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La Palabra hecha imagen Pinturas de Cristo en el Museo del Prado 1

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La Palabra hecha imagenPinturas de Cristo en el Museo del Prado

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JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD MADRID 2011

Itinerario organizado con motivo de la visita de

Benedicto XVI a Madrid.18-21 agosto de 2011

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CONOCER A CRISTO A TRAVÉS DE LA BELLEZA

A través de esta selección de pinturas, el itinerario pretende mostrar de forma visual algunas de las descripciones metafóricas con las que Cristo se

autodenomina, o que de Cristo se dan en los Evangelios (El Buen Pastor; La Luz del Mundo; Camino, verdad y vida; y también Agnus Dei o Salvatoris Mundi), de la

mano de grandes artistas que se esforzaron por convertir estas palabras en imágenes, dando lugar a una verdadera ‘teología visual’.

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ITINERARIO TEMÁTICO

El itinerario, compuesto por catorce obras, pone de relieve las escuelas pictóricas mejor representadas en el Museo del Prado; en primer lugar la escuela española

con autores como Velázquez, el Greco, Ribera, Zurbarán, Murillo, Juan de Juanes o el maestro románico autor de las pinturas murales de la iglesia de la Vera Cruz de

Maderuelo (Segovia).

Hay que sumar la escuela flamenca, representada aquí en la época de creación por Van der Weyden y en su madurez por Rubens. Imprescindible es también subrayar la presencia de la escuela italiana, con artistas como Fra Angelico, y dentro de ésta

especialmente la veneciana, con Sebastiano del Piombo, Tintoretto y Veronés.

La selección se completa con una pieza de singular relieve, El Descendimiento de Caravaggio, joya de los Museos Vaticanos, por primera vez en España gracias al programa ‘La obra invitada’, patrocinado por los Amigos del Museo del Prado.

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CELEBRACIÓN

Desde el 22 de julio al 18 de septiembre de 2011, Sala 4 del Museo del Prado,de 11:30 a 16:30 horas.

Visitas guiadas para el itinerario: Agosto, de martes a viernes, a las 11:30 y a las 16:30 horas

Durante la semana de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, del 16 al 21 de agosto, a las 10, a las 12 y a las 16:30 horas, previa reserva.

El acceso a las dos plantas principales será gratuito durante las noches del 16, 17 y 18 de agosto, de 20:30 a 24 horas.

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CUADROS QUE FORMAN PARTE DEL ITINERARIO

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LA ANUNCIACIÓN. Fra Angélico. Hacia 1426. Témpera.194 cm x 194 cm. Escuela italiana. Museo del Prado.

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Retablo pintado para el convento de Santo Domingo en Fiesole, cerca de Florencia. La tabla central muestra, bajo el pórtico, la Anunciación del Arcángel Gabriel a María y, a su izquierda, la

expulsión de Adán y Eva del Paraíso. La condenación y salvación del hombre. 8

DESCENDIMIENTO DE LA CRUZ. Roger van der Weyden. Hacia 1436. Óleo sobre tabla. 220 x 262 cm. Escuela flamenca. Es considerada su obra maestra. Museo del Prado. 9

La obra era un tríptico cuyas ventanas laterales han desaparecido. Fue encargado por la Cofradía de los Ballesteros de Lovaina para su capilla de Notre-Dame. Su inmenso prestigio, ya en su época, queda atestiguado por las numerosas copias que se hicieron de la obra (la más antigua data de 1443). En el siglo XVI la gobernadora de los Países Bajos, María de Hungría, adquirió la tabla para regalársela a su sobrino Felipe II. Se sabe que en 1574 ya estaba en el El Escorial.En las esquinas están representadas pequeñas ballestas.

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En el centro los dos protagonistas, Jesús y la Virgen, en una posición paralela que los une estéticamente en un mismo símbolo del dolor, el de la muerte del hijo ante su madre. 11

El cuerpo de Cristo sostenido por José de Arimatea y Nicodemo, se desliza hacia la derecha en una larga y sutil diagonal, mientras que el peso de los brazos y de la cabeza, que cae sin vida, dominan la parte central de la escena. Este movimiento es el mismo, aunque de otro modo, que el de la Virgen desvaneciéndose. En el centro los dos protagonistas, Jesús y la Virgen, en una posición paralela que los une estéticamente en un

mismo símbolo del dolor, el de la muerte del hijo ante su madre. 12

Detalle de María de Cleofás, San Juan Evangelista y María Salomé. Todos ellos llevan hermosos ropajes, cuyas texturas permiten diferenciar terciopelos, sedas, damasquinados, etc. Es también una característica

propia del arte flamenco el resaltar la calidad de los materiales que aparecen. 13

La túnica en azul de ultramar, indica el alto precio que tenía el cuadro. El pigmento se obtenía del

lapislázuli importado de Afganistán.

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La Virgen María es representada sufriendo un desfallecimiento y

doblándose. La sostiene San Juan con la ayuda de una santa. Sus cuerpos dibujan otra diagonal

paralela a la de Cristo. Los brazos y las manos de madre e hijo están

a punto de tocarse repitiendo también postura.

Las figuras recrean un grupo escultórico y resaltan sobre el

fondo liso ayudando al efecto de profundidad.

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Detalle de las lágrimas de la santa mujer llorando.

Las figuras están demasiado apretadas. Se sirve de este espacio extremadamente comprimido para aumentar el dolor y la angustia experimentados por las figuras entrelazadas en sus retorcidas posturas.

Roger van der Weyden encaja a las figuras en un espacio apaisado, en forma de urna. El fondo es liso, de oro, elemento típicamente gótico; de este modo, las figuras parecen esculturas policromadas.

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Detalle de María Magdalena. Es la figura más lograda de todo el cuadro en cuanto a la expresión del dolor. Van der Weyden ha representado a María Magdalena con un cinturón que simboliza la virginidad y la

pureza. Este cinturón se encuentra alineado con los pies de Cristo y la cabeza de la Virgen, y en él aparece una inscripción que hace referencia a ambos: IHESVS MARIA.

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La cabeza del sirviente está parcialmente escondida tras la

cruz, pero extiende su brazo derecho para sostener los clavos que acaba de extraer del cuerpo

de Cristo.

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La calavera que, según la tradición, pertenece a Adán, está junto a la mano de la Virgen. Pretende resaltar el propósito del sacrificio de Cristo: redimir el pecado original cometido por Adán y Eva.19

LA ÚLTIMA CENA. Juan de Juanes. 1550. Óleo sobre tabla. 116 x 190 cm. Museo del Prado. 20

Sobre la mesa, delante de la figura de Cristo, aparece el Santo Cáliz que se conserva en la Catedral de Valencia, regalado en 1424 por Alfonso V. La jarra y la

jofaina del primer término aluden al Lavatorio de los pies, previo a la Cena.

Todos los Apóstoles llevan nimbo con su nombre excepto Judas Iscariote, aunque su nombre aparece en el banco que ocupa. Tiene la barba y el cabello rojos, según

la tradición, viste de amarillo -color simbólico de la envidia-, y oculta a sus compañeros la bolsa del dinero.

Es un cuadro inspirado en la Última Cena de Leonardo da Vinci tanto por la composición como por la dulzura de los colores y los rostros.

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Sorprende en la escena la consecución de la perspectiva aérea (por primera vez en la pintura española); se trata de la sabia representación del aire que puede apreciarse bajo el mantel de la mesa. Posteriormente,

100 años después, la consagraría Velázquez en Las Meninas. 22

Detalle.

Esta tabla procede de la iglesia de San Esteban de Valencia, de la cual se trasladó

en 1818 al Museo del Prado.

Es una de las más conocidas del pintor valenciano que como la mayoría de sus

pinturas son de tema religioso.

En este lienzo Juan de Juanes demuestra su gran maestría en el uso de los distintos

colores.

Transmite una paz espiritual, una calma, una sensación de placidez absoluta en las

figuras representadas.

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EL PANTOCRÁTOR SOSTENIDO POR CUATRO ÁNGELES.

Pintura mural de la Iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo trasladada a lienzo. Anónimo.

249 x 327 cm. Siglo XII. Madrid. Museo Nacional del Prado.

El conjunto de las pinturas murales de la iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia) fue trasladado a

lienzo en 1947 y reconstruido en el Museo del Prado lo más fielmente posible a su disposición original. Los

muros de la capilla están decorados con figuras de ángeles, apóstoles y escenas evangélicas, y los

testeros presentan dos temas bíblicos.

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Bóveda, centro: El Pantocrátor sostenido por cuatro ángeles; lateral izquierdo: La Anunciación, Ángel

turiferario, San Mateo y San Lucas.

Las figuras representadas, típicamente románicas, no tienen volumen ni profundidad y están delimitadas

por unos simples contornos que dividen los espacios correspondientes. El estilo del artista ha sido siempre

considerado muy próximo al Maestro de Tahull.

La Anunciación y ángel turiferario

Los evangelistas San Mateo y San LucasPantocrátor

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Creación de Adán y el Pecado Original

Cordero de Dios

Medios puntos: Caín y Abel presentan ofrendas al Cordero inserto en la Cruz, La creación de Adán y El Pecado Original.

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La Magdalena La Adoración de un Rey Mago.

Muro izquierdo: Seis Apóstoles, La Magdalena unge los pies del Señor, Adoración de un Mago a la Virgen con el Niño.

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Dos ángeles y un santo obispo.

El evangelista San Marcos y un ángel

Lateral derecho: San Marcos, Ángel con rollo, ¿San Juan Evangelista?, Ángel turiferario,

Ángel con libro y Santo obispo.

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EL DESCENSO DE CRISTO A LOS INFIERNOS. Sebastiano del Piombo. 1516.

Óleo sobre lienzo, 226 x 114 cm.Museo del Prado.

Formaba parte de uno de los laterales de un retablo en forma de tríptico, hoy fragmentado.

La fuente literaria de este tema no pertenece a los Evangelios canónicos; en cambio sí aparece esta leyenda

en los Evangelios apócrifos de Nicodemo, donde la Bajada al Infierno de los Justos ocurre antes de la Resurrección.

Este lienzo destaca por el tratamiento de la iluminación: por una parte, en la tonalidad clara del manto de Cristo que irradia luz mientras el blanco de la tela está tratado

con sombras coloreadas y, por otra parte, la contraposición que existe entre esta figura luminosa y el ambiente

sombrío con el que el pintor se adelanta a su tiempo y preludia la estética caravaggiesca.

La obra fue restaurada por el taller de Restauración del Museo del Prado en el año 1994.

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LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS. Pedro Pablo Rubens. 1609-1628. Óleo sobre lienzo, 346 x 488 cm. Museo Nacional del Prado. 30

Detalle. La Adoración de los Magos es una de las mayores obras que guarda el Museo del Prado. En la parte inicial de la Adoración, en la izquierda, se aprecia la influencia veneciana. El Niño es el foco del que parte la

luz, iluminando los rostros de los Reyes Magos y sus correspondientes pajes. La riqueza de las telas, la variedad del color y la cantidad de figuras existentes sorprende al espectador.

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Detalle. Porteadores.

Sin embargo, en la zona añadida en 1628 existe un evidente homenaje a Miguel Ángel en las figuras de los porteadores y de los jinetes sobre sus caballos. En esta zona todo es escorzo y movimiento, que contrasta con la serenidad de la zona inicial. Las masas musculosas y en tensión son muy significativas del impacto que produjo en el maestro la contemplación de la Capilla Sixtina de Roma.

La zona superior, con los angelitos que van hacia el Niño, también es un añadido del año 1628.

La atmósfera que ha obtenido con el juego de luces procedente de las antorchas, la riqueza de los paños de brillante colorido y la postura de las figuras, hacen de esta escena una clara representación de las Adoraciones del Barroco.

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EL BUEN PASTOR.

Bartolomé Esteban Murillo. Hacia 1660. Óleo sobre lienzo,

123 x 101,7 cm. Escuela Española. Museo del Prado.

Murillo es uno de los grandes pintores de temas infantiles, tanto por sus famosas escenas costumbristas

protagonizadas por niños como por sus representaciones religiosas.

En esta obra aparece el Niño Jesús en la parábola bíblica del buen pastor que

apacienta y cuida de sus ovejas.

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LA DISPUTA CON LOS DOCTORES EN EL TEMPLO. Pablo Veronés. Hacia 1560. Óleo sobre lienzo, 236 x 430 cm. Escuela Italiana. Museo Nacional del Prado.

Ilustra el último pasaje de la infancia de Cristo (Lucas 2, 41-50), cuando a los doce años fue llevado por sus padres a Jerusalén para celebrar la Pascua. María y José perdieron a su hijo, al que encontraron en el

Templo discutiendo con los doctores. 34

La superioridad teológica de Cristo se subraya mediante su ubicación en alto en el eje de la composición. Con sus manos hace un gesto, el llamado cómputo digital, de enumeración de los

argumentos esgrimidos ante la mirada de los doctores. Del auditorio sobresale un anciano barbado que seguramente sea el comitente. Viste hábito de caballero del Santo Sepulcro y sostiene un bordón de

peregrino, lo que permite suponer que acaso encargara la pintura para conmemorar una peregrinación a Tierra Santa.

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EL LAVATORIO. Tintoretto. Hacia 1547. Óleo sobre lienzo, 210 x 533 cm.

Presenta una visión atípica de la estancia, que más parece un escenario teatral, en el cual la escena principal, Cristo lavando los pies de sus Apóstoles, queda desplazada hacia la derecha, dejando una

magnífica perspectiva al fondo. A la izquierda aparece otro apóstol que se está desatando el calzado, que se asemeja a las poderosas anatomías de Miguel Ángel. En el centro destaca un perro, y detrás los

apóstoles descalzándose o en diversas posturas y escorzos.

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Se representa aquí una escena del Evangelio de Juan, en la que se narra cómo, durante la Última Cena, Jesús se levantó de la mesa quitándose el manto y se ató una toalla a la cintura. Después de echar agua en un recipiente, se puso a lavar los pies a sus discípulos. Simón Pedro pretendió negarse, pero al insistir

Jesús que, de otro modo, no podría tener parte con él, accedió a que le lavase los pies, e incluso las manos y la cabeza.

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CRISTO CRUCIFICADO. Diego Velázquez. Hacia 1631-32.

Óleo sobre lienzo, 248 x 169 cm.

El cuadro infunde serenidad, incluso allí donde brotan las gotas de sangre, escasas. Los pies apoyados en una repisa o ménsula sujetados por dos clavos como recomendaba su suegro Pacheco.El paño de pureza, bastante pequeño, sin derroches de vuelos como era costumbre en el barroco. Así puede mostrar el cuerpo desnudo al máximo posible.

La luz procede de un punto superior en el lado izquierdo, como en Caravaggio, pero sin que las sombras se destaquen, y de este modo hacer un marcado contraste entre el fondo negro y los tonos claros de la piel.

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Pero el punto culminante de este cuadro, la zona donde se concentra todo el dramatismo de la escena, es la cabeza rendida, con el cabello suelto en su lado derecho por debajo de la corona de espinas, con una pincelada suelta y fogosa. El letrero de arriba dice: “Jesús el Nazareno, rey de los judíos” en hebreo, griego y latín, en lugar de lo común en estos casos: INRI.

Existe una leyenda, seguramente falsa, según la cual al impacientarse el artista porque no le gustaba como estaba quedando el rostro, en un ataque de furia tiró los pinceles al lienzo, obteniendo una mancha que dio origen a la melena que cubre el rostro.

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Una de las habladurías que se difundió por el Madrid de entonces fue que el cuadro llegó al convento de las monjas de San Plácido por una donación hecha por el rey Felipe IV, como arrepentimiento por haberse enamorado de una monja de dicho convento.

Otra leyenda asegura que fue el Protonotario Mayor de Aragón, don Jerónimo de Villanueva quien hizo la donación, a raíz de un asunto turbio relacionado con el tema del diablo que había tenido lugar en el convento; en este asunto tuvo que tomar decisiones la Inquisición.

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AGNUS DEI. Francisco de Zurbarán. 1635-1640. Óleo sobre lienzo, 38 x 62 cm. Museo del Prado. Imagen de devoción, muy difundida en la España del siglo XVII, que representa un Agnus Dei, el

“Cordero de Dios” que alude al sacrificio de Cristo muriendo para salvar a la humanidad. 41

Destaca la sencillez de la composición formada

exclusivamente por la imagen del joven animal con las patas

atadas y apoyado sobre un alféizar fuertemente

iluminado por un único foco de luz.

Zurbarán realizó seis versiones de este tema, con pequeñas variantes

iconográficas, lo que indica que tuvo un relativo éxito entre la clientela privada.

Ésta es la versión de mayor calidad y corresponde a su etapa de madurez artística.

La obra fue adquirida por el Estado español en 1986.

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LA TRINIDAD. José de Ribera. Hacia 1635.Óleo sobre lienzo, 226 x 181 cm. Escuela

Española. Museo del Prado.

La Trinidad muestra la seguridad de Ribera en sus posibilidades pictóricas, en el que el dramatismo de la escena

queda subrayado por el uso de la luz y la suntuosidad cromática. Contrasta el

azulado cuerpo muerto de Cristo, extremadamente naturalista y surcado por la sangre que corre hasta manchar el paño de pureza y el sudario, con el

hieratismo de Dios Padre, que nos muestra a su Hijo muerto

acompañado de la paloma del Espíritu Santo. El mensaje de esta obra es la

muerte y el sufrimiento de Cristo por la Humanidad.

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LA RESURRECCIÓN. El Greco. 1597-1600. Óleo sobre lienzo. 274 x 127 cm. Escuela Española. Museo del Prado.

Cristo porta una banderola, símbolo del triunfo sobre la muerte, el manto púrpura -color litúrgico del sacrificio y del martirio- y el nimbo romboidal de tradición bizantina. La composición se ajusta a la tradición difundida tras el Concilio de Trento, en la que algunos de los soldados que rodean la tumba de Cristo aparecen despiertos, destacando sus acentuados escorzos.

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EL DESCENDIMIENTO. Michelangelo Merisi da Caravaggio.

1602-1604. Óleo sobre lienzo, 306 x 214 cm. Ciudad del Vaticano, Museos Vaticanos.

El artista dispuso las figuras conforme a un esquema compacto, cortado por una línea diagonal que cruza la tela de un extremo a otro. Nicodemo, que vuelve su cara al espectador, y san Juan Evangelista, que ocupa el lugar habitual de Juan de Arimatea, depositan el cuerpo de Cristo en la losa para ser lavado, ungido y perfumado.

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Una alusión al propio Cristo como piedra angular y fundamento de la Iglesia, que se ve reforzada por el contacto de la mano con la piedra.

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Detalles

Detrás la Virgen, con actitud serena, recoge en sus brazos al conjunto; y detrás, María Magdalena seca sus lágrimas con un paño blanco y María de Cleofás, desolada, alza sus brazos al cielo, completando el mosaico de emociones en torno al dolor que se representan magistralmente en la tela.

Esta obra formó parte de la gran exposición que le dedicó la Galería del Quirinale de Roma a Caravaggio en 2010, con motivo del 400 aniversario de su muerte.

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Realización: Emilio Fernández [email protected]

La presentación “La Palabra hecha imagen. Pinturas de Cristo en el Museo del Prado”tiene únicamente una finalidad cultural que es la de dar a conocer el Itinerario organizado

en el mencionado Museo con motivo de la visita de Benedicto XVI a Madrid.

DOCUMENTACIÓN E IMÁGENES: Todos los comentarios y elementos gráficos proceden de internet.MÚSICA: “La Pasión según san Mateo”. J.S. Bach.

http://www.slideshare.net/efeferna

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Pinturas de Cristo en el Museo del Prado

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