la traviata

Upload: oscar49g

Post on 02-Nov-2015

3 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Comentario del libreto que le sirvió a Verdi para su famosa ópera

TRANSCRIPT

La Traviata

Violetta Valery, la extraviada de Verdi, es la misma Margarita Gauthier que como La Dama de las Camelias encarna, literariamente, a Marie Duplessis, famosa cortesana y amante de Alejandro Dumas, hijo. Si alguna mujer ha vivido una existencia de novela, antes de convertirse en personaje romntico de novela, drama y pera, es Rosa Alfonsina Plessis, rebautizada por s misma como Marie Duplessis, nombre con el cual, y mediando su belleza, su inteligencia y su libertad, se pudo decir que cay en el gran mundo como de otras mujeres se dice que caen en el bajo mundo.

Marie Duplessis, Margarita Gauthier, o Violetta Valery, es una figura grande de la feminidad: la que hereda del antiguo fasto de las cortes el nombre de cortesana. Con tal nombre se designa, en el apogeo de la vida burguesa del siglo XIX, la mujer que accede al ttulo de dama con la misma conducta que lo hace perder a otras. La mujer casada lo pierde si se declara o se siente libre, haciendo pblica su sexualidad, la mujer pblica lo gana liberando a sus adoradores de toda responsabilidad por la suya, renunciando al matrimonio pero no al placer ni a la elegancia, porque vive como una gran burguesa con el dinero de los que intercambian con ella goce por proteccin.

Esta Dama, con mayscula de nombre propio, es la que Dumas particulariza como la de las camelias, blancas o rojas, no tanto para sealar los das propicios o inapropiados para el deseo sino precisamente porque era un deseo que se senta inocente, por su franqueza, capaz de ir ms all de las sanciones morales o de la hipocresa social, y porque segn dice su mismo enamorado, el Armando Duval inventado por Alejandro Dumas hijo en representacin de s mismo : Se vea que ella todava estaba en la virginidad del vicio.

La historia de amor en La Traviata se cuenta en forma de un actuar, dos cartas, dos banquetes y un final en medio de un carnaval. Lo primeroes un actuar, en el sentido pleno del poner en acto, de la accin teatral (Freud lo denomina agieren) que se puede interpretar como el significado del primer banquete: una tcita declaracin de amor que se ha repetido durante todos los das del ao en que Alfredo Germont ha ido a preguntar por la salud de Violetta en su propia casa; como tal enamorado constante y preocupado es presentado a la dama en una de las fiestas que suele ofrecer en sus salones, la primera a la que asiste el joven galn. La actuacin que ha reemplazado a la palabra es representada por la presentacin del amigo.

El dilema que debi experimentar Alejandro Dumas hijo cuando qued fascinado por Mara Duplessi y que literariamente convirti en el de Armando Duval frente a Margarita Gauthier, a su turno transferido por Piave y Verdi a Alfredo Germont frente a Violetta Valery, al enamorarse de una cortesana que se presenta con la garanta de su esplendor en el escenario mundano, es el de cmo declarar ese amor sin ser visto como un postor ms en el mercado de los favores femeninos de esa Dama que convoca la creciente demandade la vanidad masculina en pos del prestigio que concede su belleza y elegancia. Slo la sinceridad puede aqu hacer el gasto.

La inteligencia del libretista escoge el momento en que un espasmo y una imagen en el espejo le recuerdan a Violetta que est prometida a la muerte para que otra mirada le refleje otra imagen de mujer, que solo el enamorado reconoce. Violettaque se vea a s misma como una camelia marchita, reflejada en el espejo encuentra, al darse vuelta desesperanzada, en los ojos del enamorado una promesa de vida, reflejo de su propio deseo de ser amada amando. Y la msica de Verdi nos hace or la voz del amor, que no sin dudas ni vacilaciones va a ser acogida por aquella para quien el amor ha sido una broma,que la ha fijado en la posicin del objeto, objeto deseado y/o comprado por el que toma la posicin de sujeto que expresa activamente su deseo.

La cortesana como tal no poda, bajo pena de dejar de gozar de las ventajas de su posicin, dar el paso de un estatutode objeto disponible a otro de sujeto deseante, deseante del deseo que es el verdadero objeto. Es la tradicin del judeo-cristianismo-islamismo, siempre se ha querido expulsar a la mujer de la sexualidadprometindole en cambio el matrimonio; a otras mujeres se les permite que reivindiquen la sexualidad y se las expulsa del matrimonio. En ambos casos se veta la inversin del objeto en sujeto.

Si algo le debe la mujer al desarrollo del poder burgus moderno es haber podido reconquistar lo que Scrates, en El Banquete, le asignaba como funcin a Diotima: ser aquella que sabe lo que es el amor y el deseo, aquella que pone en movimiento a Eros.

En el primer banquete, o primer acto, resucita el callado deseo de Violetta: esser amata amando. Al contrario del goce preconizado por Sade, tanto mayor cuanto ms cuerpos intervengan en el asunto, para la cortesana el verdadero goce sera el resultado del goce exclusivo del amado; la vida compartida en la intimidad; esta introversin de lo que se haba derrochado como extroversin, aparece, al fin, como alternativa al libertinaje que hace atractiva la muerte para quien la sabe inevitable, como la dama de las camelias marchitas.

El parto de una nueva vida no se da sin dolor, y Violetta perecer en l, como pereci su inspiradora, Marie Duplessis, a los veintitrs aos, una noche de carnaval (ltimo banquete?). Las miserias originales trazan un destino, tan inevitable como el de la tragedia griega, y las voluntades transgresoras de estas frgiles mujeres no logran romperlo. Tambin aqu, en la tragedia burguesa, el destino triunfa.

El triunfo del destino habla tambin en una carta, sta s escrita, por Violetta a Alfredo, la cual remite a un segundo banquete, no del amor sino banquete ritual del sacrificio. La carta que sirve de modelo a la de Violetta es la carta que, dentro de la realidad de sus vidas, le escribi Alejandro Dumas a Marie para justificar su abandono: No soy tan rico para amaros como yo quisiera, ni tan pobre para ser amado como vos lo querrais. Olvidmonos ambos entonces vos de un nombre que debe seros casi indiferente; yo, de una felicidad que me resulta imposible; esto escribi Dumas hijo; del duelo y de la culpa que de esas lneas se originan naci La Dama de las Camelias, a la que, segn Proust, la pera de Verdi le dio el estilo.

Violetta le da no slo el estilo sino el contenido a la carta, de la cual en la pera slo se transcribe la primera frase: Alfredo, cuando recibas esta carta.... seguida de un grito de dolor y de rabia. La misiva de Violetta se lee en los versos que ella le canta directamente a l, cuando la sorprende escribiendo y llorando: Experimentaba la necesidad de llorar, ahora estoy ms tranquila.... Te sonro. Permanecer ah, entre las flores. Cerca de ti, siempre. mame Alfredo. mame tanto como te amo. Adis! . Esta carta cantada confiesa que la nica compaa que ella puede ofrecer a un hombre es la de la tumba que la espera y un recuerdo, en el futuro, de la felicidad prodigada en el pasado inmediato.

En el banquete que sigue a esta despedida, el segundo, Violetta y Alfredo asumen la cruz que en las primeras declaraciones de su amor va unida a las delicias del corazn(croce e delizia al cor). Se ofenden mutuamente para poderse separar como tantas parejas conyugales, ella declarando, falsamente para cumplir con el voto de silencio (silencio que la mata), su amor por el protector, l acusndola de haber querido ser su protectora, mantenindole vilmente como lo era ella por el barn.

Para salirnos del contexto burgus de esta escena conyugal tenemos que recurrir de nuevo ala enseanza de Diotima la mtica mujer del Banquete del griego Platn, para captar en ese dilogo el inconsciente cristiano que no le perdona a la mujer dejar de ser objeto y asumirse como sujeto, con igual derecho, llegado el caso, a mantener al amado. El reproche de Alfredo se justifica, sin embargo, en el malentendido de no ser l el amado, nica posicin desde la que podra aceptar el mantenimiento, asumo el doble sentido, de una amante. Alfredo se da as su propio estilo tambin, tomando distancia de Alejandro Dumas quien haba dicho que no poda aceptar, de ninguna manera, ni mantener ni ser mantenido.

El sacrificio de la felicidad seguido del triunfo de la muerte, se haban presentido en la pera desde la primera parte de la obertura, en una especie de continuo decrecer del canto en los violines, que suenan como un idilio que fracasa, como si aspiraran a lo imposible.

En el tercer acto, el de la decadencia final y la muerte, en medio del carnaval que penetra por la ventana, se lee otra carta, una carta del padre de Alfredo que anuncia el regreso del amado/amante y en la que acepta plenamente a la agonizante como hija; en esta carta el padre ya no es la representacin transferencial del padre perverso (el de la preversionde Rosa Alfonsina Plessis de nia en prostituta) que exige sacrificio y dolor, sino una especie de anticipacin de Dios que se dispone a acoger en su seno a la hija traviata, revindicada por el sufrimiento y la muerte, el padre que ella solicitaba en vano en el segundo acto: : Como una hija, tmeme en sus brazos.El carnaval que invade la escena por la ventana representa un momento de extroversin,de un poner afuera, con la alegra ruidosa del que se libra de la represin, de todo lo prohibido, como se haca en los dos banquetes de Violetta y de Flora, y coincide magistralmente en la pera con la mxima intimidad del alma creyente, que adems del reconocimiento paternal, tiene el goce de que se sepa plenamente su sacrificio, que ahora le permite ser el ngel de Alfredo que lo proteger desde el cielo: pasado el tiempo doloroso de la ruptura y de la soledad, el sacrificio no fue en vano. En el primer acto Violettale prometi a Alfredo un rpido reencuentro valindose de la fugacidad de la flor: regresa cuando se haya marchitado esta flor. Y eso recobra pleno sentido en este momento: la camelia ha cumplido su ciclo de esplendor.