la soledad del murciélago

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    La soLedad deL murciLago

    Juan Arias [email protected]

    Editorial Bpedos Depredadoreswww.bipedosdepredadores.comebd@ bipedosdepredadores.com

    Primera Edicin: Noviembre de 2011

    Prohibida la reproduccin parcial o totalde esta obra sin el permiso por escrito del autor. Foto portada: Juan Arias BermeoDiseo y Diagramacin: Margarita Silva Telf.: 3227-372Impresin: Artes Gr cas SILVA 2551-236

    ISBN 978-9978-391-05-1

    Impreso en Ecuador

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    No se pelea con el pasado,hay que tragrselo.

    Jos Ortega y Gasset

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    Oh soledad!T patria ma, soledad!

    Nietzsche-Zaratustra

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    c ontenido

    Cuestionario Proust ............................................................... 11Palacio de Gupulo ............................................................... 15Radio-Libre Maran............................................................ 55Viaje y Destino ........................................................................ 107

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    c uestionario Proust

    r esPuestas de s aLvador Pineda Pinzano ,marqus de o Livares y yaguarzongo

    Cul es su idea de la felicidad perfecta?Ser un cazador recolector, comer con apetito salvaje y no tener ni ideade horas y horarios.

    Cul es su miedo ms grande?No llegar a hacer lo que dije antes

    Cul es el rasgo que ms deplora de usted mismo?Fungir de flntropo Cul ha sido su mayor atrevimiento en la vida?No morir cuando quise morir

    Cul considera que es actualmente la virtud ms sobrevalorada?Si mismo es virtud entonces no est sobrevalorada

    Qu es lo que ms le disgusta de su apariencia?Este rato no tener alas!

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    Cules son las palabras que ms usa?

    No sino que Qu es de lo que ms se arrepiente?Lo que fue, fue para ser lo que ser maana

    Cul considera que es su estado actual de nimo?Peripattico

    Cul es su posesin ms preciada? Mente unida a mi mquina animal

    Cul considera que es la peor miseria?Ser un muerto en vida Con qu personaje histrico se identi ca?Es tarde para eso

    Cul es la cualidad que ms le gusta de una mujer?La que se puede olvidar Y en un hombre?La que es intangible Quin es su hroe de ccin?

    Voivo de DrculaCmo le gustara morir?No s cundo y cmo ser eso

    Qu apodos tiene? Moncho

    Dnde y cundo es feliz?Colgado en el aire, a partir de la medianoche hasta levantado el sol

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    Cul es el rasgo de personalidad que menos le gusta de un hombre?

    Cul hombre? Qu o quin es el ms grande amor de su vida?Ella se march Cundo miente?Cuando no digo mi verdad

    Cul es su idea de la muerte?Paz

    Qu no perdonara?A quin?

    Qu le hace rer?Este cuestionario, pobre Proust! Qu le hace llorar?Con exactitud, no s Cul considera que ha sido su mayor logro? Mutar Para usted qu es un buen insulto?El que no es mal insulto

    Cul es su idea de la delidad?Ya lo dijo Zaratustra, llegar a ser lo que se es

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    PaLacio de g uPuLo

    REPICAN las campanas de medianoche en la catedral deGupulo, anuncian la aurora del murcilago pensante. Elaristocrtico balcn del palacio de Olivares y Yaguarzongoduerme de cara a oriente, no hay nada arti cial que lo enfoquesalvo la luna que lo baa y arrulla como si fuese una criatura te-rrenal de su predileccin. Si tardo transente posara la vista enla venerable edi cacin del marqus, podra intuir que ah rige elluto o que sus ocupantes se han ido de vacaciones, puesto que decorrido el palacio luce iluminado mostrando el per l externo dela joya arquitectnica que es, donando a la ciudad su magn caestampa barroca-mudjar-renacentista como si no fuese presa dela erosin del tiempo. Si atento noctvago de la zona se jara enesa regia propiedad, se percatara que refulge de otra forma, quedespide saudades de adentro hacia afuera, y presentira que hasido poseda por la alumbrada noche a falta de la luz que le dabasu ltimo dueo. Lo cierto es que esta noche la morada del mar-qus se yergue imponente, contrastando con el pac co ambientede pueblo chico del barrio tradicional de Gupulo, el que guardala honra de haber sido el punto de partida del sendero que tomel conquistador Francisco de Orellana. Desde esta vertiente andinase inici el mentado viaje hacia el ro-mar Amazonas que descubri, sin

    proponrselo, para l mismo y la civilizacin occidental, Francisco deOrellana; siendo que largo fue su desengao, pues, su hipo, se diriga

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    al encuentro de una montaa de oro y no al hallazgo de El Dorado que

    en mito y magia se qued , reza una placa en el portal del palaciouncido al barranco.El murcilago contempla en el postrero instante urbano,

    viene pendiendo de la luna llena que le ofrece la gradiente an-dina. Esta claridad nocturna de tierras altas ensalza el adis a LaMedusa Multicolor, la ciudad que no volver a patear con pier-nas de homnido ni sentir de nuevo con su mquina voladora.Por costumbre, y porque as lo requiere su despedida del mundo

    de la luz arti cial, se apresta a sintonizar las ondas de radio-libreMaran. Entretanto ir creciendo el poder de ecolocacin, el queest desplazando cabalmente la modalidad de lo visual de la es-pecie humana, quitndose de esos ojos que forjan las delicias ylos in ernos del callejero consuetudinario. Aun ayer sola des-cansar la vista oteando en lontananza sobre las ondulantes ele-vaciones de bajo nivel de la hoya de Guayabamba, las que hacenmajestuoso al volcn Cayambe. Cuando fue todo ojos goz delgran mirador a oriente desayunndose con tamales y frutas. Susodos propensos a la msica alada, han disfrutado del amanecery del crepsculo melodioso del parque de arrayanes, podocarpusy araucarias.

    La meloda del ltimo ocaso dentro del permetro de LaMedusa Multicolor, lo meti de lleno en el prembulo del viajede nitivo a la superacin del hombre ejemplar que fue. Este tras-lado no ser el grato paseo del murcilago haciendo el esfuer-zo para no atro ar sus alas; no ser la vuelta nocturnal de rigor, brincando de cpula en cpula, por la ciudad vieja, antes de to-parse con los buenos das del hombre encarnando la virtud, desa-yunndose investido con la personalidad del marqus lntropo.Esta madrugada nada de acrobacias bajo el techo patrimonial dela metrpoli; a golpe de alas!, se lanzar en pos de su mayor retovital, hallarse a s mismo con el valor del murcilago pensante yel sudor de su mquina animal voladora. Ser el viaje ms largo yancho de sus das, volar directo y sin escalas al punto convenido

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    de la cuenca media del ro Napo, al lugar elegido de la amazona

    ecuatoriana para no ser ms que un pudiente pescador-recolec-tor. Este cargarse de poder salvaje est por concluir tras el ltimohlito del hombre-puente-al-futuro, Salvador Pineda Pinzano.Slo le resta elevarse a las alturas que no tienen pasaje de regre-so a la urbanidad; l ser un mamfero de mente, pies y manos,dentro y alrededor del higuern sagrado del segundo anillo dePelancocha.

    A la sombra de la paz luntica que cubre el barrio de

    Gupulo, viene colgado de lo alto de la marquesina de crista-les, en la espaciosa terraza del dormitorio mayor que habit elmarqus. El silencio y la penumbra que se instal dentro de sumorada es consecuencia del luto riguroso que guarda sta por elnoble patrn que ya no la ocupar ms. As lo prescribi el mar-qus, que sin excepcin alguna, todo el personal de palacio estde vacaciones en la fecha que escogi para efectuar su voluntariodeceso. No existe prjimo que estorbe a su mutacin completa yal placer que deriva de ella, y que el homenaje que se le ofrece aldifunto sea la soledad, el silencio, de los jardines y parques queadornan al acto impostergable. El favor de Selene llena le da unapincelada milenaria al adis; el bao de luz argenta ha magni -cado los per les de la joya arquitectnica que ya tiene un nuevodueo quien, en el transcurso de las horas solares de este mismoda, se enterar que hered un palacio seorial construido porplyade de artistas de la escuela renacentista-barroca-mudjardel siglo XVII. Pocos como Olegario Castro para servirse de losdones que le brinda el saber vivir; ste ser un digno sucesor delmarqus ido, sabr sacarle provecho al antiguo esplendor quedespide el diamante de los Olivares y Yaguarzongo, guardandoy usufructuando del mayor patrimonio artstico de La MedusaMulticolor.

    Salvador Pineda Pinzano, siendo el ltimo de su estirpe,tom posesin de la inmensa fortuna que le legaron sus antepa-sados, y, dentro de esa acumulacin aristocrtica, el palacio de

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    Gupulo, pas a ser su residencia preferida a pesar de hallarse

    amurallado en una huecada oriental de la hoya de Guayabamba.Lo decidi as porque de aqu, y slo desde aqu, debe partir sutravesa hacia El Dorado. Tena que pasar por la gran nusea, in-

    arse de las aglomeraciones donde reina la esclavitud moderna,para abandonar al hombre con naturalidad. No poda forzar elocaso del marqus, eso hubiese sido demasiado humano, unaprueba de que an mandaba en l la compasin y el apego a unavida repleta de amortiguadores ante el peligro. Por muy extenso

    que le haya parecido estar lustros disfrazado en la civilizacinque le rinde culto a la fatuidad, hubiese sido un error deshacersede la piel del hombre debido al desengao y la incertidumbre deno saber cundo llegara el momento del desprendimiento espon-tneo para dar lugar a la forma de nitiva. La tentacin de apurarel proceso era grande pero pudo ms el saber que aquello habrasido una variante de suicidio, cosa nada elegante y por ende des-provista de la inocencia que s palade a fondo en los acantiladosde la costa de la muerte gallega. Si forzaba el proceso de metemp-sicosis habra sido ms humano que nunca, despus hubiese ao-rado al ciudadano ejemplar que fue por no morir cuando quisomorir junto a la meiga de Malpica, Diana de Bergantios.

    Hundindose en la imagen impoluta del lntropo reven -t a tiempo de ella para dar plena libertad de accin al murcila-go exento de caducidad, libre de toda decadencia que tenga nom- bres y apellidos. El error por antonomasia hubiese sido mudarseal murcilago a destiempo. En l no cabe la suerte de retrocederque tiene cualquier mortal, y de aqu hasta quin sabe cundoser un murcilago pensante, siendo que cundo vendra a serla muerte de la mquina animal voladora que encarnar de co-rrido una vez que pase al otro lado. Desconoce lo que es oxidarsea lo mortal de corto aliento, su poder animal ha ido creciendo enre ejos y actitud dominante frente a lo inmediato, y esto le sirvipara examinarse parcialmente en el arte de sobrevivir dentro dela espesura de Pelancocha. La constancia de que el murcilago ha

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    superado al hombre, vendr con los retos continuos de la vida

    salvaje, cuando su existencia entera se convierta en aventura porvenir. No es una caricatura de la nada como esos inmortales deccin barata: esquizofrnicos, nihilistas, paranoicos, cuales de-

    vienen en aberrante producto de una sucesin de mundos dondeportan la misma piel con diferentes nombres y apellidos, persis-tiendo en la gura de lo humano decadente a perpetuidad. Si una bestia ms gil y fuerte que el murcilago que es, se lo come vivoen la selva tropical, jams va a renacer de la panza de ese ser que

    lo degluti, hasta ah llegara la suerte del cazador-recolector.El instinto de conservacin del murcilago impidi que

    se esfume a deshora al marqus, desarrollndose en l una volun-tad de poder con el avance de los sentidos e intuiciones propiasdel ser alado. Durante el medio siglo que le tom prepararse paraeste viaje a la inocencia, ms all del bien y del mal, los riesgos deexistir lo asecharon an mantenindose en un per l conformistadentro de las junglas de cemento, y el lntropo ms de una veztuvo que salir volando recurriendo al murcilago para notener una muerte violenta, a destiempo. El trajn del ciudadanoejemplar en las calles de fuego de La Medusa Multicolor, fue msque un mnimo entrenamiento mental para la suerte real que leaguarda al pescador-recolector; este prembulo aparentaba seruna espera estril, pero fue el lapso justo para llegar a ser lo queser a partir de que alce el vuelo. La autoregeneracin imper-ceptible de sus clulas que lo mantiene en el cenit de la salud,no lo eximi de los peligros naturales y, por el contrario, lo hacatapultado a una dimensin implacable de la pirmide alimen-ticia, la que no le es dado imaginar a un mortal aburguesado querespira para degradarse hasta que le sobreviene el n sin haberseenterado de nada ms de lo que le embutieron a fuerza en su cajanegra, y se evapora sin presentir el futuro, ese gran futuro que al le est aguardando afuera. Apenas se embarque en la corrienteelica propia le dar alcance al maana, ese que presinti en elhombre para que su plazo de vida terrenal sea una eternidad, un

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    plazo de largo aliento. Qu tanto de eternidad; qu tan largo

    aliento? No lo sabr nunca porque es una cuestin relativa a cadaindividuo pensante, que va ms all del tiempo astronmico,ms all del espacio vulgar. Hay hombres que son una eternidaden s mismos, que de una vez, en un pestaeo geolgico!, vivenlo que tienen que vivir, como si lo hicieran por el resto de la hu-manidad durmiente.

    El marqus dej de imaginar al modo del romnticoque fue hasta los treinta aos de edad, cuando se enamor de la

    preciosa bruja celtbera. Hasta ah desconoca que no le estabadado morir de esa manera violenta, autoliquidndose. Despusde la tragedia que protagoniz con Diana en los acantilados deMalpica, empez a ver con los ojos de la unidad de carbono delargo aliento que es, tomando conciencia de ser inmune al pasodel tiempo comn a los mortales, pues, no es sujeto de enferme-dades ni de envejecimiento corpreo. Sus re ejos no han desma-yado ms bien van en aumento, y no ha sufrido todava la deca-

    dencia de los sentidos que culminan con la execracin al cuboque viene a ser el n de la encarnacin. Entretanto le llegue lahora de ser animal biodegradable a plazo jo, podr vivir con laintensidad del murcilago all en el nocturno que lo incorporaral bosque de la cuenca media del ro Napo. Ser frugvoro den-tro del sagrado higuern que lo acoger como su hijo predilectoy guardin, ser silente pescador de Pelancocha, respirar paratener hambre, pensar para comer bien y no ser forraje de una

    serpiente constrictora. Hay que estar desocupado para vivir enserio; dime, Olegario Castro cmo entras en comunin con losalvaje si no es usando los cinco o ms sentidos a la vez?, fue loltimo que escuch en radio-libre Maran de ese otro posiblemutante, desaparecido en las murallas de la estulticia himalyi-cas, Kantoborgy.

    El hecho de no degradarse a semejanza de los demshombres nunca le quit el sabor de las cosas de comer, una hi-

    lera de pajes bien pagados servan al marqus lo ms exquisi-to y re nado de la nueva cocina ecuatoriana, la que haca gala

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    de ser fresca y natural exenta de salsas reconcentradas y una

    condimentacin perniciosa. Disfrutaba a da seguido de esasviandas porque gozaba de una salud inquebrantable, a pesar deque ansiaba sentir lo que es devorar carne cruda no por meroplacer, no para atenuar el paso del tiempo, sino por instinto deconservacin primordial. Era un imperativo dejar de alimentarsea la manera del gastrnomo, quedo y manso, sentado en la mesade mantel largo del sibarita, y por n engullir con el hambre deun animal salvaje, tragar a lo bestia feliz; o sea, tomar lo justo y

    necesario de los frutos y la carne blanca que ofrecen los jardi-nes y los sistemas lacustres de Gaia Tropical. Entretanto habaencontrado el punto justo para tratarse como un califa ecuatorialdentro de su palacio de Gupulo y mostrarse radiante, afuera,ante las masas de La Medusa Multicolor, cual prncipe modernode las revistas rosa. A su merced, el marqus, no le pesan losaos, es todo garbo y destila juventud, le haba dicho su buenmayordomo, Eliseo, ayer por la maana, cuando sala a hacer elpostrero recorrido del lntropo por la metrpoli de sus compro-misos adquiridos. El espejo, y el bueno de Eliseo, no mentan,aun en la vuelta del adis a la ciudad capital, supo encarnar concorreccin al Salvador Pineda Pinzano que se congel en la edadde Cristo y Zaratustra.

    El programa de mens de la cocina del palacio deGupulo, fue diseado por el gastrnomo Pompilio Dela Cruz,afamado epuln y sujeto epicreo que habita buena parte de susdas en la hostera de selva que lo ha cautivado, donde lleva lasriendas del arte de dar de comer regio a los intrpidos expedi -cionarios que se hospedan ah a precio de mecenas de natura.Los intrpidos expedicionarioshacen las ancdotas que se recreanen el futuro entre los residentes de Remoto y los nativos de lacomunidad Puca. Esto de degustar cual sibarita sin dar aleteosprimordiales para caer sobre la presa animal o vegetal, le traauna suerte de culpa que de repente sola provocar un ataque deansiedad en serio. Si algo se le ha grabado es la posibilidad del

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