la mujer mexicana en la época neoliberal. el caso del estado de

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Revista Internacional de Ciencias Sociales y Humanidades, SOCIOTAM ISSN: 1405-3543 [email protected] Universidad Autónoma de Tamaulipas México Alonso Herrero, José A. La mujer mexicana en la época neoliberal. El caso del estado de puebla Revista Internacional de Ciencias Sociales y Humanidades, SOCIOTAM, vol. XIII, núm. 2, julio- diciembre, 2003, pp. 9-36 Universidad Autónoma de Tamaulipas Ciudad Victoria, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=65413201 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Page 1: La mujer mexicana en la época neoliberal. El caso del estado de

Revista Internacional de Ciencias Sociales y

Humanidades, SOCIOTAM

ISSN: 1405-3543

[email protected]

Universidad Autónoma de Tamaulipas

México

Alonso Herrero, José A.

La mujer mexicana en la época neoliberal. El caso del estado de puebla

Revista Internacional de Ciencias Sociales y Humanidades, SOCIOTAM, vol. XIII, núm. 2, julio-

diciembre, 2003, pp. 9-36

Universidad Autónoma de Tamaulipas

Ciudad Victoria, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=65413201

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La mujer mexicana en la época neoliberal. El caso del estado de Puebla.

LA MUJER MEXICANA EN LA ÉPOCA NEOLIBERAL.

EL CASO DEL ESTADO DE PUEBLA

José A. Alonso Herrero

Universidad de las Américas, Puebla, México

RESUMENEl objetivo central del artículo consiste en mos-

trar el doble impacto —positivo y negativo— causa-do por las estrategias neoliberales en las mujeres me-xicanas y, más en concreto, en las mujeres del estadode Puebla. Las políticas impuestas en México por "re-comendación" del Fondo Monetario Internacional(FMI) han polarizado a la sociedad mexicana, y lasmujeres han resentido esos efectos negativos con máscrudeza que los varones. Paradójicamente, sin embar-go, en este mismo periodo se ha incrementado el papelactivo de la agencia femenina. En el caso de Puebla,diversas instituciones, en conjunción con el InstitutoPoblano de la Mujer, se han convertido en promoto-ras del nuevo rol desempeñado por las mujeres en lasociedad mexicana.

Palabras clave: género, neoliberalismo, crisis, demo-cracia, agencia femenina.

MEXICAN WOMEN IN THE NEOLIBERAL AGE: THE CASE OF PUEBLA

ABSTRACTThis work intends to show the double impact —

positive and negative— caused by neoliberal strate-gies on Mexican women, and more specifically inthose living in the state of Puebla. Policies imposed inMexico by "recommendation" of the InternationalMonetary Fund (IMF) have polarized Mexican soci-

SOCIOTAM Vol. XIII, N. 2 (2003)

Original. Para solicitar reproducciones, dirigirse con el autor:

Departamento de Relaciones Internacionales e HistoriaUniversidad de las AméricasSan Andrés Cholula, Cholula, Puebla 72820Tel. (01) 22 22 29 24 71

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ety, and women have suffered such negative effectsdeeper than men. Paradoxically, notwithstanding,women’s agency has grown in this same period. In thecase of Puebla, several institutions, in conjunctionwith the Instituto Poblano de la Mujer, have becomepromoters of the new role women are playing in soci-ety.

Key words: gender, neoliberalism, crisis, democracy,women’s agency

INTRODUCCIÓN

L

a época neoliberal, que arranca en México hacia 1982, consti-tuye el marco en el que esbozaremos los rasgos indispensables paracaptar el papel jugado por la mujer mexicana a lo largo de estas dosdécadas. Dos razones nos empujan a escoger este periodo. La prime-ra es coyuntural. Hace veinte años elaboramos un artículo sobre lamujer y el trabajo en México, en el cual sintetizábamos las principa-les tendencias relacionadas con la mujer mexicana (Alonso, 1984,pp. 214-273). El análisis de la participación laboral femenina, así co-mo de la actitud asumida hasta entonces por los principales partidospolíticos y por los sindicatos con respecto a la mujer mexicana, con-firmaba dos tendencias innegables. Por una parte, la mujer partici-paba cada vez más en actividades laborales —remuneradas o no—tanto dentro como fuera del hogar. Sin embargo, esta creciente par-ticipación femenina en la economía de México implicaba sistemáti-camente una mayor explotación y opresión que la experimentada encircunstancias similares por los varones. Por otra parte, esa mayorintegración de la mujer en la estructura productiva del país, así co-mo en los partidos políticos y en los sindicatos,

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no corría paralela-mente con una mayor conciencia —aun de las mismas mujeres— dela problemática laboral específica femenina que sus nuevas activida-des entrañaban con respecto a la emancipación de la mujer mexica-na.

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La segunda razón es estructural. Apoyados en la observaciónprevia, coincidimos con Amartya Sen (2000, p. 233) en pensar quedurante los últimos lustros los movimientos sociales de las mujeresya no están solamente relacionados con incrementar el bienestar delas mujeres, sino que día con día están más destinados a promoverla libre

agencia de las mujeres.

Antes se centraba la atención en elbienestar femenino, subraya Sen, mientras que hoy se ha incorpora-do a esta tarea la de promover "el papel activo de la

agencia de lasmujeres

". Ambos aspectos están relacionados, pero son radicalmen-te distintos. Las mujeres como personas merecen el mismo bienestarque los varones. Pero comprender el papel de la

agencia femenina

esfundamental para reconocer que las mujeres son personas responsa-bles con idénticos derechos y deberes que los varones. De ahí que lasnuevas actitudes de los movimientos feministas contengan repercu-siones revolucionarias, orientadas a ampliar y profundizar el papelde la

agencia activa de las mujeres.

Ambas consideraciones nos permiten plantear varias preguntas.¿El bienestar femenino se ha incrementado durante la fase neolibe-ral en México?, ¿la situación de la mujer mexicana en cuanto a la fa-milia, las condiciones laborales y la participación en actividades po-líticas y culturales ha mejorado durante estas dos décadas?, ¿se hareforzado la agencia de las mujeres mexicanas en estos años?, ¿hacontribuido la embestida neoliberal a aumentar el poder femenino?,¿cómo han aprovechado las organizaciones de mujeres la supuestaapertura modernizante de la globalización neoliberal?

La respuesta hipotética a estas preguntas es que las políticas neo-liberales han producido un doble impacto en la sociedad mexicanay, por ende, en las mujeres. En primer lugar, la apertura neoliberalha incrementado el carácter periférico de la economía mexicana, si-tuación que ha propiciado el creciente deterioro de la situación so-cio-económica de las mayorías en México y, por lo tanto, de sus fa-milias y de sus mujeres. Pero, en segundo lugar, esa misma apertura,al unísono con ciertas corrientes mundiales, ha favorecido la capaci-dad de las mujeres para organizarse y luchar, en definitiva, por laexpansión y el fortalecimiento de la

agencia femenina.

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LA ESTRATEGIA NEOLIBERAL EN MÉXICO

L

a respuesta adecuada a las preguntas previas exige tener encuenta la estrategia neoliberal, implantada en México por Miguel dela Madrid (1982-1988), y fielmente continuada y profundizada porsus sucesores priístas, incluyendo al panista Vicente Fox.

2

La ideo-logía neoliberal, que hoy campea por todo el globo terráqueo, es uncomponente esencial de la omnipresente globalización productiva yfinanciera (Martínez, 1977). El discurso neoliberal se presenta comoinevitable, en particular para las élites de la periferia capitalista, si esque quieren llevar adelante sus planes de desarrollo nacional.

Este mensaje universal sube de tono dentro del bloque norteame-ricano, integrado por los Estados Unidos, México y Canadá, y cons-tituido formalmente por el Tratado de Libre Comercio de Américadel Norte (en adelante, TLCAN), cuya entrada en vigor el primerode enero de 1994 coincidió con el levantamiento del Frente Zapatistade Liberación Nacional. México es la nación que más directamenteha resentido la presión neoliberal de los Estados Unidos, país quedesde la década de los setenta busca la forma de recuperar y forta-lecer el liderazgo mundial. Destacados politólogos estadouniden-ses, como Gilpin (1990) y Keohane (1984) han establecido la cone-xión indispensable entre la dominación hegemónica estadouniden-se y la presencia de economías nacionales abiertas y porosas hacialas incursiones del poder dominante.

Keohane es un firme defensor de la teoría de la estabilidad hege-mónica. Este autor propone la tesis de que las estructuras mundialesdel poder hegemónico, dominadas por un solo país, son propiciaspara el desarrollo de regímenes internacionales fuertes, cuyas reglasson precisas y deben ser bien obedecidas por otros estados (Keo-hane, 1988, p. 132). De ahí que, en opinión de este autor, sea indis-pensable la existencia de una potencia hegemónica para la creacióny preservación de una economía liberal internacional.

Presupuesta esta ideología dominante y convencido de la necesi-dad de recuperar e imponer su liderazgo global en referencia con-creta al bloque norteamericano, el gobierno yanqui formuló en 1990el Consenso de Washington, que se convertiría poco después en el

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antecedente directo del TLCAN. En el caso de México, las autorida-des nacionales no tuvieron en cuenta, al aceptar este consenso, el es-truendoso fracaso económico de la década de los ochenta, medidoen concreto desde la perspectiva de las mayorías mexicanas por elaumento del desempleo y del sector informal y por la caída en lossalarios.

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De hecho, en México, a partir de 1982, los diseñadores dela política económica estuvieron dispuestos a llevar a cabo las refor-mas "aconsejadas" por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y elBanco Mundial (BM) más allá de los límites recomendados por am-bas instituciones (Calva, 2002). Ambas instituciones "internaciona-les" actúan desde hace décadas como agencias del gobierno estado-unidense. La consecuencia de esta "obediencia", como afirma el ex-perto Enrique de la Garza (1990, p. 217), es que la economía mexica-na tuvo durante todo el sexenio de Miguel de la Madrid un desem-peño muy negativo.

A la vista de los resultados económicos de la "década perdida",desastrosos para las mayorías, las élites gobernantes no cambiaronel rumbo durante la década siguiente. Al contrario, en el mismo co-mienzo de los años noventa, firmaron el Consenso de Washington yse dedicaron a cumplir sus condiciones al pie de la letra. Más aún,los diseñadores de la política económica en México, como insisteCalva (

op. cit.,

2002), estuvieron dispuestos a llevar las reformas másallá de los límites que el Banco Mundial consideraba necesarios. Porlo demás, son bien conocidas estas condiciones: liberalizar el sistemafinanciero, así como la inversión extranjera directa, orientar la eco-nomía hacia el exterior, es decir, abandonar definitivamente todoslos resabios del modelo de la Industrialización por Sustitución deImportaciones (en adelante, ISI) y adoptar el ISE (Industrializaciónpor Sustitución de Exportaciones) y privatizar las empresas públi-cas.

El entonces presidente de México y sus colaboradores fueron tanescrupulosos en el cumplimiento de las condiciones y de los "ajus-tes" impuestos por el FMI y el BM, que su comportamiento causó ad-miración hasta en los oficiales de estas instituciones. El siguientediálogo referido por un politólogo estadounidense tan poco sospe-choso de izquierdismo como Samuel Huntington (1993, p. 43) con-firma esta impresión:

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En 1991 un consejero de alto nivel del presidente Carlos Salinas de Gor-tari me describió largamente todos los cambios que el gobierno de Salinasestaba llevando a cabo. Cuando concluyó, comenté: "Esto es impresionante.Me parece que ustedes básicamente lo que pretenden es convertir a Méxicode un país latinoamericano en un país norteamericano". Entonces él memiró con sorpresa y exclamó: Exactamente. Esto es precisamente lo que no-sotros estamos tratando de lograr, pero por supuesto no lo podemos pro-clamar públicamente.

4

Las políticas sociales diseñadas en el sexenio de Carlos Salinas deGortari (CSG) y continuadas en los siguientes periodos no dejan lu-gar a dudas. Si nos atenemos tanto al Informe del Banco Mundial de1996 (Román y Aguirre, 1998, p. 138), como al índice de desarrollohumano, creado y examinado por el PNUD de 1994, resulta que Mé-xico es un país de alto desarrollo humano. Pero al estudiar la distri-bución del ingreso, el mismo BM ubica en una lista de 65 países aMéxico en la decimoquinta peor distribución de la riqueza. Datosdel BM muestran que solo el 10% más rico de los hogares mexicanostuvo en 1994 una participación en los ingresos mayor que en 1977;70% de los hogares deterioraron su participación (

ibidem,

139).

Román y Aguirre (1998, p. 129) han insistido en esta aparentecontradicción. La pobreza no es lo mismo que la mala concentracióndel ingreso, afirman. El que México como país no sea "pobre" no im-plica que los "niveles mínimos de bienestar de la gran mayoría de lapoblación estén asegurados. Un país pobre, como México, puede te-ner altos niveles de pobreza si la concentración del ingreso es parti-cularmente inequitativa". Dado que los mismos datos del gobiernomexicano, a través del Instituto Nacional de Estadística, Geografía eInformática (en adelante, INEGI), confirman la creciente pauperiza-ción de las mayorías mexicanas, tanto urbanas como rurales, es pre-ciso concluir esta referencia a la pobreza generalizada de México, in-sistiendo en que los diferentes grupos gubernamentales durante losnoventa coincidían en defender la necesidad de reforzar los progra-mas de combate a la pobreza (Valencia y Aguirre, 1998, p. 72).

No obstante, lo típico del periodo de Carlos Salinas de Gortari yde su sucesor, es que en los noventa se promueve el diálogo y la co-

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laboración de dos grupos antagónicos: el de los "tecnócratas" y el delos "reformadores sociales". Los primeros seguían la línea impulsa-da por el Banco de México y otras instituciones públicas, mientrasque los segundos mantenían un discurso social más activo (

ibidem,

65). El organismo que permitió llegar a un

"matrimonio de convenien-cia entre los tecnócratas y los reformadores sociales"

(Dresser, 1997, p. 32)fue el Programa Nacional de Solidaridad. Si nos atenemos a los da-tos oficiales (Valencia y Aguirre, 1998, p. 69), hay que reconocer quelos programas de combate a la pobreza adquirieron una gran impor-tancia. Baste recordar que el impulso dado al Programa Nacional deSolidaridad (en adelante, PRONASOL) fue tal, que el gasto social,enfocado a luchar contra la pobreza, pasó de 31.6% en 1988 del gastoprogramable a 51.7% en 1994 y, como porcentaje del producto inter-no bruto (PIB), el cambio fue de 5.7% a 9.1% en 1994.

Estos altos porcentajes muestran que había conciencia en el go-bierno de los altos costos sociales que producirían los "ajustes", se-gún lo han señalado Bazdresch y Lustig (1993). Pero había que con-juntar el combate a la pobreza, sobre todo a la urbana y a la extre-ma, con la habilidad para mantener un ambiente de confianza paralos inversionistas, sobre todo extranjeros, y para incrementar la librecirculación de capitales y mercancías, según la ideología neoliberalplenamente aceptada.

¿UN MATRIMONIO DE CONVENIENCIA: EL INSTITUTO NACIONAL DE SOLIDARIDAD?

A

ntes de comentar más a fondo la situación social de la mujermexicana durante la etapa neoliberal, es preciso examinar el sentidode ese "matrimonio de conveniencia" sugerido por Dresser. En efec-to, hablar de matrimonio —sobre todo hoy en día— implica referirsea una institución cada vez más simétrica e igualitaria, en donde am-bos cónyuges comparten los mismos derechos y deberes. Sin embar-go, no parece ser ése el caso de las relaciones entre tecnócratas y re-formadores sociales durante el salinato y el gobierno zedillista. Lasreformas de carácter benéfico y social instrumentadas durante esosdoce años son simples

"curitas"

para aliviar las heridas producidas

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en las mayorías populares por las medidas y los ajustes neoliberales.En cuanto tales son, tal vez, los últimos coletazos de ese fino instintosocial, tan útil para apaciguar a las mayorías, que siempre mos-traron los regímenes priístas.

Porque, en definitiva, el supuesto matrimonio acabó en divorcioo en derrota de los reformadores sociales que pretendieron contra-rrestar más allá de ciertos límites las consecuencias deletéreas de losajustes fondomonetaristas. Tal es el caso de aquellos desencantadosburócratas que algún día fueron colaboradores y responsables de losprogramas estatales (Alonso, 1999, p. 89). El mejor ejemplo lo consti-tuye Enrique del Val, quien llegó a ser el principal responsable delgobierno en la lucha contra la pobreza y después de 22 años de fun-cionario público, renunció a su trabajo. La razón, como él mismo lodeclaró, es que

"ya no podía conciliar su trabajo con el resultado global deuna política de donde cada día los pobres son más pobres y los ricos son másricos".

Valencia y Aguirre (

op. cit.,

1998, p. 88), al comentar esta renun-cia, se refieren al rompimiento de Enrique del Val con el gobierno yrecuerdan las disputas existentes entre las corrientes "tecnócrata" y"reformadora social". Creemos, no obstante, que este tipo de deci-siones no se explican primordialmente por conflictos individuales.En mayo de 1998, el mismo Enrique del Val puntualizó que su dis-crepancia no era con ciertas personas. Según él, lo que estaba en jue-go era la concepción de la política social.

Conviene, por tanto, analizar de cerca esta política social paracomprender hacia dónde se mueve la estrategia oficial de México.Contamos para ello con un documento de primera mano. Se titula"Modernización económica y cambio estructural en México" y fuepublicado por el Instituto Nacional de Solidaridad en 1994. Comotodo documento oficial, en particular del periodo salinista, hay queleer este escrito en dos niveles: lo que dice y lo que oculta o, mejoraún, lo que dice y lo que distorsiona. Aquí conviene recordar la char-la, ya citada, de Samuel Huntington. Había cosas, dijo su interlocu-tor, que no podían comunicarse al pueblo de México.

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El primer párrafo resulta revelador. El cambio estructural, tanpregonado por CSG desde hacía años, se nos dice que representaba

"la estrategia de desarrollo en el marco de la preservación del proyecto na-cional de justicia y libertad emanado de la Revolución Mexicana de 1910-1917".

El breve comentario que haremos a continuación mostraráque el objetivo perseguido era exactamente lo contrario: insertar aMéxico en la estrategia neoliberal diseñada por las élites políticas yeconómicas de los Estados Unidos y respaldadas por el FMI y el BM.

El primer paso consiste en aceptar sin restricciones la típica expli-cación neoliberal de las crisis económicas de México y América Lati-na. La crisis, se nos dice, es un indicador del agotamiento de la es-trategia de desarrollo seguida con el ISI durante 1934-1982, caracte-rizada por el cierre de los mercados y la elevada intervención del es-tado en la economía. Si la planta de producción se había tornado dé-bil e ineficiente (

ibidem,

p. 22) era porque la economía cerrada no ase-guraba el desarrollo de la productividad. En consecuencia, habíaque introducir un esquema abierto y libre a la competencia interna-cional. Es decir, se acepta sin discusiones en este documento oficialel diagnóstico utilizado por el FMI para imponer sus ajustes. En vezde examinar, por ejemplo, el papel desempeñado por los empresa-rios nacionales, quienes durante décadas se aprovecharon de lascondiciones prohijadas por el gobierno mexicano para aumentar suscapitales privados, el documento declara enfáticamente que se re-quiere un cambio estructural.

¿En qué consiste esa "transformación nacional" proclamada repe-tidas veces en el documento? Basta con hojear el documento paraconstatar que la modernización económica del país consistía enadoptar las políticas de ajuste requeridas por el FMI (

ibidem,

p. 23 ss).Destaca, en primer lugar, la liberalización del comercio, iniciada en1983 y que concluyó con el TLCAN.

Esta apertura concluirá el 31 de diciembre del año 2008, momento en el cualla circulación de bienes y servicios de los tres países se dará sin obstáculo al-guno dentro de esa gran zona territorial.

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En confirmación del comentario expresado por Huntington, Mé-xico abrió su economía unilateralmente.

El raciocinio que explicaba tal proceder era que de esta maneraMéxico se convertiría en un proveedor privilegiado del gran merca-do estadounidense y canadiense. Lo más importante del TLCAN —se insiste— es la posibilidad de exportar productos mexicanos (

ibi-dem,

p. 26). No se explica cómo una industria nacional, que había fra-casado durante el periodo del ISI, iba a adquirir tan poderosadinámica con el ISE. En realidad, se anunciaba —sin decirlo— la in-vasión de las empresas extranjeras y el aniquilamiento de las empre-sas nacionales.

Si esta lectura personal del documento se antoja exagerada,bastará con recordar las siguientes políticas de ajuste. Sobresale, enprimer lugar, la transformación del papel del Estado. Desaparece larectoría del Estado y éste se retrae gradualmente de lo económicopara ocuparse de lo social. El mejor comentario de este retraimientoestatal nos lo ofrecen reacciones drásticas como la de Enrique delVal. La proclamada reforma del Estado, en vez de dar paso a un ma-yor énfasis en lo social —como hemos visto— sirvió para debilitar ala sociedad civil nacional, que permanece inerme e impotente antela avalancha de capital internacional.

El siguiente "ajuste" consiste en garantizar el pago de la deuda.La negociación lograda por el gobierno de CSG se convirtió en unavictoria pírrica, pero el tema da pie al documento para mencionar el"redimensionamiento del aparato público", gracias al cual —de 1982a 1993— se desincorporó 80% de las empresas públicas (

ibidem,

p.31).

La explicación dada consiste en acusar al Estado mexicano dehaber dejado de ser un "factor de crecimiento", para convertirse enun "factor de desequilibrio". La crisis, se nos aclara, está determina-da por el abatimiento de la capacidad productiva y, en ese sentido,el Estado no era la causa de la crisis; sin embargo,

"la reforma del Es-tado tendría que proceder como piedra de toque para procesar un profundocambio estructural".

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El engorroso razonamiento del párrafo anterior desemboca enuna constatación básica desde la perspectiva monetarista y neolibe-ral. La recuperación de la deuda, la discriminación del gasto públicoy el redimensionamiento del Estado se traducen en el saneamientode las finanzas públicas. En otras palabras,

"la eliminación del déficitfinanciero del sector público favorece el control de la inflación"

(

ibidem,

p.33).

En efecto, la perspectiva fondomonetarista y los intereses de lasempresas transnacionales aparecen con todo vigor en este apartado,en donde se afirma que, gracias a la transformación del Estado, Mé-xico es "un mejor colocador de productos en el extranjero" y queahora

"no solo se exporta más, sino que ahora se venden fundamental-mente productos manufacturados"

(

ibidem,

p. 36).

¿Qué empresas son las que manufacturan?, ¿son empresas ma-quiladoras?, ¿cómo interpretar el fenómeno de las maquiladoras?,¿qué significa, en este contexto, el comercio intrafirma? ¿puede in-terpretarse la expansión de las plantas maquiladoras como un au-mento de la competitividad de la industria mexicana?

REPERCUSIONES DE LA ESTRATEGIA NEOLIBERAL EN LA MUJER MEXICANA

E

l programa neoliberal, esbozado en la sección previa, se convir-tió durante las últimas dos décadas en el programa de trabajo de losdiferentes presidentes y de sus colaboradores. Obviamente, tal es-trategia ha tenido profundas repercusiones en la sociedad mexicana.Las mujeres no podían ser la excepción. La agenda neoliberal ha im-pactado en el bienestar de las mujeres, pero también ha servido parapromover la

"agenda femenina".

Concentraremos ahora nuestra aten-ción en el primer punto. Esbozaremos, para ello, el perfil socioeco-nómico de la mujer mexicana, que ha resultado a partir de los cam-bios estratégicos introducidos por el gobierno desde 1982.

La base de la información será oficial. El Instituto Nacional de lasMujeres y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas (2001) hangenerado diversas series estadísticas relacionadas con la mujer en

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México que nos ofrecen un panorama amplio del desempeño feme-nino durante esta fase neoliberal. Seleccionaremos aquellos indica-dores que son fundamentales para captar la situación de la mujermexicana. El primero es la asistencia escolar. Los porcentajes de ni-ños y niñas que asisten a la escuela se incrementaron en ambos sexosentre 1970 y 2000, pero el crecimiento fue mayor en el caso de lasniñas, lo cual significa que la brecha entre niños y niñas se ha redu-cido notablemente, aunque todavía más niños que niñas van a la es-cuela (

ibidem,

p. 177).

Lo mismo ocurre en la categoría de "población sin instrucción";en el año 2000, doce de cada cien mujeres no tienen instrucción, entanto que nueve de cada cien hombres se encuentran en la mismasituación. Persiste en la sociedad mexicana, por consiguiente, la ma-yor exclusión educativa que sufrieron las mujeres de generacionespasadas. Los indicadores siguientes son interesantes desde el puntode vista femenino. En cuanto a la eficiencia terminal por nivel edu-cativo, las mujeres tienen una mayor eficiencia terminal que loshombres (

ibidem,

p. 217). En las carreras técnicas, los hombres tienenuna eficiencia de 40.1%, mientras que las mujeres alcanzan 47.4%.En la primaria se igualan las proporciones en ambos sexos, pero enel bachillerato sólo cinco de cada diez hombres y seis de cada diezmujeres lo concluyen.

En cuanto a la deserción escolar, que constituye uno de los indi-cadores de eficiencia más representativos, en el ciclo escolar 2000-2001 y en los niveles de primaria, secundaria, profesional medio ybachillerato, es mayor la deserción masculina que la femenina. Ade-más, la diferencia entre los hombres y las mujeres que abandonan laescuela se agudiza conforme se avanza en los niveles escolares: enprimaria la diferencia favorable a las mujeres es de solo 0.3%, en lasecundaria es de 3.4%, en profesional medio es de 5.9% y en el ba-chillerato es de 6.3% (

ibidem,

p. 223).

En cuanto a otros dos importantes indicadores de la educación,el analfabetismo y el rezago educativo, se redujo la tasa en ambossexos durante los últimos veinte años, pero la desventaja aún corres-ponde a las mujeres.

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Los siguientes indicadores relacionan el fenómeno educativo conla estructura familiar. El primer indicador interesante es la propor-ción de divorciados y divorciadas por nivel de instrucción. En gene-ral, las personas divorciadas cuentan con mejores niveles de escola-ridad que la población del país y, además, la proporción de divorcia-dos se incrementa a medida que su nivel de instrucción es más alto.Pero, con excepción del nivel superior en el que el porcentaje de va-rones divorciados es mayor que el de las mujeres, en los otros tresniveles —primaria, secundaria y media superior— las proporcionesde los varones son menores a las de las mujeres.

En resumen, en relación con el panorama educativo, aunque per-sisten rezagos y diferencias en contra de la mujer, sí se observan cier-tos cambios que parecen confirmar una observación que realizamosdesde hace años los profesores universitarios: las jóvenes muestranuna dedicación y un empeño que en todas las generaciones aventa-jan al que muestran los jóvenes.

El siguiente conjunto de indicadores se refiere a la estructura fa-miliar. Aquí sobresalen algunos cambios significativos. El primerose refiere a los hogares con jefatura femenina. El primer dato impor-tante es que en el año 2000 uno de cada cinco hogares está a cargo deuna mujer. La distribución regional es desigual, pero en más de lamitad de los estados de la República Mexicana se registran porcen-tajes superiores a 20% de hogares dirigidos por una mujer (

ibidem,

p.249). Este indicador, sin embargo, contrasta con el de la tasa de jefa-tura en hogares familiares, pues la situación predominante en todoslos estados mexicanos refleja los patrones imperantes en la distribu-ción de la autoridad de la sociedad tradicional mexicana, donde loshombres se hacen cargo de la jefatura y las mujeres la asumen gene-ralmente cuando los varones adultos están ausentes (

ibidem,

p. 261).

En este contexto es importante señalar la insuficiencia de los da-tos estadísticos oficiales. En el documento se indica que Tlaxcala esuno de los estados de la República Mexicana en donde se observanlas tasas más bajas de jefatura femenina. Investigaciones de camporealizadas en diversos municipios muestran, sin embargo, que elconcepto de "jefatura" está experimentando una profunda redefini-

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ción durante la época neoliberal, cuando muchas mujeres salen atrabajar varias veces por semana al Distrito Federal y regresan a al-tas horas de la noche, sin que los maridos puedan objetar ese com-portamiento femenino que se aparta de las normas tradicionales(Alonso y Marroni, 1998).

Otro rubro importante relacionado con la mujer y la familia se re-fiere a la participación económica de los cónyuges. El punto de parti-da es la norma cultural que consiste en repartir las responsabilida-des familiares de acuerdo con el sexo. Sobre el hombre recae la obli-gación de ser el proveedor de los recursos económicos y, por lo tan-to, se supone que él es el que debe participar en el mercado de tra-bajo. En México, no obstante, como en la mayoría de los países, hoyen día las mujeres se incorporan más y más a la actividad económi-camente remunerada, dentro o fuera del hogar.

De hecho, dependiendo del ciclo vital, la incorporación de la mu-jer a las actividades remuneradas —aun sin tener en cuenta los tra-bajos informales, sobre los que no existe información oficial— es no-table en México. El porcentaje de mujeres casadas menores de 30años que ingresan al mercado es de 22.6%, el de las mujeres mayoresde treinta y menores de cincuenta es de 29.6% y el de las mayores decincuenta años es de 15.8%.

Sin embargo, el ingreso promedio por las actividades laboralessigue siendo diferente en ambos sexos.

A nivel nacional, los hom-bres perciben $3,912 mensuales, mientras que las mujeres reciben$2,833 por mes.

Por regiones, sin embargo, existen grandes diferen-cias. El único estado en el que los ingresos femeninos son superioresa los masculinos es Aguascalientes; en todos los demás continúa laregla tradicional (

op. cit.,

p. 276).

Otro indicador sobresaliente de los cambios ocurridos en Méxicose refiere a la participación de los cónyuges en las actividades coti-dianas de la familia. Hoy en día se observa que cada vez más hom-bres y mujeres realizan actividades que tradicionalmente les hansido asignadas al otro sexo. La participación masculina es mayor ala femenina en el trabajo remunerado (90.4% y 38.7%, respectiva-

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mente), pero 4 de cada 10 varones realizan algún tipo de trabajo do-méstico en el hogar (

ib.,

p. 291).

El último aspecto que consideraremos en este perfil macro de lamujer mexicana se refiere a la participación política. En cuanto al pa-drón electoral, la participación por sexo corresponde a la estructurapor sexo de la población mexicana, es decir, la proporción de muje-res inscritas es mayor que la de hombres. Por lo que se refiere a laparticipación política de las mujeres, ésta muestra un ligero aumen-to en los últimos años. En 1997, por cada tres candidatos varones asenadores y diputados, había una mujer y en el año 2000, por cada1.6 varones candidatos a senadores, había una mujer y por cada 1.8candidatos a diputados, una candidata. La participación de lasmujeres como candidatas a senadoras y a diputadas siempre repre-senta alrededor de un tercio del total; los otros dos tercios corres-ponden a los varones (

ib.,

p. 401). En cuanto a la composición actualde la Cámara de Senadores, la participación de las mujeres se ha idoincrementando poco a poco, y en cuanto a la Cámara de Diputados,de un total de 500 diputados, solamente 80 son mujeres.

En la esfera de la política, pero ahora en relación con las organi-zaciones sindicales, se observa la misma tónica que percibimos en1982. Es decir, la participación de las mujeres en los sindicatos ha si-do muy poco estudiada. La presencia sindical de la mujer es fuerteen las actividades tradicionales, como es el caso de los trabajadoresde la educación, de la industria textil y del vestido, de los telefonis-tas y de los bancos. Sin embargo, ni siquiera en estos sindicatos departicipación femenina mayoritaria las mujeres ocupan puestos di-rectivos.

Por último, en la administración pública sí es notable la presencialaboral de la mujer. En el conjunto de los servidores públicos, lasmujeres representaron en el año 2000 más de 30% del total de losfuncionarios. Pero a medida que se asciende en la escala de la jerar-quía burocrática, la brecha entre varones y mujeres se hace másgrande.

Especial consideración en México merecen las mujeres indíge-nas, cuyos problemas son ancestrales y se derivan de los tiempos co-

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loniales. Todavía en el siglo XIX había poblados en la sierra norte dePuebla, en donde se dividía a la población en dos grupos: la gentede razón y los indígenas. Hoy en día, al comenzar el tercer milenio,la situación de la población indígena está cambiando gracias, engran parte, a la mayor conciencia de estas poblaciones. Un indicadorimportante se refiere a la población femenina alfabetizada. En Méxi-co, 56.8% de las mujeres hablantes de lengua indígena y 76.7% de loshombres saben leer y escribir; estas tasas son muy inferiores a lasque registra la población nacional (88.6% y 92.5% respectivamente)(

ib.,

p. 435). En la población indígena se observa también la mayortasa de alfabetización en las zonas urbanas, aunque siempre estas ta-sas son menores en las mujeres que en los hombres.

El panorama, breve y esquemático, que presentamos sobre lasituación de la mujer en el México de la época neoliberal nos da unaimagen en claroscuro del proceso. Persisten, por una parte, desi-gualdades añejas, por ejemplo en los salarios y en la participaciónpolítica pero, por otra parte,

se perciben cambios en el terreno edu-cativo que anuncian un futuro más prometedor

. La evaluación de-finitiva de estas tendencias, a veces contrapuestas, exige tener encuenta en la última sección los cambios experimentados por la agen-cia femenina en México. Antes es preciso introducir un nuevo pano-rama, de tipo cualitativo, que nos permita captar la evolución pro-funda de las estructuras productivas de México, inducidas por elmodelo neoliberal de la industrialización por sustitución de expor-taciones. La transformación estructural experimentada por Méxicose puede sintetizar en tres conceptos: desnacionalización, maquili-zación e informalización.

Estos tres procesos impactan de lleno a las mujeres mexicanas.Este nuevo orden económico mexicano no es más que el reflejo en laperiferia capitalista del tan ponderado "nuevo orden económico in-ternacional", gracias al cual las empresas transnacionales y los gru-pos financieros —ambos radicados en el centro capitalista— forta-lecen su presencia y su extracción de ganancias en los países pobres.Las consecuencias socioeconómicas de estos tres procesos no sonhomogéneas ni en los países de cada bloque mundial, ni en las re-giones de cada país. Por el contrario, la lógica de la globalización au-

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menta las rupturas y las distancias entre los países y las regiones.Desde la perspectiva de los géneros, las repercusiones son pareci-das. La industrialización globalizadora repite en mayores dimensio-nes el fenómeno de las dos primeras revoluciones industriales, queincorporaron masivamente a la mujer y a los niños en los nuevosprocesos productivos.

TRES CONSECUENCIAS ESTRUCTURALES DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

L

a primera consecuencia de la expansión y transnacionalizaciónde las industrias globalizadas es renunciar a su inserción nacional.Olvidan sus conexiones, a veces añejas, con las regiones de los paísescentrales que las vieron nacer, y se trasladan, si es necesario, con lamaquinaria a sus nuevos enclaves. El país de origen enfrenta el pro-blema del desempleo, pero el proceso no concluye ahí. Una de laslecciones que hemos aprendido en México con la reciente recesiónde los Estados Unidos es que las empresas transnacionales ubicadasen la periferia no han perdido un ápice de su movilidad. Debido aesta recesión se perdieron 213 mil empleos en la industria maquila-dora en México, es decir, 18.9% de la planta total de los trabajadores(

Reforma,

27 enero 2002). Uno de los estados más afectados es el deChihuahua, por ser fronterizo. Pero el cierre de maquiladoras noafectó solo a los estados fronterizos. El mismo

New York Times

reco-nocía en agosto de 2001 que miles de personas habían perdido el em-pleo en México debido a la maltrecha economía estadounidense.Empresas como Intel, IBM y Hewlett Packard iniciaron durante elaño pasado su traslado de algunas líneas de producción a otros paí-ses de Asia. Las pérdidas para México fueron de 700 millones de dó-lares y de 10 mil fuentes de empleo.

Estas pérdidas de la industria maquiladora afectan directamentea las mujeres (Morales, 2000, p. 41). La maquila fronteriza abrió ma-sivamente las puertas a las mujeres. En 1975 trabajaban 45,275 mu-jeres en las maquiladoras fronterizas y en 1999 la cifra se había eleva-do a más de medio millón. En el sector de empleados de las maquila-doras también existe un número elevado de mujeres. Pero las muje-

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res no tienen que esperar al cierre de las empresas para sentir losefectos de la crisis. En la industria maquiladora los salarios percibi-dos por las mujeres también son inferiores a los de los hombres (Dela O, 2000, p. 103).

La movilidad regional de las maquiladoras no fue un fenómenoexclusivo de la frontera mexicano-americana. El TLCAN favorecióla llegada de empresas transnacionales a maquilar en el centro y sur-este de la República Mexicana. Los ejecutivos de la empresa SaraLee, por ejemplo, declaran abiertamente que gracias al TLCAN y aotros tratados similares, los Estados Unidos pueden enfrentar exito-samente la competencia con Japón y Europa en lo referente a la in-dustria del vestido, porque cuentan con una industria basada en laproducción textil básica estadounidense y en la de ensamble (ma-quila) en América Latina, que consume la producción textil básicade Estados Unidos y regresa la producción ensamblada (

ib.,

p. 71).

Los investigadores mexicanos de la industria del vestido hemosdocumentado los efectos de la crisis estadounidense en los estadosalejados de la frontera (Alonso, Jurado y Montijo, 2001). En concreto,en los estados de Puebla y Tlaxcala, lugares en donde existía una in-dustria textil y del vestido de gran tradición desde los tiempos de laColonia, el cierre de las empresas comenzó a mediados del año 2001.Por ejemplo, en el estado de Tlaxcala, el sector industrial había teni-do un crecimiento importante a partir de la entrada en vigor delTLCAN. Sus exportaciones totales a los Estados Unidos subieron de30 mil millones de dólares en 1993 (antes del TLCAN) a 246 mil mi-llones en 1997, según cifras proporcionadas por la Secretaría deEconomía de Tlaxcala. Pero ya en junio del año 2001, de las 84 em-presas maquiladoras de la confección existentes en el estado, 16.5%habían cerrado y ninguna empresa estaba laborando al cien porciento de su capacidad. Fenómeno semejante puede observarse en lapenínsula de Yucatán, en donde las maquiladoras han proliferadoen los últimos años.

Todos los estados de la República Mexicana, pero particularmen-te los del centro y sureste, enfrentan otra amenaza por la desnacio-nalización de las empresas. Se trata de la competencia desleal de los

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productores asiáticos. En particular, los empresarios coreanos y tai-waneses han abierto recientemente grandes empresas maquiladorasen donde a veces dan empleo a más de mil trabajadoras mexicanas.El objetivo de los empresarios asiáticos es exportar los productos en-samblados a los Estados Unidos. México, por tanto, ofrece su territo-rio como un puente entre Asia y los Estados Unidos. En todos estoscasos nos referimos a la industria de la confección, en donde la pre-sencia de la mujer trabajadora es siempre mayoritaria.

Al referirnos a la reciente expansión de la industria maquiladoraen los estados del centro y sureste de México, es preciso explicitaruna nueva forma de inserción de la mujer en la industria globaliza-da. La mujer trabaja directamente en empresas extranjeras situadasen México, pero también labora en otros dos tipos de empresas. Lasempresas submaquiladoras nacionales, que reciben el material cor-tado de las empresas transnacionales ubicadas en territorio mexica-no, dan empleo a miles de trabajadoras tlaxcaltecas o yucatecas. Pe-ro en un nivel inferior, surgen empresas informales a domicilio que,por falta de calidad de sus productos, ya no pueden integrarse a lascadenas productivas globalizadas (Peña y Alonso, 1998). Estas mi-croempresas, que en un tiempo maquilaron tal vez para empresariosnacionales, tienen que dedicarse a la producción de prendas de bajacalidad que solamente pueden venderse en mercados locales o re-gionales.

El fenómeno de la desnacionalización, junto con la maquiliza-ción, da empleo a miles de mujeres en la periferia capitalista, perolas integra en complicadas redes de producción, conectadas entre sí,pero subdivididas en múltiples niveles. El eje coordinador de estoscomplejos procesos de producción es el capital transnacional, queunas veces se traslada a la periferia y a veces prefiere permanecer enlos Estados Unidos y enviar el material cortado a México.

En el contexto de este proceso de desnacionalización, las mujeresmexicanas se convierten en máximos exponentes de un fenómenoque caracteriza cada día más a la periferia capitalista: la exportaciónde materia prima. A lo cual habría que añadir que se trata de unamateria prima devaluada, gracias a que muchos de los procesos

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mencionados tienen lugar en el contexto de la informalidad, enten-dida ésta como la actividad industrial clandestina y que, por lo tan-to, no paga impuestos al fisco. Es claro que miles de mujeres trabajanen las empresas formales, es decir, registradas, sean éstas nacionaleso transnacionales. Pero en los niveles bajos de las redes productivasse incrementa la proporción de las mujeres trabajadoras, en parteporque estas microempresas maquiladoras con frecuencia son do-miciliarias.

En definitiva, la mujer trabajadora se convierte en el contexto dela globalización periférica en el eje o soporte de un triple proceso demaquilización, desnacionalización e informalización, gracias al cualse ahonda la brecha entre los países capitalistas centrales y los peri-féricos, mal llamados subdesarrollados.

Desde el punto de vista económico, México se convierte en un ex-portador nato de materia prima —en este caso la fuerza de trabajohumana—, sea a través de la emigración a los Estados Unidos, sea através de la maquila, que es un forma disfrazada de exportar fuerzade trabajo barata. El resultado último de este proceso de maquiliza-ción es la devaluación de una nación capitalista como México.

Para convencerse, basta con analizar la evolución del valor agre-gado nacional, que es uno de los mejores indicadores del adecuadodesarrollo de una nación capitalista. El economista mexicano HéctorVázquez (2000) ha analizado la evolución del valor agregado nacio-nal mediante la comparación entre las exportaciones de las maquila-doras y de las empresas no maquiladoras. En ambos casos, el valoragregado nacional de las exportaciones manufactureras de Méxicoha diminuido notablemente a partir de 1985, es decir, durante la faseneoliberal. En las empresas maquiladoras, el valor agregado bajó de24.9% en 1985 a 20.9% en 1999, mientras que en las empresas no ma-quiladoras el mismo valor agregado cayó de 84.7% en l985 a 52.8%en 1999. ¿Qué significan estos datos? Héctor Vázquez explica que,de acuerdo con estos datos, por cada dólar exportado por manufac-turas mexicanas, solo 36 centavos corresponden a factores de pro-ducción nacional, pues el resto es de importación.

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No podemos menos que repetir lo que escribimos en el prefaciodel libro que coeditamos, dedicado a estudiar las estrategias femeni-nas para enfrentar la pobreza (Peña y Alonso, 1998, p. 18). En los úl-timos años, decíamos, han aumentado las tasas de participación fe-menina en todas las edades, pero también se ha incrementado laparticipación femenina en el mercado de trabajo, porque la mayoríade las familias mexicanas no puede sobrevivir sin la contribucióneconómica de la mujer. No obstante, la presencia laboral femeninase registra, ante todo, en el sector informal de la economía: en activi-dades familiares no remuneradas (De Oliveira, 1989)), en trabajosrealizados por cuenta propia y en el trabajo industrial a domicilio(Alonso, 1991). En definitiva, la entrada masiva de mujeres a la fuer-za laboral se ha dado en trabajos extremadamente precarios, y comoconsecuencia del deterioro de las condiciones de vida de la pobla-ción trabajadora.

Los datos cuantitativos y cualitativos aportados en esta secciónno dejan lugar a dudas sobre el impacto negativo que la estrategianeoliberal ha tenido en la mayor parte de las mujeres mexicanas. Elénfasis ha recaído en sacar a la luz esas estructuras, globales y na-cionales, que en nombre de la globalización han contribuido a pro-ducir la "maquilización" de México y la "informalización" de su es-tructura laboral. Sin embargo, la escena del México finisecular no seagota ahí. Otro proceso relacionado con las mujeres, no inesperado,pero sí sorprendente, ha tenido lugar durante estos últimos veinteaños. Se trata del fortalecimiento de la agencia femenina, para reto-mar la expresión de Amartya Sen.

CONCLUSIÓN

LA "AGENCIA FEMENINA" EN EL MÉXICO NEOLIBERAL

L

a primera reunión mundial sobre las mujeres, convocada porlas Naciones Unidas, tuvo lugar en la Ciudad de México en 1975.Este congreso se convirtió en un catalizador de las actividades orien-tadas a lograr la emancipación de la mujer mexicana. A partir de esemomento, las mujeres académicas desplegaron toda su actividad e

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inteligencia femenina para construir paso a paso lo que hoy conoce-mos como la "agencia femenina". Las restricciones económicas y losrecortes frecuentes al sistema educativo nacional no pudieron im-pedir el surgimiento de centros académicos de primer nivel, dedica-dos a promover la investigación de la problemática femenina y ladistribución de los nuevos conocimientos en innumerables publica-ciones, congresos nacionales y regionales, cursillos o conferencias.

Sería imposible mencionar los nombres de todas las pioneras,mexicanas o extranjeras radicadas en México, que han contribuidodesde entonces a promover la causa de las mujeres, que en definitivaes la causa de la sociedad mexicana. Habría que destacar organis-mos como el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer(PIEM) del Colegio de México. Este centro pronto se convirtió en unactivo organizador de cursos y de programas de investigación, quecon el paso de los años fueron el punto de partida para la creaciónen otros estados de centros similares, aunque más modestos. Mástarde se crearon organismos como el Programa Universitario deEstudios de Género (PUEG) de la Universidad Nacional Autónomade México y otros similares ubicados en la Universidad Autónomade México, campus Xochimilco y en otras universidades —públicasy privadas— de la provincia mexicana.

Con el paso de los años, un número siempre creciente de egresa-das de estas universidades fueron capaces de dejar su impronta fe-minista en diferentes esferas de la sociedad mexicana: en los mediosde comunicación, en la actividad política, en la administración pú-blica, etc. En este contexto habría que destacar las diversas asocia-ciones de mujeres feministas católicas, que luchan valientementepor defender y ampliar los derechos de la mujer mexicana, a pesardel ambiente hostil reinante en ese medio.

Ante la imposibilidad de enumerar todas las conquistas y avan-ces logrados en menos de tres décadas, nos apoyaremos en el Pro-grama Estatal de las Mujeres 2002-2005, creado por el gobierno delestado de Puebla, en conjunción con el Instituto Poblano de la Mujer,para subrayar los impresionantes avances logrados en México, anivel nacional y estatal, en el proceso de construcción de la "agencia

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de las mujeres". La lectura de este programa llama la atención hastade aquellos observadores que conocíamos los avances logrados porla mujer en México en los últimos años.

El documento sobresale, en primer lugar, por el enfoque clarivi-dente de sus objetivos. No se trata solo de la organización de progra-mas de ayuda, como es tradicional. El objetivo central es "contribuira la consolidación de la ciudadanía de las mujeres" y al ejercicio ple-no de sus derechos. Con este fin se propone, ante todo, la construc-ción de un marco jurídico adecuado, a lo cual se dirige el ProgramaNacional de Igualdad de Oportunidades y No Discriminación con-tra las Mujeres (PROEQUIDAD), cuyo propósito es potenciar el pa-pel de las mujeres y la eliminación de todas las formas de discrimi-nación en su contra.

Este ambicioso objetivo requiere de la elaboración de un marcoconceptual, a partir del cual se puedan impulsar políticas públicas ysociales que apoyen el desarrollo humano en los siguientes términos(

ib.,

p. 8):

con compromiso social

con perspectiva de género

con perspectiva de sustentabilidad social, económica y ambiental

con perspectiva de futuro

Un acierto teórico del programa es que centra estos aspectos deldesarrollo humano en el ámbito de una

nueva cultura genérica,

enten-dida como "el ámbito simbólico en el que adquieren sentido y sig-nificación los elementos constitutivos del género". En otras palabras,la cuestión femenina no es un problema de la naturaleza, sino de lacultura humana. Por eso, se reconoce, que el reto es

desnaturalizar

todo aquello que define a las mujeres y a los hombres como recepto-res pasivos de un mandato cultural. De ahí que sea imprescindiblecambiar las percepciones de las mujeres, porque ellas deben ser los

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actores sociales

de este proceso de transformación radical de la socie-dad mexicana.

La consecuencia política de este planteamiento teórico es la nece-sidad de construir una

democracia genérica.

Este concepto se refiere ala consolidación de la democracia a partir de la aplicación del

prin-cipio de igualdad y de equidad

en las relaciones entre hombres ymujeres. El resultado de este proceso es la consecución por parte delas mujeres de la plena ciudadanía. En la segunda parte del progra-ma se analiza la situación concreta de la mujer en el estado de Pueblay en México, con el objetivo de diseñar las medidas concretas quepermitan a las mujeres poblanas el ingreso firme en la "nueva demo-cracia genérica".

La simple lectura atenta de este documento, que no es exclusivodel estado de Puebla, permite constatar que los cambios promovi-dos por las mujeres gracias a la nueva "agencia de las mujeres" inci-den también en los varones y que, al mismo tiempo, estos cambiostienen mucho que ver con el bienestar de las mujeres. En definitiva,hablar de la "agencia de las mujeres" es hablar del empoderamientode la mujer, como se dice ahora. Como lo señala Amartya Sen (2000,p. 249), la consecución del poder por parte de las mujeres tendrá re-percusiones benéficas en la niñez y en la reducción de la fecundidad.

Pero, como sociólogo, debo concluir aceptando la evaluación fi-nal de Amartya Sen, en el sentido de que la agencia de las mujereses una de las cuestiones más descuidadas en los estudios del desa-rrollo, algo que debe subsanarse sin pérdida de tiempo. Aunquemás descuidada aún es la nueva "agencia de los varones" como res-puesta a las redefiniciones radicales de la mujer contemporánea.

El autor agradece el apoyo otorgado por el Instituto Poblanode la Mujer y por El Colegio de Tlaxcala para la elaboraciónde este trabajo.

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NOTAS

1. En cuanto a los sindicatos, por ejemplo, merece la pena constatar que,en aquellos años, las estadísticas oficiales no incluían al "sexo femeni-no" entre sus categorías, ni siquiera en aquellos sindicatos en los quela participación femenina era mayoritaria, como en el de la empresade teléfonos o en el de enfermeras. Ni siquiera las más combativassindicalistas, como María de los Ángeles Melo, mostraban esta con-ciencia feminista. Es típico su comentario:

"La lucha de las trabajadorasdel sector salud no era una lucha contra el hombre, sino por las mejoras so-ciales".

2. Ya en 1981 dos atentos observadores de la escena mexicana habían es-bozado con nitidez el dilema que enfrentaba México: adoptar la nue-va estrategia neoliberal o profundizar el modelo derivado de la Revo-lución Mexicana (Tello y Cordera, 1981).

3. En el Quinto Informe de Gobierno, por ejemplo, Miguel de la Madrid(l987, cuadros VII. 7 y VII. 8) presenta las cifras según las cuales el sa-lario mínimo general de México bajó en promedio de 100.78 en 1982a 59.98 en 1987, mientras que el índice real de remuneraciones totalesal personal ocupado cayó de 100.0 en 1980 a 71.5 en 1986 en la indus-tria manufacturera y la caída fue aún mayor en las empresas maqui-ladoras, pues el índice cayó de 100.0 en 1980 a 60.7 en 1986.

El consumidor nacional, por su parte, resintió el desajuste entre pre-cios y salarios, como lo muestra el siguiente cuadro (Dávila y Rodrí-guez, 1986):

ÍNDICE DE PRECIOS Y DEL SALARIO MÍNIMO

A junio de 1986 (base 1982 = 100)

Alimentos. . . . . . . . . . . . . . 924.28Ropa y calzado. . . . . . . . . 991.45Muebles. . . . . . . . . . . . . . . 958.96Salud. . . . . . . . . . . . . . . . . . 950.12Transporte. . . . . . . . . . . . . 913.56Salario mínimo . . . . . . . . . 567.31

4. La versión original del diálogo es la siguiente:In 1991, a top adviser to President Carlos Salinas de Gortari describedat length all the changes the Salinas government was making. When

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he finished, I remarked:

"That is most impressive. It seems to me that ba-sically you want to change Mexico from a Latin American country into aNorth American country."

He looked at me with surprise and ex-claimed:

"Exactly! That is precisely what we are trying to do, but of coursewe could never say so publicly."

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