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www.unamiradaalaciencia.unam.mx LA UNAM presenta el quehacer de los científicos al alcance de nuestros lectores Mi nombre es Pinus hartwegii, aunque la mayoría de los habitantes en México me conoce como Ocote blanco o pino de montaña. Vivo en las barrancas aledañas al volcán Popocatépetl, lugar al que un día llegó el doctor Osvaldo Franco Ramos y su grupo de invesgadores; observa- ron mi tronco y el de otros 50 árboles de mi especie. Buscaban marcas que hubiera dejado la caída de material sólido durante la acvidad volcánica. Fue entonces cuando sucedió. Comencé a senr un ligero cosquilleo en la base de mi tronco y me di cuenta de que el doctor Franco introducía una barrena de metal para extraer de mi interior una muestra cilíndrica, muy del- gada (1). Al principio me asusté, porque me había dejado un orificio, pero por fortuna el invesgador del Instuto de Geograa (IG) de la UNAM lo cubrió con cera para evitar que quedara expuesto a una bacteria (2). Por otra parte, un compañero del bosque que pereció en 2016 tuvo que donar una sección transversal de su tronco, cuya secuencia de anillos fue observada con curiosidad por los invesgadores (3). Esa pequeña parte de mí viajó hasta el Departamento de Geograa Física en el IG. Ahí todo tuvo sendo (4). Cicatrices del pasado Los invesgadores buscaban en nuestros troncos huellas de erupciones volcánicas, avalanchas, deslizamientos, caídas de rocas, entre otros fenómenos geomorfológicos que dejan cicatrices en nuestra corteza e irregularidades en el patrón de nuestros anillos de crecimiento. Para calcular la angüedad de las muestras de los cin- cuenta hermanos, lo primero que hicieron fue contar y medir el ancho de los anillos (5), los cuales en nuestra especie se forman cada año de acuerdo con factores cli- mácos primordiales, como temperatura y lluvia. Después hicieron una correlación estadísca entre muestras para validar el fechado. Con tal propósito usaron programas computarizados, para comparar datos respecto a nuestra edad (6). Por úlmo, el proceso geomorfológico permió determinar el po e intensidad del fenómeno que experimentamos. Todo este método recibe el nombre de dendrogeomorfología, una herramien- ta que permite esmar la fecha en que ocurrió un evento geomorfológico, su frecuencia y distribución espacial. Tam- bién se emplea para reconstruir el clima, temperatura y precipitación asociados a esos eventos, lo cual puede abarcar hasta cientos de años atrás. Al contar con esta información, los inves- gadores pueden delimitar las áreas más afectadas por estos procesos, pronoscar los efectos de algún fenómeno y desarro- llar planes de zonificación de riesgos natu- rales o geomorfológicos, y así contribuir a una planeación adecuada del territorio. Los pinos de montaña somos árboles muy resistentes. A lo largo del empo so- portamos impactos de rocas, incendios, variaciones climácas; todo eso se puede idenficar a parr de las anomalías en los patrones de crecimiento de nuestros anillos. No me había percatado de este valor hasta que, al final de una larga jornada, el doctor Franco se entusiasmó después de observar por el microscopio mis bandas anuales irregulares: las cicatrices de im- pactos que el pasado dejó en mi interior. 1 Pasado oculto en las 2 4 3 5 6 Geógrafos de la UNAM buscan rastros de fenómenos naturales, como caída de rocas, que dejan huellas en la corteza de los árboles. Con ello se pueden idenficar los riesgos que podrían causar estos fenómenos. A otras aplicaciones de la dendrocronología Reconstrucción del clima Se hace mediante la medición y estandarización del ancho de cada anillo. Anillos más anchos de la me- dia de cada especie, indican un año húmedo; y anillos más angostos, un año seco. Reconstrucción de incendios Se puede idenficar la frecuencia de impactos por fuego que ha tenido un árbol a parr del número de cicatri- ces que dejó en el tronco, así como el origen e intensidad del siniestro al comparar con datos climácos y relacionar los años de mayor sequía. A otras aplicaciones de la dendrocronología Reconstrucción del clima Se hace mediante la medición y estandarización del ancho de cada anillo. Anillos más anchos de la me- dia de cada especie, indican un año húmedo; y anillos más angostos, un año seco. Reconstrucción de incendios Se puede idenficar la frecuencia de impactos por fuego que ha tenido un árbol a parr del número de cicatri- ces que dejó en el tronco, así como el origen e intensidad del siniestro al comparar con datos climácos y relacionar los años de mayor sequía. Escríbenos a [email protected] o llámanos en la CDMX al 56 22 73 03 Texto: S. Itazami Sandoval Trejo; Diseño: Beatrix G. de Velasco; ilustraciones basadas en el material fotográfico proporcionado por los investigadores del Departamento de Geografía Física del IG. Director General: Dr. César A. Domínguez Pérez Tejada; Director de Medios: Ángel Figueroa; edición: Alfonso Andrés Fernández; coordinación de diseño: Jareni Ayala; documentación: Xavier Criou; soporte web: Aram Pichardo © 2017 DGDC - UNAM

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Page 1: LA UNAM Pasado …€¦ ·  LA UNAM presenta el quehacer de los científicos al alcance de nuestros lectores Mi nombre es Pinus hartwegii, aunque la mayoría de los

www.unamiradaalaciencia.unam.mxLA UNAM presenta el quehacer de los científicos al alcance de nuestros lectores

Mi nombre es Pinus hartwegii, aunque la mayoría de los habitantes en México me conoce como Ocote blanco o pino de montaña.

Vivo en las barrancas aledañas al volcán Popocatépetl, lugar al que un día llegó el doctor Osvaldo Franco Ramos y su grupo de investigadores; observa-ron mi tronco y el de otros 50 árboles de mi especie. Buscaban marcas que hubiera dejado la caída de material sólido durante la actividad volcánica.

Fue entonces cuando sucedió. Comencé a sentir un ligero cosquilleo en la base de mi tronco y me di cuenta de que el doctor Franco introducía una barrena de metal para extraer de mi interior una muestra cilíndrica, muy del-gada (1).

Al principio me asusté, porque me había dejado un orificio, pero por fortuna el investigador del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM lo cubrió con cera para evitar que quedara expuesto a una bacteria (2).

Por otra parte, un compañero del bosque que pereció en 2016 tuvo que donar una sección transversal de su tronco, cuya secuencia de anillos fue observada con curiosidad por los investigadores (3).

Esa pequeña parte de mí viajó hasta el Departamento de Geografía Física en el IG. Ahí todo tuvo sentido (4).

Cicatrices del pasadoLos investigadores buscaban en nuestros troncos huellas de erupciones volcánicas, avalanchas, deslizamientos, caídas de rocas, entre otros fenómenos geomorfológicos que dejan cicatrices en nuestra corteza e irregularidades en el patrón de nuestros anillos de crecimiento.

Para calcular la antigüedad de las muestras de los cin-cuenta hermanos, lo primero que hicieron fue contar y medir el ancho de los anillos (5), los cuales en nuestra especie se forman cada año de acuerdo con factores cli-máticos primordiales, como temperatura y lluvia.

Después hicieron una correlación estadística entre muestras para validar el fechado. Con tal propósito usaron programas computarizados, para comparar datos respecto a nuestra edad (6). Por último, el proceso geomorfológico permitió determinar el tipo e intensidad del fenómeno que experimentamos.

Todo este método recibe el nombre de dendrogeomorfología, una herramien-ta que permite estimar la fecha en que ocurrió un evento geomorfológico, su frecuencia y distribución espacial. Tam-bién se emplea para reconstruir el clima, temperatura y precipitación asociados a esos eventos, lo cual puede abarcar hasta cientos de años atrás.

Al contar con esta información, los inves-tigadores pueden delimitar las áreas más afectadas por estos procesos, pronosticar los efectos de algún fenómeno y desarro-llar planes de zonificación de riesgos natu-rales o geomorfológicos, y así contribuir a una planeación adecuada del territorio.

Los pinos de montaña somos árboles muy resistentes. A lo largo del tiempo so-portamos impactos de rocas, incendios, variaciones climáticas; todo eso se puede identificar a partir de las anomalías en los patrones de crecimiento de nuestros anillos.

No me había percatado de este valor hasta que, al final de una larga jornada, el doctor Franco se entusiasmó después de observar por el microscopio mis bandas anuales irregulares: las cicatrices de im-pactos que el pasado dejó en mi interior.

1

Pasado oculto en las

2

4

3

5

6

Geógrafos de la UNAM buscan

rastros de fenómenos naturales, como caída de rocas, que dejan

huellas en la corteza de los árboles. Con ello se pueden identificar

los riesgos que podrían causar estos fenómenos.

A otras aplicaciones de la dendrocronología

Reconstrucción del clima Se hace mediante la medición y estandarización del ancho de cada anillo. Anillos más anchos de la me-dia de cada especie, indican un año húmedo; y anillos más angostos, un año seco.

Reconstrucción de incendios Se puede identificar la frecuencia de impactos por fuego que ha tenido un árbol a partir del número de cicatri-ces que dejó en el tronco, así como el origen e intensidad del siniestro al comparar con datos climáticos y relacionar los años de mayor sequía.

A otras aplicaciones de la dendrocronología

Reconstrucción del clima Se hace mediante la medición y estandarización del ancho de cada anillo. Anillos más anchos de la me-dia de cada especie, indican un año húmedo; y anillos más angostos, un año seco.

Reconstrucción de incendios Se puede identificar la frecuencia de impactos por fuego que ha tenido un árbol a partir del número de cicatri-ces que dejó en el tronco, así como el origen e intensidad del siniestro al comparar con datos climáticos y relacionar los años de mayor sequía.

Escríbenos a [email protected] o llámanos en la CDMX al 56 22 73 03Texto: S. Itazami Sandoval Trejo; Diseño: Beatrix G. de Velasco; ilustraciones basadas en el material fotográfico proporcionado por los investigadores del Departamento de Geografía Física del IG.Director General: Dr. César A. Domínguez Pérez Tejada; Director de Medios: Ángel Figueroa; edición: Alfonso Andrés Fernández; coordinación de diseño: Jareni Ayala; documentación: Xavier Criou; soporte web: Aram Pichardo © 2017 DGDC - UNAM