la mesa de setefilla

Conferencia “Principales rasgos paisajísticos y naturales del entorno de la Mesa de Setefilla”.

Servando López. Biólogo. CEIP Miguel de Cervantes. Lora del Río. Curso 13-14 Página 1

LA MESA DE SETEFILLA

LA MESA:

Hoy nos encontramos aquí para hablar de la mesa de Setefilla, un

enclave de nuestro término municipal que es de sobra conocido por todos,

ya que allí se encuentra situado el santuario de Nuestra Señora de Setefilla

y, por tanto, donde se celebra la romería de nuestro pueblo. Sin embargo,

nosotros vamos a ver este lugar principalmente desde el punto de vista

medioambiental, aunque también tocaremos algo más de pasada otros

aspectos.

Empezaremos por ver geográficamente que se entiende por mesa.

Una mesa es una elevación sobre el terreno, normalmente no demasiado

alta, que está truncada, es decir, que no termina en pico, si no en una zona

bastante plana que le da una forma parecida al mueble del mismo nombre.

En nuestro caso la mesa de Setefilla se encuentra en la margen derecha del

Guadalquivir a unos 9 kilómetros de nuestro núcleo urbano. A partir de la

orilla derecha del río la geografía cambia totalmente de aspecto haciéndose

más abrupta y montañosa e iniciándose, en este punto, los primeros

contrafuertes de Sierra Morena, que descienden en suave pendiente hacia el

Guadalquivir. Al pie de la sierra, y en las laderas entre la zona más elevada



y el terreno llano próximo al río, se extiende una amplia zona, rica en

pastos, en la que se crían, actualmente, extensos rebaños de reses bravas.

La llanura se eleva por el norte en dirección a Sierra Morena,

formando una serie de altiplanicies y cerros, de los cuales uno de los más

elevados lo constituye la mesa de Setefilla. Este cerro, cuya cota más alta

alcanza los 220m de altura sobre el nivel del mar se encuentra en medio de

un grupo de elevaciones rocosas que destacan del macizo de Sierra

Morena. Al pie del cerro y por su lado izquierdo transcurre el Guadalbacar

entre hondonadas y barrancos, que desemboca unos pocos kilómetros al sur

en el Guadalquivir. A la derecha de la mesa corre el torrente o arroyo del

Pilar, que afluye al Guadalbacar a los pies de la elevación. También a poca

distancia encontramos la presa de José Torán.

Como se ve por esta descripción geográfica, la mesa de Setefilla está

muy próxima a otras zonas de distinta clase biológicamente hablando, es,

por tanto, lo que se conoce en ecología como un ecotono, es decir, un lugar

donde confluyen varios ecosistemas, de forma que su biodiversidad no es la

suma de todos esos ecosistemas, si no que es todavía mayor al existir

especies animales y vegetales propias de estos lugares de transición, de

cambio entre distintas comunidades vivas. Sin embargo, la profunda

transformación que desde la antigüedad ha sufrido la mesa de Setefilla,

hace que su riqueza biológica no sea tal como debería ser.



LA FLORA:

A la hora de hablar de los seres vivos que nos podemos encontrar allí

vamos a destacar los más importantes y/o interesantes, distinguiendo por

una lado la fauna y por otro la flora. Además vamos a distinguir tres zonas

distintas en la mesa.

Al llegar a la mesa de Setefilla, para ascender a ella, tenemos que

subir las escaleretas, de las que después hablaremos con más profundidad.

Esta parte este de la elevación ha sido más transformada por el hombre que

la oeste, precisamente por ser la zona de paso hacia el santuario y el

castillo. Así nos encontramos con un bosque mediterráneo en degradación,

que significa, hablando ya de la flora, de las plantas, que no se encuentra ni

la encina, ni el alcornoque, ni otros árboles típicos de nuestros bosques, si

no que aparecen manchas, grupos, de palmitos, acebuches y lentisco como

vegetales más representativos. También como arbustos más importantes

podemos encontrar a la zarza. La zarzamora y sobre todo la esparraguera.

Entre las hierbas el cantueso y el matagallo son los más típicos.

Una vez que llegamos a la parte alta de la mesa se observa que el

paisaje es muy distinto, compuesto por un extenso herbazal en el que se

han plantado varias especies de árboles ornamentales. En ese herbazal

encontramos típicas “malas” hierbas como el jaramago, la malva y varias

especies de margaritas, entre otras, y ejemplares más o menos aislados de

gamón, lirios o candiles. En la parte sur de la mesa los árboles plantados

son en su mayoría falsas acacias y moreras. En la parte norte esos árboles

son olmos, tipuanas y eucaliptos. Hay que destacar que cerca de la fuente



podemos ver ejemplares de chumbera y, sobre todo, el magnífico ejemplar

de algarrobo cerca de la ermita, cuya majestuosidad la ha hecho que sea

incluido en la relación de Árboles y Arboledas singulares de Andalucía.

En la parte oeste, la que da al Guadalbacar, al estar algo menos

humanizada, ya podemos encontrar ejemplares de encina y coscoja, de

jaguarzo, jaras y romero, además de las especies nombradas en el lado este.

En todas las zonas, indicando la pureza del aire y por tanto la falta de

contaminación, podemos encontrar musgo sobre las rocas y líquenes sobre

los árboles.



LA FAUNA:

En lo que se refiere a la fauna, en la parte plana de la mesa podemos

encontrar insectos como los saltamontes, los grillos y las mariquitas;

arácnidos como la araña lobo; mariposas como la blanca de la col, la

saltacercas, la mariposa del cardo o incluso, con suerte, la papilion macaon;

reptiles como la lagartija colilarga; aves como el gorrión, el jilguero, el

verderón, el mirlo o el cernícalo primilla; y mamíferos como el ratón de

campo. En esta parte la fauna es más limitada por la presencia humana,

pero no podemos dejar de nombrar que precisamente por esto podemos

encontrar un rebaño de ovejas, cuya labor es mantener la hierba controlada

para prevenir incendios en la zona.

En las laderas de la mesa podemos encontrar más variedad de

animales por ser, como hemos visto, un terreno más silvestre. Así podemos

ver insectos como la mantis religiosa o los insectos palo, mariposas como

la loba, la mariposa de los muros, la manto bicolor o la ninfa de esper;

reptiles como el lagarto ocelado, la culebra bastarda o la víbora; aves como

la abubilla, la urraca, el zorzal, los milanos negros y real, el mochuelo o el



búho real; y mamíferos como el meloncillo, el tejón, el gato montes, el

jabalí y el zorro. Además es posible ver, esporádicamente, sobrevolar la

mesa algún ejemplar de buitre leonado o águila real buscando comida.

Antes hemos mencionado que cerca de la mesa de Setefilla se

encuentra la presa José Torán. Este pantano que se construyó a principios

de los años 80 del siglo pasado, inundando hasta tres valles, con el

consecuente cambio de paisaje. Así pasamos de tener una zona de bosque

mediterráneo más o menos adehesado rodeando los bosques de ribera de

los arroyos de esos valles, a tener una gran lámina de agua que fluctúa en

su altura y extensión según se llena o vacía el embalse. También es

destacable el impacto tanto visual como de frontera que significa el muro

de la presa, las zonas muertas que se observan en las laderas de los montes

que rodean el pantano cuando éste baja su nivel más de lo habitual, y el

cambio de dinámica a partir de ella que ha sufrido el Arroyo Guadalvacar,

que suele tener casi siempre menos agua que antes, con lo que todo eso

conlleva. Es de destacar que el muro y las zonas más cercanas a él están en

nuestro término municipal, pero que la gran mayoría de su extensión está

en el término de La Puebla de los Infantes. Además la construcción del



embalse ha significado el cambio en el trazado de las escaleretas para subir

al santuario.

Efectivamente la forma de llegar al santuario de Nuestra Señora de

Setefilla, como es lógico, ha ido cambiando con el transcurso de los años.

Así, según ha constatado Don Cesáreo Montoto de Flores, se pueden

diferenciar hasta tres caminos, el primitivo, el antiguo y el actual. Más

cambios al perecer ha sufrido la parte final del camino, lo que los loreños

conocemos como las escaleretas. De esta forma se pueden distinguir cuatro

trazados llamados las escaleretas antiguas, las escaleretas del pilar, las

escaleretas de 1920 y las escaleretas del IRIDA, a parte de la carretera

construida para el acceso al pantano, a la Puebla de los Infantes y también

al santuario.

Las “escaleretas antiguas” se conoce que se usaron desde al menos

1572 y hasta 1768. Partían desde el Santuario e iban descendiendo sus

tramos, faldeando la gran pendiente de la ladera, hasta llegar al puente del

arroyo del castillo o del pilar. Pasado el puente continuaba por un camino

de unos 150 metros, labrado entre la ladera a su derecha y un montículo a

su izquierda, formando así como una honda trinchera o callejón (así estuvo

hasta 1983). Después se cruzaba la alcantarilla del arroyo de La Franca y se

iniciaba la subida por una muy pronunciada senda o torrentera entre

arbustos y matorrales hasta coronar Los Montoncitos,



La “escaleretas del pilar” se construyeron entre 1767 y 1769 y se

usaron desde 1770 hasta 1958. Empezaban también en la Cruz del

Humilladero junto al santuario y comenzaban su bajada faldeando la gran

ladera de la meseta del santuario para ya en su tramo final discurrir

paralelas al arroyo del Castillo o del Pilar, pasar ante y bajo el pilar

existente, para terminar a la salida del puente del arroyo. Después seguía

por dode las escaleretas antiguas.

Las “escaleretas de 1920” se hicieron para facilitar la subida de

vehículos al santuario. Lo que se hizo fue hacer un camino nuevo de bajada

desde Los Montoncitos hasta el puente del arroyo del Castillo,

construyendo un puente sobre el arroyo del Santero, así como el replanteo y

arreglo de las escaleretas antiguas. En 1949 se arregló el firme y se

colocaron los característicos poyetes de protección que todavía se pueden

ver.

En el año 1981 es construido un nuevo trazado de escaleretas. Se

inicia y parte éste de Los Montoncitos y discurre paralelo al trazado de las

construidas en 1920, con la sola diferencia que en vez de pasar a través del

“callejón” se desvía a su derecha y lo rodea, llegando así directamente a la

salida del puente del arroyo del Castillo. Ya a partir del puente, continuaba

por el mismo trazado de las antiguas del pilar, si bien modificando curvas y

pendientes así como su ensanche, para facilitar el tránsito de vehículos.



Hace unos instantes dijimos que el pantano José Torán, a pesar de

estar a cierta distancia del santuario, también le afectaba, en concreto a su

acceso, es decir, las escaleretas. La carretera de acceso al embalse se

construyó entre 1982 y 1986, quedando de tal forma que saliendo de la

carretera que va a la Puebla de Los Infantes sigue hacia Los Montoncitos.

Allí la construcción de esta vía ha roto y destruido la entrada de las

escaleretas de 1920, no pudiendo ya acceder a la misma. Más adelante en

su bajada y en las cercanías ya del puente del arroyo del Castillo, ha roto la

salida que tenía no sólo la escalereta de 1920 si no también y en parte la

construida por el IRIDA. También en su trazado ha hecho desaparecer el

antiguo callejón y ha cambiado sensiblemente la configuración del terreno

desde Los Montoncitos hasta el puente del arroyo y a partir de aquí,

continúa esta carretera por el mismo trazado que tenía e iban las escaleretas

del pilar y del IRIDA modificando sus antiguos recorridos.

Para terminar me gustaría daros unos consejos para cuidar el medio

ambiente. Normalmente podría daros consejos para ahorrar agua como el

que os duchéis en vez de bañaros, que cerréis el grifo mientras os laváis los

dientes o que uséis cisternas de doble descarga. También podría

aconsejaros que para ahorrar energía uséis bombillas de bajo consumo, que

apaguéis las luces de las habitaciones donde ya no haya nadie o que

compréis electrodomésticos eficientes del tipo A. Pero estos consejos nos

permiten cuidar el medio ambiente indirectamente, o sea, al hacer eso no

vemos directamente su efecto positivo. A mi me gustaría daros consejos

para cuando visitéis la naturaleza, vuestro entorno. Estos consejos os

advertirán sobre cosas que hechas por una persona parece que no pasa

nada, pero si pensáis que son muchas personas las que pueden hacer lo

mismo, os daréis cuenta del daño que se puede causar.

En primer lugar, cuando lleguemos al campo debemos ir lo más en

silencio posible, tanto para no perturbar a los anímales que allí se

encuentran como para que nos podamos acercar lo máximo a ellos y poder

observarlos. No debemos arrancar ningún trozo de rama, o ninguna flor. No

arranquemos la corteza de los árboles ni grabemos en él con una navaja

nuestro nombre u otra cosa. No debemos coger huevos de los nidos, o

incluso ni siquiera acercarnos a ellos. No dispares con la escopeta de aire

comprimido ni con un tirachinas a los pájaros u otro animal. Recojamos



toda la basura que echemos antes de irnos, ya que muchas cosas tardan

años en degradarse, algunas no se degradan nunca y otras, como los

cristales y vidrios pueden provocar incendios. No hagas fogatas fuera de

las zonas habilitas y en el período permitido, y cuando las hagas asegúrate

de apagarlas bien. Si recolectas del campo plantas comestibles como

espárragos o tagarninas, no arranques la planta entera ni dañes el resto de la

planta al coger la parte comestible. Si recoges setas córtalas en vez de

arrancarlas, y échalas después en una cesta de mimbre sin forrar para

esparcir sus esporas mientras caminas, así saldrán más el año siguiente.

Me gustaría terminar leyendo un escrito que nos da consejos como

los que hemos dado hace un momento. Lo escribió hace unos cien años un

gran amante de los animales y de la naturaleza en general, de hecho llegó a

criar un zorro en su propia casa. Es la Plegaria del Pájaro de Blas Infante:

“Niño: Tú, que algunas veces me martirizas, mírame bien. Yo soy el

protector más importante de la agricultura Yo enseñé a los hombres el arte

de la cestería, mostrándole mi nido. Te he sugerido la idea de volar como

yo, y has construido dirigibles y aeroplanos. La inmensa variedad de mis

nidos te ha sugerido multitud de ideas. No me hagas morir para lucirme

vanidosamente en tu sombrero. Yo destruyo por millares los insectos que

constituyen las plagas de las legumbres, los cereales y las frutas que son tus

mejores alimentos. No rehagas víctima inocente de tu deporte de caza. Yo

distraigo con mi dulce y armonioso canto tus horas de fastidio. No

destruyas mi nido, que es el santo hogar de mis pequeños hijos. Si eres

bueno, como creo, no me tengas preso entre alambres, no me hagas mal y

andaré más cerca de ti”.

LA PLEGARIA DEL PÁJARO

BLAS INFANTE

Niño:

la mesa de setefilla

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