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    De todo lo dicho se desprende que siendo este libro de suma utilidad parael estudioso de las disciplinas sociolgica y filosfica, no lo es menos para todoaquel que sienta la inquietud por los problemas de nuestro tiempo, ya que suexposicin est hecha con claridad y rigor metodolgico. El autor acompaa

    su libro con una rica bibliografa general y otra especializada en relacin conlos temas (con especial referencia a la psicologa de la comunicacin humanay a la sociologa de la comunicacin humana). En una palabra, por la orienta-cin y erudicin del autor, esta obra es necesaria y suficiente para tener unaidea clara del problema de la comunicacin y la libertad, de su peripecia his-trica y de su alcance y significado en Karl Jaspers.

    Gemma M uoz-AL oNso LPEZ

    KRI5TELLER, P . O: El pensamiento renacentista y sus fuentes. Compilador: Mi-

    chael Mooney. Traduccin de Federico Patn Lpez. Mxico, FCE, 1982.

    A nadie se leoculta la importancia del problema estudiado por el profesorPaul Oskar Kristeller. El tema del pensamiento renacentista es un temainesquivable en lafilosofa. De su esclarecimiento estn colgando las posicionesrespecto de otras corrientes o problemas fundamentales y fundantes de la Fi-losofa.

    El compilador de Elpensamiento renacentist y susfuentes,MichaelM ooney ,nos expone en el Prefacio del editor la estructura del libro que presentamos:La Primera Parte expone lasfrentes clsicas del pensamiento renacentista y dala fisonoma esencial, indicando las tradiciones humanista, aristotlica y pla-tnica a las cuales se refiere continuamente el resto de los ensayos que formanel volumen. Las partes Segunda y Tercera presentan el pensamiento renacen-

    tista en su contexto inmediato la Edad Media, tanto griega como latinay muestra la continuidad y la singularidad de sus corrientes representativasdentro de los movimientos entonces existentes. Contra dicho teln de fondo,la Cuatra Patre ofrece un estudio temtico del pensamiento renacentista,examinndose en ella tres elementos de una cuestin que ha servido con fre-cuencia para atribuir a los pensadores renacentistas una originalidad de ellosexclusiva: la concepcin del hombre: la dignidad, el destino y la visin de laverdad que ste posea. La Quinta Parte resume el todo, pero desde la pers-

    pectiva de un tema que se encuentra en el ncleo mismo de la vida intelectualdel Renacimiento, por no decir de la tradicin occidental como un todo: larelacin del lenguajecon e l pensamiento, de las palabras con las ideas, de la

    prudencia con la ciencia y de la retrica con la filosofa. Con ayuda de tales

    divisiones se explora la ya vieja y aparentemente insoluble contienda entre latradicin literaria y la filosfica; de hecho, un paragone que identifica muchade la erudicin renacentista. En las pginas finales se ofrecen algunas medita-ciones acerca de la forma y del resultado que ese conflicto presenta en nues-tros tiempos (p. 10).

    Sirve de introduccin al libro un ensayo donde Kristeller contempla loscincuenta aos de su vida como intelectual y donde exponelos cambios que hanotado ens u s propias percepciones y en el campode los estudios renacentistas.A excepcin de este ensayo introductorio (Pp. 15-29), que ha sido elaboradoespecialmente para este volumen, el resto no so n sino contribuciones varias yen su origen conferencias publicadas anteriormente (a excepcin de los en-sayos XII, XIII y XIV) reunidas aqu bajo un cierto criterio de unidad, revi-

    sadas, reelaboradas y de todo purificadas algunas.

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    Aparte de su claridad y sencillez, es mrito indudable de este libro deKristeller la riqueza de informacin bibliogrfica ofrecida en toda una serie deaclaraciones explicativas e incluso e l anlisis de algunos problemas nuclearesdel pensamiento renacentista. En el aspecto formal la obra no desmerece los

    elogios que puedan tributarse al contenido, el cual vamos a tratar de resumira continuacin.La Primera Parte, El pensamiento renacentista y la antigUedad clsica,

    discurre en tres captulos o ensayos, cuyos ttulos denotan ya por si mismosla problemtica que se va a desarrollar en este estudio. El movimiento huma-nista (pp. 38-51), La tradicin aristotlica (pp. 52-72) , El platonismo renacen-tista (pp. 73-92) , y Paganismo y cristianismo (pp. 93-111), nos sitan sin amba-

    jes en el corazn del problema. El autor no toma aqu el pensamiento rena-centista en su aspecto original o en todo su contenido, sino simplemente ensus relaciones con la antiguedad clsica. De este modo, para comprender elpapel que tuvieron en e l Renacimiento los estudios clsicos, Kristeller con-sidera principal empezarpor e l movimiento humanista. Comienza explicando el

    trmino humanista, su origen yla causa de su confusin filosfica e histrica,por lo que pide al lector mantener muy en primer plano el significado rena-centista de humanidades y humanista cuando me vea emplear el trmino hu-manismo en estos ensayos y olvidartanto como le sea posible los usos modernosde esa palabra (pp. 40-41) . Se destaca aqu principalmente la penetrante in-fluencia del humanismo en todos los aspectos de la cultura renacentista y enespecial en su pensamiento filosfico. Sin embargo, Kristeller considera mspertinentes consu propstio aquellos aspectos de lainfluenciahumanista direc-tamente relacionado con el clasicismo fundamental de esta poca. Seala enton-ces cmo el elemento clsico aparece en todos los terrenos. En efecto, nohubo en estos momentos pensador que no recurriera a las obras recin apa-recidas de Platn, y los noplatnicos, de Plutarco y Luciano, de DigenesLaercio, de Sexto y Epicteto, o a las obras apcrifas atribuidas a los pitag-ricos, a Orfeo, a Zoroastro y a Hermes Trismegisto. Asimismo se nos mues-tra otro efecto ejercido por el humanismo en el liensamiento renacentista.Este consiste en los intentos por dar nueva expresin a las doctrinas filos-ficas de ciertos pensadores en particular, intentos que en cierto sentido repre-sentan la aplicacin de la filosofa del renacimiento de la sabidura antigua,que era uno de los lemas favoritos de los humanistas, y del cual deriva suorigen el muy debatido nombre dado hoy al perodo. En La tradicin aristo-tlica, el autor debate la opinin muy a menudo expresada por los historia-dores del pensamiento occidental, de que el Renacimiento fue bsicamenteuna poca en que rein Platn, siendo la Edad Media la poca de Aristteles.A juicio de Kristeller, no es posible ya mantener tal punto de vista sin mati-zarlo considerablemente.Desde este punto de vista, presenta lahistoria del aris-

    totelismo, mostrando cmo la tradicin aristotlica, aunque expuesta a ataquesy sujeta a transrformaciones, continu fuerte y vigorosa hasta finales delsiglo xvi e incluso posteriormente. A continuacin examina El platonismo rena-centista, viendo primeramente la situacin de Platn y el platonismo desde laantiguedad clsica, fijndose tambin en la aparicin del movimiento hoy enda llamado generalmente platonismo medio y aludiendo a la escuela llamadapor los historiadores modernos, neoplatnica. En su recorrido, sin embargo,considera que, aunque algunos elementos del platonismo medieval sobrevivieronen el Renacimiento, no se pueden pasar por alto los aspectos nuevos o dife-rentes del platonismo renacentista. En cualquier caso se nos advierte que nodebe tomarse el platonismo comouna ramificacin del movimiento humanista,pues posee una importancia indivilual como movimiento filosfico, se relacionacon las tradiciones agustiniana y aristotlica de la filosofa medieval y, gracias

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    a Cusa, Fkino y Pico se volvi un factor central en la historia intelectualdel xvi e incluso en la posterior, tal como ya hemos sealado antes. A decirverdad, lo ~ue pretence el autor con este ensayo es dejar claro que el plato-nismo renacentista, a pesar de su compleja naturaleza, fue un fenmeno im-portante en su propio periodo y en los siglos siguientes, hasta llegar a 1800.De todas fonnas, debemos resignamos al hecho de que, en una mayora de loscasos, los elementos platnicos del pensamiento estn combinados con doc-trinas de un origen y un carcterditerentes, y que incluso ni el platonismodeclarado expres el pensamiento de Platn en toda su pureza, segn lo en-tienden los eruditos modernos, sino combinado con ideas ms o menos simi-lares que se le han sumado en la etapa final de la AntigUedad, en la Edad

    Media o en tiempos ms recientes. No obstante, sicomprendemos el platonismoaceptando todos esos matices y en un sentido amplio y flexible, veremos que

    fue una poderosa fuerza intelectual a travs de los siglos, y entenderemosmejor su naturaleza si nos damos cuenta de que, hasta el surgimiento de los

    estudios modernos sobre Platn, ste atraa a sus lectores no slo debido alcontenido de sus dilogos inimitables, sino a causa tambin de las ideas varia-das y a menudo complejas que sus comentadores y seguidores han asociadocon su nombre hasta los siglos XVI y XVII (p. 92). Por otra parte, e l autorconsidera imprescindible, para comprender la historia del pensamiento filo-sfico, tomar en cuenta no slo las corrientes cientficas y literarias de unapoca en particular, sino tambin las religiosas. De ah el cuarto y ltimoensayo de esta primera parte, Paganismo y cristianismo. Se llama la atencineneste ensayoa la Reforma comoun suceso importante deese amplio periodohistrico que llega por lo menos, a finales del xvi y que, aunque con ciertosreparos, Kristeller llama Renacimiento. La tarea que seimpone y logra el autoren estos momentos es la de comprender los modos positivos o negativos enque el clasicismo del Renacimiento influy en el pensamiento religioso de lapoca, y en especial en la Reforma.

    Pero vayamos a la Segunda Parte def libro, El pensamiento renacentista yla Edad Media. Esta comprende dos ensayos sobre los siguientes temas: El hu-manismo y el escolasticismo en el Renacimiento italiano (pp. 115-149), y La

    filosofa renacentista y la tradicin medieval (pp. 150-187). En el primer ensayo,se explica, como en otras ocasiones, el trmino humanismo, as como dos de lasinterpretaciones del humanismo italiano expuestas por los historiadores moder-nos. Se analizan estas dos interpretaciones llegando a conclusiones dignas demencin. Respecto a laprimera interpretacin, la que considera el humanismoitaliano como el simple surgimiento del estudio de lo clsico, logrado duranteel perodo del Renacimiento, se aduce que los humanistas italianos no limi-taban su actividad a lo clsico. Adems, a pesar de que varios hechos hist-

    ricos dan apoyo a esta interpretacin, no es del todo satisfactoria, pues noexplica ese ideal de elocuencia persistentemente buscado en los escritos de loshumanistas, no explicando tampoco la abundante literatura de tratados, cartas,discursos y poemas producidos por los humanistas. La otra interpretacin delhumanismo italiano, ms ambiciosa, aunque menos slida, considera al huma-nismo como la nueva filosofa del Renacimiento, surgida en oposicin al esco-lasticismo, la vieja filosofa de la Edad Media. Kristeller comenta esta posturay se dedica a refutar, mediante hechos patentes, la idea general deque el esco-lasticismo, en tanto que filosofa venida del pasado, fue substituido por lanueva filosofa del humanismo. Y as, concluye tal anlisis diciendo que e l hu-mecanismo y e l escolasticismo del Renacimiento surgieron en la Italia medieval

    por la misma poca; es decir, hacia finales del siglo XIII. Que coexistieron

    y se desarrollaron

    durante e l Renacimiento

    y ms all como

    ramas distintasde la erudicin de aquella poca. La controversia entre ellos existente, mucho

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    menos persistente y violenta de como suele representrsela, es una simple faseen la batalla de las artes y no una lucha por la existencia (p. 147>. En cuantoal segundo tema, La filosofa renacentista y la tradicin medieval, podemoscontemplar que el autor no abarca de modo individual las principales escuelasy corrientes de la filosofa renacentista; tampoco describe en cada caso lasideas principales y su relacin con el pensamiento medieval. En lugar de elloexamina brevemente algunas de las principales tradiciones intelectuales de laEdad Media, y explora qu ocurri con ellas durante el Renacimiento. Al apli-car este enfoque, no hay duda de que estaremos viendo la Edad Media desdeuna perspectiva renacentista, pero tambin el Renacimiento desde una perspec-tiva medieval (p. 155) . Kristeller comienza aqu atendiendo al desarrollo de losestudios gramaticales y retricos, ya que dicho desarrollo se encuentra ntima-mente ligado al movimiento intelectual ms penetrante del Renacimiento: elhumanismo. Desde este aspecto, reconoce el nexo formal que hay entre losestudios gramaticales de la Edad Media y el humanismo renacentista, entre la

    literatura medieval del dictamen y la epistolografa de los humanistas. Perotras eso, no duda el autor en sealar considerables diferencias. Es curiosoobservar tambin cmo se muestra a este respecto que el surgimiento de losestudios humansticos no fue, en el Renacimiento, un fenmeno limitado alcampo de la gramtica y la retrica. Por el contrario, tuvo enormes conse-cuencias para todas las dems reas del saber y de la civilizacin, incluyendola filosofa. De ah queconsidere pertinente ocuparse del cambio en lafilosofa,de latradicin medieval de la teologa cristiana y desu transformacin duranteel Renacimiento. Asimismo, nos habla de las dos grandes tradiciones filos-ficas del pensamiento occidental, del aristotelismo y del platonismo, haciendohincapi en los elementos concretos decontinuidad, ascomo en sus diferenciascon respetco a la Edad Media. De todo ello s e deduce que la continuidad par-cial de las tradiciones medievales, la introduccin de fuentes y problemas nue-vos, y la busqueda cada vez ms abundante de soluciones nuevas e ideasoriginales hacen que el Renacimiento sea ms bien una poca de fermentacinque de sntesis respecto a la filosofa. Cuando, en el siglo XVII, la filosofa ylas ciencias fsicas comienzan desde otro punto de arran que, abandonan cons-cientemente las tradiciones de la Edad Media y del Renacimiento. Sin embargo,

    fcil sera demostrar que la filosofa del Renacimiento ayud a preparar elterreno para esos cambios, y que su influencia persisti en muchos camposdel pensamiento europeo hasta el siglo XVIII (p. 185) .

    En la Tercera Parte del libroque presentamos, El pensamietno renacentistay la erudicin bizantina, Kristeller incluye dos estudios importantes, a saber:El humanismo italiano y Bizancio (pp. 189-205) y El platonismo bizantino yel occidental en el siglo XV (pp. 206-224) . Por un lado el autor considera quela cuestin de los contactos con Bizancio y de las influencias por ste ejer-cidas se impone por obvias razones, en un aspecto nico de la cultura huma-nstica: los estudios griegos. Por tanto, limita su atencin en este ensayo casipor completo a ese campo, siendo tema del siguiente captulo los contactosentre Bizancio y el Renacimiento italiano en el rea de la filosofa. En estesegundo ensayo se pone de manifiesto que el inters renovado por Platn ysus obras en el Renacimiento, no procede de las tradiciones latinas de laAntigUedad .0 de la temprana Edad Media, sino ms bien de Bizancio, dondese haban conservado y estudiado los textos originales dePlatn y de su escueladurante aquellos largos siglos en que eran casi desconocidos en el Occidente.A este respecto, el autor examina cuidadosamente cul fue el destino de losescritos platnicos y de la tradicin platnica y neoplatnica en el Bizancio

    medieval, expresando de continuo su convencimietnode que e l platonismo delsiglo XV y tambin e l humanismo, fueron movimiento intelectuales de gran

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    importancia y de alguna originalidad. Advierte, sin embargo, que no debedarnos la impresin de que la vida intelectual del siglo xv, o del Renacimientoen general, puede ser comprendida en funcin nicamente del humanismo ydel platonismo. En efecto, tambin estaban presentes las poderosas tradicionesde la filosofa aristotlica, de la teologa, de la ley y de las distintas disci-plinas cientficas, por no hablar de la literatura popular, de las artes y de lavida religiosa, poltica y econmica del perodo. Por otra parte, si slo cen-tramos la atencin en el humanismo y el platonismo, notaremos en ellos unagran variedad de elemetnos originalesy tradicionales que no debemos olvidar.Entre estos ltimos, Kristeller concede gran importancia a la influenciade losautores latinos antiguos y medievales. En resumen, lo que se propone el autoren este ensayo es simplemente, y de acuerdo con el tema elegido, subrayar elhechode que e l platonismo italiano del Renacimiento, junto conel humanismorenacentista, recibieron algunos impulsos importantes de la tradicin bizan-tina. Por tanto, fue una fortuna que la cultura bizantina, en el momento mis-

    mo de su fin trgico, pudiera transmitir al mundo occidental moderno laherencia de su pensamiento ,su erudicin y sus libros y, junto con ello, lasideas y los textos que haba recibido de la Grecia antigua y que preserv parael futuro a lo largo de un perodo de casi mil aos (p. 224) .

    El ttulo de la Cuarta Parte, Los conceptos de hombre en e l Renacimiento,trae a la mente e l muy divulgado enfoque de que e l Renacimiento tena uninters especial por el hombre y sus problemas. Segn Kristeller, e l hincapihecho por e l pensamiento renacentista en e l hombre y en e l modo en que seconcibe su lugar en el mundo no era algo nuevo. Opiniones similares puedenencontrarse en los escritores antiguosy medievales. Por otro lado, cuando semira e l alcance del pensamiento renacentista, la imagen que presenta esmuycompleja. Las diferentes escuelas y pensadores expresan una variedad de pun-

    tos de vista respetcoa los problemas relacionadoscon e l concepto de hombre yotros. Por esta razn, resulta muy difcil reducirlos a un comn denominadornico. A pesar de esas dificultades, e l autor considera que hay algo de verdaden esa opinin de que el pensamiento renacentista era ms humano y mssecular que el pensamiento medieval; y tambin en esa opininde que se inte-resabams porlos problemas humanos. Ahora bien, se nos advierte que inten-tar responder a la pregunta de cul es verdaderamente e l concepto de hom-bre existente en el Renacimiento, supone una tarea expuesta a numerosasdificultades. En efecto, el concepto de hombre no es un problema especfico.Es un problema que comprende una gran variedad de cuestiones morales,polticas y religiosas que aqu no se van a tratar. Por consiguiente, Kristellerenfoca este captulo en tres problemas especficos relacionados con el tema, asaber: La dignidad del hombre (Pp.230-244) , La inmortalidad del ama (PP. 245-262), y La unidad de la verdad (PP. 263-279) .A l examinar la idea renacentista de la dignidad del hombre y del lugarde ste ene l universo, se fija sobre todo en las opinionesde Petrarca, Ficino,Pico y Pomponazzi en tanto en cuanto tienen en. comn el asignar al hombreun lugar importante en su esquema de las cosas. Ahora bien, hay que tenerpresente que la glorificacin del hombre slo fue aprobada por unos cuantospensadores del Renacimiento y que, adems, no fue un descubrimiento de esteperiodo, ya que, como hemos apuntado antes, existen precedentes en el pen-saminto griego clsico, en el pensamiento cristiano primitivo, etc. Sin em-bargo, aun teniendo en cuenta esos precedentes, encontramos que, una veziniciado el humanismo renacentista, la insistencia en el hombre y en su dig-nidad se hace ms persistente, ms exclusiva y ms sistemtica que en los

    siglos precedentes e inclusoque durante la AntigUedad clsica. El autor exa-mina el problema sobre la dignidad del hombre partiendo de los autores

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    mencionados y hace hincapi en que las ideas de estos pensadores no soninteresantes nicamente en s, sino que ejercieron una influencia considerableen pensadores posteriores. En efecto, la idea de que e l hombre reina en los

    elementos y en toda la naturaleza, idea que encontramos en Ficino, tiene algode comn con el concepto planteado por Francis Bacon: el hombre dominaa la naturaleza, concepto que incluye, por as decir, todo el programa de laciencia y de la tecnologa modernas. La idea de Ficino de que el hombre seencuentra dotadocon una menteparecida a la de Dios, pues puede comprenderlas esferas celestes y reproducirlas a escala menor, ha sido comparada, contodarazn, con la siguiente afirmacin de Galileo: el conocimiento matemticodel hombre es diferente del de Dios en cantidad, pero no en gnero. Por otra

    parte, la tendencia de Pico a abandonar la rgida jerarqua de la cadena delser tiene su contrapartida en Nicols de Cusa y halla su mxima evolucinen la cosmologa de Bruno y en la astronoma de Kepler y de Galileo (p. 243).El autor concluye expresando que no debemos, a la hora de darle sentido ala idea de la dignidad humana, aceptar una solucin demasiado simplista.La dignidad, como nos dice Pico, no es algo que s e le da al hombre cuandonace, sino que es algo que el hombre ha de conseguir y llevar a cabo consus propios esfuerzos. A l ser humano se le concede simplemente la capacidadde luchar poresa mcta. Con ser simplemente aquello que por casualidad somosno afirmamos nuestra dignidad. La afirmamos cuando cultivamos la razn yno e l sentido ciego, cuando nos identificamos con tareas moral e intelec-tualmente dignas, tareas que nos permitanllegar ms all de nuestras ambicio-nes e intereses personales.

    Otro de los temas nuclearesque se trata en esta Cuarta Parte es la inmor-talidad del ama, tema esencialmente ligado a la dignidad del hombre,, peroque a diferencia de ste se convirti en un tema de discusin importante enlos siglos xv y xvi. Como en muchos otros casos, nuestro autor expone cmo

    la exploracin que e l Renacimiento hace de la inmortalidad depende de fuen-tes antiguas y medievales. Sin embargo, tomando en consideracin los si-glos xiii y xiv observa que la doctrina de la inmortalidad del alma no tuvoun papel principal en el pensamiento medieval; y no adquiri importanciapor la prevalencia de las enseanzas de Aristteles y sus comentadores. Habrque esperar, pues ,a Renacimiento donde la doctrina aparece como una reac-cin contra el pensamiento medieval tardo, como una lucha en nombre dePlatn y contra los comentadores de Aristteles. Ficino fue el filsofo de lainmortalidad, aunque, como nos advierte e l autor, esta preeminencia de lainmortalidaden e l Renacimientono tienen simplemente como causa la actividadde la Academia florentina. Hay que tener en cuenta tambin que el inters enla inmortalidad y en Platnes anterior al surgimiento del platonismo florentino

    y que, por tanto, existe un nmero considerable de tratados dedicadosal temaescritos por humanistas y telogos ms o menos conocidos del siglo xv. Estaliteratura es importante porque significa un teln de fondo y un clima deopinin propicios a un examen detallado de la inmortalidad del alma, como e lque tenemos en la Theologia Platonica de inmortalitate animorum, de Ficino.Se dilucida entonces qu tena que decir Ficino acerca de la inmortalidady por qu ocup este tema un lugar tan destacado en su doctrina. A conti-nuacin se exponela doctrina de Pomponazzi sobre e l tema, as como la opo-sicin violentaque produjo su tratado. El autor hace hincapi en la incorrectaafirmacin, a menudo repetida en libros de texto y de difusin, de quePomponazzi negaba por completola inmortalidad del alma. Simplemente negabala posibilidad de demostrarla desde posiciones racionales o aristotlicas. Porconsiguiente, ser conveniente pensar que las enseanzas de los pensadoresdel Renacimiento y otras pocas respetco a la inmortalidad del alma, si bien

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    expresadasde un modo tosco y a menudo insostenible, pueden seritnerpretadascomo intentos de resolver uno de los problemas eternos de la vida y del pen-samiento humanos. Seguimos con el problema; esperemos que lleve a res-

    puestas nuevas, ms conformes con nuestros conocimientos y sensibilidad quelas recibidas de pensadores del pasado, en especial las de los siglos XVy XVI (p. 262).

    Finalmente,el tema de la unidad de la verdadha recibidouna gran atencinpor parte de lo pensadores de todas las pocas. A l explorar los puntosde vistade algunos pensadores renacentistas, el autor comienza con el representante dela escuela aristottica, Pomponazzi,en tanto en cuantosu actitud,en estepunto,est ntimamente relacionada con la tradicin medieval. En su tratado sobrelainmortalidaddel alma, Pomponazzi diferenica entre lo que es indudablementecietroen s, y debe ser aceptado como tal con base en la fe, y aquello quepuede ser probado de acuerdo con las enseanzas de Aristteles. Tal cornohabla expuetso en el anterior ensayo, Kristeller reitera su afirmacin de quepara Pomponazzi la inmortalidad del alma debe aceptarse como un artculo

    de fe, puesto que no se la puede demostrar desde una posicin natural oaristotlica. Pues bien, en la cuestin de la relacin entre la fe y la razn,entre la teologa y la filosofa, Pomponazzi adopta un punto de vista que ha sidollamado inexactamente la teora de la doble verdad. A juicio de Kristeller, esms justo describir a esta doctrina como separacin o dualismo entre la fey la razn. Ahora bien, aqu se dejan de lado las interpretaciones de los his-toriadores modernos a esta doctrina precisamente paar poner de relieve lacontribucin del dualismo de Pomponazzi al problema de la unidad de laverdad. A este respecto, se indica que Pomponazzi defiende en sustancia laidea de que la fe y la razn reinan en dominios separados y que, con ello,abre la posibilidad de un dualismo que toma en cuenta diferentes fuentes deverdad. Kristeller est convencido de que tal posicin merece aun que la exa-

    minen aquellos telogos conscientes de las afirmaciones contrapuestas a lareliglin hechas por las ciencias y por la erudicin secular, as como por partede aquellos cientficos y filsofos tolerantes de los derechos exigidos por lareligin, e l arte o cualesquiera otras reas de la experiencia humana en relacincon nuestro pensamiento. Tal vez sea se el modo de resolver el problema delas dos culturas o , ms bien, de las muchas culturas contenidas en el tejidocomplejo de nuestra vida y nuestros conocimientos (pp. 267-268) .

    Kristeller pasa de los eruditos aristotlicos del Renacimiento a los huma-nsticos tpicos mostrando que el problema surge con lneas menos precisas,pero continuando presente de modos distintos. Se trae aqu a colacin el debatesobre la superioridad relativa de las varias artes y ciencias, la defensa hu-manista del estudio de los poetas clsicos de sus crticos teolgicos, as comola afirmacin de que la poesa y las otras artes revelan sus verdades espec-ficas, compatibles con las de la religin y de las ciencias, e incluso superioresa ellas, afirmacin por otra parte muy defendida entre los crticos literariosromnticos y de otras etapas posteriores, as comoen el pensamiento filosficomoderno. Llama tambin la atencin sobre el resurgimiento del escepticismoantiguo observado enel siglo xv y en e l xvi, en tanto en cuanto el escepticismoinsiste en que puede refutarse toda doctrina filosfica, y, segn esto, es muynegativo respetco al logro de la verdad. En el Renacimiento, el escepticismohizo a menudo alianza con un tipo de fidesmo. Es decir, se puede refutar ydescartar cualquier enunciado definitivo en el campo de la filosofa y de lasabidura secular. Sin embargo, la doctrina religiosa, basada en la fe y en laautoridad, se encuentra al margen de esa regla de la incertidumbre y pro-porciona as una creencia firme que no puede sacudir ningn argumento racio-

    nal. Ahora bien, fue el platonismo renacentista el que, enopinin de Kristeller,

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    hizo las contribuciones ms interesantes al tema o problema de la unidad dela verdad. En efecto, aqu nos encontramos con la tendencia a establecer unaarmona entre la religin y la filosofa, a reconocer que existe una verdaduniversal totalizadora, en la que participan las doctrinas de cada escuelao de cada pensador en lo individual. Nuestro autor expone este punto de vistageneral en el pensamiento de Cusa, en la obra de Ficino y en la de Pico,as como la idea de la filosofa perenne, de una sabidura que abarca toda lahitsoria del pensamiento humano, que se encuentra en Agostino Esteuco.

    Se llega, de esta forma, al final del examen sobre los principales temas delpensamiento renacentista: la dignidad del hombre, la inmortalidad del almay la unidad de la verdad. Con ello, Kristeller no ha tratado de abarcar lasnumerosas doctrinas filosficas y teolgicas que comprenden el concepto dehombre sostenido por el Renacimiento. Ha tocado meramente tres aspectosde ese concepto. El elogio hecho de la dignidad del hombre recoge algunasde las aspiraciones del perodo y lleva al intento de conceder al ser humano

    un lugar privilegiado en el esquema de las cosas. La doctrina de lainmortalidades, en cierto modo, una extensin de la dignidad y la individualidad humanams all de los lmites de su vida presente y, por lo mismo, la insistencia enla inmortalidad proporciona, a su vez, un horizonte a la vida en esta tierra.El autor est convencido de que es posible concebir y abordar desde distintospuntos de vista el problema de lavredad, pero el aspecto en el que l ha insis-tido, esto es, enla bsqueda de la unidad de laverdad frente a doctrinas diver-gentes y aparentemente incompatibles, se relaciona tambin con el hombre ysus aspiraciones. En una palabra, nos dice Kristeller: En un momento como elque vivimos, en el que se habla tanto de compromiso, no estara de ms indicarque una de las obligaciones humanas principales y la nica legtima para un

    filsofo, telo go, cientfico o erudito es la que se tiene con la verdad, y queincluso hay cierta base de autoridad existencial en apoyo de tal afirmacron.Pero no tengo reparo en admitir que los problemas examinados aqurepresen-tan una seleccin pequea y arbitraria de las muchas ideas filosficas que lospensadores del Renacimiento expresaron acerca del hombre o de cualquier otrotema. Las he elegido simplemente porque me parecen interesantes y cara-tersticas entre las ideas que he encontrado n la obra de algunos de losautores renacentistas que con mayor frecuencia y atencin he ledo, aunqueincluso en el caso de esos autores mis conocimientos y mi 0cmprensin tienenobviamente sus limitaciones (p. 278).

    La Quinta y ltima Parte del libro que aqu tratamos de valorar, La filo-sofa y la retrica de la AntigUedad al Renacimiento, nos presenta la historialarga y complicada que en el occidente tiene la retrica. Historia que partede laantigedad griega y romana (analizada por el autor en un primer ensayo,

    La antigUedad clsica, PP. 286-300), pasa por la Edad Media bizantina y latina(que se expone en el captulo La Edad Media, PP. 301-321), cubre el Renaci-miento hasta por lo menos el siglo xviii (desarrollada en el ensayo El Rena-cimiento, PP. 322-244) y, en forma modificada, llega incluso a nuestros das.Se trata en estos ensayos de caracterizar la relacin entre la retrica y lafilosofa, relacin que puede ser entendida como de coexistencia o rivalidad,de influencia mutua o sobreposiciones. Se nos ofrece as en esta ltima parteun excelente panorama de la retrica antigua y su relacin con la filosofa, unanlisis de algunas caractersticas de la retrica medieval, as como algunosde los rasgos que la unen con la antigua y con la del Renacimiento, a la vezque expone las diferencias entre ellas. Muestra tambin cmo en el Renaci-miento la retrica evoluciony creci mucho, llegando a invadir todos los cam-pos de la civilizacin, cosa no ocurrido en los siglos precedentes. Desde luego,durante el Renacimiento el dominio de la retrica no fue tan completo como

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    en la antigUedad romana o en ciertos perodos de la antigUedad griega.Y ello porque la retrica renacentista tuvo que competir siempre con la filo-sofa y la teologa escolsticas, con las disciplinas profesionales de las leyes,la medicina y las matemticas, con las artes y con la literatura popular ycon muchas otras actividades. Sin embargo, el estudio, imitacin y culto dela AntigUedad clsica, unos de los rasgos caractersticos del Renacimiento tu-vieron como consecuencia que se fortaleciera y promoviera la retrica. Kris-teller nos habla entonces de la teora y la prctica retricas del Renacimiento,de los nexos entre la retrica y los otros campos, de las fuentes antiguas dela retrica renacentista. Tambin se trae a colacin la literatura retrica pro-ducida por los humanistas del Renacimiento, refirindose por ltimo a la his-toria de la retrica despus del Renacimiento, incluyendo nuestra poca.

    Como conclusin de estos ensayos, el autor expresa su opinin de que laretrica debe estar subordinada a la filosofa. Por ello nds aconseja disciplinarnuestra capacidad de escribir y de hablar bien mediante la adquisicin de

    conocimientos y la refutacin del error; debemos, pues, emplear la retricacomo una herramienta eficaz que nos permita expresar y transmitir cono-cimientos y percataciones: La retrica es importante y siempre lo fue comotcnica de expresin, pues debemos desear e intentar escribir y hablar bien ycon claridad. Sin embargo, en nuestro universo del discurso y en el sistemaeducativo que debe reflejar tal universo la retrica no deber estar en elcentro, sino subordinada; y no slo a la filosofa, sino tambin a las ciencias,a la poesa y a las otras artes (p. 344) .

    No quisiramos terminar estas pginas sin afirmar que el volumen delprofesor Kristeller constituye un precioso documentos sobre la problemtfcaque presenta la Filosofa del Renacimiento y sus fuentes. Asimismo, por laorientaciny erudicin del autor, esta obra es necesaria y suficiente para tener

    una idea clara del pensamiento renacentista, de su alcance y de su significado.Gemma Muoz-ALoNso LPEZ

    AvERROES : Epitome de Anima, edidit Salvador GMEZ NOGALES , Madrid, Institu-to Miguel Asn, del csic, Instituto Hispano-Arabe de Cultura, 1985,

    33 + 217 Pp. (Averrois opera. Corpus philosophorum Medii Aevi. Series

    Arabica, A 31).

    La autntica valoracin del pensamiento de Averroes no podr hacerse entanto no conozcamos su obra tal como la escribi, esto es, en su propialengua. Gran parte de los comentarios que realiz a los libros de Aristteles

    slo son asequibles hoy en su versin latina de la Edad Media o del Renaci-miento.

    Sabemos cmo en muchas ocasiones esa versin latina equivoca y falseade manera palmaria el texto original. Un manifiesto ejemplo de esto lo encon-tramos en el Tafsfr o Comentario grande a la Metafsica: all donde dice,en el texto rabe (cd. Bouyges; p. 1489), que el intelecto material es en simismo generable y corruptible, el texto latino sostiene lo contrario: non estgenerabilis et corruptibilis. De aqu la importancia que tiene el disponerde las ediciones del texto rabe.

    Tal es el viejo proyecto patrocinado por la Unin Acadmique International,

    que va tomando cuerpo poco a poco: realizar la edicin crtica de CorpusCoinmentariorum Averrois in Aristotelem, series Arabica.