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MAYO 11 de 1898. DIRECTOR, JOSE I. MEDINA. NUMERO 12. Registrado como griiculo de 2a clase. CONDICIONES-— -Se publicará eventualmente. Precio dentro y fuera de la capital, un centavo. DIRECCION I>K CORRESPONDENCIA.— Jesús Medina 1»Mixcalco, Núm. 1,528 LA REFORMA RELIGIOSA XXVII A falta de los recursos. inquisistoiiales de otros tiempos* para cansar la muerte de los herejes, se ha echado mano de los que proporciona la calumnia, para darles muerte moral; y á este efecto, se ha consi- derado-corno traidorts á los protestantes mexicanos, cargo que por su parte rechazó con energía Manuel Aguas, eu su célebre carta que estamos recordando Es im hecho, rigurosamente histórico, que la idea de anexión, esencialmente poli tica, se ha desarrollado de un modo perju- dicial para nosotros, que jamás deplorare- mos bastante, como jamás los franceses llorarán demasiado, la pérdida de la Aba- cia y la Lorena. La prudencia patriótica nos aconseja no olvidar la guerra de 47, y vivir de tal manera, que en vez de expo- nernos á semejantes desastres, más tarde ó más temprano, verifiquemos la reintegra- ción nacioual. Es evideute también, que la religión, no sólo ee puede emplear como medio de gobierno, sino también como medio de con- quista y dominación; y que, sin necesidad de recurrir á la historia de otros pueblos, en busca de demostraciones, las podemos encontrar en la nuestra. Para Baber esto, basta con ser católico, pues no se explica de otro modo el establecimiento del catoli- cismo en la nación mexicana. Á nuestro modo de ver, el abjurar del catolicismo, es en sí mismo un acto de in- dependencia, y por lo mismo revela un carácter nada- á propósito para constituirse uno en traidor anexionista. Por pura con- secuencia, debemos hacer cuanto esté de nuestra parte, para que los americanos no hagan con nosotros, en el siglo XIX, lo que hicieron los españoles en el siglo XVI. No obstante, y si nuestros enemigos tienen algo de razón, es preciso convenir en que los primitivos católicos fueron los primitivos traidores, pues al cambiar de religión nuestros antepasados, inconscien- temente consolidaron la conquista, quefué una opresión ignominiosa do tres siglos. Hay tanta afinidad entre los sucesos y las ideas que acabamos de referir, que casual- mente la insigne traición, denominada In- tervención Francesa, tenía por objeto po- lítico el regimen monárquico, y por reli- gioso el catolicismo, esto es, los antiguos . medios de la dominación española. A pesar de que aquí no tuvimos la suer* te del Japón, para libertarnos desde e^ principio del yugo ibero, aunque haya sido mediante la crucifiixión del pillito Felipe de Jesús, es justo decir, que hasta hoy, la historia de nuestra Reforma Religiosa, ba jo este punto de vista, está limpia, y en singular contraste con la de nuestros gra- tuitos calumniadores. Una de las pruebas, que á mayor abun^ damiento, se pueden suministrar, es el te- zón con que han sostenido los protestantes mexicanos, el sistema antiguo y cristiano de iglesias nacionales, hasta el grado de haberse podido contemplar en un estado floreciente, á la histórica Iglesia de JesÚB, á la cual perteneció el mismo Manuel Aguas.

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Page 1: LA REFORMA RELIGIOSA - iapsop.com · Si en esta clase de trabajos, no hemos conseguido todo lo que deoeamos, en gran parte se debe á la infancia de nuestra Re forma, y á otras circunstancias

MAYO 11 de 1898. DIRECTOR, JOSE I . MEDINA. N U M ERO 12.

Registrado como griiculo de 2a clase.

CONDICIONES-—-Se publicará eventualmente. Precio dentro y fuera de la capital, un centavo.DIRECCION I>K C O R RESPO ND EN CIA .— Jesús Medina 1» Mixcalco, Núm. 1,528

LA REFORMA RELIGIOSA

X X V II

A falta de los recursos. inquisistoiiales de otros tiempos* para cansar la muerte de los herejes, se ha echado mano de los que proporciona la calumnia, para darles muerte moral; y á este efecto, se ha consi­derado-corno traidorts á los protestantes mexicanos, cargo que por su parte rechazó con energía Manuel Aguas, eu su célebre carta que estamos recordando

Es im hecho, rigurosamente histórico, que la idea de anexión, esencialmente poli tica, se ha desarrollado de un modo perju­dicial para nosotros, que jamás deplorare­mos bastante, como jamás los franceses llorarán demasiado, la pérdida de la Aba­cia y la Lorena. La prudencia patriótica nos aconseja no olvidar la guerra de 47, y vivir de tal manera, que en vez de expo­nernos á semejantes desastres, más tarde ó más temprano, verifiquemos la reintegra­ción nacioual.

Es evideute también, que la religión, no sólo ee puede emplear como medio de gobierno, sino también como medio de con­quista y dominación; y que, sin necesidad de recurrir á la historia de otros pueblos, en busca de demostraciones, las podemos encontrar en la nuestra. Para Baber esto, basta con ser católico, pues no se explica de otro modo el establecimiento del catoli­cismo en la nación mexicana.

Á nuestro modo de ver, el ab ju ra r del catolicismo, es en sí mismo u n acto de in ­dependencia, y por lo mismo revela un carácter nada- á propósito para constituirse uno en traidor anexionista. Por pu ra con­secuencia, debemos hacer cuanto esté de nuestra parte, para que los americanos no hagan con nosotros, en el siglo X IX , lo que hicieron los españoles en el siglo XVI.

No obstante, y si nuestros enemigos tienen algo de razón, es preciso convenir en que los prim itivos católicos fueron los primitivos traidores, pues al cam biar de religión nuestros antepasados, inconscien­temente consolidaron la conquista, q u e fu é una opresión ignominiosa do tres siglos. Hay tan ta afinidad entre los sucesos y las ideas que acabamos de referir, que casual­mente la insigne traición, denom inada In ­tervención Francesa, ten ía por objeto po­lítico el regimen m onárquico, y por re li­gioso el catolicismo, esto es, los antiguos . medios de la dominación española.

A pesar de que aquí no tuvim os la suer* te del Japón , para libertarnos desde e principio del yugo ibero, aunque haya sido mediante la crucifiixión del p illito F elipe de Jesús, es justo decir, que hasta hoy, la historia de nuestra Reform a Religiosa, ba jo este punto de vista, está lim pia, y en singular contraste con la de nuestros g ra ­tuitos calumniadores.

U na de las pruebas, que á m ayor abun^ damiento, se pueden sum inistrar, es el te- zón con que han sostenido los p ro testan tes mexicanos, el sistema an tiguo y cristiano de iglesias nacionales, h as ta el grado de haberse podido contem plar en u n estado floreciente, á la histórica Iglesia de JesÚB, á la cual perteneció el mismo M anuel Aguas.

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9 H L B O A Z E O

Más auu; estos sentimientos patriótico8 ejercen tanto infijo en corazones mexica- nos, qne han tenido por representantes á distinguidas personalidades de la misma Iglesia católica. El cora Ramón Lozano de Santa Bárbara de Tnmaulipas, y los demás eclesiásticos que se llamaban cons- titucionalistas en la época de Juárez, aspi­raban patrióticamente á la Reforma, y en varios casos fueron perseguidos por I03 verdaderos traidores Ahora mismo, la apos- tasía del señor Eduardo Sánchez Camacho, es unaapostasia patriótica, porque se subs­trae a\ yugo extrangero del Papa, y es cristiana, porque está satmada del afán bendito de adorar á Dios en espíritu y en verdad.

Si en esta clase de trabajos, no hemos conseguido todo lo que deoeamos, en gran parte se debe á la infancia de nuestra Re­forma, y á otras circunstancias ajenas de nuestra voluntad, y contra las cuales esta­mos luchando. Queda en pie nuestro pa­triotismo. ¿Permanecerá así siempre? El tiempo lo dirá, pero entretanto, pedimos al Gran Arquitecto del Universo, que nos sepulte bajo las rocas del Bopocatepetl, antes que ser traidores á la Patria.

J e s ú s M e d i n a .

versículo trece del cap ítu lo cuarto, donde se nos repito la palabra vergel, á la cual tam bién ya nos liem os referido; pero ya sea paraíso ó vergel, el calificativo de gra­nados, corrobora bien el concepto de que estos paraísos son terrenales, lo mismo el de Adam , qne el de Jesucristo, aludidoen sn crucifixión . Y así se explicamejoraque- 11o del hortelano de que habla Juan, sobre todo, si nos fijamos m ny bien en el conte­nido de los versículos trece y catorce del citado cap ítu lo cuarto, que textualmente dicen: “ T u s p lantas son un vergel de gra­nados con frutas esquisitas-alheñas y plan­tas de nardo-nardo y azafrán-cálamo aro­m ático y canela-con todos los árboles del olíbano-m irra y á loes-con todos los aromas más excelentes.

D e no atenernos al sentido literal, em­pezaríamos á creer que tienen razón los mahom etanos, á creer qne en el otro mun­do hay naran ja s de donde salen las más hermosas huríes, para la bienaventuranza de los bienaventurados. “ Hoy estarás con migo en el p a r a ís o .P a r a ís o de granados? ¿Paraíso con frutas esquisitas? ¿Paraíso con nardos? ¿Paraíso con azafrán? ¿Paraí­so con canela? ¿Paraíso con árboles del Líbano? ¿Paraíso con mirra? ¿Paraísoaro­mático? ¡A h! ¡qué desgracia tan grande es que se corrompan en el sepulcro, nuestra lengua, nnestros hojos y nuestra nariz!

J esús Medina.

LA TOSIO S MGDEMA: Dispensación. Esta palabra está tomada de la Ley C ivil. Los Soberanos de Inglate­rra ejercieron el poder de “ dispensación,” en ciertos casos. La idea que cootiene di­cha palabra, es que el jefe del poder ejecu­tivo tiene el poder de dispensar el exacto cum plim iento de la Ley Civil. La Franc­masonería lo adoptó y concedió análoga facultad á sus Grandes Maestros.

“ E L B O A Z E O . ”

XXVIIEn el Cantar de los Cantares, como en

I ob demás libros de la Biblia, encontramos más comprobantes, qne resaltan la justicia de los cargos que hacemos á la Versión Moderna.

En el versículo tres del capítulo según-' do, aparece indiferente, el tomar nn man­zano por nn naranjo; y en el versículo, . , , ,quinto, loa frascos de vm o.de la versión. penden las colecciones de los tresde "Valera, ¿e convierten en simples pasas, tom° s P a iread os, al ínfimo precio de 30 y en Bimples manzanas los manzanos ó n a -\ceil av08» Pa8° adelantado, ranjos de que ya hemos hablado. I Para los pedidos foráneos se admiten es-

Valora habla en iorma helénica, y ^ tampillas postales de S, 5 centavos.-^ con franqueza paraíso de granados, en el \ t i p . L ite r a r ia , B etiem itae s.

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