la nueva capital

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    ELVA ROULET

    LA NUEVA CAPITAL

    1987

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    Agradezco la valiosa colaboracin de:

    SAENZ QUESADA, Mara, por la investigacinbibliogrfica y las referencias documentarlas;

    CORTI, Angela, por la lectura y correccin del manuscrito;

    QUINTERO, Carlos Daniel, por la fotografa;

    CALLEJA, Mara Teresa, por la diagramacin.

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    INDICE

    INTRODUCCION........................................................................................................................................5PRIMERA PARTE: BUENOS AIRES.................................................... ................................................... 7

    CAPITULO I............................................................................................................................................8EL DEBATE CAPITALINO HASTA 1880 ........................................................ ................................ 8LA EPOCA COLONIAL ........................................................ ........................................................... ..8LA CUESTIN CAPITAL DE LA REPBLICA.............................................................................10EL VETO PRESIDENCIAL................................................... ........................................................... 15

    CAPITULO II.........................................................................................................................................21EL COMPORTAMIENTO DE BUENOS AIRES COMO CAPITAL FEDERAL HASTA 1986 ....21PROYECTOS REFORMISTAS ....................................................... ................................................. 24EL GRAN BUENOS AIRES ............................................................ ................................................. 29HACIA EL TRASLADO DE LA CAPITAL.....................................................................................33

    SEGUNDA PARTE CARMEN DE PATAGONES VIEDMA.................................................... ..........39CAPTULO 1 - EL SITIO.....................................................................................................................40CAPTULO 2 - DOS SIGLOS DE HISTORIA....................................................................................41

    EL FUERTE DEL RIO NEGRO........................................................................................................43LA GESTA DE PATAGONES..........................................................................................................48DOS NATURALISTAS EN PATAGONES......................................................................................49LUIS PIEDRA BUENA.....................................................................................................................54LA PRIMERA CAPITAL DE LA PATAGONIA ..................................................... ........................ 56EL ULTIMO CONFIN DE BUENOS AIRES .................................................. ................................. 58PROGRESOS Y ESTANCAMIENTO ....................................................... ....................................... 60

    EPILOGO...................................................................................................................................................64

    ANEXO DOCUMENTACION..................................................................................................................65ANEXO I................................................................................................................................................66

    EL MENSAJE PRESIDENCIAL.......................................................................................................66II EL MENSAJE DEL PRESIDENTE DE LA NACIN, PRONUNCIADO EN VIEDMA............74LEY 2.086 ........................................................... ........................................................... .................... 84LEY 10.454 ......................................................... ........................................................... .................... 85LEY 23.512 ......................................................... ........................................................... .................... 87

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    INTRODUCCION

    En abril de 1987, siendo Vice Gobernadora de la provincia de Buenos Aires y en

    mi carcter de Presidente del Senado, realic desde all la publicacin de este estudiosobre la nueva capital como una contribucin al anlisis de la importante propuesta delPresidente de la Nacin.

    En realidad este ensayo poda haberse llamado la cuestin de la Capital Argenti-na, pues el tema constituye un problema que campea a lo largo de toda nuestra historia,y que todava espera hacer el recorrido de ese ltimo tramo que nos permita superar lasdistorsiones graves que caus al pas. El debate an est abierto y los numerososantecedentes y fundamentos de esta iniciativa necesitan una amplia difusin paracomprender la necesidad y la importancia de no seguir postergando nuestros problemas,vencer la inercia y los prejuicios para poder disear el futuro posible y deseable para elconjunto social.

    Habindose agotado esa edicin, el Comit Editorial de la Fundacin Jorge Este-ban Rouletme ha propuesto la realizacin de una nueva para nuestro fondo editorial, loque acepto y agradezco por comprender su utilidad. Y continuando con las reflexionesprecedentes parece adecuado transcribir aqu la introduccin de esa primera edicin.

    Concientes de que este tema es fundamental para el futuro ordenamiento territorialde nuestra Repblica, comprendemos tambin que es imprescindible recorrer las raceshistricas de la propuesta hecha por el actual Gobierno de la Nacin.

    Como decamos en ocasin de presentar, hace poco ms de un ao, una nuevaedicin del discurso de Leandro Alem sobre la capitalizacin de Buenos Aires, nosenriquecemos escuchando nuestro pasado, no para repetirlo, sino para liberarnos deantiguos condicionamientos y extraer enseanzas de los errores cometidos y de losaciertos alcanzados.

    Es difcil escapar, durante el actual debate, a la influencia azarosa de situacionesmeramente coyunturales.

    La inmediatez de algunos problemas que hoy afrontamos, importantes y crticoscomo son, no puede ni debe interrumpir o quebrar el camino que nos lleve a entrar alsiglo XXI bajo un signo de pujanza y fe en nuestro destino.

    El objeto de esta publicacin es, aunque modestamente, reforzar el vnculo hist-rico que une nuestro pasado a ese futuro que vislumbramos y ambicionamos.

    El traslado que se propone no significa el abandono ni el desconocimiento del va-lioso e irremplazable papel que la ciudad de Buenos Aires jug en nuestro nacimiento y

    organizacin como Estado libre e independiente. Por otro lado el nuevo lugar elegidopara asentar nuestra Capital no carece de una historia y tradicin que, por su carcterpionero, fronterizo y audaz, sirve para augurar xito al desafo que nos imponemoscomo pueblo.

    Se ha dicho muchas veces que la Capital no es el pas, ni que el pas es la Capital.Verdades restringidas ambas pues lo cierto es que en la historia de la humanidad y en lade los Estados, los smbolos nunca han podido estar muy alejados de las realidades.

    Nuestro Buenos Aires ha sido un smbolo, tanto d nuestras grandezas como denuestras debilidades. En su momento despert nuestras pasiones -graves y profundascomo las de la epopeya de mayo, humorsticas y agudas como las de las luchasestudiantiles de Juvenilla-. Fue polo de atraccin, a veces unificante de voluntades

    populares, a veces deformante de nuestro orden territorial natural.Ese papel y ese smbolo jams se perdern si mantenemos su reconocimiento

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    dentro de los lmites de la razn.Hoy queremos, sin olvidar nuestro pasado, darle la cara a una nueva Argentina

    que, sobrepuesta de sus tragedias y sinsabores, con la alegra de un pueblo an joven yla temeridad de un pas nacido en la lucha, se lance a la aventura de construir unaNacin que responda cabalmente al sueo de nuestros antepasados y a la esperanza de

    nuestros hijos. Que recobre para s las tierras y los mares olvidados y redescubra esaArgentina escondida que yace dentro de todos y cada uno de nosotros.Hemos dividido esta publicacin en dos partes. No antitticas ni polmicas, sino

    meramente descriptivas. En la primera desarrollamos someramente una semblanzahistrica de los orgenes del comportamiento, por cierto no lineal, de la ciudad deBuenos Aires desde sus inicios hasta el presente. Esencialmente narrativa incluye, por lamisma fuerza de los hechos, un principio de valoracin crtica. Gran parte del materialcontenido en esta primera parte fue puesto a disposicin, por la Presidencia delHonorable Senado de la Provincia, de los legisladores nacionales durante el debate conque el Congreso Nacional trat la Ley de Traslado de la Capital -nos alegra que suutilidad nos haya sido reconocida-.

    En la segunda creemos presentar uno de los primeros compendios de la historia,muchas veces indita, de las ciudades de Carmen de Patagones y de Viedma, ciudadeshermanas que fueron una sola en su primer siglo de vida y cuyas tradiciones y gestas seentrelazan continuamente a lo largo del tiempo y que hoy se aprestan a ser la cuna, elreceptculo inicial de la nueva Capital. Otra vez en su trayectoria les toca ser avanzaday frontera. En esta oportunidad, no defensora sino de apertura. No fortn, sino arcosimblico de entrada a la Nueva Repblica.

    ELVA ROULET

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    PRIMERA PARTE:BUENOS AIRES

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    CAPITULO I

    EL DEBATE CAPITALINO HASTA 1880La ciudad de Buenos Aires marca gran parte de

    la historia de los aciertos, de las dificultades, de los

    xitos y de los errores, de quienes fueron construyendo

    la nacionalidad. Presidente Ral Alfonsn. Discurso

    de Viedma.

    El proyecto del traslado de la capital argentina desde su actual emplazamientojunto al ro de la Plata a las mrgenes del ro Negro procura corregir distorsiones queafectan a las regiones argentinas por causas polticas y econmicas. La hegemona de laciudad de Buenos Aires en el pas ha respondido a un esquema nacional y a unapercepcin del mundo que ha cumplido ms de dos siglos de antigedad y que almargen de las ventajas y desventajas que haya tenido en el pasado ya no responde a lasnecesidades de la Repblica.

    LA EPOCA COLONIAL

    Lo que hoy constituye el territorio de la Repblica Argentina estaba integrado en

    la poca colonial por tres grandes regiones: interior -que inclua todo el centro, noroestey Cuyo-, litoral fluvial y Patagonia.Durante los tres siglos de la dominacin espaola, la zona poltica y

    econmicamente relevante fue el interior y la cadena de ciudades que va de Jujuy ySalta a Tucumn, Santiago del Estero y Crdoba. La proximidad de estas ciudades conla rica ciudad minera de Potos explica el cuidado que la Corona puso en fundarlas y enprotegerlas. El Litoral en cambio, tena menos poblacin y menos productos que elinterior pero su importancia radicaba en que era la frontera con las posesiones portu-guesas del Brasil y cuidaba las espaldas del Potos. Dentro del vasto territorio litoraleo,el puerto de Buenos Aires adquiri importancia paulatinamente porque era el punto atravs del cual se realizaba el comercio ilegal que penetraba desde el Atlntico en el

    imperio colonial.Las pampas del sur y las mesetas patagnicas no haban sido an exploradas por

    el hombre blanco. Estaban habitadas por tribus nmades y ese gran territorio que elestado espaol no se hallaba en condiciones de poblar careca de inters econmico,pero tena en cambio alto valor estratgico. Este se pondra de relieve cuando ingleses yfranceses compitieron con los espaoles por aduearse de los pasos australesinterocenicos en la segunda mitad del siglo XVIII.

    En el transcurso de este siglo el esquema inicial impuesto por Espaa se modificcuando Buenos Aires intensific su influencia sobre el interior. Su engranaje comercial-escribe Guillermo Beato- fue sustrayendo de la rbita peruana a Tucumn y Paraguay yotro tanto aconteci con la zona de Cuyo, desprendida de Chile de quien dependa

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    polticamente1. En 1776 la ciudad de Garay fue designada cabeza del Virreinato del Rode la Plata, una creacin heterognea que inclua regiones tan dispares como el AltoPer (Bolivia), Asuncin del Paraguay, el actual interior argentino, el litoral, el actualUruguay, y la Patagonia. La decisin de Madrid fue un reconocimiento a la importanciadel comercio atlntico. As se desvaneci la pretensin de Lima de mantener su

    condicin privilegiada en el comercio colonial que por la va del mar de las Antillas ydel ocano Pacfico llegaba al sur del continente; en 1778 Buenos Aires figur en lanmina de puertos autorizados para comerciar con Espaa e Indias por el rey Carlos IIIy de este modo se abri una nueva etapa para la historia de las actuales regionesargentinas.

    A partir de 1780, Buenos Aires aumenta su importancia poltica, econmica ycultural. El desarrollo urbano que data de fines del siglo XVIII ha dejado rastros deimportancia en la arquitectura local: iglesias, cabildo, y algunas residencias privadasque reemplazaron a la frgil construccin de adobe de los tiempos en que era la mspobre ciudad. Sede virreinal, tuvo adems Aduana, Consulado y Real Audiencia, esdecir, los rganos de administracin de mayor jerarqua que albergaban las capitales del

    imperio.Este reconocimiento poltico fue acompaado por la valorizacin de la ganadera

    de la regin que fue factible gracias a la apertura del puerto al comercio regular.Pero ms all de esta explotacin incipiente de los recursos pampeanos, la

    prosperidad era consecuencia del papel de intermediario que cumpla el puerto deBuenos Aires entre la Pennsula y las economas europeas, y su zona de influenciaamericana.

    Los rasgos distintivos de la sociedad portea, formada en las prcticas delcontrabando ingenioso y atrevido, se fueron acentuando y definiendo en la primeradcada del siglo XIX, cuando los ecos de la cada del antiguo rgimen en Francia y de larivalidad entre el emperador Bonaparte y el Reino Unido de Gran Bretaa se hicieronsentir en el ro de la Plata bajo la forma de las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Estaoportunidad histrica puso de manifiesto el temple y la iniciativa de los habitantes deBuenos Aires que rechazaron la agresin extranjera y que en las jornadas de la Defensadieron ejemplo de participacin popular para derrotar al agresor. La Corona agradecieste comportamiento con el ttulo de Muy Noble y Muy Leal concedido a la ciudad deBuenos Aires.

    La importancia poltica y militar de la capital se extendi a todo el Virreinato. Supoblacin haba adoptado con rapidez decisiones tan graves como la de suplantar en elcabildo abierto del 14 de agosto de 1806 al virrey Sobremonte. Cuatro aos ms tardetambin Buenos Aires toma la decisin de reemplazar a la autoridad colonial por una

    Junta de Gobierno autnoma. En el cabildo abierto convocado para debatir lo ocurridoen Espaa y su repercusin en el ro de la Plata, se plante si el cabildo porteo tena ono derecho a definir cuestiones que afectaban a todo el Virreinato. El conocidoargumento con que Juan Jos Paso justific esta decisin fue que Buenos Aires actuabacomo hermana mayor de los pueblos rioplatenses.

    En tal carcter, impuls las expediciones militares al interior que respaldaron laautoridad de la Junta con las armas. A lo largo de quince aos de luchas por laIndependencia -1810-1825-, se fue definiendo cules provincias se integraran a la Juntay cules la rechazaban. Por la primera opcin se inclinaron el litoral y el interior, esdecir las intendencias de Crdoba y de Buenos Aires. Por la segunda se definieron lasintendencias de Asuncin (actual Paraguay), del Alto Per (actual Bolivia) y el gobierno

    1 C. S. Assadurin; G. Beato; J. C. Chiaramonte. De la conquista a la Independencia. Buenos Aires,Paids, 1972, p. 178.

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    militar de Montevideo (hoy Repblica Oriental del Uruguay). Dichos rechazosrespondieron ms que a fidelidad a la causa realista a la factibilidad de un proyecto que,con el tiempo, sera nacional. En cuanto a la Patagonia, qued en jurisdiccin delGobierno de Buenos Aires.

    LA CUESTIN CAPITAL DE LA REPBLICA

    Las Provincias Unidas debatieron en sus primeros aos de vida independiente sisu gobierno sera monrquico o republicano y su forma de estado la de unaConfederacin, una Federacin o un sistema Unitario. Estos debates se prolongaron enel campo de batalla y enfrentaron a Buenos Aires con el interior y el litoral. Cadapueblo se expres a travs de caudillos locales que manifestaban los interesesregionales.

    Otro gran debate gir en torno al problema econmico. La Revolucin habaestimulado el crecimiento de la economa ganadera del litoral mediante la apertura delpuerto de Buenos Aires al comercio extranjero (autorizada por el virrey Cisneros en1809). Los cueros y dems productos pecuarios encontraron fcilmente colocacin en elmercado europeo, pero como contrapartida de esta expansin exportadora entraron alpas manufacturas extranjeras que desplazaron a los productos de la industria local. Losbeneficios de este intercambio quedaban en gran medida para la Aduana portea atravs de la cual se realizaba el comercio. Las provincias interiores plantearon enrepetidas oportunidades su aspiracin de que se protegiera a las industrias locales y sediera participacin al interior en los beneficios de la Aduana portea. En definitiva setrataba de reestructurar el sistema econmico que haba sido destruido tanto por laguerra como por el fin del monopolio espaol.

    Estas discusiones estuvieron estrechamente ligadas al problema de la localizacinde la capital de la Repblica. La opinin centralista que lideraban los grupos de poderporteos, quera que la capital estuviera en Buenos Aires. El caudillo oriental JosGervasio de Artigas se opuso insistentemente desde 1813 en adelante a la tirana deBuenos Aires y propuso el sistema de Confederacin y que la capital se situara fuerade la antigua sede virreinal. Su punto de vista prevaleci en la regin del litoral y enCrdoba, donde el pensamiento artiguista encontr aliados

    Que el Congreso de 1816 sesionara en la ciudad de Tucumn pudo considerarseuna victoria de los pueblos del Interior que previamente haban concretado larevolucin federal donde se fren el centralismo del Directorio. Pero el poderejecutivo, el Director Supremo, permaneci en Buenos Aires pues desd all era ms

    fcil manejar las relaciones exteriores y la guerra y estaba cerca la fuente de ingresosdel gobierno que era la Aduana. Esta ltima circunstancia fue el respaldo principal de lahegemona portea.

    Sea por la falta de comunicaciones rpidas entre las dos ciudades, o por la presinde los dirigentes porteos, lo cierto es que el Congreso se traslad a Buenos Aires en1817. Dos aos ms tarde ofreca el pas una constitucin de tendencia centralista yaristocratizante que no era incompatible con formas monrquicas de gobierno; disponaque las cmaras deban reunirse la primera vez en Buenos Aires y en lo sucesivo dondeellas mismas determinasen.2 Pero la conduccin centralista y portea del Directoriofracas en la batalla de Cepeda (1820), y de este modo se inici una nueva etapa de lasrelaciones entre Buenos Aires y el interior.

    2 Juan Alvarez. Buenos Aires, 1918, p. 127.

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    En virtud de tal situacin el Cabildo de Buenos Aires reasumi el mando universalde la ciudad y la provincia y abdic en representacin de Buenos Aires el rango decapital de la Repblica. En el Tratado de Pilar, la nueva provincia federal reconoci laexistencia de las de Santa Fe y Entre Ros que anteriormente haban formado parte de suterritorio. Quedaron para beneficio exclusivo de los porteos las rentas de la aduana

    local que permitieron a la ciudad embellecerse y progresar, y tambin endeudarse,durante los aos de la feliz experiencia rivadaviana.Era preciso que en un Congreso Nacional se definiera el futuro de las provincias

    del Sur. La poltica portea impidi que prosperara el Congreso reunido en Crdoba(1821) por iniciativa de su gobernador, Juan Bautista Bustos. La idea de convocar unaasamblea de los pueblos fue reflotada en 1824 y recibi entonces el respaldo de losbritnicos residentes en el Ro de la Plata.

    En efecto, el gobierno de Buenos Aires negociaba con el de Gran Bretaa elreconocimiento de la independencia argentina. La Corona era reacia a admitir a lasnuevas repblicas americanas, pero su posicin chocaba con los intereses de 1os comer-ciantes de Londres, Liverpool y Birmingham y de sus representantes, en Sudamrica.

    Estos suponan que una vez pacificada la regin, podran formarse compaas mineras yde inmigracin y habra buenas oportunidades para negocios financieros. Una comisinde siete comerciantes britnicos de Buenos Aires entreg al Foreign Office en julio de1824 una comunicacin que deca:Una vez que el orden y la estabilidad poltica seanrestaurados y el pas se consolide en la unin general, el comercio del Ro de la Platapodr extenderse inmensamente y, en ltima instancia, ser muy importante para losintereses comerciales de Gran Bretaa.

    De todos modos, el Tratado que Buenos Aires deseaba firmar con el Reino Unidono podra concretarse mientras no estuviera asegurada la unin nacional y se formara ungobierno en condiciones de comprometerse en nombre de todos los miembros de laConfederacin. En ese sentido el inters britnico coincidi con el de los gruposdirigentes porteos, que advertan la urgencia de consolidar la unidad. Hay consenso enlas provincias para que Buenos Aires sea la sede del Congreso que, reunido en di-ciembre de 1824, se declara Constituyente. El 23 de enero de 1825 los diputadosotorgan al gobierno de Buenos Aires el manejo de las relaciones exteriores y pocassemanas ms tarde se firma el Tratado de Paz y Amistad con Gran Bretaa3.

    En esta Asamblea hubo debates ardientes entre diputados federalistas,encabezados por el porteo Manuel Dorrego, y diputados centralistas que respondan alpensamiento de Rivadavia, como Julin Segundo de Agero y Jos Valentn Gmez. Lapreponderancia que tuvieron los centralistas se explica porque muchas provincias, porcomodidad o por pobreza, designaron representantes a personalidades residentes en

    Buenos Aires. A principios de 1826 Bernardino Rivadavia, el dirigente ms relevantedel grupo que luego se llamara unitario, fue designado Presidente de la Repblica pesea que an no haba sido sancionada la Constitucin.

    El 9 de febrero el Presidente enva al Congreso un proyecto de ley que considerafundamental pues slo por este medio puede establecerse un gobierno regular queempiece a obrar activamente en la organizacin del gobierno nacional. El proyectodeclara a la ciudad de Buenos Aires capital del estado, con todo el territoriocomprendido entre el puerto de las Conchas (Tigre) y el de Ensenada, y entre el ro de laPlata y el puente de Mrquez. Esta vasta superficie que representa casi ntegro el actualconurbano bonaerense, quedaba bajo la direccin exclusiva del Presidente de laRepblica y de la Legislatura Nacional. El resto de la provincia portea se divida en

    3H. S. Ferns. Gran Bretaa y Argentina en el siglo XIX Buenos Aires, Solar/Hachette, 1968, p. 129.

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    dos provincias, la del Norte, con capital en San Nicols de los Arroyos, y la del Sur,capital Chascoms4. Esta segunda parte del proyecta se conoci algunos meses mstarde cuando mltiples voces atacaban la capitalizacin de Buenos Aires.

    En primer trmino protest el Gobernador de la Provincia, general Juan Gregoriode las Heras, porque el proyecto vulneraba la Ley Fundamental, aprobada en 1825, y

    segn la cual mientras no hubiera Constitucin las provincias se regiran por sus propiasInstituciones. La Junta de Representantes portea acompa al Gobernador en suscrticas, lo mismo que los lderes del federalismo doctrinario, Manuel Moreno y ManuelDorrego. Por su parte, Juan Manuel de Rosas moviliz a los hacendados amigos de lacampaa sur contra la federalizacin. Cuando los caudillos provinciales desconocieronla Constitucin, sancionada finalmente por el Congreso a fines de 1826, el proyecto decapitalizacin qued sin efecto. Pero su espritu reapareci en otras oportunidadesporque expresaba una de las aspiraciones de la opinin nacional: convertir a BuenosAires en un centro de poder al servicio de toda la Repblica.

    Sobre este problema se pregunta Enrique M. Barba: Era lgica la oposicin delos caudillos provincianos al proyecto de Rivadavia? Si las provincias del interior

    teman el poder creciente de Buenos Aires, si sentan y sufran la enorme gravitacinque su fuerza y riqueza le daban, hubiese sido lgico que los caudillos aplaudieran lamedida que debilitaba y disminua a la entidad poltica a la que miraban con alarma. Esahubiese sido la verdadera posicin provinciana.5

    Sin embargo, ante la disyuntiva, los dirigentes del interior se inclinaron pordefender tenazmente el principio de la autonoma provinciana, se opusieron a laprepotencia del Congreso, temieron quiz la influencia poderosa de Buenos Aires yoptaron por reunirse en territorio santafesino. La idea de la capitalizacin de BuenosAires no cay, pese a todo, en el olvido.

    Entre 1827 y 1852 el problema de la unidad nacional, y por lo tanto el de lacapital argentina, qued sin solucin. Pero Buenos Aires cumpla de hecho el papel decapital pues sus gobernadores, de Dorrego en adelante, se ocupaban de las relacionesexteriores por encargo de las otras trece provincias. Sobre este asunto ha escritoAlberdi:

    Mientras las provincias vivieron aisladas unas de otras y privadas del gobiernonacional o comn, la provincia de Buenos Aires, a causa de esa misma falta de gobiernonacional recibi l encargo de representar en el exterior a las dems provincias y, bajo elpretexto de ejercer la poltica exterior comn, el gobierno local o provincial de BuenosAires retuvo en sus manos exclusivas, durante cuarenta aos, el poder diplomtico detoda la Nacin, es decir, la facultad de hacer la paz y la guerra, de hacer tratados connaciones extranjeras, de nombrar y recibir ministros, de reglar el comercio y la

    navegacin, de establecer tarifas y de percibir renta de aduana de las catorce provinciasde la Nacin, sin que esas provincias tomasen la menor parte en la eleccin del gobiernolocal6.

    Para quebrar este monopolio comercial que heredaba el espritu de los tiemposcoloniales, los hombres polticos de la generacin de 1837 recurrieron a la librenavegacin de los ros, el leit motiv de su pensamiento econmico. En 1850 DomingoFaustino Sarmiento propone en Argirpolis que la isla de Martn Garca sea la Capitalde los Estados Unidos del Ro de la Plata integrados por la Confederacin Argentina, el

    4 La cuestin capital de la Repblica. Honorable Senado de la Provincia de Buenos Aires. SecretaraLegislativa, 1986, p. 25.5

    Enrique M. Barba. Cmo Rosas lleg al poder. Buenos Aires, Pleamar, 1972, p. 11.6 Juan Bautista Alberdi. Bases y puntos de partida para la organizacin poltica de la Repblica Argentina.Buenos Aires. Francisco Cruz. 1914. p. 182.

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    Paraguay y el Uruguay. Sera un buen ejemplo administrativo, imagina el sanjuanino,pues por su posicin geogrfica es aduana comn a todos los pueblos ribereos.

    Argirpolis demuestra asimismo preocupacin por el desequilibrio de lasregiones argentinas y especialmente las trabas que se oponen al progreso econmico.Si se consulta el mapa geogrfico de la Repblica Argentina, se notar que es casi sin

    excepcin de pas alguno de la tierra, el ms ruinosamente organizado para ladistribucin proporcional de la riqueza, el poder y la civilizacin por todas lasprovincias confederadas (...) Buenos Aires es el centro de una circunferencia adondeconvergen de todos los extremos las lneas de comunicacin, resultando que los puntosms distantes estn, por ese slo hecho, condenados a la ruina inevitable que tendr, a lalarga, la diferencia de precios de produccin de las mismas materias causada por elmayor costo de la exportacin7.

    Sarmiento dedic este ensayo a Urquiza. Cuando el caudillo entrerriano venci aRosas en Caseros (1852), se plante nuevamente la oportunidad de concretar la unidadnacional y el tema de la capital de la Repblica volvi a debatirse. En Palermo primero,pocas semanas despus de la cada de Rosas, y en el encuentro de los gobernadores en

    San Nicols, se enfrentaron dos posiciones diferentes. Una de ellas, sostenida por elcorren-tino Juan Pujol, intentaba reflotar el proyecto de capitalizacin de la poca deRivadavia y divida en dos al resto de la provincia bonaerense Pujol, que no se habaengaado -escribe Enrique M. Barba- pensaba que la dictadura de Rosas no haba sidoms que una forma de la dictadura portea; que el primero no haba sido ms que unaccidente y que lo otro era lo permanente. Crea que cualquier gobierno que le sucedieseluchara como Rosas en favor de los privilegios porteos y en desmedro de los derechosprovincianos8.

    En San Nicols, Pujol defendi su formula. Sostuvo que la ciudad de BuenosAires era la capital conquistada por la Repblica en Caseros, contra los soldados y lastendencias de Artigas, Bustos y Quiroga, y la victoria deba proclamar la ley orgnica deMoreno, Rivadavia y Agero. Los asesores porteos de Urquiza, Francisco Pico yVicente Fidel Lpez, respaldaron en cambio la necesidad de no disponer de la ciudad deBuenos Aires y de la Provincia pues sta debera conservar intactos los derechosulteriores a la constitucin nacional9. Sin embargo, fue la idea de la capitalizacin laque prevaleci entre los constituyentes de 1853, pues el artculo 3 de la cartasancionada en Santa Fe dice textualmente: Las autoridades que ejercen el gobiernofederal residen en la ciudad de Buenos Aires que se declara capital de la Confederacinpor una ley especial.

    En la decisin de los constituyentes haba privado una actitud voluntarista puesdesde el 11 de septiembre de 1852 la provincia de Buenos Aires se encontraba

    segregada de la Confederacin Argentina. Pese a la opinin del convencional Leiva, queadvirti contra el desmembramiento de una provincia sin consultar a su Legislatura, seimpuso el criterio que consideraba indispensable disponer del centro de podereconmico, poltico y cultural que representaba Buenos Aires.

    En el curso del debate el representante mendocino Zapata, justifica la eleccin enlos siguientes trminos: En ella (Buenos Aires) estn los archivos nacionales, losrecursos para que las autoridades se asienten con ms decoro, y los medios materialesde ejercer benfico influjo en las provincias; all el gobierno estar en contacto connaciones amigas, y con la civilizacin europea que se trata de incorporar al pasmediante la inmigracin. Gracias a Buenos Aires se podr superar la antinomia porteos

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    Sarmiento, D. F. Argirpolis. Obras completas, T. XIII, Buenos Aires, 1898, p. 47.8 Barba, op. cit., p. 11.9 Ramn J. Crcano. De Caseros al 11 de Septiembre. Buenos Aires, Sabourin, 1918, p. 211.

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    y provincianos10.Alberdi, cuyo pensamiento haba guiado a los constituyentes por medio de su libro

    Bases, fue en principio partidario de capitalizar a Buenos Aires pues convena hacercapital del pas al nico punto del territorio argentino que en aquel tiempo era accesibleal contacto con Europa. La opinin de la mayora era que habiendo sido Buenos Aires

    la capital secular bajo todos los sistemas de gobierno, no estaba en la mano del Con-greso el cambiarla de situacin. Era la ciudad ms digna de ser la residencia delgobierno nacional por ser la ms culta y populosa de todas las ciudades argentinas. 11

    Pero los hechos posteriores al 11 de septiembre, la negativa portea a compartir larenta aduanera con las dems provincias, y a sostener un gobierno nacional que noestaba en condiciones de controlar debido a la hegemona de Urquiza, cambian elpensamiento alberdiano. En otras ediciones de Bases se inclina por el modelonorteamericano de una capital humilde: Con sus monopolios rancios y sus tradicionesdel siglo XIX, Buenos Aires es realmente la peluca de la Repblica Argentina, el flornvetusto del sepultado virreinato, el producto y la expresin de la colonia espaola deotro tiempo, como Lima, como Mxico, como Quito ... Colocar la cabeza del

    gobierno nacional en la provincia cuyo inters local est en oposicin con elestablecimiento de todo gobierno comn, es entregarlo a su adversario para que lodisuelva de un modo u otro en el inters de recuperar las ventajas que le da la acefala... Todo el porvenir de Amrica del Sur depende de sus nuevas poblaciones 12.

    Para ejemplificar el pensamiento alberdiano en esta etapa la historia ofrece elmodelo de Paran, que fue entre 1854 y 1861 la modestsima capital provisoria de ungobierno sin rentas. Bien ubicada sobre el ancho ro que la comunicaba con el exterior,en la antigua capital entrerriana se congregaron los polticos de todo el pas empeadosen organizar definitivamente a la Repblica. Lucio V. Mansilla ha evocado en Retratosy Recuerdos a una generacin que cumpli negociaciones polticas y diplomticas en elapacible marco de esta ciudad provinciana, acomodndose como poda en los edificiosdisponibles para las funciones pblicas13. En cuanto a la federalizacin no slo deParan sino de toda la provincia, haba sido concretada por el influjo poltico y moraldel general Urquiza, pero tambin porque los entrerrianos comprendieron que de estemodo contribuan a una gran causa nacional.

    Contrastaba la modestia de Paran con la opulencia de la capital del Estado deBuenos Aires que conservaba segn su Constitucin, el libre ejercicio de su soberanainterior y exterior. Casi el setenta por ciento de sus recursos provena de la renta de laaduana portea. Con ella se costeaban los edificios monumentales de la aduana nueva ydel viejo Coln, se colocaban los rieles del ferrocarril del Oeste y se pagaban cuantiososgastos militares. Tambin se enviaban cnsules al extranjero. A medida que creca su

    capital, Buenos Aires se distanciaba de las dems provincias argentinas.En 1860, luego de la derrota de los porteos en la segunda batalla de Cepeda, y dela firma del Pacto de San Jos de Flores, se rene la Convencin provincial para revisarla Constitucin de 1853. El nuevo texto aprobado para el artculo 3 dice:

    Las autoridades que ejercen el gobierno federal residen en la ciudad que sedeclare capital de la Repblica, por una ley especial del Congreso, previa cesin hechapor una o ms legislaturas provinciales del territorio que haya de federalizarse. Esteartculo, que guarda actualmente vigencia, y fue sancionado por la Convencin ad-hoc

    10 Mara Senz Quesada. La Repblica dividida. Buenos Aires, Lia Bastilla, 1974, p. 96.11 Alberdi. op. cit., p. 180.12

    Id., p. 188.13 Lucio V. Mansilla. Retratos y recuerdos. Buenos Aires, Coni, 1894; vase tambin Csar PrezColman. Paran, 1810/1880. Rosario, 1946.

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    reunida en Santa Fe, salvaguarda el control del territorio provincial para la legislaturalocal. De este modo, se prevean los abusos del poder central e iniciativas tales como lade Rivadavia en 1826, reiterada en 1853.

    Pero la cuestin del emplazamiento de la futura capital quedaba an pendiente desolucin. Dependa de que se consolidase la unidad nacional todava precaria y expuesta

    a nuevas guerras civiles. En 1861, luego de la ruptura entre Buenos Aires y laConfederacin, el gobernador porteo Mitre vence a Urquiza en Pavn y asegura que suprovincia controle a la Nacin. Los textos mediante los cuales los gobiernos del interioradhieren al orden impuesto en Pavn, contienen elogios para Buenos Aires, esaprovincia que por tantos ttulos fue siempre el ncleo de la Repblica. Pero ms all deestas expresiones ms o menos sinceras, es preciso reconstituir la unidad nacional ymientras las culpas del fracaso renacen sobre las autoridades vencidas, cada provinciareasume su soberana a la espera de que el Congreso se organice en Buenos Aires 14.

    Esta ciudad ha recuperado el liderazgo nacional que haba perdido en Caseros y enCepeda. Paran vuelve a su destino provinciano. Corresponde al Congreso decidir ahorael emplazamiento de la capital argentina. Pero los dirigentes nacionales y provinciales

    no se ponen de acuerdo.

    EL VETO PRESIDENCIAL

    El pensamiento dominante durante las tres presidencias posteriores a Pavn(Mitre, Sarmiento, Avellaneda) es que la capital argentina debe ubicarse en BuenosAires. Dicho punto de vista no es aceptado por parte de la opinin provincial que temeperder un centro de poder en manos de las autoridades nacionales. El debate sobre lacapital de la Repblica es una de las grandes cuestiones del perodo 1862/1880.

    Siendo an encargado del Poder Ejecutivo Nacional, Mitre se propone solucionarla cuestin capital dentro del modelo rivadaviano. Su grupo poltico, plantea en elCongreso Nacional la dificultad de que un presidente provisorio -an no se han rea-lizado en junio del 62 los comicios nacionales para presidente-carezca de asiento legalde su gobierno y de recursos propios. La aduana portea debe ser asimismonacionalizada. La propuesta mitrista superaba la rivadaviana pues se trata de federalizartodo el territorio provincial. En el Congreso hay proyectos alternativos, como el deVlez Srsfield que declara capital de la Repblica al pueblo de San Fernando en laprovincia de Buenos Aires. Dice con tal motivo:

    Si all no hay un palacio para presidente, yo puedo contestar que Washington,cuando en 1801 se trasladaron all las autoridades nacionales, era una aldea de slo

    3.000 habitantes, menos que San Fernando. Y quin pregunta ahora si era o no unpalacio la sala en que el Congreso del ao 16 declar la independencia en Tucumn? 15.Pese a ste y otros argumentos, el proyecto de federalizar ntegramente a Buenos

    Aires se impone y se convierte en ley el 20 de agosto. En la Cmara, Adolfo Alsina hadefendido con palabra emotiva y ardiente el punto de vista autonomista porteo. Fede-ralizar a la provincia es matarla, suprimiendo su ser poltico. La ley de Rivadavia -recuerda- fue hecha para servir de base al sistema unitario16. La opinin pblica localest hondamente conmovida. El tema se convierte en un debate histrico de granrepercusin popular que divide al partido liberal porteo en autonomistas, contrarios a

    14 La cuestin capital, op. cit., p. 44 y ss.15

    El proyecto de Vlez es analizado por Abel Chneton. Historia de Vlez Srsfield. Buenos Aires,EUDEBA, 1969, p. 255.16 Cmara de Diputados de la Nacin. Sesin del 6 de agosto de 1862.

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    la capitalizacin, y nacionalistas, defensores de la ley. El mensaje que el Ejecutivo envaa la Legislatura provincial acompaando la ley es claro: Slo dos combinaciones sonposibles para que la Nacin Argentina y la autoridad que la haya de presidir sean unaverdad que inspire a todos confianza: la federalizacin de la Provincia o lafederalizacin del Municipio de Buenos Aires. Ambas combinaciones son rechazadas

    por la Legislatura.Surge entonces la necesidad de un compromiso o frmula provisoria: declarar laciudad de Buenos Aires residencia de las autoridades nacionales con jurisdiccin entodo su municipio hasta tanto el Congreso dicte la ley de capital permanente, dentro delplazo de cinco aos; bien entendido que residiran all las autoridades provinciales(subsistiendo tambin la municipalidad y la justicia provincial) y que los vecinosgozaran como antes de representacin ante la legislatura bonaerense17.

    El compromiso venca en 1867. El ao anterior, el senador por Crdoba, MartnPiero, propone que la capital se instale en Fraile Muerto (Bell Ville). Pero la cuestines de lento trmite y se la aplaza con el pretexto de que la guerra del Paraguay -entoncesen pleno fragor- aconseja no agitar cuestiones susceptibles de dividir a los argentinos.

    En 1867 el diputado Manuel Quintana propone declarar a Rosario capital de laRepblica; otros proyectan fijarla sobre el trayecto del ferrocarril Central Argentino, lamoderna va de comunicacin entre el litoral y el interior. Tras largusima discusin -escribe Juan Alvarez- afectada por el prximo cambio presidencial y por la influenciaembotante de los quietistas, aprobse en Diputados el proyecto Quintana.

    La solucin de la cuestin capital parece al alcance de la mano. El gobernador deSanta Fe, Nicasio Oroo, ha logrado que la legislatura local ceda el territoriocomprendido entre los arroyos Saladillo y Luduea, para instalarla. Pero la propuesta secontamina con el clima preelectoral que vive el pas: los representantes y electores depresidente que votara el nuevo distrito federal, pueden modificar al mapa poltico de laRepblica e inclinarse por la candidatura de Urquiza. Sea por este motivo, o porque losintereses del puerto de Buenos Aires teman la competencia del rosarino, lo cierto esque el Poder Ejecutivo Nacional vet la ley. Lo hizo en trminos vagos, sin excesivosfundamentos. De todos modos la ley no obtuvo el nmero de votos necesarios para suratificacin.

    A partir de 1868 es el senador por Santa Fe, Joaqun Granel, quien impulsa losproyectos de capitalizacin de Rosario. En ste, o en otro punto cntrico de laRepblica, intermediario entre el litoral y el interior, pensaban los hombres pblicos dela poca que deba organizarse el pas. Durante el debate realizado en el 68, ValentnAlsina se pronunci por Fraile Muerto (Bell Ville) sobre el ferrocarril CentralArgentino. Otros senadores preferiran la ciudad de Crdoba. El tema urge, afirma

    Oroo desde su banca en el Senado:Aceptar la ciudad de Crdoba o cualquier otro punto del territorio donde puedaexistir el gobierno nacional en condiciones regulares. Lo que no puedo aceptar ni lacomisin admitir es que esta cuestin vuelva por cuarta vez a la discusin de esteCuerpo y siempre se le responda con las mismas palabras sacramentales: no es tiempo,no es la oportunidad, que parece estuviese slo en el secreto de los seoressenadores. Slo ellos saben cundo es tiempo, slo ellos tienen el reloj que marca lahora; nosotros, ciegos, no conocemos la situacin del pas.

    En la dcada de 1860 la mayora de los proyectos de capitalizacin favorecieron aRosario. Esta ciudad, segn datos de Juan Alvarez, haba crecido en los ltimos aos,pasando de 10.000 habitantes en 1858 a 23.000 en 1869. Tena un respetable cuerpo de

    profesionales, era centro de negocios en tierras bastante florecientes y aprovechaba su17 Alvarez, op. cit., p. 135.

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    buena ubicacin, como eje de comunicaciones fluviales y ferroviarias. Su condicin depuerto fluvial apto para servir como terminal de lneas martimas, hizo que en 1863comenzara a construirse a partir de Rosario el ferrocarril a Crdoba. Tres aos mstarde se haban habilitado parcialmente los servicios y en. 1870 stos llegaron aCrdoba. La puesta en valor de los campos aledaos al riel explica la gran expectativa

    creada en torno al rea de influencia rosarina.La opinin local acompa con entusiasmo los proyectos de capitalizacinformulados por Quintana primero y ms tarde por Granel. Un peridico fue fundado enRosario con el nombre de La Capital, y se especulaba acerca de la necesidad urgente deedificios pblicos, la afluencia de funcionarios y de empleados, el aumento de laguarnicin militar, la brusca suba de la propiedad urbana, etc.18

    En 1869 Granel propone nuevamente capitalizar Rosario. Obtiene mayora enambas cmaras para su proyecto pero choca con el veto presidencial. Sarmiento, eltitular del Poder Ejecutivo Nacional, tiene un pensamiento oscilante en la cuestincapital (El tema de la capital es el que ms oscilaciones y cambios determinar en l yen otros argentinos prominentes, reconoce el historiador Alberto Palcos)19. En efecto,

    mientras en la primera edicin de Facundo el sanjuanino haba preconizado que BuenosAires era la capital natural y lgica, su tesis de Argirpolis se inclinaba hacia un puntodel litoral fluvial. En cuanto mensaje presidencial de 1869 contiene los siguientes argu-mentos:

    Sin la residencia del gobierno nacional en la ciudad de Buenos Aires, la ms rica,la ms inteligente, la ms poblada de Repblica, habra sido imposible en talescircunstancias mantener el crdito interior y exterior en las ventajosas condiciones enque hoy se encuentra y por su medio proporcionarse recursos suficientes para poderatender a todos los compromisos del gobierno (...). Porque es menester no engaarse: elgobierno nacional, salvo algunos edificios y algunos empleados, no ha de improvisar enel nuevo lugar de su residencia, inteligencia, capitales, crdito y poblacin. Estos bienesno se decretan: son resultado de otras causas que obran independientemente de la accindel gobierno. El mensaje concluye advirtiendo sobre responsabilidad de cargar con lascontingencias posibles de un ensayo que ningn motivo urgente aconseja. Por otra parte,la guerra del Paraguay, inconclusa, demandaba muchos gastos y era preferible nocambiar de caballo en medio del ro.

    Oroo responde desde la Comisin de Senadores que no es posible retardar lasolucin porque al Presidente le desagrade vivir en Rosario. Su dictamen, firmadotambin por D. Aroz, critica las consecuencias del centralismo rivadaviano: El puntoTuerte de apoyo solicitado con tan buena fe, sirvi, es cierto, alguna vez para levantar agran altura la ilustracin y felicidad de una parte de nuestro pas bajo el ministerio y la

    presidencia de Bernardino Rivadavia; pero tambin es verdad que ese mismo apoyo fueeficaz para hundir al pas en el abismo de las facultades extraordinarias. Fruto de esaexperiencia fue la uniformidad del sentimiento pblico en favor del sistema federal quese caracteriza por la descentralizacin de las fuerzas gubernamentales. Esto supone unanocin nueva, de lo que se entiende por fuerza, prestigio, poder, en los diversos ramosde la soberna representada, y especialmente en el ramo ejecutivo. Teme que elPresidente se apoye excesivamente en la opinin pblica de la localidad ms inteligente,populosa y rica y que los resultados de dicha situacin no favorezcan a los intereses dela Nacin, ni siquiera para la localidad con cuyo concurso se cuenta.

    El dictamen recuerda la negativa de Buenos Aires a ser capital de la Repblica y

    18

    Juan Alvarez. Historia de Rosario, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 1981, p. 409 y ss.19 Alberto Palcos. Presidencia de Sarmiento (En: Historia Argentina Contempornea; 1862/1930. Historiade las presidencias). Buenos Aires. El Ateneo, 1963, Vol. 1, p. 121.

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    su deseo de presentarse a la par de sus hermanas. Aquellas repblicas como las denuestro origen, en donde no gozan de soberana los estados que la componen, puedentener por capital las que tradicionalmente les leg la metrpoli o Virreinato, porque todala administracin se halla en la misma mano que dirige las riendas del gobierno; pero enuna gran repblica federativa, la capital es una rueda especial del sistema, y debe tener

    todas las condiciones opuestas a las que recomienda una gran poblacin para asiento delpoder nacional20.El Senado no insiste. En los aos siguientes habr otras propuestas. La ley

    aprobada en 1871 capitalizaba el territorio de Villa Mara (Crdoba) o susinmediaciones con el nombre de Rivadavia. En esta oportunidad la Legislaturaprovincial cedi a la Nacin cualquier punto del suelo cordobs que el Congresodesignara para capital permanente de la Repblica y se dispusieron estudios tcnicospara la provisin de agua a la futura capital.

    Sarmiento vet la ley y sta qued sin efecto. Lo mismo ocurri cuando en 1871se plante nuevamente la capitalizacin de Rosario. Ante los planes dilatorios y losconsejos de no agitar el pas que se utilizaron como argumento, Rafael Igarzbal se

    pregunt, Qu fenmeno es ste que se produce entre nosotros y hace que la capitalno quepa ni en el tiempo, ni en el espacio, ni en la paz, ni en la guerra, ni en lapoblacin, ni en el desierto, y que as se postergue un ao y otro indefinidamente?21.

    Sin duda pesaba en la decisin presidencial de mantener la capital en BuenosAires el cmulo de intereses econmicos instalados en la ciudad y entre los cualessobresalan los de la comunidad britnica residente en el pas desde la dcada de 1820.Los hombres ms destacados de esa comunidad, como G. W. Drabble, Edward Lumb yFrank Parish, oficiaban de intermediarios entre los inversionistas del Reino Unido y losnegocios que ofreca la Argentina en materia de transporte, -ferrocarriles y tranvas-, ode finanzas y de tierras.

    La presidencia de Mitre y la consolidacin de la unidad nacional fueronsingularmente beneficiosas para estos intereses: en 1862 se fund en Buenos Aires elBanco de Londres y Ro de la Plata; despus, gracias a la garanta de la ley del 5 de sep-tiembre de 1862, s establecieron concesiones muy ventajosas para los ferrocarriles, quepermitieron comenzar las obras del Central Argentino. Escribe H. S. Ferns: Un examende estas inversiones hace saltar a la vista inmediatamente la enorme importancia delpoder del Estado en cuanto a asegurar el proceso en virtud del cual fondos de GranBretaa eran destinados a la adquisicin de bienes y servicios que contribuan directa oindirectamente al desarrollo econmico argentino y en virtud del cual una parte de losnuevos capitales creados s transfera a su vez a los dueos de los fondos originales 22es decir, regresaban al Reino Unido.

    Sarmiento en su Mensaje de 1869, menciona en respaldo de su oposicin altraslado de la capital Aquellas otras causas que obran independientemente de la accinde los gobiernos, tales como inteligencia, capitales, crdito y poblacin. La mayorparte de los capitales y del crdito existentes en el pas eran entonces controlados poresa pequea pero activa y rica comunidad britnica residente en la ciudad de BuenosAires -con intereses rurales en su campaa- y que tena ms fe en la antigua capitalvirreinal que en las posibilidades potenciales de otras poblaciones argentinas paraconvertirse en asiento del poder poltico.

    Durante la presidencia de Nicols Avellaneda (1874/1880), la situacin delGobierno Nacional como husped de la provincia se presenta erizada de dificultades. De

    20

    La cuestin capital, op. cit, p. 94 y ss. 21 Id., p. 108.21 Id., p.108.22 H. S. Ferns. Gran Bretaa y la Argentina. op. cit., p. 329.

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    un lado han aumentado las prerrogativas de los poderes nacionales que luego de lasrebeliones jordanistas y del fracaso de la revolucin mitrista del 74 monopolizan lafuerza armada de la Repblica. La contratacin de emprstitos y la creacin de mejorescondiciones para el crecimiento de la produccin econmica, es otro logro del GobiernoNacional que cuenta ahora para su servicio con una burocracia incipiente. Los dirigentes

    provincianos, como el propio Avellaneda, han logrado conciliar sus intereses paraimponer la candidatura presidencial de un hombre del interior. Han encontradoasimismo aliados en Buenos Aires.

    Por eso resulta anacrnica la prolongacin de la ley de compromiso o residencia.Pero la persistente voluntad del ncleo dirigente del interior que desea colocar la capitalen Buenos Aires, choca con el temor de los lderes de esa provincia que temen unaprdida de su podero poltico y econmico a expensas de la Nacin.

    La cuestin capital se resolver mediante la fuerza en los combates de junio de1880 y en las negociaciones posteriores. Segn lo haba previsto el santafesino Orooen su momento, las repetidas postergaciones concluyeron en un acto de violencia: En1880, el presidente Avellaneda sin preocuparse de si faltaban o no pocos meses para

    cesar en su cargo, arranc manu militari a la provincia de Buenos Aires elconsentimiento que sta negara varias veces y as qued resuelto en pocas horas,derramando sangre, el problema que durante muchos aos fue imposible resolver pormedio de la persuasin y los acuerdos pacficos23.

    Los hechos llevaron temporariamente la capital de la Repblica al pueblo deBelgrano. Dice el decreto firmado por Avellaneda el 4 de junio: No pudiendo losPoderes de la Nacin funcionar con seguridad y libertad en el recinto de la ciudad deBuenos Aires, mientras dure el estado de insurreccin en que se ha colocado elgobernador de esta provincia, desgnase al pueblo de Belgrano para la residencia de lasautoridades de la Nacin.

    A las puertas de Buenos Aires y en las solitarias e intransitables calles del pueblode Belgrano, se resolvieron durante meses de forcejeos y conversaciones entreporteistas y provincianos asuntos cruciales para el futuro de la Repblica. La iniciativade la capitalizacin, parta, lo mismo que en 1853, del grupo ms caracterizado depolticos del interior que rodeaba al presidente Avellaneda y al mandatario electo, JulioArgentino Roca. Pero el proyecto de capitalizacin era mucho ms modesto que elpropuesto por Rivadavia y abarcaba exclusivamente el municipio de la ciudad. ElSenado, decidido a doblegar el nimo de los autonomistas porteos, propuso que sellamara a una Convencin para modificar el artculo tercero de la Constitucin y seconvirtiese a Buenos Aires -sin necesidad de consultar a su Legislatura- en CapitalFederal.

    El proyecto de ley que el Ejecutivo envi al Congreso proponiendo lacapitalizacin, resume los fundamentos del punto de vista mayoritario entre los polticosprovincianos:

    La capital en Buenos Aires es el voto nacional, porque es la voz misma de latradicin y la realizacin bajo formas legales del rasgo ms caracterstico de nuestrahistoria: se lo escucha claramente cuando los grandes dolores o los peligros supremoshan hecho acallar pasiones subalternas o intereses del momento. Puede maanasobrevenir el debate y sobrevendr; pero acabamos todos de vivir un da, en el que lacapital en Buenos Aires ha sido aclamada como una necesidad por el mayor nmero delos que habitan las catorce provincias argentinas. La Capital en Buenos Aires nadainnova ni transforma, sino que radica lo existente, dando seguridades mayores para lo

    futuro. Es la nica solucin de nuestros problemas, fecunda para el porvenir, porque es23 Alvarez. Historia de Rosario, op, cit., p. 437.

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    la sola que no se improvisa o inventa, la que viene trada por las corrientes de nuestrapropia vida y la que se encuentra en la formacin y en el desenvolvimiento de nuestroSer como Nacin (...) Erigiendo los argentinos la ciudad de Buenos Aires en capitaldefinitiva de la Repblica, daremos influencia permanente para el gobierno y sobre elgobierno al grupo de hombres que vive en la esfera ms culta, ms espaciosa, y ms

    elevada; pero se la daremos con la autoridad de la Nacin, en su nombre y con su sello,evitando as competencias y antagonismos locales que han dejado surcos oscuros osangrientos en nuestra historia24. Destaquemos algunos conceptos de este mensaje,puede maana sobrevenir el debate, y este otro, la capital en Buenos Aires nadainnova ni transforma, porque ambos se interesan al desafo actual que representa elproyecto de traslado de la Capital formulado por el presidente Alfonsn. No innovar fueel camino elegido en 1880 como el ms seguro, ms eficaz y ms breve para consolidarla Repblica. En cuanto al debate, ste se inici pocas semanas ms tarde, cuando eldiputado Leandro Alem plante en la Legislatura de Buenos Aires los peligros queentraaba la capitalizacin, tanto para el progreso de las regiones argentinas, como parala estabilidad de sus instituciones democrticas, teniendo presente que el Estado es un

    organismo viviente y que la fuerza de todos sus miembros es la fuerza del cuerpoentero25.

    El municipio porteo cedido por la provincia a la Nacin limitaba al Este con elro de la Plata, al Sur con el Riachuelo y al Norte con el arroyo Maldonado. Por el Oestela lnea divisoria con el territorio bonaerense atravesaba manzanas recin abiertas enzonas de chacras y de quintas pues todava, narra A. Taullard, se poda cortar campoentre el mercado de carretas Once de Septiembre y el Retiro. El afirmado no haballegado ms all del permetro formado por las calles Mxico, Tucumn, Callao, EntreRos; de ah para adelante haba alguna edificacin, pero las calles eran de tierra, unverdadero colchn de tierra, de modo que en tiempo seco, si haba un poco de viento, selevantaban grandes nubes de polvo, y en cambio cuando llova, se formaban pantanos yfangales que hacan imposible el trnsito de vehculos. La poblacin se calculaba en270.000 habitantes26.

    Este municipio capitalino convertido en sede de los poderes nacionales tendr enel curso de los cien aos siguientes un desarrollo extraordinario que lo convertir encentro de la actual megalpolis que es el rea metropolitana de Buenos Aires.

    24 La cuestin capital. op. cit., p. 122.25

    Federalismo y centralismo en el discurso de Leandro Alem. La capitalizacin de Buenos Aires. LaPlata. Presidencia del Honorable Senado de Buenos Aires, 1986, p. 13.26 A. Taullard. Los planos ms antiguos de Buenos Aires. Buenos Aires, Peuser, 1940, p.221.

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    CAPITULO II

    EL COMPORTAMIENTO DE BUENOS AIRES COMO CAPITALFEDERAL HASTA 1986

    Una de las lecturas de nuestras crisis es que se

    trata de un pas que no ha crecido, que no se ha

    extendido, que no ha realizado a nivel necesario la

    conquista de sus grandes espacios abiertos.

    Presidente Ral Alfonsn. Discurso de Viedma.

    La capitalizacin de Buenos Aires tuvo lugar cuando la economa atlnticaalcanzaba su cenit. La industria europea, principalmente britnica y Alemana,necesitaba las materias primas y los mercados de Sudamrica, mientras se intensificabala corriente migratoria del Viejo al Nuevo Mundo. Pasajeros y mercancas aprovecharonlas ventajas de la mejora de la navegacin a vapor y la consiguiente rebaja de los fletesmartimos. Resultaba provechoso incluso emigrar como las golondrinas, atravesar elocano para realizar tareas temporarias en la pampa cerealera o en los cafetales paulistasy volver al terruo con el dinero ahorrado.

    Buenos Aires, junto con Montevideo, Santos y Ro d Janeiro, era uno de losgrandes puertos del litoral atlntico. Despus de 1880 la supuesta muerte de BuenosAires que pronosticaron algunos porteistas, como Eduardo Gutirrez, autor de un

    libro que lleva ese ttulo, no se verific. Desapareci, s, mucho del espritu localista delos viejos tiempos, suplantado por los rasgos cosmopolitas de la nueva capital federal.Ni siquiera la creacin de La Plata, como capital de la provincia bonaerense, concretadadurante la administracin de Dardo Rocha (1882), quit potencia a la ciudad porteaque ahora perteneca -al menos tericamente- a todos los argentinos.

    Observa el historiador James Scobie que el esquema de crecimiento de BuenosAires entre 1870 y 1910 result favorecido por tres elementos crticos: el puerto, losferrocarriles y la cuestin capital. La dcada del 80 -explica- fue decisiva para cadauno de estos aspectos. En 1885 los partidarios de Madero haban ganado la batalla parasituar el puerto al este de Plaza de Mayo, reafirmndola como centro social y comercial.El tendido del ferrocarril Buenos Aires-Rosario en 1876, la construccin del ferrocarrilde Buenos Aires al Pacfico, del Tranva Rural (1888) y la compra por el CentralArgentino del Ferrocarril del Norte y de la estacin Retiro (1889), orientarondefinitivamente el crecimiento de la ciudad hacia el norte y el oeste. Estos progresoshicieron afluir el comercio y los pasajeros de todo el pas a Retiro, el Puerto; y la Plazade Mayo27.

    En las grandes obras pblicas o privadas de este periodo, tuvo, partepreponderante el capital extranjero que ratific su tendencia a favorecer el reacapitalina ya insinuada en el perodo anterior. En el caso de la localizacin del puerto deBuenos Aires priv en 1882 el punto de vista de Eduardo Madero, empresario y poltico

    27

    James Scobie. Buenos Aires del centro a los barrios, 1870/1910. Buenos Aires, Solar/Hachette, 1977,pgina 145, el captulo tercero, analiza el conflicto en torno al emplazamiento del puerto, los ferrocarrilesy la Capital Federal.

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    vinculado con la firma inglesa Baring Brothers, por sobre el proyecto del ingeniero LuisA. Huergo, ms econmico y sencillo, que propona al Riachuelo como eje del puertode la capital.

    La red de ferrocarriles construidos por capitales britnicos y, en menor medida,franceses, cubra 35.000 kilmetros cuadrados en 1914 y relacionaba a todas las zonas

    del interior con Buenos Aires. Serva esencialmente para que la regin pampeanaexportara carne y cereales a Europa. Tambin permiti la formacin de un mercadointerno que favoreci la produccin de vino en Mendoza y San Juan, de azcar enTucumn y ms tarde de algodn en el Chaco, yerba mate en Misiones y frua en el AltoValle del ro Negro.

    Los gobiernos provinciales dependan casi exclusivamente de los subsidios de laNacin y de la participacin en impuestos recaudados por sta28, lo cual provoccambios de importancia en el sistema poltico que Armando Ral Bazn define en estostrminos con relacin a La Rioja en la dcada de 1880: El antiguo reducto delfederalismo agresivo haba quedado convertido en una simple dependenciaadministrativa del poder central29.

    La evolucin de la poblacin de las regiones argentinas refleja la situacineconmica. Desde los tiempos coloniales el mal crnico que haba afectado al pas erasu escasa cantidad de habitantes en elacin con su extensin y riquezas potenciales. Lainmigracin europea que lleg de 1870 en adelante se ubic preferentemente en laCapital Federal y en el Litoral. Entre los censos nacionales de 1869 y 1914, -escribeAldo Ferrer- la poblacin de las provincias del Interior pas de 889.000 a 2.470.000habitantes, esto es, que la tasa de crecimiento entre ambos aos fue del 2,3% anual. Porotra parte, la poblacin del litoral ascendi de 847.000 habitantes en 1869 a 5.416.000en 1914, o sea, una tasa de crecimiento del 4,3% anual. Recurdese que la tasa para elpas en su conjunto fue entre ambos aos del 3,2% anual. La causa principal de losdiferentes ritmos de crecimiento poblacional obedece a la concentracin en el litoral del90% de las corrientes migratorias entradas al pas a partir de mediados del siglo XIX.

    Estos mismos censos muestran que el crecimiento de la poblacin de la CapitalFederal es verdaderamente notable: de 187.000 habitantes en 1869 a 663.000 en 1895 y1.576.000 en 1914.30 En cuanto a la proporcin de extranjeros residentes en la capitalera en 1869 el 49,5%; en 1895 el 52% y en 1914 el 49,3%.31

    Buenos Aires haba desbordado sus primitivos lmites sobre los pueblossuburbanos Belgrano y San Jos de Flores, que en 1887 fueron cedidos por la provinciaa la Capital Federal. Qued entonces constituido el distrito federal tal como se lo conocehasta ahora, con una superficie de 18.866 hectreas. El proceso expansivo de la ciudadno se detiene all, aunque desde esa fecha no se registren otras incorporaciones de lo que

    ms tarde se denominara conurbano, al rea de la capital.Buenos Aires se expandi hacia los barrios donde se instalaron los recin venidos,aprovechando la oferta de tierra barata y el tendido de lneas de tranvas y de lneasfrreas suburbanas. Era menos riesgoso buscar trabajo all que tentar la ventura en ellitoral o en el interior.

    La dificultad de acceso a la propiedad de la tierra contribua a desalentar a loscolonos extranjeros cuya primera intencin haba sido trabajar el suelo en terreno

    28 Aldo Ferrer. La economa argentina, las etapas de su desarrollo y problemas actuales. Buenos Aires,Fondo de Cultura Econmica, 1973, p. 143.29 Armando Ral Bazn. Historia de La Rioja. Buenos Aires, Plus Ultra, 1979, p. 509.30

    Ferrer, op. cit., p. 144.31 Ernesto Maeder. Poblacin e inmigracin. En: Argentina del ochenta al Centenario, Buenos Aires,Sudamericana, 1980, p. 187 y ss.

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    propio. Sin duda, los resultados obtenidos con la inmigracin fueron bastante distintosdel proyecto inicial del presidente Avellaneda que procuraba estimular la colonizacinagrcola. Esta result exitosa en parte de Santa Fe y de Entre Ros y en el sudestecordobs, lo mismo que en Mendoza.

    El engrandecimiento de la Capital Federal se puso de manifiesto en importantes

    obras pblicas que la favorecieron de 1880 en adelante. El Gobierno, dispuesto ainvertir fondos para contar con edificios suntuosos para sede de los poderes nacionales,concluye la Casa Rosada, levanta una importante Jefatura de Polica e inicia las obras desalubridad que se instalan en el Palacio de la calle Crdoba. Termina en 1889 la primeraparte de los diques del puerto Madero y muestra disposicin para gastar ms dinero a finde que el puerto de la capital domine el comercio de exportacin e importacin.

    Este cuadro, publicado por Juan Alvarez, revela la magnitud de la inversin delEstado en la Capital Federal con relacin del resto del pas32.

    MILLONES DE PESOSCap. Federal Resto del pas

    Edificios y terrenos 388 196Puertos 245 150 (incluso La Plata)Obras Sanitarias 300 41Obras Hidrulicas 17 10

    En 1914 la capital argentina era una metrpoli cuyos adelantos sorprendan a losperiodistas y viajeros que la visitaban. Desde el ao anterior funcionaba el subterrneo,haba miles de aparatos telefnicos instalados y los barrios cntricos disponan de luzelctrica, aguas corrientes, cloacas y calles asfaltadas o adoquinadas con bloques dequebracho. Los muelles portuarios, el bullicio de la Avenida de Mayo, eje de una de las

    zonas de construccin ms modernas de la ciudad, y los palacetes de la Avenida Alvearno tenan rivales en las capitales sudamericanas. La Argentina y sus grandezas, ttulo deuna obra del novelista espaol Vicente Blasco Ibnez sobre nuestro pas, resume laadmiracin que despertaba en muchos el crecimiento argentino.

    En este coro de alabanzas resultaba excepcional la anotacin del intelectualespaol Adolfo Posada cuando dice que no todo es Buenos Aires, ni la Avenida deMayo, Callao o Palermo, pues la capital es un monstruo congestionado, rodeado depampas vecinas, un cuerpo flaco con cabeza que lo hunde o asfixia. Es preciso viajar alinterior para tener una visin ms cabal del pas en su conjunto 33.

    Los censos industriales fueron revelando cmo se distribuan las actividades en lasdistintas zonas del pas y su concentracin en la Capital Federal y en el Litoral. Tambin

    mostraron que la mayor parte de los empresarios y de los obreros eran extranjeros; en1908 slo un 13,5% de los propietarios de empresas en la capital eran argentinos.La capital de la Repblica concentra en 1913 el 35% de la potencialidad industrial

    argentina, mientras Santa Fe ha pasado del 25 % al 7 % y Entre Ros del 10 % al 6 %.La capital posee el 26% de las mquinas de vapor y el 40% de los motores elctricos,mientras la Provincia de Buenos Aires cuenta respectivamente con 42,5% y 32%.Dicho en otros trminos -afirma Adolfo Dorfman-, entre ambas abarcan casi las trescuartas partes de la fuerza motriz fundamental que mueve la industria argentina; restapara el Litoral y el Interior un escaso equipo tcnico y mecnico. Por otra parte -explica-, la verdadera ciudad de Buenos Aires trasciende los lmites administrativos del

    32 Juan Alvarez. Buenos Aires, 1918. p. 125.33 Adolfo Posada. Pueblos y campos argentinos, 1921.

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    Municipio para extenderse sobre un sector de unos 20 kilmetros de profundidad queabarca todas las actividades industriales concentradas en esos parajes. Considerando lasempresas radicadas en esa zona, la gravitacin de Buenos Aires crece y llega a abarcar,fcilmente, el 55% del valor total de la produccin.

    LAS INDUSTRIAS ARGENTINAS POR REGIONES, EN 191334

    Nmero deestablec.

    Capitalm$n

    Produccinm$n

    Personal

    Capital Federal 10.275 547.652.000 662.679.000 149.289

    Buenos Aires 14.848 470.295.000 541.002.000 98.937

    Santa Fe 5.829 188.021.000 193.842.000 42.726

    Entre Ros 2.382 72.274.000 70.834.000 18.004

    Crdoba 2.836 75.064.000 74.211.000 20.243

    Mendoza 2.555 171.786.000 89.102.000 14.598Tucumn 789 89.195.000 115.197.000 15.159

    Sarta 2.297 12.687.000 8.644.000 6.312

    PROYECTOS REFORMISTAS

    La parte ms esclarecida de la clase poltica argentina propiciaba desde comienzosdel siglo, reformas que revirtiesen el desequilibrio entre la capital y las provincias. Tales

    proyectos chocaban con la indiferencia de quienes, siendo incluso de origenprovinciano, aprovechaban el cargo pblico, en el Congreso Nacional o en losministerios, para instalarse en la capital, mezclar su sangre con el patriciado local yolvidar los intereses de la regin a la que representaban. Por eso abundan en esasprimeras dcadas del siglo lcidos diagnsticos de los males del crecimiento regionalargentino, pero no prosperan los remedios para subsanarlos.

    Uno de los primeros en propiciar la descentralizacin del gobierno nacional,incluso mediante el traslado de la capital, es el poltico y ensayista Jos Bianco quien ensu Ensayo Sociolgico (1898), expresa la necesidad de proclamar bien alto el pendnde la unidad nacional. Y as, cuando los intereses de la poblacin, los interesespermanentes de la Repblica, el equilibrio poltico y social, el progreso y la civilizacin

    determinen la traslacin de la Capital Federal a otro punto; la divisin y subdivisin delos territorios nacionales, la creacin de otras provincias en los lmites de las actuales,como separando el Departamento de Orn, de Salta; a Ro Cuarto, de Crdoba; a BahaBlanca, de Buenos Aires; al Rosario de Santa Fe, no puedan invocarse los fuerosoriginales.35

    El objetivo de corregir los desequilibrios regionales inspira el proyecto que elsenador Carlos Pellegrini presenta en 1900 para crear una nueva provincia con parte delterritorio bonaerense y pampeano y capital en la ciudad de Baha Blanca. SuponePellegrini que de este modo se otorgar a una zona del pas, la pampa central, acceso aun puerto martimo y mayores posibilidades para desarrollar su riqueza y poblacin.

    34

    Adolfo Dorfman. Historia de la industria argentina. Buenos Aires, Solar/Hachette 1970, p. 312 y ss.35 Citado por equipo de investigaciones histricas, Baha Blanca. Una nueva provincia y diversosproyectos para su capitalizacin, Baha Blanca, Universidad Nacional del Sur, 1972, p. 291.

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    Este proyecto, que despert gran entusiasmo en Baha Blanca y partidos vecinos, fueaprovechado para formular crticas contra el centralismo de La Plata y la cantidad dedinero que sta absorba en detrimento del resto de la provincia. Porque el esquema dela Capital Federal con relacin a las provincias, se repeta entre los centrosadministrativos locales y los dems pueblos.

    La propuesta gener asimismo un intenso debate poltico y periodstico.Pellegrini, responsable de la iniciativa, tena un prestigio notable en su partido, perodej en libertad de opinar a sus correligionarios del autonomismo nacional para que sedefinieran por sus intereses ms que por sus convicciones. Las voces ms airadas seescucharon en la Legislatura bonaerense, donde los ultraporteistas compararon elproyecto con el de 1880 que descabez a la provincia. Se trata de dar un golpe mortalcontra Buenos Aires -dijeron- debilitndola por exigencia de los resentimientos delinterior. Aunque el Senado aprob el proyecto con importantes modificaciones,Diputados aplaz definitivamente su despacho debido a la fuerte oposicin que habadespertado en el mbito bonaerense.36

    En 1912 una nueva iniciativa, esta vez responsabilidad del titular del Poder

    Ejecutivo Nacional, plantea el problema del crecimiento de la Capital Federal. DiceRoque Senz Pea en el mensaje de apertura del perodo parlamentario que la ciudadde Buenos Aires se ha excedido en su crecimiento al territorio de la jurisdiccin de laprovincia de Buenos Aires y en relacin a la higiene y seguridad, su vecindad nos obligaa estudiar el asunto. La incorporacin de aquella ciudad -Avellaneda- a la CapitalFederal se vuelve impostergable por razones de orden poltico, econmico, de higiene yseguridad.

    El Presidente propiciaba la federalizacin del partido de Avellaneda. El motivoes la necesidad de realizar obras de salubridad en la capital que son inseparables de lasde este suburbio fabril y comercial de la que slo la separa un ro pequeo y navegable.

    Pero los peridicos aseguran que la intencin de Senz Pea va ms all que lasimple federalizacin de un partido suburbano que entonces tena alrededor de 92.000habitantes. Sostiene La Nueva Provincia (Baha Blanca) que se trata de un sondeo dela opinin pblica para federalizar un territorio ms extenso: los 50 kilmetros que vandel Tigre al norte, Lujn al oeste y La Plata, al sur. El gobernador de Buenos Aires,General Inocencio Arias, estara de acuerdo con este proyecto, que superaba al de Ber-nardino Rivadavia en sus magnitudes. Como contrapartida de esta cesin, la provinciatransferira a la Nacin la cuantiosa deuda externa provincial que era el principalproblema de la economa bonaerense.

    Decase tambin que el Presidente, luego de visitar la ciudad de La Plata, habasido seducido por las comodidades que ofreca como sede del gobierno nacional,

    cercana a Buenos Aires pero alejada de las presiones de las grandes urbes.En una conferencia de prensa ofrecida por el gobernador Arias se confirmaronestas conjeturas: se proyectaba que Baha Blanca fuera capital provincial y que seentregaran a la Nacin los partidos de Vicente Lpez, San Isidro, San Fernando, partede Pilar, San Martn, parte de Lujn, parte de General Rodrguez, Moreno, Morn,Ramos Meja, Avellaneda, Lomas, Almirante Brown, parte de San Vicente, Quilmes,parte de Brandsen y parte de La Plata. Entre todos sumaban ms de 450.000 habitantes.Tambin se proyectaba construir un canal navegable como cinturn del Gran BuenosAires.

    La prensa discuti la propuesta; La Nacin era contraria al proyecto que contaba

    36

    Ibid. p. 25. El proyecto de Pellegrini preservaba los intereses bonaerenses porque la provincia no sloreciba como compensacin vastos territorios pampeanos sino que conservaba tambin las tierras fiscalesde su propiedad en el territorio cedido.

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    con la aprobacin de El Pueblo y de La Razn, esta ltima favorable a la anexin deAvellaneda pero no a la de La Plata. La revista PBT seal los inconvenientes queofreca La Plata debido al aumento de poblacin y a la inminente electrificacin delferrocarril que la convertira en un suburbio de la metrpolis. El diario platense ElCensor coincidi con el gobernador Arias porque ste que es muy provincialista,

    comprende que la capital ms o menos tarde har irrupcin sobre las zonas que lacircundan y quiere poner a la provincia a cubierto de las contingencias del futuroextendiendo el territorio federalizado: ms valiente es entonces mirar al futuro ypreparar su marcha dando a la provincia irrevocables lmites.37

    La muerte del general Arias en septiembre de 1912 dej sin respaldo esteambicioso proyecto que coincidi con el ao en que por primera vez se vot en laArgentina de manera secreta, universal (para los varones) y obligatoria.

    El sinceramiento poltico que marcaba el fin de los cacicazgos tradicionalespermita que nuevas figuras y nuevos partidos ocuparan la escena nacional y provincialy que el pas se repensara a s mismo.

    Dos trabajos del historiador rosarino Juan Alvarez constituyen el mejor aporte de

    los estudiosos de este perodo al anlisis de las distorsiones existentes entre la capital yel interior. Uno de ellos, Las guerras civiles argentinas (1912), bastamente difundido, esuna interpretacin econmica de las luchas del siglo XIX entre los caudillosprovinciales, pero asimismo un estudio poltico de los orgenes de los desequilibriosregionales. El segundo libro de Alvarez, Buenos Aires (1918), menos conocido que elanterior, contiene un anlisis lcido acerca de los problemas derivados del crecimientodesmesurado de la capital federal.

    No es misterio que el federalismo argentino jams movi todos sus resortes enforma satisfactoria, -afirma Alvarez-. El sistema rentstico es injusto e insuficiente a talgrado que la nacin, las provincias y las municipalidades carecen todava de unafrmula econmica estable; el desequilibrio dejos poderes deja al ejecutivo atribucionescasi monrquicas; por olvido de la carta constitutiva, los territorios nacionales formanuna especie de anomala unitaria; la ciudad de Buenos Aires se ha tornado una cabezaenorme y escapa tambin al sistema federal en su gobierno propio38.

    El ensayista rosarino estima que hay soluciones posibles si se tiene en cuenta queel pas ha solucionado temas tan graves como el del sufragio libre o los conflictosobreros mediante frralas regulares y compatibles con el sistema. En cuanto a la ciudadde Buenos Aires, el problema no emana exclusivamente de la naturaleza, sino que esparcialmente consecuencia de las eres y la imprevisin gubernativa. Enumera el autorlas ventajas naturales de la ciudad, su clima benigno y situacin envidiable, sucondicin de gran plaza comercial, centro poltico, educacional, artstico y religioso del

    pas, ciudad de lujo (...). Todo en siete leguas que concentran milln y medio depobladores que representan la tercera parte del personal ocupado por a totalidad de lasindustrias y del comercio argentino; ms el cuarenta y siete por ciento de los capitalescomerciases y del treinta por ciento de los invertidos en la industria (...). All radica elpuerto y el arsenal ms importante, los trescientos millones de pesos oro de la Caja deConversin y la principal parte de las reservas bancarias. El resto de los pobladores, lasindustrias, los capitales y los medios de defensa, se desparraman irregularmente sobreciento dieciocho mil leguas cuadradas.

    Alvarez critica la ubicacin geogrfica de la capital en un extremo del territorio,lejos de los bosques, de los saltos de agua o de los pozos de petrleo que puedensuministrarle combustible, lo que origina gastos enormes por concepto de acarreo.

    37 Ibid. p. 93.38 Juan Alvarez, op. cit., p. 29.

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    Tampoco considera que la Argentina sea un pas rico y en este sentido se aparta deloptimismo de sus contemporneos que se vanagloriaban de habitar la gran potenciasudamericana: El ambiente lujoso de esta gran urbe no conviene mucho a los poderespblicos de una modesta repblica de ocho millones de habitantes. S se la comparacon las otras grandes ciudades del mundo que bordean los sistemas fluviales Buenos

    Aires las supera en nmero de pobladores. Los pases con un nmero similar dehabitantes tienen ciudades ms pequeas, tal como ocurre con Canad, cuyo principalcentro urbano, Montreal, alberga a 430.000 almas. Ninguna ciudad latina se asemeja aBuenos Aires, salvo Ro de Janeiro, pero Brasil triplica la poblacin argentina. Encuanto a Pars y Nueva York que son centros de atraccin mundial, reciben un dcimode la poblacin de sus respectivos pases.39

    Esa tendencia del ncleo urbano porteo ya estaba en evidencia en el censo de1869, segn el cual Buenos Aires tena 177.787 habitantes y las otras trece capitales deprovincia juntas 127.35640. Si al milln y medio de habitantes que indica el censo de1914 se le suman las personas que duermen afuera pero trabajan en la capital y utilizanlos servicios de trenes rpidos y de tranvas, el nmero de pobladores se aproximara a

    los dos millones.Alvarez estudia tres influencias determinantes para el crecimiento del rea

    metropolitana y publica un cuadro de la actividad de los principales puertos del pas.Los valores del trfico efectuado por cada puerto representan estos porcentajes

    sobre el total:41

    Importacin Exportacin

    Aos AosAduanas1873 1913 1873 1913

    Buenos Aires 83.6 80.1 75.1 35.3La Plata - 2.4 - 8.9Rosario 9.9 8.8 4.5 18.7Santa Fe 0.2 0.8 0.0 5.1Gualeguaych 0.1 0.0 1.3 0.4Baha Blanca - 3.1 - 11.5Concordia 1.8 0.1 1.2 1.8Las restantes 4.4 4.7 17.9 18.3

    Sobre la base de stos y otros datos, Alvarez denuncia la existencia de unapoltica diferencial de calados que ha favorecido a la capital, seguida por cincotitulares distintos del Poder Ejecutivo entre 1905 y 1917. Tampoco el crecimiento

    perceptible de los puertos de Rosario y de Baha Blanca en las dos primeras dcadas delsiglo ha descongestionado al de Buenos Aires.Con respecto a la localizacin de industrias en la Capital Federal, observa que de

    los 188.000 individuos que en 1914 estaban ocupados en manufacturas de todo el pas,slo 84.000 hallaban ocupacin fuera del municipio porteo. Muchas manufacturasimportantes han desaparecido en cambio del interior del pas.

    Fue ms fcil ocupar a los recin venidos en industrias urbanas, que darles tierrasy vivienda en el interior.

    En cuanto al sistema ferroviario, que al principio estuvo integrado por tressistemas separados: el del interior que converga sobre Rosario, el de la Mesopotamia

    39

    Ibid. p. 29.40 Ibid. p. 36.41 Ibid. p. 44.

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    con salida por Concordia al ro Uruguay, y el de la provincia de Buenos Aires, ha sidosustituido por un sistema nico que desemboca en el ro de la Plata.

    La residencia del Gobierno Nacional es otro de los atractivos que tuvo BuenosAires. La gente tiende a radicarse cerca de la autoridad o viajar peridicamente a lacapital. Los agentes financieros, representantes de bancos y de seguros, prefieren estar

    en contacto con los poderes pblicos.Es preciso entonces descentralizar y retirar paulatinamente de la capital loselementos que aceleran su crecimiento, por ejemplo, muchas oficinas nacionales cuyalabor sera ms eficaz en otros puntos del territorio. Propone principalmente fomentar eldesarrollo de cinco centros -Crdoba, Tucumn, Mendoza, Rosario y Baha Blanca- queson ciudades con productos propios y de gran consumo en condiciones de competir conel mercado de Buenos Aires.

    Alvarez plantea en ltimo trmino el traslado de la capital siempre que el titulardel Ejecutivo consienta en abandonar los recursos de la gran urbe trocndolos por laminscula jefatura de una ciudad mediterrnea. Es cierto que a lo largo de la historiaargentina, colonial e independiente, el traslado de ciudades y de capitales o centros

    urbanos ha sido frecuente. Por otra parte, el ncleo abandonado puede constituir unnuevo estado federal compuesto por pocas hectreas pues en ningn caso la provinciade Buenos Aires puede reclamar ese territorio cuya riqueza, producto del esfuerzocomn, dista mucho de lo que fue en 1880.

    Supone el autor que la futura capital debe ser una ciudad nueva, tal como loresolvi Australia con la designacin de Yass-Canberra pues pases jvenes y detrabajo ganan evitando el modelo de las viejas monarquas, y para el xito del sistemafederal, si es que se lo conserva, seguramente conviene una capital modesta. Enadministraciones que funcionan con tanto personal como la nuestra, pronto se hace unaciudad de empleados, oficinas y hoteles; hemos visto nacer a La Plata por el esfuerzo deuna sola provincia, cuando la riqueza pblica era mucho menor que la de hoy. Unncleo de este tipo bastara42.

    Canberra fue la primera de las capitales nacionales planeada y construida en elcurso del siglo XX en un pas que haba sido colonia y que luego pas a integrar laComunidad Britnica de Naciones. Seala Jorge Hardoy en The planning of capitalcities que la creacin de una nueva capital es el resultado de cambios en la orientacineconmica y demogrfica en los territorios que se gobernarn desde all y tienerepercusiones a menudo fundamentales en la direccin subsiguiente del desarrollo delpas. Canberra deba ser un smbolo, un punto de reunin en materia de orgullonacional para los seis estados australianos que decidan federarse. La gente quehabitaba reas alejadas vera en la capital un elemento aglutinante. Pero su construccin

    demor ms de lo previsto: proclamada como capital en 1912 cuando era todava unmodesto pueblo, iniciadas las obras un ao ms tarde, stas concluiran en 1946 demanera parcial. Slo en 1958 Canberra estaba terminada y era asiento del Parlamento,de los departamentos centrales y de instituciones pblicas y privadas43.

    El caso australiano difera por lo tanto sustancialmente del argentino. Mientras enel primer caso haba habido acuerdo para crear algo nuevo, en el segundo se habapreferido el antiguo esquema colonial con sus ventajas e inconvenientes. De todosmodos en la dcada iniciada en 1920, la Argentina gobernada por Hiplito Yrigoyeninicia dos proyectos: el ferrocarril Salta/ Antofagasta (Chile) que abrira el comercio conel Pacfico para las provincias del noroeste y el proyecto que prolongaba las lneas

    42

    Ibid. p. 189.43 Jorge E. Hardoy, The planning of new capital cities, Mosc 1964. Trabajo presentado en el Simposiopara la planificacin y desarrollo de nuevas poblaciones.

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    frreas del Sur con un objetivo similar que es este caso favorecera a la Patagonia. Deeste modo se intentaba quebrar el sistema nacional de comunicaciones centrado enBuenos Aires.

    EL GRAN BUENOS AIRES

    La crisis econmica mundial de 1930 termin con los aos prsperos delcomercio atlntico. Los pases centrales optaron por el proteccionismo que favoreca alas metrpolis y a sus colonias y la Argentina se limit a renegociar sus envos de carnesal mercado ingls como una forma de evitar el deterioro de su comercio internacional.Pobreza y desocupacin acompaaron la implantacin de sistemas autoritarios enmuchos pases de Amrica Latina y no se encararon reformas sustanciales para losproblemas del desequilibrio regional que continuaron agudizndose a partir de la dcadade los aos cuarenta.

    En 1930 se produjo en la Argentina el golpe de estado militar que alter el sistemainstitucional dando comienzo a un perodo de fraude. Con este golpe se cumplan lospronsticos ms pesimistas contenidos en el discurso de Leandro Alem en 1880: fuegestado en la Capital Federal desde donde result fcil ocupar las administracionesprovinciales pues la centralizacin impuesta por el sistema operaba en favor delautoritarismo. As se restableci el rgimen oligrquico y esta situacin se repiti enotros golpes militares subsiguientes.

    La gran depresin econmica se prolong hasta 1935 aproximadamente, fecha enla que el pas entra en la etapa de industrializacin por sustitucin de importaciones. Erala ocasin de definir una estrategia de crecimiento econmico e integrador. Pero laoportunidad no fue aprovechada. Sin embargo es precisamente en esta dcada cuandoeconomistas, polticos y ensayistas manifiestan su justificada preocupacin por lamacrocefalia argentina y publican trabajos importantes. Entre los que se destaca Lacabeza de Goliat (1940) de Ezequiel Martnez Estrada. La obra, de carcter literarioms que histrico, indaga la esencia de las calles y de los barrios porteos dentro delgusto de la poca que fue prolfica en ensayos y novelas de inspiracin ciudadana.Registra tambin las transferencias que las grandes ciudades de provincia han delegadoen Buenos Aires: las provincias han credo que Buenos Aires, como sede de lasautoridades nacionales, era el punto supremo de la aspiracin de todos, mientras queBuenos Aires procedi con esos aportes sagrados con un criterio no slo unitario sinoverdaderamente municipal. Se engrandeci, se embelleci, se fortific, masexclusivamente como urbe y no como Capital Federal. Segn Martnez Estrada, la

    capital argentina se ha trocado en una especie de divinidad cvica que se impone noslo a los porteos sino tambin a los hombres del interior.44

    Es precisamente un legislador por la Capital, el socialista Alfredo Palacios, quienplantea al comenzar los aos cuarenta el problema de los desequilibrios regionalesdesde una perspectiva netamente poltica. Dice en la Cmara el 27 de agosto de 1941:Soy representante de la capital de la Repblica. He nacido en esta urbe fastuosa ycosmopolita que ignora el dolor argentino, la desolacin de la tierra yerma y la tragediade los hombres de los eriales desiertos y silenciosos.

    Buenos Aires vive mirando a Europa y tenindola por gua, sin advertir que nonos sirven ya sus caminos, ni sus viejas culturas (...). Hemos de resolver elencadenamiento de problemas planteados por provincias pobres, sin mezquindades ni

    44 Ezequiel Martnez Estrada. La cabeza de Goliat Buenos Aires, 1940, p. 31.

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    regateos, pues de otra manera