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La Política Económica Bolivariana (PEB). Período 2003-2014. MSc. Juan José Pérez Introducción: Idea clave de la Dinámica de la Política Económica (PE): Venezuela exporta petróleo, recibe dólares, requiere una política cambiaria. Intercambia bienes y servicios con otros países, da lugar a una política comercial. Con el ingreso público (ingreso petrolero + recaudación del SENIAT + emisión de deuda + utilidades contables por devaluación), financia el gasto público (educación, salud, defensa, seguridad, misiones, etc.) tratando de alcanzar ciertos objetivos económicos y sociales (política fiscal y política social). Con el fin de fomentar las inversiones y el empleo (crecimiento económico), el BCV regula la tasa de interés, las condiciones del crédito y la cantidad de dinero en circulación (política monetaria). El Ejecutivo, mediante decretos, determina sueldos y salarios reales y precios de bienes y servicios básicos (política de precios). Todo tras el objetivo último estimular el desarrollo económico, abatir la inflación y eliminar la pobreza. En eso consiste la política económica instrumental. Intuitivamente, se sabe que la economía marcha bien cuando los precios del petróleo suben suponiendo constante el nivel de producción-; por lo tanto, “se dejan las cosas quietas. Si caen los precios o declina el bombeo, se adoptan medidas de ajuste”, “paquetes”, para enfrentar un gasto rígido (nómina, inversiones, servicio de deuda, ayudas, transferencias, jubilaciones + inflación), difícil de recortar y surgen otros problemas. Esa dinámica histórica se interrumpe en 2003, la PE adquiere una orientación diferente. Utiliza al petróleo como palanca fundamental, coloca el énfasis en la Distribución de la Renta Petrolera y revela su carácter Anti-mercado, su objetivo no son los equilibrios básicos, sino que apunta a la instauración de una nueva estructura socio productiva posteriormente llamada Socialismo del Siglo XXI y una hegemonía política que permita implantarlo. Mientras la renta mostró una trayectoria ascendente, la PE instrumental, fue desechada o relegada a un segundo plano, durante casi una década. Ante la merma sustancial de la renta petrolera, acaecida entre 2010 y 2014, esta vez por descenso de la producción y caída de las exportaciones, en medio de un boom de precios sin precedentes y un inquietante panorama inflacionario, la PE parece avanzar en la senda de retomar su tradicional papel en procura de restablecer los equilibrios perdidos. A mediados de 2014 se esperan medidas importantes en esta dirección. Venezuela es un país petrolero, rentista. El Estado interviene cada día con mayor fuerza en los asuntos económicos, bien sea para alcanzar ciertos objetivos o corregir los desequilibrios.

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La Política Económica Bolivariana (PEB). Período 2003-2014.

MSc. Juan José Pérez

Introducción: Idea clave de la Dinámica de la Política Económica (PE):

Venezuela exporta petróleo, recibe dólares, requiere una política cambiaria. Intercambia bienes y

servicios con otros países, da lugar a una política comercial. Con el ingreso público (ingreso petrolero + recaudación del SENIAT + emisión de deuda +

utilidades contables por devaluación), financia el gasto público (educación, salud, defensa, seguridad,

misiones, etc.) tratando de alcanzar ciertos objetivos económicos y sociales (política fiscal y política social). Con el fin de fomentar las inversiones y el

empleo (crecimiento económico), el BCV regula la tasa de interés, las condiciones del crédito y la cantidad de dinero en circulación (política

monetaria). El Ejecutivo, mediante decretos, determina sueldos y salarios reales y precios de bienes y servicios básicos (política de

precios). Todo tras el objetivo último estimular el desarrollo económico, abatir la inflación y eliminar la pobreza. En eso consiste la política económica instrumental. Intuitivamente, se sabe que la economía marcha bien cuando los precios del petróleo

suben –suponiendo constante el nivel de producción-; por lo tanto, “se dejan las cosas quietas”. Si caen los precios o declina el bombeo, se adoptan “medidas de ajuste”,

“paquetes”, para enfrentar un gasto rígido (nómina, inversiones, servicio de deuda, ayudas, transferencias, jubilaciones + inflación), difícil de recortar y surgen otros problemas.

Esa dinámica histórica se interrumpe en 2003, la PE adquiere una orientación diferente. Utiliza al petróleo como palanca fundamental, coloca el énfasis en la Distribución de la Renta Petrolera y revela su carácter Anti-mercado, su objetivo no son los equilibrios

básicos, sino que apunta a la instauración de una nueva estructura socio productiva posteriormente llamada Socialismo del Siglo XXI y una hegemonía política que permita

implantarlo. Mientras la renta mostró una trayectoria ascendente, la PE instrumental, fue desechada o relegada a un segundo plano, durante casi una década. Ante la merma sustancial de la

renta petrolera, acaecida entre 2010 y 2014, esta vez por descenso de la producción y caída de las exportaciones, en medio de un boom de precios sin precedentes y un

inquietante panorama inflacionario, la PE parece avanzar en la senda de retomar su tradicional papel en procura de restablecer los equilibrios perdidos. A mediados de 2014 se esperan medidas importantes en esta dirección.

Venezuela es un país petrolero, rentista. El Estado interviene cada día con mayor fuerza en los asuntos económicos, bien sea para alcanzar ciertos objetivos o corregir los desequilibrios.

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Un período de incertidumbre (1999-2003)

Justo con la llegada de Hugo Chávez F. al poder, el precio del petróleo comienza

una vertiginosa carrera ascendente, cambiando radicalmente la tendencia previa. Se pone

fin a una etapa de precios en declinación. En efecto, en 1998, la cotización del barril

registró el mínimo histórico en 25 años. Asombrosamente y contra todo pronóstico, el

precio salta de 8,57$ por barril en febrero, a 23,3$ en diciembre de 1999, transformando

todas las expectativas. Sin embargo, el Producto Interno Bruto, PIB, ese año registró una

caída pronunciada, (-6%), cifras típicas de economías de países en guerra.

No cabe explicar aquí por qué aumentaron los precios de los hidrocarburos en el

período bolivariano. Apúntese de pasada, que al haber compradores disputándose un

producto (demanda mayor que la oferta), los precios suben. En todo caso, la tendencia

alcista ha sido clara, con dos altibajos. El primer descenso en diciembre de 2000; durará

doce meses. Intentando detener el descenso, la OPEP acuerda reducir las cuotas de sus

miembros (escasez artificial), sin efecto alguno por los acontecimientos asociados al 11-S.

Disminuyen entonces el valor de las exportaciones, los ingresos públicos, y viene la

recesión 2002-2003.

Las cifras del desempleo, informalidad e inflación que en el período anterior

(gobierno de Caldera) habían alcanzado niveles preocupantes, en el primer quinquenio de

Chávez, con pequeñas fluctuaciones, siguen acentuándose. Las tasas de crecimiento del

PIB real y la inversión, dos indicadores significativos, muestran signos de deterioro, tal

como se muestra en el Cuadro N° 1.

La política económica “encerrada en el mismo círculo que su antecesor, quizás en

una escala mayor”, trató de ajustarse a las circunstancias descritas. En líneas generales

siguió la dinámica: devaluación y emisión de deuda interna (Cuadro N° 1), tratando de

compensar el ingreso que el petróleo dejaba de proporcionar, con algunas medidas

restrictivas al principio (recorte presupuesto). Las devaluaciones fueron recurrentes, en

1999 el dólar se cotizaba 546,6 Bs. y cinco años más tarde valía 1608,6 Bs.

Cuadro Nº 1: Deuda y Devaluación y otros indicadores en relación con precios del petróleo, Venezuela 1998-2003

Años 1998 1999 2000 2001 2002 2003

Precio $ barril 10,57 16,04 25,91 20,21 21,95 25,76

TCR PIB 0,29 -5,97 3,69 3,39 -8,86 -7,76

Producción mb/día 3329 3059 3146 3342 2994 2810

TCR Inversión -2,3 -16,4 1,1 13,6 -18,4 -37

Desempleo % 11,4 15,4 14,1 13,5 16,3 17,9

Deuda externa $ 28455 29067 26104 25942 27702 28853

Deuda Interna Bs F 2530 3827 7250 11000 16189 24149

Tipo de cambio $ 546,6 604,7 678,9 722,7 1161 1608,6

FUENTE: BCV; INE, Maza (2003), Santos (2010), MENPET 2010

El contraste, respecto a políticas implantadas por su predecesor, radica en una

política fiscal expansiva, permitida por precios del petróleo en ascenso y la recurrencia al

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endeudamiento interno (Cuadro N° 1), descartando la fuente externa, debido al cierre de

líneas de crédito o porque no convenía al “proyecto”. Sea cual sea la razón, este cambio

aparentemente simple traerá enormes repercusiones, como se verá.

El PIB mostró un desplome brutal, salvo dos años de relativa mejoría, siguiendo la

trayectoria de la Tasa de Crecimiento (TCR) de la inversión y los precios del petróleo, las

dos variables claves. A la caída de la inversión le sigue el aumento del desempleo, el

aumento de la deuda interna y las devaluaciones (modificaciones en Tipo de cambio $) ya

comentadas.

Como telón de fondo del comportamiento de las variables macro se registra una

conflictividad política de grandes proporciones cuyos efectos causarían profundos

desarreglos. En 2002, año difícil y clave para las finanzas públicas, se concentran

vencimientos de pagos de la deuda pública con precios del petróleo en declive, altos

niveles de inflación, que inducen a fijar tasas de interés elevadas, intentando frenar la

fuga de capitales. En busca de generar un clima de confianza en los agentes económicos,

en un ambiente confuso, se desmonta el sistema de bandas cambiarias, vigente desde

1996, y se adopta un sistema de libre convertibilidad. Sistema que durará un año, apenas.

Las prolongadas manifestaciones desde finales de 2001, oponiéndose a un paquete

de 49 leyes-decretos presidenciales, consideradas como inconsultas e inapropiadas,

únicamente lograron liberar el precio del dólar. El intento de golpe de Estado y el paro

obrero-patronal, de 62 días, a finales de 2002, cuyas consecuencias se sentirán con mayor

intensidad a comienzos de 2003, no tuvieron éxito y abonaron el terreno para un

categórico intervencionismo estatal. Así pues, superada la crisis, el gobierno adopta

medidas y controles, calificadas como “salto atrás”, (Vera, 2004; Santos y Villasmil, 2007)

similares a ejecutorias “viejas” (neoliberales) que caracterizaron gobiernos de la

democracia representativa. Sin embargo, había algo “extraño y novedoso” en las políticas

en curso que pasó un tanto desapercibido para los analistas.

El panorama económico que antecedió a las medidas del 2003 era delicado. La

producción petrolera se deteriora; de 3 millones de barriles diarios en la última semana de

noviembre de 2002 se reduce a sólo 176.000 barriles diarios en la segunda semana de

enero de 2003 (Giordani, 2004). Esto hizo que el Estado dejara de percibir 1,8 billones de

bolívares de diciembre de 2002 a enero de 2003, producto de las pérdidas en la industria

petrolera.

Tratando de recuperar las finanzas, se incrementa la tasa del IVA en 2002 y se

reinstaura el Impuesto al Débito Bancario, IDB, para aumentar la recaudación de manera

inmediata. Las reservas internacionales para finales de enero de 2003 cayeron en US$ 771

millones, lo que ponía en serios problemas los compromisos de pago de la Deuda de la

República; en promedio se perdían US$ 60 millones diarios según afirma CADIVI (2003).

A comienzos de 2003, el gobierno toma control de la principal empresa del país,

PDVSA, despide a un número importante de trabajadores, y casi como por encanto los

precios del petróleo reanudan su tendencia alcista. De un ambiente previo de pesimismo

extremo se pasa a un optimismo desaforado. En la bonanza que advino, el gran público

aceptó como válida la versión oficial según la cual la crisis fue causada por la oposición

política, ocultando deliberadamente el colapso de los precios del petróleo y la caída de la

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inversión del sector privado como causas eficientes de la crisis. En palabras de Peinfold y

Corrales (2012), “el paro fue una bendición para el gobierno, pues permitió tapar todos los

desaciertos”. Pero además, al salir airoso de la conspiración política en su contra, el

presidente se siente “con autorización” para adoptar medidas radicales.

Altos ingresos públicos, refuerzan el ambiente de bonanza. Circunstancia que fue

presentada como resultado de una “política económica sabia a favor del pueblo” y

“evidencia empírica incontrovertible” de que, al derrotar a la oposición golpista, las cosas

mejorarían. Así, en la explicación oficial, los fenómenos no tuvieron causas, sino culpables.

Comienza una nueva etapa tanto para las finanzas como para la política económica

en general. En adelante, todo estará subordinado a tres grandes objetivos, de acuerdo con

Pérez (2010); Obuchi (2012); Urbaneja (2013): 1) apropiación de la renta petrolera por

parte del Ejecutivo Nacional, que en principio pertenece al Estado; 2) Distribución

(reparto) de la renta de modo clientelar a fin de garantizar la permanencia en el poder del

centro gravitacional, la figura del presidente de la República; y 3) una política anti-

mercado, con base en promoción de empresas del Estado, de propiedad social,

expropiaciones y restricciones al sector privado, que para su implementación requiere del

punto 1).

Hay que hacer sobresalir que en la nueva etapa, la política económica instrumental

(cambiaria, fiscal, monetaria, comercial y de precios) sigue existiendo pero como

complemento insustancial, subordinada y alineada con objetivos políticos y sociales

mayores ya señalados. En una palabra, desde 2003, el problema de la política económica

se limita al conjunto de medidas y decisiones relativas al destino de la renta petrolera, de

modo que garantice la permanencia en el poder a la élite gobernante. Ese es el “cariz

extraño y novedoso” no advertido en principio. Este cambio de orientación vendría a

entenderse tiempo después, en la medida que fueron imponiéndose ciertos arreglos

jurídicos, políticos y económico-sociales, que fueron evidenciando tal propósito.

Entretanto, lo que se presentó al gran público, siguiendo los manuales en uso, fue que,

luego de la turbulencia del paro, se requería una orientación de política económica

diferente.

En ese orden de ideas, la respuesta del gobierno fue:

Política Cambiaria

A la par de un control de precios –a

productos de consumo masivo, médicos, de aseo y

servicios- el 5 de febrero de 2003 se instaura un

Control de Cambio para contrarrestar los efectos

derivados de: a) la reducción del ingreso petrolero

y b) del paro empresarial y petrolero. Así nace la

Comisión de Administración de Divisas (CADIVI),

dependiente de la Presidencia de la República, encargado de ejecutar directamente la que

sería en adelante la política cambiaria bolivariana. Ya no será el mercado, ni el BCV; será

el Ejecutivo como oferente único quien dirá a quiénes y cuántos dólares se entregarán.

Los dólares vienen a ser la expresión monetaria del

petróleo, que permite, entre otras cosas, comprar en el exterior, viajar y hacer

negocios en el mercado negro.

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Se frenaría la inflación (ancla nominal) manteniendo bajo el tipo de cambio, dado

que muchos productos e insumos provienen del exterior, lo que, aunado al control de

precios, permitiría restablecer los equilibrios perdidos, mientras se irían gestando las bases

del “despegue”. El gobierno se encargaría de fijar el precio del dólar y de los bienes y

servicios básicos en el país. Se pensó que eran medidas transitorias. Su permanencia en el

tiempo, hizo patente la intención de obviar el mecanismo de mercado y restringir el

sistema de libertades económicas. El gobierno “rompió” paulatinamente con los

postulados del libre comercio, que sirvieron de fundamento a los dos mandatarios

anteriores (CAP y Caldera) y a sus primeros 5 años. Emprende el camino en la dirección

opuesta, el intervencionismo estatal.

Con el control de cambio se perseguía, según se esgrimió: 1) contener la fuga de

divisas, 2) democratizar su uso estableciendo límites por persona (cupos, para viajes y

compras electrónicas) y 3) canalizar las importaciones hacia bienes necesarios para el

desarrollo nacional (que lograría el abastecimiento y contendría la inflación). Tal

disposición vendría acompañada de beneficios adicionales: a) las empresas que solicitaran

dólares a CADIVI estaban obligadas a demostrar Solvencia Laboral (con los trabajadores,

SSO, política habitacional, INCE, etc.) y Solvencia Fiscal (estar al día con el SENIAT); b)

incremento de los ingresos públicos; c) disminución de la informalidad laboral, y d) el más

importante -si se cumplía la secuencia de eventos descrita- se incrementaría notablemente

el empleo en el sector privado de la economía.

El régimen de control de cambio ha sufrido transformaciones en los 11 de

implantación, parte de ellas se registran a continuación.

Cuadro N° 2: Evolución del Tipo de Cambio. (Bs. x US$). Período 2003-2014

Año 2003 2004 2005 2009 2010 2011 2012 2013 2014

Tipo de cambio 1608 1920 2,150 2,15 2,60 4,30 4,30 6,30

CADIVI

4,30 4,30 4,30 6,30 6,30

SITME 5,30 5,30 5,30

SICAD

6,30 10,8

SICAD II 49,9

Dólar paralelo 5,97 9,14 9,45 17,32 64,10 72,1

Devaluación % 38,6 19,4 12 0 26,8 27,1 6,2 38,2 --

BCV y cálculos propios.

El Cuadro N° 2 muestra que en 2004 y 2005 hubo devaluaciones. Cesan durante el

quinquenio 2005-2009, en el cual rige un tipo de cambio fijo y único, 2150 Bs x dólar. En

2008 se quitan 3 ceros a la moneda y aparece el bolívar fuerte. En 2010, tras la crisis

financiera USA, ocurre una devaluación parcial, se establece un tipo de cambio dual (2,60

Bs para sectores prioritarios y 4,30 Bs. el resto); en junio se agrega la tasa SITME (5,30

Bs), para agentes económicos excluidos de CADIVI. En 2011 se decreta unificación

cambiaria (4,30 Bs F), se mantiene sin modificaciones la tasa SITME hasta febrero de

2103 que, ante bochornosas denuncias de irregularidades es eliminado, dando paso al

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SICAD y a un sistema de cambio múltiple. En 2014 se sustituye CADIVI por el Centro

Nacional de Comercio Exterior, CENCOEX, creando un sistema confuso e ineficiente, con

cuatro tipos de cambio.

En cuanto a la llamada “democratización del uso de las divisas”, cabe precisar que

sólo han tenido acceso al sistema poseedores de tarjetas de crédito (clase media y alta);

los montos asignados por persona han ido restringiéndose, tal como se indica enseguida.

Cuadro N° 3. Límite máximo de Asignaciones de dólares por Tarjetahabiente.

Venezuela. Período: 2003-2014

Asignaciones 2003 2007 2008 2010 2014

Cupo Viajero $ anual 5000 5000 3000 2500 2500

Remesas exterior $/mes 500 1800 900 500

Cupo Internet $ anual 3000 400 400 300

Efectivo $ anual 600 600 500 400

FUENTE: CADIVI, CENCOEX (2014)

La información vertida se explica por sí sola, cada vez se hace más difícil salir del

país. Interesa agregar que desde 2010 se intensifican los requisitos para acceder a las

divisas, se diversifican los montos por destino. En 2014, las asignaciones que se hacían a

dólar preferencial, se trasladan a Tasa SICAD I, incluido el precio de los boletos aéreos.

Aun así, sigue constituyendo un enorme atractivo la adquisición de dólares.

La idea extendida según la cual “se estableció un estricto y severo control de

cambio”, no se compadece con los hechos. Desde su instauración, en 2003 han existido

alternativas legales para obtener dólares. Mercado permuta, hasta 2010, sustituido por

SITME (2010-2012) y más tarde por el SICAD, Sistema Complementario para Adquisición

de Divisas, vigente desde febrero 2013.

Sin adelantar el necesario el balance de la gestión, la política de «anclaje

cambiario» prolongado, desembocaría años más tarde en la peor de las distorsiones y

deplorable fuente de corruptelas auspiciado por la propia CADIVI. Aunque no se expresó

taxativamente, en este período, evidentemente la política cambiaria oficial descansó en la

Sobrevaluación del Bolívar, (léase fomento de importaciones baratas). Téngase presente

que la tasa de cambio, debe ajustarse gradualmente al ritmo inflacionario para que las

exportaciones sean viables, competitivas, según recomiendan los manuales de economía.

Mantener congelado el precio de la divisa mientras el resto de bienes y servicios se

encarecían, tal como se hizo, fomentó niveles masivos de importaciones, en detrimento de

los productores nacionales. Por otro lado, disparó el monto de los gastos por cupos de

viajeros y las remesas familiares. Reeditó el “ta´ barato, dame dos”, de los años 80 que

condujo al “viernes negro”.

Esas perturbaciones incubaron una creciente “ninfomanía por los dólares y una

grave dependencia de las importaciones”, según palabras del ministro Giordani. En esas

circunstancias, los dólares fueron tornándose escasos. Problema agravado por la

estrategia oficial de estimular la salida de divisas al instaurar mecanismos alternativos de

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transferencia de divisas al sector privado, tales como acciones CANTV (2000-2004), Notas

Estructuradas (2007-2010), y más tarde el SITME (2010-2012). Operaciones legales, en

las cuales el mismo Estado depositaba en cuentas en el extranjero, los dólares que el

sector privado compraba en bolívares, con un diferencial por encima de la tasa oficial.

Razón por la cual no puede hablarse de fuga de divisas.

La porción del mercado no cubierta encontró cauce en el mercado negro en

expansión, que provocaría brotes especulativos más o menos conocidos y fuente de

oscuros negocios al revender los dólares oficiales en el mercado ilegal, aprovechando el

diferencial cambiario. Aparecieron “raspa cupos” e importaciones ficticias.

Mientras el precio del petróleo mostró una curva ascendente no hubo mayores

problemas cambiarios. Luego de la crisis financiera mundial del 2008 que provocó un

hundimiento de los precios del barril, aunado a un

descenso en el volumen exportado y una PE

inconsistente o contradictoria, se complicó la

situación económica. Las autoridades afrontaron la

adversidad, sin ajustar el tipo de cambio (sin

devaluar), para restablecer el equilibrio externo,

pretendiendo controlar la inflación, dada la

dependencia aberrante de las importaciones que

mantiene el aparato productivo nacional, tanto el

gobierno para abastecer sus programas sociales

como para el surtido de los estantes de

comerciantes privados o insumos de la manufactura. En 2010 el gobierno se ve en la

necesidad de retomar la senda de las devaluaciones y el endeudamiento, y compelido a

cerrar las casas de bolsa, desembocando en logros indeseados, opuestos a los objetivos

trazados: la inflación, que quería contenerse, termina por desbordarse y la fuga de

capitales lejos de frenarse, se exacerba. El anhelado desarrollo endógeno no logra

despegar, promoviéndose, más bien, importaciones para evitar el desabastecimiento.

De vuelta a la tema de la política cambiaria instaurada en 2003, que pretendía

frenar la salida de divisas –según argumentaron fuentes oficiales-, supuso correctamente

que se incrementaría el dinero en circulación, (fundamentalmente en los bancos)

obligando a la adopción de medidas estabilizadoras en otros ámbitos con el fin de ser

coherentes en el diseño de una política de crecimiento.

Política Monetaria

Una mayor cantidad de dinero en circulación, provocaría una caída en las tasas de

interés, estimulando la inversión privada y, desde luego, la producción nacional no

petrolera. Tasas de interés bajas posibilitaría que pequeños empresarios y emprendedores

accedieran al crédito, se animaran a invertir y, bajo estas condiciones favorables, se

estimularía la creación de microempresas, la proliferación de cooperativas y nuevas formas

de organización productiva, previstas en el Plan de la Nación. Apoyados desde diversos

organismos y ministerios, y respaldados por un conjunto de leyes especiales que

El tipo de cambio, el nivel de

importaciones, el monto asignado para cupos de

viajeros, dependen de la disponibilidad de divisas del

país, valga decir del ingreso petrolero, y de las necesidades fiscales que

tenga el gobierno.

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establecían carteras obligatorias y tasas preferenciales para actividades consideradas

prioritarias decretadas ejecutivamente. Así la política monetaria serviría a la promoción del

crecimiento endógeno.

Fuente: BCV

La trayectoria de la liquidez monetaria en los últimos años muestra una expansión

descomunal. La política monetaria puesta en vigor se traduce en una leve expansión de la

liquidez hasta 2005, crecimiento moderado entre 2006 y 2010, expansión violenta después

del año 2011, tal como se aprecia en el Gráfico 1. Tal trayectoria encuentra explicación en

la constante inyección de bolívares como resultado de contratación de deuda pública,

devaluación de la moneda y emisión de dinero inorgánico, acentuada en los últimos 4

años con el fin de cubrir déficits fiscales.

El carácter expansivo de la política monetaria no implica ausencia de esfuerzos con

miras a recoger los excesos de liquidez, conociendo los efectos inflacionarios indeseados

de crecientes masas de dinero en circulación. De hecho, con cierta periodicidad se hacen

emisiones de bonos para recoger los excedentes de liquidez, dejando “de pasada” jugosas

ganancias a la banca comercial, que encuentran colocación a su dinero ocioso. En varias

ocasiones se ha modificado el tope de los encajes. Esta es una contradicción aparente.

Así, es expansiva, sin que pueda impedirlo, cuando buena parte del ingreso petrolero se

convierte en bolívares y cuando aumenta el gasto público. En consecuencia, “le toca” al

BCV absorber (política contractiva), excesos de liquidez. Pero este “secado” es

insignificante en cuanto a su magnitud y efectos. El saldo es netamente expansivo cuando

se compara con las gigantescas inyecciones monetarias que hace la política fiscal, que se

examina en la siguiente sección.

La expansión “enloquecida” de la liquidez monetaria, tasa interanual del 35% en

promedio para el período 2005-2013, que viene a constituir la demanda nacional, frente a

magro crecimiento de la oferta nacional (TCR PIB promedio 2,44% anual), induce a

niveles crecientes de importación, con el consabido agotamiento de divisas. Tal expansión

Evolución de la Liquidez MonetariaVenezuela. Período 1996-2013. mm Bs.

Fuente: Banco Central de Venezuela

2011

Evolución de la Liquidez MonetariaVenezuela. Período 1996-2013. mm Bs.

Fuente: Banco Central de Venezuela

2011

Gráfico 1: Evolución de la Liquidez Monetaria mm Bs. F.

Venezuela, período 1996-2013.

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tiene otros efectos indeseados. La escasez de divisas, como efectivamente se ha

registrado en los últimos 20 meses, en ausencia de incrementos en la producción interna,

se traduce en escasez, desabastecimiento, especulación, inflación. Las colas para comprar

que se observan en la Venezuela actual son fiel testimonio de un desequilibrio categórico

entre la demanda y la oferta. En el país, hay mucho dinero y poca producción.

Política Fiscal

La paralización de la producción petrolera venezolana (recorte de la oferta), por

muy paradójico que parezca, contribuyó a elevar el precio del barril en el mercado

mundial, y con ello el ingreso fiscal venezolano, una vez superada la contingencia del paro

del 2002-2003 y amainada la conflictividad política.

La política fiscal, desde el inicio de la

administración Chávez fue expansiva, con la

excepción del primer semestre. La invasión

norteamericana a Irak un mes después del paro,

restringiendo aún más la oferta (marzo 2003), hizo

subir los precios petroleros, permitiendo mayores

ingresos al Estado. A la par que el ingreso nacional,

el Gasto Público creció de manera desaforada e

imprevista; llenando de bolívares el fisco. De ahí en

adelante toda la política económica girará en torno a “la palanca del gasto público”. Este

es el rasgo más consistente de la política económica de la administración Chávez Frías.

Los ingresos fiscales crecen tanto por incremento del valor de las exportaciones

petroleras como por aumento de recaudación interna, que puso en vigor el plan “Evasión

Cero”, sin duda logro impresionante, al tomar en cuenta que antes de 1996 ni siquiera se

cobraba el IVA.

Con el uso “racional” de estos ingresos, se aspiraba revertir las consecuencias del

paro empresarial y petrolero con una estrategia de diversificación productiva con inclusión

social basada en tres impulsores claves: la inversión pública, la inversión privada y las

misiones sociales, esta última como expresión de una política social más estructural,

dirigida a la inclusión de grandes masas de pobres a las actividades productivas (Giordani,

2004).

La inversión pública, dirigida a la construcción de grandes obras de infraestructura

(metros, ferrocarriles, carreteras, etc.) fomentaría el empleo, el ingreso familiar, el

consumo, resolviendo el grave problema del desempleo. Avanzado el tiempo se tiene la

certeza que los pronósticos no se han cumplido. La inversión, tanto pública como privada

han seguido el curso del ciclo petrolero, al desplomarse los precios se paralizan las

inversiones, dejando la economía a la suerte del escenario internacional. Así, luego de la

crisis financiera se desploma el gasto de capital y el gasto corriente, a pesar del

endeudamiento que se viene contratando de manera creciente desde 2008. La evolución

del gasto contemplado en el Presupuesto Nacional, se registra en siguiente cuadro.

La política fiscal expansiva ha

sido el rasgo más sobresaliente de la Política

Económica, posible gracias a los generosos precios del

petróleo, sobre todo el correspondiente al denominado gasto social.

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Cuadro N° 4: Discriminación del Gasto Público, como % del PIB. Venezuela.

Período 2003-2011

Año 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011

Gasto Corriente 20,8 19,6 19,0 22,0 19,7 19,8 20,5 19,0 21,7

Gasto de Capital 5,5 5,0 5,8 6,7 5,9 5,8 5,5 2,9 3,1

Fuente: Weisbrot (2012); Nota: No incluye los gastos de Desarrollo social efectuados por PDVSA.

La información mostrada revela cómo el gasto corriente, con parpadeos leves, se

ha mantenido. Pero lo importante a destacar, es que su comportamiento está disociado de

los altibajos del precio del barril, aun cuando ésta sea la fuente que permite su expansión.

Detrás de esta conducta está la decidida vocación del gobierno de continuar expandiendo

el gasto social, así tenga que efectuar recortes en el Gasto de Capital o tenga que recurrir

al endeudamiento.

Construir una serie estadística que dé cuenta de la trayectoria del Gasto ejecutado

en el período, es difícil, si no imposible, ya que de 2004 en adelante, se discrimina en 3

porciones: a) Gasto Programado incluido en Presupuesto; b) Aportes de PDVSA al

desarrollo social y c) Fondos Especiales que se crean, amparados en lo que dio en

llamarse “distribución popular de la renta petrolera”. La política distributiva descansará en

b) y c) que se tornan más importantes que a), por su cuantía y su carácter exprés.

Tal modo de proceder, comenzó con la solicitud presidencial de un “millardito” para

la agricultura, al BCV. Ante la negativa del instituto, se modifica la ley que lo rige y se

crean fondos especiales como FONDESPA, FONDO MIRANDA Y FONDEN, que, entre 2005-

2013 “ha manejado 115 millardos de dólares”, según reporte oficial del Ministerio de

Finanzas; cifra respetable si se compara con los 4.237 millardos de dólares contabilizados

como ganancias de PDVSA en 2012. Fondos Especiales (18 en total) que se mantienen con

aportes obligatorios del BCV y PDVSA, manejados de manera discrecional, violando todas

las leyes y reglamentos de la administración financiera del sector público y la misma CRBV

(artículo 315).

Otro de los expedientes utilizados para desviar recursos hacia los fondos

especiales, es la subestimación del precio del petróleo en las cuentas del presupuesto. La

diferencia entre el precio de realización y el estimado queda a disposición del Ejecutivo

para actividades no programadas. Públicamente, la PEB asume la distribución discrecional

como rasgo visible y sin rendición de cuentas a la Asamblea Nacional.

A manera de síntesis, la política fiscal ha sido claramente expansiva, sin importar

que los gastos sean mayores que los ingresos públicos, ocasionado déficits recurrentes. En

este caso, han primado el objetivo social, o quizás intereses políticos y electorales, pero es

una circunstancia que, se sabe, no es sostenible a largo plazo.

La Política Social y la Distribución del ingreso

Una parte del gasto público, desde el inicio de la gestión de Chávez, venía

dirigiéndose a la promoción de un “Nuevo Modelo de Producción Social”, del cual se

hablaba sin especificar su naturaleza y viabilidad, excepto la promoción de cooperativas.

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Será en diciembre de 2007 con la propuesta de Reforma Constitucional, fallida pero

echada a andar por otras vías, que se imprima dirección precisa a los objetivos de la

revolución, cuando se anuncia el Socialismo del siglo XXI, (Empresas del Estado, Empresas

Mixtas, Empresas Comunales, Empresas Socialistas, Cooperativas, Empresas de

Producción Social), y el enfrentamiento agresivo al sector privado.

La versión ideológica que intenta vender a las misiones -sin éxito, por cierto-, como

extensión o desarrollo de ciertas previsiones programáticas del Proyecto Simón Bolívar,

encontrará como adversario al propio presidente Chávez quien asume el encargo de

desmentir tales falsificaciones. Al respecto cuenta la siguiente anécdota:

“Presidente, si el referéndum fuera ahorita (SIC) usted lo perdería”. Yo recuerdo que aquella noche para mí fue una bomba aquello. . . Entonces fue cuando empezamos a trabajar con las misiones, diseñamos aquí la primera y empecé a pedirle apoyo a Fidel. Le dije: “Mira, tengo esta idea, atacar por debajo con toda la fuerza”, y me dijo: “Si algo sé yo es de eso, cuenta con todo mi apoyo.” Ver texto completo en Chávez (2004; p. 46).

A partir de 2003, las misiones se convierten en el centro de lo que será la política

distributiva- social del gobierno. Se abandonan programas previos y con ellos las

instituciones que los impulsan –por ejemplo el FUS y el Plan Bolívar 2000, ruta de la

empanada, gallineros verticales-; dándole el gobierno prioridad a las acciones organizadas

alrededor de aquellas.

Ya para el quinto año de gobierno, el Ingreso Público (Petróleo y Tributos + deuda

+ devaluación) había crecido tanto que se pudo financiar cualquier actividad por extraña,

improvisada o descabellada que pareciera. Un año después de creadas las cuatro

primeras misiones, apoyadas por personal cubano, en Venezuela no se habla sino de

misiones, ahora sí todas con acento nacional. Desde el ángulo económico, esto viene a

constituirse en la expansión sin precedentes del gasto corriente, llamado Gasto Social (que

no se dirige a la inversión sino a la satisfacción de las necesidades inmediatas),

fortaleciendo el consumo (demanda).

Más allá de estas consideraciones, es necesario reconocer que las mismas apuntan

más a tratar de resolver el problema de la exclusión, básicamente las relacionadas con los

aspectos educativos, de empleo y salud, aun cuando no se sabe a ciencia cierta qué son

en realidad, ¿programas permanentes o proyectos transitorios? (D´Elia, 2006).

Cabe mencionar especialmente por separado la Misión “Vuelvan Caras”, por lo

promisorio de los resultados esperados y la importancia económica. En el diseño, en breve

tiempo se prepararía la mano de obra necesaria para gestionar cooperativas y otras

formas organización que incrementaría la oferta nacional de bienes y servicios.

No hay información clara y precisa sobre la situación actual de las misiones. Lo que

sí se sabe es que desde la contabilidad nacional se catalogan como transferencias sin

contrapartida y constituyen un incremento sustancial de la demanda efectiva. En el año

2011 unas desaparecen y otras se absorben en programas más amplios y se transforman

en Grandes Misiones, así como grande es el precio del petróleo que permite su

financiamiento. Constituye un logro indiscutible de la actual administración no sólo porque

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hace crecer el PIB (el consumo es un componente de este indicador), sino porque

contribuye a la satisfacción de las necesidades más urgentes de la población y disminuye

el porcentaje de hogares venezolanos en condiciones de pobreza (ver Cuadro N° 5). Por

donde quiera que se mire es un logro espectacular; durante los 20 años previos a Chávez,

la asistencia y ayuda del Estado a los sectores desfavorecidos retrocedió considera-

blemente, sin que importen los elevados niveles de inflación reportados.

Cuadro N° 5 Principales indicadores económicos. Venezuela. Período 2004-2013

Años 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

TCR PIB % 18,29 10,33 10,33 8,43 4,80 -3,30 -1,90 4,2 5.6 1,3

TCR Consumo % 14,2 9,4 14,9 16,1 6,3 -5,0 -2,2 3,1 3,1 nd

Pobreza (% personas) 53,9 43,7 36,3 33,6 31,5 26,4 26,8 27,1 26,5 32,3

Desocupación (% PEA) 14,1 11,4 9 7,9 7,2 8,1 8 7,1 7,2 7,1

Coeficiente de Gini 0,45 0,47 0,44 0,42 0,41 0,39 0,42 0,39 0,40 0,39

Inflación 19,2 14,4 17 22,5 30,9 25,1 27,2 27,6 20,1 56,2

Fuente: BCV, INE (2014)

Puede observarse que el porcentaje de personas en condiciones de pobreza

registra una caída pronunciada, de 53,9 a 26,5 por ciento entre 2004 y 2012, pero se

deteriora en el último año de la serie cuando se dispara la inflación y retrocede el

producto interno. Estas cifras no incluyen el programa más reciente, introducido en

diciembre de 2011, bajo el cual las familias en extrema pobreza reciben 430 bolívares

fuertes (100 dólares) al mes por cada niño y embarazo en el hogar (Misión Madres del

Barrio).

Alineado con el logro de La suprema felicidad social, contemplado en el Plan de la

Nación y respaldado por la Ley de Emolumentos para funcionarios públicos (enero 2011),

se ha ido cerrando la brecha entre los sueldos y salarios de la población trabajadora, tal

como se refleja en el Coeficiente de Gini (Cuadro N° 5). Un valor cercano a cero habla de

mayor igualdad en los ingresos. Cercano a 1 registra una distribución desigual. Arribar a

un 0,39 después de estar en 0,45 es un logro notable no exento de controversia. La

“homologación” de los salarios se da por la implementación de lo dispuesto en el art. 91

de la CRBV, que impone al Estado la obligación de efectuar ajustes anuales del salario

mínimo en proporción con el valor de la canasta básica. Detrás de la medida está el

interés político de “nivelar”, igualar. Consecuente con tal propósito, para el resto de los

trabajadores las revisiones salariales proceden cada dos, tres y hasta 5 años, concediendo

ajustes inferiores a la tasa inflacionaria. De persistir en el empeño, dentro de poco “todos

tendrán igual salario”, sin importar si se trata de trabajadores activos calificados, obreros

rasos, jubilados, pensionados, o perceptores de ayudas sociales a través de misiones o

programas similares. Tal como aconteció en países que adoptaron el llamado socialismo

real, único que se conoce. (NOTA: el coeficiente de Gini sólo mide diferencias entre las

escalas salariales; no da cuenta de la brecha entre los ingresos de los más ricos

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(comerciantes, empresarios) y los más pobres (trabajadores y beneficiarios de asistencia

social).

Lo anotado en párrafo anterior ha sido fuente de conflictividad laboral a lo largo y

ancho del país. Ha encontrado enérgica resistencia, sobre todo en profesionales y técnicos

de alta calificación que no se resignan a la proletarización generalizada. La emigración del

talento y la fuga de cerebros, son otras secuelas del igualitarismo.

El reparto popular de la renta, diseñado con el fin de garantizar el acceso a bienes

y servicios a amplios sectores de la población mientras exalta la figura del líder supremo,

sin que pueda descifrarse qué va primero, la exaltación o el reparto, ha sido exitoso en lo

político -ahí están los resultados electorales- , pero un verdadero fracaso en lo

económico, -ahí están los indicadores- que corroboran lo afirmado. Genuinamente, se

incubó un modelo improductivo, que con paso del tiempo se convierte en el atasco

fundamental de la dinámica económica, al estimular progresivamente la demanda sin

provocar una correlativa expansión de la oferta. El modelo empezó a inficionar desde el

año 2008, pero sus deficiencias, hoy palmarias, en aquel entonces se solaparon con los

efectos de la crisis financiera mundial. Los signos de agotamiento del modelo se harían

visibles en 2011, cuando se tiene que recurrir al endeudamiento y a la devaluación,

prácticas neoliberales condenadas como satánicas en el discurso oficial en el pasado.

Aun así, con todos los reproches que puedan hacerse, la Revolución Bolivariana

tiene el gran mérito de haber creado el escenario idóneo para descifrar tres interrogantes

históricos claves: ¿cuál debía ser la nueva relación entre el Estado venezolano y su

industria petrolera?; ¿cómo distribuir los ingresos de la nueva PDVSA?; y ¿qué hacer con

la Renta? Independientemente de que se esté de acuerdo o no con sus planteamientos.

Que sea reprochable el reparto clientelar de los recursos, y se dirijan masivamente al

consumo y no a la inversión reproductiva, es otro asunto.

Política de (control) Precios

Junto al control de cambios, en febrero de 2003, se implantó un control de precios

(25 productos de la dieta básica, ampliado posteriormente) y un plan masivo de

importaciones y subsidios para garantizar el abastecimiento con el fin de impedir el

deterioro del salario real y controlar la inflación (CADIVI, 2003). El INDECU, y más tarde

INDEPABIS, se erigieron en organismos emblemáticos de vigilancia y control contra la

especulación, escasez y acaparamiento, que, según la maniquea explicación oficial, serían

las causas de la inflación. Obviando la explicación científica del desequilibrio que resulta

del aumento desaforado del dinero en circulación (provocado a su vez por un gasto

público descomunal) frente a una producción nacional restringida o de crecimiento lento,

en 2011 recrudece el acoso sobre el sector privado, mediante la Ley de Costos y Precios

Justos, LCPJ, bajo el argumento de combatir la especulación y el acaparamiento.

Para que la política económica tuviera sentido y apuntara al logro de los objetivos

trazados, el gobierno propuso desde el comienzo de su gestión incrementar anualmente el

salario mínimo por encima de la inflación, bajo este esquema estaba “autorizado” para

implantar cualquier medida a fin de contener los precios, justificando el intervencionismo.

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Hazaña que se logró entre 2003 y 2007. En los años sucesivos se revirtió el fenómeno,

insistiendo en más y nuevos controles y culpabilizando al sector privado. No hay espacio

para mayores comentarios sobre los efectos de esta medida, sin embargo, anótese

aunque sea de pasada, que incrementos salariales sin incrementos en la productividad

ocasionan inflación de costos de mano de obra a productores y comerciantes. En 2012, se

opta por "dar rienda suelta a las importaciones”, sin que aumentara el ingreso nacional de

divisas, por tratarse de un año electoral, por lo demás, el fracaso de las medidas

adoptadas era evidente, aunque nunca se reconoció públicamente. Se hizo a un lado todo

el pregón ideológico del Desarrollo Endógeno, y la Soberanía agroalimentaria en aras de

una estabilización. El efecto palpable es que disminuye la inflación, aumenta la

dependencia del petróleo, fluye el suministro de divisas y se incrementan las

importaciones. Sin embargo, la inflación represada durante 2012 se dispara en 2013,

batiendo record en el período, 56,2%, acompañada esta vez de un mal socio: el

desabastecimiento de productos regulados.

La LCPJ más que regular el precio, pretende controlar la ganancia máxima (fijada

en 30%), estableciendo penas y sanciones a los infractores. Funcionarios gubernamen-

tales se encargan de revisar la contabilidad empresarial, y fijar los precios y las

remuneraciones. Tarea difícil en un ambiente inflacionario. Los productores ineficientes,

pequeños empresarios que no disponen de economías de escala ni automatización de

procesos, son víctimas de tal política. Impedidos de competir con importaciones baratas,

al no lograr niveles razonables de ganancias optan por retirarse del mercado, convertirse

en comerciantes o migrar sus capitales al exterior. Ese es el costo indeseado de la

estabilización relativa de los precios.

A lo largo de esta exposición, de diversos modos se ha señalado con énfasis que el

ascenso sostenido de los precios petroleros ha favorecido a la economía venezolana,

impulsado el crecimiento, posibilitado una distribución clientelar de la renta (reparto),

financiando expropiaciones, conservando y ampliando el poder de la élite en funciones de

gobierno. Pero la misma abundancia ha traído otros problemas, entre los que cabe

mencionar el estancamiento de la producción doméstica, la fuga de capitales, negocios

fraudulentos con divisas, inflación, desabastecimiento, empleos improductivos. Se quiere

asentar la idea que aún en circunstancias de bonanza, la presencia de una Renta Petrolera

provoca desarreglos en la dinámica económica del país, de complejo discernimiento. A

continuación se aborda esa problemática.

El crecimiento y los precios del petróleo

A la luz de los resultados obtenidos, se encuentra una correlación positiva,

evidente, entre incremento del precio del barril y crecimiento económico (PIB), en

ausencia de niveles importantes de inversión privada, tal es el caso venezolano en los

últimos años. Con la limitación de suponer constante el volumen de producción petrolera,

el gráfico que se inserta revela algo singular, más bien paradójico: entre los años 2004 y

2008 se desacelera el crecimiento justo cuando los precios exhiben las alzas más

vigorosas. El récord histórico de crecimiento, 18,3% en 2004, va menguando hasta

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aterrizar en cifras negativas en los años 2009-2010, mientras que correlativamente el

valor del barril sube de 32,8$ a 86,5$. La línea continua representa los precios y las barras

las tasas de crecimiento.

Gráfico 2: Precios del petróleo ($USA) y TCR PIB (%), período 1998-2014.

Fuente: BCV, PDVSA

El gráfico ilustra bastante bien la singularidad señalada, un patrón irregular de

crecimiento, que a primera vista puede atribuirse al vaivén de los precios. Esta estructura

“capitalismo rentístico”, estudiada por Baptista (2010) que descansa sobre la relación

entre el mercado mundial y la propiedad estatal del recurso, alterna períodos de

crecimiento y maduración seguidos por un aprovechamiento cada vez menor de la renta

captada, hasta alcanzar una situación en que los circuitos de acumulación se entraban

impidiendo su desarrollo sostenido y prolongado. En breve, esta estructura lleva implícita

una tendencia secular al estancamiento, aún con precios petroleros muy por encima de los

costos de producción. En breve, la condición rentista lleva en su seno las crisis, tarde o

temprano habrá de bajar el telón.

Pueden identificarse cuatro recesiones, áreas sombreadas: 1ra) 1999; 2da) 2001-

2002; 3ra) 2008-2009 y 4ta) 2014-20?? Estas crisis han sido despachadas en el discurso

oficial sucesivamente así: la primera, herencia de la IV República; la segunda, sabotaje

petrolero, la tercera, provocada por la crisis financiera mundial, y la del momento,

atribuida a guerra económica de la burguesía, el imperio, la derecha. La debilidad de esta

argumentación radica en que desconoce el carácter petrolero y rentista de la economía

venezolana.

$ US %

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Un escrutinio meticuloso y científico de la serie cronológica trimestral que provee el

BCV (ver Cuadro 2_4_2: 2014) encuentra que los efectos del desplome de los precios se

manifiestan en caídas del PIB con un rezago de 3 o 4 meses, y las fases recesivas tienen

una longitud de 6 trimestres consecutivos. En la primera recesión del período, en 1999, el

PIB cae en 5,9% consecuencia del derrumbe de precios en el último año del presidente

Caldera. En la segunda, en 2001, tras la recesión en el sudeste asiático y el ataque

terrorista del 11-S en Estados Unidos, caen los precios trasladando sus efectos negativos

sobre el PIB. En la recesión 2001-2002 en Venezuela, se añade una novedad: los efectos

del shock de precios se solapan, mezclan o confunden con los del paro obrero-patronal

acaecido entre diciembre 2002-enero 2003, alargando el período recesivo a 7 trimestres,

ahondando las caídas del PIB, a niveles históricos 8,9% y 7,8% en esos años.

El hundimiento 2002-2003 precisa una calificación adicional. Sería una insensatez

mayúscula desconocer el impacto del paro general de 62 días sobre el crecimiento. Pero

se incurriría en grave distorsión omitir la influencia del colapso previo de los precios, que

indujo a las autoridades a devaluar y emitir bonos de la deuda, exacerbando la inflación.

La superposición de eventos permitió culpabilizar audazmente a la oposición política

venezolana, ocultando que, justo cuando el mercado petrolero se desanima de manera

abrupta la conflictividad se agudiza. El recorte forzoso de la oferta petrolera venezolana

durante el paro, hizo recuperar paulatinamente el precio del petróleo. Un mes después, en

marzo 2003, tomará vuelo mayor, en la víspera de la Guerra de Irak-USA, cuando los

precios transitarán caminos empinados.

En el lapso febrero 2003-julio 2008 la tendencia ascendente de los precios es clara.

Pero se quiebra en el segundo semestre de 2008. El crecimiento sostenido durante 22

trimestres llega a su fin, consecuencia del desplome brutal de los precios de los

hidrocarburos (126$ en julio, y 31$ en diciembre), secuela a su vez de la crisis financiera

mundial. El portentoso crecimiento registrado, 10,5% en promedio anual, se exhibe

ideológicamente como un extraordinario logro de la política de soberanía plena, que obligó

a los convenios operativos a migrar hacia empresas mixtas y se expropiaron 76 empresas

que proporcionaban servicios en el sector primario, mediante decreto-ley. Tal aserto no

resiste un análisis serio, pues los precios del barril los fija el mercado mundial.

En 2009 llega otra recesión, la tercera (-3,3% TCR PIB). Persiste durante el año

2010 (-1,4%), a pesar de la recuperación de los precios registrada desde enero. A tal

adversidad se respondió con devaluaciones en 2010 y en 2011, y con fuerte

endeudamiento procurando estimular la producción nacional. Este proceder de la PEB,

similar al de gobiernos anteriores, revela su esterilidad; su carencia de dinámica propia.

Denota la necesidad de precios petroleros crecientes para funcionar, sin importar que ya

sean altos.

En 2011 la TCR del PIB alcanzó un 4,2 %, recuperándose de la tradicional caída de

dos años que siguen al desplome de los precios. En 2012 fue 5,6% pero en 2013 registra

un insignificante 1,3%. Debe subrayarse que las cifras son engañosas, pues para lograr tal

avance en 2011-2012 hubo de recurrirse al endeudamiento masivo: del equivalente a un

20% del PIB en 2010, se ha pasado a un 52% del PIB a comienzos del 2013.

17

Dos conclusiones pueden extraerse del comportamiento del precio del barril y el

crecimiento: i) a medida que ascienden los precios la economía crece, pero de manera

desacelerada, y ii) cuando éstos caen, la economía empieza a deprimirse hasta

desembocar en la recesión al año siguiente (TCR negativas). Tal regularidad perfila un

sector no petrolero de la economía desprovisto de impulso propio para recuperarse y la

inanidad de las políticas aplicadas, incapaz de revertir los estragos del ciclo negativo de

precios.

La cuarta recesión en curso, la del año 2014, es mucho más compleja que las

anteriores. Categóricamente no es provocada por un shock externo. Combina varios

elementos. Si bien bajan levemente los precios, la causa del hundimiento ha de buscarse

en: 1) reducción de los niveles de exportación, 2) inconveniencia de la política de

solidaridad con los pueblos hermanos a los cuales se vende combustible por debajo del

precio de mercado; 3) salida o fuga de capitales; 4) importaciones ficticias o fraudulentas;

5) cierre y expropiación de empresas; 6) incomprensibles compromisos de ventas de

petróleo a futuro, en la cual ya se recibieron los dólares pero no se ha entregado la

mercancía; y 7) fracaso productivo de las empresas expropiadas, pérdidas que tienen que

sufragarse con renta. Como puede apreciarse, todas las variables están asociadas o

conectadas con el destino de la renta petrolera.

Balance de la Política Económica Bolivariana, PEB

La PEB se planteó entre otras cosas: instaurar un nuevo modelo productivo,

distribuir la renta petrolera para erradicar la pobreza, derrotar la inflación, y borrar del

mapa las devaluaciones y el endeudamiento sistemático, “diabólicas prácticas

neoliberales”. Razonablemente, los logros deben ser juzgados en concordancia con los

recursos que tuvo a disposición. Si se suma el ingreso petrolero, la recaudación del

SENIAT y la deuda consolidada (interna y externa), se llega a astronómica cifra de $USA

1.391.824.800.000, magnitud gestionada en un país de 29 millones de habitantes

(Zamora, 2012: 469). Se reconocen méritos indudables en el área social, el combate a la

pobreza y en la distribución del ingreso, pero los indicadores fundamentales, muestran

signos de deterioro alarmante, evidencian una crisis que, de no ponerse correctivos

eficientes a corto plazo, pudiese colapsar toda la estructura económica. Algunos signos

preocupantes son los siguientes:

- El crecimiento promedio del PIB en 15 años de gestión es 2,44%, inferior al 3%

considerado como aceptable. Han ocurrido 4 recesiones sin que la PEB muestre eficacia en

superarlas.

- La lucha contra la inflación ha sido estéril. Un “estricto control de precios” y “una

guerra declarada a la especulación”, cohabita con la inflación más alta del continente y la

segunda mundial. Bate record en 2013, (56,2%) y en 2014 amenaza con superar esta

cota, sin que valgan controles, ley de costos y precios justos, guerras a las colas y el BCV

deje de suministrar cifras oficiales.

18

- El salario real, luego de una sostenida expansión hasta 2008, sufre un deterioro

importante. En materia laboral, debe reconocerse como hecho muy positivo que las tasas

de desocupación han disminuido de manera sensible desde 2004, con privilegio del

empleo público, incrementando el consumo nacional, pero su tasa de crecimiento, luego

de mejorar durante 5 años, muestra un revés del 2008 en adelante. El más grande logro

de la política bolivariana, de acuerdo con Weisbrott (2009) es haber logrado reducir el

porcentaje de personas en situación de pobreza, medido por el método de la línea de

ingreso. - El fracaso mayor se acusa en la política cambiaria. En realidad, tal como sostiene

Víctor Álvarez (2013), la tragedia de la economía venezolana no es la devaluación sino la

sobrevaluación. Ese es el gran problema de la Venezuela rentista, el cual se ha visto

agravado por el anclaje de la tasa de cambio oficial. Al dejar congelado el precio de la

divisa en un contexto inflacionario muy superior al de los principales socios comerciales, se

hace inevitable la sobrevaluación, la cual se traduce en un subsidio al dólar y, por lo tanto,

a las masivas importaciones que barren con la producción nacional.

- En la misma línea expositiva Weisbrot (2014) señala que:

“Un tipo de cambio fijo y sobrevaluado, con devaluaciones periódicas, es uno

de los regímenes cambiarios más inestables que pueda haber. Invita a la

especulación, promueve la dolarización de la economía y puede conducir a la

fuga de capitales. (…) Cuando la diferencia respecto del mercado negro es

suficientemente grande, se producen más incentivos para la corrupción que

en el caso de la propia cocaína. Ni siquiera tienes que arriesgarte a

despedirte de este mundo en una balacera si puedes obtener dólares oficiales

a Bs 6,3 para luego venderlos a Bs 72”.

- La Inversión, variable básica de la economía, muestra altibajos extremos en su

variación interanual (%) como puede apreciarse en el Cuadro N° 6. Sobresale la

recuperación del indicador durante 2012, como parte del ambicioso programa Gran

Vivienda Venezuela, del cual no se disponen cifras para fechas recientes.

Cuadro N° 6 Indicadores importantes de Venezuela, período 2006-2013 Años 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

TCR Inversión 33,5 25,4 -2,1 -7,8 -6,3 4,4 15,8 nd

Deuda externa $ 26598 38942 46652 61626 79812 83047 136430 158766

Exportaciones $ 65210 69165 99923 57603 64243 93896 97340 66881*

Importaciones $ 32498 44463 49482 38442 38062 45615 53693 41151*

Valor del dólar 2,15 2,15 2,15 2,15 3,60 4,30 4,30 6,30

Precio barril $ 56,45 64,74 86,49 57,02 72,4 101,5 103,42 99,7

Deuda Interna Bs F 36221 35991 30515 49072 83047 154110 249300 373590

Fuente: BCV (2013). BCV Cuadro 2_4_2 (1). Cuadro 2_5_2; Cuadro Datos de Importaciones y Exportaciones 2013, hasta Trimestre III

19

- La política anti-mercado, basada en exceso de controles, regulaciones y la

inseguridad jurídica a que están sometidos productores y empresarios desembocó con el

tiempo en una parálisis de las inversiones (Cuadro N° 6) y estancamiento productivo,

(ningún ente privado está obligado, ni puede hacerlo, a producir con pérdidas). Bajas

tasas de inversión se traducen en bajos niveles de producción, lo que refuerza la

propensión a importar (Peinfold y Corrales, 2012). De manera que, en el país

simultáneamente coexisten elevados ingresos petroleros con menguante producción

interna, pues los productores devienen en comerciantes de productos importados, con lo

cual los dólares se devuelven al exterior. Ese es el drama.

- La pesquisa acerca de las causas de la crisis (escasez, desabastecimiento e

inflación) en 2013 y lo que va de 2014, debe emprenderse preguntando por el uso de las

divisas que ingresaron al país, es decir el destino de la renta petrolera en los últimos años.

Mientras las Importaciones crecen 35% en 2011-2012, el precio del petróleo sólo lo hace

en 2%. Para financiarlas había que quemar reservas internacionales o apelar al

endeudamiento externo, o una combinación de ambas estrategias, para cubrir la

demanda. Así se hizo, o patrocinó, si cabe el término, tal como documenta el Cuadro N° 6.

La expansión de la deuda externa es impresionante. Sin embargo, las divisas no

alcanzaron y se entró en mora. Las divisas autorizadas por CADIVI no pudieron ser

liquidadas a tiempo. Se retrasan los pagos, y las casas matrices interrumpen los flujos de

mercancías tanto al sector público como privado, ocasionando escasez de productos

importados, es decir desabastecimiento. Aerolíneas amenazan o efectivamente cumplen la

promesa de irse del país, por falta de pago. Obviamente, si no se paga es que hay

escasez de dólares; y ahí está la fuente del problema, las divisas salieron del país; punto

que se explaya más adelante.

- Un balance a grandes trazos de lo acontecido, conlleva a afirmar que los resultados

obtenidos no se compadecen con los objetivos trazados, ponen de relieve inconsistencias

y contradicciones en la política económica bolivariana.

- El nuevo modelo productivo, NMP, basado en la propiedad social de los medios de

producción no ha podido implantarse, luego de una gigantesca inyección de recursos al

decir de sus promotores, aunque con algunos picos de entusiasmo. La extinción de

200.000 cooperativas, creadas entre 2005 y 2008, y las pérdidas financieras de numerosas

empresas del Estado constituyen pruebas irrefutables. En su defecto, se ha erigido un

modelo económico populista, clientelar, que privilegia el consumo antes que la producción,

gira en torno al programa social más visible y de mayor éxito que hasta entonces ha

tenido: las misiones sociales, pero que incluye otros ingredientes improductivos poco

analizados. El ex ministro Víctor Álvarez, resume la tragedia del siguiente modo: "La

lección fue clara: apostar a la desaparición de la economía capitalista sin haber creado

antes la nueva economía socialista es el atajo perfecto para quedar atrapados en un

círculo vicioso de caída de la producción, escasez, acaparamiento, especulación, inflación,

desempleo y creciente malestar social".

- Se gasta lo que no se tiene. En los últimos 15 años el gasto público se ha

expandido anualmente 35,0% y pasó de representar 26,1% del PIB a finales de la década

de los 90 a 40,0% del PIB a finales del año pasado. El crecimiento del gasto, más allá de

20

las importantes posibilidades brindadas por un aumento en los ingresos, ha llevado a

déficits promedio de 1,8% del PIB –y de más de 10,0% en los últimos tres años- y ha

hecho que la deuda crezca 304,5% en el mismo periodo.

- La disponibilidad de recursos generados en el mismo ejercicio fiscal y no

contemplados en el presupuesto, es inmensa. Los excedentes constituidos en fondos

especiales sirven para financiar gastos nacionales e internacionales, desde expropiaciones

de empresas hasta compra de pertrechos militares, sin que la contabilidad esté clara

(Guerra, 2011). Sin contar que, de acuerdo a un decreto ley de 2008, si el precio del

barril brent supera los 70 dólares, el Ejecutivo recibe contribuciones especiales del 50%

del ingreso adicional.

- En Venezuela menos de la mitad (25,7%) del monto total de deuda contratada en

los últimos diez años por parte del Gobierno Central se ha destinado a proyectos de

inversión, mientras que los servicios y la restructuración de la deuda han ocupado el

63,1% del nuevo financiamiento.

- Dirigir la mayor tajada de la deuda a “correr la arruga” hace que se pierdan

oportunidades de que el endeudamiento se destine a potenciar el crecimiento. Para

aumentar las preocupaciones, desde 2010 el uso de deuda para gasto corriente ha

entrado en juego, con lo que se expande el consumo y se desfavorece la producción.

- En el intento de conjurar la crisis, se distribuyen culpas y se apela a las viejas

prácticas: devaluación como mecanismo expedito para obtener fondos fiscales, emisión

de deuda interna, un novedoso esquema de financiamiento con el fondo chino y

liquidación de una porción de las reservas internacionales, para expandir el gasto público,

en especial el llamado gasto social, bandera fundamental de la política pública bolivariana.

- En conexión con lo anterior, han surgido situaciones increíbles. La deuda interna se

ha erigido negocio fabuloso para el fisco. Al cancelar pasivos emitidos en moneda nacional

luego de la devaluación, se está entregando la mitad de los dólares comprometidos en la

operación. Ejemplo, un préstamo por 2150 Bs. contratado en 2006, (en dólares y a

cambio oficial eran 1000 dólares ese año, cuando 1$ = 2,15 Bs.); al momento de cancelar,

en 2010, sin contar los intereses, se están cediendo apenas 500 dólares, puesto que el 1$

= 4,30 Bs. provocando la descapitalización del sistema financiero. Se deja a la libre

imaginación del lector conjeturar lo que pasará si el precio del dólar llega a 50 Bs., que se

presume está por establecerse, a finales de 2014, o en futuro próximo.

La salida de capitales y la crisis económica del 2013-2014

En esta sección se sostiene la tesis que la crisis económica en curso es generada

una política cambiaria perversa, que favoreció la privatización de la renta petrolera, la

exportación de capitales usando mecanismos legales tortuosos, poco transparentes. No

hay dólares, para hacer frente a las importaciones que abastezcan el mercado nacional, en

condiciones de estancamiento de la producción doméstica. De ahí las colas para comprar.

La pregunta de rigor es ¿por qué no hay dólares, en la potencia energética mundial? A

responder esta inquietud se dedica el resto del documento.

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Cuadro N° 7 La salida de capitales en Venezuela, período 2006-2013 Posición de Inversión Internacional (Saldos al cierre del período) mm$ US

Años 2003 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

Acum. Activo 88328 145566 174443 206850 218377 232557 275735 291866 292447

Variación posición 23257 28877 32407 11527 14180 43178 16131 581

Acum. Sector Público 38999 73.585 84.084 104.194 97.883 96.681 124.450 131.587 125.589

Salidas Sector Público 9656 16501 10499 20.110 -6311 -1202 27769 7137 -5998

Acum. Sector Privado 49329 71.981 90.359 102.656 120.494 135.876 151.285 160.279 166.858

Salidas Sector privado 3159 6756

18378 22596 17838 15382 15409 8994 6579

Fuente: BCV (2013). BCV Cuadro 2_4_2 (2). Cálculos propios Salida de Capitales: Variación de Posición de Inversión Internacional Variación de posición = saldo sector público + saldo del sector privado Nota: Datos de 2013, sólo hasta Trimestre III.

Como se sabe, el control de cambio, se mantuvo en medio de abundancia de

dólares, lo que revela la existencia de objetivos políticos no declarados pero de fácil

conjetura: restringir las divisas a ciertos sectores, y favorecer a otros. Anótese de nuevo

que tal control no logró abatir la inflación ni detuvo la fuga de divisas. Propició por el

contrario, la salida (ahorro externo) de 204 mil millones de $USA, desglosados en 113

millardos sector privado y 86 millardos sector público, acumulados entre 2003 y 2013, ver

Cuadro N° 7. Debido a la relevancia del tema, para explicar la génesis y el desarrollo de la

crisis en curso, se sugiere consultar en la web dos explicaciones contrapuestas:

http://www.aporrea.org/tiburon/a178809.html y también “La salida de capitales en

Venezuela” http://prodavinci.com/2011/05/17.

El Cuadro N° 7 acopia las gigantescas cifras de salidas de capitales “registradas

oficialmente” y su acumulado desde que se puso en vigor el control de cambios, en 2003.

Todos los años hay salidas importantes, estimuladas o patrocinadas por el Ejecutivo

Nacional, bajo diversas modalidades: acciones de la CANTV, Notas Estructuradas, SITME,

SICAD, ya comentadas. Sobresalen por su cuantía la salida de capitales acaecida durante

2007-2008, en la cual el sector privado, luego del anuncio del Socialismo del siglo XXI,

procedió a migrar 18.378 y 22.596 mm $USA respectivamente. Y la migración de 27.769

mm $USA por parte del sector público en 2011, sobre lo cual no hay explicación alguna.

La “fuga”, es tan fabulosa que durante 2011 asciende a 43.178 millones de dólares. Y,

según cifras del BCV, en el período bolivariano han salido del país (acumulado) 242.396

millones de dólares. Para tener una idea de la magnitud estrambótica de esta cifra,

compárese con las ganancias, antes de aportes y contribuciones al Desarrollo social e

Impuesto sobre la Renta de PDVSA, obtenidas en el año 2010 que ascendieron a 35.229

mm $ USA. Es decir, 7 veces las ganancias de PDVSA en 2010.

Conviene precisar que no fue que el sector privado,-la burguesía parasitaria en el

lenguaje oficial-, sacó sus reales del país a escondidas. Se trata, muy por el contrario, que

institucionalmente, a pleno sol, se diseñaron mecanismos “puentes”, para que tal práctica

tuviera lugar. Participaron tanto el sector privado como público. En esta segunda vertiente

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cabe incluir recursos del FONDEN, Fondo Chino, BIV, BANDES, dólares que se depositan a

favor del Ejecutivo en cuentas en el extranjero. No confundir con los más de US$ 20.000

millones en importaciones ficticias, que en 2013 habían ingresado al país por sus distintas

aduanas, reportadas por el exministro Giordani. Esto es otra cosa, que no se está en

condiciones de comprobar ni documentar, aunque el daño ocasionado es superior al del

paro petrolero 2002-2003. En verdad, la persecución a raspa cupos, empresas de maletín

y sobrefacturación de las importaciones, es una estratagema para hacer recaer sobre los

ciudadanos la responsabilidad de la crisis. Una pequeña trocha del desaguadero mayor.

Erróneamente se dice que la economía venezolana tiene una ninfomanía por los

dólares. El término apropiado para describir la situación patológica es adicción a la renta,

en el sentido que depende del consumo previo y cada vez requiere mayores dosis para

lograr los mismos efectos. Patología se extiende sobre la parte sana de la economía,

debido a la existencia de un requisito contraproducente exigido para acceder a dólares

preferenciales: certificado de no producción nacional. Obviamente, los empresarios, de

maletín o verdaderos, siguen la corriente. Frenan la producción interna para obtener

dólares, que permitan ganancias extraordinarias y puedan ser llevados al exterior.

La escasez de dólares se hace patente porque la gallina de los huevos de oro,

PDVSA, cada vez pone menos. Aunado a que el Ejecutivo, mediante decretos y

manipulaciones contables obliga a PDVSA y al BCV a entregarle dólares que de otro modo

estarían disponibles como parte de reservas internacionales. A la subestimación del precio

del barril en el presupuesto como mecanismo para desviar recursos hacia los fondos

paralelos, ya comentada, hay que agregar la Ley que Crea la Contribución Especial por

Precios Extraordinarios y Precios Exorbitantes en el Mercado Internacional de

Hidrocarburos, (aprobada en 2008 y reformada en 2011) que puso un tope a las reservas

internacionales. De acuerdo a lo dispuesto, si el precio supera los 70 dólares, el

remanente se traslada casi en su totalidad al FONDEN. De modo que, si la economía

crecía y con ello los requerimientos de divisas, estaba previsiblemente sentenciada a

deficiencias en el suministro por el tope establecido. Pero además, y ese es el punto

neurálgico, las divisas que una vez llegaron al país, se fueron sin boleto de regreso.

Los capitales que se van, no retornan, “ni que estuvieran locos los agentes

económicos”, sostiene Urbaneja (2013). Varias son las razones. Las tasas de interés

negativas (por debajo de la inflación), convierten el ahorro interno en una penalización.

Para proteger el patrimonio de la inflación y la devaluación, y de eventuales

expropiaciones, la alternativa adecuada para cualquier agente económico es la posesión

de activos financieros en el extranjero. Cosa que todo el mundo hizo y desea hacer para

no descapitalizarse. Para las firmas que permanecen en el país, las importaciones de

bienes o de insumos se hacen con dólares de CADIVI o CENCOEX, que se solicitan al

gobierno a tasas preferenciales. Nadie es tan tonto para usar sus dólares. Cierto es que se

han dispuesto medidas en procura de retorno de los capitales, tales como apertura de

cuentas en dólares en el país. Pero no es atractivo, todos esperan mejor ocasión ante

inminentes rumores de devaluación o piensan que allá el dinero está más seguro. Nadie

gasta los suyos, ni los trae para venderlos en el mercado negro, por lo tanto recrudece la

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escasez. Y prosigue la salida de capitales, por la brecha entre el valor de mercado y la tipo

oficial sobrevaluado.

El uso y destino del ingreso petrolero, -valga decir, la política cambiaria y la política

distributiva- constituye el núcleo de la problemática económica en Venezuela 2014. Sus

aristas fiscales, monetarias, petroleras e ideológicas (el socialismo y el control de cambio),

hacen prácticamente imposible la solución del problema. Por el lado de la producción, en

catorce años, no se ha logrado la anhelada diversificación, somos cada vez más

dependientes del ingreso petrolero (96% de las divisas). Un gasto público en expansión

con inflación persistente, obliga, cada cierto tiempo, a nuevos arreglos cambiarios para

eliminar la brecha entre el dólar paralelo y la paridad oficial. Entrando al carnaval, febrero

2013, durante el ejercicio interino de la presidencia por Nicolás Maduro, se decreta una

devaluación del 45%, con lo cual el gobierno obtuvo 80.000 millones de Bs. F. en ingresos

adicionales. Cierra el SITME, se transforma en SICAD, como mecanismo alternativo para

adquisición de divisas con resultados precarios. Luego advino el SICAD 2, cuya efectividad

está en cuestión. Sin que pueda decirse que ha mejorado el panorama económico.

Desde hace varios meses, Venezuela ha estado inmersa en un proceso de revisión

completa de su sistema cambiario, una reforma que muy probablemente se destacará

como trascendental. Se anunció un sistema con una tasa de cambio única. El sistema

actual cuenta con cuatro tasas de cambio: la tasa oficial de Bs 6,30 por dólar; la tasa

Sicad 1, de 10,6; Sicad 2, actualmente en 49,97; y la tasa paralela o de mercado negro,

que de momento se ubica en 80 Bs F. Las devaluaciones proporcionan más bolívares, pero

no resuelven el problema de la escasez de dólares.

Recientemente se ha conseguido nuevos préstamos con Rusia y con China, para

destrabar el mercado y resolver el problema del desabastecimiento, pero ante el tamaño

de las deudas del gobierno, tales aportes lucen insuficientes. Es por eso que toma fuerza

la hipótesis de la venta de activos (privatización) de la nación, caso CITGO, filial de PDVSA

en Estados Unidos y también se menciona como paso probable la entrega de lotes

importantes de la Faja del Orinoco a las transnacionales, en procura de dólares que

permitan estabilizar la economía y relanzar el modelo productivo, sin necesidad de

abandonar el legado socialista.

El presidente Maduro menciona una reforma tributaria (¿?), y una revolución en la

revolución, para incrementar los ingresos públicos y convertirse en un gobierno eficiente

con transparencia. Se comenta el aumento de la gasolina, la electricidad y otros servicios,

pero no hay certeza de que ello ocurra. La inacción caracteriza el momento.

A mediados de 2014 la economía venezolana exhibe enormes desarreglos: escasez

de divisas y desabastecimiento, ingreso petrolero en declive, estancamiento y recesión.

Curiosamente, en plena bonanza petrolera, se endeuda la nación peligrosamente, y

parece acercarse al cierre de las líneas de crédito internacional, mientras la inflación

erosiona el poder adquisitivo. Aunque todavía hay voceros oficiales que sostienen que lo

importante es que el gasto social se mantenga, que lo demás son cuentos de los

economistas burgueses.

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Como sea, la producción petrolera, es decir el tanque de las divisas, está en declive

o estancado, ello crea enormes dificultades. No se vislumbra en el horizonte cercano

aumento de precios del barril, ni hay razones para suponer que el mercado internacional

pueda absorber más crudo, en el caso que se tuvieran los recursos para aumentar la

producción. Aparece de nuevo el reto de sembrar el petróleo.

CONCLUSIONES

Los argumentos elaborados en páginas precedentes parecen tener peso suficiente

para respaldar las siguientes afirmaciones:

LA ALTERNANCIA DE PERIODOS DE RECESIÓN Y EXPANSIÓN REGISTRADAS EN

EL PERIODO EN ESTUDIO, SE FUNDAMENTA EN EL VAIVEN DE LA RENTA PETROLERA.

SIN QUE LA POLITICA ECONÓMICA PUEDA CONTRARRESTAR LOS EFECTOS DEL CICLO.

CORRELATIVAMENTE, EN ÉPOCA DE BONZANZA SE IGNORA, SE RELEGA O SE

DESECHA LA POLITICA ECONOMICA INSTRUMENTAL. CUANDO CESA LA BONANZA, NO

QUEDA MÁS REMEDIO QUE VOLVER A LAS MEDIDAS CLASICAS PARA CONJURAR LA

CRISIS Y RESTAURAR LOS EQUILIBRIOS PERDIDOS. TAL ES EL CASO DE LA ACTUAL

ENCRUCIJADA QUE ATRAVIESA LA ECONOMIA VENEZOLANA. CIRCUNSTANCIA QUE NO

DEBE EXTRAÑAR; AL FIN Y AL CABO LA ECONOMÍA ES LA CIENCIA DE LA ESCASEZ.

La PEB propuso como objetivo supremo: repartir la renta petrolera de manera

discrecional, clientelar, para asegurarse la permanencia en el poder y erradicar la pobreza.

El gobierno bolivariano, ha hecho indisociables las actividades de proselitismo político y la

gestión económica. El llamado modelo de reparto popular de la renta entra en crisis

porque produce efectos indeseados, alcanza objetivos contrarios a los que se traza. A

título de ejemplo: pretendía seguridad y soberanía alimentaria, recogidas en la consiga de

promoción del Desarrollo Endógeno, y se logra ostensiblemente escasez, desabaste-

cimiento y dependencia de las importaciones. Estableció severos controles de precios y

acentuó las regulaciones para desembocar en la inflación más alta del mundo.

Una política cambiaria irresponsable provocó una dependencia aberrante de las

importaciones y estimuló la salida de capitales, hasta aterrizar en una escasez de divisas

que se traduce en desabastecimiento. Sin considerar el negocio de los dólares en el

mercado negro y las corruptelas y fraudes asociado al sistema de administración de

divisas. Tratando de recuperar los equilibrios perdidos, ha emprendido la peligrosa carrera

del endeudamiento masivo. Con el agravante que están retrocediendo los precios y los

volúmenes exportados en los últimos dos años. Quizás el mayor error estuvo en suponer

que los precios petroleros no cesarían de crecer.

El país continúa expuesto a una circunstancia que la política económica interna no

puede controlar: el azaroso destino del mercado petrolero mundial. Es muy poco lo que

las autoridades económicas nacionales pueden hacer para que el precio de los

combustibles suba. Claro, hasta que no se construya una sociedad cuyo principal sustento

sea el trabajo productivo. Pero esa es una materia pendiente.

La escasez de dólares en la llamada potencia energética mundial ha generado una

crisis de difícil solución.

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