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La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos.

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Page 1: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

La Mitología clásica

Su influencia en la Cultura Occidental.

Algunos ejemplos.

Page 2: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

Presentación

Este trabajo persigue como objetivo abordar desde un punto de vista

Interdisciplinar yMultimediaUn análisis global de la influencia de

la mitología clásica, a través de 3 ejemplos concretos, en la historia de la Cultura, especialmente a través de ejemplos artísticos y literarios.

Page 3: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

Tres mitos recurrentes en la historia del arte occidental

Apolo y DafneEl amor no correspondido

Narciso y EcoEl desprecio del Amor

Orfeo y EurídiceEl Amor y la muerte

Page 4: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

Tres ámbitos de estudio

Su influencia en la Historia del Arte

Las fuentes clásicas

La Historia de la Literatura

Page 5: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

Primer mito: Apolo y Dafne Dafne, nombre que en griego significa laurel, era una ninfa

hija del dios-río Peneo que transcurre por la región de Tesalia. El dios Apolo amaba a Dafne con una gran pasión pero la ninfa no le correspondía y le esquivaba. En una ocasión Apolo perseguía a Dafne y ésta huía hacia las montañas para evitarlo. Cuando el dios estaba a punto de alcanzarla, la joven dirigió una plegaria a su padre o bien a Zeus , suplicándole que la metamorfoseara para poder escapar al asedio del dios. Su petición fue escuchada y concedida, y al momento la joven comenzó a transformarse en un laurel. De sus pies iban saliendo raíces y sus extremidades se convertían en frondosas ramas del árbol que desde ese momento fue el consagrado al dios Apolo y pasó a representarlo.

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Apolo y Dafne en la historia del arte: algunos ejemplos 1

POLLAIUOLO, Antonio (1432-1498

Pintado en la década de 1470. Londres. National Gallery

Este pintor y escultor, junto con su hermano Piero, trabajan en Florencia en la segunda mitad del siglo XV y pertenecen al primer renacimiento. Sigue el relato mítico pero viste a sus personajes con trajes a la moda florentina de su tiempo y les da el aspecto idealizado en este movimiento. El paisaje reflejado en el cuadro es probablemente el valle del río Arno, en las afueras de Florencia. Lo de incluir paisajes locales es un rasgo de los pintores del renacimiento.

Esta pintura, por su pequeño tamaño y forma, pudo formar parte de una puerta o ser la tapadera de un cofre.

Page 7: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

Apolo y Dafne en la historia del arte: algunos ejemplos 2

VOS, Cornelio del (1584-1651) Óleo sobre lienzo. Museo del

Prado, Madrid. Pintor flamenco, de la escuela de

Rubens y por tanto de estilo barroco.

Apolo es reconocible por la aureola que rodea su rostro que le representa como el dios de la luz, identificado con Helios-Sol. Otro de sus atributos es el arco y las flechas que aquí lleva en el carcaj colgado del torso. La figura de Dafne extiende los brazos para escapar del dios y sus manos ya se están convirtiendo en ramas de laurel. Del pie que apoya en la tierra está saliendo una raíz. La línea diagonal está claramente marcada desde el brazo derecho de Dafne hasta la pierna izquierda de Apolo y observamos también un marcado claroscuro.

VOS, Cornelio del (1584-1651) Óleo sobre lienzo. Museo del

Prado, Madrid. Pintor flamenco, de la escuela de

Rubens y por tanto de estilo barroco.

Apolo es reconocible por la aureola que rodea su rostro que le representa como el dios de la luz, identificado con Helios-Sol. Otro de sus atributos es el arco y las flechas que aquí lleva en el carcaj colgado del torso. La figura de Dafne extiende los brazos para escapar del dios y sus manos ya se están convirtiendo en ramas de laurel. Del pie que apoya en la tierra está saliendo una raíz. La línea diagonal está claramente marcada desde el brazo derecho de Dafne hasta la pierna izquierda de Apolo y observamos también un marcado claroscuro.

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Apolo y Dafne en la historia del arte: algunos ejemplos 3

TIÉPOLO, Giambattista (1696-1770) Apolo persiguiendo a Dafne. Galería

Nacional de Washington. H.1755-60 Tiépolo es el más importante pintor

italiano del barroco tardío. Su obra quiere ser la continuación de la gran pintura veneciana. En esta representación vemos a Apolo, coronado de laurel, el árbol que le estará dedicado a partir de este episodio mítico, y a la vez caracterizado por una aureola, símbolo del Sol que él representa, resaltada por el tono amarillo del manto que le envuelve. Lleva el carcaj colgado del cuerpo y extiende su brazo hacia Dafne que ya se está convirtiendo en el árbol del laurel. Una de sus piernas es ya un tronco bien prendido en la tierra y sus manos son las ramas incipientes. La joven se apoya sobre el dios-río Peneo, su padre que está representado, como todas las divinidades fluviales, con una vasija de la que sale agua. El pequeño Eros-Cupido, que no ha favorecido estos amores, se esconde tras el manto que cubría a Dafne para escapar de las iras del dios Apolo.

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Apolo y Dafne en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 1 Bibliografía: Ovidio. Metamorfosis. Libro

Primero IV. El primer amor de Febo fue Dafne, la hija del

Peneo , y no fue producto del ciego azar, sino de la violenta cólera de Cupido . A éste lo había visto el Delio, orgulloso de su victoria sobre la serpiente, en el momento en que el otro doblaba los extremos de su arco tirando de la cuerda, y le dijo: "¿Qué tienes tú que ver, niño retozón, con las armas de los valientes? Llevar esa carga me cuadra a mi, que sé dirigir golpes infalibles a una fiera o a un enemigo, que hace poco he tendido por tierra, hinchada por mis innúmeras flechas, a Pitón, la alimaña que con su vientre venenoso oprimía tantas yugadas de tierra. Tú conténtate con estimular con tu antorcha no sé qué pasiones amorosas, y no trates de aspirar a la gloria que me es propia." A lo que respondió el hijo de Venus:"Aunque tu arco atraviese todo lo demás, el mío te va a atravesar a ti, y en la misma medida en que todos los animales son inferiores a la divinidad, otro tanto es menor tu gloria que la mía". Dijo, y batiendo las alas se abrió camino por los aires y fue raudo a detenerse en la sombreada cima del Parnaso, donde sacó de su aljaba portadora de flechas dos dardos de diferente efecto; el uno hace huir al amor, el otro lo produce. El que lo produce es de oro, y resplandece su afilada punta; el que lo hace huir es romo y tiene la caña guarnecida de plomo. Este fue el que clavó el dios en la ninfa del Peneo, mientras que con el otro hirió hasta la médula de Apolo después de atravesarle los huesos.

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Apolo y Dafne en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 2 En el acto queda el uno enamorado; huye la otra hasta del

nombre del amor, y se complace en las espesuras de las selvas y en los despojos de las fieras que cautiva, émula de la virginal Febe; una cinta sujetaba sus cabellos abandonados en desorden. Muchos la pretendieron, pero ella rechaza a sus pretendientes y, libre de marido al que no soportaría, recorre los parajes más solitarios de los bosques y desdeña enterarse de lo que es el Himeneo, el Amor o el lazo conyugal. Muchas veces le dijo su padre: "Un yerno me debes, hija". Muchas veces le dijo su padre: "Me debes nietos, hija mía".Ella, que odiaba como un crimen las antorchas nupciales, mostraba su bello rostro teñido de avergonzado rubor y, en los brazos acariciantes de su padre y colgada de su cuello, le decía: "Concédeme, padre mío querido, poder disfrutar de una virginidad perpetua; también a Diana se lo concedió su padre." El desde luego atendió a sus ruegos; pero a ti tu mismo atractivo te impide lograr lo que deseas, y tu hermosura se opone a tus anhelos.

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Apolo y Dafne en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 3 Febo está enamorado, ha visto a Dafne y

ansía unirse a ella; lo que ansía, espera conseguirlo, y le engañan sus propios oráculos. Y como arden las pajas livianas una vez despojadas de las espigas, como se incendian los cercados por las antorchas que acaso un viandante ha acercado en demasía o abandonado al aproximarse el día, así se encendió en llamas el dios, así se quemaba su corazón entero y con sus esperanzas alimentaba un amor estéril. Advierte que sus cabellos le caen por el cuello sin aliño y se dice: ” ¿Y si se los peinara?". Ve sus ojos que resplandecen como ascuas y semejantes a estrellas, ve su boca, que no basta con ver; se extasía con sus dedos y manos, con sus brazos y con sus antebrazos desnudos en más de la mitad; y las partes ocultas las supone mejores aún. Pero ella huye más veloz que la brisa ligera, y no se detiene a estas palabras con que él la llama: "Ninfa, por favor, Peneide, detente; no soy un enemigo que te persigo; detente, ninfa. Así huye la cordera del lobo, así la cierva del león, así las palomas, con las alas revoloteando, del águila, cada una de sus enemigos; el amor es el motivo que tengo para seguirte. ¡Desgraciado de mí! No vayas a caerte de bruces, no vayan las zarzas a señalar tus piernas que no merecen ser heridas, y no vaya yo a ser causante de tu dolor. Son fragosos los parajes por donde te precipitas; no corras tanto, yo te lo pido, y modera tu huida; también yo te seguiré más despacio.

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Apolo y Dafne en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 4 Pero entérate de a quién gustas; no es un habitante del monte, no soy un pastor, no

un ser repelente que guarde aquí vacas o rebaños de ovejas. No sabes, temeraria, no sabes de quién huyes, y por eso huyes. A mí me obedecen como esclavas la tierra de Delfos y Claros y Ténedos y la residencia real de Pátara ; Júpiter es mi padre; por mediación mía se revela tanto lo que será como lo que ha sido y lo que es; gracias a mí suena el canto en armonía con las cuerdas. Infalible es mi flecha, desde luego, pero hay una que lo es aún más que la mía, y que ha causado una herida en mi corazón antes intacto. Invento mío es la medicina, en todo el mundo se me llama auxiliador, y el poder de las hierbas me está sometido, ¡Ay de mí, porque ninguna hierba es capaz de curar el amor, y no sirven de nada a su señor las artes que sirven a todos los demás!" Aún iba a seguir hablando cuando la Penea huyó a la carrera, despavorida, y al abandonarlo dejándolo con la palabra en la boca, aun entonces le pareció agraciada; el viento le descubría las formas, las brisas que se le enfrentaban agitaban sus ropas al choque, y un aura suave le empujaba hacia atrás los cabellos; con la huida aumentaba su belleza. Pero el joven dios no puede soportar por más tiempo dirigirle en vano palabras acariciantes, y, obedeciendo a los consejos de su mismo amor, sigue sus huellas en carrera desenfrenada. Cuando un perro de las Galias ha visto a una liebre en campo abierto, mientras él busca el botín con la ligereza de sus patas, la liebre busca la vida; el uno parece que va a hacer presa, espera conseguirlo de un momento a otro y con el hocico tendido va rozando las huellas; la otra está en la incertidumbre sobre si estará ya apresada, se arranca de las fauces mismas de su perseguidor y deja atrás el hocico que ya la tocaba; así corren veloces el dios y la muchacha, él por la esperanza, ella por el temor.

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Apolo y Dafne en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 5 Sin embargo el perseguidor, ayudado por las alas del

amor, es más rápido, se niega el descanso, acosa la espalda de la fugitiva y echa su aliento sobre los cabellos de ella que le ondean sobre el cuello. Agotadas sus fuerzas, palideció; vencida por la fatiga de tan acelerada huida, mira a las aguas del Penco y dice : "Socórreme, padre; si los ríos tenéis un poder divino, destruye, cambiándola, esta figura por la que he gustado en demasía"'. Apenas acabó su plegaria cuando un pesado entorpecimiento se apodera de sus miembros; sus suaves formas van siendo envueltas por una delgada corteza, sus cabellos crecen transformándose en hojas, en ramas sus brazos; sus pies un momento antes tan veloces quedan inmovilizados en raíces fijas; una arbórea copa posee el lugar de su cabeza ; su esplendente belleza es lo único que de ella queda. Aun así sigue Febo amándola, y apoyando su mano en el tronco percibe cómo tiembla aún su pecho por debajo de la corteza reciente; y estrechando en sus brazos las ramas, como si aun fueran miembros, besa la madera; pero la madera huye de sus besos. Y el dios le habla así: "Está bien. puesto que ya no puedes ser mi esposa, al menos serás mi árbol'; siempre te tendrán mí cabellera, mi citara, mi aljaba; tú acompañarás a los caudillos alegres cuando alegre voz entone el Triunfo y visiten el Capitolio los largos desfiles. También tú te erguirás ante la puerta de la mansión de Augusto, como guardián fidelísimo, protegiendo la corona de encina situada entre ambos quicios ; y del mismo modo que mi cabeza permanece siempre juvenil con su cabellera intacta, lleva tú también perpetuamente el ornamento de las hojas." Terminó de hablar Peán; el laurel asintió con sus ramas recién hechas, y parecía que, como cabeza, agitaba su copa.

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INFLUENCIA DE LOS MITOS CLÁSICOS EN LA LITERATURA

La Mitología clásica se considera una fuente de inspiración para muchos escritores, ésta ha llegado a nosotros a través de textos que figuran entre las obras capitales de la literatura universal.

A partir del Renacimiento, la mitología grecorromana desempeña una función primordial en la cultura Occidental.

El mundo fascinante de la mitología clásica impresiona al hombre renacentista por su desbordante vitalismo, su sensualidad y su belleza. Cumple, pues, una función estética, ornamental; pero cuando el poeta acude a “Las Metamorfosis” de Ovidio para inspirarse, escoge un episodio que simbolice su propio conflicto sentimental.

Ovidio El poeta romano Ovidio, nacido en

el año 43 a.C., escribió Metamorfosis, una serie de historias que constituyen uno de los poemas más importantes de todos los tiempos. Esta obra, que repasa la historia del mundo, desde la creación hasta la época de Julio César, con gran ingenio y agudeza, ha influido en numerosas generaciones de escritores.

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Apolo y Dafne en la historia de la literatura 1

Los textos propuestos presentan el tema del amor frustrado, y lo hacen a través de un mito clásico.

El mito de “Apolo y Dafne” tuvo una larga trayectoria durante le siglo de oro, en Garcilaso aparece más de una vez, Quevedo también lo utiliza para desmitificar el mito.

Garcilaso en el soneto XIII ha elegido el momento esencial de la transformación, es decir, aquel que describe una Dafne cambiante.

“A Dafne ya los brazos le crecíany en luengos ramos vueltos se mostraban;en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que al oro escurecían;de áspera corteza se cubríanlos tiernos miembros que aun bullendo estaban;los blancos pies en tierra se hincabany en torcidas raíces se volvían.Aquel que fue la causa de tal daño,a fuerza de llorar , crecer hacíaeste árbol, que con lágrimas regaba.¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba!”

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Apolo y Dafne en la historia de la literatura 2

En el soneto anterior Garcilaso recoge el momento en que convertida Dafne en laurel, Apolo llora junto al árbol, pero sus lágrimas son tantas que éstas sirven de riego.

Quevedo se inspira en este mito clásico para desmitificarlo y destruir sus connotaciones poéticas.

A Dafne , huyendo de Apolo “Tras vos, un alquimista va corriendo,Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda?vos os volvéis murciélago sin duda, pues vais del Sol y de la luz huyendo.Él os quiere gozar, a lo que entiendo,si os coge en esta selva tosca y ruda:su aljaba suena, está su bolsa muda;el perro, pues no ladra, está muriendo.Buhonero de signos y planetas,viene haciendo ademanes y figuras,cargado de bochornos y cometas”Esto la dije; y en cortezas durasde laurel se ingirió contra sus tretas,y, en escabeche, el Sol se quedó a escuras.

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Garcilaso y Quevedo La pareja Apolo-Dafne, utilizada

en Garcilaso como motivo de pareja ideal truncada por la fatalidad, se encuentra en este poema de Quevedo en el ámbito de jeques y buscones, de mercenarios amores, de engaños y estafas “ él os quiere gozar” que tantas veces fue argumento de sus jácaras y de su poesía satírica.

Hasta el posible “locus amoenus” del ámbito pastoril renacentista se altera por esa “selva tosca y ruda”, en coherente enlace con una pretendida relación amorosa de no menos tosquedad.

A diferencia de Garcilaso que recreaba las fases de la transformación miembro a miembro, Quevedo reduce todo a una simple técnica agrícola: la ninfa hace un injerto consigo misma,en un laurel.

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Eco y Narciso Narciso, hermoso joven, era hijo del dios del río Cefiso y de la ninfa Liríope. A causa de su gran

belleza, tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso, pero él rechazaba sus insinuaciones. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y ésta la había condenado a repetir las últimas palabras de lo que se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando Narciso estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntaba “¿Hay alguien aquí?”, Eco contenta respondía: “Aquí, aquí”. Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: “¡Ven!”. Después de responder: “Ven, ven”, Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar el amor de Eco; ella estaba tan apenada que se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que nada quedó de ella salvo su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se apasionara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.

El joven NarcisoMural de la antigua ciudad de

Pompeya en el que está pintado Narciso, joven que despreciaba el

amor.

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Eco y Narciso en la historia del arte: algunos ejemplos

WATERHOUSE, John William (1849-1917)

Pintor inglés. En los primeros años pinta motivos griegos y romanos, pero en la década de 1880 los sustituye por temas literarios, que pinta con estilo romántico y soñador. Por los temas tiene influencias prerrafaelistas pero su ejecución es bastante distinta de la de aquellos.

Eco y Narciso, 1905. Fragmento John William Waterhouse. Pintor inglés que por los temas que trata entra dentro de la corriente del prerrafaelismo. Aquí representa a Narciso inclinado sobre el estanque contemplando su propio reflejo en las aguas. A sus pies ya nacen los narcisos blancos. El carcaj yace a su lado porque el joven venía de cazar. La cabeza está coronada con guirnalda de hojas, como la iconografía del renacimiento. La túnica roja imprime una nota de color en el paisaje típicamente inglés.

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Poussin: Eco y Narciso

POUSSIN, Nicolás (1593-1665)

Eco y Narciso. París. Museo del Louvre. H. 1627

Pintor del barroco francés. Su obra refleja el clasicismo. Narciso yace al borde del estanque muerto de su propia contemplación y encima de su cabeza surge la flor que toma su nombre. Detrás está representada la ninfa Eco, enamorada del joven pero no correspondida, que se ha retirado de toda actividad hasta consumirse del todo excepto una débil voz. A un lado Cupido con una antorcha en la mano.

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Nicolás Poussin Pintor francés que trabajó sobre todo en Roma.

Considerado el mejor pintor francés del s. XVII y el principal promotor de la tradición clásica en la pintura francesa. Sus primeros años en Paris son oscuros. En 1623 parte para Roma donde fue su mecenas el cardenal Francesco Barberini. Estudió escultura romana. Nunca se sintió a gusto con el estilo barroco y su pintura adquiría una tendencia clásica y austera. En 1630 cae gravemente enfermo, lo que coincide con un cambio en la dirección de su obra. Se entregó a su apasionada afición por las antigüedades. Pintó temas de mitología clásica tratándolos de manera poética y pastoril con influencia de Tiziano. Al final de la década volvió a temas religiosos e históricos, con menor influencia de Tiziano y más de Rafael y G. Romano. Su fama era grande. En 1640 volvió de mala gana a Paris para decorar la Gran Galería del Louvre. Por envidias e intrigas de sus colegas volvió a Roma a los dos años donde permaneció el resto de su vida. A partir de 1645 muestra en su pintura un nuevo interés por el paisaje, consiguiendo una impresión de sencillez y calma grandiosas.

En 1650 se había convertido en una especie de ermitaño pero su fama y posición en el mundo del arte era única. Entre 1653 y 1665 en que murió su estilo profundiza en la expresión psicológica de los personajes y sus composiciones adquirieron un carácter alegórico atemporal, poético, imaginativo y casi místico, lejos del frío racionalismo de su primera época.

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Eco y Narciso en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 1 Narciso era un hermoso joven que despreciaba el amor. Su

leyenda es referida de diferentes maneras según los autores. La versión más conocida es la de Ovidio en las Metamorfosis. Su relación con Eco, en palabras de Ovidio, fue así:

Así él, famosísimo en las ciudades de Aonia , daba respuestas siempre certeras al pueblo que venía a consultarle. La primera que hizo la prueba de la credibilidad y garantía de sus oráculos fue la azul Liriope, a quien un día el Cefiso aprisionó en su sinuosa corriente y, cautiva en sus aguas, la violó. De su vientre grávido dio a luz la bellísima ninfa un niño que ya en aquel momento hubiera podido despertar la pasión amorosa, y le llamó Narciso. Consultado sobre si este niño llegaría a ver la longeva edad de una vejez avanzada, respondió el vate portavoz del destino: "Si no llega a conocerse a sí mismo". Durante mucho tiempo pareció vana esta fórmula del adivino: pero la hizo valer el resultado, la realidad, el género de muerte y lo inaudito de la locura.

Page 23: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

Eco y Narciso en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 2 En efecto, había ya añadido el hijo del Cefiso un año a los quince y

podía ya pasar tanto por un niño como por un joven. Fueron muchos los jóvenes y muchas las muchachas que lo desearon; pero -tan dura soberbia había en aquella tierna belleza-- no hubo jóvenes, no hubo muchachas que tocaran su corazón. Perseguía él un día hacia las redes a los espantados ciervos, cuando lo vio la ninfa de la voz, la que no ha aprendido ni a callar cuando se le habla ni a hablar ella la primera, Eco, la resonadora. Un cuerpo era todavía Eco, y no sólo una voz; pero, charlatana ya entonces, no tenía para el uso de su boca otras facultades que las que ahora tiene, las de poder repetir, de entre muchas palabras, sólo las últimas. Era esto obra de Juno, porque, siempre que ésta podía sorprender, y era con frecuencia, a ninfas acostadas en el monte con su Júpiter, aquella, astuta, la retenía con sus largas conversaciones hasta que las ninfas hubiesen podido huir. Cuando la Saturnia se dio cuenta de esto, le dijo: "De esa lengua con la que me has engañado se te dará un servicio restringido, y el más breve uso de tu voz„. Y con el efecto confirma las amenazas; ella, sin embargo, duplica las voces en los finales de frase y devuelve las palabras que ha oído.

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Eco y Narciso en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 3 Pues bien, cuando vio a Narciso, que erraba por campos solitarios,

y se enamoró, le seguía los pasos a escondidas; y cuanto más le sigue, más cerca siente la llama que la hace arder, no de otro modo que cuando el inflamable azufre, que se ha aplicado al extremo de las antorchas, se enciende al aproximarle la llama, ¡Oh, cuántas veces quiso acercársele con palabras seductoras y dirigirle cariñosas súplicas! Su naturaleza se lo impide y no le permite empezar; pero para lo que sí le permite está ella preparada, para esperar sonidos a los que responder con sus palabras. Casualmente el muchacho, que se había alejado dei fiel grupo de sus acompañantes, había dicho: "¿Hay alguno por aquí?" y "por aquí" había respondido Eco. Se queda él atónito, y al dirigir su mirada en todas direcciones, grita con poderosa voz: "Ven"; llama ella a quien le llama. Se vuelve él y como nadie venía dijo: ”¿Por qué huyes de mí?", y escuchó en respuesta tantas palabras como había pronunciado. Insiste, y engañado por la sensación de la voz que contestaba, exclama: "Aquí, reunámonos", y Eco, que jamás respondería con más gusto a ningún otro sonido, "reunámonos" repitió; y secundando sus propias palabras salió de la selva y se encaminaba a echar sus brazos al cuello ansiado. Huye él, y al huir le impide enlazarlo con sus manos; "antes moriré", dice,” que puedas tú gozar de mí". Ella no repitió más que "puedas tú gozar de mí".

Page 25: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

Eco y Narciso en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 4 Desdeñada, se esconde en la espesura, llena de vergüenza

se cubre el rostro de ramaje, y desde aquel momento vive en cuevas solitarias. Pero aun así el amor pervive en ella, y crece con el dolor de verse rechazada; sus insomnes inquietudes adelgazan su cuerpo desdichado, la demacración le arruga la piel y todo el jugo de su cuerpo se disipa en el aíre. Sólo su voz y sus huesos subsisten; su voz perdura; los huesos dicen que revistieron la forma de una piedra. Y desde entonces está oculta en las selvas, y no se la ve en ningún monte; todo el mundo la oye; un sonido es lo que vive en ella.” Después, según sigue relatando Ovidio, las doncellas despreciadas por Narciso piden venganza al cielo. Némesis las escucha y hace que, en un día muy caluroso, después de una cacería, Narciso se incline sobre un estanque para beber. Ve allí la imagen de su rostro, tan bello, que se enamora de él en el acto, e insensible ya al resto del mundo, se deja morir, inclinado sobre su imagen. En el lugar de su muerte brotó una flor, a la que se dio su nombre: el narciso.

Page 26: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

Eco y Narciso en la historia de la literatura 1

La historia de Eco y Narciso fue ampliamente tratada en la poesía de los siglos de Oro: “Fábula de Narciso” de Hernando de Acuña, “Narciso” de Bermúdez y Alfaro, “Eco y Narciso” de Farín y Sousa, “Fábula de Eco” de Tamayo de Salazar y a Narciso y Eco” de Miguel Barrios.

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Eco y Narciso en la historia de la literatura 2

El texto elegido es “Narciso” de Juan de Arguijo, éste nos muestra a Narciso despechado por no ser correspondido, engañado de sí mismo.

Extasiado ante la imagen bella de un hombre que las aguas reflejan, muestra el deseo ardiente de poseerlo.

Acaba el poema haciendo referencia a la metamorfosis de éste en flor y al igual que en el soneto XIII de Garcilaso, éste se cierra con una paradoja :el agua que fue el principio de su muerte prematura, hace que crezca esta flor y le dé vida.

A Narciso (Juan de Arguijo (1567-1623)

Crece el insano ardor, crece el engañodel que en las aguas vio su imagen bella;y él, sola causa en su mortal querella, busca el remedio y acrecienta el daño.

Vuelve a verse en la fuente, ¡caso extraño!; del agua sale el fuego; mas en ellatemplarlo piensa, y la enemiga estrellasus ojos cierra al fácil desengaño.

Fallecieron las fuerzas y el sentido al ciego amante amado, que a su suertela costosa beldad cayó rendida.

Y ahora, en flor purpúrea convertido,l'agua, que fue principio de su muerte, hace que crezca, y prueba a darle vida.

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Orfeo y Eurídice Orfeo, en la mitología griega, poeta y músico,

hijo de la musa Calíope y de Apolo, dios de la música, o de Eagro, rey de Tracia. Recibió la lira de Apolo y llegó a ser un músico tan excelente que no tuvo rival entre los mortales. Cuando Orfeo tocaba y cantaba, conmovía a todas las cosas, tanto animadas como inanimadas. Su música encantaba a los árboles y las rocas, amansaba las fieras y hasta los ríos cambiaban su curso para seguirlo.

Orfeo es más conocido por su desafortunado matrimonio con la adorable ninfa Eurídice. Poco después de la boda, la novia sufrió la picadura de una víbora y murió. Abrumado por el dolor, Orfeo decidió ir al mundo subterráneo para buscarla y llevarla otra vez al mundo de los vivos, algo que nadie había hecho hasta entonces. Hades, el soberano del reino subterráneo, quedó tan conmovido por su música que le devolvió a Eurídice, con la condición de que él no volviera la cabeza hacia atrás mientras regresaban al mundo de los vivos. Orfeo no pudo dominar su ansiedad, y cuando alcanzó la luz del día giró la cabeza, por lo que Eurídice se desvaneció. Desesperado, Orfeo renunció a la compañía humana y vagó por el desierto, tocando su música para las rocas, los árboles y los ríos. Finalmente, un violento grupo de mujeres tracias, seguidoras del dios Dioniso, se encontraron con el delicado músico y lo mataron. Cuando ellas arrojaron su cabeza cortada al río Hebro, ésta continuó llamando a Eurídice y llegó finalmente a la costa de Lesbos, donde las musas lo sepultaron. Después de su muerte, la lira de Orfeo se transformó en la constelación Lira.

Page 29: La Mitología clásica Su influencia en la Cultura Occidental. Algunos ejemplos

Orfeo y Eurídice en la historia del arte: algunos ejemplos 1

Pedro Pablo Rubens Museo del Prado.  Orfeo, en la mitología griega, poeta y músico, hijo de

la musa Calíope y de Apolo, dios de la música, o de Eagro, rey de Tracia. Recibió la lira de Apolo y llegó a ser un músico tan excelente que no tuvo rival entre los mortales. Cuando Orfeo tocaba y cantaba, conmovía a todas las cosas, tanto animadas como inanimadas. Su música encantaba a los árboles y las rocas, amansaba las fieras y hasta los ríos cambiaban su curso para seguirlo.

Orfeo es más conocido por su desafortunado matrimonio con la adorable ninfa Eurídice. Poco después de la boda, la novia sufrió la picadura de una víbora y murió. Abrumado por el dolor, Orfeo decidió ir al mundo subterráneo para buscarla y llevarla otra vez al mundo de los vivos, algo que nadie había hecho hasta entonces. Hades, el soberano del reino subterráneo, quedó tan conmovido por su música que le devolvió a Eurídice, con la condición de que él no volviera la cabeza hacia atrás mientras regresaban al mundo de los vivos. Esto es lo que se nos presenta en el cuadro de Rubens “Orfeo y Eurídice”. Orfeo no pudo dominar su ansiedad, y cuando alcanzó la luz del día giró la cabeza, por lo que Eurídice se desvaneció. Desesperado, Orfeo renunció a la compañía humana y vagó por el desierto, tocando su música para las rocas, los árboles y los ríos. Finalmente, un violento grupo de mujeres tracias, seguidoras del dios Dioniso, se encontraron con el delicado músico y lo mataron. Cuando ellas arrojaron su cabeza cortada al río Hebro, ésta continuó llamando a Eurídice y llegó finalmente a la costa de Lesbos, donde las musas lo sepultaron.

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Nicolás Poussin Museo del Louvre En los primeros lienzos de Poussin, las

"poesie", el paisaje aparecía como un reflejo de las emociones de los dioses y diosas que los habitaban. A finales de los años cuarenta, sin embargo, su representación de la naturaleza se vuelve más reflexiva. En la serie de obras realizadas a partir de 1648, el paisaje es una parte tan importante de la composición como las figuras; no son pinturas con paisaje de fondo sino figuras dispuestas en un paisaje, al modo de Tiziano. La obra que nos ocupa es un buen ejemplo de ello. Realizada para su mecenas Pointel, evoca a partir de Ovidio el tema de Orfeo, el hijo de la Musa Calíope, que representa el canto y la música. Estaba casado con Eurídice, hija de Apolo, que murió a consecuencia de la mordedura de una serpiente en el talón. Orfeo bajó a los Infiernos con su lira, y con su canto conmovió a los dioses, aunque no logró recuperar a su esposa. Poussin puso, con todo, su énfasis en el orden y armonía de la Naturaleza representada, más que en la narración, o en los efectos atmosféricos, como hacía Claudio de Lorena. Así, el paisaje, aunque tomado del natural - podemos reconocer, por ejemplo, el Castillo de Sant'Angelo o el puente Milvio de Roma - aparece como una construcción arquitectónica, con planos muy definidos y en un espacio delimitado.

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Tiziano, 1508, Academia Carrara de Bérgamo.

Esta triste historia de amor tomada de la "Metamorfosis" de Ovidio es la que interpreta Tiziano en este "cassone", un panel de madera empleado como frente decorativo de un arcón. Debido al tema podría tratarse de un regalo nupcial. El maestro sigue el esquema aprendido de Giorgione al insertar las figuras en la naturaleza, pero también manifiesta dependencias del arte del norte de Europa al presentar la naturaleza de manera real. La tabla muestra dos escenas: en primer plano el momento en que Eurídice es mordida por la serpiente -con la ciudad de Venecia al fondo- y en segundo plano el gesto del desdichado Orfeo al perder a su esposa por segunda vez, empleando como fondo una ciudad en llamas en alusión al reino del Hades del que Orfeo intentó en dos ocasiones sacar a la bella Eurídice con tan tristes resultados.

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Orfeo y Eurídice en la literatura clásica: Las Metamorfosis de

Ovidio 1 De allí se aleja el Himeneo, cubierto por

azafranado manto, atravesando el cielo inmenso, y se dirige a la región de los Cícones , y en vano lo llama la voz de Orfeo . Presente estuvo, sí, pero ni llevó allí palabras rituales ni rostro gozoso ni favorable presagio. Incluso la antorcha que sostenía no dejó de chisporrotear produciendo un humo que hacía brotar las lágrimas, y no logró, por más que se la movió, dar llama alguna. El resultado fue aún más grave que el augurio: pues la recién casada, Eurídice, durante un paseo en el que iba acompañada por un tropel de Náyades, sucumbió de la mordedura de una serpiente en un tobillo .

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Ovidio 2 La lloró mucho el artista rodopeo en los aires de arriba ,

tras de lo cual, para no dejar de probar también con las sombras, se atrevió a descender a la Estige por la puerta del Ténaro , y, atravesando multitudes ingrávidas y espectros que habían recibido sepultura, se presentó ante Perséfone y ante el soberano que gobierna el repulsivo reino de las sombras, y pulsando las cuerdas en acompañamiento a su canto dijo así: "Oh divinidades del mundo situado bajo tierra, al que venimos a caer cuantos somos engendrados mortales, si es lícito y vosotros permitís que yo diga la verdad omitiendo los rodeos propios de una boca mentirosa, no he descendido aquí para ver el oscuro Tártaro , ni para encadenar las tres gargantas, provistas de culebras en vez de vello, del monstruo Meduseo ; el motivo de mí viaje es mi esposa, en la que una víbora, al ser pisada, introdujo su veneno, y le arrebató sus años en crecimiento.

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Ovidio 3 Yo quise ser capaz de soportarlo, y no negaré que lo he intentado ; el Amor ha

vencido. Es un dios bien conocido en las regiones de arriba; yo no sé si también lo es aquí, pero sospecho que sí lo es también, y s i la fama del antiguo rapto no ha mentido, también a vosotros os unió el Amor. Por estos lugares llenos de espanto, por este inmenso Caos '' y por el silencio del vasto territorio yo os lo pido: volved a tejer el prematuro destino de Eurídice. Todos los seres os somos debidos, y tras breve demora, más tarde o más temprano, marchamos velozmente al mismo sitio. Aquí nos encaminamos todos, ésta es la última morada, y vosotros poseéis los más dilatados territorios habitados por la raza humana.

También Eurídice será de vuestra propiedad cuando en sazón haya cumplido los años que le corresponden; os pido su disfrute como un obsequio; y si los hados niegan esta concesión para mi esposa, yo tengo tomada mi firme resolución de no volver: gozad con la muerte de los dos". Mientras él hablaba así y hacía vibrar las cuerdas acompañando a sus palabras, lo lloraban las almas sin sangre; Tántalo no trató de alcanzar el agua que se le escapaba , quedó paralizada la rueda de Ixíon, las aves no hicieron presa en el hígado, y tú, Sísifo, te sentaste en tu peña. Entonces se dice que por primera vez las mejillas de las Euménides, subyugadas por el canto, se humedecieron de lágrimas, y ni la regia consorte ni el que gobierna los abismos fueron capaces de decir que no al suplicante, y llaman a Eurídice. Se encontraba ella entre las sombras recién llegadas, y avanzó con paso lento por la herida.

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Ovidio 4 El rodopío Orfeo la recibió, al mismo tiempo que la condición de no volver atrás los

ojos hasta que hubiera salido de los valles de Averno ; en otro caso quedaría anulada la gracia. Emprenden la marcha a través de parajes de silenciosa quietud y siguiendo una senda empinada, abrupta, oscura, preñada de negras tinieblas, y llegaron cerca del límite de la tierra de arriba. Allí, por temor a que ella desfalleciese, y ansioso de verla, volvió el enamorado los ojos, y en el acto ella cayó de nuevo al abismo. Y extendiendo ella los brazos y esforzándose por ser abrazada y por abrazar, no agarra la desventurada otra cosa que el aire que se le escapa, y al morir ya por segunda vez no profirió queja alguna de su esposo (pues de qué se iba a quejar sino de que la había amado?), y diciéndole un último adiós, que apenas pudieron percibir los oídos de Orfeo, descendió de nuevo al lugar de donde partiera.

Con la doble muerte de su esposa quedó Orfeo no menos aturdido que el que vio asustado los tres cuellos del perro , de los cuales el central llevaba las cadenas; a aquel hombre no le abandonó el pánico antes que su anterior naturaleza, pues la piedra le invadió el cuerpo o que Oleno , que se echó la culpa y quiso pasar por convicto, o que tú, desdichada Letea, ensoberbecida de tu belleza, corazones ambos unidísimos en otro tiempo, hoy peñas que descansan sobre el húmedo Ida. Suplicó Orfeo, y en vano quiso volver a pasar; el barquero lo rechazó, y aun así durante siete días permaneció él sentado en la orilla , desaliñado y ayuno del don de Ceres ; la angustia y la pena de su alma y las lágrimas fueron su alimento. Después de lamentarse llamando crueles a los dioses del Érebo , se retiró al elevado Ródope y al Hemo batido por los aquilones.

Nota: Todos los textos de Ovidio están extraídos de la edición bilingüe de Gredos, traducción de Antonio Ruiz de Elvira.

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Orfeo y Eurídice en la historia de la literatura 1

El mito de Orfeo y Eurídice fue ampliamente tratado en el Siglo de Oro.

Garcilaso se sirve de él para expresar el amor frustrado, lo evoca en su égloga III. En ésta el poder del encanto de Orfeo se identifica con el de la palabra poética tras la muerte del poeta. Si Orfeo después de muerto podía seguir invocando el nombre de su amada Eurídice, y conseguir la inmortalidad y la gloria para los dos; así, el poeta, a través de su poesía puede alcanzar la gloria para él para su amada.

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Estaba figurada la hermosaEurídice, en el blanco pie mordidade la pequeña sierpe ponzoñosa,entre la hierba y flores escondida;descolorida estaba como rosaque ha sido fuera de sazón cogida,y el ánima, los ojos ya volviendo,de su hermosa carne despidiendo.Figurado se veía estrechamenteel osado marido que bajabaal triste reino de la escura gente,y la mujer perdida recobraba;y cómo después desto él ,

impaciente,por miralla de nuevo, la tornabaa perder otra vez, y del tiranose queja al monte solitario en vano.

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El mito de Orfeo en la historia de la Música

-Monteverdi, La fábula de Orfeo (drama musical), 1607.

-Rameau, Orfeo (cantata), 1721. -Gluck, Orfeo y Eurídice (ópera), 1762. -Haydn, Orfeo y Eurídice (ópera), 1791. -Offenbach, Orfeo en los infiernos (ópera

fantástica), 1858. -Darius Milhaud, Las desgracias de Orfeo

(ópera de cámara), 1926. -Pierre Schaeffer-Pierre Henry, Orfeo 53

(ópera concreta), 1953.

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Créditos

Historia del Arte, Yolanda González Ruiz

Literatura Clásica, Magdalena Zambrano

Historia de la Literatura, Alicia Sanjuán

IES “Saturnino Montojo”, Ferrol, 2004 ©