelar. Para vaciar el interior de los triángulos se utiliza el punzón, cincel y martillo, tal como se ha hecho antes, hasta obtener un ángulo liso. Finalmente se cortan suavemente los costados del bloque.

— Trocear una piedra Se trazan con un cincel de biselar dos líneas paralelas, a

ambos lados de la línea de corte, separadas entre sí 1 cm. Em­pleando el mismo cincel de biselar se hace una ranura en for­ma de V, de 2 cm de profundidad entre las líneas.

Una piedra romperá siempre por su punto más débil, de modo que hay que asegurarse de que no existen grietas que provoquen la rotura en un lugar no deseado. ~

Se levanta la piedra (la entalladura queda horizontal) y se apoya el hombro en ella (de este modo la onda de choque pa­sa a través de la piedra sin que repercuta en ninguna otra pa­red), aunque es preferible que la sostenga otra persona para que la piedra quede en posición vertical. Se coge un corta­fríos (tiene aspecto de una pala pequeña) y se golpea alrede­dor de la hendidura hasta que se produzca la separación de las dos partes.

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316

Page 70: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

1. Partes de un árbol

Carpintería

CIMA

A: PARTE DEL TRONCO DESPROVISTA DE RAMAS

B: TRONCO O TALLO

C: COPA,CONJUNTO DE RAMAS Y HOJAS QUE CONSTITUYEN LA CIMA

RAÍZ RASTRERA

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Aserrado al hilo o al largo.

B. ...con dilatación de las partes interiores de las tablas que pro­vocan una contracción...

...que se remedia mediante un corte central.

2. Aserrado del tronco

Maderos cortados en es­cuadrías.

Las tablas se amontonan en cobertizos aireados; cada una de ellas se separa de la otra con unos tarugos de madera, lo cual permite una buena aireación y un secado más rápido

Aserradura en cuarto, delica­da, para obtener hilos pa­ralelos.

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fabricar 3. El árbol

Ninguna otra cosa está tan ligada a la evolución de las di­versas civilizaciones como el árbol. Desde siempre ha propor­cionado los elementos esenciales de la vida humana: desde el primer refugio de sus ramas hasta los muros y los techos de las casas, pasando por los navios, las herramientas, el pa­pel, los tejidos y el oxígeno que restituye purificado, sus fru­tos, la fuerza dadora de vida que concede a todos sus depredadores, sus leños llameantes, su idea que renace en el alma de los poetas... También es responsable del clima.

En nuestros días se encuentra malhadamente acorralado, pero aun cuando nosotros hayamos dejado de ser sus respe­tuosos amigos, como por lo demás hemos dejado igualmente de ser solidarios con todo lo que tiene vida, y por tanto tam­bién de nosotros mismos, él no ha cesado de ser amigo nues­tro y el oficio de carpintero puede todavía tener toda la nobleza que ha tenido.

«Para el amigo que conoce cada una de mis mil caras, que sabe de mi corazón y de mi albura; para el obrero que ve las nudosidades del olmo, la teca y el ocumé, siente su rugosidad y sus virutas; para el oficial que destina a cada uno según sus cualidades, yo soy el amigo íntimo de sus cien milagros, la promesa de la obra de arte, la tierra humanizada que labran sus manos. Yo soy la creación a tu medida», dice el leño por boca de Michel Kieffer en su excelente obra práctica, Traba­jar la madera (Scouts de France), obra en la que se apoya nues­tro modesto apartado que pretende incitar a trabajar la ma­dera y, en consecuencia, a respetar el árbol.

4. Tipos de madera corrientes

a) Maderas blandas — Abeto y pino (muebles, elementos interiores...). — Álamo (embalajes, cajas, casilleros). — Tilo (pequeños objetos esculpidos...). — Aliso (esculturas, juguetes...)

b) Maderas duras — Roble (armazones, esculturas, ebanistería...), maderas

finas. — Fresno (mangos de herramientas, escaleras, columnas

de sostén...). — Haya (muebles, objetos torneados, bancos de car­

pintero...). — Carpe, olmo.

c) Maderas exóticas Maderas de importación, muy duras, resistentes, que ape­

nas se dejan trabajar después de haber secado: teca, caoba, sipo, niangon, ocumé, palo rosa, framiré... que se prestan a todos los usos.

d) Maderas normalizadas y aglomerados Maderas normalizadas del comercio: abeto, pino; contra­

chapado, aglomerada, madera prensada, novopán...

e) Productos de protección Para conservar la madera y protegerla contra agentes des­

tructores, se suele incorporar a ella materias antisépticas: in­yección de alquitrán de hulla, creosota, fenoles, sales, sulfatos...; o se le da un enlucido.

5. Instrumentos de carpintero a) Instrumentos de trazado

— El metro de madera plegable. — El lápiz de carpintero, de forma plana y alargada.

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El gramil de mortajar.

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— Escuadra para trazar ángulos de 90° y escuadra falsa para trazar ángulos no rectos.

— La regla, simple listón bien rectilíneo. — La caja de ingletes que sujeta listones y molduras y per­

mite cortarlos en ángulos de 90, 60 y 45°.

— El compás de carpintero, con un tornillo regulador y dos puntas metálicas que sirven para trazar.

— El nivel para controlar la horizontalidad, la perpendi­cularidad y la inclinación de los planos.

b) Instrumentos básicos — El martillo y el mazo (preferentemente de forma trape­

zoidal y en madera de olmo).

— Las tenazas y el destornillador

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Page 72: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

carpintería Escofinas: semicircular, plana y de cola de ratón.

— La cárcel, que sirve para ensamblar espigas y mortajas sin tener que golpear la madera, que fija las piezas que se tra­bajan (si no se posee banco de carpintero) y mantiene el ajus­te durante el encolado. Existen muchos modelos.

— La plana, cuchilla con dos empuñaduras que sirve para desbastar y alisar.

— Clavos, tornillos, papel de lija, destornillador, cola, etc.

c) Cepillos Son insustituibles para lograr una superficie perfectamen­

te rectilínea, para reducir el grosor, enderezar el desvío de un canto de tabla (la superficie más estrecha), para achañanar... Deben pesar bastante, su cuchilla debe estar bien afilada y la base de la caja bien lisa. Pueden ser de madera o metáli­cos. He aquí los modelos más necesarios:

— La garlopa: cuerpo muy largo, que sirve para trabajar superficies largas.

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— El garlopín: con la cuchilla ligeramente curvada, para desbaste.

— La raedera: que reemplaza con frecuencia a la escofina. — El bastrén, o rebajador de rayos: cepillo corto con dos

empuñaduras que sirve para alisar superficies cóncavas o con­vexas; es una de las herramientas principales del carpintero de carros.

— El guillame, cepillo de moldear: con la caja muy estre­cha para hacer ranuras o enderezar partes estrechas.

Cepillo de madera

d) Sierras Su familia es muy numerosa. Nombremos las más usuales: — La sierra de espigar, con la hoja fija en los montantes

del bastidor, para hacer entalladuras, cortar las espigas; se usa en profundidad con la sola limitación del tope del tra­vesano.

Brazo

Hoja

Travesano

Delante

Cuerd;

Llave

Brazo »W4

53 1 Detrás

Sierra Cómo se sostiene la sierra

— La sierra de rodear, con hoja de dos empuñaduras que permiten girarla respecto del plano del bastidor, con lo que ya no queda limitada por el tope del travesano en los aserra­dos anchos.

— La sierra de contornear, modelo parecido al anterior, con una hoja pequeña, para trabajos de marquetería.

— El serrucho, con empuñadura simple, sin marco de bas­tidor, para serrar los tableros y los aglomerados.

— La sierra de punta, parecida al anterior, pero con hoja más estrecha, y dentado más fino para recortar aberturas.

— La sierra Sterling, con manija en la prolongación de la hoja; instrumento de precisión (trabajos finos, maquetas, gui­tarras...).

— La sierra de recortar, para un recorte fino en los con­trachapados.

— La sierra de costilla.

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— La sierra de calar, para cortes finos en materiales de poco grosor.

Cepillo metálico * & ~ ^ftcrüT)

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Page 73: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

fabricar e) Berbiquíes

Existen tres modelos principales que sirven para dar a las barrenas y brocas para madera las rotaciones necesarias pa­ra taladrar. Tienen forma de manivela:

— Sistema sencillo: empuñadura y perilla para mandril con encaje cuadrado con tornillo de ajuste para fijar las brocas.

— Modelo perfeccionado: mandril con rosca y ajuste por atornillamiento.

— Modelo con trinquete: igual que el anterior, pero el trin­quete permite el retorno en vacío; para operar en lugares que no permiten la rotación completa de la manivela.

Berbiquí

— Las brocas para madera: las hay en todas las formas y de cualquier tamaño según los trabajos que deban realizar; no astillan la madera como las barrenas.

Broca Broca Broca Broca americana de tres puntas de madera de avellanar

4 tí

A

f) Formones y gubias Los formones con hoja biselada por ambos lados son los

mejores para carpintería. Los hay de todos los largos, de 8 a 45 mm.

Instrumentos para esculpir: son en realidad formones de media caña que se llaman gubias. Su número es infinito. Las gubias sirven para hacer mediacañas, molduras, casquetes cóncavos esféricos, para pulir los cortes, las tablas... Se em­plea sobre todo, para los trabajos más corrientes, la gubia recta de escultor, la gubia curva (para la escultura de huecos), el escoplo de perfil en V (para grabar textos).

rmmmfrrr.

Formón para madera

Escoplo

6. Afilado de herramientas

a) Formones y cepillos Las herramientas se embotan con el contacto con la made­

ra y necesitan un afilado periódico. Para esta operación se requiere:

— Piedra plana (o piedra de aceite), a falta de piedra de afilar o de la piedra para la hoz.

La muela de banco en gres (y no la muela de esmeril).

kpv BISEL DEL HIERRO

CREMALLERA TABLERO GRUESO

— Lima triangular, pequeña lima triangular, con dientes finos y aristas vivas.

— Piedra biselada, especial para formones y escoplos.

N.B.: no afilar nunca el hierro de un formón o de un cepi­llo sobre la rueda de afilar, sino sobre la piedra de afilar, que generalmente basta para volver a dar filo a las herramientas.

320

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carpintería b) Plana

BISEL

OTACIOI^ DE LA

AFILADORA

QUITAR LA REBABA CON LA PIEDRA

PARA HOCES

AFILADO DE LA PLANA

SECCIONES DE LA

CUCHILLA

SI LA AFILADURA SE PIERDE POR UN MAL AFILADO, LA HERRAMIENTA

PIERDE UN 50 % DE SU

EFICACIA, PUES EL FILO YA NO CONTACTARA BIEN

CON LA MADERA

LA PARTE INFERIOR DE LA c p r C I Ó N DE LA C U C H I L L A HOJA ES LIGERAMENTE 3 c k , L I U

CÓNCAVA - E N GENERAL SI LA PLANA ESTÁ BIEN

AFILADA, CORRESPONDERÁ CON EL CHAFLÁN DE LA

AFILADERA BISEL CONVEXO

NUDO RESISTENTE

ATAQUE SESGADO

SENTIDO DEL CORTE

A «CONTRAPELO» MAL

SENTIDO DE LA ACCIÓN

ie 5.

c) Sierras El perfil de las sierras de carpintero es una serie de triángu­

los rectángulos, mientras que el perfil de la sierra de leñador es una línea de triángulos isósceles.

Tres reglas deben observarse para un buen afilado con la piedra o la lima:

— mantener una arista vertical y una arista inclinada a 60ü; — mantener un ángulo de 90° entre el lomo de la lima y

la línea de superficie de la cuchilla; — no rebajar demasiado los dientes; todas sus puntas de­

ben formar una línea coílinua.

~-gfr»~,£gp». - ^ W ^ a ^ ^ p

ENTALLADURA ENTALLADURA A DOS CARAS^ EN C U Ñ A

Dentado recto: el afilado se invierte en cada diente y se efectúa, en cada diente, a derecha y a izquierda Ima dera verde).

AAAA/V

Dentado inclinado: perfil alzado de un triángulo rectángulo; afilado lateral bien perpendicular al plano de la hoja.

LIMA TRIANGULAR ÁNGULOS AFILADOS

SENTIDO DE AVANCE DEL AFILADO

»

321

Page 75: LA VIDA AUTOSUFICIENTE - Vol.2 - Revivir Con La Naturaleza - Alain Saury

fabricar N.B.: es conveniente sujetar la hoja tan cerca de los dien­

tes como sea posible mediante listones de madera achaflana­dos en su parte superior, bien unidos entre sí por pernos.

7. Ensambladuras

Las más utilizadas son las llamadas de espiga y mortaja: la espiga es la parte macho que penetra en la parte hembra de la ensambladura. La mortaja se vacía mediante un formón de un tamaño correspondiente y las espigas se cortan con una sierra de espigar. Es necesario calcular bien las ensambladu­ras y marcarlas cor^ayuda de la escuadra y el gramil.

N.B.: se ensambla también con espigas redondas y una va­riante de la espiga y mortaja: la cola de milano.

d) Triscado Es la operación que consiste en dar vía a la sierra para que

su paso a través de la madera no encuentre excesivo roce. A este efecto, se dobla un diente hacia la derecha y un diente hacia la izquierda, y así sucesivamente. Herramientas nece­sarias: los alicates de triscar, el triscador de afilador, el tas para triscar, un simple destornillador.

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